El sonido lejano de lo que quizá se trataba de una discusión comenzó a hacer reaccionar el cuerpo de Yume, quien entre más recobraba la conciencia, más sentía la molestia de la luz contra su cara, sus párpados pesaban. Cuando logró abrir los ojos, no lograba enfocar. «Mis lentes» pensó, al tratar de tocar su rostro, el dolor comenzó a recorrer su cuerpo. Brazos, espalda, estómago, piernas, incluso su cara. Con mucho cuidado, Yume, se esforzó por sentarse.

La pelirroja se dio cuenta que estaba en una habitación, pero que jamás había estado en ella antes; cada rincón de su cuerpo dolía mucho, se levantó y aunque casi tropieza del dolor, camino hasta la puerta cercana, donde la discusión que se escuchaba a lo lejos, finalmente empezaba a tener sentido.

– ¿Y qué querías, que la dejara a su suerte? –

– Debiste llevarla al hospital, ¿sabes en cuántos problemas podemos meternos? Por si no lo notaste, aquel uniforme…

– Sí, sí, sí… es una de esas niñas ricas con delirio de superioridad del internado ese… pero carajo, ¿cómo pueden dejar que un estudiante esté en ese estado en medio de la nada? –la voz dejó de gritar, pero sonaba un tanto amenazante – no la dejaré ir hasta que de verdad esté bien y no dejaré que hagas nada –

Yume sentía dolor por todo el cuerpo, pero por alguna razón, aquellas palabras hicieron que todo le doliera más.

– Con un carajo, Boris. ¿Acaso quieres meternos en problemas con la policía? ¡Tiene que irse! –

– ¡No! – hubo silencio un par de segundos y la voz continuó con un tono más calmado – no la dejaré irse hasta asegurarme que está bien, así como tú no me dejaste seguir siendo otro rebelde en las calles –

Para cuando terminó de decir aquellas palabras, la pelirroja ya estaba parada fuera de la habitación, ver a dos completos extraños la puso nerviosa, su cuerpo temblaba. Uno de ellos se percató de la presencia de la chica, haciendo voltear al otro.

Ambos se pusieron de pie para dirigirse a ella. Ambos eran altos, usaban playeras sin mangas, dejando ver sus brazos marcados, el más alto era rubio de ojos entre azules y verdes y el otro de cabello platinado, se acercaron, la pelirroja escuchó sus voces como si estuvieran bajo el agua. Pudo ver que se acercaban de prisa y de pronto todo quedó obscuro. Yume se había desmayado.

– Eso no quiere decir que sea buena idea –

– ¿Y qué se supone que haga, Cloud? ¿Qué la deje a su suerte en la calle? –

– Nunca dije eso, Boris, pero pudiste dejarla en el hospital –

– ¿Olvidas en qué condiciones la encontré? –

El rubio no respondió y dirigió su mirada a la cama, haciendo voltear al platinado

– Ey, al fin despiertas, no te preocupes, estás a salvo – le sonrió

Yume sentía demasiado dolor y miedo al verse con dos hombres extraños.

– ¿Estás bien? – siguió hablando el platinado – ¿Por qué estabas cerca de la carretera si eres del internado Bradford? –

– Cállate ya, Boris. La estás asustando – dijo el rubio acercándose, pese a su rostro serio, fue amable – mi nombre es Cloud Strife y él es Boris Kuznetsov, él fue quien te trajo aquí –

La pelirroja trató de sentarse, pero dolía, Boris la ayudó, aunque al tocarla notó lo mucho que temblaba.

– No tienes por qué estar asustada, no te haremos nada – Yume bajó la mirada hacia sus manos – escucha, te encontré golpeada cerca de la carretera cuando pasaba con mi motocicleta, no sé quién te dejo así, pero no podía solamente ignorarte y dejarte ahí, en medio de la nada – eso último lo dijo viendo a Cloud

De forma violenta, Yume recordó todo lo que le dijo y le hizo Garland, abrazó su cuerpo y se puso a llorar sin decir una sola palabra. Cloud salió de la habitación mientras Boris la miraba preocupado mientras ella no dejaba de llorar.

– Ten, necesitas comer algo – Cloud volvió con un plato de comida

Sin voltearlos a ver, tomó el plato y comió mientras sollozaba. «Te mandaré de vacaciones al hospital», Yume recordó las palabras de Garland, ambos chicos pudieron ver como la cuchara empezó a temblar, la pelirroja la dejó caer, tapando su rostro con la mano que la sujetaba.

– Escucha – Cloud dirigió sus palabras a la pelirroja – entiendo que estés asustada, pero aquí, estás a salvo de lo que sea que haya pasado; no tienes que hablar o decir nada – se dirigió a la puerta dispuesto a retirarse – muéstrale el lugar y consíguele algo de ropa – esas últimas palabras dirigidas al platinado lo hicieron sonreír al ver que finalmente había accedido a dejar que la pelirroja se quedara con ellos

– ¿Puedes moverte? – Yume asintió en silencio y Boris la ayudó a levantarse – no es la gran cosa, pero puedes quedarte en mi cuarto el tiempo que necesites, yo dormiré en el sofá – Yume se sonrojó, salieron del cuarto – ese de allá es el cuarto de Cloud y esa otra puerta es el baño – señaló las puertas – y esto es sala, comedor y cocina… supongo – rascó su cabeza – dudo que se compare con las instalaciones de esa escuela para ricachones, pero aquí estarás a salvo, lo prometo –

– Gr… – Boris la volteó a ver al haber creído que la escuchó hablar – gracias – su voz era demasiado baja y suave

– ¿Cómo te llamas, pequeña? – preguntó poniendo su mano sobre la cabeza de Yume y haciendo alusión a su baja estatura

– Yume Arakawa –

– Bien Yume, siéntete como en casa. Tomaré algunas cosas de mi cuarto para dejarlas acá – señaló el sofá – así tendrás privacidad –

Yume miraba la puerta del baño, apretó su falda del uniforme y caminó hacia el baño.

– El espejo… – dijo para sí en voz alta y con un tono bajo

Se acercó y lo que vio la hizo llorar, pero esta vez con más fuerza, espantando a Boris quien llegó a verla. El platinado la sacó del baño y la sentó en una silla para ofrecerle algo de agua. Yume no podía sacar aquella imagen de su cabeza, su cara golpeada y un ojo morado, estaba llena de tierra y despeinada, sentía su cuerpo sucio, en especial recordando lo que Garland hizo sobre ella y podía sentir los golpes por todo su cuerpo, además de ver algunos vendajes en sus piernas y brazos, así como un curita en su mejilla.

– Tendré que conseguirte algo de ropa – rascó su cabeza pensando – aunque nunca he comprado cosas para una niña – Yume se ruborizó

– No es necesario, cualquier trapo está bien… sólo que no muestre nada indecente – se retrajo en el asiento

– ¿Estarás bien sola? Tengo que ir al taller, puedes usar lo que necesites, sólo no entres al cuarto de Cloud – ambos voltearon a ver la puerta

– Boris… ¿puedes dejarme un cuaderno y un lápiz? Para entretenerme mientras no están –

– Claro – pensó un poco – creo que tengo uno – entró a su cuarto y después de que se escuchó que movió cosas dijo – ajá, aquí hay uno – regresó donde Yume – listo, ten. ¡Carajo, ya es tarde! Te veo en la tarde –

Yume se quedó sentada viendo el lugar, recordaba que aún era de día cuando Garland la había sacado del instituto, se acercó a la ventana, apenas acababa de amanecer.

– ¿Pasé un día dormida? Entonces todos deben estar en clases… –

Se preocupó por sus clases, pero a la vez le dio miedo la idea de volver, jamás había sentido tanto miedo hacia Garland como ahora, esta vez en vez le aterrorizaba el simple hecho de recordar al moreno.

La pelirroja sacudió su cabeza alejándose de la ventana, trató de no pensar en Garland. Miró el cuaderno que Boris le dio y buscó un espacio para dibujar.

Se sentó mirando la hoja en blanco, apenas su lápiz tocó la hoja, el rostro de Garland acechó su mente, su voz, los insultos, recordó aquel sabor salado y caliente, lanzó el cuaderno y el lápiz sujetando su cabeza.

– Basta, por favor –

Corrió a la cama y se puso a llorar al recordar aquel viscoso calor sobre ella, la lengua del moreno en su boca y por último, los golpes en su cuerpo.

La pelirroja pasó el día bajo las cobijas, se quedó dormida exhausta del llanto y de al fin poder descansar de todo al saber que sus agresores no estaban cerca.

Cuando despertó se sentía más tranquila, se asomó por la ventana para ver que ya era tarde. Pensó un poco en cómo poder agradecerles por haberla ayudado, así que revisó el refrigerador para ver si había algo de comida que pudiera usar, encontró apenas para preparar un spaghetti con algo de verdura y una ensalada bastante sencilla.

– Supongo que no cocinan mucho – se dijo mientras empezaba a preparar todo

Se abrió la entrada principal, únicamente Cloud, el rubio, estaba de vuelta, quien al ver a la chica suspiró cansado del trabajo.

– ¿Qué haces? ¿Qué es ese olor? –

– Ah, preparé la cena o al menos lo intenté, no había muchas cosas en el refrigerador – se sonrojó retrayéndose un poco – quería agradecerles por ayudarme – Yume se dio cuenta que el platinado no estaba con Cloud – ¿y Boris? –

– ah – Cloud se tiró en el sillón – salió temprano diciendo que iría de compras, pensé que ya había regresado –

Boris y Cloud trabajaban en un taller de motocicletas en la pequeña ciudad a la que los alumnos del instituto internado Bradford tenían permiso de asistir los fines de semana. Boris se había ido antes para comprarle algo de ropa a Yume, pues su uniforme estaba sucio.

El platinado jamás había comprado ropa para una chica en su vida, entró a la primera tienda que vio con ropa de colores en los aparadores.

– Buenas tardes, tengo una emergencia, necesito ropa para una niña –

La vendedora alzó una ceja por aquella forma tan inusual de pedir ayuda

– Claro que sí, ¿qué edad tiene su pequeña? –

– No, no es… olvídelo. Es de este tamaño – Boris mostró con sus manos hasta donde le llegaba Yume – es pequeña –

– Ok… lo llevaré a la sección de niños –

Boris vio la ropa de colores y revisó qué podría verse bien en Yume, pronto se dio cuenta que las prendas eran demasiado pequeñas

– Esto es demasiado pequeño para ella, ¿tiene algo como esto pero más grande? –

Tardó un poco, pero la chica se dio cuenta que no se trataba realmente de una niña, así que lo llevó a otra sección, aunque Boris estaba insistente en llevarse una playera en específico, la señorita hizo lo posible por ayudarle a encontrar lo que deseaba, finalmente después de un par de horas Boris se sentía satisfecho con sus compras y de camino a casa, decidió llevar algo para cenar.

La pelirroja había terminado de acomodar todo en la mesa, pero no estaba segura de si servirle sólo a Cloud o esperar a Boris.

– Ahm… ¿Cloud? – el rubio la volteó a ver, aquella mirada seria la puso nerviosa – la comida está lista –

– ¡Ey, Yume, traje pizza y te conseguí algo de ropa! –

Boris entró prácticamente gritando cargando la caja de pizza y una bolsa con ropa.

– Sutil como siempre, Boris – dijo Cloud sin mucho ánimo sentándose a la mesa – la pelirroja hizo algo de cenar –

– ¿Pero con qué si no teníamos nada? – se acercó a ver la pasta en que la chica estaba sirviendo – wow, no sabía que teníamos para preparar algo así – se sentó y sin esperar a nadie probó un bocado – increíble – Yume se sonrojó al ver aquella reacción

– siéntate, pelirroja – Cloud señaló la silla vacía con su tenedor

– No se llama pelirroja, se llama Yume – Boris empezó a comer – por cierto, pequeña, espero te quede lo que conseguí, así podrás bañarte y cambiarte el uniforme –

Yume se sentó viendo un poco su uniforme sucio, la idea de no usarlo por alguna razón la emocionaba un poco, comenzó a comer, pero ver a los chicos volverse a servir hasta terminarse lo que preparó la hizo sonreír un poco, por fin se sentía útil, vista por alguien, pero sobretodo , aceptada.

– wow, hacía siglos que no comía algo tan bueno preparado en esta casa – miró a Cloud con travesura recordando que, aunque hacían lo esencial, ninguno sobresalía en la cocina – y ahora anda, ve a probarte la ropa pequeña – el platinado le sonrió

Yume se levantó con vergüenza y se disculpó con una reverencia para retirarse al cuarto de Boris. No lo demostraba, pero le emocionaba ver qué había dentro de la bolsa. Al sacar la ropa tuvo una mezcla de emociones, entre agradecimiento, risa y decepción al ver los colores pastel. Sujetó la playera, era rosa y tenía un adorable dinosaurio verde con la palabra «rawr» en mayúsculas rojas y un pequeño corazón como punto del signo de admiración. Se quitó el uniforme dejándolo perfectamente doblado y se probó la playera que le quedaba un poco justa en la parte de los senos, haciendo notar un poco su verdadero tamaño, se sonrojó. La siguiente prenda era una falda verde, también color pastel, parecía ser corta, pero al ponérsela, gracias a su estatura le llegaba justo debajo de las rodillas haciéndola sentir cómoda. Ahí notó tres pantaletas con estampados de ositos, gatos y de nuevo dinosaurios, se sonrojó al imaginar al chico comprando ropa interior pensando en ella. Había dos conjuntos similares al que se había probado, uno precisamente de gatos y el otro de ositos, ahí se dio cuenta que todo «combinaba» en cuanto al tema de la ropa. En el fondo había una playera negra con un gran cráneo en el centro, se quitó lo que se había probado y se la puso dando dos vueltas, no se dio cuenta que sonreía al ver que era tan grande que le cubría casi medio muslo y salió emocionada.

– ¡Gracias, Boris, ¡me encanta este pijama! – entró «corriendo» al baño, pues le dolía todo, para ducharse.

– ¿Pijama? Esa playera era mía –

– Ahora sé que te vistes como niña – dijo Cloud haciéndole burla sin realmente reír de su propio comentario, haciendo enojar a Boris

Cuando Yume salió con su «pijama» por fin Boris pudo verla bien, dándose cuenta que no era una niña, sólo era baja de estatura.

– ¿No eras una niña de primaria? – Yume lo miró con duda ladeando la cabeza

– Estoy en primer año del instituto, tengo 15 años –

La cara de Boris simplemente no pudo ocultar su sorpresa

– ¿15 años? Pero mides qué, ¿metro y medio? – Yume se avergonzó

– Tú eres un adulto – Yume lo miraba con cara de puchero y esta vez Cloud no pudo contener la risa

– ¡No soy adulto, tengo 16! – Yume tapó su boca con ambas manos mostrando estar igual de sorprendida que el platinado – él es el que ya tiene más de 18 – señaló al rubio – rayos, eres demasiado pequeña, creí que eras una niña –

– mido 1.50 – dijo con vergüenza de su pequeño tamaño

– ¡Eres un duende! – empezó a reír

Yume sintió que aquel chico que la había ayudado y había sido amable ahora su burlaba de ella y casi comienza a llorar

– No, no – Boris movió sus manos nervioso – no llores, no me estaba burlando, es un chiste de amigos –

– ¿amigos? – preguntó la chica

– Cuando este loco se hace amigo de alguien cree que es divertido hacer comentarios como el que te acaba de hacer – Cloud lo mencionó con tono de reclamo a las usuales burlas y bromas del chico

– Entonces, ¿por fin tengo un amigo? – los ojos de la pelirroja brillaron por la emoción – nunca había tenido un amigo antes –

Ambos chicos se miraron con duda al ver lo emocionada que se veía de pensar en Boris como un amigo.

– Será mejor ir a dormir, mañana tenemos que trabajar. Puedes regresar a tu escuela hasta que te sientas lista – Cloud se metió a bañar para dirigirse a dormir

– Ey, ¿por qué tiraste el cuaderno que te presté? –

– Perdón, no pasará de nuevo – tomó el cuaderno con cuidado y lo abrazó

– ¿Por qué no vas un día con nosotros al taller? Así te distraes un poco

– Lo voy a pensar – se sentó con Boris a en el sofá a ver la televisión

Al sentirse segura con ellos, se quedó dormida y el platinado la llevó a la cama antes de bañarse y también ir a dormir.

A la mañana siguiente, Yume se puso el conjunto con dinosaurios antes de salir del cuarto.

– Dinosaurios… ¿Es en serio Boris? – dijo Cloud al ver la ropa de la chica

– Creí que era una niña de primaria –

– También me dio uno de ositos y gatitos – dijo avergonzada, haciendo que Cloud llevara su mano a su rostro mostrando decepción

Desayunaron la pizza que había llevado Boris, aunque Yume les dijo que podía comprar algo para hacerles de comer y cenar. Además de que Boris dio a entender que se la llevarían al taller, aunque a Cloud no le agradaba mucho la idea, a Boris le hizo gracia el cabello un tanto alborotado y esponjado de la chica, pues no tenía con qué peinarlo o sujetarlo.

Los tres partieron hacia el taller y Yume por primera vez en muchos años se sentía tranquila, pasó el día viendo a los chicos trabajar en las motocicletas, incluso les preparó algo de limonada cuando los vio sudando y cansados. Mientras ellos trabajaron arduamente, Yume tomó el cuaderno que Boris le había prestado pues lo había llevado consigo, finalmente pudo dibujar sin pensar en el moreno; dibujó a ambos chicos trabajando en una motocicleta.

Yume por fin pudo concentrarse en el dibujo olvidándose de lo demás, al grado que dejó de hacer caso a su alrededor y se sumergió por completo en su dibujo. Ambos chicos al verla ocupada la dejaron ser, después del estado en que había llegado, creían que estaba volviendo a ser la persona que siempre había sido; ninguno sabía que, por primera vez en su vida, la pelirroja estaba siendo ella misma preocuparse de lo que dirían los demás, pero sobretodo, sin miedo.

– Terminé – se dijo Yume en voz baja – es la primera vez que termino uno verdad – una lágrima cayó por su rostro

– ¿Qué pasa pequeña? ¿Estás llorando? – Boris se había acercado al verla con sus manos sobre su rostro – no tienes porqué… ¡wow! – Boris agarró el cuaderno – ¡Cloud, tienes que ver esto! – se fue casi corriendo hacia el rubio sin dar tiempo a que Yume dijera algo o escondiera su dibujo

– Perdón… – Yume tenía miedo de sus reacciones – no es bueno, no lo haré de nuevo –

– ¿De qué hablas pequeña? Es genial, lo voy a pegar aquí – Boris arrancó la hoja con cuidado de no romper el dibujo y lo pegó por dentro en el vidrio del mostrador – ahora todo el mundo podrá verlo cuando entren aquí – la pose del platinado lo mostraba orgulloso

A pesar de haberse avergonzado, Yume se sentía feliz al ver a su dibujo apreciado de aquella forma. Pero aquella felicidad no duró mucho, pues reconoció en la distancia a uno de los profesores del internado, al verlo mirando hacia todos lados supo al instante que la estaban buscando. Empezó a temblar y se escondió sentada en el piso contra el mostrador sujetando su cabeza pegándola contra sus rodillas.

– Que no me vea, que no me vea, que no me vea – ambos chicos se miraron algo preocupados de aquella reacción, cuando notaron al adulto con el uniforme característico de los profesores de aquel internado

– Buenas tardes – el profesor miraba con desaprobación el lugar – ¿han visto a esta chica? – mostró una fotografía a ambos

Boris pudo notar que Yume se veía extrañamente triste en aquella fotografía, se paró al lado de Yume tratando también de taparla y puso su mano en la cabeza de la chica

– No y no veo por qué un alumno de su estúpida escuela elitista estaría en este taller, todos sus alumnos nos ven igual que usted «profesor» –

– Dudo que alguien de tu… clase lo entienda – respondió el profesor, se escuchaba que trataba de contener su enojo por las palabras del platinado – esta es una alumna problema y no queremos que haga algo… –

– ¿Algo que la ponga en peligro? – interrumpió Boris

– Algo que manche la reputación de nuestro instituto y nuestros estudiantes – Yume abrazó la pierna de Boris y ahora podía sentirla temblando

– ¡Largo de aquí! Ustedes ricachones siempre se preocupan más por las apariencias que por el bien de la gente –

– No la hemos visto, pero si sabemos algo le avisaremos – Cloud interrumpió poniendo la foto de Yume con algo de brusquedad contra el pecho del profesor

– No sé cómo pueden permitir que gente como ustedes estén en esta ciudad – el profesor se marchó enojado

– Odio a esa gente –

– ¿Estás bien? – Cloud ignoró la rabieta del platinado para dirigirse a Yume, quien asintió sin soltar a Boris – creo que no es buena idea traerte al taller, tal parece que te están buscando –

– Perdón – Yume se levantó aun temblando y con una enorme tristeza en su rostro dijo – será mejor que regrese, no quiero meterlos en problemas –

– Eso no – Boris la jaló abrazándola – no te irás hasta que de verdad sea tu decisión –

– Bien, deja de ponerme esa cara, puede quedarse, pero no podrá salir si no quiere ser descubierta – Cloud puso una mano sobre el hombro de la chica – ¿en verdad quieres hacerlo? –

Yume no lo pensó mucho, apretó a Boris y asintió, pese a abrazar a un chico, saber que era su amigo la hacía no sentirse tan avergonzada.

Cloud salió "a probar" una moto, con el pretexto de ver si alguien más estaba buscando a Yume, al ver una oportunidad, regresó por ella para llevarla de vuelta a casa, pero fue Boris quien se la llevó.

– Tendrás que cerrar solo hoy – fue todo lo que el platinado dijo después de ponerle un casco a Yume para llevársela de vuelta a casa.

Cuando volvieron, Boris pudo ver la misma mirada llena de tristeza que aquella fotografía de la escuela.

– No quieres volver, ¿cierto? –

Yume fingió una sonrisa para él y le regresó el casco.

– En algún momento tendré que volver… – después de eso se encerró en el cuarto de Boris, quien pudo escucharla llorar, pero decidió darle espacio

Cloud volvió más temprano de lo habitual para encontrar a Boris con cara de enojo mirando hacia la puerta de su habitación. Le contó lo que pasó y como Yume no había salido para nada.

– Déjala en paz, necesita pensar lo que realmente desea hacer – Cloud sacó un par de cervezas – ¿acaso olvidas cómo acabaste aquí? –

Yume abrió la puerta, había estado escuchando desde que notó al rubio volver.

– ¿Puedo saber? – preguntó asomándose temerosamente

Con una seña, Cloud la invitó a sentarse para empezar a contar cómo fue que él acabó "adoptando" a un adolescente rebelde para salvarlo de sí mismo.

Cloud Strife era lo que algunos llamarían forajidos. Había viajado por varias ciudades, siempre buscando lo mismo, por eso mismo no permanecía demasiado tiempo en el mismo lugar; al menos hasta que llegó a las afueras de Bradford.

Aquella pequeña ciudad no tenía mucha gente y muchos trabajaban en alguno de los dos internados, el que tenía a los niños de primaria y secundaria o el que ya estaban los jóvenes del instituto.

Cloud buscó un lugar para cargar gasolina en su motocicleta, fue ahí que, al bajar, un chico lo empujó haciéndolo caer, cuando se levantó notó que le faltaba su dinero así que fue tras él.

No tardó mucho en darse cuenta que aquel chico vivía robando dinero y comida. Lo alcanzó a las afueras de la ciudad, pasando un puente de piedra el chico tenía un pequeño campamento.

– Así que este es tu escondite – el chico trató de atacarlo con un pedazo de vidrio que siempre cargaba consigo, pero Cloud lo neutralizó

– ¡Suéltame! – Cloud lo había desarmado y dejado en el piso sujetando sus brazos contra su espalda

– ¿Por qué haces esto? – destapó el rostro del chico para descubrir el cabello platinado y el rostro joven – eres un niño, ¿por qué estás robando? –

– No soy un niño – dejó de forcejear – no tengo familia ni casa, siempre he vivido en la calle –

Cloud lo soltó y lo ayudó a levantarse

– Al menos déjame comprarte algo de comer – el chico no se negó a la comida gratis

Cloud lo llevó por pizza después de finalmente ponerle gasolina a su motocicleta, aquel transporte había encantado al platinado. Mientras comieron finalmente Boris contó que siempre se había dedicado a robar, primero para su mamá quien se alcoholizaba, después para sobrevivir él solo. El chico jamás fue a la escuela, pero había aprendido lo esencial para leer y matemáticas para poder comprar cosas, después simplemente si no alcanzaba hurtaba lo faltante.

– De todas formas, pienso largarme de aquí, estos malditos ricos son odiosos – dijo terminando su pizza –

Cloud regresó a Boris a su campamento y le dejó comida, se iba a retirar cuando lo vio sacar alcohol y cigarros.

– ¿Estás loco? Deja eso – le quitó las cosas pese al enojo del chico – necesitas aprender a hacer algo que te de dinero y que no involucre robar –

Boris lo ignoró y recuperó sus cosas para correrlo. Cloud pensaba ignorarlo, pero algo en esa ciudad y ese chico lo hicieron decidir buscar quedarse. Encontró un pequeño lugar con un área común, dos cuartos pequeños y un baño, lo esencial para vivir, además tenía un pequeño jardín con una pequeña cerca así su moto estaría segura.

Cloud comenzó a ver los locales esperando encontrar algo para trabajar, nuevamente el platinado estaba hurtando…

– ¿Piensas hacer esto toda tu vida? – lo regañó

– No te metas, tú no sabes lo que es… –

– ¿Lo que es no tener donde vivir e ir de un lugar a otro sin rumbo? – robó las palabras al chico

– ¡Cállate! – en su rabieta pateó la motocicleta del rubio tirándola.

Ninguno dijo nada y el platinado levantó la motocicleta, el espejo estaba roto.

– Espero repares lo que causó tu berrinche –

Caminaron empujando la moto y Cloud sacó sus herramientas, el platinado comenzó a tratar de reparar el espejo sin esperar a que Cloud dijera algo y ahí notó su habilidad. Pensando en que era algo sencillo, un espejo le pidió ayudar a revisar otras partes y en efecto, el chico tenía una habilidad para la mecánica. Le ofreció un techo si trabajaba con él en el taller que pensaba abrir.

– ¿O quieres pasar tus días robando y viviendo en un bosque? – dijo Boris imitando de forma burlona a Cloud acostado en el sillón

Yume no pudo evitar reír un poco ante la imitación, Boris la volteó a ver tratando de aparentar estar molesto.

– Así fue cómo me quedé aquí y él aprendió a trabajar en algo –

– ¿En verdad puedo quedarme un tiempo? – finalmente preguntó la pelirroja avergonzada

– Claro, es obvio que no eres como esa bola de ricos presumidos – agregó Boris al instante, Yume se sonrojó y sonrió un poco – pero hay algo que no entiendo, ¿cómo acabaste afuera de ese lugar? ¿Escapaste? –

Yume negó en silencio mientras el platinado se unía a la mesa, vio a los chicos, eran sus amigos, sus primeros amigos, así que decidió hablar.

– No huí, hay un chico que me molesta y me… me hizo cosas desagradables… –

– Más le vale no haberse aprovechado de ti… – Cloud iba a mencionar sobre demandar al chico

– No, no me hizo nada de eso, sólo… sólo me… regaña cuando no hago las cosas que me ordena… –

– Voy a matarlo – Boris se levantó

– No es necesario, no es tan grave, además… – ahí estaba esa mirada triste – de nada serviría, su familia es de las más importantes para el internado, nada ni nadie puede tocarlo y él lo sabe –

– Odio a esos ricachones, si no quieres volver yo te cuidaré – se señaló con el pulgar en una pose orgullosa – ¿podemos quedarnos con ella no es así? Prometo hacerme cargo de ella, le traeré ropa y cosas de niña y… –

– ¿y la sacarás a pasear todos los días? –

– sí, espera, ¿qué? –

– Es una chica Boris, no es un perro que adoptas en la calle y le pones una placa, si ella quiere quedarse puede hacerlo, pero ella debe decidir, no tú – Cloud se mostró firme con sus palabras

– ¿Me darán una plaquita? – preguntó la pelirroja tocando su cuello

Cloud no podía creer que preguntara eso

– ¿Puede tener forma de gatito? – agregó emocionada de pertenecer a un grupo de amigos

Ambos asintieron en silencio un tanto desconcertados y decepcionados de lo simple que parecía ser a veces la chica.

Boris consiguió como prometió una placa en forma de gato, era más un collar que podía guardar discretamente bajo su uniforme, la chica estaba feliz con él. Esos días pese a no poder salir y encargar lo que necesitaba de comida, Yume fue feliz, por un tiempo había olvidado el instituto y todos aquellos problemas.

Yume era feliz en su pequeño encierro voluntario, cocinaba en las tardes con la música de Boris. Pero escuchó que tocaron la puerta. Iba a abrir, cuando se asomó primero para encontrar a dos prefectos del internado, se puso tan nerviosa que no supo qué hacer y corrió a esconderse bajo las cobijas cerrando con llave y agarrando su cabeza cada que tocaban.

Yume dejó de moverse, escuchaba con atención esperando que se fueran. Alguien hablaba con los profesores, empezó a temblar demasiado, la angustia fue tal que sin darse cuenta se desmayó.

Cuando despertó Boris estaba en casa lavando la olla en la que ella había estado cocinando y Cloud pasaba un algodón con alcohol cerca de la pelirroja para hacerla reaccionar. Finalmente contó lo que sucedió asustada.

Los tres sabían que no podía quedarse para siempre a pesar de lo obvio que era que ella odiaba ese lugar.

– Me iré mañana, no quiero causarles más problemas –

Yume empezó a llorar

– Pequeña… – apenas dijo aquella palabra Boris, Yume corrió a abrazarlo

– Bueno, cuando levanten tu castigo, puedes venir los fines de semana – agregó Cloud haciéndola sentir mejor

Yume les sirvió el desayuno a la mañana siguiente ya con su uniforme puesto, no se veía nada feliz, pero no quería causar algún problema a sus amigos.

– Te llevaré a tu escuela, no quiero que regreses sola – Boris miró a Cloud quien asintió aprobando la idea

Cloud se despidió de Yume diciendo que la esperaría de visita cuando la dejaran salir de nuevo, Boris le puso el casco y la llevó al instituto, Yume pidió dejar la ropa que le dio Boris ahí, al menos hasta que pudiera volver.

– Llegamos, recuerda que puedes visitarnos cuando quieras –

Yume se quitó el casco, sonrió un poco y sin pensarlo, abrazó a Boris

– Gracias –

Se despidió y se dirigió a la entrada, Boris vio una conmoción y se retiró antes de llamar más la atención.

Yume se congeló al ver a Garland e Ivanov juntos, pero antes de que alguno pudiera decir algo, llegó corriendo el director y el papá de Yume, este último sin preguntar si estaba bien, soltó una fuerte bofetada en ella insultándola frente a todos antes de jalarla del brazo para llevarla a la dirección.