Buenas noches mis amigos, les dejo la continuación de esta maravillosa historia de la escritora de Camilla Simon claro con el toque de mis personajes favoritos que son Sakura y Syaoran, espero que les guste como a mi me gusto traducir esta historia para ustedes.
Capítulo Diez.
-Hola.
De nuevo esa voz que me arrullaba. Incluso sin verlo, un cosquilleo me recorre el cuerpo y el corazón me empieza a latirme desbocado. Cuando levanto la vista, siento que me derrito por dentro y me pierdo en los fascinantes ojos de ese singular color dorado.
Syaoran agarra mi taza de café y se la lleva a la boca.
¡Tiene que dejar de hacer eso!
-He escupido dentro-, digo con fastidio.
-No importa. Aun así, no hay quien lo se lo tome-, opina haciendo una mueca.
Café con leche y una tonelada de azúcar. Delicioso.
-Espero que te sirva la lección. No es bueno beber azúcar con leche y saliva.
-¿De verdad has escupido dentro?
-Tal vez.
La clase por fin termina. Creí que iba a quedarme dormida ¿Por qué habré elegido Historia como optativa? El contenido me gusta, pero el profesor es somnífero. Syaoran, como siempre, estaba muy concentrado tomando apuntes o interviniendo en el momento oportuno y con el comentario adecuado. Yo, en cambio, me he pasado la hora devorándomelo con los ojos.
Estoy perdiendo la cabeza.
-Te invito a comer-, oigo de pronto detrás de mí.
Acabo de meter los libros en la mochila y me giro. Sentado en la fila detrás de mí, Syaoran me estudia con detenimiento.
-No hace falta que…
-Sí, si hace falta.
Nuevo análisis: salvaje, atormentado y, de vez cuando, un déspota.
Nos sentamos a la sombra de un árbol para proteger de los rayos abrasadores del sol. Syaoran prepara un pícnic con algunos sándwiches y dos cupcakes. El chico malo más deseado del campus prefiere almorzar conmigo en vez de con sus amigos. Reparo en que atrae todas las miradas femeninas; yo, a mi vez, lo que atraigo es su ira. Syaoran podría conseguir una chica mucho mejor. No sé qué ve en mí. Soy torpe, no tengo nada especial y tampoco una amplia experiencia en lo que al sexo se refiere –aunque no estoy segura de que llegue a saberlo alguna vez-, ni siquiera nos gusta la misma música –gracias, hermanito; eso te lo debo a ti-.
Aunque dice que los polos opuestos se atraen, ¿no?
Me infundo de ánimos en silencio. Soy consciente de que yo también le gusto. Lo demostró en la cocina, antes de que Matt y Alex nos interrumpieron. Pero ¿Y si solo está jugando conmigo? ¿Querrá algo serio?
No sé si poder resistirme, incluso si solo me quiere para pasar el rato.
¿Me he quedado prendada? ¡Si!
-¿Qué te parece?
-Está bien-, respondo con una sonrisa.
De pronto, parece inseguro.
-¿Prefieres ir a otro sitio?
-Syaoran, así está muy bien. Sería una pena perderse este buen tiempo.
Me regala una amplia sonrisa y un nuevo nido de mariposas me nace en mi estómago. Comemos los sándwiches con apetito. No aparto la mirada de la mía. Ahora parece feliz, lleno de vida y deseo. Si, le gusto de verdad.
No puedo creerlo.
Me dedica otra de esas sonrisas arrebatadoras, como si me hubiera leído la mente. Se inclina sobre mí hasta rozarme el cuello con la nariz. Siento un torrente de escalofríos mientras me besa el cuello y, luego, despacio, recorre la distancia que separa mi boca de la suya, acariciándome con la nariz en un lento ascenso.
-¿Qué hacen?
Lanzamos un lamento al unísono cuando reconocemos la voz de Tomoyo. Sus labios estaban apenas a un centímetro de los míos.
-¿Ahora comes por su cuenta o qué?-, insiste, molesta y nada avergonzada por haber roto la magia del momento (si es que se ha dado cuenta).
-Queríamos disfrutar del bien tiempo-, responde Syaoran.
-Podrían habernos avisado.
El salvaje se inclina hacia mí para susurrarme al oído:
-Nunca consigo besarte.
Me entran ganas de abalanzarme sobre él. Sin ningún reparo, Tomoyo se une a nosotros. Le dirijo a Syaoran una mirada de disculpa, y él me sonríe para que sepa que no está molesto.
-Ya le he avisado a Faith y a los frikis-, anuncia, -No tardará en llegar.
-¡Genial!-, exclamo, sarcástica.
Bruja, ¡Me muero de ganas por besar a Syaoran!
-Oye, tú no eres un "raro" como Alex y Matt, pareces más bien un rebelde sin causa con todos esos tatuajes, tu cabello y tu barba.
Escupo la soda.
Tomoyo siempre tan directa.
-El hábito no hace a la monja, amiga.
-Sí, pero, no sé. Es la imagen que das.
Tomoyo agarra mi vaso de Coca-Cola Light y sé lo cerca a los labios. La fulmino con la mirada. ¿Qué hace? ¡Sabe que odio compartir la comida!
-Cuidado, Sakura ha escupido dentro de ella-, le avisa Syaoran haciendo un mohín de disgusto, aunque en sus ojos aprecio un brillo burlón.
-¿¡Que!? ¡Mira que eres cochina!-, me grita.
Misión cumplida. Mi soda está a salvo de su saliva, Puaj.
-¿De verdad has escupido dentro?
-Tal vez.
-¿Te das cuenta de los extremos a los que llegas para que no te toquen la comida?
-¡Hola!
-¡Ey!
Faith y los chicos acaban de llegar. Syaoran se acerca a mí con la excusa de dejarle sitio en la sombra, ya que el sol golpea cada vez con más fuerza.
-¿Van a venir esta noche a la fiesta con nosotros? Vamos a Banana Club.
-¡Claro!-, afirma Tomoyo, aplaudiendo como una niña pequeña por la emoción.
Espero que podamos disfrutar de un tiempo a solas sin que nuestros amigos nos interrumpan de nuevo. Me encantan esos ratos con Syaoran. Cuando no hay nadie a nuestro alrededor, es cuando se deja ver de verdad, se me olvidan sus miedos y me deja conocerlo un poco mejor. Cada día que pasa, estoy más enamorada. La bandada de mariposas parece haberse asentado de forma definitiva en mi estómago.
