+ Hace 60 años – 1965 +

El joven Soichiro Hiwatari atendía al internado Bradford Boarding Institute, un prestigioso internado, era uno de los pocos institutos mixtos. Soichiro, proveniente de una familia importante en el mundo de los negocios, era uno de los alumnos extranjeros del lugar, los cuales aumentaban en número cada año.

– Hola Ichi –

Ahí estaba su amiga de toda la vida, habían atendido a los mismos colegios prestigiosos, Narumi Sakurai, para Soichiro era perfecta, no sólo tenía excelencia académica (igual que él), su conducta era perfecta, portando a la perfección el elegante uniforme del instituto, la chica de una dulce y gentil personalidad que además, no sólo era hermosa con su largo cabello que solía llevar en una media coleta, sus ojos eran algo que le encantaba a Soichiro, tenía una heterocromía, su ojo derecho era color miel y su ojo izquierdo tenía un color verde azulado. Su dulce sonrisa siempre iluminaba el día de Soichiro.

– Hola Naru – le respondió con una leve sonrisa

– Si nos damos prisa, seremos los primeros en llegar a clase –

Los dos siempre eran los primeros en llegar a cada una de sus clases y desde que se conocieron, no había momento en el día que no pasaran juntos.

Después de clases, era normal que ambos estuvieran en la biblioteca haciendo sus tareas, algún crédito extra o discutiendo algún libro, en especial al inicio de la primavera, cuando era bastante común que aún cayera algo de nieve; en los días de nieve el lugar favorito para ambos, era la chimenea de la biblioteca, no había nada como leer un gran libro sintiendo el reconfortante calor del fuego, en especial en invierno y la primera mitad de la primavera.

Con el paso de los días llegaban los días con ligeras lluvias y las flores llenaban los hermosos jardines de la escuela con sus colores, era cuando la mayoría de los alumnos disfrutaba las actividades al aire libre de la gran variedad de talleres, en especial después de volver de las vacaciones de pascua.

Pero para ambos chicos, los libros eran su mayor entretenimiento o algo que le gustaba mucho a Naru, que era ver las nubes acostados en el pasto buscando figuras divertidas.

– Esa parece un dinosaurio – Soichiro señaló una gran nube – ¿Naru? –

– Perdón Ichi, me distraje – le sonrió gentilmente – mira – señaló en dirección al gimnasio – últimamente hay mucha gente viendo los encuentros de artes marciales… –

– Esa gente no va a ver los deportes, van a ver a los jugadores y son demasiado escandalosos – respondió Soichiro sin mucho interés, no se percató que interrumpió a Naru, quien quería decirle que fueran un día a ver, pues con la fiesta de la primavera cerca, había leído uno de los anuncios para el festival que haría el internado, donde habría una serie de eventos de cada uno de los talleres del internado.

A pesar de que se acercaba Mayo, en Inglaterra seguía sintiéndose un poco de frío y era normal algunas lluvias matutinas que regaban los hermosos campos del internado.

Aquella mañana, Naru se había quedado de ver con Ichi en la biblioteca para terminar uno de los trabajos de literatura , había leído toda la noche La divina comedia y anotado lo más importante en su carpeta.

Salió del dormitorio en silencio para no despertar a su compañera, se había peinado de una media coleta con un gran moño azul y portaba la gabardina tan elegante del instituto.

Para llegar a la biblioteca se tenía que pasar por el gimnasio donde se practicaban diferentes disciplinas, cuando iba por el pasillo vio pasar una figura a lo lejos con un akido de colores marinos.

– ¿Van a entrenar? – murmuró emocionada, pues desde hace tiempo deseaba ver un entrenamiento de kendo

Sacó su reloj de bolsillo para darse cuenta de que aún tenía un poco de tiempo y corrió por el pasillo hasta llegar al lugar donde varios chicos de diferentes grados vestían el uniforme.

Entró despacio, varias chicas también estaban ahí, pero ella deseaba pasar desapercibida. Un combate comenzó de un lado y escuchó el grito de animo de muchas de sus compañeras

– ¡Kinomiya! –

Naru apretó con fuerza sus libros contra el pecho mientras miraba a las dos figuras varoniles moverse y chocar los shinai, las ovaciones a Kinomiya la hicieron recordar las palabras de Ichi, «Esa gente no va a ver los deportes, van a ver a los jugadores y son demasiado escandalosos», pero no pudo apartar la mirada del encuentro. El combate no duró demasiado y todos ovacionaron al ganador.

– Kinomiya es tan fuerte y genial – escuchaba el cuchicheo de las demás

– ¿Qué tendrá de especial Kinomiya? – pensó ella mientras se acomodaba los lentes y miraba de espaldas al chico que se quitó el casco dejando relucir una larga cabellera del color del cielo nocturno.

Un compañero le pasó una botella de agua y una toalla pequeña para que se secara el sudor, se vació el agua y volteo para sonreírle a sus fans, en ese momento se percató de una chica que jamás había visto...sus ojos lo dejaron impresionado y Naru sintió que el corazón le estallaría al ver que esos ojos se posaban en ella.

– Ay no... – murmuró avergonzada mientras caminaba a toda prisa hacia la salida

– ¡Viene hacia acá! – escuchó mientras iba abriéndose paso entre las chicas que empezaban a amontonarse

Naru revisó su reloj, su pequeño desvío había tomado más tiempo de lo esperado, sujetó con firmeza su carpeta y corrió a la biblioteca.

– ¡Ichi! – gritó mientras corría agitando su mano – perdón – dijo sin aliento

– Está bien, llegaste a tiempo – la veía mientras trataba de retomar el aliento – no tenías por qué correr, ¿estás bien? –

– ¿Vamos? – Naru le dirigió una sonrisa para dejarle ver que todo estaba bien, Soichiro asintió para entrar a la biblioteca, pero estaba ligeramente ruborizado.

– ¿Por qué llegaste corriendo? – Soichiro rompió el silencio mientras realizaban su trabajo – es raro que se te haga tarde – hizo su comentario sin separar la vista mientras seguía escribiendo su trabajo

Se escuchaba el sonido mientras ambos escribían, pero no la respuesta de Naru. Soichiro volteó a ver por qué no recibió su respuesta.

Naru tenía su rostro recargado sobre su mano, dibujaba pequeños garabatos en las notas de su carpeta con una pequeña sonrisa en su rostro, Soichiro la notó distraída.

– ¿Naru? – trató de llamar su atención

– mmm… – murmuró y Soichiro la llamó de nuevo – perdón, ¿preguntaste algo? –

– ¿Pasó algo? Primero llegas corriendo como si se te hubiera hecho tarde, estás distraída – se asomó a ver la carpeta de la chica – ¿y ahora rayas tus apuntes? –

Naru pensó en las palabras de su amigo, no se había dado cuenta cuándo empezó a hacer garabatos, no tenía una respuesta clara

– Quizá estoy cansada, pasé la noche terminando la divina comedia para hacer el reporte, hoy trataré de dormir temprano –

Continuaron trabajando en sus reportes, aunque Naru se sentía extraña, no mencionó nada para no preocupar a Ichi, pero había algo diferente, algo había cambiado pero ¿qué era?

Cuando terminaron su trabajo salieron de la biblioteca en dirección a su lugar favorito para acostarse en el pasto a ver las nubes; como siempre buscaban formas divertidas, una nube parecía un perro parado en dos patas.

– Parece que está bailando – agregó Soichiro cuando la figura se empezó a deshacer con el movimiento natural de las mismas

Naru reía al imaginar la figura de un perro bailando, miró una nube que detuvo su risa al instante, Soichiro la vio como cambiaba su reacción sin entender lo que pasaba, parecía sorprendida y sus mejillas tomaron un color rosado al ruborizarse, dándole un aire coqueto con el que Soichiro no pudo apartar la mirada del rostro de Naru, la sonrisa involuntaria de la chica lo hizo sentirse feliz de ser el único que podía verla; Soichiro siempre supo que la amaba y sabía que era afortunado de poder estar cerca de ella.

Mientras Ichi admiraba el gesto dibujado en el rostro de Naru, la chica miraba aquella nube tomando lentamente una forma que jamás esperó, pudo ver rostro sonriente de Kinomiya cuando giró donde las ovaciones, la nube dejo de ser nube, el rostro de Kinomiya ahora tenía hasta color repitiendo la pequeña escena de la mañana, aquel cabello largo moviéndose cuando se quitó el casco, su mano tirándose el agua encima para voltear con una gran sonrisa.

– Naru – escuchó su nombre al ver a Kinomiya mover sus labios sin dejar de mirarla – ¡Naru! – la voz de Ichi la devolvió a la realidad

– Ay no, va a llover –

– Eso trataba de decirte, démonos prisa – Ichi extendió su mano para ayudarla a levantarse.

Después de un par de días Naru e Ichi caminaban por el pasillo después de clases.

– ¡No falten! – un alumno le dio un panfleto a Naru

«Festival de la primavera

Este día de la primera no faltes al festival del instituto, todos nuestros talleres harán demostraciones»

– ¡Mira, Ichi, habrá un pequeño torneo de kendo! ¡Tenemos que ir a ver! –

Al ver la emoción de Naru, Soichiro aceptó, la verdad deseaba pasar aquel lunes feriado con Naru haciendo algo diferente a ver los talleres deportivos, pero al menos estaría con ella, quizá podría encontrar algo más divertido cuando estuvieran ahí.

El día del festival había llegado, Naru había contado los días emocionada y estaba ansiosa por ver el torneo de exhibición.

Naru se aseguró que su uniforme se viera perfecto como siempre, ese día hacía decidió llevar el cabello recogido para estar más cómoda, sujetó su cabello largo castaño en una coleta alta, pero sentía que algo faltaba, se miró en el espejo pensando cuando la idea llegó a ella, la coleta se volvió una trenza, en la parte alta de su trenza, con un listón se hizo un lindo moño blanco que combinaba a la perfección con el azul marino y blanco del uniforme, ajustó sus lentes antes de retroceder para ver su cuerpo casi completo en el espejo y dio una vuelta, estaba emocionada, salió para encontrarse con Ichi.

Soichiro esperaba a Naru en la fuente, escuchó que gritó su nombre agitando su brazo, la chica sonreía. El instituto estaba perfectamente decorado con el tema de la primavera, el gimnasio se avistaba frente a ellos y Naru sintió que su corazón latía más fuerte sólo de imaginar los combates de kendo.

– ¡Vamos Ichi! – lo jaló del antebrazo para que corriera con ella

En el gimnasio Naru e Ichi se sentaron en la segunda fila, no pasó mucho para que los alumnos empezaran a llegar. Soichiro no era feliz con todo el bullicio, en especial cuando llegaron varias chicas con un letrero, en grandes letras se leía «KINOMIYA». Aunque de niño disfrutaba de jugar baseball, para Soichiro las adulaciones de los fans era algo que nunca le agradó de ningún deporte.

Uno de los alumnos de último año del instituto entró para agradecer la presencia de sus compañeros de todos los grados, habló un poco sobre el kendo y su creciente popularidad como deporte internacional, por ello el instituto Bradford mostraba con orgullo ser uno de los lugares fuera de Japón con un excelente nivel y con ello presentó a los tres profesores que darían los puntos del combate de la demostración.

Los elegidos para la demostración fueron los dos mejores del instituto, un chico de tercer grado, quien había pasado todo su tiempo en el internado como parte de sus actividades en las tardes después de clases, el peleador Henry Humphries, el chico caminó al centro saludando al público con una reverencia portando su aikido y armadura completa.

– Y su oponente, nuestro miembro estrella – el cuchicheo de las chicas aumentó – desde Japón con el rango de tercer dan, Ryunosuke Kinomiya – los aplausos y gritos para el chico que también portaba el uniforme y armadora mientras caminaba al centro para hacer su reverencia resonaron en el gimnasio Naru se emocionó con su presentación, sus ojos brillaban.

Nadie podía notarlo gracias a su casco, pero Ryunosuke tenía una enorme sonrisa, la hacía feliz lo amables que eran todos con él desde que llegó y aunque en principio le costó el idioma, gracias a sus compañeros y su personalidad extrovertida, se acopló fácilmente, en verdad se sentía agradecido con sus compañeros, miró a todos los presentes, había muchos alumnos que jamás habían asistido y eso lo emocionó; de pronto los ojos de Ryunosuke vieron a aquella chica de lentes con ojos de diferente color, aquel día intentó acercarse pero cuando logró pasar a sus fans, ella simplemente había desaparecido.

Ryunosuke no lo sabía, pero se había sonrojado al verla con su hermoso moño blanco y su trenza, que resaltaba su rostro; dejó de escuchar lo que decía su compañero al público, no escuchaba las ovaciones de sus fans, sólo escuchaba el eco de sus latidos, sonaban como si su corazón estuviera a punto de explotar, una sensación extraña en su mano lo hizo voltear a verla; su mano estaba temblando.

Reaccionó para iniciar el combate, trataba de calmarse. Ambos competidores tomaron su lugar en el centro, rodeados por los profesores con las banderas rojas y blancas para marcar los puntos, Ryunosuke portaba el color blanco, ver las banderas con su color lo puso nervioso sin entender por qué, realizaron la reverencia a su oponente y se agacharon para iniciar el combate, el shinai de Ryunosuke dejó ver a su oponente que estaba nervioso.

Cuando inició el combate, el kiai (grito de combate) de Henry cuando se lanzó a atacar a Ryunosuke, hicieron que éste perdiera la poca concentración que tenía.

– ¡kote! – gritó Henry cuando su ataque alcanzó a Ryunosuke quien terminó en el piso.

Las banderas de los tres profesores mostraron el color rojo, el público estaba asombrado, Kinomiya jamás había perdido un punto tan rápido antes y menos terminado en el piso.

Naru llevó ambas manos a su boca preocupada por aquella caída, Ryunosuke miró al público, él estaba igual de sorprendido, no lograba concentrarse, pero al ver la mirada preocupada de Naru se levantó. «Vamos, concéntrate, te está mirando» se dijo en su mente y regresó al centro para seguir el combate.

– Pues para ser de los mejores...terminó en el suelo muy pronto – soltó Soichiro sin mucho entusiasmo pero Naru seguía apretando sus manos contra su pecho preocupada

Inició el segundo round, apenas dio comienzo esta vez fue Kinomiya quien mostró su kiai, sus gritos y sus ataques hicieron retroceder a su oponente, quien al verlo nervioso no esperó tales ataques.

– ¡tsuki! – gritó Ryunosuke con fuerza cuando su shinai alcanzó la zona del cuello de Henry

La emoción de los presentes no se pudo ocultar, en especial cuando las tres banderas mostraron el blanco, dándole el punto a Kinomiya, los alumnos aplaudieron, incluida Naru, quien aplaudía levemente pero muy emocionada.

Las manos de Ryunosuke seguían temblando, pero si de algo trataba el kendo, era de alcanzar el «fudōshin» o la habilidad de mantener la calma bajo presión. Trataba de calmarse, el combate mostró la habilidad de ambos, algunos puntos no fueron validos y por primera vez en su vida, Ryunosuke sentía que llevaba una eternidad en la pelea, cuando apenas habían pasado la mitad del tiempo del combate.

Ambas shinai chocaron mientras los competidores se movieron sobre la madera del gimnasio, ninguno acertaba un golpe certero, los gritos de ambos era lo que se escuchaba a veces acompañados de las expresiones de asombro de los espectadores. «Concéntrate» se gritaba a sí mismo Ryunosuke.

– ¡men! – la shinai de Henry acertó en la cabeza de Ryunosuke ganando al fin el segundo punto cuando las banderas rojas se levantaron

Ryunosuke por primera vez no lograba encontrar fudōshin, quedaban pocos minutos para que terminara el combate; Ryunosuke no quería perder, menos frente a Naru, tenía que concentrarse y alcanzar a su oponente en el par de minutos que restaban del encuentro. Ryunosuke respiró hondo y se mentalizó mientras tomaba de nuevo su lugar.

– Vamos, llevas toda tu vida entrenando, eres tercer dan y has competido en torneos, puedes con esto, sólo es una exhibición – con esas palabras en mente, Ryunosuke logró concentrarse

Henry estaba listo, si contenía a Kinomiya por dos minutos ganaría el encuentro y vencería a la estrella del internado, era su oportunidad. El combate inició, los veloces ataques de ambos causaban asombro, por un breve instante Ryunosuke entró en la zona, su concentración fue total, él y su shinai se volvieron uno y en un impresionante movimiento, acertó su golpe.

– ¡do! – gritó Ryunosuke y las banderas blancas se alzaron

El combate continuó hasta que terminó el tiempo, ambos contrincantes tenían dos ippon, era un empate, pero ni los dos chicos ni el público estaban satisfechos con el resultado y ya que era un encuentro para que los alumnos conocieran más el deporte, se decidió que habría desempate, continuaría en una muerte súbita, el siguiente en ganar el punto ganaría el encuentro.

El silencio absoluto reinó en el gimnasio, la tensión podía sentirse en el ambiente. Ryunosuke se dirigió a su lugar para iniciar, tenía que ganar, miró de reojo a Naru, quien se veía emocionada pero nerviosa, miró su shinai y la sujetó con firmeza.

El combate dio inicio y ninguno cedía, sólo los gritos y el choque de los shinai se escuchaban, la presión para ambos era demasiada. Henry empezó a gritar soltando una serie de ataques frontales haciendo retroceder a Ryunosuke mientras trataba de detenerlos, por un pequeño instante su concentración le falló al mirar donde estaba Naru, ver a la chica regresó parte de los nervios y apenas logró detener el shinai de Henry cayendo al piso.

– No perderé – se decía a si mismo – ella me está viendo –

Ryunosuke aún cuando quedó en el piso detuvo otro ataque, había quedado de frente a Naru, quien preocupada sin dejar de presionar sus manos contra su pecho se levantó temiendo que perdiera. Al ver aquella reacción, una llama se encendió en Ryunosuke, su concentración era total y aún en el piso, sin perder la postura devolvió los ataques de una manera excepcional.

– No perderé, ella y su listón blanco son mis amuletos para ganar –

El público empezó a levantarse emocionado, Kinomiya, el alumno estrella estaba mostrando por qué era el mejor. Aún en el piso hizo retroceder a su oponente y en un par de segundos era él quien, ahora de pie, comenzó a dominar el encuentro.

Ambas shinai se levantaron al mismo tiempo, había llegado el momento de darlo todo en un último ataque que sucedió en un segundo, pero para todos los presentes y en especial para los competidores pareció eterno. Antes del movimiento decisivo, Ryunosuke inclinó ligeramente su shinai, afiló la mirada y sujetó con firmeza la empuñadura de su espada.

El choque sucedió en un parpadeó, pero apenas la shinai de Henry chocó con la de Ryunosuke, acertando en el centro, Ryu gritó al empujarlo hacia atrás, Henry quedó en el piso y su shinai salió volando.

– ¡tsuki! – gritó Ryu cuando acertó perfectamente el golpe de la victoria en en cuello de su oponente

El público empezó a gritar y aplaudir, Naru agitaba completamente emocionada y casi saltando a Ichi.

– ¡Ganó, ganó! – Ichi molesto, no reconocía a Naru, gritando y saltando como una niña pequeña

Ryu extendió su mano a Henry para ayudarlo a levantarse y hacer una reverencia agradeciendo por el combate demostrando que no sólo era el mejor por su habilidad, también demostró ser un competidor excepcional al mostrar respeto a su oponente en todo momento y no presumir de su victoria. Mientras las ovaciones a Kinomiya sonaban con gran fuerza, él usando ambas manos señaló a su oponente, haciendo ver que él también debía ser ovacionado por su habilidad y esfuerzo.

Naru no podía creer la gran persona que era Kinomiya, sus ojos mostraban un brillo único al verlo y su rostro estaba ligeramente ruborizado, lo cual causó molestia en Ichi.

– Gracias por venir hoy – al fin Naru escuchaba la voz de Kinomiya

– ¿Me dices a mí? – Naru aún ruborizada, giró a ambos lados al ver al chico hablándole

– ¡Por supuesto! Gracias a tu presencia pude ganar – mostraba una gran y gentil sonrisa y le acercó su mejirushi blanco – ambos usamos blanco hoy y eso me motivó para lograr ganar – ¿puedo saber tu nombre? – por alguna razón que no entendía del todo, Soichiro se sentía colérico con la amabilidad que Kinomiya le estaba mostrando a Naru

– Soy Narumi Sakurai – ninguno apartaba la vista del otro, era como si existieran en un lugar y momento aparte – pero puedes decirme Naru – le sonrió de tal forma que Ryunosuke sintió una agradable calidez en su pecho

– ¡Qué bonito nombre tienes, Naru! Yo soy Ryunosuke Kinomiya, aunque probablemente lo sabías porque me presentaron hace rato – rio nervioso rascando su cabeza

– ¿Puedo llamarte Ryu? – Naru se ruborizó al preguntar

– Desde luego –

– Un momento, ¿por qué puede llamarte Naru? ¡Lo acabas de conocer! – el reclamo de Soichiro los devolvió al gimnasio

– No tiene nada de malo – Naru miró a Ryu – el es Ichi, hemos sido amigos desde pequeños –

– ¡Hola, Ichi! Mucho gusto – saludó Ryu sonriente

– ¡No me llames así, sólo Naru puede decirme así! – lo miraba enojado – mejor vámonos – salió molesto

– Ryu, si quieres puedes alcanzarnos en la biblioteca – dijo antes de correr tras Ichi

Con algo de trabajo Naru alcanzó a Ichi, no entendía por qué estaba molesto – quizá es por que hay mucha gente – pensó, así que le dijo que fueran a la biblioteca.

– ¡Hola! – ambos voltearon al escuchar el saludo – de verdad están aquí, ¿por qué encerrarse en un día como hoy? –

– ¡Ryu! – Naru estaba feliz de verlo – Ichi no se sentía muy bien – Soichiro miraba serio a Ryu

– Encerrarse no ayuda en nada – levantó su mano derecha hasta la altura de su rostro con su dedo índice levantado mientras sonreía – si vamos por algo de aire fresco te sentirás mejor, Ichi —

– ¡Deja de decirme así! – el regaño de Soichiro causó que la bibliotecaria les recordara guardar silencio – ¡Sólo Naru puede decirme así! – dijo en un tono bastante molesto pero en voz baja, pero de igual forma se ganó la mirada seria de la bibliotecaria y los tres salieron del edificio

– No tiene nada de malo, Ichi – Naru trataba de calmar a su amigo ya fuera de la biblioteca

– No, mi nombre es Soichiro Hiwatari, así que ÉL debe llamarme Hiwatari – Naru lo miraba con duda

– No tiene nada de malo que yo también te diga Ichi – Ryu se mostraba sonriente y pese a la rabieta de Soichiro, Naru soltó una risita

– Mejor vamos a ver las nubes – Naru trató de cambiar el tema invitando a Ryu

Naru reía con las ocurrencias de Ryu en las nubes, pero a un lado de Naru, un Soichiro nada feliz miraba enojado y en silencio el cielo

– Ojalá que llueva… – murmuró cruzado de brazos al verlos reír

– Desde aquí la escuela se ve muy bonita, ¿no crees Ryu? – Naru se sentó abrazando sus piernas

– Tienes razón, nunca había estado en esta parte de la escuela – Ryu miraba feliz hacia los jardines del internado – dime Naru, ¿cómo fue que acabaste aquí? ¿No extrañas Japón? – Naru no pudo evitar reír

– Aunque no lo creas nací en Gales, mi mamá es de ahí y aunque mi papá es japonés – con la pequeña pausa, Naru mostró una sonrisa melancólica – nunca he ido a Japón, pero me gustaría conocer algún día – Ryu la miraba con sorpresa

– Te llevaré a Japón cuando nos graduemos – dijo Ryu a modo de promesa aún en un tono alegre

– Oye, yo le dije que la llevaría cuando nos graduáramos, ¿Quién te crees? – Ichi no estaba nada feliz con la presencia de Ryu

– Podemos ir los tres entonces, ¿eso te haría feliz Naru? – la chica asintió sonriente y algo ruborizada – ves Ichi, si vamos juntos haremos felices a Naru – esas palabras hicieron hervir la sangre de Soichiro mientras que causaron felicidad en Naru – ¿Cómo conociste a Ichi? –

Naru rio al ver la cara de su amigo y contó que estuvieron toda su vida en las mismas escuelas, aunque Soichiro iba y venía a Japón por los negocios de su familia, pero pese a los viajes, eran inseparables

– ¿Y tú, Ryu? –

Ryu sonrió al contar que su familia siempre se dedicó a las artes marciales y que gracias a su rango y la popularidad del kendo, el internado le ofreció unirse a su programa para difundir más el deporte

– Ha sido difícil no ver a mi familia este año, pero me gustaría poder llevar el apellido Kinomiya a las competencias internacionales – Ryu se dejó caer al pasto

– Estoy segura que lo lograrás , eres muy bueno – ambos se sonrieron, cosa que no agradaba en lo absoluto a Ichi

– ¿Cómo es que nunca antes te habíamos visto, Kinomiya? – Soichiro se sentó aún mirando con molestia al chico

– ¿Kinomiya? Dime Ryu – le sonrió – lo mismo estaba pensando – volvió a sentarse en un movimiento rápido y ágil – no entiendo cómo pasé el primer año sin notar tus lindos ojos, Naru – le sonrió a la chica

– ¿Eres de segundo? – los ojos de Naru brillaron con emoción – nosotros estamos en primero

Aquella información hizo enojar aún más a Soichiro, en especial al ver la forma en que Naru lo miraba. Ryu sugirió pasar el resto del día revisando las cosas que hicieron los talleres, Soichiro no fue feliz con como aquel chico había llegado a cambiarlo todo entre él y Naru en un instante y Naru estaba emocionada de hacer algo diferente, además de pasar el día con Ryu. Pasaron el día visitando cada taller que pudieron, Ryu era famoso entre muchos de los estudiantes, presentaba a ambos como sus amigos; a Soichiro no le agradó nada se el centro de atención pero Naru no parecía tener problema con relacionarse con nuevas personas.

Soichiro fue menos feliz después de aquel festival, pues todos los días el dichoso Kinomiya se la pasaba con ellos en todo momento fuera de clases y aún peor, Naru parecía disfrutar más de su compañía; así Soichiro se propuso a confesar sus sentimientos, con la esperanza de alejar al intruso en su vida.

Soichiro se adelantó a la biblioteca pues Naru se había quedado a preguntar algo a un profesor, estaba listo para confesar después de años lo que sentía por ella y no había mejor lugar para hacerlo que en la biblioteca, donde pasaban todos sus días, la esperaba frente al edificio, estaba nervioso pero emocionado. Los minutos pasaron y Naru no llegaba, estaba ansioso y decidió ir a buscarla, por alguna razón sentía que debía ir a donde miraban las nubes pero a su vez, tenía un mal presentimiento.

– Ryu, ¿por qué vinimos aquí? Ichi me espera en la biblioteca –

– Necesito decirte algo y no puede esperar más – Ryu sentía nervios más intensos que en el encuentro – Naru, desde que te vi cuando fuiste a ver la práctica te quedaste en mi corazón y – la tomó de ambas manos – quiero saber si quieres ser mi novia – Naru lo miraba sonrojada, una sonrisa apareció en ella

– yo sentí lo mismo desde que te vi, Ryu, claro que quiero ser tu novia –

Aquella tarde de finales de Junio todo cambió para los tres, volviéndose el día más feliz para ambos, pero para Soichiro, Ichi el chico que amaba a Maru desde que eran pequeños, se volvió el día en que una surgió una herida que ni el pasar de los años sanaría, pues al llegar a buscarla al lugar donde pasaban sus tardes juntos, vio como Ryu la tomaba de las manos y después de interactuar un poco, ambos se besaron.

– Pero… ¿qué están haciendo? – los ojos de Soichiro aún no daban crédito a lo que veían – ¿Qué significa esto? –

– ¡Ichi, Ryu y yo somos novios! – Naru no pudo ocultar la emoción y la felicidad en sus palabras, así como Ryu no paraba de sonreír – soy tan feliz – dijo a ambos

La imagen de Naru se volvió borrosa sin razón aparente para Soichiro

– ¿Ichi, estás bien? – ahora Naru sonaba preocupada

"Maldita lluvia" pensó Soichiro al sentir una gota en su mano

– Ichi, ¿Qué sucede? – Ryu tocó su hombro

– ¡No me toques, Kinomiya! – Soichiro sintió una rabia inexplicable llegar a todo su cuerpo empujando al chico

– No te enojes, sólo quería saber si estabas bien, Ichi – agregó Ryu sin volver a hacer contacto físico con Soichiro

– ¡Que dejes de llamarme así, estúpido Kinomiya! – Soichiro estaba tan furioso que soltó un puñetazo a la cara de Ryu, preocupando a Naru

– ¡Ichi! ¿Por qué hiciste… – Ryu la interrumpió poniendo su mano frente a ella

– Perdóname Ichi… – por primera vez Ryu usaba un tono serio

– Te odio, Kinomiya – Soichiro dio media vuelta para alejarse, Naru quería ir tras él para saber por qué le había pegado a Ryu, pero Ryu la detuvo

– No te enojes con él, me lo merecía – Naru se quedó preocupada y abrazó a Ryu, quien en medio del abrazo miraba en dirección a la que Soichiro se había marchado

– Lo siento, Ichi, pero no puedo negar lo que siento por Naru, espero algún día me perdones – pensó sin soltarla, entendiendo que sin desearlo habían lastimado al chico

La relación entre Kinomiya, el alumno estrella del kendo y Naru fue bien recibida por las fans del chico pues no había forma de ocultar que ambos estaban completamente enamorados y Naru jamás faltaba a una práctica de Ryu. Sin embargo con Ichi la historia era otra, aunque Naru trataba de invitarlo a realizar sus actividades de siempre, Soichiro solía evitarlos, Ryu incluso trataba de llevarse bien con Ichi, quien jamás dejó de expresarle lo mucho que lo detestaba; sin embargo aquel sentimiento se fue volviendo odio hacia Kinomiya poco a poco, en especial cuando empezando el segundo año de Ichi y Naru, y el último de Ryu, la chica empezó a cambiar su forma de portar el uniforme, su falda se volvió corta, su camisa ahora siempre estaba desfajada y su suéter a veces estaba sobre sus hombros o amarrado en su cintura, dejó de pasar tanto tiempo en la biblioteca e incluso llegó a no entrar a clases por irse con Ryu al techo del edificio principal para estar juntos, la chica de perfecta conducta y etiqueta había cambiado, incluso su cabello muchas veces iba suelto con alguno de sus listones amarrados en su frente dejando caer de un lado la parte amarrada del mismo.

Muchas veces Soichiro trataba de hacerle ver el mal que le estaba haciendo estar con Kinomiya, pero para Naru aquel chico le había mostrado un mundo nuevo y diferente al que conocía con Ichi. Ryu trataba de llevarse bien con Soichiro, lo saludaba siempre con su característica amabilidad, lo invitaban a pasar el tiempo con ellos, pero Ichi se negaba rotundamente.

– Espera Naru, tendremos exámenes pronto, ¿no piensas ir a estudiar a la biblioteca para los finales? – Soichiro trataba de hacerla volver a lo que siempre había sido

– No, estudiaré con Ryu después de su práctica, deberías venir – lo invitó con una sonrisa amable

– ¿Por qué haces esto, Naru? ¿Qué tiene de bueno Kinomiya? Por su culpa has cambiado –

Naru se acercó a Ichi sujetando su carpeta, acomodó sus lentes y lo miró a los ojos

– Quizá he cambiado un poco, pero ser su novia me hace feliz, Ichi – Soichiro pudo ver un brillo diferente en los ojos de la chica – lo amo – la sonrisa de Naru le dejó ver que hablaba con sinceridad – además, siempre serás importante para mí por que te quiero – Soichiro deseaba abrazarla cuando escuchó esas palabras, quería decirle lo que sentía por ella pero Naru agregó – y siempre serás mi hermanito – le dio un tierno beso en la mejilla estirándose para alcanzarlo

Naru le sonrió y antes de que Ichi pudiera decir algo, agitó su mano en el aire

– ¡Ryu! – dijo en voz alta antes de correr hacia su novio

Soichiro se quedó inmóvil mientras Naru y Kinomiya se alejaban, "siempre serás importante para mí por que te quiero y siempre serás mi hermanito" las palabras de la chica se repitieron en su cabeza, tocó su mejilla, lejos estaba de saber que aquel primer beso sería el único que recibiría de ella en toda su vida. Soichiro pasó aquel día en donde solía ver las nubes con Naru deseando haber confesado sus sentimientos antes.

Después de aquel día era común ver a Soichiro solo por el internado, pese a las invitaciones de Naru y Ryu.

– ¿Por qué tanto alboroto? Dejen pasar – Soichiro trataba de abrirse camino en el edificio principal hacia sus clases, aún tenía tiempo, pero le gustaba ser el primero en llegar.

– Miren, ¡es Kinomiya! – escuchó decir a las chicas mientras se abrió el paso quedando hasta adelante, pasaría muchos días de su vida deseando no haberlo hecho

Naru estaba en el centro del edificio, frente a las escaleras que llevaban a la dirección, los alumnos, incluido Soichiro, reconocieron la canción que empezó a sonar en los altavoces de la escuela «Michelle», una de las canciones populares de la época. Ryu bajaba las escaleras, Soichiro vio todo como una lenta y horrible película. Ryu bajó hasta llegar a Naru.

– Naru, te amo, estos dos años contigo han sido lo mejor de mi vida gracias a ti – tomó sus manos – antes de terminar el instituto, hay algo que quiero preguntarte –

Cuando Ryu se puso sobre una rodilla las chicas del internado estaban emocionadas al ver que Ryu no sólo era popular, también era detallista.

– ¿Te casarías conmigo cuando te gradúes? Prometo llevarte a conocer Japón –

Naru se emocionó con aquella pregunta, con lágrimas de felicidad se lanzó a abrazar a Ryu sin dejarlo levantarse

– ¡Sí! ¡Claro que sí acepto! – el abrazo efusivo de la chica hizo caer a Ryu – quiero conocer Japón contigo – se besaron mientras la escuela aplaudía a los chicos

Soichiro miró toda la escena furioso, odiaba tanto a Kinomiya, en especial por que pese a estar comprometidos, creía que sin Ryu en el internado en el último año podría estar con Naru; para mala suerte de Ichi, al ser un ex alumno estrella Ryu podía ir a visitar cuando quisiera el instituto, muchas veces pasó por Naru en su bicicleta y aún en días de escuela se la llevaba a la pequeña ciudad, pasaban el día bebiendo una malteada escuchando los éxitos de aquel año en la radio, un par de veces al escuchar los ritmos del rock, Ryu se levantó a bailar con Naru; desde que comenzaron su relación, siempre se les vio a ambos con una enorme sonrisa llena de felicidad.

Soichiro intentó muchas veces de hacerle ver a Naru que Kinomiya era una mala influencia para ella y que no podría ser feliz con alguien así, pero Naru siempre respondía con cuanto amaba a Ryu y lo feliz que la hacía ser su prometida

– No puedo esperar a ser su esposa y conocer Japón juntos – juntó sus manos a la altura de su barbilla y mirando con ilusión a la nada agregó – será tan romántico – suspiró – ojalá vivamos allá –

Cada día de su último año de instituto fue una pesadilla para Ichi, no sólo no lograba hacer que Naru «abriera» los ojos, pese a que Kinomiya no estuviera cerca de ellos, todo el tiempo sentía que competía contra él por la atención de Naru, a veces deseaba alejarse de ella pero la amaba y quería estar cerca de ella; por si fuera poco, la familia de Soichiro le informó que al no tener novia, si seguía soltero al graduarse del instituto aceptarían el arreglo con una importante familia en Japón para que se casara con su hija y continuara sus estudios además de empezar sus deberes en la empresa.

Así, cuando llegó la ceremonia de graduación, Ryu llevó a sus padres para presentarlos con los de Naru y hacer todo oficial, ambas familias aceptaron felices y ansiosos por estar juntos al fin fijaron la fecha en junio; para Soichiro la situación fue similar con sus padres, establecieron una fecha para la boda, donde sería la primera vez que se vería con su ahora prometida.

Desesperado y sintiendo el tiempo encima, pese a haberse negado, Soichiro aceptó la invitación a la boda de Naru, quien viajó con su familia una semana antes del gran día al país del sol naciente, estaba fascinada con el país.

– ¿Naru? – Ichi fue a ver a Naru antes de la ceremonia

– Ichi, estoy tan nerviosa y emocionada, me hace tan feliz que estés en mi boda, ¿cómo se me ve? – Naru mostró su kimono – no puedo creer que Ryu incluso arreglara una boda tradicional, es el mejor – a pesar de los nervios, se notaba su felicidad

– Basta Naru – Soichiro se acercó para tomar las manos de Naru – no puedes casarte con él – la chica lo miró con duda – ¡siempre te he amado, cásate conmigo! –

Naru lo miró con sorpresa, jamás había notado los sentimientos de Ichi hacia ella.

– No puedo casarme contigo, Ichi – Naru habló tranquila

– Kinomiya te robó de mi lado, si no hubiera llegado nosotros… –

– No digas esas cosas Ichi, aún sin Ryu no nos hubiéramos podido casar, por que eres como un hermano para mí – Soichiro escuchaba con dolor las palabras de la chica – crecimos juntos y aunque no seamos de la misma sangre, eres parte de mi familia –

– ¡No digas eso! No es así como se supone seríamos familia – Soichiro sintió como si algo en su pecho se hubiera roto – ¡Jamás perdonaré a Kinomiya por robarte de mi vida! ¡Lo odio! – Soichiro salió in dejar que Naru dijera algo

A pesar del dolor que sintió cuando Naru confesó no responder sus sentimientos, Soichiro estuvo presente parte de la ceremonia en la distancia, se aseguró de que ella lo viera pero se retiró sin hablar con nadie.

Aquel día fue el más feliz para Naru y Ryu, quien al venir de una familia de samurais, con la noticia de su boda, la hermosa casa japonesa tradicional le fue heredada, dicha casa contaba con un dojo de kendo; pero antes de iniciar su vida juntos en ella, realizaron un viaje por Japón como parte de su luna de miel, Ryu quería cumplir su promesa para que Naru conociera el país. Fue durante su luna de miel cuando se entregaron, su primera vez fue una experiencia mágica y perfecta para ambos, ninguno de los dos podía ser más feliz.

Por su parte, Soichiro se tuvo que casar, pero no invitó ni le avisó a Naru, desde el día que le declaró sus sentimientos antes de la boda se había alejado de ella sin poder perdonar a Ryunosuke Kinomiya.

Ambos matrimonios con el tiempo tuvieron a su primogénito y único heredero de su respectiva familia, Soichiro logró expandir exitosamente a su empresa y Ryu alcanzó el rango de octavo dan en el kendo, el grado máximo sin contar el noveno que era más un título de reconocimiento que se daba a quienes hacían aportaciones importantes en dicha disciplina, aunque Ryu ya había sido considerado a recibir tal grado, pues en el ramo del kendo, Ryu era una estrella, siendo el mejor a nivel mundial en su época. Soichiro sabía sobre Ryu por las noticias deportivas, jamás dejó de odiarlo, pero cada que sabía que competiría, recordaba con enfado cuando trató de impresionar a Naru comprando una espada en un intento desesperado por hacer que dejara a Kinomiya, pero al momento de intentar desenvainarla la espada cayó al piso causando una risa divertida en Naru y que con su característica sonrisa y amabilidad, Ryu le ofreciera clases gratis a Soichiro.

En la familia Hiwatari el heredero era Susumu, mientras que para la familia Kinomiya fue Tatsuya, a quien Ryu enseñó el arte del kendo desde pequeño, Naru siempre disfrutaba verlos entrenar y siempre escuchaba con atención cuando Ryu contaba la historia de su familia y de la reliquia familiar, una espada antigua con un dragón grabado.

Con el paso del tiempo, tanto Susumu como Tatsuya fueron enviados a Inglaterra a estudiar en el internado Bradford, donde a diferencia de sus padres, ambos chicos se llevaron bien desde el inicio. La mayor diferencia entre ellos y sus padres, no era su amistad, era que ambos se volvieron una pesadilla para los profesores, pues ambos chicos vivían haciendo bromas e incluso escapándose de clases, pero el contraste a su conducta era que siempre entregaban sus tareas y salían bien en sus evaluaciones.

Las travesuras de ambos los volvieron populares también entre los alumnos, ganando el afecto de dos de las mejores estudiantes del instituto, Misaki y Yoshie, quienes eventualmente se volverían sus esposas. A quienes conquistaron con su rebeldía, ambas se negaban en principio a juntarse con los chicos rebeldes que siempre estaban metidos en líos con prácticamente todas las autoridades del internado, pero en un intento de lograr conseguir la atención de las chicas y en un fallo en sus cálculos, durante la clase química hicieron una «bomba» la cual supuestamente sería una especie de fragancia (según ellos) para hacer un detalle para las chicas.

Se escabulleron al dormitorio de las mujeres y lanzaron el contenido cuando vieron por la ventana a la mayoría de las alumnas reunidas en la pequeña sala; el contenido no sólo causó un sonido fuerte de explosión, también pintó el lugar de morado así como a varias a las alumnas y maestras presentes.

Ambos chicos estaban a nada de ser expulsados, esperaban a sus padres afuera de la dirección y fue Soichiro quien llegó primero a llamar la atención de su hijo.

– ¡Hola, Ichi! – la voz que sonó detrás suyo causó que la sangre de Soichiro hirviera de coraje

– ¡Tú! – Soichiro volteó – debí imaginar que el vándalo que mal influenció a mi hijo era un Kinomiya – reclamó colérico mientras Ryu sólo le sonreía como siempre

– ¡Tatsuya! – la voz interrumpió la rabieta de Soichiro – ¿estás bien? – Naru se acercó corriendo para empezar a revisar que su hijo «estuviera completo» mientras le decía – escuché que hubo una explosión, estaba tan preocupada por ti – Soichiro permaneció en silencio viendo como aunque el tiempo la había hecho lucir diferente, seguía siendo la misma Naru que aún amaba

– Tranquila, están tan bien que después de su «pequeña» travesura tuvieron tiempo de tratar de conquistar a un par de damas, ¿no es así? – dijo soltando una carcajada divertido haciendo notar a Misaki y Yoshie quienes observaban a los chicos a la distancia «escondidas»

Gracias a la reputación tanto de Soichiro y Naru, así como el desempeño de Ryu (y su fama) no expulsaron a ninguno de los chicos, pero fueron suspendidos dos semanas, en las cuales Ryu le contó a Tatsuya cuando se «robaba» a Naru fuera de la escuela y sus travesuras que afortunadamente nunca fueron descubiertas mientras Soichiro regañó y prohibió a Susumu relacionarse con cualquier Kinomiya, teniendo así su primer discusión con su hijo.

Para mala suerte de Ichi, su hijo y el de Naru y Ryu eran inseparables, eran los mejores amigos y cómplices, durante el último año de los dos en el instituto Soichiro tuvo que ver más de lo que deseaba a Ryu y Naru siendo un matrimonio perfecto y feliz, pues sus hijos pasaron de las bromas a hacer fiestas que muchas que muchas veces se salieron de control, en especial cuando la nueva norma de que los fines de semana los alumnos podrían salir a la ciudad y Susumu y Tatsuya vestían siempre con mezclilla y chamarras de vinilo, moda que Soichiro jamás aprobó; cuando ambos se graduaron los profesores se aliviaron al saber que descansarían de aquel par. Ambos se comprometieron con sus novias, pero apenas salió del instituto, Soichiro condicionó a Susumu sobre alejarse de los Kinomiya y gracias a la universidad y a que lo llenó de trabajo logró llevarlo al «buen camino» pero siempre tuvo discusiones con Susumu, las cuales empeoraron con el tiempo.

Eventualmente en ambas familias llegaron los nietos, siendo Hitoshi el primero, quien a diferencia de su padre y abuelo tuvo siempre una conducta perfecta y un excelente desempeño escolar. Años después nacieron Kai en la familia Hiwatari y unos meses después Takao en la familia Kinomiya; desafortunadamente para la familia Hiwatari los problemas entre Susumu y Soichiro empeoraron al grado que con los años, Soichiro terminó volviéndose el guardián legal de su nieto pues su hijo se negaba a comportarse como su abuelo deseaba.

Un año después de la llegada de Takao, la vida de la familia Kinomiya cambió drásticamente después de la llegada de la tercer y última nieta de Ryu y Naru, Mitsuki, quien había heredado los ojos de de Naru de diferente color, pero con el orden invertido y el cabello azul como su mamá. Desafortunadamente Yoshie no pudo resistir el parto, falleció después de permanecer grave un par de días después del nacimiento de su hija. La noticia devastó a Tatsuya, quien después de haberse negado por un par de años, finalmente aceptó trabajar como arqueólogo en las excavaciones y ya no dar clases en la universidad, se fue solo de Japón, dejando a sus hijos con sus padres y visitando cuando su trabajo lo permitía.

Naru se volvió la única figura materna que conocieron Takao y Mitzy aunque ella siempre les contó sobre Yoshie, pero la vida aún guardaba algo más en la vida de los Kinomiya, cuando Mitzy tenía nueve, Takao diez y su hermano mayor ya estaba en el internado Bradford en Inglaterra, Mitzy y su hermano esperaban a su abuela para que los acompañara a donde los niños de su barrio se juntaban para caminar juntos a la escuela, pese a ser mayor, Takao siempre era cuidado por su hermana. Naru tardó en salir y Mitzy se preocupaba por la hora, llegarían tarde, los alumnos de Ryu ya empezaban a llegar al dojo.

– Iré a ver por qué abuelita tarda tanto, quédate aquí – le dijo a Takao en tono firme casi regañándolo

Después de entrar a la casa los gritos de ayuda de Mitzy hicieron que Ryu y Takao entraran de prisa para ver a Naru inconsciente en el piso. Ryu llevó a su esposa al hospital para recibir la noticia que cambiaría su vida, Naru tenía una rara enfermedad terminal para la que no había cura conocida, incluso los tratamientos aún eran experimentales.

Ryu se dedicó completamente a cuidar de Naru, quien seguía mostrándole una sonrisa a su familia e incluso habló con Ichi, le contó sobre su diagnóstico y le pidió verlo, extrañaba a su mejor amigo, a su hermano; Soichiro no se pudo negar al escucharla llorar después de tratar de contenerse.

– Está bien, prometo que iré a verte, tomaré el vuelo a Japón apenas cierre el trato con el cliente, pero no quiero verlo, iré cuando no él no esté – Naru trató de reír con la condición de Ichi

– Gracias Ichi… – Naru hizo una pausa – te quiero y te extraño, espero podamos recuperar nuestra amistad –

Soichiro pasó contando los días desde que terminó la llamada, si bien odiaba a Ryu, no quería dejar sola a Naru. Apenas tuvo la mínima oportunidad volvió a Japón al instante.

– Señor Hiwatari, tiene una llamada – anunció el mayordomo ya en la mansión Hiwatari en Japón

– Dije que no me interrumpieran, tengo un lugar importante al que atender –

– Lo entiendo señor, pero no es de trabajo y dice ser una urgencia… – Soichiro dudó un poco, quizá era Susumu listo para tratar de arreglar las cosas – me pidió insistirle diciéndome que era urgente hablar con usted –

– ¿Es mi hijo? – preguntó algo nervioso

– No señor, no me dio su nombre completo, sólo su apellido, Kinomiya – Soichiro estaba molesto, pese a los años jamás le agradó ni aceptó pensar en Naru como Narumi Kinomiya, tomó la bocina del teléfono y le pidió al mayordomo que se retirara antes de tomar la llamada de Naru

– Ichi… – Soichiro escuchó la voz de Ryu del otro lado de la línea, lo cual lo molestó más – Naru acaba de… – Ryu no pudo decir más y empezó a llorar sin cortar la llamada y fue cuando Soichiro entendió

Ichi no pudo contener sus propias lágrimas y poco a poco un extraño dolor se empezó a apoderar de su cuerpo, no le dolía nada físicamente, pero en su interior algo le causaba un dolor inexplicable, se dejó caer en la silla detrás de su escritorio sin colgar, Ryu lloraba y podía percibir su dolor aún sin estar frente a él, pasaron algunos minutos que para ambos se sintieron como una eternidad, antes de que finalmente cortaran la llamada sin más que agregar después de que Ryu apenas logró decirle que le avisaría sobre el servicio.

Ryunosuke miraba a su esposa acostada en el futón de la habitación principal, acarició su rostro con una pequeña sonrisa que no ocultaba su dolor ni su tristeza.

– Te amo mi hermosa Naru, gracias por todos estos años a tu lado –

La voz de Ryu se quebró y lloró sobre el cuerpo sin vida de su esposa, la mujer que fue el amor de su vida y que le dio una hermosa familia; después del funeral de Naru Ryu se dirigió a su habitación sin decirle una palabra a nadie, abrió la puerta deslizable del closet para sacar algo de una pequeña caja de madera, se dirigió al dojo donde amarró el mejirushi blanco de aquel encuentro de exhibición en la escuela cuando habló con Naru por primera vez, junto al listón blanco que uso Naru en su cabello ese mismo día, ambos fueron el amuleto de Ryu desde que se volvieron novios.

Aunque Soichiro recibió la información para el funeral, no asistió, no tuvo el valor de ir, pasó aquel día en su oficina enojado con él por no haber ido a visitar antes a Naru y ahora ya no podría verla de nuevo, lloró en la soledad de su oficina y fue hasta dos días después que tomó el valor para ir al panteón donde estaban las cenizas de Naru.

Soichiro llegó con un bello ramo de las flores favoritas de la chica, su sorpresa fue que al llegar Ryu estaba frente a la tumba llorando sin poder contener su dolor. Se paró al lado de Ryu en silencio, quien después de notar a Ichi trató de calmarse y mostrarle su habitual sonrisa amable, se notaba que se esforzaba pero simplemente el dolor era demasiado.

– No tienes que seguir fingiendo conmigo, Kinomiya. Todos estos años deseé verte sufrir por haberte llevado a Naru, pero ni siquiera tú mereces esto – dejó las flores en la tumba

– Nunca fingí Ichi, ella siempre me dijo lo mucho que te quería y lo mucho que deseaba que nos lleváramos bien, siempre fuiste importante para Naru y quería que volvieran a recuperar su amistad – Ryu no pudo evitar llorar de nuevo

Soichiro hizo una pequeña reverencia con la cabeza hacia Ryu sin mirarlo realmente

– adiós, Kinomiya –

Fueron las últimas palabras que Soichiro cruzó con Ryu hasta ese día en el instituto cuando conoció a Mitzy, quien al ser la viva imagen de Naru por un momento lo hizo sentir que había visto un fantasma.

Soichiro inevitablemente soltó algunas lágrimas al recordar a Naru mientras veía la fotografía aún en la limusina.

– Jamás te perdonaré Kinomiya, pero lo que más odio es que en verdad la hiciste feliz hasta el final, ella siempre te amó… –

Soichiro jamás lo admitiría abiertamente pero una parte de él terminó aceptando a Ryu después de verlo devastado por la muerte de Narumi y de finalmente aceptar que ellos dos se amaron de verdad y que Naru fue feliz de volverse una Kinomiya.