Fic a
Reto 2021 Marzo Creativo
Historias de Albert y Candy
Presenta
Amor en Piedra
Por Mayra Exitosa
Capítulo 6
La mujer que cuida dormido
Albert se recostaba con ella, seguía estrechándola y acoplándola si no se despertaba era mejor, él la calentaría tomaba a su mujer rozándola con su cuerpo y la restregaba a él, ella estaba tan cansada que sus cabellos largos se enredaban con los de él, así ella se cubría la espalda. Mientras que él con su mano le acariciaba en la obscuridad entre sus piernas y buscaba tentar donde meterse. Poco a poco lo iba haciendo, lambiéndola y olfateándola, sin poder gritarle a nadie que ya tenía mujer, un deseo de hacerlo y de sentirse feliz porque la mujer que el necesitaba había llegado hasta él, era tan pálida y deseaba darle fuerte, pero al estar tan dormida podía asustarla, lo mejor era hacerlo despacio y si despertaba le cubriría la boca.
Los jadeos y gemidos que ella hacía parecían de un cachorro, ella se abrazaba con sus piernas y se restregaba más a él para que no le diera frío, mientras el sentado la ajustaba poseyéndola despacio, un grito de sorpresa a lo que él la ajustaba más, la agitación continuaba sin aviso de pronto con una velocidad inesperada hasta verterse. Ella se acurrucaba en él con cierta molestia, pero este la mantenía ajustada, mientras continuaba relajado.
Se quedaba quieto para no darle espacio a golpes o molestias, luego le mostraba que había poco fuego, que la estaba calentando, entonces ella continuaba restregándose, mientras él satisfecho la poseía más dentro, hasta quedar cubierto por toda ella que se restregaba en el pelo de su pecho satisfecha y notando que estaba duro y no se quería salir.
El agitado movimiento que comenzaba la mantenía muy despierta y a la vez creaba un intenso calor por mucho tiempo. Cuando por fin se volvía a derramar, ella suspiraba y se acomodaba para que no la soltara y él se quedaba quieto, porque ella tenía frío. El estar dentro de ella, lo hacía estar activo de nuevo en poco tiempo, como ella lo ajustaba con sus piernas no deseaba separarse, cada cierto lapso, continuaba acomodándose y moviéndola, para volver a cargarla y preñarla.
Agotados dormían, comían y cuando notaba que él tenía que salir a buscar leña, ella salía cubierta buscando para hacer sus necesidades, luego se metía morada de frío y el cubría el hueco, pero ella gemía porque él se iba quedándose sola, a lo que le decía que iba por leños, que no saliera. La cueva se helaba y el no regresaba, angustiada sin luz al no estar acostumbrada a estar fuera de su casa, donde tenía todo para pasar el hielo, sin tener que ir por leños. Ya era muy noche estaba obscuro y escuchaba meter las ramas, ella buscaba tocando las maderas que estuvieran más secos, muy activa tomaba encendiendo con piedras de la misma cueva, mientras que él la observaba, que lo hacía de distinta forma, luego metía más leños y animales que había encontrado, estaban atados y estos los aventaba junto a otros que ya estaban al fondo y ella no había visto.
Para cuando entraba cubría de hielo la entrada dejando su hueco y ella tenía leños secos, encendidos. Era lista su hembra, se quitaba las pieles, las ponía en su lecho, ella se refugiaba con una piel que le había dejado y secaba las que ahora traía él. Ella sacaba frutos le daba en la boca, como él le había hecho a ella, cuando estaba cansada. Albert la miraba sus ojos eran verde a la luz del fuego, ella le sonreía, viendo de él sus ojos celestes, penetraban su calidez y luego veía como destrozaba un animal con tal facilidad, para quemarlo y con unas piedras lo picaba para ingerirlo, ella tomaba del chorro de sangre y en las paredes, ponía sus manos, un dibujo del animal que estaban comiendo. Albert nunca había visto dibujo con la sangre de la comida, ella iba por un cuenco de piedra y se lavaba y le hacía lo mismo a él, después de terminar de comer, le decía que se acostara lo cubría. Era la primera vez que tenía una mujer que lo mandaba, más que su madre, ella no le temía, no temblaba ni se doblegaba. Ponía leños y lo cubría, como si fuera un niño ella lo estaba cuidando mientras cuidaba el fuego. Ya estaba suficiente leño y la piel lo había calentado, la atraía y la ponía frente a él, su mano le tocaba, ella iba a girarse y el no la dejaba, se le iba encima y en posición de cuatro la montaba lentamente, ella bajaba la cabeza, estaba cansada, había tenido frío por horas, angustia de que no volviera, pero ahora él la necesitaba y tenía que estar de su lado, porque no la había dejado aun con la obscuridad, había vuelto. Montarla era bueno, ella no hacía queja, era como su madre, callada y serena. Rozaba su nariz en su cuello y ella no se quitaba de que el siguiera tanto tiempo deseando montarla, no se agotaba. Iba a girarse y no la había dejado, tenía raspones en su vientre y no quería lastimarla, pero cuando por fin culminaba, ella parecía hacerlo con él, en muestra de que le gustaba.
Fue fácil tomarla y acunarla, para oler su cuerpo, ella estaba cálida y suave. La abrazaba de frente y ella también lo olía, se rozaba su rostro, como si le gustara su piel, la subía encima y la tapaba con él, ella se acoplaba con sus piernas a su costado, él podía acostumbrase a ella, era buena para él y no la compartiría, no la dejaría y estaría protegiéndola.
Lejos de ahí, la tristeza de haber perdido a su hija, para Conor era algo que no aceptaba, el padre estaba molesto, la madre se lo notaba, y no había nada que mostrara que Candy había sido atacada. Ni sangre ni daño en alguna piedra o tierra, algo si sabía no era la única que se había perdido y eso se los hacían ver los demás machos que eran de su tribu, para él saber que ella era frágil, que n estaba lista lo hacia sentir mal padre, sus hermanos eran pequeños, ella era su primera hija mujer, las otras aun estaban muy chicas. Ya no había montada, no había apetito, la madre le incitaba, más el a su hija extrañaba.
La llegada del deshielo era todo un proceso, el calor salía y ellos ya no se guardarían, la playa mostraba nuevos alimentos y todos atrapaban con agilidad, demostrando cuanto se habían preparado, ahí ya de la camada de su hija todas habían formado pareja, había machos y estos tomaban de la camada siguiente menor, con el invierno ya estaban creciendo y ellos tenían todo para elegir mujer y no continuar solos. Para Conor y Anoa, su hija era la única que ambos tenían, así que ver felices a los otros ya eso nada les parecía. El jefe de la tribu, elegia al hombre más fuerte en ese tiempo, para que fuera un guía de caza y ahí las pruebas comenzaban preparándose ya que estuvieran todos regresando de la caza.
En la tierra de los lobos las cosas eran mejor, muchos pequeños nacían y otros ya habían crecido, Tom preparaba una salida de familia, y varios se unirían a él, buscaría a su hermano y su madre y los unirían a su tribu. Tom tenía a su pequeño hijo y el hermano de su mujer se iría de búsqueda con él, los lobos grandes salían, no sería como la caza que pronto regresaban sería una búsqueda de unos días y todos asegurarían que si encontraban mujeres se las traerían por lo que muchos hombres sin pareja se iban con ellos, para liderear solo los que ya tenían familia. Terry y Tom eran los únicos con mujer.
En la cueva de los osos, todos deseaban salir, ya era un infierno estar encerrados, para Aro, se fingía paseando, pero se llevaba todo para escapar y se iba a donde ella creía sería su hogar.
Una pareja muy unida y acoplada, caminaban río arriba con paso seguro, su mujer mostraba un vientre abultado, había crecido en ese invierno se veía más alta, con un cuerpo más fuerte y el la disfrutaba como suya, porque ella solo a él seguía y ayudaba, lo cuidaba y consentía y el la imitaba, no había peleas como en su tribu, ella no lo deseaba, apenas lucía su vientre y el con pieles la colmaba, de todo lo que se comieron, su piel ya guardaban, su hijo nacería y ambos con paciencia lo deseaban.
Candy mostraba el camino por el que ella había bajado, y aunque fue muy largo, el en ocasiones la elevaba al ver que era pequeña y no quería perderla o que se lastimara, le ofrecía llevarla en su saco, a lo que ella se negaba y ayudaba. La llegada a la tribu del sol una mañana fue y ella muy contenta se abrazaba a él, caminaba orgullosa, porque él era muy grande, aunque ella estaba oronda y satisfecha con su pareja, el no se imaginaba porque, pero al llegar a la tribu, todos se replegaron, le temían a él.
Continuará...
Gracias por comentar, espero sea de su agrado, para mí en estas ultimas historias todo es diferente,
buscando cambiar la redacción la forma y sobre todo la idea de mantener lo no escrito, lo original y que se disfrute distinto,
Un Abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
