Buenas noches mis amigos, les dejo la continuación de esta maravillosa historia de la escritora de Camilla Simon claro con el toque de mis personajes favoritos que son Sakura y Syaoran, espero que les guste como a mi me gusto traducir esta historia para ustedes.
Capítulo Tres.
¡No puede ser! ¡Otra vez! Y ahora Metallica.
Me levanto, me visto con un pants deportivos y una sudadera –esta vez agarro mis llaves-, y aquí estoy de nuevo, golpeando la puerta del vecino completamente furiosa. Cuando la abra y lo veo, me invade de nuevo aquella sensación tórrida.
Deseo.
Dejo escapar un suspiro.
-¿¡Te ríes de mí!? ¡Bájale a la música!
-¿No te gusta?-, me pregunta embolsando esa sonrisa despreocupada capaz de desarmar a cualquiera.
-A estas horas, lo que me gusta es dormir.
-¿Y?
-¿Y? Es casi medianoche. ¡Mañana tenemos clase!
-¿Y qué?
-¿Es lo único que sabes decir?
-Esta vez has venido vestida. Qué pena.
Por instinto, cruzo los brazos sobre el pecho.
-Eres un pervertido.
-Y tú una bruja.
Doy media vuelta y pego un portazo antes de encerrarme en mi habitación. Tengo la respiración agitada, bullo de ira por dentro y, muy a mi pesar, estoy excitada. Me dejé caer en la cama, cubriéndome con la cobija. Cuando estoy a punto de quedarme dormida, oigo de fondo "I Was Made for Lovin' You" de Kiss.
Ese imbécil se está burlando de mí.
He pasado la noche en vela dando vueltas; no por la música del vecino, que bajo casi al instante después de mí, vista –aunque aún podía oírla a través de la fina pared de mi habitación-, sino por las sensaciones primitivas e inquietantes que ha despertado dentro de mí. Me estoy obsesionando con él. No debo. Tengo que concentrarme en los estudios. Solo eso. Puede que sea atractivo, pero tiene una actitud hostil y arrogante que no me gusta. Es mejor que mantenga la distancia.
Como Tomoyo y Faith van juntas a clase, me reúno con ambas en la cafetería. Tomo asiento frente a las dos y me doy cuenta, por la expresión en sus caras, de que traen algo entre manos.
Faith empuja una caja de color fucsia hacia mí y reconozco al instante el logotipo de Cupcake Factory, la pastelería que hace los mejores cupcakes de toda la ciudad.
-¿Y esto?
-No he sido yo. Alguien me lo ha dado para ti.
Frunzo el ceño.
-Vamos, ¡Ábrelo! ¡Quiero sentir el aroma!-, exclamo Tomoyo, alegre.
Acerco la mano a la cajita, desconfiada.
-¡Sakura tiene un admirador secreto!-, dice entre risitas mi compañera de departamento.
Abro el envoltorio y descubro un cupcake de chocolate con cobertura de crema de vainilla. Ya la he probado antes, y me encanta. La agarro para pegarle un bocado y cierro los ojos mientras saboreo el exquisito manjar.
Cuando salgo del orgasmo culinario, miro, al fondo de la cajita, una nota escrita con una caligrafía casi ilegible:
"It was made for loving you, baby"
Al instante relaciono a mí, vecino con la canción de Kiss y a los cupcakes de mi piyama con el mensaje. Me apresuro a guardar el dulce tentador en la caja para que nadie lea la nota.
-¿Qué ocurre? ¿No está buena?
Tomoyo acerca las manos a la caja, pero la detengo con un movimiento rápido.
-Sí, pero quiero dejar algo para después.
Levanto la cabeza para encontrarme con la mirada de mi amiga, que se ríe, orgullosa de sacarme de quicio.
-¿Quién te lo ha dado?-, le pregunto a Faith
-Mi hermano, de parte de un amigo suyo.
Caminamos juntas hacia el salón para continuar con las clases de la tarde que espero que sean interesantes. Sentada al fondo de la sala y de espaldas a la puerta, no presto atención a quienes iban entrando.
-¿No te ha gusto mi regalo, muñeca?-, me susurra al oído una voz aterciopelada.
Syaoran.
Como siempre, llevo el pelo recogido en un chongo. La barba, de apariencia sedosa, contrasta con los ojos rasgados y la expresión hambrienta que se le dibuja en el rostro. El corazón me late descocado y trago saliva con dificultad.
-No me llames así.
-¿Muñeca? Todavía no me has dicho cómo te llamas, así que te he puesto un nombre. Creo que Kiss te gusto. Si no, habrías vuelto a tocar mi puerta.
-Sakura.
-Syaoran.
-Lo sé.
Levanta una ceja. Es tan irresistible como molesto. Mmm…
-Me lo dijo Faith, la hermana de tu amigo.
Los ojos de Syaoran bajan a mis piernas desnudas.
¿Por qué no me abre puesto un pantalón? Tiro de la falda como si así pudiera aumentar su longitud.
-¿Y bien?
-¿Y bien qué?
-El cupcake. ¿Te gusto?
-Estaba demasiado dulce y tenía crema en exceso-, miento.
-Bien.
¿Bien? ¿¡"Bien" y ya!?
El hombre frente a mí es indescifrable. Me he dado cuenta de lo mucho que atrae las miradas de otras chicas; incluso de los chicos. Todo el mundo parece tener la atención puesta en él. Aun así, es como si Syaoran no los viera. Está concentrado en lo que dice el profesor, tomando apuntes. Lo observo con disimulo. La mandíbula angulosa bajo la barba. La nariz fina con una ligera protuberancia en el tabique, como si se la hubiera roto en el pasado. Los hermosos ojos, expresivos y penetrantes, de un tono ámbar tan intensos que parecen oro fundido. Tiene otra pequeña cicatriz en la ceja izquierda. Desde aquí no puedo ver el lado derecho del rostro, así que me conformo con admirar el izquierdo.
Syaoran garabatea algo en su cuaderno y lo gira hacia mí.
"¿Te gusta lo que vez, muñeca?"
¡Demonios! Se ha dado cuenta.
Siento que me vuelvo pequeña en el asiento y desvió la mirada hacia el frente, manteniéndola fija en la profesora. Finjo ser una estudiante modelo mientras reflexiono, molesta, sobre la actitud fría y distante de Syaoran, que, al minuto siguiente, se vuelve provocadora. ¿Quién es su sano juicio le regalaría un cupcake a una desconocida?
Me atrae, eso es innegable, pero no está hecho para mí. Al contario que Syaoran, yo soy risueña, un poco insegura, y adoro reír y bromear con los demás. Pero si algo tengo claro es que no soy del tipo de chica en que otros se fijan. De todos modos, ¿Por qué iba a gustarle?
Su calma me exaspera y me siento desnuda en su presencia. Es capaz de encender la chispa de mi deseo con una mirada y pierdo el control cuando está cerca. Daría lo que fuera por sentir su tacto. O no. En realidad, no sé lo que quiero. Exhalo un suspiro de frustración, y el rostro cincelado de Syaoran adquiere una expresión interrogante. Me pongo recta y recupero la concentración, devolviendo la atención a la profesora.
