Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 5
Edward
Después de pasar una Navidad increíble junto a mi hija y su madre. La realidad me azotó cuando llegó la nochevieja y ellas decidieron pasar la última noche del año en compañía de unos amigos de Bella. Dejándome como opción, dormir temprano.
Enero pasó sin complicaciones y con entrenamiento para kai, como cariñosamente le llamábamos. Mel decía que era tener un bebé en casa y para ella era sumamente agradable. Aunque Bella no tuvo la misma opinión, pues varias veces mencionó que le tocaba desvelarse con el cachorro.
Febrero renovó esperanzas cuando los árboles se empezaron a tornar verdes brillantes. Con ello mi ansiedad por acercarme a Bella creció.
Estaba volviéndome loco por iniciar una amistad con la madre de mi hija y cualquier pretexto por el momento parecía funcionar. Así que kai era la ficha perfecta para dar el primer paso.
Empecé enviándole mensajes de textos cada mañana preguntando por el cachorro y ella respondía siempre amable, sin embargo, luego de días no era suficiente.
También estaban las tardes de gimnasio. Seguía observando su llegada puntual a sus clases de zumba al lado de su amiga Irina, pero también notaba que ese tipejo adolescente no paraba de molestarla. Era obvio que pretendía llamar su atención y de la peor manera que era haciéndose el gracioso con ella.
Pensé que podía pasarlo por alto hasta que un mal día llegó.
Llevaba cerca de cuarenta minutos corriendo en la caminadora, transpirado y con mis audífonos puestos cuando fui testigo cómo ese tipo dejó un manotazo en el trasero de Bella.
No pude soportarlo más…
— ¿¡Qué demonios te pasa!? —Bella lo empujó sin lograr moverlo.
El tipo rio cínicamente junto a sus amigos mientras Irina sostenía a Bella tratando de alejarla de todos.
Apenas llegué y mi puño fue directamente al rostro de ese cretino.
— ¡No vuelvas a tocarla! —advertí, sin contener las ganas de zarandear su cuerpo y volver a estrellar mi puño comprobando que mis nudillos tenían sangre.
— ¡¿Qué te pasa imbécil?! —Exclamó lanzándome un puñetazo que supe esquivar muy bien—. ¿Te la estás cogiendo o qué?
No me contuve. Me fui sobre él, con puños y patadas. Quería hacerle pagar por haberla tocado.
Alguien me sostuvo. No supe quienes eran, pero me arrastraron hacia la salida mientras Bella gritaba que me dejaran en paz. Nos habían echado fuera del gimnasio.
— Edward, ¿estás bien? —Bella se escuchaba realmente preocupada y con manos temblorosas acunó mi rostro, estaba tan cerca de mí que podía respirar su aliento. Sin pensarlo rodeé su cintura y la atraje hacia mi cuerpo.
Por la adrenalina del momento no me percate que el maldito adolescente había golpeado mi pómulo y ahora mismo me ardía el rostro.
— Estoy bien —la tranquilice—. Lo único, es que parece que nos han expulsado del gimnasio.
— Eso no importa —me abrazó. Ella rodeó mi torso y se aferró con fuerza a mi cuerpo, era su manera de reconfortarme y realmente lo necesitaba antes de ir a buscar de nuevo a ese imbécil.
Exhalé.
Disimuladamente dejé un beso en sus cabellos. Fue cuando desvié la mirada y noté a Irina estudiando nuestras reacciones con atención, ella sonrió al verse descubierta y sacudió su palma despidiéndose, yéndose a su auto.
»No te hubieras metido, Edward. Bien podía arreglármelas sola —murmuró—, no me gustaría que te hagas de enemigos a causa mía.
Mis manos sujetaron suavemente su rostro y la hice mirarme.
— Bella, no puedo dejar pasar que te faltan al respeto, ese estúpido se propasó contigo. Quiso hacer alarde frente a sus amigos que podría tocarte, ¿te das cuenta? Te acosó. Ni a ti, ni a ninguna otra mujer debería pasarles nunca, pero en especial a Melody y a ti.
— Sé de lo que hablas, simplemente no quiero que tengas algún tipo de problema por mi culpa. Yo… —apretó sus párpados un momento antes de verme fijamente— sé lidiar con esto, creo me he hecho experta en defenderme.
— ¿Qué quieres decir?
Estaba por entrar en un maldito ataque de nervios al pensar que ella lo viera tan normal, cómo si ella…
— Soy madre soltera —articuló con una leve sonrisa en sus labios. Ella estaba queriendo restar importancia, podía adivinar su intención—. Con los años he aprendido a detectar tipejos de esa calaña y prefiero alejarme, solo que ahora pensé que al no darle pie a sus idioteces sería suficiente para que mantuviera sus manos quietas.
— ¿Te han molestado antes?
Mordisqueó su labio inferior.
— Solo te diré que la peor época fue cuando estuve en mis veintes —reveló.
Estaba por contarme más cuando personal del gimnasio se acercó a nosotros[…] Después de hora y media de dialogar y explicar por más de cinco veces lo que había ocurrido, nos permitieron seguir en el gimnasio y el tipo, llamado Jacob Black quedó expulsado del lugar por acosador. Resultó ser que Bella no era la única mujer que él molestaba, había más chicas que tenían quejas de él.
Bella
Último día de trabajo. Eso traía marzo, las necesarias vacaciones de primavera.
Una semana completa en casa, lo cual hubiese aprovechado para dormir de no haber aceptado ir a la boda de Jasper en Florida.
— Bella, últimamente estás más distraída que de costumbre.
La voz de Angela me hizo mirarla. Le aplaudí entusiasta al verla sentarse junto a mí. Era jueves, y como cada jueves lo pasábamos en el karaoke después de salir de la escuela.
Ella rodó los ojos mientras nuestra compañera de recepción, Mary, tomaba el micrófono y se ponía a entonar con su mejor voz: Just give me a reason.
— Debe ser por Edward —aseguró Betty, la bibliotecaria. Una dulce anciana que estaba por jubilarse.
— Es obvio que ese hombre te está rondando, Bella —dijo Hope, de contraloría. Una mujer de cincuenta y seis años, viuda y llena de problemas con sus tres hijos.
Hope en un tiempo intentó emparejarme con uno de sus hijos por varios meses, me programó una cita a ciegas. Al día siguiente en la oficina le di las gracias, pero no podía aceptar a un tipo que a sus treinta y tres años dependiera económicamente de su madre.
— También lo creo —aseveró Angela—. No por gusto va cuatro veces a la semana a la escuela con cualquier pretexto.
— Les cuento que el otro día fue para efectuar el pago de un libro de Melody, que bien pudo pagar en línea —expuso Betty con una risita.
Sonreí antes sus risas espontáneas. Ellas eran mis amigas, personas de la tercera edad que me habían acogido con cariño desde hace más de diez años que llegué a trabajar a la escuela secundaria. Personas que estaban conmigo y que me habían sabido guiar en todos estos años.
Estaba convencida que si no fuese por ellas, posiblemente mi vida sería otra.
— En serio —les dije—: ¿creen que Edward tenga interés por mí?
Angela llevó una mano a mi hombro y me dio un suave apretón.
— Aquí lo importante es saber, ¿qué sientes tú por él? —preguntó ella.
Mis hombros se hundieron al poyar los codos en la mesa. No era tonta, era obvio que me daba cuenta que le gustaba, podía sentirlo en su mirada. Solo que no entendía porqué cada que se acercaba huía. ¿A qué le tenía miedo?
Me aclaré la garganta al darme cuenta que me miraban expectantes.
— No sé —murmuré— tengo entendido que Edward terminó con su novia desde hace meses solo que…
— ¿Te gusta o no? —Indagó Hope.
— No. Es decir, no sé bien, creo que sí —confesé.
— Entonces —dijo Betty llevando una mano temblorosa a la mía— déjate conquistar. Por primera vez atrévete a sentir, sobre todo, a vivir un amor. No te quedes con el dilema de qué hubiera pasado, no. Eres joven, bonita y una chica buena que merece tener un buen hombre a su lado.
Les sonreí.
— Tengo miedo de asistir a esa fiesta —confesé—. Me he sentido muy nerviosa por saber que todos los Cullen estarán reunidos. Pero no es a ellos a quienes temo, sino a él.
— ¿Por qué? —preguntó Betty.
— Porque se dará cuenta que me gusta —reconocí con una media sonrisa.
— Mejor aún —articuló Angela—. Nuestra niña va a la batalla y saldrá vencedora.
Empezaron a aplaudir haciéndome reír.
— Muéstranos el vestido, Bells —pidió Mary al llegar a la mesa.
Todas se acercaron y vieron el vestido en la pantalla del celular: un vestido corte sirena con pedrería en color dorado. Era lo que usaría para la dichosa boda.
.
Me sentí extraña.
Estaba rodeada por los Cullen, que por ende eran la familia de mi hija. Saludé a los padres de Edward, traté de que todo se mantuviera en un saludo cordial y educado sin ahondar en ninguna conversación en especial. También abracé con cariño a sus hermanos teniendo breves conversaciones triviales, fui agradable con alguno que otro familiar de ellos cuando amablemente se acercaron a saludarme.
Aunado a eso. No era parte de esa familia y educadamente rechacé la oferta de sentarme en donde ellos compartían. Elegí una mesa, la más alejada de todos y estuve de espectadora. Miré con gran emoción el primer baile de los novios, el lanzamiento del bouquet y el liguero que se disputaron los hombres solteros. Después de un rato me animé a bailar junto a Mel.
Necesitaba que ella no me dejara sola, era como si me sintiera indefensa ante todos, quizá vulnerable y eso me causaba ansiedad. Sin embargo, después de meditar, comprendí que no podía ser tan cobarde y escudarme en mi hija. Suspiré cuando ella terminó escabulléndose con algunos chicos de su edad y salió hacia la playa.
Respiré hondo y me mantuve viendo hacia la pista de baile, hacia cualquier lugar que me evitara ver hacia donde él estaba con sus amigos. Fallé algunas veces, no lo negaba. Rápidamente dejé de verlo y me centré en el celular como si fuera la cosa más importante de mi vida. Estuve tonteando, perdiendo el tiempo por más de media hora con mis ojos clavados en la pantalla.
Pero hubo una vez que nuestras miradas coincidieron tan perfectamente que todo cambió, fue una especie de burbuja electrizante en la que ambos conectamos.
No existía nadie más, solo nosotros. Dos viejos conocidos que marcaron sus destinos cuando aún eran adolescentes y que hoy en día compartían una hija.
Entonces, caminó hacia mí.
Mi corazón martilló de forma exagerada, incluso los vellos de mi piel se erizaron por la forma en qué sus ojos seguían sosteniendo mi mirada.
Mi estómago sintió un cosquilleo, uno muy leve, pero que fue capaz de hacerme sentir que estaba cayendo en un bucle de emociones desbordadas, eran nervios ante la expectativa de su acercamiento.
— ¿Necesitas algo? —Su voz fue profundamente cautivante.
Me paralicé en el momento que su mejilla rasposa cosquilló mi piel al hablarme al oído.
Tragué. Vergonzosamente mis manos estaban sudando.
— Un cargador —fue lo primero que vino a mi mente—; mi celular no tiene carga.
El hálito de su boca cosquilló mi piel haciéndome estremecer. ¿Cómo era posible que me hiciera sentir como una adolescente?
— Ven… —tiró de mi mano bajo la atenta mirada de su familia— en mi auto tengo uno.
Caminamos hasta el estacionamiento, sin soltar mi mano. Lejos del ruido y los ojos curiosos, su auto, un camaro amarillo, estaba estacionado en la parte final del extenso lugar, justo donde había menos iluminación.
Abrió el auto y se puso a trasculcar el interior.
Miré hacia todos lados por si alguien nos miraba, pero no. No había nadie.
Edward tardó cinco minutos, más o menos cuando se incorporó atrapandome entre su auto y sus brazos. Me sonrió y pude notar que estaba un poco ebrio, pues sus ojos lo decían, se veían un poco chispeantes. No estaba usando anteojos sino lentes de contacto. Le favorecían más a su rostro.
»Creo que no lo encuentro —murmuró acercándose—, pero podemos ir a mi habitación, me estoy hospedado en el hotel de la vuelta. Ven… —tiró de mi mano, sin embargo me resistí.
No entraría a su auto.
— ¿Qué celular usas? —pregunté.
Me mostró su iPhone y estuve a nada de rodar los ojos. ¿De dónde sacaría el cargador Android que necesitaba?
— Ven conmigo —insistió.
Juré que me erizó por completo la piel. Edward realmente me gustaba, tal vez siempre me gustó. Aunque no importaba qué tanto pudiera gustarme. Él quizá estaba confundiendo a la Bella que conoció en el pasado y simplemente ella no existía más, se desvaneció cuando tuve por primera vez a mi hija en brazos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Así que miré hacia otra dirección evitando que los estúpidos recuerdos invadieran mi mente. No iba a llorar, no lo haría delante de él.
Edward siguiendo insistiendo por ir a buscar el cargador alrededor de veinte minutos. Empezó a contarme una conversación sin sentido del porqué los cargadores de iPhone no eran buenos y que la compañía prefería desarrollar mejores celulares que elementos de carga.
— Estás un poco ebrio o quizás mucho —le dije—, creo que no deberías beber más.
Edward reculó tres pasos mientras se balanceaba de un lado a otro. Definitivamente estaba borracho.
— No es verdad. Además tú necesitas un cargador y yo quiero darte todo lo que necesites.
Me sonrió y se acercó volviendo a atraparme entre sus brazso, nuestras bocas quedaron a escasos centímetros. Ese solo acercamiento hizo que mi corazón bombeara con fuerza.
Llevaba años reprimiendo mis emociones y deseos, que hoy simplemente me estaba sintiendo superada.
— El cargador puede esperar —musité.
Sujetó mis hombros con sus grandes manos y sacudió su cabeza enérgicamente de un lado a otro haciéndome reír. Era tierno y gracioso verlo borracho.
— Te compraré diez cargadores y los pondremos en cualquier lugar para que siempre tengas uno a la mano, ya lo verás —prometió.
Soltó un suspiro y me recorrió con su mirada haciéndome sentir expuesta. Como si me estuviera desnudando con sus ojos. Instintivamente crucé mis brazos como manera de cubrirme.
»Esta noche estás particularmente hermosa, ese vestido te hace ver… —mordió su labio— muy bien. Anda —acunó mi rostro— vamos a mi habitación… ahí tengo un cargador, Bella.
Cerré los párpados al sentir su aliento bañar mi piel. Olía deliciosamente a vino.
Si fuera más valiente diría que sí, sin embargo, no lo era. Y no solo por mi cobardía sino que… él debía saber que se estaba equivocando conmigo.
— Deberíamos volver a la fiesta —propuse intentando dar un paso.
Él fácilmente me atrapó en sus brazos y rodeó mi cintura. Nuestros cuerpos estaban lo suficientemente cerca para sentir nuestros bordes; mi figura se moldeaba en la suya y viceversa.
Los roces de nuestros cuerpos estaban provocando un calor electrizante dentro de mí.
— Bella —murmuró con voz ronca muy cerca de la comisura de mis labios— por favor, yo…
Suspiré.
— Vayamos adentro —fui yo quien lo guió hacia adentro al tomar su mano.
Al entrar al salón pensé volver a mi lugar, lo más lejos de todos. Estaba por sentarme cuando no me dejó hacerlo y me llevó con él hacia la pista de baile.
— Baila, conmigo —pidió llevando sus manos a mi cintura, la cual apretó ligeramente antes de empezar a movernos tan lento.
Seguramente todos nos estaban viendo, nuestra hija, su familia. Intrigada, volteé hacía los lados buscando a Mel, ella no se miraba por ningún lado.
»Me gustaría hablar contigo —dijo de pronto. Lo miré, sus ojos estaban fijos en los míos y mantenía una sonrisa—. Por favor, Bella, mañana te espero en la piscina del hotel.
— ¿Para qué?
— Es necesario hablar de… nosotros. Te estaré esperando a las 10 am.
Sonreí y asentí.
Vamos Bella se valiente.
Antes que nada me disculpo por ayer no haber traído el capítulo. A veces se complica la vida cuando eres madre de niños pequeños, por esta misma razón tuve que recortar el capítulo de hoy.
Pasando a otro asunto, les diré que Bella tiene una razón del porqué no volvió a tener pareja, y porque prefiere cerrarse al amor, así como también el porqué prefiere convivir entre gente mayores que ella.
Infinitas gracias por todo el apoyo que me dan. Es de gran aliciente saber que agregan a favoritos la historia y dejan reviews.
En mi grupo dejo un corto adelanto cada martes, así como hoy dejé la imagen de una hermosa Bella luciendo su vestido que describe: link en el perfil.
Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: terewee, Rosemarie28, Peerla Salvatore Swan, jupy, marisolpattinson, Patty, catita1999, Andrea, NarMaVeg, cocoa blizzard, Diannita Robles, shuanime(bienvenida), ALBANIDIA, Dulce Carolina, miop, Cassandra Cantu, Maribel 1925, Elizabeth Marie Cullen, Adriana Molina, Lore562, Jane Bells, Gabby352, saku- 112, Antonella Masen, Torrespera172, Noriitha, Lily, Mapi13, saraipineda44, Estefania Rivera, Kasslpz, mony17, PaolaValencia, Lizdayanna, Adriana Ruiz, Cary, diana0426a, rociolujan, Lili Cullen-Swan, Adriu, Pepita GY, Flor McCarty-Cullen, mrs puff, rociolujan, Daniela y comentarios Guest.
Gracias totales por leer 💫
