Fic a
Reto 2021 Marzo Creativo
Historias de Albert y Candy
Presenta
Amor en Piedra
Por Mayra Exitosa
Capítulo 20
La jauría de las hienas
Don era alto y ya un gran cazador meditativo, antes de atacar observaba eso lo había aprendido de su hijo Aron, a sus lobos no les faltaba comida, ellos siempre les atrapaban de todo, además ya montaban muy bien, subían y bajaban saltando de los caballos como lo hacía él. Había que ver que Don le ayudaba un poco a Mina y Aron empujaba a la gorda loba de Alón para que ayudara a su hijo pequeño Chelan, que seguía siendo chiquito, pero que cazaba mejor que otros niños de la tribu.
Para Candy caminar junto a Mosh y que este fuera aceptado por la nueva camada de lobos que habían nacido lejos de él, era una buena señal, lo había echado mucho de menos, el camino era largo y agotador, pero tenían ahora al lobo enorme y eso les daba la seguridad de que había venido a buscarla, o eso deseaba pensar. También su tamaño tenía que cuidarlo, porque las manadas de varios animales eran retadoras si lo alcanzaban a ver. En eso Mosh ya era un líder muy avanzado, pero eso Candy no lo sabía porque había crecido y mejorado demasiado junto a Albert, que lo traía en friega cuidando niños y críos, que no los atacará nadie.
Algo si notaba Candy que Mosh iba al frente y atrás, como si le preocupara algo, pero al final iba Alex en un caballo junto a su amigo de andanzas su primo Novar otro rubio que se ponía nervioso y no era tan astuto como Alex. Pues el temía a los leones y en eso algo tenía que ver el Mosh, que sentía la mirada de animales feroces, sus temores eran ellos por lo que los empujaba a que se fueran delante, eso a Alex no le gustaba, pero si sabía porque pasaba. Sus leones lo miraban de lejos y notaban que Mosh cuidaba de Alex, podían ponerse celosos. - Mosh. Alex levantaba una mano y Mosh se iba al frente. Tal como lo hacía Albert, el niño parecía imitarle.
Para la tribu grande la mejor casa del valle encima de la colina, muy bonita, pues la casa de él había quedado en la cima y desde ahí observaba a todas las chozas, ninguna era tan grande y alineada como la suya, eso era porque esperaba a su mujer, que supiera que ahí podía tener muchos hijos con él. Albert caminaba con todos llevando a los lobos que vieran como les había realizado cerca del acantilado el techado y todos estaban ahí, atrás de techado había como abrigarse, paja y hasta cueva al fondo como si llegara una nevada tuvieran dónde refugiarse, por si llovía Albert había pensado en todo, ahora sus lobos tendrían mayor libertad, además que era una cima y un acantilado podían ver el mar, y a lo lejos los largos llanos, donde se estaban multiplicando las hienas.
La otra loma era muy alta, Albert sabía que estaba lejana a la tribu, pero que podía servir porque tenía una base de piedra y ahí se podían acomodar para casar, la llamaba la piedra de caza, y se las mostraba a los hombres de la tribu, más ellos se negaban porque estaba muy alta y ahí estarían muy expuestos a las inclemencias del tiempo. El rubio notaba que estaban siendo muy calentados por sus hembras que todo les daba frío con tal de meterse con sus mujeres a montar. Así jamás soportarían una buena caza, ahora comprendía porque sus hijos se estaban haciendo mejores, ellos no tenían esas distracciones, los caballos los seguían sin ser atados, los lobos también lo hacían y los protegían, definitivamente no eran buenos cazadores por eso la jauría de hienas se había multiplicado, no recordaba una noche que Tom preguntara o viera a Don o a Mina, pero si presumía sacando a Cory a los caminos y montarla por donde fuera, aun con un hijo, el seguía ladino, pero quería ser el mejor, estaba imitando al señor de las dos hembras, que no le daban tregua para atender a los cachorros, cuando ya estaban dobladas para que las atendieran.
Albert molesto por ver la ineficiencia de los hombres, se iba con los niños a cazar hienas, y el numero excedía y si atraparon a muchas de la jauría, fue la comida no solo de sus lobos sino de las aves de rapiña que esperaban ansiosas su deleite de carne podrida.
Ahora buscaba que sus lobos que eran más grandes tuvieran mas ataque, por lo que los entrenaba, y notaba que los machos de los lobos eran mejores cazadores que las hembras pro lo que orgulloso, los preparaba para que cuidaran de su familia, las preñadas separadas, atadas y guardadas en el techado, con Dina ahí cuidando que obedecieran. Mientras los machos entrenados por él superaban las peleas acumuladas por manadas les daban guerra, y de regreso heridos algunos rasguños, a la tribu ingresaban, con carne suficiente de hienas, pero al verlos lobos heridos Terry se molestaba y Albert le respondía orgulloso, - Debes ver como quedaron los otros.
Tom y Tony no podían creer, había carne de hiena por todo el valle de la planicie lejana, las aves de rapiña celebraban y las pieles que Albert llevaba, servirían de adorno para Dina, que ahora todo acomodaba. Su niña era la encargada de que los lobos ya no les llenaran de pelos las pieles donde dormían sus hermanos. Tom miraba a Don quien lucía una sonrisa parecida a la de Albert, satisfecho lleno de sangre, pero nada era de él, era solo que se había convertido en un cazador y no con él sino con su nuevo padre.
La piedra de Caza eral mejor lugar estaba lejos y dominaba otra planicie, desde ahí las manadas que ríen parecían gobernar, pero ahora se habían dado cuenta que les pertenecían a la tribu del rubio enorme, entre lobos y pequeños niños habían bajado a todos, las hienas eran muchas y todas estaban creciendo, por lo que ahora Tom se dedicaba a matar a esas bestias y aves carroñeras comenzaban a tener ese tipo de manjares que la tribu no apreciaba bien. Solo se llevaba los mejores cortes de carne y dejaba los huesos sin piel.
Los siguientes días a Tom y los cazadores les fue mejor, la jauría había sido ablandada por Albert y sus cachorros, todos en la tribu sabían que era un guerrero, no un cazador, pero como guerrero dominaba todo a su alrededor. Tony desde ese día salía con él, su mujer le decía que era mejor cuidando a los suyos y ya eran muchos los que iban con Tom, por lo que Tony aceptaba que su hermano Albert le mostraba muchas cosas que nadie más sabía.
Rosy estaba preñada, orgullosa porque era de las más jóvenes y estaba en espera. Su madre que era mayor, ya estaba por dar a luz un hijo que sería hermano de Tony, pues su padre había preñado a Lena, el niño fue llamado Abur, en honor y orgullo al hijo mayor que tenía y Terry también era hermano de ese niño, lo miraba castaño con ojos ladinos, más no se parecía a ninguno de todos, ni a los hijos de Nobuk ni a los hijos de Lena, ahí se sabía que todos eran hijos de las parejas de ellos y ese nuevo ser distinto, podía quedarse en cualquier momento completamente solo, el hombre y la mujer mayores teniendo un cachorro, Albert escuchaba a Nobuk y le pedía que si el faltaba no dejara jamás a Aburr, porque al final era suyo, y que podía ser bueno si lo dejaba en su familia.
Tony lo escuchaba triste y Albert no quería responder, porque el solo esperaba a su mujer, Tony aseguraba que ellos se harían cargo, pero Albert aceptaría si su mujer regresaba, si no, no lo haría. Nobuk lo miraba y Tony agregaba, que el lo cuidaría si llegara a ser el caso. Pero que esperara a que volviera la mujer de Albert y ella no se lo negaría, lo mejor era que se cuidara de él y de su mujer, porque Albert se hacia cargo de muchos niños, de muchos lobos, de muchos más caballos también le traía carne a su hermana Pat y su pareja Aliss, quienes no miraban de lejos y curtían pieles, atendían y hacían comida, ayudaban con los niños de Albert y los de ellos que para entonces ya dos tenían.
Después de la matanza de hienas se pusieron más astutas, ahora temían que se acercaran a los cachorros de los lobos para atacarlos, por lo que en la tribu se mencionaba que mientras el lobo pequeño estuviera chico, tenía que dormir dentro de la casa, porque las hienas ya estaban acercándose a la tribu y eso no sería bueno para los caballos que estaban aún más expuestos.
El aullido en el día no era muy común, así que toda la tribu de Albert, llamada la tribu del mar para los que les temían, salían uniéndose con armas, listos por el aviso del aullido de Mosh, los que cazaban se regresaban al escuchar la manada de lobos responderle a Mosh el llamado, ese aullido que Albert les había enseñado a todos para comunicarse, lo estaba ensordeciendo. Porque donde venía el aullido de Mosh, no era el único que se escuchaba, y eso alertaba a los lobos machos de la tribu que, habiéndolos entrenado para cazar, ahora eran mucho más bravos para pelear.
Continuará...
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Mayra Exitosa
