Buenas noches mis amigos, les dejo la continuación de esta maravillosa historia de la escritora de Camilla Simon claro con el toque de mis personajes favoritos que son Sakura y Syaoran, espero que les guste como a mi me gusto traducir esta historia para ustedes.
Capítulo Once.
-¡Tomoyo!- chillo.
Me escondo lo mejor que puedo. Mi mejor amiga y compañera de piso, a quien ahora mismo estrangularía con todas mis fuerzas, ha interrumpido en el cuánto del baño cuando salía de la ducha.
-Está horrible, cariño. Si quieres acostarte con tu fiera salvaje tendrás que podar ese jardín-, dice, señalando mi pubis.
Oculto la parte más íntima de mi cuerpo con ambas manos.
-¿Y qué hay de malo en ello?
-¡Pues que parece la selva de Tarzán! Tienes demasiado pelo.
-¡Me he depilado!
-Puede que en la era medieval sí, pero no en el siglo XXI. ¿Por qué no pruebas el "bikini americano" o la "brasileña"?
La miro con desconfianza. No pienso depilarme entera.
-¡A los chicos les encanta! Solo tienes que elegir entre un fino rectángulo de vello o un triángulo sugerente. ¡El resto fuera! Toma, usa esta crema depiladora; duele menos que la cera. En cuanto Syaoran vea ese coñito bien arreglado, ¡No querrá otro!
-¡Por dios, Tomoyo!-, la reprendo, azorada.
-¿Qué? ¿Me equivoco? ¿Te gusta ese chico o no?
-Si-, murmuro.
-Entonces, ¡A depilarse!
Mi alocada compañera de departamento sale del baño cerrando la puerta, dejándome a solas y llena de dudas con un tubo de crema y el pubis a medio depilar.
Tuerzo el gesto, me siento sobre el borde de la bañera, separo las piernas y echo un vistazo al campo de batalla.
Puede que tenga razón.
Abro la botella de crema.
Qué feo huele.
Arrugo la nariz y echo la cabeza hacia atrás. Agarro aire ¿Qué me hago? ¿El bikini americano o la brasileña? Ya que estoy en estados unidos escogeré la primera.
Aplico la crema y, cuando termino, me levanto para lavarme los dedos. Asqueada por el olor a químico que emana del tubo. Mi teléfono, que reposo sobre el lavabo, empieza a sonar. Seguro lo dejé ahí antes de meterme a bañar.
Sorprendida, leo el mensaje que me ha enviado Syaoran.
[Syaoran: Escucha "Just Say Yes" de Snow Patrol. Me recuerda a ti].
¿A mí?
Empiezo a notar un ardor entre mis piernas. Bajo la mirada con miedo a estar sufriendo una alergia y que la piel se haya irritado. Se me escapa un chillido de pánico. Mierda, me ha movido. En las instrucciones ponía claramente que no debía moverme. ¿Por qué lo he hecho?
Para agarrar mi teléfono.
Lo dejo sobre el lavabo y me llevo las manos a la cabeza. ¿Por qué estas cosas me pasan solo a mí? Señorita Despistada. Deberían haberme llamado así. Tengo crema depiladora por todas partes. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, me arrastro al baño.
Termino con todo depilado. Es raro. Inquietante. Perturbador. No obstante, creo que tampoco es desagradable. No estoy acostumbrado a ver esa parte de mi cuerpo sin pelo. Es como si, hasta ahora, el vello púbico hubiera formado una barrera protectora contra el mundo exterior y los ojos de otros hombres. Ahora me siento desprotegida.
Todavía no tengo claro si me gusta o me disgusta haber perdido todo y cada uno de los pelos –de tonta- que tenía entre las piernas. Ahora tengo la zona más sensible. Noto como el satín de mi ropa interior acaricia con la suavidad la piel desprovista de vello. Contraigo los muslos. Estoy vestida; pero, aun así, me siento desnuda, como si me faltara algo. A Tomoyo la Psicóloga le encantaría hablar sobre eso.
-¿Y bien? ¿Cuál te has hecho?-, me pregunta cuando salgo del baño.
-Ninguna de las dos.
-Sakura, la selva que tiene ahí abajo parece el Amazonas. No es suficiente con recortar la pelusa que sobresale por las ingles. Vuelve a la ducha y elige entre el bikini y la brasileña. A mí me gusta más la primera.
-Gracias. No necesito detalles.
-¡Vamos!-, insiste mientras me conduce a empujones hacia el escenario del crimen.
-¡No!
-Pero.
-¡Me lo he quitado todo! ¿De acuerdo?
-¿¡Todo, todo!? Pero ¿Cómo?
-¿Te dibujo un mapa? ¡Que ahí abajo no queda nada de nada!
-Aaah…
-Syaoran me escribió un mensaje y me levanté a tomar mi teléfono. Entonces, la crema se me quedo pegada por todas partes-, confieso avergonzada.
Tomoyo se comenzó a reír.
-¡No tiene gracia!
-Sí, sí que la tiene. ¡Ese tipo de cosas solo te pasan a ti! En cualquier caso, sé de alguien que estará más que encantado.
-¿Quién ha dicho que yo quiera que pase algo y, aunque así fuera, que a él le guste ese tipo de cosa?
-Créeme, cariño, a los hombres les encanta un coño bien depilado.
