La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras solo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.
Aceptamos toda crítica constructiva mas no ofensiva. Dejen reviews
Antes que cualquier cosa, debemos ofrecerles una gran DISCULPA por nuestro enorme retraso, pero es que hemos tenido, como siempre, muchísimos problemas para escribir. ( ¿Sabían que debemos hacer el fic en Word Pad porque no funciona el otro programa? es super tedioso porque faltan un mar de funciones super importantes y cuesta un chorro escribir decentemente). Además, estuvimos pegadas en una parte del cap. porque teníamos que hacer unos cambios y nos demoramos ya que debíamos ponernos de acuerdo en que sacar y ver que consecuencias traían. (de lo contrario, este cap tendría como 50 hojas más). Pero estamos muy contentas porque finalmente podemos actualizar (sólo esperamos que todavía quede alguien que recuerde el fic).
Ah! otra cosa, nosotras no hemos leído el 6º libro, por lo que no hay referencias en el fic de él, las que no lo han leído, para las que tampoco no lo han leído, pueden leer el fic en paz.
Bue, ahora las respuestas a los reviews:
amnis doctus de Asis:
bueno...espero que te guste este cap. Personalmente creemos que ocurren más cosas en este. No se nota nada que te gusta Blaise... igualmente. Gracias por mandar el review, llegó tarde pero lo importante es que llegó ¿no? –y no tenemos mucha moral para hablar de retrasos...- Bien, ojala que disfrutes del cap.
SARAHI:
Muchas gracias...nos encantan los halagos jejeje. Esperamos que te sigan gustando los cap. largos, ya que no creo que podamos escribir menos. Sinceramente este fic nos tiene esclavizadas. Gracias por leernos y sigue haciéndolo porfis.
Aravis Calvin:
¡Lo sentimos! pero este cap. es tan largo como el anterior (si no más). ¿Qué tipo de acción quieres? Porque estamos dispuestas a escribir Lemon, pero sólo entre Draco y Blaise (por ahora) si te gusta la idea, haznos saberlo. Gracias por leer.
SteDiethel:
Jope, que bakan que te guste, no sabes la alegría que nos da. Bueno, aquí, con Catzeruf, hemos estado discutiendo la idea de Lemon y sólo hemos llegado a la conclusión de que podemos hacer uno entre los Sly. Harry aún es muy chico para esas cosas (pero ya crecerá...jejejejeje).
Gracias por el rev. y esperamos que te guste el siguiente cap.
Oromea-Malfoy:
¿Verdad que Blaise es super? esta como avión, y siempre puedes tener una oportunidad con él. Harry no es sonso, es un poco muy lento pa´estas cosas, con esa super infancia que tuvo el pobre...
Bueno, gracias y sigue leyendo.
sandra-sms:
¡ALOJAAAA! holis, bueno aquí esta el nuevo cap. (tarde pero llegó) ¿Cierto que son la pareja perfecta? Increíble que haya gente que no lo pueda entender, ¡si es tan evidente!
Bue, gracias por leernos y animarnos. Ojala que te guste este.
LAU:
Gomen! ¡sabemos que es largo, pero no lo podemos evitar! Sale así y se niega a ser acortado, aún más; es muy caprichoso nuestro bebé. Muchitas gracias por el review, y por aguantar a este culebrón.
shirachan:
Muchas gracias por el ánimo, siempre es bienvenido. Sip, es una pena esperar por el lemon, inclusive para nosotras ya que en nuestras ácidas cabecitas siempre se van detrás del prado a hacer cositas. En todo caso tienes razón, no se pueden juntar tan rápido!que dirían los demás alumnos de Hogwarts! y con lo copuchentos que son... Bue, gracias y esperamos que sigas leyéndonos. Bye.
yumeko:
¡Gracias!
Bueno...lamentamos la demora, realmente queríamos actualizar antes, pero la suerte no estaba de nuestro lado...Pero aquí esta el capítulo listo para ser leído.
Vale, con respecto a lo del lemon, no esta en nuestro planes inmediatos hacerlos pasar una caliente velada, la relación tiene que madurar un poco (No se trata de andar acostándose en la cama de cualquiera, aunque se trate del precioso Draquito, a pesar de que a nosotras no nos molestaría...Harry debe aguantarse o si no nos poncha el fic)
Blaise, si creemos que tiene apellido Cuevas, y tampoco nos molestaría ser él (ummm siempre esta junto a Draco...).
Bueno, ya estamos dando puro jugo, esperamos que este cap te guste tanto como el anterior y nuevamente pedimos disculpas por el retraso.
Diabolik:
A nosotras tb nos gusta Blaise (es que el chico esta que arde!) y a Diox le fascina esa pareja (es que prende, prende y prende). Bue, con lo del hechizo, más tarde se enterarán y algo se entiende en este cap. Yap, gracias por el review y ojala que te guste este nuevo cap.
EH! muchas, muchas gracias por sus rev. Si vieran el escándalo que hacemos cada vez que llega uno...Es que cada uno es un aliento para seguir. Bien, ahora si:
Capítulo 5
Construyendo Lazos: No es tan malo después de todo.
Draco corregía papeles en su despacho. Llevaba un largo rato encerrado en ese fresco lugar y realmente deseaba salir de ahí. Dejó la pluma a un lado y apoyó su cabeza entre las manos. Estaba agotado y harto de todo, los últimos días habían sido horribles.
Justo para la víspera de Halloween, Dumbledore les había mandado una carta, en la que les informaba de una nueva batalla en donde familiares de varios alumnos habían sido heridos o muertos y él, como jefe de casa, había tenido que hablar a los suyos de la tragedia; aunque, para ser sinceros, nadie de su casa se había visto afectado puesto que la mayoría de sus alumnos ya no tenía familiares por quien sentir preocupación. Aún así, la noticia había conmocionado a todo el alumnado y en vez de tener la típica y animada celebración del 31 de octubre, sólo habían hecho una cena sobria y silenciosa.
Suspiró y se pasó la mano por los ojos.
A pesar de tener un par de ayudantes, la tarea de ser profesor le acaparaba todo su día. La selección se había llevado a cabo por medio de un "test" que todos los aspirantes debieron contestar. Supuestamente, los chicos tendrían que haber elegido a los más capacitados sin importar nada más, pero Draco había desechado inmediatamente las pruebas de los Gryffindor y Hufflepuff que la habían dado y sólo había revisado las de Slytherin y Ravenclaw. Finalmente encontró a sus ayudantes: dos alumnos de Ravenclaw que cursaban séptimo año. A pesar de que le hubiera gustado que por lo menos uno de su casa fuera ayudante, todos los chicos que podían eran a lo sumo de quinto año, por lo que no conocían las materias de los dos años restantes.
Tomó nuevamente la pluma y la mojó en el frasquito de tinta. Acercó la punta a un pergamino y siguió revisando con desgano.
Tenía sueño, mucho sueño.
Como no podía tomar la poción para dormir todas las noches, se desvelaba pensando en que Voldemort lograría encontrarlos, y en el caso de que pudiera conciliar el sueño, era asaltado por toda clase de pesadillas y recuerdos que lo hacían despertar alarmado; y las pocas veces que dormía sin problemas, Harry lo despertaba con sus gritos ya que tampoco lograba tener un sueño tranquilo y tenía constante pesadillas.
— ¡Mierda! —una gran gota de tinta cayó en el pergamino, manchándolo. Arrojó lejos la pluma y el papel y se recostó sobre el escritorio.
Ya no aguantaba más la situación, se sentía solo y agotado,y no sólo físicamente.
Extrañaba su vida anterior, su libertad, sus amigos... Giró la cabeza y vio la caja verde junto a él; esa maldita caja que el viejo le había dado cuando firmó su sentencia. Se levantó y la tomó. Desde el ataque perpetrado por Potter, su despacho se había convertido en el nuevo hogar de la cajita y ésta, a su vez, era el hogar de la estúpida capa del moreno.
Maldición. Había tenido otra fuerte discusión con el Gryffindor por culpa de esa capucha. Aunque ya no la necesitaba habría querido no devolvérsela nunca, no la merecía, pero la satisfacción de dejarlo sin la prenda no compensaba los malos ratos que pasaba por retenerla. Si Potter seguía insistiendo lograría abrir la caja, eso sería humillante. Era demasiado problemático seguir adelante con esto, tenía demasiados problemas como para preocuparse de uno más.
Caminó hacia la habitación con la capa doblada dentro de un morral. Entró prepotente ya que pensaba lanzársela a la cara y retirarse para no ver como se sentía triunfante al recuperarla. Pero Potter no estaba.
Demonios, más vale que llegue pronto o cambiaré de opinión.
Se sentó en la cama del moreno dejando el morral sobre ella. Cansado, miró la almohada deseando apoyar su cabeza aún sabiendo que no pondría su cabello en algo apestado por él. De pronto, algo llamó su atención. Sacó el álbum de fotografías que Harry había escondido entre los tapados y empezó a hojearlo.
Un poco de nostalgia llegó a su alma cuando veía aquellas personas desconocidas para él moverse con total naturalidad, felices, acompañados de sus seres queridos que, tal y como ellos, habían tenido finales trágicos. Un pasado brillante que sólo esperaba el futuro negro en que todo había terminado. Los padres de Harry parecían quererse tanto como su padre y su madre.
Madre... el pecho se le oprimió.
Intentó distraerse. Mientras más imágenes recorría, mayor era su sorpresa por el parecido entre James y Harry. Aunque James era más vulgar.
Dio vuelta la página. Un retrato de Lily lo saludaba sonriendo y exhibiendo unos ojos verdes brillantes.
—Suelta eso —La voz de Harry tensó el ambiente sacando a Draco de su concentración. — ¡Te dije que lo soltaras! —caminó hacia el rubio, quien se ponía de pie calmadamente y le arrancó el libro de las manos. Sus ojos entornados lanzaban chispas.
—Eres muy parecido a tu padre...
—Y mis ojos son los de mi madre —se adelantó con el tono más grosero que tuvo para terminar pronto con el habitual y molesto análisis.
—No —el rubio siguió con su estudio —Tal vez el color, pero tú... —Draco se acercó un paso hacia el chico que tenía apretado el libro contra su pecho, hablaba con un tono suavemente inédito. —... tú tienes algo diferente, irradias fuerza... como una tormenta... —se acercó un poco más observando fijamente el verde frente a él, que ahora ya no parecía tan furioso, más bien confundido. —como si se arremolinara pasión apunto de desatarse, no sé... —Draco simplemente hablaba, sin pensar, sin filtrar; mientras Harry escuchaba congelado —Me gusta. A veces te hago enojar sólo para poder mirar tus ojos —Levantó su delgada mano para rozar la mejilla de Potter ligeramente y curvó los labios en una sonrisa triste que lo acompañó hasta salir de la habitación.
Al quedar solo, Harry permaneció de pie sin moverse al menos un minuto, procesando lo que acababa de ocurrir. Repasaba la mirada de Draco sobre él y luego esa caricia, y otra vez la mirada. Nunca había visto a Draco así. Nunca Draco lo había mirado así.
¿Habrá hablado en serio? Volteó hacia la puerta. Parecía decirlo en serio.
A pesar de que ya había recuperado su capa (la encontró sobre su cama luego de que el rubio lo dejara solo) pasó el resto del día inquieto, recordando una y otra vez la escena y, al volver a la habitación por la noche, había resuelto que lo mejor era preguntarle si era cierto o no lo que había dicho. ¿Le gustan mis ojos?
Esperó ansioso, como si fuera a dar un examen en el que se jugaba su carrera, hasta que al fin Draco entró a la pieza. Parecía tan cansado como en la mañana.
—Malfoy —Intentó sonar amable.
—¿Si? —la voz ya no tenía el tono tranquilo de la mañana, había vuelto a ser odioso.
—Solo... es que...tú me dijiste algo —Draco alzó una ceja —dijiste que... te gustaban mis ojos.
— ¿Yo dije eso? —preguntó incrédulo.
—Sí —No estoy loco, sé que lo dijiste.
—Yo nunca diría algo así.
—No seas idiota, no me lo imaginé —Harry ya no era amable ¿Cómo podía ser tan descarado para no reconocerlo?
—Yo no he dicho eso —contestó con calma y puso un pie en la escalera para subir a su cama.
— ¿Cómo puedes negarlo? Te oí claramente, dijiste que tenía pasión; dijiste que me hacías enojar sólo para verme... —Draco lo miró con desdén e intentó seguir subiendo, pero Harry se lo impidió. —Te acercaste a mí, me miraste y me acariciaste el rostro y me dijiste...
— ¡Sí, bueno. Te dije que me gustaban tus ojos ¿y qué! —Los grises brillaban punzantes desde arriba — ¡¿Y qué con eso!
Harry permaneció quieto, sin poder moverse frente a la mirada del rubio por segunda vez en ese día. La sangre subía a su cabeza para dejar las mejillas bañadas en rojo y apagaba toda la expectación con la que había aguardado ese momento.
En realidad... ¿qué esperaba?
Al ver que no había respuesta Draco continuó subiendo y Harry se metió en su cama aturdido sin siquiera desvestirse. Lo único que quería era desaparecer de la vista del rubio.
No había vuelta que darle, no había para qué hablar del tema nuevamente. No había nada.
Soy un imbécil.
Cerró los ojos obligándose a dormir, estaba demasiado avergonzado como para querer seguir consciente.
¿Draco había intentado elogiarlo o su intención había sido confundirlo para burlarse de él?
Repasó nuevamente la escena irreal de aquella mañana, a pesar de que no quería seguir con eso. Y luego el desenlace en que una y otra vez Draco le preguntaba "¿y qué con eso?" con su arrastrar enfermante. Hasta que al fin entró en un profundo sueño.
Y despertó al amanecer, Draco parecía dormido, pero como era domingo no quiso despertarlo
Salió de la pieza y bajó hasta Gryffindor. Cruzó la puerta, caminó por la sala común desierta y entró finalmente a la pieza de los de séptimo. Todos dormían. Se acercó a Ron para despertarlo pero el chico no abrió los ojos cuando lo remeció, ni cuando lo pellizcó con fuerza, ni siquiera después de haberlo arrojado de la cama. No despertaba.
Poco a poco el pánico inundó su ser, sacó su varita e intentó despertarlo, despertarlos a todos, pero nadie se movió.
"Ron.. por favor..."
La única respuesta de su amigo fueron lágrimas rojas que resbalaron hacia su sien.
"No despertarán" Voldemort estaba en el umbral de la puerta, junto a Lucius y varios mortífagos más. "Y todo por tí, Harry Potter. No debiste venir con ellos."
Harry intentó gritar, pero el dolor, el miedo y la ira eran sentimientos demasiado grandes para su débil cuerpo. Respiró agitado intentando hacer algo, pero lo único que pudo lograr fue volver a mirar a Ron, quien parecía tratar de moverse; sus ojos revoloteaban frenéticos por debajo de sus párpados, tal vez tan desesperado como él.
"Tu jamás vencerás a Lord Voldemort"
Cayó al suelo, un aire frío tocó sus piernas y las inmovilizó, siguió avanzando por su cintura y luego a su pecho, Harry gritaba con toda su fuerza desesperado, sintiendo que todo se acababa, que Voldemort ganaba, que era demasiado débil para hacer algo... El frío llegó hasta su cabeza y solo quedaron sus gritos apagados desgarrando su espíritu.
Y un gran chorro de agua.
— ¡AHHH! —Gritó al fin consciente. Miró alrededor tratando de convencerse de donde estaba y recién entonces se dio cuenta del agua que lo cubría. Miró hacia arriba en donde Draco lo observaba desde su cama, con la varita en la mano.
—Estabas gritando —Dijo el rubio antes de volver a apoyar su cabeza en la almohada.
Harry no sabía si agradecerle o enojarse. Todavía temblaba nervioso y sentía como si el corazón fuera a salírsele, rompiendo su pecho. Secó todo con la varita suponiendo que Malfoy le había lanzado mucho más que un balde de agua y volvió a acostarse. Solo esperaba que Voldemort no los encontrara por su culpa.
—Silencio, empezaremos la junta —Anunció Lisa. Bill levantó su varita y escribió en el pizarrón (que tenían para organizarse) la fecha del día. —Esta junta tiene como objetivo resolver el problema de los puntos que se han estado quitando en forma desconsiderada —Todos los presentes miraron a Draco, el chico ni siquiera se molestó en cambiar su expresión altanera habitual — Draco, todos los estudiantes han estado quejándose por la forma en que pierden puntos...
—No todos los alumnos —dijo el jefe de las serpientes, aunque, por como lo dijo, no parecía ser una defensa.
—Claro, los de tu casa no tienen de qué quejarse —contestó mordaz, Hannah.
— ¿Tienes algo que decir para defenderte? —le preguntó Lisa
—Yo he quitado los puntos que me parecen justos, Lisa.
—Y lo justo para tí es hacer que tu casa gane —Acotó Harry que había estado pidiendo tratar este tema hacía días.
—No... —continuo Malfoy —la mayoría de los chicos pierden puntos por su propio mérito.
—"Me caes mal" no es una razón —Le espetó Hannah que había recibido la queja de uno de sus alumnos hacía un par de días.
—Tal vez para tí.
—Malfoy... —Bill, que sólo asistía a las reuniones para dirigirlos e informarse, entró en la discusión — ¿Cuántas veces tengo que decirte que te comportes de acuerdo a tu cargo? No puedes abusar del poder que tienes, deberías ser un ejemplo de justicia para los alumnos.
— ¡Justicia! —exclamó burlón — ¡somos veinte Slytherins, la mitad de los alumnos de sus casas podrían dormir sin esforzarse por nada y aún así conseguirían más puntos que nosotros. Sólo por número. Pero claro, esa injusticia nadie ha podido verla ¿no?
—No es razón para que nos quites puntos de esa manera —argumentó Hannah.
—Cállate —dijo entre dientes, cruzó los brazos y miró en otra dirección poniendo los ojos en blanco.
—Si te molestaba eso, deberías haberlo dicho antes —le reprochó Bill —podríamos haber buscado una solución para eso, pero no puedes abusar del sistema de puntos para hacer justicia por tu cuenta.
— ¿Y qué propones hacer? —lo desafió Draco. Bill hizo una mueca de enfado ante esa actitud arrogante que ya le estaba cansando.
—Yo tengo una idea —Interrumpió Lisa —Lo había estado pensando. Creo que estaría bien si les diéramos el doble de puntos por cada acción correcta que hagan. Si tienen el mejor trabajo de la clase, en vez de darles 10 pueden ser 20 puntos. Así equipararíamos ¿no?.
— ¡No! —Hannah se puso de pie —Malfoy nos ha quitado casi todos los puntos, no merecen esto.
— ¿Qué opinas tú Harry? —Lisa lo involucró en la discusión.
—Yo tampoco creo que sea justo, en este momento están en el primer lugar sólo por lo que ha hecho Malfoy ¿Y ahora además los vamos a premiar?
Malfoy lo fulminó con la mirada.
—No es un premio, es un incentivo —Soltó Draco —Piénsenlo, el sistema de puntos funciona siempre y cuando todos estén motivados a ganarlos y si mis chicos dan la batalla por perdida, será muy difícil que ustedes puedan controlarlos.
— ¿Nos amenazas? —Lo enfrentó Harry enojado.
—Los aconsejo —le dijo mirándolo con inocencia, pero con los labios curvos en una sonrisa vencedora. Aunque en realidad, él consideraba que debía ser el triple de puntos para estar iguales, pero prefirió no forzar las cosas. Estaba a punto de conseguir un trato, tal vez podría mejorarlo en un futuro no lejano... —Pero claro, puedes negarte.
—El doble es demasiado —Dijo Hannah.
—No lo es —la corrigió Draco —saca las cuentas, Abbott .
—Vamos chicos, será mucho más entretenida una competencia pareja, y Draco tiene razón, es mejor que todos estén motivados a ganar, se nos hará más fácil controlarlos.
—Está bien —cedió Harry intentando ser maduro seguramente Hermione aceptaría.
—Bien —aceptó Hannah a regañadientes.
—Entonces, —remató Lisa —lo anunciaremos en el desayuno ¿Bien?.
Hannah se puso de pie para ir al comedor molesta, pero fue interrumpida por Draco.
—No se vayan todavía, hay algo muy importante de lo que no hemos hablado.
— ¿Qué cosa? —le preguntó Bill.
—Tenemos que controlar la fertilidad de los chicos.
— ¿Qué?
— Abbott, no me digas que no lo has pensado —le contestó enfadado —Estamos encerrados en un barco. Muchos-Adolescentes-Solos-En-Un-Barco. Tenemos que controlar la fertilidad de los chicos —lo dijo con un tono de sabelotodo que a Harry le recordó mucho al de su amiga, Draco quitó la vista de Hannah y continuó —Yo siempre he proporcionado pociones para evitar embarazos a mi casa.
—También a la mía —dijo Lisa apoyando a Draco.
—No sé como lo hacen ustedes normalmente —dijo Draco —pero ahora que no pueden comprar nada, yo podría dárselas o entregárselas a Pomfrey para que las reparta en la enfermería.
—No te preocupes por eso —lo tranquilizó Bill —Dumbledore también lo pensó. Si Hogwarts ya parece motel, supuso que el barco terminaría como crucero del amor —Bill sonrió ante la irónica idea (el crucero era para todos, menos para él) —les hemos estado echando en la comida unas gotas anticonceptivas para evitar cualquier imprevisto. Es muy seguro y así evitaremos que los alumnos menos responsables no llenen de guaguas el barco, después de todo, no sabemos cuanto tiempo estaremos aquí.
—Bien, perfecto —Draco se relajó en su asiento —Aunque me hubiera gustado saberlo antes, he gastado algunos ingredientes estos días.
—Si te queda algo, entrégamela; se la pasaré a los elfos.
—Si eso es todo, vamos a tomar desayuno. Muero de hambre —dijo Lisa y salieron de la sala.
—Me sorprendes —Bill se acercó a Draco cuando salían —tengo entendido que las pócimas eran muy difíciles de hacer. En mis tiempos hubieron varios embarazos porque comprarla es muy caro.
—El profesor Snape me enseñó a prepararla —le explicó orgulloso —él se preocupaba de que nosotros no cometiéramos esos errores y, como siempre he sido excelente en pociones, me lo enseñó a mí —luego, ambos se fueron al Gran Comedor.
Más tarde, Harry hacía clases a los Ravenclaws de sexto. La prefecta de Slytherin, Callisto, tomaba la clase con ellos. Les estaba enseñando un práctico hechizo para debilitar los conjuros del enemigo, pero la chica estaba interrumpiendo la clase pasándole papelitos a algunos de sus compañeros. Harry la vigilaba de reojo, mientras que Anastasiale devolvía una nota disimuladamente. Ella escribió otra cosa y se la entregó. Harry, harto y sin ningún aviso, invocó la nota.
—Profesor, eso es privado —dijo con un tono de simulado respeto.
—Cinco puntos menos por estar interrumpiendo mi clase — Harry no podía creer la patudez de la chica. Abrió el papel para averiguar qué era eso tan importante que no podía esperar a la salida, mientras ella pateaba el suelo molesta.
"No importa, nadie puede impedir que le celebremos su cumpleaños. Draco se lo merece"
— ¿Malfoy está de cumpleaños? —las palabras salieron espontáneamente.
—Sí —contestó ella desafiante.
— ¿Hoy?
—No —pensaba responderle que no le incumbía, pero sería demasiado insolente. Harry había arqueado las cejas en señal de pregunta y ella tuvo que contestar —el viernes.
—Bueno, este no es asunto de la clase —cambió de tema —espero que dejen este tipo de cosas para su tiempo libre. Ahora quiero que trabajen y dominen el hechizo hoy, no es difícil.
Ella lo miró fijamente antes de ponerse a trabajar, suponía que Potter armaría un problema por lo de la fiesta, y si no lo había hecho ahora lo más probable es que lo hiciera en algún momento.
"¿Sabían que Draco estará de cumpleaños el viernes?" el comentario se repetía en su cabeza esperando a ser dicho, pero no tenía sentido mencionarlo. Estaba junto a sus amigos en su despacho, intentando hacer de las visitas de estos (cada día después de clases), una costumbre; así podían estar juntos, y a solas, el rato libre en que coincidían.
Harry estaba en su escritorio practicando magia, Ron hacía su tarea de defensa junto a él y por primera vez sus dudas eran dirigidas a Harry y no a Hermione.
—No le respondas eso, Harry. Lo mínimo es que tome el libro y lo busque. —dijo la chica, ella se aseguraba de que el profesor no terminara por hacerle todo el trabajo.
—Hermione, eso no es el tema de la tarea, es sólo una pregunta de vocabulario.
En estos momentos, Harry sentía que todo volvía a la normalidad. Eran sólo ellos, como el equipo de antaño en el que se sentía seguro, cómodo y feliz.
Rompió por la mitad el lápiz que tenía frente a él y luego, apuntándolo con su mano, lo reparó sin problemas. Después lo volvió a quebrar, sin tocarlo, sin usar su varita.
— ¡Vaya! has progresado mucho —lo felicitó Hermione con un claro tono de admiración.
Harry había estado practicando cada vez que tenía un tiempo. Había descubierto muchas cosas interesantes dentro del libro que Dumbledore le había entregado, técnicas mucho mejores que las que él conocía para mejorar su control sobre la magia, formas para aprender conjuros de diferentes dificultades y nuevos hechizos poderosísimos de los que jamás había oído y que sólo se podían hacer sin varita. Estaba realmente motivado a aprender, disfrutaba hacer magia más que nunca ya que le servía de distracción a sus preocupaciones y le ayudaba a sentirse más seguro ante Voldemort.
—Deberían intentarlo, es genial no depender tanto de la varita.
—Tal vez en un tiempo —le contestó Ron mirándolo como diciendo "sí claro, seguro nosotros podremos"
Hermione lo miraba sonriendo. Ella en verdad deseaba saber hacerlo, pero dudaba mucho poder. Lo había intentado muchas veces guiándose con uno de los libros que le había entregado Lupin a Harry en las vacaciones, pero no consiguió nada. No estaba acostumbrada a ser mala en algo y finalmente había preferido dejarlo para un futuro en donde no estuviera tan ocupada. Ahora tenía que concentrarse en sus materias actuales.
El barco dio una pequeña sacudida haciéndolos saltar del susto.
—Parece ser que se ha puesto en marcha —dijo Ron mirando hacia la ventana con la mano en el corazón, producto del susto. Era la segunda vez que el barco se movía y no estaban acostumbrados al movimiento.
Por un segundo, Harry había imaginado que Voldemort los había encontrado. Cada vez que ocurría algo que estaba fuera de lo común, Harry creía eso. Los miró aún con la cara pálida, pero al parecer ellos ya se habían repuesto.
—¿Se sienten seguros en el barco? —la pregunta se deslizó por sus labios sin permiso. Era la marca del miedo que sentía; era la necesidad que tenía de hablar sobre ese miedo.
—Sí —contestó Hermione inmediatamente —Bill nos ha hablado de todos los hechizos de protección bajo los que está el barco, y de como funciona el mundo marino, claro. No podríamos estar más seguros.
Ron en cambio, por la expresión con que miró al moreno, no parecía estar tan convencido.
Harry prefirió cortar la conversación. Vivía con un temor intenso debido a la profecía que dictaba su enfrentamiento a muerte con Voldemort, pero nunca le había hablado a sus amigos de ella; y si la conversación continuaba, terminaría contándosela porque necesitaba desahogarse, pero eso significaba aterrorizarlos a ellos también, y prefería dejarlos vivir con la paz que él no tenía.
— ¿Tú no te sientes seguro? —le preguntó Ron —Si Dumbledore nos mandó aquí es porque tiene que serlo, Harry —Ron no parecía tan convencido de lo que decía, más bien buscaba que Harry le diera una razón para temer, la razón de peso que él no encontraba.
—Solo quería saber si ustedes estaban bien aquí, si se sentían cómodos.
—Si estuvieras con nosotros, nos sentiríamos mucho mejor —dijo Hermione sonriendo. En sus ojos se distinguía el llanto retenido, y Harry entendió que él no era el único que los echaba de menos.
Harry llegó a su habitación con el cuello adolorido por la tensión. Estaba cansado de lidiar con todos los alumnos del colegio, de no dormir... en fin. Dudaba mucho haberse sentido alguna vez tan estresado en toda su vida. Su único consuelo era haber encontrado como reunirse con sus amigos y saber que ellos también lo extrañaban.
Draco entró a la pieza una hora más tarde de que él se acostara. Harry cerró los ojos para parecer dormido, no tenía ganas de conversar con él, todavía le escuchaba humillándolo diciéndole que sus ojos eran lindos. Cada vez que recordaba esa escena deseaba que se lo tragara la tierra o que Malfoy desapareciera para siempre.
Su relación con el chico funcionaba a medias, habían momentos en que se le hacía muy simpático y hasta le parecía que podrían llegar a ser amigos, pero las continuas discusiones le dejaban claro que no sería posible. El rubio parecía no querer hablar con él tampoco porque no encendió la luz al entrar. Harry entreabrió un ojo para asegurarse de que viniera a costarse y no a buscar algo para irse con Blaise. La silueta del rubio se deshizo de las prendas que lo cubrían y se puso el pijama silenciosamente.
A pesar de que la madre de Hermione le había comprado tres juegos de pijamas, para invierno y verano, el chico había desechado las camisetas, dejando sólo los pantalones y adaptando poleras sin mangas como parte de arriba. Harry sonrió al recordar la respuesta que le había dado cuando le preguntó para qué las había cambiado. "Se ven mucho mejor" dijo mientras admiraba sus brazos frente al espejo, era divertido como a pesar de que llevaba años maldiciendo a los muggles adoraba la ropa que diseñaban.
Cerró los ojos cuando Draco se volteó para subir a su cama. Todos los días sin siquiera proponérselo, se enteraba de una nueva curiosidad de Malfoy. Hoy había sido la noticia de su cumpleaños...
¿Podría llegar a conocerlo algún día? Siempre se había preguntado porqué Draco conseguía amigos, porqué la gente lo aguantaba. Él todavía no lograba hacerlo.
Pasaron un par de días en los que la mayoría de los estudiantes mostraron su descontento por la nueva medida. La idea de doblar la dotación de puntos a las serpientes no fue muy bienvenida entre el alumnado, pero la decisión ya estaba tomada y no había nada que hacer al respecto.
Por otra parte, Harry intentaba acostumbrarse a la idea de ser profesor ya que resultaba muy difícil y agotador estar resolviendo siempre la vida de los demás. Además, los problemas eran muy frecuentes...
—Zabini, necesito hablar contigo —Había dicho Harry. Esta era la última clase del día y ya habían tocado la campana para salir.
El aludido se giró y vio que su profesor le hacía señas. Lo siguió hasta su despacho y entró en él. Harry se sentó sobre el escritorio mientras que el Slytherin se quedó de pie, frente a Potter.
—Zabini, ¿por qué no hiciste el trabajo? —Aún le parecía extraño hablarle a sus antiguos compañeros de esa forma.
—Se equivoca, profesor Potter. El trabajo lo hice junto con Xanders.
Harry fue hasta un estante y sacó un pergamino que dejó sobre su escritorio —Corrección, Xanders hizo el trabajo sola y tu aprovechaste de poner tu nombre.
—Corrección, ella fue quien puso mi nombre —el Slytherin tomó el pergamino y lo revisó —Yo sí quería hacer el trabajo, pero ella estaba enojada conmigo y lo hizo sola. No fue mi culpa...
Draco entró en el aula de defensa. Se había acostumbrado a ir a buscar a su amigo después de esa clase ya que a esa hora terminaba la jornada, y en especial, porque estaba completamente seguro de que a Harry le gustaba el Slytherin. Él, como su amigo, no dejaría que el lastre de Potter pusiera una de sus manos sobre el chico, y para ello, lo pasaba a recoger después de cada clase, pero aquel día Blaise no había salido junto con los demás estudiantes, por lo que decidió entrar y buscarlo personalmente. Escuchó voces en el despacho de junto y se acercó.
—Entonces, tendrás que hacerlo de nuevo.
— ¿y para cuando...
Gracias a que la puerta estaba entreabierta, pudo ver que Potter hablaba con Blaise.
...vio que Potter hablaba con Blaise, en su despacho.
...vio que Potter hablaba con Blaise en su despacho, solos...
— ¿Qué es lo que tendrá que hacer? —Draco entró en la habitación y se puso junto a Blaise.
—Este no es asunto tuyo, Malfoy.
—Si lo es. Se trata de uno de mis estudiantes y quiero saber por qué esta aquí.
—Es por un trabajo que tengo que rehacer...
—No Zabini. No rehacer sino que HACER —Harry se dirigió al rubio — ¿Tú, qué estas haciendo aquí? No puedes llegar y entrar cuando se te antoje.
—Vine a buscarlo —Draco agarró el brazo de Blaise y se quedó mirando a Harry con los ojos entornados. No pensaba dejar que Potter se hiciera siquiera ilusiones con Blaise.
—Bueno... —el estudiante miraba a Harry, mientras el par de profesores se fulminaba con los ojos — ¿para cuándo quieres el trabajo?
—Entrégalo en dos días más —las miradas seguían.
—No podría ser en...
—No.
—Ok, me voy —Blaise tiró del brazo de Draco para que salieran, pero el chico no se movió; estaba muy concentrado en su duelo de miradas con Harry.
—Draco... vámonos —le susurró el moreno. Con una última mirada de desprecio, Draco se fue con su amigo, dejando al chico de los ojos verdes solo y enojado en su despacho.
Se quedó ordenando papeles, pero en realidad estaba intentando tranquilizarse. ¿Por qué mierda Draco siempre tenía que aparecer a controlar el mundo? Era imposible hacerse respetar si el tipo venía y lo desautorizaba delante de Blaise, o delante de quien fuera.
Salió diez minutos después al gran comedor para cenapero cuando se dirigía hacia su puesto, Lisa se puso de pie y lo arrastró hacia afuera nuevamente.
—Harry, tengo que pedirte un favor.
— ¿Qué cosa?.
—Es que... —bajó el tono de voz y miró hacia los lados para asegurarse que nadie estuviera escuchándolos —mañana es el cumpleaños de Draco. Lo celebraremos en la noche y queremos que todo sea perfecto —Harry la miraba curioso ¿qué tenía que ver él con todo eso? —Por eso, para que pueda quedarse toda la noche en la fiesta, yo pensaba tomar su turno en la guardia. ¿Me dejarías?
—Si tú quieres... —Harry en realidad tenía ganas de decirle que no, que Draco tenía que cumplir sus obligaciones. ¿Por qué tenía que andar haciendo favores si ni siquiera lo invitaban? no es que quisiera ir...
—Pero Bill no puede enterarse. En realidad todo esto es un secreto —Sprout salió en ese momento del Gran Comedor y los miró suspicaz. Lisa esperó a que se fuera para seguir hablando —No veo nada de malo en hacer una fiesta, pero como es un jefe de casa... Bill es muy estricto ya sabes y...
—No te preocupes, yo no diré nada.
— ¡Gracias! —le tomó la cara y le besó la mejilla contenta —Te debo una.
—Sí, bueno, ahora voy a comer me muero de hambre —dijo al tiempo que entraba al gran comedor. Se sentó en lo que ya era su puesto junto a Draco y salivó al ver el suculento trozo de carne que había en su plato. La comida en Hogwarts siempre era reparadora.
Al otro día, los Slytherins caminaban en grupos muy bulliciosos.
Seguramente hablan de la fiesta, pensó al verlos con sus caras sonrientes pasar junto a él hacia el comedor para desayunar.
Tuvo que retar a varios chicos durante ese día; no sólo hablaban, sino que estaban muy exaltados con esto de la fiesta y se reían por nada o hacían mal los hechizos.
Al mediodía, Harry se sentía cansado y hambriento. Estaba tentado de traer el almuerzo a su despacho y comer solo, pero difícilmente lo dejarían, y no tenía intenciones de quedarse hambriento elresto del día así que decidió ir a comer. Al salir de su despacho, encontró sobre la mesa del escritorio de la sala una carta rosa. La cogió curioso. Al levantarla, un suave perfume de fresas fue despedido del papel.
"Para Harry Potter"
Harry miró en todas direcciones. La puerta de la sala estaba cerrada. Echó un vistazo a la otra sala de defensa, pero tampoco había nadie. Abrió el sobre para leer de qué se trataba, aunque se lo imaginaba.
"Cuando al fin llego a esta sala
mi corazón se acelera feliz de poder verte
pero tus dulces ojos esmeraldas me miran indiferente
y me llenan de tristeza al demostrarme que nunca serás mío.
si supieras la angustia que me provoca tenerte tan cerca
amado Harry"
Harry terminó de leer con un rubor significativo en las mejillas. Miró nuevamente en todas direcciones pero seguía solo.
Volvió a leer la carta y sonrió. Una sola vez alguien le había dedicado palabras dulces, o habían intentado serlo. Ginny, en segundo año, le había mandado un horrible poema con unos "cupidos" de Lockhart. Pero esto era diferente. ¿En verdad alguien podría quererlo así? Volvió a sonreír, de alguna forma esto lo animaba. Guardó el sobre en el cajón del escritorio y salió al comedor con el ego mucho más alto de lo que había estado jamás.
Pasó la tarde mucho más animado, aunque, tal como en las clases de la mañana, tuvo que reprender a varios chicos que no se concentraban. Finalmente el día terminó pero sus amigos no pudieron ir a su despacho porque tenían un trabajo grupal de Herbología que hacer con alumnos de Hufflepuff.
Se entretuvo planificando las clases para la semana siguiente, Sprout les había aconsejado mandarles trabajos grupales para que desarrollaran fuera del aula y mantenerlos ocupados, de esa manera no tendrían que revisar tantos pergaminos.
Miró su reloj, eran más de las nueve ...probablemente la fiesta ya ha comenzado.
Tenía que reconocer que era admirable la forma en que se esmeraban por Malfoy. Recordó a Lisa, antes de saber que sería una jefe de casa nunca se había fijado en ella. Parecía conocer a Malfoy desde mucho antes, en las reuniones generalmente se apoyaban y los veía conversar muy seguido. Era la única persona que Draco parecía respetar de los dirigentes.
Se echó en su silla con el cuello hacia atrás y suspiró. Aún se sentía extrañamente molesto porque no había sido invitado. Está bien, él era un Gryffindor, además de ser Harry Potter, su ultra archi rival, pero también era el compañero de cuarto de Draco y ...estoy loco, aunque me hubieran invitado no me metería en esa fiesta...
En este momento estarían bailando y pasándolo bien... tal vez Blaise se contoneaba besándole el cuello al rubio justo ahora.
O tal vez era Lisa quien lo estaba besando... ¿habrán tenido algo antes de venir aquí?
O tal vez los dos... Una vez escuchó que a las fiestas de las serpientes se iba solo a ligar.
No entendía por qué pero empezó a sentirse molesto otra vez. Suponía que el estrés lo tenía irritable. Dejó de lado lo que hacía y decidió concentrarse en el libro de magia sin varita que tenía en la mesa.
Aunque las veces que los he visto, es Draco quien se lanza sobre Blaise...
Cerró el libro. Estaba aburrido de permanecer solo, si sus amigos no podían ir a verlo, él iría a juntarse con ellos. Además se suponía que tenía que visitar su casa seguido para saber como estaban todos.
Llegó a la sala común de Gryffindor. La nostalgia que le provocó el sólo hecho de pisar aquel lugar se adueñó del espacio que la rabia había estado ocupando. Entonces vio a Hermione y a Ron jugando snap explosivo. Ron parecía tener el juego dominado.
— ¡Hola chicos! —Los saludó al tiempo que se acercaba a ellos.
— ¡Hey, Harry! —Ron se puso de pie.
— ¡Miren, vean esto! —gritó Alphoncequien estaba junto a una ventana mirando hacia el mar. Todos se apiñaron junto a las pequeñas ventanas circulares de su sala común para poder ver la figura de una sirena. No era de esas feas que Harry había conocido en el lago de Hogwarts, sino una hermosa, con cabello largo azulado y facciones de ángel.
—Creí que habían tapado las ventanas —dijo Harry observando al rededor. Se suponía que las habían tapado para no ser asustados por los seres marinos que tantos malos ratos los habían hecho pasar con sus apariciones espeluznantes pegándose a los vidrios para poder verlos.
—Destapamos las de la sala común ayer —le respondió Ron que miraba por una de las ventanas a la sirena —estamos tratando de acostumbrarnos a nuestro entorno, y como aquí estamos todos juntos...
—Hermione —Una chica de primero se acercó a la prefecta con varios pergaminos en los brazos —dijiste que me ayudarías con la tarea.
—Sí, ya recuerdo —miró a Harry —tengo que ir a ayudarla —se disculpó.
—Sí, anda.
Poco después a Ron también lo llamaron. Aunque Ron no parecía tan contento como Hermione de ir en ayuda de sus compañeros de casa.
—Supongo que el deber llama —le dijo al moreno poniéndose de pie lentamente y lanzándole una disimulada mirada de hastío.
Al parecer los chicos se habían hecho mucho más dependientes ahora que estaban en el barco. Sus amigos, más que prefectos, parecían niñeros. Tendré que comentarlo con el consejo, esto no debería ser así. Miró alrededor, la mayoría de los estudiantes estaban en grupos ya sea estudiando o sólo hablando. Tal parecía que nadie quería estar solo.
Estuvo veinte minutos sentado mirando a sus amigos como se relacionaban con todos los estudiantes. Cuando se dio cuenta de que ya no tenían tiempo para él, prefirió largarse a dormir.
— ...TE DESEAMOS A TI... —todos aplaudieron después de entonar la canción para el príncipe de Slytherin y esperaron a que apagara la vela del pastelito de chocolate que, con mucho esfuerzo y valor, se habían robado de "anda a saber tú de dónde". Draco sopló en medio de los aplausos de sus invitados. Luego le pasaron el pastel, que era individual, para que lo disfrutara.
La sala estaba decorada con guirnaldas verdes y plateadas y globos del mismo color. Nadie quiso revelar de donde los habían sacado. Una especie de tocadiscos giraba en un rincón de la sala común, llenando el ambiente de melodías pegajosas. Había sido un invento de Crabbe y Goyle para animar la vida en el castillo y lo habían donado a la casa el año anterior. Draco había creado una caja fuerte en la pared de su pieza para guardarlo, y así había permanecido oculto todo el verano de cualquier elfo que pudiera encontrarlo. Por supuesto, al mudarse al barco, lo habían llevado consigo.
Tenían varias cosas para picar, nada fino por supuesto, sólo lo que habían podido recolectar en el almuerzo, once y cena. Por lo que habían muchos palitos con pedazos de carne, tostadas cortadas en triángulos, ensaladas y postres que debían sacarse de sus potes con cucharas. Blaise se había encargado de abastecerlos de vino. Por lo general, era Draco quien se ocupaba del alcohol o cualquier alucinógeno, pero era una fiesta sorpresa así que el moreno se las tuvo que ingeniar para sacarle los ingredientes del despacho sin que se diera cuenta y, como lo único que sabía hacer era vino, vino era lo único que tenían para tomar (además de los jugos libres de alcohol que también habían guardado del almuerzo). No era tan rico como el que hacía Draco, pero salvaba.
—Deberíamos hacer una fiesta —dijo Lisa mientras se empinaba un tercer vaso —una fiesta para todo el colegio, ya que no tuvimos en Halloween.
—Estoy de acuerdo —Blaise estaba sentado junto a su nueva novia, Lucrecia. Habían empezado a salir hacía tres días por lo que Draco no recibiría el regalo que esperaba de su amigo —aunque las fiestas generales nunca son tan divertidas.
La mayoría de los chicos bailaba en el centro de la sala que había sido despejada dejando los muebles apegados a la pared. Pocos bailaban con una pareja definida, solo se contoneaban al ritmo de la música, dejándose llevar por la cercanía de los otros cuerpos con movimientos sugerentes y libres. Draco miraba la pista de baile sonriendo, aunque por dentro solo había nostalgia ya que cada cosa le recordaba a sus amigos, a su antigua casa perdida.
—No creo que Bill acepte una fiesta por nada —les dijo Draco relajadamente.
—De eso me encargo yo —Lisa sonrió maliciosamente — ¿No lo he convencido ya muchas veces?
Draco rió con ganas y la tomó de la mano para llevarla a la pista de baile.
La fiesta fue todo un éxito. Los chicos estaban felices de tener a Draco de vuelta aunque fuera sólo por esa noche. Su príncipe brillaba como siempre, con una sonrisa genuina, altanera y dulce que embriagaba a los que estaban a su alrededor. Bailó hasta que ya no pudo más: primero con la jefa de Ravenclaw, después con quienes se le acercaban simulando ser llevados por el ritmo de la música hasta su lado. Algunos roces intencionales fue todo el contacto que llegó a tener, aunque tenía unas ganas enormes de llevarse a alguien a la cama, pero no le apetecía meterse con cualquiera, ni en líos.
Después de varias horas, Lisa, que había hecho la guardia a primera hora, se acercó a Blaise para despedirse y salir a cumplir la segunda guardia de la noche para cubrir el turno de Draco.
Harry se despertó de un salto al escuchar su reloj, se vistió perezoso y salió de la pieza esperando que Lisa llegara de un momento a otro. Eran las 4:30 de la madrugada. Se apoyó en la baranda para esperarla. Tendría que decirle a Bill que Draco estaba en el baño, o algo así, de seguro le creería.
Sprout y Bill se acercaron caminando tranquilamente para darle el testimonio, y justo detrás de ellos venía Draco.
—Toma —Sprout le estiró el objeto metálico a Harry — ¿Y Malfoy?
—Aquí estoy.
—Oh, bien. Buenas noches a ambos —Les deseó la profesora, Bill les sonrió y se separaron cada uno a su habitación.
—Buenas noches.
Harry esperó a que entraran a sus piezas antes de hablar — ¿qué haces aquí?
—Vengo a hacer la guardia —le contestó arqueando una ceja — ¿no te has dado cuenta aún que te toca hacerla conmigo?
—Vaya, qué humor.
Se quedaron en silencio mirando el mar, Harry sin poder comprender por qué Lisa no estaba junto a él.
—Feliz cumpleaños —se animó a desearle a su compañero después de un rato.
—Fue ayer —contestó fríamente sin siquiera mirarlo, luego se echó en los brazos para apoyarse en la baranda, visiblemente deprimido y agregó —debería dejar de cumplirlos y morir pronto.
Harry no supo qué responder. Imaginaba que cuando lo viera llegar a la mañana siguiente, el chico vendría con una amplia sonrisa, ojeras, el pelo desordenado y marcas rojas por toda la piel, pero se había equivocado.
— ¡Harry! —Lisa apareció por la escalera de popa corriendo. No parecía estar muy preocupada por evitar ser escuchada y Potter supuso que se debía a algo que había bebido. Llegó a su lado con una amplia sonrisa y las mejillas y nariz coloradas, estaba bastante entonada. —Lo siento, no pude llegar antes. Draco, ve a la fiesta, yo me voy a quedar con Harry.
Potter miró a Draco, la depresión del chico había desaparecido espontáneamente y esbozaba una dulce sonrisa. Harry recién se dio cuenta de que sus mejillas también tenian un ligero rubor.
— ¿Qué estuvieron tomando?
—Es un secreto —le respondió ella pícara.
Malfoy rió —Tú no puedes saberlo, Potter. No eres de los nuestros.
—Draco, yo le había pedido a Harry que me dejara reemplazarte. Ve a la fiesta, no estás de cumpleaños todos los días.
—Prefiero cumplir con esta obligación, si queremos otra fiesta es mejor que Bill no nos descubra infringiendo sus normas.
— ¡Oh! —exclamó algo decepcionada —queríamos que esta noche fuera tuya.
—Todas las noches son mías —dijo levantando una mano y mostrando el cielo con su actitud arrogante. Luego se acercó a ella —Lo pasé genial — y le besó la mejilla.
— ¿En verdad no quieres que te cubra?
—No, prefiero hacerlo yo, ve a dormir.
—Si no quieres... pero ni loca me voy a dormir —le cerró un ojo coqueta y se despidió de él y de Harry. Luego corrió hacia la casa de Slytherin.
—Parece que lo estaban pasando bien —comentó Harry, pero la mirada acusadora con que había mirado a Draco se desvaneció al ver que el chico recuperaba su anterior expresión sombría.
—Sí... —aunque su cara decía todo lo contrario. El rubio volvió a apoyarse en la baranda para mirar el mar — ¿Te hubiera gustado ir?
—No —básicamente no estaba mintiendo. Le hubiera gustado, pero ni él se había dado cuenta. Draco lo miró fijamente, con una expresión seria que inquietó a Harry lo suficiente como para empezar a caminar —iré a revisar abajo, si quieres puedes quedarte aquí. —intentaba huir de esa mirada llena de angustia, no tenía idea de qué hacer para animarlo y era tan penetrante... Draco era muy extraño.
—Si estuvieras a punto de morir ¿Cuál sería tu último deseo? —le preguntó sin hacer caso a su intento de huida. Con la mirada fija, cada vez más triste, como si empezara a hacerse pedazos.
—N-no sé... —Harry sintió como si se hundiera en la intensa marea plata de aquellos ojos, como si lo alejara de la realidad y lo arrastrara en el resplandor oscuro para ahogarlo.
—Yo pediría que Lucius pagara por todo lo que ha hecho —respondió a su propia pregunta, con un rencor acentuado al pronunciar el nombre de su padre. Draco miró el mar nuevamente y sonrió con amargura —deberías pensar en tu último deseo. No será un hada quien lo cumpla, por lo tanto hay que tenerlo claro para hacerlo realidad uno mismo... antes de morir.
—Lo pensaré —fue lo único que se le ocurrió decir. Se quedó inmóvil esperando a que Draco dijera algo más, deseando bajar y alejarse de él o quedarse y preguntarle qué le pasaba. Finalmente decidió dejarlo elegir a él —Bien, voy a bajar, ¿vendrás conmigo?.
—No preguntes idioteces. Tú no quieres que vaya contigo. Tú no soportas estar conmigo —respondió arrastrando las palabras fría y tranquilamente, como siempre le había hablado.
Harry se fue. No estaba seguro de que fuera lo correcto, pero tampoco se iba a quedar discutiendo que quería estar con él, porque no era cierto. Draco tampoco quería estar junto a él... ¿Para qué fingir ser su amigo?. Si quería lloriquear que lo hiciera con Blaise. ¿Por qué le había hablado de eso a él? ¿Habría estado fingiendo con Lisa o estaba fingiendo ahora?
¿En verdad quiere vengarse de su padre?.
Nuevamente estaba en su despacho con sus amigos. No había vuelto a hablar con Draco desde la noche anterior, pero sostenía conversaciones imaginarias con él todo el tiempo. Tenía ganas de contarle a sus amigos lo que había pasado. Pero no dejaba de sentir que el asunto no le incumbía. Además, no se sentía con la confianza para hacerlo. Era extraño, pero le parecía estar a kilómetros de distancia de ellos, de sus vidas. Hermione revisaba uno de los libros de la biblioteca de Harry, el cabello enmarañado rozaba las hojas cada vez que las daba vuelta. Probablemente la chica había revisado muchos más libros de esa biblioteca que él.
—Llévatelo a tu pieza si quieres Hermione, yo no lo estoy ocupando.
— ¿De verdad? —sus ojos castaños brillaban esperanzados. Ron la miraba embobado.
—Claro que sí —Harry olvidó lo que había estado pensando. Eran esas escenas las que le gustaba vivir, en donde con solo unas miradas podían decirse todo.
—No se lo pases, Harry, terminará cambiándome por tus libros —Ron se reía al ver la cara enfadada de su novia. Harry también se echó a reír.
—Harry —Hermione apartó sus ojos del libro para mirar a Harry —hay algo que quería decirte —se acercó a él abrazando lo que le acababa de prestar. —Yo... he estado pensando mucho en las clases que estás perdiendo... —Harry la miró sin entender. Ron, en cambio, supo inmediatamente de qué hablaba y miró a Harry en señal de advertencia. —Me refiero a que nosotros tenemos cinco clases y tú solo una, de defensa.
—Hermione, él está muy ocupado...
—Pero deja que él decida, Ron. Es muy injusto para él quedarse sólo con lo que aprendió en el castillo. —miró a Harry nuevamente con el ceño fruncido, parecía estar muy preocupada por él —Yo creo que podrías ponerte de acuerdo con los demás profesores, para que puedan enseñarse entre ustedes las otras materias. Tal vez una hora semanal de clases por cada asignatura, se enviarían trabajos para avanzar más rápido... —Ella se detuvo un momento ya que Harry la miraba serio, pero se recuperó rápido y siguió hablando —No me había animado a proponértelo porque te veía muy atareado, pero anoche cuando fuiste a Gryffindor, supuse que algo de tiempo libre tienes...
—E inmediatamente decidió acabar con él. —terminó Ron —Hermione, Harry no puede someterse a más trabajo. ¡Se morirá!.
—Dime qué opinas Harry, si volviéramos pronto a tierra, retomaríamos las clases y tú estarías muy atrasado con respecto al resto, y sería muy injusto ya que te has sacrificado mucho... —Harry seguía mirándola pensativo. —nunca fuiste bueno en pociones, la falta de práctica te hará mal. Y en Herbología hemos aprendido cosas muy importantes... transformaciones...
—No creo que pueda tomar más responsabilidades —finalmente opinó.
—Se lo he estado repitiendo un millón de veces Harry, pero no me hace caso.
—Harry —ella ignoró a su novio —tú pretendes ser auror.
—Es probable que le den más tiempo para terminar el colegio, en el caso que volviéramos pronto. —continuó Ron.
—Dumbledore le dio a Harry la misión de educarnos ¿no? ¿Por qué el no puede educarse también? Si tienes tiempo libre deberías ocuparlo de una forma provechosa, probablemente el director no quiso sobrecargarte, pero si tú puedes tomar la decisión, si te puedes hacer responsable... Harry piénsalo.
En realidad tenía algo de razón, él deseaba aprender más hechizos. Transformaciones sobre todo. Dentro de los hechizos de magia sin varita había encontrado una forma de adaptarlos, pero primero tenía que aprenderlos y transformaciones no se le daba fácil. En realidad sólo defensa le nacía natural.
Hermione vio como Harry parecía considerar su idea y aprovechó para rematar —yo podría ayudarte a estudiar. Podría hacer resúmenes para los cuatro, así no perderían tiempo planificando más clases. Harry, realmente, piénsalo. Estarás mejor preparado si no dejas de lado las materias, podrías perder la práctica ¿o es que deseas ser profesor de defensa el resto de tu vida?
A Harry le bajó el pánico. Le agradaba ser profesor, pero no era su sueño de vida. Y hacía unos días había intentado transformar una colcha en almohada y, a pesar de que siempre hacía ese hechizo, no había dado resultados (aunque probablemente era producto del cansancio) pero aún así le entró el miedo.
—Está bien, voy a proponer la idea, pero dudo mucho que acepten, en verdad tenemos mucho trabajo que hacer.
— ¡Perfecto! —Hermione dio un salto feliz, no parecía haberse desanimado con el último comentario. —Ya verás Harry como aceptan. Lisa, al menos, no querrá quedarse ignorante, te lo aseguro, la conozco.
Poco después la pareja se fue para cumplir con su guardia.
—No es necesario que lo hagas Harry —le dijo Ron antes de irse —Estoy seguro de que Dumbledore les dará más tiempo que a los demás para que se preparen para los EXTASIS.
Luego Harry recogió su libro y fue a su habitación, tenía ganas de estudiar acostado.
Cuando llegó a la cubierta superior, vio a Draco llegando por la otra escalera, al parecer también quería trabajar en cama porque cargaba muchos pergaminos.
Harry le abrió la puerta al rubio para que pasara sin problemas y entró detrás de él. Draco parecía estar normal. La mirada altanera de siempre, el mentón en alto y la actitud indiferente. Se recostó sobre la cama tranquilo al verlo de esa manera, mientras Draco dejaba uno a uno los papeles en la suya.
— ¿Es bueno ese libro? —Al fin Draco había cortado el hielo, miraba el libro de Harry sin mucho interés apoyando los brazos en su colchón.
—Si, ha sido muy útil —contestó cortésmente. Se alegró de que se hablaran de nuevo.
— ¿Y has a prendido a hacer algo sin varita? —El rubio se apoyó en el mueble, que estaba a su espalda, para estar más cómodo.
—A mover objetos, reparar, quemar, romper cosas... Sólo objetos pequeños, me falta mucho todavía. —Harry se había sentado sin darse cuenta debido al entusiasmo que le provocaba hablar de esto.
— ¡Genial! si un alumno no te obedece podrías chamuscarle el pelo en sus narices y no podría acusarte de nada porque nunca se enteraría que fuiste tú.
—Por esa razón Dumbledore no te dio el libro a tí —Se burló Harry.
—Ja —fue la respuesta seca de Malfoy, pero no estaba enojado —¿No has practicado nada de defensa? creí que estarías ocupándolo para eso.
—Solo estoy hechizando objetos por ahora, tengo que aprender a controlar primero eso —El entusiasmo en la voz de Harry no se había apagado a pesar del último comentario de Malfoy —Aún no sé aparecer cosas de la nada y casi no he practicado con personas... pero pronto empezaré con cosas más grandes.
—Mueve algo —le ordenó Draco.
Harry estuvo a punto de obligarlo a decir "por favor" pero nunca había escuchado a Draco decir las palabritas mágicas, y supuso que esta vez no sería la excepción. Decidió darle en el gusto con algo que lo impresionara. Nunca lo había intentado, pero era muy probable que lograra hacerlo.
Draco se elevó del suelo unos centímetros. Abrió los ojos como platos pero en seguida recuperó su expresión habitual. Harry sonreía desde su cama, lo elevó hasta que el cabello rubio tocó el techo y luego lo hizo descender cuidadosamente.
—Impresionante —lo felicitó falsamente sin una gota de entusiasmo. Pero por dentro estaba impactado. Se sentía cohibido por aquella demostración de poder. ¿Cómo podría defenderse de alguien si no sabía cuando iba a ser atacado?
—Gracias —Harry sonreía satisfecho desde su cama. Aunque Draco parecía indiferente estaba seguro de que lo había impresionado. Miró nuevamente su libro con la sonrisa más ancha. Entonces recordó lo que había hablado con su amiga en su despacho. —Hoy estuve hablando con Hermione...
— ¿Qué tengo que ver con eso? —le cortó Draco.
Malfoy, siempre tan dulce —Se trata de algo que nos incumbe a ambos... a todos los jefes de casa —Draco seguía mirándolo con expresión de "ve al grano" —Todos están estudiando las materias más importantes, menos nosotros. Quienes somos profesores estamos atrasándonos con respecto al resto de los alumnos...
—Agradécelo a tu querido director.
Harry prefirió ignorar ese comentario —Deberíamos enseñarnos entre nosotros. Hermione me dijo que podría ayudarnos... —Malfoy alzó una ceja. La idea parecía no gustarle — ...para saber al menos lo mínimo de lo que tenemos que aprender en séptimo y no perder la práctica en las otras asignaturas.
— ¿Y a tí te parece que tenemos tiempo?
—Podemos hacernos...
—Tal vez tú y la cerebrito piensen que lo mejor en este mundo es estudiar, pero yo tengo una vida y hago enormes esfuerzos para mantenerla en medio de todas las tareas que Dumbledore nos asignó. Estudia con ella si quieres, yo no pasaré mi tiempo libre enseñándote pociones, tengo suficiente con Neville.
—Yo también te haría clases —le contestó enfadado, ya tenía los puños apretados.
—Te recuerdo que YO te hago clases de defensa...
—Tú sólo sabes magia oscura, Malfoy —le enrostró despectivo —Yo sé muchas cosas que, estoy seguro, tu no conoces.
—Sólo tengo que revisar un libro para reemplazarte. No me costará aprender, soy muy bueno en defensa... Soy bueno en todo —trepó la escalera a su cama desapareciendo de la vista del moreno. —No voy a participar en eso. No voy a sentarme esperando a que me des órdenes, o a que la inútil de Hannah piense que puede venir a enseñarme algo... Nadie te apoyará con esa estupidez, Potter.
-No sé como pude creer que tendrías algo de sentido común, Malfoy —Harry sentía humo salir por sus orejas —A tí lo único que te interesa es andar ... —Se detuvo en medio de la frase, estaba a punto de decir "andar puteando con Blaise".
— ¿Andar qué? —lo desafió el rubio.
—Vete a la mierda, Malfoy.
—Dumbledore ya me mandó aquí.
Harry clavó los ojos en el libro intentando concentrarse. Tenía muchas ganas de volverlo a elevar, pero esta vez lo golpearía en el techo hasta dejarlo inconsciente. Contó hasta diez para calmarse y finalmente decidió tratar de dormir porque cada hechizo que leía, le parecía una buena venganza y si seguía así, lo terminaría atacando.
Más tarde, alguien golpeó la puerta de la pieza que daba al baño. Harry esperó a que Draco, quien no lo dejaba dormir debido al ruidito que hacía con los pergaminos, se levantara y abriera, pero eso nunca pasó. Los golpes insistían y finalmente se puso de pie y abrió la puerta.
—Buenas noches, Harry —lo saludó Blaise. Draco saltó de su cama al escuchar a su amigo.
— ¿Qué haces aquí? —Harry sonaba muy enojado —¿No podías llamar por la otra puerta?
—No —Blaise entró antes de que Draco pudiera tomar partido en la discusión —Draco, te traje un regalo —le extendió una caja de finos bombones al rubio, a quien se le iluminó el rostro.
— ¿De dónde los sacaste? —tomó la caja con cara de "Feliz Navidad" y la abrió inmediatamente.
—Se lo robé a Filch, parece que él puede entrar a las bodegas. También le robamos el pastel a él —Blaise miraba al rubio encantado, estaba reaccionando justo como lo había imaginado.
— ¿Y Filch sacó eso de la bodega? —preguntó Harry atónito.
— ¿Es abuso de poder verdad? Por eso no me pareció injusto sacárselo a él. Lo mejor de todo es que no puede quejarse porque también es culpable.
Draco rió, veía con deleite la caja una y otra vez. Habían 10 deliciosos bombones. Y él adoraba los dulces.
—Zabini, es tarde y yo estaba durmiendo... —dijo Harry mientras caminaba hasta su cama.
—Más tarde tengo otro regalo para tí, Draco —el Slytherin lo ignoró —terminé con mi novia esta tarde.
El rubio se mordió el labio, recibiría más de un dulce esta noche. Sacó tres bombones de la caja y la dejó en su cama.
—Toma —le extendió uno a su amigo y luego se volteó a la cama de Harry y le tendió otro.
Blaise miró a Draco extrañado. ¿Le estaba dando uno al cara-rajada? Con suerte le había regalado uno a él...
Harry aceptó dudoso, pero Draco parecía tan contento que no pudo negarlo. Además, se moría por un chocolate.
—Para endulzar la vida —le dijo Draco con una encantadora sonrisa, al tiempo que desenvolvía el suyo y le hincaba los dientes. Al retirar la boca, los labios acariciaron suavemente el chocolate que se salvó de la mordida. Un poco del relleno intentó escapar, pero Draco lo rescató con un dedo, que luego se echó a la boca. Cerró los ojos sonriendo por el placer, mientras chupaba lentamente el dulce de su dedo.
Harry lo miraba con detenimiento ¿Comía siempre así?. Sí, generalmente movía los labios de esa manera... Draco abrió los ojos y se mordió el labio, todavía sonriendo. A Harry le dieron ganas de reír cuando la idea de que Malfoy parecía estar en un comercial de chocolates, le vino a la cabeza. Si estuviera en el mundo muggle, probablemente sería modelo.
Malfoy se dio vuelta nuevamente hacia Blaise, quien había estado fijándose en la mirada de Harry.
—Tienes un poco en el labio —Blaise estiró su mano y barrió parte del relleno que Draco no había probado. Luego se lo echó a la boca.
—Hey, es mío —Se quejó indignado. Blaise no dudaba que realmente lo estuviera.
—Tengo que irme, me escapé de la guardia para que no me descubrieran dándotelo —Blaise se acercó a Draco para besarlo, pero el rubio se echó hacia atrás.
—No te atrevas, no acepto besos hasta que el sabor desaparezca.
—Estás loco —abrió la puerta, sintiéndose feliz de verlo comportarse como antes —Nos vemos después de mi guardia.
—Bien.
Harry comía su chocolate agradeciendo por primera vez la presencia de Blaise. Era la cosa más deliciosa que había comido en su vida, a pesar de que ya había probado muchas veces esta marca de bombones.
—Potter —Draco estaba frente a él nuevamente y con el papel del dulce colgando entre sus dedos — ¿Dijiste que quemabas cosas? —balanceó el envoltorio juguetonamente —no queremos que los elfos encuentren ninguna pista de quién se quedó con los bombones.
Espontáneamente, el papel se hizo cenizas.
—Finalmente me eres útil.
Harry no supo si tomárselo como cumplido o como ofensa.
El frío día dio paso a una, aún más, congelada noche. Draco se encontraba en una baranda de la cubierta superior, escondido entre los botes y mirando el horizonte, absorto en sus pensamientos. El viento mecía suavemente su cabello y bufanda, mientras que algunas gotitas de agua marina caían sobre él. Sintió que unos brazos le rodeaban por la cintura y la conocida voz de su amigo le llegó desde algún lugar cercano a su oído.
—Mal escondite...te he encontrado de inmediato.
—Tu no tendrías que estar aquí —le dijo Draco sonriendo —ya pasa de tu toque de queda.
— ¿Te molesto?
—hmmm...no —se giró para ver el rostro de Blaise — Hace frío, ¿no crees?
El chico le sonrió y lo abrazó más fuerte — ¿Qué haces aquí? Te puedes enfermar.
Malfoy se soltó del moreno y volvió a mirar la negrura de la noche —nada... —le contestó ajustándose el abrigo —no hago realmente nada. Y tú, ¿qué estas haciendo aquí?
—Eso mismo te pregunto, Zabini —Ambos chicos se giraron para ver a Hannah —Te recuerdo que esta zona es sólo para nosotros, los jefes. Y como tu no lo eres... Fuera Zabini.
Blaise suspiró y, girándose hacia Draco, dijo —Sigo sin entenderlo... Cómo alguien así —señaló hacia la joven —pudo siquiera llegar a ser prefecta...
—Oh! yo tampoco lo sé. Es muy absurdo —el rubio miraba a la chica desde detrás de Blaise —Aunque debemos comprender, obviamente en Hufflepuff no había mucho de donde elegir.
—Lárgate Zabini. Y tu Malfoy, ándate a tu camarote.
—Tu no tienes por qué darme órdenes —Draco la miraba con suficiencia —Tu no debes siquiera hablarme, no tienes poder sobre mi.
— ¡Fuera!
—¡Ya cállate! —Blaise la encaró — ¿Por qué no te vas tú? Podrías ir a ver a tu "amiguita" esa, la tontita ¿Cómo es que se llamaba...?
— No lo sé, todos los tejones son iguales...Estúpidos, horrendos...—le ayudó Draco.
—La verdad, no importa. Sólo vete con ella y déjame en paz.
Hannah estaba roja de rabia. No podía perdonar que el perro de Zabini nombrara a su amiga, la misma que el tipejo había dejado hacía dos años atrás. La chica había sufrido mucho, realmente lo quería, pero eso a él no le había importado y no había dudado en cambiarla por otra.
—Si no se van ahora...
— ¿Qué vas a hacer, Abbott, mandarme a detención?
Harry, para variar, andaba dando vueltas por el barco. Sus amigos estaban muy ocupados como para hablar con él y la idea de revisar papeles y trabajos no le atraía en lo absoluto. Bajó una escalera y escuchó la voz de Hannah, que le gritaba a alguien. Comenzó a acercarse a ella.
—Mira imbécil —Hannah tenía la mano dentro de su chaqueta y apretaba con fuerza su varita —Tu no tienes por qué estar aquí. Ándate a joder a otro lado.
—Uyyy...pero que grosera eres...
—Qué miedo...—Blaise se acercó a ella — la tejoncita rastrera me amenaza.
—No me hables así —la voz de la chica parecía controlada, parecía —Te vas a ir a tu jodido nidito de serpientes ahora. ¿Me entendiste?
—Ten cuidado, Blaise, mira que parece...enojada.
— ¡PAR DE MARICONES,VÁYANSE AHORA! —Abbott acababa de sacar su varita y apuntaba al moreno. Blaise sólo sonreía.
— ¿Qué pasa? —Harry apareció y vio la escena — ¡Hannah!
—Déjala, Potter. No creo que se atreva... —Blaise dio otro paso hacia la chica. Hannah bajó la varita — ¿Ves, sabía que no se atrevería, es una cobarde mal naci...
—Hijo de... —la chica nuevamente levantó la varita
— ¡YA PAREN! —Harry se interpuso entre ellos —Tú —apuntó a Blaise —No tienes nada que hacer aquí. Fuera.
Ni Draco ni Blaise se movieron.
— ¡Ahora!
Draco procesaba la información a mil por hora. No le convenía enfurecer más a la chica, y si Potter estaba metido en el medio, las cosas se podrían poner peor. Le tomó el brazo a Blaise y le susurró en el oído — mejor te vas, no sería bueno que Weasley se entere de esto y si seguimos, la perra lo dirá.
Blaise miró a la chica y sonrió. Por lo menos la había molestado un rato. Le hizo una seña de asentimiento a Draco mientras le tomaba la mano.
—Mira al par de ..."amiguis" —Hannah ya había guardado su varita y permanecía cruzada de brazos —Te recuerdo, Malfoy, que no puedes meterte con alumnos.
Ambos chicos obviaron a la jefa —Bien, me iré. Aún tengo una tarea por hacer.
— ¿Te acompaño?
—No te preocupes, mi niño, puedo irme solo... — Blaise se giró para quedar de frente al rubio —pero me llevaré algo conmigo —El moreno tomó al chico rubio por la cintura y lo acercó hacia si. Le levantó el mentón con una mano y le susurró algo en los labios que Harry no alcanzó a oír, luego, juntó ambas bocas.
Hannah y Harry se quedaron quietos viendo al par de chicos con igual expresión de "qué rayos esta pasando aquí"
Cresta no debió hacerlo...Me van a sancionar... pensó Draco al tiempo que la mano de Blaise se paseaba a sus anchas por su espalda. Aunque... ya no había nada más que hacer. El rubio, que hasta ahora no había tomado partido, envolvió una mano en el cabello del moreno y la otra la pasó por el cuello del chico. Si iba a infringir las normas...había que hacerlo bien.
Harry no sabía como reaccionar. Ahí estaba Draco, atracando descaradamente con el chico, y él no hacía nada por evitarlo. Trató de no mirarlos, pero no podía. En cambio, Hannah los veía con odio. No sólo la habían humillado, sino que ahora se reían en su cara. No importa, mañana van a ver...
—Ahora si me puedo ir —Blaise habló fuerte. Finalmente los chicos se habían separado
—Adiós, Blaise —Draco se acomodaba el abrigo.
—Que tengas buenas noches, Draco —y le robó un último beso antes de irse, no sin empujar antes a Hannah al pasar.
—Esto se sabrá en la junta —Hannah se fue sin siquiera despedirse de Harry.
Los otros dos chicos se quedaron entre los botes, Draco aún intentando arreglarse el abrigo y respirando entrecortadamente.
A la mañana siguiente, Hannah no dudó ni un solo instante y apenas hubieron llegado todos, les relató lo sucedido.
—O sea —Bill miraba de reojo a Draco mientras se paseaba por el salón —que no sólo desautorizaste a Hannah frente a un alumno, sino que la agrediste y, además, tienes una relación con él. Relación de la que no nos habías dicho nada.
—No es cierto. Blaise es mi amigo, nada más.
—Yo te vi besarlo y Harry también —la chica se volteó hacia el aludido — ¿verdad, Harry?
—Bueno...Sí —aunque hubiera preferido no involucrarse, no podía mentir. Draco lo fulminó con la mirada.
—Y qué importa un beso más o uno menos. No pueden prohibírmelo.
—En realidad, si —Bill se sentó y miró a todos —Al principio les dije que no se involucraran con alumnos para evitar este tipo de situaciones, y tú no has hecho caso...
—Yo no tengo...
—Déjame terminar —lo interrumpió Weasley —Es por esto que debían mantener una distancia con los estudiantes, no debían entablar relaciones con ellos ya que ustedes son las figuras de autoridad y si les ven muy cercanos, cualquier jerarquía que intentemos instaurar en el barco fracasará.
—Y como resultado, los alumnos se creen con el derecho a pasar por alto a sus superiores.
—Cierra la boca, Abbott —siseó Draco.
—Es verdad, tu "amiguito" se cree lo suficiente como para desafiarme.
—Por supuesto, cómo podría respetar a alguien como tú.
—Basta, Malfoy —lo cortó Bill. Ya estaba harto de su actitud —Lo que ahora haremos, será buscar algún castigo para ambos...
—Perdón, no pueden castigarme, soy un profesor ¿O es que acaso me harán limpiar el piso, o tendré que cumplir con alguna detención?
— ¡Ya estoy cansado de tí, Malfoy! —el colorín se paró —¡No haces nada más que causar problemas! Todos los conflictos que hay aquí adentro son por tí y no voy a permitir que tú seas el causante de que esto no funcione...
La sala quedó en completo silencio.
— ¿Y que me harás?
—Podemos quitarte el puesto de jefe de casa o destituirte de profesor —el tono con que Bill le hablaba era calmado, pero denotaba cierta molestia —Debo recordarles que aquí ninguno es indispensable; si cometen alguna falta grave, siempre podemos sacarlos del cargo. Bien —Bill se calmó un poco —creo que lo más adecuado es que le pidas disculpas a Hannah.
—No lo haré —le podía sacar del cargo, o torturarlo, pero él JAMÁS le pediría perdón a la tipa esa.
—Bien, pero será peor para tí —sacó su varitay la agitó. En el pizarrón de atrás apareció un listado que comenzó a leer —No podrás volver a la casa de Slytherin por la noche ni quedarte en ella después de las 21:00 hrs. Tendrás que cuidar que ninguno de tus alumnos vuelva a estar en la cubierta superior a ninguna hora y que no vuelvan a faltarle al respeto a ningún miembro de esta sala. No podrás salir de tu camarote después de las 22:00 hrs, con excepción de las guardias, y te mantendremos vigilado todas las noches. Tampoco quiero verte haciendo este tipo de espectáculos con nadie y espero que no vuelvas a involucrarte con ningún alumno, y mucho menos con Zabini...
Draco escuchaba su castigo indignado. ¿Qué se creían esa manga de estúpidos? Tenía unas enormes ganas de gritarles a todos, en especial a la bastarda de Abbott, de lanzarles algún conjuro y matarlos, hacerlos sufrir...Pero no podía hacerlo. Y lo peor de todo es que esa idiota había ganado. Blaise...
—Escucha bien Malfoy,—volvió a la realidad y escuchó la voz del pelirrojo —si no cumples con lo que te estoy diciendo te sacaré del cargo, y si eso ocurre tu casa no tendrá ningún representante en este consejo, porque no dejaremos a Zabini en tu puesto ni a nadie que no sea de séptimo. Ya estás advertido. Ahora, Lisa... —la chica lo miró — ¿puedes ir a buscar a Zabini? A esta hora debe estar en el desayuno.
La joven salió del salón, agradeciendo por no quedarse ahí; el ambiente estaba desagradablemente tenso. Los que se quedaron no cruzaron palabras. Draco permanecía en su puesto sin mirar a nadie en especial, pero con un creciente odio hacia el mundo.
Hannah miraba unas hojas sobre la mesa. Si bien había logrado que Malfoy fuese castigado y hasta ultimado, su alegría no duraría mucho ya que el rubio buscaría alguna forma de vengarse.
Harry se miraba los dedos atentamente. Aunque no tenía nada que ver en la pelea, estar presente en esa reunión había sido estresante. Jamás había visto a Bill tan enojado, sin duda los Weasley eran de temer cuando estaban molestos. Unos minutos más tarde, Lisa regresó con el chico y se sentó en su puesto habitual, junto a Malfoy.
—Supongo que sabes por qué estas aquí.
—Sí.
—Y debo suponer que también sabes que te castigaremos —el moreno asintió —Quiero que te quedes aquí hasta que el consejo llegue a un acuerdo y Malfoy, tú no participarás de la votación.
—Bastardos... —Draco caminaba hacia su despacho —Malditos imbéciles...
—Cálmate Draco —Blaise iba con él.
Aún quedaban treinta minutos del desayuno, pero ninguno de los dos tenía ganas de comer. Entraron en el aula de Pociones y se encerraron en el despacho.
— ¡Mal nacidos! —Draco pateó el escritorio, haciendo que el tintero cayera al piso —LOS ODIO.
— ¡Tranquilízate! —intentó calmarlo Zabini, aunque sabía que cuando se ponía así, era mejor dejarlo ser —No sirve de nada hacer todo este escándalo.
—Pero Blaise... me prohibieron...a mí ...¡DESGRACIADOS! —lanzó lejos lo primero que vio. El moreno lo recogió y lo volvió a su sitio.
—Draco, cálmate —Blaise lo tomó por los hombros —ya no te preocupes, no podemos hacer nada para cambiarlo.
—Me amenazó. El idiota de Weasley ME amenazó. ¡Dijo que me quitarían el puesto de profesor! ¡Y la perra estaba feliz!
—Debí imaginar que esto pasaría, fue mi culpa —reconoció Blaise serio —Abbott me enferma y no pude controlarme. Me pasé de la raya.
—Nos enferma a todos. No es tu culpa, es culpa del vejete de Dumbledore. Nunca debió asignarla como jefa de casa.
—La verdad es que creí que Abbott no se atrevería a acusarnos —Blaise levantó el mentón de Draco y le sonrió tiernamente —Pero no te preocupes, no nos pueden prohibir seguir juntos. No tienen cómo controlar adecuadamente nuestros actos. Sólo debemos ser precavidos para que no nos descubran.
—Al menos tengo la capa de invisibilidad, es lo único bueno que Dumbledore me ha dado —dijo Draco entre dientes.
Blaise enredó sus dedos en el suave cabello rubio y lo besó con cariño; un profundo y largo beso que Draco respondió como si eso le fuera a quitar la ira. Al separarse, Blaise caminó a la puerta del despacho.
—Será mejor que vayamos a desayunar. Si nos quedamos aquí encerrados mucho rato, creerán que nos estamos acostando.
—Yo no iré, no pienso sentarme en esa mesa.
—Draco...
—Ve tú, te veo en la noche. Tendremos que arreglárnoslas con una sola hora.
Blaise salió de la sala de pociones. No deseaba dejar solo a Malfoy, pero no podían meterse en más problemas. Draco cayó sobre su silla y se quedó mirando fijamente el escritorio —Desgraciados... —rumió, sintiendo como la dulzura del beso recibido se extinguía mientras su sangre volvía a amargarse.
No fue al desayuno, ni al almuerzo, ni a la once. Impartió las clases que le correspondían pero no salió del aula de pociones, en cuanto terminaba la hora de enseñar se volvía a meter en el despacho.
Para la cena, Draco nuevamente se encerró a odiar el mundo y su vida, ignorando que al otro lado de la puerta estaba Potter aún sin convencerse de tocar.
Bill les había dicho que lo dejaran hacer lo que quisiera, que tarde o temprano tendría que ir a comer porque no permitiría que le llevaran los alimentos al despacho ni a ninguna otra parte. En un principio, Harry le había encontrado toda la razón y estaba molesto con Malfoy porque era un completo idiota. ¿Podría acaso haber tomado una actitud más inmadura con respecto al castigo, que para colmo era bien merecido?. Pero ahora ya no le enfadaba, sino que le preocupaba. Draco había estado comportándose muy extraño. La frase dicha por el rubio en su cumpleaños acerca de querer morir persiguió a Harry todo el día.
Estaba casi seguro de que el rubio lo había dicho en serio.
Y ahora lo alejaban de Blaise. Harry detestaba a Blaise, pero sabía que era el único amigo de Draco, y sin él, estaría solo.
Apoyó la cabeza en la puerta pensando en si le correspondía a él preguntarle como estaba, intentar convencerlo de comer algo. Lisa debería haber venido...
Lisa había ido a buscarlo al almuerzo, pero Harry no lo sabía.
Toc, Toc.
Draco se acercó a la puerta — ¿BLAISE? —y se quedó escuchando muy cerca para poder asegurarse que no fuera otra persona.
— ¡NO, SOY POTTER! —Gritó Harry desde el otro lado, aunque la gruesa puerta solo dejaba pasar un susurro alto. — ¡MALFOY, ABRE!
¿Que hace aquí éste?... pensó el rubio. Aunque no quería abrirle, la curiosidad de saber qué quería pudo más.
— Hola—fue lo único que se le ocurrió decir a Harry cuando se enfrentó a la mirada fría de Draco. ¿Por qué siempre tenía estas ideas que sonaban tan bien en su imaginación hasta que las llevaba a cabo?
—Qué quieres —Draco estaba a punto de cerrarle la puerta ...mejor no, Bill me destituiría por dañar a "Potty".
—Vengo a buscarte —como si me fuera a acompañar...
—Como si te fuera a hacer caso —la voz fría igual que sus ojos. Draco entró al despacho, pero no alcanzó a cerrar la puerta antes de que Harry se invitara solo.
—No seas bobo, Malfoy —esto no iba bien, pero no se rendiría tan fácil —no has comido nada. Bill no dejará que nadie te traiga...
—No espero que me alimente nadie.
— ¡Y qué esperas! —Harry perdía la paciencia — ¿Estás en huelga? ¿Morirás de hambre en venganza?
—Eso te encantaría.
Harry aspiró profundamente antes de hablar¿Venía a ver como estaba? está genial, ándate antes de que lo mates... —Malfoy, ¿no entiendes que fue tu culpa?
— ¿Mi culpa? —repitió ofendido.
—Draco, no puedes pasar todo el día sin comer, con todo lo que trabajamos... —Lisa entró al despacho. Había esperado que Draco llegara en la cena, pero como no lo había hecho, decidió ir a buscarlo nuevamente —Vamos.
—Al menos deja de ser egoísta, los chicos necesitan ver que estamos unidos, que las cosas marchan bien para sentirse seguros —Dijo Harry, habían hablado de eso en el almuerzo al ver las caras interrogantes del alumnado dirigirse al puesto de Malfoy.
—Me humillaron, no voy a volver...
—Fue TÚ CULPA —Le reclamó Potter sintiendo que la sangre le hervía.
—Si no la hubieras apoyado, Potter, no habría tenido como comprobar lo que estaba diciendo —Le contestó el rubio calmadamente, pero con un claro rencor en sus palabras
—Fue tú error... —Harry estaba a punto de golpearlo, pero Lisa lo tomó del brazo y lo alejó, luego ella dio unos pasos hacia Malfoy. Harry caminó más hacia atrás, sin poder creerlo ¿Ahora todo era su culpa?.
—Draco, a Bill se le acaba la paciencia —intentó convencerloLisa.
— ¿Me prohibirá estar enojado, ¿Me prohibirá sentir humillación después de como me trató?
—Entiende que eres parte de un equipo, si no lo haces por tí, al menos hazlo por tus estudiantes —la voz de la chica era muy calmada, todo lo contrario a la de Harry — ¿Cuánto crees que durarás sin comer? Mañana no rendirás ni la mitad de lo acostumbrado.
Harry ahora sólo miraba a los chicos conversar con los puños apretados, convenciéndose de que Malfoy era la persona más imbécil del mundo ... ¿Por qué Dumbledore lo eligió?
—Acompáñanos al comedor —le pidió la chica —Come algo, aunque sea un pedazo de pan...
Esto era el colmo, Harry la miró ceñudo y luego vio el rostro del Slytherin...implacable como siempre... A Draco le importaba poco lo que pasara con el barco, con los alumnos. Solo le importaba él y ahora estaba montando un show para hacerse la víctima; tal como lo había hecho con el hipogrifo en tercero. ¿Y ellos le estaban rogando que comiera un poquito? No puede ser que le esté rogando a Malfoy... recordó a Pansy colgada del brazo del rubio todo el tiempo, a Blaise cuando colgaba de él en la casa de Sirius intentando convencerlo para que se quedara... Conmigo no va hacer lo mismo...
—Déjalo Lisa, que se muera de hambre si quiere. Yo iré a comer la carne asada que Bill pidió para hoy —Salió del despacho deseando meter a Malfoy en una caldera, o arrollarlo con su escoba.
Y Draco no fue a comer. Lisa llegó poco después que Harry, también muy enfadada, y no se refirió al rubio en toda la cena.
Harry había decidido ignorarlo, no valía la pena gastar saliva en la serpiente así que al llegar a su pieza esa noche acomodó su almohada y cerró los ojos. Al menos no tendrían guardia.
Pero no pudo dormir bien, porque parte de las medidas para que Draco no se involucrara más con Blaise, era chequear que estuviera en su pieza, a si que cada cierto tiempo golpeaban para que el rubio abriera la puerta y mostrara su bello y exasperante rostro confirmando que no había salido. A la tercera llamada, Harry no pudo volver a dormir a pesar de que tenía sueño. La verdad no le molestaba tanto la puerta, sino que la panza de Malfoy sonaba como toda una orquesta en un intento por recordarle que existía y que debía ser alimentada.
Llevaba media hora escuchando la sinfonía de la hambruna. Después de pasar por la irritación, la ira y la pena, llegó a un estado de risa, porque Draco era simplemente ridículo. Lo escuchó moverse incómodo, probablemente el hambre no lo dejaba dormir. Una vez más se le ablandó el corazón, el recuerdo del chocolate que le había regalado lo convenció de ayudarlo, además, él había pasado hambre muchas veces en la casa de sus tíos y sabía lo doloroso que podía ser. Mientras se ponía de pie, su orgullo le gritaba que era la persona más tonta del mundo. Draco tenía toda la culpa de lo que le pasaba, se merecía esto y mucho más, y como si fuera poco, lo había maltratado esa misma tarde...
Draco se sentó en su cama al ver que Harry salía de la suya y se ponía la capa de invisibilidad.
— ¿A dónde vas?
—A buscarte algo de comer —pudo ver como arrugaba la nariz para escupirle algo hiriente, pero finalmente sólo frunció el ceño extrañado mientras el moreno desaparecía ante sus ojos.
Poco más tarde, Harry llegó con dos panes con queso y una botella de leche —Toma. —Draco miró la comida con deseo, pero no hizo nada por tomarla. —Tómala Malfoy, no me costó poco conseguirla.
—¿Cómo...
—No preguntes —dejó todo en la cama del rubio —si no lo quieres, bótalo, pero si vuelve a sonar tu estómago, te moleré a golpes.
—Bueno... —Draco tomó la botella de leche que estaba a punto de caer —es lo mínimo que podías hacer —dijo recuperando el tono digno.
—Cállate y come antes de vuelvan a golpear la puerta.
Harry le echó una última mirada antes de ir a su cama. Los finos dedos partían el pan y llevaban un pedazo hacia los labios... hacia la boca. Harry sonrió, él se hubiera lanzado como animal sobre la comida si hubiera pasado hambre.
Despertó en la oscuridad. Le dolía cada fibra de su cuerpo y sentía mucho frío. Se abrazó a si mismo en un intento por mantener el poco calor que tenía, intento fallido por cierto. No sabía cuanto tiempo llevaba ahí, había dejado de contar los días desde hacía mucho.
Se acurrucó en la húmeda piedra, esperando.
Aún no comprendía por qué lo mantenían con vida. ¿No sería más fácil deshacerse de él antes de que volviera a matar a cuanto ser vivo encontrara? ¿O ese era el plan, dejar que el hombre-lobo acabara con los prisioneros? No, no podía ser eso ya que la última luna llena la había pasado encerrado en un búnker de seguridad. De cualquier forma, él seguía encerrado en aquella pocilga a la que ni las ratas querían entrar, recordando cada día sus peores vivencias. Y es que aparte de estar encerrado junto a cientos de magos, también estaba custodiado por unas cuantas docenas de dementores, los que se encargaban de hacer aún más miserable su existencia, si es que eso era posible.
Sirius...
En estos interminables días, aquel nombre había sonado más que nunca dentro de su cabeza. Aquel nombre era el que se destacaba en medio de todo su sufrimiento.
Aquel nombre era uno de sus peores recuerdos.
—¿ Y que has podido averiguar? —Sirius miraba al hombre en frente de él. Aunque por fuera intentaba mantenerse sereno, por dentro era un mar de expectación.
¿Y si hoy destruían sus esperanzas?
—Aún está con vida —todos los miembros de la orden presentes respiraron tranquilos —pero no hay muchas esperanzas de sacarlo de ahí.
— ¿Qué mierda estás diciendo? —Sirius se levantó de su asiento, la angustia recorría todo su ser —¿Cómo que no hay esperanzas? Dime donde está ahora y lo iré a bus...
—No podrás —Severus levantó la voz—ha sido apartado de los otros porque hay luna llena, además, seguramente lo deben estar vigilando.
—Pero debe ser más fácil ahora —dijo Molly —porque si los otros días está siempre acompañado...
—La prisión esta muy bien resguardada por los dementores, no dejarán que nadie salga —Severus suspiró y miró a los demás, sus caras reflejaban todo el trabajo que habían estado realizando.
— ¿Y has averiguado para qué lo necesitan? —Arthur lo miraba desde el otro extremo de la mesa —no entiendo por qué lo mantienen vivo.
—Voldemort ha estado experimentando; quiere crear una raza invencible, unas quimeras que puedan asegurarle la victoria. No sé cual es su método, pero muchas de las personas que han sido transmutadas no sobrevivieron más que un par de horas.
—Entonces...Remus ahora es... —Sirius no podía decir lo que pensaba. Sentía que algo le oprimía su corazón, sentía algo en su garganta que no le dejaba en paz.
—No. Voldemort quiere asegurarse de ocuparlo cuando ya esté totalmente seguro de lo que hace. Hace un par de días logró un híbrido —al decir esto, la orden se tensó, ¿Qué bestia podría ser? Severus, suponiendo lo que pensaban, continuó —no es nada muy grandioso, es una mezcla entre un muggle y un kappa; y, aunque no tiene grandes poderes, es un avance, y si las cosas siguen así, pronto experimentarán con Lupin.
—Tenemos que sacarlo de ahí lo antes posible.
—Aún no me han dicho su ubicación, y si la supiera, tampoco podrías sacarle de ahí, Black. Ya te dije que debe estar custodiado.
— ¿Y qué quieres, que nos quedemos aquí sin hacer nada? ¿Que dejemos que los transformen?
—No podemos hacer nada por salvarle. Creo que lo mejor en esta situación es matarlo nosotros.
La última palabra retumbó en el comedor. Todos los presentes habían conocido a Lupin, todos habían compartido con él, siempre los había ayudado, comprendido...¿Cómo alguien de la orden podría hacerlo? Nadie decía nada, cada uno pensaba en lo horrible que sería si no lo volvieran a ver.
¡PLAF!
— ¡NO VUELVAS A DECIR ESO! —Sirius se había acercado a Severus y lo tenía sujeto por el cuello de la túnica. En la mejilla del profesor se podía ver una gran contusión, que se ponía más roja con el tiempo — ¡JAMÁS, JAMÁS DEJARÉ QUE LE HAGAS ALGO! ¡NI TU NI NADIE!
—¡SUÉLTAME IMBÉCIL! ¡NO SABES LO QUE HAN INTENTADO HACER!
— ¡¿Y QUÉ SE SUPONE...
—LOS MORTÍFAGOS INTENTARON HACER QUE LUPIN CONVIRTIERA A OTROS MAGOS Y MUGGLES EN HOMBRES-LOBO, PERO FRACASARON PORQUE LOS ASESINÓ A TODOS —Severus no intentaba calmarse, para qué si éseidiota sólo entendía a gritos — ¡ES POR ESO QUE HAY QUE MATARLO! ¡NO PODEMOS DEJAR QUE SE MULTIPLIQUEN!
Sirius saltó sobre el ex-profesor y lo tumbó al piso. Lo único que quería era callarlo, matarlo para que no siguiera diciendo estupideces.
Los demás miembros reaccionaron e intentaron separarlos, pero Sirius no quería soltarlo. Varios forcejeos y golpes más tarde, lograron controlarlos y alejarlos uno del otro.
—No te dejaré —siseó por lo bajo Sirius —no lo harás —se soltó de los tres aurores que lo tenía sujeto y salió de la habitación. Un momento después escucharon la puerta de la calle golpearse.
—Es un mal nacido...—sentía el viento congelante en la cara, pero no le importaba. En parte el dolor le calmaba un poco —sólo quiere vengarse...sólo quiere que paguemos por sus miserables años...
Había caminado sin rumbo durante horas y ya no sabía muy bien en donde se encontraba, aunque eso no era muy relevante. Ya comenzaba a clarear y el frío de la madrugada junto con el rocío, habían hecho que la ira inicial pasara a ser sólo un rencor punzante. Sabía perfectamente que Snape tenía razón, que era peligroso mantener a Remus, su Remus con vida, pero no podría resignarse jamás a que no le volvería a ver. ¿Cómo dejar que alguien le matara?
Giró por una callejuela y se encontró con una plaza. Se acercó a una de las desvencijadas bancas y se dejo caer en ella. En ese momento se hizo conciente del dolor en sus pies, gracias a todo lo que había caminado y pateado, del frío y de lo mojado que estaba.
—No podría... —apoyó la cabeza entre las manos y dejó que una solitaria lágrima resbalara por su mejilla.
¿Cómo podría encontrarlo? ¿Y si lo hiciera, cómo lo sacaría de ahí?
Un perro se le acercó y se echó junto a la banca. Se le quedó mirando un rato y luego se enrolló en si mismo para mantener el escaso calor que tenía. Sirius siguió mirándolo por un rato más.
Si él no lograba sacarlo a tiempo, alguien acabaría por asesinarlo; y Él no habría hecho nada por evitarlo.
Dumbledore no dejaría que hiciesen algo así.
Pero el director estaba muy ocupado como para tomar el asunto en sus manos, y siempre existiría alguien como Snape para acabar con el "problema" de la forma más terrible posible.
Siguió observando al perro dormir. Ahora se encontraba estirado en la gravilla y meneaba las patas como si estuviera corriendo. Sirius se recostó sobre la húmeda banca intentando pensar.
Desesperación
Esa era una excelente palabra para describir lo que ahora estaba sintiendo. La impotencia y la angustia le carcomían por dentro y no le dejaban pensar libremente, pero ¿Cómo hacerlo si la persona que amaba estaba tan lejos?
¿Tienes frío? Siempre has sido un friolento y enfermizo, Remus...
El nudo que tenía en la garganta se hacía cada vez más grande.
Tenía unas enormes ganas de abrazarlo, de verlo, de escucharlo...
Si tan sólo supiera donde estaba, él podría salvarlo. Él se encargaría de todo sin importar lo que los demás dijeran, sin importar lo que el tarado de Snape creyera.
Finalmente se durmió en la fría superficie de la banca, recordando los días en que podía verlo cuando quería, cuando su única preocupación era que tal se veía en la mañana y si a Moony le gustaría.
— ¡¡¡¡DESPIERTA ! —gritó exasperado Draco — ¡¡¡DESPIERTA, POTTER! ¡¡¡¡¡POTTER! —El chico llevaba más de un minuto moviendo a Harry para despertarlo mientras el chico se quejaba desesperadamente, pero no podía — ¡POTTER!...
—AAHHH! —gritó saliendo al fin del pesado sueño, se afirmaba la cabeza como si ésta fuera a explotar en cualquier momento.
— ¡¿Qué demonios estabas soñando! —preguntó Draco, con una mezcla de hastío y preocupación.
—...—Harry no contestó inmediatamente, el dolor de la cicatriz no lo dejaba escuchar con claridad —Voldemort está furioso —susurró sin darse cuenta que Malfoy estaba junto a él y que podía oírlo perfectamente.
— ¿Voldemort? —Draco no ocultó el miedo que quebraba su voz — no... fue un sueño... Potter...
—No es un sueño, yo sé... —pero él no quería hablar con Malfoy de eso —olvídalo.
Draco se quedó viéndolo fijo, esperando a que el chico dijera algo más, pero Harry prefirió volver a acostarse y cerrar los ojos. La cicatriz le ardía como años atrás, cuando Voldemort podía unir sus pensamientos a los suyos...
...Pero me he asegurado que eso no vuelva a ocurrir, he estudiado oclumancia... demonios...
Dumbledore le había dicho que a veces, ni siquiera de ese modo, podría dejar de compartir parte de sus emociones con el mago tenebroso.
...¿cuál será la razón?...
Lamentablemente, ahora no podía ver lo que pensaba Voldemort, sino que sólo saber lo que sentía.
—Potter —Malfoy seguía junto a él —No es cierto que sabes lo que piensa ¿verdad?
No hubo respuesta.
—Mi padre me contó que tú y Voldemort compartían...
—NADA —se volteó hacia el rubio para enfrentarlo —No compartimos nada ¿entiendes? Sólo fue un sueño.
—No te creo. ¿Te duele la cicatriz o me equivoco?
—Vete a dormir y déjame tranquilo.
— ¿Voldemort no puede saber dónde estamos?
— ¡YA BASTA MALFOY, ESTOY CANSADO DE TÍ!. ¡DÉJAME DORMIR ¿QUIERES!
El rubio supo que no conseguiría más información de Potter, por lo que prefirió subir a su cama. Le temblaban las manos. Harry ocultaba algo muy importante... Tal vez Voldemort sí podría encontrarlos... Estaba seguro de que Voldemort podría encontrarlos.
Ninguno concilió el sueño. Ambos pensando en lo mismo: Voldemort rastrearía a Harry y daría con el barco.
A la mañana siguiente, Bill los llamó a reunión. Sus temores parecían hacerse realidad.
El conserje entró en la sala, junto a su gata, y se dirigió hacia Bill, dejando unas cartas que Fawkes había traído esa mañana, sobre la mesa —El director envió una carta para cada uno de ellos —le dijo a Bill como si los chicos no estuvieran en la misma mesa. Filch evitaba hablarles directamente porque aún los veía como "pendejos del demonio" —Y también nos avisa que se han enterado que no estamos en Hogwarts.
Harry supuso que eso tenía relación con el dolor en su cicatriz, Voldemort sabía ahora que no estaban, sabía que debía buscarlos...los encontraría...
—Al fin se supo —comentó Bill con calma—Me sorprende que el profesor Dumbledore lograra mantenerlo en secreto durante tanto tiempo.
— ¿Qué va a pasar ahora? —preguntaronHarry y Draco al unísono.
—A nosotros no nos afecta, ya ha pasado cualquier peligro de que nos pudieran localizar, no se preocupen.
— ¿Pero, estás seguro? —inquirió Draco — ¿NO hay forma de que nos encuentre?
—No la hay.
— ¿Y qué ha dicho Dumbledore? —preguntó Harry nervioso.
—Él nos ha protegido contra cualquier intento de localización, no hay forma de que nos encuentren. Ninguna.
Harry prefirió esperar al final de la junta para contarle lo sucedido a Bill, tal vez Dumbledore no contaba con eso.
Draco tomó el sobre que estaba abierto, en donde probablemente Dumbledore les informaba de como había sucedido, y leyó. Lisa, en cambio, revisó el resto de las cartas para tomar la que Dumbledore le había mandado.
—No las lean ahora —les pidió Bill —esperen a estar solos.
Los demás chicos sacaron sus cartas y las guardaron.
Bien, pasando a otro punto... —Lisa miraba a los demás con una media sonrisa —hay un asunto que debemos discutir; se trata de cómo subirles el ánimo a los estudiantes... —miró a Bill —En Hogwarts teníamos el quidditch, un evento en el que liberábamos tensiones y nos distraíamos de los estudios y de todo el asunto de Voldemort...
Ni Draco ni Harry escuchaban realmente a la chica. Ambos estaban nerviosos ante la idea de que Lord Voldemort pudiera llegar hasta el barco. Ambos temían que, gracias a la conección entre Potter y Voldemort, este último pudiera averiguar su ubicación.
—...y aquí no tenemos nada de eso —La joven seguía con su explicación. Como ya había discutido con Malfoy su idea, tenía la certeza de que él no se negaría; con respecto a los demás, ya había hablado con Hannah y ella estaba de acuerdo. Suponía que Harry aceptaría así que sólo tenía que convencer a Bill y a Sprout.
—Lo estuve hablando también con los chicos —apuntó a los otros jefes de casa —pensamos que tenemos que encontrar una forma de distraerlos, de relajarlos y liberarlos de vez en cuando... ¿Qué opinan ustedes?
Bill miró a la profesora de herbología interrogándola con un gesto, ella hizo otro gesto en señal de respuesta, parecía estar de acuerdo.
— ¿Qué actividad tienen en mente? —Preguntó Bill.
—Lo ideal hubiera sido adaptar el quidditch al barco, pero es muy riesgoso —Los adultos asintieron —Dumbledore había inventado unos juegos en Hogwarts, pero no son suficiente... necesitamos algo masivo, algo que podamos hacer juntos, para unirnos entre casas... —la chica hizo un gesto muy intelectual con las manos para sacar la última oración — y pensamos que una buena opción sería un baile.
Lisa miró a Bill de reojo, imaginaba que no lo aceptaría, pero el colorín no parecía estar en desacuerdo.
— ¿Qué opinan? a mí me parece una buena idea. Ya estamos fuera de peligro, tal y como nos lo has dicho hoy, y nos hemos adaptado a la situación satisfactoriamente. Los estudiantes se han portado excelente, sobre todo considerando que están encerrados. No creo que se comporten mal en un baile.
—Los más chicosnunca van a bailes —dijo Filch, quien no participaba de las reuniones, pero siempre que su guardia era en la mañana se quedaba a escucharlos.
—Pensamos que podemos ocupar el comedor para los niveles más grandes y la cubierta principal para los más pequeños. De esa forma evitaremos cualquier problema y sería justo para todos.
Harry, dentro de su ensimismamiento, había escuchado parte del plan. Lisa había dicho que esta idea la comentó con los jefes de casa, pero él no tenía idea, aunque los otros dos parecían saber perfectamente lo que decía.
—Parecen tenerlo todo planeado —Sprout los miraba suspicaz.
—Preferimos presentar proyectos por sobre ideas vagas —contestó Lisa con ese tono intelectual que hacía que todo el mundo creyera lo que decía.
—Bien —Bill miró a los presentes —llevémoslo a votación —Lisa aguantó la sonrisa de victoria que se insinuaba en sus labios, Bill había aceptado —levanten la mano los que están a favor.
Todas las manos se levantaron.
—Tendremos un baile entonces.
Para cuando la reunión terminó, y antes de que Bill se fuera, Harry se acercó a él para hablar. Draco, al darse cuenta de las intenciones del moreno, se escondió tras la puerta para escuchar. Harry le contó a Weasley lo que había pasado en la noche, que a pesar de sus avances en la oclumancia, el lazo con Voldemort aún permanecía y que prueba de ello, era el dolor en su cicatriz. También le dijo que temía que pudiera rastrearlo y que tal vez debían informar de ello a Dumbledore.
—No te preocupes por eso —le respondió el colorín —El que hayas sentido una de las emociones de Lord Voldemort no significa que él pueda encontrarte en este lugar.
—Pero, y si...
—El profesor Dumbledore —le interrumpió —ya me había prevenido de que algo así podría pasar, pero también me dijo que pensaba que era bastante improbable, por no decir imposible, que llegasen hasta el barco sólo por mantener esa unión.
Tanto Draco como Harry suspiraron. Entonces aún estaban a salvo.
—En todo caso —continuó Bill —le escribiré al profesor sobre lo que pasó. Ya no te preocupes por eso, lo que sentiste no es más que una de sus emociones, y eso no significa que él pueda encontrarnos. Aquí estamos completamente a salvo.
Pero a pesar de lo que Bill dijera, él no estaba completamente seguro. Sus repetidos sueños en que Voldemort los encontraba lo perseguían, no podía confiarse. bajó al comedor inquieto, deseando más que nunca ver a Sirius.
Si tan sólo pudiera mandarle una carta...
Como hoy era domingo, no habían clases, por lo que Harry comió un pan rápidamente y salió volando hacia su despacho para poder leer la carta que Dumbledore le había mandado. Estaba ansioso, deseaba hablar con él desde hacía mucho y esto era lo más cercano que tenía.
Se metió en el despacho, se echó en su silla y leyó con algo de desesperación.
Pronto se decepcionó, no le informaba de lo que pasaba en el mundo mágico como él esperaba, nada de Voldemort, nada de la profecía que lo condenaba a pelear con él en la batalla final. Después de cuatro reglones de saludos y buenos deseos, Harry se encontró con la razón del escrito.
"Sabía que sería difícil para tí convivir con el señor Malfoy..."
Eso era entonces, Dumbledore intentaba controlarlos.
Leyó más y supo que Bill lo había mantenido al tanto de todo lo que había pasado, de cada pleito, de cada error.
Cuando te pedí que aceptaras el cargo, no te expliqué la razón de porqué elegí a cada uno de ustedes como jefes de casa. Por lo que sé, estás de acuerdo con mi decisión en cuanto a las señoritas Lisa Turpin a Hannah Abbott. No es el caso con el señor Malfoy. Ahora te explicaré porqué lo elegí
Harry, sin darse cuenta, se enderezó en su asiento y acercó el pergamino hacia su nariz, se había estado preguntando eso todo el tiempo, hubiera preferido a Zabini.
Tú conociste a Draco desde el primer curso, y probablemente te diste cuenta que era un líder innato. Con el tiempo se convirtió en EL líder de Slytherin. ¿Te has preguntado por qué su casa lo sigue?
Harry se lo había preguntado muchas veces, pero nunca había entendido como lo soportaban.
"Porque él es todo lo que sus compañeros desean ser"
Se demoró un poco en procesar la oración hasta que al fin una pequeña risa irónica salió de sus labios. Nadie podía querer ser así. Aunque fueran serpientes...
Lo elegí por eso, él tiene todas las características de un Slytherin. Es completamente Slytherin, al punto que el sombrero al seleccionarlo no dudó un instante en ponerlo en esa casa. Ahora bien, tal como tú te sientes orgulloso de ser un Gryffindor, todos los Slytherins se sienten orgullosos de pertenecer a su casa, orgullosos por todo lo que representa. ¿Lo entiendes? Draco además de ser un líder, es totalmente Slytherin y por lo tanto, sus compañeros se sienten atraídos y representados por él
Como has oído y experimentado a lo largo de tu vida en Hogwarts, siempre ha sido difícil para las casas convivir con los Slytherins, y los conflictos ocasionados por la falta de unión con ellos, pueden llevar a la ruina cualquier empresa que intentemos realizar. Por eso le dí el cargo a Draco, porque aunque el señor Zabini es más prudente no podría manejar de la misma forma su casa, mucho menos si Draco organizaba un motín. Pero teniéndolo cerca, dejándolo que participe y que exprese lo que probablemente siempre será la opinión de la mayoría de su casa, es probable que desee contribuir al éxito de Hogwarts.
Por eso es importante que, aunque tú sólo lo veas como un dolor de cabeza, le des una oportunidad
Pero si le he dado varias...
Te aseguro que está plenamente capacitado para el cargo. Yo nunca lo hubiera elegido sólo por ser un líder si no reuniera las condiciones necesarias para ser un profesor. Todos ustedes son brillantes, valerosos, creativos y cada uno tiene logros importantes en la materia que le ha sido designada.
Sólo te pido, Harry, que cambies tu disposición a odiarlo y te des el tiempo para conocerlo
Harry se quedó mirando la chimenea, que por primera vez estaba encendida, pensativo. Terminó de leer la carta con menos ánimo, ya que sólo quedaba la despedida. Al menos Dumbledore le pedía que escribiera cuando deseara hacerlo.
Era muy fácil para Dumbledore pedirle ser tolerante, él no tenía que aguantarlo todos los días escupiendo veneno sin ningún motivo. No tenía que soportar ese carácter malcriado e inentendible que tenía Draco.
— ¿Qué se supone debo hacer... quedarme callado y bailarle para que esté contento?
Recostó su cabeza en el respaldo de la silla; nunca se había sentido tan feliz de que el sombrero no lo mandara con las serpientes. Si hubiera tenido que aguantar a Malfoy tantos años se habría ahorcado a sí mismo.
—O tal vez hubiera terminado como Blaise.
En la tarde visitó su casa. Como siempre, los estudiantes estaban muy ocupados realizando tareas. Harry, después de ponerse al día con las noticias, de saber como estaban y qué necesitaban, se despidió y salió de Gryffindor con Ron, quien se arrancó de sus deberes para estar un tiempo junto a su amigo.
— ¿Una carta para pedirte que soportes a Malfoy? —le preguntó sin creerlo — ¡Dumbledore debería sacarlo del cargo y ya, nos ahorraría muchos problemas a todos!
—Según él, Malfoy es el indicado para dirigir a Slytherin, me dio varias razones...
—Déjame ver la carta.
Poco después Ron se afirmaba el estómago riéndose.
— ¡Un líder! —se mofó ente carcajadas — Ya decía yo que no podía haberlo escogido por que era brillante.
—De hecho, más abajo, dice que es brillante.
— ¡Oh, no leí eso —dijo parando de reír y volviendo a leer la carta.
—Supongo que debo segur intentando acostumbrarme, Dumbledore me ha dejado claro que no lo quitará del cargo...
—Ánimo, Harry —le palmeó la espalda —Al menos ha dejado de quitar puntos.
Dijo intentando subirle el ánimo y ocultó las quejas que tenía de como cada día los trataba más como si fueran insectos estúpidos.
Poco después, Ron volvió a su casa y Harry tuvo que caminar en dirección a su habitación; aunque se sentía tranquilo luego de haberse desahogado con Ron.
Cuando llegó, vio que Draco estaba recostado en la cama de arriba leyendo un libro de pociones. Cuando lo vio entrar se incorporó y bajó de su cama.
— ¿Qué te escribió Dumbledore? —preguntó con ese tono que en vez de preguntar ordenaba la respuesta.
—Es privado — ¿sería una característica típica de Slytherin ser tan metido?
—Te habló de mí —sentenció con aires de importancia. Harry lo miró enojado, ¿Cómo se había enterado? —Lo sabía, apuesto a que te dijo que finjas ser mi amigo.
—Dumbledore no quiere que finja nada...
—A mí me lo pidió —dijo Draco sin darle mayor importancia.
—No es cierto —Dumbledore jamás te pediría fingir.
—Si quieres comprobarlo, puedo mostrarte mi carta ...si me muestras la tuya.
Harry lo pensó. Probablemente algo de lo que decía Draco era cierto. Tal vez el director, tal como en su carta, le había explicado a Draco porqué lo había elegido como jefe de Gryffindor. Eso también se lo preguntaba él. Pero no necesitaba hacer un trato, podía escribirle al director para averiguarlo.
—Y bien... —Draco levantó su carta invitándolo a cerrar el trato.
—De acuerdo —le entregó el papel que tenía en el bolsillo y tomó rápidamente los que el rubio le ofrecía, no tenía paciencia para esperar la respuesta del director.
Leyó rápido, se saltó toda la explicación de porqué Hannah era jefa de casa, de porqué Bill estaba encargado del barco, de porqué había llevado a Filch, a la señora Pomfrey y a Pince. Por qué no les dejaban sacar comida de las cocinas... en fin. Y al llegar al tercer pergamino, entre varias recomendaciones, estaba su nombre.
"Sé perfectamente que te das cuenta de la razón más importante por la que lo escogí. Harry es un símbolo no sólo para su casa, sino para todo el colegio. Es el símbolo de la esperanza, de la tenacidad y el valor"
Harry levantó la vista sorprendido. Draco, que había terminado de leer, lo miraba imaginando la parte que estaba leyendo y alzaba una ceja como diciendo "¿has escuchado algo más absurdo que eso?".
Bajó la vista para seguir leyendo. Sabía que Dumbledore lo apreciaba, pero en aquella carta lo pintaba como un joven excepcional: valeroso, inteligente, bondadoso, fuerte y poderoso. A pesar de que Albus había intentado ser objetivo, se notaba en cada línea el cariño que le tenía y no pudo más que agradecerle por eso. Al final del texto, recomendaciones parecidas a las que le había dado a él estaban dirigidas al rubio. Para tolerarlo por su carácter explosivo, para darle una oportunidad.
— ¿Terminaste? —Las palabras arrastradas lo sacaron de sus pensamientos.
—Sí —le tendió la carta al tiempo que recibía la suya.
—Gracias, ¡oh! gran Harry Potter —se burló Draco con una mueca de desprecio —tengo sueño, perdóname si no salgo a esculpir una estatua tuya en este mismo instante.
—También me habló muy bien de tí —justificó Harry, tenía cierto rubor en las mejillas que no podía apagar ni con la amargura de Draco.
—Yo soy mucho más que un simple líder —subió a su cama y volvió a tomar el libro.
Harry estuvo a punto de reírse, claramente Dumbledore había herido el ego de Draco. Luego se dio cuenta que no tendría que haberle mostrado su carta.
—Malfoy... él también dijo que eras brillante...
—Que somos brillantes —lo corrigió.
—Que eres todo lo que un Slytherin quiere ser.
—Yo soy todo lo que cualquier mago quisiera ser, y tener. Y si los muggles me conocieran ten por seguro que también querrían imitarme —dejó el libro a un lado y se metió por completo en su cama —deberías agradecer el tenerme en esta pieza.
El moreno se tapó la boca en un intento por no reír. Después de calmarse decidió que lo mejor era no seguir hablando.
—Y cree que puede llegar y manipularme a su antojo —dijo entre dientes. Harry escuchó con dificultad, y supo que había sido un grave error entregarle la carta. Por lo que conocía a Draco, era capaz de armar un lío sólo para que Dumbledore no se saliera con la suya.
—Malfoy...
—Cállate, ya te dije que tengo sueño.
Harry se puso de pie y se acercó a la cama. Por alguna razón que no entendía, la forma en que acababa de tratarlo no le había molestado.
—Malfoy... —remeció al chico delicadamente, pero el rubio no asomó la cabeza —Dumbledore sólo quería escoger a quienes pudieran manejar a los estudiantes, no intenta manipularte. Sólo espera que cooperemos entre nosotros.
—No voy a organizar un motín, no te preocupes. Ándate a tu cama.
— ¿Estás bien? —Harry estaba preocupado por el rubio. Sabía que la carta no era para taimarse tanto, pero empezaba a creer que Malfoy no se enojaba por nada, que no armaba líos sólo por molestar, sino que era paranoico y egocéntrico, y por lo tanto, realmente creía tener la razón.
Draco se quitó las frazadas y miró a Harry al fin —Yo sé que soy mil veces mejor que tú. Tú lo único que tienes es esa horrenda cicatriz que dice que sobreviviste y el único valor que te puedo atribuir es que te atrevieras a caminar con ella sin ponerte una bolsa en la cabeza.
Harry lo miraba sin saber qué decir. El rubio volvió a taparse la cabeza y movió el hombro violentamente para que quitara su mano de encima.
El lunes no se hablaron. Draco se levantó sin siquiera mirarlo y lo ignoró durante todo el día. Harry decidió que no valía la pena hablarle.
Para colmo, el día fue muy tenso debido a una nueva muerte en el mundo mágico. Esta vez un alumno de Gryffindor fue el afectado y Harry se enfrentó a la horrible tarea de anunciarle su pérdida, En su vida se había enfrentado a cosas verdaderamente espantosas, pero jamás pensó que el tener que llevar a cabo esta tarea fuera tan chocante. Estuvo todo el día con la imagen del niño haciéndose pedazos en lágrimas ante sus palabras. A pesar de que sabía que cualquier cosa que dijera para apoyarlo no serviría de nada, intentó pronunciar palabras de aliento sin ningún resultado. Luego de hablar con el pequeño de primer año, vomitó todo lo que había desayunado y no volvió a comer en todo el día. Por suerte, sus amigos lo visitaron más de una vez para apoyarlo, y, como siempre lo había hecho con las cosas que le afectaban, se guardó sus emociones. Sin embargo, la compañía de ellos lo ayudó a pasar el día. También el hecho de que el chico tenía muchos amigos en la casa que lo acogieron y cuidaron lo hicieron poder dar clases. Pero el dolor era imposible de olvidar, Voldemort seguía destruyéndolo todo y por más lejos que estuvieran, no podían escapar de él.
Al otro día, aún tenía el peso de la muerte en sus hombros y más que nunca sentía que debía volver, volver y enfrentarlo en vez de quedarse escondido en aquel estúpido barco. Todo era su culpa, tenía que hacer algo...
Pero Dumbledore no lo dejaría volver, por ahora sólo podía seguir con este tonto juego. Cómo deseaba que la batalla en que su suerte se definiría llegara pronto...
Ya estaba tan cansado...
—Moriré de hambre —dijo Malfoy sacándolo de sus pensamientos y quebrando así el hielo que se había formado entre ellos el día anterior — ¿Qué crees que desayunemos?
—No sé —contestó sólo para no armar más lío, pero sin ánimos de hablar con él. Aun estaba molesto, y lo que menos quería era esforzarse por soportarlo.
—Me gustaría comer cereal de chocolate. O panqueques con salsa de chocolate, o torta...
— ¿De chocolate? —terminó Harry un poco más animado. Draco le sonrió y Harry sintió un peso quitársele de los hombros. Sin saber porqué, ya no estaba enojado con él.
Le sonrió de vuelta.
—Eso es, ellos necesitan que seas fuerte.
Con esa simple frase consiguió que la oscuridad en su cabeza se esfumara. Era cierto, no estaba preparado todavía para enfrentarlo y la gente en el barco lo necesitaba seguro y fuerte...
No puedo rendirme ahora.
Caminó al baño y se duchó rápido. Antes de que el rubio saliera de su baño, él ya estaba vistiéndose en la pieza. No era difícil estar listo antes que él. Se demoraba mucho en levantarse y permanecía largo rato bajo el chorro de agua. Para cuando Harry iba al Gran comedor, Draco recién empezaba a admirarse frente al espejo del baño.
— ¡Hola Harry! —lo saludó Lisa que ya estaba sentada en la mesa de profesores, al igual que Sprout y Bill.
—Hola —saludó en general. Poco después Sprout salió del comedor, siempre desayunaba rápido para revisar sus plantas antes de clases.
— ¿Hubo algo en el correo de hoy? —preguntó Harry, aun sabiendo que nada importante había pasado, de lo contrario hubieran asistido a una reunión.
—No, Filch me entregó una sola carta y tiene que ver con el abastecimiento. —contestó Bill cuatro puestos más allá.
Entonces llegó Hannah y Bill dejó de hablar con ellos para enfrascarse en una amena conversación con la chica.
—Desde esta semana entregaré a los chicos su primer informe de notas —le avisó Lisa mientras tomaba un poco de leche —Te entregaré uno a tí también para que sepas como están en transformaciones. Los más conflictivos te los dejaré aparte para que puedas hablar con ellos.
—Bijjjen... —se atoró Harry, ¿Había que hacer un informe?.
Draco llegó diez minutos antes de que terminara el desayuno, y con el peinado impecable.
—Hola Lisa.
—Hola, ¿Cómo amaneciste?
—De maravilla —contestó él con su sonrisa perfecta.
Harry se concentró en su plato mientras los escuchaba hablar. Siempre pasaba lo mismo, Draco llegaba y Lisa se olvidaba de su existencia.
—Tengo el informe de notas —le dijo ella.
—Supongo que son excelentes —se sirvió leche y buscó en la mesa algo que tuviera su dulce favorito, hizo una mueca al no encontrar nada.
—Si te apuraras para llegar más temprano, podrías encontrar algo de chocolate —rió Harry al descubrirlo. Draco apenas lo miró antes de volver a dirigirse a Lisa.
— ¿Se comieron todo?
—No había nada hoy —dijo Lisa divertida.
— ¿Cómo esperan que trabajemos en estas condiciones?.
— ¿No hay una forma de hacer un sabor parecido con pociones? —preguntó ella.
—No sé de ninguna —tomó un gran sorbo de leche y cambió el tema — ¿vienes hoy a la clase verdad?
— ¿Qué clase? — preguntó Harry curioso. Draco pareció no escucharlo, él tampoco le ponía mucha atención cuando estaba Lisa.
—Claro, a las ochoen tu sala.
—A las ocho tienes clase conmigo, Malfoy. —Le recordó Harry extrañado.
—Demonios lo olvidé.
Harry mordió un trozo de pan para roer sus disgustos. Se estaba aburriendo de esto. Cada vez que Draco estaba solo y aburrido le hablaba con amabilidad; pero llegaba Lisa, Blaise o cualquier otro Slytherin y dejaba de existir automáticamente.
Todas las comidas se las estaba pasando solo. Mientras Hannah hablaba con Bill y Lisa con Draco, él tenía que conversar con la profesora de herbología, si es que estaba, ya que Sprout estaba comenzando a tomar por costumbre el ir a comer con Pomfrey y con Pince. Era lógico, después de todo, ellos eran unos niños para ella.
—Bien, dejaremos pociones para mañana —concluyó decepcionada Lisa.
— ¿Clase de pociones? ¿No dijeron que no tenían tiempo? —Harry tenía muchas ganas de matarlos. En la reunión en que había planteado la idea de Hermione, todos habían argumentado que estaban muy ocupados como para preocuparse de más clases.
—Lisa aprende rápido... —le contestó Draco casi sin mirarlo.
—Vamos Harry, tú tienes una clase extra ¿no?
—Pero qué te cuesta tener a dos alumnos más... —Harry los miró enojado y otra idea que lo enrabió todavía más cruzó su cabeza — ¿le enseñas Transformaciones a Malfoy? —le preguntó a la Ravenclaw.
—Los viernes... sólo llevamos una clase —intentó calmar a Harry —Escucha, lo hacemos como un favor de amigos... es nuestro tiempo libre
—Hagan lo que quieran —se puso de pie y salió a su despacho. Que se fueran al diablo, él estaba seguro que Draco hacía esto porque intentaba conquistarla.
Azotó la puerta de su sala al entrar. Estaba realmente cabreado. Él había planteado la idea de las clases... bueno había sido idea de Hermione, pero él lo había expuesto frente al consejo...
Miró al suelo y se encontró con dos sobres que habían sido deslizados por debajo de la puerta. Los recogió, y sin siquiera leerlos, los metió el cajón de su escritorio. Tenía al menos cuarenta cartas de amor guardadas ahí. Había leído las primeras quince, cuando le parecían una novedad y algo muy lindo; ahora, a menos que estuviera muy ocioso, evitaba leerlas y simplemente las metía ahí esperando a que desaparecieran solas porque tampoco quería destruirlas.
Tenía ganas de volver a su antigua vida, de estar cerca de sus amigos que nunca le jugarían así de chueco.
Pasó así el resto del día, malhumorado y deseando poder volver con Hermione y Ron. Las clases se le hicieron interminables, y para cuando creyó estar libre de cualquier obligación, recordó que esa noche le tocaba su clase extra con Malfoy. Genial...
Esperó en la sala de defensa a que llegara el chico rubio. Hoy harían la clase a como diera lugar. No le dejaría salir ni un minuto antes para que se fuera con Lisa a "darle pociones especiales"
— ¿Estás listo? —Draco estaba parado en el alféizar de la puerta con una amplia sonrisa. Harry gruñó un "si" —Excelente —dijo el rubio. Caminó hasta la mesa y se sentó en ella descaradamente. Harry, por su parte, se sentó en una mesa de la primera fila y se estiró haciendo una mueca de dolor. Le dolía mucho la espalda ya que había revisado unos trabajos de segundo, tirado en el piso de su despacho.
—Te ves cansado —Draco lo observaba desde su posición — ¿Te duele la espalda?
—Un poco —le respondió secamente. Claro, otra vez el Slytherin simpático aparecía. Ahora si existía para él ¿no, justo cuando no había nadie más.
Draco sacó su varita e hizo un movimiento. Inmediatamente, Harry sintió como una vibración sobre sus hombros haciéndole masajes. Cerró los ojos, se sentía bien.
—Lo aprendí en cuarto, es muy útil después de hacer ejercicio —Malfoy veía la expresión de Harry con una media sonrisa —aunque, personalmente, prefiero el contacto "piel contra piel"
El moreno escuchaba la explicación del chico aún con los ojos cerrados. Poco a poco sentía que el enojo se iba, al igual que las otras veces. A pesar de que las peleas entre ellos seguían, Harry había aprendido a llevar el genio de Draco. Al principio había sido difícil, pero ahora que lo conocía más, se había dado cuenta de que era mejor olvidar los malos ratos y seguir adelante. Además, era divertido enterarse de este tipo de cosas. Ese chico siempre tenía algún as bajo la manga y, casualmente, todos eran hechizos por el estilo. Hechizos que de no ser por él, jamás habría conocido.
—Veo que te gusta... ¿Alguna vez alguien te había hecho un masaje?
—Un par de veces —las mejillas de Harry adquirieron un leve rubor al recordar.
— ¿Una novia?
—Puede ser...
—Fue una novia —aseguró Draco. Se echó un poco hacia adelante para acercarse a Harry — ¿Y qué más te hizo esa novia?
—... —Harry se sonrojó aún más.
—Entonces debo suponer que ya no eres virgen ¿o si?
El moreno abrió los ojos como platos y terminó de enrojecer.
Draco saltó de la mesa y se puso junto a él — ¿Es eso un sí o un no?
—No diré nada.
—Aja... —dijo un escéptico Draco —Tu cara me dice... ¡que sí eres virgen!
— ¿Y qué tiene de malo? —dijo Harry con un dejo de enfado.
— ¡Es cierto! ¡El Gran Harry Potter aún es Virgen! No lo puedo creer —el rubio se sentó en la mesa contigua — ¿Y cómo lo has hecho todo este tiempo? digo, yo no podría aguantarme tanto.
Harry prefirió no responder. No tenía por qué andar ventilando su vida íntima con él.
— ¿Cómo lo harán los profesores? ¿O Filch?—preguntó Draco mirando hacia el techo — No creo que entre la gata y él hagan...—hizo un movimiento con las cejas. Harry rió —¿Entre todos harán orgías en el salón de maestros o se pasearán de cama en cama por la noche? ¿O meterán gigolós de contrabando? Porque, me parece raro que siempre estén encerrados en el castillo, sin parejas ni nada por el estilo; y en las salidas a Hogsmeade no creo que alcancen a ir a "La Casa de Atrás" ya que siempre nos andan cuidando...
— ¿La Casa de atrás? —inquirió el moreno.
— ¿No sabes lo que es? —el rubio parecía impresionado — ¿Qué chico no sabe que es "La Casa de Atrás"? Es el burdel local —le respondió con toda naturalidad —Ahora veo por qué aún eres virgen. Que malo es Weasley, no decirte nada...eso no es ser buen amigo —sentenció —Hablando en serio, ¿cómo lo haces? Diecisiete años y seguir puro y casto...
— ¿Por qué estabas tan deprimido en tu cumpleaños? —dijo Harry intentado evadir el tema anterior. El semblante de Draco se ensombreció.
— ¿Qué por qué estaba tan deprimido?¿Te parece poco todo esto? —el rubio señaló con los brazos el lugar —Yo no lo pedí. Era feliz como estaba.
—Pero todos tuvimos la oportunidad...
—...de negarnos ¿Realmente crees eso? —Draco lo miró fijamente —Nos obligaron, Él nos obligó. Nos quitó nuestras vidas normales para confinarnos a esto. ¿Te parece bien no poder dormir en las noches porque tenemos que cuidar este lugar? —Harry intentó contestar, pero el chico no lo dejó — ¿Te parece bien tener que enseñarle a un montón de gente cosas que tú sabes que jamás aprenderán? ¿Que sólo a ti te hagan aplazar tus sueños por la "causa común"? ¿Que te alejen de tus amigos y te prohíban tener una adolescencia normal? ¿O que te orillen a crecer de un día para otro por el bienestar de otros?
—Pero...
—A mí no me parece bien, y mucho menos, algo justo.
—Pero hay algo bueno de todo esto —Draco lo miró con una ceja alzada —Tal vez nos estén haciendo madurar antes, pero también nos están enseñando a ser más responsables, a poder enfrentarnos a todo tipo de situaciones y salir bien de ellas; y no nos han alejado totalmente de nuestros amigos, sólo no los podemos ver tan seguido.
—Pues yo no quería. Me encantaba ser irresponsable. Me fascinaba poder hacer lo que quisiera porque no tenía que darle buen ejemplo a nadie. Adoraba estar todo el tiempo con mis amigos sin importar nada. Yo no quería madurar. Quiero hacer lo que me venga en gana, comer lo que quiera, cuando quiera y en donde quiera. Quiero poder meterme con quien quiera sin que nadie se entrometa. Salir a volar en mi escoba a la hora que se me antoje y dormir a la hora que se me plazca. Estoy harto de toda esta mierda. ¡QUIERO MI LIBERTAD DE VUELTA! —el rubio miró hacia el piso con melancolía —Me encantaba volar en mi escoba, era cuando me sentía realmente libre.
Harry se quedó en silencio. ¿Qué le podría decir? él también se sentía así.
—Si te recuestas, es mejor.
— ¿Eh?
—Que si te recuestas, es mejor —le repitió Draco.
—N-no, estoy bien.
Para el final de la clase, Harry se encontraba echado en el piso del salón junto con Draco. Si bien el moreno se había negado a continuar con el masaje e incluso había intentado comenzar con la lección, el otro muchacho le había convencido de que se merecían un descanso y que, por esa noche, ninguno haría nada. Se pasaron el resto de la hora hablando sobre quidditch (aunque más bien fue un monólogo por parte de Draco ya que conocía más equipos que Harry) y sobre las mejores jugadas, pero algo aún le molestaba a Potter; no podía olvidar lo que Draco le había dicho sobre volar, sobre la la primera guardia les tocaba a ellos, salieron del aula rumbo a la sala de reuniones, en donde Bill les pasaría el testamento. Ya en la cubierta superior, y luego de una hora, Harry decidió mostrarle su secreto a Draco. Tal vez así lo podría alegrar un poco.
— ¿Y qué pillería te tienes guardada ¡Oh! santísimo Potter?
Harry sólo rió. No importaba lo que dijera ahora el rubio, sabía que después lo asombraría.Pensó en la ubicación de su escoba con fuerza y, sin sacar siquiera su varita, gritó.
—Accio escoba —el objeto llegó hasta ellos en un segundo. Pasó una pierna por sobre el mango y pisó con fuerza. Se elevó un par de metros ante la mirada de Draco.
—Eso no es nada —dijo con desdén el chico, pero la verdad es que sí le había impresionado.
— ¿Ah, no? —Harry se elevó un par de metros más por sobre la cabeza del Slytherin — ¿Y ahora?
—¡NO! —le gritó el joven en cubierta para que lo escuchara—CUALQUIERA PUEDE HACER ESO.
Bien, entonces... Harry salió disparado hacia el otro extremo del barco.
No, salió varios metros más lejos de lo que tenían permitido. Draco quedó en la cubierta mirándolo con una mezcla de envidia y asombro. ¿Cómo había descubierto que podía salir del barco? ¿Había sido tan tonto como para probar consigo mismo si los bichejos marinos se lo comían? Harry descendió junto a Malfoy y se quedó suspendido en el aire.
— ¿Cómo supiste que no te atacarían?
—Bueno, fue una noche en que vi algo en el agua y me asomé a investigar... —Harry le contó el incidente con la chica submarina y de como se había quedado arrojando objetos por la borda para ver si los tomaban. También le habló de su afición por salir en la noche a volar por sobre el mar —...y es por lo que creo que sólo atacan a las cosas inertes.
- ¡Ah! —exclamó Draco sin mucho entusiasmo —entonces ¿crees que si alguien sale del barco, no le pasará nada?
—Exacto. Oye, ¿quieres probar?
Draco dudó, pero no por mucho tiempo ya que Harry, sin avisarle y suponiendo que aceptaría, le lanzó un hechizo desilusionador. Sintió el frío en la espalda y vio que Harry se lanzaba el mismo conjuro —así no nos podrán ver. Entonces... ¿te animas?
El rubio no lo pensó más y se sentó detrás de Harry, afirmándose de su cintura y haciendo que el moreno se sobresaltara.
— ¿No preferirías ir solo? —le preguntó el Gryffindor. Su idea había sido prestarle la escoba para que diera unas vueltas, pero en ningún momento pensó en ir con él a pasear, era extraño.
— ¡No! —le dijo Draco con energía —Aquí eres tú el de la suerte providencial! No me arriesgaré a que algo me devore.
—Bien... —y Harry, por segunda vez en la noche, pisó la cubierta con fuerza y se elevó por los aires. El viento movía su cabello y sentía algunas gotitas de agua salada...
— ¿Qué esperas, Potter? —interrumpió sus cavilaciones Draco — ¡Vamos! ¡Acelera!
—Se dice "por favor" —la única respuesta que recibió fue un fuerte apretón. Harry rió e hizo que su querida Saeta volara un poco más aprisa.
—OH, Potter, Esto es patético hasta para tí. ¡A-C-E-L-E-R-A!
Bien, si el niñito quería velocidad, tendría velocidad. Tomó con fuerza el mango de su escoba y se lanzó hacia adelante, haciendo que Draco dejara escapar un pequeño grito de sorpresa detrás suyo.
Podía sentir el aire silbar en sus oídos, el viento contra su cara y pelo, haciendo que su, de por sí despeinado cabello, perdiera cualquier rastro de orden. Las manos de Draco se asían a su cintura, y el pelo platinado y desilusionado del chico le hacía cosquillas en el cuello. Tal parecía que tenía la cabeza apoyada en su espalda.
— ¿ESTO ES TODO LO QUE PUEDES HACER? —se burló Draco afirmándose bien, suponiendo que Harry intentaría hacer algo más interesante. Y no se equivocó, apenas hubo escuchado el comentario, el moreno guió su Saeta de Fuego hacia el agua y se dejó caer, acelerando aún más.
Veinte, quince, diez, metros sobre el agua y Harry no parecía querer dejar su descenso.
Cinco, cuatro, tres...la superficie brillante del agua se movía levemente con un movimiento hipnótico bajo ellos.
Dos, uno... y casi cuando ya estaban ensartados en el mar, Harry frenó la escoba y remontó el vuelo hacia arriba con un movimiento en espiral. Alcanzó a escuchar que Draco murmuraba algo sobre el "Amago de Wronski" muy cerca de su oído y sintió el golpeteo del corazón del rubio en su espalda ¿En qué momento habían quedado tan juntos?
—ESA FUE BUENA — le dijo el chico aún con la respiración y los latidos agitados— ¿ALGO MÁS?
Se pasaron casi toda la guardia dando vueltas por sobre el nivel del mar. Harry le dio una gran muestra de sus habilidades voladoras al joven Malfoy, mientras que este sólo lo azuzaba para que realizara sus jugadas más impresionantes. Cansados, congelados, pero con amplias sonrisas, se fueron a dormir. Definitivamente tendrían que repetir esa noche.
—Les tengo una propuesta... —Lisa se encontraba de pie en la sala de reuniones y los miraba con una radiante sonrisa —Sé que todos estamos cansados, y que odiamos hacer las guardias, por lo que he pensado en cómo hacer más llevadera esta situación —Agitó su varita y en la pizarra apareció una nueva lista de horarios —Como podrán ver aquí, he pensado en que las guardias podrían durar, en vez de cuatro horas como hasta ahora, de dos a tres horas.
—Pero... —Draco la interrumpió y señaló la pizarra —aumentaste el número de guardias, eso significa que ya no tendremos los días libres.
—Error. Sí aumenté las guardias, pero seguiremos teniendo nuestro turno libre —la sonrisa seguía adornando su rostro.
Los presentes la miraron suspicaces. La idea sonaba muy buena, demasiado buena para ser verdad.
— ¿Y cómo lograste esa maravilla? —preguntó Bill.
—Bien, si pensamos en que sólo somos cuatro grupos los encargados de la parte superior y que además desempeñamos otros cargos extremadamente agotadores, como cabe destacar, creo que sería muy bueno incorporar a nuestra sección un par de ayudantes; un par de prefectos para ser precisa —esperó la reacción de todos. Cada uno sopesaba la idea en su cabeza y sacaba cuentas de qué tan beneficioso sería tener a un par de personas más para vigilar el lugar...
Uhmm, eso sería algo Muy provechoso.
—Naturalmente ("y para no ser tan frescos"), el primer turno sería para los alumnos, que se rotarían tal y como hasta ahora —continuó la chica —Como todos sabemos, ellos son cuatro y tienen turnos de tres horarios, más los cinco días libres. Nosotros les pediríamos que nos "suplieran" en una guardia en esos cinco días para así poder cumplir satisfactoriamente con nuestras otras obligaciones —nuevamente hizo una pausa. Ya había lanzado la peor parte, ahora sólo quedaba esperar. Aunque a ella le parecía una frescura quitarles sus días libres, era bastante justo que les dieran, como mínimo, ese "privilegio". ¡Se lo merecían!
— ¿Y cómo quedarían nuestros turnos? —preguntó Hannah.
—Así —señaló la pizarra —Los prefectos tendrían siempre la primera: de 21:00 a 00:30 hrs. Nosotros nos turnaríamos con las demás, que serían de 00:30 a 03:00 hrs; la siguiente de 03:00 a 05:30 hrs y la última de 05:30 a 08:00hrs. Además, seguiríamos con nuestros cinco días libres luego de los tres turnos, tal y como hasta ahora... —Se produjo otro silencio pensante. La chica podía sentir que su propuesta sería aceptada. Cada uno evaluaba su situación y veían ahí una buena manera de apalear el cansancio... Definitivamente la idea era tentadora, pero los prefectos saldrían perjudicados, ellos no tendrían día libre; no sería justo...
¡Al diablo con que los otros no tuvieran días libres! ELLOS, y sólo ellos eran los que estaban agobiados de tanto quehacer. Si los prefectos estaban cansados, podían dormir entre clase y clase, en cambio ellos...
—Yo acepto —dijo Draco sonriendo maliciosamente —me parece excelente tu idea.
—Magnífica —agregó Hannah.
Harry aún no se convencía. Él había visto lo atareados que estaban Hermione y Ron, y quitarles aquellos días sería una maldad. Eran los únicos en que podían estar juntos...
—Parece buena idea... Bien, así tendré más tiempo para ver las plantas —aceptó Sprout.
—Creo que... —Lisa, Draco y Sprout observaron a Bill con cara de "te mataremos si no aceptas"
—Pero Bill... —Hannah lo miraba atentamente —debes reconocer que tenemos muchas cosas que hacer y ese tiempo libre nos ayudaría bastante.
Bill lo meditó un momento más y luego aceptó. Ahora sólo faltaba Harry y la noción sería aprobada. Todas las miradas se concentraron en el moreno y esperaron unos segundos.
—No lo sé...no me parece justo.
— ¿Qué no te parece justo? —le preguntó Draco — ¿Que ellos no tengan casi obligaciones, o que tengan más tiempo libre que nosotros? Seamos sinceros, Potter. Si lo piensas bien, ellos no necesitan aún más tiempo libre. No tienen que estar encerrados todo el día enseñándoles a cientos de alumnos cosas que nunca aprenderán, y tampoco deben revisar trabajos en su muchísimo tiempo libre. Yo fui prefecto y puedo dar Fe de que no hacen nada en todo el día.
Bueno, si lo decían así...no sonaban muy estresados. De hecho, Malfoy tenía bastante razón. Mientras Él se pasaba todo el día haciendo de profesor, Hermione y Ron se quedaban en la sala común jugando, hablando con los chicos o simplemente sentados sin hacer nada frente al fuego. Y para colmo, cuando él iba, no tenían tiempo. Qué injusto...
—Bien, que ellos hagan la guardia —los demás compartieron miradas cómplices. Lo habían convencido. Sobre como les dirían a los prefectos, eso no importaba. Ya les avisarían de los cambios y no tendrían más opción que aceptar, después de todo, ellos eran los que mandaban.
Ese día, fue uno de los mejores para Harry. Luego de la reunión en la mañana, se fue al desayuno y comió hasta que ya no pudo más. La primera clase de la jornada fue un descanso, ya que al quinto de Gryffindor/ Hufflepuff les mandó a hacer un cuestionario en el que no tuvo que hacer mayores esfuerzos para que trabajaran. Las otras cátedras fueron un poco más difíciles, pero nada que no pudiera manejar. Para la cena, los elfos se lucieron con unos estofados riquísimos que lograron hacer que hasta Draco, amante incondicional de los dulces y golosinas, terminara su porción sin problemas. Ya luego de la comida, ambos chicos se fueron a su cuarto porque debían descansar para la guardia; algo que no hicieron ya que se quedaron hablando, y no hubo rastros de Blaise en toda la tarde, por lo que estuvo con el rubio todo el tiempo sin ningún tipo de interrupciones.
— ¡O vamos, no seas flojo! —Draco trotaba en su lugar, esperando a que Harry se levantara del piso —Te vas a poner como un chancho; o peor, como Longbbottom.
Desde que el moreno había descubierto que el Slytherin hacía ejercicio a escondidas en su escaso tiempo libre, el rubio no lo había dejado en paz. Había sido un día miércoles por la noche en que Harry, buscándolo, había llegado hasta la sala de pociones y abierto la puerta.
— ¿Qué estas haciendo? —le había dicho el Gryffindor al verlo tirado en el piso sobre una colchoneta.
— ¿Q-qué crees tú? —respondió entrecortadamente —H-hago ejer-cicio.
El chico se paró ágilmente y se puso frente al recién llegado —A ti no te vendría mal hacer un poco —le dijo picándole el estómago con un dedo.
Harry se alejó y lo miró molesto. ¡Él no necesitaba ejercicio, estaba perfectamente bien así. ¿O no?
—No deberías despreocuparte tanto —el chico lo miraba de arriba a abajo —ya se te nota la ausencia de entrenamiento y si sigues así, terminarás tan gordo como los demás estudiantes.
Y era verdad. A tan sólo semanas de haber dejado el colegio, ya los estragos de la falta de ejercicio se hacían notar en los cuerpos de los alumnos. No es que en Hogwarts hubiesen hecho algún tipo de entrenamiento ni nada por el estilo, pero las muchas escaleras y las enormes distancias entre salón y salón lograban mantener a los jóvenes en un peso estable. El problema era que en el barco todo estaba a un par de pasos y sólo subían unas cuantas escaleras, lo que reducía considerablemente el gasto energético, y ninguno se había preocupado en bajar los kilitos que se comenzaban a acumular en sus sedentarios cuerpos; a excepción de Draco, claro.
Harry se miró a si mismo y se palpó el abdomen. No parecía más abultado...
Draco rió.
—Potter, si te relajas...Saldrás rodando de aquí.
Desde ese día, se habían puesto de acuerdo en salir a trotar por las cubiertas mientras hicieran la guardia, y en eso se encontraban ahora. Ambos, luego de un rato de trotar, se habían sentado en el piso a descansar unos minutos, pero Draco ya se encontraba de pie y le exigía a Harry que se levantara.
—Ya voy...espérate un minuto.
—En realidad, esto es muy aburrido... —Draco, que hasta ahora seguía trotando en su lugar, paró — ¿y si lo hacemos más...interesante?
Diez minutos después, ambos chicos estaban frente a una hilera de mesas y sillas, que flotaban sobre la cubierta a diferentes distancias del piso, y repasaban las reglas del nuevo juego.
—...entonces —Draco le señalaba el inmobiliario con la mano —hay que saltar de cosa en cosa hasta llegar al otro lado y sin tocar el piso. Uno por cada extremo. ¡Y Sin magia!
Los dos dejaron las varitas en el piso, junto al testimonio, y Harry sacó una moneda de su pantalón.
—El que gana, elige que lado quiere.
—Yo sello —se adelantó Draco.
El moreno lanzó la moneda y la dejó caer.
— ¡Cara! ¡Ja!. Yo quiero este lado.
Draco trotó hasta el otro extremo y le hizo una señal con la mano de que estaba listo.
—Uno...—gritaron al unísono. Ya era bastante tarde y esperaban que nadie los escuchara.
—Dos...y...—antes de tiempo, Draco se lanzó hacia la silla más próxima y la empezó a trepar. Harry, enojado, saltó hacia la mesa frente a él e hizo lo mismo. Aunque en teoría era fácil, la verdad es que resultaba bastante difícil ya que los muebles (sacados de las salas de pociones y defensa) oscilaban en el aire y había que hacer equilibrio para mantenerse en pie sobre uno Y ni hablar de intentar saltar hasta el siguiente porque, cuando por fin lograban mantener una estabilidad sobre las mesas, si se daban mucho impulso los objetos tendían a darse vuelta, tirándolos al piso; que dicho sea de paso, se encontraba a varios decímetros e incluso a metro de los chicos.
— ¡CONCH...! —exclamó Draco al caer al piso por tercera vez. Harry al otro lado, volvía a intentar subir a la mesa con un gran dolor en su trasero —mesa de mierda...
Media hora más tarde, sin chalecos y notablemente cansados y sudados, ambos habían dominado la técnica de saltar de mueble a mueble y el juego ya no era tan interesante.
—Hay que agregarle dificultad —dijo Draco.
Minutos más tarde, tinteros, plumas y cuanta cosa encontraron en su camino, volaban de un lado a otro entre, sobre y bajo los muebles. Ahora, aparte de saltar objetos precariamente estables, tenían que evadir los dolorosos golpes de los proyectiles.
— ¡Te voy ganando, Harry! —le gritó Draco, esquivando un frasco vacío que casi le pega en la cabeza.
Harry, un par de muebles más atrás, se lanzó hacia la mesa más cercana, casi cayéndose en el intento y no logrando evadir una pluma veloz que le pinchó el brazo —¡MIERDA! QUE DUELE...
Draco rió a carcajadas desde su posición, haciendo que su mesa empezara a moverse peligrosamente. Dándose impulso con las rodillas, saltó hasta la silla siguiente y quedó colgando del respaldo, rozando el piso.
— ¡LO TOCASTE! —chillaba Harry, una goma especialmente grande le pasó rozando la mejilla — ¡DEVUÉLVETE! ¡TOCASTE EL PISO, DRACO! —si el Slytherin había tenido la confianza de llamarle por su nombre, él no se quedaría atrás.
—¡NO LO HICE Y NO ME VOY A DEVOLVER!
— ¡TRAMPOSO! —Harry saltó hasta la silla siguiente, junto a la de Draco — ¡TOCASTE EL PISO!
—NO LO HICE Y DÉJAME PASAR —el rubio empujaba al otro intentando sacarlo de su camino y golpeando con la mano una moneda, que salió rumbo al mar.
Si bien los objetos voladores estaban conjurados para que se movieran solo cerca del campo de juego, no faltaban los que salían volando fuera de la borda y que terminaban siendo devorados por los ya conocidos seres marinos.
— ¡NO SEAS PICOTA Y...—Harry esquivó un tintero —...¡Y ASUME QUE PISASTE EL SUELO!
Bien, si alguna vez pensaron en ser silenciosos, lo habían olvidado por completo.
— ¡NO LO HICE! —Draco lo tomó por la polera —¡TU ERES EL TRAMPOSO!
— ¡SUELTA! —Harry lo tomó por la camiseta, agachándose para evitar el golpe de un estuche, sin lograrlo.
Mientras ellos forcejeaban e intentaban, fallidamente, sacar al otro de su camino, los objetos voladores caían cada vez más seguido hacia le mar y el susurro normal del agua se había convertido en un ruido de aletas, bocanadas y zambullidas incesante.
— ¡PA-RAAA! — Harry se afirmaba al respaldo con fuerza. Cada uno tenía una pierna en la silla del otro y ambos asientos se tambaleaban. Ya no les importaban los proyectiles ni la competencia en si, ahora la idea era lograr sacar al otro de la carrera.
Un par de forcejeos más y...
¡SLIM!
Un mal movimiento de Harry hizo que se resbalara y cayera al piso, no sin antes llevarse consigo al rubio.
¡PLAF!
En un enredo de piernas y brazos, los chicos quedaron tirados y muy adoloridos.
— ¡Auch! —se quejó el moreno. Intentó sacarse al Slytherin de encima, pero este no tenía intenciones de bajarse.
—M-me duele... —se quejó Draco —me duele todo mi cuerpecito...
Harry rió con ganas. Todo esto se lo tenía merecido por seguirle el juego a Draco. Remolcó al chico hacia un lado ("¡Hey cuidado!") y se quedó tendido en el suelo, recuperándose.
Cerró los ojos. No escuchaba nada más que el sonido de sus respiraciones, los objetos zumbando de un lado para otro y el ajetreo de los peces en el agua. Todo el lugar era paz y quietud. Podía sentir el calor que emanaba del cuerpo del otro chico y la suave y fría brisa...
—Me niego a que sea un empate —dijo el rubio, tentándolo a seguir.
—Cállate, Draco —ya se encontraba cansado y quería disfrutar de la repentina calma.
Extraño.
Su mente le dijo que todo era extraño. Jugar con él, hablar con él, pasar tiempo con él, querer disfrutar de la calma junto a él... Repentinamente recordó que no había visto a sus amigos en días y se sorprendió al darse cuenta de que, en lo que había durado la guardia, ni siquiera lo había notado. En todo caso, lo pasaba mejor con Draco. Siempre se le ocurría algo que hacer o decir, y aunque en ocasiones era desesperante, la mayor parte del tiempo era agradable estar con él. Tal y como hoy que había estado prácticamente todo el día con él y no había parado de pasarla bien. Se le ocurría cada cosa que ni al mismísimo Ron se le pasaría por la mente. Giró la cabeza y entreabrió los ojos sólo para verlo. Estaba boca arriba, sonriendo.
Harry volvió a su antigua posición y nuevamente cerró los ojos. El cansancio le estaba venciendo, casi se estaba quedando dormido...
De pronto, sintió pasos que se acercaban y otra vez abrió los ojos. Draco ya estaba sentado y miraba en todas direcciones en busca del dueño de los pasos.
— ¡¿Qué está pasando abajo! —se pararon inmediatamente al escuchar la voz de Bill gritando en el piso superior.
— ¿Qué haremos? Debe estar bajando las escaleras —Draco se veía urgido. Corrió hasta donde tendrían que estar sus varitas, pero no las encontró. Miró al moreno.
—Abre esa puerta ¡Rápido! -le dijo Harry.
—¿Qué pasa aquí? —Bill, en bata de dormir, los miraba enojado —Espero que no hayan estado arrojando cosas al mar.
—No —respondió Draco —hemos estado haciendo guardia, sólo eso.
Weasley se asomó por sobre una baranda. Ya no había nada.
—Sé que algo hicieron, escuché el ruido desde mi pieza... —miró a Harry.
—Nop, no hemos hecho nada —le mintió el chico.
—Bien...—no parecía creerles —les quedan...—consultó su reloj —quince minutos de guardia. No hagan más escándalo —y se fue.
Los chicos se miraron. Draco no podía ocultar su sonrisa. Sacaron sus varitas y caminaron hasta una puerta; al momento de abrirla, un cerro de mesas y objetos varios cayó desde una habitación.
—Bien hecho, Harry.
El joven sonrió. Después de que el Slytherin no encontrara las varitas, Harry vio la puerta de la sala de Defensay se le ocurrió ocultar las cosas ahí. No importaba que no tuviera su varita, él podría mover todo mágicamente antes de que Bill los pillara, y así lo hizo.
Ya con todo nuevamente fuera del salón, los chicos fueron llevando poco a poco, mesas, sillas y todo lo demás, hasta sus respectivos lugares, y para cuando el relevo llegó, los jóvenes se encontraban apoyados en una baranda mirando hacia el horizonte como un par de angelitos.
—Eres una muy mala influencia, Draco —le dijo el moreno apenas hubo cerrado la puerta.
—Te equivocas. No hay mejor influencia que yo en este mundo —Draco se estiraba mientras hablaba.
— ¡Ja!
—Oh, claro... olvidé que estás acostumbrado a estudiar con tus amigos para pasarlo bien... —alzó una ceja meneando la cabeza en señal de negación —es cierto, soy muy mala influencia.
—Ellos saben divertirse.
—Si, como quieras —dijo sin interés mientras sacaba dos ampollas de su armario, una con un líquido negro y la otra con uno cristalino —te enseñaré a divertirte —vertió el contenido de la primera en la segunda y al contacto se unieron en un color rojizo.
— ¿Qué haces?
— ¿Prefieres dormir o seguir jugando? —Draco apareció dos copas con su varita y las llenó con la poción. Las tomó y se sentó en el suelo apoyando su espalda en la cama de Harry.
—Toma —le tendió una invitándolo a sentarse junto a él.
— ¿Es...? —Tomó un sorbo y miró a Draco sin poder creerlo — ¡vino!
—Vaya, lo conoces, creí que San Potter jamás había probado alcohol.
Bueno, si lo había probado, de hecho, su padrino le había dado a probar (y tomar) en algunas ocasiones, pero no le gustaba mucho; era mejor la cerveza.
— ¿Haces vino con los ingredientes de pociones? — Harry estaba sorprendido por como Draco se las arreglaba para quebrar las reglas más descaradamente que él.
—Y otras cosas, depende de lo que necesite.
— ¿Como cuáles? —Harry ignoró la vocecita que le pedía que ya dejara de hacer cosas ilegales por esa noche, y tomó otro trago. Hacía tiempo que no se embriagaba... tenía ganas de dejar de ser jefe de casa y permitirse perder un poco el control. Draco, al ver como el chico se tragaba el brebaje, sonrió con una mezcla entre malicia y travesura.
—Tal vez te lo cuente algún día...
Harry sintió el efecto cálido del líquido en su cuerpo. Imaginó que ya tenía las mejillas algo rosadas porque siempre le pasaba cuando tomaba en forma brusca.
Miró a Draco de reojo, el rubio tenía la copa entre sus dedos y la miraba con desinterés. Tenía una ligera sonrisa de satisfacción que no desapareció al beber de ella. Harry sintió el deseo de hacerle ver a su compañero que no era el único que tenía cartas ingeniosas bajo la manga. Repentinamente, dejó la copa a un lado provocando que Draco volteara a verlo y luego de una mirada desafiante cerró los ojos.
— ¿Qué estas haciendo? —al ver que Harry no hacía nada, le empezó a picar el costado con un pie —¿Qué haces?
Harry seguía sentado y, aparentemente, sin hacer nada. Draco sacó una pluma del velador y se la pasó por la nariz —Di-me-que-ha-ces.
Un momento después, un plato con garbanzos apareció frente a Harry.
— ¿que es esto...—dijo el moreno quitándole la molestosa pluma al rubio.
Draco se quedó mirándolo mientras Harry cerraba los ojos nuevamente. El plato desapareció y pronto fue sustituido por una canasta de frutas.
—De dónde estás... —Draco no pudo ocultar su asombro, Harry abrió los ojos para disfrutar de eso.
—De las cocinas. Pero esto no es lo que quiero traer. —Cerró los ojos, luego de tres intentos más, logró aparecer una caja mediana de pasteles.
Harry hubiera jurado que Draco sonreía amargamente y que tenía la cabeza gacha. Pero en el rubio esos gestos eran tan breves que nunca podría saber si fue una ilusión o la realidad.
—Son de chocolate —aventuró a decir para que Draco contestara algo.
— ¿Desde cuándo sacas comida?
— En realidad no lo había hecho... necesito saber el lugar exacto donde está y es difícil saber donde se encuentran las cosas en la cocina.
Draco le regaló una de las sonrisas genuinas que Harry apreciaba tanto y abrió la caja para sacar un pastel.
Luego de media hora, se habían tomado tres copas cada uno, y comido cuatro de los cinco pasteles. Ambos, embriagados, habían hablado y reído a gusto.
—Queda uno, deberías dármelo —Draco estiró el brazo para coger el dulce.
—No —Harry le alejó la caja —yo también quiero más.
— ¿Cómo puedes negarme algo? —preguntó ofendido —Mucha gente en este barco daría la vida sólo por poder mimarme y tú te niegas.
Harry se puso a reír —Nadie querría...
— ¿Mimarme? Recibo más de diez cartas diarias diciéndome lo mucho que me aman...
—Yo también recibo cartas —se defendió el moreno.
—Tú... —le miró evaluadoramente —tú eres horrible, si alguien te manda una es por pena.
Harry le dio una patada.
—Horrible y agresivo. Francamente no sé como pudiste tener novia si ni siquiera te acostabas con ella.
A lo largo de la conversación, Potter se había acostumbrado a ser maltratado así que no se ofendió por el comentario y se limitó a estirar su copa pidiendo que le sirviera más. Y Draco increíblemente obedeció al gesto.
— ¿De verdad eres virgen? —preguntó mientras terminaba de llenarle la copa.
—Sí —en otra ocasión habría evitado la pregunta, pero el alcohol había contribuido a soltarle la lengua. — ¿Es verdad que te acostabas con todos los de tu grupo? —contraatacó. Si Draco podía preguntarle abiertamente algo tan personal, él también podía hacerle algunas preguntas.
—No, ni con Crabbe ni con Goyle, ni con Millicent —contestó como si nada.
— ¿Con el resto sí?
—Eran muy guapos —aseguró con frescura.
— ¿Y tenían sexo todos juntos? —Harry se sorprendió a sí mismo haciendo esa pregunta. ¿Qué le importaba a él con quién se había acostado Malfoy?
—No, en parejas o en tríos... —respondió con toda naturalidad —sólo dos veces lo intentamos hacer entre todos, pero no funcionó. Todos se peleaban por mí.
Harry rió.
— ¿No me crees?
—No.
—Eso es porque no estás en Slytherin, si tú hubieras estado con nosotros también te hubieses peleado por mí. —Draco bebió de su copa mientras Harry casi escupía lo que acababa de sorber.
—¡Yo nunca me hubiera metido contigo, ni con ninguno de ustedes! —contestó ruborizado.
— ¿Por qué? si hubieras estado en mi casa y hubieras sido del grupo...
—Por eso. Sería raro, serían mis amigos...
—Nunca has pensado siquiera intentar algo con tus amigos?
—No.
—Eso es porque son aburridos y feos —miró al techo con gesto filosófico — ¿Sabes? Esa es una de las razones por las que todos odian a Slytherin: nos envidian porque sabemos vivir la vida y porque somos hermosos.
—Querrás decir golfos —se apresuró a bajarle los humos Harry mientras miraba como los finos y gráciles dedos de su acompañante jugaban con la base de la copa distraídamente.
—Si el sombrero me hubiera enviado a otra casa, me hubiera largado de Hogwarts.
—Recuerdo haberte escuchado decir que te irías si caías en Hufflepuff, no te importaba caer en Ravenclaw o en Gryffindor.
— ¿Cuándo dije eso?
—Cuando te conocí.
— ¿En el tren?
—No, antes de entrar a Hogwarts. En la tienda de túnicas.
—No lo recuerdo.
Harry miró su copa para evitar que Draco pudiera leer en sus ojos la vergüenza que le provocaba que el rubio no recordara ese primer encuentro, ése que él tenía grabado en su memoria como si lo hubiera registrado en una cámara. Draco aprovechó la distracción de Harry para tomar el pastel que aún estaba intacto en su caja.
— ¿Nunca te imaginaste nada con un compañero de habitación? —continuó la conversación el rubio mascando con deleite el biscocho.
— ¿Qué? —Draco era muy impertinente.
—Ron es muy feo, pero Seamus no está tan mal ¿nunca pensaste...
—No.
—Nunca has hecho nada con un hombre... ni siquiera besado?
—No —Sin saber porqué sintió un calor abrasador en la cara. Nunca lo había hecho, pero tenía cierta curiosidad.
—Es lo mismo que con una chica, puede ser bueno o malo dependiendo de quien te lo dé.
Harry sonrió nervioso. No tenía ganas de hablar con él de eso. Suponía tener la misma curiosidad de cualquier adolescente por el tema, pero nunca había compartido sus pensamientos con nadie. No iba a empezar ahora y mucho menos con Malfoy. Aunque para Draco parecía ser tan natural...
—Ven —le dijo el rubio mientras dejaba a un lado su copa.
Acercó una mano al rostro de Harry quien se tensó alarmado.
No hará lo que estoy pensando...
El rubio se aproximó, al tiempo que lo acercaba a su rostro.
¿Me va a besar?...
Y no alcanzó a decidir si quería experimentar esto o no, cuando Draco ya había fundido sus labios en un profundo beso.
Aprovechó la sorpresa de Potter para permitirse entrar por completo en su boca y sin pedir permiso ni perder tiempo, exploró con su lengua lentamente el interior de la boca de Harry. Pausado, pero posesivo. Casi como si hubiera esperado hacerlo desde hacía años.
Harry no respondió inmediatamente, aún no asimilaba lo que ocurría. Todo le parecía muy extraño. Apenas si llevaban dos segundos unidos, pero era como si fuesenmuchos más...
Tan intenso
Su cabeza no dejaba de pedirle que se alejara.
Pero no lo hizo. Los labios suaves del rubio acariciaban tiernamente los suyos, en un masaje suave pero apasionado... y lentamente, para no descuidar ninguna sensación. El beso de alguien que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
Qué está pasando...
Movió sus labios para contestar, titubeando al principio y dejándose llevar al final.
Y se sintió mil veces mejor de lo que ya era. El exquisito sabor del chico que había odiado tanto tiempo, mezclado con chocolate y alcohol...
Tan Extraño...
El aroma de Draco lo envolvía. Ya no era su perfume, ni el shampoo lo que distinguía en el aire . Ahora diferenciaba el olor de la piel del rubio, esa piel casi irreal que tenía un olor salvaje y natural y empezaba a enloquecerlo.
Tan placentero...
Pero en su cabeza seguía chillando la alarma, cada vez más fuerte. Tenía miedo, estaba inseguro de todo esto... como si no tuviera que pasar, como si hubiera estado huyendo de este beso desde hacía mucho.
Pero besa delicioso...
Se permitió cerrar los ojos, ignorándose a sí mismo y acercó su rostro un poco más para estar más cómodo. Y de pronto la fantasía fue cortada por un cosquilleo en su entrepierna. A pesar del calor que lo envolvió en ese momento, fue como si un bloque de hielo le cayera en la cabeza. Inmediatamente volvió en sí y se alejó al instante del rubio, muy avergonzado, sin entender como se había dejado llevar de esa manera, asustado por la forma en que su cuerpo había reaccionado.
— ¿Te dio asco? —le preguntó Draco al notar que Harry huía incómodo.
—No —Harry, completamente ruborizado, esperaba que Draco no notara lo que le había pasado.
—Te dio asco —aseguró Draco alejándose de él hasta quedar sentado como antes del beso.
—Es que... se siente extraño —Terminó por contestar Harry. Una tormenta se apoderaba de sus pensamientos, completamente confundido, avergonzado y temeroso. A tal punto que no pudo ver el ligero rubor que cubría también a Draco, ni la decepción en su mirada que parecía estar quebrándolo por dentro.
—Ja... deberías verte —se burló el rubio sonando como siempre —nadie podría decir que habías besado a alguien antes. Te comportas como si fuera tu primera vez.
Harry miró los restos de pastel que quedaban en la caja huyendo de los ojos grises que lo examinaban. Estaba seguro que Draco se había dado cuenta.
Que vergüenza...
Pero Draco no tenía idea.
— ¿Que hora es?
—Las seis y media —contestó Harry mirando su reloj, feliz de poder cambiar el tema —vaya, es muy tarde...
—Bien, se acabaron los pasteles —se puso de pie y sacó su pijama del ropero —mejor nos vamos a dormir o mañana no podremos soportar el día entero.
—Estoy de acuerdo.
El rubio salió de la pieza para bañarse, generalmente se duchaba después de hacer ejercicio, y como había estado conversando con el moreno, no había tenido tiempo.
Y Harry quedó solo en la habitación, con el cuerpo tembloroso y caliente.
—Demonios —se dejó caer en la cama. El corazón acelerado no dejaba de recordarle lo que acababa de pasar. Parecía una pesadilla, ¿o un sueño...
¿Como no he podido controlarme? fue sólo un beso
Se llevó los dedos hasta los labios, aún podía sentir el juego de Draco dentro de su boca, la humedad, la dulzura.
Draco era muy intenso...
¡Quítate eso de la cabeza!
Ahora estaba aún más ruborizado. ¿Qué diablos estaba pensado?.
—No me gusta Malfoy.
No le gustaba Malfoy.
Solo fue que logró estimularme, solo fue una reacción natural ante un estímulo...
Un excelente beso que nadie le había dado. Eso era todo.
Es lógico que bese bien, se la pasa en eso...
Y es que Draco era un golfo, probablemente con Zabini era lo mismo...
Demonios. Demonios...
Se metió en su cama esperando a dormirse y evitando la tentación de pasar su lengua por los labios para alcanzar la última esencia de Draco que permanecía ahí.
Cuando Draco volvió fingió estar dormido. Estaba huyendo como un cobarde, pero no podía enfrentarlo...
Diez minutos antes de levantarse pudo conciliar el sueño.
—Buenos días Harry —lo zamarreó con un hechizo Draco para levantarlo.
A Potter le costó regresar al mundo de los vivos, pero apenas aclaró su mente, los recuerdos se agolparon en su cabeza.
Pero como siempre, Draco parecía haber olvidado lo ocurrido. Y el moreno no recibió una sola pista de que recordara algo en toda la mañana.
Caminaron juntos hasta la sala de reuniones; Harry, todavía incómodo, se había comportado en forma fría pero intentando con todas sus fuerzas parecer normal.
—Hoy hablaremos del baile. —Les anunció Bill al entrar. Esa noticia le subió el ánimo y lo distrajo de su problema con Malfoy —Ya recibí la respuesta de Dumbledore y ha cooperado con la comida.
—Una fiesta. ¡No puedo esperar a la cena que nos prepararán! —Ron no dejaba de hablar de eso desde que en el desayuno les habían informado del baile. En realidad nadie dejaba de hablar de eso. Todas las conversaciones que se oían tenían que ver con el traje que se pondrían, con el banquete que darían o con la música que escucharían, ya que les habían informado del tocadiscos de Slytherin y Draco se había ofrecido a tocar algunas piezas musicales en piano para animar la fiesta.
Muchos se había sorprendido al escuchar que Draco sabía hacerlo.
La fiesta era sólo una de las buenas noticias. Bill les había dado a los profesores cuatro días de vacaciones para que pudieran relajarse un poco y para poder preparar todo lo necesario para aquella fiesta. Entonces, ahora todos estaban libres para pensar tranquilamente en la mejor forma de disfrutar de sus vidas.
—Hay que preparar los estómagos, porque Bill le escribió a Dumbledore y él nos mandó suficientes cosas como para una cena de navidad —los animó aún más Harry que, ahora que tenía tiempo libre, estaba con ellos sentado en la sala común. Hacía mucho que no compartía tiempo con ellos, por lo que quería mostrarse lo más feliz posible, a pesar de lo que había ocurrido en la noche.
Los tres amigos disfrutaban de la soledad en la casa ya que casi todos los Gryffindor, junto con el resto de Hogwarts estaban en la cubierta disfrutando de un agradable día soleado.
— ¿Cómo es posible que solamente piensen en comer? —preguntó Hermione que, a pesar de conocerlos, no dejaba de sorprenderse por ese tipo de comentarios —Yo me siento mucho más atraída por la idea de escuchar música... hace tanto tiempo que no oigo nada melodioso...
— ¡Hola Harry! —saludó Ginny que venía de las habitaciones estirándose.
— ¡Hola! —contestó animado.
—Te vez cansado —observó la colorina.
—En un rato iré a dormir.
— ¿Sabes dónde está Bill? —le preguntó Ron a Harry —hace varios días que no hemos hablado con él.
—Debe estar en al cubierta, cuidando que nadie quiera darse un chapuzón.
—Subamos —sugirió Ginny.
Harry hubiera preferido quedarse en el silencio de la sala común, pero Ginny logró convencerlos de que se estiraran al sol mientras había. Los días anteriores habían sido nublados y nadie sabía cuando volvería a aparecer.
La cubierta estaba completamente llena. Todos llevabanla piel al descubierto y algunos hasta se había puesto trajes de baño para broncearse. Hogwarts se había tomado en serio lo de las vacaciones.
—Increíble poder ver este sol... pensar que hasta ayer estaba lloviendo —dijo Hermione mirando con dificultad el brillante cielo azul —espero que los días sigan así para la fiesta porque, como es el clima en este lugar, no me extrañaría que se pusiera a nevar mañana.
—Me pregunto dónde estaremos —dijo Harry —no conozco ningún lugar en donde el tiempo no obedezca ninguna regla.
—Bill dice que se debe a la magia del lugar —le contestó Ron.
—Sí, ayer me comentó que mientras estaba solo en el barco, hubo una tormenta con granizo, nieve y lluvia, y después salió el sol que secó todo en menos de media hora. Tuvo que estar bajo techo porque afuera se achicharraba —comentó Ginny animada —espero que no nos pase algo así mientras estemos acá.
— ¡Ron! —Neville los saludaba desde su puesto sobre la cubierta de popa. —vengan, les hemos guardado un espacio!
Los cuatro se miraron sonrientes y caminaron entre la gente hasta llegar con Neville, que tomaba el sol con polera por lo que al otro día tendría la ropa marcada en el cuerpo. Pero le importaba poco.
—Bill le ha pedido a los elfos que nos sirvan jugos ¿pueden creerlo? ¡Si tuviéramos piscina sería como viajar en crucero!
—Obviamente a costa de los pobres elfos —Hermione miraba a los alumnos beber sus refrescos enojada. Si bien su idea de la P.E.D.D.O había fracasado por falta de interés de todos (y la oposición absoluta de los elfos) ella aún pensaba en la posibilidad de liberarlos y darles un sueldo a cambio de sus servicios. Sólo esperaba a que la guerra acabara. Pero, por mientras, se empeñaba en difundir sus ideales en las mentes de los alumnos de Gryffindor, aprovechando su cargo de Prefecta y los lazos de confianza que se estaban creando entre los chicos y ella.
—Parece que la fiesta fuera hoy. —observó Ginny todavía sorprendida por como se veía Hogwarts e intentando cambiar el tema.
Harry se quedó un rato con ellos, pero le costaba concentrarse en las conversaciones que tenían porque su mente viajaba una y otra vez al beso que le había dado Malfoy. Necesitaba contárselo a alguien, y casi se lo había dicho a Hermione cuando Ron había ido al baño. Ella siempre escuchaba sus problemas amorosos, y por lo general, le daba buenas consejos. Pero esto era diferente.
Y ni soñar con decírselo a Ron.
Se acercó a la baranda para observar lo que ocurría en la cubierta principal.
Era lo mismo que en su cubierta.
Luego miró hacia la sala de pociones, en donde un destello platinado acusaba la presencia de Draco. Se quedó mirando fijo para distinguirlo, pero las cortinas estaban casi cerradas.
— ¿Qué te pasa Harry? —Hermione llegó a su lado de improviso.
—Tengo sueño, debería ir a dormir —contestó fingiendo mucha pereza.
Por suerte, Hermione no tenía la vista entrenada para ubicar a Draco como Harry, por lo que no se percató de su presencia frente a ellos.
—Tal vez sea bueno que duermas —le aconsejó —aún nos quedan tres días para estar juntos.
—Me voy entonces.
Se despidió de todos y se fue a su habitación, pensando en lo extraño que era el que Malfoy estuviera encerrado solo, si podía estar con sus serpientes.
¿Y si estaba con Zabini?
No, Draco no sería tan tonto como para meterse a pleno día con el tipo ese.
Tal vez hablan de mí.
Del beso.
Cerró la puerta pálido, solo esperaba que Malfoy no se lo contara a nadie.
—Hola —era la hora de la guardia y Draco acababa de llegar a la habitación —levántate luego, nos están esperando.
Una vez solos en medio de la noche, Harry se animó a hablarle del beso. Se había jurado no volver a tocar el tema nunca, pero necesitaba asegurarse de que nadie se enterara.
— ¿Dónde estabas? no te vi en todo el día.
—Practicaba para la fiesta. No he tocado piano desde hace mucho y quiero que mi concierto sea perfecto.
— ¿Estabas con Blaise?
—Sí —lo miró como si la pregunta fuera muy tonta — ¿tu no estabas con tus amigos?
—Draco... —había que enfrentarlo —anoche... ¿le contaste a Blaise sobre lo de anoche?... o... a alguien?
—Nadie creerá que eres gay, Potter; si hablan conmigo, sólo sabrán que besas muy mal.
Harry se ruborizó, pero le importó poco.
— ¿Le dijiste...
—No. ¿crees que cada vez que beso a alguien corro a contárselo a todos? Deja ser tonto Harry, sólo fue un beso.
Aunque se sintió como un tonto por haber hablado del tema, quedó mucho más tranquilo luego de la charla.
Después de todo tenía razón, sólo fue un beso.
El día siguiente lo pasó con sus amigos. Una vez más todos subieron a las cubiertas y tomaron el agradable sol que bañaba el barco. Esta vez no hubo jugos repartidos por los elfos, pero aun así pudieron relajarse y divertirse. Harry aún no estaba tan a gusto como el resto de los estudiantes, debido a que el tema del beso con Malfoy seguía persiguiéndolo. A cada rato se decía que no tenía importancia, pero su imaginación le jugaba chueco, y en el momento menos esperado, volvía a sentir los labios dulces de Draco en contacto con los suyos.
Demonios, fue solo un beso.
El cuerpo seguía cosquilleándole
Solo un beso, ¿qué me pasa?
Tal ves eso de la desesperación por no tener contacto físico de la que hablaba Draco le afectaba a él también. Tal vez estaba necesitando una novia, Ya.
—Iré a buscar agua, ¿alguien quiere un poco? —preguntó Ginny sacando a Harry de su mundo.
—Claro, me muero de calor, Gracias —contestó rápidamente para que no le volvieran a preguntar porqué estaba tan distraído.
— ¿Dónde estará Malfoy? —preguntó una estudiante de cuarto de Gryffindor que miraba por la baranda con una de sus amigas —esperaba verlo tomando sol hoy —agregó con un tono picarón.
Ron, que también escuchó la conversación de las chicas, miró a Harry y se puso a reír.
— ¿Que clase de loca espera ver al vampiro ese bajo el sol?
Seamus y Ginny también rieron.
—Vamos chicos —intervino Hermione —Malfoy se está esforzando para que la fiesta funcione perfectamente, ha estado ensayando todo el día en su despacho.
— ¿Ha estado en su despacho todo el día?—preguntó curioso Harry. Al fin un tema que le interesaba.
— ¿Tú lo has visto salir? —le preguntó con su típico tono de "yo lo sé todo"—los de Slytherin , incluyendo a Zabini, están por allá (apuntó la cubierta de proa), Malfoy debe estar solo en su despacho.
Harry estuvo pendiente el resto del día de lo que pasaba con los slytherins y con el aula de pociones. Después de todo, los temas que conversaban sus antiguos compañeros no le interesaban, y tampoco entendía las tallas que lanzaban, por lo que no se sintió ni medianamente culpable por no prestarles atención. Solo se aseguraba de que no se dieran cuenta, contestándole a Ron con una amplia sonrisa cada vez que intentaba integrarlo a la conversación.
Blaise se paseó por la sala varias veces, hasta que el sol se ocultó y se alejó con sus compañeros a su casa. Aunque a Harry le pareció que más bien lo arrastraban.
Poco más tarde ya no había estudiantes en la cubierta; todos se habían refugiado en sus casas para abrigarse, ya que al caer la noche, un viento muy helado se adueñó de la cubierta.
Luego de la cena, volvieron a sus habitaciones para calentarse y charlar frente al fuego.
Harry no duró mucho tiempo en Gryffindor, había estado todo el día con sus amigos y deseaba un tiempo a solas. Se despidió de ellos y se encaminó hacia ninguna parte en particular.
Caminó por las cubiertas vacías respirando el aire frío que le recordaba volar. Por suerte, a lo largo del día, los pensamientos sobre el beso habían cesado y ahora se sentía realmente libre y tranquilo. Vagó mucho rato, hasta que sus pasos lo llevaron al aula de pociones. Una bella melodía salía de la sala y Harry se detuvo a escucharla sin atreverse a entrar.
Draco se había esmerado mucho en perfeccionar las piezas para la fiesta. Cada vez que podía, mencionaba su aparición en el piano como si fuera el evento más importante en la vida de los estudiantes de Hogwarts.
Entreabrió la puerta, Draco tocaba en medio de la sala con las cortinas cerradas y una vela encendida. Estaba solo, tan concentrado que no se dio cuenta cuando la puerta se abrió, ni cuando Harry entró.
Ahora que estaba dentro, se permitió observarlo detenidamente. No sólo se veía concentrado. También parecía triste.
Como en su cumpleaños.
Tuvo el impulso de salir de la sala antes de que lo viera, pero ya era demasiado tarde.
—Creí que estarías con tus amigos... ¿Por qué no estás con ellos?
—Sólo pasaba por acá y escuché la música...
— ¿Te gusta esta pieza?
—Es Linda.
—¡Linda! —repitió irónico —sólo tú podrías clasificarla de forma tan simplona —el gesto burlón desapareció como si se hubiera quitado una máscara —Es mi favorita... —la voz, generalmente animada, estaba cargada de amargura —también es la favorita de Lucius.
Harry se quedó helado sin saber qué decir. De alguna forma, este parecía otro Draco.
—Siempre me pedía que la tocara para él... —continúo el rubio —mi madre la encontraba triste... ¿Crees que es triste?
—Un poco.
Los pálidos dedos seguían moviéndose con gracia sobre las teclas.
—Tal vez a mi padre y a mí nos gusta por eso. Tenemos demasiadas cosas en común.
Se quedaron en un tenso silencio, mientras los dedos no dejaban de tocar.
— ¿Tú no recuerdas a tus padres, verdad?
—A veces.
—Pero murieron cuando eras pequeño —Harry no quería hablar de ellos y prefirió no contestar —murieron por tí, según me dijo mi padre —continuó en silencio —ellos mueren por tí y el mío quiere matarme.
Los dedos seguían revoloteando sobre las teclas con suavidad.
— ¿Qué harías en mi lugar? —preguntó el rubio seriamente.
—No sé.
—No esperaba que lo supieras.
—Para qué me preguntas entonces.
Draco, que había estado mirando el piano, volvió los ojos hacia él sin dejar de tocar. A Harry se le recogió el estómago al encontrarse con esa mirada punzante y llena de rencor.
—Nunca podrías saberlo...—la voz del rubio destilaba rabia —Has estado protegido toda tu vida, con gente adorándote, deseando estar cerca tuyo, admirándote por cualquier cosa que hagas...
—No hables de lo que no sabes.
—Dumbledore cambiaría la seguridad de todo el mundo mágico por tí, la mitad del barco daría un brazo por poder ser tu amigo, los profesores siempre te han preferido...
—Tú creciste en una casa acomodado, protegido por tu familia...
—Y por un padre que prefiere verme morir antes de traicionar a su amo.
—¡¿Y eso es culpa mía! —Harry comenzaba a exaltarse. Él no sabía todo lo que había sufrido en su infancia. No tenía derecho a hablar de ello.
—No —le respondió secamente —¿Cómo crees que podría culparte de algo? eres tan bueno, tan perfecto —volvió a mirar el piano —Ándate Potter, no quiero seguir viéndote.
Harry no se movió. Tenía rabia, pero imaginaba que dejarlo solo era un error.
—Te dije que salieras de la sala.
—No recibo órdenes tuyas, Draco.
—Y yo no quiero seguir viéndote...
— ¿Qué pasa? —Blaise entró en el aula atraído por aquella melodía conocida, que siempre era una mala señal. Palideció al ver a el rostro de su amigo.
—Blaise —lo saludó el rubio —que gusto tener a alguien que me agrada cerca.
—Draco, vamos a acostarnos —Zabini se acercó a Malfoy. Harry lo miraba angustiado.
—Sácalo de aquí —le dijo sin parar de tocar, mientras miraba a Harry con odio.
—Deja el piano, vamos a dormir —tomó las muñecas de Draco con cuidado mientras besaba sus manos, callando así la música — ¿Hace cuanto rato estás con él? —le preguntó a Harry
—Llegué recién —contestó cada vez más confundido
— ¿Qué tomó?
—No sé.
— ¿Draco, qué tomaste? —le preguntó el Slytherin suavemente.
—Sal de mi salón, Potter —el rubio no parecía oírlo.
—Draco mírame —le cogió el mentón para obligarlo a girar el rostro hacia él, los ojos grises seguían clavados en Harry —Draco... —le besó el labio inferior mientras acariciaba sus piernas tratando de darle algo más en qué pensar, pero Malfoy seguía mirando a Harry —dime qué tomaste.
Harry permaneció quieto sin saber qué hacer. Ahora sabía que Malfoy no estaba en sus cinco sentidos, y sabía que Blaise estaba intentando calmarlo de esa manera... ¿Cómo podría ayudar él?
No puedo hacer nada.
Lo cierto era que no tenía idea de como tratar con Malfoy. No tenía idea de quién era realmente su compañero de cuarto, ni qué cosas le preocupaban, ni cómo calmarlo, cómo apoyarlo...
El rubio enredó sus dedos en el cabello de su amigo y le besó el cuello mientras seguía con la vista clavada en Harry. Luego pasó la lengua por la piel que acababa de besar cerrando los ojos con deleite, para después abrirlos y mirar a Harry otra vez.
—Ándate, no te gustará ver lo que vamos a hacer.
—Potter, ándate —le pidió Blaise impaciente.
— ¿Lo ves? Blaise piensa lo mismo que yo. Nosotros no te queremos. Estamos bien los dos solos, JUNTOS. No necesitamos compañía.
Harry salió atontado de aquella sala. Lo último que escuchó fue la voz de Blaise preguntándole nuevamente qué había tomado.
Se alejó del aula sin saber realmente a donde iba. No podía entender, por más que trataba. Todo había estado bien entre ellos. Había creído que se caían bien, que se llevaban bien.
¿En qué momento empezó a insultarme?
¿En qué momento empezó a salir todo mal?
"...No quiero seguir viéndote..."
Tal vez nunca hemos estado bien.
Llegó hasta su pieza angustiado, sintiendo que todo lo que había vivido se hacía pedazos. No tenía ganas de cambiarse, no tenía ganas de nada en realidad.
Se sentó en su cama mirando la nada. Un enorme vacío en el pecho le impedía dormir, le impedía hacer cualquier cosa.
Y se quedó sentado, pensando.
Demasiado confundido, perdido. Nunca había sentido algo así.
Draco no apareció. Tampoco estaba seguro de querer que lo hiciera. En la hora de la guardia mintió diciendo que estaba en el baño para que no lo descubrieran.
Un rato después, Blaise apareció mientras caminaba solo por la cubierta.
—Potter, ¿les dijiste...
—No. Dije que estaba en el baño —contestó enojado. Lo único que quería era que ese imbécil saliera de ahí. Había pensado que Draco venía con él, pero al percatarse de que no era así, ya no quiso saber nada más del tema.
—Draco está en mi pieza, durmiendo.
—Me lo imaginé.
— ¿Puedes seguir cubriéndolo?
A Harry le entró una profunda ira que retuvo en forma olímpica. — ¿Te dijo que tomó? —preguntó tratando de calmarse.claro, lo único que le interesa es que lo cubra.
—No, no quiso hablar.
Harry rió. ...apuesto a que te lo follaste hasta que se durmió.
—Por lo general, cuando prepara cosas, tiene antídotos para parar los efectos... pero cada droga tiene uno y si no sé qué tomó, no puedo dárselo.
—¿Se durmió drogado?
—No... —respondió, y luego encogiéndose de hombros agregó —no sé. Pero espero que para cuando despierte ya se le haya quitado.
Se quedaron en silencio, Harry veía la preocupación en el rostro de Zabini, muy parecida a la que él tenía. Miró al mar pensando en la gravedad de este asunto, hasta que la voz de Blaise cortó el silencio — ¿Vas a cubrirlo?
Harry deseaba preguntarle que le ocurría al rubio, necesitaba saber a qué se debían los cambios de ánimo que tenía, las reacciones inesperadas que tenía ocasionalmente y que contradecían por completo la personalidad chispeante de su compañero de cuarto. Pero en vez de preguntar, sólo se limitó a asentir con la cabeza confirmando que por hoy contarían con su ayuda.
—Bien, me voy tranquilo entonces —partió inmediatamente hacia las escaleras rumbo a Slytherin para vigilar al rubio que había dejado sólo hacía unos minutos.
Draco...
Harry se sentó en el suelo cansado. ¿Draco sería siempre así? tan conflictivo, tan cambiante?
¿Qué habrá tomado?
Tuvo una nueva preocupación al caer en cuenta de lo peligroso que resultaba tener al chico de profesor de pociones, Draco sabía hacer demasiadas cosas con los ingredientes, y si seguía así, podría llegar a matarse.
Tal vez sería conveniente decirle lo que estaba pasando a Bill, tal vez había que sacarlo del cargo, por su bien.
Abrió los ojos asustado. Otra vez había sentido su asquerosa presencia.
Se sentó e inmediatamente sintió una punzada en la cabeza que lo hizo tomarse las sienes con ambas manos. No veía nada a causa de la oscuridad, por lo que no sabía en dónde se encontraba.
Tampoco le importaba.
...Con un hechizo único de su sangre, entregará el poder, guiará y decidirá la batalla...
Otra vez recordaba esas palabras; ni siquiera ahora, estando dopado, podía olvidarlas.
¿Y si se estaba equivocando?
¿Y si él no era el correcto?
Siempre que se encontraba solo le pasaba lo mismo. Siempre recordaba las palabras de la antigua profesora.
Y pensar que él sólo las había escuchado por error.
Había ido a dejar un mensaje a "su amo". Voldemort estaba junto a Lestrange, solos en la habitación con la ex-profesora de adivinación. La pobre mujer colgaba de una de las paredes. Draco la miró boquiabierto impactado por la gravedad de sus heridas. Entonces Trelawney comenzó a hablar.
Dos antiguos enemigos, pronto darán el fin a la gran guerra. Sólo aquel que sea guiado por el de linaje puro, marcado por la mirada de plata, se proclamará vencedor. Con un hechizo único de su sangre, entregará el poder, guiará y decidirá la batalla. Pronto, la guerra acabará y la victoria la guiará aquel marcado por la luz de plata.
Finalmente nunca podría escapar de él, todo lo que había pensado para ello ya no valía nada, el destino ya estaba echado.
La profecía se refería a su familia... a un Malfoy.
La desesperación se adueñó de su corazón inmediatamente al notar que tanto Voldemort como Lestrange se volteaban a verlo.
No existía la forma de explicar el terror que tuvo al ver el triunfo en los ojos de Voldemort. Los únicos representantes de la familia Malfoy estaban a sus órdenes y lo más seguro era que se refiriera a Lucius. Sintió el impulso de salir corriendo, de huir lo más lejos posible de aquellos ojos rojos que parecían saberlo todo, que podían adivinar su terror, su negación ante esa victoria y peor, que estaban dispuestos y felices de hacer sufrir a quien se le antojara.
Padre...
Lucius había salido hacía un momento y aún no regresaba.
—Draco... —la voz del Lord era suave, mas no tranquilizadora —Draco...Draco...Draco.
Lestrange caminó hacia la puerta, que estaba detrás del chico, y la cerró con fuerza, haciendo que Malfoy diera un pequeño brinco. Se quedó a su espalda sujetándole por los hombros.
—Supongo que la has escuchado... —al otro lado de la cámara, la profesora (o lo que quedaba de ella) se desplomó finalmente, haciendo un ruido viscoso al caer sobre el piso húmedo de piedra. Escuchó la risita sádica del mago que tenía detrás —... y la has comprendido ¿verdad?
—...—no contestó. De hecho, tenía tanto miedo que no escuchaba lo que Voldemort le decía.
— ¿Verdad? —La voz del mago había adquirido una desagradable nota de impaciencia que no auguraba nada bueno.
—S-si —se apresuró a responder. Bajo ninguna circunstancia era bueno exasperar al Lord.
De pronto, se dio cuenta de algo. El mago se había acercado a él sin que lo notara y ahora se encontraba entre el maníaco de Lestrange y el psicópata de Voldemort. Procuró no parecer muy aterrorizado.
—Me alegro...—le pasó uno de sus largos dedos por la mejilla, ejerciendo una pequeña presión y dejando una marca roja a su paso. Lestrange se le pegó a la espalda y bajó las manos hasta su cintura. Ahora podía sentir la respiración del hombre en su oído.
Asqueroso.
No pudo reprimir un escalofrío
—¿Tienes miedo? —le preguntó en un susurro. Ahora el Señor Tenebroso estaba a menos de un palmo de distancia y le sujetaba con fuerza el mentón para hacer que le mirara. Se veía complacido y feliz —deberías tener miedo —el aliento le pegó en la cara.
Le dieron ganas de vomitar.
—Sabes...a tu Señor le agradaría mucho que no dijeses nada de esto a nadie.
—S-si —las piernas le temblaban y sólo quería desaparecer de ahí, que se lo tragara la tierra o lo que fuera, pero que algo lo librara. Mientras, Lestrange jugaba con el cabello platinado, torciéndolo entre sus dedos y metiendo su nariz entre el pelo, aspirando el suave aroma. Su otra mano vagaba cerca de su pierna.
—No le digas ni siquiera a tu padre, prefiero que dirija nuestros destinos sin que se entere, no hay que presionarlo —la distancia que alguna vez los separó, ya era historia. Voldemort estaba completamente pegado a él y lo miraba como si fuera su juguete más preciado —este será nuestro pequeño secreto ¿De acuerdo?
Draco asintió. Ya no le salían las palabras, sólo quería llorar. Lo único que esperaba, era que El Lord no pudiera darse cuenta de lo que pensaba en ese momento.
Voldemort le tomó el rostro con ambas manos y le besó suavemente, casi sin tocarlo.
Sintió que el frío que emanaba del cuerpo del hechicero le invadía, que le calaba hasta los huesos y lo dejaba sin poder respirar.
El mareo y el temblor en las piernas se incrementó. Todo su ser le rechazaba, no lo quería cerca, no quería que lo tocara, quería gritar, salir, alejarse ...se sentía atrapado y desesperado.
El mago lamió el labio inferior del chico y se alejó un par de centímetros, aún con esa chispa de triunfo brillando en sus ojos.
Ahora sentía frío adelante y un calor húmedo atrás. Recordó que el otro mago seguía teniéndolo atrapado. Sentía que el maldito mago estaba excitado, lo escuchaba jadear cerca de su cuello.
Que asco, que asco, que asco...
Lestrange continuaba retorciendo su cabello, oliéndolo, pero ahora su otra mano se había detenido en su entrepierna y le masajeaba con lentitud.
—Amo...—la voz de Lucius se escuchó tras la puerta —Amo, ¿puedo entrar? Traje lo que me pidió.
Voldemort tomó del brazo a Draco y le hizo una seña a Lestrange para que abriera la puerta. Desilusionado, el brujo soltó al chico, no sin antes lamerle la oreja, y le abrió a Malfoy.
—Recuerda, no le digas nada —siseó.
Draco asintió.
El Lord hizo girar su varita y de ella salió un chorro de luz roja que fue a caer directamente sobre el chico.
—Si hablas, lo sabré —le apretó más fuerte el brazo y luego lo soltó, dejándolo libre al fin.
Draco salió del calabozo tranquilamente, no debía demostrar que estaba aterrorizado, pero ya fuera del alcance de Voldemort, se dejó caer y vomitó todo lo que pudo.
Si no hubiera llegado su padre...
Vomitó otra vez.
Ese mismo día, Voldemort había ascendido a Lucius para dirigir a los mortífagos y le había exigido realizar aquel hechizo ancestral que sólo eran capaces de hacer los Malfoy.
Volvió a la realidad, pero nuevamente tenía ganas de vomitar. Cada vez que lo recordaba, sentía a ambos magos tal y como esa vez.
Se aguantó las nauseas y se tapó hasta la cabeza tratando de olvidar. Bajo las mantas, se pasó un dedo por la palma de la mano izquierda.
¿Realmente estaba haciendo lo correcto?
Trató de relajarse y de no pensar en nada más. Ya había tomado una decisión y su plan estaba encaminado, no podía retractarse ahora.
Se acurrucó en la cama y procuró dormir.
Es lo mejor que puedo hacer.
EEEEse fue el capítulo que tanto nos costó hacer. Lo sentimos por la chantería de la profecía, pero es que nuestra imaginación poética se fue de viaje... jejeje.
hay es que estamos tan chispeantes. ¬¬j
En fin. El viaje ha sido sometido a una extenuante reestructuración para acortarlo. No prometemos que los capítulos sean más cortos, pero el desenlace se hará con menos vueltas.
Siempre tenemos que destacar que para nosotras puede quedar más corto. Pero ustedes lo verán siempre muy largo. Solo esperamos que no se aburran.
¡Review!
¡Review!
¡Review!
(Diox saca sus pancartas y grita por todos lados) QUIERO REVIEW!
Sé que es una frescura de mi parte, considerando que tardamos siglos en actualizar, pero es que insisto en que su review es mi sueldo... (y estoy tan corta de cash...) Porfis, dejen mensajitos...
Por su atención, gracias.
