Buenas noches mis amigos, les dejo la continuación de esta maravillosa historia de la escritora de Camilla Simon claro con el toque de mis personajes favoritos que son Sakura y Syaoran, espero que les guste como a mi me gusto traducir esta historia para ustedes.


Capítulo Cuatro.

Hemos decidido salir esta noche.

Tomoyo y yo vamos a celebrar el fin de semana como es debido. No tengo que preocuparme por el toque de queda que me habían impuesto en casa, ni que mi madre este esperándome a la vuelta para comprobar cuanto he bebido.

Soy libre.

Me encuentro arreglándome en el baño. Tomoyo me ha convencido para que me ponga un entallado vestido negro con escote asimétrico y apenas sujeto por unos finos tirantes. Como no tengo ningún sujetador palabra de honor, optó por no llevar ninguno. Estará oscuro y nadie se dará cuenta. Además, no tengo los pechos grandes. Al contrario, son de tamaño medio; eso sí, firmes y con una forma bonita. Me gustan tal y como son.

Elijo unos zapatos claros de tacón.

Vestido: listo. Calzado: listo. Bolso: listo. Maquillaje: listo. Pelo: listo; la verdad es que no me ha llevado mucho tiempo arreglarlo gracias al sencillo corte bob. Ropa interior sexi: lista, a medias teniendo cuenta que voy sin sujetador. Celular, clínex y preservativos: listos.

Lo sé, igual me he pasado, pero es mejor estar preparada para todo. ¡Nunca se sabe!

Tomoyo no es la única que añora el cariño de un hombre. Bunny, el vibrador y yo mantenemos una relación estable desde mi última ruptura hace cinco meses.

Mi amiga está impresionante con un llamativo vestido de color rojo; Faith, en cambio, lleva un atuendo más discreto; unos vaqueros negros ajustados y un top verde esmeralda de satín que combina a la perfección con el pelo rojo.

La fiesta está en su máximo apogeo cuando llegamos. Se celebra en una casa de estilo italiano, pintada en un tono amarillo pastel y en lo alto de una colina, por lo que se debe ofrecer una de las vistas más espectaculares durante el día. La estructura se divide en tres pisos. Todo es característico de San Francisco. Accedemos a la primera planta por una escalera de madera. La gente se aglomera en el interior y el olor a sudor y alcohol me provoca náuseas.

Entramos en la cocina y nos servimos en unos vasos de plástico rojos la mezcla del enorme tazón de cristal que reposa en la barra: vodka y fanta de naranja. No es la bebida que más me gusta, pero me ayudara a integrarme.

Esta noche pienso llevarme a un chico a la cama. Bunny se ha ganado un descanso.

Mis amigas y yo nos adentramos en la pista de baile. Me desinhibo y empiezo a pasármelo bien. Durante todo el tiempo, soy consciente de esa mirada animal fija en mí. Él está observando. Me come con los ojos al tiempo que levanta el vaso en mi dirección.

-El chico malo e indomable te está mirando-, bromea Tomoyo, un poco achispada.

-¡Qué va!

-¡No te quita los ojos de encima!-, insiste Faith, -Después de todo, está claro que le gustan las castañas.

Niego con la cabeza mientras ellas se ríen como dos niñas de primaria.

Las dejo con sus tonterías y vuelvo a la cocina para buscar algo de beber.

-¿No crees que ya has bebido suficiente?-, pregunta una voz grave y profunda.

-¿Y a ti qué te importa?-, replico molesta.

Me dispongo a pasar por su lado para reunirme con mis amigas en la pista de baile, pero me bloqué el paso con el brazo.

-No me toques.

Por muy tentador que resulte sentir esas manos sobre mi cuerpo, no tiene derecho a tocarme. Lo último que quiero es sucumbir al deseo y arrojarme a esos brazos musculosos y gruesos.

-Sakura

-Syaoran-, pronuncio en el mismo tono, -Escucha, he venido a divertirme y darle una noche libre a Bunny, así que déjame en paz.

-¿A Bunny?

-Sí, a Bunny. ¡Mi compañero fiel en las noches solitarias!, ¡El único hombre dispuesto a hacerme feliz sin esperar nada a cambio! Pero esta noche no trabaja, ¡Así que tengo que volver a la pista de baile cuanto antes para encontrarle un sustituto!

-¿De qué hablas?

Me tambaleo, Syaoran tiene razón. He bebido suficiente vodka con fanta de naranja por hoy.

-¡De Bunny!

Estallo en carcajadas y me acerco para susurrarle al oído como si nos tuviéramos toda la confianza del mundo.

-Es el nombre de mi vibrador.

Rompo a reír de nuevo.

-¿Te imaginas a mi conejito con tu tigre?

Vero como se le crispa la mandíbula.

-¿Me estás invitando a una especie de trío?

De pronto, siento una arcada subiéndome por la garganta y me tapo la boca.

-¡Demonios, Sakura!

Syaoran me agarra y me saca a toda prisa al jardín. Allí echo mis intestinos en las plantas, escupiendo todo lo que he comido y bebido a lo largo de la noche.

¡Dios mío! Me acaba de ver vomitar. No puede haber nada más sexi.

-Vamos, te llevo a casa-, gruñe.

-Espera, Faith y Tomoyo.

-Alex se quedará con ellas.

-¿Alex?

-El hermano de Faith.

Me coloca la mano en la parte baja de la espalda y me obliga a caminar en silencio.

-Oye, no te he dado permiso para-, protesto con la voz torpe.

-Tampoco has dicho que no. De todos modos, quería irme y somos vecinos.

-Has estado bebiendo.

-Agua.

Me avergüenzo de haber bebido tanto. Syaoran es casi un desconocido y, aun así, dejo que me lleve a casa. Confió en él a pesar de que el alcohol hace que pierda las capacidades de coordinar los movimientos y pensar con claridad. Mañana sé que lamentaré de mil formas lo que ha pasado hoy, sobre todo, que él me haya visto así. Me gusta Syaoran. Más de lo que debería.

-Escríbele un mensaje a Tomoyo-, me ordena.

Lo hago sin vacilar.

[S: El salvaje me lleva.]

[T: ¿Eh? ¿Quién? ¿Estás borracha?]

[S: El vecino. Y mucho.]

Me despierto algo desorientada en la cama y solo con mi calzón. He tenido un sueño extraño que no paro de revivir en una especie de pantalla imaginaria. Bunny, mi juguete sexual, está con orejas de conejo sobresaliendo del mango, y yo pasábamos la noche con un hombre de mirada depredadora.

Al parecer, mi imaginación no tiene límites.

Decido guardarme ese sueño ardiente para mí. Si se lo cuento a Tomoyo, lo analizaría y me expondrá una de sus locas teorías psicológicas, y ahora mismo no la necesito. Ahora mismo, me preocupa no recordar con claridad que paso anoche.

Tengo una resaca horrible. No volveré a beber vodka.

Aparto las sabanas y me pongo una camiseta de tirantes y me dirijo a paso rápido a la cocina para tomar un analgésico y un gran vaso de agua.

Encuentro a Tomoyo apoyada en la barra central, todavía en pijama y con lagañas en los ojos.

-Han traído algo para ti-, anuncia señalando una bolsa con el dedo índice.

-¿Qué es?

-Soy metiche, pero no tanto como para fisgonear entre tus cosas.

Abro la bolsa. En el interior hay una taza de café, un sobre de paracetamol y un nuevo envase con el logo de Cupcake Factory que contiene un cupcake de vainilla recubierta con glaseado de azúcar en forma de conejito.

Syaoran.

No le abre contado de Bunny… ¿Verdad?

Un recuerdo fugaz me viene a la mente.

¡Mierda!

¡Le he dicho a Syaoran que tengo un juguete sexual y que, además, nos encantaría montárselo con su tigre!

-No dejes que vuelva a beber vodka, Tomoyo-, digo en un lamento.

-¿Por qué? Por cierto, el hermano de Faith, Alex, es encantador.

-Qué bien.

-¿Volviste a casa con el guapísimo misterioso de aspecto salvaje y atormentado que prefiere a las castañas?

-¿Me has quitado la ropa tú?

-No. Me fui directamente a la cama cuando llegue.

Abro los ojos como platos. No recuerdo haberme quitado el vestido.

Lleno un vaso completamente de agua y me tomo la pastilla de golpe.

Vuelvo a mi cuarto para ponerme unos pantalones; después, entro en el baño para lavarme los dientes. El aliento debe olerme a perro muerto.

¿Cómo he podido beber hasta el puesto de no recordar nada de la noche anterior? He permitido que un casi desconocido me traiga a casa y me desnude. Ha sido Syaoran, pero podría haberme ido con cualquier trastornado. ¿Qué va a pensar de mí ahora? Peor aún, ¿Por qué me importa?

Con el corazón encogido y muerta de vergüenza, me acerco al piso de mi vecino y golpeó la puerta con la esperanza de encontrar una respuesta.

-¿No te duele la cabeza?-, me pregunta en tono sarcástico, apoyado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y los bíceps recubiertos por una especie de vendaje.

Está tan guapo a morir, pero he venido hasta aquí para reclamarle por desnudarme sin mi consentimiento, no a que se me caiga la baba.

-¿Me has desvestido tú?

-Tenías la ropa cubierta de vómito y, con lo ajustada que era, te habrías ahogado mientras dormías. Si estás preocupada por lo que haya podido pasar, no he visto nada y tampoco me interesan las chicas alcoholizadas ni las moribundas. ¿Has probado ya el conejito?

Me pongo roja al instante. Después de todo, le he contado que tengo un vibrador llamado Bunny. ¡Soy idiota!

-¡Olvídate de Bunny!

-Me refería al cupcake.

Que alguien me dé una pala para cavar mi propia tumba.

-Todavía no la he probado.

-¿Y el otro conejito si?

-¡Eh! Tampoco. Está ahí para hacerme sentir bien, pero no lo necesito.

¿De verdad estoy manteniendo esta conversación con mi vecino sexi y salvaje hasta mojar mi ropa interior?

No puede ser, estoy perdida.

-Mi tigre, en cambio.

Se me intensifica el rubor de las mejillas. Debo de tener un aspecto horrible.

-¡Patito! ¡Mi patito! ¿Qué haces vestida así en mitad del pasillo?

Lo que me faltaba. Mi madre ¡Que alguien me mate!