Fic a

Reto 2021 Marzo Creativo

Historias de Albert y Candy

Presenta

Amor en Piedra

Por Mayra Exitosa

Capítulo 21

Una manada de terror

No solo estaban alterados los lobos, los garañones de los corrales se encontraban en alerta, Albert notaba las patadas que daban por querer escapar, para salvar a sus hembras y críos por lo que sentían, era conveniente protegerlos. Kun y Pete eran altos como los nuevos cazadores Don y Aron, a quienes su padre reconocía por buenos tiradores de flechas, excelentes cazadores, pero aun no estaban listos los demás y eso era el temor que Albert les aseguraba que no eran malos, solo que los tenía que cuidar y enseñar un poco más de tiempo.

La realidad eran niños, Kun, Pete, Albert chico que ya no era tan bajo de estatura, así como Chalen todavía no cazaban como Don y Aron, a estos les daba actividades de caza menos peligrosa, así mandaba a Pete y Chalen a que buscaran cuidar de los potrillos y las yeguas preñadas, para que estas fueran separadas y cubiertas por algo más que corrales. Chalen aun no podía subirse solo a los caballos, Pete sí. Ambos corrían para ver para irlos a tranquilizar y separar a los garañones, mismos que iban a ocupar para llevarse algunos, los más veloces, ya que competirían con la velocidad de las hienas.

Albert por su parte se cuadraba, parecía oler el peligro, las hienas se habían proliferado y matar a tantas solo las había alborotado, se encontraban por un costado levantaban las cabezas, y sus risas erizaban las pieles de quienes las escuchaban, se notaban enojadas muchas habían sido muertas apenas dos días atrás y los aullidos de Mosh por el otro, parecía invitarlos a ser atacados. Albert iba a darle una buena paliza a ese canijo animal, muy oportuno aparecía para alterar más las malditas risueñas que parecían burlarse de los cazadores y ahora por su colaboración, parecía que todo iba a empeorar. El aullido lejano de Mosh acompañado de otros tantos, traía a todos los lobos de la tribu preparados para su encuentro, Albert chico y Kum solo podían atar a los pequeños cachorritos y ocultarlos, sabían que sus padres aullaban y ellos parecían imitarlos escondidos dentro de las chozas, junto a los mas pequeños, las mujeres desesperadas pro su niños, agarraban a los lobos chicos y se los daban a los niños para que se los llevaran, pues representaban un peligro en esos momentos.

Los hombres de su tribu tomaron a los garañones para ser con ellos quienes defendieran, mientras en los corrales los unían a las piedras protegiendo a las hembras y los potrillos en lo alto cerca de los techados, donde Mina se encontraba cuidando de las lobas y otros críos que estaba ocultando. Las mujeres por fin cooperaban en hacer algo, y es que sus casas estaban siendo amenazadas y sus niños eran muy pequeños, aun los cargaban en sus pechos, por lo que ellas custodiaban los corrales y las orillas de la tribu, porque no iban a permitirles a esas bestias el paso.

En el techado, Mina tenía atada Hana, pero esta se soltaba desesperada al sentir el peligro y el aullido era directamente su llamado no podía dejar que las demás que si estaban preñadas lo hicieran, Mina sabía que la loba reconocía el aullido y salía a velocidad incluso con otros machos y hembras persiguiéndola, que estaban en espera cerca de Kum. Albert miraba al techado, con la mano indicaba a Mina que cuidara a los cachorros y los que quedaban ahí. Ella con arco firme, se preparaba a disparar. Desde la distancia miraba a su padre Albert montado a caballo dirigiendo a todos y sus hermanos Don y Aron con él, mientras ella se quedaba atrás, porque nadie se llevaba tan bien con su loba la Dany chupetes. Kum montaba a caballo y Aron chico lo imitaba asegurándole a su padre que los lobos se habían ido tras Hana, que los dejara ayudarle.

La velocidad de Mosh con la nueva manada de lobos y las personas extrañas a los de la tribu, portando caras tapadas de madera, montaban a caballos tras ellos. La jauría que los escuchaba correr parecía ser invitada al banquete de lobos que se iban a dar. Un niño que de lejos miraba todo con un grito enorme detenía a su tribu estos asustados notando a la jauría, que ellos conocían bastante bien tan cerca de los otros y muchas chozas en lo alto de una loma, se detenían al ver lo que Alex les estaba avisando. Candy portaba a sus hijas con ella, por lo que paraba a sus compañeros que cabalgaran despacio, al notar que cierta larga distancia ya se encontraban las chozas de la tribu a la que Mosh los había guiado.

Mientras Mosh y los lobos llegaban a toda velocidad, habían descansado venían bastante fuertes y los hombres de la tribu del sol ahora podían ver que los lobos atacaban a las hienas y era una pelea injusta, pues eran demasiadas de esas bestias pare ellos.

Alex se quitaba su mascara de madera y se paraba encima de su caballo, su primo se alejaba montado en su caballo aterrado uniéndose a las mujeres de su tribu, pues si Alex se paraba en su caballo significaban grande, y enormes problemas, no podía soportar lo que pensaba hacer.

Candy sabía que su hijo era muy voluntarioso, ahora iría a defender a los lobos como ella también desearía hacerlo, pero no podía dejar a las mujeres y niños que iban junto a ella, por el contrario, estaba acomodando todo para protegerlas de esa pelea, algunos de los hombres de su tribu se quedaban para protegerlas. Así ella dejaba ir a Alex solo y un grito de furia hacía rugir a otros animales que nadie esperaba. Tol, Jovi y Galo junto a otros leones abandonados, corrían a una velocidad tras el caballo en el que montaba Alex y este a grito tendido con lo ligero que era para su corcel parecía volar, sus cabellos largos dorados y sus largas piernas cubierto de piel de león, se unía a ellos y gritaba alentando a los leones con él. Mientras que la otra tribu solo era un espectador.

Los hombres de la tribu no podían meterse ante la pelea de lobos y hienas, era horrible lo que sucedía, saldrían muchos heridos y aun con flechas de sus arcos los niños de Albert trataban de proteger a sus lobos, pero ver a Alex llegar, fue un grito de salvación de su hermanito Aron quien lo reconocía - ¡Aleeeeeex! - ¡Aroooon!

Albert, el padre orgulloso volaba como si lo hubieran llamado los dos, buscando alejar a la jauría de su tribu y de sus hijos. Así se erguía y cabalgaba al oír los gritos de reconocimiento de sus nombres, el enorme rubio se iba hasta el frente como carnada de todos, los lobos que ya habían escapado de Mina, más los otros que estaban tras Hana, se unían a los entrenados lobos embravecidos y el que antes era pequeño Albert chico, ahora con el arco desde el caballo que montaba a capela, sonriente les daba a todas las hienas, sin desperdiciar ninguna flecha, lo mismo hacía Kum, para ganar la aceptación y el que su padre lo reconociera como cazador, sus flechas iban directo entre el cuello y la cabeza dejado la entrada con su piedra afilada abierta

Candy desde lejos levantaba la mano deteniendo a los suyos, veía a su pareja montado en su caballo seguido de una jauría enorme, sus hijos tras la jauría con los lobos y del otro lado Alex sorprendía con sus enormes bestias, los leones atacaban a mas de tres hienas devorándolas y estas huían despavoridas, para los leones que traían hambre desde hacía días, ninguna de esas se les escaparía al verlos entrar a la cacería que según se pensaba que dominarían las hienas, ahora entre leones y lobos la carnicería era contra ellas.

Nadie quería meter a su caballo mucho menos sus piernas, pues así atacaban las hienas. Pero los que si entraban y se unían a la cacería eran aquellos que ya los habían acabado en otros lugares, vestían pieles de leones, eran altos y largos encima de caballos a capela, los hombres de la tribu recién llegada se quitaban sus mascaras de madera y las arrojaban para salir al ataque de aquel que reconocieron como suyos. Tony que iba en un costado cubriendo a los niños, temiendo que su hermano no la librara, Albert que era la carnada y Alex que guiaba a los leones como líder de su manada, ahora entraban los del sol, con flechas afiladas delgadas y largas con mayor intensidad, sus arcos parecían largas tiras curveadas y finas, disparaban a cada animal con toda seguridad, atravesados por las lanzas un poco más largas, pero quedaban detenidos sin poder caminar.

La planicie ya no era dorada, lucía ensangrentada por todo el lugar, los leones estaban comiendo, tenían hambre no habían encontrado tan buen manjar. Y los lobos llevaban su presa, como cazadores, a sus cachorros arrastraban del cuello alguna hiena tierna con la lengua de fuera. Alex miraba a su padre, lo reconocía y este orgulloso lo abrazaba colocaba su frente en la suya y lo olfateaba viendo su piel dorada de león, y esos que llegaron con él era la manda que había entrenado su hijo, la más peligrosa que jamás había visto.

Continuará...


Gracias por comentar y seguir leyendo esta historia, espero continuar

hasta completar esta diferente historia por primera vez escrita,

deseando se cumpla y les agrade cada detalle de ella.

Un Abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa