Fic a
Reto 2021 Marzo Creativo
Historias de Albert y Candy
Presenta
Amor en Piedra
Por Mayra Exitosa
Capítulo 22
La madre de sus hijos
La entrada de lobos agotados y heridos eran atendidos por Terry ahora que sus mujeres cuidaban de sus hijos, él se aseguraba que volviera la manada conservada lo mejor posible, otros llegaban con su presa en el hocico, se notaban agotados, las heridas mínimas y caminaban hasta la parte del techado, así también guiaban a los nuevos lobos que habían llegado. Terry reconocía a unos y a otros sabía que eran nuevos, se veían muy diferentes sus colores más blancos y dorados, predominaba el disfraz de la planicie, mientras que los de la tribu tenían mayor colorido.
Los caballos eran limpiados por el que lo montaba, el río por un lado era una corriente suave que venía de un costado del mar, extraña ubicación por otro lado, la laguna que hacía pozo en la planicie cerca de los caballos y sus corrales continuaba llena, ya bañados para que no olieran a sangre, los metían a los corrales, donde Pete y Chalen parecían los encargados de todos al recibirlos. Ellos no habían visto el riesgo en el que estuvieron los otros cuatro hermanos, al igual Mina que se habían quedado atrás.
La tribu parecía tener fiesta, se habían muerto muchas hienas, ya no se escuchaban tanto sus risas y si, el silencio a lo lejos el eco en esa parte en la que la tribu era más grande. Una gran fogata en el centro formaba Nobuk, acomodando piedras y cociendo carne de hiena. Aliss y Paty recibían las pieles de los niños de Albert, parecían traer muchas más que las de hacía tan pocos días, las sonrisas de cada uno al despellejarlos le decían satisfechos que esta vez se habían multiplicado.
Todas las chozas de la tribu se salían para ver a los recién llegados y escuchar como el líder les hablaba y explicaba donde acomodarse, así se iban juntando, pues por fin habían llegado los otros que el enorme rubio estaba esperando, los de su raza, los igual a él, los altos guerreros, porque en su tribu eran cazadores, y esos no eran iguales. Candy apenas había llegado en sus caballos junto a ella todas las mujeres se quitaban las máscaras, sus compañeros se colocaba con ellas y sus niños igual.
Albert mojado buscando piel limpia para cubrirse, mandaba a los caballos a los corrales, sabía que Mosh la había traído, de rato el muy listo pediría su recompensa, pero que trifulca se había armado, las lobas también se soltaron con tal de ir a defender su territorio, mandaban a las hienas a volar, o sorpresa que ni el mismo Mosh esperaba ver leones y leonas con su hijo, arrancándoles directamente la garganta y tapándoles las risas del hocico. Pero ver que todos los que llegaban era de la tribu que ya no existía, vio a todos aquellos que eran como él y que se unían sin dejarlo perecer, como si supieran manejar a esas bestias que su hijo parecía dar indicaciones con sus manos y sus gritos, pisando el lomo de su caballo con tanta agilidad, vestido como león por su cuerpo. Tenía que respirar y guardar clama, había mucho que contarle a ella, pero sobre todo acomodar a su gente eso era lo primero que había que hacer, así entre tantas rubias, debía por ahí estar su mujer.
Los lobos no eran de bañarse, pero Mina se empeñaba en mojarlos a todos, quitándoles la sangre de su pelaje se reía cual rubia hermosa y llamativa, todavía una niña quien bajaba de los techados, mojada para cambiarse. Alex no dejaba de verla que ella no era de las suyas, Aron le comentaba que era hija de su tío Tom, pero que después de la muerte de su madre ella y su hermano Don, vivía en la casa de nuestro padre junto como una sola familia. Albert chico ya estaba cerca del tamaño de sus hermanos siendo niños eran altos los jovencitos de casi doce años.
La mirada verde ilusionada de su mujer, desde que se quito esa extraña mascara por fin la vio, pero hasta que estuvo limpio pudo acercarse un poco a ella, temía que alguna hiena de las que estaban en la planicie saliera con vida, sus hijos revisaron y los leones hambrientos se las surtían y otras haciéndolas regresar por donde habían venido y enterrarse en sus pozos junto a sus crías, para lamer las heridas de los que se habían alcanzado a escapar.
Albert chico le dijo que los leones podían quedarse lejos de la tribu en la piedra de caza, allá donde las hienas creían que era suya, así ahí no les faltaría comida, Alex aceptaba indicándoles la ida. Los leones con hienas en el hocico se guiaban por la mano de su criador, las leonas iban con su carne de la buena cacería a donde se les decía, la loma de caza estaba muy lejos de la tribu, jamás volvería a ser lo que era, con esas bestias gigantes llegando ahí, para callar a quienes las podían llegar a enfadar, ahora era la punta de vista de los leones que cuidaban su alimento, pues todo el territorio que era antes de la jauría ahora sería parte de su cacería continua. Eso le aseguraba Arón a Alex quien parecía estar de acuerdo, porque ellos no se unían a los de su tribu, solo los evadían por él. Y tenía que cuidar que no se multiplicaran tampoco, porque se habían unido los extraviados al ver la comida, y no comerse a los de su tribu del sol, que al parecer era lo que seguía si no hubieran encontrado ese banquete.
Albert les decía a todos los que llegaron con ella dónde estaba su casa, muy retirado de los leones y las planicies se podía ver toda la tribu, era la más grande, los invitaba a que lo siguieran. Tony aprovechaba uniéndose a ellos y les preguntaba por su madre y el hermano de Candy era quien le respondía, que Aro tenía una hija llamada Ayún y se había quedado en la otra mitad de la tierra que el mar había separado. Albert reconocía a lo lejos a su hermano y lo llamaba, - ¡Tom! La mirada de todos se enfocaba y el rubio les aseguraba que él era el jefe de los cazadores en tierra y que era su hermano, que muchos de los que estaban en la tribu eran gente de él y que también era hijo de Aro, al decir esto último se le acercaban y lo tocaban, como reconociéndolo como uno de los suyos y Tom aceptaba que su hermano no lo hiciera a un lado, cuando todos esos hombres eran también como su madre.
El rubio les pedía caminar invitándolos a todos los recién llegados subir hasta su choza, para continuar hasta llevarlos a los acantilados, cuando vieron el mar ahí, escondido tras aquellos parajes, árboles y detalles que parecían no tener nada tras ellos, por fin sentían que habían encontrado un lugar para vivir. Albert sabía que a todos les recordaría el lugar aquel que ya no existía, la tribu del sol ahora tenía un lugar con mar y Albert les aseguraba que todos se podían quedar, les mostraba en la cima el techado de los lobos, les aseguraba estar cerca en su casa enorme. Los corrales para los caballos y la bajada de camino por los acantilados, las casas podían ser entre más cerca de él sería mejor, para que ellos pudieran ver el mar y unirse a la vez a los demás. Candy lo miraba conmovida, porque pensaba en los suyos y ellos no habían visto más que muerte y caminos desconocidos, hasta que llegaron con él. Ella misma se sentía en paz, solo verlo caminando firme y seguro.
Ella no lo había detenido, lo notaba en sus manos temblando y la veía a cada cierto tiempo como si estuviera verificando que no se le desaparecía, estaba emocionado y ella le había hecho caso esperándolo en su choza, acomodando ahí todas sus cosas, luego de asegurarse que Aron le decía que no había otra madre, solo la esperaban a ella, que los niños estaban ahí no tenían padres, todos los niños la veían, pero se alejaban porque todos tenían sus actividades estaban ayudando con las pieles, la carne, los animales y el baño de cada uno. Mientras que se acomodaban notaban que a todos los esperaban para unirse al fuego encendido donde cocían carne para todos, había piedras alrededor para sentarse y conversar, era algo muy diferente a como la tribu del sol, era la mezcla de las tribus sobrevivientes.
Albert dejaba sus cosas y la miraba, luego se paraba a su lado, olfateándola y diciéndole que ahí era su casa, ella le sonreía y le acariciaba la barba y el pecho luego les mostraba a sus hijas, las que nadie había visto aún, él se sorprendía porque eran dos niñas iguales, se doblaba de sus piernas para quedar a la altura asustado se agachaba de lado y luego al otro para ver cómo se escondían tras su madre.
Continuará...
Gracias por comentar cada capítulo, seguir leyendo esta historia, espero continuar hasta finalizarla el 31 de Marzo
Un Abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
