Capítulo 13. Away from the safe harbor (Lejos de puerto seguro)

"Twenty years from now you will be more disappointed by the things that you didn't do, than by the ones you did do. So throw off the bowlines. Sail away from the safe harbor. Catch the trade winds in your sails. Explore. Dream. Discover".

- Mark Twain (1835 – 1910).

"Just make sure you love someone for who they are, not for who you want them to be".

- Unknown

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Charles mueve los dedos de su mano derecha con pesadez y un ligero suspiro de cansancio y contención. El bolígrafo yace en la mesa casi sin tinta después de firmar todo ese papeleo. El despacho radiante de nuevo. Luminoso y limpio. Casi. Sus manos en el centro del amplio escritorio de madera de roble. Documentos indistintos, diccionarios y libros en estudiado desorden a su alrededor.

Esparcidos después de horas de trabajo.

Charles Xavier se encuentra más tranquilo casi un mes después de esa mañana en Washington. Aún luchando contra el impulso de pedir el suero a Hank… de encontrar una de sus viejas botellas. Resiste las ganas. Los documentos para volver a abrir la escuela a medio rellenar. Rueda con su silla hacia la puerta del despacho después de un momento.

Fuera, detrás de los vidrios de las grandes ventanas de esa parte de la casa, aún faltan unas horas para el atardecer.

Una vez en la cocina saborea el café caliente, amargo y punzante. Casi una ironía dado que aún hay partes de su cuerpo que sienten el fantasma del peso del estadio… de los restos que Erik dejó caer. 'Y pese a todo…'. Casi se permitió un segundo de culpa al entrar en su mente para liberarse. Se pregunta por el significado del gesto… de la decisión de Erik de dejar atrás su casco, incapaz de ir más allá en su cabeza de lo estrictamente necesario.

Es todo tuyo, Charles – La voz de Raven en la memoria.

Le gustaría que al menos ella estuviera aquí. Ahora.

Se deja mecer un momento por la idea. Y se queda observando el cielo mientras oscurece, un rato, sin prisa. Querría enfocar estos recuerdos de otro modo... 'No. Hubiera preferido no tenerlos en absoluto'.

Duele y tomar el café de repente no parece tan buena idea... el alcohol le ha ayudado a olvidar muchas otras veces, toda la década anterior por completo. El suero... En el fondo también sabe que ya no es una opción.

La escuela, sacar adelante su proyecto, ayudar a los mutantes, aconsejar aquellas generaciones que lo van a necesitar, son ahora objetivos claros en los que se puede centrar.

El sol muere en este instante entre los árboles… en el exterior de Westchester de esta tarde de febrero. Por inercia, aunque no tanto por costumbre, a Charles se le ocurre prepararse a sí mismo algo para picar.

Pero aún no han cambiado la disposición de los platos, situados en un estante superior. Desde la silla no puede acceder a ellos.

Esa misma situación lo hubiera hundido once... diez años atrás. Dos meses antes...

De repente sólo está molesto por lo que de pronto le parece la súbita inconveniencia de tener que esperar o llamar la atención de Hank. Deberían pensar en cambiar la disposición de todo ello una vez más.

Con el tiempo, el maldito tiempo, va a rehacer su vida. Una escuela para abrir, una casa largamente desatendida durante años ahora por arreglar. La mansión que una vez estuvo llena del ardor gris de su infancia… del tener que crecer con un padrastro y un hermanastro en contra… y que después se vio inundada de los recuerdos de aquellas semanas de 1962… con los chicos y Erik. 'Quizás pronto esta casa pueda volver a llenarse de momentos significativos'. Después de la intervención de Raven, al fin y al cabo, puede que disfruten de una buena temporada de calma… sin la constante sobrevigilancia humana y sí quizás sin que Erik sienta la necesidad de volver a defenderlos con alguna acción contraproducente y precipitada... violenta.

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Alex vuelve a casa una semana después de ese día.

Sólo para saludar y traerle esperadas noticias de su hermana: una carta. Raven… Mística… está ahora en Europa. No cuenta sus motivos pero le asegura que no tiene que preocuparse. Ni por ella ni por nada que tenga relación con su viaje. "Tengo algo de tiempo libre que podría utilizar", bromea en el texto antes de anunciarle que muy pronto planea pasar por casa… sin fechas… ni expectativas de quedarse. En este punto eso es mucho más que suficiente para Charles: Después de todo, tienen mucho de lo que hablar.

Esta vez Charles va a respetar sus tiempos… su manera de decirle que su conexión no está rota para siempre.

Si algo sabe ya, además, es que en este instante Alex tampoco se va a quedar indefinidamente. 'Quizás lo haga más adelante…'. Se alegra al menos que Raven tenga quien esté dispuesto a unirse a ella… lejos – a la vez – del turbulento camino en el que se ha enfrascado Erik. 'Lo peor es entender sus motivos e igualmente ver hacia donde los ha llevado todo ello hasta el momento…'.

Charles no evita pensar tampoco en su propia culpa… en ese futuro en el que ninguna de sus dos maneras ha evitado todas esas muertes y la implacable guerra que allí ha acabado con todos ellos. 'Pese a que en este momento tenga esperanza y hayan esquivado ese destino, no pueden esperar un resultado muy distinto si repiten los mismos errores'.

La promesa hecha a Logan, el proyecto de la escuela, es el único pensamiento simple que persiste en su cabeza.

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La misma tarde de los hechos de Washington, en París, Anya cruza la mirada con Azazel un instante. Hay interés en el mutante mayor y también cierta diversión.

– ¿Así que es demasiado precipitado para ti? – Le suelta. Regocijándose en una idea que es totalmente desconocida para Anya. Que legítimamente incomoda a Remy.

La chica duda sólo un instante y después lo mira segura. – ¿Qué tiene esto que ver con mi tío? – Pregunta. – Esa vez… estabas… estabais allí por él…

'Así que es verdad que ella se acuerda de ese momento en Kiev…'. Azazel se debate entre la sensación de cansado hastío que siempre acompaña el recuerdo de esos años a las órdenes de Sebastian Shaw… y la hilaridad: 'Ni siquiera llegaron a encontrarse con Vasyl Kórsakov'.

– ¿Por qué no le haces esa pregunta a tu tío? – Formula. Quizás su próximo paso no concuerde con lo que sea que Emma haya planeado pero… por una vez está dispuesto a dejarse llevar por su propia curiosidad.

La visible incomodidad de LeBeau le convence aún más… Sin duda Emma no ha contemplado que podría haber más que un conveniente origen en esta chica. '¿Y qué van a decir en realidad los Kórsakov?' Conoce a ese tipo de hombres, la sola idea de sus caras al verle, es principalmente cómica.

'En realidad si Vasyl tiene dos dedos de frente y ha visto hoy la televisión…'.

Anya quiere respuestas y a Azazel algo le dice que si le permite ese último viaje a casa no habrá vuelta atrás ni necesidad de forzar ese paso. Esté Emma preparada o no, va a tener delante a Anya Lehnsherr muy muy pronto.

Elsa le está contando a su amiga que se queda en el aeropuerto para no dejar atrás a Alain. Remy observa a Azazel muy de cerca. 'Hay maneras más inmediatas que un coche para desplazarse de nuevo al centro de París'. El mutante rojo prácticamente mira a Anya preguntándole sin palabras si es que va a fiarse de ellos para este viaje.

Podría ser una trampa pero si lo fuera, llegados aquí, Anya tampoco tendría manera de evitarla. Es por eso que Remy LeBeau nota su estomago revolverse.

Azazel extiende la mano a la mocosa.

Y están en su puerta casi al mismo tiempo.

– Oh, Dios… – Por un momento Anya cree que podría vomitar. El efecto de la teletransportación haciendo mella.

Un silencio ensordecedor justo después.

La puerta del piso en el que ha vivido los últimos años está abierta y no hay ningún ruido llegando des del interior.

El recibidor está vació y no hay movimiento en el comedor. Anya sube las escaleras hacia la única luz que hay en la casa… en la salita del piso superior.

Inmensas estanterías de libros situadas en el fondo y la tele extrañamente abierta. Un vaso de licor vacío y líquido sobre un diario con fecha de ayer. Como si Vasyl o Oleg... seguramente Vasyl dado que su padre adoptivo no es un hombre ni de licores ni televisiones, hubieran estado allí y de repente hubieran tenido que irse.

Por un instante, entonces, busca la mirada de Remy LeBeau esperando a su espalda… pero sólo encuentra a Azazel en lo alto de la escalera, el rostro ilegible. Remy ni siquiera ha entrado con ellos al piso.

A Anya se le ocurre que esto – la sala vacía de esta manera – era algo que el mutante rojo ya esperaba. 'Es como si Vasyl hubiera tenido motivos para irse con prisas en algún momento…'.

Hay un grito ahogado y un murmullo ininteligible un segundo después. En ruso. Oleg saliendo a oscuras del despacho de Vasyl… su mirada entre Azazel y Anya. 'No como si Azazel fuera una sorpresa…'. Más bien como si el hombre no esperara por nada del mundo a ninguno de los dos: Como si la presencia de la misma Anya le desconcertara más que cualquier otra cosa.

– Hola.

– Hola.

Silencio.

Al menos una pregunta y media docena de dudas enredadas en la garganta de Anya.

– ¿Dónde está Vasyl?

– Le ha salido un trabajo.

Pero su tío hace años que no acepta un trabajo que provoque ese tono de voz grave en su hermano mayor. No tan de repente.

Anya observa al hombre que le ha hecho de padre. La situación es extraña… irreal. Azazel a su espalda.

No entiende por qué… ¿Por qué Oleg no está preguntando histéricamente que hace el diablo allí… en casa?. Así es como lo llamó esa vez…

Se supone que su presencia aquí y ahora debería sorprenderle. Asustarle.

Aunque parecía lo suficientemente asustado al salir del despacho… y verla. A ella que vive en este lugar. Que no debería estar en ningún otro sitio.

Oleg Kórsakov aparenta incluso aliviado después de un momento. Algo en ello está terriblemente mal… pero la chica no puede decir qué.

Anya tiene de repente la intención de hablar… pero se da cuenta que en realidad su padre lleva en las manos una vieja fotografía de Nastasya… y después la mira como si a ella no hubiera esperado verla nunca más.

– Hay una mujer. Una tal Emma Frost. Parece querer saber de mi… o de nosotros – Dice Anya. Porque esta vez tiene casi la total seguridad que tiene que ser la misma mujer que acompañaba ese extraño grupo esa vez… en Kiev.

Nunca tuvo la sensación que aquello tenía algo que ver con ella. Y aún así… Toma la foto que Oleg acaba de dejar en la mesa desordenada de centro y le mira otra vez, casi suplicando.

Después de un momento, continua: – Podría no haber un motivo ¿verdad? Nada que tenga que ver con… quizás sólo es algo que hizo Vasyl, que yo sea como ellos no tiene porque… – El silencio de Oleg, ahora con la mirada perdida en ningún punto en concreto de la pared, sólo consigue helarle la sangre – Di algo.

– No tengo nada que decir.

Observar en ese momento a Azazel, cierto aire divertido en sus ojos que no llega a su boca, le hace querer gritar, algo que nadie ha hecho nunca en esa casa llena más de silencios incómodos y miradas veladas que otra cosa. El tacto de la foto en sus manos, la imagen de Nastasya, la para.

– Necesito una respuesta, y si tengo que jugar a lo que sea que quiere ella de mi, entonces voy a pasar por ello hasta obtenerla – Aunque sosegadas sus palabras suenan más duras, más decididas, de lo que nunca ha pretendido. 'Si tengo que jugar...'. La chica tiene la impresión de haber escuchado esa misma frase antes pero no sabe dónde fue. 'Piensa que quizás es algo que una vez escuchó a su tío…'.

Después de todo… es eso… o empezar a implorar abiertamente una explicación razonable.

Hay un resoplido en Azazel. Y el camino que sigue la mirada de Oleg, que va de ella al mutante en la escalera, es aún más descorazonador.

Puede que nunca fuera normal que hubieran existido dos historias distintas sobre su origen en su infancia. O puede que en ese punto eso sea sólo una casualidad.

Que no tenga nada que ver, que simplemente esté buscando más gente como ellos.

– Cree lo que quieras…

Su padre adoptivo ni siquiera cambia el tono de su voz.

Es la misma actitud pasiva y nada amistosa que Oleg ha tenido con ella toda su vida.

Es horrible y vuelve a buscar pero no encuentra el valor para gritar. En instantes así siempre tuvo la sensación que el problema estaba en ella… y siempre estuvo Vasyl para calmar los ánimos y buscar una explicación fácil a la decidida animadversión que a veces la muchacha despierta en Oleg.

Nunca importó si en ese tipo de situación nunca hizo a priori nada más execrable que pasar por la puerta.

Últimamente todo parecía distinto. 'Casi podría haber olvidado lo indefensa que antes de París siempre se sintió bajo la mirada de Oleg…'.

Es como haber regresado a Ucrania y le dan ganas de girarse y no volver jamás a esa casa. 'Pero ella nunca ha reaccionado así antes a este tipo de trato. No de una forma tan directa'.

– ¿No vas a decirme dónde está Vasyl al menos? –.

– Vasyl es un cobarde – Oleg no añade nada más. Simplemente se gira y sigue su camino. Para sorpresa de Anya incluso pasando por delante de Azazel, a escasos pasos del mutante que hasta ahora ocupaba la parte alta de la escalera. Menciona algo más pero la chica ni siquiera llega a escucharle.

– ¿Perdona?

– Llévate la foto… al menos piensa en tu madre – Dice secamente refiriéndose a Nastasya. 'Anya se pregunta en qué momento Oleg dio por hecho que se iría… ¿o fue el mismo Vasyl?'. ¿Y dónde está Vasyl?

La voz de Azazel viene después.

– ¿Nos vamos, entonces?

Anya sigue sin quitarse de la cabeza a su tío y su extraña desaparición… pero al final sólo deja una nota para Elsa… 'Como hacían los primeros años… cuando Anya en vez de en su cuarto en la facultad estaba en casa y Oleg no apreciaba las visitas: un texto envuelto en un sobre, cuidadosamente escondido en un hueco exterior de la puerta de la tienda de Mademoiselle Camille'.

Le dice a su amiga que va a estar sólo unos días fuera.

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Ese enero de 1973 las temperaturas de invierno no resultan muy diferentes en Nueva Orleans que en París.

Anya sin embargo es incapaz de notar la temperatura exterior u otra cosa que no sea la mirada cavilante de Emma sobre su figura.

Sin duda no es lo que esta mujer ha estado esperando.

Cuando piensa en todas las cosas que pueden lograr si acaban con Essex, Frost no puede evitar sonreír… y esto… esto otro ahora es un inconveniente. 'Aunque el nuevo giro de los acontecimientos también le parece interesante… ¿y en el fondo no es lo que ella misma pareció sugerir a Azazel?'. Tiene contactos para lo demás, por supuesto. Lo cual va a ayudar… pero nunca sobra poseer información delicada que otro desconoce… sobre todo si dispone de ello en la palma de su mano.

Al final sus logros van a ser consecuencia de su voluntad de liderar esto sola y de su visión. De los múltiples pasos que han dado para acercarse a Nathaniel Essex en los últimos tiempos. Puede que con la detención de Trask tengan, sin embargo, que esperar… 'Casi lamenta que el engorroso humano esté ahora en la cárcel'.

…Al maldito doctor Siniestro se le han acabado los trabajos en laboratorios oficiales por un tiempo… y va a proteger más los que no. Eso va a hacer que tarden más tiempo a pulir su plan.

Hay lugares por los que pueden comenzar a buscar. Así que, de todos modos y por ese instante, Emma se puede permitir que su venganza al respecto de Essex no sea exactamente lo primero.

Sonríe. Y mira a la chica de arriba abajo… otra vez.

– Estoy contenta de tenerte aquí, Anya. Pero ¿Qué te hace pensar que podría explicarte algo que no sepas? Creo que nuestro apreciado Remy ha sido bastante claro… todos, todos nosotros somos mutantes y me interesa contactar con aquellos que puedan ayudarme a… bueno… – Emma considera que hablar de venganzas no tiene ningún sentido… no con el tren de pensamientos que está siguiendo la chica que tiene delante: –… soy bastante menos optimista al respecto de lo que estoy escuchando y viendo en los medios de comunicación hasta ahora – Dice simplemente.

Anya Kórsakova no esperaba tener la verdad de inmediato… pero sí quizás… adivinar algo de ella. 'Más ahora, después de lo que sea que haya sido esa charla con Oleg…'.

Sus estudios, su libro, su trabajo… es algo que de pronto no sabe cómo podría afrontar de vuelta a París.

– Entonces… ¿Qué querías que hiciera aquí? – Ni siquiera es educada al preguntar. Aunque no puede evitar notar una vez más la mirada preocupada, y a la vez exasperada, de LeBeau… que se encuentra aún un poco más allá.

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Erik repasa la leve infección de su herida en un cuarto pobremente cuidado de un motel.

Porque la verdad es que un mes después de ese día, aún no ha conseguido conciliar muchos de sus principales pensamientos al respecto.

Los titulares de los periódicos aún defienden a Raven… la mayoría al menos. También los programas políticos de televisión y radio. Pero pronto, muy pronto, van a encontrar otra manera de condenarles… de condenar a todos los mutantes por una acción puntual… o simplemente de despreciarles. Va a pasar en cuanto los colaboradores de Nixon dejen de estar interesados en mantener esa historia en el recuerdo general.

Está convencido de ello y ni por un instante cree que su actitud sea puro arrepentimiento.

Más bien esa es la mejor opción del gobierno para evitar que el foco de atención se centre en lo que los robots, a los que dio luz verde el mismísimo presidente, pudieron haber provocado… lo que él pudo haber hecho.

Las víctimas civiles que podrían haber habido en la capital del país.

La calma no va a durar para siempre.

No tiene los recursos para reunir de entrada a muchos mutantes pero, una vez que pueda hablar con algunos de ellos, Erik sabrá cómo empezar de nuevo.

En París ya se dijo que no necesitaba ni quería la ayuda de nadie, no sí antes tenía que convertirse en el líder que necesitaba su pueblo. 'Entonces nadie más iba a poder hacerlo… dado que el único que también podría, Charles Xavier, no entiende la necesidad de ello… no a través de una acción incontestable como la que en ese instante era necesaria'.

Convencer a Charles ni siquiera fue una opción ese día… Menos después que Erik se convenciera que en ese momento asesinar a Mística era la única salida. Erik se dice que no va a dar un nuevo paso en falso esta vez… pero tampoco va a titubear si es necesario.

En el futuro va a volver a tener claro cómo actuar cuando actuar sea inevitable.

Y mientras tanto, va a poder esperar. 'Buscar un segundo plano donde pasar desapercibido unos meses… menos tiempo si pasa algo antes'. Quizás más… si temporalmente los humanos permiten a Charles Xavier y a su escuela esa falsa sensación de seguridad.

Los recuerdos del avión, los gritos, la paz momentánea… la madrugada en París… de algún modo siempre duele. La extraña huella del breve momento en el que Charles se hizo cargo de su mente. La idea que Charles Xavier también odió dar ese paso.

Erik Lehnsherr puede vivir con ello pese a todo.

El mismo Charles que con vehemencia le aseguró que jamás volvería a meterse en su cabeza… acabó contradiciéndose horas después. Sabe, eso sí, que Charles no llegó a detestar tener que tomar esa precisa medida solamente porque con ella estuviera contradiciéndose. 'Sino porque nunca hubiera querido usar su poder así con Erik, menos hacerse cargo de su voluntad aunque fuera por un infame segundo'.

Erik sólo se reprocha a sí mismo no haber pensado antes en la posibilidad de un Charles limitado de movimientos, en silla de ruedas, tirado en ese lugar.

Creyó que el telépata tarde o temprano iba a volver a tomar el control de su poder, sí… pero incluso confiando en eso, Erik menospreció la fuerza de voluntad del otro hombre en caso de necesidad…, en caso que apremiase la urgencia de proteger a otros según su creencia.

Lehnsherr no ha reflexionado al respecto de todas las implicaciones de ese momento – Charles invadiendo su cabeza – hasta después. Ahora sabe que fue vulnerable… con otro conduciendo su mente, su sistema motriz… aunque fuera para liberarse.

'Por eso el sentido común le dice que tendría que haber hecho algo para recuperar su casco y nunca más dejarlo…'. Pero Erik lo dejó allí, en lo que supone fue un gesto de paz para con Charles Xavier.

Quizás una oportunidad para volver a contactar cuando las heridas sanen, si es que eso es remotamente posible.

Es confuso.

No se llevó el casco con él y no tiene pensado usar otro en esta nueva etapa. De todos modos esta libertad, después de tantos años encerrado, parece sólo momentánea. Seguramente, en ese mismo instante, agentes del gobierno estén buscándolo... 'Quizás incluso va a tener que irse de Estados Unidos por un tiempo', reflexiona entre el pasado y el presente.

Aún no está muy convencido de cuál va a ser el futuro, su futuro, más inmediato.

Hay una ligera satisfacción en el fondo de su mente: acerca de este tiempo de tregua para con Charles y aquellos que lo rodean… la idea que no van a tener que enfrontarse mañana, es un alivio a medias, menguado de algún modo por el efecto de saber que eso no va a ser exclusivamente mérito de los dos… sino de la distancia forzada a la que puede que sea la mejor opción optar.

Erik se dice igualmente a sí mismo que va a ser una buena noticia para el profesor no tener nadie que por ahora empañe – porque ese está seguro que es el próximo paso de Charles – la reapertura de su escuela.

'Pese a estar en el país, cosa que seguramente no va a ser así, tampoco competiría con él por reunir al mismo tipo de jóvenes y no tan jóvenes mutantes…', piensa. Hay niños que necesitan a Xavier, jóvenes a los que la escuela de Charles puede hacer bien.

Ya hay otros que han visto demasiado en las calles o en sus casas para no querer estar allí… que prefieren ayudar a Magneto en su cruzada.

Si es honesto consigo mismo un minuto más: se pregunta cuál es ahora el plan de Mística. Porque puede que ésta no vuelva inmediatamente a su hermano… y que no vaya a buscarle a él.

No sabe hasta qué punto Raven puede llegar a interponerse en sus planes; no cuando ocurra algo que le obligue a tomar decisiones que no van a gustar a aquellos que se conformen con migajas de pan… a aquellos que no estén dispuestos a todo en la lucha por el reconocimiento sin condiciones de los suyos.

¿Lo está ella?

De momento, el líder de la Hermandad se permite esperar. Desaparecer.

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Nueva Orleans, ese febrero.

– Entonces… ¿En qué podría ser útil?

Emma Frost la mira un instante atentamente.

De diferente manera, sí. Pero las dos saben que están jugando a algo en ese lugar. 'Emma no se permite echarla porque en este momento más que nunca… no sabe si va a necesitar en el futuro a un Erik más que desaparecido: Oh, ese pequeño secreto suyo, puede ayudarla de muchas maneras'. Y de todas formas… no es en este día que pueda hacer nada con ella.

Enviarla de vuelta a París sería arriesgarse a perderle la pista.

Pero nadie ha dicho nada de no poder jugar la carta de persona preocupada por su presencia aquí. Emma incluso le sugiere volver.

Las dos saben que no va a hacerlo… aunque probablemente Azazel no pondría problemas a acompañarla sólo para comprobar – ni que fuera de entrada – la reacción de la telépata.

Emma simplemente la pone a cargo de Remy LeBeau y no contesta la pregunta. No le da ninguna instrucción.

Hasta que Dukes dice dos palabras y media sobre su plan más inminente… donde esperan dar el golpe que les va a permitir cortar una de las últimas fuentes de recursos de Essex. Y Anya, aunque nunca ha estado allí, y no pregunta el cómo ni el por qué, parece conocer extraordinariamente, a través de lecturas y libros y una ligera noción del idioma, esa zona de Italia y sus circunstancias…

Es una zona tranquila pero montañosa, geográficamente accidentada, que aún reivindica su pasado austríaco. Culturalmente diversa. Cualquiera con conexiones podría pasar desapercibido…

Emma se muestra escéptica y deja que sea Azazel quien la escuche a fondo. 'La muchacha está convencida que de algún modo así está retando a Emma y su silencio'.

Esto no debería poder servir para que se creara un profundo respeto entre la mocosa y Azazel.

No tienes porque quedarte. Ahora ya sabes que ella no quiere nada – Intenta convencerla Remy una noche delante de lo que se supone que es la habitación (oscura y desordenada) que le ha adjudicado Frost.

No. Ahora sólo sé que tiene planes al respecto.

Estás dejándote llevar por algo que puede que no sepas parar – Sentencia éste amargamente mientras intenta entender cómo es que han llegado hasta aquí después que pareciera estar seguro que esta chica no iba a encajar fuera de su lugar seguro en París.

No sé si quiero que esto, lo que sea que es, pare. No sin saber por qué la sola mención de mutantes por la tele fue suficiente para que Vasyl huyera – Le responde Anya.

La sensación extraña aumentada por la rara pasividad de Emma.

El último recuerdo de París en la raíz de su tozudez para quedarse en este lugar.

En la puerta del piso que ha sido su casa todos estos años, los ojos de Remy clavados en ella.

¿De verdad vas a hacer esto? ¿Y tus libros… y tu… tus cosas?

¿En cuántos de mis libros crees que sale alguna explicación para… – Se mira las manos y luego a la figura de Azazel que está esperando que le den la mano –… para esto que somos? Miles de historias de centenares de años… y nada… nada que hable de algo así.

Gambit no sabe qué más decir.

Piensa en preguntarle qué es exactamente lo que dejó escrito a sus amigos en ese último mensaje. Convencido realmente que no ha podido pasar por la cabeza de Anya dejarlos atrás. Pero no lo hace.

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Trento (Italia), principios de abril de 1973

Caminan por las callejuelas de un pueblo situado entre montañas altísimas, cerca de Trento, a las puertas de los alpes italianos. Remy y Toad llevan gafas de sol y la ven doblar la esquina antes de reconocerles, el cabello más largo que hace dos meses, camisa y tejanos. No ven a Azazel pero saben que hasta aquí la ha traído él. La chica los mira y avanza.

Remy sigue preguntándose a esas alturas si Anya está jugando. Sigue pensando en ella como la chica brillante de la Sorbona francesa y le cuesta entender que alguien se meta en esto únicamente porque es lo que quiere hacer, que alguien aguante días de silencio y espera… pretendiendo creer que Emma no conoce cada una de sus ideas para hacerla hablar de más. 'Va a arrepentirse', piensa. Verá que no es un juego y dejará de moverse con tanta seguridad mientras se acerca para preguntarle si ya tiene los planos para acceder al laboratorio. 'No aguantará la primera visión de eso que les espera allí dentro… no en absoluto, después de semanas a la espera que esto de hoy fuera posible'. Anya observando callada los movimientos de los otros en esa casa de Nueva Orleans convertida en… a Remy le gusta pensar que en purgatorio. 'Queriendo resolver un puzle que Emma no ha pretendido ni desenvolver'.

– Bueno – Les mira Anya al fin – Entonces, ¿quién va a hablar?

Remy alza una ceja. 'Creía que eso era lo bastante evidente…'.

– Tú.

– ¿Yo?

– Tú sabes ruso, ucraniano y francés. No veo porque el italiano sería un problema. Demostraste tener nociones de él.

Anya lo mira – Bueno no es como si el ruso o el ucraniano sirvieran de algo para entender italiano. Y tú hablas francés, también.

– ¿No sabes italiano? – Pregunta Dukes uniéndose al grupo de pronto.

– Tanto como puede saberlo él… ¿Qué os hace pensar que puedo hablarlo?

– Bueno – se cierra de brazos Remy que parece algo desesperado – Pensábamos que era plausible… – Añade.

Anya baja la voz al verle cara, aunque están en medio de una calle transitada, turística. No tendrían que llamar la atención aquí. No aún. – Supongo que vamos a poder chapurrear algo de italiano… no puede ser tan difícil… –.

Y de pronto… se fija en uno de los carteles de la pared. 'Quizás a estas alturas aún…'. – Guiadme. Hablo yo…

Se gira y avanza. Y la seriedad en su rostro borra cualquier duda en Remy en este momento.

– ¿Tú? ¿Cómo? ¿En francés?

Anya les indica un par de carteles más. – Puede que sea más fácil en alemán.

A juzgar por esos pósters puede que sí. Porque, después les explica que en este preciso lugar de Italia aún debería haber gente bilingüe. Formó parte del imperio austrohúngaro hasta 1919. Algo de la primera Guerra Mundial que sinceramente ya sabe que ninguno de los tres se está molestando en escuchar. Remy está, de hecho, más distraído entendiendo que eso significa que Anya habla al menos algo de alemán.

– Sólo cuatro cosas. Conseguí un libro en París y no me pareció imposible. Había palabras que en realidad entendía, así que me encontré intentando descifrarlo. Me dejé llevar… supongo.

– Palabras que en realidad entendías – Ahora Remy se quiere reír – ¿Qué tipo de persona normal abre un libro en alemán y se da cuenta que hay palabras que en realidad puede que entienda?

'Que haya gente que hable lenguas no romances con facilidad, a parte claro del inglés, sigue pareciéndole imposible a Remy… una broma'.

Pero Anya, todo suavidad envuelta en esa piza de creciente insolencia, es bastante alguien insólito per se.

Y al final ella lo hace bien.

Remy LeBeau es consciente que des del principio Emma ha tenido dudas y se ha debatido entre lo que sea que le interese de Anya y su escepticismo para con la chica. Lanzando veladas indirectas a Azazel cuando no creía siquiera que fuera buena idea dejar a la chica estar aquí.

Remy no puede acusarla de nada en ese punto… porque aunque seguro que, por distintas razones, tampoco cree que esta sea una jodida buena idea. Al final del día, les ha ayudado más la lógica de Anya al entrar o salir del lugar… que Dukes o Toad y… sin haber casi usado su mutación.

Azazel, sólo Azazel, confiaba en esto. 'Dejadla – dijo ayer mismo con ese acento ruso suyo que Anya no posee – va a hacerlo bien'.

El mutante ruso ni siquiera parecía sincero con ello cuando Anya se ofreció por primera vez, pero parece haber cambiado honestamente de opinión… más allá claro de la idea del ruso de no dejar que Emma esté completamente cómoda para tomar sola las riendas del grupo, de lo que sea que se supone que forman... y de lo que sólo puede esperar que Kórsakova acabe quedando al margen.

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Munich, Alemania Occidental. Primavera 1973

Irene escucha risas infantiles cuando Raven toma en brazos al pequeño Kurt. Mística se ha refugiado en su casa después del ajetreado incidente de enero y poco a poco, aunque de forma insegura, se ha convertido en una figura más o menos presente para Kurt. Destiny sabe que ésta tiene sus planes, de todos modos. Va a irse pronto.

Raramente hablan de cómo se conocieron años atrás, cuando le confió al chico. Siempre ha habido un extraño silencio… pero aún así un perfecto entendimiento entre ellas.

– Voy a tener una nueva huésped el próximo mes – Anuncia a Mística entonces. Siendo perfectamente consciente que la mutante de piel azul va a mirarla entre la exasperación y el cariño a continuación.

– Pensaba que decías que no estabas interesada en dejar entrar a esta casa el mundo exterior – Dice Raven. Sujeta jugando a Kurt, que ya no es un bebé, pero no lo toma en brazos. Una pregunta queda en el aire durante un momento: – No va a ser peligroso para el niño, ¿verdad?

– En absoluto – Irene sonríe y después da énfasis a sus palabras con un pequeño silencio entre frases. – De hecho creo que es una mutante. Busca ayuda para comprender.

– Oh.

– Viene recomendada por Ágata… una vieja amiga del este.

Guardan un largo silencio mientras Irene Adler casi puede escuchar girar los mecanismos del pensamiento de la mujer más joven. No es telépata… pero tiene suficiente visión del mundo para tener una idea aproximada de lo que la preocupa.

– Ese hombre… – Da una pausa – Wolverine. Voy a recogerle en Innsbruck en dos días. Va a acompañarme a América y nos vamos a reunir con Alex Summers allí.

Irene conoce bien su plan.

Y detecta en Raven más que ligera ansiedad, escondida en determinación, por la necesidad de incluir al fin y al cabo, en su agenda y más temprano que tarde, una breve visita a su hermano Charles. 'Mística tiene que visitarle ahora… puesto que más tarde seguramente habrá desarrollado demasiado los pasos a seguir estos próximos meses…'.

Irene es más consciente de ese hecho que ella misma.

Una vez llegada a según qué conclusiones, al profesor Xavier probablemente no le iban a gustar nada sus más que probables futuras acciones...

– Ve con cuidado.

Ante esto Raven asiente, aunque bien sabe que Irene no puede ver su gesto. Sí puede imaginárselo.

Se besan ligeramente en los labios.

– ¿Cómo se llama tu nueva huésped, hm?

Pregunta simplemente la mutante azul mientras da un paso para atrás. Kurt vuelve a jugar en el sofá y no parece estar haciéndoles mucho caso.

– Wanda. Wanda Maximoff.

– Bien entonces – El nombre no dice nada a la otra mujer y continúa mirando a Irene… ahora indecisa. – Volveré el próximo otoño. Ya sabes qué debes hacer si necesitas contactarme.

Irene Adler está convencida que no va a ser necesario, no antes de octubre, pero asiente. Su visión del futuro ha cambiado de hecho… hace muy muy poco. Y hay otras cosas que van a seguir moldeando el destino de muchos de ellos en los próximos años.

Nada tan importante como asegurar cierto control a Wanda Maximoff.

De hecho tiene planes para no quedarse aquí, viajar hasta bien pasado Austria, aunque por ahora no encuentra necesario dar una mayor explicación a Raven.

Espera que pasen cosas interesantes bajo el talón de acero.

Ágata le ha hablado de la capacidad de Wanda para la magia del caos. E Irene no puede evitar sentir curiosidad. La habilidad de Irene es, de hecho, ver las probabilidades futuras e interpretarlas: Algo difícil cuando todo el futuro se ha distorsionado.

Su don le permite compensar su ceguera y ver los objetos y sucesos en su camino… pero ahora mismo todo aparenta estar aún por determinar.

Incluso aquello que después de enero parecía más o menos inevitable.

El poder de Irene le permite conocer a algunos de los culpables de tal despropósito y le hace temer por lo que puede pasar de verdad a partir de ahora.

Al igual que la última vez, ni siquiera advierte a Mística al respecto del papel que podría jugar Magneto en ese futuro que en vez de arreglarse parece desestabilizarse más y más rápido en la próxima década. Duda que Raven supiera cómo afrontar la información de todas formas.

Destiny – o así se hace llamar Irene cuando usa su don para cuestiones menores cómo ganarse la vida entre humanos curiosos y temerosos de su destino – tiene la seguridad que, intentar evitar antes de tiempo lo que se avecina, sólo iba a complicar las cosas.

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Westchester, abril.

– ¿Qué es esto?

Hank examina con cuidado la invitación.

– Es… – Charles se muestra sorprendido pero contento. – Es una petición para… para acceder a una sesión privada cerrada ante la Cámara de Representantes – Anuncia.

– ¿Por qué?

– Bueno… Espero que no sean problemas. Vamos a abrir la escuela después del próximo verano… y esto… esto sería en el mes de octubre.

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