Capítulo 30:

-Tengo que explicártelo, por favor – pidió tomando una bocanada de aire – Gabrielle le puso algo al whisky que me dio... Yo no quería acostarme con ella. Nunca te haría eso.

-Ahórrate tus estúpidas explicaciones – negó con la cabeza la castaña mientras una lágrima rodaba por su mejilla – Espero que les vaya muy bien a ustedes dos y ojalá lamentes el día cuando te des cuenta que esa tipa es de lo peor... – se dio media vuelta para irse.

-¿Crees que sólo por decirme que me amas me vas a recuperar? – preguntó enojándose – Pues no. Entiéndelo, Weasley, porque nunca más quiero volver a hablar contigo.

-Me duele que me llames por mi apellido, Hermione...

-Pero duele más cuando ves a tu novio casi haciéndolo con otra – dijo sin medir sus palabras haciendo que Ron bajara la vista dolido – No necesito que vengas a decirme que no la quieres, que fue un error... No tienes que venir por mí.

-Vengo a decirte la verdad – alzó la vista enojándose. Avanzó hasta ella y tomó su rostro entre sus manos – Tú eres la mujer de mi vida. Yo te amo... Jamás te engañaría con otra, porque tú eres lo mejor que me ha pasado en mi vida...

-¡Pero me cambiaste por esa maldita bruja! – gritó explotando en lágrimas mientras se soltaba de él – No me expliques algo que no necesito...

-¡No entiendes, Hermione!

-Déjame sola...

-Si quieres, te dejo sola – asintió sabiendo que si seguía dejándose llevar por la rabia sería peor – Te dejaré sola... Espero que cuando seas una anciana sola y abandonada te des cuenta que por no creerme arruinarás tu vida.

-Y yo espero que cuando la francesa se acueste con otro te darás cuenta que eres sólo un pobre diablo... Me prometiste en mi cumpleaños que siempre íbamos a estar juntos, que nada nos separaría y sólo fue una mentira... ¡Te odio, Weasley!

Despertó llorando. Cerró inmediatamente sus ojos sintiendo como nuevamente otras lágrimas bajaban pos sus mejillas y se amontonaban en sus ojos. Y lentamente se sentó en la cama mientras se tapaba la cara para que su llanto pasara inadvertido para que sus compañeras no se despertaran y le preguntaran qué había pasado.

Ella era aquella castaña. Después de quedarse durmiendo tranquilamente en su cama la conversación que había tenido con Ron en año nuevo había vuelto a su cabeza. Y había vuelto para enseñarle que él estaba en lo correcto. Gabrielle era la culpable, de verdad había puesto algo en la bebida de él y nunca le creyó… Estaba demasiado consternada como para creerle algo tan estúpido. ¡Tan estúpido que era la realidad! Y no se había dado cuenta antes de esto.

A veces las cosas más increíbles podían llegar a ser reales, y esta era una de esas. Se sentía tan mal, tan triste, tan culpable como nunca se había sentido. Siempre buscando una explicación lógica a las cosas… Cuando lo más lógico era que Gabrielle Saint-Claire hubiera puesto algo en la bebida de Ron. Tenía certeza de lo que era capaz esa tipa, y lo sabía, pero nunca le creyó a su, en ese entonces, novio. Hasta lo más lógico no le había venido a la cabeza. ¿Pero cómo le iba a venir cuando estaba en un estado de ira y shock al ver a tu novio encima de otra?

No era momento de pensar en aquellas cosas. Tenía que dormir, a primera hora de la mañana tenía un examen importante y no podía desvelarse por algo que había pasado. Y aunque hubiera pasado hacía meses, su culpabilidad no la dejó dormir nunca aquella noche…

OoOoO

-Sí, no te preocupes – dijo Ron mirando a Harry.

-Dile a tus padres que de verdad les agradezco haberme dejado quedar con ellos esta semana… me han ayudado mucho – repitió Harry sonriendo.

-Es la doceava vez que me lo dices. ¿Estás seguro que no te tragaste un disco rayado?

-Muy seguro. Es sólo que tú tienes un pequeño problema de olvidar las cosas… Bueno, creo que es hora de irme – dijo el pelinegro mirando su reloj de pulsera – Fue bueno verte de nuevo. Nos veremos a finales de mayo, si es que pasó los exámenes con altas calificaciones.

-Cuídate, y que te vaya bien.

Los dos se miraron y luego se abrazaron por un momento. De verdad Ron estaba muy triste que su amigo se fuera nuevamente a Dinamarca, pero sus días libres se habían acabado y el problema con Cho se había solucionado en tribunales… Ya no tenía ninguna razón por la cual quedarse más tiempo en Inglaterra. Pero le daba tanta pena que en casi todos los días que Harry había estado en su casa no le hubiera hablado, porque estaba demasiado enojado por defender a Hermione en todo. No había aprovechado a su amigo porque estaba totalmente ciego y dejado a llevar por sentimientos injustificados. Y ahora que, al fin, sabía la verdad, su amigo se iba.

-De verdad lo siento mucho por todo… Fui como un estúpido.

-¿Fuiste cómo? – preguntó Harry frunciendo el ceño – No fuiste como… Fuiste el estúpido más grande que he conocido en mi vida – corrigió haciéndolo reír – Pero me alegro que abrieras los ojos. No era bueno que te juntaras con ellas, y menos que te dejaras llevar por el rencor.

-Créeme, lo sé – asintió avergonzado. En ese momento se escuchó una campana que llamaba a los pasajeros a abordar el autobús – Es hora que te vayas. Adiós, hermano.

-Adiós, Ron – se despidió Harry tomando la maleta y acomodándose la túnica – Y trata de solucionar las cosas con ella. No es bueno que estén peleados cuando ya se sabe todo… Tienen que hablar, por favor – le dijo antes de irse.

Harry caminó hacía el autobús mágico que llevaba a las pasajeros hasta un traslador masivo en la costa. El traslador masivo tenía distintos horarios, y en cada uno su destino era una ciudad diferente: Roma, Venecia, Barcelona, Marsella, Paris, Berlín, Moscú, Viena, Munich, y otras ciudades. El autobús en donde viajaba era mucho mejor que el Autobús Noctámbulo, ya que los asientos no saltaban ni terminabas golpeándote contra el suelo o las paredes. Y tenía una campana que llamaba a los pasajeros que esperaban en un paradero de autobuses muggles, por lo que pasaban desapercibidos. Aunque cuando un autobús de color rojo intenso, al igual que el de los muggles, siempre desaparecía cuando empezaba a andar era obvio que era mágico… Pero los muggles nunca habían observado aquella rareza.

Ron le dedicó una última mirada al autobús antes de darse media vuelta y caminar hacia la ciudad. Estaba demasiado preocupado como para ver como su amigo se iba, así que prefirió ahorrarse aquella triste visión.

Eran las doce de la tarde, hacía algo de frío y la nieve se derretía; le era muy agradable. Además que Londres estaba a dos kilómetros, por lo que no le era nada de malo caminar hasta el centro para ahí ver qué hacía… Y la verdad ya no sabía qué hacer ni siquiera con su propia vida después de todo lo que había pasado en tan pocos días.

Nunca hubiera pensado que podría llegar a ser tan idiota. Sabía muy bien que Gabrielle le había puesto algo al whisky en año nuevo, lo sabía; pero la había disculpado… ¿Qué persona en un estado normal hace aquella barbaridad? Era un imbécil, un gran imbécil. Jamás le hubiera personado a alguien aquello, pero lo había hecho. Estaba loco, estaba bajo alguna poción, encantado, pero no estaba en sus cabales. ¡Había sido amigo de la persona que lo había separado de Hermione!

¿Y amigo de Cho Chang? Sí, claro. Ese sí que era una muy mala broma… Mala, pero verdadera. Esa maldita víbora que le había caído pésimo desde el instante que Harry la había mencionado en Hogwarts, esa estúpida que había dejado a su amigo, la estúpida por la cual el primer novio de su hermana la había abandonado, la maldita por la que Harry había terminado con Ginny y sólo por el hecho de ser la hueca más grande de la historia mágica… ¡Había estado con ella! Si alguien le hubiera dicho eso hacía cinco meses estaría vomitando toda una tarde sólo por esa loca idea. Y la verdad ya tenía ganas de vomitar.

¡Ahora entendía por qué todos estaban tan enojados con él! Y no era para menos… Él mismo estaba enojado de él. Ron estaba odiándose a si mismo por ser un traidor, por estar con el enemigo, por ser tan ciego e imbécil. Ni Draco Malfoy hubiera hecho una ridiculez así, y ya con eso era mucho decir. Tenía tantas ganas de golpearse o lanzarse un maleficio a sí mismo para que su culpa sanara, para que algo dentro de él que se había perdido hacía tiempo volviera a aparecer.

Había hecho muchas idioteces en los últimos meses. Le estaba yendo pésimo en la Academia gracias a las incontables fiestas y salidas nocturnas que había tenido con las dos huequitas, había peleado con su familia, había afirmado que Hermione era una sangre sucia y ya no tenía amigos… En conclusión: Estaba solo. Y nunca había notado que las personas que lo querían, que estaban junto a él poco a poco se habían ido cada uno por su lado gracias a su actitud de idiota; hasta que ya era demasiado tarde para buscar compañía.

¿Era demasiado tarde o no? Sus errores eran enormes, casi imperdonables… Había hecho ya demasiado daño como para intentar repararlos de alguna forma. Y había dañado a las personas que más feliz lo habían hecho en su vida. Aunque ya no estaba tan cercano a ellas, aunque tuviera varios problemas; igual los quería. Igual quería a su hermana a pesar que peleaban tanto, igual quería a Harry que estaba en Dinamarca, igual quería a sus padres a pesar que lo habían hecho sufrir mucho por compararlo con sus hermanos… Igual quería a Hermione por lo que había significado en su vida.

Habían terminado, lo aceptaba. Ella de verdad lo había dañado en lo más profundo de su ser cuando le dijo que lo odiaba, que no le creía y que jamás quería verlo… Lo aceptaba. Aceptaba que en un principio tenía ganas de matarla, pero después toda esa rabia se transformó en pena y en un recuerdo. Y era un lindo recuerdo, conservaba todo lo bueno que había sido estar juntos. Pero aquel recuerdo se hacía cada vez más difuso con el pasar del tiempo, con las palabras dichas, con las miradas dedicadas entre los dos. Con la forma en que actuaban el uno con el otro estaba acabando con ese recuerdo. Y no podía aceptar que por toda la rabia se hubiera dejado llevar, de tal forma, para herir a la persona que más había querido en su vida.

A veces el dolor y la rabia se transforman en rencor, en un rencor tan enorme que no podemos ver nada más. Cegados por el rencor atacamos a los que nos han hecho daño, para así tratar que la herida de nuestros corazones sane. También es así para defendernos del dolor, es como una coraza de las personas para que no vuelvan a sufrir… Pero más sufren cuando ya no tienen rencor y se dan cuenta de lo que han hecho. Al final se defienden del dolor inmediato, pero no del dolor final.

Ron se detuvo. Notó que ya había llegado a Londres. Los edificios y construcciones que se veían tan pequeños y lejanos ahora estaban a su lado y se extendían por todos lados. Miró que la luz del semáforo estaba roja y un tumulto de gente esperaba que fuera verde para cruzar la esquina. Vio a los autos amontonados para entrar a los estacionamientos de un centro comercial muggle. Después su mirada se posó en el enorme reloj de Londres donde marcaban las tres y veinte minutos de la tarde.

Una loca idea le vino a la mente. Suspiró diciéndose a sí mismo que era demasiado estúpido de su parte, ya que era demasiado tarde como para enmendar los errores. Pero necesitaba intentar, al menos. No perdía nada con intentarlo. Y aunque sabía que ya le había hecho demasiado daño, que lo odiaba, que era un imbécil de primera; a pesar de todo, quería ir a pedirle disculpas para dejar todo en el pasado.

OoOoO

Hermione salió del aula muy pálida. Había tenido que examinar a un niño de cinco años que le había cortado el pie un animalejo extraño, se había tragado una poción expirada desde hacía un siglo y su hermano le había aplicado un encantamiento desvanacedor a la mitad, dejando al niño con una mano invisible. ¿A quién se le había ocurrido hacer un maldito examen práctico? Lo único bueno era que el niñito estaba sano y bien, aunque ella tenía la mano adolorida de tanto usar pociones y tener su varita agarrada por si algo salía mal.

Al menos ese día ya se había acabado… Lo único que quería era llegar a su cama a recostarse. Estaba demasiado cansada. No había dormido en toda la noche, estaba demasiado atormentada por pensar en que Ron no estaba totalmente equivocado y su maldito examen práctico la había dejado hecha excremento de gigante.Pero sus preocupaciones, por las que se estaba atormentando y no había podido dormir, había aparecido en frente de sus ojos.

Ron Weasley estaba apoyado en la puerta de su departamento. El chico se veía más demacrado que nunca. Vestía una chaqueta café oscuro con unos pantalones negros que contrastaban con su cabello pelirrojo. Tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta por el frío que hacía y veía como algunos trozos de nieve caían de los árboles, ya que comenzaban a derretirse lentamente.

La castaña se quedó de pie y casi se le cae su mochila por la impresión. Él posó su mirada en ella y no dijo nada. Los dos se miraron fijamente como si fueran un fantasma, un asesino o algo así. Nadie hubiera pensando jamás que alguna vez ellos dos habían sido novios por la expresión de sus rostros. Y ninguno de los dos decía nada mientras Hermione caminaba lentamente hacía él tratando de pensar que todo era una pesadilla muy real, pero no lo era.

-Hola – dijo Ron apartando su mirada y con una voz ronca. Hermione lo miró con el ceño fruncido – Sé que no me esperabas ver… No me esperabas ver nunca después de todo lo que ha pasado. Pero… - Se quedó callado esperando que la muchacha le dijera algo, pero no lo hizo y abrió nuevamente la boca – Creo que tengo que hablar. No sé si sea un buen momento o no… Pero para mí lo es. Y necesito hablar contigo para aclarar todo…

-¿Qué quieres, Weasley? – preguntó Hermione mirándolo con asco.

Ron miró a Hermione levemente sorprendido. Ahora es cuando se daba cuenta de la forma radical en la que habían cambiado. Se trataban con odio, se llamaban por el apellido y se miraban con asco. Por primera vez se dio cuenta que eran unos completos desconocidos que tenían un pasado en común. Y era bastante triste ver en lo que se habían transformado después de siete años de amistad mezclados con otros sentimientos.

-Pedirte disculpas – respondió después de suspirar. La muchacha lo miró incrédula – Por tratarte tan mal, por hacerte sentir como basura, por afirmar que eres una… Una sangre sucia – titubeó un poco al decir eso – Y por todo.

-Creí que eras un poco más inteligente. Pero me equivoqué – dijo con una sonrisa mientras sacaba su varita – Cometí un enorme error al pensar que todavía podías conversar algo de tu sentido común – musitó mientras con un toque de varita la perilla de la puerta giraba y dejaba abierta la puerta – Después de todo me vienes a pedir disculpas. El daño hace tiempo fue hecho y vienes muy tarde a pedirme que te disculpe… Me tratas como basura, me dices sangre sucia y haces que mi corazón se rompa – dijo Hermione mirándolo fijamente – Hasta nunca, Weasley – se despidió entrando al departamento.

-¡Un momento! – gritó el pelirrojo poniendo el pie antes que la puerta se cerrara – No me hables que tú fuiste la única que se sintió así. Tú me trataste como cualquier cosa, me dices las palabras más crueles del mundo e hiciste exactamente lo mismo con mi corazón… No me creíste cuando te dije que Gabrielle había puesto algo en el whisky, y decía la verdad – explicó rápidamente sintiendo como su corazón se aceleraba – Así que está fuera de escena que te vengas a hacer la víctima cuando los dos tenemos la misma culpa de lo que nos pasó…

La castaña no dijo nada. Bajó su mirada y cerró los ojos sabiendo que unas lágrimas querían salir. Se quedó en silencio esperando que Ron le volviera a decir algo para después rebatírselo, y así no admitir la verdad… Pero debía aceptarlo: Él estaba en lo correcto. Los dos tenían la culpa de lo que les había pasado y no podía seguir echándole la culpa de algo en lo que ella también había participado. El problema era que no podía aceptarlo en voz alta. Era difícil admitir que te equivocaste cuando te das cuenta que actuabas por las razones equivocadas que por un simple error.

Levantó la vista y se irguió un poco para tener una postura de aceptación. Miró a Ron por unos segundos antes de salir del departamento, cerrar la puerta y sentarse con la espalda apoyada en la pared. Con una mirada le dio a entender al muchacho que hiciera lo mismo, y Ron la imitó sentándose a su lado.

-Fue muy difícil. Nunca hubiera pensado que te encontraría con otra… Y como estaba tan conmocionada no quería creer que ésa fuera la realidad, pero debía entender que Gabrielle y tú estaban así – empezó diciendo sin mirarlo y con la voz apagada, muy triste – Por eso que intentando buscarle una explicación lógica a la realidad no me di cuenta que hasta lo más espectacular era lo cierto.

-Tú sabes que jamás te hubiera engañado en mis cabales – comentó Ron con una pequeña sonrisa – Te quería demasiado como para pensar que habían otras mujeres además de ti…

-Pero en ese momento nunca se te hubiera ocurrido pensar en algo así – siguió Hermione alzando un poco más la voz. Y miró a Ron fijamente – Si hubieras estado en mi lugar nunca hubieras creído eso. Es una excusa tan común, que es casi poco probable que ocurra – explicó mientras el pelirrojo asentía – Y estaba tan preocupada de cómo estaba yo, tan preocupada de la realidad que yo tendría que enfrentar que nunca me puse a pensar en lo que pasaba a mi alrededor. Es por eso que en el instante no caí en la cuenta que de verdad mi novio me quería y que esa maldita que andaba tras él era la culpable – terminó diciendo muy rápido y cargada de odio.

Se quedaron en el silencio más profundo y cómodo de sus vidas. Hermione sintió como si se hubiera sacado un gran peso de encima y Ron entendía a la perfección el por qué de su actitud. Es por esa razón que aquel silencio era bastante cómodo y necesario. Estaban arreglando sus diferencias, y, aunque sabían que era prácticamente imposible que volvieran a estar juntos como antes, era algo importante para que todo el dolor que sentían se sanara por una vez.

La nieve seguía derritiéndose de los árboles, de los edificios y de cualquier cosa que estuviera a la intemperie. Ya no hacía tanto frío como en la mañana, pero aún era necesario tener una bufanda para que la boca no se te entumiera. Las nubes entre grises y blancas no dejaban que los débiles rayos del sol se asomaran, dándole un aspecto tan triste, como lo habían sido la última semana, al día.

-Estaba tan enojado contigo porque no me creíste, te odiaba mucho. Me impresionó darme cuenta de cómo te odié de un día para otro – admitió Ron alzándose de hombros – Y rápidamente ese enojo pasó a guardarse para poder usarlo contra ti, porque sabía que algún día te tendría que ver. Eres amiga de Harry, a mi familia les caes bien y eres amiga de Ginny. Y aunque no quisiera admitirlo, tenía ganas de verte… - al decir esto volvió a mirar a Hermione, que estaba atenta escuchando, con pena – Una parte de mí quería volver contigo, pero la otra no. Y cuando te vi supe que no podríamos estar juntos. Lo sabía porque me sentí tan dolido cuando te vi… Fue algo muy extraño…

-¿Sentiste que me odiabas, que no podías creer que te miraba de esa forma, que te dijera todas aquellas cosas y que tú me dijeras lo mismo; como si fuéramos personas que siempre se hubieran odiado en sus vidas? – preguntó con una sonrisa – Yo también sentí lo mismo – agregó cuando la miró con sorpresa.

-Es por eso que mi rencor se usó contra ti. Quería protegerme, por decirlo de alguna forma, de ti… Es como si al ver que habíamos cambiado tanto, tú podrías seguir haciéndome sentir tantas cosas en mí después de todo. Tú podrías seguir produciendo sensaciones en mi corazón – dijo con una voz ausente, ya que estaba pensando en lo más profundo de sí mismo para saber el por qué de todo – Y porque ya no te quería en mi vida tenía que alejarte de cualquier forma. Es por eso que apoyé a Gabrielle cuando te dijo… Cuando… Bueno, cuando ella dijo…

-Sangre sucia – completó Hermione después de un suspiro.

-No me gusta llamarte así, de esa forma. Ése adjetivo es horrible – dijo el pelirrojo apenado.

-Pero así me han dicho, así me dijo Gabrielle y así la apoyaste… - observó con agudeza y sin ningún dejo de culpabilidad al decir aquello - Hay que aceptar que algunas personas seguirán diciéndome lo mismo hasta que se den cuenta que la pureza de sangre no tiene nada relevante.

-Aún así, no me gusta – repitió avergonzado – Y es por eso, principalmente, la razón por la cual vine hoy.

Nuevamente el silencio reinó entre ellos, y otra vez fue un silencio cómodo. Hermione dejó de regir constantemente la mirada de Ron y mantuvo su vista fija en él, tratando de encontrar algo en su cara que lo delatara en que decía la verdad. El pelirrojo no miraba a su compañera, ya que estaba tan nervioso por haberle dicho, finalmente, todo lo que tenía que decirle que aún no podía creer que estaban sentados, juntos y hablando del problema sin gritarse ni matarse mutuamente.

La castaña esbozó una débil sonrisa y abrazó a Ron cálidamente. Ron, no muy sorprendido por ello, le correspondió de la misma forma. Era un abrazo diferente a cualquiera que habían recibido o se habían dado. Ése abrazo era de disculpa, de aceptación, y también de una despedida. El abrazo era porque ya habían hablado y sabían que los dos eran los culpables de la situación en que la que habían estado y no se culpaban ni mortificaban más… Lo que tenía que pasar pasó.

-Lo siento mucho – dijeron al unísono.

Los dos rieron y se separaron. Ron se puso de pie mientras reía y ayudó a Hermione a levantarse también. Se miraron nuevamente y volvieron a reírse hasta que se cansaron pasados unos cinco minutos.

-Creo que eso sería… - empezó Ron poniendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.

-Sí, parece que sí – asintió Hermione sin sonreír – De verdad me alegro que hayas venido. Jamás hubiera ido a ti para pedirte disculpas por… Bueno, para aclarar lo que nos pasó – corrigió rápidamente.

-¿Crees que nunca vamos a volver a estar juntos? – preguntó el muchacho con una sonrisa melancólica.

-No lo sé… Tal vez, quizás – respondió tratando de imaginarse en el futuro con él – Pero creo que por el momento no. Quiero estar sola ahora. Estoy recién reponiéndome y necesito volver a ponerme de pie antes de montarme en una relación… Puede que vuelva a caer y a estar más pérdida que antes – dijo tristemente.

-Opino lo mismo – asintió – Será lo que Merlín quiera de nosotros – agregó mirando el cielo.

-Espero que la persona que te tenga sepa aprovecharte. Eres una persona increíble y muy especial que merece tener lo mejor del mundo.

-Te digo lo mismo. Él será muy afortunado de tenerte… Sólo quiero que te valore.

Ron y Hermione se acercaron para despedirse, pero finalmente decidieron darse un apretón de manos. Lentamente el pelirrojo le dedicó una última sonrisa antes de caminar por el pasillo y ella se quedó mirando cómo se perdía al doblar la esquina. Hermione bajó su mirada y la subió al instante con una lágrima bajando por su mejilla. Había querido llorar desde el principio, y ya no podía evitarlo. No era una lágrima de tristeza, sino de felicidad… Había solucionado los problemas con Ron. Pero ella sabía que había algo más dentro de toda esa alegría: Sintió que esa despedida no iba a ser definitiva, sabía que se volverían a encontrar sus caminos algún día. El día en que ella ya estuviera de pie, caminando y lejos de aquella oscuridad que la rodeaba. La despedida era tan sólo un "Hasta pronto".


Notas de la autora: ¡Hola mis queridos lectores! Aquí yo actualizando mientras debería estar estudiando historia, pero decidí escaparme un poco para terminar este capítulo antes que ya me haya demorado mucho… Lo sé, me he demorado más de lo normal. Pero todo tiene una breve explicación: Colegio. El maldito, desgraciado, enfermo, apestoso, infeliz, hijo de p… Bueno, seré tan elegante como Ron (siempre él diciendo puros garabatos o palabras, como quieran decir xD!), y me abstendré de decir algo más.

Me gustó como me quedó. Creo que cumplió mis expectativas porque analicé qué hacer con ellos… Y desde el principio supe que es imposible que vuelvan a estar juntos ahora o que se perdonen y sean felices. Ok, se perdonaron, pero no quedaron ni como novios, ni amigos, ni enemigos ni nada. Era lo necesario. Cada uno tiene que estar solo, y los dos lo saben, y no tienen idea si algún día volverán a estar juntos… Pero saben que sus caminos volverán a cruzarse alguna vez (Sacado de película esa frase ¬¬).

Lamentablemente no puedo contestarles sus reviews. De verdad… Ni siquiera los longeados que sólo es responder y mandar la respuesta. Es que estoy demasiado ocupada! Incluso ahora tengo que irme a misa (sí, soy católica, mi colegio es católico y tengo que ir a una misa ¬¬…). Bueno, el punto no es ese: La cosa es que si respondo los reviews no podría agregar tan rápido el capítulo, y prefiero privilegiar que lean el capítulo para que lo disfruten… Total, ya saben que amo sus comentarios, les agradezco su apoyo y que son las personas más lindas del mundo!

Vale, eso sería todo por hoy… Disfruten el capítulo y díganme sus opiniones porque en el próximo capítulo sí responderé los reviews.

Cuídense, adiós!