Habían pasado tres semanas desde su llegada al reino humano y todo iba relativamente normal en su nuevo entorno, pues supieron semi-adaptarse a la vida de un adolescente común, sin embargo, ciertas cosas aún les llamaban la atención, lo cual provocaba que su curiosidad en ocasiones saliera a flote, metiendolos ocasionalmente en problemas.

Igual de los errores se aprende.

Por otro lado, no podían evitar sentirse apenados por las molestias ocasionadas a la madre de su mejor amiga, quien claramente hacía hasta lo imposible por mantenerlos cómodos en su hogar y darles hasta lo indispensable. Pero ya no querían seguir siendo una carga.

Así que, para evitar que la mayor se siguiera presionando respecto a sus gastos, tomaron una decisión que obviamente Camila no aprobaría. Eso si se enteraba.

Es por ese motivo que, ahora, ciertos jóvenes se encontraban en la cafetería de la escuela, un lugar "tranquilo" donde podrían hablar más a fondo del tema y sobre lo que harían para cooperar un poco con los gastos del hogar quitándole así un poco de presión a su anfitriona.

—Podemos conseguir un empleo de medio tiempo como Amity.— sugirió Luz. —Mamá no le dijo nada cuando se enteró.

La de ojos dorados asintió.

—Tienes razón, no se opuso, pero porque le dije que eran créditos extras el ir a la biblioteca, y que me pagaban sólo para compensar el tiempo que trabajaba ahí.— le recordó. —No podemos decir lo mismo, sospecharía, sabes que tu mamá es muy perspicaz, los descubriría desde el primer momento.

—Cierto, recuerda que desde un principio supo sobre la relación que tienes con Amity; la señora Noceda se daría cuenta si mentimos.— le recordó Gus.

Un suspiro brotó de los labios de la morena, quien se dejó caer desganada sobre el hombro de su novia.

—Es verdad… A ella no se le puede engañar.

Hunter bufó.

—Si queremos que nos crea debemos idear algo bien estructurado.— murmuró mientras se cruzaba de brazos.

Ya llevaban un buen rato hablando y realmente no se les ocurría nada creíble.

Vee levantó la mano para pedir la palabra.

—Bueno, la excusa podría ser que todos saldremos a estudiar cada tarde, así podremos salir de casa diario sin levantar sospechas.— sonrió. —Además, sería lógico, pues la temporada de exámenes está cerca.

Los presentes se miraron entre sí, aprobando con ánimo la idea de su nueva amiga.

—Perfecto, entonces cuando tengamos un empleo saldremos junto a Amity con el pretexto de ir a la biblioteca para ponernos al corriente, siendo Vee nuestra tutora, ya que posee conocimiento de los semestres donde reemplazó a Luz.— habló la de lentes, quien después suspiró. —La cuestión ahora es cómo vamos a salir para buscar trabajo.

Amity sonrió.

—Mañana sábado tengo clase de cocina con la señora Noceda, Luz, Vee y yo podemos distraerla en lo que ustedes salen a hacer "proyectos" escolares.— ideó. —Si nos llega a preguntar porque nosotras tres no salimos con ustedes diremos que el profesor dio una fecha diferente de entrega a cada quien, o que son proyectos de nuestros clubes, y como pertenecemos a diferentes acordamos hacerlos otro día, ahí es cuando ustedes dos.— miró a las gemelas. —Aprovecharán para salir y buscar algo.

Luz aplaudió emocionada para luego besar en recompensa la mejilla de su novia, quien se sonrojó ante ese gesto.

—Eres una genio hermosa.— sonrió mientras pasaba un brazo por sus hombros. —Entonces ya está, mañana váyanse con ese pretexto y nosotras distraemos a mamá, pero no lleguen tarde, procuren regresar a la hora que cierra la biblioteca, ya saben, para más credibilidad.

Los menores asintieron, estaban orgullosos del plan que habían ideado. El sonido de la campana les hizo cortar aquella conversación, marchándose así cada quien a su respectiva clase.

Después de todo, encontrar un empleo sería fácil, ¿verdad?


Cuando el día sábado finalmente llegó, el grupo de amigos se despidió tras desearse suerte en sus respectivas labores, siendo así como Gus, Hunter y Willow se marcharon al centro, donde tenían más probabilidades de encontrar algo, mientras que Luz, Vee y Amity se quedaron en el hogar con una alegre mujer que, como ya se esperaraban, preguntó por el paradero del resto, pues era muy temprano para salir, siendo así como las jóvenes dieron la misma respuesta que habían preparado el día anterior.

Su plan estaba saliendo a la perfección.

—¡Ya estoy de vuelta con las compras!— anunció la joven de cabellera morada, quien ingresaba al hogar con una bolsa llena de los encargos que su suegra le había hecho.

Como prácticamente nadie se encontraba en el hogar Noceda, no había quien pudiera ayudar a la mayor para ir en busca de los ingredientes que necesitaría, pues, por un lado, Luz solía distraerse y traer cosas diferentes que nada tenían que ver con comida, mientras que Vee aún no reconocía del todo los productos humanos, además le asustaba salir sola, por lo que, al final, la joven bruja fue quien se ofreció a ir, interrumpiendo momentáneamente su clase de cocina.

—Gracias por tu ayuda Amity.— sonrió cierta veterinaria, la cual salía de la cocina para recibirla. —Me salvaste la vida, cielo.

La de ojos dorados se sonrojo.

—No es nada, enserio.

Camila nuevamente le agradeció, realmente apreciaba su ayuda.

—¿Podrías pasarme el aceite? Lo necesito para…

—Ay no…— murmuró revisando con desespero la bolsa que aún cargaba. —¡Olvidé el aceite!

La de lentes negó.

—Tranquila, no pasa nada, podemos sustituirlo con…

—¡No puedo creerlo!— gritó mientras sacaba su lista de compras para revisarla nuevamente. —¡¿Por qué no lo escribí?!— cuestionó alarmada. —C-Creí que lo recordaría! ¡En verdad lo siento!— exclamó apenada. —Por favor, no se moleste, yo…

"—No estoy enojada manoplas, después de todo, gracias a los errores que has cometido, ya no soy capaz de molestarme."

Cerró los ojos con fuerza. Quería llorar.

"—No quiero castigarte, querida…"

Nuevamente había decepcionado a alguien que quería.

"—Pero hay reglas, y si no quieres seguir cometiendo imprudencias debes aprender a seguirlas."

Odiaba sentirse así, tan inútil, incapaz de hacer algo bien. Lo único que quería era ayudar, pero había terminado haciendo lo contrario.

—Hey.— le llamó su suegra, quien colocó ambas manos sobre sus hombros, haciéndola salir de aquella tortuosa ola de recuerdos. —No te preocupes linda, no estoy enojada.— sonrió. —Realmente has sido de mucha ayuda Amity, además, ¿porqué me molestaría por algo tan pequeño?— cuestionó. —Todos cometemos errores, hasta a mi se me llegan a olvidar las cosas.— confesó. —Y deberías ver lo que Luz hizo en la cocina con mi pobre licuadora.— susurró.

Por su parte, la de corta cabellera se sonrojo.

—Mamá… No tenías que exhibirme así.

La joven bruja no pudo evitar reír al notar como su novia y Vee estaban cubiertas de aderezo. Ya podía darse una idea de lo ocurrido.

—Señora Noceda, espero no le incomode, pero, ¿puedo...?

Al comprender lo que su nuera quería hacer accedió, dejándose envolver en un cálido abrazo mientras miraba confundida a su hija, buscando respuestas sobre lo que acababa de pasar.

Ella simplemente sonrió.

—Es algo complicado, te lo explicaré después.— musitó.

Al menos ya tenían un tema de conversación para hablar mientras terminaban de cocinar.


Nada.

Llevaban horas buscando en cada negocio y no encontraban nada, todos les daban la misma excusa diciendo que nadie en su sano juicio contrataría a un grupo de pequeños adolescentes cuyo único deber era estudiar y ayudar a sus padres en tareas del hogar. Eso cuando no eran ignorados.

Estaban cansados, conhambre y enojados. Muy enojados.

—¡Esta es una injusticia!— exclamó el ilusionista mientras comía desganado un helado que Hunter le había comprado para calmar un poco su hambre. —No somos niños, somos personas en pleno desarrollo que buscan liberar su potencial introduciéndose al fino arte adulto del trabajo, ¡no tienen porque negarnos la oportunidad!— bufó. —Sólo queremos ser de ayuda para la persona que nos ha cuidado tanto, malo sería que la pasaramos sin hacer nada.

La de lentes suspiró.

—Tienes razón, no es justo, pero no podemos hacer nada, ya buscamos por todos lados y claramente a nadie le importa que tengamos la intención de hacer las cosas bien, para ellos sólo somos niños que no se toman con seriedad este tipo de asuntos. Aunque…— murmuró mirando apenada a ambos jóvenes. —También puede que nadie nos contrate porque vamos juntos.— al ver sus semblantes confundidos aclaró. —Quizá piensan que buscamos trabajo en el mismo sitio, o que vamos gastando bromas como cualquier adolescente tonto.— suspiró. —Por eso creo que deberíamos separarnos y probar suerte así, probablemente sea más fácil.

El rubio asintió.

—Puede que tengas razón, entonces vamos por nuestra cuenta.— sonrió. —Nos vemos aquí en tres horas, y recuerden ir sólo a lugares que ya conocemos, no podemos arriesgarnos a perdernos.

Al ver como su joven amigo aprobaba la idea, y se terminaba su improvisado alimento, el grupo se puso en marcha esta vez por separado, esperando tener más suerte para encontrar un empleo de medio tiempo, no les importaba en que, lo único que querían era conseguir algo pronto.

Todo sea por ayudar.

Willow comenzó probando en cada establecimiento que solicitaba desde meseras hasta cajeras, pero nuevamente le ponían como excusa la edad, o simplemente la ignoraban. Se estaba cansando de esa situación, tanto que ya no le veía caso seguir buscando, pues nadie tomaba con seriedad su petición, y hubiera vuelto a casa resignada de no ser porque cuando estaba camino al punto de encuentro vió una florería donde, para su sorpresa, solicitaban florista. Ella era florista.

O eso creía, pues no sabía el significado de la palabra, pero estaba segura de que tenía que ver con flores.

Sin perder más tiempo entró al local como última esperanza, encontradose con una agradable mujer de mediana edad que le recibió con una sonrisa.

—¡Bienvenida! ¿Qué deseas llevar pequeña? Tenemos rosas, dalias, girasoles, tulipanes, gardenias, margari…

—Gracias, es usted muy amable.— interrumpió. —Pero realmente estoy aquí por el letrero del trabajo.— sonrió.

La mayor le miró sorprendida.

—¿No eres muy joven para trabajar?— cuestionó. —Además, el empleo consiste en armar ramos, arreglos florales y, sobre todo, mantener vivas a las flores.— explicó. —También debes tener en cuenta que sólo es un trabajo de medio tiempo.

Al escuchar lo último, la de lentes le miró emocionada.

—Si, soy joven, pero de verdad necesito el empleo.— respondió. —Por lo de hacer arreglos no se preocupe, en mi escuela anterior había un invernadero, yo era la encargada de su cuidado, así que se como tratar con flores.— sonrió. —Y por el horario no hay problema, es perfecto, así me da tiempo de ir a la escuela en la mañana, pero en cuanto salga vendré directo aquí, ¡seré puntual!

Pudo notar como la dueña dudaba sobre qué decisión tomar, preparándose para irse de ahí nuevamente sin haber conseguido nada.

Sabía que algo así podía pasar.

—Este es el trato, estarás a prueba una semana, veré tu desempeño durante esos días, y si realmente sabes tratar con el entorno floral tendrás el trabajo de manera permanente.— propuso, riendo al ver como su nueva ayudante asentía frenética.

—¡No la defraudaré, se lo prometo!

Tras explicarle a la joven su hora de entrada, sus descansos y lo que tenía que hacer, se despidieron, quedando en verse el lunes después de clases, dejando a la azabache totalmente satisfecha con su logró obtenido.

Sólo esperaba que a sus dos amigos les estuviera yendo igual de bien.

Pero, por su parte, Gus no corría con la misma suerte.

Había buscado en cada local y nadie lo aceptaba, ya no sólo por la edad, sino por su estatura que, supuestamente, no correspondía a alguien de casi catorce años. Nadie le dijo que en el reino humano sería un crimen ser bajo. Era injusto.

Caminó por cada local, incluso preguntó aunque nadie solicitará empleados, pero aún así su edad y medida eran un problema para su búsqueda, ni siquiera una ilusión podía ayudarlo, se estaba quedando sin opciones.

Resignado, comenzó a caminar hasta el punto de encuentro, pero su curiosidad pudo más cuando escuchó ladridos desesperados provenientes de un local donde pudo leer en letras grandes "Centro de adopción animal", por lo que decidió ir y conocer más sobre los animales del reino humano, con eso también esperaba animarse un poco luego de su fracaso. Sin más tiempo que perder se dirigió al lugar, donde había gran variedad de especies desconocidas para él, siendo las únicas que conocía los felinos, las aves y los canes, aunque estos últimos eran muy diferentes en las Islas Hirvientes.

A veces olvidaba que ya no estaba en su hogar.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al ver a cada animal, estaba realmente maravillado, pues en el reino humano las especies eran menos aterradoras que en su lugar de nacimiento. Jamás pensó que algo así existiera en el mundo que tanto ansiaba conocer.

Sin duda era afortunado.

—¡Hola! ¡Bienvenido al centro de adopción animal "Gravesfield"— le saludó una amable joven. —¿Te puedo ayudar en algo?

El moreno la miró sin saber qué responder. Estaba nervioso.

—Yo, bueno, no, sólo quería, ya sabes…

La encargada sonrió.

—¿Adoptar un pequeño amigo? Tranquilo, puedo ayudarte con eso, tenemos a muchos pequeños peluditos, o emplumados, en busca de un hogar, estoy segura de que…

—En realidad sólo pasaba por aquí, escuché los ladridos, y eran tan fuertes que los creía en problemas, error mío, perdóname por hacerte perder el tiempo.— se disculpó. —Supongo que debería irme.

—Oh, descuida, entiendo tu preocupación, han estado inquietos por días, pero es porque no han salido de paseo.— explicó. —La persona encargada de eso renunció debido a problemas personales, y sinceramente no he podido organizarme para sacarlos a pasear.— suspiró. —Pero descuida, ellos están bien.

El menor asintió aliviado, sin embargo, al reflexionar las palabras de aquella joven, sonrió.

—Dices que no hay quien saque a estos amigos a pasear, ¿cierto?— la encargada asintió; era su oportunidad. —Yo podría hacerlo.

Ella le miró sorprendida.

—¿Disculpa?

—Que yo podría hacerlo, ya sabes, sacarlos a pasear todos los días por las tardes cuando salga de la escuela, así tú no te presionas y ellos no se estresan más por el encierro.— propuso. —Entonces estos amiguitos estarían felices, ya no tendrías que esforzarte de más y yo conseguiría el trabajo que he estado buscando, todos salimos ganando.— sonrió. —¿Qué dices?

Aquella joven pelinegra parecía dudosa, él sabía que probablemente le diría lo mismo que todos, pero era su última esperanza. Si ella rechazaba su propuesta tendría que decirle adiós a su oportunidad de ayudar y sentirse útil.

—¿No eres muy joven para buscar empleo?

Él suspiró.

—Sí, pero realmente lo necesito, y tú también necesitas ayuda, sería un apoyo mutuo. Es más, ponme a prueba, si sientes que estoy fallando en algo eres libre despedirme cuando quieras, sólo pido una oportunidad para demostrar que puedo con esto, por favor.

La encargada lo observó detenidamente, no estaba segura de aceptar lo que le proponía alguien que acababa de conocer, pero era su mejor opción, después de todo él tenía razón.

—Está bien, sólo porque realmente necesito ayuda, pero eso sí, estarás a prueba, vendrás aquí todas las tardes después de clases a partir del lunes, sacarás en un turno a parte de los cachorros y después al resto.— sonrió. —La paga no es mucha, aún así espero pueda serte de ayuda.

Ante su respuesta no pudo evitar brincar emocionado. Lo había conseguido.

—¡Claro que me será de ayuda!— exclamó. —Enserio te lo agradezco.

La joven negó.

—No es nada, como tú dijiste, es una forma de ayudarnos mutuamente, yo debería darte las gracias por eso, eh…

—Augustus.— continuó. —Pero puedes llamarme Gus.— se presentó.

—Mucho gusto; yo soy Fanneth, pero puedes decirme Fanny.— habló mientras sonreía. —De verdad gracias por la ayuda que me estás brindando, será un honor trabajar contigo.

Ambos estrecharon sus manos para cerrar aquel trato laboral con una sonrisa satisfecha por el beneficio que obtendrían a cambio.

Su suerte comenzaba a cambiar.


—Toma batatita, bebe un poco de té.— sugirió la morena mientras le entregaba una taza con aquel líquido. —Te ayudará a relajarte, es de tila.— sonrió.

Por su parte, Amity asintió sin decir nada. Estaba avergonzada.

Jamás pensó que le ganaría la ansiedad, al menos no en voz alta y en presencia de su suegra. Lo había arruinado todo por un pequeño error.

—Gracias.— murmuró con la mirada baja, pues desde que la habían llevado a la sala no se animaba a verlas directamente. —De verdad lo siento, no era mi intención ponerme así, estoy muy apenada, especialmente con usted, señora Camila.

La mencionada sonrió despreocupada.

—No te preocupes, linda, no hay nada que perdonar, está bien, a cualquiera le pudo haber pasado.— respondió. —Y aunque no entiendo del todo el motivo por el que te alteraste de esa manera, igualmente lo comprendo, no voy a incomodarte preguntando algo que seguro es privado, así que puedes estar tranquila.— aclaró. —Vamos pequeña, levanta la carita, no estoy molesta.

Un suspiro brotó de los labios de la menor, quien con timidez levantó el rostro para mirar a la mayor frente a ella.

—Eso es, no tienes porque bajar la mirada, tú no hiciste nada malo, fue un error que a todos nos puede suceder, por ejemplo, Luz muchas veces a traído perejil en lugar de cilantro, o le ha puesto azúcar en vez de sal a la comida, y no por eso me voy a enojar, si se equivocó es por algo, así que para evitar eso procuró explicarle detenidamente lo que debe traer o cómo debe preparar las cosas.— explicó. —Hablando se entiende la gente, así que tranquila. Igual hace un rato te iba a decir que podemos sustituir el aceite con mantequilla para el guisado, eso le dará un poco más de sabor, y ya mañana compramos eso que nos falta.

Amity asintió. Estaba aún confundida por el buen trato que su suegra le brindaba. No se sentía merecedora de aquello luego de haber fallado en algo que le habían ordenado. Se sentía tan tonta por pensar así, pero no podía evitarlo, después de todo estaba acostumbrada a hacer las cosas bien sin cometer errores, pues sabía lo que pasaría si llegaba a fallar.

Tenía que contarle, de lo contrario quedaría como una exagerada por la manera en la que reaccionó. Y la verdad era que ella no quería ser así.

—Muchas gracias por su comprensión.— murmuró mientras aferraba sus manos a la falda que portaba. —Pero yo quiero explicarle.— respondió, a lo que Luz tomó su mano para darle valor. —Lamento nuevamente mi comportamiento, pero todo tiene una explicación.

—Linda, no es necesario…

—Quisiera hacerlo, por favor.

Ante sus insistentes palabras, la de lentes guardó silencio para escucharla; ninguna de las presentes hizo preguntas hacia la joven, pues prefirieron dejar que ella por sí sola relatará lo que tanto mal le estaba haciendo.

Necesitaba desahogarse.

Comenzó hablando un poco de su familia, empezando por Alador, un padre mayormente ausente que no comprendía del todo las actitudes de sus hijos, ni defendía sus intereses en un principio, siguió con Edric y Emira, un par de gemelos cuyo pasatiempo era molestarla con sus ilusiones, unos excelentes hermanos mayores que, a pesar de todo, la cuidaban hasta de su propia sombra, haciéndola sentir realmente protegida estando con ellos. Finalmente, llegó a la persona que menos quería describir: Oralia, un intento de madre que nada tenía de una, pues siempre estuvo aprovechándose de ellos, presionalos, manipulandolos, humillandolos, haciéndoles sentir que debían pagar un precio por existir, especialmente a la menor, quien más sufría de ese trato, obligándola a ser perfecta desde que tenía uso de razón, no dejándola ser libre ni para elegir a sus amigos, y gracias a eso tuvo que dejar ir a la única amistad sincera que había hecho en toda su vida, alguien que no la vela como un boleto de entrada a la alta sociedad, una persona que realmente estaba con ella por su forma de ser y no por el apellido que portaba.

—Fue por eso que me vi obligada a ser de ese modo con Willow, mi madre amenazó con cerrarle las puertas si yo insistía en estar con ella, así que, para no meterla en problemas, preferí ser mala con ella para evitar que me pidiera explicaciones sobre el porqué la había tratado así.— murmuró. —No hay día que no me arrepienta por haber sido tan arrogante, pero ver que valió la pena aquel sacrificio me reconforta.

Por su parte, Camila estaba impresionada, no podía creer que existiera una madre capaz de dañar tanto a sus hijos y los viera sólo como una herramienta más de trabajo. Si ella se sentía mala madre, ahora sabía que habían peores.

La de cabellera morada continuó su relato hablando de lo difícil que era complacer a su madre, pues desde muy pequeña se le había enseñado a ser perfecta, y si fallaba en algo era castigada con humillaciones, palabras hirientes que la hacían sentir sin valor. Ella jamás supo lo que era un beso, un abrazo, un "estoy orgullosa" por parte de su madre, siempre hacía las cosas para intentar ganarse algún gesto cariñoso, pero sus esfuerzos eran en vano. De ese modo se enseñó a hacer lo que se le ordenaba sin recibir nada a cambio, se obligó a sonreír y amistar con personas que no le agradaban, fingiendo ser alguien que no era sólo por órdenes de su madre. Lo único que hacía era justificar su existencia demostrando que podía ser útil.

Pero gracias a eso había dañado su salud emocional, ocasionándole constantes ataques de ansiedad, logrando mantenerse tranquila a base de tés que bebía diariamente, sin que su madre se enterará, en la biblioteca donde trabajaba.

La veterinaria suspiró. Seguía sin creer que alguien tuviera tan poca estima hacía su hija, llegando al grado de dañarla de esa manera, provocándole ansiedad.

Después de esa plática tendría que hablar con Luz y Vee, pues no quería ser la causante de algo así en ellas.

—¿Y tú padre nunca dijo o hizo nada al respecto?

Amity negó.

—Todos estábamos bajo el control de ella, mi papá era obligado a trabajar sin descanso día y noche, rara vez lo veíamos.— suspiró. —Realmente no era el padre del año, pero aún así supo hacer lo correcto al final, puso mi bienestar por encima de cualquier negocio, incluso nos ayudó a terminar con la primera amenaza de las Islas, él…— se detuvo cuando sintió que no podía más, dejándose envolver entre los brazos de su pareja, quien le veía con tristeza.

Había pasado por mucho.

—No necesitas continuar, ahora puedo entenderte mejor, si quieres podemos…

—Discúlpeme, quiero seguir, es sólo que recordarlo, no sé, me molesta en cierta forma. Recordar que ella nos privó de un padre me enoja bastante, pues no nos dejó conocerlo, convivir con él, siempre pensé que era igual a ella por como le daba preferencia y jamás nos defendía, pero el último día que estuve en las Islas descubrimos que todo lo hacía precisamente para protegernos de nuestra madre, pues lo tenía amenazado con hacernos trabajar en la Industria, por lo que prefirió secundarla en todo con tal de no vernos sufrir como él lo hacía al trabajar sin descanso. Sólo buscaba darnos una vida normal, bueno, casi normal.— continuó. —Por eso no lo culpo, él fue una víctima más en todo esto.

Camila se puso de pie para arrodillarse frente a la menor y tomar la de las manos, sorprendiendola por aquella inesperada acción.

—Entiendo mija, por eso quiero que te quedé claro algo: aquí estás a salvo, nadie va a regañarte o presionarte.— prometió. —Yo no soy esa señora, y si en algún momento te hago sentir mal, incómoda, o cometo alguna imprudencia, házmelo saber. Lo que menos quiero es incomodarte, esta es tu casa y puedes expresarte como quieras, no temas de ser quien eres por ella.— sonrió, acariciando con una mano la mejilla de su nuera para limpiar las lágrimas que había comenzado a derramar. —En mi tienes a alguien con quien siempre podrás contar pase lo que pase, después de todo prácticamente eres como mi hija, ¿no Luz?

La mencionada asintió.

—Ahora eres de la familia batatita.

Vee le secundó.

—Mamá y Luz tienen razón, como novia de mi hermana pasas automáticamente a ser una Noceda, cuñada.— sonrió, provocando que la pelimorada se sonrojara.

Había vivido atrapada en sus recuerdos que jamás imaginó encontrar personas así, siempre pensó que viviría bajo la sombra de su madre, sin posibilidad alguna de ser libre. Como ya era costumbre, sobre pensó las cosas.

—Gracias, por todo.

Fue ahí que, en medio de lágrimas, risas, y palabras de aliento, las tres se unieron en un cálido abrazo. Entonces Amity, por primera vez, se sintió en casa.

Por primera vez se sintió parte de una familia.


Hunter no podía más, estaba cansado, con frío, y tenía hambre. Comenzaba a enojarse. Llevaba mucho rato caminando por el centro, preguntando si solicitaban algún empleado, teniendo éxito en cada lugar, sin embargo, su problema ya no era la edad, pues tenía la suficiente como para trabajar, más bien su obstáculo ahora era la experiencia.

Tuvo excelentes ofertas de trabajo con muy buena paga, pero en muchos lugares le pedían conducir motocicletas, bicicletas, automóviles, camiones, o saber cocinar todo tipo de platillos, y claramente él no sabía ni siquiera hervir agua sin que ésta se consumiera al instante, por eso mismo tuvo que dejar ir cada oportunidad que se le cruzaba, todo porque no sabía hacer otra cosa que no fuera combatir cuerpo a cuerpo. Realmente esperaba encontrar algo que él pudiera hacer, pero tampoco sabía en qué podía ser bueno además de liderar, golpear y hechizar.

Tras meditarlo un momento, sin llegar a ninguna conclusión, se adentró en la cafetería, lugar donde ya había preguntado por una de las dos vacantes que ofrecían, y también tuvo que rechazar porque no sabía utilizar una cafetera ni hacer lindos dibujos en la espuma del café, mientras la segunda propuesta no le pedía mucho, sólo humillarse y perder la poca dignidad que le quedaba, así que igualmente rechazó la oferta.

Pero al paso que iba no le quedaría otra opción más que aceptar y no quería.

—¡Bienvenido a la cafetería…! Oh, eres tú otra vez.— murmuró la encargada del lugar. —¿Volviste por el empleo?

Él negó.

—Sólo vengo por un café, afuera empieza a sentirse frío.— respondió. —Pero gracias por la oferta.

La joven rubia sonrió para luego trabajar en su orden.

—¿Sabes? No es tan malo como parece, yo estuve trabajando en eso cuando comencé, luego aprendí el manejo de los utensilios dentro de la cafetería y ocupe este puesto.— contó. —Tú podrías hacer lo mismo, trabajar ahí un tiempo y en tus descansos puedo mostrarte cómo se usa la cafetera, piénsalo, no pierdes nada con intentar.

El muchacho no respondió, simplemente permaneció en silencio meditando las palabras de su contraria. Necesitaba empleo, eso era obvio, pero tampoco quería rebajarse a trabajar en algo tan humillante por quién sabe cuánto tiempo, dependiendo de lo que se tardará aprendiendo. Era una propuesta tentadora sin duda, pero no quería arriesgarse y vivir con las burlas diarias de sus amigos, sobre todo, no quería que aquello llegará a oídos de cierta azabache.

Tenía una reputación que proteger.

—Creeme, pierdo mucho.— susurró, no logrando que la joven escuchará. —En verdad te lo agradezco, pero no siento que eso sea algo para mi.— respondió. —Estoy seguro de que podré encontrar algo, debo seguir buscando y…

—Amigo, te vi pasar más de tres veces por aquí, es obvio que no has conseguido nada.— le interrumpió. —Hoy en día es muy difícil que te empleen sin experiencia, a nadie le importa que tengas la intención de hacer las cosas, si no tienes idea de cómo se maneja el puesto automáticamente estarás descartado, créeme, estuve en tu posición, y por eso quiero ayudarte, sólo déjate ayudar, no seas tan orgulloso.

Hunter bufó para luego recibir la taza de café que su contraria le entregaba.

—No se trata de orgullo, simplemente no creo que ser adorable sea lo mío, no quiero humillarme más, y…

—En efecto, es orgullo.— murmuró la joven mientras sonreía divertida al ver el rostro inconforme del menor. —Dilo claramente, tú lo que tienes es miedo de recibir burlas por parte de tus conocidos.— acertó. —Pero eso no va a pasar, claro, si no se enteran.— habló, provocando que el muchacho la observará confundido. —Puedes inventar una excusa, no sé, decir que aún no encuentras empleo y venir aquí con la excusa de seguir buscando, ya cuando estés listo para ocupar el otro puesto les comentas, es así de sencillo, yo lo hice cuando me tocó ocupar ese puesto, también tenía una reputación que mantener.

—¿Y funcionó? ¿No te descubrieron?

Ella negó.

—¿Por qué habrían de hacerlo? Es cuestión de saber mantener la mentira, al menos por un tiempo.

Ante aquellas palabras él guardó silencio mientras bebía su café. Sabía que era arriesgado hacer algo como eso, más cuando a Willow y Amity no se les podía engañar fácilmente, sobre todo si no sabía mentir, pues jamás lo había hecho, al menos no para su propio beneficio. Realmente necesitaba el empleo y le estaban dando la oportunidad en bandeja de plata al asegurarle un puesto mejor si comenzaba desde abajo.

No tenía opción.

Tras soltar un suspiro, dejó la taza vacía sobre el mostrador y, con una mirada decidida, se animó a responder.

—Aceptó.— habló. —Pero sólo hasta que pueda ocupar el otro puesto, ¿está bien?

Su ahora jefa no pudo evitar reír antes de ofrecerle una mano.

—Más que bien.— accedió. —Bienvenido, pingu.— se burló, provocando que el muchacho enrojeciera de vergüenza.

Se estaba arrepintiendo.

Ambos estrecharon sus manos para cerrar aquel trato, y posteriormente ponerse a discutir los horarios, lo que haría, sus descansos, la capacitación que recibiría, pero sobre todo, cómo estaría la paga. Si iba a humillarse mínimo quería recibir una buena cantidad por eso.

Después de una larga plática donde se pusieron de acuerdo sobre aquel tema laboral, el rubio se despidió, no sin antes agradecerle por aquella oportunidad, y rogarle repetidas veces que con nadie comentará el nombre de su nuevo empleado, pues deseaba mantenerse en el anonimato, ya que algún conocido de la escuela podía comentar con sus amigos la clase de empleo que tenía y entonces sí que estaría perdido. Era mejor prevenir que lamentar.

Así que, trashacerle prometer que guardaría el secreto, se marchó del lugar para dirigirse al punto de encuentro, pues al darse cuenta de la hora había notado que iba diez minutos retrasado a lo acordado. Temiendo preocupar a sus amigos por su tardanza apresuró el paso, logrando ver a lo lejos al moreno y la azabache, quienes parecían realmente angustiados.

—Deberíamos ir a buscarlo, seguro se perdió.— murmuró Willow, quien mordía nerviosa sus uñas.

—Mejor vamos por la señora Camila, ella conoce mejor esta ciudad y podría ayudarnos a…

—¡Lo siento!— interrumpió una agitada voz a sus espaldas. —No me había dado cuenta de la hora, hasta que vi el reloj del lugar donde estaba fue que vine aquí lo más rápido que pude, yo no quería…— sus palabras quedaron en el aire, pues la de lentes le abrazó sin previó aviso, suspirando con alivio. —¿Capitana?

—Sólo no vuelvas a hacer eso, nos preocupamos, ¡pensamos que algo te había pasado!— reclamó para luego alejarse. —Igual me alegra que estés bien.— sonrió.

Un tenue sonrojo cubrió las mejillas del joven, quienparecía haber dejado de funcionar gracias a la azabache frente a él. Por su parte, Gus carraspeó, rompiendo aquel momento entre los dos.

—Bueno, ya estando aquí todos, díganme, ¿cómo les fue?

Willow apartó la mirada del rubio y prestó atención al menor.

—Oh, a mi me fue muy bien, encontré un empleo de medio tiempo en la florería que está cerca del parque, así que iré ahí al terminar las clases cada tarde.— contó.

—¡Eso es genial!— exclamó el moreno. —Yo también conseguí algo cerca del museo, en el centro de adopción animal, igual es un empleo que me permitirá estudiar e ir por las tardes a trabajar.— sonrió.

Ambos jóvenes se felicitaron mutuamente por su logro obtenido, realmente todos estaban orgullosos de lo que habían conseguido. Bueno, casi todos.

—¿Y tú Hunter? ¿Conseguiste algo?

El mencionado no pudo evitar tensarse al escuchar la curiosa voz de su amiga, quien le veía en espera de una respuesta. Estaba perdido.

«No pasará nada si lo ocultó, después de todo es cuestión de saber mantener la mentira, ¿cierto?»

Tras meditarlo un momento decidió mantener el secreto, quizá ellos eran sus mejores amigos, pero no podía humillarse así con ellos. Con ella.

—¿Hunter?

Él suspiró.

—Nada, en todos los lugares donde me aceptaban pedían experiencia manejando, cocinando, o contabilizando, y claramente ni siquiera sé manejar mi vida.— bromeó. —Tendré que ocupar mis tardes en seguir buscando.

Los dos jóvenes le sonrieron.

—No pierdas la esperanza, eres muy talentoso en otras cosas, seguro encontrarás un buen trabajo, sólo debes ser paciente.— habló la azabache.

Gus asintió animadamente.

—¡Si! ¡Amigo, no te desanimes! Tú sigue intentando.— le guiñó un ojo.

El de ojos escarlata no pudo evitar sentirse mal por haber mentido, pero realmente no tenía opción, sólo esperaba no demorar tanto y mantener aquella mentira por poco tiempo. Tenía que esforzarse para llegar al puesto que quería.

—Gracias, de verdad.— murmuró. —Bueno, supongo que debemos ir a casa, pronto cerrará la biblioteca, y mientras más tarde lleguemos más rápido nos descubrirán.— les recordó.

—Es verdad, vamos.

Fue así que entre risas, y una amena conversación, los tres iniciaron su caminata al hogar Noceda, completamente satisfechos por lo que habían conseguido aquel día.

Al fin serían capaces de ayudar.


Luego de aquella plática tan amena decidieron volver a sus labores, pues se estaba haciendo tarde y debido a eso la comida estaría lista hasta la cena, lo cual hizo a la mayor dividir el trabajo con Amity, ya que no quería más instrumentos de su cocina destruidos a manos de su hijas, por eso mismo, tras explicarle ciertas cosas, dejó a la joven bruja preparando una parte de la comida mientras ella realizaba el resto, así ya no perderían más tiempo y podrían terminar mínimo para la hora de cenar.

Todo era cuestión de trabajar en equipo.

La joven bruja se encontraba revolviendo la sopa que le habían encargado preparar, esto con el fin de que no se pegara a la cacerola arruinando todo, pues había sido sumamente cuidadosa con la preparación y el procedimiento, siguiendo al pie de la letra las indicaciones de su suegra, por lo que no quería arriesgarse a fracasar nuevamente a pesar de que confiaba en sus habilidades culinarias, después de todo era la primera vez que cocinaba alimentos humanos. De algo le tenía que servir ser tan perfeccionista.

—¿Terminaste con la sopa, linda?— cuestionó la mayor al ver cómo su nuera apagaba la estufa.

Amity asintió tímidamente.

—Perfecto, entonces serviremos un poco para probarla y verificar que el tiempo haya sido suficiente.— sonrió mientras se acercaba a la estufa, posteriormente tomó un plato del estante para luego servirse un poco. —Déjame decirte que huele y se ve muy bien.— le animó la mayor al ver cómo su ayudante comenzaba a jugar nerviosa con su delantal.

La menor no respondió, simplemente observaba ansiosa cómo su instructora probaba una cucharada de la sopa que había preparado. Estaba sudando, sentía su estómago encogerse, miles de pensamientos catastróficos querían apoderarse de ella, odiaba sentirse así, con miedo por cosas de las cuales fácilmente podía aprender si se equivocaba.

«Supongo que eso pasa cuando desde pequeña te enseñan a ser perfecta…»

Y ahora, gracias a eso, tenía que aprender a controlar una ansiedad que ella no eligió tener.

—Vaya, realmente sabe muy bien.— habló la veterinaria mientras le sonreía a la joven. —Sólo siento que le hace falta un poquito más de sal, pero de ahí en fuera todo está en orden.

Ante aquella respuesta la de ojos dorados asintió desanimada.

—Lo lamento, me esforzaré más para la próxima vez.— murmuró mientras bajaba la mirada.

Nuevamente sentía que había fracasado.

—Oye.— le llamó la de lentes mientras colocaba una mano sobre su hombro. —¡Estuviste genial a pesar de que era tu primera vez cocinando comida humana!— felicitó. —No le faltó más tiempo en la estufa, ni se siente pegajosa o cruda la sopa, quedó en su punto.— explicó. —¡Lo hiciste muy bien! Sólo recuerda agregar una pizca más de sal para la próxima, ¿de acuerdo?

La joven no supo qué responder, realmente aún no se acostumbraba al trato amable que la madre de su novia tenía con ella. Sí, en su plática le había explicado que podía confiar en que jamás se atrevería a regañarla, juzgarla, o presionarla, y con eso estaba más que claro que Camila no era Odalia, sin embargo, pasó tanto tiempo haciendo cosas para ganar aprobación que jamás espero alguna palabra cariñosa de parte de sus padres, por eso, ahora que las recibía de alguien que no era su padre o madre, se sentía extraña, pero bien, al fin podía sentir que hizo las cosas de manera correcta, y sin necesidad de gritos, castigos o palabras hirientes.

Podía sentir ese amor maternal que tanta falta le hizo. No lo había notado hasta ese momento.

Quería llorar.

—Muchas gracias señora Camila, lo recordaré.— sonrió ya más animada y con un leve rubor cubriendo sus mejillas. —De verdad agradezco todos sus consejos, es usted muy amable al enseñarme.

La mayor no pudo evitar reír enternecida.

—Es lo menos que puedo hacer por la persona que protegió a mi hija durante todo este tiempo.— sonrió. —Además, eres mi nuera, nada me cuesta enseñarte y ampliar tu conocimiento en cocina humana, quizá algún día te puede ser de ayuda.— le guiñó un ojo provocando que la menor se sonrojara aún más. —Ahora eres de la familia, por lo que siempre estaré para ti.

Ante esas palabras, sin pensarlo dos veces, la pelimorada se abrazó a su suegra, quien correspondió gustosa aquel gesto mientras acariciaba con ternura sus cabellos.

—No tengo palabras para expresar mi eterna gratitud hacia usted, realmente es una excelente madre.— murmuró. —Luz es muy afortunada.

Camila asintió.

—Vaya que lo es, no cualquiera consigue una novia tan talentosa, comprensiva, inteligente y, sobre todo, asombrosa.— sonrió. —Mi hija definitivamente se sacó la lotería contigo.

Pequeñas lágrimas amenazaban con salir de sus orbes dorados gracias a las palabras de la veterinaria. Sentir amor maternal le estaba gustando demasiado. Era agradable.

El sonido de la puerta provocó que aquel momento tan cómodo se rompiera, obligándolas a separarse de aquel cómodo abrazo.

—Será mejor que nos demos prisa y pongamos la mesa, seguro los chicos vienen con hambre.

Amity se limpió las lágrimas y, tras agradecerle nuevamente, salió de la cocina en dirección al comedor para arreglar todo antes de la cena. Realmente, después de lo ocurrido, se sentía bien, era la primera vez que después de haberse equivocado no le gritaban o castigaban, siempre vivió con la idea de hacer las cosas a la perfección si no quería ver el rostro decepcionado de su madre por no haberse ganado portar el apellido "Blight" tras cometer una equivocación.

Pero esa no era la mansión donde creció, su anfitriona no era la mujer que tanto daño le hizo, ese lugar donde se encontraba ahora sabía que podía llamarlo hogar.

—¿Amy? ¿Qué haces ahí? ¡Ven! Los chicos quieren contarnos cómo estuvo su travesía en busca de ya sabes que.— susurró lo último haciendo reír a la menor, quien luego de terminar lo que hacía tomó la mano que su pareja le ofrecía.

—Ponía la mesa, pero vamos, ya quiero saber en qué clase de problemas se metió Hunter.

Un reclamo se escuchó desde la sala, provocando que ambas rieran aún más antes de ir a reunirse con sus amigos y conversar sobre lo que habían hecho ese día.

Sí, definitivamente cualquier lugar sería un hogar siempre y cuando estuviera con ellos, los únicos capaces de entenderla, de no juzgarla, quienes en un inicio la animaron a liberarse, sus cómplices, con quienes estaría siempre hasta el final.

Esa era su nueva realidad y aprendería a aceptarla. A jamás soltarla.


¡Hey!

¿Qué onda?

Aquí LupitaHaibara con el sexto capítulo de este proyecto :'3 cabe mencionar que nuevamente me base en uno de los cómics de moringmark y también en uno de CynDavilaChase, lo aclaro para que no hayan malos entendidos.

Por otro lado les quiero pedir una disculpa por no actualizar el día que correspondía, tuve ciertas dificultades para hacerlo en viernes y el sábado ni se diga, por eso traigo la actualización hasta hoy, de verdad gracias por entender

Les recuerdo que los días de actualización están sujetos a cambios, mi intención es que sean cada viernes (11:00 pm) aquí en Wattpad, y los sábados (10:00 am) en Fanfiction, pero cualquier cambio (como ya notaron) se los haré saber por el tablero de noticias, Facebook o por Instagram (los links de mis redes los deje en el tablero de noticias de Wattpad, para que pasen a seguirme) :3

Antes de irme me gustaría decir lo que podemos aprender en base a este capítulo: Y es el hecho de que muchas veces solemos dejarnos llevar por los malos pensamientos, por la ansiedad a cometer errores que nos cuesten una relación amorosa, amistosa, o de familia, y vivimos con el miedo constante a fallar. Muchos, porque tampoco dire que todos, solemos vivir bajo las expectativas de nuestra familia, o de alguien a quien no queremos defraudar, es por este motivo que nos forzamos a ser perfectos, todo con tal de recibir afecto, palabras de orgullo, atención. Dejame decirte, querido lector, que no es necesario esforzarse de más, se quien eres sin miedo al que diran, no temas a fallar, pues de los errores se aprende, y nadie estará más orgulloso de tus logros que TÚ mismo. Así que ánimo, si estás pasando por una situación así, no estás sólo, déjame recordarte que eres grande y podrás lograr lo que te propongas, pero por ti mismo, no por lo que otros te pidan que hagas.

Y bueno, antes de irme quiero decir que el OC mencionado en esta historia (Fanneth) no es de mi autoría, todos los derechos de ese personaje pertenecen a SkylarkFN , una escritora a la que quiero mucho y les recomiendo pasen a seguir, pues tiene muy buenas historias uwu

Ahora sí, sin más que decirles, yo me retiro, ya saben que cualquier cosita pueden dejarla en los comentarios, yo encantada de leerlos :3

Nos leemos en otra realidad virtual

Bais~