Buenas noches mis amigos, les dejo la continuación de esta maravillosa historia de la escritora de Camilla Simon claro con el toque de mis personajes favoritos que son Sakura y Syaoran, espero que les guste como a mi me gusto traducir esta historia para ustedes.


Capítulo Nueve.

-Hola.

Sentada sobre el césped y apoyada contra el árbol más viejo, intento leer una novela bajo el sol. Y digo intento porque no puedo sacarme de la cabeza la mirada salvaje, la sonrisa insolente y la voz rota que me sigue a todas partes. Incluso aquí. Debo haberme vuelto loca. No hay otra explicación.

-¿Sakura?

O quizás no este loca del todo.

Levanto la vista y me topo con un par de ojos ámbar. Syaoran es tan atractivo a morir con los pantalones desgastados, la sencilla camisa oscura y los converse negras. El corazón me da un salto para justo después volver a latir a un ritmo frenético. Quiero y odio a Syaoran a partes iguales porque, cuando está cerca, mi mente deja de funcionar y acabo quedando como idiota.

-¿Te a comida la lengua el gato, muñeca?-, pregunta en tono provocador.

-Eh… Hola. Y no me llames así.

Se sienta a mi lado.

-Vaya, parece que todavía tienes lengua.

No logro reprimir una sonrisa.

-¿Qué lees?

-Nada.

Enarca las cejas.

-¿Es un libro pervertido?

-No, ¡Para nada!

En un abrir y cerrar de ojos, lo tengo sobre mí. De un movimiento ágil, me empuja hacia atrás, se sienta a horcajadas sobre mis caderas y agarra mi novela. Luego, se pone de pie, levantando el brazo para que yo no alcance el libro.

-After… "Un hombre incontrolable que despierta en ella una pasión sin límite" "Sexo, celos y mentiras".

Me observa con un brillo burlón en los ojos.

-Pervertida.

-¡No es lo que crees! ¡Esa novela ha alcanzado un extraordinario número de ventas! Quería comprobar si es tan bueno como dicen.

Siento un intenso sonrojo en mis mejillas.

-Estás muy guapa cuando te sonrojas-, dice mientras me acaricia con suavidad la mejilla con el dedo, -Pero eres una chica, "pervertida", Sakura. Primero, Bunny; luego Duck, y ahora, está la novela erótica. No me cabe la menor duda de que lo eres.

El sonrojo y el calor se propagan por todo mi cuerpo. Debe estar saliéndome humo por las orejas. Syaoran y yo estamos demasiado cerca.

Noto como se me acerca el pulso y apenas puedo controlar la respiración.

-Devuélvemelo.

Sin decir nada, mantiene la mirada dorada fija en mí.

-Por favor.

-Si me lo pides así.

Me lo entrega y nuestros dedos se rozan, enviándome pequeñas descargas eléctricas por todo el cuerpo. Entonces, mi teléfono empieza a sonar, interrumpiendo la conversación silenciosa. Maldigo en voz baja al leer el mensaje de Tomoyo.

-¿Qué paso?

-Nada.

-Mientes. Tienes el ceño fruncido y te muerdes el labio.

-¡Dios mío, Syaoran! Deja de entenderme tan bien-, pido, molesta.

-Lo siento. Eres como un libro abierto.

-¿Ah, sí?

Me quedo sorprendida. Es la primera vez que me dice algo así.

-Cuando estás avergonzada, te sonrojas; cuando te enfadas, te muerdes el labio y frunces el ceño, y, cuando estás nerviosa, enredas un mechón alrededor del dedo y juegas con él. Lo preguntaré otra vez. ¿Qué pasa?

-Tomoyo y yo teníamos pensado ir de compras en la tarde, pero me ha cambiado por una cita.

Syaoran arquea una ceja.

-Me alegra que tenga una cita, pero el refrigerador está vacío, igual que la despensa, y mi presupuesto es bastante limitado. No puedo permitirme el lujo de pedir comida a domicilio y tampoco tengo carro.

-Bien, vamos-, dice, poniéndose de pie y extendiéndome una mano.

Ante mi mirada interrogante, aclara.

-No voy a comerte, Sakura, por muy tentadora que resulte la idea. Te invito a cenar. Me queda algo de pasta y salsa boloñesa.

¿Voy a pasar la noche con Syaoran? ¿A solas?

¿Es una cita? ¿Nuestra primera cita de verdad? ¿O solo le doy pena? Mi mente trabaja a toda velocidad, buscando respuesta a demasiadas preguntas.

Estoy emocionada y, al mismo tiempo, me preocupa este primer encuentro a solas. ¿Saldrá bien? ¿De verdad siento algo por Syaoran? ¿Y qué siente él por mí? Pongo el cerebro en pausa y decido disfrutar de la noche, pase lo que pase, por el bien de mi salud mental.

-La mejor salsa boloñesa que he probado.

-¿Te burlas de mis dotes culinarias?

-¿Yo? ¡Nunca haría algo así!

Me sonríe y empieza a recoger la mesa.

-Voy a lavar los platos.

-No, eres la invitada; yo lo haré.

-Tú me has liberado de morir de hambre. Lo menos que puedo hacer es lavar los platos. Y no es negociable, ¡Salvaje!

Las palabras se me escapan de la boca y, cuando me doy cuenta, ya es demasiado tarde. Me llevo una mano a los labios.

¡Soy tan idiota!

-¿Salvaje yo?

-Perdona, me pasé, yo…

Se acerca despacio con ese andar gatuno. Trago saliva con dificultad. Me va a correr y con razón. ¿¡Por qué he dicho eso!?

Él da un paso hacia delante; yo uno hacia atrás. Retrocedo hasta chocar la espalda con la pared. Syaoran coloca ambas manos a cada lado de mi rostro. Me muerdo el labio y, esta vez, lo miro a los ojos.

El aliento cálido me electriza la piel. El calor de su cuerpo aviva la llama del mío. El corazón me martillea en el pecho. No sé dónde estoy ni quien soy, si estoy de pie o sentada. Los labios carnosos del hombre frente a mí captaron toda mi atención. Me flaquean las piernas y las, cierro, sintiéndome la humedad incipiente que se acumula entre ellas. Syaoran presiona el cuerpo contra el mío y siento que me fallan las fuerzas, pero la sensación de estar entre sus brazos me alivia.

-¿Salvaje?-, insiste mientras su respiración ardiente me quema la piel.

Me besa el cuello y todo mi cuerpo reacciona. Me estremezco, sorprendida, y siento que me falta el aire. Se me acelera aún más el corazón.

No comprendo a que juega. ¿Se habrá enfadado por lo que he dicho? Pero, si es así, ¿Por qué me besa? Syaoran ejerce un poder absoluto sobre mí. No puedo pensar con claridad.

Sube los labios por mi cuello, depositando otro beso.

-Tus ojos-, empiezo a explicarle en un hilo de voz.

Detiene los labios en mi barbilla. Apenas consigo tenerme en pie. Nunca había sentido algo así por un chico.

Hace que me sienta viva. Si muy viva.

Noto de nuevo ese peligroso hormigueo por todo el cuerpo.

Quiero que me bese. No, necesito que me bese.

Despacio, acerca los labios a los míos. Pero me hace esperar. Un gemido de frustración y anhelo me ha brotado la garganta. Por fin, esos labios turgentes tocan los míos y nada.

-¡Hola, hermano! ¿Preparado para que te patee el trasero en World of Warcraft?

De pronto, Syaoran se aparta de mí. Se atusa la barba y esos ojos ámbares me dirigen una mirada de disculpa. Mi respiración recupera su ritmo habitual. Paso por delante de Syaoran, que pare molesto. La verdad es que yo también lo estoy. Cuando Alex y Matt reparan en mi presencia, una sonrisa les ilumina el rostro.

-¡Hola, Sakura! ¿Has venido a jugar con nosotros?

-Hola. No. Solo con él-, les corrijo, señalando a su amigo.

Por primera vez, veo a Syaoran ruborizarse. Toma esa.

El deseo frustrado me enfada, lamento no haber recibido ese beso, pero me alegra haberlo dejado boquiabierto por una vez. Me inclino hacia él con una sonrisa triunfal.

-La próxima vez, cierra la puerta con llave-, murmuró.

Me pongo de puntitas, y le doy un beso en la comisura de la boca y me alejo de ahí, orgullosa.

[Syaoran: ¿Vuelves? Ya se han ido].

[Sakura: ¿Cómo has conseguido mi número?

No, ya esto en la cama

Has perdido la oportunidad].

[Syaoran: Le pedí a Alex que se lo pidiera a Faith

Mira que te gusta hacerte la dura].

[Sakura: Buenas noches, te mando una canción

Es mi turno de enseñarte de música].

Dejó que el sonido de "You're Not There", de Lukas Graham, llene mi cuarto.

[Syaoran: Esa canción significa para mí mucho más de lo que imaginas, muñeca

Buenas noches, que tengas dulces sueños].

Mi mente se pone a trabajar a toda velocidad. ¿Qué habrá querido decir? Un aura de misterio siempre rodea a Syaoran. Por más que lo intento, no consigo averiguar que oculta tras esa mirada de fuego.

No ha tenido ninguna relación seria desde que está en la universidad y, sin embargo, muestra un gran interés en mí, Me vuelve loca. Lo sabe y juega conmigo. Pero yo también quiero jugar. Descubrir quién es el hombre que se esconde tras esa mirada salvaje y repleta de sentimientos contradictorios.