Llevaban dos semanas y media viviendo en el reino humano, aún les era difícil adaptarse a la vida de un adolescente común, pero cada vez aprendían a comportarse mejor, además, habían manejado muy bien su asistencia a clases, sus sesiones de estudio, las actividades en sus respectivos clubes, la búsqueda de información respecto al portal, y su más reciente reto: una obra escolar.
Dos días atrás, gracias a Gus, les había llegado la noticia de que su club haría una obra teatral para el festival de su escuela, sin embargo, sería la misma que realizaron el año anterior: Romeo y Julieta. Por lo que, para no perder tiempo en audiciones, los mismos alumnos que actuaron en esa ocasión repetirían su papel, siendo para todos (menos Amity) una sorpresa enterarse de que su amiga Luz aquella vez había obtenido uno de los papeles principales y lo volvería a interpretar en esa ocasión, aunque cierta porrista no estaba del todo de acuerdo con esa decisión, y alegando que la morena arruinaría todo nuevamente, se ofreció a tomar su lugar, después de todo había sido su suplente. Pero la humana se negó.
—Dejaré el papel sólo si es Amity quien interpreta a Julieta.— condicionó.
Sus compañeros no pudieron evitar sorprenderse ante esa respuesta, tiempo atrás ella habría accedido, sin objetar, la petición de Amber, aunque igual no les molestaba la idea de que su nueva compañera participará, siendo así como la joven bruja obtuvo el papel principal y Luz quedó de Romeo, pues su intérprete original había sido transferido a otra escuela, así que se decidió dejarle ese rol con la esperanza de que no lo arruinará esa vez.
Aunque ahora mismo a ninguno les preocupaba dicha obra, tenían cosas más importantes en que pensar.
Era fin de semana, y en lugar de descansar, ciertas jóvenes se encontraban leyendo libros de historia, ciencia, e incluso sucesos paranormales, esperando encontrar información que les ayudara, pero sus esfuerzos fueron en vano.
—¡Han pasado días!— exclamó la de ojos cafés mientras recostaba su cabeza en el respaldo del sofá. —¡Y todavía no hemos encontrado nada que nos ayude!— suspiró cubriéndose el rostro.
Estaba desesperada.
—Tranquila batatita, lo resolveremos.— ánimo cierta pelimorada colocando una mano sobre la de su novia. —Seguro encontraremos más información cuando Willow y los demás regresen del ensayo, no hay que presionarnos.— murmuró. —Volveremos más pronto de lo que te imaginas.— aseguró.
Luz sonrió enternecida.
—¿Sabes? Te besaría si no estuviera tan cansada.
La joven no pudo evitar sonrojarse y reír, para luego acariciar con su pulgar el dorso de su pareja.
—Entonces ven a besarme, huesos flojos.— retó a la vez que le guiñaba un ojo.
—Bien, lo intentaré…
Con exagerado esfuerzo, la morena giró su cara en dirección a la de ojos dorados, quien se mordió el labio para tratar de no reír al ver como ella estiraba los suyos intentando alcanzarla, posteriormente sacó la lengua para reducir más la distancia sin moverse siquiera. No pudo aguantar más y soltó una gran carcajada ante su inesperada acción. Después de todo tendría que ayudarla.
Sin más tiempo que perder comenzó a acercar su rostro al de la castaña, sintiendo como sus respiraciones comenzaban a mezclarse entre sí. Era cuestión de nada para eliminar la distancia que las separaba.
Estaban muy cerca.
—¡¿Quién quiere un poco de chocolate caliente?!
Al escuchar la animada voz de cierta veterinaria a sus espaldas rápidamente se separaron, deseando que su anfitriona no alcanzara a ver lo que estaban por hacer.
—¡No estábamos haciendo nada!— gritaron al unísono, provocando que Camila les viera extrañada.
—Pensé que estarían investigando sobre el portal.
Ambas asintieron.
—S-Sí, eso estamos haciendo mami, es sólo que nos tomaste por sorpresa, la lectura nos tenía tan atrapadas que no pudimos evitar asustarnos— se excusó la castaña, quien ya había tomado distancia nuevamente.
—Oh, lo siento niñas, no era mi intención.— se disculpó la mayor, quien ingresó a la sala con una bandeja donde habían dos tazas. —Sólo les dejaré esto y me iré a atender el jardín, Willow fue muy amable al explicarme cómo cuidarlo para que permanezca vivo.— sonrió, dejando las bebidas en la mesita. —Si necesitan algo sólo griten y vendré enseguida.
Luz agradeció el gesto al igual que su novia, y sin más que decir la de lentes se marchó, dejándolas nuevamente solas, esta vez envueltas en un silencio realmente incómodo.
No podían seguir así.
—Amity, tenemos que hablar.
—¡Corte!— exclamó una frustrada voz, provocando que los estudiantes presentes suspiraran.
Estaban agotados.
Llevaban casi tres horas repasando la misma escena una y otra vez; ese día estaba dedicado para el ensayo de quienes eran los suplentes, por lo que sólo la mitad del grupo teatral había asistido, incluidos ahí Hunter, quien era el suplente de Romeo, pero tenía el papel de Mercurio, amigo del mismo, Willow, nueva suplente de Julieta e intérprete de el Ama, su confidente, y Gus, encargado de la utilería junto a Vee, pero también participaban en la obra como soldados, pues no se sentían tan familiarizados con la historia, por lo que prefirieron quedar como extras. Igual era mejor así, de ese modo no tendrían que cruzar palabra con Hunter a menos que fuese estrictamente necesario.
Aún no se sentían listos para hablar con él.
—Park, por milésima vez, tienes que decir las líneas con sentimiento, se tiene que notar el amor de Julieta hacia su Romeo.— explicó a una sonrojada azabache. —Viste los ensayos de Luz y Amity, así como ellas se expresan debenhacerlo ustedes, quiero que el público sienta genuino su amor, ¿entendido?— la joven asintió. —Lo mismo para ti Noceda, debes actuar desesperado en el momento donde ves inerte a la damisela.— Hunter no dijo nada, simplemente desvió su sonrojado rostro. —Sólo recuerda la interpretación de tu hermana, guíate de ella.
Una vez todos repasaron sus líneas, y escucharon las pequeñas observaciones que su director les hacía en ese breve descanso, volvieron a colocarse en posición para retomar el ensayo.
—¡Bien! Comencemos dónde lo dejamos, empieza Noceda.— anunció. —¡Acción!
Hunter se encontraba arrodillado a un lado de Willow, y al escuchar su señal para empezar tragó saliva. Se le estaba dificultando mucho hacer ese tipo de escenas, especialmente con ella.
—¡Oh a-amor mío, e-esposa mía! La muerte, que ha extraído la miel de tu aliento, no ha tenido poder aún sobre tu h-hermosura; no has sido vencida; el carmín, distintivo de la belleza, luce en tus labios y mejillas, aún no ondea la pálida enseña de la muerte. ¡Oh, Julieta!, ¿por qué luces tan encantadora todavía? Aquí voy a establecer mi eterna permanencia, a sacudir del yugo de las estrellas enemigas este cuerpo cansado de vivir.— exclamó, se sentía incómodo al percibir tantas miradas sobre ellos, realmente envidiaba a su hermana, para ella y su novia era fácil decir esos diálogos porque eran pareja, así que sus sentimientos eran reales, eso ayudaba al momento de actuar, pero… ¿Y él? ¿Cómo iba a guiarse de la actuación de Luz si ella estaba enamorada y él no? —¡Ven, amargo conductor, ven, repugnante guía! ¡Piloto desesperado, lanza ahora de un golpe, contra las pedregosas rompientes, tu averiado, rendido bajel! ¡Basta! ¡Por mi amor!— tomó aquel frasco que aparentaba ser veneno (pero sólo era agua) y lo bebió. —¡Una postrera mirada, ojos míos! ¡Brazos, estrechad la vez última! Y vosotros, ¡oh labios!, sellad las puertas de este aliento con un ósculo legítimo.
Todos estaban conmovidos por su actuación, repentinamente había cambiado su actitud, adentrándose más en el dolor y sufrimiento del personaje.
Por su parte, Willow fingió despertar, no evitando que un pequeño sonrojo cubriera sus mejillas al sentir como él acariciaba las mismas.
—¿D-Dónde estoy? ¡Amparadme, espíritus celestes!
Hunter aparento una débil sonrisa, resultado del "veneno" que bebió.
—¡Habla, vive! Sí, ¡aún podemos ser felices! Mi buena, propicia estrella, me indemniza al presente de todos los pasados sufrimientos. Levántate, Julieta mía, deja que de este antro de muerte, de esta mansión de horror, te transporte sin demora a los brazos de tu Romeo, que en ellos infunda en tus labios vital aliento y te vuelva mi alma a la vida y al amor.— siguió mientras la ayudaba a levantarse.
—¡Dios mío! ¡Qué frío hace! ¿Quién está ahí?— cuestionó aceptando "obligada" la ayuda.
—Tu esposo, tu Romeo, Julieta; vuelto de la desesperación a una inefable alegría. Deja este lugar y huyamos juntos.— murmuró ayudándole a salir de la improvisada tumba.
—¿Por qué así me violentáis? Jamás consentiré, pueden faltarme las fuerzas, pero es invariable mi voluntad. No quiero casarme con Paris. ¡Romeo es mi consorte!— exclamó alejándose de él, pues en la escena se suponía que Julieta no veía nada, confundiendo a su amado con alguien que intentaba separarlos
—Romeo es tu consorte; ese Romeo soy yo.— aclaró. —Ni todo el contrario poder de la tierra o de los hombres romperá nuestro vínculo, ni te arrancará de mi corazón.
Willow reaccionó para luego sonreír.
—Yo conozco esa voz; su mágica dulzura despierta mi suspenso espíritu. Ahora recuerdo bien todos los pormenores. ¡Oh! ¡Mi dueño, mi esposo!— se lanzó a sus brazos, provocando que el corazón del mayor latiera cada vez más rápido, siguiendo el guión al querer alejarse de ella por instinto. La realidad estaba superando a la ficción. —¿Huyes de mí, Romeo? Deja que toque tu mano y que guste el cordial de tus labios. ¡Me asustas! Habla. Que oiga yo otra distinta voz que la mía en este lúgubre antro de muerte, o perderé el sentido. Sosténme .
Él negó mientras se aferraba a aquel abrazo.
—No puedo, estoy sin fuerzas; por el contrario, necesito tu débil apoyo.— susurró. —¡Cruel veneno!
Ella se tenso.
—¡Veneno! ¿Qué dices, dueño mío? Tu balbuciente voz, tus labios descoloridos, tu errante mirada... ¡En tu faz está la muerte!— exclamó horrorizada mientras acariciaba su "pálido" rostro.
—Si lo está: lucho al presente con ella. Los transportes que he sentido al oírte hablar, al verte abrir los ojos, han detenido un breve instante su impetuoso curso. Todo mi pensamiento era ventura, estaba en ti; mas ahora corre el veneno por mis venas... No tengo tiempo de explicarte. El destino me ha traído aquí para dar un último adiós a mi amor, y morir a tu lado.
—¿M-Morir? ¿Era el monje traidor?
Hunter se alzó de hombros mientras caía de rodillas, aún en brazos de su amiga.
—N-No sé de eso; te creía muerta. Fuera de mí al contemplarte... ¡Fatal prontitud! Apuré el veneno, besé tus labios, y hallé en tus brazos un sepulcro precioso. Pero en ese instante…
—¡Y me he despertado para esto!— sollozó.
De repente sus actuaciones eran cada vez más reales, por lo que todos en la sala estaban muy atentos al ensayo, algunos incluso al borde de las lágrimas, entre ellos Gus, quien sintió un deja-vú al presenciar la agonía de Romeo.
Una agonía que ya había visto antes.
—Extenuadas están mis fuerzas. Entre la muerte y el amor, disputado vaga mi ser; pero la muerte es más fuerte. ¡Y tengo que dejarte, Julieta! ¡Cruel destino! En presencia del paraíso.
No sabía por qué, pero esas palabras le causaron un escalofrío. De repente sintió que esa despedida ya la había vivido antes. Se sentía triste, quería llorar y esta vez de verdad.
—T-Tú deliras; apóyate sobre mi seno.— continuó una vez salió de sus extraños pensamientos.
Era sólo una obra, no tenía por qué sentirse así.
—Los padres tienen corazones de piedra, no hay lágrimas que les enternezcan; la naturaleza habla en balde. Los hijos tienen que ser infelices…— susurró.
—¡Oh! ¡Se me parte el corazón!
Él sonrió levemente.
—Eres mi esposa; nuestras almas nacieron gemelas.— habló mientras acariciaba la mejilla de su amiga para limpiar el rastro de lágrimas que caían por la misma. —Detente, Capuleto. Suéltame, Paris; no tires así las fibras de nuestros corazones, crujen, se rompen. ¡Julieta! ¡Julieta!
Romeo cayó "muerto" entre los brazos de su Julieta, quien sollozaba sobre el cuerpo ya sin vida de su amado.
En el salón nadie dijo nada, lo único que se escuchaba eran los sollozos de Willow sobre Hunter. Su actuación había sido muy real, demasiado.
—¡De eso estaba hablando!— gritó el director, rompiendo esa triste atmósfera, llamando la atención de los presentes. —¡A eso me refería con sentir el dolor del personaje! Por un momento incluso creí ver a los mismísimos Romeo y Julieta despidiéndose, fue como si ustedes de verdad estuvieran siendo separados por la muerte, ¡maravilloso!
Los alumnos comenzaron a aplaudir, provocando que ambos suplentes se mirarán con una tímida sonrisa mientras Willow se limpiaba las lágrimas. Aún se sentía rara.
—Bien, tomemos un pequeño descanso, después seguimos con el enfrentamiento de Julieta y el Fray, para terminar con la muerte de la protagonista.— indicó su líder, a lo que todos asintieron.
Por su parte, Hunter suspiró.
—Eso fue difícil, estuve a punto de salir corriendo, hace mucho no hablo en público, aunque tampoco había actuado nunca, yo…— guardó silencio al ver cómo la azabache permanecía callada y con la mirada perdida. —¿Estás bien, capitana?
La mencionada carraspeó mientras se alzaba de hombros.
—No lo sé, sólo me sentí algo abrumada, supongo que fue el pánico escénico, ya sabes, es la primera vez que hago algo diferente al deporte, jamás participe en una obra de teatro en Hexside, siempre fui la encargada de utilería.— sonrió. —Seguro es eso…— murmuró, tratando de convencerse a sí misma. —Estoy bien, necesito algo de aire, es todo.
El rubio asintió mientras la veía irse, chocando, en el acto, miradas con cierto moreno, quien al verlo no soportó más y salió corriendo. Quizás había llegado el momento de hablar.
Nervioso se levantó del suelo para ir tras el ilusionista, el cual se hallaba a pocos pasos de ahí, escondido entre una pared y los casilleros, ocultando su rostro entre sus rodillas.
Una mueca se dibujó en los labios del mayor, no podía evitar sentirse culpable por cómo estaba su mejor amigo.
«Si tan sólo él no hubiera visto esos recuerdos no estaría así…»
Al armarse de valor se acercó al joven para tomar asiento a su lado, claro, a una distancia considerable para no molestarlo.
—Gus, creo que tenemos algo de que hablar.— comenzó, sin recibir respuesta alguna por parte de su amigo. —Sé que es algo difícil, incluso a mi aún me cuesta hablar del tema, la única que lo sabe es Luz, y no porque se lo haya contado, sino porque juntos nos enteramos.— explicó. —No tienes que decirme nada, sólo escúchame, por favor…
Nuevamente él no dijo nada, simplemente permaneció en silencio, seguramente pensando respecto a lo que debía hacer, escucharlo o irse de ahí.
Aunque sabía que no podría huir de el rubio para siempre, necesitaban hablar antes de que las cosas se salieran más de control.
—Te escucho…
Amity estaba sentada en silencio al lado de su novia; luego de haberle pedido hablar se habían quedado así un buen rato, incluso se atrevía a decir que llevaban casi una hora en esa posición sin atreverse a cruzar palabra alguna.
Tenía miedo.
De algún modo podía hacerse una idea sobre lo que la castaña quería hablar con ella, pues desde su llegada estaba firme en su decisión de mantener oculta su relación con la joven por un tiempo más, y aunque la morena le insistía en hacerlo público ante su madre, seguía negándose, gracias a eso sus momentos juntas no eran tantos como antes, el único lugar donde solían demostrarse afecto era en la escuela o cuando llegaba la hora de dormir, ni siquiera habían podido tener una cita debido al miedo de la pelimorada. Para ella era lógico que Luz se cansara de aquella situación y por eso aceptaría lo que le fuera a decir, después de todo era su culpa al haberse dejado dominar por la ansiedad.
—Creo que está claro que no podemos seguir así.— comenzó la castaña, quien acariciaba a un dormido Ghost en su regazo. —Y no me mal entiendas, claro que comprendo tu miedo, también estaba algo asustada por como reaccionarían tus padres ante la noticia, pero Amy, necesitas hablarlo, yo me guarde muchas cosas para no preocuparte, pero desde que prometimos ser honestas una con la otra he procurado decirte cómo me siento, incluso me has visto llorar cuando ya no puedo más.— suspiró. —Te quiero, y por eso mismo me preocupa la situación, más que nada porque ya conociste a mi mamá, ella es muy comprensiva, además le agradas, yo misma he visto que se llevan de maravilla, así que jamás te…
—Eso es lo que me da miedo.— interrumpió la pelimorada mientras arrugaba la falda que portaba. —Que ese cariño que me tiene se transforme en odio al enterarse de que salgo contigo, me aterra que deje de mirarme con afecto, sería muy doloroso que reaccione como ella.
Una pequeña sonrisa surcó los labios de Luz, quien se arrimó cuidadosamente a su pareja para así tomarla de la mano.
—No lo hará, son muy diferentes, sin ofender.— murmuró. —Pero como te dije antes, mi mamá es muy comprensiva, por ejemplo, cuando le conté sobre las islas lo tomó técnicamente bien, estaba asustada, obviamente enterarse de que yo estaba en otro mundo no fue nada fácil, pero tuvo tiempo para asimilarlo.— explicó. —Lo mismo con esto, ella no sabe que soy bisexual, pero puedo empezar por ahí, ya después le diré que estoy saliendo con la bruja más poderosa, linda, inteligente, genial, elegante y… ¿Ya dije linda?— cuestionó, provocando que su contraria riera mientras un pequeño sonrojo cubría sus mejillas. —Pasará lo que tenga que pasar, pero para dar este paso necesito saber si estás de acuerdo, quiero escuchar tu opinión Amity, porque de eso se trata una relación, debe haber comunicación si queremos que siga funcionando.
La de ojos dorados no respondió, simplemente permaneció con la mirada baja, parecía estar reflexionando cada una de las palabras dichas por su novia. Era demasiado en que pensar.
—Entonces, sólo para aclarar, ¿no quieres terminar conmigo?— preguntó temerosa mientras apretaba su mano.
Por su parte, la humana abrió los ojos con sorpresa mientras negaba repetidas veces.
—¡Por el Titán, claro que no!— exclamó. —¡Me costó mucho decirte mis sentimientos como para tirar todo por la borda así!— suspiró. —Supongo que fui un poco dramática con el "tenemos que hablar", pero realmente teníamos que hacerlo, simplemente necesito escucharte, ya sabes, intercambiar opiniones al respecto.— aclaró. —Yo jamás pensé en terminar nuestra relación, bueno, a menos que tú…
—¡No! Yo tampoco quiero eso, pero pensé que te habías cansado de la situación por lo difícil que nos ha resultado mantener todo en secreto, y pues gracias a eso no hemos pasado tiempo juntas como pareja.— habló. —Por lo mismo me gustaría que lo hagamos público, pero aún tengo miedo, tu madre es tan buena conmigo, con todos, pero está la duda respecto a cómo reaccionará, no me gustaría ser la causante de un disgusto entre ustedes.— confesó. —La ansiedad no me deja poner en orden mis ideas, termino creyendo más lo negativo que lo positivo, soy una tonta, no merezco que me tengas tanta paciencia.
Sin perder tiempo, la morena le abrazó para luego depositar un pequeño beso en su cabeza.
—Te quiero Amity, eres la bruja más maravillosa que he conocido, y escúchame bien, no eres una tonta, eres mi novia, sólo tienes miedo de enfrentar ciertas situaciones, como esta por ejemplo, pero déjame decirte algo, no es que yo te tenga paciencia, simplemente te entiendo, creeme, yo tambiénlo he pensado mucho, por eso llegué a la conclusión de que deberíamos hablar con mamá, claro, si tu estás de acuerdo con eso.— sonrió. —A veces sólo debemos decir lo que necesitamos para quitarnos al menos un peso de encima.— explicó. —No dejes que la reacción de Odalia te haga pensar que todos reaccionarán así, porque, bueno, puede que algunos no entiendan lo que tenemos, como en la escuela, pero mi mamá es diferente, en todo caso pasará lo que tenga que pasar.— murmuró. —Pero no te quiero obligar, mejor piénsalo y me dices si estás bien con hacerlo público o guardamos el secreto un poco más.
La pelimorada guardó silencio mientras se dejaba abrazar por su pareja, necesitaba pensar y ordenar sus ideas antes de darle una respuesta. En el fondo sabía que ella decía la verdad, pues Camila era un mujer muy comprensiva, amorosa, tanto que dudaba tuviese una reacción agresiva, si acaso podría desconectarla, pero no llegaría al extremo de insultarla o alejarla de Luz, aún así su mente se negaba a entender lo lógico y la mantenía atrapada en sus recuerdos del pasado, donde podía escuchar los insultos de quien fue su madre hacía la castaña. Realmente tenía miedo de lo que pudiera pasar.
Pero como decía Luz, nada funcionará a menos de que lo haga funcionar, y ella no dejaría que sus pensamientos generados por la ansiedad la mantuvieran estancada en algo que era poco probable ocurriera.
El que no arriesga no gana.
Tras soltar un pequeño suspiro se alejó de la menor, quien le veía con una tierna sonrisa, haciéndole saber que respetaría su decisión.
—Creo que…
—No necesitas darme una respuesta ahora, tomate tu tiempo.
Amity negó.
—Ya tuve mucho tiempo para pensarlo, y creo que tienes razón.— continuó. —No podemos seguir así, yo no puedo seguir así, tengo que centrarme en lo positivo y definitivamente tu madre no sería capaz de hacerme o decirme algo que me haga daño, mucho menos a ti, entonces…— sonrió. —Estoy lista, hablemos con ella.
Ambos estaban en una situación complicada, por un lado, Gus quería escucharlo, de hecho ya había accedido a establecer una conversación con el joven rubio, pero no podía evitar tener miedo de lo que pudiera decir. Por otro lado, Hunter no podía hablar, no se sentía listo para afrontar esos dolorosos recuerdos nuevamente a pesar de que quería aclarar todas las dudas del ilusionista, aunque no sabía cómo empezar sin estresarlo más.
Se sentían tan tontos de estar ahí, sentados en el suelo, malgastando los pocos minutos que les quedaba de descanso.
Ya no podían seguir así.
—Una semana antes del día de la unidad se me informó que un grupo de brujas salvajes planeaba invadir la mente del emperador ilegalmente, así que, como Guardia Dorado, fui enviado para ponerlos bajo arresto.— comenzó. —El operativo iba muy bien, en sí ya los tenía frente de mí, sólo era cuestión de arrestarlos y llevarlos ante el emperador, pero algo salió mal, Luz apareció de la nada dejándoles escapar, no suficiente con eso, el hechizo se activó por accidente y los dos terminamos en la mente de Belos.
—Es lo mismo que Luz le dijo a la señora Camila…— al ver cómo Hunter se quedaba callado continuó. —Ella no nos contó toda la verdad, ¿cierto?
El mayor negó.
—Yo le pedí que omitiera lo que realmente pasó después, por eso sólo contó algunas cosas que vimos en sus recuerdos, lo único que nos guardamos fue el recuerdo del coleccionista, donde se explica la verdad de mi orígen y cómo es que yo no soy alguien real.— murmuró apretando los puños. —Soy un Grimwalker.— confesó. —Un clon hecho en base a la imagen de un muerto, muchos, en realidad. Según entendimos soy el reemplazo del hermano de Belos, mismo que él…— su pecho comenzaba a sentirse agitado, nuevamente le estaba costando respirar con normalidad. —Él asesinó a su hermano una y otra vez, disfrutaba matando a cada Guardia siempre que este se daba cuenta de sus verdaderos planes, yo iba a ser el siguiente de no ser porque logré escapar, también Luz iba a sufrir con mi misma suerte si ella no huía, los dos vimos cosas que hubiéramos preferido no haber visto.— murmuró mientras colocaba ambas manos sobre su cabeza y apretaba sus cabellos. —Al final no soy humano, mucho menos un brujo, siempre fui un monstruo, una aberración de la naturaleza, un…
—¡Hunter!— lo detuvo el moreno, quien ya se encontraba arrodillado frente a él. —Respira como te enseñé, ¿recuerdas? Inhala despacio y después exhala; mírame, estás conmigo, nadie va a hacerte daño.
El mayor posó su mirada en la del menor, quien se encontraba mostrándole cómo debía respirar, siendo así como se animó a seguir sus ejercicios para calmarse y poder continuar con su explicación. Debió saber que eso podría pasar.
—Perdóname…— murmuró una vez tuvo la capacidad para volver a hablar. —Por mi culpa viste cosas no muy gratas, te enteraste de algo que, si yo hubiera dicho antes, no te habría tomado por sorpresa.— sollozó sin poder soportarlo más. —No te culpo por alejarte de mí, sé que me lo merezco, y tampoco voy a culparte si decides ya no hablarme nunca. Lo único que pido es que me perdones por el daño que te hice.
—No hay nada que perdonar.— respondió. —Al contrario, tú deberías disculparme, me porte como un tonto sin saber todo lo que pasaste.
El joven rubio no dijo nada, simplemente cubrió su rostro con ambas manos para evitar ver a su amigo.
Se sentía realmente despreciable por haberle causado tantos problemas. Debió hacerle caso a su amiga humana cuando ella le sugirió contar la verdad.
—Entiendo los motivos por los cuales preferiste callar, también comprendo el porqué Luz no nos dijo nada, y enserio no estoy molesto, es sólo que todo pasó muy rápido, en cuestión de segundos me enteré de cosas nada fáciles de procesar, por eso tomé distancia, necesitaba pensar, poner en orden mis ideas, sobre todo quería estar bien para poder hablar contigo y decirte que cuentas con mi apoyo.— continuó mientras tocaba el hombro del mayor para llamar su atención. —No me importa si eres humano, brujo, demonio, bípedo, hada o hasta unicornio.— bromeó haciendo reír levemente al muchacho. —Seré tu amigo siempre, y estaré a tu lado pase lo que pase.
Hunter le dedicó una cálida sonrisa. Sentía que en cualquier momento volvería a llorar gracias a las palabras del menor.
Definitivamente no sabía qué hizo para merecer tanto afecto.
—Gracias, de verdad.— murmuró tocando la mano que aún yacía sobre su hombro. —Entonces… ¿Todo está bien?
El moreno asintió mientras tomaba asiento a su lado, quedando ambos en silencio por un largo rato.
Incluso parecía que nuevamente lo estaba evitando.
—Gus… ¿De verdad todo está bien?
—¿Eh?— cuestionó desconcertado por su repentina pregunta, sin embargo asintió de nuevo. —Tranquilo, ahora me siento mejor, ya no tengo nada de qué preocuparme.— sonrió, y al ver el semblante confundido de su amigo aclaró. —Quiero decir, claro, estamos atrapados en el reino humano, y las Islas Hirvientes han sido tomadas por el coleccionista, pero quien sabe, tal vez ese pequeño Dios sea bastante bueno gobernando y todos están bien, incluso puede que estén ayudando a reconstruir la puerta del portal mientras estamos hablando, así podremos volver a casa en poco tiempo.— murmuró mientras bajaba la mirada y sonreía débilmente. —Así que no hay nada de qué preocuparse porque todo estará bien… ¿Cierto?
Hunter nuevamente no dijo nada, sólo posó una mano sobre su hombro para mostrarle así su apoyo, alentándolo a decirle la verdad.
—Estoy asustado.— confesó luego de unos segundos. —¿Y si nunca veo a mi padre de nuevo?— preguntó cubriéndose el rostro con ambas manos. —Sólo no quiero pensar en eso, necesito mantenerme positivo, Luz necesita nuestro apoyo, si me ve así volverá a culparse, y realmente no quiero verla llorar por algo que no hizo, por eso yo…
—Te entiendo.— interrumpió. —Después de que huí del aquelarre del Emperador estaba devastado, y por un breve momento considere arrastrarme de regreso con mi tío, pensaba rogar por mi vida, incluso pensé en jurarle lealtad eterna con tal de que me dejara quedar en el castillo.— murmuró. —Sólo estaba asustado, desesperado, iba a hacer lo que fuera con tal de seguir viviendo.— suspiró. —Pero al final logré seguir adelante.
—Haces que parezca fácil.
El rubió negó mientras reía levemente.
—Oye.— le llamó, provocando que el menor levantara la vista y posara su mirada en la del joven. —Nunca fue fácil, cada día era una completa tortura, estaba dividido entre mis pensamientos positivos y los negativos, sin embargo, logré salir del hoyo donde me encontraba con ayuda, nunca estuve solo.— sonrió. —Y tú tampoco lo estás, siempre nos tendrás a nosotros para hablar cada que lo necesites, no temas acercarte a nosotros, mucho menos pienses que Luz se encontrará mal por tu causa, ella tiene muchas cosas en mente, pero jamás te culparía a ti o a los demás por sus propios males, así que la próxima vez que necesites hablar búscame, y si no estoy ve con Willow, o con Blight si es que no quieres hablarlo con mi hermana.— habló, sorprendiendo al moreno por sus últimas palabras. —Sólo ya no niegues la realidad, está bien no estar bien. La próxima vez hablemoslo directamente y resolvamos esto juntos, sin malos entendidos ni decisiones precipitadas, ¿de acuerdo?— preguntó extendiendo su mano para cerrar el trato.
Por su parte, Gus sonrió ante las palabras del mayor, y sin pensarlo dos veces se lanzó a abrazarlo, tomando por sorpresa al rubio.
—De acuerdo.
La campana sonó anunciando el término de su descanso, por lo que ambos jóvenes se separaron mientras se miraban con una sonrisa.
—Bueno, supongo que debemos regresar a la tortura.— suspiró con pesar el de mirada rojiza a la vez que se ponía de pie, ofreciéndole una mano a su amigo para que pudiera levantarse.
El moreno aceptó su ayuda entre risas.
—Sólo queda un acto, además, a partir de ahora estarás tirado en el suelo, Willow es quien debería quejarse, a ella le toca seguir actuando.
—Tienes razón, pero igual es una tortura.— murmuró, pasando un brazo por los hombros del pelinegro, comenzando a caminar al aula donde ensayaban. —Saliendo de aquí deberíamos ir por una de esas cosas frías cremosas, ¿cómo se llamaba? ¿Heloda?
Ambos jóvenes caminaban entre carcajadas, sin darse cuenta de que eran observados por una sonriente azabache, quien se encontraba realmente feliz y tranquila al ver a sus amigos así.
Finalmente las cosas estaban volviendo a la normalidad.
—Bueno… ¿De qué quieren hablar conmigo?
Ambas jóvenes, que habían llamado no hace mucho a la mayor para pedirle un poco de su tiempo, se encontraban sentadas en el sillón justo frente a ella, tratando de no parecer nerviosas, cuando claramente se estaban muriendo de miedo, en especial cierta morena, quien había sido la elegida para iniciar aquella esperada sesión de confesiones.
No sería fácil.
Eran conscientes de que se arriesgaban mucho al confesarle tantas cosas en un mismo día, pero también, gracias a su anterior conversación, llegaron a la conclusión de que era lo mejor, así enfrentaban todo de una vez y no tendrían que pasar por el mismo miedo nuevamente.
Ahora sólo les quedaba armarse de valor para poder iniciar aquella conversación.
—Díganme que no tengo que ir a hablar con el director de nuevo…— habló la mayor mirando con seriedad a la castaña, quien negó rápidamente.
—No tiene nada que ver con la escuela mamá, puedes estar tranquila.— sonrió. —Sólo es algo de lo que me gustaría hablar contigo, y no puede esperar.— murmuró mientras jugueteaba con sus dedos. —Primero, para que puedas entender un poco lo que te voy a decir, debes saber algunas cosas sobre mí que no te he dicho.— suspiró, y al no recibir respuesta continuó. —Yo no soy como los demás, creo que eso ya lo sabes. Amo los libros de fantasía, ver anime, leer manga, también me apasiona hacer magia, pero no soy diferente sólo en aficiones, sino también en gustos.— explicó. —Siempre he sido alguien de mentalidad abierta, nunca he juzgado a otras personas por su raza, religión u orientación sexual, no solamente por respeto, sino también porque yo formo parte de aquellos que son diferentes en el último aspecto.— al ver el rostro confundido de su madre decidió ir al punto. —Soy bisexual.
Un pequeño silencio se instaló en el lugar, la mayor parecía procesar su confesión. Luz quería salir corriendo de ahí, y Amity tomaba con fuerza su mano para que sintiera su apoyo. Cada segundo era una tortura, no sabían como actuarían si la veterinaria le daba una respuesta negativa. Tenían miedo.
Camila suspiró.
—Ahora todo tiene sentido.— respondió ante los desorientados rostros de las menores. —Recuerda que yo te acompañaba a esas convenciones donde iban niños disfrazados, y siempre veías embelesada a las jovencitas que iban vestidas de… ¿Aurora?— preguntó sin esperar respuesta. —Bueno, el personaje de tus libros; era obvio que no te llamaba la atención su caracterización, pues tú tenías un disfraz idéntico, además, no creas que no me di cuenta de que antes esa niña Amber…
—¡Ya entendí mami!— la interrumpió al sentir como el agarre de su novia era más fuerte y prácticamente la fulminaba con la mirada. —E-Entonces… ¿No te molesta?
La de lentes negó.
—Eres mi hija, te amo seas como seas, respeto tus gustos, es tu vida y eres libre de decidir cómo vivirla.— sonrió. —Sólo te voy a pedir que te cuides, ya sabes, cuando uno es joven tiene las hormonas un tanto…
—¡Me cuidaré!— le cortó. —Gracias mamá, por entenderme y no juzgarme.— habló con una sonrisa, que borró inmediatamente al recordar que aún faltaba algo más por agregar a esa conversación. —Pero aún tengo que decirte el verdadero motivo por el cual te confesé mi orientación.— tragó saliva. —La verdad es que Amity y yo…
—Están saliendo.
Ambas jóvenes se quedaron boquiabiertas ante las palabras de la mayor, quien no pudo evitar reír al ver sus expresiones.
—¿Lo sabías? ¿Cómo?
Ella sonrió mientras les dedicaba una obvia mirada.
—Mija, con tan sólo ver cómo la miras y como ella te mira a ti supe de inmediato que lo suyo no era una simple amistad.— explicó. —Además, cuando hablé con Amity para saber cómo habías estado todo este tiempo lejos de casa se expresaba de ti de una manera muy linda, con tanta admiración, cariño, incluso amor.— sonrió al notar cómo el rostro de su nuera enrojecía. —Ahí confirmé mis sospechas, pero no quise decir nada para no asustarlas, preferí que ustedes me lo dijeran cuando tuvieran la confianza y estuvieran listas, sin presiones.
Las menores seguían sin poder creer lo que la veterinaria les decía, prácticamente ella lo supo todo desde el primer día y no dijo nada, aunque agradecían que esperara a que ellas se lo dijeran por voluntad propia, también habrían preferido saber que la mayor era consciente de su relación, así se hubieran evitado tantos problemas a la hora de confesarle todo.
Habían sido estafadas.
—¿Estás molesta?— cuestionó una temerosa castaña.
—No, quizá sorprendida, pero no molesta, admito que no me esperaba esto tan pronto, pero si te hace feliz me hace feliz a mi.— sonrió. —Además, Amity es una niña asombrosa, estas semanas que hemos hablado y convivido me he dado cuenta de lo atenta que es, pero sobre todo ha demostrado lo mucho que te quiere, no sólo con palabras, sino también con acciones.— habló mientras le dedicaba una tierna sonrisa a la mencionada. —Gracias por cuidar tanto a mi hija.— murmuró para sorpresa de la Blight. —Bienvenida a la familia, Amity.
Al ver como su suegra se levantaba ella imitó su acción, sorprendiendose aún más cuando la de lentes le abrazó.
Definitivamente esa no era la reacción que esperaba, pero estaba aliviada de que las cosas fueran así de bien.
—M-Muchas gracias señora Noceda.
—¡Oh, vamos! Eres la novia de mi hija, dime Camila, o suegra.
Ante esas palabras Luz no pudo evitar sonrojarse, mientras que su novia parecía no haber entendido aquella última palabra dicha en español.
—E-Esta bien… ¿Suegra?
La mayor asintió.
—¡Perfecto! Entonces, para relajarnos, haré un poco de té, me gustaría escuchar más a detalle la historia de cómo se conocieron ahora que sé sobre su relación.— habló emocionada mientras se retiraba a la cocina en compañía de la morena, quien se ofreció a ayudarle, dejando a una preocupada bruja en la sala.
Si se enteraba de la verdad seguramente la odiaría y eso era lo que menos quería. Jamás debió mentir desde un indició.
Sus manos comenzaron a sudar ante los negativos pensamientos que estaba teniendo. Había miles de escenarios, acciones y reacciones posibles a ocurrir si la madre de su novia se enteraba de que casi hace que la maten el primer día que la vio, todo por querer recuperar una tonta estrella de cartón pintada de dorado.
Debió decir la verdad desde un inicio.
Ahora tenía que estar preparada para lo peor pues era seguro que, al enterarse, la mayor la echaría a la calle, condenandola a vivir en soledad, prohibiendole ver nuevamente a su pareja, dejándola en absoluta miseria todo por haber sido tan cruel en el pasado.
Ese era su karma, y lo aceptaba.
—Luz me dijo que te encanta el té de…
—Tilius.— completó la menor divertida.
—Eso.— sonrió. —Pero, como desconozco lo que sea, te traigo algo similar llamado té de tila, es parecido, pues también tiene efectos relajantes. Asumo que debes estar un poco nerviosa aún.
Amity asintió una vez salió de sus catastróficos pensamientos. No se había dado cuenta de en qué momento regresaron, aún así agradeció aquel gesto tan amable de su parte. Realmente lo necesitaba.
—Muy bien, entonces cuentenme, soy toda oídos.
—B-Bueno, verá, yo… Nosotras, escuela y…
La joven humana, quien ya estaba sentada nuevamente al lado de su novia, apretó ligeramente su mano, pidiéndole así que se detuviera. Era obvio que ella no estaba en condiciones de hablar luego de tanta tensión vivida, así que con una sonrisa le indicó que ella se encargaría, provocando que la ansiedad en su pareja aumentará.
Ahora si que estaba perdida.
—Fue algo rara la forma en que nos conocimos, pero para que me entiendas mejor comenzaré desde el principio.
Empezó relatando lo ocurrido con Eda, quien aquel día trato de hacerla hurgar entre las entrañas de una babosa gigante, siendo ese el motivo por el cual prefirió dejarle ese trabajo a la mayor, mientras que ella decidió dar un paseo por aquel, entonces, desconocido lugar, alejándose por el bosque, siguiendo un extraño camino que no había visto antes, encontrando ahí a otra joven bruja, aparentemente de su edad, llamada Willow. Continuó diciendo lo mal que se había sentido al verla tan deprimida, más aún luego de que cierta bruja de verduzca cabellera la humillara, provocando que tuviera un ataque de ira y que, gracias a eso, una enorme enredadera la llevará a conocerla, de esa manera proponiéndole un trato donde se haría pasar por su proyecto escolar si le permitía estar en todas las clases para aprender lo que Eda no le estaba enseñando, resultando fácil que aceptara.
—Pobrecilla, no tenía idea de que Willow había pasado por eso…
—Tranquila mamá, al menos ahora ya no tiene que lidiar con ese tipo de situaciones.— sonrió, dedicándole una tierna mirada a la de tez blanquecina, quien se encontraba cabizbaja.
Realmente estaba arrepentida de todo lo que hizo.
Siguió contando lo divertido que había sido estar en esa escuela, donde el primer día consiguió a sus primeros amigos reales, Willow y Augustus, o como ella prefería decirle, Gus. Prosiguió diciendo lo entusiasmada que estaba, hasta que llegó la clase de abominables donde la azabache presentaría su proyecto, y tras darle ánimos, logró exponerlo a la perfección, ganando la máxima nota, con ella, el título de la mejor estudiante, destronando a su entonces némesis, Amity Blight.
La de lentes posó su sorpresiva mirada sobre la mencionada, quien sólo deseaba que la tierra le hiciera un favor al tragarla y desaparecerla.
Continuó relatando lo incómodo que fue haber sido observada constantemente por ella, pues sólo buscaba una prueba de que Willow había hecho algo malo para recuperar su título, siendo la misma humana quien le diera esas pruebas al dejarse dominar por su hambre, llevándolas a una preocupante situación al ver cómo el director aparecía con la peliverde, quien antes fue llevada a dirección por actuar de forma inapropiada según el profesor Homunculus. Luz suspiró al recordar en medio de su historia lo nerviosa que estaba cuando el director le daba órdenes para descartar la sospecha de que algo andaba mal, siendo todo aún peor cuando quiso ver los ingredientes del supuesto abominable, pidiéndole a la azabache, luego de rechazar ver su lista de ingredientes, que la cortara por la mitad para ver directamente su método de preparación, siendo salvadas por Gus, quien líbero algunos abominables para darles tiempo de huir, desatando así una persecución donde tuvieron que enfrentar varios golems creados por la misma Amity, dificultando aquella situación de la que cierta castaña logró salir ilesa gracias al consejo de su mentora, y claro, de Willow, quien no se metió en problemas, al contrario, logró que la cambiarán de clase a una que realmente era lo suyo, mientras que ella fue vetada (temporalmente) de la escuela.
—Y así fue como conocí a Amity.— terminó su relato mientras sonreía.
Por su parte, Camila se mantuvo sería, cosa que alarmó a la pelimorada. Estaba pérdida.
—¿Así que intentó que te mataran cuando se conocieron?
La de tez blanquecina tragó saliva mientras sentía el sudor correr por su frente. Debió decirle a su pareja lo que ella había dicho para no ponerla en esa incómoda situación.
—Bueno, si lo pones así…— se alzó de hombros. —¿Quizá?
«Gracias por la ayuda, Luz.»
Camila miró con ojos entrecerrados a su nuera, quien sonreía nerviosa.
—Y-Yo…
Antes de que pudiera darle una explicación fue interrumpida por una sonora carcajada.
—¡Justo como tu padre y yo!— exclamó divertida, provocando que ambas jóvenes se miraran sin entender su repentino cambio. —Oh, cierto, no te lo había contado antes.— sonrió. —Verán…
Una sonriente veterinaria comenzó narrando cómo conoció a su esposo el primer día de clases luego de las vacaciones de verano, siendo aquel el inicio de un nuevo infierno para ella pues, al igual que Willow y su propia hija, era molestada constantemente por el simple hecho de amar a los animales y dedicar la mayor parte de su tiempo trabajando en centros de ayuda o veterinarias, provocando que fuese la burla de todos, menos de su única y mejor amiga, quien ocasionalmente le ayudaba en lo que hacía, animandola a seguir con aquello que amaba a pesar de las burlas.
—Mami, no me habías contado eso…
—Simplemente es una parte de mi vida que no me gusta recordar.
Siguió relatando cómo fue que esa joven le había dicho que no podía seguir así, que necesitaba ponerles un alto, pues la situación se estaba saliendo de control ya que no sólo se burlaban, sino que también habían comenzado a humillarla, bandalizar su asiento, sus cuadernos, e incluso le llegaron a romper los lentes en medio de una pequeña pelea donde ella no tuvo el valor para defenderse, cosa que, según su mejor amiga, tenía que cambiar. Así que, decidida, le aconsejó que golpeara a la primera persona que la molestara para así demostrar dominio y dejar en claro que no volvería a permitir más abusos; por lo que, siguiendo aquella sugerencia, se dispuso a hacerlo, encontrando la oportunidad al ver cómo alguien estaba muy centrado en bandalizar nuevamente su casillero, provocando que la joven Camila se enfureciera y siguiera el consejo de su mejor amiga, propinándole un gran puñetazo en la cara al que aparentemente intentaba fastidiarla. Su difunto esposo.
—Al final resultó que su amigo hizo eso y él sólo intentaba arreglarlo antes de que el director se enterara.— suspiró. —Que recuerdos…— carraspeó.— Creo que me salí del tema; con eso quería decir que no todas las parejas empezamos como en las películas se muestra, así que esta bien, Amity se arrepintió de haber querido matarte y yo de haber golpeado a mi esposo, todo bien entonces, igual eso no es lo más importante.— sonrió. —Ahora que ustedes son pareja me gustaría preguntarles si no tengo nada de que preocuparme.— al ver sus semblantes confundidos aclaró. —Ya saben, al ser una bruja y una humana, que duermen juntas, me preguntaba si debo tomar medidas y separarlas, pues no sé como funcione el tema de la reproduc…
—¡No hay de que preocuparse!— gritó una avergonzada pelimorada. —E-Eso sólo es posible mediante una poción de fertilidad o un hechizo de procreación, así que no hay problema.— murmuró totalmente apenada. —De igual forma jamás le faltariamos al respeto a usted ni a su casa.
Luz asintió frenéticamente. Aquella conversación se había vuelto muy incómoda.
—¡Menos mal! Por un momento pensé que debía separarlas, pero mientras no decidan beber alguna poción o practicar algún hechizo así supongo que debo estar tranquila, pero respecto a lo otro sugiero que esperen a su debido tiempo, antes me gustaría hablar con ustedes sobre cierta acción humana que los adolescentes no deben hacer hasta que sean adultos.— habló, provocando que ambas jóvenes se sonrojaran. —Verán, cuando una pareja se ama demasiado…
—¡Llegamos!
Al escuchar el glorioso sonido de la puerta, las menores se levantaron rápidamente para recibir a los recién llegados, quienes miraban extrañados a la pareja, pues al verlos entrar se abalanzaron contra ellos mientras les agradecían por haber llegado a tiempo. Por su parte, Camila reía por lo bajo ante la escena, realmente ella no buscaba regañarlas, más bien quería reemplazar el miedo que tenían por otra emoción para que ellas se relajaran, siendo la vergüenza su mejor opción y, al parecer, había funcionado.
—Bueno, ya que estamos todos será mejor que comamos, es tarde y supongo que estarán hambrientos.
Los cuatro jóvenes que acababan de llegar asintieron frenéticos, mientras que las otras dos restantes no dijeron nada, pues tantas emociones habían acabado con ellas y su apetito.
De igual forma todo había válido la pena, al final, tanto ellas como cierto par de amigos, solucionaron aquello que tanto les aterraba, aprendiendo así una valiosa lección, pues lograron entender que no es lo ideal dejarse dominar por el miedo, y que es necesaria la comunicación para evitar tantos malos entendidos que podrían terminar afectandoles a futuro. Después de todo sólo se trataba de decir aquello que necesitaban para acabar con las preocupaciones que cargaban.
Al menos con una parte de ellas.
¡Hey!
¿Qué onda?
Aquí LupitaHaibara con el cuarto capítulo de este proyecto :'3 cabe mencionar que nuevamente me base en unos de los cómics de moringmark y también en una experiencia real jsjsjs (la confesión de Luz es basada en hechos reales qwq)
Les recuerdo que los días de actualización están sujetos a cambios, y que cualquier cosa se los haré saber por el tablero de noticias, Facebook o por Instagram (los links de mis redes los deje en el tablero de noticias de Wattpad, para que pasen a seguirme) :3
Antes de irme me gustaría decir lo que podemos aprender en base a este capítulo: Y es que muchas veces necesitamos desahogarnos para poder estar bien con nosotros mismos, es cuestión de decir lo que necesitamos para poder quitarnos un peso de encima, pero para eso hay que quitarnos el miedo a decir que estamos mal o bien, y también debemos confiar en las personas correctas para eso. El miedo puede ser nuestro peor enemigo cuando de querer estar bien se trata, sólo es cuestión de dejar de lado lo negativo y centrarnos en lo positivo aunque pueda ser muy difícil. Lo imposible muchas veces puede ser posible.
Ahora sí, sin más que decirles, yo me retiro, ya saben que cualquier cosita pueden dejarla en los comentarios, yo encantada de leerlos :3
Nos leemos en otra realidad virtual
Bais~
