La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras sólo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.

Nadie nos ha matado, no hemos sido secuestradas, ni nos han cortado las manos, ni nada por el estilo. Sólo hemos tenido muchos deberes de fin de año y luego una horrible sequía mental proveniente del corto circuito stress-post-exámenes y de la infinidad de caminos que podíamos tomar para este capítulo y los dos siguientes. Por eso la demora descarada, este atraso mula que intentamos evitar, pero al que una vez más hemos caído. Discúlpennos por la demora.

As black, sandra-sms, Regan Malfoy, SteDiethel, Laura owl++Marita, Diabolik, riku, marissa, SARAHI, daniela, mariana, sandraabonitaa, Crystal Malfoy, samanta, LobiBlack, Aravis Calvin, ladyelizabethblack, Sybil86 y Amnis doctus de Asis. ¡MUCHAS GRACIAS POR LOS REVIEW DE APOYO!

No podremos dar las respuestas personalizadas porque aparentemente fanfiction cambió las reglas... la verdad no lo tenemos muy claro, pero hemos leído en otro fic que ya no se podía responder, a si que de ahora en adelante les mandaremos las respuestas al mail. Si alguien está bien enterada de esta regla, no la explican porfis de qué se trata, porque tenemos problemas con el inglés y todavía no cachamos muy bien como se usa este sistema. En fin. Las personas que no están inscritas por favor nos dejan el mail cuando dejen su review para poder responderles.

I' am Happy! Diox finalmente, y luego de un horripilante período de pruebas, matrículas e inclusive clases en mi verano, logró entrar a la Universidad. Jejeje la divinidad sigue sus estudios (al igual que unas lectoras que dejaron sus review, genial que estén juntas en clase, ojalá que les vaya bien, que a todas nos vaya bien)

Una jovencita nos pregunta sobre la clases de magia sin varita de Draco: bueno, Harry le enseña en la mañana y en la tarde a sus amigos, todo esto es en el día domingo. Lo de los problemas entre los Hufflepuff y Draco y Hannah y Blaise, siguen medianamente igual, se quitan puntos, pero ya no tan descaradamente, hay cosas que nunca podrán cambiar del todo.

Aclaración: a nuestra compatriota, somos de Shago-city jejeje.

Con respecto a Pansy, no hay noticias de ella, ni nosotras sabemos que le sucedió, lo sentimos. Y Voldy, a ese gato loco le patina el coco...

Una aclaración de quien es Blaise Zabini. La verdad, la única información de él que hemos tenido en el libro es su nombre en "Harry Potter y la piedra filosofal". Cuando el sombrero seleccionador reparte a los chicos a cada casa, nombra a un Blaise Zabini y lo manda a Slytherin. Suponemos que es niño y no niña, porque la frase en castellano es " (...) Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin (...) ". Ahora bien, no tenemos idea si JK Rowlin ha hablado más de él, nosotras lo consideramos como un personaje útil para desarrollar la vida de Draco Malfoy y al parecer en otros fic se considera lo mismo. Eso es lo que nosotras sabemos y por lo tanto, el Blaise que sale en este fic no necesariamente debería parecerse a los de otros fics. Para nosotras el chico es un fenómeno interesante por el protagonismo que toma en cada historia a pesar de que JK no ha hablado de él. Si alguien tiene más información, nos gustaría que la compartiera con nosotras.

Como nos hemos demorado demasiado en subir este capítulo, pensamos que un punteo de lo relevante del capítulo anterior no es mala idea:

Refugiándose: dulces sueños, Draco.

Dumbledore, aprovechando que el castillo está vacío, lo convierte en un refugio-fuerte para la comunidad mágica de Inglaterra. Esta medida trae como consecuencia menos muertes por ataques de Voldemort, porque al menos ahora, la gente está a salvo en el castillo.

Draco está deprimido por todo lo que le ocurre, la muerte de su madre le pesa mucho, al igual que sus responsabilidades y la profecía que señala que un Malfoy guiará la batalla decisiva en la terrible guerra. Además se siente muy solo.

Harry y Draco se acercan un poco más, pasan mucho tiempo juntos y hasta se confiesan secretos. Draco le habla a Harry de la muerte de su madre y Harry le cuenta de la profecía que lo une a Voldemort.

Harry se aleja un poco de sus amigos y pasa mas tiempo con Draco, incluso pelea con ellos porque está tan cerca del rubio que hasta le enseña magia sin varita, pero finalmente se reconcilian y les promete enseñarles también. Aunque la lejanía física que tiene con ellos por su papel de profesor, lo sigue separando emocionalmente de Hermione y Ron.

Blaise y Ginny se besan en una fiesta y Harry los ve. Hermione impide que mate a Blaise y le cuenta que Ginny está enamorada del chico desde hacía mucho.

Draco termina el hechizo que está haciendo en medio de una explosión que lo descubre ante el moreno. Entonces Blaise y Potter suponen que Draco ha hecho un hechizo oscuro, pero este se niega a reconocerlo. Ambos se enojan con él. Draco se siente solo y se deprime aún más de lo que ya estaba. Finalmente se reconcilia con Blaise, y se acerca a Harry, aunque con éste último las cosas no se curan del todo. Al final del capítulo Draco se pasa a la cama de Harry para dormir con él y Harry no tiene más remedio que aceptarlo.

Agradecemos una vez más su apoyo, el que nos ha dado ánimos para seguir y ahora el...

Capítulo ocho

La burbuja: quisiera estar más cerca de él.

¡PLAF!

Se quitó la muy conocida mano blanca de la cara.

Entreabrió los ojos para ver la hora en el reloj que tenía al lado.

—7:00 —leyó. Justo el único día que tenía para dormir hasta más tarde, la siempre muy inoportuna mano de Draco caía en su cara, despertándolo.

Tiró de las mantas para intentar taparse, pero el chico rubio, otra vez, se había apoderado de ellas descaradamente.

—Draco... —lo remeció —Draco... —no iba a dejar que se quedara con todo y siguiera durmiendo tan tranquilo.

Había pasado una semana desde que Draco se metiera en su cama a mitad de noche, y de ahí que Harry no dormía solo. Todas las noches, el rubio tomaba su almohada de la cama de arriba y se acostaba en la cama de abajo.

Primero había sido un buen huésped, ocupaba poco espacio y compartían las colchas civilizadamente, pero luego de aclarar el incidente del hechizo, Harry que hasta entonces había estado reticente a su presencia lo aceptó como inquilino y Draco viéndose perdonado se sintió libre de tomar la cama como propia. Debido a esto en el trascurso de la semana, el chico se fue apoderando del espacio y de las frazadas, dejando a Harry casi colgando de la litera y con un retazo de tapado.

Y para colmo, el inquilino no dormía precisamente abrigado, por lo que siempre estaba frío al tacto.

— ¡Dracooo! —le dio un tirón a las frazadas y logró arrebatarle un buen pedazo.

— ¿Q-qué pasa? —le preguntó inocentemente Draco, aún medio dormido.

—Córrete —le dio un pequeño empujón.

El rubio se había acostumbrado a eso, por lo que se corrió sólo un poco y siguió durmiendo.

Harry aún se extrañaba por haberlo dejado cambiarse hasta su lecho, todavía se extrañaba más cuando pensaba en las circunstancias en que lo había hecho.

La duda del hechizo ensombrecía todos sus pensamientos, sus recuerdos y sus acciones junto al rubio, aún si éstas eran agradables. Era una sombra de desconfianza inquietante, constante, como el tic-tac de un reloj.

¿Qué hechizo era aquel y por qué Draco se empeñaba en ocultarlo?

Sólo tenía para averiguarlo una daga, un pequeño frasco de vidrio vacío, los apuntes de la investigación hecha por Hermione a principios de curso y su intuición, que se negaba a sentir maldad en las intenciones de Draco.

Buscó el pergamino de Hermione, lo había olvidado en alguna parte de su oficina, oculto para que Draco no pudiera encontrarlo, tan bien guardado que el mismo ya había olvidado que lo tenía. Sopló la delgada capa de polvo que ya se había acumulado sobre él y lo abrió nervioso.

Cinco posibilidades se habrían ante él, descartó las primeras que hablaban de venganza por dependencia. Además de lo imposible que resultaba realizarlas, ya no creía a Draco capaz de eso. Aunque no dudaba que en ese tiempo si lo hubiera intentado, pero el hechizo había sido terminado ahora y estaba seguro que su amigo no le haría algo así. Releyó las otras tres: un sacrificio por amor, protección hacia Harry y la tercera; protección para el propio Draco.

Leer el pergamino revivió la conversación de aquel día en el castillo. Ron y él en contra de Hermione, que estaba casi segura de que Draco intentaba protegerlo en vez de sacar provecho del hechizo.

Suspiró, ahora toda su esperanza y su instinto apuntaban a esa posibilidad. Todavía creía probable que Draco se estuviera protegiendo, aunque le dolía pensarlo. Pero a diferencia de antes ya no le parecía tan terrible que quisiera hacerlo, no ahora que sabía la situación en la que se encontraba. Tampoco descartó la posibilidad del sacrificio por amor, concientemente pensaba igual que hacía dos meses, era absurdo. Pero... ¿y si fuera cierto? Ese suave y muy oculto pensamiento lo obligó a no desechar por completo esa posibilidad y cuando decidió que el mejor lugar para profundizar su investigación era el despacho de Draco, el primer lugar que revisó fue el estante de hechizos de amor.

Luego de inspeccionar dos días, en intervalos de tiempo según los periodos en que Draco no estaba cerca, descubrió un hechizo que calzaba perfectamente con el de Draco. Una sola cláusula le inquietaba: Era posible de realizar siempre y cuando hubiera un mínimo de aprecio hacia el hechizado.

Un mínimo de aprecio o estar completamente enamorado... Un hechizo oscuro basado en el cariño hacia otro.

Extraño... pensó deseando secretamente que no fuera sólo aprecio lo que había impulsado a Draco conjurar esta poción hacia él.

El pesado libro contenía toda clase de hechizos raros, en donde los sentimientos eran el ingrediente principal para realizarlos: odio, amargura, rencor, rabia, amor... todas potentes pociones de magia oscura, que a menudo requerían vida de animales pequeños, de muggles, criaturas mágicas, sangre de las víctimas o de los conjuradores... Este último era el caso de la poción sospechosa. Draco debía cortarse las venas y derramar su sangre en una complicada poción que duraba semanas de preparación, no siempre sobre el fuego, y que terminaba en una pequeña explosión en donde el mago debía sacrificar algo que apreciara mucho.

Sin duda todos apreciamos nuestras manos... pensó Harry al leerlo.

No dudaba que Draco supiera hacer el hechizo a pesar de que este no estaba en la biblioteca de Hogwarts, lo sabía porque una vez, cuando le comentó al rubio lo maravillosa que era la biblioteca del despacho de defensa, con libros que nunca cantes había visto, Draco arrugando la nariz y levantando las cejas despectivo, le había señalado que en su caso todos los libros de pociones los había visto en su propia casa, y que eran muy básicos.

El frasco, según recomendaba el libro, era el recipiente necesario para aislar una pertenencia de quien deseaba proteger, para evitar cualquier contaminación que pudiera arruinar el hechizo, esta debía cortarse en dos y arrojar una mitad a la poción al comenzarla y la otra al terminarla.

Harry sonrió excitado por el descubrimiento, toda la explicación estaba aquí, en el libro. El frasco vacío, la daga en el suelo, la explosión, la mano destruida de Draco. Los síntomas de protección y poder que lo habían asaltado al comienzo del curso, en el castillo cada vez que estaba en contacto con Draco, era sólo una fase del hechizo que servía para aumentar el poder de Harry y entonces podía sentirse seguro y confiado de si mismo. Finalmente había develado el misterio,...¡Draco no me ha hecho daño. ¡Lo sabía!... Lo único que le faltaba entender era la razón de porqué lo había ocultado, porqué había preferido enojarse con él antes de confesar esto.

Decidió no esperar más. Tomó el libro y lo llevó hasta la pieza, y cuando más tarde el rubio cruzó la puerta hacia su habitación, Harry se lo mostró y lo interrogó.

—El hechizo que hiciste fue para protegerme ¿verdad, para hacerme más fuerte. —sus ojos verdes centelleaban como nunca, ilusionados por la respuesta y orgullosos por el descubrimiento.

Draco pareció decomponerse antes de que sus ojos se ensombrecieran por haber sido desenmascarado.

— ¿No vas a responderme? —insistió, intentando adivinar lo que pensaba el rubio

—Ese libro estaba en MI despacho —dijo al tiempo que se lo arrancaba de las manos. Mientras lo hacía, intentaba recordar el hechizo del que debía estar hablando Harry, tenía una leve impresión de saber a cual se refería. Conocía ese libro muy bien, lo había leído tantas veces buscando venganzas nunca conjuradas... su padre le había aconsejado no meterse con aquel libro, porque los sentimientos eran armas de doble filo y una persona inteligente y de su linaje no podía dejarse llevar por ellos.

—Tengo derecho a saber qué me habías estado haciendo —respondió el moreno. Nuevamente sus ojos brillando con intensidad haciendo que Draco, ya nervioso por tener que enfrentarse a este tema nuevamente, necesitara retroceder un paso para sentirse seguro — ¿lo hiciste o no?

—Sí —respondió desafiante. No era cierto, su hechizo era mucho más poderoso que ese, pero era mejor dejarlo creer en este, así cerrarían el tema de una vez por todas.

Harry pareció aliviado — ¿Por qué lo hiciste?.

— ¿Me vas a reprochar darte más poder?

—No entiendo porqué decidiste dármelo, no sabías nada de mí, de mi profecía... —No podía saberlo, Voldemort no la había escuchado toda... ¿o sí?

—No. Este hechizo no era para ti, primero traté de lanzarlo sobre Dumbledore, pero nunca pude quitarle un objeto personal —Hizo una pausa, divirtiéndose por decir parte de la verdad —luego pensé que tú podías servir, porque tal vez volverías a enfrentarte a Voldemort —completó con un tono burlón, entretenido por la débil expresión desconcertada del rostro frente a él —No lo lancé porque te creyera muy especial, Harry, sólo lo hice porque estaba desesperado y pensé que toda ayuda podía servirme. Tuve suerte de que sí fueras el elegido.

A la verde mirada avergonzada la reemplazó una oleada de confusión y luego algo más, que Draco no adivinó hasta que escuchó las palabras de Harry —Las instrucciones decían que el autor de la poción debía sentir aprecio por el hechizado —el brillo en los ojos era traviesa malicia. Los dientes de Harry relucieron en una sonrisa divertida cuando por un instante Draco pareció avergonzado. Una esperanza sepultada bajo racionalidad y sentido común se movía nerviosa esperando escuchar que el aprecio era una palabra muy débil para lo que Draco realmente sentía.

—Tal vez no era tan necesaria, soy un mago poderoso Potter, no creas que todo lo que dice ese libro debe ser al pie de la letra —se defendió intentando sonar despreocupado, pero Harry ya lo había visto nervioso y ahora no se tragaría ese cuento.

—No lo creo, este libro se trata de sentimientos, lo dice en la introducción. Si no sentías nada...

—No sentía nada —sentenció Draco abriendo la puerta del baño para huir, un buen Slytherin sabía cuando escapar, aunque él se había retrasado esta vez.

— ¿Por eso no querías contarme nada? —Harry puso el pie para evitar escapar a un Draco cada vez mas nervioso, un Draco seguro de que debería haber inventado otra excusa. El chico no soportaba que Harry supiera que no lo había odiado con toda su alma, ¡ni siquiera había hecho ese hechizo! ¡¿Por qué la vida era tan cruel con él!

El pie que le obstruía la puerta se retiró, Harry se relajó mientras lo veía con una encantadora sonrisa —Yo también te apreciaba un poco —confesó tímido antes de dejarlo partir. Draco lo miró sorprendido por fuera y maravillado por dentro. ¿No lo había odiado y despreciado con todo su ser?.

Salió al baño buscando una ducha tibia que le calmara, pero antes sonrió suavemente a su compañero de cuarto que parecía muy conforme con el haber sido protegido.

Si Harry hubiera sabido que esa conversación le daría tanta confianza a Draco como para dejarlo a un extremo de la cama, tal vez hubiera sido mas rudo.

—Patudo —dijo entre dientes mirando la angelical silueta del rubio usurpador de camas. Se giró hacia el otro lado masticando su mal humor. Esto no podía seguir así. Dormir con Draco era una pesadilla. Ni siquiera entendía bien porqué soportaba tenerlo ahí. ¿Por qué le aguantaba tantas cosas a Draco?

No tengo idea...

Dio otro tirón a la frazada en un último intento por conseguir abrigarse correctamente, pero no pudo.

Maldición, juro que mañana lo saco de mi cama.

Y llegó el mañana. Al acostarse para dormir, Harry se metió rápidamente en la cama y esperó a que su compañero pasara por encima de él e invadiera el rincón que había estado ocupando. Tenía una serie de quejas que soltaría en el momento en que Draco pusiera un pie encima, lo sacaría, le impediría dormir ahí. Pero Draco no hizo nada por acostarse con él, sino que siguió su camino hasta la escalera y subió perezosamente a su verdadera cama. El moreno lo miró extrañado y, en vez de desahogarse con sus quejas, preguntó.

— ¿No vas a dormir acá?

—No.

— ¿Por qué?

—No tengo ganas.

Harry se arropó sin creerlo. ¿Entonces, Draco dormiría con él sólo si tenía ganas? ¿Y qué pasaba si él deseaba dormir con Draco?

¿Tu querías que se fuera no? Ya no está a tu lado ¿de qué te quejas?

Si, era cierto. Al fin tendría una noche tranquila. Y si al otro día se le ocurría pasarse nuevamente a su lecho, ÉL le diría que no tenía ganas y punto.

Pero increíblemente no durmió bien. Era extraño, pero se había acostumbrado a pasar la noche acompañado. A ser envuelto por el aroma único de Draco...

—Espero que tampoco duermas hoy conmigo —le dijo Harry la siguiente noche, deseando en el fondo que no fuera cierto, pero lo era. Y la noche siguiente tampoco lo acompañó.

Para la cuarta noche ya había perdido las esperanzas. Era una estupidez tener la ilusión de que alguien lo pateara toda la noche. Si, debía agradecer que esto no fuera una mudanza para toda la vida...

—Al fin llegas —le dijo Draco de mal humor. Estaba acostado en la cama de Harry tiritando de frío debido a que el moreno usaba menos frazadas que él en su cama —acuéstate luego, tengo sueño.

— ¿Vas a dormir conmigo otra vez? —preguntó en el mismo tono con que Draco le había hablado.

—Si —contestó metiéndose completamente en la cama —no duermo bien solo.

Harry se dio vuelta para cambiarse de ropa y evitar que el chico viera su sonrisa. Una voz en su cabeza le reprochó por ser tan imbécil de alegrase por eso, pero le importó poco y, demorándose lo suficiente como para escuchar otra queja de Draco (le encantaba que se quejara),se puso el pijama y se metió en la cama junto a ese aroma que le agradaba tanto.

Al otro día, el moreno dio clases mucho más relajado. Al fin había logrado dormir bien.

No supo si era por su buen humor, pero notó que los cursos también se veían felices. Estaban más unidos, extrañamente cariñosos unos con otros y se portaban mucho mejor que al comienzo de su estadía en el barco. Incluso los slytherins se veían integrados con el resto de sus compañeros y ahora era mucho mas fácil manejarlos. En el comedor, notó el mismo ánimo. Algunos de los estudiantes visitaban las mesas de otras casas y conversaban animadamente.

—Parecen muy felices —comentó distraído, mirando hacia las mesas de los estudiantes.

— ¿Quiénes? —preguntó Draco, mientras sacaba una frutilla del plato de Harry.

—Todos... oye, eso es mío —le quitó la frutilla, cuando estaba a punto de meterla en su boca, y se la comió. Draco rió por haber sido sorprendido y sacó una de su propio plato.

—Yo los veo como siempre —dijo antes de morder sensualmente el fruto y echándose en el respaldo de su silla. Harry desvió rápidamente la vista y volvió a comer su postre.

—Recuerden... —les habló Lisa poniéndose de pie —que tienen tarea de transformaciones para esta tarde.

—Ya la hice —contestó Draco jugando con el último trozo de frutilla que le quedaba. Lisa, que caminaba hacia la puerta, pasó por su lado y le quitó el postre.

—Me alegra —dijo ella antes de comérsela. Draco se chupó los dedos divertido. Aparentemente el gesto no le había molestado —nos vemos más tarde.

— ¿Puedo ver tu tarea? —cuchicheó Harry luego de que Lisa se fuera. Todavía no la hacía.

—No.

— ¿Qué te cuesta?

—No es mi culpa que seas un vago.

—Estuve ocupado ensayando un hechizo... no pude parar hasta conseguir realizarlo—Draco sonrió instándolo a seguir. Tal vez podría sacar algún beneficio... —puedo mostrártelo...

—No, quiero aprenderlo...

—Todavía no estás preparado —el Gryffindor se puso de pie para retirarse, sonriendo maliciosamente.

—Te estás volviendo muy manipulador, Harry —Draco se levantó para seguirlo y, al cruzar la puerta del comedor, le dijo al oído —te doy diez minutos para que revises mi tarea, pero me tienes que mostrar ahora lo que aprendiste.

Bajaron hasta la sala de defensa.

—Bien —Harry se concentró, el entusiasmo que reflejaba en su rostro se contagió a Draco quien apenas podía esperar a ver lo que Harry podía hacer. El moreno tomó aire y miró a Draco pronunciando —Expecto Patronum.

Inmediatamente un remolino plata apareció en medio del aula y un instante después, el ciervo se materializó majestuosamente. Harry sonreía orgulloso mientras veía a su bello patronus correr en el aula. Pero su alegría duró hasta que Draco estalló en carcajadas.

— ¡No puedes... h-haber hecho tu... tu patronus! —dijo entre risas — estoy... creyendo que-tu fijación con ese ciervo...se debe a que no tienes pareja, la reemplazas con él ¿no?

—Cállate —enfadado, hizo desaparecer el animal.

—Esto no tiene nada de sorprendente —continuó el rubio un poco más calmado —ese ciervo ya no impacta a nadie, te lo he dicho antes.

—El patronus es magia avanzada. Sin varita, un hechizo así es un gran logro...

—Si, como quieras. Creí que me sorprenderías, no sé... algo mejor... —se tocó la pera ideando algo que le pareciera interesante —como desvestir a alguien tronando los dedos.

Harry, enfadado, tronó los dedos haciendo desaparecer el suéter de Draco.

El rubio vio sorprendido que la prenda no estaba cerca, y que ahora sólo llevaba una camiseta sin mangas.

—Vaya —exclamó divertido —no creí que hubieras ensayado algo como esto. ¿me vas a obligar a ser tu striper? —preguntó sonriendo provocativamente.

—¡NO! —contestó el Gryffindor indignado — ¿era lo que querías no?

—Por lo poco que te demoraste en hacerlo, parece ser lo que tú quieres.

—Cállate Malfoy, y trae tu tarea, yo ya cumplí con mi parte.

— ¿Mi suéter?

—Está en la silla —apuntó a un puesto cercano a la puerta.

—Y está doblado... Eres muy eficiente. Tendrás que enseñarme ese hechizo, podríamos practicarlo en las noches... —propuso con un tono seductor.

—Vete Malfoy.

—Así ya no tendrás que aparecer tu "Super-consolador-patronus".

—Ándate o te saco a patadas.

Pero el chico no se fue.

—Te mostraré algo sorprendente —Draco sacó su varita y golpeó un pergamino de Harry dos veces, en el papel comenzó a aparecer su perfecta caligrafía en un color celeste casi transparente.

— ¿Qué...

—Es la tarea, la he copiado en ese pergamino por diez minutos, como te lo prometí —guardó la varita sonriendo triunfal ante la cara anonadada de Harry —Éste SI es un hechizo útil, sólo tú y yo podemos leer eso. Con este conjuro puedo copiar cualquier papel que haya hecho sólo con saber donde está...

—Ahora entiendo como pasaron de curso Crabbe y Goyle.

—Tu no puedes criticarlos, te recuerdo que estás copiando mi tarea. —dicho eso salió del aula.

El día fue muy relajado, Harry se dio cuentaque el comportamiento positivo de los estudiantes no era idea suya, también Lisa, Hannah y Sprout opinaban lo mismo. Además, se estaba acostumbrando al ritmo de trabajo, y ahora se organizaba mejor y se estresaba menos si algo no salía a la perfección. Al fin se adaptaba al cargo de profesor.

Draco llegó poco después que él a la habitación para acostarse, al fin había llegado el tan anhelado turno sin guardia, así que estaban ambos de muy buen humor.

— ¿No vamos a practicar el hechizo que me mostraste esta tarde? —Draco se quitó una prenda de ropa lentamente y la dejó caer al piso. Harry sonrió.

—No, y si sigues molestándome, no duermes conmigo —se cruzó de brazos fingiendo enfado.

—Tienes un genio terrible, Potter.

Harry tomó su libro de magia sin varita y leyó las instrucciones para dar su siguiente paso. Ahora que había dominado un hechizo tan potente como el patronus, se le abrían numerosas posibilidades para seguir perfeccionándose. Pero le costaba trabajo concentrarse.

En vez de leer, su cabeza se preocupó del sonido que hacía la ropa de Draco al caer al suelo, y también oyó cuando el pijama se deslizaba por el cuerpo del chico al vestirse para dormir.

— ¿Qué lees ahora? —preguntó pasando por encima de él al rincón de la cama.

—No te diré, no tengo ganas de escuchar tus burlas.

—Si no es tu patronus, no me burlo —estiró el cuello para leer, pero Harry cerró el libro.

—Vamos a dormir.

—Yo quiero ver que leías.

Harry recitó un hechizo y la luz dejó de brillar —duérmete.

— ¿Me enseñarás el Patronus?

—Dijiste que no querías aprenderlo

—Tengo curiosidad por saber cuál es mi animal. Apuesto que el mío sí será sorprendente.

—Si te callas y me dejas dormir, pensaré en enseñártelo la próxima clase de defensa.

Sintió como el chico se acomodaba hacia la pared, él también se acomodó y cerró los ojos.

Silencio.

Y Voldemort apareció junto a él. Ya no estaba en su tibia y acogedora cama, en la seguridad inquebrantable del barco. Ahora estaba desamparado en un suelo estéril, frío como el hielo, que lo calaba hasta los huesos congelando toda esperanza y sentimiento positivo que quedara en su maltratada alma. La voluntad que le era tan característica, fuerte y tenaz, se apagaba poco a poco.

Su cuerpo respiró débilmente, un reflejo que ahora deseaba evitar ya que cada bocanada de aire significaba una oleada de dolor anunciando que su organismo estaba destruido; y le enrostraba la estúpida forma en que se aferraba a la vida alargando la dolorosa espera de lo inevitable.

La exhalación arrastró un quejido que hubiera deseado no pronunciar.

Voldemort sonrió con deleite, Harry a pesar de no verlo a los ojos sintió como saboreaba la victoria que tantos años le había costado conseguir.

Harry Potter era mortal.

Volvió a inhalar con suma dificultad; esta vez, se mordió el labio para evitar un nuevo aullido que lo humillara todavía más, si esto era posible. Sentía el ritmo acelerado de su corazón negándose a dejar de latir, el bombeo de la sangre en sus oídos taladrando su cabeza, derrumbando su conciencia... arrastrándolo a la locura de la desesperación. La sangre ardía al recorrer sus venas, dolían los huesos, dolía la piel.

Se obligó a moverse a pesar de la tortura que significaba, su débil luz de esperanza lo obligaba a intentar defenderse. Pero la realidad lo abofeteaba una vez más, las manos cruelmente atadas por un nudo mágico parecían mantenerlo quieto...

Mas información agobiante llenó sus sentidos.

Olía sangre, estaba cubierto de sangre...

No es mi sangre...

Sabía que pertenecía a alguien más.

—Harry Potter —la voz silbante de Voldemort le perforó los oídos y el miedo y la negación lo hicieron apretar los ojos. No deseaba escucharlo, no quería saber que estaba pasando.

Oyó risas lejanas. Sabía que eran mortífagos, estaban viéndolo como si fuera un espectáculo. Abrió los ojos, renovado por una cólera palpitante e intentó encararlos.

Con dificultad, recibió la nublada visión del fuego de una chimenea.

—Nunca debiste nacer —nuevamente esa voz laceraba sus oídos. Pronto un sonido mucho más mortificante se escuchó rebotar en las paredes y quedó suspendido en el aire tomándose un tiempo para llegar al cerebro de Harry, Era un grito, era una voz familiar.

El sonido crudo atravesó a Harry y un ataque de vértigo llenó de angustia sus vacíos ojos verdes.

La voz que quería se extinguió en el aire, y el cuerpo de Draco cayó inerte cerca de la chimenea, frente a él.

Un huracán recorrió su espina arrasando con todo lo que sentía, creciendo a golpes hasta llegar a su pecho y atorarse ahí, dejándolo sin aliento.

Los ojos plata todavía brillaban producto de las lágrimas derramadas, pero no se movían. Aterrados, fijaban su maravilloso color en los de Harry.

Pero no se movían.

Harry ya no recordaba donde estaba, ya no sentía su cuerpo, todo había dejado de existir a excepción de lo que quedaba frente a él y su horror creciente al ver la sangre y la carne suelta que parecía aplastada contra el suelo.

Sus ojos grises seguían sin moverse, clavándolo, hiriéndolo.

Intentó abrir la boca para gritar, pero no pudo, no había voz para hacerlo...

...Draco...

En su interior sus recuerdos, sensaciones y sentimientos desfilaron frenéticamente por su ser para quebrarse haciéndose pedazos y volver a armarse y quebrarse y revolverse, y volver a enrostrarle la imagen de Draco.

...Draco...

Y dentro de todo el más doloroso de los recuerdos era el de su mirada, de la pasión en constante tormenta de los ojos más bellos que hubiera conocido.

...Draco...

Del gris gélido, brillando como acero, ahora vacío.

Ya no podía respirar, ya no veía claramente. Ya no sentía nada más que los ojos sin vida de Draco frente a él.

...Draco...

—Draco —suspiró con dificultad. Su voz había vuelto, trémula, al igual que su alma. Pero estaba despierto.

Y Draco dormía plácidamente junto a él.

Jamás se había sentido tan aliviado. Como si la vida volviera a manar por sus venas.

Se quedó quieto intentando recuperar los latidos que parecían haberse detenido durante la horrible pesadilla. Draco dormía acurrucado hacia él, su respiración pausada reflejaba la tranquilidad del chico.

Tocó tímidamente el rostro de pálida porcelana, con cuidado, como si fuera a despedazarse ante el más suave contacto.

—Draco... —se acercó un poco más, atraído por la placentera sensación de sentir el calor de su cuerpo, agradeciendo una y otra vez porque estaba vivo.

Estaba con él.

Torpemente acarició el cabello platinado con las manos todavía temblorosas, y las deslizó casi sin darse cuenta por la firme espalda. Conforme recorría el cuerpo, se llenaba de un calor suave y acogedor, como las caricias envolventes de los rayos del sol en una mañana fría. Finalmente descansó la mano en su cintura, observando con cuidado el rostro dormido para asegurarse de que seguía ahí, de que estaba vivo.

Y le besó la mejilla.

Necesitaba hacerlo.

Lo apretó ligeramente, disfrutando de sentir la respiración calmada de ese cuerpo, y luego levantó una mano para tocar el hombro desnudo, que como todas las noches, debía estar frío.

Sí estaba frío.

Sonrió.

Pronto el sueño lo alcanzó, pero esta vez la paz que sentía lo llevó a un escenario mucho más reconfortante, uno plácido en donde el mar y el cielo eran calmos y él volaba en su escoba como nunca. Con la cabeza refugiada en el cuello de un joven rubio que guiaba la saeta hacia un lugar lejano. Un lugar mejor.

Se despertó cuando el reloj sonó a eso de las siete de la mañana. No recordaba muy bien lo que había pasado en la noche, pero sintió un gran alivio al ver que Draco se estiraba como gato a su lado. Un alivio de saber que Draco estaba ahí.

Se levantó con ánimo y salió al baño.

La mañana pasó rápido. Ocupó casi toda la jornada examinando a los chicos, por lo que no se dio ni cuenta cuando ya era la hora de la comida. Pasada esta, le tocó clases con el séptimo de Gryffindor, en donde vio a sus amigos. Ron le comentó algo sobre unos chicos de segundo, pero no le prestó real atención ya que estaba ocupado enseñando un hechizo "sellador". Al final de la clase, les pasó el libro de magia para que ensayaran un poco antes de su próxima reunión, que sería el domingo a las tres.

Pasó la tarde y llegó la hora de la cena, que dicho sea de paso, estuvo deliciosa. Sólo faltó algo: chocolate. A pesar de que él no era muy fanático por el cacao, ya estaba echando de menos el sabor. Y Draco, sentado a su lado, no dejó de quejarse en toda la comida por la falta del susodicho, por lo que apenas terminó su porción, salió hacia su pieza.

Estaba pensando en ir a dar un paseo hacia Gryffindor y ver que tal iban sus amigos, así que dejó su mochila (en la que habían algunos libros que quería revisar en la noche) y abrió la puerta.

— ¿Adónde vas? —le preguntó el rubio que estaba parado frente a él.

—Voy a mi sala común.

-Uhm... —lo examinó atentamente —¿y piensas salir así, no?

Harry se miró de pies a cabeza. Traía su ropa normal, nada extraño. Sólo tenía una manchita de salsa en los pantalones, pero quien lo notaría.

—Si —contestó finalmente — ¿hay algo malo?

—Por supuesto —se acercó a él y le tiró de la camisa —Esta toda mal puesta... —la estiró y le arregló el cuello —Ningún amigo mío puede andar con esas pintas... —lo miró de nuevo y notó la suciedad en el pantalón —pero que asco, cámbiatelos.

— ¡Pero si casi no se ve!

Draco le dio una mirada y entró en la pieza. Abrió la puerta del closet y sacó unos pantalones, que luego le pasó a Harry —no puedes salir así.

— ¿Siempre has hecho lo mismo? —le preguntó el moreno entrando y cerrando la puerta del dormitorio para cambiarse.

— ¿Hacer qué?

— Esto, obligar a la gente a...

— A que este presentable —le completó —No. Mis amigos siempre han sido gente decente... —Harry lo miró enojado. El rubio siguió como si nada —...no tenía necesidad de arreglarlos yo mismo.

—Claro... y yo soy un caso especial —terminó de sacarse los pantalones y comenzó a ponerse los nuevos.

—Exacto —le regaló una adorable sonrisa —Tu no eres como ellos.

— ¿Y soy diferente... —cerró el botón y la bragueta—para bien o para mal?

—Uhm... —pensó Draco —uhm... —siguió evaluando bajo la atenta mirada de Harry —estem...

—Ya basta —dijo Harry calzándose las zapatillas —no te esfuerces.

—Creo que para mal —terminó de decir el slytherin.

—Debí suponerlo... —caminó un poco desilusionado hacia la puerta.

—Aunque...no del todo —Harry miró a Draco, estaba sentado en su cama sonriendo —Está bien que ellos tenían mucho más estilo y eran más cariñosos, pero tú no eres tan malo.

— ¿No?

—Hay peores.

Que reconfortante ironizó Harry.

—Ellos siempre hacían lo que yo quería... —siguió hablando mientras se recostaba en la cama —...me daban dulces, me cedían sus postres, me ponían caliente cuando tenía frío...

— ¡¿QUÉ! -saltó Harry

— ¿Qué pasa?

— ¿Te ponían c-caliente? — ¿cómo podía decir las cosas tan a la ligera?

—No sabes lo frías que resultan las mazmorras en esta época —se excusó —y tengo la presión baja, así que siento más frío que los demás. Necesitaba que alguien me diera de su calor

— ¿Y todos ... —se sentó a los pies de la cama para mirar al chico —...lo hacían siempre?

—Si, la mayor parte del tiempo. Uno a la vez claro, de lo contrario, habían muchos problemas.

— ¿Y aún teniendo pareja? —la conversación ya lo había atrapado. La idea de ir a vagar a Gryffindor no era más que un recuerdo lejano.

— ¡Por supuesto que no! —ahora el escandalizado era Draco — Yo no me meto con gente comprometida. Son muchos problemas. Las peleas que se forman... son un desastre. Golpes, gritos...esas cosas no son para mí.

—Ajá, entonces...el meterte con cualquiera de ellos es aceptado, pero no si tienen pareja.

— ¡Bingo! —le cerró un ojo.

— ¿Y qué pasa con Zabini ahora? —la pregunta se le ocurrió y no la pudo reprimir. Realmente deseaba saber sobre eso — ¿Él también esta sujeto a esa regla?

—Sí, sería un escándalo que me pillaran con él y que más encima, estuviera saliendo con alguien. Es muy bajo caer en ese tipo de conflictos.

De pronto, Harry sintió el enorme deseo de que Blaise se comprometiera de por vida.

—Por suerte —continuó Draco —Blaise no puede ser fiel, así que casi siempre lo dejan a los pocos días de empezar una relación. Algo que me conviene mucho a mi...

Rayos...

"Toc" "Toc"

Alguien golpeaba a la puerta. Harry se paró y abrió.

—Buenas noches —saludó Blaise con una sonrisa de casanova — ¿ocupados?

Harry sintió que las tripas se le retorcían.

—No realmente —contestó Draco girándose, quedando de "guatita"—sólo hablábamos.

— ¡Ah! ¿y de qué, si se puede saber? —el moreno slytherin entró y se sentó en donde antes había estado Harry. El gryffindor lo miró con creciente odio; era realmente insoportable tenerlo ahí.

—Nop, no se puede —le contestó Draco, cogiendo un libro de la mesita de dormir para fingir que leía.

— ¿Y qué planeas hacer hoy? —le preguntó Zabini, acercándose al rubio.

—Nada —le respondió sonriendo cuando el chico le recorrió la espalda suavemente con un dedo.

—Uhm...interesante... —el mismo dedo ahora levantaba un poco la polera del chico, y tocaba la blanca piel.

Por mientras, Harry se sentía fuera de lugar. Con el "simpático" de Blaise ahí, ya no tenía nada que hacer adentro. Terminó de acomodarse las zapatillas y volvió a su idea inicial: ir a ver a sus amigos. Pero antes sacaría al indeseable de ahí.

— ¿Estás más delgado, Draco? —inquirió el slytherin, mientras su mano acariciaba al chico.

—No.

La pregunta hizo que Harry se quedara atento al resto de la conversación. Ya echaría después al otro.

—Yo creo que sí —continuó Blaise, acercándose a su cara y la miró —y estas más pálido.

—Son ideas tuyas —se corrió para que no le siguieran examinando.

— ¿Estás comiendo?

—Por supuesto que si.

Blaise lo giró para que quedara de espaldas en la cama, y le tocó la cara con cuidado. No sólo estaba más blanco, sino que ahora tenía unas incipientes ojeras.

—Potter, ¿qué opinas tú. Está más delgado, verdad?

Harry se dio vuelta y lo miró. Efectivamente Draco se veía más flaco y pálido en comparación de como lo había visto al llegar al barco.

—Estoy bien —se defendió —sólo un poco cansado.

— ¿Está comiendo bien? —le preguntó a Harry —tiende a comer sólo los dulces y dejar todo lo demás.

—Eso es verdad, siempre deja las comidas a medias.

— ¡Harry! —le llamó la atención Draco —Estoy bien, ya te lo dije, Blaise.

—Y últimamente sólo se ha comido los postres... —siguió hablando Harry ocultando su diversión—de hecho, hoy ni tocó la cena.

—Draco... —Blaise le tomó la cara y lo obligó a mirarle —sabes que no puedes hacer eso, es malo para tu salud.

—Déjenme, no soy un crío. Sé lo que hago.

—No lo creo —Harry se sentó en la cama —últimamente has pasado bastante enfermo.

— ¿A si? —le preguntó Blaise ignorando cualquier cosa que dijera el rubio — ¿qué le pasa?

—Encontré un par de frascos vacíos de medicina para la tos. Y Pomfrey me dio una tira de pastillas para el resfriado —sacó las tabletas de un bolsillo.

—Has estado enfermo y no me lo dijiste.

—No tiene importancia.

—Si la tiene —le corrigió Blaise —seguramente te sientes culpable por no cuidarte y por eso no me habías dicho nada.

Draco esquivó la mirada de su amigo y se levantó para quitarle las pastillas a Harry.

—Vamos a tener que vigilarte... —dijo mirando hacia la nada el slytherin — no podemos dejarte solo. Harry... —el aludido lo miró —tu podrías hacer eso: controlarle todas las comidas, y si no te hace caso, me avisas.

— ¿Y crees que Harry te obedecerá? —le preguntó el rubio con una sonrisa — no creo que él..

—Por ser un caso especial... —Harry observó la expresión del rubio —lo haré.

—No necesito niñero —dijo hastiado y levantándose de la cama para abrir la puerta. Antes de salir fulminó a su compañero de cuarto con la mirada —hubiera esperado esta mierda de cualquiera, Harry, menos de tí. Creí que tú me entendías.

El portazo con que cerró la puerta retumbó por algunos segundos junto con sus palabras en los oídos de Harry.

—No le hagas caso —le aconsejó Blaise con un tono neutro —lo dice para manipularte.

—Lo sé —Harry que había estado mirando la puerta por la que Draco había desaparecido, volteó a enfrentar a Blaise —no necesito que me digas como es, yo lo conozco bastante —antes de que el slytherin abriera la boca continuó —¿Cómo pretendes obligarlo a comer? —el tono ocupado por Harry, aunque intentaba ser neutro como el de Zabini, era hostil.

— ¿Acabas de decir que lo conoces y no imaginas cual es mi mejor arma para convencerlo?

Harry se puso de pie. El suponer a que se refería Zabini, lo dejó con un sabor amargo y para variar, enormes deseos de golpearlo.

—Ya puedes irte —lo invitó a salir de su pieza —te avisaré si sigue sin comer.

Blaise se levantó con una sonrisa burlona, muy parecida a la de Draco y movió la cabeza en señal de despedida.

— ¡Ah! —exclamó Harry antes de que el chico se retirara —No vuelvas a meterte en mi cama.

—Bien —asintió dándole una última mirada, los ojos rojizos brillaban acusadoramente.

———

El gran comedor estaba casi vacío. La hora de la cena ya acababa, y la mayoría de los estudiantes había salido a disfrutar sus últimos minutos en la cubierta antes de tener que viajar a sus salas comunes. Harry miraba preocupado como dos alumnos salían del gran comedor, quedando sólo cuatro de Ravenclaw reposando, probablemente a punto de marcharse. Y él todavía estaba cuidando al profesor de pociones que jugaba fastidiado con el puré de papas que no deseaba comer.

Si Draco no se apuraba llegaría tarde a la reunión con sus amigos. Aquella tarde les había prometido una hora extra de clases, ya que estaban muy cerca de sacar su magia. Era domingo, su única noche libre, y Draco estaba a punto de ocupársela obligándolo a ser su niñero, sin contar con que el rubio había acaparado toda su mañana al exigirle que le enseñara.

—Vamos, Draco, trágate eso luego.

El rubio sólo lo miró enfadado. Había intentado negarse a comerel día anterior, después de todo, él era un adulto. Pero Harry inmediatamente había ido con el cuento a ver a Blaise y el desgraciado de su amigo no le había dado la noche apasionada que habían acordado.

"No. Si no comes, no me acuesto contigo"

Removió el puré con enfado.

—Draco, ya te dije que debo ver a mis amigos.

—Ándate, puedo comer solo.

—Tengo que asegurarme...

—Ya te dije que me lo voy a comer.

—Si no te apuras, te llevaré conmigo a la clase.

— ¿Y soportar que el imbécil de Weasley se ría de mi? —aspiró agresivamente —me vas a pagar esto Potter.

Lisa entró al comedor en ese momento.

—¿Todavía no terminas, Draco? —todos en la mesa de profesores sabían que Harry estaba vigilándolo desde hace dos días para que comiera — ¿olvidaste que quedaste conmigo?

—Es culpa de Potter.

—Harry, yo me encargaré de que coma. —Draco iba a alegar, esto ya era demasiado (¡ahora todos se sentía con derecho sobre él!) pero Lisa le sonrió de forma sugerente. Se aseguraría que comiera. —créeme Harry, yo tampoco quiero que muera en los huesos.

Bajó la escalera dos minutos antes de las nueve. Estaba a tiempo, se había librado de Draco...

¿Por qué Lisa y Draco siempre se sonreían de esa manera cómplice?. Por alguna razón la cena se le revolvió en el estómago.

— ¡Harry! —lo saludó Hermione — Sus amigos ya estaban en la puerta del aula de defensa.

—Hola chicos —Harry esbozó una sonrisa a pesar de que no tenía ganas de sonreír.

Entraron sin decir nada. El moreno abrió su despacho y sacó su libro. Moviendo una mano, arrinconó un grupo de pupitres dejando suficiente espacio en el aula para ejercitar.

—Estuvimos practicando toda la tarde —dijo Ron sonriendo. Se veía cansado pero conforme consigo mismo.

—Imagino que hoy podrán expulsar algo de magia —dijo Harry olvidándose del rubio ¿Qué importaba lo que estuviera haciendo con Lisa? sus amigos estaban a punto de dar un gran paso en su entrenamiento, se sentía orgulloso de ellos y no iba a arruinar esta noche por Draco —les advierto que al principio cansa mucho —dijo sonriendo de una forma mucho más natural.

—Estamos preparados —Hermione parecía no caber en si de alegría.

Llevaban practicando diez minutos ininterrumpidos cuando Hermione sintió que su piel se erizaba y su cabello adquiría aún mas volumen. Y una ráfaga de magia salió de ella.

Los otros dos chicos sintieron la energía escapar de la chica y la miraron impresionados, llenos de alegría.

Hermione había logrado el primer paso para hacer magia sin varita.

— ¡Sabía que lo lograrías! —exclamó Harry. Hermione sintió que las piernas no la sostenían y se tambaleó, Ron la afirmó para evitar que cayera.

—Me siento muy cansada —dijo la chica apoyando su cabeza en el pecho de Ron.

—Es normal, Ron déjala en una de las sillas.

El chico la recostó en la mesa.

—Ahora voy yo —le dijo sonriendo y acercándose al rostro de la chica.

Harry se giró para evitar verlos besarse. No lograba sentirse cómodo cuando sus amigos se ponían románticos. Afortunadamente no lo hacían seguido en su presencia. Miró hacia la ventana y una figura juguetona y delgada se apoyó en una de las barandas de la cubierta principal.

Ahí está Draco...

Pronto Lisa se acercó a él, llevaba un plato en su mano y con un tenedor sacó algo del alimento que quedaba y se lo dio al chico que sonreía divertido.

Coqueteaban.

Siempre coqueteaban.

Draco sacaba con cuidado cada bocado, ya no se veía disgustado porque lo obligaran a comer, no señor. Estaba complacido.

Lisa pasó un dedo por los labios de Draco, aparentemente limpiando algo de comida, y luego se lo echó a la boca.

Harry volteó para ver si sus amigos habían dejado de besarse. Por suerte, Ron se estaba alejando de Hermione

—Sigamos —Harry ya no estaba tan contento, pero Ron no se dio cuenta. Estaba demasiado emocionado imaginando que pronto podría hacer volar objetos sin ocupar su varita.

Pronto Ron consiguió expulsar magia, Harry acercó una silla rápidamente a él, para que se sentara y así evitar que se desplomara en el suelo.

Hermione aplaudía desde la mesa, ya no estaba acostada, pero aun se sentía débil.

—Los felicito —dijo Harry con tono de maestro —la próxima clase será mucho más divertida.

— ¿Podemos seguir ensayando? —Hermione sólo deseaba ponerse de pie y volver a sacar magia.

—Por hoy no, es mejor que vayan a descansar. Durante la semana tienen que seguir ensayando, en especial cuando sepan que tienen tiempo libre, de ese modo podrán dormir para recuperar sus energías —Los novios se miraron sonriendo —pero no abusen, una vez por día y cuando se sientan cansados deben parar. O terminarán retrocediendo en el entrenamiento.

—Como usted diga profesor —bromeó Ron.

Descansaron un rato antes de ir a dormir. Los prefectos se despidieron, con amplias sonrisas, de Harry y se fueronabrazados a su sala común.

Ya solo, Harry se sentó en su despacho y abrió su libro. Tendría que estar feliz pero... se sentía raro.

Cada vez que estaba con ellos, era como ingresar a otro mundo, a un mundo al que no pertenecía... Sentía como si interrumpiera el romance de sus amigos.

Los había visto marcharse con un brillo especial en la mirada, un brillo de orgullo, pero no por lo que habían hecho, sino por lo que el otro había conseguido.

Se adoraban.

Miró el libro, ahora debían dar un nuevo paso. Controlar su magia. Estaba cansado, pero prepararía la clase para sus amigos de la semana siguiente, después de todo, no tenía ganas de volver a su habitación y encontrarse en el camino con Draco y Lisa. También se sentía fuera de lugar junto a ellos.

Unas horas más tarde un golpeteo en la puerta lo despertó.

— ¡Auh! —exclamó al mover el cuello agarrotado por la posición en que se había quedado dormido. Estaba en su despacho y probablemente era Draco quien golpeaba enérgicamente la puerta. Posiblemente había llegado la hora de la guardia.

— ¡Vamos Harry! ¡Bill preguntó por tí! —gritaba el rubio desde fuera.

—Ya cállate, estoy levantado —rezongó Harry abriendo la puerta.

—No deberías dormir acá...

—Duermo donde quiero —aparentemente Harry no se había despertado de buen humor.

—Debí dejar que Bill te sancionara —dijo cruzándose de brazos —dije que estabas en el baño, mentí por tí y tú me recibes de esta forma —le enrostró el rubio.

—No esperes que te agradezca, yo he hecho eso por tí mil veces —Harry salió del aula dejando al rubio solo y subió las escaleras rápidamente para alejarse de él. No sabía porqué, pero no tenía ganas de verlo. Se acercó a una de las barandas de la cubierta superior y se paró sobre el primer fierro de ésta. Miró hacia arriba. El firmamento como siempre era aplastante, sólo que hacía tiempo que no le prestaba atención a ello. A pesar de ser de noche, las nubes estaban claras, rojizas e iluminaban el cielo. Respiró profundo intentando abstraerse del mundo. Concentrándose en el ruido del agua y no en los pasos de Draco, que caminaba lentamente hacia él.

—Te esperé —dijo el rubio al llegar a su lado. Su voz sonaba tranquila; no le estaba reprochando y milagrosamente no se había ofendido con la actitud de Harry. Lástima, en estos momentos el gryffindor deseaba que no le hablara — ¿Por qué no llegaste?

Harry no contestó, no estaba seguro porqué no había querido volver, ni tampoco porqué estaba tratando de que Draco se enojara con él ahora, sobretodo sabiendo que después se arrepentiría de eso.

—Comí toda mi cena —dijo el rubio en un tono de disculpa que nunca le había escuchado, parecía creer que el moreno estaba enojado con él por eso.

Harry lo miró, Draco tenía esa cara de ángel con la que manipulaba a las personas, pero esta vez parecía ser sincera. Tenía la cabeza apoyada en la baranda y lo miraba a los ojos, esperando una respuesta. Y no pudo reprimir una sonrisa.

El rostro del slytherin se iluminó al instante y lo tomó de la mano jalándolo para que se bajara de la baranda.

—Vamos, trotemos un rato, hace días que no hacemos ejercicio —le dijo mientras lo arrastraba para que avanzara.

—No tengo ganas Draco, en serio. Todavía tengo sueño.

—El ejercicio es el mejor remedio para animarse.

Pero Harry no corrió, se afirmó con la otra mano de la baranda y opuso resistencia a los tirones del rubio — ¡no seas flojo! —le gritaba Draco, ahora jalándolo de la ropa — tendrás que correr diez vueltas más en castigo —lo amenazó afirmándolo de la cintura en un intento por alejarlo de la baranda. Pero no había caso, Harry permanecía sin moverse.

Finalmente Draco cayó el suelo rendido —Como quieras, en unos días te verás tan fofo como una jalea... —se quejó cruzándose de brazos sentado en el suelo.

Harry se recostó a un lado de Draco, mirando al cielo.

— ...Y entonces me reiré de ti y jugaré a golpearte el estómago para que tiemble —continuó Draco —Haremos apuestas para ver cuánto se demora en detenerse...

—Y yo jugaré a golpearte y apostaré con Ron cuanta sangre puedes botar... —Contestó Harry divertido imaginando cuan feliz sería Ron si lo hicieran.

—Te sacaría los dedos —dijo amenazante —y a tu amigo Ron le desollaría el rostro, así dejaríamos de ver sus horrendas pecas.

—Sus pecas son divertidas.

— ¿No estás enamorado de él, o sí? —preguntó el rubio alzando una ceja inquisidora.

— ¡Cómo crees! —contestó apresuradamente.

—No veo otra forma en que te puedan gustar esas espantosas manchas...

—Bill también tiene pecas y tú lo encuentras guapo.

—Bill es diferente, él tiene estilo, sabe sacarles partido, pero el otro Weasley... Ese tipo no tiene gracia —dijo despectivo —lo comprueba el que Granger se fijara en él.

— ¿Eso que tiene que ver?

—Ella es la persona mas aburrida que haya visto, le encantan las cosas sin brillo...

—Te he dicho miles de veces que detesto que te refieras a ellos de esa manera —lo detuvo Harry antes de que empezaran a pelear.

—Tú preguntaste. No esperes que me agraden sólo porque son tus amigos.

—Yo tampoco soporto a Zabini y no por eso lo insulto todo el tiempo... —Harry se había sentado para verlo a la cara —... es más, hago el esfuerzo de aguantar que entre a nuestra cubierta, incluso a nuestra pieza.

—Pues no se nota, Yo pensaría que te agrada bastante ya que andas aceptando hacer tratos con él.

—No se puede hablar contigo —Harry, muy disgustado, se iba a poner de pie, pero Draco se movió rápidamente y lo empujó con suavidad al suelo.

—No te enojes otra vez —le ordenó con serenidad.

—Déjame tranquilo, Malfoy.

— ¿Porqué me odias? —había algo de tristeza en la mirada de Draco, pero era tan leve que Harry, disgustado como estaba, no lo notó.

—No te odio —contestó con un tono de "qué estúpido eres"

— ¿Por qué siempre te enojas conmigo entonces?

— ¿Por qué eres tan egoísta? —Tenía muchas cosas que recriminarle, pero ese era el defecto que más le había estado molestando de su compañero esa semana.

—No sé —ni siquiera se detuvo a pensar esa respuesta lo que hizo enfadar más a Harry — ¿Te molesta eso?

—Sí —casi gruñó el moreno.

—Entonces si me odias.

—No te odio.

—Me aceptarías como soy si no me odiaras.

—No te hagas la víctima, Malfoy. ¡Hasta te dejo dormir conmigo! ¡¿qué más quieres!

— ¿Eso también te molesta?

...No...

...en realidad me gusta...

—... —No contestó, apenas podía reconocerlo para sí y no deseaba que Draco lo supiera.

Se quedaron en silencio. El rubio quitó sus manos del pecho de Harry, en donde había estado haciendo presión para evitar que se fuera, y se puso de pie.

—Voy a trotar, ya he postergado mucho el hacer ejercicio.

Harry vio como se alejaba sin decidirse a actuar para evitarlo. No se le notaba en la cara, pero sabía que el rubio estaba ofendido. Tenía que decir algo antes de que las cosas empeoraran, pero... ¿qué?

Malfoy desapareció de su vista al doblar en la esquina.

La guardia pasó lentamente. Harry intentó entretenerse desatando y atando los cordones de sus zapatos usando su magia, con los oídos atentos, esperando que Malfoy regresara a la cubierta. Pero no volvió hasta que entregaron el testimonio y los relevaron.

— ¿Hiciste la tarea de mañana? —le preguntó el rubio cuando volvió de la ducha. Harry ya se había acostado, pero aún no dormía.

—Si —se alivió de que le hablara, su voz sonaba normal por lo que imaginó que ya no había problema.

—Bien, porque no aceptaría que llegaras a mi clase sin nada hecho.

—Estarás satisfecho con mi trabajo —contestó animado.

—No apuestes —apuntó su cabello y lo secó con cuidado, dejó la varita en un mueble y subió a su cama, a la cama de arriba.

Harry sintió piedras en el estómago. Si bien ellos no dormían juntos siempre, en especial cuando Draco se acostaba con Blaise en la noche, lo hacían la mayor parte del tiempo; Malfoy llegaba y tomaba su lugar en el lecho, y el que no lo hiciera, fue mil veces peor que cualquier insulto que le hubiera dicho, mucho peor que el silencio con que lo castigaba cada vez que se enojaba...

Lo estaba abandonando.

— ¿No volverás a dormir acá? —hubiera deseado pedirle que durmiera con él, pero las palabras no salieron de ese modo.

—No, duerme tranquilo.

—No, si... lo único que me molesta es que me quitas las frazadas, pero si no lo hicieras no...

—No te preocupes, Harry duérmete —lo tranquilizó el rubio y agregó —Para que veas que no soy tan egoísta.

Pasaron veinte minutos, Draco no se había movido ni un poco, a si que Harry imaginó que, tal como él, no lograba dormir.

Respiró profundo, no podía creer que fuera a hacer eso. Después de esto Draco creería que era imprescindible para todos...

— ¿Harry? —preguntó el rubio al sentir un pequeño empujón para que se moviera hacia el rincón.

—Sólo no me quites las frazadas —Harry terminó empujando a Draco con el cuerpo y se metió en la cama.

—Sal de aquí, no soy tan dependiente...

—Duermo más tranquilo contigo —dijo lanzándole una mirada intensa para que se callara.

Draco lo quedó mirando y su cara pasó de incredulidad a picardía.

—Te gusta dormir conmigo.

—Cállate o te dejo solo.

—No me puedes dejar solo, te sentirías tan mal como yo —pasó un brazo por el pecho de Harry y apoyó la cabeza en su hombro.

—No dije que quisiera que me abrazaras... —contestó un poco incómodo.

—Así no te quito el tapado.

—A ti te dan la mano y te tomas el brazo ¿no?

—Es lo correcto, a la gente le encanta darme cosas, creo que se ofenderían si no tomara más.

—Yo no me ofendería.

—Te acostumbrarás, Harry. No te preocupes. Desde chico siempre ha sido así.

—Te han malcriado mucho ¿sabes?

—Es que soy encantador. Recuerdo que cuando era pequeño y me llevaban de compras, los vendedores siempre me daban cosas, porque era un niño muy bello y educado.

— ¡Ja!

—Todavía me dan cosas, sólo que ahora esperan algo a cambio.

—Y apuesto que aceptas de todas formas.

—Claro. No es mi problema si se hacen falsas ilusiones.

—Apuesto que eras de esos niños a los que jamás retaban aunque estuvieran quemando la casa —Harry recordó su primera impresión de Malfoy: un chico mimado que decía las mismas pesadeces que Dudley.

—No. Siempre me castigaban por maltratar a los elfos. Es difícil conseguir buenos elfos.

—Pero Lucius maltrataba a Dobby.

—Pero procuraba mantenerlo vivo.

— ¿Qué, tú los matabas?

—Casi. Siempre me los quitaban antes —Harry lo miró sin poder creerlo —Era un niño, Harry, yo sólo jugaba.

—Vaya juego —observó con indignación fingida. Era horrible, pero suponía que en esa familia debió ser una travesura menor.

—También me castigaban cuando corría en el cementerio familiar.

—¿Tienes un cementerio familiar?

— ¿Tu memoria falla? Los Malfoy somos una de las familias de magos más importantes y antiguas. Obviamente tenemos nuestro propio cementerio. Me gustaba jugar entre las estatuas y los pasillos oscuros de la primeras generaciones. Mi padre me castigaba encerrándome en la casa, sin poder salir cada vez que me encontraba ahí.

—Pero tu casa debe ser grande.

—Mi ex-casa. Si, era grande. Pero estar adentro significaba no poder jugar, ni ensuciarme, ni arrastrar elfos o andar en escoba o caballo... no correr, no sentarse en el piso... detestaba estar adentro. Aunque mi madre por lo general me cantaba cuando me castigaban. Para animarme.

Harry no podía imaginarse a Narcisa, la mujer con constante expresión de asco, cantándole a un Draco pequeño e inquieto para que se animara.

—Bueno, no era grande el castigo si tu madre te entretenía.

—Si lo era. Ella también se enojaba conmigo muchas veces. Una vez que no quise comer mi cena, ella sugirió que deberían dejarme sentado hasta que lo hiciera. Mi padre encontró que era una buena solución y permanecí frente a mi comida tres días. Sólo me dejaban ir al baño.

Harry rió.

—No es divertido.

—Ya sabemos como hacer que comas..

—NO te atrevas. Fue la experiencia más horrible de mi vida —dijo empezando a reír también —recuerdo que me quedaba dormido y caía de cara al plato. Pero mis padres sólo ordenaban que cambiaran la comida.

— ¿Y qué era?

— ¿Qué?

— ¿Que era lo que tenías que comer?

—Pollo arvejado.

—Pero eso es rico.

—No, odio las arvejas —hizo un gesto de asco y continuó con su relato —Me dolía mucho el trasero, y de vez en cuando gritaba que los odiaba y le lanzaba comida a Lucius —Draco rió al recordarlo. —Al final tuvieron que ceder, porque un importante hombre de negocios fue de visita y sabían que yo haría un escándalo si continuaban el castigo —terminó lleno de orgullo — Pero fue una verdadera tortura.

—A mí me encerraban en la alacena cuando hacía algo que mis tíos no aprobaban.

— ¿La alacena?

—Sí, hasta que me dieron una pieza, entonces me encerraban ahí. De hecho tío Vernon una vez puso protecciones para evitar que saliera volando y me daban sobras por la puerta —recordó divertido. Esos tiempos eran lejanos ahora.

— ¿Te daban sobras? —Draco se enderezó para encarar al moreno — ¿comías sobras?

—Ehmm —Harry no se había dado cuenta realmente de lo que estaba contando —bueno, también sopa de lata...

— ¿Qué es eso? —la expresión preocupada de Malfoy no cambiaba.

—Sopa que viene en unas... latas... —describió el tamaño con las manos —traían pollo picado...

— ¿Y te encerraban en la alacena?... ¿Vivías en la alacena hasta que te dieron una pieza? ¿de qué porte era?

—Grande —se apresuró a contestar, no le gustaba para nada la cara de compasión que estaba poniendo Draco. ¿Por qué había abierto la boca?

— ¿Vivías en una mansión?

Una carcajada nerviosa se le escapó sin querer a Harry, que la mirada gris apagó inmediatamente.

—Apuesto que esa alacena era pequeña —dijo Draco, reprochándole el haber mentido. Harry bajó la vista deseando haberse quedado en su cama — ¿por qué estás en este bando? —preguntó el rubio casi retándolo.

— ¿Ah?

—Para qué defiendes a los muggles, suenan bastante parecido a los mortífagos...

—No. No lo son ¿Recuerdas a los padres de Hermione?.

—Sólo me compraron ropa, no los conocí realmente. Quién sabe lo que le hacen a ella.

—La tratan bien porque la aman mucho. Mis tíos son un caso especial.

— ¿No te amaban?

Harry no contestó, siempre le había dolido que no lo quisieran y el saber que para Draco era muy natural el ser amado por todos le hacía sentir peor. Un molesto nudo le apretó la garganta. Muy inoportuno ya que no deseaba que Draco viera cuanto le afectaba eso realmente.

—Cuando la guerra termine —dijo el rubio —si es que Voldemort no los ha matado, iremos a encerrarlos en la alacena. Y les daremos gusanos para que se alimenten. Y si intentan salir, les lanzamos el conjuro Suffoco —Volvió a apoyarse en el hombro de Harry. —Con razón eras tan flaquito.

Harry rió por ese último comentario.

—Tú te veías también muy delgado.

—Pero yo soy delicado, tú sólo te veías débil. Recuerdo haber pensado que Harry Potter sería un niño imponente, alto... parecido a Blaise.

— ¡Oh! ¿Te desilusioné? —preguntó un tanto enojado. Más por la comparación con Blaise que por otra cosa.

—Umm —parecía ser que sí —Aunque fue divertido. Me sorprendiste.

—Todo un honor —contestó con ironía.

—Lo es. Y ahora duermes conmigo... deberías darte por servido.

—Ya cállate —le ordenó con amabilidad.

—Me callaré, pero sólo porque tengo sueño. Buenas noches.

—Buenas noches.

Harry aspiró aire para relajarse, llenándose por casualidad del suave perfume del cabello de Draco. Todavía no entendía como el mismo champú que él usaba olía tan diferente en su amigo.

—Estoy cansada —se quejó Hannah mirando por la ventana de la sala de transformaciones. Harry estaba junto a ella pero observando la puerta de salida, extrañado porque Draco aún no llegaba a la clase especial de transformaciones. Lisa apareció por la otra puerta cargando un par de libros y los pergaminos con la tarea de los profesores.

— ¿Todavía no llega Draco? —preguntó mientras dejaba todo sobre su mesa.

—No —respondió Harry.

—Ya son cinco minutos tarde, no deberíamos seguir esperándolo —acotó Hannah mirando su reloj y caminando a su pupitre.

—Sólo un poco más —pidió Lisa —mientras, les entregaré su trabajo.

—La única razón por la que Malfoy se da el lujo de llegar tarde, es porque ustedes le aguantan todo —se quejó Abbott con un claro resentimiento en la voz.

—Tú has llegado tarde muchas veces, en cambio él es la primera vez que se atrasa —lo defendió Harry, o más bien se defendió él mismo, porque sabía que la chica tenía razón, le aguantaban todo a Draco. Le costaba reconocerlo, y podía soportar darse cuenta de eso, pero no que el resto se lo enrostrara.

—Los trabajos estuvieron bastante bien —interrumpió Lisa, intentando alejar la conversación de Malfoy —Harry, al fin has entregado un trabajo que sobrepasa los límites exigidos, se nota que has puesto dedicación en este informe —Harry se sonrojó horriblemente, las chicas imaginaron que el halago lo había avergonzado, pero la realidad era que había logrado hacer ese informe porque Draco le había mostrado el suyo.

—Sí, bueno... tuve un poco más de tiempo.

—Sigue así —lo alentó la maestra —Y Hannah—se dirigió hacia la chica ahora —has progresado mucho, no sólo en los informes, sino también en la parte práctica, no puedo creer que sólo con unas clases hayas avanzado tanto.

—Es gracias a tí —contestó ella sonriendo, siempre había sido algo lenta en transformaciones —eres muy buena maestra

— ¡Oh, que bien —la voz arrastrada de Draco cortó el ambiente —he llegado justo a tiempo para los halagos —se sentó frente a Lisa sin preocuparse por disculpar su atraso y la miró alzando una ceja con un aire de superioridad elevado, si es que podía hacerlo más grande de lo que usualmente era —adivino... el mío fue el mejor ensayo.

—Llegas tarde —Hannah recalcó fríamente la falta del rubio —al menos deberías pedirnos disculpas.

— ¿Lo fue? —insistió Draco a Lisa, ignorando la observación de Hannah.

— ¿Porqué llegaste tarde? —preguntó la profesora

—Asuntos personales.

—Esa no es una respuesta —reprochó la Hufflepuff

—Supongo que en tu caso es difícil reconocer una respuesta, una frase, una oración... cualquier cosa que no tenga dibujitos explicativos.

—Basta, por hoy acepto tu demora Draco, pero no debe volver a ocurrir —amonestó Lisa y comenzó la clase.

Más tarde, todos apuntaban con sus varitas una mesa diferente. Harry se preguntaba cómo diablos lograría convertirla en una escoba, que para colmo, debía aparecer entre sus piernas apuntando las pajitas hacia atrás, de modo que le fuera fácil montarla. Lisa les estaba exigiendo que cualquier cosa que transformaran apareciera en una posición determinada, porque así tenían mejor control sobre el objeto si llegaban a necesitarlo en algún momento de la batalla.

Todo lo que había logrado era un palo de tamaño mediano y grueso, aunque justo entre sus piernas.

—Potter, eso habla muy mal de tí —Draco lo miró burlesco y Harry imaginó que no se estaba refiriendo a sus dotes de transformista —Un elemento fálico como ése, es una petición desesperada por ayuda...

—Cállate —dijo ruborizándose y mirando furtivamente en dirección a las chicas para asegurarse de que no escuchaban las estupideces de Draco. Por suerte, Lisa y Hannah estaban alejadas de ellos repitiendo el hechizo bastante alto.

Volvió a recitar las palabras para convertirlo en escoba, pero obtuvo el mismo molesto palo.

—A mi parecer —continuó el rubio —o tienes un complejo con tu...

—Cállate — gruñó y volvió a recitar el hechizo.

—... Compañero de batalla —hizo una pausa y moviendo ligeramente la comisura de sus labios agregó —aunque el tuyo nunca ha asistido a una...

—Cállate —volvió a decir entre dientes y una vez más transformó su objeto, esta vez estaba ligeramente inclinado hacia su entrepierna.

—No —dijo retractándose, aunque sonó más a un arranque de risa —definitivamente tu problema es que necesitas sexo.

Las chicas escucharon la última frase y voltearon a verlos en el momento justo en que la trasformación de Harry fallaba otra vez y lo golpeaba, gracias a merlín, en el estómago (podría haber sido peor)

Harry gritó ahogado, y el palo malvado cayó sonoramente en el piso.

—Pero que tonto eres, Harry —dijo con una pequeña sonrisa de satisfacción. Harry en medio del dolor, imaginó que lo había distraído a propósito. El rubio movió la varita y recitó el hechizo, la escoba apareció entre sus piernas lista para ser montada, burlándose de Potter.

Hannah se acercó a Harry corriendo como si algo terrible le hubiera ocurrido.

— ¿Estás bien? —le preguntó frotándole tiernamente el estómago, Lisa también se acercó para ver qué había ocurrido y guiar a Harry para que no volviera a suceder.

—Sí, estoy bien —dijo recuperando el aliento que había sido extinguido por el golpe.

Draco miraba fijamente la mano sin gracia (a sus ojos al menos) de la boba de Abbott tocando descaradamente el cuerpo de un Harry demasiado inocente.

— ¡Oh, maravilloso! —exclamó con fingida excitación — ¡hemos presenciado como Harry Potter sobrevivió al ataque de un poderoso trozo de madera!

Todos lo miraron pesadamente.

— ¡Tal vez le ha quedado otra cicatriz! ¡Harry déjanos verla, por favor... no espera, voy por Creevey, quiero una fotografía de ella.

—No seas baboso Malfoy —siseó Hannah, Harry lo miró con creciente enojo.

—No, ese trabajo es tuyo, nadie podría ganártelo —respondió mordaz.

—Ya basta Draco, concéntrate en tu trabajo —lo reprendió Lisa.

—Ya he terminado, a diferencia de tus dos alumnos, yo soy competente.

—Si no me hubieras distraído —le recriminó Harry —yo...

— ¿Me hubiera golpeado la cara? —completó Draco y dejó la escoba a un lado

— ¡No! —Harry apretaba los puños.

— ¿Nos darás trabajo para hacer fuera de clases, Lisa? —preguntó aburrido de participar de la discusión.

—No —contestó ella mostrándole a Harry como debía tomar la varita, intentando así calmar al chico y evitar un pleito. Un pleito que creyó no volvería a desatarse entre quienes parecían tan amigos.

—Bien, suerte con este par de idiotas —Finalizó el rubio y salió del aula.

—Y apuesto a que mañana seguirán defendiéndolo —acotó Hannah como si Draco no hubiera molestado bastante.

——————————————————————————-

—Vamos Potter, no seas aguafiestas, ayer me dijiste que querías hacer algo diferente ¿no? —Draco se deslizaba lentamente sobre una especie de gelatina que había conjurado sobre la cubierta inferior; miraba la espalda de un Harry que llevaba 25 horas negándose a hablarle. El rubio había estado un buen rato jugando sobre la superficie viscosa, se deslizaba de un lado a otro intentando ganarle al tiempo antes de llegar al otro extremo del barco, procurando verse lo suficientemente divertido para que Harry mordiera el anzuelo. La verdad, es que sí era entretenido hacerlo, pero el juego no estaba pensado para pasarla bien en una noche aburrida, sino que había sido creado especialmente para que Harry no pudiera resistirse y cediera a volver a ser su amigo. Había intentado de todo: se había enojado con él, había sido chistoso, amigable, indiferente... pero parecía que el moreno estaba realmente herido

—Esto es entretenido —comentó casual —pero sería mucho mejor con alguien a quien ganarle —En todo momento no quitó los ojos de Potter, hasta que perdió el equilibrio.

Aún escuchando el cuerpo caer estrepitosamente al suelo, Harry continuó mirando el mar.

Estaba empeñado en no dirigirle la palabra, no después de su comportamiento en la clase de Lisa.

Caminó lentamente hacia la proa perfilando con sus dedos el frío metal de la baranda, los ojos fijos en el horizonte. Pero la inmensidad del océano no era capaz de distraerlo lo suficiente como para dejar de pensar en el engreído compañero de cuarto.

—Harry... —volvió a ponerse de pie. En otra ocasión se hubiera reído por lo difícil que era mantener el equilibrio, pero la falta de reacción de Potter maltrataba su buen humor y acababa poco a poco con sus esperanzas. —Harry, este juego requiere de otra persona, necesito a alguien competitivo que me dificulte la victoria...

El moreno estaba a punto de darse la vuelta, pero nuevamente Hannah apareció en su cabeza recordándole lo que él se había jurado no hacer.

Ser uno de los amigos babosos de Draco.

Pero había caído, se había convertido en su esclavo.

Le demostraré que a mí me tiene que respetar.

Escuchó al rubio partir en la dirección contraria, el chapoteo de la sustancia en el suelo lo invitaba a voltear y perdonar al chico. Pero sabía que Draco sólo buscaba compañía para entretenerse, no estaba ni medianamente arrepentido por humillarlo a él, a Hannah o a Lisa.

Odiaba que Malfoy fuera así.

Un creciente sonido viscoso anunció que el rubio pasaría por su lado otra vez. No hablarle era cada vez más difícil. Se había estado aburriendo todo el día, había revisado papeles en la soledad de su oficina, había visitado a su amigos en Gryffindor, obligándose a estar sentado en la sala común un largo rato escuchando las tontas historias de los estudiantes, y contestando preguntas de los trabajos asignados. Hermione y Ron no estuvieron mucho tiempo con él, y mientras lo hicieron, se produjeron molestos silencios, porque cuando se acabó el tema de magia sin varita, no hubo mucho que decirse. Y su mente viajaba una y otra vez hacia Draco.

Increíble que esa voz monótona y arrastrada pudiera ser tan acogedora para él ahora.

—Harry —insistió otra vez —sólo entra a la pista, será como en los viejos tiempos: solos tú y yo... un emocionante encuentro. Como cuando atrapábamos la snitch.

A Harry se le ocurrió una pesadez que contestarle, pero se la tragó.

No debía hablarle.

—Te explicaré en que consiste el juego... —¿Cómo era posible que Harry fuera tan rencoroso? Si tan sólo se comportara como el resto de sus amigos... Lo único que tendría que hacer, sería darle una sesión acalorada y excitante de besos y lo tendría de vuelta...

Bajó la vista sintiendo que las energías lo abandonaban, probablemente para Harry eso sería la peor ofensa.

De pronto lo sintió distante... el silencio del chico lo golpeó bruscamente con un significado diferente al simple enojo. Harry se convertía nuevamente en alguien demasiado ajeno a su vida...

Inalcanzable.

Extendió la mano en un intento por atraparlo, un poco asustado. Sabía que lo había molestado más de la cuenta, pero no era para dejar de hablarse por siempre.

El contacto sutil de la mano de Draco en su brazo lo hizo detenerse. Estuvo a punto de pedirle que lo soltara, pero la verdad era que no deseaba que lo hiciera. Había algo profundo en ese gesto, una calidez que lo abrazaba con tristeza. Draco bajó la mano suavemente en una lánguida caricia que imploraba a Harry. Y eso le ablandó el corazón.

Tal vez ya se había vengado suficiente. Hasta Draco podría entender que no debía volver a humillarlo, que él también tenía límites.

Si no lo entendía era muy probable que la próxima vez Harry gritara hasta ponerse verde.

Cuando giró la cabeza para verlo, el corazón anhelante de Draco dejó de latir, temeroso de encontrar en su mirada un rechazo que quebrara cualquier imagen de reconciliación. Pero en el esmeralda había neutralidad.

Tal vez eso era igual de malo.

Malfoy abrió la boca para decir algo aún sin soltar la muñeca de Harry, en donde ahora descansaba su mano, pero en ese instante una sonrisa empezó a dibujarse en los labios del moreno aliviando al rubio visiblemente.

—¿Estás seguro que con lo estúpido que soy, podré aprender tu juego? —preguntó Harry aún conservando algo de rencor.

—No creo que tengas problemas, es muy sencillo —respondió claramente en broma —sólo entra aquí.

La pista de juego parecía un riachuelo mohoso, cubierta de algo como gelatina verde que brillaba poco agraciada bajo la luz espectral de la noche. Al poner el primer pie, casi resbaló, pero aún estaba cerca de la baranda así que se afirmó de ella con fuerza. Draco tuvo que soltar su muñeca cuando casi cae.

El rubio se tragó la risa y se hizo a un lado para que intentara entrar correctamente.

—Necesito un poco de práctica —se excusó ruborizado mientras conseguía, torpemente, entrar por completo.

Después de un rato practicando, ya podía deslizarse sin grandes problemas. Sólo tenía que darse impulso y procurar mantener el equilibrio, mientras la falta de roce en el suelo le permitía avanzar libremente. Aunque por la velocidad que adquiría, la llegada a los invernaderos era muy dolorosa.

—Ya estás listo —afirmó Draco, que había estado sentado observando al moreno, se paró cuidadosamente al ver que Harry ya no tropezaba a cada momento.

—Sólo un poco más.

—No, ya has practicado suficiente —Draco entró en la pista de juego y se acercó al Gryffindor, sacó su varita del bolsillo y conjuró una caja. De ella sacó una pequeña bola brillante, como una luciérnaga, y la soltó en el aire para que flotara.

— ¿Eso es una versión de la snitch? —preguntó burlón Harry, imaginando que se trataba el tan creativo juego de Draco — ¿Es muy fácil de encontrar no crees? —El rubio se sonrojó ligeramente; hubiera deseado crear algo mejor, pero había tenido poco tiempo... y era realmente difícil, en dos horas, encantar una bola que se moviera al azar, por sí sola y que no saliera de los límites del barco.

—Quisiera verte intentando hacer una —lo desafió el rubio molesto. Sopló su creación para que empezara a volar. Era bastante lenta. Harry soltó una sonora carcajada: esto sería muy fácil —Te desafío a atraparla, Potter; sin tu escoba, dudo que puedas encontrarla.

El moreno, seguro de sus dotes de buscador, se lanzó a por ella, pero cuando había adquirido velocidad, la bola cambió de dirección, tan rápido como si fuera una mosca, obligándolo a girar, lo que en la superficie gelatinosa era muy difícil. Cayó estrepitosamente al suelo.

— ¡Ja! —rió satisfecho Draco — ¿todavía te parece lenta?

—Lo es —Harry se puso de pie lleno de una energía renovada, esta humillación había despertado todo su espíritu deportivo. Se quitó la gelatina de la cara, que se despegaba con facilidad, y miró a Draco para invitarlo a competir —Empecemos —pronunció con voz ronca y autoritaria.

Draco sintió una fuerte oleada de excitación, tal vez su juego era una pobre sombra de un partido de quidditch, pero había conseguido provocar ese brillo despiadado en los ojos verdes que disfrutaba casi tanto como volar.

Se deslizó lentamente para dejar su varita en un lugar seguro y volvió hasta quedar frente a Potter. Un nuevo hormigueo lo llenó de vida, como en los viejos tiempos. Alzó la mano para darle el apretón a Harry —sólo debes atraparla antes que yo.

— ¿No tienes una versión de Bludgers para dificultar el juego?

—Pecas de engreído Potter.

—Viniendo de tí, debo tomarlo como un halago ¿no? —extendió su mano hasta apretar fuertemente la de Draco —Te demostraré que jamás podrás vencerme — apretó más fuerte los finos dedos del rubio.

— Sin público ante el cual actuar te vuelves muy Slytherin. Siempre he sabido que no eres el santo que dices ser.

Harry sonrió, si el rubio supiera que estuvo a punto de entrar a la casa de las serpientes... rodeó a Draco lentamente —Ya ha empezado el juego Malfoy, allá tú si quieres quedarte batiendo la lengua —y aceleró en dirección a la esfera luminosa.

ªªªªªªªªªªªªª

Estaba apunto de alcanzarla cuando un fuerte empujón lo mandó fuera de la pista.

— ¡Eso es trampa, Malfoy! —gritó furioso desde el suelo.

— ¿Querías mayor dificultad, no? Además, nunca dije que no se aceptaran empujones.

—Bien —se puso de pie y se lanzó nuevamente hacia la bola, Draco se deslizaba a su lado, un poco más lento que él, la esfera cambió de dirección y Malfoy aceleró hacia ella, Harry siguió de largo imposibilitado de frenar por la falta de resistencia en el suelo.

Draco estaba a punto de alcanzarla cuando Harry lo arremetió de frente cayendo sobre él y enterrándole los codos.

El quejido de Draco fue canto de dioses para Harry, siempre había querido devolverle sus tretas y, ahora que el juego lo permitía, se sintió pagado por muchas de las trampas que el chico le había hecho...

Por muchas, pero no de todas.

— ¡Quítate de encima! —Draco lo empujó resbalándose hacia un lado y golpeándose en una de las barandas.

—Son tus reglas —se defendió con una sonrisa triunfal

— ¡Si me quiebras un hueso, tendrás que explicárselo a Pomfrey!

—Deja de gritar como niña, o despertarás a Bill —y patinó nuevamente hacia la esfera.

Jugaron alrededor de una hora, la bola era realmente impredecible y cada vez que alguno veía su victoria asegurada, esta cambiaba de dirección, destruyendo sus esperanzas. Era eso, o un golpe certero del contrincante. Harry había empujado a Draco hasta hartarse, sólo se preocupaba de no caer con él porque la segunda vez que lo hizo, se habían enfrascado en una pelea a golpes muy infantil y dolorosa.

Draco se podía ver débil, pero no lo era.

Ahora patinaban lentamente mirando la inalcanzable esfera luminosa, que a diferencia de ellos, no parecía cansarse. Jadeaban y goteaban sudor a chorros. Patinaban en un ambiente parecido al momento en que el mar se recoge antes de desatar toda su furia en una ola gigante. Este juego era mucho mas agotador que el quidditch y, probablemente, también más doloroso.

— ¡R-ríndete, Potter. Nunca va-as a vencer-me —Draco miraba a Harry de reojo tratando de distraerlo del juego.

— ¿Y-ya estás ...cansado?

—Te recuerdo que tengo mejor estado físico que tú –habló rápido y tomó aire para continuar — Sólo estoy dándote la oportunidad de caer con honor.

—Rendirse nunca ha sido honorable, Malfoy —respiró hondo para terminar la frase — ¿en qué mundo vives?

—Si te parece mejor caer desfallecido... —sonrió ligeramente —No dejaré de reírme de ti aunque me veas desde el suelo. Tal vez te patee por atreverte a desafiarme.

Harry se acercó a Draco logrando que el chico retrocediera un poco, el slytherin había comprobado que Harry no era precisamente delicado.

— ¿Te asusto? —la llama en el esmeralda ardió desmesuradamente al notar la reacción de su contrincante.

—Quisieras —suficiente fuego para animar a Draco. La esfera se acercó a ellos y el rubio aceleró en su búsqueda, Harry hizo lo mismo.

La mano de Draco rozó la luz con la punta de los dedos pero nuevamente, cambió de dirección.

— ¿Qué están haciendo? —la voz de Lisa provocó que los dos chicos se desconcentraran y chocaran contra la baranda.

Las jefas de casa los miraban curiosas, ambas abrieron los ojos como platos al ver los cortes y moretones que presentaban.

— ¿Qué hacen acá abajo? —preguntó Harry intentando torpemente pararse.

—Es la hora de la guardia —contestó Hannah, una sonrisa suavizó su rostro al ver a Harry resbalar por cuarta vez desde que habían llegado.

— ¿Esto es lo que hacen en sus guardias? —Lisa sonaba indignada — ¿cómo se supone que prevengan al resto de un ataque...

— ¿Quieres jugar? —preguntó Draco deslizándose hacia ella.

— ¿Que si quiero verme como ustedes?

Poco después los cuatro estaban en la pista.

—Nos formaremos en equipos, Yo con Lisa por supuesto.

Harry sintió fuego en sus entrañas.

El rubio se acercó a la chica, que apenas se mantenía en pie, y la tomó de la cintura. —jugaremos en filas, será mas entretenido.

El fuego en Harry se volvió un volcán a punto de estallar. De seguro a Draco ya no le interesaría ganar, sólo quería un pretexto para abrazar a la chica.

—No creo que sea buena idea —dijo el gryffindor —llevamos una hora tratando de atraparla ¿cómo esperas que lo hagamos en filas?

—Ahora será sin golpes —finalizó Draco y avanzó con Lisa hasta un extremo de la pista — ¡fórmense o jugamos solos!

Hannah le sonrió a Harry con un brillo aterradoramente competitivo. Al parecer, nadie se tomaba esto como un simple juego. Se sujetó de su cintura y miró a sus oponentes con decisión.

— ¡Empecemos! —gritó Malfoy.

Las chicas se desplazaron con suma dificultad haciéndolos caer demasiado rápido, ellas no tuvieron tiempo de acostumbrarse a la pista.

Pronto eran ellas las que estaban detrás de la fila.

Al principio la competencia fue justa, pero cuando ya se habían habituado a la gelatina y a estar en parejas, los intentos cercanos al éxito de atrapar la bola eran demasiados, y Draco y Lisa dejaron de jugar limpio.

— ¡Vamos Malfoy! —se quejó Harry cuando casi choca con el rubio —tú pusiste las reglas.

— ¡El arte de hacer trampa, es una forma más de medir habilidades en un juego! —gritó descaradamente el rubio —sólo los tontos cumplen las normas.

—Bien —escuchó mascullar a Hannah detrás de él.

La siguiente vez que se acercaron a ellos, Hannahempujó a Lisa sacándola junto a Draco de la pista.

—Fallé —se lamentó con poco arrepentimiento la Hufflepuff —quería darle a Malfoy.

—Bien hecho —la felicitó Harry entre risas.

Cuando se dieron cuenta de que sería imposible lograr alcanzar la esfera, el juego se convirtió en una simple carrera por alcanzar el otro extremo de la pista.

Nadie esperaba la cuenta regresiva, porque Draco siempre partía antes. Llevaban tres carreras ganadas cada uno. Lisa había visto su reloj, faltaba poco tiempo para cambiar de guardia.

—Entonces el que gana esta carrera gana todo —anunció el rubio formándose en el inicio de la pista. Cuando estuvieron todos listos, el chico comenzó la cuenta regresiva — ¡Tres! —y los dos equipos partieron. Al ver que Lisa y Draco tomaban ventaja, Hannah estiró el brazo y tomó a su compañera de cuarto por la polera. Ambas cayeron al suelo, Harry quedó en cuclillas viendo como Draco arrastraba con suma dificultad a Lisa.

Pero Hannah era un tejón, tenaz como ningún otro hogwariano y consiguió alejarla de Draco. El rubio se devolvió para deshacerse de Hannah, pero Harry se lanzó sobre él para impedírselo.

Ambos cayeron al suelo.

—Suéltame Potter —Draco intentaba ponerse de pie para acercarse a Lisa, que al parecer se había librado de Abbott.

— ¡PAFF!

O tal vez no.

—Tú no quisiste jugar limpio —le enrostró Harry, ya no se trataba de llegar a la meta, sino de evitar que ganara y disfrutar de golpearlo y empujarlo cuanto le fuera posible antes de terminar el juego.

¿No había querido hacer equipo con él, eh?... se arrepentiría de eso.

En el suelo, se dio un impulso para aplastar a Draco con todo su cuerpo y obligarlo a caer de espaldas.

— ¡Harry, te estás pasando! —le advirtió el rubio sintiendo que la cabeza le daba vueltas.

El chico rió junto a su oído —no dejaré que te levantes —Y deslizó sus manos por los brazos de Draco hasta aprisionarlos sobre su cabeza.

El rubio se contorsionó bajo él, intentando quitárselo y logró zafarse del apretón. Harry no pudo sostenerlo firme debido al sudor y a la gelatina. Simplemente se le resbaló.

Malfoy giró e intentó levantarse, pero nuevamente fue atrapado; sólo que esta vez por la cintura, lo único que pudo hacer, fue gatear hacia Lisa que estaba en una situación similar.

— ¡Eso es Harry! —lo animó Hannah, que también colgaba de Lisa.

Pero Harry apenas pudo oírla, sólo sentía el olor de Draco intensamente. Aquel perfume que tanto le gustaba, mezclado con el calor y el aroma natural del rubio ¿Qué importaba un tonto juego si ahora, si junto a él, se sentía tan bien?

Lo apretó con más fuerza.

Mucha más fuerza.

—¡Auch! —gritó Draco al ser apretujado. La mano derecha de Harry oprimía una zona especialmente dañada de su tórax— ¡Ya suéltame! —se removió violentamente para lograr zafarse del doloroso abrazo.

¡Suéltalo!...una voz de alarma le ordeno con ímpetu.

—No... —un susurro escapó de sus labios. No quería dejarlo ir. ¿Por qué tendría que hacerlo?

...Suéltalo ahora...

Volvió a aspirar el perfume de Draco.

... ¡Basta! ...

Se alejó un poco para verlo, necesitaba verlo por completo.

Grave error.

Draco aprovechó la oportunidad y, dándole un par de codazos, logró escapar, dejándolo en el piso. Harry volvió a atraparlo.

— ¡Chicos ya es hora! —Lisa se puso de pie, el cabello alborotado se asemejaba al de Hermione.

Y Harry volvió a la realidad, soltó al rubio al instante y se recostó fatigado en el suelo. Había dado una buena pelea, había evitado que el chico venciera...

Draco cayó al ser liberado y torpemente se alejó de Harry, a una distancia respetable —Nunca más Potter —le advirtió respirando entrecortadamente. Se recostó intentando volver a su ritmo cardiaco, el pecho subía y bajaba violentamente —Casi me asfixias —Draco se sentó lentamente.

—Hay que limpiar esto chicos, Bill bajará en cinco minutos —Hannah tomó su varita e hizo un movimiento circular. Una buena parte de la gelatina desapareció —Vamos, ayuden.

Los chicos hicieron lo mismo. Un par de minutos después, la cubierta brillaba impecable a la luz de la luna y los chicos se encontraban libres de cualquier sustancia verdosa. Rápidamente, Harry y Draco corrieron a su habitación para que Bill no les encontrase, ya que probablemente les retaría por no dormir todo lo que debían.

—Nos salvamos —dijo Harry recostándose en su, ahora, acogedora cama —creí que Bill nos pescaría.

—Yo no —Draco sacó del closet un pijama —nunca podría —miró a su compañero de cuarto e hizo una mueca de asco —¿Vas a dormir así?

—¿Así como?

—Así, todo sudado —se sacó los zapatos perezosamente — ¿No piensas bañarte?

—No —miró el reloj en la mesita de noche, ya pasaban de las 5:20 —Y mucho menos a esta hora. Tengo sueño.

—Eres un puerco, Potter —se sacó la polera y se la tiró a la cara —Ni pienses que me acostaré con un cerdo —y se fue al baño.

—¡Tampoco quería! —le alcanzó a gritar antes de que la delgada figura de Draco desapareciera. Dejó la polera a su lado y se acomodó. Tal vez tenía razón, era un chancho por no bañarse, pero no estaba dispuesto a sacrificar su poco tiempo de sueño por un obsesivo hábito higiénico. Ya serían las siete y se tendría que levantar, y ahí sí se bañaría.

Observó la prenda junto a él. Aún estaba un poco tibia. Una sonrisa involuntaria se formó en sus labios, y un dedo la rozó casi inconsciente. Era curioso como toda la ropa de Draco siempre estaba levemente perfumada y que, inclusive después de todo el ejercicio que habían hecho, la polera continuaba con su fragancia, sólo que con una ligera variación, una agradable variación.

No escuchó cuando Draco volvió, luego de veinticinco minutos, del baño y subió a su propia cama; pero aún sin dormir con él, Harry se sintió acompañado, gracias a que la esencia del rubio lo envolvió durante todo lo que quedaba de noche.

Pasaron unos días. El tiempo, que había estado agradablemente templado, cambió bruscamente a tormentoso. Amenazantes nubes grises se cernían en torno al barco. Eran tan oscuras que el día parecía un eterno anochecer, y debido a la falta de sol, hacía mucho frío. El fuerte viento que azotaba la carcasa, hacía un extraño ruido al pasar entre las ventanas y corredores; un canto fantasmal que en un principio hizo erizar a los habitantes del barco. Era un constante anuncio de una terrible tormenta.

Pero la tormenta no llegaba. Desde el barco sólo veían relámpagos que, como fuegos artificiales, iluminaban el cielo, A ellos les seguían estremecedores truenos que vibraban hasta en la garganta de los pasajeros.

Harry observaba el mar apoyado en la baranda de la cubierta inferior, veía distraído las olas que golpeaban el barco. Por fin se desplazaban a una velocidad decente. Se movían apurados lejos de la tormenta, dos estaciones mas lejos de las que les correspondían en su constante viaje circular. El rey marino le había indicado a Bill donde detenerse y había arreglado todo bajo el agua para que éste cambio de planes no tuviera consecuencias desagradables para los tripulantes.

— ¡La reunión va a comenzar, Potter! —Gritó Draco desde la cubierta superior.

——————-

—He hablado con Dumbledore acerca de la navidad —Al escuchar a Bill decir esto, las caras de todos se iluminaron, era un tema mucho mejor que la tormenta (por lo que imaginaban que habían sido convocados) —Supongo que se dan cuenta de lo delicadas que serán las fiestas de fin de año. Todos desearíamos vivirlas con nuestros seres queridos, pero... —Hizo una pausa que reemplazó las palabras guerra y muerte — ...Dumbledore ha decidido dar a cada uno de nosotros un regalo. Todos recibiremos el mismo y no habrán cartas ni mensajes del exterior. No desea que los chicos que han quedado solos sientan ese peso más fuerte al ver los regalos y mensajes cariñosos que reciban los que aún tienen familia.

— ¿Es algo injusto no crees? —dijo Lisa con un tono reflexivo.

—Yo creo que está bien —Harry recordó lo horrible que resultaban las diferencias para él cuando estaba en la casa de los Dursley. Imaginaba que para alguien que hasta hace poco tenía un hogar dulce y acogedor, sería horrible sentir la soledad de una navidad y ver que otros aún disfrutaban de esa maravillosa forma de vida —Me parece que, aunque todos deseamos tener contacto con nuestros amigos y familiares, podemos hacer ese esfuerzo. Al menos sabemos que están vivos, y ahora que la mayoría se encuentra en Hogwarts todos estamos más tranquilos.

—Por nosotros también estará bien —opinó Draco en el nombre de su casa, y agregó con una ligera sonrisa—De todas formas, casi ninguno tiene alguien que le escriba.

Harry se fijó en como sus ojos se ensombrecían, aunque probablemente nadie más lo notó.

—Tal vez deberíamos consultarlo con los estudiantes antes de decidir —opinó Hannah.

Salieron a desayunar sin haber llegado a nada concreto. Harry se alejó del grupo y caminó hacia el baño para mojarse la cara. Los días habían estado agotadores y cada noche dormía menos. Todavía no se recuperaba del sueño perdido y el gasto de energía excesivo con el jueguito inventado por Draco y para colmo el chico y Hannah le habían dado tarea extra. Estaba a punto de renunciar a las clases y dedicarse exclusivamente a su vida como profesor.

Puso el tapón en el lavamanos para acumular un poco de agua y metió la cara intentando despertarse. Tenía la mente puesta en la reciente reunión. Le inquietaban sus pobres expectativas respecto a esta navidad. Desde que había llegado a Hogwarts, su vida se había vuelto más complicada, pero también mucho más feliz. Sus navidades eran alegradas sobretodo por sus dos mejores amigos: Ron y Hermione, y la compañía lejana de la familia de Ron y Sirius... Pero ahora... Me pregunto si será bueno que vaya a visitarlos la mañana de navidad... — ¡AHHH!

Harry se levanto chorreando agua y buscó al culpable del doloroso y repentino piquete que casi lo mata del susto.

—Evito que te suicides —se defendió Draco al mirar en unos enojados y sorprendidos ojos verdes. El rubio lo había seguido, extrañado por su inusual desvío del desayuno.

—Hablarme hubiera servido —lo miró enojado y tomó una toalla para secarse.

— ¿Qué hacías?

—Sólo quería sacudirme el sueño —se restregó los ojos y estrujó el cabello de la frente para quitarse el agua.

—Pídele algo a Pomfrey —le aconsejó, quitándole delicadamente una gota que resbalaba cerca de su oreja —ella tal vez te de algo.

—Le pregunté, dijo que sólo entrega ese tipo de pociones para emergencias. —dejó que Draco le removiera el cabello para quitarle las gotas que quedaban —¿tú no tienes algo?

—No.

—No me vengas con eso, estoy seguro que te inventaste algo.

—Sí, pero es para emergencias.

Harry bufó y se alejó hacia la puerta.

—No salgas afuera con el pelo mojado, Harry —el rubio terminó de secarle el cabello pronunciando un hechizo. —Luego te enfermas y te pones más antipático todavía.

—Si seguimos aquí, no alcanzaremos a desayunar.

— ¿Notaste las caras de Abbott y Bill?

La respuesta fue una expresión interrogante que Malfoy no notó, porque iba con su respingada nariz viendo al frente, como siempre hacía al caminar.

—Puedo afirmar que esos dos ya se acostaron.

Harry paró en seco y lo miró sorprendido — ¿De qué hablas?

Draco levantó una ceja escrutadora y luego puso los ojos en blanco —Debí imaginar que tú no te habías dado cuenta.

— ¿Dices que son pareja?

— ¿No has notado las estúpidas miraditas que se dan? ¿Lo mucho que hablan, lo juntos que siempre están?... ¿las caras satisfechas de hoy?

— ¿Qué importa eso? no es de nuestra incumbencia —continuó caminando

—Si lo es. Me prohibieron dormir con Blaise por ser de un cargo superior. ¿Por qué debo aguantar que ellos estén juntos siendo Bill el jefe del barco?

Harry se molestó.

—No puedes ser tan malagradecido, todos saben lo que tienes con ése, sólo que decidieron no molestarte más.

—Pero me humillaron bastante antes de eso —contestó con una voz llena de rencor que hicieron poner los pelos de punta a Harry —Me aseguraré que pasen por lo mismo.

—Draco...

—La única razón por la que no lo he hecho es por falta de pruebas. Pero las encontraré, ahora que ya se han acostado será mas fácil. Haré que todos se enteren de la forma más terrible para ellos

Harry sintió el veneno en su voz como una terrible prueba de que el chico no había cambiado tanto como él creía.

—Necesito que me ayudes —ordenó seguro de contar con el apoyo del moreno —Lisa es amiga de Hannah, no querrá...

—No voy a ayudarte, no sólo porque no es correcto, sino porque Bill es hermano de Ron...

El veneno en la mirada de Draco se mezcló súbitamente con furia y, muy en el fondo del gris tormentoso, dolor.

—Insinúas que el hermano de tu supuesto mejor amigo, al que apenas ves ¿es más importante que yo?

—No te ayudaré para que te burles de NADIE —contestó decidido el chico, Draco lo miró como si hubiera insultado a su madre. Apretó los puños y aceleró el paso. Había caminado unos cinco, cuando se devolvió bruscamente hacia el moreno.

—Bien, contar con tu ayuda fue muy tonto de mi parte. Eres demasiado noble... —para esto usó el tono más irónico que pudo encontrar, aunque las palabras no tenían una gota de humor —pero si te interpones en lo que pienso hacer, NUNCA te lo perdonaré. —Luego giró con gracia y siguió su camino, dejando al Gryffindor de pie viendo la grácil figura bajar la escalera. Aunque no lo miraba realmente.

"NUNCA te lo perdonaré"

Esa era siempre la peor amenaza de Draco. No por las palabras pronunciadas, sino por la frialdad perversa en sus terribles ojos.

Siguió caminando firme hacia el gran comedor, no dejaría que el chico creyera que estaba intimidándolo, aunque por los latidos de su corazón sabía que había tenido éxito. Se sentó junto al rubio y comió con fingida tranquilidad. En el transcurso del desayuno, Draco se comportó normalmente con él, por lo que Harry se preocupó aún mas. No tenía idea como conseguiría evitar que Draco hiciera una estupidez vengativa sin que se enterara, sólo sabía que no podía permitirlo.

La mañana pasó lenta, la tarde aún mas larga. El clima afectaba a los estudiantes, parecía que la corriente eléctrica corría por sus cuerpos y andaban mucho más inquietos de lo normal, el desorden en el salón de defensa era tal, que Harry quitó más de setenta puntos en el día. Finalmente llegó la ansiada noche. Draco no volvió a mencionar nada de su venganza, a pesar de que fue a visitarlo varias veces a su despacho entre clases. Parecía haber olvidado todo, por supuesto Harry sabía perfectamente que no era así. Hicieron la guardia entre sueño y risas, Draco hizo un hechizo para que cada vez que sus ojos fueran vencidos por el sueño, una mala broma les fuera jugada. Harry supuso que era una forma de magia oscura, pero no le importó. Recibió varios piquetes, lunares verdes, golpes de agua y deformaciones en el rostro. Draco también recibió lo suyo, verlo con los dientes de conejo, muy parecidos a los que antes tenía Hermione había soltado varias carcajadas. Imaginó que a los gemelos Weasley les hubiera encantado.

Lamentablemente después de la guardia tuvo que volver a su despacho y revisar muchos trabajos de primero. Estúpidamente se le había ocurrido la maravillosa idea de una investigación individual. ...Que bobo eres Potter... Sprout les había aconsejado sabiamente que todo fuera grupal...

Cabeceó hasta que el último trabajo había sido corregido y a eso de las cinco, al alba, caminó pesadamente a su pieza. Por suerte era domingo y podría dormir hasta tarde. Subió la escalera a tropezones deseando únicamente tirarse en su cama. Anhelaba el olor de su compañero de cuarto, la acogedora presencia de Draco, que probablemente al sentirlo llegar se arrimaría a él y pasaría una de sus manos en un abrazo torpe, como ocurría la mayoría de las veces que hacía frío. Y si estaba un poco despierto, acariciaría su pecho suavemente hasta quedarse dormido. Ya deseaba estar ahí.

Llegó a la cubierta superior, el fuerte viento le pegó en la cara como punzantes cuchillos, pero no le importó, faltaba poco para llegar a su hogar.

"NUNCA te lo perdonaré"

No lo permitiría, no renunciaría a Draco. Aunque detestaba saber que se estaba dejando manipular, buscaría la forma de no traicionarlo. Sabía que el chico hablaba en serio...

¡DEMONIOS, sólo deseaba llegar y acurrucarse cerca de él. ...Necesito convencerlo de desistir...

Al fin entró a la habitación, pero como muchas veces le ocurría, sus deseos fueron truncados. Draco estaba de pie frente al espejo acomodándose la bufanda. Estaba perfumado, recién peinado.

— ¿Vas a salir? —Harry deseó estrangularlo.

—Blaise me vino a ver hace un rato, al final de su guardia. Dijo que había terminado con esa niña... —Hizo una pausa para recordar el nombre, pero parecía ser muy insignificante —Qué importa cómo se llama, llevo varios días sin sexo...

—No puedo creer que te dejes utilizar de esa manera —se cruzó de brazos y lo miró con creciente odio —viene a verte a las cinco de la mañana y tú, tontamente, saltas de la cama y te arreglas para gustarle... ¿siempre dispuesto para cuando él quiere contigo no, creí que tenías algo de amor propio Malfoy.

Draco lo miró sorprendido, y dolido.

—Zabini te usa ¿cómo no te das cuenta? —se acercó y le movió la bufanda en un gesto violento— nunca te busca como primera opción, siempre es cuando una chica lo deja...

—CÁLLATE POTTER...

— ¿Te duele la verdad? Saber que no le interesas en lo más mínimo. Me extraña que no te dieras cuenta antes.

Draco respiraba agitadamente, nunca se hubiera esperado esto de Harry.

—Yo soy lo más importante para Blaise, él me adora.

—Se nota, lo demuestra bastante metiendo la lengua a cuanta chica se le acer...

— ¿Qué sabes tú? yo no soy su novio, no estamos enamorados, no me debe fidelidad.

Harry lo miró con una sonrisa burlona

—Yo mismo puse las reglas para nuestras relaciones. El que mi grupo se haya convertido sólo en nosotros dos, no nos convierte en pareja, Potter. No te metas en nuestra relación porque no la conoces, y tú con tu puritana mente muggle nunca podrías entenderla.

—Si te quisiera algo, y fueras tan importante para él, se haría el tiempo para darte una noche especial, esperaría antes de buscarse otra novia y se preocuparía que tú estuvieras satisfecho ¿no dices que necesitas tanto el sexo?

—¿Por qué no te preocupas mejor de tus amigos en vez de meterte con los míos? Ron parece haberte cambiado por Finnigan sin ningún remordimiento —contraatacó cargado de veneno —los he visto muy juntos...

— ¡¿Y porqué en vez de meterte en lo que hace mi amigo Ron, no te preocupas de lo que haces tú como mi amigo!

Draco se quedó callado.

— ¿Qué haces tú? —insistió el moreno sonando casi tan venenoso como Draco — ¡Vengo a dormir y te veo saliendo en medio de la noche, ¡¿te preguntaste siquiera si deseaba dormir sólo hoy! No, nunca te lo preguntas.

Se metió a la cama deseando haberse callado lo último. Maldito Malfoy egoísta...

— ¿Querías dormir conmigo?

—...

Draco se acercó reprimiendo una suave sonrisa, y una saltarina emoción en su estómago.

—No te preocupes —besó el bulto en que el amurrado Harry se había convertido —Le diré a Blaise que no puedo ¿si?. Espérame, vuelvo inmediatamente.

Harry lo escuchó salir preguntándose si hablaba en serio y tres minutos después, con la respiración agitada porque probablemente había ido corriendo, el rubio volvió. Se le pasó el enojo al instante, había imaginado que se tomaría un tiempo con su estúpido amante para descargarse, pero había vuelto... sólo porque él lo deseaba.

—Despiértate Potter, después de lo que he hecho lo mínimo que puedes hacer es esperar a que me acueste para quedarte dormido.

Harry se quitó el tapado y lo miró sonriendo.

—Ríete mientras puedas, mañana seré yo el que ande de mal genio —Dijo mientras se desvestía —Me vengaré por todas las pesadeces que te he tenido que aguantar.

Draco buscó en la cama de arriba el pijama que se había quitado hacía poco, y se sacó los pantalones, algo encogido por el frío, para ponerse los del pijama.

— ¡JAJAJA! —Harry estalló en risas al ver los boxers de Draco — ¡Que... diablos es eso! —exclamó apuntando la ropa interior de cebra que llevaba el rubio.

—A Blaise le gustan —contestó secamente, con un pequeño rubor en sus mejillas.

—Tiene muy mal gusto.

—No es culpa de él, Es ropa muggle, fue lo único medianamente parecido a la de piel de serpiente que tenía...

— ¿Piel de serpiente? —Harry lo miró a punto de soltar otra carcajada.

— ¿Qué usas tú? tontos calzoncillos blancos —se defendido despectivo— El que tu no tengas una gota de estilo no significa que yo sea ridículo. A Pansy le encantaban.

—Si, no lo dudo... debe haber sido muy excitante acariciar escamas...

—Eran suaves, y también tenía de seda y de...

—Prefiero los negros.

— ¿Te gustaría acariciar los negros?

El sonrojo que había estado creciendo en Draco se enfrió cuando notó el rubor en Harry.

—Nunca aprendes Potter. No te conviene molestarme, siempre terminas avergonzado —Terminó de subirse los pantalones y levantó una pierna para pasar por encima de Harry, cuando estaba sobre él, le besó la nariz y luego pasó la otra pierna para tomar su lugar en el rincón, riendo por el fuerte carmín adquirido por la cara de Harry.

—Te quemaré esos horribles boxers —el brazo de Draco lo rodeó —Y cualquier prenda parecida a esa que tengas —La cabeza rubia se apoyó en su hombro. Harry aspiró el perfume, feliz. Le importaba poco que se burlara de él. Le había ganado a Blaise,

—Buenas noches, Harry

—Buenas noches.

Tenía a Draco para él.

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La nieve no daba tregua, llevaban una semana con fuertes ventiscas que complicaban aún más la labor de los aurores de llevar a los rezagados al castillo Hogwarts. Molly era una de aquellas personas que aún no se iban al castillo, pero era por una buena razón: ella era uno de los miembros de la orden que coordinaban la partida al castillo y, hasta que el último mago o bruja no estuviera a salvo, ella no se iría.

En la casa Black ya casi no quedaba nadie, Sirius, Arthur y ella eran los únicos moradores, los demás ya estaban en el castillo.

—... El señor tenebroso planea hacer una nueva raza de híbridos, una mezcla de humanos con bestias. Hace poco vi una de esas criaturas, las han perfeccionando y están alcanzando un gran poder —Snape se veía cansado, aún más pálido de lo normal —Aunque aún no logran sobrevivir por más de unos cuantos días, poseen una fuerza descomunal, y muy pronto lograrán prolongar sus vidas. En especial si tienen a Lupin, lo utilizan como una prueba, un modelo a seguir, para ver que tan factible es realizar una quimera a partir de un hombre lobo. Si resulta, crearán más licántropos y formará su ejército, ya que estos son sus especies predilectas: fuertes y sin voluntad harán lo que él quiera.

Dumbledore se veía sereno a pesar de las noticias, lo único que delataba su preocupación eran sus ojos azules, que brillaban intranquilos tras los lentes.

— ¿Y has averiguado dónde lo tienen? — preguntó el anciano. Él y Snape estaban solos en una de las habitaciones de la mansión Black.

—Si —una chispa de esperanza iluminó la mirada de Dumbledore —pero no creo que podamos sacarlo de donde está, no vivo por lo menos.

Albus se levantó y miró por una de las ventanas — ¿Por qué dices eso, Severus? Siempre hay alguna forma de solucionar los problemas.

—No creo que esta vez sea posible. Lupin está encerrado en una de las cárceles del Señor Tenebroso, y está muy bien resguardado. Mantienen una vigilancia las veinticuatro horas del día, y sólo una persona está encargada de alimentarlo: un mortífago que se ha ganado la confianza del señor oscuro a pulso, y que está dispuesto a todo por él. No hay forma de acercarse a la celda. Además, esa cárcel es de máxima seguridad, ahí tienen a las bestias con las que experimentan, a las más difíciles de hallar.

Se produjo un silencio, un tenso y largo silencio — ¿Has vuelto a hacer la poción mata lobos?

—No —y adivinando los pensamientos del viejo, agregó —y no hay nadie más que la haya hecho, no les sirve sedado.

—Bien —volvió a sentarse y se apoyó en el escritorio que tenía enfrente, mirando hacia algún punto sobre la cabeza de Snape, pensando.

Entonces sí existía una posibilidad.

Hizo aparecer una pluma y pergamino y, comenzó a hacer unos extraños cálculos — ¿Severus, podrías hacer un plano del lugar?

—¿No piensa ir, verdad?

—No hay otra opción.

—Albus —Snape puso una mano en el escritorio y acercó su cara a la de Dumbledore —Es muy arriesgado. Perderíamos a mucha gente invadiendo el ...

—No podemos dejar que Voldemort cumpla su objetivo.

—Si lo hacemos, ponemos en riesgo la misión, el Señor Tenebroso sabrá inmediatamente que hay un traidor. Lo único que podemos hacer para que no llegue a perfeccionar las quimeras, es sacrificar a Lupin, siempre podemos hacerlo pasar como un accidente, pero si lo intentamos sacar, es obvio que alguien está pasando información y Voldemort supondrá quien es.

Mientras, afuera, Sirius observaba atentamente la puerta.

— ¿Por qué tardan tanto? —gruñó —No soporto que ese imbécil este aquí.

—Él también trabaja para...

—Lo sé, Molly, pero no lo quiero aquí.

La puerta se abrió y ambos hombres salieron, Snape aprovechó de empujar a Sirius cuando pasó por su lado. No se veía feliz.

—Sirius, necesito que busques al escuadrón de Beck,ya sabemos donde tienen a Lupin —le sonrió.

—Iré ahora —Invocó su chaqueta y se la puso. El corazón le latía a mil por hora. Finalmente lo sacaría, finalmente podría volver a verlo... A su Moony — ¿Dónde está? —dijo con tono autoritario —No podía esperar a tenerlo otra vez devuelta, necesitaba ir rápido.

—Todo a su tiempo, Sirius, no te apresu...

—¡Debemos ir ahora! ¡No podemos dejarlo más tiempo ahí! — ¡¿Pero qué tonterías decía Dumbledore! ¿Cómo podría quedarse ahí sin hacer nada?

—Sirius —la voz del anciano era muy tranquila, pero firme—si nos apresuramos, no lograremos nada. En la próxima luna llena lo sacaremos, no sirve de nada que vayamos sin un plan —Sirius pareció calmarse. Dumbledore tenía razón, no sacaría nada con ir sin saber que hacer. Se quedó callado mientras el director continuó hablando —antes de atacar, debemos prepararnos. Ahora debo irme, hay mucho por hacer —se despidió rápidamente y salió, no sin antes reiterarle al moreno que no actuara precipitadamente.

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Harry estaba sentado en su escritorio moviendo la pluma en su mano distraídamente, daba pequeños golpes con el pie en el suelo y miraba un punto fijo al frente a pesar de tener un pergamino extendido frente a él, listo para ser evaluado. Se había estado preguntando todo el día que diablos hacer con Draco y la única respuesta que tenía era: pregúntale a Hermione, ella es muy buena para solucionar estas cosas.

Sabía que la chica no diría nada a nadie si él se lo pedía, pero le parecía muy incómodo hablar de eso con ella. Tal vez si fuera otro chico el que buscaba venganza... incluso si fuera Blaise... ¡pero Draco!

A pesar de eso se levantó con decisión y buscó a su amiga, sus dudas estaban latentes, pero necesitaba un consejo.

Llegó a la sala común de Gryffindor sin tener la menor idea de cómo podría hablar en privado con ella. Aunque la citara a la oficina por un trabajo (lo que sería muy extraño porque con ellos hablaba de esos temas en cualquier parte), Ron se quedaría, él no tenía porqué retirarse.

La buscó por toda la sala, esperando que estuviera sola, así sería más fácil sacarla de ahí. Pero no la encontró.

—Bien, —decidió preguntar por ella —¿Has visto a Hermione?

—Sí profesor, hace poco salió a la biblioteca.

— ¿Ron estaba con ella?

—No, me parece que Ron está en Ravenclaw, creo que piensan hacer un campeonato de Snap explosivo. Sería entretenido ¿verdad?

—Sí, mucho —Contestó para ser cortés, de lo contrario se hubiera largado inmediatamente a buscar a su amiga, antes de que se juntara con Ron.

Pronto estaba junto a Hermione, la biblioteca se veía vacía y decidió no dilatar más la razón que lo llevaba hasta ahí. Le contó que Bill y Hannah estaban juntos, lo que Malfoy pensaba hacer y la discusión que había tenido con él por negarse a ayudarlo. Le explicó que, aunque sonara extraño, el chico había demostrado gran confianza en él al pensar que lo ayudaría en algo así, que para los Slytherins revelar el plan de una venganza era un acto de lealtad hacia su amigo y que por eso no deseaba traicionarlo. Por supuesto, no dijo cuanto temía que le negara su amistad y que se alejara de él.

Hermione pareció meditar. Conocía a Harry muy bien y sabía cuan leal era. Aunque Draco fuera una persona horrible, estaba siendo un buen amigo, al menos no había sabido de ninguna maldad hacia Harry, e incluso lo ayudaba mucho en pociones, al parecer merecía su fidelidad... —Pero no deberías aceptar que te amenace.

—No lo acepté —Se defendió Harry ofendido —Ya te dije que no dejaré que se burle de ellos. Sólo estoy buscando la mejor forma de solucionar este asunto.

—Seguramente piensa en publicar a todo el colegio...

—Lo mismo creo.

—Sería muy tonto, rompería la estabilidad que se ha logrado ¿le dijiste eso?

—No, no he vuelto a hablar con él y estaba más preocupado de que no contara conmigo. Pero no estoy seguro de que le importe.

—Probablemente no, pero puedes intentarlo. Dile que puede revelarlo frente al consejo y que exija igualdad: Tal como Bill y Hannah pueden mantener una relación amorosa, él y Blaise también.

—No se conformará con eso.

—En los juicios normalmente se piden compensaciones por los daños morales, podría solicitar que les lleven comida a la cama o algo así.

—Tal vez si funcionase.

—Convéncelo, tu sabes mejor que podría gustarle, que desearía tener.

—Chocolate —Harry rió para sí. Si le llevaran una gran caja de chocolates, podían tener esperanza.

Hermione miró atentamente a su amigo, estaba segura que Harry no hacía esto únicamente por lealtad, él simplemente le haría frente y lo obligaría a desistir de su venganza... al menos así lo había hecho hasta ahora, aunque ella no tenía idea de cómo era ser amiga de un slytherin, con valores completamente diferentes a los suyos.

Al salir de la biblioteca, se dirigió inmediatamente a la oficina de Draco, pero no estaba.

...Por supuesto que no está aquí, probablemente se fue con Zabini apenas terminó el desayuno...

Pateó la puerta y se fue a corregir trabajos.

Pasó otro de sus días aburridos, de vez en cuando caminaba hasta el baño, su pieza y la sala de pociones en busca del rubio, pero después de cinco viajes perdió las esperanzas de que volviera. Al menos pudo distraerse un poco en la clase de magia sin varita que le daba a sus amigos. No era tan divertida como la que hacía con Draco, pero al menos Hermione y Ron dejaban de hablar de su maravillosa vida como prefectos y se dedicaban a aprender nuevos hechizos y, a veces, enseñarle a Harry nuevos descubrimientos que estaban de moda en los adolescentes del barco como "hacer que tu pelo cambie de color" un hechizo avanzado que alguien había aprendido en un libro y que ahora todos utilizaban a diario. Harry entendió porqué estaba tan de moda llevar el cabello de colores extravagantes. Y se divirtió bastante eligiendo el mejor color para él, aún cuando sus amigos ya se habían ido.

Eran cerca de las diez. Draco caminaba escaleras arriba, hacia su despacho. Había pasado un día maravilloso y se sentía relajado y vivo. Hubiera deseado quedarse más tiempo con Blaise, pero el deber llamaba, tenía que preparar un examen para el día siguiente y aún no había hecho una sola pregunta. Aunque estaba considerando seriamente utilizar uno del profesor Snape.

Llegó a la cubierta principal, el viento le golpeó la cara con esa ira a la que ya todos se empezaban a acostumbrar. El barco había dejado de viajar y ahora estaban lejos de la tormenta eléctrica, pero corría un terrible viento huracanado y a veces la neblina los cubría como si estuvieran en una montaña muy alta. Todos creían que si ese clima continuaba, nevaría para navidad.

El movimiento de una sombra lejos de él puso todos sus sentidos en alerta, con mucha dificultad, pudo distinguir unas trenzas juguetonas y se acercó sigilosamente para saber qué hacía Hannah doblando la esquina furtivamente. Con pasos ágiles y rápidos llegó hasta la escalera, Draco sabía perfectamente como caminar sin ser escuchado, años de entrenamiento urdiendo tretas lo habían convertido en un maestro.

Vio como la chica corría de puntillas escalera arriba y como se juntaba con una figura más alta.

Se acercó encaramándose en la baranda, como una araña, saltando hasta ese piso, quedó colgando asomando apenas los ojos, oculto en la oscuridad.

—Aquí no —Susurró Bill cuando la chica le dio un juguetón beso en el cuello. Draco entornó los ojos con rencor.

Entre risitas apagadas se metieron en el despacho de la chica.

El rubio saltó pensando en como conseguir una cámara o algo y en como poder fotografiarlos. Las ventanas debían estar cerradas y... No... Miró con espanto otra sombra que se alejaba corriendo desde el otro lado de la oficina de Hannah.

...Maldición, estaba detrás de la esquina, debió ver todo...

Corrió tras la sombra para averiguar quien era. Con lo chismosos que eran todos, bastaría un día para que Hogwarts se enterara del romance entre ese par y ¡Él No Obtendría Su Venganza!

Pero al llegar a la escalera de popa no pudo encontrarlo. Se desesperó, ¡Todo su esfuerzo, todos sus planes! Corrió nuevamente, ahora por la cubierta principal para llegar a la escalera, pero casi sin esperanzas.

— ¡Draco! —Harry estaba justo a su lado, acababa de salir a buscarlo y era una feliz sorpresa encontrarlo al fin, después de haber esperado todo el día que saliera de Slytherin.

—Harry —Draco miró la escalera, si se quedaba a ver que quería Potter, sí que no tendría esperanzas, pensaba seguir su camino cuando Harry le tomó la mano.

—Ven, tengo que hablar contigo —Y le tomó la cintura para empujarlo a donde deseaba.

El rubio tuvo la intención de seguir, pero al sentir la mano de Harry en su cuerpo cambió de opinión. Sabía que ya había perdido al chico y Harry parecía muy amable. ¿qué estaba tramando?

Llegaron a la sala de defensa y Harry cerró la puerta.

— ¿Qué te pasa? —Preguntó el rubio sentándose en una mesa.

—Tengo que proponerte algo —Se acercó a Draco —sé que quieres vengarte y que deseas ver a Hannah humillada por lo que te hizo... —Draco levantó una ceja entre molesto y curioso —pero tienes que entender que cualquier humillación pública a los dirigentes del barco puede causar un quiebre en el equilibrio del poder y en el respeto que nos ha costado mucho a todos ganar.

—A mí no —contestó cortante.

—Draco, sólo recapacita —Harry se inclinó hacia él como si le hablara a un niño —No digo que no busques justicia, puedes proponerles que te dejen estar con Blaise, ya que ellos están juntos...

—Pensaba hacerlo, pero después de vengarme —Draco estaba aprovechando la situación, sabía que sería muy difícil llevar a cabo su plan ahora que alguien más se había enterado de todo, pero Harry no tenía la menor idea de eso y le encantaba ver como intentaba convencerlo controlando su carácter explosivo, con notable efectividad, y mirándolo amablemente con esos bellos ojos verdes.

Harry puso su mano en el hombro del rubio y se acercó aún más.

—Generalmente en un juicio puedes pedir una indemnización. Algo que compense las terribles emociones por las que has tenido que pasar.

— ¿Y qué podría compensarme más que su humillación? —a Draco le gustaba esto cada vez más, giró su cabeza para quedar frente a Harry y se acercó otro poquito. Intentaba no sonar duro para que el moreno no perdiera las esperanzas de convencerlo, porque claro que al final aceptaría, esta era su mejor opción ahora.

—Puedes pedir algo que realmente desees —Harry se puso rojo con la cercanía y se alejó un poco.

..."Lo que realmente desee"... No creo que me lo den... Draco contuvo una sonrisa cuando imaginó lo que deseaba dejando de hablar y empezando a besarlo.

—Nada me asegura que me darán lo que pida —Miró hacia el frente otra vez, al parecer Harry se alejaba cuando él lo veía de frente... sí, eso era, ya se había acercado otra vez.

—Yo te apoyaré, y si lo presentas al consejo en forma respetuosa, probablemente Lisa también crea que es justo y te apoye, serían mayoría de votos y Bill tendrá que aceptar—Draco bajó la vista al sentir las últimas palabras chocar contra su mejilla, parecía estar pensando, pero en realidad sólo hacía durar el momento. Si se daba vuelta ahora, lograría rozar su nariz con la de Harry, y no podría sospechar nada porque era él quien se había acercado tanto...

—Vamos Draco, podrías pedir una noche libre, o varias barras de chocolate... —ladeó la cabeza para parecer mas cortés —o un postre especial para tí durante una semana...

Finalmente se decidió.

—Pero ¿tú crees... —Al voltear la cabeza no sólo rozó su nariz, sino que también sus labios, tan cerca estaban. Ambos se alejaron al instante.

Harry lo miraba ruborizado y riendo intentando opacar su vergüenza y Draco también reía fingiendo que había sido un accidente.

—Decía que... —continuó el rubio manteniendo viva la fugaz sensación de los labios de Harry —... dudo que puedan darme algo si es tan difícil conseguir provisiones.

—Si pides un carro lleno de chocolates, claro —Harry ahora estaba a una distancia respetable, había quitado la mano de su espalda y sólo deseaba que dijera que sí pronto para alejarse de él, estaba seguro que tenía todavía las mejillas rojas y ese persistente cosquilleo que tanto le había costado olvidar después de su primer beso, estaba vivo otra vez.

—Está bien —Cedió al sentir la incomodidad de Harry, tal vez no había sido una buena idea. Tal vez ahora no querría dormir con él, ya era difícil que lo aceptara en su cama sabiendo que venía de estar con Blaise. ...Maldición, debí aguantarme... —Pero tienes que apoyarme.

—Claro —Le dio un leve golpecito en la espalda y caminaron hacia la salida.

En el piso siguiente, Draco se alejó de Harry para entrar a su despacho y buscar un examen que le sirviera para el otro día. Al menos Harry se había reído en vez de hacer su terrible mueca de asco.

Al otro día, el rumor de que el jefe de barco y la jefa de Hufflepuff estaban juntos, comenzó a esparcirse, primero lentamente y luego a la velocidad del rayo por todo el barco.

Harry había preguntado a Draco si él tenía algo que ver, a lo que el rubio se defendió diciendo que esto le convenía a él menos que a nadie, porque ahora sería más difícil amenazarlos, de hecho, ahora sólo debía exigir su derecho sin que ese par perdiera nada. Harry no estaba muy seguro de creerle, pero al menos nadie estaba humillado, esto era sólo un chisme que pasaría pronto.

En la hora de la once, Draco propuso la necesaria reunión para el día siguiente. Bill y Hannah se veían más que preocupados.

—Espero que puedan explicarnos que es todo esto de su relación, con qué derecho la llevan y como es posible que los alumnos se hayan enterado —espetó Draco en cuanto iniciaron la junta.

— ¿Qué pruebas hay... —Comenzó a defenderse Hannah

— ¡Ja! —dijo Draco indignado — ¿van a negarlo?

Harry estaba atento a detener las acusaciones si Draco se volvía irrespetuoso. Lisa, que veía venir la tormenta del siglo, también esperaba el momento en que tuviera que intervenir. Afortunadamente Bill fue lo suficientemente maduro para enfrentar sus culpas.

—No lo negaremos —Hannah lo miró asustada, ahora los obligarían a separarse, la alejarían de él, tal vez tendría que abandonar el cargo... o se llevarían a Bill...

— ¿Desde cuándo? —interrogó el rubio, ofendido y deseando matarlos, Bill ni siquiera se veía arrepentido.

—No creas que fue antes de que te prohibiéramos estar con Blaise —contestó Bill adivinando lo que pasaba por la cabeza del rubio.

—Esa vez propusiste un castigo ejemplar... —comenzó la serpiente

—Pero nosotros no hemos pasado a llevar a nadie, Hannah jamás te ha desautorizado sólo porque sale conmigo, como lo hizo Blaise —lo calló inmediatamente Bill

— ¿Y por eso las reglas no corren con ustedes? Entonces yo me puedo acostar con todos los estudiantes si quiero, mientras obedezcan...

—Sabes perfectamente...

—No estoy dispuesto a aceptar esto, tal vez Hannah no ha ocupado su puesto como novia tuya para darme órdenes, pero aún así esta relación es una ofensa para mí, y quiebra la justicia y el orden establecido.

—Malfoy —Hannah sacó la voz, aburrida de escuchar quejas del rubio —no sé con que cara te atreves a hablarnos así, ¿crees que nadie se da cuenta que mantienes todavía tu relación con Zabini?

— ¿Esperan que lo agradezca? Seguramente no dijeron nada porque han estado preocupados de guardar su secretito... insisto en que esta estúpida regla es invención de Bill, pero está claro que como jefe del barco se cree con derecho...

—Es suficiente Malfoy, acepto mi error, acepto que no he cumplido mi propia regla, pero en ningún caso fue porque me sintiera una excepción por ser jefe... y es cierto que no tienes derecho a alegar si te hemos dejado seguir viendo a Zabini.

—A escondidas, temiendo que me saquen del cargo...

—Zabini es un alumno, y nunca te molestamos con él hasta que se pasó de la raya...

—Esta conversación no nos está llevando a ninguna parte —intervino Lisa.

—Es cierto, tenemos que buscar una solución —esta vez fue Harry quien habló —es claro que ninguna de las dos relaciones es fácil de evitar —Lisa miraba al moreno asintiendo, como si se hubieran puesto de acuerdo, como si fueran los únicos cuerdos en la sala.

Por otra parte, Sprout aguardaba las propuestas. Si no llegaban a un consenso, simplemente prohibiría cualquier relación, aunque le parecía absurdo porque eran personas jóvenes, pero este derecho debían ganárselo mostrando madurez

—en el caso de Bill y Hannah, su relación nunca ha provocado ningún conflicto... —continuó Harry. En ese momento Draco abrió la boca para replicar, el conflicto para él existía, era la burla de mantener un tipo de relación que a él le habían prohibido, pero se calló. Harry le había dado su palabra de apoyarlo, tenía que confiar en él —han mantenido un bajo perfil y estoy seguro que aunque los estudiantes estén ahora disfrutando este chisme, no les afecta en nada porque son personas de la directiva del barco. La relación de Draco con Zabini existe antes de llegar al barco, han mantenido un buen comportamiento y Zabini no ha vuelto a aprovecharse de su amistad con Draco. Los estudiantes ni siquiera hablan de la relación que tienen porque todos están consientes de ella. No tiene sentido seguir prohibiéndoselo. Si los cuatro se comprometieran a continuar con el comportamiento que llevan, no veo porqué no pueden mantener sus relaciones...

Todos asintieron excepto una persona.

—Yo no estoy de acuerdo, a mi me han humillado...

—Fue por tu falta...

—Pero su relación es una falta.

—En eso Draco tiene razón —Intervino nuevamente Harry —Él recibió un castigo y una amenaza, no por la ofensa de Blaise a Hannah, sino porque salía con un estudiante, y es claramente una falta la relación entre Bill y Hannah por la diferencia de los cargos. Si queremos mantener la armonía del barco, como dije; no tiene sentido prohibir las relaciones, pero podemos compensar a Draco.

— ¡¿Compensarlo! —Hannah abrió los ojos como si fueran a salírsele de sus órbitas.

—Ya les dije, él fue castigado y su puesto como jefe de casa está en riesgo por ese episodio, sería injusto que a ustedes no les ocurriera nada, a menos que lo compensen de alguna forma.

—Eso es cierto —Apoyó Lisa —Yo no pediría menos que eso si estuviera en los zapatos de Draco..

—Es una forma justa de equilibrar las cosas —opinó Sprout, Bill miraba a los chicos creyendo que lo habían planeado todo, hasta que Sprout habló. Ella era una jueza objetiva y hasta ahora siempre que intervenía lo hacía con la sensatez que le daban sus años — ¿qué opinan ustedes?

— ¿Qué clase de compensación? —preguntó Hannah.

—Algún privilegio que no se nos dé comúnmente, como una botella de ron, desayuno en la cama los domingos... algo así —continuó Harry, preocupado de que no sonara como si hubiera estado planeando esto desde hacía mucho.

—Y Blaise también debe ser compensado —opinó Draco, que veía como todos ignoraban los derechos de su amigo.

Hannah hizo una seña a Bill, estaba enojada porque Zabini ganaba un premio por todo esto, pero asentía porque eso era un precio muy bajo si podían estar juntos.

—Bien —Concluyó Bill, quien sería el encargado de dar a Draco lo que deseaba —¿qué quieres?

—No lo sé, dame un día para pensarlo —contestó tan antipático como pudo, lo que no era poco.

—Ya está arreglado —simplificó Sprout —Pero que quede claro que esta es una excepción, cualquier comportamiento escandaloso, o si empiezan a involucrarse con los estudiantes como si fueran parte del alumnado... entonces si recibirán un castigo. La regla de no relacionarse de ese modo con los estudiantes sigue en pie. —Miró a Harry, a Lisa y terminó significativamente en Draco. — ¿Entienden verdad?

Los chicos asintieron.

—————————

Toc, Toc.

Draco golpeaba la puerta del prefecto de su casa, había bajado corriendo las escaleras hasta Slytherin para darle la buena noticia. Un chirrido anunció que la puerta se abría y Blaise apareció restregándose los ojos.

— ¿Qué... ocurre? —Preguntó en medio de un bostezo.

— ¿Estás solo? —Draco miró hacia la cama de Blaise. Arrugó la nariz cuando divisó un bulto que dormía plácido.

—Te doy siete minutos para que te bañes y vistas, estaré en mi despacho.

— ¿Qué pasa?

—Si no llegas en ese tiempo nunca lo sabrás. —giró sobre sus talones y caminó hacia la salida.

Nueve minutos después...

—Soy mago, pero no hago milagros —se excusó Blaise, que en realidad podría haber estado listo en ese tiempo, pero la chica con que dormía despertó y lo retrasó un poco.

Draco se sentó en su escritorio y le sonrió maliciosamente.

—A raíz de los rumores que han corrido acerca de una relación entre nuestro "respetable" jefe de Barco y la ¡oh! siempre tan tierna y dulce profesora de hechizos —Draco tomó una copa de champaña y la meció con cuidado —levanté una reunión para exigir mis derechos... nuestros derechos —se corrigió —para poder mantener nuestra relación... —La comisura de los labios del moreno se abrió en una leve sonrisa, imaginando cual era la noticia —Pues bien, amigo mío, somos libres, podemos pasearnos en la cubierta superior y besarnos delante de esa imbécil de Abbott si se nos antoja.

— Draco... —Blaise lo abrazó y le besó el rostro, no alcanzó a besar sus labios, porque Draco corrió la cara y le entregó la otra copa que había servido. —No era mi novia, ni nada, sólo pasábamos la noche —Se defendió para poder besarlo.

Draco lo ignoró haciéndose el difícil.

—Únicamente debemos procurar mantener nuestra relación como hasta ahora: no escándalos, no exhibiciones, no peleas con los jefes... pero al menos podrás estar en mi cubierta, con el pretexto de que abajo nos verán los estudiantes.

—Potter estará feliz —se burló Blaise levantando su copa en un gesto de brindis.

—Él convenció a la junta —Draco golpeó su copa con la de Blaise —y me consiguió, además, una indemnización por los daños que nos causaron. Nos darán algo para consolar nuestra humillación.

Blaise lo miraba sorprendido, no tanto por la compensación que recibiría, sino por quien la había conseguido

—Piensa en qué quieres —besó a Blaise fugazmente —Yo todavía no decido, hay muchas cosas... ¿crees que puedan conseguir ropa bonita? Hasta donde sabemos los muggles no han sido muy afectados por la guerra todavía, tal vez nos puedan enviar un catálogo...

—Eso es algo frívolo, no creo que deseen preocuparse de comprar ropa para tí en estos momentos —Lo besó repentinamente y se separó mordiendo el labio inferior —piensa en algo que les sea más fácil de conseguir.

—Estamos pensando en hacer una fiesta de navidad, y detesto tener que aparecer con la ropa que siempre uso, y Harry me dejó claro que esta vez los pantalones de cuero se los pondrá él. No entiende que han sido hechos para mí.

—Ve desnudo —besó su cuello —yo cuidaré que no te violen —El rubio le golpeó el estómago cariñosamente —o podríamos quedarnos juntos ese día, en vez de ir a la fiesta.

—Quiero ir.

Harry tuvo que comer su desayuno sin su compañero, pero no comió solo porque Lisa se sentó en el puesto de Draco, para ella era más incómodo todavía que Draco faltara ya que tenía que aguantar las frasecitas bobas que se daban el par de tórtolos a su lado.

—Habías planeado todo eso antes ¿no? —Lisa se sirvió leche con chocolate y la bebió gustosa, hacia mucho tiempo que tomaban leche sola o con té.

—Tal vez —esa leche era un consuelo para Harry, cuando viera a Draco le contaría lo que se había perdido. Y en su historia esta sería mucho más deliciosa que en la vida real, para que Draco nunca más faltara a un desayuno por estar con ese idiota,

—Fue una buena jugada —dijo Lisa tomando un sorbito — y lo mejor de todo, es que ahora nosotros tenemos la posibilidad de tener una pareja.

—Sprout fue clara...

—Harry, si realmente te gusta un alumno y sabes como llevar la relación a escondidas hasta cuando ya sea algo serio, no nos podrán decir nada, sólo hay que actuar con sigilo. Ayudas al estudiante en clases, te le acercas, lo invitas a que te ayude con tus tareas y tu lo ayudas con las suyas... y si te gusta todavía —Le guiñó un ojo traviesa.

—Supongo que sí —dijo encogiéndose de hombros.

— ¿No hay nadie que te guste? —lo interrogó bebiendo otra taza de leche.

—No.

— ¿Nadie? —preguntó sin convencerse —No digo que busques el amor de tu vida, ni a la madre de tus hijos, sólo una pareja, alguien con quien regalonear, sería un buen cambio en este aburrido barco.

—Pero no me gusta nadie —Harry miró su taza pensativo, el estaba totalmente de acuerdo, quería a alguien con quien regalonear, pero no estaba seguro con quien.

—Yo tengo varios candidatos, esperaré un poco antes de ponerme a trabajar.

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Otro día pasó lentamente, el breve descanso dominical no había sido suficiente para llenarlo de energías, y aún sin llegar a mitad de semana ya estaba rendido. Revisaba su tercera tanda de pruebas, esta vez de sexto, cuando Hermione entró en la sala.

—Ron habló con Bill esta tarde, le dijo que les habían permitido seguir juntos, pero que habían tenido que darle algo a Malfoy para calmarlo.

—Sí.

—Pero... ¿quién esparció el rumor de su relación? No creo que haya sido Malfoy porque si esto era su venganza significa que alguien posesionó su cuerpo y el verdadero Malfoy está muy lejos de aquí.

—No fue él. Hannah me contó hace un rato, que tal vez los habían visto porque últimamente se habían puesto descuidados.

—Y aún así Draco saca un beneficio...

—Sí, era justo.

Harry pareció alejarse fuera de órbita y Hermione aprovechó el silencio para estudiarlo. El chico lucía grandes ojeras ligeramente amoratadas, el ceño fruncido, no como un gesto reciente, sino como una mueca adquirida con el tiempo. El peinado de Harry ya no era ese intento por ordenar el cabello, sino que se había convertido en un rebelde natural que informaba a la chica el poco cuidado que estaba teniendo consigo mismo. La cabeza ligeramente inclinada como si un enorme peso descansara sobre sus hombros... en cierta forma eso era verdad.

—Deberías pedirle un descanso a Bill. Tal vez todos deberían. O ¿porqué no entregas un poco más de trabajo a tus ayudantes? Ellos deberían estar corrigiendo esos pergaminos contigo.

—Lo hacen. O algo así. Tienen la mitad de los pergaminos en su poder, Pero prefieren hacer sus deberes en la sala común, no se llevan muy bien y siempre se evitan.

—Si son un equipo, tiene que acostumbrarse a trabajar juntos

—Sólo cuando es indispensable ¿qué sentido tiene hacerles la vida infeliz si cumplen muy bien su trabajo?

—Oh, bien. Entonces pide vacaciones.

—Ya nos darán, para navidad.

— ¿Te ayudo?

Harry sonrió.

Poco después llegó Ron, que les contó toda su conversación con Bill acerca de su nuevo amor y sus conclusiones de que Harry ahora podía buscar una novia.

—Muchas chicas me han preguntado por ti, Harry. Ahora que eres profesor pareces mucho más apetecible que siendo héroe.

Terminaron temprano, hubieran acabado antes, pero Ron conversaba hasta por los codos y los distraía constantemente. Aunque el chico también cooperó en revisar papeles.

Después de estar con sus amigos en una amena conversación, cosa que hacía tiempo no ocurría, llegó mucho más animado a su pieza.

Entró como siempre lo hacía, arrastrando los pies, deseando tenderse en su cama. Pero en su cama estaba Draco, tendido de guatita leyendo un libro y comiendo galletas.

—Creí que no llegarías —Saludó Harry. La felicidad de tenerlo ahí era opacada por la rabia que sentía de saber que ya se había acostado con Zabini, probablemente muchas veces hasta quedar satisfecho.

—Tengo galletas —Mordió una con ganas —Fue lo que pidió Blaise, un gran paquete de galletas Black Cat todas las semanas. Una excelente elección que puede compartir conmigo.

— ¿Porqué no te vas a comer a tu cama? estás llenando la mía de migas.

—Te esperaba para compartirlas. Blaise sacó sólo una, dijo que te lo merecías por ayudarnos.

—No las quiero, no estaba ayudándolo a él —por supuesto Blaise sabía el disgusto que provocaría en Harry el que le enviara galletas, de otro modo no se hubiera molestado — ¡Y ya basta, detesto dormir con migas!

Draco mordió otra galleta manteniendo sus ojos fijos en los de Harry, en un desafío infantil, y luego sacó otra y la mordió nuevamente haciendo que más migas saltaran, y luego otra y otra...

— ¡Ya sal de mi cama! —Harry saltó sobre él intentando sacarlo, pero Draco no se dejó, tenía la boca llena de galletas que todavía no tragaba y cada vez que gritaba, un poco caía en la almohada.

Potter empezó a hacerle cosquillas para que soltara el colchón al que se había aferrado fuertemente, pero solo consiguió dar vuelta el paquete de galletas y esparcir las que Draco tenía en la boca por toda la almohada.

— ¡Auxilio! —gritó Draco terminando de botar las últimas galletas —¡auxilio... vas a matarme! —lograba un creíble tono lastimero entre carcajadas.

Harry se apoyó riendo en la espalda de Draco y luego se impulsó para alejarse del rubio antes de soltarlo por completo.

—¡Mira mi cama! —Alegó entre risas, mientras el chico se levantaba con su lindo peinado arruinado.

—Deja de quejarte, los elfos lo limpiarán.

—Mañana —le recordó fingiendo enfado.

— ¡Qué tan difícil puede ser! Unas palabritas mágicas y todo estará limpio otra vez.

—Dudo que tu sepas de un conjuro para limpiar.

—Pero, sacudamos un poco —movió la mano ágilmente para alejar las migas, sin mucho éxito, entonces se puso a soplar haciendo que Harry soltara una sonora carcajada.

—Se nota que nunca has movido un dedo para limpiar nada —se acercó con una polera y sacudió las migas todo lo que pudo. Draco sólo se sentó para dejarle espacio de trabajo y al ver terminada la tarea, volvió a recostarse.

El rubio había llegado temprano porque deseaba dormir con él. Generalmente Harry le prohibía la entrada a la cama cuando salía en la noche a ver a Blaise, pero él había estado con Zabini sólo durante el día y esperaba que eso lo ayudara a ablandar el duro corazón de su compañero de cuarto. Pero, por si eso no ayudaba, no saldría de la cama a menos que ocurriera una catástrofe, después de todo, el chico parecía animado, y eso significaba que no lo echaría.

—Ya, vete a tu cama

— ¿Quieres una galleta?

—No, quiero dormir.

—Yo también —de una patada se sacó los zapatos y dos segundos después estaba dentro de la cama.

— ¿Ni siquiera te lavarás los dientes?

— ¿Me das mi almohada?

— ¿No te pondrás pijama?

—Está en la cómoda, ¿me lo pasas?

Harry sacó la almohada y se la lanzó a la cara y luego sacó el pijama y lo dejó en la cama.

El chico se destapó y se cambió rápidamente para luego volver a taparse. Harry, luego de cambiarse también se metió en la cama.

—Esto está lleno de migas todavía.

—Ponte mi almohada, está limpia. —Harry se acomodó en ella sintiéndose rodeado del aroma de Draco y estiró una mano para ordenarle el cabello —tienes migas en el pelo.

— ¿Son muchas? —se acercó a su compañero y lo abrazó, estaba un poco más cerca de lo normal debido a que Harry no miraba hacia la cama de arriba, sino que estaba de frente a él.

— ¿Tú que pediste? —preguntó el moreno.

— ¿Mi compensación?

—Ajá.

Draco metió su cabeza en el cuello del moreno y cerró los ojos fingiendo mucho cansancio.

—Todavía no he decidido —murmuró —le dije a Bill que le informaría pronto.

Harry continuó moviendo los cabellos platinos sin fijarse si seguía quitando migas, sólo jugaba con las sedosas hebras que brillaban ligeramente a pesar de la oscuridad que los tragó al apagar la luz y así se quedaron dormidos.

Hasta que sonó el despertador para la guardia.

La mano de Harry atravesó la oscuridad y golpeó la alarma para callarla. Sintió un fuerte apretón de parte de Draco.

—Vamos, hay que levantarse —intentó convencerlo sonando amable.

—No vayamos, hace frío —Draco escondió su rostro en el pecho de Harry, apretándose lo que más pudo al moreno.

—Draco, no molestes, hay que salir —intentó empujarlo.

—No... —Se negó. Harry volteó con suma dificultad y empezó a arrastrarse fuera de la cama, con un Draco firmemente sujeto a su cintura —No, no, no me dejes, moriré de frío... Harry...

—Draco suéltame —trató de separar las pálidas manos de su cuerpo, pero fue en vano.

— ¡Voy a morir, ¡No...! —Harry puso un pie fuera con mucha dificultad —no, no, mis brazos se congelan —y siguió avanzando hasta que la mitad de Draco estaba fuera de la cama —Harry... me muero —y lo soltó.

—Ya basta, Draco. ¡Levántate! —prendió la luz, la imagen de Draco al ser bañada por la claridad, apareció como una visión fantástica. La cabeza colgando hacia atrás, los mechones platinos acariciando su piel o intentando alcanzar el suelo. Uno de ellos se deslizó gentil desde su frente hasta acompañar a los que bajaban como sedosas hebras de plata. La espalda en curva para dejar las piernas y las caderas recostadas en la cama y el torso en la misma dirección que su cabeza. Era una extraña contorsión, inquietante, no tanto por parecer imposible o dolorosa, sino porque exponía al rubio como una ofrenda. El cuello era el gran protagonista, terso y tirante por la caída de la cabeza. Brillaba como por luz propia, de un blanco reluciente y cremoso. Harry rió apartando sus pensamientos de la mordible impresión de ese cuello. Uno de sus brazos caía dramáticamente al suelo, el otro descansaba sobre su pecho. El rostro parecía dormido, sus ojos suavemente cerrados y sus labios entreabiertos... —levántate.

—Soy la bella durmiente, Potter. Siendo muggle debes conocer esa cursi historia.

Harry se largó a reír

—Es "Bella", Malfoy. Eso implica que es mujer, tú no eres una princesa.

—No. Pero soy muy bello —una sensual sonrisa se dibujó en los sedosos labios —Ya conoces el cuento, sólo el beso de un príncipe puede despertarme.

—Ya levántate —ordenó Harry, pero no obtuvo respuesta. Los labios de Draco dejaron de sonreír y volvieron a su antigua posición fingida, atrayentemente dormidos.

Potter continuó vistiéndose viendo como el chico seguía en esa incómoda pose, en realidad Draco era muy flexible, él se hubiera quebrado la espalda en esa posición... —Ya deja de hacerte el payaso, levántate.

Pasaron un par de minutos y Harry supuso que el chico no se levantaría a menos que hiciera lo que pedía.

...Besarlo...

Un cosquilleo anticipado revoloteó por todo su cuerpo y una sonrisa tonta y nerviosa se apoderó de sus facciones cuando dio unos pasos hacia el rubio.

—Te juro que a veces te mataría —Y le besó rápidamente la mejilla. En el fondo sintió que era un desperdicio no darle el beso en la boca, pero acalló sus impulsos. No iba a tocar esos labios que tantas cosquillas sospechosas despertaban en él. Por supuesto estas eran negadas, pero aún sin estar conciente, las consideraba un peligro.

Apenas rozó su mejilla se alejó, esperando la reacción... Pero no ocurrió nada. — ¿Qué? ¿No sirvo como tu príncipe?

—El beso es en la boca —contestó abriendo un ojo, lo que le daba un aspecto bastante picarón. Harry tomó una almohada y se la lanzó a la cara.

—Levántate o mando a Hannah para que te saque de la cama —lo amenazó y salió de la pieza cargando una insistente sonrisa que no pudo borrar aunque deseara parecer ofendido.

Draco permaneció en la misma posición un instante luego de que Harry se fuera. Cerró los ojos reviviendo el momento. Al sentir que el moreno se acercaba creyó que realmente lo besaría. Que tonto de su parte, Harry nunca se prestaría para ese tipo de juegos.

Pero pensar que era un tonto no servía para arrancar la intensa desilusión que había dejado el moreno.

¿A qué punto patético has caído Draco? Tener que engañar a alguien para que acceda a besarte...

Se levantó en el acto borrando ese tipo de pensamientos que normalmente lo arrastraban a cometer más estupideces de las que ya estaba realizando.

No, tenía que alegrarse. Al menos la sensación de los labios en su mejilla todavía ardía en el lugar del beso. Se puso toda la ropa que pudo hasta que empezó a verse amorfo, se quitó una de las prendas para no perder su elegancia y ordenó su cabello. Tomó el pomo de la puerta y sonrió con aire prepotente, procurando barrer toda sombra de pensamientos inapropiados para volver a enfrentarse a Harry. Con su máscara puesta, giró la manilla y cerró los ojos para recibir el golpe de aire frío que a esas horas era despiadado. Pero el golpe que lo esperaba era muy diferente.

—Draco... —Harry giró hacia él cuando lo escuchó salir. Su voz sonaba alarmada, el rostro pálido indicaba una terrible noticia. Lisa y Hannah tenían la misma actitud del gryffindor. Draco recorrió los rostros con una alarma creciente golpeando su pecho, hasta llegar a un punto más atrás, en donde Calixto lo miraba con ojos vacíos.

— ¿Qué ocurre? —Su sonrisa engreída, la que acababa de preparar, fue absorbida por la anticipación. La alarma se traducía en latidos contenidos, suspendidos. Pero su rostro acostumbrado a disfrazarse, adoptó la frialdad necesaria para recibir cualquier noticia sin ser afectado, y ya nada de ese nerviosismo podía ser visto.

Calixto se acercó a él dilatando inútilmente el momento que se volvía desesperante.

—Díganme que pasa —Apuró impaciente, el miedo casi ahogándolo, acechado por uno de sus más grandes temores... perder a Blaise.

—Un chico de cuarto —Contestó ella, su voz sonaba tan hueca como la mirada —acaba de intentar suicidarse.

Draco no mostró cambio en su expresión, pero una confusa ola de sentimientos corrió a través de él, intercambiando terror por liberador alivio, alivio por sorpresa y comprensión, luego destrucción, confusión... desilusión, dolor.

—Ven —le ordenó a la prefecta y sin mirar a sus compañeros ni preguntar si podía abandonar su guardia, bajó la escalera rumbo a su casa.

Los otros tres quedaron acongojados en cubierta, sintiéndose más reales y frágiles que nunca.

— ¿Cómo pudo ocurrir...? —preguntó Hannah al viento, viendo a los dos chicos partir. Harry y Lisa permanecían inmóviles, también mirándolos; tal como Hannah, agradecidos porque lo ocurrido no fuera en su casa, —creí que todos estábamos bien... —Y culpables por sentirse así, dolidos porque ese chico de todas formas les pertenecía. —cómo pudo ocurrir... —temerosos por saber que esto sí era posible...

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Calixto llevaba a Draco hacia la enfermería. Ahí los esperaba Blaise, quien había acompañado a Pomfrey para transportar al suicida desde la sala común.

— ¿Cómo...? ¿qué hizo para matarse...? —Preguntó Draco caminando apresurado, su voz impasible sacudía a la chica, para quien Draco era la figura de autoridad, la protección de su casa y su refugio; a pesar de haber tenido varios pleitos con él, un desengaño amoroso y algunos sueños rotos... pero, de todas formas, seguía siendo el príncipe y la persona que había estado deseando ver para buscar consuelo. Por eso, la frialdad era desesperante.

—Se cortó el cuello... —un estremecimiento la atravesó cuando revivió toda la escena, el pequeño de primero frente a la puerta abierta pálido, mirando hacia la habitación aparentemente vacía. La niña del mismo nivel gritando por ayuda, corriendo desde aquella pieza poco concurrida, exigiendo que despertaran a todos, el charco de sangre, los débiles gemidos de Mathew, que luego de mutilarse, intentaba desesperadamente conservar la vida. Respirando torpemente... la sangre goteando, ensuciando su rostro marcado por las lágrimas...

— ¿Dónde? ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO SE DIERAN CUENTA! —un despiadado tono golpeado, pero tan frío como era posible, se apoderó de las palabras de Draco, Calixto se mordió el labio cuidando no verse dolida y bajó la vista ante la mirada de desprecio, cargada de rabia y acusaciones.

El profesor apuró el paso. Esto no podía estar pasando, no en su casa... no a sus niños...

Apretó los puños, la impotencia lo consumía, el peso de toda la responsabilidad que había estado sosteniendo se convirtió en plomo sobre sus hombros y lo jaló hasta un negro abismo. Continuaba caminando tembloroso, y avanzaba únicamente guiado por la esperanza de que el chico se recuperara, de que saliera adelante... su casa no podía caer. Ya estaban tan lejos del peligro...

No soportaría perder a uno más.

Blaise estaba fuera de la enfermería, esperando la llegada de Draco. En momentos como aquel, el rubio, tal como para Calixto, era el soporte y SU apoyo.

— ¿Cómo está? —preguntó adusto. No miró a Blaise porque sus ojos se clavaron en la gruesa puerta blanca, cerrada. Una vez más se atoraron sus latidos, sabía que él tampoco podría entrar. Cayó un poco más en el espeso negro de su abismo.

—Pomfrey lo está curando ahora —Contestó Blaise.

Draco arrancó la vista de la puerta y la clavó en Zabini. El moreno cuidó de mantener la mirada del dragón que parecía desear matarlo por dejar que esto ocurriera —dijo que se recuperará, Draco —Agregó, esperando que eso hiciera cambiar el metálico iris.

Calixto soltó un suspiro, y con él salió parte de su aflicción.

—¿Cómo están los demás? —preguntó el rubio con la voz menos grave, pero aún fría. Aliviado de saber que la gravedad no había alcanzado la muerte.

—Deseando verte —respondió con franqueza el moreno, sintiendo el impulso de abrazar al rubio, de que lo abrazara, en realidad —Están esperando que les digas que todo estará bien...

—No sacamos nada con quedarnos parados frente a esta puerta —se giró para ver también a Calixto —probablemente Pomfrey lo dormirá hasta mañana. —Aunque su voz era la misma, la mirada gris se había desprendido de la fiereza y les brindaba en el fondo de la pupila, una pequeña muestra de calidez. Tomó a Calixto de la mano y subió la escalera con paso firme, Blaise los siguió. Temeroso de lo que tendrían que enfrentar después de esto.

— ¿No suponen por qué lo hizo? —Preguntó sin mirarlos.

—No —contestó ella con valor, pues la voz de Draco volvía a sonar golpeada

—Últimamente había estado acompañado —completó Blaise. Como todos sus compañeros, había estado cuestionándose, repasando una y otra vez posibles razones para este acto —parecía haberle ganado a la soledad que lo definió las primeras semanas...

A la mañana siguiente, todo el barco se enteró de lo ocurrido. Nadie habría imaginado que uno de los pasajeros se sintiera tan mal como para intentar suicidarse y de pronto la tristeza y temor, que había caracterizado los primeros días de su estadía, regresó como una abrumadora sombra sobre sus esperanzas. Todos los estudiantes, conmocionados, dirigían sus miradas hacia la mesa de Slytherin, curiosos, pero sin maldad en su necesidad de enterarse de los detalles, sino que con deseos de ayudar. Para nadie era solamente un estudiante de Slytherin sino que se trataba de una miembro de la comunidad del barco, un camarada.

Si hubieran estado en el castillo, un discurso del director los recibiría al amanecer, pero no era el caso. Y tuvieron que conformarse con las palabras de cada jefe de casa, acompañado de los prefectos, quienes les dieron la noticia oficial en privado.

La platina cabeza de Draco no fue vista hasta la hora de la cena, en donde el chico comió rápidamente asegurando que estaba bien, y que el estudiante se estaba recuperando. Les informó que se quedaría en su casa esa noche y pidió a Bill que lo reemplazaran en su guardia. Apenas terminó de comer, se retiró.

Harry esperaba hablar con él al salir de la cena, esperaba alguna apreciación que quisiera comunicarle, algún tema que le preocupara... orientación, algo. Algo que compartiera con él de ese incidente, de seguro terrible para un jefe de casa. Pero no hubo nada de ese trato especial que esperaba, nada que le demostrara su amistad.

La noche anterior, Bill se había quedado con él para reemplazar a Draco en la guardia. Esta vez, Hannah y Lisa se ofrecieron a acompañarlo. No tenían mucho ánimo para dormir y los tres se sentían mejor estando juntos, repasando los eventos del día, y recordando lo que significó para cada uno enfrentar a sus angustiados estudiantes, anunciarles de ese incidente que era una violación a su vida en aquel monótono mar.

En la cubierta principal, se encontraron la cabellera de Hermione que se asomaba por la escalera. Ron y ella descansaban de sus rondas mirando el cielo saturado de nubes borrascosas.

—Hola chicos —Saludó Lisa.

Los cinco se quedaron conversando de lo ocurrido. Es extraño como en momentos como este, la compañía de quienes han vivido lo mismo se hace muy necesaria. Aunque nunca se haya hablado demasiado con esas personas.

—Hoy, al enterarme de todo, entendí algo que probablemente Dumbledore había previsto—Comentó Hermione pensativa. —Es cierto que necesitaba alejarnos de Voldemort y también requería de los profesores para las misiones contra él y el castillo para refugiar a los nuestros... pero además, el tiempo que hemos estado aquí... nos hemos unido mucho, como nunca en la historia de Hogwarts. Dumbledore siempre insistía en eso, en que debíamos ser una familia. ¿No se sienten así? —Todos asintieron. —Hemos estado viviendo como en un sueño, en una burbuja, este aislamiento nos ha dejado vivir nuestra juventud a pesar de lo que creía que sería cuando nos mandaron acá. Pensé que maduraríamos; es verdad que hemos crecido, pero no como la crueldad de la guerra nos habría hecho crecer. Este barco es nuestro, es nuestro mundo y no hemos podido evitar conocer a nuestros compañeros de casa, y a las otras casas...

—Es cierto —concordó Lisa —Yo creía que al llegar aquí, moriría de pena al alejarme de mi familia, y cuando vi el espacio insignificante en que viviríamos, sentí que me daría un ataque de nervios, pero ahora me siento realmente libre, e incluso acompañada por los que creía mis enemigos. Debo reconocer que he estado muy feliz a pesar de la guerra.

—Somos inconscientes de la guerra. —agregó Ron con un tono ausente.

Harry se sintió herido, porque él nunca sería inconsciente y Dumbledore lo sabía, para él estar ahí sería una agonía de incertidumbre y nada cambiaría eso... aunque ahora duermes con tu antiguo peor enemigo...

—Pero nos preparan para ella —Opinó Lisa —Estamos lejos y viviendo en un sueño, pero hemos mejorado mucho en transformaciones, en hechizos... y por todo lo que sabemos que ocurre, cada asignatura está enfocada a la defensa. A la guerra.

—Y ahora somos un ejército unido y confiado en nuestros compañeros —completó Hermione.

— ¿Creen que Dumbledore nos sacará de aquí antes de que derroten a Voldemort? —Preguntó Hannah.

—Tal vez, aunque no creo que desee involucrarnos en la batalla, pero puede tener contemplado el necesitarnos en una emergencia, después de todo, el mundo mágico también es nuestro —Respondió la gryffindor sin estar segura si era posible adelantarse a los planes de Dumbledore.

Harry se recostó después de haber hecho dos guardias, no había querido dejar a las chicas solas luego de que lo acompañaran. A pesar del cansancio, no pudo dormir hasta que faltaba una hora para levantarse.

Durante la conversación, le había parecido que eso de la burbuja los afectaba a todos, menos a él. Su compromiso con el destino lo ataba a la guerra, y permanecía alerta a todos los eventos referentes a ella. Pero ahora, que estaba solo con sus reflexiones, se daba cuenta que el sí era parte de este sueño, después de todo, estaba durmiendo con quien había sido su mayor enemigo hasta hacía unos meses, y justo en este momento lo que realmente le impedía dormir, más que la preocupación por el rumbo del barco luego del incidente y más que el pobre chico que había intentado suicidarse, era sentir el abandono de Draco.

Esta necesidad insensata de tenerlo cerca sólo podía ocurrir en un sueño.

¿Por qué Draco no se ha apoyado en mí?...

¿Por qué no me ha contado nada de lo que ocurre?...

Habían empezado a dormir juntos porque no deseaban estar solos, Draco se había pasado a su cama porque necesitaba que alguien lo apoyara... creía que deseaba que lo cuidara...

Pero Draco nunca había sido claro en porqué dormía con él... tal vez como le había dicho un día, únicamente no le gustaba dormir solo.

No, no podía pensar así de su amistad con Draco. Sabía que el rubio era orgulloso, era muy difícil que se abriera ante alguien para contarle como le afectaba esta situación, incluso ante él.

Al desayuno del día siguiente, Draco estaba sentado con ellos. El chico, Mathew, también había vuelto a la mesa de Slytherin, y comía encogido y nervioso por las fugaces miradas que todos le dirigían. Los de su casa parecían mimarlo mucho. Y Harry notó durante el día que varios chicos de otras casas hacían lo mismo.

Intentó hablar con Draco luego del desayuno, pero el rubio le pidió que lo hicieran más tarde porque estaba muy ocupado.

Ese "más tarde" no llegó. Draco no volvió a dormir a la pieza, pero si regresó para la guardia.

Al verlo aparecer, Potter sintió un enorme alivio. Su ausencia ese día había sido poco menos que traumática. Se sentía solo, abandonado, estaba consiente de que le faltaba algo muy importante, y al volver a estar junto a él, se sintió calmado y repuesto. Pero su alegría no duró mucho. El rubio losaludó frío, y caminó junto a él durante varios minutos sin hablarle. El aire a su alrededor se cargó de una espesa tensión que poco a poco engulló las esperanzas del moreno, quien había esperado una confesión de sentimientos.

Se detuvieron a un lado del barco, encogidos en sus ropas y arrimándose a un rincón en donde el viento era burlado. Draco temblaba de frío de vez en cuando. Harry suponía que no podía evitar los remezones debido a la falta de sueño y a la carga que estaba acabando con sus energías. Podía verlo en su rostro. La habitual luminosidad marchita, los labios secos y los ojos enmarcados con profundas ojeras. No podía dejar que siguiera así, tenía que ayudarlo, debía darle un pequeño empujón para que hablara, de lo contrario los hechos lo sobrepasarían.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó para empezar. No estaba seguro de haber escogido las mejores palabras, pero nunca se le había dado muy bien ser consolador.

—Bien —respondió cortante.

Potter lo miró largo rato esperando que se retractara, que dejara de mentirle y confiara de una vez por todas en él ¿No habían hablado ya de muchas cosas? ¿Por qué Draco lo estaba evitando justo ahora?

— ¿Qué ha ocurrido en tu casa? —tentó nuevamente el moreno.

—Ya sabes todo lo que necesitas saber —otra respuesta cortante, el filo de las palabras fue suficiente para que Harry entendiera que no debía seguir. Tal vez todavía no era el momento, aunque le dolía mucho que Draco no fuera más amable.

Se quedaron en silencio otro tanto, acompañados únicamente por el sonido del viento.

— ¿Dormirás abajo hoy? —si no lo hacía, era suficiente para él.

—No, no me parece que necesiten que esté con ellos.

Esa respuesta, algo más abierta, tranquilizó a Harry. Entonces lo peor ya había pasado, ahora nada más debía esperar que Draco se repusiera un poco y se decidiera a hablarle.

Pero a la hora de dormir, el abandono de Draco se hizo más claro, cuando sin titubear subió a su cama.

Harry miró hacia arriba sintiendo una puñalada, pero supuso que para él todavía el incidente era muy doloroso y conociéndolo, si es que lo conocía y si es que se podía prever lo que pensaba, lo normal era que se aislara. Draco no era el tipo de persona que compartiera lo que sentía. Ya se había dado cuenta lo difícil que era para el rubio abrirse y supuso que en su caso, tampoco querría que lo interrogaran. Decidió darle espacio, aceptar que durmiera solo y probablemente al otro día volvería a él.

Fue una noche desolada, el vacío que dejaba el rubio parecía más grande en medio de la oscuridad y la "extensa" superficie del lecho.

El otro día llegó con una ligera llovizna adornando el paisaje invernal. El Gran Comedor parecía mucho más acogedor de lo que Harry recordara. Era un tibio refugio de ese frío clima, las mesas llenas de un delicioso y caliente desayuno, y reinaba un ambiente de dulce hogar irresistible. Era claro que el intento de suicidio, en vez de disolver la unión o apagar las esperanzas y energías de los estudiantes, los había unido mucho más. Las acostumbradas peleas, normales en una familia, no habían sido vistas ese par de días y la paz era gratificante, hinchaba el corazón de júbilo. Aunque probablemente ese ambiente pacífico no duraría hasta la cena, por lo que había que disfrutarlo mientras durara.

— ¿Lo han tomado muy bien, verdad? —comentó Lisa apuntando a un trío de chicos que cantaban abrazados algo que ellos no podían escuchar. Los estudiantes a su alrededor aplaudían al ritmo de la tonada.

—Es enfermante —Observó Draco, —si esto sigue así, terminaremos diabéticos... —en ese momento, un pedazo de pan voló desde otra mesa y golpeó a uno de los chicos en la cabeza —Bien —Rió Draco cambiando su cara de hastío por una malvada llena de regocijo — ¡Alguien viene a rescatarnos!

Harry recordó su época de colegio, esa risa le desesperaba, podía saber cuando algo malo había pasado cuando la escuchaba. Ahora sólo pudo reír junto a ella.

—Juro que si esto no cambia, destruiré las ventanas para que entre la lluvia y apague este estúpido calor de hogar.

—No seas aguafiestas —Lisa le tocó la nariz de una forma dulce. Por supuesto, ese gesto tierno no le molestó.

Durante el día constataron que Mathew retomaba su estado de ánimo habitual, ya no parecía temeroso, ni amable. Era nuevamente un slytherin, con algunos compañeros interesados en conocerlo como diferencia.

Las razones de su intento por quitarse la vida no fueron publicadas. Evidentemente, por muy considerados que intentaran ser los estudiantes de Hogwarts, no pudieron evitar hacer conjeturas de las posibles razones que lo obligaron a tomar esa decisión, pero nadie podría saber con certeza que ocurría. A excepción de Draco, Blaise y Calixto.

Lisa y Harry le preguntaron que había pasado, pero el chico se negó a hablar. Al parecer habían hecho un pacto entre los cuatro y nadie se enteraría nunca de lo que pasaba por la mente del estudiante.

Luego del almuerzo, Harry intentó acercarse nuevamente a Draco. Se veía mucho más animado y se convertía nuevamente en el rayo plateado que iluminaba la mesa de profesores.

Malfoy salió a dar una vuelta y Harry lo alcanzó antes de que cruzara la puerta del comedor.

— ¿Adónde vas?

—Quedé con Blaise. —Respondió el rubio.

Una vez más la arrogante voz de Malfoy barría con todas sus cálidas expectativas, despedazándolo junto a ellas. Le costó reponerse del golpe, a la mirada de Draco le faltaba sólo un toque de desprecio para convertirse en la de antaño.

—Te veo luego entonces —terminó Harry y bajó a su despacho, atormentado por la confusión. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué lo estaba alejando?

La sangre le hirvió al caer en cuenta de lo que había dicho el rubio

"quedé con Blaise"

...Como si no lo hubiera visto suficiente estos días...

Decidió no volver a acercarse, supuestamente esa noche tenía que llegar a la pieza y ahí no estaría Blaise, y finalmente podrían hablar. O al menos, exigir algunas explicaciones...

Merecía una explicación por este trato ingrato.

Más tarde, antes de la cena, se encontró con Draco y Lisa conversando en la cubierta superior. Los impermeables eran lo único que acusaba su incomodidad por la lluvia, porque nada parecía afectar el poderoso interés que les producía su charla.

Sintió ahora, más que preocupación, rabia. Aceptaba que Draco no le hablara únicamente porque se había convencido de que el chico necesitaba espacio. Pero soportar que hablara con Lisa era otra cosa ¿cómo era posible que lo plantara a él?

Desde donde los veía, parecía muy animado como para achacarle su estúpida actitud a la pena o preocupación.

Más tarde, un segundo encuentro fue truncado cuando, luego de la cena, Harry decidió visitarlo en su despacho. El rubio estaba en el pasillo, con Blaise. Harry se quedó viendo como transcurrían los hechos. Draco parecía lánguido, triste. Era una de esos estados que le había permitido ver exclusivamente porque era su compañero de cuarto; y en muy pocas ocasiones, a pesar de que pasaba por la peor época de su vida. Detestaba saber que Blaise también tenía el privilegio de presenciar a ese Draco tan honesto.

Detestaba ver que el chico le acariciaba la espalda para consolarlo.

Y ahora lo abrazaba. Se abrazaban.

El despecho se asomó en el alma de Harry. Odiaba a Blaise...

...Harry deseaba ser Blaise.

Draco le besó la frente, empinándose para alcanzarla, y un nuevo abrazo los unió. Como si sólo ellos existieran en el barco, como si se pertenecieran.

Al menos eso sintió Harry.

Ese gesto lo hacía sentir desplazado, arrojado lejos como alguien que nunca sería suficiente para Draco. El rubio no buscaba simple sexo, estaba siendo completamente tierno, platónico y eso si lo podía buscar en Harry... porqué me hace esto...

Subió a su habitación por la otra escalera. Tomó una larga ducha caliente para quitarse el frío que lo asaltó mientras estuvo en cubierta.

Tenía pena.

Tenía rabia.

Se sentía solo.

Secó su cabello, cansado. Había dejado su trabajo a medias y no le importaba, estaba aburrido de trabajar.

Imaginó que el rubio no dormiría en la pieza. Estaba seguro que Draco prefería mil veces estar en su casa, con los suyos, y sobretodo, cerca de Blaise.

Se acostó odiando sentir que el chico no le pertenecía como había dado por sentado. Hasta ahora no se había dado cuenta de eso, sentía que era su amigo, sobretodo "su", "suyo". ...qué estúpido...

El cansancio acumulado por los días en vela lo derrumbó agradablemente temprano. Pero el sueño no duró hasta la guardia porque, en medio de la noche, sintió el movimiento generado por la cama de arriba.

Se despertó bruscamente al darse cuenta de que Draco estaba de vuelta. Se levantó veloz y trepó la escalera del camarote, guiado por dos impulsos contrarios: el añorado abrazo que sería la guarida de Draco; quería meterse en esa cama y consolarlo, besarlo, acariciarlo... Pero con la misma energía su sangre gritaba por una revancha; deseaba gritarle, estrangularlo, exigirle que se disculpara por toda la ingratitud infundada que había despedido.

Llegó a la cama de Draco.

Un metálico ojo se asomaba entre las frazadas, estaba frente a él y tan abierto como el de un águila.

—Hazte a un lado —le exigió Harry, sorprendiéndose por la rudeza de sus palabras.

Draco no reaccionó inmediatamente; con sólo un ojo apenas visible por la oscuridad, Harry no podía intentar adivinar lo que pensaba, ya era difícil hacerlo a plena luz del día y con todas sus facciones a la vista.

Perezosamente el chico se remolcó hacia la pared, procurando dejar la frazada en que estaba envuelto antes de alejarse. Harry se metió rápidamente y se cubrió hasta el cuello.

Estuvieron en silencio, el Gryffindor de espaldas mirando el techo y Draco al revés, con el rostro hacia el moreno. A pesar de no hablar, ninguno cerraba los ojos para dormir. Luego Harry cambió de posición y se recostó sobre un lado para quedar de frente a Draco. El brillo de sus ojos resplandecía en medio de la noche, los tenía clavados en Harry, esperando a que hablara. Pero el moreno no dijo nada, se limitó a mirarlo con la misma intensidad, hasta que sin darse cuanta deslizó su mano entre los tapados y tocó con la palma la tibia espalda del rubio. Un tenue remezón delató la sorpresa de Draco, nada más, pues sus ojos continuaron imperturbables.

El valor de Harry aumentó al encontrarse frente al peligro.

Luego de la reacción inicial, Draco no hizo nada más que mirarlo.

Sin saber qué hacía realmente, la palma de Harry se movió tímidamente, dulce, recorriendo la espalda cubierta con un delgado pijama que imprudentemente Draco ocupaba en los días más fríos. Al menos cubría sus brazos.

Las delicadas caricias continuaron su recorrido mansamente, a veces no era la palma sino el dorso de su mano la que permanecía rozando la espalda. Hasta que Draco cerró los ojos y se acercó a Harry.

— ¿Por qué no me has hablado? —exigió saber el moreno, mientras subía su mano desde el cuello hasta el dócil pelo rubio.

Draco abrió los ojos y alejó su cara lentamente para mirarlo.

— ¿Crees que esto durará para siempre? —Preguntó, cargando una respuesta negativa en sus ojos.

Harry no respondió, no estaba seguro a qué se refería. Draco se alejó otro poco. La mano de Harry bajó hasta su cintura y descansó ahí, esperando lo que haría el rubio.

— ¿Qué crees que ocurra cuando salgamos de este barco? Si terminara la guerra con Voldemort. Si acabaras con él.

— ¿Adónde quieres llegar?

—Pocos en mi casa se sienten seguros de que ocurrirá con ellos al salir de este barco. El resto siente que caerá al infierno.

Harry detestaba la falta de fe de los Slytherins, pensaba que estaban demostrado que los apoyaban y no entendía porqué seguían creyendo ser pobres seres desertados.

—Dumbledore no los abandonará... —señaló impaciente.

— ¿A no? ¿Nos cuidará por siempre? ¿Hará una choza para nosotros, junto a la casa de Hagrid, para que vivamos siempre felices?

Harry quitó sus manos de Draco y se sentó —¿puedes hablar en serio por una vez? —preguntó evidentemente molesto con la tonta actitud burlona —para nadie es fácil enfrentarse al futuro incierto que nos espera. Lo único que sabemos es que no seremos abandonados.

—En mi casa, las cosas no se ven tan optimistas. —sentenció Draco amargamente.

Otro silencio reposó entre ellos. El moreno entrelazaba sus dedos nervioso, repasando la conversación e intentando entender como habían llegado a ella, entonces...

—¿Eso es lo que impulsó a Mathew a suicidarse?

—No —Draco respondió cortante y cerró la boca, él jamás le diría a Harry la razón.

Mathew era un mortífago, el pobre chico sin suficiente convencimiento por su lealtad a Voldemort, había intentado no acercarse a nadie, no encariñarse con nada. Pero el barco lo había absorbido, y en su desesperada situación, sintiéndose traidor de Hogwarts y traidor de Voldemort, seguro de que lo matarían si se arrepentía, prefirió morir por sus propias manos. Por supuesto, la vergüenza de ser mortífago jamás le dejó confesar su situación. Pero Draco, Blaise y Calixto lo aconsejaron, lo ayudaron a liberarse de sus culpas y a tener esperanza en el mañana. Aunque ninguno de los tres sintiera muchas.

Hubo un tenso silencio, hasta que Draco terminó lo que había dicho —El tema simplemente nació de todo ese caos.

Nuevo silencio. Harry levantó la vista navegando por la oscuridad, buscando respuestas. Esta conversación no los llevaba a ninguna parte, Draco no daba excusas por su actitud, no explicaba nada de lo ocurrido en esos días. No dejaba que Harry lo arrullara y consolara como soñaba hacerlo. No hacía nada más que seguir apartándolo.

—Todavía no me respondes porqué no has querido hablarme, porqué me has estado evitando.

—Tú nunca entenderás. —otra frase que para Harry era demasiado vaga, había esperado mucho como para estar aguantando esta conversación, deseaba una respuesta, una respuesta directa ¡maldición!

—Es difícil que te entienda si no me hablas —contestó en tono insolente.

—Porque tienes mucha gente esperándote —pero Draco parecía no querer cambiar de discusión —Nosotros no. Por el contrario, rogamos porque nadie nos espere... —dijo lleno de rencor, con la voz demasiado amarga para tratarse de un adolescente. Harry tamborileaba los dedos cada vez mas impaciente, más indignado —Blaise por ejemplo. Lo mejor que puede pasar es que sus padres mueran en la batalla, es la esperanza para recuperar a su hermana, para poder llevarla con él. De lo contrario existe el riesgo de que sus padres aleguen haber estado bajo la maldición Imperius... si alguno sale libre, lo buscarán hasta matarlo y Atenia nunca viviría en paz...

—Nadie creerá que son inocentes —respondió cortante.

—A mi padre le creyeron —continuó imitando el tono de Harry —A pesar de que cometió horribles crímenes y que habían muchos testigos que lo acusaban de mentiroso...

—Pero eso fue la primera vez. Ahora...

—Y aunque no les crean, siempre pueden escapar... —terminó el rubio acallando las réplicas de Harry.

Otro silencio, Potter estaba realmente harto de escuchar estas quejas.

— ¿Por qué ves todo tan negro? Si Voldemort cae, estoy seguro que arreglárnoslas para vivir será lo más fácil.

Otro silencio.

— ¿Cuál sería mi mejor futuro según tú? —Harry recordó cual era su mejor futuro. Siempre había querido ser auror. Al preguntarse por el deseo de Draco, se dio cuenta que no lo conocía. —Dímelo, si mi vida según tú fuese tan fácil de arreglar...

—Podrías tratar de alcanzar tus sueños —respondió harto, era obvio que no retomaría su vida, pero podía intentar hacer algo.

—Matar a mi padre es mi sueño —Harry sintió un escalofrío al recordar la primera vez que le escuchó decirlo, la mirada vacía de todo, menos de odio —Y suponiendo que la guerra se acaba, y él muere. ¿Qué hago después? —exigió apoyándose en los codos para ver mejor a Harry, los ojos de Draco brillaban punzantes desde la oscuridad, como un resplandor filoso que intentaba cortar, desgarrar a quien tuviera cerca.

Harry, ya sin tanta seguridad, respondió —Hacer lo que tenías pensado antes de desear eso.

— ¿Ser un mortífago? —preguntó burlón.

— ¡¿Y qué quieres! ¡¿Qué te busque algo en qué ocuparte!

—No.

— ¡¿Entonces! ¿Adónde quieres llegar? ¿A que estás solo?. ¡Pues no lo estás!

—No, claro que no. Tengo a mi casa.

—Y a Snape, y a Molly... ella estará encantada de tenerte en su casa... y... yo... también estoy contigo. —Se sonrojó al decirlo, ahora entendía que secretamente había estado suponiendo que volverían a la mansión Black y que Draco ahora no dormiría con Blaise, sino con él. Pero se estaba dando cuenta de que tal vez las cosas si cambiarían.

—No seas tonto, Harry —y al parecer esto último era lo que Draco tenía en mente —si piensas que volveré con tu familia tienes que estar realmente loco. Yo no tengo nada que hacer ahí.

— ¿Ah no? —preguntó amenazante.

—Esa es tu familia, no la mía. No volvería al mismo techo con los Weasley o con Black —determinó fríamente — el mejor futuro que puedo imaginar es largarme con Blaise, y si todo sale bien, también con su hermana. Nos llevaríamos a los slytherins que estén solos, lejos de todo, a salvo de cualquier intento por eliminarnos, en una casa bonita y con caballos...

Eso fue demasiado doloroso para Harry. Había creído que eran amigos, que compartían un lazo, secretos, recuerdos, sentimientos... sentía arder el estómago de rabia. Después de todo, el rubio no lo consideraba en sus planes, pensaba no volverlo a ver. La realidad que se había construido respecto a su compañero se quebraba y caía a pedazos. Ahora la verdadera relación que compartían se revelaba cruel: Sólo dormía con él porque era su compañero de pieza.

Que tonto en pensar que lo buscaría cuando ya no hubiera una obligación, que tonto en creer que si tuviera libertad plena de verse con Blaise lo preferiría a él. Después de todo, la amistad había nacido de la soledad de sus cargos, de la obligación de verse a todas horas, a solas, y de tener que trabajar en equipo.

Lejos de Blaise para Draco, lejos de Hermione y Ron para él.

Recordó lo que había visto hacía unas horas. A Blaise y Draco abrazados... Estaba seguro que a pesar de negarlo, Draco estaba profundamente enamorado. Lo que no entendía era porqué si lo supo desde antes de llegar al barco, se había empeñado en no creerlo.

Empujó las frazadas y saltó de la cama, ya no tenía nada que hacer ahí.

—De esto hemos estado hablando y por eso no quería acercarme a tí...—susurró Draco, que permanecía inmóvil viendo como la inusual calidez que Harry había demostrado, se disolvía por completo y ahora se alejaba—...porque terminaría contándote mis planes y sabía que te enojarías.

Harry se quedó de pie mirándolo con creciente ira, en silencio. Cada vez más consciente que todo era una ilusión. La única forma de ser realmente considerado por Draco, era formar parte de su casa. Siempre había sido así. ¿Por qué se había engañado pensando en algo diferente?

¿Por qué se había engañado referente a todo lo concerniente a su relación con Draco?

—No pidas ser mi confidente si no eres capas de aceptar la noticia —replicó Draco, adivinando la indignación de Harry, aunque era clara.

Para Potter, esa fue la gota que rebalsó el vaso.

— ¿Y CÓMO ESPERAS QUE LA ACEPTE? ¡ME HAS ESTADO HACIENDO CREER QUE ERES MI AMIGO... —Su rostro enrojeció inmediatamente al comenzar a gritar —...CUANDO EN REALIDAD SÓLO ME USAS!

Draco se sentó desafiando al chico a pesar de temer su mirada a punto de estallar— ¡NO ES MI CULPA QUE NUNCA OCUPES TU CEREBRO! —se defendió tan enojado como Harry — ¡NO ES MI CULPA SI NO TE HAS CUESTIONADO LO QUE OCURRIRÁ...

—NO TE EXCUSES —lo amenazó con el dedo — ¡TE ESFUERZAS POR SER VÍCTIMA! —lo acusó golpeando la cama — ¡SI INTENTARAS DOMAR TU ORGULLO, UN POQUITO, PODRÍAS VIVIR CONMIGO, EN LA CASA DE SIRIUS, BAJO SU PROTECCIÓN Y LA DE OTROS MIEMBROS DE LA ORDEN!. —Respiraba agitado y veía como el pecho de Draco hacía los mismos movimientos bruscos para respirar. —¡SABES QUE ALLÁ ES SEGURO; Y SI REALMENTE PIENSAS EN AYUDAR A LOS DE TU CASA, PODRÍAS LLEVARLOS AHÍ EN VEZ DE EXPONERLOS SÓLO PORQUE NO QUIERES A SIRIUS!. —se detuvo tomando una bocanada de aire, fulminando al Draco que permanecía quieto en la cama, mirándolo. Su pecho había dejado de moverse, al parecer más calmado. Tuvo deseos de destruir toda la pieza, lo haría si el rubio seguía mirándolo con esa estúpida cara.

—Bien, Harry —pronunció con suave malicia, Potter aguantó la respiración para escuchar el contraataque — según tú, ¿yo te abandono? Pues te doy la posibilidad de venir conmigo. Con nosotros. No iré a esa casa, ya te lo dije. Hemos visto muchas posibilidades y todos estamos de acuerdo en que no soportaremos estar ahí, no somos como tú. Somos orgullosos y necesitamos independencia. Y no consideramos que sea un lugar seguro. Nada será seguro si nos conocen. ¿Pero ya que te parece tan fácil que renuncie a mis planes, por qué no renuncias a los tuyos? Ven conmigo. —Harry lo miraba en silencio, ¿por qué Draco era tan obstinado? —Ven conmigo —repitió intentando tener una reacción del moreno —deja a tu padrino, a tus amigos, a la señora Weasley... a toda la familia que amas, que conseguiste luego de la muerte de tus padres.

— ¡NO ES LO MISMO! —gritó indignado. ¿Cómo se atrevía?

—Para mí lo es. Si me fuera a vivir contigo nadie me seguirá, me quedaría solo. Sólo te tendría a ti, a ti y el infierno de esa casa.

Silencio nuevamente, Draco esperaba que el moreno sopesara, que entendiera su punto.

Y Harry estaba entendiendo.

Slytherin era la familia de su amigo y no los dejaría a un lado, Harry tampoco se alejaría de Sirius y de los Weasley por Draco. No se iría a la casa lejana de Draco a cuidar a la hermana de Blaise, cuando el par de tórtolos desearan pasar la noche juntos, y no aceptaría dormir con Draco cuando Blaise llevara otras amantes. No, no podía esperar que Draco dejara a Blaise y a los suyos, para quedarse junto a él, en una casa que no le pertenecía, resistiendo las discusiones con Sirius y con todos los que no los soportaban. Esto sólo duraría mientras estuvieran en el barco, mientras los cargos que tenían separaran al rubio de Blaise por cuatro pisos, y él compartiera momentos a solas con Draco porque nadie más estaba autorizado para estar con ellos.

—Entonces no nos volveremos a ver —sentenció con amargura, definiendo una amistad que desde un principio se presentó sin futuro. Seguía creyendo que Dumbledore podía ayudarlos, que las cosas podían salir mejor, no tan extremistas, pero no tenía ganas de discutir con el rubio si éste no podía pensar en otra cosa que alejarse... estará bien por mí... se consoló rencoroso.

Entró en la cama abandonada, aún conservaba el calor desde que había subido.

No estaba seguro de qué le dolía mas, saber que Draco no buscaba otra solución, o saber que si esa era la única, su amistad no era tan fuerte como para obligarlos a renunciar a algo. Saber que realmente no tenían nada que ofrecerse.

— ¿Realmente quieres dormir solo? —preguntó Draco que se había inclinado para mirarlo. No era que en la penumbra viera mucho.

Harry no respondió. Se limitó a echarle un vistazo al pálido rostro apenas perfilado por las sombras y se sentó para verlo mejor.

No volvería a verlo.

No soportaba pensar en eso.

—No te enojes porque no nos volveremos a ver —susurró Draco meciéndose un poco —tal vez no tengamos que tomar decisiones, lo mas probable es que nos maten en la guerra —la voz sarcástica alivió la tensión para ambos, y a pesar de que el tema no era para la risa, Harry rió. Una pequeña carcajada, pero era suficiente para sacar la tensión excesiva que le impediría dormir, o volver a hablarle a Draco.

—Sube —lo invitó Draco... y él obedeció, sabiendo cuán ciertas eran esas posibilidades. Nunca hablaban de eso, pero en el fondo, ambos sentían que morirían. ¿Para qué preocuparse entonces?

Draco le dio dos besitos en el cuello antes de apoyar su cabeza en el hombro, y quedaron en silencio nuevamente con una tensión en el aire que indicaba a ambos la falta de una última frase.

—Creo... —dijo Draco —que deberías escribir a Dumbledore, para que te dé noticias reales de lo que ocurre afuera —no estaba muy seguro de que esta fuera la frase que necesitaran decirse, pero todo el pleito se debía a la incertidumbre. Tenían que hacer algo para disolverla, aunque fuera un poco —pregunta por Lupin... por como va la guerra...

—Pensaba hacerlo —respondió distante. Draco volvió a darle un suave besito en el cuello y se apegó todavía más a él. Ahora el silencio era definitivo. Harry se acomodó y durmió sintiendo que tal vez no era una relación como la que tenía con Hermione y Ron, franca y segura pero a pesar de todo sí era real, y también era real que lo quería mucho y estaba seguro de que el rubio sentía igual.

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No deseaba abrir los ojos, sentía como si lo hubiesen apaleado durante toda la noche. Trató de tomar el reloj de la mesita de noche para ver la hora, pero por más que aleteó en su búsqueda, no lo encontró; de hecho, no encontró nada. Intentó moverse hacia la derecha, pero un bulto no le dejó.

Draco. Pensó inmediatamente.

Abrió los ojos con dificultad y se encontró con el techo blanco.

¿Techo? ¿Cómo...?

Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar lentamente, mientras que su cerebro despertaba.

Había subido a la cama de Draco.

Había logrado hablar con Draco.

Recordó lo que el chico le dijo, y su malestar se incrementó. No quería que se fuera.

Se sentó en la cama apartando trabajosamente el cuerpo del rubio, e invocó el reloj del velador.

—7:30—dijo en voz baja. Draco se removió a su lado.

Pasó su mirada desde el reloj hasta el chico dormido. Se había acostumbrado a tenerlo cerca, a reír con él, a dormir con él, a pasar gran parte de su tiempo con él. ¿Cómo se supone que acabaría todo tan fácil?

Debe haber una forma...

Si, seguramente existía la manera de juntarlos a todos. De alguna forma lograría que todos quedasen contentos, que su Draco se quedara con él, pero cómo...

¡Rayos! ¡Cómo deseaba que su vida en el barco no terminase!

— ¿Qué ha-haces? —le preguntó el rubio entre bostezos — ¿Qué hora es?

—Hora de levantarse —y bajó por la escalera.

—No quiero —se estiró como gato —tengo flojera...

Harry lo miró por unos segundos; definitivamente no quería dejarlo partir.

El día estaba frío y una neblina se había apoderado de las cubiertas. La mayor parte del alumnado se había refugiado en sus salas comunes, junto a la acogedora chimenea, mientras que otros más arriesgados jugaban a deslizarse por el piso húmedo. Algunos ya se habían lastimado, e inclusive un par casi había caído por la borda, por lo que el juego rápidamente había sido prohibido.

Los cuatro jefes de casa recorrían la planta más amplia, en donde los más temerarios estudiantes aún intentaban hacer sus piruetas.

— ¡Largo de aquí! —los echaba sin mucho tacto Draco — ¡Y diez puntos menos!

— ¿No crees que es un poco patudo de tu parte? —Lisa se apoyó en una baranda —Lo que ellos están haciendo, es muy parecido a tu jueguito.

— ¿Perdón? —el rubio parecía indignado —No compares. "MI" juego era mucho mejor, más divertido; y tomé precauciones.

—Mentira —lo corrigió Harry —era bastante peligroso.

Draco ni siquiera lo miró —Además, YO soy jefe y ellos no —Se reclinó de espaldas en la baranda y cerró los ojos, sintiendo la suave y fría brisa en su rostro. La bufanda negra, que tenía alrededor del cuello, ondeaba juguetonamente a su lado, al igual que un rebelde mechón platino.

Harry lo observó, se veía muy lindo ahí, con los ojos cerrados y una especie de sonrisa en sus suaves labios. Resultaba increíble como ese niño, que en esos momentos parecía que no podía ni quebrar un plato, pudiese ser tan cruel en ocasiones. Que pudiese olvidar tan rápido las cosas y seguir con su vida como antes; mientras que él no lograba borrar de su memoria la conversación de la noche. Aún le atormentaba.

—...por supuesto —Draco se reía encantadoramente —siempre he sido así.

Harry cayó en la realidad, los chicos habían seguido hablando y ahora no tenía idea de lo que decían.

—Soy simplemente divino —el rubio se corrió el pelo hacia atrás y sonrió provocadoramente.

—Eres simplemente ególatra —le dijo Hannah. Si bien entre ellos la relación no era precisamente de amigos, no se llevaban tan mal como antes. Ya podían hablarse, e inclusive reír juntos.

—La que habla, es la envidia. Envidia por mi blanca e inmaculada piel —se desató la bufada, dejando expuesto su cuello, para que todos pudieran verle a la perfección —envidia por lo bello que soy. ¿Sabías que el blanco en el color de la divinidad? —dijo tomando delicadamente el mentón de Lisa.

La chica sonrió y le pasó un dedo por la garganta en una suave caricia.

—...y yo soy blanco, por lo tanto, soy una divinidad...

— ¿Tu? —exclamó Hannah —ni sueñes.

—Tengo todo para serlo. Soy un Adonis, guapísimo, elegante, perfecto en todo sentido...

—Sí, sí, Draco —Lisa miró el reloj, ignorándolo— ¿No es hora de nuestra clase de pociones? —le preguntó a Harry.

— ¿Ah? Sí, claro —respondió el moreno. En realidad, no escuchaba a nadie, se había quedado pegado mirando a Draco inconscientemente. Otra vez esa piel le absorbía sus pensamientos.

—...la pureza del ser mismo...

—Ya vamos —Lisa tomó al rubio del brazo y lo arrastró hacia el aula de pociones. Hannah, que no asistía a esa clase (una cosa era conversar con el slytherin y otra muy distinta era ser su alumna), se quedó vigilando la cubierta.

Llegaron a la sala y los chicos sacaron sus elementos para trabajar, Malfoy seguía con su perorata:

—...con la suavidad de los dioses, una fantasía de muchos, delicia de pocos... —observó a sus alumnos.

—Draco, ya empieza —Lisa tenía todo sobre su mesa y esperaba las instrucciones.

—Que aburridos...—dejó su abrigo y su bufanda sobre una silla y se acercó a ellos —Bien, continuaremos con la poción de la clase pasada, y espero que esta vez si resulte —entrecerró los ojos y miró a Harry.

—Si sé.

—No hay mucho más que decir, la poción tendría que estar cocida y ahora deben agregar el resto de los ingredientes a fuego mediano, sólo para mantener el calor—se acercó a su estante y sacó varios frasquitos y cajas, que luego dejó sobre la mesa —Aquí está todo lo que necesitan, así que.. ¡A trabajar!

Harry odiaba esa clase. Al principio creyó que por no tener a Snape delante, sería más fácil, pero se había equivocado medio a medio. Claramente Draco no le gritaba hasta ponerse rojo, ni le quitaba puntos hasta por existir, pero se acercaba, y mucho. Ya llevaban algunas semanas desde que esas ayudantías habían sido concebidas, y él seguía cometiendo los mismos errores de siempre. Olvidaba poner ingredientes, revolvía mal el caldero, o sencillamente quemaba sus pociones haciendo que Draco perdiera la paciencia; y es que para ese tipo de cosas, Malfoy era completamente intolerante. Todo debía ser perfecto.

"Mal" le repetía constantemente cada vez que se le acercaba.

"Esta todo mal" y "Ahora entiendo al profesor, eres muy malo..." eran sus frases predilectas para quejarse.

—¡Corta bien esos raigones de una vez! —le dijo cuando por tercera vez, Harry rompía las plantitas.

— ¿Y que quieres que haga? —el moreno no andaba de muy buen humor —Son imposibles.

—Mira bien —Draco tomó las matas y las enfiló, tomó la navaja y cortó sin mucho esfuerzo —Es técnica, no fuerza. Las pones en posición y pasas el filo con cuidado. Inténtalo tu.

Lo intentó, pero no le resultó del todo; algunos raigones se negaban a ser cortados. ¡No era su culpa!

— ¡No, ¡No es así! —agarró los ingredientes y nuevamente los ordenó sobre la mesa —Tomas la navaja así —le agarró la mano y le puso el cuchillo —y luego lo deslizas de esta forma. ¿Ves? Hay que cortarlos, no aplastarlos y hacerlos puré.

—Ya sé.

—Draco...—Lisa intentaba no reír —tengo un problema.

Harry agradeció que la chica le llamara, no soportaba que lo trataran así. Decidió que dejaría esa tarea para después y se dedico a machacar escarabajos, por lo menos así podía descargar su enojo.

No supo cuanto tiempo estuvo pulverizando los insectos, pero para cuando paró, los había reducido a un finísimo polvo.

— ...es fácil, ¿verdad? —los otros jóvenes rieron.

Harry levantó la vista y vio a los chicos junto al caldero de Lisa, estaban juntos y se veían muy divertidos.

—Ahora... —la voz de Draco era ¿sensual? —revuelves lentamente.

— ¿Así? —se miraban y sonreían.

—Uhm... Casi —el rubio tomó con suavidad la mano de Lisa y la guió —Es de esta forma.

Harry los observaba desde su mesa, no tan lejana. Estaban coqueteando descaradamente frente a él, como si no existiera.

Ahora Draco había pasado una mano por la cintura de la chica, y le susurraba las instrucciones en su oído.

No pueden ser tan...

Sintió como si se hubiera tragado un ají verde completo, y el calor le subía hasta la garganta. Claro, a él le gritaba, pero a ella...

Que idiotez.

A cada risita estúpida del par, más rabia le daba. Su poción comenzó a burbujear peligrosamente.

—Hay que echar la flor de molly, ¿cierto? —preguntó Lisa a su profesor, quien estaba muy entretenido retorciendo entre sus dedos un mechón de cabello castaño.

Del caldero de Harry comenzó a salir humo amarillento, y el caldero se fundió, derramando toda la poción mal hecha. Los otro chicos se dieron cuenta y se separaron, Draco sacó su varita e hizo desaparecer el caldero y la fracasada poción. Miró a Harry pidiendo una explicación.

— ¿Qué pasó?

—Se quemó.

—Eso se nota. ¿Por qué no le pusiste atención? Sabías que no podía llegar a más de 53 ºC y que debías...

Y Harry se cansó de todo. ¿Qué importaba una estúpida poción que jamás le resultaría? ¿Y para colmo, tenía que rendirle cuentas a él? ¿A ése?

Hizo un movimiento con su mano y guardó todo en sus correspondientes frascos.

—Me voy —y salió rápidamente del lugar.

Después de acabar con la clase, Draco llegó al cuarto que compartía con el moreno. Pero no quería entrar, no quería pelear, y estaba seguro que eso harían al momento de verse las caras.

¡Demonios! Odiaba sentirse así. No había hecho nada fuera de lo normal, entonces ¿por qué se había enojado tanto?

Respiró profundo, tenía que tener aguante, si había colmado la paciencia de Harry, aunque no tuviera idea porqué, más le valía calmarse, de lo contrario, sólo lo enfurecería más y se alejaría... y tendría que ingeniárselas quién sabe cómo para que volviera a hablarle.

Tomó la perilla y la giró un poco.

Sentía que entraba sin protección al territorio sagrado de un fiero y temido león.

Giró otro poco el pomo.

Se le zarandeó todo el estómago. Estaba nervioso, muy nervioso por lo que Harry pudiera decir. Soltó la puerta y la miró confundido.

¿Qué rayos me está pasando? Se dijo intentando tranquilizarse no es nada, sólo debe andar de mal humor, no fue culpa mía. Respiró profundo y entró con paso seguro. Todo el nerviosismo anterior quedó afuera.

— ¿Qué diablos te... —pero no terminó la frase ya que Harry no se encontraba ahí. ...Demonios...

Se sacó el abrigo y la bufanda, adentro no las necesitaba, los tiró a un lado y fue al baño.

—Así que ya terminaron —la voz de Harry hizo que se sobresaltara, sin demostrarlo claro.

—Por supuesto, ya pasa de las diez y como tu sabes, a esa hora se acaba la clase. —se acercó al espejo, en donde Harry secaba sus manos — ¿Por qué te fuiste antes?

—Ya no tenía nada más que hacer ahí —dijo el moreno sin mucho ánimo —en todo caso, no creí que notaran mi ausencia.

— ¿Estás enojado? —se acercó un poco más al chico— ¿Por qué estás enojado?

—No estoy enojado —negó, pero su voz le delataba, si se oía disgustado.

—No te creo —aprovechó para acortar la distancia entre ellos, Harry sólo lo miró sin inmutarse —a mí no me puedes engañar, sé cuando te pasa algo... —trató de tocarlo, pero Harry lo evitó —Ves, sí estás enfadado.

—Por supuesto que lo estoy —no pudo aguantarse más —me trataste como a un imbécil la mitad de la clase, y me ignoraste la otra.

— ¿Y por eso el alboroto? Sabes que no puedo controlarme cuando enseño...

—Pero a Lisa no la trataste así —bien, finalmente lo había dicho.

— ¿Qué? Es por eso —dijo medio riendo. Potter lo miró con furia —Harry, no esperarás que los trate igual, ella es mucho mejor que tú...—el moreno trató de irse, pero no lo dejaron —Déjame terminar, ella es mejor que tú en pociones, es mucho más grato enseñarle.

—Entonces, me tratas mal porque... ¿soy malo?

—Exacto —le sonrió maravillosamente.

—No lo puedo creer...—observó a Draco con los ojos entornados; misteriosamente, la rabia desbocada había desaparecido —Te detesto.

—No mientas —ambos chicos salieron del baño —eso es muy feo.

—Realmente te detesto.

—No es verdad.

—Sí lo es—sacó de su cajón un libro — no te soporto.

—Nop.

Harry se sentó en su cama a hojear el libro sin decir otra palabra, dejando a Draco alerta, como temiendo ser cazado y desangrado por el león. Estaba casi seguro de que no estaba en su límite, pero ¿por qué no le hablaba?... Odiaba esperar.

— ¿No cambiarás tu humor? —Harry lo miró con creciente odio, le desesperaba que se burlara de él por estar enojado —No me quedaré aquí soportando este ambiente tenso, así que dime si seguirás rumiando, y así regreso con Lisa...

"LISA", la palabra mágica había sido pronunciada.

—¿Te gusta Lisa? —la pregunta se escapó de sus labios sin permiso. Inmediatamente se arrepintió al ver el rostro del Slytherin.

— ¿Li-sa? —esa consulta no se la esperaba —no está mal...nada de mal. Es inteligente, guapa, graciosa —a medida que el rubio enumeraba las cualidades de la chica, Harry se iba sintiendo peor —amable, carismática...

— ¿Entonces sí te gusta? —le cortó. No necesitaba que se la describiera, sólo deseaba saber que sentía por ella.

—En realidad...—se acercó a Harry hasta acorralarlo en la cabecera de la cama, una mano apoyada a un lado de su cabeza, la otra en el colchón, manteniendo el equilibrio. Harry sintió toda su sangre congelarse y dejó de respirar al tener ese rostro sonriendo tan cerca de sus labios. La mirada de Draco había adquirido un sensual magnetismo y lo obligaba a permanecer quieto, casi embobado. Las mejillas de Harry adquirieron en el acto un tímido pero evidente rosa y entonces el rubio se mordió el labio sonriendo— el que me gusta, eres tú.

En una milésima de segundo, la sangre que le había parecido congelada, recobró su recorrido, ardiendo a una velocidad vertiginosa de acuerdo a los acelerados latidos de su corazón, latidos que golpeaban hasta sus orejas. Antes de poder decir algo, o entender claramente la situación, Draco volvió a hablar

—Pero, como tú eres estrictamente heterosexual, no tengo esperanzas y entenderás que no puedo quedarme de brazos cruzados —Se alejó de la ardiente cara de Harry, sonriendo —y Lisa es una chica muy simpática como para desperdiciarla —Se puso de pie con una mirada burlesca, dio unos pasos sin decir nada más y salió de la habitación.

Harry hundió su cara entre las manos intentando calmarse. Era obvio. Draco, para variar, estaba bromeando. Por un segundo su universo había dado una fuerte sacudida y había imaginado que Draco en verdad...

Pero ni siquiera había tenido tiempo de pensar en que responderle.

Tomó el libro intentando no darle importancia al asunto, poco a poco sus latidos volvieron a tener el ritmo que les correspondía y su respiración, que había quedado acelerada, dejaba de sonar como si hubiera corrido una maratón y volvía a ser normal.

...Estúpido Malfoy...

Mientras Draco, que había huido al baño, se mojaba la cara. Tenía la garganta seca de sólo imaginar las horribles consecuencias que podría haberle acarreado su inadmisible actuación. ¿Qué le estaba pasando? ¡Por poco se descubre ante Harry!

Apoyó su cabeza en el espejo. Él, Draco Malfoy, debía ser la persona más fuerte del mundo, ahora estaba seguro. Todavía no sabía como había conseguido seguir hablando con su máscara intacta, luego de ver el impacto de la noticia en aquellos ojos. Tan trasparentes y sinceros, horrorizados al escuchar su confesión.

Se agachó y tomó un largo trago de agua, sentía el rostro cálido del moreno frente a él, sonrojado... le había parecido que se avergonzaba por pudor, incluso por sentirse atraído hacia él... vio algo de anhelo en esos ojos, escuchó celos en sus palabras...¿cómo pude equivocarme tanto? me ha dejado claro que no le gusto tantas veces...

Respiró hondo. No podía echarse a morir por esto, Al menos no fue asco, hacía tiempo que no veía asco en Harry, y además, no sólo lo estaba dejando dormir abrazado a él, también lo abrazaba... y lo tomaba de la mano constantemente...

Voy a conseguirlo, llegará el momento...

Respiró hondo una vez más y salió del baño.

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Nieve.

Mucha nieve.

Nieve sobre las cubiertas, nieve sobre las barandas, sobre los techos y sobre los cientos de estudiantes que corrían de un lado a otro disfrutando de la tan ansiada nevazón.

¿Hacía cuanto que no disfrutaban algo así?

—Desde que salimos de Hogwarts que no veía nevar... —dijo Hermione mirando hacia el mar, en donde los copos de nieve se fundían con el agua salada —echaba de menos esto.

— ¿Qué cosa? —le preguntó Ron mientras armaba una bola de nieve entre sus manos. La cubierta en la que se encontraban se había convertido en un verdadero campo de batalla. Los proyectiles de agua congelada volaban por doquier, y golpeaban a cualquiera que se cruzara en su camino. En cualquier parte del cuerpo.

—Me encanta esto —Ron lanzó su pelota hacia la cabeza de Harry, y se escondió tras la prefecta —Ojalá nieve en navidad —le susurró.

—Sería perfecto.

— ¡Cobarde! —Harry lanzó su contraataque. Hermione alcanzó a esconderse, pero Ron no, recibiendo todo en la cara.

— ¿Podrían parar? Están dando un muy mal ejemplo a los estudiantes.

—En realidad —interrumpió Lisa, que bajaba por la escalera hacia ellos —ya es hora de que todos vuelvan a sus salas comunes.

—No puede ser —dijo una chica de sexto, que escuchó a la profesora —no nos pueden hacer esto...

—Si podemos —Draco había llegado, con una malvada sonrisa en su rostro — ¡Todos a sus salas!

Los profesores y los prefectos arrearon a los estudiantes. Pronto las cubiertas fueron desalojadas por los, ahora, molestos alumnos; nadie quería perderse de la diversión.

—Creo que nosotros también nos iremos, está haciendo frío y no queremos enfermarnos.

—Pero Herm —pedía Ron —si quieres, te traigo un abrigo...

Harry miraba a sus amigos con una pequeña sonrisa. Había pasado mucho tiempo desde que pasara un rato como ése con ellos, y casi había olvidado como se sentía la nieve en el rostro.

De pronta, una fuerte patada bien dada en su trasero lo hizo voltearse. Draco lo miraba malignamente.

—Tu me...—empezó a decir, pero el rubio ya corría lejos de él. Sin pensar en nada más, salió en su búsqueda.

¿Creía que podría golpearle sin recibir nada?

—¡MALFOY! —gritaba mientras estiraba el brazo para cazarlo — ¡VEN!

—¡NO! —trató de subir las escalera, pero la nieve en los peldaños hizo que se resbalara. Harry lo atrapó.

— ¿Qui-quién t-te crees? —dijo entre jadeos mientras mantenía atrapada a la serpiente contra los escalones.

— ¡SUELTA! —Draco se retorcía de un lado para otro — ¡AYUDA! ¡HAY UN LO... —Harry le pegó en las costillas —¡SALVAJE!

— ¿YO SOY SALVAJE? YO NO LE ANDO PEGANDO A LA GENTE POR NADA.

Alertados por los gritos, los otros jefes se acercaron para ver que sucedía.

— ¿Qué están haciendo? —preguntó Bill.

—AYÚDENME —imploró Draco con su voz más frágil —Me quiere matar.

—NO ES CIERTO, ÉL ME PEGÓ PRIMERO —Draco aprovechó la distracción para soltarse y correr, no sin antes darle un par de patadas a Harry para escapar.

—Qué escandalosos —dijo Hannah abrazada a Bill.

Pronto el griterío se trasladó a la parte más alta del barco. Ya estaban cansados de tanto arrancar y perseguir por el peligrosamente resbaladizo corredor, pero la idea de ser vencidos les alentaba a seguir. Finalmente fue Draco quien, al intentar doblar, resbaló, siendo tumbado al piso por Harry.

—Ríndete —le dijo sujetándole las manos por sobre la cabeza. Estaba totalmente acostado sobre el rubio, intentando mantenerlo quieto, algo muy difícil.

—Sueña, Potter —entornó los ojos —jamás lo haré.

Draco hizo un movimiento hacia el lado, pero fue neutralizado. Intentó darle una patada, pero la posición en la que se encontraba no se lo permitía. Realmente el moreno lo estaba sujetando con todo su cuerpo.

—No podrás —Una sonrisa cruel se formó en los labios de Harry. Era inquietantemente agradable tener al rubio sin poder hacer nada, completamente a su merced. Poder mirarlo frente a frente sin que el chico consiguiera hacer nada. De pronto fue muy consciente de la posición en que estaban, fue muy conciente del calor del cuerpo que yacía bajo el suyo, del atrayente aroma, de los latidos frenéticos del corazón gracias a la carrera, de los movimientos que hacía el rubio para escapar, de cada milímetro de la esbelta figura de su amigo...

De que estaba a un par de centímetros de los labios de Draco, de esos suaves y apetecibles labios. A un suspiro de distancia.

Y un conocido cosquilleo se apoderó de él. Por suerte, Draco no podía percatarse de ello ya que, al igual que de su respiración cortada y su nerviosismo, todo se podía atribuir al juego.

—Admite que perdiste.

—No —y Draco hizo algo que Harry nunca consideró: le dio un cabezazo en la nariz. Naturalmente el moreno lo soltó y se llevó las manos a la nariz con los ojos llorosos.

— ¿Ves? Si podía soltarme —dijo Malfoy mientras se levantaba y lo miraba con una semi-sonrisa triunfadora, pero cuando vio la expresión en los ojos asesinos de Harry, todo rastro de satisfacción en su rostro voló, y pronto su alegría pasó a ser miedo.

Al ver que un par de gotitas carmesí caían de la mano de Harry, se acercó para verlo — ¿Estás bien? —preguntó inseguro. El profesor de defensa levantó la cara y trató de agarrarlo del abrigo.

Ya no importaba ganar, ahora la venganza era lo primordial.

El rubio retrocedió un par de pasos y luego salió corriendo, sabía que eso no quedaría así.

Llegó a su despacho y trancó la puerta con todos los hechizos que se le ocurrieron. No quería que Harry entrara para patearlo.

Sabía que se le había pasado la mano, pero ¿qué más podía hacer? ¡Lo tenía inmovilizado! ¡Debía escapar!

Se sacó el abrigo y la bufanda, ambas prendas estaban húmedas por los revolcones en la nieve, y prendió la chimenea.

¡UF! Ahora le estaba invadiendo un frío mortal. Se acercó a las llamas y se acurrucó en el piso. El corazón aún le latía con fuerza.

¿Cómo estará? Se preguntó despojándose del suéter que también estaba húmedo. Realmente se vía enojado.

¿Y si le rompí la nariz? Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. Conjuró una toalla y comenzó a secarse el cabello. ¿De cuando que hacía tanto frío ahí? Hizo aparecer una manta y se envolvió.

Tal vez debería ir a verlo...pero pronto esos pensamientos fueron desechados al recordar los ojos de Harry, parecían los de una bestia dispuesta a degollarlo con mucho dolor; y ya le dolía gran parte del cuerpo a causa de los golpes. Se acurrucó más en la manta.

—Mejor lo veo después —se dijo recostándose en la alfombra —no quiero que me mate.

—Toma esto —le dijo Madame Ponfrey pasándole un brebaje violeta—Y recuéstate ahí.

Harry obedeció. La nariz le dolía horriblemente, sin contar con otras zonas que también habían sido golpeadas por la violenta serpiente.

—No está rota, sólo fue un golpe. En unos cuantos minutos ya estarás bien.

Suerte que la enfermera jamás preguntaba, o si no, tendría que haberle dicho sobre su juego, y de seguro ella no estaría de acuerdo con él; a la señora Ponfrey nunca le habían gustado los juegos muy bruscos. Se tomó el jugo violeta y descansó en la camilla, poco a poco el dolor y la hinchazón fueron bajando hasta que ya no sentía nada.

Condenado...¿Cómo se le ocurre pegarme así?

Había sido tan inesperado, que no tuvo tiempo de reaccionar cuando Draco ya había puesto dos pisos de distancia entre ellos y él se encontraba caminando, o arrastrando, hasta la enfermería.

¡Y me dejó botado!

¡Y ni siquiera se había preocupado de cómo estaba! Sólo había huido cobardemente hacia quizás donde. Se palpó la nariz con cuidado para ver si todavía dolía, sip todavía dolía.

Se quedó tres cuartos de hora mirando hacia el techo, esperando a que su pobre y maltratada nariz se recuperase.

No importa se alentaba Ya verá...

Draco no volvió al cuarto a la hora de dormir, y sólo se apareció en la guardia. Se veía pálido y un poco débil.

— ¿Te duele? —le preguntó por entre la bufanda, señalándole la nariz.

Harry no contestó, estaba molesto

—No te puedes enojar —la voz de Draco sonaba muy extraña —tu también me pegaste —se subió una manga para mostrarle la muñeca, estaba roja —es porque me sujetaste muy fuerte.

Harry seguía sin mirarlo.

—Si te enojas, allá tu —y se giró hacia el otro lado.

—No te puedes hacer el ofendido —dijo Harry y lo volteó a la fuerza, ahora estaban de frente —tú me pegaste a mi.

—Era un juego, tu me tiraste al piso y eso también me dolió —Harry lo miró atentamente, tenía las mejillas ligeramente rojas, al igual que la nariz, y su voz sonaba un poco quebrada.

— ¿Estás bien? —le preguntó preocupado.

—Si —respondió de mala gana. Era mentira, se sentía fatal.

—No te creo, siéntate —tuvo que empujarlo para que el chico se sentara junto a él.

—¿Tienes confort? —inquirió Draco, tenía los ojos vidriosos.

—Si, aquí tengo un poco —se lo tendió. Draco se limpió la nariz y estornudó —Tal vez sea mejor que te vayas a dormir, te ves enfermo —le puso una mano en la frente —creo que tienes fiebre. Te llevaré a la pieza.

Caminaron lentamente hasta la habitación, ya que Draco parecía que en cualquier momento perdería el equilibrio, y entraron. Harry le pasó su pijama y su almohada para que se durmiera, no sin antes darle un tazón de leche caliente intentando que Draco entrara en calor.

—Terminaré la guardia. ¿Estás seguro de que no quieres ir a la enfermería?

—No —le contestó entre las frazadas —prefiero quedarme aquí.

Harry le echó una última mirada al bultito en su cama y se fue.

— ¿Y Draco? —Le preguntó Lisa cuando cambiaron las guardias.

—Está en el baño —mintió. Por alguna razón no quiso que ella supiera la verdad.

Caminó rápidamente hacia su pieza para ver como estaba su compañero. Entró con cuidado para no despertarle, pero el chico estaba despierto.

— ¿Cómo estás?

Draco tosió.

—Bien, eso me dice mucho —se cambió de ropa y se metió en la cama. Draco se abrazó a él y tosió otra vez —Me vas a enfermar.

—No —le contestó el chico, su voz estaba ronca.

— ¿No sería mejor que vayamos a donde Ponfrey? Ella te dará algo.

—No quiero —se acurrucó más hacia él —no me gusta estar ahí.

Harry acarició el cabello del chico — ¿Y cómo te enfermaste?

—No sé. Me sentía mal después de la cena, y luego, cuando me desperté en mi despacho, me sentía peor.

—Entonces estás así por tu culpa.

—No...—tosió otra vez.

—Mejor duérmete.

A la mañana siguiente, Draco se despertó mejor.

—Ya estoy bien —le porfiaba a Harry —No fue nada.

—Debes ir a la enfermería.

—Tengo que hacer clases, no me puedo dar el lujo de ausentarme, soy indispensable —y se fue a su sala.

Pero al medio día, en el almuerzo, comenzó a sentirse mareado. No comió nada y Harry sabía el porque, así que por ese día, no lo obligó. Después de la comida, llevó al chico a ver a madame Ponfrey.

— ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? —Ponfrey estaba muy enojada —supongo que estuviste jugando en el frío.

Draco estaba sentado en una camilla, tiritando. Harry se encontraba a su lado. La enfermera lo arropó con una frazada y le dio una poción caliente —pues ahora tendrás que guardar reposo.

—Pero Poppy... —trataba de quejarse Draco —está muy caliente.

—No me importa. Mientras más caliente, mejor.

—Pero... —Draco, aún tiritando, miraba con asco el brebaje —se ve horrible —le puso carita tierna, la más tierna y conmovedora que pudo.

—Oh, está bien —la enfermera agitó su varita y el brebaje cambió a unas pastillas. Draco se las echó a la boca y las masticó frente a un Harry anonadado: Pomfrey jamás había sido tan permisiva con él. — ¿Tú te sientes bien, Potter?

—Sí, estoy bien.

Entonces golpearon la puerta.

—Madame Pomfrey... —un joven de sexto asomaba su cabeza tímidamente —mi amigo se siente mal.

No era sólo su amigo, pronto llegaron cuatro chicos más, presentando los mismo síntomas de Draco, y Pomfrey supo que trabajaría duramente varios días. Le dio un brebaje a Harry para evitar que se contagiara y lo mandó a repartir pociones a todas las casas, pero ya era tarde, el virus se había propagado rápidamente debido a la terquedad de Draco por impartir sus clases, y la mayoría del barco ya presentaba los síntomas.

Entonces se suspendieron las actividades. Quienes no habían contraído el virus fueron aislados y obligados a beber diariamente una poción mucho más amarga de la que tomaban los enfermos, evitando así su contagio.

De los dirigentes: Sprout, Harry y Bill quedaban sanos y de los prefectos: Ron, Blaise, Calixto y Ernie los acompañaban en esa horrible posición. A ellos, además de los pocos alumnos que no se contagiaron, les tocó dirigir el barco durante la enfermedad. Tuvieron que enrolarse como enfermeros, ya que Ponfrey no podía sola con todo el trabajo, además de reemplazar a los elfos, quienes se negaban a limpiar las habitaciones porque temían al contagio, y sólo se limitaban a mandar comida mediante hechizos, evitando así el contacto con todo lo que no estuviera dentro de su cocina.

Bill, además de cumplir con sus obligaciones acostumbradas, tomó el mando de Ravenclaw, la única casa sin una figura de autoridad sana, ya que ni siquiera los ayudantes de profesor estaban en pie. En Hufflepuff, Ernie tenía menos trabajo porque cinco alumnos más habían sobrevivido. En gryffindor, Ginny, Parvati y dos estudiantes de cuarto se habían salvado. Harry se preguntaba qué diablos le daba la señora Weasley a sus hijos como para que ninguno se enfermara. En Slytherin, además de los prefectos, los de primero también estaban sanos. Era la casa mejor cuidada por esa razón, ya que en proporción con las otras casas, en Slytherin el veinte por ciento estaba sano.

Era el segundo día de los chicos recolectando chatas con vómitos y envases vacíos de pociones. Harry estaba harto de trabajar como esclavo y deseaba con toda el alma enfermarse, pero aunque había dejado de tomar su poción, parecía que el sistema inmunológico generado por años de maltrato y sobrevivencia en casa de sus tíos, lo había vuelto invencible, al menos para aquel virus.

—Pomfrey dijo que esto durará alrededor de diez días, parece que tendremos que decirle adiós a la fiesta de navidad —comentó Ron malhumorado, moviendo su varita torpemente en un intento por barrer el polvo de la sala común. Pero cada vez que pronunciaba el hechizo, el polvo que había juntado se esparcía nuevamente por el viento invocado — ¡Maldición! ¡si hasta parece que mi mami se estuviera vengando por no ayudarle en casa!

Harry, que nunca había aprendido un hechizo para limpiar, barría al estilo muggle.

— ¡No puedo creer que en el tonto libro que tengo no salga un estúpido hechizo para hacer el aseo! —rumiaba —¡¿Por qué no nos enseñan estas cosas en Hogwarts!

—Si te enseñaran eso, te enojarías—Le contestó Parvati que llegaba a la sala común cargando vómitos recientes — ¿Alguien aprendió ya el hechizo que Pomfrey nos enseñó? —preguntó manteniendo las pestilencias levitando.

—Creo que Ginny lo sabe, ella tuvo que deshacerse de las chatas ayer, y no salió con ninguna al baño —dijo Ron alejándose unos pasos de la chica.

—Veré si la encuentro —se ofreció Harry, dejando la escoba a un lado.

—Yo la necesito, yo la iré a buscar —contestó Parvati intentando escapar para orearse, lo necesitaba.

—Si, no te arranques —intentó retenerlo Ron.

—No, iré yo —Harry caminó a la puerta —ayúdale a Ron con la sala común Parvati, es una orden —terminó Harry usando su tono autoritario. De algo tenía que servirle ser el jefe de casa ¿no?

Caminó decidido escuchando las quejas de Ron a su espalda y subió hacia la cubierta principal esperando encontrar a Ginny, era su rato libre y suponía que la chica buscaría aire, tal como todos lo buscaban desesperadamente en sus recreos.

Al subir se encontró con Zabini, que traía una chica de la cintura. El descarado Slytherin lo saludó amablemente antes de entrar a su sala común.

Maldito... la sangre de Harry hirvió, esto era muy injusto, el muy desgraciado estaba tan holgado con su trabajo que tenía tiempo ¡para pololear! Abrió la boca, decidido a arruinarle la cita y obligarlo a atender su casa, pero entonces un Draco enfermo, solitario, acostado en su lecho y libre de Blaise se le vino a la cabeza y cambió de opinión. Lo saludó cortante y siguió su camino. Si Blaise estaba con esa chica no tendría que preocuparse de que estuviera con el rubio en su cama.

Llegó al fin a la ansiada cubierta, la nieve ya había sido desalojada por Bill y apenas quedaban débiles gotitas de la escarcha matutina. Ya no nevaba, las nubes cargadas habían dado paso a unas blancas y algodonadas, que brillaban sobre un cielo celeste. Bajo ellas, el sol ya podía divisarse. El viento corría frío pero con suavidad, y Harry aspiró aquel aire que parecía una bendición luego de estar bajo cubierta encerrado con un montón de enfermos quejumbrosos.

—El olor de la libertad... —pronunció en voz baja. El aire salado era exquisito.

Caminó lentamente para buscar a la colorina que, apoyada en la cubierta, miraba hacia el mar. Harry pisó suave y disminuyó aún más el paso. No deseaba llegar hasta ella tan pronto porque eso significaba bajar, y abrazaba cada segundo sobre la fresca cubierta. Pero lamentablemente la distancia no era tan larga y finalmente tuvo que llamar a la chica.

—Ginny, puedes acompa... —se calló cuando vio el rostro asustado de la chica.

Ginny lo miraba sabiéndose descubierta, había intentado no llorar, pero las lágrimas caían sin aceptar ser retenidas. Miró a Harry sin atinar a hacer nada, estaba perdida, ¿cómo no lo había escuchado llegar?... Odiaba ver la cara de ese chico frente a ella, preguntándole con la mirada que ocurría, asustado por tener que enfrentarse a sus lágrimas... ¡Ah... ella lo sabía! Harry siempre había sido un tonto...

Intentó arrancar para evitar interrogaciones, pero Potter ya había hecho una conexión de ideas y le impidió partir con una pregunta.

— ¿Lloras por Zabini?

El rostro de Ginny se quebró en pedazos, varios sentimientos cruzaron los fragmentos que la chica no atinaba a reconstruir, la pena y el horror eran los protagonistas, y miraban a Harry desde los ojos azules, tan crudos que el chico casi se arrepiente de preguntar.

— ¿Cómo... — ...supiste? ¿Sabría todo?

—Los vi en la fiesta —contestó el moreno sintiéndose culpable por estar enterado de algo que debía ser secreto.

Ginny rompió en llanto y avanzó indecisa para correr, pero Harry la abrazó impidiéndoselo, y también consolándola. Entonces ella estalló.

— ¡Lo odio... LO ODIO! —gimió entre sollozos — ¡Estaba con otra, AHORA! Y AYER... EL NO ME QUIERE... PERO NO PUEDO... —apretó a Harry, sin saber si lo abrazaba o se desquitaba con sus uñas en los brazos del chico —Yo lo amo, no puedo evitarlo, ¡¡¡UHRR! — Dio una iracunda patada al suelo y apretó a Harry con mas fuerza mientras él intentaba acariciarle la espalda, él también odiaba a ese estúpido mal nacido y ahora deseaba tenerlo cerca para hacerlo pedacitos —...él me había dicho que estaría conmigo, que se portaría bien... ¡y cuando me lo dijo estaba pololeando! ¡Y yo estúpida le creí!

—Tú no tienes la culpa... —intentó calmarla Harry —Zabini es un desgraciado, yo sé lo que te digo. No merece nada. No llores.

—No puedo evitarlo... —entonces Ginny se separó de él bruscamente y lo miró horrorizada —¿Ron lo sabe? ¿sabe lo de Blaise...

—No, él no los vio —se apresuró a contestar.

—No sé que voy a hacer... —Se tapó la cara con las manos, avergonzada por lo que acababa de decir y avergonzada por lo que sentía y por haber sido burlada otra vez.

— ¿Ginny, quieres ir a mi despacho? —ofreció Harry con una mano en su espalda, intentando reconfortarla —para que estés más tranquila.

Ella asintió hipando. Una vez dentro, Harry le ofreció agua con azúcar, Tía Petunia siempre le daba eso a la gente que lloraba y no se le ocurría que más hacer para calmarla. Ginny lo miró agradecida, todavía con mucha pena en sus ojitos azules.

—Yo venía a pedirte que nos ayudaras a deshacernos de los vómitos —la chica sonrió levemente al recordar el caos que se vivía afuera de su corazón roto —pero es mejor que te quedes aquí, les diré que no te encontré. —Ginny asintió mientras tragaba un poco de agua —supongo que si he podido enfrentarme con Voldemort, podré con un poco de vómito —ella volvió a sonreír, pero con los ojos todavía húmedos.

—Gracias.

—Voy a matarlo —dijo Harry despidiéndose de ella.

—No, déjalo. No soy tan débil. Me recuperaré —iba a tomar otro sorbo de agua y recordó entonces que debía evitar que esto se supiera — ¡Harry... —el chico se volteó afirmando el pomo de la puerta —no le digas a nadie de esto. Dame tu palabra, ni a Ron, ni a Bill. A nadie.

—Te doy mi palabra.

Salió de la habitación y Ginny quedó sola frente a la chimenea apretando el vaso con todas sus fuerzas....voy a vengarme Blaise ...vas a arrepentirte...

Harry golpeó la pared con fuerza. Volvía a hervirle la sangre y deseaba sacarlo del barco. Todo sería perfecto sin ese idiota de Zabini ahí. Serían todos felices, serían realmente una familia.

Caminó rápidamente hacia su sala común y evitó dar detalles de la búsqueda de Ginny. Evadió a los chicos diciendo que se encargaría de las chatas, eso fue suficiente para quedarse solo y evitar más preguntas.

Apenas podía ver a Ron. Encontraba muy injusto que no estuviera enterado del dolor que estaba pasando su hermana, pero no podía contárselo. Era un secreto y había dado su palabra a Ginny.

Más tarde la colorina apareció, justo cuando comenzaba su turno. Enseñó el hechizo para limpiar a los presentes, que se mostraban cansados pero urgidos de aprenderlo. Harry había intentado antes hacerlo para facilitarse el trabajo, pero desistió de practicarlo cuando se bañó en fétido vómito dos veces. Ginny les hizo el favor de encargarse de los producidos por la tarde y liberó al moreno de esa horrible tarea, con la promesa, claro, de que practicara para el otro día. No volvieron a hablar de Blaise.

Cerca de las seis de la tarde salió de su sala común, recibió su poción y la botó al baño. Estaba decidido a enfermarse y sabía que no era el único. Todos parecían mostrar especial interés en limpiar los papeleros de los enfermos, llenos de papel higiénico cubierto de microbios.

Caminó tranquilo sabiendo que ahora estaba medianamente libre. Había trabajado toda la mañana y Bill le dejó las tardes para descansar, pues en la noche tenía guardia doble. Pero él no descansaría, ahora tenía que cuidar de Draco. Llevaba la poción del rubio y un juego de naipes para entretenerse. El pobre Draco estaba siendo cuidado por Sprout, luego de ser derivado desde la enfermería hasta su habitación, y ella no lo mimaba como Pomfrey.

Al llegar a la pieza, la ira volvió a invadirlo. Blaise Zabini...

El maldito Slytherin estaba recostado junto a Draco acariciando su cabello marchito. Y estaba en SU cama. ¿Cómo se atrevía, ya se lo había advertido... y ya le había advertido que no molestara a Ginny...

—Sal de mi cama, imbécil —le ordenó dejando lo que cargaba sobre un mueble.

Blaise lo miró burlón y se bajó lentamente.

—No te vayas —pidió Draco con un hilo de voz ronca.

—Lárgate —ordenó Harry controlándose admirablemente.

—Draco no quiere que me vaya —respondió Blaise alzando la voz —esta también es su pieza, y está enfermo, no puedes ser así Potter.

—Sal de mi vista—Harry alzó la voz más alto que Blaise, y avanzó unos pasos, decidido a sacarlo si era necesario.

— ¿Vas a golpearme? —preguntó todavía más fuerte.

—No griten, me duele mucho la cabeza —pidió Draco, sintiendo las voces retumbar en sus oídos.

—Sabes que te lo mereces... no quiero que te v-u-e-l-v-a-s a acercar a Ginny... —no podía fingir que nada había pasado.

—Por favor, no estoy exagerando —Draco se tomó la cabeza algo mareado.

Blaise y Harry lo ignoraron por completo.

— ¡No te metas en mi vida, ya te lo he dicho... —Hizo un gesto despectivo con la mano y se acercó a la puerta pasando por encima de Harry, pero este no aguantó y lo tomó por el brazo —¡suéltame enano! —Y Blaise lo empujó con toda su energía y enojo arrojándolo sobre la cama.

Potter cayó sobre el pie del rubio y este lanzó un gran alarido. Blaise cerró la puerta de golpe.

— ¡Quítate Harry! —le exigió Draco. En el instante que se vio libre recogió su cuerpo adolorido y se masajeó los dedos lastimados.

—No puedo creerlo —Harry se levantó de la cama encolerizado, una vez más había sido humillado por ese cerdo. Se dirigía a la puerta cuando escuchó a Draco.

— ¿Me dejarás? ¿Echas a mi amigo y ahora me vas a dejar solo?

—Ese amigo tuyo... agradece que no lo mato —Se enrojeció al recordar que Draco lo había visto caer ante Blaise.

—Pero yo no tengo la culpa —Draco se abrazó a la almohada cerrando los ojos en una mueca de dolor y a Harry se le ablandó el corazón. Tomó la medicina y se la dio a beber cuidadosamente —Ya que expulsaste a Blaise, al menos deberías regalonearme —exigió en medio de un puchero adorable, con cara de enfermo, pero adorable —me duele mucho mi pie.

—Te he dicho que no lo quiero en mi cama —le reprochó Potter sentándose junto a él y acariciando la cabeza rubia —debería mandarte a tu cama por dejarlo.

—Me duele mucho —tosió violentamente.

— ¿Qué cosa?

—Todo, la cabeza, el cuerpo... al menos ya no vomito.

Harry lo miró concienzudamente y sonrió.

—Te ves horrible, Draco.

—Al menos es porque estoy enfermo, tú no tienes excusa —se abrazó a Harry y apoyó su cabeza afiebrada en el pecho protector, mientras era acariciado suavemente.

—En un rato tengo que bajar para ayudar a Pomfrey a repartir las medicinas —le anunció Harry arropando al descuidado enfermo, que apenas estaba cubierto hasta la cintura.

—Estaba pensando, ¿no sería mejor que me quedara estos días en mi casa? —preguntó con ese tono ronco lastimero producto de la enfermedad.

— ¿Para qué? Aquí estás cómodo.

—Estoy solo, y aburrido. Blaise me contaba que abajo, cuando se sienten mejor, juegan o al menos hablan entre ellos...

—No, no tienes para qué bajar — ¿Y dejarlo dormir con Blaise? Estaba loco.

—Tú no estás en todo el día y ni siquiera quieres que me venga a ver...

—Eres jefe de casa, no puedes bajar.

—En estas condiciones no sirvo para nada, no estoy cumpliendo un rol de jefe...

—No, te quedarás acá.

—No puedes mandarme —Se alejó del abrazo —No tienes más poder que yo. Bill me entenderá.

—Te estoy cuidando yo...

— ¿Para que quieres que me quede?

Harry hizo una pausa antes de responder.

—Porque quiero enfermarme —Los ojos grises, enrojecidos y opacos lo miraban estupefactos —estoy cansado —respondió a la muda interrogante —si te vas no tendré esperanza.

— ¿Me estás utilizando? —preguntó exageradamente ofendido — ¿quieres que sufra la soledad sólo por contraer mi enfermedad?

—Y cuando la tenga ya no estarás solo —concluyó Potter acercándose a su rostro. En ese momento Draco empezó a toser y Harry intentó ponerse frente a su boca.

—Déjame Potter, ¿qué haces? Al menos permíteme toser en paz. Ya me siento bastante mal.

—Lánzame tus microbios, así apurarás el proceso.

—Eres asqueroso —frunció la nariz en un gesto de repudio, pero no podía evitar reírse.

—Vamos, se buen amigo.

—Está bien, pero hay formas más elegantes de intercambiar infecciones —Y tal como lo había hecho en el pasado, se acercó rápidamente a Harry y tomándolo por sorpresa, lo besó.

Harry apenas hizo un gesto reflejo para alejarse y su cuerpo pareció cambiar de opinión. Tomó la cara de Draco para besarlo, tal como él lo estaba haciendo. Otra vez probaba el sabor de ese chico, sólo que ahora su lengua distaba mucho de saber a alcohol, era más bien poción para la tos y la migraña. Pero era delicioso de todas formas. Una vez más ese cosquilleo escalofriante hizo que toda su piel se erizara, el calor subió a su cabeza y a sus orejas. La lengua de Draco lo poseía, lo atraía hacia él y le deleitaba con sensaciones cosquilleantes no sólo en los labios, en la espalda, en la nuca, en el estómago...

—¡COF! —Draco tosió una vez en la boca de Harry destruyendo el hechizo en que pretendía envolverlo. Se alejó en el acto de sus labios, pero no lo suficiente para que la segunda tos no le cayera en el mentón.

Draco bajó la cabeza deseando que la tierra se lo tragara, avergonzado y furioso con esa estúpida enfermedad. Se tapó la boca con ambas manos y soportó un estrepitoso ataque de tos que hizo retumbar su cabeza más que los gritos, pero menos que el tan anhelado beso..maldición... estaba tan frustrado que hubiera llorado de rabia... pero las lágrimas que salieron eran producto de la tos desenfrenada.

—Voy a buscar agua —Harry bajó débil de la cama, no había besado al chico más de dos segundos y agradecía que la tos los detuviera, no estaba seguro que demonios le había ocurrido, pero había sido inquietante, por decirlo de alguna forma —Toma —le tendió el vaso al rubio y lo ayudó a tragarse el agua.

Una vez terminó la tos, Draco se tapó hasta la nariz y se recostó de lado esperando dormirse y olvidar todo el incidente, pero... — ¿esa era tu idea de una forma elegante de intercambiar microbios? —preguntó irónico el moreno

—Si no te enfermas con eso, tendrás que rendirte —le respondió con la voz todavía más áspera de la que ya tenía.

Harry le acarició la espalda. Se preguntaba porqué no le había dado asco ser babeado de esa forma. Se preguntaba porqué había una voz en su cabeza advirtiéndole que no le pidiera otro beso, si realmente él no pensaba hacerlo.

Pasaron un par de días y los jóvenes parecían estar mejorando, sólo que muy lentamente. Harry, por más que dejara de tomar medicamentos y se acercara a los enfermos, no lograba infectarse. Se había resignado a la idea de ser enfermero, y trataba de hacer su trabajo lo más rápido que podía para lograr descansar, aunque fuera por unos míseros quince minutos.

—Harry —Bill entró a la sala de Gryffindor, traía un pergamino —Aquí está...

—Ya la tengo —respondió de mala gana mientras terminaba de ordenar unas frazadas —Ron ya me la pasó en la mañana —dijo refiriéndose a la lista de horarios y medicamentos.

—No lo creo —le pegó con el papel en la cabeza y se lo pasó —Es de Dumbledore.

Harry abrió los ojos y miró a Bill feliz. Por fin la respuesta del director había llegado. Dejó lo que estaba haciendo y se fue a leer a la cubierta. Cualquier excusa servía para abandonar la agobiante sala común.

Se reclinó en un barandal y abrió con avidez el sello, y leyó.

Y volvió la leer.

—No —dijo en voz baja —no puede ser.

— ¡Harry! — Parvati le gritaba desde la escalera, tenía ojeras como todos los demás — ¡¿dónde dejaste las frazadas!

—Sí, ya voy —guardó la carta y se fue a Gryffindor.

No podía ser tan...

Entró a la sala y agarró las mantas.

No le podían hacer eso. Otra vez lo marginaban de todo.

Entró a una pieza y tiró un cobertor a una cama.

—Que cara —le dijo Ron, quien le tomaba la temperatura a un chico de segundo.

—Mira —le tendió la carta. El colorín la leyó.

— ¿Y?

—Cómo que "Y". No dice nada. Nunca me dicen nada.

Ron miró a los chicos que estaban en la pieza, se veían muy interesados en la conversación.

—Salgamos —le propuso —Aquí hay muchos mirones. Mejor le mostramos esto a Herm.

—Ya veo —dijo la chica con voz áspera: Tenía el pelo más enmarañado que nunca, ojeras y la nariz roja — ¿y cuál es el problema?

—Cómo que cuál —Harry se sentó en una cama vacía —No dice nada nuevo.

—Por lo que puedo ver aquí —dobló y entregó el pergamino —preguntas por lo que sucede por allá, y si encontraron a Lupin —el moreno asintió —Es natural que Dumbledore no te diga todo, debe estar muy presionado, y no creo que quiera que nosotros estemos igual. En todo caso, no entiendo porqué le escribiste si él se preocupa de mantenernos informados, no era necesario.

Harry miró hacia otro lado —quería saber qué era lo que pasaba.

—Si, pero era obvio que Dumbledore jamás te lo diría —Herm paró para toser, continuó con voz rasposa —Y si hubiesen encontrado a Lupin, ya nos lo hubieran comunicado. No creo que sea bueno agobiarlo aún más preguntándole por cosas que el siente que no es bueno que sepamos...

—Que porquería —nuevamente se encontraba mirando el mar desde una baranda, aferraba con fuerza el trozo de papel su mano. ¿Cómo era posible que Hermione apoyara a Dumbledore? Se sentía frustrado, sus amigos no entendían por lo que él estaba pasando. Necesitaba saber qué sucedía en el mundo mágico. Él no podía quedarse tan campante sabiendo que le ocultaban cosas. Arrugó el pergamino y pensó en lanzarlo al mar, pero se retuvo.

Draco.

¡SI! Él si le entendería y apoyaría. Él sabía su secreto y le encontraría la razón de porqué merecía saber la verdad.

Subió las escaleras para ir a la pieza y se encontró con que el chico estaba afuera.

— ¿No tendrías que estar reposando? —le preguntó.

—Tengo calor y estoy aburrido, no pienso volver.

—Sí, hace calor, pero tu estas enfermo ¿no tendrías que abrigarte un poco? —el rubio tenía sólo una bata puesta sobre el pijama.

—No —miró la arrugada carta — ¿Y eso, qué es?

—Ah, esto. Es la respuesta de Dumbledore.

—Dámela —se la quitó de las manos. A medida que iba terminando la carta, una aristocrática ceja se elevaba — ¡Que mierda!

— ¿Cierto? —finalmente alguien le entendía.

—Es lo mismo de siempre, que la orden esto, que los refugiados aquello... "Las campañas han resultado muy satisfactorias, al igual que los resultados..." —cito entre risas — ¡Cómo puede escribir eso! ¡No necesito más noticias mulas! —rompió por la mitad el papel.

— ¡Hey! No hagas eso —se lo quitó de las manos.

—Para qué lo quieres, no sirve. Es igual a todas las demás —volvió a quitársela y la arrojó por la borda, un par de anguilas doradas saltaron y se pelearon los pedazos.

—Eso era mío, Draco.

—Era, tú mismo lo dijiste —se ajustó la bata — ¿Y que tal va tu trabajo?

—Me voy.

—No... —se le colgó del cuello —no me dejes solo y aburrido en esta cubierta...

—Ya suelta —se lo sacó sin gran dificultad —debo ir a ver a mis alumnos.

— ¿Y yo? ¿Qué pasará conmigo? —se pescó otra vez —No te importa lo que me pase, quieres que muera.

—No seas exagerado —intentaba verse serio, pero no podía —Ya, vete a la pieza, no debes estar aquí.

—Y ahora te deshaces de mí... — miró al piso fingiéndose afligido— eres malvado.

—Vamos, Draco —lo tomó por la cintura y comenzó a guiarlo hacia el cuarto— en serio, te enfermarás de nuevo...

—No te importa lo que me pase.

—Sí me importa —le dio un empujoncito.

— ¿En serio? —le miró coquetamente —¿sí te importa? —acercó una mano a la cara de Harry.

—Vamos —lo apuró a entrar —está haciendo frío —era mentira. El cielo estaba completamente despejado, y los rayos del sol pegaban de lleno en el barco, además, no había ni una gota de brisa marina.

—Te mandó esto Ponfrey —dijo sacando unas píldoras del bolsillo, mientras que el rubio volvía a acostarse —Tienes que tomártelo... —miró su reloj —...hace cinco minutos.

—Que buen enfermero —se mofó Draco tomando las pastillas y sacando una —no sé que sería de nosotros sin el buen Potty

—Molestoso —eran las 18:05, ya era hora de comenzar la ronda de los medicamentos. Se despidió de Draco y salió a hacer sus tediosos deberes.

—Aquí está, Hermione —Parvati le tendía un vaso de poción medicinal —¿Necesitas algo más?

—No, gracias —se tomó las medicinas y se recostó. Le dolía un poco la cabeza.

—Hermione... uhm...tú sabes si... —pareció reconsiderar algo —no mejor no.

— ¿Qué pasa?

—No sé si decirte...

—Dime que pasa —a pesar del malestar, intentó sentarse.

—Bueno, es algo que hemos estado pensando con Lavender, pero no te ofendas... —se sentó en la cama. Hermione la miró para que dejara los rodeos —Es que tenemos una duda con respecto a Harry.

— ¿Harry? ¿Qué pasa con Harry?

—La pregunta es: ¿Qué pasa con Harry y Malfoy? —Hermione frunció el seño —Es que hoy los vi en la cubierta abrazados y haciéndose cariñitos, y no es la única vez. Siempre están tan juntitos... y se toman de la mano... ¿Son pareja? —la chica no pudo contener la pregunta.

— ¡¿Qué! —Hermione casi salta de la cama — ¡Cómo se te ocurre! Entre ellos no pasa nada, son ideas suyas...

—No lo creo —Parvati adoptó su postura de chisme, se acercó a la castaña y sus ojos refulgían con luz propia por la sola idea de un nuevo cahuín, una exclusiva — Draco se comporta con Harry tal y como lo hacía con su antiguo grupo, hace lo mismo que con Pansy o Nott, caricias, abrazos...esas cosas; y no vamos a decir que Harry se resiste... Se le ve muy contento, con sonrisa de oreja a oreja... Muy sospecho...

—Eso no es verdad. Entre ellos sólo hay una relación de compañeros —se tomó la frente intentando calmar el dolor y el mareo —Ahora, apreciaría que no volvieras a inventar cosas así de mi amigo, ni que sigas hablando de él a sus espaldas.

—No te cierres a la verdad, Hermione, es muy posible que pase algo entre ellos. Draco es muy apuesto y Harry no está tan mal... Y si los dos comparten una pieza y están solos, seguramente ya se acostaron.

—Entre ellos no hay nada. Ahora, por favor, ¿me dejarías dormir? — Hermione se giró y tapó hasta la cabeza para no verla.

—Esta bien —la chica se levantó —pero si sabes algo... me avisas —y salió del cuarto.

Apenas escuchó alejarse los pasos de Brown, Hermione emergió desde las frazadas y repasó mentalmente el comportamiento de Harry. En realidad ella no había visto nada extraño; bueno, nada más extraño que el hecho de que ellos se llevaran bien, pero eso se podía atribuir a que las circunstancias los habían orillado a eso. Siempre había pensado que sus peleas de críos debían terminar, y que eso ocurriera en el barco había sido muy oportuno, pero lo que Parvati planteaba era otra cosa, y eso no estaba bien. Y lo peor, es que ahora que lo analizaba, tenía bastante sentido, ella también les había visto en su extraña intimidad y hasta ahora, no lo había atribuido a eso sólo porque estaba más interesada en sus problemas que en lo que le pasara a su amigo. Lo preocupante era que pasaría con Harry si se metiera con Draco. Malfoy demostró que podía ser un compañero muy útil, y ahora estaba más civilizado, pero...¿Había olvidado todas sus mañas?

Probablemente no.

No podía creer lo ciega y egoísta que había sido, porque se había negado a ver lo que sucedía sólo para no pensar en otro problema más. Había dejado su tarea de amiga por comodidad y eso no podía ser posible.

La medicina pronto hizo efecto, y la joven no pudo seguir pensando en nada más.

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Las manos le sudaban.

Su corazón se agitaba dentro de su cuerpo.

Sentía la boca seca, y su lengua parecía de trapo.

Su estómago era un revoltijo de nervios y expectación.

Había llegado el día, o mejor dicho, la noche. ¡La gran noche!

— ¿Recuerdas el plano, verdad? —Le preguntó Arthur —¿Sabes exactamente a dónde debes ir?

—Sí —fue su escueta respuesta, pero en realidad le hubiese gritado que SI, Que desde que Dumbledore les había presentado el plan, no había pasado segundo de su vida sin que imaginara lo de aquella noche; que no había dormido en horas pensando en el recorrido que tendría que hacer, repasando cada esquina, cada puerta por donde hoy pasaría y finalmente sacaría a Lupin, SU Lupin de ese maldito lugar.

—Recuerda, debes mantenerlo alejado de la gente, puede ser peligroso.

—Sí —contestó automáticamente.

¡Pues claro que sabía que era peligroso! La de veces que había salido en luna llena con su amigo a divertirse de joven, recorriendo las calles, procurando pasarla bien. Y muchas veces le tocó controlarlo y evitar que atacara a gente inocente. Él podía con esa tarea, obvio que podía.

—¿Estás bien? —le preguntó Weasley, preocupado. Él también estaba nervioso, esa noche atracarían la prisión de Voldemort, esa en donde tenía a todas sus "materias primas" para realizar sus abominables experimentos, y sacarían a los prisioneros. Esa noche tendrían que destruir ese lugar como fuera, y él sentía que esa noche perderían a más de alguno... La misión era muy arriesgada, pero no había alternativa, era atacar o atacar.

— ¿Ya están listos? —la voz profunda de un auror, Beck, se escuchó por entre los magos; era el que mandaría a la primera cuadrilla, la que limpiaría el camino a los demás.

Los mandaría a ellos.

Los aurores asintieron, uno que otro susurró un "sí" que se perdió entre la adrenalina y el estrés del momento. Todos sabían que esa noche podría ser la última de sus vidas, que el futuro del la guerra estaba en sus manos, era muy importante que esta misión no fracasara y la responsabilidad de que eso sucediera recaía directamente en sus varitas.

Merlín.

Arthur respiró profundamente. Había sido muy doloroso partir sin despedirse de sus hijos, los niños... eran revoltosos y desordenados. Una sonrisa nerviosa se formó en sus labios, en realidad no eran tan pequeños, excepto Ron y Ginny, ellos si eran chiquitos.

De Molly si había podido despedirse, ella le había dicho que se cuidara y que llegara a salvo, y luego había llorado... ¿Qué pasaría si él...? ¡No! Se dijo con fuerza, no debía pensar en eso, no ahora. Aferró su varita esperando el instante en que comenzaría todo.

—¿Listo? —Sirius se veía feliz, y eso le ponía nervioso. Él moría por dentro mientras que el moreno mantenía firme y segura su varita, y le miraba dichoso —Hoy será otra victoria, una más para la orden.

Arthur asintió con el rostro, y nuevamente respiró hondo, como si esa fuese su última bocanada de aire.

—Lo lograremos —Sirius le sonrió y pasó un brazo por sus hombros —y Lupin regresará.

—Es hora —la voz de Beck se confundió entre el ruido de decenas de túnicas al desaparecer en la noche, bajo la brillante luna llena.

Fin del capítulo.

¡Ehhh! ¡Al fin fueron a buscar a Lupin!

Ojalá les haya gustado y la espera haya valido la pena. Aunque, como siempre, todo parece muy largo. Esperamos con ansias sus reviews, es muy necesario el apoyo, en verdad muy muy necesario.

PD: Diox se fue en volá respondiendo a sus preguntas ahí, por arriba, pero es que no tenía más opción, era ahora o nunca (y no es talla)

Catzeruf

Diox