La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras solo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.
Aceptamos toda crítica constructiva mas no ofensiva. Dejen reviews
Ejem...pero antes, las respuestas a los review del capítulo anterior:
amnis doctus de Asis: Hola chica, que bien que nos apoyas, no importa en realidad que fuera tarde considerando que no subinmos cuando debíamos el cap. Con respecto al conjuro de Malfoy, ese es un secreto que se revelará en los siguientes capítulos y por Pansy hay que seguir esperando, tal vez para siempre.
En este cap sale lo del sexto año, ojalá quede más o menos claro y también dicen porqué sacaron a Malfoy del cargo.
¿Cómo es eso de que le llegaran golpes a Malfoy¡¿en quée estás pensando¿no te parece que ha sufrido suficiente?
En fin, gracias por dejar review y ojalá el giro que empieza a dar el fic te agrade.
pd¡deja de pensar en Hermione y Draco! eso acá no va.
Aravis Calvin: Pobre niño rrrriiiiccccoooo que sufre tanto ¿verdad? creo que nuestro sadismo florece cuando el rubiecito aparece contoneándose por ahí... OK, de que ha habido cambios en la casa de las sexyes(o como se escriba) serpientes, si los ha habido y con respecto a Pansy...solo queda esperar. Gracias por el review
Diabolik: muchas gracias.
yumeko: Bue...no sabemos por donde empezar...pero lo intentaremos. Bien, te agradecemos que siempre nos escribas y que seas tan buena con nosotras, realmente nos animas y mira que necesitamos animación para continuar con este gigante fic.(no sé como lo logramos pero mientras más avanzamos más crece).
La respuesta a lo de Voldemort con Lucius saldrá en algún capítulo futuro, no podemos adelantar sorry.
Gracias nuevamente por los reviews.
pd: con respecto al review que dejaste en el otro fic, no se nos había pasado por la cabeza hacer un epílogo... no es que se nos ocurra como hacer uno... Y respondiendo a tu pregunta tenemos varias ideas para otros fics, pero no mucho tiempo. Aunque ya hemos puesto en marcha una de ellas, esperamos subirlo pronto (aunque los pronto a nosotras siempre se nos terminan alargando) Es un poco diferente a lo que hemos hecho, pero se nos ocurrió mientras estuvimos secuestradas en las vacaciones y teníamos que hacerlo. Ahora sí nos despedimos, que sueñes con Draquito.
sandra-sms Gracias por el review y por leernos y con respecto a tu deseo, ya empezarán a tratar mejor a las serpientes.
Asil Black ¿releiste los capítulos, hay! si no nos demoráramos tanto no tendrías que hacerlo... lo sentimos porque este tampoco lo hemos subido muy luego.
Lo del conjuro de Draco se sabrá más adelante... y de hecho, las sensaciones de Harry tienen que ver con el conjuro.
Lo de Lucius y Voldemort también se sabrá mas adelante. Y no se nos ha pasado por la cabeza todavía que tengan voldercitos (aunque se verían bonitos). Muchas gracias por el review y ojalá sigas leyendo.
Capítulo 3.2
En Hogwarts¡No subiré al arca con él!
Eran cerca de las siete de la tarde y Harry estaba sentado frente a la chimenea pecando de aburrido. Había terminado su trabajo de transformaciones hacía un buen rato y no se le ocurría nada más qué hacer que mirar las llamas desde su cómodo sillón. Podría haber empezado su redacción para pociones, o la de hechizos, o la de herbología...tenía tantas cosas que hacer, pero no se le antojaba en lo más mínimo seguir trabajando. Podría acercarse a Dean, que hablaba animadamente con Seamus, pero ya estaba harto de entrometerse en las conversaciones de ellos dos.
...Estoy aburrido...Estoy muy aburrido...comenzó a tararear ociosamente...ojalá pasara algo interesante...miró hacia la ventana, esperanzado, como si de pronto fuera a aparecer un cerdo alado que le invitara a jugar quidditch. Naturalmente, eso no pasó. Siguió mirando las llamas que bailoteaban en la chimenea y siguió canturreando estoooy muuuuy aburridooooo...los ojos se le empezaron a cerrar lentamente...estoy... se acurrucó en la butaca y bostezó ...muy...cerró totalmente los ojos sintiendo como el calor del fuego lo envolvía y arrullaba ...aburrido...
— ¡HAN ATACADO HOGSMEADE! —Harry, sobresaltado, miró hacia el retrato.
Una chica de sexto se paró y caminó hasta un chico rubio que estaba junto al cuadro de la señora gorda— ¿Qué dijiste! —la joven se veía preocupada.
—Los mortífagos atacaron Hogsmeade y hay mucha gente herida. Destruyeron todo a su paso.
Harry se paró al instante y se acercó hacia el muchacho junto a varios de sus compañeros que se encontraban ahí.
— ¿Cómo sabes eso? —la misma chica le preguntó, le temblaba el labio inferior.
—Porque Stewart me lo contó. Él tiene un tío allá.
La chica se sentó en la silla más próxima y se puso a llorar, toda su familia se encontraba ahí.
Los alumnos empezaron a comentar la noticia, si habían atacado el pueblito, seguramente el próximo blanco sería Hogwarts.
—Jóvenes —la voz de McGonagall resonó por sobre el bullicio reinante de la sala común —todos deben bajar al Gran Comedor ahora mismo.
Harry estaba sentado en su puesto de siempre, esperando a que sus amigos entraran al salón. La mayoría de los alumnos del colegio ya se encontraban sentados en sus mesas cuando Hermione y Ron atravesaron las enormes puertas de roble, junto con el grupo de primero, y se sentaron junto a él.
— ¿Es verdad? —le preguntó Hermione.
—No lo sé. Un chico llegó a la sala común y nos lo dijo.
En ese momento, Dumbledore apareció por la puerta tras la mesa de profesores y se paró frente al alumnado, con expresión inusualmente seria.
—Queridos alumnos —todos los chicos ya se habían reunido y tomado asiento en silencio para escuchar al director — En tiempos de guerra como los que estamos viviendo, nos hemos visto enfrentados a grandes pérdidas que aumentan nuestros temores y nos recuerdan que nuestro reino está desunido — Dumbledore hizo una pausa paseando su vista por todo el comedor y siguió su discurso —Esta tarde, los mortífagos han cumplido una de las amenazas que habían estado haciendo hace varias semanas.
Aunque ya todos sabían lo que pasaba, necesitaban que Dumbledore fuera el que les confirmara, por lo que esperaban la terrible noticia casi sin aliento
—Hogsmeade ha sido atacado por Voldemort —se escuchó un murmullo general, un grito ahogado colectivo de quienes aún no estaban acostumbrados a oír aquel nombre y de otros que habían aprendido a temerle, Dumbledore no detuvo su discurso por esa reacción, ya les había explicado en incontables ocasiones que evitar utilizar el nombre de Voldemort solo servía para aumentar el temor hacia él —Mantengan la calma, no hay nada que podamos hacer, la batalla ya terminó y no queda ningún mortífago libre en la zona. Pero, lamentablemente, los daños que han dejado a su paso son muy graves.
Los alumnos reaccionaron aterrorizados. La sala se llenó de un bullicio angustiado y de los llantos de quienes visualizaban a sus conocidos muertos en la batalla.
—Los mantendremos informados de lo que esté ocurriendo. A pesar de que el peligro en la zona ya pasó, el área será evacuada; los aldeanos serán llevados a los refugios que ya se han implementado en todo el reino mágico para este tipo de situaciones.
—Director —un chico de Hufflepuff se había puesto de pie, ignorando todo lo que pasaba a su alrededor, demasiado preocupado por su gente —¿mis padres están bien?
La señora Sprout se puso de pie y se acercó al pequeño, Dumbledore continuó hablando —Nosotros les informaremos de los reportes que nos estén llegando desde allá. Las personas que tengan a sus familiares en el pueblo sabrán de ellos pronto, mientras, acompañen a la señora Sprout.
El comedor quedó envuelto en un pesado ambiente de dolor y terror, no sólo por las posibles pérdidas o porque aquel pueblo era uno de los más importantes, sino que también porque el ataque tenía consecuencias para la seguridad del castillo: era el pueblo más cercano y por lo tanto, el camino quedaba libre para que los mortífagos tuvieran un acceso a Hogwarts. Los rumores se esparcían por las mesas rápidamente. Los estudiantes creaban historias completamente fantásticas, o desvirtuaban los rumores que se habían esparcido por todo el comedor, cada uno peor que le otro.
Dumbledore nuevamente tomó la palabra —Cálmense por favor, el castillo está a salvo —les aseguró el director. Nuevamente los alumnos guardaron silencio para escucharlo hablar, no importaba realmente lo que dijera, sólo necesitaban saber que estaba con ellos para sentirse aliviados. Tal vez era esa confianza que las personas tenían en Dumbledore lo que lo convertía en uno de los magos más poderosos de todos los tiempos. —Debo pedirles ahora que comprendan las medidas de seguridad que tomaremos a continuación, ya que son por su propio bien. El colegio está a salvo, pero no vamos a correr ningún riesgo. Desde hoy todas las clases se harán dentro del castillo, incluyendo las de Herbología y vuelo. Por ningún motivo saldrán del castillo, no hasta que la situación mejore.
Nadie se quejó.
Una vez que Dumbledore dejó de hablar, nuevamente el comedor se enfrascó en suposiciones y nuevas noticias relacionadas con el ataque.
— ¿Cómo te enteraste de eso, Bernard? —le preguntó Hermione al chico que había traido la noticia a la sala de Gryffindor.
—Stewart me lo contó, él tiene un tío allá y le envio una carta apenas pudo.
—A mí me lo contó mi prima Ania —interrumpió Jules, un compañero de habitación de Bernard—y me dijo que vio a dos de Slytherin en la batalla
—A mí también me contaron eso —interrumpió otro chico desde la mesa de Hufflepuff.
— ¿De qué hablan?— intervino alarmado Harry.
—Recuerdas a Nott y a Albarn? —le contestó Jules —habían dicho que estaban bajo la maldición imperius.
—Sí, a Nott le creyeron y luego se escapó del colegio junto a otros slytherins y a Albarn la enviaron a Azkaban —respondio Bernard
—Albarn se arrancó hace dos meses. Mi prima, que salió el año pasado de Hogwarts, la reconoció en la batalla, también vio a Nott. Sólo espero que los atraparan —el chico estaba muy nervioso — tuvo mucha suerte y los aurores la salvaron, inmediatamente me mandó la carta para que estuviera alerta y me cuidara de los slytherins.
—Pero no todos son mortífagos —Harry veía como todos sus intentos por mejorar la reputación de las serpientes eran en vano luego de este rumor.
—No me importa, no confío en ninguno. Ya sé que tu viviste con Malfoy y Zabini y que confías en ellos y todo eso, pero yo no me voy a arriesgar, nadie lo hará y tú tampoco deberías. NO deberías poner las manos al fuego por ellos, porque te pueden haber engañado tal como lo hizo Nott ¿o no?
— ¡Yo sé que son inocentes, no puedes entender que no son todos iguales! —Harry se había puesto de pie completamente alterado.
—Pues no me importa, y a nadie más le importa. Albarn había dicho que no era un mortífago y mira lo que resultó —Jules también estaba exaltado. Bernard y otros chicos de la mesa se encontraban igual que él.
—Tal vez lo obligaron —Neville interrumpió tímidamente la discusión, porque él ya confiaba en los slytherins.
— Aunque hubieran obligado a todas las serpientes que se han unido a Voldemort a ser mortífagos, el resultado es que están atacándonos. Deberíamos seguir con el plan de echar a los slytherins que aún están en Hogwarts.
— ¡Son unos idiotas, hasta cuando van a seguir con eso, si hasta Dumbledore confía en ellos! —Ron estaba rojo de rabia sin poder creer lo que oía. Harry y Hermione tampoco podían creerlo. —Y yo que estaba confiando en ellos —dijo Seamus —como pude ser tan idiota.
A la mesa de las serpientes, el rumor ya había llegado. Draco tenía los puños apretados furioso, su mente no estaba tan cerca del castillo como de Theodore Nott, su ex amigo, quien se había ido con una sonrisa para ocupar su puesto reservado junto a Nott padre. Lo odiaba por eso, porque era el único que no se avergonzaba en lo absoluto de su condición, era el único de su grupo que adoraba a Voldemort con esa locura típica de mortífago que Draco detestaba. Theodore era el único de sus amigos con el que había perdido completamente las esperanzas de pertenecer a un mismo bando.
Nuevamente los estudiantes se pusieron en contra de las serpientes. La pequeña tregua que habían logrado con el pasar del año se había acabado y ahora tendrían que defenderse nuevamente. Aunque esta vez era diferente al inicio del año, ya que no todos estaban en contra de ellos. Así, el castillo quedó dividido en dos bandos: apoyar u odiar a las serpientes.
Los días pasaron tensos, el tema de los Slytherins era vetado para quienes querían conservar buenas relaciones con sus compañeros, incluso si querían conservar a sus amigos. Harry ya había peleado con Seamus en dos ocasiones, la segunda vez había ido a dar a la enfermería, y no solo se había peleado con él sino que con varios de sus compañeros. La mitad de la casa que habían logrado convencer de la inocencia de los Slytherins estaban dudosos, la otra en contra.
Los Ravenclaws parecían no querer participar en ningún bando, la mayoría confiaba en las serpientes pero casi ninguno tomaba parte en los pleitos
De las tres casas la que más desconfiaba de las serpientes era Hufflepuff. A pesar del espíritu de unión que los caracterizaba, se habían puesto como meta sacar a Slytherin para siempre del colegio y habían formado una sociedad (basada en la que Harry había creado el año anterior) llamada "Por la seguridad de Hogwarts". Se reunían en sus tiempos libres para hacer panfletos que entregaban a otros alumnos con información amarillista. De esa manera la reputación que tenían las serpientes fue todavía peor y el más afectado para variar había sido Malfoy, quien no se caracterizaba por ser precisamente un santo.
A "Por la seguridad de Hogwarts", también se unieron Gryffindors y un par de Ravenclaws y entonces la vida en el castillo se convirtió en un infierno. Ya ni siquiera era necesario que hubiera un slytherin cerca para que comenzaran las peleas, ya que habían muchos que estaban totalmente en contra de esta organización y defendían a las serpientes con la misma pasión de los que los querían fuera.
En uno de estos días de intolerancia, un grupo de cinco chicos caminaba sigilosamente por los pasillos del castillo. Casi todos estaban en clases, por lo que podrían llevar su plan a cabo fácilmente. Lo habían planeado bien, se asegurarían de dar su merecido a las serpientes, les demostrarían lo desagradable que les resultaba su presencia. Después de esto, no sería necesario convencer a Dumbledore para que los sacara, se irían solos muertos de miedo.
—Lo vi cerca de la torre norte —dijo en un susurro uno de ellos.
Le contestaron con un movimiento de cabeza afirmativo. Llegaron hasta la torre y se pusieron unas capuchas negras. Miraron en dirección a una ventana cercana y encontraron a quien buscaban. Empuñaron sus varitas con fuerza.
Draco se había acostumbrado a pasar los ratos en que Blaise no estaba, en esa torre. Siempre se encontraba vacía y podía leer tranquilo sin estar encerrado en su habitación. Dejó el libro sobre su regazo y miró por la ventana. Desde ahí podía ver el campo de Quidditch, parte de los extensos prados e incluso, del bosque prohibido. Nunca antes había estado tan consciente de lo enorme que era el colegio. Ahora que estaba encerrado en el castillo y no podía disfrutarlo se le hacía muy obvio.
— ¡petrificus! — una luz apareció de la nada. No tuvo tiempo para esquivarla o lanzarle un contrahechizo, estaba demasiado distraído y cuando el rayó lo tumbó al suelo ya era muy tarde para hacer algo.
Cinco chicos se abalanzaron sobre él. Draco los miró desesperado, intentando ver por debajo de sus capuchas para reconocerlos, pero fue inútil.
Le tomaron las muñecas y las ataron juntas con una cuerda verde. Iguales a las cuerdas que habían ocupado los alumnos de Gryffindor el año anterior para atar a sus compañeros de casa.
Draco gritó y amenazó, pero lo amordazaron con una cuerda mágica plateada en forma de serpiente y cada vez que intentaba pronunciar palabra, esta se apretaba más a su boca, formando una herida en la comisura de sus labios.
Igual que el año anterior.
Había sido en la noche cuando todos dormían, cinco chicos de Gryffindor se levantaron sigilosamente y habían irrumpido en las habitaciones de sus compañeros.
Atacaron cinco piezas antes de entrar a la de Harry.
El-chico-que-vivio dormía profundamente en la seguridad de su cama cuando un hechizo pronunciado lo despertó, a él y a tres de sus compañeros de cuarto. Apenas pudieron reaccionar cuando ya estaban atados y amordazados.
Harry, preso del pánico, se movía con frenesí intentando deshacerse de las correas, pero era inútil. Intentó gritar, pero la fina serpiente que lo tenía amordazado apretó con fuerza su boca haciendo un corte profundo... no volvió a hacerlo.
Miró a su opresor, era Seamus quien lo miraba distante, él lo elevó y lo llevó hasta la puerta, Harry al girar la cabeza vio a Neville, a Ron y a Dean que estaban atrapados igual que él por otros compañeros suyos.
Bajaron las escaleras hasta la sala común donde diez chicos de Slytherin los esperaban cerca de la chimenea. El corazón de Harry dejó de latir, la imagen era peor que cualquier pesadilla soñada hasta ahora.
En la alta pared de piedra donde estaba el estandarte de los leones, varios estudiantes de la casa colgaban desde los brazos. Y tal como Harry, estaban atados y amordazados... Estudiantes que no eran de sangre limpia.
En el suelo otros compañeros, los de sangre limpia, estaban tirados en el piso, con muñones en vez de piernas.
Patearon a Draco con energía hasta que dejó de oponer resistencia y terminaron de arrastrarlo a la pared.
—Tú pagarás todo lo que nos han hecho —le dijo un chico con la voz llena de odio.
Draco abrió los ojos de par en par... era Arnold York, uno de los estudiantes que más había atormentado en su estadía en Hogwarts. Sus padres habían muerto por la varita de Lucius hacía diez meses.
Esa noche Harry fue golpeado y tal como al resto de sus compañeros, lo hechizaron para volver sus piernas pequeños muñones y evitar que caminara. Así se aseguraban que no hubiera forma de que escaparan. Lo arrojaron encima de sus compañeros y lo pusieron boca arriba, para que pudiera ver a quienes colagaban en la pared.
Por las escaleras bajaron otros alumnos llevados de la misma forma y nuevamente colgaron a todos los sangre sucia. Hermione estaba atada también y fue elevada de la misma manera cruel y dolorosa hasta lo alto de la sala. Treinta chicos expuestos entre las risas de los slytherins y de los otros alumnos de Gryffindor que habían estado haciendo este trabajo. Seamus estaba etre ellos riendo extrañamente.
Harry puso atención en su compañero de cuarto y entendio entonces: estaba bajo la maldición Imperius.
—El señor tenebroso nos ha enviado a terminar con la mugre de este colegio... Ahora que él ha recuperado todo su poder, pondrá las cosas en orden, en el orden que merecen —dijo con un tono ceremonial Balthus Crimson, un alumno de séptimo año de Slytherin que miraba a los colgados con una sonrisa malvada y desquiciada.
Harry también se fijó en él, pero no pudo encontrar ninguna conducta extraña, no parecía estar bajo la maldición.
Crimson, levantó su varita y apuntó hacia los sangre sucia.—muto — en ese instante los pijamas fueron reemplazados por mugrosas prendas amorfas, como vestidos amarrados por la cintura con cordones o lazos rústicos como las que había usado Dobby antes de ser libre.
El resto de los jóvenes rieron estrepitosamente perforando los oídos de quienes eran víctimas
Malfoy había sido colgado de las muñecas. El chico a quien habían mandado a hacerlo, no estaba muy convencido, tiritaba nervioso. Draco vio en él su oportunidad de liberarse y forcejeó inútilmente mientras lo miraba desafiante, pero antes de que el chico pudiera ablandarse, otro se le acercó y terminó el trabajo.
—Dumbledore quiere que olvidemos, que perdonemos... pero no podemos perdonarlos hasta que nos paguen con la misma moneda, hasta que sufran lo que nosostros hemos sufrido— dijo el que lo acababa de colgar, quien parecía ser el jefe de todo. Se había conjurado la voz para deformarla por lo que Draco no tuvo la oportunidad de averiguar quién era.
Apuntó su varita hacia Malfoy y convirtió la túnica que llevaba en ropa mugrienta de elfo. Ahora Draco colgaba indefenso y humillado. Con la respiración agitada por el miedo y la ira mirándolos a todos amenazante y suponiendo lo que vendría ahora.
Un Fantasma vio la escena y voló hacia la sala más cercana sin ser visto por los victimarios.
Harry miraba en todas direcciones buscando la forma de salir de esa situación. Veía los ojos llorosos de Neville que miraba horrorizado a sus compañeros en la pared, y escuchaba leves sollozos que intentaban ser apagados por sus dueños porque la mordaza los apretaba cada vez que los emitían.
Balthus caminó hacia Harry lentamente hasta que quedó frente a él —Potter... nuestro héroe... —el resto rió nuevamente de forma estrepitosa —el señor tenebroso hubiera deseado estar aquí, pero no pudimos conseguir que entrara... Cuando terminemos este trabajo te llevaremos con él y podrás contarle cómo estuvo nuestra actuación.
El chico volteó nuevamente hacia la pared y apuntó a uno de los hijos de muggles.
—Crucio —el chico inmediatamente comenzó a retorcerse de dolor, Neville bajó la cabeza en medio de un quejido que le costó una grave herida en sus mejillas.
Otro de los chicos Slytherin que estaba ahí, apuntó a otro y con un tono de voz ligero y desinteresado, pronunció la peor de las maldiciones. El chico al cual había apuntado murió al instante.
Nadie pudo contener el grito de Horror. Quienes estaban en el suelo se movieron desesperados sin poder hacer nada, arrastrándose y atropellándose en el intento por ponerse de pie. Para sus opresores, fue un espectáculo maravilloso. Harry podía ver en los ojos de Crimson, el brillo que el gozo por ver a los suyos sufriendo le otorgaba a su mirada; se llenó de rabia y luego de un temor inmenso al encontrarse con los ojos de Hermione aterrorizados en lo alto de la pared.
Cerró lo ojos tratando de aclarar su mente, intentando encontrar la manera de liberarse y poder atacar. Había estado haciendo simples trucos de magia sin varita ese año, gracias a una tutoría que Lupin había ejercido en el verano. Era la segunda etapa de la solución que habían encontrado para controlar el poder que se escapaba del chico cuando las situaciones lo superaban... pero para frustración de Potter, nada de lo que había aprendido le servía ahora. Forzó su mente a pensar en medio del caos... Tal vez, si ocupaba el principio de la técnica, si se concentraba lo suficiente... Un grito lo llevó nuevamente a la realidad, otro de los chicos que colgaban estaba siendo torturado. Volvió a cerrar los ojos con más fuerza intentando concentrarse, pero los estudiantes junto a él se movían de tal forma que se le hacía imposible. Se envolvió en sí mismo, acurrucándose para protegerse y finalmente pudo visualizar su objetivo... toda la magia que generalmente concentraba en su varita la llevó a su cabeza ...necesito pronunciar un hechizo... todo lo que había logrado hacer hasta ahora en su entrenamiento era levantar un poco de polvo y mover lápices; y siempre debía pronunciar un conjuro ... aunque a tía Marge la inflé sin decir nada...
Solo tenía que liberar esa magia en lo que deseaba. Con todas sus fuerzas...
Sin saber exactamente como, la cuerda de sus muñecas se aflojó y la mordaza desapareció. Levantó la vista volviendo a la realidad, ahora había otro chico muerto y los que estaban cerca de él sangraban. Sin llamar demasiado la atención, miró en todas direcciones para localizar las varitas que les habían quitado y pronunció muy bajo accio varita... en un principio no ocurió nada, tuvo que llamar cuatro veces más para que el objeto acudiera a él, y finalmente tuvo empuñada el arma.
Nadie alcanzó a reaccionar cuando Harry apuntaba hacia sus victimarios y los derribaba con un potente maleficio. Inmediatamente se hechizó a él y a sus compañeros para recuperar sus piernas y los desató y liberó de las mordazas. Uno de los mortífagos logró ponerse de pie y apuntó a Harry, pero no alcanzó a atacarlo porque uno de los estudiantes que acababa de liberar Harry, le lanzó un candelabro que empezó a incendiarlo al instante. Harry arrojó hacia sus compañeros las varitas que podía visualizar. Nadie lo pensó dos veces, en cuanto tuvieron un arma cerca comenzaron a atacar a quienes Harry había derribado y se empezaban a poner de pie.
Mientras intentaban derrotar a sus opresores, vieron como una luz verde iluminaba nuevamente la sala común y sin poder evitarlo, otro de los hijos de muggles que aún colgaban en la pared, murió.
Uno de los atacantes había aprovechado la confusión para cometer otro asesinato.
Poco después la batalla terminó. Luego de inmovilizarlos, Harry fue en busca de Dumbledore. El director, por una corazonada, decidio revisar el resto de las casas y se encontraron con un espectáculo similar en Ravenclaw y Hufflepuff. Alumnos de esas casas, al igual que los compañeros de Potter, estaban bajo la maldición imperius, habían aprisionado a sus compañeros y solo esperaban a que llegaran los slytherins para comenzar el ritual en que darían muerte a los sangre sucia. La casa de Slytherin no fue atacada.
—Profesora —el fantasma irrumpió en la sala con la cara desfirgurada por la preocupación
— ¿Qué ocurre? —le contestó ella alarmada.
¡Alguien viene! —gritó uno de los chicos, sin haberse deformado la voz. Draco también lo reconcoió a él. Todos salieron corriendo, pero uno de ellos fue alcanzado por el hechizo de la profesora y lo arrastró hacia ella. Poco después llegó otra maestra a la cual le habían advertido lo que ocurría.
Malfoy estaba sangrando debido a los golpes y a un par de hechizos más ensayados en él. No habían ocupado maldiciones imperdonables, pero lo que le habían hecho no estaba demasiado lejos. Bajaron a Draco suavemente, transformaron su ropa a lo que había sido antes y lo llevaron a la enfermería.
Lejos de ahí, Blaise corría desesperado. No había salido de clases, cuando uno de sus compañeros interrumpió la asignatura para contarle lo que había oído del fantasma hacía pocos minutos. Suponía que su amigo estaba en la enfermería, tenía que estar ahí. Llegó hasta la puerta pero no alcanzó a entrar cuando se topó a Poppy, quien no lo dejó seguir adelante.
—Necesito ver a Draco Malfoy —exigió intentando ser lo más respetuoso posible.
—En este momento no puede entrar —ella no sonó muy amable —el director está hablando con él, puedes esperar aquí afuera si quieres, pero no entrarás a verlo hasta que el director salga.
Adentro, Draco estaba sentado en una cama con una venda al rededor de su brazo y varios parches sanadores para eliminar las heridas de su cara. Dentro de todas las expresiones que podía tener en su rostro luego del ataque de los estudiantes, incluso dejando de lado la vergüenza, reinaba solamente la indignación. Eso era, Malfoy estaba indignado. No solo por lo que acababa de pasarle; sino porque el director, que estaba sentado frente a él, le estaba pidiendo que no cobrara venganza por la humillación y el dolor que le acababan de infringir.
— ¿Usted quiere que deje que me ataquen sin siquiera quejarme? —Viejo imbécil¿(éste) cree que soy un idiota?...y me mira como si con eso me fuera a convencer... debe estar perdiendo la cabeza...¡viejo huevón!
—Una venganza sólo aumentaría el odio que hay en contra de ustedes y el resultado será otro ataque, y entonces ¿nuevamente te vengarás Draco? —Dumbledore lo miraba con sus penetrantes ojos azules, con expresión seria. No parecía estar pidiéndole a Malfoy su cooperación, sino más bien ordenándoselo — ¿Hasta qué punto dejarás que llegue la situación en el castillo?
—Yo no soy responsable por lo que está pasando —¡¿cómo se atreve a hacerme responsable por esto? todo lo empezó su querido Potter! ... —acaban de herirme, acaban de burlarse de mí, han cometido un acto criminal en mi contra y ¿yo soy el responsable?— Draco estaba a punto de gritar, la situación vivida había dejado sus nervios gastados, se sentía más solo y desamparado que nunca y lo único que deseaba era llorar o ver a quienes lo humillaron rogando misericordia...Estoy seguro que lo hace porque ya no tengo a mi padre de mi lado, ahora que no me protege... Viejo de mierda, nada estaría pasando si nos hubiese defendido desde un principio...
—Sé que no eres responsable, no al menos el único —La expresión de Dumbledore; que había sido severa, se ablandó un poco —Yo asumo mi culpa en todo este asunto, no sabía que la situación era tan grave hasta hoy, y tal como yo, sé que muchos de tus compañeros tampoco se habían percatado del nivel de odio que ha crecido en nuestro colegio —El director continuaba mirando a Draco quien parecía no inmutarse con su discurso —Si tú te vengas, el odio crecerá aún más ¿Realmente ganarás algo atacando a los otros estudiantes? piénsalo bien, Draco.
Afuera, ya no estaba sólo Blaise, habían llegado otros Slytherins que, tal como él, se habían enterado de lo que le había pasado a Draco. Y no solo ellos, el rumor ya había corrido por todo el castillo llegando incluso a oídos de Harry.
—No... —El chico no sabía que decir, Hermione en cambio tenía mucho de qué quejarse.
— ¿Cómo es posible que hicieran algo así! No hay justificación para eso ¿Cómo pueden después criticar a los slytherins¡¿Cómo pueden creerse tan inocentes si se comportan como mortífagos¿Ya no podemos estar seguros en este colegio acaso¡Jamás me hubiera esperado esto de mis compañeros¡¿que no se dan cuenta que están reviviendo la peor pesadilla que hemos tenido que pasar en Hogwarts¡¿Les parece acaso que la situación que vivimos ahora no es lo suficientemente mala como para soportar este tipo de actos terroristas!—Hermione paró roja de ira para tomar aire. Los que estaban a su alrededor la miraban anonadados, aunque todos le encontraban la razón. Nadie aceptaba lo que le habían hecho a Malfoy, ni siquiera los que lo deseaban fuera, porque no solo lo habían humillado a él, sino que a todos lo que habían vivido el ataque esa noche.
Harry se puso de pie súbitamente, aún sin poder entender como era posible que la situación hubiera llegado a tanto. Pensó en Malfoy y recordó la última noche en la casa Black, en lo acabado que estaba ese día, en todo lo que el rubio había estado viviendo y una vez más la culpa se hizo presente... si yo no hubiera empezado con lo de echarlos...Caminó hacia la salida de su sala común.
—¿A dónde vas? —Ron, que había estado calmando a su novia, se puso de pie.
—Voy a ver como está Malfoy —le respondio Harry.
—¿Estás loco, seguramente te está culpando por esto. Piénsalo Harry, es Draco Malfoy, te odia y la última persona que debe querer ver ahora es a tí.
Harry salió por el retrato sin hacer caso de lo que Ron le decía.
En la enfermería, Draco seguía deseando que Dumbledore se fuera y lo dejara tranquilo. Pero Dumbledore no se iría hasta convencerlo de no cobrar venganza.
—Tienes el poder para detener la batalla entre ustedes, ya te lo dije antes Draco —Dumbledore tenía una paciencia envidiable —sólo si estamos unidos podremos derrotar a Voldemort, y para estar unidos deben dejar de vengarse por cada ofensa que reciban. En las vacaciones dijiste que huiste de Lucius para no ser un mortífago, para no estar bajo el poder de Voldemort... Si no estamos unidos, Voldemort tomará el poder y nada de lo que has hecho, ni tu sacrificio ni el de los demás, habrá servido por completo.
Draco se quedó mirando al vacío, había estado pensando mucho en las palabras de Dumbledore luego del incidente de la escoba. Tal vez era correcto cooperar, pero no le parecía justo que solo él y sus serpientes tuvieran que sacrificarse... Levantó la vista para enfocar la mirada de Dumbledore —Como quiera.
—No quiero obligarte —obviamente esa respuesta no convencía al director, y ya que Draco no parecía tener intenciones de ceder, decidio ser franco —pero... Draco, la imagen que Hogwarts ha tenido hasta ahora de Slytherin es la de una casa fuerte, vengativa, dañina. Los han estado asociando con Voldemort y por eso los ven como una amenaza. Ahora, en cambio, con lo que te acaban de hacer, estoy seguro de que pasarán a ser inocentes, a ser víctimas y si no te vengas serán aceptados como tales, como iguales... ¿me entiendes?
—No quiero dejar ilesos...
—No creas que no buscaremos y castigaremos a los culpables, lo más probable es que estén arrepintiéndose ahora de lo que hicieron. Deben haber estado confundidos por todos los eventos que han tenido que vivir, tal como tú. Tendrán un castigo de acuerdo a lo que hicieron, pero también tendrán un lugar en el colegio. Tú, como alguien que ha cambiado de bando, deberías entender perfectamente la importancia de darles una nueva oportunidad.
Draco se mordio el labio... Dumbledore tenía razón, era la oportunidad para que su casa tuviera el lugar que se merecía, para que dejaran de acosarlos.
—Está bien —Aunque aún no perdonaba a Dumbledore por no haber tomado cartas en el asunto antes de que las cosas llegaran a ese punto.
Dumbledore se puso de pie satisfecho —Ahora iré a hablar con tu casa, para que no busquen su propia forma de hacer justicia.
Al abrir la puerta, Dumbledore se encontró con Blaise, quien era el único que seguía esperando gracias a que Poppy, al toparse con la masa de gente fuera de la enfermería, los había echado permitiendo que solo uno se quedara para verlo ("no quiero que tapen la entrada, la enfermería no debe ser obstaculizada")
—Señor Zabini —Dumbledore lo saludó con un gesto —pensaba en llamarlo en este instante
— ¿Qué le pasó a Draco?
Dumbledore se hizo a un lado para que el chico pudiera pasar.
Blaise entró a la habitación y caminó hacia Draco. Al ver al chico vendado y amoratado se le encogió el corazón.
— ¿Qué te hicieron? —le dijo acercándose con un aire protector.
—Nada... —En realidad quería abrazarlo y besarlo y decirle que le dolía mucho y que odiaba su vida... pero con Dumbledore ahí era imposible.
—Necesito que juntes a los alumnos de Slytherin en su sala común —Dumbledore interrumpió el encuentro.
—¿Ahora?
—Hazle caso, Blaise.
—Es mejor que nos ocupemos de sus compañeros —Blaise hizo un gesto de réplica pero Dumbledore no lo dejó hablar —o estallará otra guerra, pero será dentro del castillo.
Aunque Blaise entendio a medias, prefirió ir a su casa. Si todos ya estaban enterados de lo que había ocurrido, era cosa de horas para que se vengaran y eso sería un desastre.
Harry que acababa de doblar al pasillo en donde estaba la enfermería vio salir al director y a Blaise, inmediatamente se apegó a la pared sin saber por qué intentaba esconderse, esperó a que desaparecieran de vista imaginando que irían a hablar con los Slytherins para informarle de la situación de Draco... ¿qué pasaría ahora?...
Caminó un par de pasos hacia la puerta sin la convicción que lo había llevado hasta allá. ...¿qué estoy haciendo?... era obvio que entrar era incorrecto, de lo contrario no se habría escondido para evitar ser descubierto. Blaise ya había estado con Draco, el rubio tenía amigos ...no me corresponde... entrar a verlo no tenía sentido. Seguramente solo empeoraría las cosas. Suspiró pesadamente y se devolvió a su sala común, cansado.
Ese día, ni el director ni lo slytherins asistieron al almuerzo. Las serpientes tampoco asistieron a clases y no fueron vistas hasta la cena, a la cual llegaron todas juntas y yendo directamente hasta su mesa. Y, a diferencia de lo que la mayoría suponía, Draco también apareció esa noche.
Harry no pudo ocultar su sorpresa al entrar al gran comedor y toparse con la platinada cabellera sentada en su habitual puesto, conversando con la cabeza en alto como siempre lo hacía.
—No se ve tan mal —dijo Ron que ya estaba sentado esperando la cena que sus tripas reclamaban muy sonoramente.
—Tal vez lo que le hicieron no fue grave, tal vez todo fue un invento —Dean no estaba seguro de qué creer. No quería pensar que alumnos del colegio pudieran actuar tan incivilizadamente.
Harry tomó asiento frente a Ron y a Hermione — ¿Dumbledore no ha llegado? —les preguntó mirando hacia la mesa de profesores.
—No, tal vez está con los culpables — le respondio Hermione —Hace un rato, McGonagall nos dijo que ya habían descubierto a tres y que otro se había entregado. Ella esperaba que el quinto también se entregara.
Harry volvió su vista distraídamente hacia la mesa de Malfoy y nuevamente enfocó al rubio, esperando ver alguna herida o algo que delatara lo que le había ocurrido. La única huella era el comportamiento de los que estaban a su alrededor. Blaise parecía muy atento a él y jugaba distraídamente con sus dedos. Callisto, que estaba sentada al otro lado del rubio, acariciaba su frente con dulzura mientras le decía algo que hacía sonreír a Malfoy. Sus otros compañeros miraban hacia las otras mesas, en lo que, supuso Harry, era una forma de alejar las miradas que llegaban hacia Malfoy.
Hubiera deseado estar ahí, para saber al menos como se encontraba.
Estuvo perdido mirando esa mesa, hasta que el bullicio en el comedor paró de súbito, entonces, en un acto reflejo, su atención se volvió a la mesa de profesores. Dumbledore ya estaba ahí de pie, esperando el silencio de sus estudiantes para comenzar a hablar.
Los ojos de Harry escaparon por una última vez hacia Draco antes de que el director pronunciara una palabra, y esta vez la punzante mirada gris chocó con la suya, ocasionando una molesta sensación de vacío en su estómago.
—Queridos alumnos —comenzó el director con una expresión seria que aparecía cada vez que debía hablarles de algo grave, una expresión que la comunidad de Hogwarts se estaba acostumbrando a ver —es muy probable que ya todos sepan a qué se debe mi interrupción en la cena, pero me parece necesario explicarlo correctamente para que tengamos la misma versión de los hechos. Me duele mucho tener que contarles que esta mañana, un alumno del colegio fue atacado por sus propios compañeros...
Todas las mesas voltearon su vista hacia Malfoy, quien intentaba con todas sus fuerzas mantener su concentración en el director para no tener que enfrentar a los estudiantes, aún se sentía humillado.
—...La forma en que lo atacaron estuvo basada en los hechos del día 21 de enero del año pasado; un día, que esperaba, nos hubiera enseñado a estar más unidos en vez de separados, que nos hubiera demostrado hasta qué punto está dispuesto a llegar Lord Voldemort, que nos hubiera preparado y un día que les hubiera demostrado a ustedes mismos cuán fuertes y valientes son.
Casi todos tenían sus cabezas agachadas, avergonzados porque sabían que el comportamiento que habían tenido hasta ahora no era el que el director les había pedido después de ese ataque.
—Pero no fue así —Los ojos de Dumbledore se veían cansados y tristes. Harry miró a Ron, era el único que podría entender cuan culpable se sentía ahora —Aquel día fue utilizado como un ejemplo a seguir. Esto que ha ocurrido no es responsabilidad solamente de esos cinco estudiantes, sino de toda la comunidad de Hogwarts. Hemos dejado que el odio se apodere de nosotros, que sea nuestro consejero y de esa forma nos hemos convertido en algo muy parecido a los seguidores de Voldemort. Hemos juzgado su forma de proceder y ahora actuamos como ellos para vengarnos.
El director hizo una gran pausa que a Harry le apreció una tortura. No era el único, todos esperaban que continuara porque, generalmente al final de sus discursos, siempre habían palabras de aliento, siempre se formaba una nueva esperanza, un consejo al menos...
—Piensen... Slytherin ha sido marginado porque les recuerda a Voldemort, pero no fueron ellos los que se han comportado como él hoy.
Nuevamente el silencio llenó el salón. Hermione apretó la mano de Ron para sentir que estaba junto a ella; porque necesitaba estar segura, sentirse acompañada. El colorín pasó su pulgar por la mano de ella en forma de caricia, pensando en las palabras recién dichas. Harry desvió la vista desde sus amigos hasta la mesa de Malfoy. Nuevamente su atención estaba puesta en el rubio, que no parecía ser afectado por lo que decía el director, como si él estuviera muy lejos de comportarse de forma negativa. De hecho, el chico miraba al resto de las casas con una ceja arqueada, como si lo siguiente que dijera Albus fuera que todos debían pedirle perdón.
Harry mantuvo la vista fija esperando a encontrarse con los ojos de Draco nuevamente, aunque no tenía idea para qué, pero quería enfrentarlo... al menos la compasión que pudiera haber tenido antes ya no estaba.
Pasaron varios días, el director nunca dio los nombres de quienes habían atacado a Draco, aunque sí los castigó.
Casi todos los alumnos de Hogwarts habían dejado de lado la desconfianza hacia Slytherin, tal vez no muy convencidos de su inocencia pero sí seguros de que no todos podían ser culpables, por lo que no correspondía maltratarlos como lo habían estado haciendo. Harry y otros chicos que habían estado tratando de levantar el nombre de la casa de Malfoy, tuvieron al fin la oportunidad de informar acerca de lo que muchas de las jóvenes serpientes habían tenido que pasar para llegar al castillo y tambien se compartía la información acerca de los que no habían llegado. Draco estuvo muy atento a esos rumores para enterarse acerca de algo de Pansy, pero no recibió noticias de ella. Esta actitud junto con la mejor disposición de los estudiantes hacia Slytherin ayudó a que la desconfianza disminuyera casi a cero y de alguna forma las cosas en el castillo empezaron a parecerse mucho más al Hogwarts que Harry conoció en sus primeros años de estudiante.
Malfoy se paseaba nuevamente por los pasillos como si fuera el amo y señor, aunque no nombraba a nadie sangre sucia ni podía jactarse del poder de su padre. Pero el chico se las ingeniaba para ser tan odioso como siempre y las peleas entre él y Harry volvieron a ser un espectáculo de diario. Sus pleitos resultaban una entretención dentro del aburrido panorama que presentaba el colegio debido al encierro. Otros chicos se entretenían jugando al estilo muggle gracias a unos folletos que el director les había entregado para pasar los ratos libres.
Ahora era difícil caminar por los pasillos tranquilamente porque estaba lleno de alumnos de primeros años jugando a la pinta, al luche, a la escondida e incluso al caballito de bronce . Los más grandes disfrutaban más los juegos "prohibidos" que los alumnos hijos de muggles habían recordado de su antiguo mundo. Ahora Filch tenía que separar a los chicos cuando se reunían en salas apartadas del castillo para dar vuelta a una botella que decidía quién besaba a quién en los casos más inocentes, o correteaba a los chicos que se escondían en los armarios argumentando cumplir retos o castigos.
Harry no jugó a nada de eso, porque no deseaba recordar los tiempos en que su primo Dudley "jugaba" con él haciéndolo correr por todo el patio o encerrándolo en basureros; por lo que decidió quedarse estudiando en la sala común para sus ÉXTASIS o simplemente pensando si seguiría con el plan, creado por los gemelos, para recuperar su capa (que todavía no tenía claro de qué se trataba).
Tal vez sería peligroso llevarlo a cabo se dijo, después de todo, cualquier cosa en donde los gemelos estuvieran involucrados sería una broma muy pesada y las cosas con Malfoy estaban muy delicadas, pero pronto cambió de parecer, exactamente tres días después del discurso de Dumbledore.
Iba El-chico-que-sobrevivió caminando junto a su amigo Ron (cosa que era casi irreal por el nivel de responsabilidades que estaba llevando el colorín) hacia su clase de Enfermedades Mágicas cuando el tema de la broma a Malfoy salió a flote.
—¿Seguirás con el plan para recuperar la capa? —le preguntó Weasley, intentando aconsejar a Harry, no quería parecer inmaduro —porque debemos ser cuidadosos si lo hacemos, con esto que le pasó al imbécil, ahora todo el mundo lo trata como si se fuera a quebrar en cualquier momento.
—No lo sé...
Doblaron la esquina y se encontraron con Blaise y Draco que caminaban hacia ellos, hablando de sus asuntos. Blaise saludó amablemente con la cabeza mientras que Malfoy pasó groseramente por su lado, dándole un topón a Harry en el hombro.
— ¡qué asco! —dijo Malfoy sacudiéndose la túnica en donde Harry lo había tocado y haciendo una mueca despectiva —y tanto que me costó sacarle su hedor —se giró hacia Blaise y agregó mientras seguían caminando — ¿Cuándo vas a dejar de hablarles? ya no es necesario —Su voz resonaba aún cuando doblaron la esquina.
Harry deseó patearlo, pero prefirió esperar para vengarse —La broma se hará y me devolverá mi capa —le dijo por lo bajo a Ron mientras se alejaban del otro par —Cree que ahora puede hacer lo que se le de la gana, seguramente piensa que ya no tendrá que preocuparse porque se la quite.
A un pasillo de distancia los otros dos chicos caminaban hacia su sala común
—Deberías ser más amable —le dijo Zabini —harás que nos odien de nuevo.
—Nunca nos han querido, solo intentan limpiar sus conciencias. Tenemos que aprovechar la situación mientras dure —le dijo lanzándole una mirada traviesa.
—Solo intenta que no se te pase la mano.
— ¿Cómo a ti con Lucía?
—Yo no la he ofendido, era sólo un juego —Ahora era Blaise el que sonreía travieso —solo intento integrarme a la diversión colectiva.
—Un día te van a colgar de aquella parte que tanto me gusta y ya no servirás para nada. ¿Qué haría contigo entonces? —Draco rió imaginado que pasaría si castraban a Blaise.
—Bueno, qué quieres que haga... estoy aburrido, y no sólo yo, Lucía también estaba aburrida ¿Por qué crees que me eligió para su penitencia?
—Me parece indigno que te prestes para esas estupideces, no necesitas esa excusa para llevarte a alguien a la cama. Una cosa es que aceptemos vestirnos como muggles y otra muy distinta es que empecemos a comportarnos como ellos.
—La necesidad tiene cara de hereje.
—Si sé, esto de estar encerrados nos va a volver locos, iría a tomar el té con Hagrid en su cabaña sólo para recordar qué se siente pisar pasto —el encantador gesto de asco que hizo Draco al pronunciar "Hagrid" hizo a Blaise sonreír.
Caminaron un rato en silencio hasta que el moreno casi como saliendo de un sueño agregó:
—Deberíamos hacer una fiesta en la casa, aunque claro, tenemos que invitar a los de Ravenclaw porque me aburriré mucho si sólo hay gente de cuarto año hacia abajo...
—No sé, no nos han tratado muy bien.
—Por eso mismo deberíamos invitarlos —Blaise tenía la mirada brillante y malvada que significaba, sin duda, un plan manipulador —Será una buena oportunidad para que se rediman...
Era una fría mañana de octubre, todos los estudiantes estaban sentados en el gran comedor tomando su desayuno cuando Harry entró envuelto en su capa y rogando por una buena taza de chocolate caliente. Se sentó en su puesto de siempre (ni Hermione ni Ron estaban ahí) y comenzó a sacar unos panes del plato principal, embetunándolos con mantequilla. Miró hacia el cielo y vio como el correo matutino entraba junto con un centenar de lechuzas que arrojaban cartas y paquetes a los alumnos. De entre todas las aves, logró reconocer a Hermes, la lechuza del hermano de Ron, que volaba hacia él. En ese momento, sus dos amigos entraron en el salón y se sentaron junto a él.
—Hola Harry.
—Buenas Harry.
— Ho´..ga —se tragó el pan que tenía en la boca —llegó correo —dijo señalando la lechuza que estaba frente a ellos con un gran paquete. Hermione lo recibió y le dio al animal parte de su desayuno. Los chicos abrieron la caja y encontraron tres deliciosos pasteles con sus nombres, hechos por la señora Weasley. Junto a ellos venían dos cartas; una de la señora Weasley contando lo que pasaba en la casa y otra dirigida a Harry. El chico la tomó y la abrió suponiendo de quien podría ser.
"Travesura realizada. Mira hacia el frente". Harry miró inmediatamente hacia la mesa de Slytherin y vio a Errol aterrizar en la avena de Blaise.
— ¡Pero que asco! —Draco miraba la mesa cubierta de avena.
Blaise sacó su varita e hizo levitar al pájaro lejos de su plato, dejándolo en el puesto vacío junto a él. Errol se paró repentinamente, batiendo sus alas y salpicándole la cara. Draco se puso a reír.
—Ya vete —Blaise empujó con su varita a pájaro, quien no parecía dispuesta a irse sin una recompensa por su "buen" trabajo. Blaise tomó parte del pan que el rubio acababa de hacerse ("¡Hey, eso es mío!") y se lo entregó al pájaro —Ahora si. ¡Adiós!
Draco, mirando con odio a Blaise por haberle quitado su alimento, tomó el paquete que había dejado la lechuza en la mesa y lo abrió. En él habían dos pasteles con sus nombres escritos en chocolate y una carta para los dos. Blaise, después de haberse limpiado con un práctico hechizo, cogió el suyo y comenzó a devorarlo felizmente. Draco leyó la carta y luego hizo lo mismo.
Ya casi era la hora de entrar a clases y Harry aún no notaba nada extraño en Malfoy. Desde que lo había visto recibir el regalo de Molly, no había apartado sus ojos del chico, pero parecía que no iba a pasar nada. Decidió que no podía esperar más y comenzó a recoger sus cosas lentamente para ir a su primera clase. Se echó su mochila al hombro y lanzó una última mirada hacia el Slytherin casi sin esperanzas; fue ahí cuando lo vio, mirándole con absoluto odio. No pudo evitar sonreír.
Draco estaba sentado, esperando a que Blaise terminara de hablar con una chica de Ravenclaw para irse a clases, cuando escuchó una voz. Una muy desagradable voz que susurraba algo lo suficientemente bajo como para no entenderle. Miró a Blaise, que seguía hablando con la chica, luego hacia un grupo de alumnos de su casa que reían alegremente.
Se tapó los oídos, pero aún así escuchaba la voz, solo que un poco más fuerte. Trató de concentrarse en lo que decía, pero no pudo. Se destapó los oídos, la voz seguía ahí.
—Blaise —el chico no le contestó —Blaise —le tocó el hombro, pero ni siquiera lo miró —¡BLAISE! — ¿Ah¿qué?
— Blaise¿no escuchas algo raro?
—No..—y siguió hablando con la chica.
Draco se giró y comenzó a mirar hacia todas partes buscando el origen de la desagradable voz, que ya no era solo un susurro. Se concentró un poco en escucharla y finalmente entendió el mensaje: "Mi Capa, Mi Capa, Mi Capa, Mi Capa..." Comprendió inmediatamente. Sus ojos buscaron al dueño de aquella fastidiosa y horrible voz, topándose con los verdes y risueños ojos de Harry, quien le sonreía desde la otra parte del salón.; tomó a Blaise de un brazo y salieron del comedor.
La clase de Defensa era la última del día y estaban practicando nuevamente el encantamiento patronus. Por la guerra, ese año habían dos sesiones del ramo: el normal de clases y uno especial para prepararlos en el caso de una batalla. Esta clase era del segundo tipo, por lo que el profesor había llevado unos "Dementores" que habían creado junto con McGonagall para la clase práctica. Resultaban bastante útiles ya que, tal y como los reales, podían aspirar parte de la energía de los alumnos, pero eran claramente mucho menos nocivos. Aunque en apariencia eran iguales a los reales, no se comportaban como uno. Por lo general huían de los alumnos si se les acercaban mucho y los estudiantes tenían que perseguirlos por todo el salón para cazarlos y practicar el hechizo; o se reunían en pequeños grupos y atacaban a un solo estudiante, por lo que el profesor tenía que correr de un lado para otro solucionando los problemas. Esta era una de las clases que más les gustaba a los chicos porque no paraban de correr y reir por todo el salón y lo mejor de todo, era que al final de la clase, el profesor les repartía algunas ranas de chocolate para que se sintieran mejor.
Ya llevaban un buen rato practicando y Draco no lograba concentrarse en hacer el hechizo. Lo máximo que podía hacer, era sacar un débil hilillo platinado de la punta de su varita que bailoteaba por unos momentos frente a él y luego desaparecía.
Había estado todo el día escuchando la voz de Harry en su cabeza y se sentía mareado. De hecho, ya casi no se podía mantener en pie ya que, gracias al estúpido jueguito de Potter, tenía una jaqueca que apenas le dejaba abrir lo ojos. Sin contar con el hecho de que los "Dementores" lo atacaban constantemente y le habían quitado bastante energía. A medida que el día transcurría, su estado había ido empeorando gradualmente. Al principio solo era molesto, pero mientras más pasaba el tiempo, la voz de Harry se hacía más fuerte hasta hacer que no escuchase nada más. No le había dicho nada a Blaise porque este le diría que le devolviera la capa y definitivamente Él no haría eso.
Aprovechó que Blaise salió en busca de su "Dementor" que se había ido a atacar a un Gryffindor y se apoyó en un muro deslizándose un poco hacia el suelo.
Harry, que dominaba el hechizo a la perfección, se encontraba en un rincón del salón viendo como Ron corría tras su "Dementor" ("¡VUELVE ACÁ, COBARDE!") intentando hacer su patronus. Junto a él se encontraba Neville, que tenía bastantes problemas con el encantamiento.
—Expecto Patronun, no Patronum ¡Ah! No Puedo..—Neville agitaba su varita fuertemente. El moreno se acercó a él para ayudarlo.
—No es así, debes concentrarte bien...Mira —apuntó al Dementor y gritó —Expecto Patronum!
De su varita, salió su bien conocido ciervo, arremetiendo contra el "Dementor", quien salió volando hacia el otro extremo del salón antes de que el patronus siquiera lo tocara— ¿Ves? Ahora tu —Neville salió corriendo tras su víctima.
Harry recorrió con la vista todo el salón. La mayoría de los alumnos no lograba hacer el hechizo completamente, por lo que el lugar estaba cubierto por una neblina plateada que nublaba la visión. Buscó a Ron y lo encontró en una esquina, había logrado acorralar al "Dementor" y ahora intentaba hacer el hechizo. Miró hacia donde estaba Hermione y la encontró junto a Lavender, quien estaba siendo atacada por tres "Dementores". Hermione lanzaba su patronum (que tenía la forma de una nutria)hacia ellos. Luego buscó a Malfoy,. Tardó algo en encontrarlo ya que el chico estaba apoyado en una pared un poco encogido. Caminó lentamente hacia él.
—Mierda..—Draco dejó caer su varita. Definitivamente ya no podía seguir ahí. Se deslizó un poco más hacia el piso
— ¿Le pasa algo? —el profesor se acercó a Draco y recogió su varita —Lo mejor es que vaya a donde Poppy —miró hacia todos lados — ¿Quién podría llevarlo a la enfermería?
—Yo lo llevo profesor —Harry estaba parado justo al lado de Draco —No se preocupe... —y tomó por los hombros al rubio. Evitó sonreír mientras salía de la sala, guiando a un Malfoy casi inconsciente.
Cuando salieron, el aire fresco del pasillo hizo que Draco reaccionara un poco y, pensando que era Blaise quien lo había sacado de clases, se giró apoyando la frente en Harry y se abrazó a él.
Se separó rápidamente, haciendo que le doliera aún más la cabeza, y trató de enfocarlo.
— ¿Potter? —su voz sonó horrorizada.
— ¿Te sientes mal, Malfoy? —le miró con burla —Devuélveme. Mi. Capa. —lo tomó de un brazo.
Malfoy intentó soltarse —No te la daré —dijo entre dientes.
—Bueno... —le apretó más el brazo — ¡Entonces tendré que ir a buscarla! —y comenzó a arrastrarlo por los pasillos hacia las mazmorras.
Ya estaban bastante lejos de la clase de defensa y Draco seguía intentando soltarse infructuosamente. Harry estaba un poco cansado de tironear al rubio, pero no perdería la oportunidad de recuperar su preciada capa.
—Ya...Suel..ta...me —Draco jadeaba por el esfuerzo, su voz sonaba extrañamente débil —no...te la...da..ré —y tiró un poco más fuerte intentando zafarse. La voz en su cabeza no paraba de gritarle "MI CAPA, MI CAPA, MI..." No podía enfocar correctamente el rostro de Harry y perdió la poca estabilidad que le quedaba.
— ¡DEVUÉLVEMELA! —Harry tiró del Slytherin con más fuerza haciendo que este le cayera encima semi inconsciente. El chico sintió el peso de Draco sobre su pecho y la fría y húmeda piedra en su espalda. Intentó levantarse tirándolo a un lado, pero aquella extraña sensación de seguridad lo envolvió. Se quedó quieto por un momento, solo sintiendo aquello. Una mezcla de poder, bienestar, seguridad...como si todo fuera a estar bien, como si nada le pudiese dañar.
Abrazó a Draco intentando dilucidar que era todo ello, tratando sentir con más fuerza. Cerró los ojos y acercó aún más el cuerpo de Draco hacia sí.
Draco comenzó a despertarse. Se sentía un poco mejor que antes y aquel sentimiento de tranquilidad que lo invadía le hacía olvidar todo el malestar. Todavía no tenía plena noción de dónde se encontraba, no era que le importara mucho; lo único que sabía, era que no se encontraba solo ya que podía sentir la respiración de alguien, pero...¿quién era?. Abrió un poco los ojos, podía ver borrosamente las luces del pasillo. Se movió un poco. Realmente no quería separarse de la persona que en esos momentos lo abrazaba...cerró sus ojos. Intentó recordar lo último que hizo...estaba en la clase...mareado. Su mente se estaba despejando pero a la vez, se estaba perdiendo en aquel poder que le embriagaba los sentidos...¿poder? que le nublaba su capacidad de entendimiento...alguien me sacó de clases...no era Blaise. Del punzante dolor de cabeza no quedaba más que un ligero recuerdo, de hecho, se sentía muy bien; mejor que como se había levantado..."Mi Capa"...
—Potter... —Abrió los ojos y se levantó ligeramente para ver quien era el que lo abrazaba.
No supo cuanto tiempo estuvo en esa posición, pero si de él dependiera, jamás se levantaría. Sintió como Draco susurraba su nombre y se levantaba un poco. Harry lo estrechó para que no se levantara, pero al darse cuenta de qué era lo que estaba haciendo, abrió los ojos encontrándose con los de Malfoy. Sus miradas se cruzaron por un momento, el rostro de Malfoy estaba demasiado cerca del suyo y una extraña y nueva sensación se apoderó de él. Repentinamente Harry estuvo muy conciente de que Draco se encontraba sobre él, que sus propios brazos estaban alrededor del rubio y que la boca del slytherin se encontraba a solo un suspiro de la suya...sintió un hormigueo en los labios.
Se corrió rápidamente tirando a Malfoy hacia un lado y se levantó. Draco se incorporó lentamente; el mareo, el dolor de cabeza y la voz de Harry volvieron.
— ¿Lo...sentiste? —Harry miraba a Malfoy atentamente. La capa había pasado a segundo plano.
— ¿sentir qué? —Malfoy se apoyó en la pared — ¿tu desagradable voz?
—No...todo eso...No sé como describirlo...
—No he sentido nada.
—Pero, debes haberlo sentido —se acercó al rubio —era muy fuerte.
— ¿No piensas dejar de molestarme¡No sentí nada!
— ¿Qué pasa jóvenes? —Firenze estaba frente a ellos.
—Nada...sólo lo llevaba a la enfermería.
En ese momento, Draco se dejó caer al piso. Firenze lo tomó y lo subió sobre su lomo —no se preocupe Potter, yo mismo lo llevaré. Vuelva a clase —y se fue caminando con Malfoy hacia la enfermería.
Harry volvió a la clase pensando en lo que había pasado. Definitivamente, no era su imaginación. Apenas entró en la sala, buscó a sus amigos y los apartó del resto de sus compañeros para contarles lo que sintió. También les dijo que le había pasado lo mismo en dos ocasiones anteriores, cuando llegaron en el traslador y la vez que se encontraron en el pasillo (siempre omitiendo las partes más comprometedoras)
— ¿Y te pasa siempre que tienes algún contacto físico con él? —Hermione lo miraba con el ceño fruncido.
—No lo digas así Herm, suena feo.
—Pero si eso es lo que nos dijo. En las tres ocasiones, Harry tocó de alguna manera a Malfoy. Creo que he leído algo en la biblioteca sobre esto...
— ¿Entonces, me ayudarán a investigar?
—Por supuesto Harry, no podríamos dejarte solo...Expectro Patronum —de la punta de la varita de Ron salió un enorme perro platinado que lanzó a su "Dementor" lejos de él.
—Entonces, después de esta clase, vamos a la biblioteca.
Harry entró en el gran comedor dando un gran bostezo. Se había pasado la mitad de la noche pensando en Malfoy, y la otra mitad, haciendo un trabajo para Snape sobre el eléboro y sus diferentes usos. Se arrastró hasta la mesa de Gryffindor y se sentó junto a Neville, quien conversaba animadamente con Dean y Seamus. Tomó un gran tazón con avena y se echó una cucharada a la boca, escuchando a sus compañeros.
—...y luego le dije "para hacerlo, tienes que tomarlo y agitar la varita así"
— ¿Y resultó?
—En un principio...no, pero cuando lo intentó por quinta vez...
Harry rápidamente perdió el hilo del fascinante relato de Seamus y comenzó a mirar el techo del comedor, en el que el cielo mostraba un día con ventisca y nieve. Paseó su mirada por las mesas de las diferentes casas; los alumnos tomaban su desayuno bastante más animados que en las últimas semanas, hablaban y reían mientras comían e incluso, los más pequeños, jugaban con algunos copos de nieve que caían del techo. Sus ojos se dirigieron a la mesa de Slytherin, en donde la rubia cabeza de Malfoy se encontraba junto a la de Blaise. Sus pensamientos nuevamente se centraron en el chico. ¿Qué era lo que sentía cuando estaba junto a él?... Había pasado toda la tarde anterior en la biblioteca buscando alguna respuesta, pero no había encontrado nada más que un intenso dolor de cabeza. Hermione parecía haber tenido más suerte ya que tenía una cuantas hipótesis, pero había preferido no compartirlas con los chicos porque no eran nada muy concreto.
Revolvió ociosamente su avena. Ya no tenía más ideas de qué podía causar la reacción que tenía con Malfoy. Untó con mermelada una tostada y la mordio justo cuando el correo llegó. Como no esperaba carta de nadie, realmente no se preocupó por las lechuzas que entraban dejando rastros de nieve al pasar, pero una en especial captó su atención e hizo que se pusiera rígido. La lechuza cruzó todo el comedor hasta llegar a la mesa de Slytherin y, posándose elegantemente sobre la mesa de las serpientes, entregó un paquete a Draco.
Malfoy, al ver que la lechuza de su padre aterrizaba delante de él, sintió que se le revolvía el estómago; no creyó que la volvería a ver por ahí. Instintivamente se levantó de su silla, alejándose lo más que pudo del pájaro y botando el banco hacia atrás, como esperando a que la lechuza lo fuera a atacar. Pero, en vez de eso, el ave dejó un paquete finamente envuelto junto con una carta y desplegó sus magníficas alas, echándose a volar nuevamente. El chico le siguió el vuelo con la mirada, hasta que se perdió de vista junto a las últimas aves que quedaban en el salón. Miró su correo y luego a Blaise que, al igual que un par de chicos de cuarto, se había percatado de la visita de la lechuza.
Draco examinó el paquete perdiendo el color gradualmente. Estaba envuelto en un delicado papel verde y plata, sellado con la insignia de la familia Malfoy al igual que la carta. Podía suponer lo que contenía, había recibido tantas veces el mismo paquete que no era necesario abrirlo para ver su contenido; seguramente eran los dulces que siempre sus padres le daban cuando estaba en Hogwarts. Tomó el sobre lenta y cuidadosamente, sus dedos temblaban un poco, y lo abrió; reconoció al instante la prolija caligrafía de su padre.
Un obsequio dulce como última caricia,
para recordar que alguna vez te quise,
para recordarte que aún me perteneces, Draco.
Las palabras resonaron en su mente, haciéndolo temblar involuntariamente de pies a cabeza y un desagradable sudor frío recorrió su espalda. Arrojó el mensaje sobre la mesa y lo observó unos segundos, temeroso. Levantó la vista de la carta y barrió con la mirada el salón, aún temblando, reparando en una solitaria lechuza que se acercaba al director.
Dumbledore vio cómo una lechuza parda se acercaba y su expresión se tornó seria. El mensajero arrojó la carta, ahora humeante, sobre el plato y voló rápidamente mientras por todo el salón resonaba una fría y estridente voz que hizo que los alumnos enmudecieran y giraran sus cabezas hacia la mesa de profesores.
LORD VOLDEMORT HA DE VENIR. TEMED ENEMIGOS Y TRAIDORES, A SUS SEGUIDORES Y FIELES BES...
No alcanzaron a escuchar todo el mensaje, ya que Dumbledore agitó su varita e hizo volar la carta en mil pedazos; pero al hacerlo, el pergamino proyectó la Marca Tenebrosa en el techo del salón, y los pedazos del howler comenzaron a caer suavemente sobre los alumnos en forma de nieve, dejando manchas rojas sobre sus caras.
Ningún estudiante decía nada, pero el miedo estaba plasmado en cada uno de sus rostros. La marca finalmente dejó de brillar sobre sus cabezas y Dumbledore se puso de pie:
—Jóvenes, les pido que no se dejen influenciar por este tipo de actos —dijo con resolución — Voldemort quiere amedrentarnos, pero debemos demostrar nuestra fuerza y no temerle, ya que solo así podremos enfrentarle. Sé que en este minuto, muchos de ustedes se encuentran asustados, pero les pido que tengan calma y demuestren el valor que estoy seguro, todos tienen dentro de sus corazones —los alumnos observaban al director con atención, sin perderse una palabra. Tal parecía que el objetivo de calmarlos se estaba cumpliendo. Dumbledore sonrió —No dejen que Lord Voldemort cumpla su objetivo, no se dejen atemorizar.
Al terminar, Dumbledore miró a los alumnos y salió del salón por la puerta que se encontraba tras la mesa de los profesores. McGonagall y Snape salieron tras él junto a los demás docentes en medio del silencio que cubría el Gran Comedor.
Harry miró a Draco que aún se encontraba de pie, su túnica estaba cubierta de manchas rojas y mantenía la vista fija en el paquete sobre su mesa. El rubio levantó el rostro, y Harry pudo ver que también estaba salpicado de rojo, al igual que su cabello. El chico se veía realmente afectado. Vio que tomaba a Blaise de un brazo y salía del comedor rápidamente.
Dumbledore estaba en su despacho junto a McGonagall hablando con la cabeza de Fudge que se encontraba en la chimenea envuelta por unas flamas verdes. Los cuadros estaban nerviosos y se paseaban de un marco a otro comentando la conversación entre el ministro y el director de Hogwarts, ("¿cancelarlas! en mis tiempos...")
—Pero Albus, esto va contra los derechos de los estudiantes —la profesora intentaba hacer recapacitar al director —No puedes privarlos del derecho a comunicarse con sus familias.
—Tampoco podemos arriesgarnos, Minerva —Dumbledore la veía por detrás de sus anteojos de media luna —No podemos dejar que este tipo de situaciones se repitan. Hay que hacer algo ahora mismo —desvió su mirada hasta donde se encontraba la cabeza de Fudge —Cornelius, por favor, mándame la orden lo más rápido posible...
—Bien, haré lo que pueda —y desapareció con un sonoro "plin".
El despacho quedó en silencio, McGonagall seguía parada frente al escritorio de Dumbledore, quien se balanceaba sobre los talones.
—Albus...¿Por qué lo has hecho? Nunca antes habías reaccionado de esa manera...Cancelar el correo, creo que es excesivo —miró al director que se había acercado a la percha de Fawkes —Si quieres evitar que entre al colegio algo peligroso, siempre podríamos pasar por un filtro el correo, pero anular la única posibilidad de comunicación entre los alumnos y sus familias...
Dumbledore acariciaba las alas escarlatas del fénix y sonreía.
—En este caso, es necesario. A veces tenemos que sacrificar cosas para llegar a buen puerto y cancelar la correspondencia de todos nosotros es un precio bajo para lograr nuestro objetivo —y antes de que la profesora pudiese acotar algo, Dumbledore le pidió —¿Podrías llamar a los prefectos, debemos implementar algunas medidas más.
— ¿Te sientes mejor? —Blaise estaba parado detrás de la puerta del baño en donde Draco se encontraba — ¿necesitas algo?
Sonó un pestillo y la puerta se abrió lentamente, dejando ver a un muy pálido Malfoy que se tambaleaba. Blaise lo ayudó a llegar hasta el lavamanos en donde el chico se enjuagó la boca.
—No lo puedo creer —Malfoy estaba apoyado en Blaise y se secaba los labios con un pañuelo —esta...¡ught! — Draco corrió hasta el baño y siguió vomitando, Blaise se quedó en el dintel de la puerta esperando a que, lo que quedara del rubio, saliera. Finalmente el chico dejó de vomitar y quedó sobre la fría piedra del baño con los ojos llorosos —él vendrá, no creí que pudiera, pero lo hará —Blaise lo ayudó a pararse y llegar hasta el lavamanos nuevamente — ¿Quién dices que vendrá?
Draco tomó un poco de agua —asqueroso... — y se apoyó un poco más en Blaise ya que casi no podía mantenerse en pie —mi padre —el rubio cogió un poco de jabón y trató de limpiarse la cara, pero las manchas rojas no se desvanecían. Se secó la cara, resignado, y se sentó en el piso junto a Zabini.
—Creí que al llegar a Hogwarts estaría seguro, pero... —el rubio, que no había dejado de temblar desde que había leído la carta de su padre en el Gran Comedor, se acurrucó en el pecho del moreno —veo que no es así... parece que no hay un lugar seguro en donde esconderse —Blaise acariciaba suavemente el pelo de Draco mientras lo escuchaba —Desde que salimos de mi casa, creí que llegando a Hogwarts podría dormir tranquilo, que mi padre jamás podría encontrarme...
—Y no lo hará, no podrá entrar al castillo...
—También pensaba eso, traté al menos de convencerme... pero esta mañana cuando leí su carta..—Draco levantó la vista para mirar a su amigo a los ojos —Blaise¿por qué crees que es tan imposible entrar a Hogwarts? —el chico no supo que contestar. Hasta ahora, solo había querido pensar que el colegio era inexpugnable y había confiado ciegamente en que así era, pero realmente no existía ninguna razón satisfactoria para pensar de forma tan positiva. Se limitó a desviar la mirada.
—Siento como si en cualquier momento, Voldemort o mi padre fueran a entrar por esa puerta para matarnos.
—Draco...tal vez este lugar no sea totalmente impenetrable, pero es el más ..—empezó a decir para calmarlo, pero una voz que no pertenecía a su amigo hizo que se sobresaltaran.
—Blaise Zabini —el Barón Sangriento había irrumpido en el baño atravesando la pared que tenían en frente —el director está reuniendo a todos los prefectos en su despacho, tiene que ir ahora mismo hacia allá —y tal como apareció, el fantasma salió del baño.
Ambos chicos se quedaron mirando la pared por donde el Barón había desaparecido, Blaise trató de pararse, pero Draco se lo impidió acurrucándose aún más.
—No te puedes ir —más que una orden, era una petición. Miró a su amigo intentando retenerlo, pero en el momento en que sus ojos se encontraron con los del moreno, comprendió que no podía quedarse junto a él. Se separó de Blaise y se puso de pie apoyándose en el lavamanos. El otro chico se paró, se estiró la túnica y salió rumbo al despacho de Dumbledore.
—Nop, definitivamente ya no sé donde buscar —Harry se echó hacia atrás en su asiento de la biblioteca y cerró los ojos. Aunque debía encontrarse a esa hora en el aula de Flickwick, el-chico-que-sobrevivió estaba en una de las mesas más alejadas de la biblioteca y con una gran pila de libros en ella, buscando infructuosamente cualquier pista que le ayudara a entender su "problema" con Malfoy. Prácticamente ya no quedaban libros que no fueran de la sección prohibida en los que buscar ya que Hermione se había encargado de revisar y dar vuelta toda la biblioteca en busca de respuestas. Tomó un texto de "Embrujos y Maldiciones: todo acerca de sus usos y consecuencias" que tenía a su lado, lo abrió en cualquier parte y trató de leer:
—...luego, la persona empieza a creer que es un... —pasaron diez minutos más y Harry seguía mirando la misma línea —...empieza a creer... ¡Mierda! —gritó. Arrojó el libro hacia un lado, golpeando la pila de libros, que se tambaleó peligrosamente, y comenzó a balancearse en la silla.
—Fuera, ahora — Madame Pince estaba parada junto a él y le indicaba la salida con su varita. Harry, asustado, se cayó hacia atrás y pateó la mesa, haciendo que todos los libros cayeran sobre él. La bibliotecaria lo levantó de un brazo y lo empujó hasta la salida, luego hizo levitar las cosas de Harry hasta la puerta y le prohibió entrar en toda la semana.
—Harry¿en dónde te metiste? —Hermione miraba a su amigo enojada mientras caminaban hacia el almuerzo—Dijiste que ibas a la enfermería y no volviste a clases antes de que nosotros saliéramos.
—Qué importa, después de todo, ni siquiera estábamos trabajando...
Ron tenía razón, en la clase nadie había logrado concentrarse en sus hechizos congelantes y todos, incluyendo al profesor, se habían pasado la totalidad de la lección pensando en Voldemort y en un posible ataque a Hogwarts.
— ¿Ustedes también salieron de clases?
—Si, Dumbledore nos llamó.
Entraron en el comedor y se sentaron en sus lugares de siempre, ;Ginny y Neville se sentaron junto a ellos.
— ¿Y para qué?
—Dumbledore quería que... —Ron se interrumpió. Ya todo el alumnado se encontraba en el gran comedor y Dumbledore se había puesto de pie. Todos guardaron silencio.
—Bueno queridos estudiantes, creo que todos ya están informados sobre el rumor de un ataque a nuestro colegio, por lo que hemos de tomar algunas medidas de precaución —el salón se llenó de murmullos de preocupación. Si el director decía esto, era porque realmente existía aquella posibilidad. Dumbledore acalló a los estudiantes alzando un poco la voz —Como primera precaución, a partir de hoy nadie podrá salir de su sala común sin compañía —en realidad, esta medida era innecesaria ya que los estudiantes se encontraban tan asustados que no se atrevían a andar por los pasillos solos —Además, todos tendrán que estar en sus respectivas casas a las seis en punto y sin excepción. También, los profesores se turnarán para vigilar algunas zonas del castillo y velarán por el cumplimiento de las normativas anteriores junto con nuestros prefectos —Hermione se movió en su asiento y miró significativamente a Harry. Aunque fuese su amigo, no dejaría que se saltara las normas como siempre lo hacía.
—Además —continuó Dumbledore —el sistema de correo será totalmente cancelado —al decir esto, el alumnado estalló en quejas. ¿Cómo era posible que los aislaran de sus familias¿tan grave era la situación que tenían que acudir a ese tipo de medidas?. Dumbledore esperó a que guardaran silencio para continuar —Debo agregar que el hecho de ya no contar con el servicio de correo personal, no significa que no volverán a tener noticias del mundo mágico ya que yo mismo me encargaré de informarles acerca de todo lo que se desarrolle en él, cada mañana en el desayuno.
—Si claro, eso me deja más tranquilo...—un chico de sexto de Hufflepuff miraba con resentimiento al director —de seguro se encargará de hablarle a cada uno de nosotros acerca de su familia...pero que considerado —Harry miró en su dirección enojado, si Albus estaba haciendo esto, era por el bien de todos. Aunque pensándolo mejor, el chico tenía razón. Dumbledore no podría comunicarles a cada uno lo que pasaba con sus seres queridos. Miró a Hermione que también parecía en desacuerdo con la noticia. Decidió no pensar el ello y volteó, nuevamente, el rostro hacia el anciano.
—Sé que puede sonar exagerado, pero no podemos escatimar en precauciones cuando hablamos de seguridad. Por lo que pido su comprensión y todo su apoyo en esto — Cuando Dumbledore terminó, todos los estudiantes quedaron en silencio. Lentamente comenzaron a comer y en cosa de minutos recuperaron el habitual bullicio que seguía a los discursos del director en este último tiempo.
Aunque Dumbledore se había esforzado por no alarmarlos, la última medida asustaba a todos los chicos. Ahora estaban completamente aislados.—Nunca creí que nos veríamos afectados de este modo por la guerra —Ron le hablaba a sus amigos nervioso — ¿En verdad será la mejor medida que podemos adoptar, cancelar el correo?
—No lo creo —respondió Harry mirando ceñudo a Hermione que permanecía en silencio mirando hacia la mesa de los profesores — ¿En qué estás pensando? —le preguntó a la chica.
—Esta no es la forma en la que Dumbledore actúa siempre. Él sabe la situación en la que estamos, privarnos del poco contacto que tenemos con nuestros familiares...
—Tal vez fue orden del ministerio —Seamus, que estaba sentado un poco más lejos se había conectado con la discusión de los tres amigos.
—No —Hermione aún tenía la vista clavada en Dumbledore —Fudge hace todo lo que Dumbledore le manda...
Por un segundo la idea de que el director estaba bajo la maldición imperius voló por la mente de Harry, y por la expresión de sus compañeros la idea también recorrió sus cabezas.
—No —Harry cortó sus pensamientos inmediatamente —si Voldemort no me pudo controlar a mí, mucho menos a Dumbledore.
—Debe tener más información —Dijo la chica concentrándose ahora en su plato —tiene que haber algo más...
Los cuatro se quedaron mirando suponiendo que el peligro estaba mucho más cerca de lo que habían imaginado.
Eran las siete de la tarde cuando Hermione traspasó el cuadro de la señora gorda y se dirigió a la mesa donde Harry estaba terminando uno de los trabajos que debían entregar esa misma semana.
—Bien, ya tengo algunas ideas de lo que podría ser —sacó de su mochila un montón de pergaminos y se los tendió a Harry —Quiero que los revises y cuando regrese, me digas qué piensas. Buena suerte —y salió a través del retrato a hacer una de las guardias.
Harry tomó los papeles y los comenzó a revisar.
La chica había reunido cinco teorías de hechizos bajo los que podía estar Harry a través de citas y deducciones. Dos, hablaban de tipos de venganzas, en donde las víctimas se hacían dependientes de la persona por la que sentían esto y terminaban sin poder vivir solas, sin poder estar separadas de su victimario. No dudaba que Malfoy fuera capaz de eso, pero los procedimientos para llevar a cabo los hechizos eran muy complicados. En uno, el rubio tendría que haberlo anestesiado para poder hacer todo un ritual que incluía animales, pócimas, cantos y bailes; y para el otro, tendría que haber actuado con la ayuda de un pariente de Harry que lo odiara...
...bueno, si conociera a mis tíos podría haberlo hecho...
"...dudo mucho que haya podido realizarlas, pero preferí no descartarlas..." había anotado Hermione junto a los hechizos.
"(...) Una forma de sacrificio para el ser amado..."la cita con que empezaba el tercer hechizo hizo que Harry olvidara la posibilidad inmediatamente. Hermione había anotado también que no creía que Malfoy, "...en el caso absurdo en que estuviera enamorado de ti..." se sacrificara para proteger a su amado; además, el hechizo tenía que ser con la autorización de la persona querida y para que funcionara bien, esa persona debía hacer lo mismo para su amado. "Aunque el libro "Pócimas de Amor" decía que el hechizo podía ser modificado para que se pudiera hacer en secreto, pero el resultado era mucho más débil y en vez de producir más poder, solo lograba que la persona se sintiera más segura de sí misma... ¿Para qué querría Malfoy que te sintieras más seguro?"
...¿para qué querría eso?... aunque ¿para qué me preocupo? él no está enamorado de mí... Meditó un poco esa posibilidad y otra voz que habitaba en lo más profundo de su cabeza se hizo escuchar con un tono deprimido ...no, no lo está...pero claro, Harry no le prestó atención.
Siguió leyendo, las otras dos posibilidades eran más probables que las anteriores. Hermione las había relacionado con la actitud de Malfoy en el tren cuando evitó que Harry saliera a pelear (lo que la chica sin duda aún consideraba un rescate de parte del rubio). Ambos hechizos eran realizados por "una necesidad de protección". El cuarto hechizo consistía en salvar a Harry de cualquier peligro maligno y en ese caso Draco sería una especie de ángel de la guarda ...
— ¡Ja! —una risa irónica se arrancó de los labios de Harry ...ahora el idiota es un ángel..."puede sonar raro que él esté tratando de protegerte, pero el hechizo es fácil de hacer. Aunque debe sentir un mínimo de aprecio por tí"
Harry se saltó los siguientes reglones empezando a enfadarse por las tontas posibilidades que estaba leyendo, hasta que encontró la quinta y le pareció que era la respuesta más segura. No se trataba de una protección hacia Harry, sino que hacia Malfoy; de esa manera estaba usando a Harry como un bastón, y además de protegerse se hacía más poderoso. Era una pócima que tenía que beber el rubio, mucho más complicada de realizar que el conjuro de la anterior, pero considerando lo bien que le iba en pociones, hacerla debía ser fácil para Malfoy, solo tenía que tener un objeto personal de Harry y seguramente lo había encontrado en la casa Black. Aunque Hermione advertía que el hechizo no era de fiar porque daba resultados casi al azar, Harry supuso que esa era la alternativa más creíble de todas.
Alejó el pergamino con las anotaciones enfadado, nada de lo que acababa de leer lo convencía, aunque al menos era algo... Tal vez había conseguido la ayuda de sus tíos para hacer el hechizo de dependencia. Sería una excelente venganza para Malfoy convertirlo en su esclavo de esa forma... y eso de protegerse y hacerse más poderoso sonaba genial para quien estaba huyendo de su padre y siempre había sido demasiado cobarde como para enfrentarse a algo solo... y claro, Harry no se caracterizaba por tener la mejor suerte del mundo, los problemas siempre lo buscaban ...de seguro esa pócima se dignó a funcionar justo conmigo...
Una hora más tarde, sus amigos volvieron a la sala común y se acercaron a él, que no se había movido de su asiento desde que la castaña se había ido.
— ¿Lo leíste?—inquirió Hermione sentándose a su lado.
—Sí —respondió Harry sin mucho ánimo.
— ¿Y creíste algo, porque le he estado diciendo a Herm que nada de eso puede ser cierto.
—Es lo único que tenemos. No digo que sea exactamente eso lo que está haciendo Malfoy, pero te escribí también formas de averiguar si había hecho alguno de esos hechizos, y también anoté antídotos para quitártelos. Si está ocupando alguno al menos puedes intentar librarte, tal vez ni siquiera le funcionó el hechizo y lo que sientes sólo es una huella de su intento por quitarte poder o tratar de controlarte...
—Tal vez... —dijo el moreno poco convencido.
—Por supuesto no hay que descartar el que te esté protegiendo...
Ron y Harry la miraron escépticos.
—Y tampoco hay que olvidarse de que tal vez esté enamorado de tí ... —dijo el colorín mirando a Harry con voz sarcástica. Hermione clavó la vista en él enojada —Vamos Herm! una cosa es que no tengamos respuestas, pero caer en planteamientos como...
—No es bueno descartar las posibilidades, es una investigación; no podemos basarnos en nuestro prejuicios para hacerla —la chica sonaba ofendida.
— ¡Por favor¿me vas a decir que no es absurdo?
—Tendremos que seguir buscando —Hermione se puso de pie —trata de acercarte a Malfoy para saber si sigues sintiendo lo mismo e interrógalo. No le dejes saber las sospechas que tenemos, sólo intenta sacar algo de información. —y dicho esto se fue a su habitación para sacar sus libros y ponerse a estudiar.
Ron y Harry se quedaron solos en la mesa.
—¿Y qué se supone debo hacer? —preguntó Harry molesto —voy y lo abrazo cada vez que me lo tope?
Ron se puso a reír, pero su carcajada se apagó rápido porque el moreno lo fulminaba con la mirada —Bueno, sonó gracioso... —alegó encogiéndose de hombros —mejor vamos a estudiar, si dejamos tarea para mañana, será imposible hacerla toda.
Pasaron unos días que Harry consideró como los peores de entre todos los días que había pasado en Hogwarts. Los alumnos estaban francamente histéricos por un eventual ataque al colegio. No solo se mantenían hacinados en sus salas comunes, saliendo sólo hacia el comedor o a sus clases, y siempre y cuando fuera en grupos de no menos de cinco personas; sino que, a cualquier sonido muy fuerte, saltaban de sus asientos y empuñaban sus varitas lanzando hechizos a diestra y siniestra. Por esos días, no era muy conveniente hacer movimientos bruscos, ya que eran inmediatamente interpretados como un intento de ataque sorpresa y, el supuesto agresor, terminaba en la enfermería con unas muy desagradables secuelas. El ambiente estaba tenso dentro y fuera de las aulas de clase y la concentración de los alumnos había decaído alarmantemente puesto que sólo se limitaban a mirar hacia el exterior, aterrados, esperando a que Voldemort apareciera en las ventanas y les lanzara un cruciatus.
Inclusive los profesores se veían nerviosos, siempre mirando por las ventanas cuando creían que ningún alumno los observaba y distrayéndose constantemente en las clases.
Fue después de uno de esos agotadores días que Harry, sin poder conciliar el sueño, decidió levantarse a mitad de la noche para ir a mangar comida a las cocinas. Se puso la bata que tenía a los pies de su cama y abrió las cortinas. Tomó sus lentes de la mesita de noche mientras se calzaba las zapatillas y miró hacia una ventana, se veían leves destellos de colores. Harry se acercó hasta el vidrio, colocándose los anteojos, y vio unas enormes siluetas en los límites del castillo, su corazón se aceleró. Entornó los ojos para ver mejor y vio que las figuras se movían y lanzaban cosas por los aires; a juzgar por lo lejos que se encontraban y por lo grandes que se veían, Harry supuso que eran gigantes. Hubo más destellos y un gran estruendo hizo vibrar los vidrios.
— ¿Qué estaaaaá... pasando? —preguntó Neville dando un descomunal bostezo. El moreno se volteó y vio que Dean y Seamus también se habían despertado. Miró hacia la cama de Ron, pero en ella no estaba su amigo.
¡Pum! —esta vez hubo un estallido mayor, que puso en alerta a todos los chicos. Los cuatro bajaron a la sala común, en donde la mayor parte de los gryffindor ya se encontraban ahí, todos con sus pijamas y envueltos en batas. Hacía bastante frío ya que la chimenea se había apagado bastante tiempo atrás. Harry se acercó a Ginny que permanecía envuelta en una frazada.
— ¿Has visto a Ron o a Hermione? —el chico estaba tiritando.
—No, acabo de bajar...¿Tú no los has visto?
En ese momento, los dos prefectos entraron en la sala común y reunieron a todos los alumnos en el centro, pidiendo que fueran a despertar a todos los que aún durmieran. Varios chicos se abalanzaron sobre ellos pidiendo alguna explicación, pero Hermione solo les pidió calma hasta que llegaran todos los alumnos.
—Debemos ir hasta la sala de seguridad—Hermione parecía nerviosa —ahí nos informarán de lo que sucede.
—Pero...¿Cuál es esa? yo jamás he oído sobre ella.
—Es una sala especial, creada para este tipo de situaciones; por lo que no la nombran en "Historia de Hogwarts"...
—En todo caso —le interrumpió Ron —debemos llegar rápido. Tomen algo para abrigarse y fórmense. Los más pequeños adelante.
Se escuchó el movimiento de los estudiantes por toda la torre, los chicos iban de un lado para otro buscando frazadas y a sus amigos. Pasaron un par de minutos, y ya todos los estudiantes de Gryffindor estaba formados y salían presurosos, pero aún así en orden, a través del retrato de la señora gorda. Harry, por ser uno de los mayores, cerraba la fila junto a Dean, Neville y Seamus.
Lentamente se fue quedando rezagado en el grupo: si estaban atacando el castillo, él no podía salir corriendo a esconderse. Al momento de girar en una esquina, Harry simuló estar abrochándose los cordones de sus zapatillas; cuando vio que todos ya estaban lejos, corrió hacia el vestíbulo.
—Pasen con calma, sin empujarse —Ron y Hermione ayudaban a sus compañeros a entrar en una sala cuadrada ubicada tras un viejo tapiz grisáceo, en el centro del castillo. Estaba iluminada por cientos de velas que flotaban sobre sus cabezas y en las paredes, en la parte más alta, estaban los cuatro escudos de las casas más el de Hogwarts. Al igual que el Gran Comedor, tenía cuatro mesas para los estudiantes y una para los profesores. A pesar de encontrarse en el corazón del edificio, tenía altas ventanas en las que se podía ver el paisaje de los alrededores del colegio, dependiendo del punto en que se encontraba. Por desgracia, o suerte, sólo eran una ilusión, por lo cual no dejaban ver lo que realmente estaba pasando afuera.
Aparte de la entrada por la cual los Gryffindors llegaron, existían tres más para las casas restantes y una para los profesores, además de unas puertas que daban a los baños (que estaban divididos entre casas y sexo) y un portón que daba a una bodega de alimentos. Definitivamente aquella habitación estaba pensada para emergencias ya que inclusive contaba con una mini enfermería, frazadas y sacos de dormir para todos los moradores, y salidas secretas en caso de evacuación.
—Quédense en este lugar... —Hermione intentaba mantener a los chicos en su mesa, ya que las demás casas estaban entrando al salón. Miró a su lado derecho y vio que por ahí llegaban los Hufflepuff, a su lado izquierdo, los Ravenclaws y por la esquina contraria, los Slytherins.
Slytherin... lo buscan a él...Inmediatamente miró hacia el sector de las serpientes, hallando al rubio que acababa de entrar en el salón.
—No lo veo...—Draco buscaba entre los leones a Harry — ¡No está! —y, evitando a Blaise y a Callisto, salió de la sala por entre los alumnos de su casa, rumbo al vestíbulo. Seguramente estaría por ahí.
Mientras la mayoría de los profesores cuidaban los lugares más peligrosos del castillo y Dumbledore, junto a los aurores, peleaba contra las fuerzas de Voldemort en el bosque prohibido, la profesora McGonagall, Madame Pomfrey y Firenze cuidaban de los alumnos, calmándolos y pasándoles a los prefectos unos pergaminos mágicos con las listas de los estudiantes de sus respectivas casas, para que pudiesen identificar ordenadamente quienes faltaban.
—Ron...—Hermione era la encargada de Gryffindor de ver a los mayores de su casa —Harry...¡Harry no está! —le comunicó intentando ser lo más discreta posible, pero la ausencia de Potter era bastante evidente, al ser una figura muy conocida, por lo que ya varios de sus compañeros se habían percatado de ello.
—No puede ser, si venía junto a nosotros —dijo Neville, estaba de pie con los prefectos.
—Sí, estaba a mi lado cuando salimos al corredor —agregó Dean.
Mientras, al otro lado del salón, una situación muy similar se vivía...
— ¿Cómo que no está! —Blaise intentaba hablar bajo para no alertar a sus compañeros — ¡Si entró conmigo!
—¡Revisa! —y le tendió el pergamino. Blaise lo tomó y leyó cada nombre, pero el único que tenía una cruz era el de Draco Malfoy. Barrió la mesa con la mirada, aún sabiendo que no le encontraría. —Pero...si él estaba... —el chico perdía el color gradualmente —¡Él sí entró!
— ¡Lo sé, estaba junto a la puerta! —la prefecta también palidecía — ¡pero no sé por qué habrá salido! —sus intentos por ser silenciosos habían fracasado, ya toda la mesa de Slytherin sabía que el chico platinado no se encontraba en la mesa. Además, era difícil que no se dieran cuenta considerando lo llamativo que era.
Luego de que los prefectos tuviesen el tiempo necesario para cotejar en las listas la presencia de todos los chicos, McGonagall fue preguntando a los encargados si faltaba alguno, llevándose la sorpresa al llegar a las mesas de Gryffindor y Slytherin. Se llevó a los prefectos de ambas casas hasta la mesa de los docentes.
— ¿Están seguros? —la profesora tampoco se convencía. Justo los alumnos más buscados por Voldemort habían desaparecido. Miró a ambas mesas y revisó por lo menos dos veces cada una.
— ¿Pero dijeron que el señor Malfoy había entrado? —se dirigió a Blaise y a Callisto. Ambos chicos asintieron.
—Y ustedes... —se giró hacia Hermione y Ron — ¿ni siquiera saben si entró Potter? —también asintieron —Bien, regresen a sus mesas.
— ¿Pero qué van a hacer? No pueden dejarlo...
—Señor Zabini —McGonagall se veía realmente preocupada —regrese a su mesa. Nosotros nos encargaremos de encontrarlos y les avisaremos.
La noticia de que ni Malfoy ni Potter se encontraban en el salón, se difundió rápidamente y las especulaciones de qué les podría haber sucedido no demoraron en hacer acto de presencia. Mientras algunos creían que Draco había raptado a Harry para entregarlo al-que-no-debe-ser-nombrado, otros afirmaban con toda seguridad, de que Harry había ido a salvar a Draco de las manos de una decena de Dementores. Pero lo único cierto de todo, era ninguno estaba ni medianamente cerca de la verdad.
Veía a través de las ventanas las luces a lo lejos, nunca se le había hecho tan largo llegar hasta el vestíbulo. Tenía la varita empuñada lista para atacar, estaba listo para luchar... No podía quedarse sentado esperando a que lo salvaran. Ellos tenían a Lupin, y aunque sabía que el licántropo no aprobaría lo que estaba haciendo, no le importaba. Seguramente su padre tampoco se hubiera quedado de brazos cruzados sino que los hubiera enfrentado.
Llegó corriendo lleno de energía y decisión hasta la puerta de entrada. Pero se encontró con que ésta estaba cerrada. Lanzó un par de hechizos para abrirla, pero no pudo; estaba sellada.
Sentía cómo su respiración se aceleraba al verse incapacitado, encerrado como un inútil, a pesar de que ésta era su batalla. A pesar de que se había ganado el derecho de pelearla. Miró hacia arriba, no se rendiría tan fácil ...tal vez haya una ventana abierta... Corrió por la escalera que lo había llevado al vestíbulo hasta alcanzar una altura suficiente para poder ver los grandes ventanales que habían sobre la puerta de entrada, pero al tratar de abrirlos se encontró con que también estaban cerrados. La desesperación y la impotencia formaban un remolino dentro de su cabeza, apenas podía pensar... ¡no había forma de salir, los habían encerrado! ...no hay forma... tal vez en el segundo piso... Nervioso, pasó los dedos por su cabello ... No, tienen que haber sellado todas las ventanas... todas las salidas... Bruscamente girópara devolverse al pasillo en donde se había separado de sus compañeros. Ya vería como llegar al salón. Caminó maldiciendo su suerte aún apretando su varita con fuerza, entonces, escuchó detrás de él, en el vestíbulo, pasos que hicieron que girara inmediatamente. Primero sorpresa y luego rabia recorrriendo su cuerpo, fue su reacción al encontrarse de frente con Malfoy que acababa de llegar desde las mazmorras. También había corrido hasta ahí, pero al ver a Potter, se detuvo al instante. Lo miró y luego observó los ventanales y la enorme puerta del vestíbulo completamente cerrada. Después le dio la espalda y se fue por donde había llegado.
Pero Harry no lo dejó partir. Estaba seguro que no estaba ahí solo porque se había perdido.
—A qué venías; Malfoy —Sentía el calor en sus orejas, la ira acumulada por la impotencia de no hacer nada, luchaba por salir y desquitarse con alguien —Apuesto un brazo a que querías evitar que saliera.
—Iba a salir a pelear, debí saber que nos tenían encerrados.
—No te creo. Eres un mentiroso rastrero, Malfoy —Draco que le había dado la espalda, se volteó nuevamente para enfrentarlo. Harry continuó — ¿Quieres que te crea que ibas a pelear? No seas ridículo. Tu lo único que sabes hacer es huir o pedir que te salven
Draco levantó la varita con una expresión neutra —Yo no huyo —estaba invitándolo a pelear — Y tu¿lo harás?
Harry levantó la suya decidido, deseaba hacer esto desde hacía tanto tiempo… Cada vez que lo veía, cada vez que pensaba en él, solo quería enfrentarlo, desquitarse, atacarlo…
—Uno… —Harry comenzó la cuenta.
—...dos...—Draco pensó en lanzarle el hechizo ahora, pero eso sólo haría que Harry se sintiera con mayor derecho de llamarlo cobarde; y él no le daría ese gusto.
—...¡tres!
Malfoy salió volando, dio bote en la pared del fondo, y salió disparado en otra dirección y en otra y en otra, como si se hubiera convertido en una pelota. Sentía la velocidad más fuerte de lo que alguna vez experimentó volando sobre su escoba; cortaba el aire con tal fuerza que era doloroso abrir los ojos. Finalmente se estrelló cerca de la puerta casi sin respiración, parando al fin.
Mareado, lleno de golpes, raspones y sangre en su cara, preguntándose si lo que le oprimía el pecho era una costilla rota... sí, al parecer eso era, se puso de pie con mucha dificultad y se sacudió un poco.
Y sonrió.
Harry estaba de pie intentando librarse de una caja transparente que lo tenía prisionero. Ya había tratado con varios hechizos y ninguno funcionaba, por lo que ahora estaba golpeando todos los lados en busca de una salida.
Draco caminó lentamente con una mano apoyada en su pecho, que le dolía mucho, hasta que llegó frente a la caja. Frente al rostro de Potter.
—Ésta es la razón por la que tu estás en Gryffindor y no en Slytherin -Malfoy sonreía satisfecho de sí mismo -Mientras tú usas la fuerza bruta, yo planeo …
—Esto es solo una prueba de lo cobarde que eres¡enfréntame! —la voz de Harry se escuchaba amortiguada.
—Ya te enfrenté, he ganado y lo que te haré te dolerá mucho más que lo que me hiciste.
Y con un movimiento de su varita, las heridas, el polvo y los rasgones en su pijama desaparecieron. Luego empujó la caja y Harry cayó de espaldas. Malfoy hizo aparecer de su varita un hilillo brillante que unió a la parte de arriba de la caja, donde estaba la cabeza de Harry. Y comenzó a caminar hacia el salón, aguantando heroicamente erguido el dolor por su costilla rota y arrastrando a Potter detrás de él.
El salón estaba lleno de estudiantes en pijama. Las mesas permanecían en sus lugares y los alumnos se encontraban en ellas hablando y especulando sobre lo que sucedía afuera del castillo. Los prefectos se encargaban de mantener el orden general, calmando a los chicos que estuvieran más asustados y evitando que el pánico se propagara por el lugar.
Hermione y Ron se encontraban muy preocupados, Harry había desaparecido hacía un buen rato y temían que, siendo tan impulsivo, hubiese ido a enfrentar a los mortífagos en el bosque prohibido. Además, McGonagall no había hecho nada más que mandar un fantasma a quién sabe donde, reportando la desaparición del chico.
—...es lo suficientemente grande para saber que es lo que hace. Solo debemos confiar en que haga lo correcto —Ron intentaba tranquilizar a Hermione.
—Pero, no creo que lo que nosotros consideramos correcto, sea también lo que…
— ¡PLAF! —las puertas del salón del lado de Slytherin se abrieron estrepitosamente, asustando a todos los presentes y haciendo que miraran en esa dirección. Lo único que podían ver era a Malfoy sonriendo.
Se acercó sin prisa hacia la mesa de Gryffindor, con paso fuerte y decidido. El silencio sepulcral en el gran comedor sólo era roto por el ruido de las pisadas de Draco y un extraño sonido que nadie podía identificar bien. Parecía que algo se arrastraba tras el rubio, algo pesado, algo como…
— ¡HARRY! —Hermione había visto la enorme caja que contenía a su amigo.
—Aquí está Potter, listo y envasado —Malfoy estaba frente a Colin Creevey quien se había parado para ver mejor —El sueño de todo coleccionista —hizo un movimiento con su varita y un enorme moño verde apareció sobre la caja —Te lo regalo —y empujó a Harry hacia los pies de Collin, estrellándose con éste. El chico cayó sobre el cajón, con la cabeza hacia la entrepierna de Potter.
El salón estalló en risas, a algunos les pareció incorrecto lo que estaba ocurriendo así que trataron de taparse la boca para que sus carcajadas no se oyeran. Los Slytherins se habían subido a la mesa para poder ver mejor, aplaudían y se retorcían de la risa, mientras que los Gryffindor estaban rojos de furia. Hermione, Ron y Ginny, junto con otros estudiantes, corrieron a ayudarlos.
¡Señor Malfoy! -la voz de McGonagall hizo callar a todos los alumnos -¿Cómo es posible que en una situación como ésta pueda hacer este tipo de estupideces? —la boca de la profesora estaba totalmente tensa por la rabia -100 puntos menos para Slytherin y será castigado. Váyase a su mesa.
Draco llegó junto a sus compañeros y se sentó. Realmente no le importaba que le hubiesen quitado puntos, después de todo, iban en el último lugar gracias a que eran la casa con menos alumnos; y a juzgar por el comportamiento de sus compañeros, a ellos tampoco les importaba.
—Eres adorable Draco -Le dijo Blaise, notablemente aliviado, mientras sus compañeros vitoreaban al príncipe de la casa.
—Fue genial.
— ¿Cómo lo hiciste?
— ¿Qué pasó allá?
—Potter y yo tuvimos un duelo y naturalmente yo lo gané —Draco se veía satisfecho. Se giró hacia su amigo —Blaise¿hay baños aquí?
—Si, es esa puerta —le señaló una larga y un poco angosta puerta de roble.
— ¿Me acompañarías? —y le sonrió encantadoramente.
Mientras las serpientes recibían al rubio, al otro lado del salón, Hermione finalmente lograba liberar a Harry y ahora se disponía a dejarlo sordo con sus reclamos.
— ¡Cómo se te ocurre salir sin siquiera avisar! —la chica estaba bastante enojada — y ¿por qué llegaste así¿Trataste de salir a pelear?
—...
Hermione miró hacia la mesa de Slytherin en donde todos felicitaban a Draco — ¿Él te atrapó para que no salieras, verdad?
—... —no quería responder. Aún la rabia por todo lo que estaba pasando no le dejaba pensar claramente. Sólo quería ir hacia el imbécil de Malfoy y romperle la cara a golpes.
— ¿Lo hiciste?
—Si —comenzaba a sentirse extrañamente tranquilo. Toda la rabia que tenía, se estaba alejando, dejándolo sólo un poco molesto —Traté de salir, pero Malfoy me encerró en la caja.
Hermione se acercó y lo abrazó. Realmente había estado muy preocupada y, aunque todavía estaba enojada por la imprudencia de Harry, también se sentía muy aliviada de tenerlo ahí.
—No puedo creer que hayas hecho eso...—Ron estaba junto a ellos. No sabía si estrangular al inconsciente de su amigo, o tirarse en la silla más próxima y sentirse feliz porque el moreno ya estaba junto a ellos.
Harry ya no se sentía con ganas de seguir hablando. Se sentía débil y aletargado, por lo que sólo escuchaba a sus dos amigos retarlo y a Hermione abrazarlo. Estaba enojado, no había logrado salir y para colmo Malfoy lo había humillado frente a todo el colegio...Lo odio... intentó concentrar todo su enojo en el rubio...bastardo...pero, incluso hasta para odiar al chico, había perdido la fuerza.
Miró a sus amigos y notó que también ellos se habían calmado. De hecho, todo el salón se encontraba en calma; los chicos que antes habían estado histéricos, ahora se encontraban en sus bancos, tan tranquilos como si ocurriese nada. En todo caso, eso a él no le importaba en lo más mínimo, después de todo, no era de su incumbencia. Se giró y vio a través de los brazos de Hermione a McGonagall, que dejaba sobre la mesa, al lado de Neville, un potecito negro del que salían brillantes líneas de humo violeta. Siguió con la mirada a la profesora, cada diez bancos, dejaba uno de aquellos potes. Miró a Firenze, que se encontraba en la mesa de Ravenclaw, y hacía exactamente lo mismo. Buscó a Madame Ponfrey hasta ubicarla en la mesa de Slytherin dejando los mismos potes...¿qué será?...no creo que...pero sus pensamientos se vieron interrumpidos ya que en esa misma mesa, Malfoy se levantaba con Blaise...maldito...y atravesaba una puerta de roble.
El baño era pequeño. Sobre la puerta estaba el símbolo de Slytherin tallado en piedra. Contaba con cuatro inodoros, cuatro lavabos con un enorme espejo al frente y, como estaba pensado para que los ocupantes del salón pudieran pasar un tiempo encerrados en aquel lugar, estaba equipado además con dos duchas y dos vestidores. Nada parecido a lo que estaban acostumbrados en Hogwarts, pero era suficiente.
Luego de comprobar que no había nadie adentro, cerraron la puerta con llave, era la única forma de tener algo de privacidad.
—Mi niño... —Blaise miró tiernamente a Draco que caminaba hacia el espejo — ...Casi me matas del susto, imaginé tantas cosas que podían haberte pasado... ¿Cómo te encontraste con Potter, qué estaban haciendo? —Blaise se puso repentinamente serio — ¿Por qué saliste del salón? Supongo que no intentaste ir a pelear con él ni mucho menos a enfrentar a los mortífagos, porque eso sería una real...
Draco se apoyó en un lavabo y se encogió. Todo el aire de triunfo que lo había envuelto hasta hacía unos segundos se había ido.
— ¿Qué te pasa? —Blaise, que hasta ese momento estaba apoyado en la puerta, se acercó un poco.
—No salí ileso del duelo con Potter —ahora Draco tenía una mueca de dolor en el rostro. Levantó su varita y pronunció un conjuro para dejar ver a Blaise el verdadero estado en que se encontraba. Zabini lo quedó mirando impresionado, pero no pudo hacer ninguna pregunta porque Draco se le adelantó —Potter, me hizo rebotar por todo el vestíbulo.
—Pero...¿Por qué no lo dijiste, lo hubieran castigado a él también.
— ¿Para que todos supieran que también me había herido¿estas loco? Si hubiera llegado en este estado, no habría sido una victoria lo que acabo de hacer.
Blaise comenzó a reír —Tú no cambias. Déjame verte —caminó hasta donde estaba Draco y levantó hacia él, con delicadeza, el rostro magullado para verlo mejor.
—Creo que tengo una costilla rota o algo, me duele mucho.
Blaise dejó de sonreír —¿Hablas en serio?
—Tienes que curarme, como lo hiciste con Véntor en las vacaciones.
—¡Estás loco¡un pájaro es diferente a un humano, le curé la pata, no las costillas!
—Es el mismo hechizo.
— ¡Pero eso fue solo suerte! no practicaré eso contigo... Llamaré a la señora Pomfrey —se encaminó hacia la puerta, pero Draco lo tomó por el brazo aún apoyándose en el lavamanos.
— ¡NO¡Tienes que curarme tú; si la llamas, sabrán que Potter me lastimó!
— ¡ERES UN IMBÉCIL, TE PODRÍA QUEBRAR TODAS LAS COSTILLAS SI HAGO MAL EL HECHIZO. YO NO SOY UN SANADOR, NO ME VOY A ARRIESGAR!
—Entonces me quedaré así —le dijo desafiante con su mirada llena de orgullo.
Blaise le golpeó el pecho sacándole un grito de dolor —¡Maravilloso, estás en perfectas condiciones para pelear en el caso de que Voldemort llegue hasta acá —se burló —¿NO TE DAS CUENTA DE LA SITUACIÓN EN LA QUE ESTAMOS?
Draco volvió a apoyarse en el lavamanos con ambas manos, agitado por el golpe recibido, mientras Blaise lo miraba incrédulo.
—Deja de gritar —logró articular el rubio casi sin aliento
—Voy a buscarla no me importa lo que pienses —y caminó con paso firme hacia la salida.
—No te vuelvo a hablar si lo haces.
Blaise paró en seco y se dio vuelta para encararlo nuevamente —Tú no puedes, ni siquiera puedes dormir solo. No lograrías vivir sin mí.
—No-te-vuelvo-a-hablar —La mirada determinada y gélida de Draco chocó con la de Zabini por el espejo, amenazaba con odiarlo para siempre si no cumplía con sus exigencias. Era esa mirada con la que lograba intimidar a sus enemigos, la misma con que había observado la cama de Nott cuando los dejó para irse con Voldemort.
Esperó un momento para decidir qué hacer y luego de maldecirse por dejar que lo manipulara de ese modo, caminó hacia el rubio otra vez —¡Bien, pero si no resulta... la voy a llamar ¡Acuéstate en el suelo y levántate el pijama!
Lentamente se recostó en la piedra, aún con el gris frío en sus ojos.
—¡Ya deja de mirarme así o te dejo aquí tirado!. Necesito que tengas el pecho descubierto ¡levántate toda la ropa!
Examinó cada hueso con las manos temblorosas hasta que un grito de Malfoy, le indicó cual era el que debía estar fracturado. Un escalofrío le recorrió mientras elevaba la varita para apuntarlo... ahora solo tenía que hacer el hechizo. Su corazón parecía estar dándose el impulso para salir por la boca...que resulte por favor...Estaba completamente agitado y tembloroso...mantén la cabeza fría... Aunque las imágenes que desfilaban por su cabeza acerca de lo que podía llegar a pasarle a Draco, sólo lo angustiaban más. Contuvo la respiración y agitó su varita —¡Enmendo!.
Cerró los ojos con miedo, no quería encontrarse con las costillas de su amigo fuera del cuerpo.
—No me duele —dijo Draco en medio de un suspiro, al parecer él también había estado conteniendo la respiración.
Blaise abrió los ojos y aún con las manos temblando, recorrió con la yema de los dedos el suave, amoratado y ahora sin huesos rotos, pecho de su amigo.
—Estás bien... —le dijo mientras la presión que había sentido se desvanecía y besó tiernamente el lugar que antes había estado herido —Un día de estos me vas a matar —apoyó ligeramente su cabeza sobre la piel de Draco y se quedó ahí, disfrutando de su calor, aliviado.
—Te dije que podías —le respondió con suficiencia Draco.
Blaise sonrió.
Se quedaron así un rato más hasta que alguien golpeó la puerta.
—¡Abran, necesito entrar!
Se pusieron de pie al instante, Draco se volvió a poner el hechizo que lo mantenía disfrazado y besó febrilmente a Blaise, luego lo mordió.
—Pon cara de haber ligado, no quiero que sospechen lo que hacíamos realmente —le ordenó a Blaise mientras se dirigía a abrir la puerta.
Habían pasado un par de horas desde que los habían encerrado en el salón. Harry estaba sentado en el piso, envuelto en unas mantas y apoyado en el hombro de Hermione, quien tenía la cabeza de Ron en su regazo. Se sentía mejor al estar con sus amigos, ellos le daban una seguridad que le hacía pensar que todo saldría bien.
Varios alumnos se le habían acercado para preguntarle sobre lo que había pasado con Malfoy, pero ni Ron ni Hermione los habían dejado pronunciar más que un par de sílabas, y eso se los agradecía mucho. No tenía ánimo para darle explicaciones a nadie y menos a una tropa de mocosos impertinentes. Seguramente el rubio estaba pasando por una situación similar, pero en su caso, no se negaría a hablar. Probablemente se había inventado toda una historia donde él, Draco Malfoy, arriesgando su miserable vida, se había enfrentado a un tropel de mortífagos y Dementores, salvando al pobre Potter. No quería mirar en su dirección para verlo hacer una de sus ridículas pantomimas, en las que siempre lo ridiculizaba. Se obligó a no pensar en él.
—Estoy seguro de que fue para entregarlo...
—No Ariel, pelearon y punto.
Unos chicos de segundo de Hufflepuff estaban intentando, al igual que el resto de los estudiantes, saber que era lo que había pasado. El colegio ya estaba muy acostumbrado a sus peleas, ya que no pasaba una semana sin que hubiese algún roce entre ellos en los pasillos desde que habían ingresado a Hogwarts; pero por lo general, estos conflictos no eran tan escandalosos y no se llevaban a cabo en una situación tan tensa.
—...no, se toparon en el pasillo y se pusieron a pelear como siempre.
—Te equivocas Belinda, Malfoy fue a...
...Malfoy...Harry levantó la barbilla y miró hacia el techo. ésta se la cobraría, lo humillaría frente a todos y se vengaría por lo que le había hecho, también recuperaría su capa y se reiría de él. Cerró los ojos y bajó la cabeza...ya verá...
Tendría que ser algo que no pudiese olvidar nunca, algo que le dejase en claro que él no podía tratarlo así, algo que realmente le doliera. Sonrió ligeramente y abrió los ojos. El rubio estaba justo al frente, en su campo visual.
Ya encontraría la venganza adecuada, no importaba que no fuese hoy o mañana, pero él, Harry James Potter, se vengaría de aquel ser despreciable que estaba sentado tan tranquilo al otro lado del salón, tan silencioso, tan solo...
No, no estaba solo, había mucha gente alrededor suyo. Toda la casa de Slytherin parecía estar rodeándolo, todos bien juntos y cerca de él, pero Draco no tocaba a nadie. Ni siquiera a Blaise, que se encontraba sentado a su lado abrazando a una niña de cuarto. Harry creyó que Draco estaría sobre Zabini, montando un espectáculo digno de ellos; pero en lugar de eso, el chico rubio sólo se mantenía cerca del moreno, sin hacerle nada. Harry buscó a la prefecta y la vio sentada junto a unos chicos que no conocía y bastante alejada de Malfoy. Seguramente ya terminaron. Era extraño, ya que a pesar de que el platinado estaba separado de todos, parecía que los estudiantes de slytherin le habían rodeado, a él y a Blaise.
Pasaron un buen rato sin noticias. Llevaban muchísimo tiempo adentro y se encontraban cansados, angustiados y nerviosos porque nadie les daba noticias de lo que sucedía afuera. Algunos estudiantes se entretenían dando paseos por el salón para estirar las piernas, otros conversaban en sus puestos sobre el quidditch, tareas, o si los aurores podrían detener el ataque. Pero sin importar lo que hicieran, nadie podía dormir, ya fuera porque no tenía sueño o porque uno de los encargados se lo prohibiera. En varias ocasiones, Ron y Hermione tuvieron que levantarse y despertar a algún chico que estuviera durmiendo sobre la mesa, ya que debían estar atentos por si necesitaban evacuar el colegio.
Luego de cuatro horas más, finalmente Nick casi decapitado atravesó el muro por donde estaba la mesa de los profesores y se juntó con McGonagall. Varios chicos (por no decir todos) se quedaron en silencio intentando escuchar la conversación, pero la profesora llevó al fantasma lejos de los oídos curiosos. Unos minutos más tarde volvió, pero no les dio ninguna información, aunque se veía más aliviada, por lo que los estudiantes supusieron que las cosas no podían ir tan mal y se relajaron un poco. Pasó otra hora y el mismo fantasma llegó, sonriendo abiertamente, McGonagall le indicó que salieran del salón para hablar tranquilos.
— ¿Y qué ha pasado?
—Ya no queda ningún mortífago en pie y se están llevando a los que lograron capturar.
— ¿Lograron capturar? —Minerva se alarmó —¿No atraparon a todos?
— A la mayoría de ellos, pero unos cuantos lograron escapar —al ver la expresión de preocupación en el rostro de la maestra, Nick se apresuró a continuar —Pero Dumbledore dice que no podrían volver a atacar el colegio inmediatamente porque han quedado bastante heridos y ya no cuentan con la ayuda de sus gigantes porque también fueron capturados.
McGonagall suspiró aliviada, si Dumbledore lo decía... Volvió al salón en donde los chicos esperaban ansiosos las noticias. Al instante de darles la información, los estudiantes se alegraron y se relajaron totalmente. La profesora les pidió que se mantuvieran en sus lugares ya que debían esperar a que el director volviera.
—Profesora McGonagall —Flitwick entró al salón. Detrás de él venían Madame Pince y la profesora Sprout —El director necesita que vaya a su despacho —luego miró al centauro —Usted también debe ir, Firenze.
Ambos siguieron al profesor de Encantamientos, quedando en el salón la enfermera, la bibliotecaria y la maestra de Herbología.
Los estudiantes se miraron confundidos¿para que podría quererlos?
— ¡Ah! —exclamó Hermione. Harry y Ron la miraron.
— ¿"Ah" qué?
—Es que...ya sé para que son los potes...
—...—Ambos chicos la miraron con las cejas en alto. ¿Y eso a quién le importaba? Ron, para no ser grosero, le preguntó.
—Oh...bueno, no creo que deba decirles —los chicos le seguían observando —No puedo creer que no lo haya sabido antes —sus amigos no apartaban los ojos de ella —Bien, bien, se los diré: los potes tienen un tranquilizante a base de violetas...
Antes de que alguno de sus amigos le dijera algo, nuevamente un fantasma entró en el salón, se acercó a la profesora Sprout y le dijo algo que nadie escuchó. La profesora recorrió el cuarto con la mirada y luego se puso enfrente de los estudiantes, quienes dejaron de hablar inmediatamente.
La profesora se aclaró la garganta y pronunció:
—Las señoritas Lisa Turpin de Ravenclaw y Hannah Abbott de Hufflepuff deben presentarse en el despacho el director inmediatamente —todas las miradas se dirigieron a ambas chicas y un murmullo general se apoderó del lugar. La profesora se aclaró ruidosamente la garganta y continuó:
—También los señores Harry Potter de Gryffindor y Draco Malfoy de Slytherin deben ir —esta vez los ojos se desviaron hacia los dos chicos y naturalmente los murmullos y especulaciones nuevamente se hicieron dueños el lugar. Hermione y Ron miraban a Harry, confundidos. No podía ser que lo estuvieran citando al despacho de Dumbledore por la pelea con Malfoy porque si fuese así, no tendrían por qué ir ni Lisa ni Hannah, ya que ellas no participaron del pleito. Ron interrogó a Harry con la mirada, pero éste no le podía dar ninguna respuesta ya que ni él sabía por qué lo mandaban a buscar. Se paró rápidamente y atravesó el salón, en medio de un centenar de miradas y cuchicheos, y salió junto con los otros tres chicos por la puerta de profesores. Ya afuera, el fantasma los guió hasta la oficina de Dumbledore en donde le indicó a Lisa que pasara a ver al director. Los chicos no alcanzaron a preguntale nada ya que el fantasma se fue sin más, dejándolos en la entrada del despacho.
—Bien, allá voy —dijo Lisa un tanto nerviosa y subió por la larga escalera de caracol mientras los demás se quedaban abajo esperándola.
Pasó un cuarto de hora, en donde ninguno de los estudiantes dijo nada, hasta que la chica reapareció por el umbral, pálida y con una cajita azul en sus manos.
—Y...¿qué pasó? —peguntó Hannah.
—No puedo decirles, pero ahora tu tienes que subir —dijo con voz débil. Apretó aún más la caja en sus manos.
La Hufflepuff la miró y luego fijó su vista en la escalera. Lo que fuese a hablar con el viejo, no podía ser nada bueno. Miró a los demás y subió por la escalera, desapareciendo de la vista de los chicos.
—Pero...¿de qué hablaron? —Harry se acercó a la chica.
—Ya dije que no puedo decirles. En todo caso, ya debo irme —y salió corriendo en dirección contraria.
Ambos jóvenes se miraron por un breve instante y luego se pusieron cada uno a un lado de la gárgola que custodiaba la entrada al despacho del director.
Luego de veinte minutos, Hannah apareció con una sonrisa nerviosa y una caja ocre en los brazos. Se acercó a Harry y le indicó que era su turno de hablar con Dumbledore. Después salió corriendo del lugar.
Harry vio a la chica marcharse y luego subió, decidido, los escalones de piedra.A cada paso que daba, se sentía más nervioso. Había estado tantas veces en aquel lugar que hasta sabía cuántos peldaños tenía la escalera. Llegó hasta la brillante puerta de roble y golpeó la aldaba; la puerta se abrió sola, dejando el espacio para que Harry entrara.
El cuarto estaba totalmente iluminado y en la mayoría de los cuadros, no había nadie. Todos los extraños artefactos se encontraban en movimiento, echando humo y zumbando sin parar. Dumbledore se encontraba sentado tras su escritorio y miraba a Harry.
—Toma asiento —le indicó una butaca al frente de él — ¿Quieres un poco de té¿o tal vez unos bollos? —y por arte de magia, aparecieron sobre su escritorio una pequeña teterita de plata, unas tacitas a juego y un plato lleno de bollos de chocolate. Harry se sentó en donde le indicaron y tomó la taza, esperando que el director no le hubiese mandado a llamar sólo para un bocadillo nocturno.
—Harry, creo que ya estas al tanto de lo que ha ocurrido esta noche —comenzó Albus. El chico asintió —Esto es algo que ya veía venirse, algo que ya nos habían avisado que podría suceder. Era cosa de esperar a que pasara, por lo que ya había pensado en algo para procurar la seguridad de todos, algo en lo que tú eres una pieza fundamental. — Potter, que mantenía la vista fija en el director, dejó la taza sobre la mesa —Harry, necesito que nos ayudes; que me ayudes ¿Puedo confiar en ti? —el chico, sin saber qué era lo que tenía planeado el director, asintió con seguridad. Si necesitaban de su ayuda, él no podría negarla —Ya sabía que aceptarías —el director se paró de su asiento y se acercó a la ventana —Verás, desde que hemos sido advertidos de un posible ataque a Hogwarts, no como el de esta noche el cual fue solo una prueba, he pensado en la mejor forma de proteger a los alumnos y he llegado a la conclusión de que lo mejor es alejarlos del centro de la batalla, mandarlos lejos...
—Pero profesor —habló por primera vez Harry —Hogwarts es el lugar más seguro sobre la tierra...
—Precisamente, tú mismo lo has dicho —lo interrumpió —Hogwarts es el lugar más seguro sobre la tierra...pero no el más seguro de todos. Siempre puede pasar que el enemigo entre a los terrenos tal cual pasó hoy, pero si no se encontraran en tierra firme, mas bien lejos de ella... —el cerebro de Harry empezó a trabajar a toda máquina. Lo que el viejo quería era sacarlos del castillo, sacarlos de tierra...
Dumbledore observaba a Harry esperando a que se diera cuenta de lo que había querido decir. El chico lo miró atónito.
— Usted...¿Nos quiere mandar al mar?
—De hecho...sí —Harry no podía cerrar la boca de la impresión —y es aquí cuando necesito de tu ayuda ya que yo no podré acompañarlos. Ni yo, ni los profesores.
Ante esto último, Harry se paró bruscamente y miró al director con los ojos muy abiertos. A parte de mandarlos fuera del colegio y embarcarlos a quizás donde, no contarían con la presencia de nadie.
—Y es en este punto, Harry, en donde necesito de tu ayuda —el director se acercó a la mesa, tomó una taza de té y le dio un sorbo —le falta azúcar —conjuró un azucarero y tomó un par de terrones que dejó caer en la taza, revolviendo con una cuchara. Dio otro sorbo —Delicioso. Bueno, como ya tienes experiencia enseñando, creo que eres el más adecuado para seguir con las clases de Defensa durante el tiempo en que se encuentren en alta mar.
...Yo enseñar...—Yo no tengo expe...—comenzó a decir Harry, pero recordó su quinto año, en donde él le había enseñado a varios compañeros algunos hechizos. Dumbledore le observaba desde su posición sonriendo. —Pero eso fue... ¡No es lo mismo enseñarle a un par de amigos que hacer de profesor a todo un colegio!
—Entonces¿te niegas a hacerlo? —los penetrantes ojos azules de Dumbledore se clavaron en él. Harry sintió que si no lo hacía, si se rehusaba, lo defraudaría; y realmente no quería hacerle eso. Miró hacia un lado y tomó aire.
—Yo, lo haré. Intentaré enseñar —Dumbledore se acercó al chico y le miró directamente a los ojos —Si no quieres hacerlo, puedes decírmelo. No te obligaré a nada.
Harry lo encaró y reafirmó su decisión. Dumbledore sonrió.
— ¿Pero por qué no irán?
—Verás, Harry. Lo que vamos a hacer, no lo saben los profesores. Antes de que ustedes vinieran, hable con todos ellos y les pedí que dejaran el colegio para que se dedicaran completamente a las tareas de la orden. Por seguridad, no les dije nada acerca de lo que vamos a hacer.
— ¿Y no van a sospechar? Digo, es extraño que de un día para otro todos los profesores del colegio ya no hagan clases.
—De eso no te preocupes que ya lo tenemos solucionado —Harry no preguntó nada más. Por lo que Albus continuó con el tema de cómo se organizarían fuera de Hogwarts —Para mantener la mayor parte de las reglas del colegio, permanecerá el sistema de las cuatro casas, por lo que tu, además de ser uno de los profesores, serás el jefe de la casa de Gryffindor...
Ante esto último Harry dio un brinco. No sólo iba a enseñar, sino que también sería una de las figuras de autoridad en el barco, la responsabilidad de toda su casa recaería sobre él. Sintió un nudo en el estómago y se sentó nuevamente. De inmediato una duda lo asaltó; si él sería el jefe de Gryffindor¿quienes serían los de las demás casas? Recordó a los demás chicos que habían citado, todos eran de diferentes casas. No puede ser...Malfoy será...
—...Naturalmente —Dumbledore siguió —no estarán totalmente solos ya que Madame Ponfrey, Madame Pince, el señor Filch y la profesora Sprout los acompañarán —Esto tranquilizó un poco al joven, por lo menos no irían totalmente solos.
—Pero profesor¿a dónde iremos, es alguna isla ?
—Con respecto a donde irán, es un espacio mágico en el mar. Nadie podría llegar hasta allí ya que es territorio de varias razas de animales marinos que no dejan que nadie se interne en sus dominios. Logramos hacer que acepten la presencia de un barco que hemos hechizado para hacerlo más seguro. Debo decir que en esto último, el Señor Bill Weasley ha sido de gran ayuda...
— ¿Bill¡¿El hermano de Ron!
—Así es y él también los acompañará. Cualquier duda la podrán aclarar con él ya que es el que está más informado de todo lo referente al barco.
Esto era increíble, tanta información había aturdido un poco a Harry. Tomó la taza de té y bebió un largo trago. Había algo en todo esto que no dejaba de molestarle. Sabía que era por su bien y por el de todos sus compañeros, pero tenía la desagradable sensación de que lo encerrarían mandándolo a una especie de jaula de la que no podría escapar.
El anciano pareció adivinar lo que el chico pensaba y agregó:
—Sé que es desagradable tomar este tipo de medidas, sacarlos del castillo que tanto conocen y llevarlos a un lugar extraño, pero es la mejor solución. Incluso es mejor que tenerlos encerrados en el castillo, como hasta ahora, ya que por lo menos en el barco se encontrarán totalmente seguros —Dumbledore jamás habría tomado una decisión tan radical, pero las circunstancias lo obligaban. No tenían otra opción.
Harry vio que Dumbledore tampoco se veía muy contento con la situación y decidió no seguir dándole más vueltas al asunto, debía asumir lo que le tenían preparado y trataría de hacerlo lo mejor posible. Solo le quedaba una pregunta más¿cuando se irían y cuanto tiempo se quedarían en el barco-escuela?
—Partirán hoy mismo y se quedarán todo el tiempo que sea necesario —le respondió Albus —Ahora, debes ir inmediatamente a empacar; cuando termines, tendrás que esperar frente a la gárgola ya que hay que informarle a los estudiantes sobre el viaje.
Harry, aún impactado por la noticia, se levantó de la silla, dejó la taza de té a un lado y se encaminó hacia la puerta.
—Harry —el moreno miró al director que sostenía una caja de color rojo oscuro —Toma. Ábrelo cuando estés solo y no le digas a nadie. Ah¿y le puedes decir al señor Malfoy que suba por favor?
Cuando llegó hasta la gárgola, vio que Lisa ya estaba ahí con su baúl. Se veía igual de nerviosa que cuando salió del despacho. Harry le sonrió y miró a Malfoy.
—El director quiere hablar contigo.
Draco pasó por su lado sin siquiera mirarlo y desapareció por la escalera.
Harry miró a Malfoy con resentimiento y salió corriendo hacia la torre de Gryffindor.
Entró a su sala común después de gritarle la contraseña a la señora gorda. Desde que había salido del despacho del director, algo no terminaba de molestarle. Mientras corría hacia la sala, aquel sentimiento no dejó de hacerse presente. Repasó mentalmente, tenía miedo, estaba nervioso y se sentía inseguro, pero qué más...
Rabia, eso era. Sentía rabia, pero ¿por qué? Subió los escalones de dos en dos y llegó hasta su cuarto. Abrió de un solo manotón la tapa de su baúl y empezó a juntar sus cosas.
...por qué me siento así...no podía precisar el por qué, y eso lo estaba volviendo loco.
Una vocecilla en su cabeza le dio la respuesta ...porque te dejaron de lado...
Eso era, Dumbledore lo mandaba lejos sólo porque era un estorbo para él. Se sentó en la orilla de la cama.
Un estorbo. Estaba harto de que lo trataran como a un niño inútil al que debían proteger. Él ya estaba lo suficientemente grande como para que siguieran cuidándolo y apartándolo de todo, siempre dejándolo de lado so pretexto de que "debían cuidarlo". Pateó el piso con rabia. Nuevamente lo estaban obligando a huir. Nuevamente lo estaban obligando a salir de en medio para que los "grandes" arreglaran la situación. Trató de tranquilizarse, no servía de nada enojarse y no hacer nada, ya había aceptado y no podía retractarse. Había dejado que
lo marginaran de la guerra como siempre. Se levantó de mala gana y siguió recogiendo sus cosas, ya no había nada que hacer.
Ya había empacado todo, repasó mentalmente si se le quedaba algo y recordó que la noche anterior había dejado un libro en la sala común. Bajó rápidamente para buscarlo y lo encontró sobre la butaca en la que acostumbraba a pasar la tarde. Sería extraño ya no estar en el castillo que consideraba su hogar. Tomó el texto y miró la sala común, estaba llena de papeles, libros, algunas chaquetas y túnicas que los estudiantes más desordenados dejaban olvidadas en las mesas y sillas del lugar. Realmente sería extraño no dormir más ahí. Subió hasta su dormitorio y echó el libro al baúl. Miró hacia su cama y vio la caja que Dumbledore le había dado. La tomó y la examinó por todas partes ...qué será... La superficie era totalmente lisa y no parecía tener cerraduras, por lo que apuntó su varita y le lanzó un hechizo. Nada ocurrió. Comenzó a darle pequeños golpecitos en todas las caras, pero tampoco logró abrirla. Se sentó en la cama y pensó en como abrirla ...ya sé... pasó su dedo por cada una de las aristas, pero nada ocurrió. Tamborileó los dedos sobre la superficie y sonó un "click" y la tapa se abrió. Harry la levantó y vio un gran espacio vacío.
—Como el baúl de Moody —susurróMetió la mano en las profundidades y sacó un antiguo y grueso libro lleno de polvo. Se lo acercó a la cara y lo sopló para ver el título, pero en la tapa no había nada. Lo examinó por todas partes, pero en ninguna parte decía nada. Resignado, y pensando en que después tendría tiempo para revisarlo bien, lo guardóen la caja, que metió en su baúl y lo cerró finalmente. Ya no le faltaba nada. Miró la pieza en donde había dormido los últimos seis años, las cinco camas sin hacer, con los baúles de sus compañeros de cuarto, el póster de fútbol que Dean había pegado en la pared más cercana a su cama y la planta de Neville (que había crecido muchísimo) sobre su mesita de noche. Sonrió tristemente, no sabía en cuanto tiempo volvería a ver aquel lugar. Obviando el miedo hacia lo desconocido, hizo levitar su baúl y bajó hasta la sala común, la miró una última vez y salió por el retrato hacia el despacho del director.
Cuando llegó hasta la gárgola, se encontró a Lisa y a Hannah (que ya había llegado), hablando y comentando nerviosas lo que pasaría. Harry se acercó a ellas y les preguntó si Malfoy había salido.
—No, que yo sepa —contestó Lisa.
Harry miró hacia las escaleras, pensando en cuando partirían hacia el barco.
Luego de veinte minutos eternos, el director logró convencer al rubio de ser el nuevo profesor de pociones y jefe de la casa de Slytherin.
— ¿Y por cuanto tiempo estaremos ahí? —dijo Draco intentando, sin mucho éxito, mantener su usual displicencia; pero la verdad era que estaba sorprendido por la inesperada noticia de viajar; halagado ya que finalmente se enteró de por qué lo habían sacado del cargo de prefecto ("necesitaba que no tuvieras ninguna otra responsabilidad ya que tenía planeado desde un principio darte ésta")y, más que nada, asustado por lo que tendría que hacer y todo lo que le podría pasar.
—Hasta que la situación mejore.
¿Y si la situación no mejoraba nunca¿si mataban a Dumbledore y Voldemort terminaba gobernando el mundo mágico?... a pesar de las dudas Draco prefirió no expresó sus temores, sino que contestó con un simple —Bien... ¿Hay algo más que deba saber?
—No, eso es todo.
Malfoy se paró nervioso y caminó hasta la puerta.
—Señor Malfoy —Dumbledore sostenía una caja verde —esto es para usted. Ábralo cuando esté solo —Draco se acercó de mala gana al director y tomó el regalo —para que le devuelvas la suya a Harry.
Draco miró al anciano sorprendido y salió del despacho sin cerrar la puerta.
Qué habrá querido decir. Miró la caja y pensó en las palabras del director "para que le devuelvas la suya a Harry" Bajó los escalones lentamente, lo sabe...sabe que le tengo la inmunda capa...¿Cómo era que siempre se enteraba de todo ese... viejo? Siguió bajando, ya estaba casi al final de la escalera entonces...Una extraña sonrisa apareció en sus rostro lo que hay aquí debe ser...
Ya abajo, vio a los otros tres chicos conversando, le lanzó una mirada asesina a Harry y antes de que pudiera irse a arreglar sus cosas, el director apareció por la escalera y les indicó que irían al salón en donde los demás estudiantes se encontraban. También les dijo que dejaran sus baúles junto a la gárgola, ya que Filch se encargaría de ellos.
Cuando llegaron, el bullicio que reinaba, cesó inmediatamente. Albus caminó hasta la mesa de los profesores y les hizo un par de señas a los cuatro para que lo acompañaran. Esperó hasta que todos los alumnos miraban en su dirección y comenzó a hablar:
—Antes de decir cualquier cosa, quiero que observen bien a sus compañeros aquí presentes —señaló a los chicos —lo más probable es que la mayoría de ustedes los reconozcan, pero, por si alguno no sabe quiénes son, y porque la ocasión lo requiere les diré sus nombres —Dumbledore presentó a cada uno, dando su nombre y la casa a la que pertenecían. En la cara del resto de los estudiantes se podía ver la confusión. Nadie sabía para qué les estaban recordando quienes eran esos chicos, por lo que varios empezaron a comentar con sus compañeros. Dumbledore hizo una pausa y esperó a que el silencio volviera para continuar — Pido que no olviden ni sus caras ni sus nombres y que desde ahora los respeten tanto, o más que a sus profesores —estas palabras lograron hacer que el estudiantado terminase por no comprender nada y estallase, para variar, en comentarios y especulaciones varias. Dumbledore aprovechó la confusión de sus pupilos para llamar a Filch y decirle que se llevara a los cuatro jóvenes.
—Síganme —les dijo el celador, a lo que los cuatro hicieron caso inmediato. Salieron por la puerta de los profesores, aún escuchando el bullicio del salón. Filch cerró de un golpe la puerta en cuanto el último había salido y su gata apareció dando un salto desde una ventana. Argus la tomó en brazos y la acarició.
—Tu, el chico Malfoy —dijo sin siquiera mirarlo, absorto en su tarea de mimar a su mascota. Draco le vio arrogante —tienes que ir a arreglar tus cosas e ir a dejarlas al pie de la gárgola en el despacho del director. Te esperaremos en el corredor norte, junto a la estatua del monje cojo en quince minutos. ¡Y no te retrases!
Draco, haciendo una mueca de desprecio, se giró y caminó pausadamente hacia su sala común. Los demás siguieron al celador, quien ya había empezado a caminar en dirección contraria aún acariciando a la Señora Norris.
Harry, en sus casi siete años en el colegio, jamás había estado en aquel lugar. Desde que se habían juntado con Malfoy en el lugar acordado, no habían parado de caminar en y en unos cinco minutos ya se encontraban lejos de cualquier parte que pudiera reconocer. Las paredes estaban llenas con cuadros de paisajes y el piso parecía no ser de la típica piedra con la que estaba construido el castillo, de hecho, era madera. Doblaron por una esquina y se encontraron con un angosto y oscuro corredor al cual no se le veía fin. A medida que avanzaban, Harry pudo ver que sólo habían puertas, de muchos colores, formas y materiales, pero nada más.
—Es aquí —Filch les señaló una puerta redonda de cedro con dos maderos atravesados formando una "x" —Cuando entren, tomen el libro malva que se encuentra en el piso —el viejo sacó una llave plateada de un bolsillo y la introdujo en la parte superior de la puerta, la que se deslizó hacia un lado dejándoles el espacio para pasar. Filch los empujó bruscamente hacia adentro, logrando que los chicos cayeran unos sobre otros, y cerró por fuera la puerta.
Adentro todo era oscuridad y el olor a humedad mezclado con el polvo que habían levantado al caer, hacía que respirar diera náuseas. Los chicos se levantaron con dificultad, empujándose unos a otros, y se sacudieron los pijamas. Harry abrió los ojos intentando ver algo, pero era imposible.
—Lumus — Lisa había encendido su varita y ahora apuntaba hacia el piso buscando el libro. Malfoy también prendió la suya e hizo lo mismo. Ahora Harry podía ver el interior, era una sala circular muy pequeña en la que no había nada, ni ventanas, ni chimenea...nada más que un gran montón de polvo y una que otra cucaracha. Prendió su varita y empezó a buscar el libro.
— ¡Aquí está! —Lisa agitaba el texto con una mano y con la otra sostenía su varita. Los demás chicos tomaron el libro desde diferentes extremos y esperaron por un momento.
Siguieron esperando.
—Ehm...tal vez llegamos tarde.
—No lo creo.
Y siguieron esperando.
—Pero que porquería... ni siquiera saben hacer un simple traslador.
—Tus comentarios no sirven para nada, Malfoy.
—Ya cállense que me ponen nerviosa.
De pronto, sintieron que un gancho los tomaba por el ombligo y los arrastraba hacia adelante en un remolino multicolor, elevándolos del piso.
Y luego sintieron que el piso volvía y que sus pies lo tocaban de nuevo. Por suerte, esta vez nadie cayó sobre nadie por lo que inmediatamente pudieron ver lo que los rodeaba. En vez de encontrarse con el sol de la mañana que verían en Hogwarts fueron recibidos por la oscuridad. La inmensa oscuridad de un cielo sublime, ni siquiera era definible como un manto oscuro, sino más bien como el vacío, enorme, absorbente, terrible, terrorífico. Hacia el horizonte apenas se distinguía la línea que separaba ese cielo del mar infinito tan aplastante y angustiante como él.
Eran nada en medio de la nada...
Harry sintió el vacío entrar en su ser y acomodarse en su estómago quitándole cualquier visión optimista que pudiera haber traído consigo desde Hogwarts. No se dio cuenta de que se encontraban en la cubierta superior del barco que sería su nuevo hogar, tampoco sintió la suave brisa que parecía querer darle la bienvenida, ni el leve sonido del agua, ni el olor a sal...
—Bienvenidos chicos —El saludo de Bill lo sacó de su aturdimiento haciendo que se sobresaltara. Los otros tres jóvenes también lo miraron instantáneamente —Bueno, no tenemos mucho tiempo, por lo que les tendré que pedir que me acompañen...
Bill comenzó a trotar hacia un extremo del barco, los chicos vacilantes, le siguieron lentamente hasta una baranda, en donde el mayor de los Weasley les empezó a explicar el funcionamiento y distribución del barco.
—Esta es la zona de los dormitorios de los jefes —les mostró una serie de habitaciones en medio de la cubierta en la que se encontraban —Si me acompañan por favor ...
Lisa miró a Harry incrédula, con el rostro pálido rogando por una explicación convincente, algo que le dijera que esto era normal... Harry movió la cabeza de un lado a otro, sintiéndose más seguro al notar que no estaba solo, que como él Lisa y Hannah también estaban asustadas y perdidas. Bill les hizo una seña con las manos para que se apuraran.
— ¡No tenemos todo el tiempo del mundo, ustedes deben conocer el barco antes de que lleguen sus compañeros así que, apúrense!
Los cuatro trotaron hacia donde estaba él. Harry miró a Malfoy de reojo para chequear cual era su estado... se veía igual que siempre.
Bill abrió una puerta, dejándoles ver un baño medianamente espacioso con tres duchas. Era bastante agradable, pero en ese momento no lo notaron, solo podían ver que era ínfimo comparado con los del castillo. La claustrofobia parecía ser una enfermedad fácil de desarrollar... Salieron hacia el pasillo.
—Y éste es uno de los dormitorios— Weasley señaló una pequeña pieza en la que había un camarote de dos camas y un mueble para la ropa. Los cuatro chicos se horrorizaron. ¡Era increíblemente pequeña!
El sentimiento de frustración al ver ese sucucho que Bill esperaba fuera su dormitorio, los alejó de la preocupación del enorme pozo negro en el que estaban navegando. Si comparaban la pieza que compartían con sus compañeros en Hogwarts... en realidad era mejor no comparar. Tuvieron que entrar de dos en dos para verla porque el espacio que quedaba entre la litera y la pared no alcanzaba más que para dos personas. Tenía dos puertas, una que daba al pasillo de entrada (que conectaba con el baño) y la otra salía directamente a la cubierta de donde venían. Desilusionados, y en el caso de Draco sintiéndose estafado, siguieron escuchando las explicaciones de Bill.
—Son dos habitaciones iguales, una para...—-Harry ya no lo escuchaba. Aún no podía creer la situación en la que se encontraba. Miró hacia la derecha. Podía ver el mar, pequeñas ondas en el agua reflejando el poco de luz que antes no había podido percibir, demasiado impactado por la inmensidad de su entorno... No había luna y finas nubes tapaban la mayoría de las estrellas...Bien, no es tan oscuro después de todo... pensó intentando subirse el ánimo. Ahora podía sentir la brisa húmeda sobre su cara. Se acercó a una baranda y se apoyó en ella, todo hasta donde podía ver, era horizonte. Nuevamente el paisaje lo absorbió oprimiendo su pecho y una alarma creciente resonó dentro de su cabeza cuando todo dejó de parecer un sueño y se presentó descaradamente como la nueva realidad.
¿Dónde había dejado que lo mandara Dumbledore?
Un temblor ligero se apoderó de él. Estaba completamente perdido, ya no estaban Dumbledore ni Sirius para ayudarlo.
...que voy a hacer...no sé que hacer...
...estoy atrapado...
Estaba atrapado
—...y otra...
Y había aceptado la responsabilidad de mantener cautivos junto con él, al resto de sus compañeros...¿no que querías que te trataran como adulto?...
—...para...
Pero Dumbledore confiaba en él, Dumbledore había hecho esto por algo ...no te olvides que es su plan...tenía que sacarlos de ahí algún día...
—...Harry...
Si es que sobrevivían...
—...y Draco.
...y Draco...y Draco...y Draco...y Draco...y Draco...
— ¿QUÉ!
— ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
¡Yupi! van a dormir juntitos, al fin. Bueno hemos llegado al viaje, a la razón de por qué este fic se llama así, lo demás era introducción. Ojalá que ahora ya no avance tan lento y que sus reviews lleguen, porque : "su review es mi sueldo". Gracias.
catzeruf/Diox
