Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
25
La verdadera definición de eternidad, decidió Sakura, era cuando te encontrabas atrapado en un lugar que no deberías estar. Con una camiseta que no era la tuya, más larga que pasaban tus malditos pantaloncillos. Cuando el sonido de gente en el pasillo por fin cesó, esperó otros cinco o diez minutos antes que asomar la cabeza.
Hora del almuerzo, pensó. Gracias a Dios.
Saltando al medio del pasillo, permitió que la puerta se cerrara detrás de sí y se quedó dónde estaba, escuchando. La próxima parada era pasar la puerta de Hina y tocar la puerta de Shion. Sin respuesta. Pero, la mujer se había ido, ¿verdad?
Escabulléndose en el cuarto, se encerró en…
—Oh, cielos —murmuró, abanicándose frente a su nariz.
El olor de perfume elegante era lo suficiente para hacer que sus ojos lagrimeen, pero como decían, tenía un pez más gordo que atrapar. Caminando en puntitas al armario de Shion, se encontró con un vestidor lo bastante grande para competir con el departamento de mujer de Nordstrom. O Saks. O cualquier tienda de alta costura de donde la gente como Shion conseguía su ropa… Cielos, ¿de verdad iba a hacer esto? Decidió que probablemente era una idea estúpida, mientras comenzaba a revolver entre la sección de colgadores, pasando por todo tipo de satín, seda y encaje. Luego vinieron los trajes, las chaquetas, los vestidos, las batas.
—¿Dónde tienes tu lencería, Shion…? Pues claro. En el tocador.
En medio de la habitación, como una isla de organización, había un tramo integrado de cajones de doble cara, y comenzó a abrirlos al azar.
Vale, esto es ridículo, pensó. ¿De verdad pensaba que encontraría el fondo…?
Abría el tercer cajón del final del lado izquierdo en el lado orientada al norte cuando encontró lo que buscaba... Más o menos. En medio de una alineación minuciosamente doblada entre combinaciones de seda y ropa interior a juego, encontró… una camiseta morada que era idéntica a la que encontró detrás de la cama de Madara Otsutsuki. Tan solo para asegurarse que no alucinaba, tomó la prenda melocotón y las puso ambas lado a lado en la gruesa alfombra blanca. Mismo tamaño, mismo fabricante —¿La Perla?—, idénticas en todo excepto el color.
Sakura se sentó y las miró fijo. Y ahí fue cuando vio la mancha en la alfombra. Casi en el extremo del cuarto, se encontraba un neceser de maquillaje que se hallaba alineado en un rincón con ventanas que daba a los jardines. Era el lugar perfecto para maquillarte —o que te maquillen— con luz natural. Y bajo las patas de marfil, en la esquina, había una antiestética mancha amarilla en un círculo. Era del tipo de cosas que encontrabas en una casa con perros. Excepto que en Oriental no había perros.
Arrastrándose, se acuñó bajo un segundo mobiliario y dio unas palmaditas a la decoración. Estaba seco. Pero cuando llevó sus dedos a su nariz… síp, ese era la fuente del olor a perfume en el aire. Frunciendo el ceño, Sakura se apoyó en sus rodillas.
—Oh… Dios.
La superficie cubierta de cristal en el neceser tenía una rajadura en el centro. Y el espejo se hallaba roto de forma radial. Con sangre en el centro.
Es momento de salir de aquí, pensó para sí.
Devolviendo la lencería que había sacado, retornó el morado a su lugar. Y luego por diversión, usó el melocotón de seda para limpiar sus huellas de los tiradores del cajón. Todas y cada una de ellas. Lo último que necesitaba era que la policía viniera y encontrara que había estado husmeando, por así decirlo… Sakura se congeló ante el sonido de la voz de un hombre. Excepto que no era una que estuviera en el armario con ella. Era en la pieza de al lado… se dio cuenta que era en el cuarto de Hina. Dos personas hablaban. En voz alta. Acercándose, puso su oreja en la pared junto a una pintura de una mujer francesa que se encontraba en su mayoría desnuda.
—No me importa —sonó la voz de Hina con mucha claridad— Es tan solo en la corte.
—Tu padre está muerto.
Sakura retrocedió, llevando su mano a la boca.
¿Qué?
Toneri Pford continuó:
—Esperaremos a casarnos hasta después del funeral.
—No estaré de luto por él.
—Por supuesto que no. Eso requeriría tener un corazón, y ambos sabemos que la ausencia de alguien es una anomalía anatómica de los suyos.
Sakura retrocedió. Tropezando. Aterrizando en el tocador. Luego de unos segundos, continuó limpiando, luego volvió a la puerta y salió al pasillo. Su corazón latía tan fuerte, que apenas podía escuchar lo suficiente y decidió a la mierda. Si la atrapaban, ¿qué le iban a hacer? Simplemente podría decirle a cualquiera que comprobaba las flores. Pero nadie se hallaba ahí afuera. Dirigiéndose a ciegas a la escalera del personal, su mente corría, sus pensamientos se estrellaban con otros, astillándose, despedazándose. Sin embargo, en el centro, llegó a una inevitable conclusión. Había cometido en un terrible error. De esos donde el perdón sería más que imposible.
En el primer piso, se detuvo en seco. Y se dio cuenta que, de todos los lugares para detenerse, había escogido la oficina de Shizune.
Madara Otsutsuki, también, estaba muerto.
¿Cómo?, se preguntó. ¿Qué le había ocurrido?
En una serie de destellos, vio a Sasuke de pie en el invernadero, con su rostro apagado y su voz tan plana como el asfalto. Luego escuchó a su amigo diciéndole que, al contrario de estar de feliz con Shion, Sasuke no había visto a nadie ni hecho nada. Y luego, el estallido de la bomba contra el espejo en su habitación. Y la lencería. Su última imagen era de Shion junto a la piscina aquella mañana cuando la mujer había insistido en volver a rellenar su limonada. En aquel momento, el hecho que de que usara una pañoleta de seda no había sido especialmente significante. Pero ahora… Se encontraba embarazada y comenzaba a notársele. Lo que fue el motivo por qué pidió algo solo… sin alcohol.
Shion tenía encuentros con Madara Otsutsuki. Engañando al hijo con el padre. Y terminó embarazada.
Debió haberle contado a Madara, pensó Sakura. Luego de la carrera de caballos. Y el hombre se volvió loco. Y la golpeó en aquel vestidor. Y luego la echó de la casa. O algo así.
Sacudiendo su cabeza, Sakura situó las manos en su cálido rostro e intentó respirar. Su único pensamiento era que tenía que enmendarlo con Sasuke. Lo había condenado en base a su propio miedo de salir lastimada otra vez…
…cuando en realidad había una gran, gran posibilidad que, de hecho, no haya tenido nada que ver con nada.
Bajando sus brazos, sabía que las palabras no serían suficientes. No para esto. Cuando se le ocurrió la solución, revisó su reloj. Si se apresuraba… Salió corriendo, pasó volando por la cocina y señora Chiyo alzó la vista de la cocina.
—¿Dónde vas? —preguntó la mujer— ¿Dónde es el incendio?
Sakura se deslizó por la puerta con dirección a las cocheras.
—Tengo que ir a Indiana. Si ves a Sasuke, dile que volveré. ¡Volveré!
En realidad se encontraba bastante agradable aquí afuera, pensó Sasuke mientras se sentaba en el jardín.
Mirando a su alrededor a las paredes cubiertas de hiedra y los ordenados lechos de flores, al otro lado de la piscina de un azul brillante y las puertas francesas del centro de negocios, imaginó todo el trabajo que conllevó mantener esta belleza "natural". Era imposible no imaginar a Sakura aquí, pero apartó el pensamiento rápidamente. No había razón para molestarse con ese tipo de cosas.
Inclinando la cabeza, se frotó los ojos. Naruto T. lo llamó sobre la situación con Shion, y sabía que tenía que devolverle la llamada al chico. Kakashi también dejó un mensaje, probablemente acerca de los resultados preliminares de la autopsia. Y mientras tanto, en el segundo piso, Shikamaru revisaba todas las cosas financieras. Había arreglos funerarios por hacerse.
No tenía energía para lidiar con nada de eso.
Maldita sea, señora Chiyo, pensó. Déjeme ir. Solo déjeme salir de esto.
Amaba demasiado a esa mujer. Le debía todavía más. Y sin embargo, incluso con su mamá pateándole el trasero, simplemente ya no se encontraban más en esta pelea.
Alzando la mirada hacia la increíble extensión blanca de Oriental, miró fijamente la mansión como lo haría un tasador de bienes raíces. A pesar de la hipoteca de TenTen Ama, probablemente podrían cancelar la mayoría de la deuda con un posible fideicomiso por una venta del lugar. Diablos, con su padre muerto, ¿quizás podría ir con TenTen y pedirle que no envíe el dinero y rompa esa hipoteca?
Neji, pensó. Mandaría a Neji para que haga eso.
O tal vez no. Tal vez simplemente dejaría que todo se vaya. Quizás en lugar de tratar de hacer volar este avión roto en el que se hallaban todos, dejaría que la maldita cosa se estrelle en la ladera de una montaña. Podría morir como un cobarde que decepcionó a su mamá, pero al menos habría terminado más rápido que tratar de darle un estirón a los controles e intentar aterrizar en alguna pista de aterrizaje muy, muy por debajo…
¿Sasuke?
Cerró los ojos. Genial. Comenzaba a alucinar. Como si Sakura en realidad viniera a…
—¿Sasuke?
Girando bruscamente sobre el banco de piedra, vio que… bueno, hipotéticamente, vio que se hallaba de pie a un par de metros de distancia. Y para su información, a la luz del atardecer, se veía tan hermosa como siempre. Natural, encantadora, con sus brillantes ojos verdes, su cabello rosa, y ese uniforme de Oriental que realmente no debería haber sido tan sexi, pero el cual traía puesto.
—Sasuke, ¿puedo hablar contigo?
Se aclaró la garganta. Se irguió como un hombre. Aparentemente, no imaginó esto.
—Si, por supuesto. ¿Qué necesitas? Si se trata de una referencia, haré que el mayordomo…
—Lo siento —Cuando su voz se quebró, suspiro temblorosamente— Me apena tanto.
¿De qué estaba…?
—Ah, mi padre —Se encogió de hombros— Supongo que escuchaste algo. Sí, se ha ido. El funeral es en una semana. Gracias por las amables palabras.
—No me refiero a eso. Aunque, bueno, lamento que perdieras a tu padre. Sé que esa no era una buena relación para ti, pero aun así es difícil.
—Bueno, sucede que sobresalgo en las relaciones que no son buenas. Soy bastante simplista con esas.
Incluso a sus propios oídos, su voz sonaba falsa, las palabras que tampoco utilizaría normalmente.
Neji, pensó aturdido. Sueno como Neji.
Sakura se acercó, y entonces se halló más que un poco sorprendido de encontrarla arrodillándose delante de él. Y ella…
—¿Por qué lloras? —preguntó— ¿Estás bien…?
—Dios, ¿cómo puedes preguntar eso? Después de lo que hice…
—¿De qué estás hablando…?
En su forma típica, hablando el uno sobre otro, y porque no tenía la energía para descifrar algo, se calló con la esperanza de que explicaría algo y aclararía las cosas.
—Me equivoqué —dijo con voz ahogada— Lamento no haberte creído. Sobre Shion. Yo solo… no quería salir lastimada de nuevo, y salté a conclusiones, y oh, Dios, sé que fue tu padre. Sé que fue él. Quien la golpeó, quien la dejó embarazada. Lo lamento tanto.
Lágrimas corrían por sus mejillas, cayendo de su rostro como lluvia, aterrizando en el pasto a sus pies. Sasuke parpadeó. Era todo lo que podía… Jesús, su cerebro no era capaz de procesar nada de esto. Literalmente, no podía comprender lo que decía…
Extendiendo su mano hacia su espalda, sacó algo. ¿Un fajo de papeles? ¿Doblado a la mitad?
—Que lo lamente no es suficiente —dijo— Te he lastimado mucho por eso. Por lo que… necesito hacer algo concreto, algo para demostrarte que en serio estoy contigo, que te amo, y que yo… en verdad estoy contigo —Sostuvo las páginas hacia él— Tengo que mostrarte, no decírtelo.
Sasuke sacudió su cabeza.
—Sakura, no sé qué…
—Tómalo —dijo.
Hizo lo que le pidió solo porque no tenía el cerebro para pensar en una razón para no hacerlo. Abriendo el pliegue, miró… Un montón de letras. Seguidas de algunos números. ¿La segunda hoja era un mapa?
—Es la escritura de mi granja —susurró— Sé que comparada con todo lo que tienes, no es mucho. Pero es todo lo que tengo en este mundo.
—No lo entiendo.
—Con el tipo de problemas económicos que estás enfrentando, no ayudará con ese tipo de deuda. Pero vale lo suficiente para pagar por buenos abogados, personas que puedan ayudarte a resolverlo todo —Le dio un golpecito al documento— La pagué ayer. No debo nada. Y se me han acercado antes para venderla. Es una buena tierra. Es valiosa. Y es tuya.
El aliento dejó su cuerpo. Su corazón se detuvo.
Su alma se partió en dos.
—Te amo, Sasuke. Lamento haber dudado de ti. Me siento… Dios, no tienes idea de lo mal que me siento. Déjame compensártelo de la única manera que conozco. O… lánzame los papeles a la cara si quieres. No te culparé. Pero tenía que hacer algo que importara. Tenía que… ofrecerte todo lo que soy y todo lo que tengo…
Sasuke no se dio cuenta de estar acercándose para alcanzarla. Pero lo supo en el momento en que ella se encontró contra su pecho. Envolviendo los brazos a su alrededor, perdió el control por completo, la presa desbordándose, todo saliendo en sollozos. Y Sakura, con su fuerte cuerpo y su gran corazón, lo sostuvo por todo el tiempo que fue necesario.
—Saldrá bien —le dijo— Te lo prometo… de alguna manera, estará bien.
Cuando finalmente se recompuso lo suficiente para apartarse, tuvo el rápido impulso de alcanzar su entrepierna y asegurarse que todavía era un hombre. Pero a Sakura no parecía importarle que sea débil.
Limpió su rostro con sus pulgares y la besó.
—Te amo, Sakura —entonces, sacudió su cabeza— pero no sé sobre Dios
—¿Qué?
Sasuke tomó aliento, estremeciéndose.
—Solo es algo que siempre me dijo la señora Chiyo.
—¿Qué cosa?
Besó de nuevo a su mujer.
—No sé si tengo a Dios… pero estoy seguro de esto. Te tengo a ti… y eso me hace rico más allá de todo.
Atrayendo su espalda contra él, se aferró a ella y levantó su mirada hacia Oriental.
Al diablo con estrellarse contra una montaña, pensó.
A partir de este momento… tal y como estaban las cosas, ahora era el jefe de la familia. Y estaría condenado si bajo su vigilancia las cosas iban al infierno.
FIN
