Fic a

Reto 2021 Marzo Creativo

Historias de Albert y Candy

Presenta

Amor en Piedra

Por Mayra Exitosa

Capítulo 24

Amor en la choza grande

Tom estaba curioso como que había una tribu de enormes peludos y gruesos, esos debían ser la tribu de antes de su padre, a lo que Chan dibujaba en la tierra la estatura de él, la de la tribu de Chan y la de los enormes, que tenían pelo por todo su cuerpo, siendo casi de su tamaño, pero su cabello era por brazos y toda su piel, así el cuello era corto, y de espaldas anchas. Nobuk no le parecía extraño, por el contrario, sentía que ya los había visto antes, pero no decía nada, solo miraba y escuchaba atento, por no comprender todo el lenguaje que sus hijos si dominaban.

Tony se daba tiempo y explicaba lo que Chan decía, Terry lo entendía y sabía que debían prepararse por si otras tribus llegaran a visitarlos, tener armamento suficiente y un lobo en cada choza o la cría que se enseñara a tenerlo, bajaba su rostro y su hija estaba agarrada de su brazos durmiendo confiada, en que él la cuidaría, como aquel día en que aun siendo tan pequeña la había dejado dormida y ella confiaba en él, por suerte ese niño la había tomado y se la había llevado cuando la encontró, si no ahora no tendría un recuerdo de Kira, la madre de su pequeña, a la que le pusieron por nombre Kitty. Terry se levantaba, sus mujeres ya estaban en su choza, solo fue llevar a su hija en brazos, dejando pendiente la conversación, ahora tenía que ir a cuidarla y ponerle un lugar para que durmiera segura, porque esa pequeña era suya.

Luego Chan mencionaba la estatura de los de bajo tierra y esos todos se levantaban a ver que le llegaba a la cintura del rubio. Esa es la tribu que vive bajo tierra, se ven como las hienas - ¿Bajo tierra? Preguntaba Albert asombrado y Chan agregó, - Los conocimos porque nuestros lobos los sacaron, son como él. Indicaron entonces al pequeño de Chalen. Quien era delgado, bajo y aunque era de la edad de sus hermanos, su complexión era pequeña. El hermano de Candy agregaba que la tribu de Chalen les tiene miedo a las tribus de todos, porque ellos creen que uno de cada tribu se roba a los críos de ellos y si lo ven aquí, creerán que nos los robamos. Chalen negaba y se iba con Albert, que estaba sentado en una gran piedra este se subía a su espalda y se acomodaba rozando su rostro, negando que a él lo había robado, que Albert lo salvo y cuido, pero no hablaba solo se acomodaba y se rozaba con el hombro de su padre. Temeroso de que se lo quitaran, pues él se protegía con su padre.

Chan comentaba que uno de ellos aseguraba que muchos años atrás uno igual a mí, se había llevado a una de las mujeres de ellos, le hizo hijos grandes y chicos, nunca la volvieron a encontrar, pero eso fue hace mucho que por eso ellos se ocultaban, comían serpientes. - ¿Serpientes? Preguntaba Tony y Chan le comentaba que usaban una vara y metían en la boca de la serpiente, luego la ponían en el fuego y toda la comían menos la piel.

Albert meditaba sin poder creer que los niños que rescató podían no quedarse siempre con él, y que sus tribus podían reclamarlos, cuando eran suyos, luego notaba que todos habían comido de la carne cocida y los frutos que habían agregado a cada pedazo de madera donde se sirvieron a comer, ya finalizaban así las familias se iban retirando y los suyos sabían todo lo que tenían que hacer para entrar a su choza, mientras que él explicaba a los de su tribu del sol que todos se acomodarían cercano a la cima, ya con tiempo podían construir sus chozas con espacio suficiente, pero ninguna choza estaría abajo en el mar, porque el agua subía, por eso había un camino al mar y la arena era baja, no era profunda en el día, pero en la noche, al agua se elevaba sin aviso, que debían tener cuidado.

Los hombres y mujeres de la tribu del sol reconocían frutos, y animales que había antes similares en su tribu, ahora pensaban que solo de día podían caminar por las playas en la espalda de la tribu nueva del mar, era una oportunidad de volver a ser ellos mismos, así nadarían con sus hijos, no solo en el mar, también lo harían en los ríos suaves que tenía la tribu y había animales en la laguna, pequeños peces que tenían no eran agua de mar sino de agua de beber.

Para Albert y Candy entrar a su choza, era estar de nuevo juntos, la noche hacía que Albert llevara a sus hijas pequeñas dormidas en sus brazos y ver que Candy tenía una forma nueva de darles su cama, pues esta colgaba de las paredes y se adaptaba dentro de la choza, eran de pieles en forma de medio costal con de tiras gruesas, formando una hamaca, que consideraba cama colgante. Candy separaba a las niñas en las camas colgantes y dejaba a Alex con los machos en las pieles colocadas en tierra ablandada y suave, luego ella estaba en otro lado, donde tenía pieles más gruesas para que pudiera dormir su enorme pareja y tierra blanda bajo esta, resguardada, formando la suavidad de la plataforma al recostarse.

Albert la jalaba y la sentaba frente a este, ella lo olfateaba lamiendo su cuello, recordándole como ella lo apreciaba. Quitar sus pieles y unirla a él fue quedarse suspirando el tenerla de nuevo, aun siendo pequeña, para él era perfecta, poder tenerla en sus brazos, era sentir que sus ojos soltaran líquido, emocionado porque ya no sería un sueño, pasaba su lengua degustándola por donde pudiera, desesperado le acomodaba sus piernas en su cintura, tocando para entrar y buscando aun en la obscuridad su mirada de que él podía entrar con ella. Fue ella quien se acomodaba y tapaba su boca para que no despertara a las niñas, le explicaba que luego se le irían encima para atrapar sus pechos, como de pronto ambas lo hacían, al decirle esto al rubio, se negaba esos pechos eran ahora suyos y nadie ni el Mosh, ni ninguno de sus hijos se los quitaría.

Tomándola cual macho en su choza, entraba a su cuerpo, disfrutando lo que por tanto tiempo había extrañado, se detenía y su quejido ajustándose en ella, lo dejaba en el limbo para luego la recostaba en la piel y la miraba para iniciar el vaivén de ser uno con su hembra, lo dejaba tan feliz que lo poco que podía tardarse, se fue haciendo mayor tiempo y tantas veces, de elevarla en su cuerpo de tomarla y de dejarse ir, para luego volver a seguir, de un lado de otro, sus piernas en sus hombros, su boca en su vientre su semilla en su centro, luego para finalizar su boca tomando de la suya, probándose en sabor y deleite, que sin esperar el sol los sorprendía después de mucho placer, recuperando el tiempo que no la había tenido así lograr desfogarse, como todos los machos de su tribu, en su hembra, en la que solo él quería, que sabía ser fuerte y ágil, era cazadora, era guía, era líder de los suyos, pero por sobre todo era suya y no permitiría que se separara de nuevo de él. Por fin se había agotado y se quedaba dormido escondiendo entre sus brazos a su hembra con el miembro hundido, sus piernas se abrazaban a sus caderas sin querer despertar, la ajustaba a su cuerpo y la volvía a probar, asegurándose en tenerla estrechamente a su cuerpo.

Las pieles los cubrían, ella no podía separarse, estaba con sus ojos cerrados, agotada no solo por el viaje, ahora su hombre había reclamándola muchas veces diciéndole que todo ese tiempo la tuvo en su mente, ahora la tenía en sus brazos y así fuera tarde ninguno podía mover al que dormido ajustaba ocultándoles a su madre. Las niñas saltaban y Chalan parecía ser invitado a que también lo hiciera y este se negaba, sabía que su padre gritaría, pero ese par de inquietas no se detenían, la madre permanecía protegida con los brazos de él, acurrucada suspiraba como si recibiera un masaje, ninguno de los dos se separaba.

Alex se divertía, pero el hambre lo movía y haciendo una seña a todos, salían a buscar comida, las pequeñas gemelas lo siguieron y Aron los jalaba a la choza de enseguida y con una pareja que ya había despertado, Pat y Aliss, recibían a los que siempre llegaban listos para tomar todo lo que pudieran llevarse a la boca. Les daban de comer, les mostraban las pieles que estaban tallando, Alex se sentía extraño, eran pieles de hienas, las suaves pieles que ellos tenían eran de leones. Y traían muchas pieles con todo y melenas en cada que los atacaban.

Albert abría un ojo y miraba que ya se habían salido todos los niños, volvía a destaparla y esta vez lo hacía de nuevo, ella estaba cansada, pero él la aponía en cuatro y la tomaba desprevenida para desfogarse antes de que fuera alguien con cualquier pretexto a molestarles. Ella despertaba al sentir agitado a su pareja, no podía creer que de no hacerlo por tanto tiempo, el quisiera cobrarse todo lo que no la había tenido, así le ayudaba moviéndose para culminar y los dos de nuevo caían olvidándose de aquellos que tenían. - ¡Caaandy! - ¡Al..mmm!

Continuará...


Gracias por comentar, trataré de adelantar todo lo que pueda para concluir antes la historia.

Agradecida por continuar leyendo Historias de Albert y Candy

Un Abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa