Epilogo
Condecorada Heroína.
Morfea salió del cuartel, feliz, luciendo en su uniforme nuevas medallas, afuera se encontró con Sergeí quien venia del palacio.
-Mira quien es, escuché que te ha ido de maravilla.
-¡Sí! Tengo varias clases con reclutas, todos muy emocionados por aprender, aunque claro, aun dejo suficiente tiempo para las siestas. Fuera de eso eh vuelto a mi rutina normal, dormir, leer de antiguos artefactos de artillería, ponerlos aprueba, entrenar. – dijo la unicornio.
-Bien, las cosas han mejorado mucho desde que regresamos y aun cambiaran más, lo hicimos bien Morfea.
-Sí y vaya que fue agotador, digo dormí bastante entre batalla y batalla, pero fue una dura faena, sin embargo, salimos victoriosos. Tuve que ver como acomodaba las medallas en mi casa, no tenia un buen lugar para colocarlas. Recibí al menos siete medallas por méritos en batalla y te juro jamás hubiera creído, que iba a ser considerada como una poni heroica, muchos cadetes nos miran con admiración.
-¿Iras a la cena de corazones cálidos?
-Sí, iré, será divertido, aunque tengo que preparar algunas cosas, no quiero ir con cascos vacíos.
-Entonces ahí nos veremos. – terminó Sergeí retirándose.
Morfea por su parte se fue a su baluarte favorito, aquel en el que la encontrara Cozy el día que la conociera, colocándose entre dos cañones y viendo al horizonte desde ahí, tomó un gran respiro de aire fresco, se sentó abrazando su cañón de peluche y dijo para si misma:
– Tiempo de una buena siesta, ¿Verdad cañoncito?
Paso su mirada a una de sus medallas colgando de su traje, volteo de nuevo al cielo y dijo:
-Lo logre madre, logre más de lo que hubiera soñado. – antes de bostezar y acostarse ahí en el suelo cristalino, flanqueada por dos cañones.
Asuntos familiares.
Después del encuentro con Cozy, Diamond Tiara se quedó pensativa, ¿Eran las palabras de la emperatriz ciertas? ¿Su madre había tenido una hija antes que ella, una hija a la que había abandonado? No sabia que creer. Solo había una forma de averiguarlo, en caso de ser cierto y conociendo el interés que habría en su madre, de descubrir quién es hoy día esa hija, lo preferible era que evitara mencionar ningún nombre.
Si preguntaba directamente, probablemente su madre se reiría y no le daría una respuesta, tenia que buscar la forma correcta de preguntarlo, pero no lo encontraba. A raíz de esto pospuso la incomoda conversación todo un año, lo hablo con Silver Spoon en repetidas ocasiones eh hizo su propia investigación, dentro de su propio hogar, entre las cosas de su madre. No encontró nada al respecto, sin embargo, recordó la pequeña conversación con Cozy, cuando se encontrara con ella en Canterlot.
Recordó que mencionara algo del orfanato central de Canterlot, pensando en esto, con Silver Spoon de acompañante viajo a la capital Equestre, un viaje bastante corto partiendo desde Ponyville. En el caso de Diamond, a diferencia de cuando Janina hiciera su investigación, es que ella solo necesitaba confirmar la historia de Cozy, si en el orfanato le contaban lo mismo o muy cercano, entonces no quedaría de otra, seria verdad.
De camino al orfanato el escenario comenzó a cuadrar con la historia de Cozy, un puente cercano, una vieja banca, el edificio relativamente pequeño en comparación a sus vecinos. Diamond dudo, suponiendo ya que respuesta recibiría, Silver, al verla detenerse, dejo de caminar igualmente, le dio una mirada a su amiga antes de decirle:
-¿Todo en orden?
-No sé, ¿Qué pasa si es verdad? ¿Luego qué?
-Bueno, significara que tienes una hermana mayor que desconocías.
-Sí, pero ¿luego qué?
-Bueno, nunca te has llevado demasiado bien con tu madre... pero, tal vez con tu hermana pueda ser distinto, solo tendrías que intentarlo.
-Supongo tienes razón en eso, pero, aun así, será un gran cambio, siempre me había considerado hija única… - respondió después de pensar el asunto en su cabeza.
Lo pensó por un momento más pero finalmente se acercó a la puerta tocando con su casco, una unicornio les recibió, Tiara no espero mucho, dirigiéndose directo al grano. La cuidadora se extrañó un poco, pero les respondió todas las preguntas, y agrego incluso algo más, el detalle que los papeles oficiales de aquella huérfana, habían sido adquiridos por Cadence hace ya varios años.
La historia de Cozy estaba más que confirmada, solo quedaba ver si su madre reconocía algo de esto, ahora que lo había confirmado, sabía como aproximarse al tema, exactamente que preguntar y una justificación si le caía la pregunta, de como lo sabía. Ese mismo día hizo el viaje de regreso a Ponyville, ahí paso la noche mentalizándose para lo que haría la mañana siguiente.
En el momento que su padre dejara la casa, fue cuando se dirigió a su madre iniciando la charla:
-Oye mama
-¿mhm? – replicó Spoiled
-Quería preguntarte algo – continuo Tiara
-Espero sea importante, no tengo mucho tiempo.
-¿Qué sucedió aquella noche, hace tantos años en el puente cercano al orfanato de Canterlot?
Spoiled Rich se quedó paralizada, esa pregunta había sido demasiado especifica. Después de un momento de silencio, Spoiled dejo salir una risa, que Diamond notó falsa y respondió:
-Que preguntas haces, ¿Por qué no mejor te pones a recuperar el dinero que nos hiciste perder en el imperio?
-Mama… ¿Tuviste otra hija antes de mí? Una que no era de papa.
Spoiled no respondió nuevamente, esta vez ni siquiera dijo nada, solo evito la vista con Diamond y salió del cuarto, esto fue la confirmación silenciosa. Cozy había dicho la verdad, sabiendo esto Diamond se retiró de la casa a atender sus asuntos, hablo nuevamente con Silver Spoon y planearon regresar al imperio. No solo por el tema de Cozy Glow, Tiara quería ver si podía salvar algo del dinero invertido en el imperio, con esta causa, su padre aprobó su viaje, algo preocupado al respecto, pero lo aprobó.
La preparación tardo unos meses, se tuvo que hablar con algunos ponis para lograr conseguir de nuevo el local original que tenia en el imperio, para no caer en vacío cuando fueran. Aun con todos los contratiempos lograron dejar todo listo, ambas Tiara y Silver, se dirigieron a la estación del tren siendo de las ultimas en subir, sentándose frente a una pegaso blanca en el tren, partiendo así al imperio con nuevas metas que cumplir.
Un buen soldado…
Final del otoño, después de cuatro años de cruenta lucha, y superada por todos lados Equestria finalmente firma la paz con los batpony, la guerra había sido implacable, habiendo visto atrocidades cometidas por ambos bandos. Empezando con la reconquista Equestre de la ciudad de Ponyhattan que sufrió un segundo saqueo, reduciendo aún más la población de la ciudad, todos los batponis y ponis que compartieran su adoración a la noche que no fueran muertos durante el saqueo fueron expulsados de la ciudad.
Este suceso inicio una serie de expulsiones, pogromos y matanzas por ambos bandos, sin embargo, Equestria logro contener a los ejércitos batpony al oeste, a un terrible coste de vidas. Para el termino de los cuatro años técnicamente seis si se contase desde la independencia del imperio, y la tregua temporal. Se habían perdido un total de dos millones y medio de vidas, contando las bajas de todos los participantes y también las bajas civiles. Para Equestria, la peor parte, más que la invasión imperial, fue la guerra Batpony, especialmente en su tramo final.
Una participante activa, en todos los años de conflicto, fue Flower Dust, quien, terminada la guerra con los imperiales, continúo dirigiendo soldados ahora contra los Batpony. Flower Dust, ya veterana en toda regla había luchado en todas las mayores batallas de los conflictos, menos la primera batalla de Ponyhattan. Lucho con todo lo que había podido, dio todo de si y, aun así, habían perdido, tantos sacrificios, tanto esfuerzo ¿Para qué? Había perdido a tantos camaradas.
Al final del conflicto, el pueblo exigía respuestas, estaban enfadados, los políticos no estaban más felices, pronto empezaron a señalar culpables entre el ejercitó, entre estos, la general Flower Dust, fue una de las que señalaran. Incluso después de la sangre, del dolor, de todo lo que diera por Equestria, ahora le señalaban. Ante estas acusaciones Twilight, no podía hacer mucho, pues algunos también la culpaban a ella, como resultado se vio obligada a tomar medidas, a presión popular y de algunos políticos que en su momento estuvieran de acuerdo con su aproximación al asunto, rechazaban la culpa y lo atajaban todo a ella y al ejército.
Sin opciones, Twilight, condecoro a sus soldados, a sus oficiales, a los supervivientes de la guerra, para luego hacer una limpia de personal, Flower Dust, a pesar de haber obtenido para Equestria las dos victorias más importantes en la guerra contra los Batpony, también había estado presente en las peores derrotas, su cuello no se salvó. Al día siguiente de que le dieran sus medallas y condecoraciones, se le cito al cuartel, donde el capitán general del ejército equestre le recibió.
-Flower, ven siéntate. – Dijo el pony fornido, de pelaje blanco, crin azul, condecorado, portaba el uniforme rojo de Equestria, con cuello decorado y chaqueta con botonería excesiva, además de buena parte de su uniforme ocuparlo medallas.
-Capitán. – dijo Flower, al tiempo que un guardia cerraba la puerta.
-Sabes que desde que te uniste al ejército, fuiste de las mejores, un ejemplo de valentía, de honor, de compañerismo. Eras muy buen soldado, fuiste mejor al mando, pero… hay quienes ponen gran parte de la culpa, por las terribles derrotas en tu lomo… y tienen cierta razón.
-Señor, yo hice todo lo que pude y más por Equestria, no fue por nuestra incompetencia el resultado, ni mía ni de mis soldados. – se defendió Flower.
-¿Entonces a que se debe?
-Simplemente… el enemigo fue mejor.
-Lo lamento Flower, comprendo lo que dices, de verdad lo hago, pero hay demasiados que se que no lo harán. Flower Dust, te relevo de tu mando y de toda otra posición que pudieras tener en el ejército Equestre, estas despedida. – termino el Capitán.
-Es injusto… y lo sabes muy bien… al fin y al cabo usted fue en gran medida quien ideo la brillante estrategia de invasión al imperio de cristal… pero supongo no se puede relevar a usted mismo. – dijo Flower, fúrica, levantándose.
-Flower Dust, esta es la decisión del tribunal del ejercitó, te aconsejo salgas de aquí, de Canterlot y no vuelvas, pues algunos creían que hubiera sido mejor otro tipo de castigo… sáquenla de aquí. – terminó dirigiéndose a uno de sus guardias.
La rabia de Flower paso, mostrándose pensativa, triste, hasta que el guardia le toco y el enfado volvió, con su ala quito su casco de encima y se dirigió a la puerta. La pegaso, se retiró, salió del cuartel y fue a su casa, los siguientes días no los paso muy bien, algunos extremistas averiguaron donde vivía, le dejaron mensajes terribles en la puerta, amenazas eh insultos. Al pasar un tiempo, no lo aguantaría, no tenia porque hacerlo, empaco sus cosas y se marcho de la ciudad. Se dirigió a la estación del tren, pero una vez ahí, le surgieron dudas, no sabía a donde podría ir, ahora que le habían dado la espalda.
Se quedo pensando viendo los destinos, hasta que su vista se detuvo en la ciudad capital del imperio de cristal, la vía férrea había sido restaurada y la frontera estaba abierta, sin pensarlo demasiado, compro un pase solo de ida, al Imperio y espero. Durmió en la estación y al siguiente día abordo su tren, yendo a sentarse junto a una ventana, los demás pasajeros tomaron sus asientos, y el tren partió. Las dos pasajeras que se sentaran frente a ella se pusieron a hablar, aparentemente iban al imperio también, una de ellas iba a visitar a alguien por lo que logro escuchar. No le dio mucha importancia, el resto del camino se perdió en los paisajes que pasaban por la ventana, pensando en lo que había vivido, en lo que dejaba atrás.
En algún punto del camino se durmió, siendo despertada por una de las dos ponis que estuvieran sentadas frente a ella, le informó que habían llegado, Flower, descendió, cargando consigo su equipaje, no era mucho, la mayor parte de su vida, había sido alrededor de la milicia, no tenía casi nada propio. La pegaso camino por las calles de cristal, hasta una casa conocida, deteniéndose en la puerta, dejando salir un profundo suspiro y levantando el casco lentamente, deteniéndose un momento antes de tocar a la puerta…
Entre la espada y el corazón.
Después de charlar con Morfea, Sergeí se retiró a su hogar, aún faltaban unos días para la celebración de corazones cálidos y en el intermedio no tenia realmente nada importante que atender. Había sido ascendido tras la jubilación de Onyx a Capitán General, igual altamente condecorado como Morfea, pero aun así no tenía demasiado en su agenda. Sergeí caminaba por las calles de la ciudad, pensando lo distinto que se sentía: el lugar había cambiado en aspecto y ambiente, ya no era pesado, ya no era la misma preocupación.
Por momentos, le parecía irreal lo normal que iba todo, como lo que había ocurrido, para las vidas de algunos solo había sido un momento de incertidumbre, y ahora volvían a su rutina normal. Observaba a los demás ponis y sentía como si la guerra no hubiera pasado, le era extraño, sin embargo, eso significaba que las cosas iban bien. Siguió su camino hasta su hogar, entrando en el mismo y dirigiéndose hacia su sala, percatándose la soledad del lugar y recordando porque siempre solía pasar más tiempo en el cuartel, que en su hogar.
Salió a pasear dejando atrás la morada, recorriendo la ciudad y pasando por sus parques favoritos, observando algunos negocios en el camino, que el recordaba de hace mucho tiempo, alguna vez cerrados, que ahora reabrían. Observando algunas de las reconstrucciones en el camino, de los tratamientos a edificios que se les había dejado de dar mantenimiento hace mucho. Paso así buena parte del día, sin embargo, tomó rumbo de regreso a casa cuando la noche se acercaba, encontrándose en su puerta, a una pegaso blanca de crin roja, con las puntas de sus alas rojas y sus cascos igual rojos, en la puerta de su casa.
La cutie mark siendo dos mosquetes cruzados, la reconoció de inmediato, se oculto en la esquina observando que hacía Flower Dust, percatándose que traía una maleta consigo, la vio levantar el casco, la vio dudar si tocar o no. En eso Sergeí decidió acercarse, salió del callejón y fue hacia ella, quien bajo su casco.
-Hola. – dijo Sergeí una vez estuviera junto a ella.
Flower levanto la mirada y volteó a verle, levantando el casco y llevándolo a su pechó, no esperaba encontrárselo fuera de la casa.
-¿Me buscabas? – cuestionó Sergeí.
-No, solo, pasaba por aquí y… no sé, tal vez lo hacía. – respondió la pegaso.
-Ya, ¿Quieres pasar? – continuó el militar.
-No quiero causarte ningún problema…
-No te preocupes, no lo haces. – respondió Sergeí abriendo la puerta, pasando al interior e invitándola dentro.
La pegaso se adentró en el edificio en el que ya estuviera una vez en el pasado, en diferentes circunstancias. Observó el lugar mientras Sergeí tomaba rumbo a la cocina.
-¿Te gustaría tomar algo?
-Tal vez un café.
-Claro.
Flower espero, tomando asiento en la sala, mentalizándose antes de que Sergeí regresara cargando dos tasas en una pequeña charola. Dejándolas en la mesa y diciendo:
-¿Qué haces por aquí? ¿Sucedió algo en Equestria?
-Que no ah sucedido. – respondió Flower, algo sarcástica, tomando la tasa, sin embargo, Sergeí notó un tonó extraño en esa respuesta.
-¿Te paso algo?
-Podría decirse que sí, digamos que; me destituyeron y me dijeron adiós. – respondió Flower.
-Ya veo, aunque creo que eso no es todo. – continuó Sergeí.
-Es algo largo…
-Tengo tiempo.
Con esta respuesta Flower, tomó aire, y comenzó a relatar su tragedia, le conto todo lo que había pasado desde la ultima vez que se vieran, como se unió al frente contra los batpony y como logro sobrevivir la guerra e incluso hacerse con importantes victorias. Le contó cómo después de eso, a pesar de todo su esfuerzo la habían señalado y lo que sucedió después de su expulsión del ejercitó. En ningún momento Sergeí la interrumpió, solo la dejo hablar, escuchando con atención a su historia, cuando terminara de contarlo, el recién nombrado capitán general dejaría su tasa en la mesa.
-Vaya, que difícil, has vivido muchísimo, no me sorprende, tuvieron dos años más de guerra que nosotros, viste y pasaste por mucho, y el final no podría ser más amargo, comprendo que te hayas alejado de Canterlot después de todo eso. Solo hay una cosa que no termino de entender, ¿Por qué viniste aquí? ¿Por qué el imperio? ¿No eres originaria de Clousdale? ¿Por qué no regresar a tu ciudad natal?
-Bueno… sí, nací en Clousdale, pero, no sentía ninguna razón para volver ahí, no sentía que hubiera nada ahí para mí, y aquí… bueno… - respondió Flower encontrándose con los ojos de Sergei y apartando la vista.
-¿Encontraste una razón para volver al imperio? – cuestionó Sergeí acercándose un poco.
-Esto fue una imprudencia, perdona, estoy haciéndote perder el tiempo, seguro tienes cosas mucho mejores que hacer… - Sentenció entonces Flower Dust, levantándose repentinamente, tomando la maleta en el camino y dirigiéndose a la puerta.
Sergeí se levantó, dando una pequeña carrera hasta la misma, llegando a tiempo para volver a cerrar la puerta una vez Flower la hubiera abierto, la pegaso se sobresaltó dándole una mirada sorprendida.
-Flower… - Comenzó Sergeí, levantando la vista, encontrándose con sus rosados ojos, separados por esa franja roja que bajaba desde su frente hasta la punta de su nariz. -No, no te vayas.
-¿Por qué?
-Porque si estuviera en tu lugar, también hubiera ido hacia ti.
Flower, no supo responderle, solo se le quedo viendo, sorprendida, no sabia bien porque había decidido hacer aquello, porque de todos los destinos compro un pase al imperio y fue con él, pero ahí estaba y la verdad es que era donde quería estar. Apartando la maleta del camino Flower se acercó a Sergeí tanto, que podían sentir la respiración del otro golpeando su pelaje.
-Pídemelo de nuevo…
-Quédate Flower Dust… Quédate conmigo– replicó Sergeí acercándose aún más a ella.
Ella asintió antes de cerrar los ojos y finalmente juntar sus labios con los de Sergeí, entendiendo porque había aceptado seguir ese impulso, el pasado ya no importaba, lo que fueran antes ya no importaba, solo lo que serian de ahora en adelante.
Soliloquio.
Amatista, apodada la parca de cristal, la diabla del invierno, había sido una heroína, había hecho a los equestres pagar todos sus pecados y sin embargo… su vida desde la firma de la paz no había hecho más que ir en picada, su hogar no estaba lleno de nada más que alcohol, pólvora, medallas arrumbadas y remordimientos. Todos y cada uno de los espejos en su hogar habían sido rotos por la misma pegaso, no por nada, cada vez que los veía, recordaba las cosas que había hecho, se veía a si misma, en uniforme, bañada en la sangre de su venganza.
Ir a dormir no era un escape para ella, solamente tenia pesadillas, pesadillas donde veía la destrucción de su pueblo, pero al acercarse al culpable, se encontraba a sí misma, con su sable en casco. Había días que amanecía paranoica, se preparaba y se abalanzaba contra el primer objeto que encontraba dañándolo con su espada. Había momentos que no distinguía las alucinaciones de la realidad, constantemente veía visiones de soldados enemigos cargando contra ella o apunto de dispararle, pero nunca sentía la bala.
Desde lo ocurrido en su pueblo había tenido pesadillas, carencia de sueño, pero después de la guerra… todo había empeorado. La pegaso era incapaz de enfrentar su propio reflejo, la bestia que veía en el mismo, que era nadie más que ella misma. Solo le evitaba, rompía los espejos y cubría todo objeto reflejante. Ya llevaba meses que no salía de casa más que para buscar comida, no se había presentado en el cuartel, no había atendido a ninguna reunión en el palacio, Cozy, Sergeí, Morfea, todos habían ido a buscarla, pero nunca les recibía. Había noches que ni siquiera dormía, solo se sentaba en una esquina y meditaba sus crímenes con la mirada perdida en un punto fijo de la esquina contraria de su recamara, hasta que el sueño le ganara, ella creía que no podía empeorar…
Ellos sabían que estaba ahí, porque irónicamente, a pesar que Amatista estaba segura de no haber salido los últimos meses, algunos ponis la habían visto, vagando por las calles con la mirada perdida, lo que aumento los intentos de sus amigos de llegar a ella. Pero no les dejo, se encerró en su hogar.
Una fatídica mañana, todo exploto, Amatista se encontró de repente en medio de una de las calles del imperio, con su sable en casco, sobre un asustado poni, volteó a ver a todos lados viendo una multitud asustada. Había un herido, que presentaba un corte en un costado, Amatista observó la hoja de su espada, viendo sangre en la misma, pero lo peor, fue el reflejo en la hoja de esta, el reflejo que tanto había querido evitar, su cuerpo tembló, no pudo gesticular palabra alguna. Antes que nadie preguntara o hiciera nada más, extendió sus alas y salió volando de ahí, huyendo fuera de la ciudad, escondiéndose en las cavernas cristalinas cercanas.
Retrocedió en la misma mirando hacia la entrada, aun con la espada en alto, no traía su pulsera, la sostenía directamente con su casco, el ritmo de su corazón no descendía, su cuerpo seguía temblando y ella estaba lista para atacar cualquier cosa que se acercara.
-Tardaste en venir. – le dijo una voz.
Amatista volteó la mirada, encontrándose con la pared cristalina del lugar, con el reflejo de una ensangrentada pegaso, sin pensarlo demasiado se lanzo contra el muro golpeándolo repetidas veces con la espada. Todo mientras repetía "Largo" una y otra vez, pero su reflejo no desapareció, se quedo observándola.
-¿Largo? ¿Por qué me iría?
-¡Porque eres un monstruo! ¡Mataste demasiados inocentes! ¡Solo tenias que asegurar la campiña! ¡Pero tu y tus ordenes causaron mas muerte que nada en la guerra! No te quiero cerca de mí… - sentenció Amatista.
-¿No me quieres cerca de ti? Pero, Amatista, soy tú.
La pegaso volvió a alzar la mirada encontrándose nuevamente con su reflejo, sintiendo un fuerte pánico contra el mismo.
-Todo lo que dices, lo hiciste tu, esta sangre, esta en tus cascos, tu fuiste la artífice, la artista.
-¡No! – sentenció Amatista volviendo a atacar al muro.
Cerca de veinte espadazos soltó contra el mismo, antes de detenerse en el momento que la hoja del sable se partiera en dos quedándose una mitad del mismo atorada en el hielo, viendo que sus ataques no habían hecho desaparecer su reflejo, salió corriendo cueva adentro, soltando el resto de su sable. Pero, en una caverna hecha de cristal inevitablemente cuando se detuvo, se topó de nuevo con su reflejo que le dijo:
-Ay Amatista incrédula, aprendiendo una lección de potrillos, no puedes escapar de tu reflejo, de tu sombra, no puedes huir de ti misma.
-¡Cállate! ¡Cállate! – sentenció la pegaso desenfundando la pistola de chispa que traía en el uniforme y apuntando al muro.
Sin embargo, cuando lo hizo, no vio más que a una pegaso asustada, apuntándole con una pistola, su reflejo inalterado. Peor que aquella aparición que representara su culpa, su pecado, era verse a sí misma, pues en ese momento, sin poder culpar a nadie, sin tener nada a que apuntar toda su rabia toda su frustración, la pegaso se quebró.
Murmuro para si misma una y otra ves "Yo lo hice" mientras su casco lentamente movía el cañón del arma, hasta que este estuvo contra su cabeza. una última vez vio su reflejo, el cual no había dejado de apuntar el arma hacia ella, pero nuevamente, era su reflejo distorsionado, con los recuerdos de como lucia ella, después de cada masacre. Un disparo fue lo ultimo que se escucho en aquella cueva, no tomó demasiado antes de que el cuerpo fuera encontrado.
Cozy al enterarse hizo todos los arreglos con Crystalia, para que Amatista fuera enterrada en el campo de honor…
La Emperatriz.
Otro día más terminaba, yo junto a toda la corte me retiraba del salón del trono, era hora de la cena, era corazones cálidos y nuevamente había razones para celebrar en el imperio, además el palacio estaba lleno de invitados, incluso changelings y Jacks habían asistido. Me desvié al balcón del palacio, observando desde ahí la ciudad, Janina quien me vio, siguió mi paso posicionándose junto a mí y preguntando con su habitual sonrisa:
-¿Sucede algo?
-No, solo quería respirar un poco. – respondí volteando mi mirada hacía ella, percatándome de lo radiante que se veía, casi no reconocía a la Janina que era cuando la conocí.
El puesto de Janina como Emperatriz consorte también paso, mientras yo tuviera el título, ella lo tendría, sin embargo, contrario al mío el de ella solo era honorifico, podía controlar algunas cosas y actuar como mi consejera, pero directamente no podía manipular nada del gobierno. Pero fuera de eso, ahora ella sonreía más, su pelaje estaba cuidado, su crin igual se veía más arreglada y brillante, pero supongo que lo que la hacía ver tan distinto, era la felicidad que ahora relucía en ella.
Al notar que estaba perdida en su rostro se ruborizo un poco volteando la mirada al cielo y diciendo:
-Estas muy atenta.
-Perdona, es solo que, hemos cambiado tanto… ojalá Ópalo y Angelina pudieran ver lo lejos que llegamos.
-Estoy segura que lo saben, donde quiera que estén, ven vamos a cenar. – terminó Janina.
Asentí y regresamos adentro, mientras pensaba todo lo que habíamos logrado: levantar el imperio no había sido fácil, pero ahora finalizado el segundo año de firmada la paz nos llegaría el segundo pago por parte de Equestria, con los Hipogrifos y grifos tuvimos que firmar la paz por separado, si bien también nos mandaban un pequeño impuesto por los próximos dos años, por reparaciones de guerra, sus consecuencias no eran ni cercanas a las de equestria. En cuanto a los dragones, estaban bloqueados comercialmente, no solo por parte del imperio si no de Equestria y los Grifos, que temían las palabras de estos antes de abandonarles en su campaña. Considerando que podrían tomar represalias también contra el imperio, apoye el bloqueo con unos cuantos barcos y aeronaves.
En mi corto periodo de gobierno ya veía un alza en las ganancias, la reconstrucción de la ciudad continuaba, pero ya se veía mucho mejor que saliendo de la guerra. Los pueblos, comenzaron a renacer, incluso los que fueron saqueados, los ponis comenzaban a volver a los mismos, reconstruyendo. Había cumplido, no solo con mi promesa hacía el corazón, también hacía todos los que en mi camino creyeron en mí, incluso a esos pocos que cuando estaba en el orfanato, creyeron. Había limpiado mi nombre, había encontrado amistad, había encontrado amor, en muchas formas y eso era lo más importante.
El resto de la noche despeje la mente de preocupaciones y celebre, con Janina, Sergei, Morfea, Crystalia, Thorax, Tiara, Trixie, Starlight, sin contar el resto de los invitados políticos que, por una noche, olvidaban la política. Se venían buenos tiempos para el imperio, yo sabía que sí.
El amanecer de una Era.
La época dorada de Equestria había llegado a su fin, los tratados de paz eran frágiles y la estabilidad del mundo ya no podría volver a ser la misma. Las alas de Equestria habían sido rotas, su poder se había reducido considerablemente, el principado había adquirido terribles deudas y su frontera sur seguía bajo ataque constante. La presión sobre el reinado de Twilight, era grande y solo el tiempo diría si seria capaz de aguantar el próximo milenio o se extinguiría el fuego de Equestria.
Para el imperio, la gloria de antaño parecía regresar, su economía iba en crecimiento, sus fronteras se habían recuperado y su apertura a la diplomacia era positiva. El centro del poder había pasado de estar en Canterlot a estar en la ciudad de cristal, la única pregunta sería ¿Cuánto tiempo podría mantener este estatus Cozy Glow? Nuevamente solo el tiempo podría decirlo
Así teniendo un cambio en los poderes del mundo, nacientes naciones, nuevos desafíos y nuevos peligros, la nueva era había llegado.
