Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

22

Cuando el Porsche de Sasuke rugió en la oscuridad, Sakura se quedó por un tiempo en donde él la dejó. En todo lo que podía pensar era en que ninguno de ellos debería estar sorprendido. Shion Otsutsuki era tan difícil como ellos, y de ninguna manera esa mujer iba a perder su estatus social y acceder a perder ese estilo de vida Uchiha sin dar una tremenda pelea.

Sea lo que fuera esto, también podría ser el inicio.

Poniéndose de pie, recogió sus platos y pensó, guau, nunca imaginó que así terminaría la noche.

Pero quizás volvería. Dejó su maleta.

Maldita seas, Shion.

Regresando a la cocina, dejó todo sobre el fregadero, chorreó algo de detergente por encima del desastre, y abrió el agua caliente. Justo iba a mojarse las manos cuando sonó su teléfono encima de la encimera.

—Gracias a Dios —dijo, cruzando las baldosas— ¿Sasuke? Sasuke, ¿puedes contarme qué…

—¿Sakura? ¿Estás en casa?

—¿Kurenai? —Había un zumbido en la conexión, como si la mujer estuviera conduciendo— ¿Kurenai? Estoy teniendo problemas para escucharte.

—¿… en casa?

—Sí, sí, estoy en casa. ¿Estás bien?

—… allá —Buzz, chirp, urrrrr— en diez minutos.

—De acuerdo, pero ahora no quiero terminar de trabajar en esa rama. Ya casi está oscuro, y honestamente, no tengo ganas de…

—…tu teléfono.

—¿Qué?

Los mares metafóricos se abrieron y luego la voz alemana sonó fuerte y clara:

—Necesitas apagar tu teléfono.

—¿Por qué? Y no lo haré —Sasuke podría llamar— Mira, de verdad no estoy de ánimos para tener compañía y…

Hubo un fuerte ruido y la conexión se perdió por completo.

—Genial.

Guardando el teléfono en su bolsillo, volvió al fregadero, lavó los platos y cubiertos, secó el montón y los guardó.

Se encontraba en la sala de estar, sentada de nuevo en el sofá, hojeando nerviosamente las últimas publicaciones de Garden & Gun, cuando faros destellaron frente a la hacienda y crujió el adoquín. Levantándose, arregló su camisa y revisó dos veces que su cabello no estuviera enredado. No tenía sentido lucir como si acabase de salir de la cama con Sasuke. Especialmente, porque la mayoría del sexo que tuvieron fue sobre el tapete del pasillo. Y en las escaleras. Y de pie en la ducha.

Abriendo la puerta, ella…

Cuando su compañera salió del Mercedes, Sakura podía ver que el rostro de Kurenai se hallaba pálido y sus hombros encorvados. Y lucía como si estuviera secándose las lágrimas bajo aquellos antojos pardos.

—Oh, mi Dios —dijo Sakura— ¿es uno de los niños?

La otra mujer no respondió, tan solo se acercó al pórtico y entró directamente a la casa. Sakura la siguió, cerrando la puerta.

—¿Kurenai?

La mujer caminaba de un lado para el otro. Luego, finalmente, se detuvo.

—¿Estuviste con él anoche?

—¿Disculpa?

—Sasuke. Solo… ¿estuviste con él? ¿Toda la noche?

—¿De qué hablas?

—Shion está acusando a Sasuke de golpearla tanto como para que terminara en el hospital.

—¿QUÉ?

Y ahí fue cuando comprendió: Shion. El hospital. La policía. Los medios. Sasuke.

Cuando Kurenai finalmente se quedó en silencio, Sakura hizo un gesto con su mano sin pensar mientras retrocedía y aterrizaba en una silla.

—Yo…

—Ese hombre es conocido por muchas cosas —dijo Kurenai— pero nunca lo he considerado capaz de levantarle la mano a una mujer.

—Por supuesto que no. Dios, no. Absolutamente no.

—¿Estuvo aquí anoche?

—Sí. Llegué a casa con la tormenta, y estaba aquí. Y no se fue hasta en la mañana para llevar a la señora Chiyo a la iglesia —Dio un brinco— ¡Tengo que ayudarlo! Tengo que decirle a la policía que se encontraba conmigo…

—Hay algo más.

—¿Puedes llevarme? Estoy tan desconcertada, no creo que debería…

—Sakura.

Ante el sonido de su nombre, se detuvo, y un frío susto sobrecogió su pecho.

—¿Qué…?

Ahora los ojos de Kurenai comenzaron a llenarse de lágrimas.

—Lo lamento.

—¡¿Qué?! ¿Podrías decírmelo antes que mi cabeza explote…

—Shion está embarazada. Y le dijo a la policía… que es de Sasuke.

Sakura parpadeaba conforme todo empezaba a desmoronarse: sus pensamientos, su corazón, sus pulmones… incluso el tiempo y las leyes de la física.

—Dice que por eso la golpeó. Cuando le contó. Dice que se puso furioso.

Una ola de nauseas despiadadas la golpeó en las entrañas… excepto que no. No podía estar reviviendo lo que ocurrió anteriormente. De verdad, no podía volver a estar en la misma situación con Sasuke y Shion.

Ya he pasado por eso, pensó. Ya he vivido esta pesadilla… Dios, no. Por favor, no.

—¿Cuándo…? —Sakura se aclaró la garganta— ¿Cuándo fue con la policía?

—A primera hora esta mañana. Cerca de las nueve o diez.

Si estuvieras tan mal herida, no esperarías para recibir atención médica, pensó Sakura. Si la mujer estuviera embarazada, y le contó cuando él volvía a Oriental… bien pudo haber…

Con una horrible sacudida, Sakura se fue apresurada por el pasillo… y apenas logró llegar al baño antes que vomitase todo ese lomo.


Para el momento en que Sasuke llegó a la hacienda de Naruto T., se hallaba lo bastante enojado como para arrancar cabezas y uñas.

Apretando con fuerza su pie en el freno, se detuvo con un derrape frente a la mansión del hombre y casi dejó el motor encendido cuando salió. Naruto T. abrió la puerta antes de que incluso lograra rodear el auto.

—Llamé a Kakashi. Estará aquí en cuarenta y cinco minutos con un civil. No quieren esperar para llevarte, pero iremos por la entrada del depósito de vehículos. Nadie con cámara puede entrar allí, por lo que estarás bien.

Sasuke pasó junto al tipo.

—¡Esta es una completa y total maldita mentira! Está completamente loca y va a… —Se detuvo y le frunció el ceño a su viejo amigo— ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

A manera de responder, Naruto T. elevó su brazo y tomó el de Sasuke.

—¿Cómo obtuviste estos rasguños en tus manos? Tus brazos. Tu cuello y rostro.

Sasuke bajó la vista para observarse a sí mismo.

—Jesús Cristo, Naruto, estos son de anoche. Fui a donde Sakura y una rama cayó sobre su auto —Cuando su amigo simplemente le miró fijamente, dijo con brusquedad— Ella testificará en la corte de ser necesario. La saqué de su maldito auto. Creí que murió.

—¿Estás saliendo de nuevo con ella?

—Sí, así es.

—¿Y crees que va a ayudarte cuando se entere de que Shion está embarazada de ti? ¿De nuevo? ¿No viviste este mismísimo drama hace un par de años?

Sasuke sintió que el noventa por ciento de su sangre abandonaba su cabeza.

—No es mío, Naruto. Te lo dije cuando firmé esos papeles… no he estado con Shion desde que me fui.

—No es lo que le está contando a la policía. Dice que ha ido y venido a Manhattan este último año, para hacer funcionar su relación.

—No es mío —Bajó el tono de su voz, pese a que no había nadie por ahí— Es de mi padre.

Ahora fue el turno de Naruto T. para estar aturdido.

—De… tu padre.

—Ya me escuchaste.

—¿Estás seguro?

—Sí. He hablado con ambos del tema.

Naruto T. tosió, cubriéndose la boca con su puño.

—¿Sabes? Tu familia es algo del otro mundo.

—Eso es lo que me dice la gente —Sasuke se cruzó de brazos— Me someteré al detector de mentiras. Lo juraré sobre la biblia… infiernos, deberían revisar bajo sus uñas. No encontrarán nada mío en ella… o en su interior. Naruto, no la toqué.

—Dice que tiene un testigo.

—¡Ja! En sus sueños. Infiernos, debe habérselo hecho ella misma…

—¿Es una criada? ¿Alguien llamada Tiffany?

Sasuke retrocedió.

—¿Criada? Tiff… espera, te refieres a con "p-h-a-n-i-i"?

Imaginó a la criada con las toallas, que se presentó a él con aquella mirada en su rostro.

Naruto T. se encogió de hombros.

—No sé cómo lo deletrea. Se lo saqué a Kakashi. Pero la mujer dice que los escuchó a Shion y a ti discutir, y la amenazabas con, y cito, "matarla a golpes".

—¡Nunca dije eso!

—Te hallabas de pie en pasillo del segundo piso, y la criada apareció en medio de la conversación.

—Está mintiendo… —Sasuke se detuvo y sacudió su cabeza, mientras el recuerdo volvía— Espera, no, no. No sobre… no. Dije eso porque Shion le faltó el respeto a la señora Chiyo. Me enfadé con ella. No lo dije literalmente.

Naruto T. bajó la vista al corte en sus brazos.

—Seré honesto. Pareces tener un montón de respuestas ensayadas…

—¡Es la verdad! ¡No estoy inventando esta mierda!

—Escucha, no quiero pelear contigo…

—Naruto T. —dijo bajando el tono de su voz— ¿alguna vez me has conocido por ponerme violento? ¿En especial con una mujer?

Naruto T. lo miró fijamente por un largo tiempo. Entonces el tipo alzó sus palmas.

—No, no, no te he conocido por ser así… y quiero creerte, de veras que sí. Pero incluso si todo lo que me estás contando es la pura verdad, tenemos dos problemas: uno legal y uno público. Los asuntos legales se solucionarán por si solos asumiendo que Sakura responde por ti, y no hay ninguna prueba forense del cuerpo de Shion o tuyo. ¿El problema público? Será mucho más difícil de manejar. Estas son grandes noticias, Sasuke… especialmente si tienes razón y tú padre tendrá un hijo con tu esposa. Infiernos, esta es una noticia nacional… y tienes que saber que la prensa nunca dice la verdad a costa de conseguir una buena historia. Y a pesar de que no debería, este tipo de escándalo tendrá un efecto sobre las cosas como los precios de las acciones y el valor percibido de las ventas de los productos de la compañía de tu familia. No digo que es lo correcto, pero es la realidad. Eres la Compañía de Bourbon Uchiha. Tu familia es la Compañía de Bourbon Uchiha. Pude haber sido capaz de borrar el viaje de tu hermana del sistema, pero esto… no puedo deshacerlo. Ya está en las noticias locales.

Sasuke caminó de un lado al otro en el pasillo principal del hombre. Luego le echó un vistazo a su amigo.

—Hablando de mi familia, ¿tienes algo de whisky en esta casa?

—Siempre. Y solo sirvo lo mejor, por lo que es Uchiha.

Sasuke pensó en Gaara y en el hecho que los alambiques fueron cerrados. Y luego en su padre… y en todo lo que hizo el hombre.

—Veremos por cuánto tiempo más —murmuró Sasuke.

XxxX

Seis horas después, mientras Sasuke se encontraba en un cuarto de interrogaciones en la cárcel del condado, intentó llamar a Sakura por sexta vez, y decidió que debió de haberse enterado sobre la situación. ¿Quizás alguien la llamó? ¿O tal vez, después de todo, encendió su radio? No tenía una televisión… Infiernos, a lo mejor alguien puso un letrero en neón en el centro de Charlemont y pudo verlo todo en camino a Indiana.

—Ya casi terminamos —dijo Naruto T. cuando volvió al cuarto completamente gris— Lo bueno es que has sido reducido a un posible sospechoso, pero las cosas estarán en un punto medio hasta que se concluya la investigación. Sin embargo, al menos ahora puedes irte a casa, y no hay ninguna ficha policial.

Sasuke terminó la llamada y frotó sus ojos adoloridos. Hacía quince minutos le devolvieron su teléfono y billetera, y lo primero que hizo fue intentar contactarse con Sakura de nuevo. Teniendo en cuenta la manera en que salió de su casa, no había razón alguna para que no le contestase si quería hablar con él. Claramente, no tenía interés en escuchar su versión de lo ocurrido.

—¿Cuánto tiempo más? —dijo mientras se frotaba su adolorida cabeza— ¿Puedo irme ahora?

—Casi. Solo están comprobando con el fiscal… quien resulta ser un amigo mío de casería —Naruto T. se sentó— Sé que es políticamente incorrecto, pero gracias a Dios que las redes con los viejos chicos sigue vivito y coleando en este pueblo, de lo contrario te estarían desnudando para encontrar algo en este momento.

—Eres un trabajador milagroso —dijo Sasuke aturdido.

—Ayuda que la historia de Shion tenga algunas lagunas. Obviamente trabajaba sola cuando se le ocurrió esta brillante idea. ¿Quién demonios toma un baño después de ser atacado y es cuidadoso limpiando bajo su manicura rota? No tiene ningún maldito sentido. Y luego estaba el pequeñito lindo hecho de que contactó con el periódico y dos canales de televisión… desde la cama de urgencias.

—Te lo dije —Revisó su teléfono en caso de que Sakura le haya devuelto la llamada y de algún modo no hubiese escuchado el sonido— Aquella mujer está arruinando mi vida.

—No si tengo algo que ver con ello.

Sasuke intentó contactarse con Sakura por séptima vez. Bajó su teléfono.

—¿Cómo lucía? Ya sabes, Shion. Cuando fue al hospital.

—¿Seguro que quieres ver las fotografías?

—Sí, necesito saber qué tan malo es.

Naruto T. se puso de pie de nuevo.

—Veré qué puedo hacer.

Cuando la puerta del cuarto de interrogaciones se abrió y cerró una vez más, Sasuke jugueteó con su teléfono. Pensó en enviar un mensaje, pero dudó que fuera a hacer alguna diferencia... Increíble. Literalmente no podía creer que esto le ocurría de nuevo: las mismas dos mujeres, las mismas palabras… ¿el mismo resultado? Se sentía terriblemente asustado al ya saber la respuesta de eso: Sakura lo abandonó una vez más. Claramente, de nuevo esta era su manera de tratarlo.

Naruto T. volvió diez minutos después con un sobre manila.

—Aquí tienes.

Sasuke agarró el sobre y abrió la solapa. Sacando cuatro fotografías, frunció el ceño ante la primera. Dos ojos negros. Moretones a un costado del rosto. Marcas de ataduras alrededor de su cuello.

—Esto es malo —dijo bruscamente— Jesús…

En lo que se refería a Shion, ya no le tenía ningún afecto; pero no le gustaba ver a nadie en esta condición, especialmente a una mujer. Y no, pensó, de ninguna manera se lo hizo a sí misma. Alguien debió de haberla golpeado… repetidamente y fuerte. Se preguntó si le pagó a alguien. La segunda y tercera foto eran en primer plano. La cuarta era… Sasuke regresó a la tercera fotografía. Acercándose, estudió en detalle su mejilla… un corte en la piel bajo su ojo.

De repente, dejó caer las imágenes sobre la mesa y se echó para atrás, cerrando sus ojos.

—¿Qué? —preguntó Naruto T.

Pasó mucho tiempo antes que pudiera hablar. Pero finalmente, volteó la fotografía y apuntó el corte sangrando en la piel de Shion.

—Mi padre le hizo esto.

—¿Cómo lo sabes?

Con una terrible claridad, Sasuke recordó una horrible noche de año nuevo, en aquella época en que era un niño y su hermano mayor recibió una paliza por el resto de ellos.

—Cuando solía golpear a Neji, su anillo grabado dejaba exactamente la misma marca. Mi padre la golpeó con el dorso de su mano, en su rostro… el oro hace el corte.

Naruto T. maldijo entre dientes.

—¿Hablas en serio?

—Muy en serio.

—Espera un momento, déjame traer al investigador. Querrán saber esto.


Mientras Sakura conducía al trabajo al inicio del amanecer, no podía evitar pensar en el viaje de hace un par de días, cuando la pasó aquella ambulancia y procedió a subir por la colina de Oriental. Tuvo la misma sensación de presagio. Y el mismo temor al ver a Sasuke. No escuchó la radio en su viaje al trabajo. No quería arriesgarse a encontrarse con la estación de radio local interrumpiendo con la noticia que uno de los hombres más famosos de Charlemont envió a su esposa embarazada al hospital… Más detalles sobre la situación no cambiarían la historia, y ya se sentía lo suficientemente mal.

Procediendo a pasar la entrada de la Finca Familiar Uchiha, condujo por el camino del personal y viajó junto a los campos e invernaderos, para terminar en el estacionamiento. Gracias a que llegó muy temprano, no había nadie más alrededor, ni siquiera Gary McAdams. Lo planeó de esa manera.

En piloto automático, apagó el motor de su camioneta y se inclinó contra el centro para alcanzar su bolso.

—Mierda.

Lo dejó en casa. Lo cual significaba que no tenía lentes, ni protector solar ni gorra... Daba igual. No iba a volver. Y probablemente era algo bueno que no tuviera consigo su teléfono. Sasuke no dejó de llamarla… temprano a las cuatro de la mañana seguía llamándola.

El camino hasta la puerta trasera de Oriental le llevó un largo rato, y se dijo a sí misma que era un simple caso de cansancio. Después de que Kurenai finalmente se fuera de su casa, cerca de la una de la mañana, se quedó despierta para observar la salida del sol sobre los destrozos en su patio delantero… Linda metáfora para su vida.

Entrando por la cocina, encontró a la señora Chiyo en la gran cocina.

—Buenos días —saludó con lo que esperaba fuera a medias su voz normal— ¿Ha visto al señor Shimura?

La señora Chiyo revolvía los huevos en su sartén con una espátula.

—Está en su suite. No recibí ninguna orden esta mañana, así que estoy preparando esto para nosotras y cualquiera que esté cerca. Serviré en el cuarto de descanso en diez minutos.

—Lo lamento. Tengo que…

—Te veo ahí.

Sakura respiró profundamente.

—Intentaré llegar.

—Será mejor que lo hagas —La señora Chiyo echó un vistazo sobre su hombro, con sus ojos negros brillando— De lo contrario, voy a tener que ir a buscarte y hablar contigo sobre que no deberías creer todo lo que oyes o lees.

Esquivando su mirada, Sakura salió de la cocina y se dirigió a la puerta del señor Shimura. Antes de golpear, le echó un vistazo a la puerta de Shizune. Un sello de seguridad fue puesto en los paneles, y una cinta de precaución se encontraba entre las jambas.

Ya otra escena del crimen en la casa, pensó. Me pregunto cómo luce el cuarto de Shion.

El mayordomo abrió la puerta y saltó de la impresión.

—¿Señorita Haruno?

Sakura se recompuso.

—Oh, lo lamento. Escuche, necesito hablar con usted.

El señor Harris frunció el ceño, pero algo en su rostro debió haber afectado su actitud altanera.

—Entre.

Como era de esperarse, la decoración era inglesa y formal, con todo tipo de libros de portadas de cuero, sillas antiguas, y llenaba el lugar un color granate oriental. Más allá del área para sentarse, había una cocina, y similar a las habitaciones de la señora Chiyo, del lado más lejano una puerta cerrada que, supuso, llevaban a su dormitorio y baño. Olía bien, a limón y limpio, para nada sofocante.

—Presento mi renuncia —dijo abruptamente— Dos semanas. Le habría dicho a Shizune, pero…

El señor Shimura la miró fijamente por un instante, luego se acercó y se sentó detrás de un escritorio esculpido que tenía un periódico sobre él, pero no una computadora.

—Es una sorpresa.

—Está en mi contrato. Solo tengo que dar dos semanas.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Tan solo un cambio de aire. He estado pensándolo por un tiempo.

—¿Ah, sí? —Juntó sus manos— ¿De modo que no tiene nada que ver con las declaraciones que salieron anoche?

—Me apena mucho que la familia esté lidiando con tanta tragedia.

El señor Shimura enarcó una ceja.

—¿Hay algo que pueda hacer para convencerte de que te quedes?

—La decisión ya está tomada, pero gracias.

Se retiró al decirlo, volviendo al pasillo y cerrando la puerta detrás suyo. De pie, parpadeó para contener las lágrimas, y reclinó su cabeza mientras oraba para que su nariz no comenzara a enrojecer. De todas las formas que imaginó irse de Oriental, nunca fue así. Pero ya no había vuelta atrás. Se decidió a renunciar con Kurenai mientras devoraban medio envase de helado de chocolate con chispas, en medio de su primer y segundo ataque de llanto. A fin de cuentas, en realidad no creía que Sasuke pudo haber lastimado a Shion de esa manera… no parecía posible. Pero ese no era el punto. Ni siquiera importaba si la mujer se encontraba o no embarazada… o de quien era el bebé. La simple verdad era que después de casi una década con la familia, Sakura comenzó a darse cuenta que eran diferentes a ella en una manera esencial, y no porque los Uchiha tuvieran más dinero de lo que podría tener en muchas vidas. El asunto era que, de donde provenía, la gente se casaba y tenía hijos; contribuían a su plan de retiro, e iban a unas vacaciones familiares al año, a lugares como Disney o Sandals. Pagaban sus impuestos a tiempo, y celebraban matrimonios y nacimientos con lo que venga, y no engañaban a sus esposas o sus maridos. Vivían vidas modestas y dignas, libres del tipo del drama enloquecido que pasaba con los Uchiha. Y el asunto es que, por mucho que le atraía Sasuke… Infiernos, quizá se sentía atraída por la misma demencia que también le repelía, no tenía la energía o los medios para seguir con él en ninguna capacidad. Se enamoró profunda y rápidamente, y al igual que antes, lo que él le trajo a su vida no era nada más que un agujero en su estómago, más noches sin dormir… y una sensación de profunda depresión.

Son algunos riesgos que no podía correr voluntariamente. Ya sea si eran ciertos canceres o accidentes, u otros tipos de tragedia, no siempre podías reducir tus riesgos de salir lastimada… porque estabas viva, y aquella era la realidad de todos los seres vivientes en el planeta. Sin embargo, en cuanto a otros problemas, asuntos y peligros, eras libre de salir, de alejarte; cuando eras un adulto responsable, quien quería llevar una vida sana, era importante que te cuidaras, te protegieras… te alimentaras. Claramente, no se le debería confiar en que mantuviera su cabeza fría cerca de Sasuke Otsutsuki, de modo que resolvería el problema de su autocontrol… con una falta de proximidad.

Momento de irse.

Como una adicta con síndrome de abstinencia, simplemente iba a irse… y no, no quería hablar con él sobre el tema. Parecía como una drogadicta esperando entrar a una profundidad significativa con una jeringa de heroína. Indudablemente, Sasuke iba a tener su perspectiva de las cosas, pero no importaba lo que fuera, pues no podía cambiar el hecho de que su corazón volvió a romperse y la decisión de renunciar a su trabajo no se encontraba sujeta a negociaciones. Y ahora… haría su mejor esfuerzo para seguir con su día. Dirigiéndose al invernadero, fue al primero que encontró y estuvo más que lista para trabajar en los plantas de semillero… las cuales, ahora, no eran para nada pequeñas. Pero antes que fuera a la estación de suministros para agarrar sus tijeras de podar, se detuvo y sacó su teléfono. Lo que hizo después no le tomó más que un momento. Y probablemente fuera algo estúpido de hacer. Pero transfirió diecisiete mil cuatrocientos ochenta y seis dólares con setenta y nueve centavos de sus ahorros, a su cuenta de la hipoteca.

El pago de su granja.

Sí, quizá no era el movimiento más inteligente, considerando que vendería el lugar. Sin embargo, el orgullo hizo necesaria la transacción. Orgullo, y una sensación de que necesitaba sentir que logró las metas que comenzó cuando compró el lugar. Siempre quiso algo que fuera de su propiedad, una casa que ella montó, pagó y mantuvo sin la ayuda de nadie.

El hecho que ahora no tenía ningún centavo de la propiedad era una contrabalanza a todo lo que sentía. Una prueba positiva que no falló completamente en cuidarse.


Sasuke regresó a Oriental tan pronto como lo liberaron… Bueno, sin contar el viaje de vuelta a casa de Naruto T. para recoger su Porsche. Entró a la propiedad de la familia por la parte trasera, conduciendo junto a los campos e invernaderos por dos razones. Uno, porque la prensa se hallaba en los portones principales; y dos, porque quería ver si Sakura se encontraba en el mismo lugar. Así era. Su camioneta color rojo oscuro estaba estacionada junto a los otros vehículos del personal.

—Maldición —exhaló.

Continuando su trayecto hasta las cocheras, estacionó su auto bajo el árbol magnolia y fue directamente a la entrada trasera del centro de negocios. Después de que introdujo el código que le dio Neji, abrió la puerta y con rapidez, se abrió paso al área de recepción, pasando aquellas oficinas, el cuarto de conferencias, el comedor. Hombres y mujeres en trajes alzaban la mirada, alarmados, pero los ignoró.

No se detuvo hasta que estuvo dentro de la oficina rodeada de vidrio de la asistente de su padre.

—Entraré a verlo ahora.

—Señor Otsutsuki, no puede…

—Claro que sí puedo.

—Señor Otsutsuki, él está…

Sasuke abrió la puerta con fuerza y… Se detuvo. Su padre no se encontraba detrás del escritorio.

—Señor Otsutsuki, no sabemos en dónde está.

Sasuke echó un vistazo sobre su hombro.

—¿Qué?

—Su padre… se suponía que viajaría esta mañana, pero nunca llegó al aeropuerto. El piloto le esperó por una hora.

—Por supuesto llamaste a la casa.

—Y a su teléfono celular —La mujer cubrió su boca con su mano— Nunca hizo esto. Nadie lo ha visto en la mansión.

—Mierda.

Querido Señor, ¿ahora qué?

Conforme Sasuke salía apresuradamente de allí, la asistente dijo en voz alta detrás de él:

—Por favor, dígale que me llame.

De regreso a la luz mañanera, cayó rotundamente en una carrera hasta la entrada de la cocina de Oriental. Entrando de prisa, pasó corriendo las encimeras de acero inoxidable y abrió de golpe la puerta que llevaba al pasillo del personal. Subió las escaleras de a dos escalones a la vez, casi estrellándose con una criada que pasaba la aspiradora en el segundo piso. Al final del pasillo. Pasando su cuarto. El de Shion. Hasta el de su padre.

Sasuke se apresuró hasta detenerse frente a la puerta, y pensó que de veras no se encontraba listo para tener a Shizune, parte II, con su propio padre… pero no porque no quería ver el cuerpo muerto de uno de sus padres. No, era más porque si el hombre iba necesitar un ataúd, Sasuke sería el único maldito que pondría la cabeza del bastardo en la almohada moñuda.

Sasuke comenzó a abrir.

—Padre —rugió— ¿dónde estás?

Entrando, prestó atención por una respuesta y luego cerró la puerta detrás suyo… solo en caso de que el hombre estuviera vivo; iba a lastimar al hijo de puta, que el cielo lo ayude, pero iba a lastimarlo. Shion puede que fuera una mentirosa y una puta, pero a una mujer no se le golpea. Sin importar las circunstancias.

—¿Dónde mierda estás? —exigió mientras abría la puerta del baño.

Cuando no encontró al hombre en la cabina de la ducha de cristal, retrocedió y se dirigió al guardarropa. Tampoco nada... No, espera. La maleta de su padre, la monogramada que usaba tan a menudo, se hallaba abierta y apenas empacada. Pero… empacada muy mal. Las ropas estaban desordenadas en el interior, arrojadas apresuradamente por alguien que no tenía ningún tipo de experiencia en hacer la tarea. Rebuscando en los contenidos, Sasuke no encontró nada destacable. Pero sí notó que el reloj favorito de su padre, el Audemars Piguet Royal Oak, faltaba en la alineación interior de la caja forrada de terciopelo. Y también su billetera.

Regresando al dormitorio, estudió los muebles, los libros, el escritorio, pero no tenía ni idea si algo se encontraba fuera de lugar. Había estado aquí solo un puñado de veces… y no por al menos unos buenos veinte años.

—¿Qué te traes, padre? —preguntó en el quieto y tranquilo aire.

Siguiendo un instinto, salió, cerró la puerta de nuevo y corrió bajando las escaleras del personal hasta el primer piso. Le llevó menos de un minuto salir a las cocheras y una vez dentro, contó los autos. El Phantom seguía ahí, pero dos de los Mercedes no. Obviamente Shion tomó uno.

Su padre el otro.

La pregunta era… adónde. Y cuándo.