La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras solo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.

Aceptamos toda crítica constructiva mas no ofensiva. Dejen reviews

Sabemos que ya parece cuento, pero lamentamos la demora, la más larga en toda nuestra historia del viaje.

Considerando esta falta, un poco más abajo hay un ligero resumen de capítulos anteriores para que no tengan que refrescar su memoria con las muchas páginas del cap anterior.

Teníamos todas las intenciones de contestar los reviews ocupando los servicios de Fanfiction, pero lo queríamos subir hoy sí o sí, y bueno, desde acá hay que hacerlo lo más corto posible y por eso va todo junto (gomen!)

¡Ya leímos el sexto libro! No comentaremos nada por si alguien no lo ha leído, excepto (y creemos que esto no afecta la sorpresa del libro) la aparición de Blaise Zabini. Encontrarnos con él fue muy triste... era rico sentir a ese personaje como una donación (involuntaria) de JK , para nosotras las escritoras, para hacer con él lo que necesitáramos hacer... era como un comodín... en fin. Para nosotras siempre existirá nuestro Blaise.

Este fic fue pensado tomando como referente hasta el quinto libro y seguirá así, el final ya está trazado y no lo cambiaremos.

Respuestas a los reviews:

Crystal Malfoy: Al fin subimos el cap! ojalá este te guste también, y parece que está más largo que lo otros. Gracias por mandar review, en verdad estos mensajitos ayudan mucho para terminar de escribir la historia.

Aikos (As black) : estem...lamentamos mucho la demora, pero es que hemos estado tan ocupadas que era imposible actualizar (Ya no tengo tiempo ni para dormir!-Diox-) Esperamos que no tengas que leerte los cap. 8 y 9 esta vez. Ojalá que este cap. te alegre el día y que los disfrutes mucho, mucho, mucho. Gracias por tu review, y sigue mandando que eso nos alienta a seguir. Cuídate y que esté bien.

SARAHI: Hola chica. Lamentamos demorarnos tanto en este cap, pero el año se nos ha puesto pesado. Pero estamos bien y no dejaremos de escribir el fic por nada... Ojalá te guste la nueva entrega y dinos si te gusta con un lindo review. Chaop.

Angeldark-ladyhana: Gomen! Sí tardamos mucho en actualizar! Es que la U apremia... Ojalá que sigas leyéndonos ya que mientras más, mejor. Gracias por leernos (y esperar nuestras actualizaciones) y dejarnos rev. Es muy importante para nosotras saber lo que ustedes, las lectoras, opinan del fic. Cuídate y que te vaya súper.

Kaguya-tsukino: Pardon por el retraso... aunque ya es común en nosotras...(debería darnos vergüenza!) Esperamos que este sea tan bueno como el anterior, y que te emocione tanto como ése. Con respecto a lo que dijo Draquito —delicias marinas —Malfoy, sip, se refiere a que se va a ganar el corazón de león de Harry. Ahora, en este cap. se sabrán algunas cosillas, y Herm... nop, no te contaremos, debes leerlo para saber..jijijijiji

(Ahora habla Diox): Gracias por tus buenos deseos, y que a ti también te vaya súper!

(Volvemos a hablar las dos) Arigato por tu rev, es el alimento para nuestra área creativa cerebral. Si nos alimentan más, escribimos más... Así que sigue escribiendo y dándonos ánimos, se agradecen mucho. ¡Gracias!

Sybil 86: Qué bakán que te gustara!

Lo de la gelatina fue una ocurrencia de esas que salen cuando divagamos acerca de la vida del barco... tenemos mil escenas allá adentro que no son llevadas a cabo porque si las pusiéramos todas, el fic quedaría de mil hojas y ahí sí que nos mandarían a comer caracoles... pero es entretenido e inevitable pensarlas. Lo de la bella durmiente, suponemos que es ese tipo de historias deben circular como un chiste por Hogwarts.

Y sí, también creemos que son un poco fatalistas con eso de que no se volverán a ver... y eso de que ninguno se muera... solo se sabrá al final ¡no nos mates!

Y en este cap hay otra escena de los chicos en escoba de regalito, ojalá te guste.

gata89: esperamos que este cap también valga el retraso... nos costó mucho escribirlo, ya que casi no tenemos tiempo para nada...(soy una quejona jejeje-by Diox-). Muchísimas gracias por tu rev, no sabes lo que sentimos cada vez que vemos que alguien nos escribe, no importa que sea poquito, igual nos sube el ánimo. Disfruta de este cap, que puede traer muchas sorpresitas jijiji.

Diabolik: Suponemos que nuevamente nos crees muertas... sorry por la tardanza, pero es que la U es extenuante y no nos deja mucho tiempo para escribir. Este cap tiene el tono más optimista de todos y esperamos sea bien recibido y te guste. Lobi Black: Hola! Nueva actualización al fin! Lamentamos la demora, pero debes estar segura de que actualizaremos, nos demoramos pero vamos a terminarlo como sea.

Que bakán que te guste nuestro Draco, No sabemos como se vera desde los ojos de las lectoras, pero esperamos que no esté demasiado loca.

Y sí Harry traiciona su heterosexualidad, cada vez que mira a Draco y seguramente de mucho antes de subirse al barco... solo que no se daba cuenta.

Esperamos que este capítulo hecho con todo nuestro amor por Draco/Harry, lo disfrutes.

Chaop.

marissa: uhm... sorry por la tardanza... . ojalá que te guste este cap, (ya que nos demoramos tanto...)creemos que algo pasa entre ellos, pero eso queda, al final, a juicio de ustedes. Gracias por tus deseos, me encantaría tener más tiempo, lo bueno es que ya se vienen las vacaciones de invierno y ahí si podremos escribir libremente (aunque no prometemos actualizar muy pronto, jejejejejejeje) Arigatou por tus comentarios, vaya que nos suben el ánimo. Ojalá sigas leyendo, y que disfrutes del cap. Chaop! Y cuídese.

Laura owl : nuevamente, y como todos los otros cap, perdón por el retraso, es que ahora si que ya no hay time para nadita... La U es súper absorbente (como una esponja come-tiempo). ¿Escribiste un fic? ¿Está publicado? me gustaría leerlo :) .

(Ahora habla Diox): Muchas gracias, estoy súper contenta en la U, sólo extremadamente cansada, pero ya se vienen la vacaciones y finalmente podré seguir con mi trabajo preferido: leer y escribir fic. ¿Cómo les va? ¿Muy difícil? Ojalá que les vaya súper bien.

(Luego de la escapada de pavos de Diox, continuamos), Esperamos que ste cap sea tan bueno, o mejor, que el anterior. Creo que este cap viene más besuqueado y prendido.

(Bailando la macarena) ¡Ya leímos el sextoooooo! JODER! Que fuerte señores! Dumbly (snif, snif) un pérdida, aunque aún tengo esperanzas de que algo pase y reviva (a lo más noche de los muertos vivientes) aunque siempre podremos verlo en los cuadros. Y Snape...JOPE! no todo es lo que parece... Y Draquito, niño guapo y despampanante, hay que salvarlo de las manos del mal... Harry debe rescatarlo para que se queden felices comiendo perdices.. SE nos arrancan los pavos, n fin muchas gracias por tus mensaje, son súper divertidos y nos dan mucho ánimo para seguir. Sigue leyendo y mandándonos rev. Y que disfrutes del cap.

Sandra-sms: Hola chica!

Ojalá no se te hayan olvidado los capítulos, con todo lo que nos hemos demorado, pero esperamos que valga la pena lo que hemos hecho.

A mí me parece que es raro que Harry no enloquezca al tener a ese bombón tan apetitoso durmiendo con él...

Y sí, en este cap, se sabe lo que pasa con Remus, ojalá te guste como se desencadenan las cosas con esa parte de la historia.

Ok, besitos y que disfrutes del cap.

En capítulos anteriores.

Raptaron a Lupin cuando los chicos todavía no entraban a clases. Black cae en depresión porque está enamorado de Lupin y sale a buscarlo por todos lados, pero no lo encuentra. Entonces Snape se convierte en la única fuente de información para saber que ocurre con él. El ex profesor le informa a la orden del plan de Voldemort, que consiste en unir bestias mágicas con humanos y crear así las quimeras, (híbridos guerreros para ganar la batalla) entonces se enteran que está guardando a Lupin para esos experimentos. Localizan la cárcel en donde lo tienen y finalmente van a rescatarlo.

En el barco, Los estudiantes se han unido como nunca creyeron que ocurriría, todos se apoyan y protegen, incluso Slytherin está integrada a Hogwarts. Harry y Draco toman como costumbre dormir juntos. Su amistad se ha hecho fuerte y pasan gran parte del tiempo juntos.

Bill y Hannah están pololeando. Draco no acepta esa relación y trata de vengarse por prohibirle a él su relación con Blaise. Pero no lo consigue y por recomendación de Harry (que a su vez es aconsejado por Hermione) pide una indemnización por la humillación vivida. Blaise gana con ésto galletas todas las semanas y él (Draco) no ha decidido todavía qué pedir.

Una epidemia atacó el barco, empezó por Draco y terminó contagiando a casi todos los estudiantes. Han sanado muchos, pero todavía quedan enfermos.

Capítulo 10

La fiesta: Necesito una ducha fría

Veinte metros...

Un enorme perro negro corría por entre los hechizos de colores que volaban de un lado a otro.

Ahora... ¡Derecha!

Sentía los gritos de la gente a su alrededor.

Sentía el olor del sudor y la sangre.

Sentía los nervios de los magos que se batían en feroz combate, ignorándole por completo.

Y era comprensible.

En esos momentos habían cosas mucho más importantes en que reparar, como en los hechiceros intentando matar a lo que se les pusiera por delante, o las bestias sueltas por todos lados, que eran mucho más peligrosas que un perro.

La quinta puerta...

Los maleficios y encantamientos rebotaban por todas partes

Un mago con capucha cayó frente a él y no dudó en saltar para evadirlo. Ya faltaba muy poco para encontrarlo.

El último corredor.

Se adentró aún más en el edificio. Ya en esa parte no quedaba nadie.

Es en la quinta, la quinta...

Y finalmente paró. La quinta puerta estaba frente a él, invencible.

Sirius se transformó en humano y sacó su varita. Tocó la húmeda piedra y meditó un momento sobre qué hechizo usar.

Snape le había dicho que la puerta era de piedra, y que estaba con un par de conjuros para que fuera inamovible por lo que ya estaba preparado. Agitó la varita un par de veces y los sellos se rompieron haciendo un ligero "plin", un aullido se escuchó desde el otro lado.

El corazón le rebotó en el pecho.

Se concentró. Estaba seguro que apenas rompiera la puerta, un licántropo adulto saldría desaforado desde la celda.

Respiró profundo y, con otro movimiento de su varita, hizo explotar la piedra.

El licántropo que se encontraba en el interior salió corriendo hacia él, tal y como pensaba. Apenas si pudo volver a convertirse en perro cuando un delgado lobo le cayó encima y le azotó contra la pared que tenía tras de si.

Escuchó los pasos de gente correr hasta donde se encontraban y se apresuró a levantarse, entre tanto que el lobo ya había comenzado a arrancar sin rumbo.

Mierda...

Lo único que debía hacer era cuidar que Lupin no escapara cuando estuviera suelto y no había logrado retenerlo por más de dos segundos.

— ¡¡¡ARRRGGGG! —los gritos de un hombre le indicaron donde se encontraba su misión.

¡Mierda!

Rápidamente llegó hasta el lugar en donde yacía lo que alguna vez fuera llamada persona y arrinconó al lobo.

Lo había hecho tantas veces antes, con James.

Los dos eran quienes mantenían a raya a su amigo, quienes se preocupaban... ¡No era momento de pensar en eso!

Gruñó y enseñó los dientes, mientras que el licántropo hacia lo mismo. Estaban luchando por ver quien era más fuerte. Al final, el vencedor fue Sirius ya que se encontraba en mejores condiciones que el otro.

Más tranquilo, comenzó a caminar incitando a que el lobo le siguiera, y lo hizo.

Poco a poco fueron aumentando el ritmo de la carrera hasta lograr un ritmo rápido y constante; de vez en cuando, Sirius empujaba a su amigo para que siguiera determinado corredor, y cuando se topaban con algún mago, sólo bastaba con gruñir y dar tarascones al aire para que el lobo siguiera su camino, ignorando a quien se interpusiera.

Por suerte, la mayor parte del camino fue "tranquilo", esquivar hechizos, algunos magos, uno que otro animalejo extraño... nada imposible.

Aunque Black sabía que la salida sería la parte difícil, habría mucha gente, y probablemente el lobo no aguantaría saltar y atacar a quien tuviera delante. O, por el contrario, los atacarían a ellos.

También sabía que el licántropo no esperaría a que todo estuviera más tranquilo para escapar, así que sólo podían seguir con su camino, sin detenerse. Decidido, aumentó el ritmo de la carrera y salió disparado hacia la salida, con el lobo corriendo tras de si.

Atravesaron el lienzo que cubría el pasaje y dejó que el lobo se adelantara, así podría vigilarlo desde atrás.

Ahí afuera todo era peor, las patas se le resbalaban en el piso húmedo por la sangre y el agua, y trastabilló un par de veces al doblar. Los cuerpos y miembros tirados por doquier hacían del piso un verdadero campo de obstáculos. Casi sintió nauseas.

El lugar estaba muy frío, seguramente los Dementores se encontraban por ahí, aunque no los podía ver.

Entró a una galería que parecía estar desierta y paró a escuchar.

Los hechizos convocados a todo pulmón, y los alaridos le indicaron que la batalla se había trasladado afuera del recinto.

Mort... — escuchó que alguien pronunciaba detrás. Asustado, se giró rápidamente para ver justo cuando el licántropo se había lanzado sobre el mago que había intentado atacarles, y ahora le arrancaba la mano de un mordisco.

¡Joder!

Se le tiró encima para intentar quitarle a su presa, pero no lo logró.

El hombre lobo sólo le soltó cuando hubo destrozado por completo al hechicero. Un hilo de baba y sangre le colgaba del hocico.

Sin nada más que hacer, ambos saltaron por una ventana y corrieron por entre la multitud para salvarse.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Un horrible pantalón a lunares voló por los aires, seguido de una polera roja de algodón. En la pequeña habitación solamente se escuchaba el roce de ropas y los gruñidos de un muy disgustado rubio que buscaba desesperadamente algo que ponerse para la fiesta de navidad.

—Maldición... —un pijama amarillo empeoró su humor. ¿Por qué los magos conseguían la ropa más fea existente en el mundo muggle?.

Se enderezó lentamente para estirar sus músculos adoloridos y miró con desprecio la bolsa que Bill le había conseguido.

—Ropa, mi deseo es ropa —había dicho Draco un par de días atrás cuando su salud había dejado de ser lamentable y ya podía hablar sin toser y pasearse por la cubierta con el permiso de Pomfrey.

—No creo que Dumbledore esté en condiciones de preocuparse por comprarte ropa —le contestó Bill aún incrédulo ante este deseo frívolo. ¿No se suponía que Draco había pasado por muchas cosas horribles y debía entender que en momentos como este la ropa era un tema menor?

—Eso debe decidirlo él —respondió altanero —pídeselo. Tal vez pueda enviarme un catálogo para elegir algo...

Luego de una desagradable charla en que Bill intentó convencerlo de desistir, el colorín terminó por mandarle la petición al director. Dumbledore hizo lo que pudo, no era difícil conseguir ropa pues en el castillo era necesaria toda clase de provisiones, y, entre cajas de frutas, verduras, fideos y pociones medicinales, también llegaban fardos de ropa. La mayoría eran de ropa muggle, pues las tiendas de magos habían cerrado por seguridad hacía varios meses.

Poco después de mandada la petición de Draco, una de los fardos llegaba a manos del rubio, junto con una amable nota del director pidiéndole que se quedara con lo que le gustara y devolviera a Bill lo que no, para repartirlo ente los refugiados, quienes la necesitaban mucho. No sin antes mencionar la importancia menor de la ropa en momentos como los que estaban pasando

Esto no era ni remotamente parecido a los trajes Gucci que esperaba ver llegar, pero luego de mascar su frustración, supuso que entre toda esa ropa debía haber algo que pudiera salvar. Llevaba más de diez minutos zambulléndose en el fardo sin encontrar nada que iluminara su buen gusto.

Pateó el saco y maldijo al director y a Bill. Volvió a mirar, buscando un color que le gustara entre todas las telas que tenía frente a su vista, alguna textura... pero nada.

Vamos Draco, debe haber algo... bufó y volvió a zambullirse, todo el torso sumergido en la bolsa.

Si hubiera estado menos concentrado en su labor, o al menos con la cara hacia la puerta del baño habría visto llegar a Harry. El moreno entró a la habitación con su libro abierto, leía con curiosidad que podía invocar un lumus tal como con la varita, pero en vez de que la punta de la madera se iluminara, serían sus dedos los que adquirirían el resplandor. Estaba a punto de pronunciar la palabra mágica cuando vio lo único que se distinguía de Draco en medio de toda la ropa: su lindo y perfecto trasero.

Se quedó con la boca abierta en forma de "lu" incapaz de emitir el sonido. Luego sonrió. No podía desconcentrar a Draco en su aparentemente ardua labor. Sería muy desconsiderado.

Por un comentario que el rubio le había hecho hacía unos días, la explicación de la pregunta que se había formado al ver la escena voló rápidamente: Bill le había dado a Draco su indemnización. Y Draco intentaba hacer que valiera la pena.

Paseó su vista por los modelitos que el chico obviamente había desechado. Aguantaba una carcajada imaginando lo indignado que debía estar Draco, con su inesperado buen gusto en ropa muggle completamente ofendido por estas piezas. Volvió su vista a Draco, a su trasero más bien, pues el tronco continuaba sumergido. El pantalón le apretaba más de lo normal en esa zona y marcaba además muy bien las piernas duras y largas se ve mejor "las piernas largas y duras" del chico. La verdad, Draco no necesitaba mucho para verse bien ¿Por qué había pedido ropa arriesgándose a este fraude? Con los pantalones que llevaba puesto, su imagen era suficientemente inquietante.

Harry abrió los ojos como platos al descubrir sus propios pensamientos y enrojeció a más no poder. Bajó la vista avergonzado, no sin antes echar un último vistazo al trasero que nunca podía apreciar sin que la mirada gris lo descubriera. Leyó apresuradamente varias líneas en su libro tratando de recordar que estaba pensando antes de entrar a la habitación.

—Lumus —dijo fuerte y claro la voz de Harry. Draco se incorporó velozmente para evitar que lo viera en esa posición desesperada. Y fingió haber estado buscando con desinterés

— ¡Vaya! Has aprendido algo nuevo —Dijo con fingida tranquilidad al ver el dedo índice de Harry resplandecer como una vela —no es muy sorprendente... hace tiempo que no haces nada interesante —terminó despectivo y volvió a hurgar la ropa, esta vez con cuidado y lentitud, sacando una prenda a la vez, con la punta de sus dedos.

— ¿Para qué finges tu desesperación, Draco? Te vi dentro de la bolsa. —confesó burlón disfrutando el rubor en las orejas blancas, que era lo único que veía ahora que Draco le había dado la espalda. Esperaba que el rubio se volviera con alguna respuesta mordaz, pero siguió con su labor como si no lo hubiera escuchado. Harry se acercó hasta estar a su lado y miró hacia el montón de trapos —quien hubiera pensado que el tan refinado y elegante Draco Malfoy terminaría mendigando ropa muggle...

—Tu ropa es peor que esta —Respondió sin inmutarse, ya había controlado su tono rosa y volvía a lucir la palidez inmaculada, tomó un trapo azul y, como si no fuera esa su intención, se lo lanzó a la cara.

—No finjas —refutó sonriente Harry —te mueres por volver a usar mis pantalones.—Otra prenda le dio en la cara — ¡Oh, mira —sacó un estrecho vestido de la bolsa, era corto y estampado de leopardo en color violeta —ponte esto, tal vez a Blaise le guste, hará juego con tus boxers de cebra. —Otra prenda le llegó en la cara, esta vez con mucha más violencia —serás un slytherin de la selva —rió sonoramente y se alejó para guardar el libro

—Qué ocurrente estás ¿no? —respondió Draco entre dientes.

—No encontrarás nada, esta vez lucirás terrible —se burló Harry, empinándose para dejar en el estante el grueso volumen. Apenas lo había guardado, cuando sintió un violento apretón, como si una serpiente lo abrazara y luego, los cálidos labios de Draco se cerraron en su cuello.

— ¡Qué haces! —gritó saltado hacia atrás, sintiendo como el chico succionaba su piel. Los dientes apretaron firme y suave, ajenos al forcejeó que emprendió Harry. — ¡DRACO SUÉLTAME! —gritó desesperado, podía sentir al rubio sonreír en su mordida — ¡DRACO BASTA! —se sacudió con fuerza, pero Draco, en vez de soltarse, se encaramó con tenacidad y lo rodeó con las piernas. Harry apenas dejó de respirar, apenas se dejó sorprender por ese gesto porque estaba más alterado por la reacción de su cuerpo, que una vez más se comportaba de manera incongruente con lo que ocurría. La humedad de la lengua en su piel enviaba constantes escalofríos a lo largo de su espina, al ritmo de sus palpitaciones, y pronto le aceleró el ritmo cardiaco. —¡SUÉLTAME! —gritó poco convincente debido a las carcajadas que las manos de Draco le sacaban con unos cuantos roces en el cuello y el estómago. Más electricidad viajó a través de sus nervios. Sentía la piel erizada, sobre todo la de su nuca, que estaba en contacto con las suaves hebras platinadas. Ahora se movió con mayor urgencia, entre risas nerviosas, a veces histéricas cuando el rubio atinaba a tocarlo en los lugares más cosquillosos, se lanzó contra una pared para zafarse de la serpiente en su espalda.

Cayeron al suelo estrepitosamente.

Draco sostuvo su succión por un tiempo más, pero Harry forcejeaba sobre él y le aplastaba los pulmones, pronto tuvo que soltarlo y aspirar profundamente en busca de oxígeno.

— ¡QUÉ ME ESTÁS HACIENDO! —Gritó Harry, suponiendo que ahora ya podría responderle. Con fuerza separó las níveas manos de su cuerpo.

—Ahora tendrás que ir a la fiesta con eso —susurró un fatigado y risueño Draco.

Otro terrible escalofrío bajó desde su cuello hasta su pierna al sentir chocar el aliento de Draco con la humedad de lo que seguro ahora era una roja marca, un avergonzante chupón. Llevó su mano hasta la piel adolorida y afiebrada para cerciorarse, aunque era muy obvio.

—Tendrás que buscar algo que te tape el cuello ahora... ¿no tienes nada? ¡Oh, que lástima! —dijo el rubio sarcástico —puedes buscar conmigo, vi un vestido rojo bermellón de terciopelo, con cuello de tortuga, te quedará bien. —terminó entre risas.

Harry no escuchó mucho de lo que decía debido a una serie de sensaciones agradables que lo invadían cada vez que el aliento de Draco rozaba su piel. Pero sabía que debía enojarse y le dio un golpe con el codo en un costado. Draco se quejó, pero no le devolvió el gesto, sino que siguió riéndose. Aparentemente disfrutaba mucho su triunfo. Sintió las piernas, que hasta entonces lo mantenían apretado, liberarlo y se puso de pie automáticamente. Golpeó a Draco una vez más y se volvió al espejo.

—Como pudiste... —le reprochó a punto de reírse. No entendía porqué no estaba enojado, porqué esto le parecía una broma menor, ¡lo acababa de marcar, por Merlín!. Examinó su cuello, los dientes todavía estaban marcados en profundo violeta, la sangre de Harry asomaba como pequeños puntitos en una piel roja y caliente. A través del espejo la mirada de Draco buscó, traviesa, la suya.

—Tú me obligaste —se defendió con falsa inocencia. Defensa innecesaria porque sabía que Harry no estaba enojado. Y eso lo animaba suficiente para olvidar el horrible fardo de ropa y la fiesta sin ropa nueva y cualquier cosa que hasta ese entonces le molestara, porque Harry tendría que haberse puesto furioso. Y, en cambio, se reía... le tenía que haber gustado entonces ¿no?

—Tú sabes un hechizo para ocultar marcas —Harry dejó de mirarse para encararlo —lo ocupaste en Hogwarts, cuando te hice botar por todos lados...

—No te servirá, no puedes ocuparlo por mucho tiempo, requiere de mucha energía.

—Soy fuerte.

—No se puede usar ese hechizo más de dos días... y no te lo enseñaré si no encuentro nada que ponerme —dijo acercándose al fardo. —Aunque es mas efectivo darte una pomada para quitarte la marca, a si que... si deseas quitártelo para la fiesta, tendrás que ayudarme... —tomó una prenda horrorosa de la bolsa y la lanzó al suelo —...o pedirle a Pomfrey una medicina para eliminar mordidas. —terminó sonriendo con malicia.

No mucho después encontraron unos jeans azules muy gastados y un polerón muy viejo, negro y con gorro, tenía una leyenda en katakanas y una ovejita estampada al frente. Draco se probó la tenida varias veces. La tela no era de su agrado, y el polerón estaba tan gastado como los jeans. La tela, originalmente gruesa, se encontraba tan delgada ahora, que uno de los codos había cedido al roce hasta deshacerse. El otro se veía transparente. Pero era lo más decente que encontró.

—Si al menos no tuviera esa horrible oveja... —miró el tierno animal con desdén, mientras escuchaba las risas de Harry, y se dio vuelta para apreciar como se apretaban los nuevos jeans. Recordaba unos parecidos en un catálogo. No los había comprado por ser muy casuales para su gusto. Pero puestos se veían muy bien. Sólo había que romper algunos lugares para que parecieran gastados por moda y no porque estaba pobre de ropa. Además, suponía que su estilo ayudaría a que se viera mucho mejor de lo que realmente era.

—Se ve bien, Draco —dijo por enésima vez el moreno mientras el chico continuaba examinándose.

—No estás deslumbrado —respondió de mala gana. Tal vez si ajustaba un poco el polerón y cortaba las mangas... Bueno, ya estaba. Una vez tomada la decisión se desvistió para cambiarse de ropa.

Harry, que lo había estado observando, bajó la vista.

—Ya encontraste algo — dijo luego de haberse asegurado que el chico se había puesto los pantalones —dame la pomada que me prometiste —exigió.

—La fiesta es en cuatro días —terminó de encajarse la polera para tomar el bulto de ropa que acababa e sacarse —te la daré entonces —dijo abriendo la puerta; le lanzó un beso y salió antes de que Harry lo matara.

Pasó una hora en su habitación realizando hechizos simples que había memorizado el día anterior. Estaba descansando de sus tareas como enfermero ya que muchos de los chicos, tal como Draco, ya no estaban graves y podían ayudar en el cuidado de sus compañeros, y también cuidarse solos. Por esa razón, Bill les había dado turnos más humanos y ahora Harry sólo debía ir dos horas para ayudar y poner orden en su casa.

Roris —pronunció un último hechizo antes de levantarse e ir en busca de Hermione. La chica le había pedido verse en privado, Harry suponía que deseaba hablar de Ginny y la había citado en su despacho a las tres. Eran cinco para las tres y Hermione era muy puntual.

Respiró profundo para recibir una fina lluvia que calló desde el catre de Draco y lo bañó suavemente antes de desaparecer evitando tocar el colchón. Sonrió, a Draco le gustaría ese hechizo. Se puso de pie, feliz de haber recibido la frescura del agua, y caminó hacia el despacho.

Hermione ya había llegado y lo esperaba frente a la puerta del aula. Harry abrió y la invitó a pasar. Luego de cruzar la sala y nuevamente abrir una puerta, llegaron al despacho, el único lugar en que Harry se sentía verdaderamente en privado, ya que a la sala de defensa los ayudantes también tenían acceso.

— ¿De qué querías hablarme? —preguntó sentándose en su sillón, Hermione sonrió; cada día que pasaba, Harry se comportaba más como un profesor. La forma de hablar, de sentarse, de invitarla a compartir sus problemas.

— ¿Cómo te has sentido? —le preguntó ella, no acostumbraba a dar rodeos, pero en esta ocasión le parecía necesario, de hecho, se arrepentía de haberlo citado para esto. Ahora que veía a Harry, pensaba que hubiera sido más sensato armar la conversación de modo que pareciera casual...

—Bien —contestó con expresión interrogante. Hermione supo que no tenía sentido arrepentirse ahora, estaban solos, tenían que hablar.

—Emm... —se sentó frente a él, mirándolo intensamente. Harry se iba a enojar. —necesito hablarte de... unos rumores... —eso era, los rumores, no debía asegurar nada, a pesar de que lo había visto con Draco en la cubierta, juguetear con la mano del rubio... —que me han llegado... —...desordenarle el cabello, tomarlo de la cintura... —de, Parvati.

— ¿Parvati? —preguntó mirando a su amiga preocupado. ¿Es que acaso Parvati sabía lo de Blaise y Ginny? Si era así, tal vez Ron ya se había enterado...— ¿Parvati sabe lo de Ginny?

Hermione abrió la boca ...¡Oh, no! ¿Piensa que vengo a hablar de Ginny?... ¡Esto sólo lo hacía más difícil! —No, no Ginny... —ahora o nunca... —los rumores son acerca de ti... y de Malfoy.

Las cejas de Harry se levantaron en un gesto que para Hermione fue una especie de confirmación. Era un gesto calcado de Malfoy, pero en vez de sentir una fría mirada gris sobre ella, brillaba una verde esmeralda, sólo un poco menos frío. Harry estaba demasiado cerca de la serpiente.

— ¿Draco y Yo? —Preguntó fingiendo no entender.

—Ya sabes, en Hogwarts hay muchos chismes y ahora uno de ellos es tu relación con Draco, al parecer están demasiado juntos —La chica esperó a ver la reacción de Harry, aquella máscara formada hacía unos segundos empezaba a romperse y el Harry que ella conocía salía a flote. Con un ceño demasiado fruncido para alegrarse por ello. Pero no dijo nada y Hermione tuvo que seguir hablando, esperando escuchar una respuesta o algo —No puedes negar que estás demasiado tiempo con él, que se abrazan demasiado...

— ¡Yo estoy con él porque me mandaron a vivir con él! ¡A dormir con él, a hacer guardias con él, a recibir clases de él! ¡Paso la mayor parte del tiempo con él porque así es mi trabajo y finalmente nos hemos hecho amigos y en vez de alegrarte me vienes con que estoy mucho tiempo con él! ¿Qué quieres... que nos llevemos mal? ¿Que mi vida sea un infierno?

Bien, estaba estallando, este si era Harry.

—No estoy reprochándote eso —le contestó ella sintiendo que al fin pisaba terreno conocido —No tiene nada de malo que sean amigos, pero ustedes se comportan como si fueran algo más —al fin estaba hablando claro, lo miró con decisión mostrándole que debía enfrentarla, hablarle con la verdad.

— ¿Cómo? A qué te refieres.

—Digo, que te falta poco para ser Pansy Parkinson, Harry —cruzó los brazos y esperó una respuesta con los labios apretados. Estaba cansándose de escuchar a Harry ofendido y haciéndose el desentendido.

Se miraron desafiantes un instante antes de que Harry prácticamente gritara— ¡Draco es sólo mi amigo!

— ¡Y porqué te enojas tanto entonces!

— ¡Porque no puedo creer que en este colegio se inventen estas estupideces y tú les creas!

—Porque yo te he visto con él, y también lo he visto con Blaise, y lo vi en el castillo con todos sus amiguitos de Slytherin. Parvati será alcahueta, pero es muy observadora y nunca se equivoca.

— ¡Pues ahora se equivoca! —se puso de pie —no puedo entender porqué le crees más a ella que a mí, no tengo nada con Malfoy, únicamente somos amigos.

—Es que... —ella también se puso de pie para mirarlo a la cara — ¡ustedes se abrazan demasiado!

—Bueno, el es diferente a ustedes, es más cariñoso. Es común en Slytherin demostrar los afectos así... Nunca has tenido un amigo de esa casa, por eso no los entiendes, pero es eso, no significa que tengamos algo más.

Hermione le hubiera creído, de no ser porque justo en ese momento reparó en un pequeño manchón rojo en el cuello de su amigo asomándose bajo la camisa.

— ¿Y eso? —preguntó separando la tela del cuello, descubriendo un gran chupón. Al instante Harry cambió del color tenue-rosa-pelea a fuerte-rojo-vergüenza —¿eso también es por cariño?

Harry se alejó dos pasos y se tapó nuevamente con la tela, Hermione lo veía muy seria —sólo fue un juego... —se excusó.

— ¡¿Juegan a chuparse el cuello!

— No fue...

— ¡Y me dices que no tienes nada con él!

— ¿Por qué das por sentado que fue él?

— ¡Porque no me lo has negado!... Harry... esa marca no te la dejan por juego, yo lo sé bien, no me vengas con que eres tan ingenuo.

— ¡Es problema mío como me entiendo con Malfoy! ¡Fue una broma, nada más!

—No... no ... —se apoyó en la mesa, se sentía algo mareada. Algo como si tuviera un hijo y de pronto viniera con el cuento de que se ha metido con una prostituta con tres hijos y un marido, que lo dobla en edad y piensa mantenerla a ella y a su familia de por vida porque está enamorado de ella —He escuchado demasiados cuentos desagradables acerca de sus relaciones amorosas con sus amigos como para no preocuparme —le dijo con voz cansada. Entre Harry y Ginny la matarían. —Y antes de Malfoy jamás te había visto tan cariñoso con nadie, a excepción de tus novias.

Si los hubiera visto cuando estaban solos, habría opinado que ni si quiera con sus novias había sido tan cariñoso.

—No tengo nada con Malfoy.

—Espero que no te involucres con alguien que te querrá únicamente para aumentar su ego. Ya todos comentan como Draco rearma su grupo. Tenía a Blaise, Parvati y Lavender dicen que ahora a Lisa y también te cuentan a ti. —se acercó a él nuevamente y le tocó el hombro —Tal vez es tu amigo, y tal vez ha cambiado y ya no se burla de los hijos de muggles ni proclama la muerte de estos... pero no creo que se haya convertido en una buena persona de un momento a otro —un brillo centelleó en el verde de Harry —a la mayoría nos sigue tratando como basura.

—Tu no lo conoces...

—Lo juzgo por como se comporta y de verdad, Harry, él no ha cambiado tanto.

—No lo conoces —repitió con un leve tono triste.

—Mi única preocupación es que no te dañe. Tal vez ahora no tienes nada con él, pero te estás dejando llevar. De otro modo no lo dejarías hacerte esto —volvió a destapar la mordida —No juegues a ser de su grupo de amantes, Harry... —pronuncio el nombre de su amigo en una súplica conmovedora, pero para Harry fue nada, ya que en sus oídos la palabra "amantes" todavía sonaba en un fuerte eco —...Tu no eres como ellos.

Harry deseaba seguir alegando, defenderse, defender a Draco. No estaban haciendo nada, eran simplemente amigos... pero tenía un enorme cargo de conciencia que le impedía enfrentar a Hermione y decirle sin titubeos que estaba sacando conclusiones erradas. Que no había nada entre ellos. Tenía vergüenza por su relación, tenía vergüenza porque lo estaba vinculando a un hombre, se sentía un delincuente, sentía que estaba haciendo algo malo, desquiciado y anormal.A pesar de que no era culpable, no podía negar los cargos... No podía y eso era desesperante.

Sintió un beso fugaz en su mejilla y miró con algo de rencor a la chica que se despedía.—Cuídate, Harry —le aconsejó antes de salir del despacho.

¿Había estado tan confundido en toda su vida? Las cosas siempre habían sido blanco y negro ¿por qué ahora todo era tan gris?

Se sentó en la mesa inconsciente del mundo que lo rodeaba... estaba metido en un problema... ni siquiera tenía claro el problema.

Se tocó el cuello como si en el chupón de Draco fuera a encontrar respuestas. Pero no había ni una. Se preguntó si a Draco los eventos se le habían presentado de la misma forma. Viviendo en paz y de pronto encontrarse con que era amigo de uno de sus grandes enemigos, que dormía con él y que, como si se metiera en una tormenta, de pronto dependía de él por completo, con fuertes sentimientos involucrados, y besos y abrazos inusuales en él...pero no son inusuales para Draco...

¿Estaría consciente de lo que les pasaba? Él casi nunca lo estaba, simplemente se dejaba llevar por los hechos, por lo que sentía... mentiroso.

Se puso de pie y caminó de un lado a otro con los nervios alterados. ¿Por qué Hermione tenía que confundirlo? Su relación con Draco estaba bien, muy bien, mejor de lo que estuvo con Ron o con Hermione alguna vez. ¡Qué me importa lo que piense Parvati!...debería quitarle puntos por liosa... Y Draco era una buena persona, un poco rezongón, algo caprichoso, engreído... ok, a veces se ponía cruel. Pero era bueno. Y lo veía como amigo. Eran amigos...somos amigos... Y podía confiar en él, eran confidentes, amigos intentando sobrellevar la espera a la batalla final... ¿sólo amigos?... ¡y él no se comportaba como Pansy! ¡Casi nunca... ¡NO! ¡NUNCA! ¡NUNCA!

Volvió a sentarse. Tal vez no se comportaba como Pansy, pero si se había dejado manipular muchas veces por Draco, concientemente y feliz por ello.

¿Qué diablos tenía Draco? A veces lo trataba como a una mosca y él siempre lo perdonaba.

Draco ha cambiado...

Sí, Draco era muy divertido, era encantador

Draco era egoísta, era ególatra, Draco Malfoy es fascinante. era frío y calculador...No... Draco es de fuego...

Se recostó en la mesa, ¿por qué hay que juzgarlo tanto?

Ron era cascarrabias y quejumbroso, entretenido y muy buen amigo.

Hermione era inteligente, mandona y creída. Sí, había que reconocer que era muy presumida. Y siempre pensaba tener la razón. Y siempre estaba dispuesta a ayudar y a cuidar a todos y, tal como Ron, tenían un enorme corazón. ¿Draco tenía un corazón tan grande? ¿Por qué sus amigos podían tener defectos y virtudes sin que le preocupase? ¿Sin que nadie los juzgara? ¿Por qué con ellos era tan simple y con Draco no?

¿Draco tiene un gran corazón?

Decidió volver a su habitación y recoger su libro. Tenía que ensayar...Draco es de fuego... no podía perder el tiempo, su vida estaba perfecta, su amistad con Draco era vigorizante, le hacía bien, muy bien... te consta que es de fuego.

Salió de la habitación apresurado, todavía enojado con Hermione. Pensando en el próximo hechizo y secretamente esperando que el cosquilleo en sus labios, el que aparecía cuando recordaba que Draco no besaba como una fría serpiente, se desvaneciera al concentrar toda su energía en los estudios.

Blaise caminaba descalzo por su habitación, había salido de la cama para sacar de su despensa secreta, un gran trozo de pan con queso que acabó en dos grades mordiscos. Estaba hambriento. Siempre se le habría el apetito cuando jugaba con Draco muchas horas. El rubio había llegado muy temprano con un atado de ropa bajo el brazo...

"Necesito que me ayudes" le había saludado e inmediatamente procedió a dejar su nueva ropa en la cama. Pronto Blaise descosió y cosió puntos estratégicos en las prendas para que el rubio quedara conforme con su nuevo traje de fiesta, y como recompensa, recibió un show privado. Oohh, sí, si alguien sabía hacer bailes eróticos, era Draco. No había durado más de tres minutos contoneándose sobre la cama, con su sonrisa seductora y ojos provocadores, porque Blaise se lanzó sobre él demasiado excitado como para contenerse.

Había sido mucho sexo para una tarde, eran jóvenes, pero todos tenían un límite.

Ahora Blaise volvía al lecho, cuidadosamente se recostó junto al rubio que dormía, evidentemente satisfecho, y acarició uno de sus brazos. Era maravilloso verlo tan tranquilo, hasta podía leer una suave sonrisa, Draco al fin se veía relajado; sin pesadillas ni sueños interrumpidos, como en sus mejores años de Hogwarts. No sabía el porqué de su felicidad, el exceso de ejercicio podría tener que ver con eso, pero no era la primera vez que pasaban todo el día juntos y nunca, en todo el tiempo en ese barco, lo había visto así.

Besó uno de sus hombros y pasó sus labios por la suave piel. Recordó la primera vez que tuvo acceso a su cuerpo, Cuando Draco sin tener mucha idea de lo que hacía se quitó la camisa y lo atacó sensualmente a besos. Había sido la espalda más suave que hubiera tocado, y los brazos... y las piernas... Aún lo eran. Acarició su espalda a lo largo, y besó el blanco cuello. El rubio se removió ligeramente.

Blaise sonrió malicioso y recorrió con dedos expertos el trasero del inocente rubio. Esta vez obtuvo un halagador ronroneo. Se inclinó divertido y acarició con sus labios la oreja que estaba a su alcance, que luego mordió y sopló lentamente.

— ¡Ah! —un torpe gemido escapó de los rosados labios. Blaise, muy animado, recorrió con su lengua la quijada mientras guiaba sus manos por los firmes muslos —Haah... Ha...rry... —y quedó congelado. Miró a Draco sorprendido esperando una explicación, pero seguía dormido. Luego de unos segundos recuperándose, decidió que era la oportunidad perfecta para hacerlo confesar. Continuó con las caricias, esta vez sus hábiles manos recorrieron el interior de las piernas subiendo lentamente y lamió los labios de Draco buscando sacar otra vez ese nombre.

—Draco... —Susurró esperando que le respondiera. Llenó de besos el cuello del rubio —Draco —volvió a susurrar.

—Har..-ry... —Empezaba a agitarse —¡Haa...rry —y abrió los ojos. Blaise dejó de besarlo y lo miró acusadoramente —Blaise.

— ¿Harry?

— ¿Ah? —fingió no saber que había dicho, pero acababa de despertar y sus ojos hablaron por él.

—No disimules más, Draco, creíste que era Harry —se sentó esperando que el rubio dejara de simular que seguía medio dormido — ¿me dirás que tienes sexo con él? —Le preguntó sabiendo la respuesta, Draco no estaría en su cama si hubiera conseguido que Harry aceptara ser su amante.

—Él es sólo mi amigo.

—Pero te gusta.

—No —respondió indignado —Potter no tiene nada...

— ¿Por qué sigues con eso? —si había algo que le enfermaba, era esa negativa tajante con que Draco intentaba obligarlo a pensar que no sentía nada por Potter. Estuvo negando eso durante dos años. En sexto, había hecho que sus amigos sacaran a Blaise de la habitación y le impidieran entrar por una semana, únicamente porque le había enrostrado que su odio a Potter era atracción. Por supuesto el rubio lo había negado y, destilando más veneno del usual, aclaró a todos que esa idea no era solamente una estupidez, sino también una ofensa. Y todos sabían lo que pasaba con las personas que ofendían a Draco. Blaise no sólo tuvo que salir de la habitación, durmió en una sala aislada durante los primeros cuatro días de su castigo porque todo Slytherin pensaba que era un desgraciado traidor y se salvó de los golpes porque era demasiado fuerte para todos, excepto para Crabbe y Goyle, que no lograron atraparlo. Desde entonces decidió que era problema de Draco lo que sintiera y como prefiriera aliviarlo. Pero ahora, era diferente. Ahora le parecía peligroso lo que Draco sentía, porque no estaba ni protegido por su grupo de amigos, ni lejos de Harry — ¿crees que no me he dado cuenta de que duermen juntos?

— ¿De qué hablas? —Y lamentablemente Draco no se daba cuenta de sus límites. La depresión en la que estaba sumergido no era un juego, pero el rubio estaba acostumbrado a tener el control, y nunca reconocería que la forma en que llevaba lo que sentía era autodestructiva.

—Dos personas en pijama con cara de sueño y una sola cama desordenada... no tengo que ser muy brillante.

Draco permaneció quieto, desafiándolo sin apartar la vista, hasta que finalmente reconoció —Dormimos juntos —ahora no sólo lo desafiaba, lo taladraba con sus ojos —no tenemos sexo —aseveró sonando firme, no aceptaría ni una réplica al respecto —es sólo mi amigo.

—Tu no duermes con alguien sin manosearlo de vez en cuando —Draco se sentó indignado y abrió la boca probablemente para insultarlo, pero Blaise no tenía ánimos de dejarse amenazar y continuó —si no han tenido sexo es porque él no quiere —había dado en el clavo. Draco enrojeció ligeramente y pestañeó sin saber que responder —No sigas mintiendo.

Luego de que lo sacaran de la habitación en Hogwarts, una única vez más había tocado el tema con Draco, ni siquiera le había dicho que andaba detrás de Harry, sólo insinuó que ciertos pleitos se arreglaban en la cama. Había sido en el barco, luego de una pelea tonta entre los jefes de casa. Draco no le habló en tres días y no pudo acercársele a pesar de estar seguro que lo necesitaba, no pudo hacer más que vigilar desde lejos como su ánimo caía varios peldaños. Sabiendo lo obsesivo que era Draco, y lo acostumbrado que estaba a conseguir lo que deseaba, suponía que Harry era una pesadilla en cuerpo humano, una presencia humillante para Draco y muy, muy deseada.

— ¿Por qué no intentas algo con él?

— ¿Cómo tú con Ginny? —preguntó venenoso.

—No-me-molestes —la voz de Blaise se alzó enojada, Ginny era el tema que no había que tocarle... por ningún motivo —no cambiaré de conversación, Draco.

Ahora el rubio volvió a recostarse en la cama, reaccionando contrario a lo que Blaise suponía que haría. Apoyó la cara en sus brazos y cerró los ojos.

— ¡Draco! —lo llamó el moreno, perdiendo la paciencia.

—He intentado muchas cosas —confesó procurando esconder sus ojos para no delatar la angustia y la vergüenza que lo carcomía desde hacía tanto. Estaba tan cansado, como si hubiera recorrido un interminable camino de piedras en medio del desierto, sin agua, sin descanso y casi sin esperanzas.

—Y él ¿qué ha hecho? —preguntó con suavidad, Draco no se veía bien, esto no estaba bien.

—Huye —dijo en medio de un suspiro amargo —huye sin darse cuenta de nada.

— ¿No sabe que te gusta?

— ¿Crees que dormiría conmigo si lo supiera?

—Draco... ¿para qué... ¿qué sacas con dormir con él?

—Nos hacemos compañía...

Blaise casi rió, Draco podía decir cosas sin sentido y hacerlas parecer la verdad absoluta sin siquiera arrugarse —Eso no es compañía para ti..

—Yo me siento bien. Él jamás durmió con sus amigos, lo hace conmigo nada más...

— ¿Sabe que le corres mano cuando...

—Yo no...

— ¡¿No! —más que palabras eran un golpe — ¿Podrías hablarme sin mentir por una vez?

—No se da cuenta —Se apoyó en los codos y levantó la cabeza quedando hacia la cabecera de la cama. Suponía que contestaba a las preguntas porque ya no tenía energía para nada, ni siquiera para negar el más largo y cuidado secreto —piensa... que duermo con él porque tengo pesadillas... él duerme conmigo por eso.

—Yo no lo creo. —Draco dejó de evadir la mirada de Blaise —Estoy seguro que le gustas, lo he comprobado muchas veces—una pequeña luz de esperanza se abrió camino en el gris opaco de su mirada —intenta besarlo... —y se apagó como un rayo.

—Le dio asco.

— ¿Lo besaste? —Blaise no podía creerlo, ¿Potter estaba loco? Qué, ¿era de hielo?.¡Estaba seguro que andaba tras Draco, ¿Cómo no le había hecho caso? ¿Cómo podía no darse cuenta de lo que sentía Draco si le había besado?

—Le dio asco —Volvió a bajar la cabeza hasta la almohada.

—No lo creo —O era de hielo, o era un idiota. O un maldito reprimido.

—Hasta le he bailado... —Cada palabra sonaba mas descorazonada —he hecho muchas cosas tontas.

—Como dormir con él.

—Es lo único que no rechaza.

—No sigas haciéndolo.

— ¿Por qué? —volvió a enfrentar la mirada de Blaise —nos hemos unido mucho desde que dormimos juntos, él es mucho más cariñoso ahora...

—No seas masoquista, no te hace bien.

—Me hace muy bien, ya no le doy asco...

—Deja de humillarte, Draco. —Blaise sabía por lo que debía estar pasando, sabía que Draco jamás se hubiera conformado con algo tan platónico si no estuviera realmente desesperado, cosa que nunca le había pasado. Y sabía que cada vez que estaba peleado con Harry, su ánimo decaía, porque Harry era muy importante para él e imaginaba las dolorosas noches que debía pasar derritiéndose por tomarlo, conformándose con miserables y cuidadosos toques que nunca lo satisfacerían y se le erizaba la piel de sólo imaginar lo que pasaría si Potter llegara a descubrirlo. El idiota le haría un escándalo y lo humillaría todavía más hasta que su niño ya no pudiera seguir... sin voluntad, sin la poca energía que lo mantenía luchando...

Podía ver el dolor en los ojos grises al escuchar su última frase, Draco se levantó ofendido, quebrado, intentando abrazar la poca dignidad que le quedaba.

—No te vayas...

El rubio se vistió rápidamente, sus pensamientos más optimistas lo mantenían en pie apartando con mucho esfuerzo todo lo que Blaise estaba removiendo... Blaise... idiota ... él no tenía idea lo mucho que le había costado llegar a este punto con Potter, no sabía lo que había pasado en la mañana entre ellos, como Harry se había dejado marcar... no iba a dejarlo, este era su plan, era su último recurso. Había tenido demasiada paciencia ¡cómo iba a tirar todo su esfuerzo!

—Draco...

—Harry es mi problema, no te vuelvas a meter —y salió dejando, no tensión en el ambiente como siempre al final de una pelea, sino amargura.

Mas tarde, Draco esperaba a Harry apoyado en la puerta del aula de defensa. Intentaba luchar contra los enredos de su atormentada cabeza concentrándose en el disfrute del anochecer, cuando la brisa marina era fresca y enfriaba sus brazos con suaves y juguetonas caricias. Suspiró varias veces sin darse cuenta, como si su cuerpo pensara por si mismo e intentara de esa forma botar la tensión. Poco a poco las estrellas más brillantes aparecieron y la luz del sol se extinguió casi por completo. Entonces escuchó los pasos de Harry bajar la escalera. Draco sabía que era él aún antes de verlo, conocía ya el ritmo de sus pasos, los conocía antes de entrar al barco.

—Hola —Saludó Harry al verlo, no entendía porqué Draco siempre llegaba con cinco minutos de anticipación. En un principio le pareció que su intención era reprocharle llegar tarde (cosa que hacía con mucho entusiasmo) pero luego que a las reprimendas las reemplazó un saludo, sacó por conclusión que Draco era tan puntual como limpio... un poco maniático, se podría decir.

—Abre la puerta —contestó estirando el cuello hacia un lado para relajarse. Examinó a Harry de reojo mientras este sacaba la llave de su aula y la metía en el cerrojo; estaba preocupado por él. A pesar de las vacaciones ambos habían acordado seguir con las clases de defensa, Harry tenía que prepararse para pelear con Voldemort y hoy era un día especial en su entrenamiento, hoy aprendería el Avada Kedavra. El día en que Draco le mostró el programa de diciembre, la piel de Harry se había vuelto blanca y sus brillantes ojos, opacos. Objetó mucho menos de lo que Draco esperaba, sabía que a Harry no le agradarían las maldiciones imperdonables, pero suponía que en el fondo entendía que finalmente iba a tener que ocuparlas. Después de todo, no podía darse el lujo de NO asesinar.

—Click —sonó el abrir de la puerta y Harry entró frunciendo el ceño, Draco lo siguió e hizo lo mismo, había un extraño aroma... como a pino.

Draco encendió la luz.

Y quedó petrificado junto a Harry que, a medida que pasaban los segundos, el rubor en toda su cara se hacía mas patente.

— ¿Qué es esto? —Draco sacó el póster más cercano de un Harry deseando feliz navidad —qué?... —y empezó a reír.

No puede ser... pensó el moreno... no...

— ¿Cuándo...ja ja ja... te-tomaste estas-ja ja -fotos? —sacudió el cartel que tenía en la mano — ¡y luego me dices que yo soy egocéntrico!

— ¡Yo no las puse! ¡¿Cómo puedes pensarlo siquiera! —Le arrancó la foto de la mano y la quemó —debe haber sido Dobby —gruñó y le quitó otro cartel que había tomado, para quemarlo también.

—Te debe adorar para tomarse esta molestia... —puso cara de sorpresa sobre actuada—No me digas que tú y él...

— ¡Para! ¡Hasta cuando me vas a vincular con todo el mundo! Yo no soy tú —Harry no estaba de humor, verse en esos carteles saludando como idiota en un traje rojo brillante frente a Draco era muy, muy humillante.

—Yo no me meto con cualquiera —se defendió un muy ofendido Draco que le lanzó una fotografía en donde Harry volaba con amplia sonrisa en su escoba—Y no te desquites conmigo por tener a un desquiciado elfo tras de ti. Si quisiera podría mostrarle esta ridícula decoración a todos... —pero no alcanzó a terminar de quejarse porque Harry había mirado al techo y su cara se había desfigurado de una forma extraña. Inmediatamente alzó la vista y se encontró con una solitaria ramita de muérdago, que se quemó casi al instante.

— ¡Oye! —se quejó Draco, pero Harry lo ignoró y de un golpe de magia quemó cada adorno navideño.

— ¿Vinimos a trabajar, no? —contestó a una pregunta no hecha, molesto por todo este asunto. La verdad había estado de mal genio desde su conversación con Hermione y esto no le ayudaba a relajarse.

—Es de muy mala suerte no besarse si se está debajo de un muérdago —Harry bajó la vista visiblemente avergonzado y caminó a su despacho. —Hablo en serio Harry, nunca he quebrado esa tradición... —Draco ni siquiera sabía porqué le insistía, ya era costumbre, cada vez que veía una posibilidad de insinuarse lo hacía, por si acaso... — ¡no me dejes hablando solo... —Y Potter se devolvió con las manos empuñadas hasta quedar frente a Draco, le tomó la cara con fuerza y le dio un violento, doloroso y fugaz beso en los labios, dos segundo después estaba a una distancia más que respetable de camino a su despacho.

Draco quedó de pie tomándose la boca —¡qué fue eso! —gritó y pasó la lengua por los labios, asegurándose que la hinchazón no daban paso a gotas de sangre. Harry giró la llave avergonzado, invadido de una creciente rabia hacia Draco — ¿me estabas golpeando o qué? — a cada palabra... —te juro que cada día me sorprendes más —...más furia — ¡eso fue un torpe y estúpido golpe de dientes... — ¡y qué esperaba! ¿Un beso apasionado? ¿Hasta cuándo Draco iba a insultarlo? Volvió a girar sobre sus talones con la sangre hirviendo, caminó con decisión al centro de la sala en donde el rubio continuaba reprochándole — ¡inútil Pott... —y lo calló al tomarle la cara y cerrar la distancia en un nuevo beso.

Lo último que vio Draco fueron los hermosos ojos verdes, desafiándolo. Luego todo se volvió incertidumbre. Las manos de Harry lo cogieron por la delgada cintura y lo apretaron demandantes, al tiempo que la lengua que había acariciado los suaves labios se abría paso con deleite profundizando un beso que Draco creyó jamás vivir. Involuntariamente gimió, fue casi un susurro, como si pensara que el más mínimo ruido lo despertaría del sueño y acabaría con todo. Rodeó a Harry con los brazos, titubeante, y deslizó sus manos por la espalda hasta llegar al cabello azabache. Enredó sus dedos, y en ese momento la inseguridad se esfumó al caer en cuenta de lo que le estaba pasando... después de tanto tiempo deseando lo que no podía tener, sufriendo constantemente el triste y solitario vacío... Estaba con él. Finalmente la felicidad, una exquisita y embriagante felicidad, calmó su alma y no pudo hacer más que apretar el cabello que tenía entre sus dedos, con fuerza, y apegarse todavía más a Harry, buscando el mayor contacto posible, tratando de hundirse en su piel y sentirlo suyo. Gimió otra vez, mucho más fuerte que antes, dentro de la boca del moreno cuando la lengua caliente abrazó la suya, Draco perdía el control, sintiendo que en cualquier momento estallaría. Tembloroso, intentando acercarse más, terminó por empujar a Harry hasta chocar con una mesa.

Harry no tenía idea de qué estaba haciendo, de qué lo había impulsado a vengarse de esta forma... había pensado que le daría una lección a Draco, que tenía que demostrarle que no era mal besador como tanto le recriminaba, pero eso ya no importaba; ya no pensaba en nada, sólo sentía. El calor de la piel del rubio bajo la ropa lo llamaba, como si le quemara, y la única cura fuera apretarlo más en ese abrazo delicioso. Los golpes eléctricos en todo su cuerpo dictaban una respiración acelerada y un continuo palpitar frenético. Las manos de Draco acariciaron su espalda, su cuello y finalmente lo tomaron con fuerza del cabello. Harry apresuró sus movimientos, deseoso de sentir más de la boca de su amigo y Draco soltó un excitante gemido. Desesperado, enterró los dedos en su espalda imaginando la piel blanca hundirse ante el paso de sus uñas. Sintió como si se abandonara a sí mismo, dejando la realidad de lado, el aula, el barco... ronroneó involuntariamente cuando chocó contra una mesa y la rodilla de Draco rozó la cara interior de una de sus piernas, y entonces se dio cuenta de lo excitado que estaba, toda su sangre agolpada en su erección, palpitante, buscando a Draco... y Draco estaba demasiado cerca. Volvió de su viaje a la libertad con un enorme peso al notar como se había dejado llevar, al encontrarse incapaz de retomar el control sobre si mismo. Las sensaciones dejaron de ser primitivas y placenteras, en cambio se volvieron amenazantes. Intentó arrancar, pero Draco estaba demasiado cerca, rodeándolo con los brazos y lo había acorralado nuevamente contra una mesa.

Lo empujó desde el pecho intentando apartarse, desesperado. Había huido muchas veces de esto, era como un instinto, instinto de sobrevivencia. Pero Draco se negaba y lo envolvía nuevamente en un abrazo torpe, aferrándose con rapidez de su cadera y hombro, y al sentir nuevamente resistencia lo tomó de los brazos y luego de la cintura con toda su fuerza. Harry lo empujó varias veces forcejeando ya no con cuidado, sino con violencia, reflejo de su miedo y pérdida de control, evitando todo el tiempo que su erección fuera notada.

Hasta que al fin, en medio de febriles besos que Draco soltaba en su cara y cuello, logró golpearlo, expulsándolo contra una mesa. Inmediatamente le dio la espalda y caminó casi corriendo a la puerta de su despacho. Una vez dentro, hechizó con urgencia su pantalón para ocultar su obvia excitación.

Los labios de Draco temblaban, estaba congelado en el piso sin entender... Harry... se tocó la boca afiebrada, hinchada no sólo por los besos, sino por el golpe y la sangre que salía débilmente de un pequeño corte. Percibió como Harry se alejaba sin decir una palabra, sin detenerse a mirarlo siquiera. No entendía, no quería entender. Se puso de pie sintiendo que las lágrimas no tardaban en agolparse dentro de sus ojos, que no esperarían como siempre a que tomara su máscara para evitar que cayeran, se arrojarían al vacío sin su permiso impulsadas por este nuevo dolor, mucho más intenso y enfermo que los anteriores. No podía entender...

Tragó saliva y miró como Harry entraba a su despacho, todavía no le decía nada... le daba la espalda continuando el desprecio... ¿por qué se había ofendido?

Sentía el sabor de Harry recorrer con dulces punzadas su boca... ...pero... él me besó...

¿Por qué había hecho todo eso? ¿Para humillarlo?

Todavía estaba tembloroso por todo lo que había expresado, por haberse entregado de aquella forma, extasiado por el toque, descontrolado porque era Harry al fin...

...creí que... yo creí...

¿Quería acaso demostrarle que era su dueño? ¿Enrostrarle que podía hacer con él lo que le viniera en gana? ...creí ... ¿ que tenía todo el poder para doblegarlo? ¿Despreciarlo?

...parecía gustarle...... dio un paso sintiendo que su cuerpo no lo aguantaría ...no... entiendo...él...me correspondía...¿me... correspondía?...

Un nuevo rechazo. Controló sus ojos; la pasión, la confusión y el mar de sentimientos se calmaron hasta volverse piedra, sólida y opaca. Al paso siguiente, el entendimiento ya lo abrazaba y el actual rechazo había sido asimilado. Un nuevo rencor nacía y se juntaba con todos los que había provocado Harry, se agolpaban en su estómago, heridas que se curaban cuando el chico lo abrazaba por las noches y eran olvidadas, hasta que lo volvía a rechazar. La danza de la venganza hervía dentro de Draco, pero el chico hizo caso omiso a lo que su instinto le pedía. La venganza nunca le había resultado con Harry, la venganza ya no lo calmaba. Ya nada lo aliviaba.

Llegó hasta el despacho de Harry, no porque deseara verlo, sino porque no aceptaba huir, aún le quedaba una gota de orgullo y ceder ante su debilidad y correr a refugiarse lejos de la mirada verde, sería aún más humillante.

—Tengo que aprender el Avada Kedavra, puedo ensayar en este lado —Harry señaló un espacio vacío cerca de la chimenea. Su voz no era del todo normal, pero claramente estaba borrando con rapidez los recuerdos. Miró a Draco de reojo esperando que tal como él, quisiera olvidar lo ocurrido. Sintió piedras en el estómago cuando encontró nula expresión en el níveo rostro. Desvió la mirada nuevamente. Muchas preguntas asaltaban su razón a cada instante, pero él procuraba mantenerlas a raya, ignorarlas y rechazarlas. No había que pensar en eso.

—Está bien —Draco consiguió sacar la voz, segura y fría. Con un accio atrajo una caja de cartón y la dejó entre ambos. Varias ranas saltaban dentro como si supieran que iban a morir.

Harry volvió a mirar al rubio disimuladamente. El labio roto le señalaba en rojo su culpabilidad, la mirada gris era impasible y ahora se concentraba en escoger a una rana grande, apropiada para el hechizo. Harry tuvo el marginal impulso de volver a besarlo, y esa simple sensación le causó furia, ira pura contra ese idiota que pretendía matar a una rana sólo para que él aprendiera este hechizo, el hechizo asesino de sus padres, para que él ensayara incluso antes de dominar el movimiento de la varita... ¿cuántas ranas pretendía Draco que matara?

—No es necesario que matemos animales...

— ¿Y cómo piensas aprender, Harry? —el nombre nunca había sido pronunciado con tanto desprecio y el aludido se sintió incómodo, creyendo en un principio que había usado su apellido.

—No es necesario matar...

—No, claro, por qué tendrías que matar con el Avada...

—NO ES NECESARIO QUE MATE A TODAS ESAS RANAS, PUEDO INTENTARLO PRIMERO SIN LANZAR EL HECHIZO... —ahora Harry prácticamente gritaba.

—TE ESTOY ENSEÑANDO COMO LO HICIERON CONMIGO —y Draco también subió el tono, aunque con mas control sobre su voz.

—¿FUE CON RANAS? CREÍ QUE TÚ HABÍAS OCUPADO ELFOS —contestó con tono despectivo e insidioso.

—No. Ocupé ranas, luego perros y finalmente caballos...—la forma indiferente en que lo dijo encolerizó al moreno.

— ¿Y NO TRATASTE CON NIÑOS?

—No —contestó con calma, arrastrando todavía más las palabras —eso era reservado para Voldemort —petrificó a la rana y la tiró al suelo. El movimiento de sus manos, la vestimenta oscura, la altiva mirada... Harry recordó a Hermione advirtiéndole que el rubio no era tan bueno.

Y también recordó a Lucius, Draco era muy parecido a Lucius.

— ¿Me vas a decir que nunca mataste a nadie? —preguntó con acentuada malicia, dudando en la respuesta que hasta hacía unos minutos, hubiera jurado era negativa.

Draco lo observó todavía más frío que antes — ¿Vamos a comenzar? Ya sabes cuales son las palabras.

—No voy a hacerlo —Harry apretó su varita —no voy a aprender este hechizo, no soy un asqueroso mortífago.

—Oh, claro, dejarás que Voldemort nos mate a todos para no manchar tus puras manitos...

—Buscaré la forma...

— ¡ESTA ES LA FORMA! ¡LEVANTA TU VARITA ESTÚPIDO, DEJA DE SER COBARDE!

— ¡¿TÚ ME TRATAS DE COBARDE! ¿TÚ, MALFOY? ¡PRECISAMENTE PORQUE NO LO SOY, NO ME APROVECHARÉ DE ESA RANA! ¿QUÉ ME PASARÁS DESPUÉS, UN ALUMNO?

—ERES UN IMBÉCIL

— ¡A TI TAL VEZ TE GUSTE MATAR POR DEPORTE... —Draco levantó el animal con su varita y se lo lanzó a la cara

— ¡MÁTALO! —le ordenó. La verdad, estaba deseando que lo matara a él.

Harry se cubrió la cara con los brazos y despetrificó al animal que se alejó saltando torpemente.

—ESTÁS LOCO, MALFOY —Harry estaba tan rojo que las venas del rostro parecían querer explotar —ERES IGUAL A TU PADRE...

¡PLAFFF!

Las ranas cayeron de la caja por la patada recibida y saltaron en todas direcciones buscando alejarse del peligro. Draco le dio una última mirada a Harry cargada de aborrecimiento y rencor, y caminó hacia la puerta con paso firme, aplastando algunos anfibios —has lo que quieras — fue lo último que dijo antes de cruzar la puerta. Continuó su camino sin estudiar lo que hacía Harry, apuró el paso y salió del aula deseando alejarse, una lágrima apenas visible venció sus defensas y golpeó contra el piso. Ya lejos de la entrada del aula de defensa, el rubio corrió buscando su refugio.

No podía creer lo que acababa de pasar, sentía grandes ganas de vomitar.

Abrió con mucha dificultad la puerta, los nervios estaban desatándose en él y apenas podía ver con la carga de agua en sus ojos. Abrió, cerró y corrió a su despacho hasta que al fin estaba encerrado. Respiraba agitado, buscando aire, suponiendo que así se calmaría... pero no era así. Toda la escena se repetía una y otra vez... toda la felicidad que le había dado, la esperanza casi abandonada al fin cumplida y luego estrellada cruelmente.

¿Harry lo había hecho a propósito?

¿Cómo podía doler tanto? Blaise tiene razón... Harry no le hacía bien. Se volvería loco si seguía sintiéndose así. ¿Por qué me odia de nuevo? ...Quería huir, olvidarse de todo, arrancar donde sus pensamientos no lo atraparan...maldición... buscó entre las botellas, con la sensación de la boca de Harry sobre él, atormentándolo. Sus ojos viajaban de un lado a otro recorriendo venenos de diferentes grados... Potter... y maldijo su voluntad, y a Voldemort y a su padre por mantenerlo con una venganza pendiente. El odio era ahora lo único que lo sujetaba.

Siguió buscando, ahora con expresión nula, sumergido y perdido en su amargura, hasta que al fin encontró su concurrida botella de poción para dormir. Tembloroso, la tomó y destapó sin ningún cuidado, parte del líquido cayó sobre sus zapatos, pero ni siquiera lo notó... tenía que salir, sólo quería dormir y alejarse de la mirada de Harry, de su maravillosa sonrisa, de su sabor... El líquido salpicaba en medio del fuerte temblor de sus dedos.

Un pequeño quejido se fugó de la dolida garganta. Hubiera deseado gritar, golpear, torturar... pero no debía... tengo que controlarme...Tomó un largo trago de poción, sin verterla en una ampolla apropiada, sin medir la cantidad para el máximo de cinco horas... tenía que dormir...

Pero el sueño, para su desesperación, no se hizo presente y la urgencia lo llevó a empinar una vez más el frasco. Nuevamente los labios recibieron el líquido, el corte ardió por la pócima, pero para el rubio no era importante, y menos ahora que sus ojos cedían ante un enorme peso... al fin... dejó suavemente el envase sobre el estante y calló lentamente al suelo. ...Harry...

Dos lágrimas dieron contra el piso aún después que Draco perdiera la conciencia.

Harry movió la varita y devolvió las ranas a su caja. Probablemente Lisa las usaría con los estudiantes de tercero... ¿o de segundo?. Se sentó en la mesa buscando algo en que pensar, algo qué hacer, pero no había nada... ¿qué acababa de pasar? ¿Por qué tenía tanta rabia?

¿Por qué lo había besado?. Se levantó y encendió el fuego, aunque la noche era demasiado cálida para eso. ¿Draco había matado a alguien?

Miró el fuego largo rato sin poder concentrar su mente en una sola pregunta, en un sólo problema, porque acababa de desatarse una pelea y no estaba seguro porqué había ocurrido, le molestaba la idea de ser el culpable de todo, ¿era el culpable?

Sacudió la cabeza, no podía siquiera ordenar sus preguntas, no podía recordar claramente lo que acababa de pasar...

Se quedó mirando fijo las llamas, ajeno al dolor del calor cercano en su rostro, pecho y piernas. ¿Yo hice el escándalo?...

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Bill golpeó la habitación de Harry, eran cerca de las siete de la mañana y eso significaba reunión con los jefes de casa.

Fue difícil excusar la ausencia de Draco en la reunión, Harry mintió diciendo que había despertado enfermo, que al parecer algo le había hecho mal al estómago y varias veces en la noche había tenido que levantarse al baño a vomitar. Y que había bajado a su despacho a hacer una poción para quitarse las nauseas.

Bill no le creyó mucho, pero la mentira tenía a su favor el que Draco era delicado del estómago y que, aunque Pomfrey le daba medicamentos, muchas veces se curaba solo. Y por supuesto, Bill hacía oídos sordos a las salidas nocturnas de Draco, a menos que lo pillara él con las manos en la masa, no se metía, las cosas funcionaban mejor de ese modo.

Además. Tenía una excelente noticia que no arruinaría el rubio.

—Ayer, se llevó a cabo una batalla que favoreció a los nuestros —comentó con una sonrisa alegre —atacaron una cárcel que han estado investigando hace tiempo. Muchos magos han sido rescatados. Los que ya dábamos por muertos —tomó una gruesa carta que estaba frente a él, la expresión alegre cambió a una preocupada —aquí tengo los nombres de quienes han sido rescatados También está la lista de muertos. Algunos murieron en esa cárcel antes de que llegáramos y otros en batalla. Pero aún así ha sido un logro para nosotros.

Los chicos se quedaron mirando el papel, impacientes por conocer los nombres y saber si tenían buenas o malas noticias para el barco.

—Los aurores destruyeron en su ataque experimentos y cautivos que ocupaban para ellos...

— ¿Las quimeras? —preguntó Lisa, todos estaban en conocimiento de esto, era poca información, pero la mantenían presente siempre.

—Si, y... encontraron a Lupin —sonrió a Harry. Todos conocían al licántropo, pero para Bill y Harry, que eran más cercanos, la noticia era de suma importancia.

La cara de Harry se iluminó y por ese momento olvidó el peso que llevaba a cuestas por la pelea con Draco.

— ¿Está bien? — preguntó esperanzado, el rostro de Bill no era funerario.

—Sí, ya está en la casa de Sirius —Harry sonrió, la desaparición de Remus había sido un agujero muy doloroso que había cargado hasta a hora.

—Podemos ver los nombres... —preguntó Lisa apuntando la carta.

Bill sacó tres papeles. Y los repartió entre los tres jefes de casa.

Harry desdobló el suyo y leyó con apuro: cinco personas encontrada, ni una defunción.

Respiró aliviado. Miró a sus colegas. Lisa tenía el rostro sombrío y Hannah el rostro hundido en las manos.

— ¿Y el de Slytherin? —preguntó Lisa otra vez, bajando el papel hasta la mesa —yo puedo llevárselo.

—No hay una lista para ellos.

La felicidad que Harry sentía por Lupin, que se suponía debía ser gigante se debilitó al ver la muerte atormentando los rostros de las chicas, y también, al recordar a Draco.

—Daremos el anuncio del ataque al término del desayuno. No les daremos esperanzazas a los chicos, sólo llamen a quienes estén involucrados con las listas, y comuníquenles la noticia en privado.

La hora del desayuno llegó como siempre, los estudiantes comían gustosos un exquisito pie de limón servido con todo cariño por los elfos. El ambiente navideño rebosaba en las caritas de los jóvenes, en las decoraciones de los platos, en las conversaciones exaltadas... Todos parecían querer celebrar Navidad la mayor cantidad de tiempo, y en un par de días, la decoración estaría puesta.

Todo era maravilloso.

Sólo los profesores parecían ausentes de esa alegría, especialmente Harry que, al encontrarse con el puesto vacío del rubio, terminó por deprimirse.

Blaise se sentó sonriente en su mesa. Conversaba animado con una chica de Ravenclaw con la que nunca había tenido contacto. Era una joven sin mucha gracia física, pero movía los labios de una forma que a Blaise le parecía prometedora. Fue por eso que no notó, hasta casi terminado el desayuno, la ausencia de Draco en la alta mesa de los profesores. Le bastó una sola mirada para leer en el rostro de Harry la falta de sueño e irritación que siempre lo acompañaba en las peleas con el rubio, y el asiento vacío a su lado no presagiaba nada bueno. Se disculpó con la chica y salió en busca de su amigo.

Poco después, estaba frente al aula de pociones, abriendo cauteloso el seguro mediante un hechizo enseñado por Draco. Entró y revisó con la mirada la sala, no había nada. Caminó hacia la puerta del despacho y, luego de lidiar con el cerrojo, entró con paso inseguro.

Registró con la mirada la habitación, y se hubiera ido de no ser por la botella mal instalada y destapada que batallaba con la gravedad en la orilla de un estante. Caminó dos pasos esperando que el presentimiento no fuera realidad, pero detrás del escritorio pudo ver el cabello platino cubriendo el rostro más pálido de lo normal.

—Draco... —lo llamó con un hilo de voz. En dos zancadas estaba junto al bulto que movió casi sin fuerzas por el miedo. Pero pronto la muerte fue descartada, estaba tibio y su pecho se movía pausadamente. Exhaló en un gesto de enorme alivio, tratando de adivinar cuanta poción había tomado y luego buscó entre las cosas del rubio la capa de invisibilidad, para envolverlo en ella y cargarlo hasta su habitación.

Después de dar las buenas noticias a sus estudiantes,Harry permaneció un rato participando de la alegría de su casa. Hermione, Ginny y Ron reían contentos e imaginaban como había sido el rescate de Lupin, y como Molly debía estar cuidándolo ahora. Más lejos, varios estudiantes hacían comentarios alegres de lo que harían al ver a sus familias. Algunos se veían ausentes de la fiesta, los que no habían recibido buenas noticias y hubieran deseado saber que la desaparición de sus parientes había terminado ese día. Para otros el sabor de esta victoria era amargo, porque les recordaba la realidad de sus parientes muertos en las vacaciones. Pero aún así la alegría era reina. El optimismo que despertaba esta derrota a las tropas mortífagas era impagable. Voldemort no era invencible y eso les daba esperanzas a todos. Media hora más tarde, Harry estaba en la cubierta superior. Había escapado a las invitaciones de sus amigos para celebrar, necesitaba estar solo.

Tal vez su ánimo era tan bajo por las realidades enfrentadas: la felicidad de la victoria (de las vidas salvadas) y el dolor de las pérdidas. No podía alejar su mente de lo que debía estar pasando en Ravenclaw y Hufflepuff. No podía olvidar que Voldemort y el fin de la guerra era su responsabilidad; y en medio de todo eso, se sentía totalmente egoísta porque, a pesar de todo, no le afectaba como debería afectarle. Estaba tan acostumbrado a sentir el odio hacia Voldemort que ya casi no lo sentía. Y al mismo tiempo, el último mes, desde que Draco había sido su apoyo, el peso de ser Harry Potter había disminuido, y la crueldad de la guerra, también. De hecho. Lo que más lo afectaba ahora era la soledad en que lo había dejado Draco después del pleito. Era saber que, sin importar lo mal que se sintiera ahora, no podía buscar consuelo en él. Ese abrazo que con tanta efectividad le quitaba todos sus problemas... Ahora, lo único que le quedaba era tristeza e incomodidad, un poco de rabia en contra del rubio y un molesto remordimiento que no terminaba de asimilar. No se sentía bien.

Miró al mar mucho tiempo hasta que ya no aguantó más.

Tenía que hablar con Draco. Su comportamiento había sido muy estúpido y no lo culpaba por no haber llegado a la guardia... Tenía que decirle que aprendería el hechizo, sólo se había puesto nervioso, pero ahora ya lo sabía, era necesario... Era necesario también que no estuvieran enojados.

Golpeó la puerta de la pieza de Blaise. Ya nadie lo miraba extrañado cuando entraba a Slytherin, ya nadie se extrañaba cuando un estudiante se metía en otra casa y mucho menos se extrañaban de la presencia del chico que desde el principio no había tenido reparos en usar su puesto de jefe para pasearse por Slytherin sin problemas.

Blaise se levantó del lado de Draco para abrir la puerta. Caminó con su mente forjando respuestas de qué estupidez le había hecho Harry ahora para que terminara dopado en el piso.

La obsesión de Draco apareció frente a él al abrir la puerta.

—Quiero hablar con Draco —exigió Harry, la culpa brilló por su ausencia y Blaise lo odió por eso. Pero conservó la calma, tenía que sacarlo de la pieza, no podía ver a Draco así.

—Está durmiendo —se apresuró a contestar. Intentó cerrar la puerta, pero Harry empujó con magia. No parecía estar de humor. No era que alguna vez lo hubiera visto de buen humor.

— ¿Es muy tarde como para que esté durmiendo, no crees? —el gryffindor estaba convencido de que mentía, probablemente Draco se negaba a verlo porque seguía enojado.

—Esta es mi pieza, Potter, sal de aquí, ya te dije que está durmiendo —abrió la puerta hasta

atrás para "invitarlo" a salir.

—Voy a hablar con él —intentó caminar hacia la cama, hasta que Blaise le impidió el paso, entonces, harto de ese personaje, le lanzó un conjuro con el que lo sacó de la pieza y cerró la puerta. Blaise golpeó con fuerza, pero Harry obviamente no le abriría, y no tenía su varita afuera, a si que sólo le quedó esperar e imaginar algo que decirle para cubrir la falta de Draco.

Harry alcanzó la cama y encontró al rubio durmiendo, pero había llegado tan lejos y deseaba tanto hablar con él que, a riesgo de enojarlo, decidió despertarlo. Lo meció suavemente, pero no hubo respuesta. Intentó tres veces más hasta que se convenció de que dormía profundamente y de una forma poco natural.

— ¿Qué le pasó? —Preguntó al abrir la puerta y encontrarse con la punzante mirada roja de Blaise

—Está durmiendo —Entró rápidamente para que su conversación no fuera escuchada por otros estudiantes.

— ¿Tomó algo? —Harry se veía un poco asustado.

—Sí, llegó muy enojado y le di una poción para dormir, para que no se enfrascara a una pelea a golpes contigo —respondió con seguridad. Era lo mejor que podía decir, no tan alejado de la verdad, para que fuera creíble, y sin humillar a Draco. Harry no debía saber cuanto podía afectarlo, cuanto poder tenía sobre él.

— ¿Cómo a qué hora va a despertar? —deseaba preguntar si le había contado la razón del pleito. Pero prefirió callar para no dejarse en evidencia, si es que Blaise no sabía nada.

—En la noche —En realidad no tenía idea, pero debía decir algo.

— ¿Tanto le diste?

— ¿Sabes algo de pociones, Potter? —estaba casi seguro de que no tenía idea de esta poción, y acertó, Harry le lanzó una mirada cargada de aborrecimiento y abrió la puerta.

—Lo veré más tarde —suponía que la poción era ilegal, al menos Pomfrey no la aceptaría, pero como siempre cubrió a su amigo y no dijo nada del incidente, a pesar de sentir un sabor amargo en alguna parte de su cabeza ... Blaise lo durmió para quedarse con él.. Pero el pensamiento era demasiado marginal como para entender su significado, o lo estúpido que sonaba.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Los ojos grises hinchados por el sueño excesivo se abrieron lentamente. Poco a poco la tenue luz reveló los objetos que lo rodeaban y con ello su localización. El calor en su espalda despejó toda duda, estaba en la pieza de Blaise. Los últimos momentos vividos antes de beber la poción le dieron la bienvenida, cobrando su deuda con el tiempo, riéndose de su intento de huida. Pero ahora estaba más tranquilo, aletargado por el largo sueño...

Ya todo había pasado.

— ¿Estás despierto? —la cara de Blaise apareció desde su espalda, apenas podía verlo. Como siempre, estaba claramente preocupado.

—A-ja —el pronunciar algo tan simple lo agotó en extremo, deseó volver a dormir.

—Estuviste sangrando —Blaise lo movió para que quedara de espaldas y lo viera a la cara, levantó su mano derecha y le mostró un pañuelo que a la luz de la lámpara, parecía manchado de chocolate. Por supuesto no lo era.

Draco lo miró largo rato como si le costara entender, la vuelta a la realidad estaba tomando tiempo, su cerebro se sacudía perezoso mientras pensaba en algo para defenderse. Blaise probablemente estaba enojado. Siempre se enojaba con él.

— ¿Qué te hizo pensar que envenenarte...

—No era veneno —respondió con calma, sus neuronas dieron una sacudida y se pusieron en guardia.

—Sabes que no puedes abusar de esa poción —mientras lo reprendía le enrostraba el pañuelo y como si su cuerpo le diera la razón, Draco empezó a toser y la sangre saltó de su boca mezclada con saliva y un amargo sabor. Blaise le puso el pañuelo que recibió el líquido rojo y luego le limpió la cara sin mucho cuidado. —si hubieras tragado más de esa porquería, SÍ hubiera sido veneno.

—No es suficientemente poderosa como para matarme —alegó en su defensa con la voz ronca por el dolor en la garganta. Todas las noches que había tomado la pócima ahora le pasaban la cuenta, al fin lo había corroído por dentro —me curaré...

— ¿Con otra pócima? ¿Por qué no dejas de automedicarte?

—Solo quería dormir —la mirada triste conmovió a Blaise, una vez más cedía su enojo ante la pena y el temor por su amigo.

— ¿Qué pasó ahora?

—Nada... —los ojos rojos cobraron un tinte agresivo y Draco decidió cambiar su respuesta —no me preguntes, Blaise, no quiero hablar de eso.

El silencio los envolvió, Draco esperando que lo dejara tranquilo y Blaise resolviendo cual era la mejor forma de escarmentarlo. No podía pedir que Draco le contara algo, reconocer que había ocurrido ya era mucho. Pero tampoco quería aceptarlo, dejar que las cosas siguieran así, dejarlo marchar a la pieza con Harry y tomarse algún otro químico para calmarse...

—Estuve a punto de llevarte con Pomfrey —comentó en un susurro, parecía hablar solo —estoy a punto de llevarte ahora.

—No te dejaré —se sentó obligando al otro hacerse a un lado. Al levantarse desató un nuevo ataque de tos que ahogó con sus manos, ante la mirada dolida de Blaise decidió ponerse de pie y salir de esa pieza. Cuando Zabini adivinó lo que hacía lo atajó con ambos brazos, Draco seguía tosiendo, la sangre escurría entre sus dedos y Blaise la cubrió con el pañuelo. —esto... se va a pasar... pron..to —dijo entre tos y jadeos, con la voz todavía más ronca —las heridas se ce...rrarán...

—Si vuelvo a encontrarte dopado te llevaré, aunque todo el colegio se entere de lo que haces y aunque te saquen del cargo —Draco levantó la vista sorprendido y rencoroso, pero Blaise no dio marcha atrás, había que hacer algo, entonces recordó a Harry —Potter vino a verte —Draco se estremeció levemente —intentó despertarte...

— ¡LO DEJASTE VERME...

—No lo dejé—Blaise lo empujó —se invitó a la fuerza... le dije que yo te había dormido para evitar que lo golpearas —Draco miraba a su amigo suplicante — ...lo creyó —y se relajó visiblemente, al menos su honor no estaba totalmente destruido. Bajó la vista a su mano, ahora roja. Tenía ganas de vomitar... —La próxima vez... —Amenazó Zabini, Draco levantó la vista para encararlo —... él también sabrá la verdad, no seguiré cubriéndote —Las manos blancas se cerraron fuertes en puño, no podía creer lo que escuchaba, no podía entregarlo de esa manera ¡No tenía derecho! El odio puro centelleaba en el gris metálico, Pero el moreno hizo caso omiso de él —Estoy cansado de que tomes cualquier cosa con tal de no enfrentar...

— ¡TRAICIÓNAME ENTONCES! —en dos segundos, impulsado por todo su orgullo, Draco alcanzó la puerta y salió dando un fuerte golpe. ¡Lo último que le faltaba era que Blaise lo amenazara!.

Se limpió la cara con un simple hechizo. En medio de un nublado camino, enredado en todas las preocupaciones que tenía, llegó sin darse cuenta al pasillo del nivel C. Estaba más tranquilo, extrañamente los eventos parecían no afectarlo ahora, solo tenía rabia; la verdadera rabia. En él, ésta se mantenía siempre contenida, envuelta en finos velos muy dentro, como un precioso combustible que lo impulsaba... ahora justamente estaba guardada calentando su vientre, protegiéndolo y buscando la forma de salir de todo esto. La venganza descansaba como una posibilidad latente, pero...

— ¿Draco? —...Esa horrible voz... el llamado desató una cascada de sensaciones en su rabiosa calma. Pero logró controlar sus facciones y cuando enfrentó a Harry, nada de lo que pasaba por su cabeza era legible.

— ¿Qué quieres? —Se apoyó en una de las barandas, mirando al mar pidiéndole un deseo: que Potter se fuera pronto.

—Estuve pensando...

—Es fácil decirlo —se burló Draco sin mucho humor. Harry lo ignoró

—Voy a hacer el Avada Kedavra —anunció con determinación — pero no ensayaré con nada vivo hasta estar seguro de que sé hacerlo... solo lo haré para comprobar.

— ¿Porqué haces tanto escándalo? —Draco lanzó un papel hacia el mar impulsado con magia y un largo pez saltó del agua como una serpentina plateada —has experimentado con toda clase de bichos en Hogwarts, ranas, pájaros, gusanos... ¿vas a decir que no te dabas cuenta que ocupabas animales en las pociones? ¿No es mejor matar una rana que jugar a transformarla en cenicero?

—Es diferente —Se defendió Harry cuidando su voz para no comenzar otra pelea. La frialdad en el tono del rubio le dejaba claro que el enojo no había pasado.

— ¿En qué? — preguntó arrastrando las palabras con desgano. Volvió a lanzar al mar, esta vez unas migas de pan, y uno peces parecidos a platillos voladores engulleron el diminuto bocado. Harry lo miraba fijamente, la piel lavada de Draco resplandecía con la luz azulina de la noche permitiendo al moreno saborear con la vista las afiladas facciones. En las noches ese rostro despedía un magnetismo especial... las estrellas sacaban brillos plateados de sus ojos, las sombras ocultaban parte de su cara impregnando en él un halo misterioso y destacaba exquisitas formas inalcanzables ... Le favorecía la oscuridad.

...porque Draco era un ser oscuro

—En esos casos no es simple asesinato—Harry continuaba defendiendo su punto de vista, el punto de vista del bien — El Avada Kedavra si lo es, está hecho solamente para quitar vidas...

—Oh, Claro... es mejor si matas a alguien sin que sea el objetivo principal, algo así como un efecto secundario —objetó sarcástico.

—Ese hechizo mató a mis padres... y casi me mata a mí.

—Ya lo sé, eso no cambia nada.

—Recuerdo a Voldemort lanzándolo... — ¿por qué no podía entender?

—Eso tampoco cambia las cosas —Al fin Draco quitó la vista del horizonte y encaró a Harry —es sólo un hechizo, y podrías vengar a tus padres con él.

—Por eso lo voy a aprender.

—Bien, pero no te excuses por la falta de valor que tuviste la otra noche...

— ¡No es falta de valor, a diferencia de ti, yo sí me he enfrentado a Voldemort! —estaba faltando su paciencia una vez más.

—Supongo que no esperarás que te enseñe ahora —le cortó Draco para que se fuera —la clase siguiente es el martes.

La mirada esmeralda quedó fija en la delgada figura, incapaz de irse aunque las palabras del rubio habían sido claras. Había estado tan confundido, molesto, enojado, furioso... ¿quién era Draco? ¿Qué pensaba? ¿Qué sentía? ¿Por qué siempre terminaban peleando?... Draco era un tipo conflictivo, era imposible vivir con él... era imposible adivinar qué pensaba, era tan poco transparente... No, era completamente turbio. Siempre lo había sabido, lo sintió desde la primera vez que lo vio: no era una buena persona. Y por más que tratara de convencerse seguía sintiendo eso, en el fondo... una voz en su cabeza que continuaba advirtiéndole: no te acerques, no es buena compañía... ¿Por qué creer que era simpático y bueno, cuando veía que humillaba a quienes tenía cerca, cuando se comportaba en forma egoísta, cuando sabía que le faltaba compasión, que le sobraba crueldad, que era un tramposo y un mentiroso? ¿No le había mentido ya varias veces? ¿No había sido siempre su dolor de muelas? Draco encontraba placer en el sufrimiento ajeno, y había hecho de la estafa un arte... ¿Por qué se atormentaba tratando de excusarlo? Echándose la culpa de esa pelea inevitable... Todo había sido culpa de Draco, él lo había hecho enojar ¿cómo podía aceptar tan fácil hacer un hechizo creado por seres oscuros?... ¿Y cómo podía confiar en Draco tan dispuesto a destruir cualquier cosa con tal de cumplir su venganza?

Había estado todo el día sintiendo una dolorosa punzada en alguna parte... cabeza, espíritu, no podía precisarlo... pero a cada segundo estaba más consciente de la cara oscura de Draco y dolía mucho. ¿Por qué se había mentido... y por qué no sabía si se había mentido? ¿Era bueno o malo?.

No, no se iría. Tenía que preguntarle, no podía aguantar otro día sintiéndose así. De todas formas era su amigo, tenía que darle una oportunidad...

Draco... ¿En verdad no te importa asesinar? —preguntó, movido por la presión en su pecho. La falta de tacto podría haber sido tomada por un error, pero Harry era una persona directa, aunque con Draco generalmente se iba por las ramas.

—Creí que ya te habías formado una opinión —a diferencia de Draco, que siempre se iba por las ramas.

—No parece importarte —Silencio —Tampoco parece ser importante para ti torturar. No muestras compasión...

—Hay muchas formas de tortura —dijo con una sonrisa amarga. La forma en que Harry lo torturaba ahora era una de las más crueles, en su opinión.

El moreno bufó, odiaba a Draco, odiaba la desesperante manera en que no contestaba sus preguntas, como no se defendía... entonces recordó.

— ¿Puedes hacer el cruciatus? — ...sólo podrías hacerlo si realmente deseas hacer daño...

—Sí —contestó como si la pregunta se tratara de sus sabores favoritos de helado—Soy muy bueno en eso —La mirada de Harry se encendió ofendida.

— ¿La única razón porque estás en este bando es venganza? —empuñaba las manos con tal fuerza que temblaba, ahora estaba seguro, era tan claro que le importaba poco lo que pasara con el mundo mágico...

—Y protección —corrigió con aire aburrido —A Dumbledore no le molestó, no veo porqué a ti te molesta.

—Me molesta que no te importe nada... que seas un perverso egoísta...

— ¿No te gustan los chicos malos?

—Creí que habías cambiado — ¿se estaba burlando? ¿Se burlaba de la confianza que le tenía?

—Y yo que me conocías —le espetó —Soy igual a Lucius, aguántate. No te queda otra.

Harry lo miró largo rato, Draco ya no lo miraba, otra vez su vista estaba fija en el mar

...no puedes ser igual a Lucius.

Aunque tenía claro que sí, pero era Draco... Tal como en el fondo sabía que era malo, también sabía que era bueno... ¿por qué no podía dejar de confiar?

¿O dejar de mentirse?

—Te espero en la guardia —terminó por decir amargamente al darse cuenta que ya no seguirían hablando, Draco estaba callado ignorando su presencia, claramente para él la conversación había terminado —Bill no creerá que, otra vez, estás en el baño.

—Bueno.

Y Harry se fue, dejando en el aire el aroma de su perfume. Draco levantó la cara con los ojos cerrados para sentirlo antes de que el viento lo desmenuzara hasta hacerlo desaparecer. El aroma entró dulce, invadiéndolo, controlándolo. La rabia se rindió y abrazó nostálgica el perfume amado, incapaz de destruirlo. ¿Por qué Harry tenía que dárselas de Héroe, noble y considerado? ...no es tan bueno como cree... no eres mejor que yo...

Harry, una vez más, pasó la noche solo, acostado en la orilla de la cama como si Draco estuviera ahí. La guardia fue fría, cruzaron pocas palabras y evitaron toparse. Harry resistió la tentación de preguntarle si acaso había vuelto a enfermarse, al escucharlo toser varias veces. Y luego Draco regresó a su despacho y Harry a la habitación.

Entró con pasos pesados, se quitó la camisa que traía y se tiró en la cama... solo. Otra vez estaba acostado en la orilla. Era una estupidez, pero se sentía mal de ocupar el espacio de Draco. No pudo resistir la tentación de pasar su mano por el lugar donde ahora, si no estuvieran peleados, estaría acurrucado.

Lo que más le molestaba de todo, era que Draco nunca le había ocultado su forma de ser. Nunca había tratado de hacerse el bueno y eso significaba que toda la culpa de la farsa con el rubio era suya. Incluso ese beso...

No pienses en eso...

Cerró los ojos con fuerza para quitarse la imagen. Eso sí había sido culpa de Draco.

¡Todo era culpa de Malfoy!

Se movió con violencia y ocupó toda la cama. Ya no quería que Draco volviera a ocupar ese lugar. Era casi igual a los mortífagos, sólo que Voldemort no era su amo; se mandaba solo y eso podía ser más aterrador considerando el poder que tenía en el barco...

Eso llega a ser estúpido de lo paranoico, Harry... Es Draco, tu Draco.

Aunque sus pensamientos no eran lo suficientemente conscientes, sintió un enorme malestar y nuevo enojo. ¡Claro que Draco era el culpable de todo!

Al otro día tuvo que soportar al rubiecito junto a él, haciéndose el lindo con Lisa. Ahora lo ignoraba excepto para pedirle el azúcar o la pasta de jamón. Para cuando le pidió un croissant que estaba frente al puesto de Sprout, Harry se vio en su límite y se puso de pie, dejándolo con la mano estirada.

— ¿Qué pasó? —preguntó Lisa.

—No sé, de vez en cuando descarga su horrible genio conmigo —Lisa sonrió asintiendo. No tenía sentido meterse en sus peleas.

El moreno caminó por todo el barco buscando como calmarse, estaba aburrido de todo... sobre todo de que Malfoy siempre se saliera con la suya. No parecía importarle estar enojado con él... no perdía su tiempo, claro, lo ocupaba en coquetear con Lisa. Probablemente ahora estaría con ella todo el día, ya que no lo tenía a él. O tal vez aprovecharía de deslizarse hasta la pieza de Blaise...

Se metió en su oficina y de un golpe de magia botó todos los libros del estante y, no contento con eso, los pateó y con otro golpe de magia los lanzó a la pared.

No quería estar enojado con él. ¿Pero como podía perdonarlo por ser... así? Tan Malfoy...

Y ahora tenía que ordenar todo este desorden — ¡AGRRRRRRRRRR! — se sentó entre los libros intentando calmarse. Lo estaba extrañando. ¿Por qué tenía que extrañarlo?

No fue a almorzar, llegó a la hora del té y trató de ser mas amable con Draco en la cena. Más amable sólo significaba que, al menos cuando le hablaba, lo miraba.

En la guardia de esa noche, hablaron de lo planes con los estudiantes, Bill les había pedido que hicieran exámenes importantes, parecidos a los TIMOS para que los jóvenes se pusieran a trabajar, porque poco a poco habían ido durmiéndose en sus laureles, y eso significaba una cosa: anarquía.

—El descontrol será inevitable si estamos aquí más de una año —opinó Draco con voz monótona y entendida, Harry echaba de menos la viveza de su compañero —Es lógico que empiecen a preguntarse porqué estudiar tanto, o porqué hacernos caso si tal vez no vuelvan nunca. Llegará el momento en que se den cuenta que los jefes de casa y los mayores no somos suficiente autoridad y que aquí aislados pueden crear sus propias reglas.

—Eso no pasará si sabemos guiarlos —El tono de Harry también era empaquetadamente ordenado. La conversación sólo afirmaba lo mal que estaban las cosas entre ambos. Hubiera sido mejor no hablarse.

—Si yo no fuera profesor y tuviera que recibir órdenes de gente de mi edad, ya estaría pensando en revelarme.

Harry sonrió, después de todo, Dumbledore había sido sabio en dejarlo de jefe de casa.

—Esperemos que no haya que enfrentarse a eso —dijo optimista el moreno —aunque a mi parecer pueden entender lo importante que es entrenarse...

—Y si no, lanzamos un par de fuertes hechizos y los sometemos, no por nada somos los mejores y más poderosos a bordo.

Harry lo miró callado, algo de su enojo volvió a aflorar, pero no dijo nada. Draco era siempre un dictador ¿verdad? Eso también lo sabía desde hacía mucho.

Adivinando lo que debía estar pensando Harry, el rubio cerró la boca. Se concentró en el cielo, como si las estrellas fueran tan interesantes... aunque las veía todas las noches y la verdad, ver sólo estrellas ya le estaba molestando. La copa de un árbol sería un buen cambio... en un lugar lejos, muy lejos de Harry.

Para sorpresa de Potter, al término de la guardia, Draco entró a la pieza con él.

Como suponía, no se acostó abajo, sino que subió a su cama. Aún sabiendo que eso ocurriría, le dolió. El aroma de Draco lo acompañó arriba y Harry no pudo hacer más que conformarse con meterse en su lecho y aspirar la débil estela que se dispersó en la pieza. Ahí estaba, solo otra vez. Aunque hacía mucho calor, su cama se sentía fría, y para cuando el sueño lo venció, estaba atrapado en amargos pensamientos que flotaban dentro su cansada cabeza.

Ya eran las tres de la mañana y Draco todavía no podía dormir. Tenía la mirada fija en el techo, descansando ahí, mientras su mente se concentraba en la respiración acompasada que llegaba desde la cama de abajo. Casi podía sentir el vaivén del pecho de Harry al respirar, la exhalación chocando con su frente, acariciando con su tibieza los mechones platinos en ese ambiente íntimo que compartían cuando se acostaban juntos.

Harry abrió los ojos, somnoliento, y le miró extrañado.

— ¿Todavía no te duermes? —Preguntó preocupado, el ceño fruncido encantadoramente, los párpados caídos por el sueño y los ojos brillando con la característica pasión arremolinada en el fondo esmeralda.

Draco no pudo más y confesó todo lo que estaba pasándole, aunque horriblemente nervioso, un valor poco común ya lo había impulsado a declararse y cuando terminó, con un calor abrazante en el pecho y los labios temblorosos, sintió los brazos de Harry envolverlo con fuerza y acercarlo lentamente hasta haber alcanzado sus labios.

La respiración agitada proveniente de la cama de abajo sacó a Draco de sus estúpidas fantasías. Todos sus sentidos esperaron alerta, detectando los cambios en el sueño del moreno, tratando de averiguar que le pasaba.

El sonido de la respiración crecía con rapidez, las sábanas sonaban, probablemente movidas bruscamente por las manos y piernas que debían estar sacudiéndose frenéticas.

Draco se sentó en la cama. En otra ocasión hubiera bajado inmediatamente, pero estaba resentido, todavía le dolía ver a Harry y eso lo mantenía pegado al colchón, como si fuera incapaz de moverse. Un grito débil lo sacudió en su incertidumbre, el sufrimiento del chico lo afectaba, lo atormentaba...

— ¡AH! — era otro quejido, más agudo que el primero y mucho más corto, como si hubiera sido obligado a callar... El corazón de Draco bombeó acelerado buscando despertar a su dueño y cuando sus nervios no pudieron más, saltó de la cama. Apenas notó el sudor en Harry, las manos agarrotadas clavadas en el colchón, la tensión de su tronco y piernas. Se limitó a tomarlo de los hombros y zarandearlo enérgicamente.

— ¡Harry despierta! —le ordenó angustiado, sintiéndose culpable por haberlo dejado llegar hasta ese punto. Harry apretó los dientes separándose de él, los ojos fuertemente cerrados y lágrimas deslizándose por las facciones tensas — ¡Harry soy Draco! ¡Cálmate, estás durmiendo!

Abrió la boca y lanzo un grito mudo.

— ¡HARRY!... —Draco le dio un empujón contra la cama, sintiendo que si no despertaba, perdería la conciencia, o se volvería loco — ¡HARRY! ¡HARRY! — tenía que salvarlo —¡HARRY!

Y los ojos de Harry se abrieron como un estallido, saltó de la cama arrancando de su pesadilla y se abrazó a Draco. Un quejido dolorido salió de su garganta, ahogado por sollozos que lo hacían temblar.

—Estás bien... —intentó convencerlo Draco, que lo había acogido y ahora le palmeaba con suavidad. Bajo las palmas, sentía el sudor frío de la espalda trigueña, el movimiento errante y agitado de su intento por respirar y controlarse, las convulsiones del llanto apenas retenido... Nunca había visto llorar a Harry.

Un nudo en su garganta le advirtió que estaba siendo contagiado, y lo apretó con fuerza para calmarlo y calmarse a sí mismo.

Harry intentaba pegarse a Draco, hundirse en su pecho, en su olor... Apretó su cintura mientras trataba de aquietar sus sollozos. Estaba con él... nada había sido real... lo tenía ahí, tibio... movió su cabeza en el cuenco del cuello y hombro, buscando asegurarse, olió la piel blanca convenciéndose de que era él y tanteó la espalda desesperado, todavía temblando. No le había pasado nada... no era real... ¡estaba vivo!

Ya se había calmado, ahora el sudor no era frío sino cálido por el contacto de sus torsos faltos de ropa en una noche demasiado calurosa. Draco había sido empujado a su rincón, un poco por la presión de los brazos de Harry que lo jalaron poco a poco hasta allá y otro poco por su propia conciencia, o inconsciencia que le llevaba a tomar "su lugar". Habían estado así mucho tiempo. La cabeza de Harry protegida por el pecho y los brazos de Draco, que por primera vez lo acunaba para dormir. Los brazos de Harry ya no lo estrujaban, se limitaban a rodear su cintura.

— ¿Qué soñaste? —preguntó incapaz de aguantar la duda por más tiempo.

—Lo de siempre.

Para Draco, esos significaba Voldemort destruyendo el mundo mágico. Para Harry, observar la Muerte de Draco sin poder hacer nada para evitarla. Si Malfoy hubiera dormido los dos días anteriores en la pieza, habría tenido que despertarlo dos veces más.

Se volvió a apretar contra el rubio cuando recordó la última imagen de su sueño.

—Duérmete —le ordenó Draco.

—No puedo —le angustiaba tener que soñar eso una vez más.

Pasaron quince minutos.

— ¿Te queda de esa poción que tomas para dormir? —preguntó Harry, esperanzado porque esta vez no le negase la pócima como otras tantas en que la había solicitado.

—Sólo esta vez, Harry —intentó pararse para buscarla, pero Harry no se movía para dejarlo salir, continuaba abrazándolo.

—Está en el despacho, no puedo dártela si no me dejas salir —dijo con una suave sonrisa.

—Bueno —como si le costara mucho, se alejó lentamente. Al mirar al rubio a la cara no pudo reprimir una risita avergonzada que Draco respondió ensanchando la suya, para luego salir de la pieza.

Harry respiró profundo, encantado por estar envuelto otra vez en el aroma del rubio. Y feliz de ser acogido entre sus brazos... nunca había dormido así. El estómago le cosquilleaba y se revolvía insistente. La sonrisa nerviosa se había agrandado y estaba sospechando que pronto sería una carcajada. ¡Al fin habían hecho las paces!

...Draco es mío otra vez...

Se estiró ronroneando debido a una felicidad que le recorría traviesa, y se volvió a la puerta del baño esperando a que entrara su amigo.

Una vez medida la cantidad para tres horas de sueño, Draco vació el líquido en una ampolla pequeña. Estaba nervioso, nunca había esperado tanto cariño y franqueza de parte de Harry. Ni estar tan cerca de él de esta manera extraña, tan juntos y tan platónico... Todavía sentía la piel del moreno en sus palmas. El sudor resbaladizo entre sus dedos, el calor abrazante de su cuerpo... Se había resistido a probarlo, posiblemente en el estado maniático en que había despertado ni siquiera se habría dado cuenta, pero no se atrevió. Luego de que terminara de llorar había estado pensando en cualquier cosa, menos en consolarlo. Esto estaba resultando muy absurdo, hacía unos días le golpeaba y ahora parecía ser la persona que mas necesitaba...

...fue una pesadilla horrible, sólo por eso se acerca...

Cruzó la puerta para salir con la ampolla en su mano, muy confundido. Había sido más que solamente consuelo por una pesadilla, Harry había vivido muchas cosas horribles, una pesadilla no lo haría reaccionar así con él, sobretodo si estaban tan enojados... si lo consideraba tan bajo y ruin...

...No se habría arrojado a mí de esa forma...

...No se habría quedado conmigo tanto rato...

Subió la escalera pausadamente pero de a dos peldaños, concentrado en controlar su cuerpo y no sudar, no verse nervioso,no demostrar lo confundido que estaba... y ansioso... y aterrado y...

Abrió la puerta.

La mirada esmeralda se encendió al escuchar el sonido de la puerta abriéndose.

...Al fin estás aquí...

Lo primero que vio fue el torso desnudo atravesar el umbral, La luminosidad propia de la nívea piel se perfilaba fantasmagórica en el negro de la habitación. Se sentó tranquilamente aún con la vista fija en Draco. Deslizó su mirada por la exquisita figura, movido por la curiosidad de conocer el líquido que tomaría dentro de poco, y entre piel suave y músculos trabajados, dio al fin con la pequeña botella. Los dedos de Draco la llevaban con delicadeza en la mano izquierda, cerca del bajo vientre. Mientras que con la derecha volvía a tomar el pomo de la puerta para cerrar.

¿Esa poción sería legal o sólo otro invento del rubio?

Sus ojos desenfocaron como por voluntad propia el frasco y registraron un plano más interesante: la musculatura firme del abdomen dibujado en delicado claroscuro. La puerta cerró con un ligero ruido justo cuando la mirada verde revoloteaba por el marcado hueso en las caderas y se internaba fugaz hacia el inicio del pantalón provocadoramente suelto, casi cayendo por las caderas de Draco.

— ¿Tan poca poción? —se quejó Harry concentrando su vista nuevamente en el frasco, olvidando por completo su exploración. Era una reacción mecánica, le pasaba siempre que Draco salía de la ducha.

— ¿Sabes algo de pociones? —le espetó Draco con sorna, acercándose.

—Pomfrey me daba...

—Y yo te doy ésta —le tendió la botella — Es para tres horas. Debiste tener la pesadilla antes —agregó en tono de queja —tendríamos más tiempo para dormir.

Harry le quitó bruscamente la ampolla y la bebió rápidamente. El sabor amargo le raspaba la garganta, pero no se quejó, había tomado cosas peores en la enfermería. Mantuvo la ampolla empinada un tiempo hasta que estuvo seguro que la última gota había caído en su boca.

— ¿Cuánto se demora en hacer efecto? —preguntó al no sentir ni pizca de sueño.

—Dos minutos en hacerte sentir somnoliento, dos más para que te quedes dormido... —dijo calculando más o menos lo que debía demorar.

—Entonces hay que acomodarse, no vaya a ser que me duerma sentado —Tomó a Draco de la cintura y lo jaló delicadamente hacia la cama. Frente al inesperado gesto, el rubio sintió un escandaloso y alarmado cosquilleo bajo sus pantalones y se pasó al rincón velozmente para disimular su reacción. A pesar de que Harry apenas lo soltó para que lo hiciera, consiguió calmarse, y para cuando los brazos del moreno lo rodearon, estaba bajo control, aunque sentía que su corazón latía más acelerado de lo normal —Yo duermo aquí —dijo Harry apoyándose en el pecho de Draco antes de que terminara de acostarse, como si estuvieran peleando por la ventana en un viaje a la playa y él entrara antes al bus para obtenerlo.

Draco rió (más nervioso que divertido) tratando de parecer hastiado y se acostó como pudo. Al fin estaba relajándose cuando Harry levantó la cabeza de súbito — ¿Qué pasa si por alguna razón debo despertar? ¿si viene Bill y quiere que vayamos a una reunión...

—Esas preguntas se hacen antes de aceptar drogas, Harry. ¡No puedo creer que tú seas el salvador...

— ¿Qué pasará? —exigió nuevamente.

—Le diré que te drogaste y no he podido despertarte —Respondió con simpleza. Harry le clavó los ojos insistente y Draco suspiró pesadamente en señal de rendición —Si te muevo brusco, te grito en el oído o te echo agua, te despertarás.

Luego de escuchar eso, volvió a relajarse.

—Me está dando sueño —hundió la cara en la piel de Draco y aspiró el aroma una vez más. Ese olor era embriagante, y despertaba sus hormonas haciéndolas saltar descontroladas. No era el olor de los perfumes contenidos en el shampoo, o el jabón. Era olor a piel, ahora calentada con su propio aliento, no pudo identificar que era lo que le encantaba de esa manera porque más sueño empezó a vencerlo, . Suerte para él, porque la leve excitación que había querido crecer, se durmió, aunque le dejó una sensación muy agradable. Se acomodó perezoso y rozó suavemente la curva de la espalda del rubio. Sonrió —eres muy suave —le dijo balbuceando antes de caer dormido.

Draco no entendió lo que dijo porque el susurro cálido en su pecho le envió torrentes de escalofríos por todo el cuerpo. Respiró con ritmo calculado, procurando no hacer ni un ruido para enterarse si Harry ahora estaba durmiendo...

Le pareció que era un gato hambriento y que acababan de dejarlo sólo con un suculento trozo de carne. Esperó unos minutos más para asegurarse de que ya no despertaría, y cuando ya no había duda, pasó lentamente sus labios por el suave y alborotado cabello negro. Era una degustación, el primer bocado.

Su sangre se calentó por la anticipación de lo que haría. Al fin, Harry estaba suficientemente dormido... y por primera vez, vestido únicamente con la pieza inferior del pijama. No podía aguantar. El corazón bombeaba con fuerza.

Delineó con la yema de sus dedos los brazos de Harry mientras se alejaba un poco y se acomodaba para quedar justo a la altura de su rostro. Con adoración, acercó sus labios hasta la frente y suavemente rozó la célebre cicatriz. Cerró los ojos para concentrarse en el relieve de la marca, sintiendo también el cabello negro haciéndole cosquillas, obligándolo a sonreír. Todavía sonriendo, terminó el contacto en un dulce beso.

Una vez probada la piel ya no pudo alejarse. Descendió con los labios, delineando el perfil hasta la punta de la nariz, la besó tiernamente y luego saltó desde ella hasta la boca, atrapando el labio inferior, ligeramente más carnoso que el superior, y con la punta de la lengua humedeció la suave piel. Entonces el tenue vértigo que placenteramente lo acunaba, estalló en pequeñas oleadas de calor e insistente burbujeo sanguíneo. Soltó un cálido suspiro en los labios de Harry para luego quedarse ahí, en delicioso contacto, aspirando con la boca la respiración del inocente dormido. Pero pronto, el cuerpo impaciente, ya intoxicado de Harry, le exigió que continuara.

Ocupando todo su poder mental, controló sus ansiosas manos para bajarlas con calma hasta el pecho del chico.

El contacto le quemó exquisitamente.

Respiró acelerado, su cuerpo cada vez más impaciente, y tomándolo por la cintura lo movió para que se desenroscara. Caricias suaves bailaron por la base de la espalda, la cintura y el torso de Harry. Draco hundió sus labios en el pecho del chico como si fuera lo más preciado en el mundo y rozó suavemente las curvas de su musculatura, los latidos ahora se atoraban en su garganta y cabeza. Y habiendo estirado imposiblemente su autocontrol, ya sin poder contenerse, besó uno de los pezones.

Un nuevo estallido, electricidad y calor hormigueante despertaron su miembro. Se mordió los labios buscando en el dolor, el autocontrol que sentía alejarse a pasos agigantados. No podía ser brusco, tenía que tranquilizarse.

Tragó saliva, las manos ahora estaban resbalosas, el calor emanado era claramente excesivo y el solo estar conciente de eso le excitaba más. Volvió a tragar saliva y con decisión rozó con los dientes, apenas apretando, el rosado pezón; y yendo más lejos de lo que esperaba, dejó salir su lengua de entre los dientes y palpó con la punta, la piel cálida.

Se alejó nuevamente sintiendo que la excitación empezaba a nublar su mente, cerró los ojos para calmarse. Entonces Harry se movió un poco, arrastrando su cuerpo a una posición similar a la inicial, probablemente buscando hundir su cabeza en Draco otra vez. Accidentalmente rozó con su pierna la erección del rubio.

Miedo y placer se enlazaron dejándolo inmóvil, calor abrasador por su cuerpo tenso, y escalofríos en la espalda y cuello. Respiró agitado esperando a tranquilizarse, pero no lo consiguió. Tonto, está dormido...

Volvió a poner sus manos sobre la piel de Harry, el corazón bombeando con fuerza, la cabeza caliente y el pene erecto y palpitante.

Con los pulgares perfiló el hueso de la cadera del chico, su respiración ahora era claramente sonora.

Frotó las manos en la piel y cruzó por ella hasta llegar al trasero. Apretó con fuerza y arrastró hacia arriba los dedos para finalmente, meter ambas manos dentro del pijama. Nunca había llegado tan lejos, en sus excursiones más atrevidas, apenas se había aventurado por el vientre, o la base del pantalón. Por lo general se conformaba con meter sus manos dentro de la camisa.

Ahogó un gemido incontrolable en un húmedo beso al cuello del dormido. Harry movió la cabeza.

Casi creyó que había despertado, pero todavía sus movimientos eran muy suaves como para que lo hiciera. Volvió a apretar el trasero y lo jaló levemente hacia él; al tiempo que se acercaba, tocó con su erección la parte baja de Harry y en un impulso inconsciente, se frotó una vez contra él.

Gimió. Esta vez muy audible.

Su propia voz cortando el silencio lo aplastó contra la vida real. No podía seguir... estaba demasiado caliente... a este paso sería culpable de violación, y por supuesto, Harry se despertaría.

Se levantó apresurado, besó a Harry una última vez y salió a su despacho.

Una vez ahí, cerró la puerta bruscamente y se cargó en ella.

Su agitada respiración era el único sonido que llegaba a sus oídos.

El aire caliente salía brusco desde sus labios, buscando encontrarse con otra boca...

Imaginó a Harry dedicándole una mirada intensa, el brillo esmeralda era demasiado poderoso para Draco, demasiado anhelado como para no ruborizarse. No podía creer que estuviera siendo mirado de esa manera. El moreno se había acercado sigiloso como una gato; con mirada desafiante y libidinosa, lo invitaba a dejar la realidad para estar junto a él.

Draco había cerrado los ojos.

Ahora estaba muy cerca, casi encima de él.

Y se tocó la boca, rozando con sus suaves yemas la carne enrojecida por el ataque a su compañero de cuarto.

Harry levantó una de sus manos con tortuosa lentitud y, en un gesto tierno, le acarició los labios.

Draco echó la cabeza hacia un lado y se acarició el cuello con la punta de los dedos, ejerciendo una presión casi nula.

Y Harry aprovechó para recorrer con sus delgados dedos la cremosa piel expuesta, desatando a su paso borbotones de escalofríos.

..."Te amo" ...

Draco sonrió extasiado, la vista clavada en el mar esmeralda, atrapado por la agitación oscura en ellos, por la nube de deseo que los cubría.

Sintió la mano bajar por su hombro y centrarse en su pecho, ese simple toque lo estaba quemando.

Aún hundido en los ojos de Harry, no pudo hacer más que dejarse explorar, mientras sentía como tambores pegaban por dentro en un ritmo creciente que no tardaría en estallar.

—Harry...

El moreno se alejó un paso, la mirada desafiante jugaba con su paciencia, lo invitaba desatar su acostumbrado control. Ahora marcaba con el índice un recorrido por el centro de su pecho. Lentamente cruzó el ombligo y, disminuyendo el paso, se acercó a la frontera de su pantalón.

No se hablaron. Harry continuaba mirándolo, ahora con un toque malicioso en el fondo verde. Sonrió pervertido, y con cuidado tomó el elástico del pantalón y lo alejó de la piel blanca, la respiración de ambos había ascendido y ahora salía sonora liberando algo del calor que estaban emanando.

Draco tragó saliva.

Los ojos verdes desaparecieron bajo los párpados cuando el chico bajó la vista para contemplar lo que estaba descubriendo. La lengua traviesa humedeció el labio superior.

Y Draco ya no aguantó. Recorrió veloz la distancia que lo alejaba de la boca entreabierta del moreno y devoró ansioso los labios que tanto ansiaba.

Un delicioso gemido salió de su boca y se estrello contra la lengua del Harry. Se apegó a él todo lo que pudo, y volvió a soltar un fuerte jadeo cuando su erección chocó con los pantalones de Harry encontrándose con su palpitante y elevado pene.

El cuerpo solitario de Draco desencajaba completamente con la inactiva habitación. A estas horas de la noche se hacía más patente el carácter inerte del barco. El silencio era completo y los gemidos del rubio resonaban contra las paredes en un eco inapropiado, violando la noche; los sonidos y las contorsiones aceleradas que lo llevaban a golpear la puerta de vez en cuando., y que ahora, lo tumbaban en la alfombra.

Los pijamas fueron expulsados con sorprendente rapidez. Harry y él se habían deslizado por la puerta, forcejeando en una descoordinada danza que no aspiraba a nada más que a fundir sus cuerpos.

—mmm... Drac-co... —Harry se tensó cuando Draco recorrió sus muslos y le abrió las piernas. Había perdido la pequeña batalla por controlar al otro, había caído al suelo bajo Draco, algo atontado por los espasmos de placer que los roces y besos expertos le regalaban.

—Yo- también... te amo —medio gimió Draco, mechones platinos caían rendidos hacia Harry que sonreía entre jadeos. Le tomó el rostro y acercó la rubia cabeza para besarlo. Nuevamente se abrazaron desesperados, nublados por un deseo primitivo.

La fricción creada ahora era más exquisita, más resbalosa y acalorada. Harry metió su mano entre ambos y agarró el pene de Draco para masturbarlo.

—Ya no habrá nadie más para tí —exigió al tiempo que rodeó la espalda del rubio con sus piernas, invitándolo a entrar.

Draco ronroneó descontrolado sobre la alfombra, los dedos de la mano derecha hundidos en las gruesas hebras verdes, manteniendo el equilibrio precariamente. La otra mano frotaba de arriba abajo su miembro, con creciente rapidez.

Oleadas de calor envolvían ambos cuerpos, Harry, nublado ya y a punto de estallar, empujó con fuerza para sentir la última embestida de Draco. La mirada esmeralda explotó en placer y la energía en sus ojos se arremolinó bajo los párpados caídos.

—...¡AAHH! —Draco calló temblando al suelo, delirando todavía por el reciente orgasmo.

...Harry... buscando sus ojos verdes, esperando hundirse en su abrazo...

Pero en vez de eso encontró la alfombra, y el calor del cuerpo de Harry se escapó una vez su lujuria fue aliviada. Estaba solo.

—Harry... —susurró al suelo, el olor de la alfombra le estaba asqueando.

Ni la tibieza nocturna, que esos días tenía a todos pegoteados en sus sábanas, pudo evitar que el cuerpo sobrecalentado de Draco se enfriara rápidamente. Suspiró pesado al sentir el cambio de temperatura, la realidad lo estaba quebrando, siempre era doloroso despertar, pero ahora... Hoy...

Suspiró otra vez, estaba evitando llorar.

El sudor se había enfriado y estaba revelando lo patético de su cuerpo desnudo tirado en la alfombra... solo.

Se mordió la boca, NO IBA A LLORAR

Harry lo tiraba lejos luego de besarlo... esa es tú realidad...

Se sentó, en sus rodillas el tejido había marcado la nívea piel, ahora manchada de rosa por la presión. Pero estaba oscuro para verlo.

Sintió la humedad en su mano y con un roce confirmó que el suelo también estaba manchado de su semen. Se había esparcido entre su mano y la alfombra. No en Harry

Nunca en Harry.

Se puso de pie, limpió todo esforzándose por no pensar, ni sentir y se vistió apresuradamente, intentando borrar toda la escena.

Llegó nuevamente a la pieza y cerró con cuidado... Como si Harry fuera despertar...

Nunca despertaba.

Le dedicó una mirada fugaz, seguía acurrucado hacia el rincón durmiendo profundamente. Odió todo eso, que fuera tan ajeno a todo lo que le pasaba, que sólo con existir provocara en él este descontrol, de su orgullo, su honor, su amor propio...

Me volverá loco...

Subió a su cama, no podía seguir con eso.

Blaise tiene razón me hace mal... No era tan fuerte. Harry era veneno para él, una droga, y dormir a su lado no lo ayudaba en nada, no lo aliviaba, sólo lo deseaba más.

Sólo lo atormentaba más.

Se arropó, tratando de ocultarse para escapar del mundo.

Iba a dejar de hacer estupideces, tenía que alejarse de él, todo lo que pudiera.

Al otro día, Harry despertó ligeramente atontado. Abrió los ojos lentamente, un cosquilleo en el estómago lo relajaba por completo, estaba contento, feliz, y no tenía idea porqué. Su mano se movió torpe aún media dormida buscando algo que su dueño todavía no echaba de menos, hasta que su vista se aclaró y recordó que Draco tendría que estar ahí, justo ahí.

Se sentó rápidamente y buscó sus lentes, tal vez el reloj ya había sonado y el chico se había levantado antes. ¿Estaría en el baño ahora? Sí eso debía ser. Sonrió mientras se estiraba, recordando la noche. Un alivio pleno corría por todo su cuerpo, dando saltitos de alegría, la tensión que se había alojado en su cuello de pronto ya no existía, estaba completamente relajado. Todo estaba arreglado, al fin había dormido bien y Draco...

La cama de arriba se movió cuando el reloj despertador dio la alarma.

¿Draco estaba arriba? La sangre se heló y la felicidad se esfumó dando paso a una angustia renovada y mucho más pesada que antes.

— ¿Draco? —preguntó mirando hacia el colchón, esperando que el movimiento fuera una ilusión, Draco tenía que estar en el baño. No podía haberlo acurrucado y luego haberse ido a su cama...

La figura elástica y pálida saltó al suelo perezosa.

— ¿Cómo amaneciste? —preguntó cortes.

—Bien —Contestó desorientado. Esto era una burla. Se estremeció enojado ¿Lo había abandonado apenas se hubo quedado dormido? ¡¿Para qué le preguntaba estupideces si no le importaba!

Draco tomó sus cosas y se fue al baño, ni la más mínima muestra de arrepentimiento, como si todo esto fuera tan normal.

...¿Todavía está enfadado?...

El enojo fue despedido y, acompañado de un leve mareo, sobrevino la ansiedad ¿Tan enojado estaba? ¿O ya no lo estaba y simplemente se había distanciado y ya no serían amigos?

Draco no podía tomarse una pelea tan en serio ¿verdad?

Si al menos no lo hubiera tratado bien en la noche, tendría esperanzas, todo seguiría un curso normal, pero dentro de su rutina de pelea, dormir juntos siempre significaba el fin del duelo y luego de eso se contentaban y seguían tan campantes. ¿Por qué ahora... ¡Esto no era normal!

— ¿Dormiste bien? —preguntó Lisa cuando la cara de Draco se presentó con grandes ojeras a desayunar.

—Más o menos —recogió delicadamente una jarra con café del centro de la mesa —algunos sueños molestos...

Harry bebió de su leche escuchando atentamente. ¿Sueños molestos? La leche amenazó con atorársele en un enorme nudo.

—Deberías buscar la forma de dormir mejor —dijo ella con tono preocupado. Suavemente acarició la mano de Draco que descansaba sobre la mesa.

Y Harry ya no pudo escuchar, porque Draco se le acercó al oído y murmuró algo que la hizo reír y ruborizarse.

La leche burbujeó en su estómago. ¿Qué significaba eso? ¿Ahora en vez de dormir con él se iría a la cama de Lisa? ¿No le bastaba con Blaise?

Malfoy era un golfo asqueroso...

Hermione miró furtiva a la mesa de profesores, lo hacía de vez en cuando, desde que se había podido levantar luego de haber estado enferma. Necesitaba vigilar a su amigo.

Uhm... No le gustaba para nada lo que veía ahora. Harry no tenía idea como disimular los celos ¿verdad?. Y como si la actitud de Harry no fuera suficientemente alarmante, al volver a la mesa de Gryffindor y ver a su novio se encontró con que Ron acababa dejar de mirar a su amigo y ahora mantenía los ojos fijos en su desayuno con el ceño fruncido. Esto no estaba bien.

Le dio un mordisco a su pan y un sorbo a la leche, y resolvió que por ahora era mejor no hablar del tema.

No mucho después Harry decidió que el desayuno ya estaba asqueándolo y era hora de ir a su despacho.

—Harry, espera —le pidió Bill poniéndose de pie y acercándose a los cuatro profesores —Escuchen, esta mañana Dumbledore mandó adornos navideños...

—Creí que no habrían —dijo Lisa extrañada pero sonriente.

—Era una posibilidad, pero finalmente han llegado. Están en la sala de reuniones. Como mañana es la fiesta, deberíamos decorar hoy mismo. A sí que podríamos ir ahora a buscar algunos adornos para que se los entreguen a sus casas. Así se entretendrán adornando sus salas comunes...

—No creo que tengan muchas ganas de hacer nada con el calor que hace. Dumbledore lo que debería mandarnos es una piscina —comentó Malfoy despectivo.

—... y luego nos sortearemos qué parte del barco nos toca adornar a nosotros —continuó Bill ignorando el comentario —A menos que tengan ya una en mente y podamos ponernos de acuerdo.

—El comedor —eligió Draco imaginando lo pavoroso que sería lo mandaran a una cubierta, horriblemente expuesta al sol abrasador... de sólo pensarlo le ardía la piel.

— ¿Alguien más quiere el comedor? —Nadie respondió.

—Entonces tú y Harry harán el comedor.

Harry, atormentado, miró a Draco suponiendo que se negaría, pero...

— ¿Podemos terminar el desayuno antes de buscar los adornos? —preguntó dando el asunto por terminado.

—Claro —Bill tomó un pan de la mesa y se fue con Hannah, que se llevó una jarra de leche.

Harry miró a Lisa, se mostraba extrañada. Era obvio que sabía del enojo de ambos y probablemente esperaba hacer pareja con Draco.

Salió del comedor detrás de Bill, seguía amargado, pero saber que Lisa no estaría toda la tarde con Draco le alegraba de alguna manera.

—Toma —Draco le entregó varias cajas de adornos a Blaise. El chico se las cedía a varios Slytherin que, sin mucho entusiasmo las abrían para ver su contenido.

—Creí que los elfos se encargaban de estas cosas —comentó uno de cuarto.

—Todavía hay estudiantes enfermos y temen contagiarse —contestó Draco haciendo una mueca inigualable de desprecio —Aunque es obvio, que la que teme al contagio es Pomfrey —Agregó entre dientes.

—No sean quejones —los retó la pequeña niña de primero —será muy divertido —para ella, acostumbrada a adornar la casa con sus padres, era una labor necesaria para que fuera realmente Navidad.

Draco forzó una sonrisa, por supuesto, no con la intención de ser amable. La chica intentó no amedrentarse y se fue a revisar los adornos con la cara bien en alto.

— ¿Hasta cuando no me hablarás? —Draco se había acercado a su amigo, aprovechando que todos los compañeros de casa, o habían escapado a sus habitaciones o estaban curioseando las cajas.

— ¿Para qué quieres que te hable? ¿Escuchas algo de lo que digo?

La mirada gris se apagó al instante, giró elegantemente sobre sus talones y salió de la casa.

Respiró profundo. Qué imbécil había sido. No podía mostrarse blando otra vez, se lo había prometido esa noche. Iba a dejar de andar lloriqueando por todos lados. Tenía que retomar su personalidad. Si Blaise no quería hablarle, no importaba. No hablarían. ...por mí está bien...

Ya no serían amigos. Buscaría nuevos amigos que dieran todo por él como correspondía. No más de arrastrarse ante nadie. La rabia que había descansado dentro, ardía tenue dándole un nuevo impulso. El odio lo movía como un gran motor. Vengaría a su madre. Eso era todo lo que tenía que hacer. Pero lo haría sin perder su honor. Hasta que llegara el momento iba a mantener su nombre en alto. Iba a utilizar a Harry como arma... ya no más amor por Harry. Y hoy sería su prueba, estaría con él toda la tarde colgando estupideces en las paredes y sería duro. No le rogaría compañía nunca más, no le hablaría a menos que fuera necesario. Y si Harry quería librarse de sus pesadillas que se buscara un elfo que lo acompañara en las noches, pero él no volvería a meterse en esa cama. Nunca más. Ni en la de Blaise...

Llegó a la sala de reuniones. Era el primero de los jefes de casa en volver de su entrega y pidió a Bill los adornos que le correspondían para comenzar con el arreglo del comedor.

Cuando Harry llegó al Gran Comedor, lo vio elevando con su varita una guirnalda dorada. Con exquisita gracia movía su mano marcando los lugares en donde el precioso adorno debía colgar. Sin duda tenía buen gusto. Todos los detalles de lo que llevaba decorado eran perfectos, seguramente este lugar sería el más lindo de todo el barco.

—Está quedando bien —Alabó Harry acercándose al chico.

—Toma tu varita y ayúdame, quiero terminar temprano con esto —dijo secamente.

— ¿Vas a salir con Lisa? —preguntó impertinente.

— ¿Y a dónde se supone que voy a salir con ella? ¿A Hogsmeade?

—Si no tienes ganas de hablar...

—No tengo, ya te dije que quiero terminar con esto pronto.

Harry se alejó hacia la otra pared, se sintió herido por la forma distante en que lo trataba. Había estado pensando en como pasaría esa tarde. Imaginaba que si era amable con Draco todo sería como antes... Ya no sabía que pensar. Se suponía que él era el que estaba enojado con Draco, por ser ególatra y... ¿por qué ahora estaba tan afligido por esta pelea?

¿Por qué le había molestado tanto la personalidad de Draco antes y ahora le caía tan bien?

Estuvieron en silencio mucho rato. No tenía idea cómo, pero sentía que Draco lo rechazaba con todo su ser. ¿Lo odiaba acaso?

Echó un vistazo por encima del hombro. La decoración del rubio seguía siendo grandiosa y en comparación con su lado del comedor, era sublime. Parecía hacerlo a propósito para ridiculizarlo. Probablemente luego de terminar pondría un cartel que dijera: decorado por Draco Malfoy y en el otro lado: decorado por Harry- mal gusto –Potter.

Se echó en el suelo suspirando pesadamente. Hizo el sonido dos veces tratando de llamar la atención del rubio, hasta que rindiéndose le preguntó.

— ¿No estás cansado?

—La gente eficiente descansa cuando corresponde —contestó mirando despectivo la decoración de Harry —Tú no deberías siquiera relajarte.

— ¿Por qué no me ayudas? —propuso poniéndose de pie.

—No me hagas perder el tiempo —Contestó Draco con verdadero desprecio —No me importa si no está todo decorado, cuando termine con estas dos paredes me iré —Y le dio la espalda nuevamente.

Harry no pudo descubrir ni en su rostro ni en sus palabras, algo que le diera esperanzas de que estuviera sólo resentido, o de que las cosas mejorarían.

...Draco no puede odiarme... empezó a desesperarse ...Draco me quiere... estoy seguro...

Recordó la mirada que acababa de enfrentar y temió de verdad. Estaba seguro de que Draco lo HABÍA querido.

Al terminar su área, Draco se sentó en una esquina, cerca de una mesa en donde los elfos habían mandado jarras con jugos frescos de diferentes sabores. Se sirvió un vaso y bebió todo el líquido de un trago. Tenía mucha sed. Esos días calurosos eran agobiantes.

Se quedó sentado pensando en lo desagradable que sería salir del fresco Gran Comedor con los aproximadamente 38ºC. Afuera el ambiente era húmedo, salado y caliente. Como si estuvieran navegando en un caldo, en una gigante olla puesta al fuego.

Harry lo miró de reojo, tenía que hablarle, ya había terminado y ahora se iría y tal vez no regresaría en la noche...

El chico rubio descansaba sobre la silla con los ojos suavemente cerrados. Tenía el vaso apoyado en su cuello, medio lleno con jugo de piña. Harry sintió escalofríos al pensar en perderlo. ¿Qué diablos había estado pensando todos esos días? ¿Qué haría si seguía enojado por siempre? Era su amigo, SU amigo.

¿Qué haría sin Draco?

Ya no tenía mucha idea de qué hacía, sólo sintió como su cuerpo caminaba sin hacer ruido hasta Draco. Lo miró un segundo antes de deslizar la yema de su dedo índice por el largo de la nariz del rubio, hasta la respingada punta.

Draco se estremeció ante el toque, pero no se atrevió a abrir los ojos. Sabía que era Harry, y no podía dejar su orgullo de lado... separó los labios sin querer, suspirando por la agradable sensación... pero no, tenía que mantenerse firme ¿por qué a Harry se le ocurría hacer esto justo ahora?... Abrió los ojos tratando de sostener su determinación a no dejarse arrastrar otra vez por él.

Y Harry vio como la hermosa mirada gris aparecía ante él, brillando con fuerza. Por la reciente reacción de Draco, había creído que este tipo de caricia sí tenía un efecto increíble de relajo sobre el rubio (como había escuchado hacía un tiempo en la casa Black), pero al ver en la mirada gris... por ningún motivo parecía relajada como se suponía debía estar. Draco le clavó la vista y Harry, siguiendo sus instintos, se acercó a su quijada y le besó con dulzura. Antes de que Draco reaccionara deslizó sus labios hasta estar muy cerca de la oreja. Sin dejar de acariciar su nariz, obstinado en no rendirse, como si ese fuera el secreto para doblegar al Dragón.

—Harry... —La voz fría no tuvo el efecto esperado sobre el chico, Harry ya no retrocedería, estaba actuando por intuición, movido por su fuerza característica y ahora sabía de un arma que nunca había probado. Que ni siquiera se le había pasado por la cabeza, pero que sabía tenía que funcionar.

Abrió la boca soltando el aliento cálido cerca del lóbulo de Draco y sin dejar de acariciarlo habló con suavidad.

—No me importa que seas un chico malo —confesó con un dejo de picardía y volvió a dejar un par de piquitos en la suave y sensible piel.

Draco no habló, volvió a cerrar los ojos incapaz de decidir algo ante esa frase. La frágil pared que creía había forjado en hierro la noche anterior se desplomó como polvo. Harry se sentía tan bien... ¿por qué se estaba comportando así?

— ¿No te importa? —la palabras habían vuelto a su garganta, lo miró desafiante, y Harry sonrió al ver como el odio se había ocultado y los destellos plateados volvían a brillar fieros, juguetones, vivos y apasionados... Era su Draco otra vez.

—No —El dedo continuaba su trabajo sobre la nariz, deslizándose suavemente a lo largo.

Draco echó la cabeza hacia atrás; no se estaba rindiendo, era sólo una tregua. Poco después cerró los ojos, completamente relajado.

—Era cierto —susurró para sí, triunfante. No podía creer la reacción ante el gesto tan simple.

— ¿Qué cosa?

—Que te relajas si te acarician...

—Debería matarte por saber esto.

Harry sonrió, Blaise siempre manejaba al rubio con caricias y besos, no podía creer que él estuviera haciendo lo mismo. Algo revoloteó contento en su estómago haciéndolo ensanchar su sonrisa y continuó su masaje, extasiado por la forma en que reaccionaba el rubio ante ese simple toque. Podía observarlo con tranquilidad ya que tenía los ojos cerrados.

Estaban tan cerca, sus dedos tocando la fina nariz... sintiendo la piel suave como si le perteneciera...

Se perdió ante la exquisita imagen que le ofrecía el rubio: un par de mechones rebeldes cayendo sobre su frente, los ojos suavemente cerrados ocultando la agresividad que generalmente había en su mirada, la nariz firme y respingada y por último, los labios entreabiertos con una ligera curva que revelaba el placer que le estaba provocando. Esos labios eran tan suaves como su piel...

La cabeza echada hacia atrás exhibía su cuello, largo y cremoso. Parte de sus venas se traslucían bajo la piel delgada.

¿Era idea suya o el cuerpo de Draco siempre gritaba que debía ser tocado? Una nube augurando peligro amenazó con destruir aquel momento prodigioso, pero Harry puso toda su fuerza en no pensar en el beso de tres días atrás, y en vez de eso, se concentró en lo divertido de la situación: la indomable serpiente, vencida por un ligero toque en su nariz.

—No siempre me doy tan fácil, Potter —dijo al escuchar la leve risita de Harry, imaginando el porqué de ella —es sólo que ahora tenía muchas ganas... y hace tiempo que nadie lo hacía. Estas caricias eran un secreto.

—No se lo he dicho a nadie.

—Y más te vale no decirlo, te quemaré vivo si lo revelas.

Luego de un rato, Harry bajó el brazo imaginando que ya era suficiente.

—¿Por que te detienes? Empezaba a relajarme en serio.

—Me cansé. Tener el brazo levantado para que tú te relajes no es mi idea de entretención —respondió insolente, considerando que acababa de amistarse con él.

Draco se levantó de la silla para recostarse junto al moreno.

—Ahora ya no tienes que esforzarte, continúa —y cerró los ojos esperando que el masaje siguiera. Harry se tendió junto a él, y luego de darse el gusto de mover parte de las hebras platinas, reanudó el masaje.

Ahora los labios de Draco sonreían abiertamente, esto debía ser mentira. Sentía el calor del chico junto a su cuerpo y la respiración cerca de su mejilla... y ya no lo despreciaba... Harry no lo odiaba ¿verdad? Ahora estaba seguro. Bueno, casi. Era difícil saber que pensar... No tenía idea porqué lo había molestado tanto con el tema de "eres un malvado", pero aún yendo en contra de todos sus principios lo aceptaba y ahora estaba comportándose de una forma totalmente nueva...

— ¿Qué me darás a cambio? —la exquisita voz de Harry le llegó suave a los oídos.

Draco sonrió a riesgo de verse pervertido cuando pensó en lo que quería darle —Estás tocándome, deberías darme tú algo a cambio —respondió; mucho más apropiado.

—Eres un engreído.

Volvió a abrir los ojos. Deseaba besarlo, ¿Harry lo dejaría? Entonces sintió miedo, no sabía qué le pasaba a Potter... tal vez tantos enfrentamientos con Voldemort lo dejaron desquiciado... No, no quería arriesgarse, otro rechazo y se tiraría del barco. Se le revolvió el estómago por la espantosa confusión. Al menos ya sabía que lo aceptaba con más defectos de los que realmente tenía. Eso era muy bueno. Y se estaba acercando justo al punto donde había querido arrastrarlo desde hacía tiempo. Los besos cerca de la oreja no eran un error de cálculo.

Al diablo eso de alejarse de Harry, esto le había renovado las esperanzas. De hecho, las esperanzas saltaban ahora pegadas al cielo, una fiesta algo macabra cuando sentían que el chico era un delicado e inocente ciervo, a punto de caer en la trampa de un enorme y fiero Dragón.

La puerta se abrió de golpe y Bill apareció primero con expresión alegre y luego confusa — ¿No han terminado de decorar? —preguntó con forzada sonrisa, sombra de la grande y navideñaque tenía antes de ver a los chicos recostados en el suelo, Potter acariciando a Draco.

Harry casi da un salto hasta el techo, al instante se sentó y maldijo entre dientes al sentir como se ruborizaba por completo. ¿Bill podía ser más impertinente?

—Pregunto... —continuó Bill —... porque si les falta mucho podemos servir el almuerzo en las salas comunes.

—Haz eso —contestó Draco sentándose también —hay que arreglar la pared que decoró Harry —explicó burlón y se puso de pie fijándose en como el moreno no atinaba a nada. ¿Sentía que estaba haciendo algo malo? Porque si lo sentía, podía deducir que las caricias recientes, sí eran con una segunda intención. Se abstuvo de sonreír.

—Les mando el almuerzo acá —Les informo el colorín mucho más calmado una vez asimilada la primera impresión. Reconocía que veía venir esto, pero aún así... Bueno, no era su problema, mejor no se metía. ¿Ron sabría?

— ¿Qué crees que almorcemos? —preguntó Draco tratando de hacer volver a Harry que todavía parecía un gato erizado del susto.

—No sé — ¿Bill lo había visto jugando a ser uno de los amigos-amantes de Draco? ¡Esto era justo lo que Hermione le había advertido! Desordenó su cabello tratando de despejar su cabeza. Lo habían descubierto... Se estaba convirtiendo en un Blaise cualquiera...

...tú no has hecho nada ...

— ¿De verdad te parece que esas coronas se ven bien ahí? —dijo señalando con su varita y deshaciendo todo lo que Harry había puesto.

—Ahora se ven mejor —concedió distraído cuando el rubio alteró el orden de los adornos, formando una unidad perfecta. Al dejar de mirar la pared se percató de que la vista de Draco estaba clavada en él. Y Harry, al ver en sus ojos, perdió la poca vergüenza que le quedaba y sonrió. Una sonrisa coquetona que lo sorprendió a él mismo, pero no por eso dejó de enseñarla.

Draco volvió a mover más adornos.

—Eres un vago Potter, estoy haciendo todo el trabajo.

Harry le dio un leve empujón, y sonrió otra vez. ¿Qué le estaba pasando?

La varita de Draco cortaba el aire con elegancia, y un adorno ubicado dos veces en diferentes posiciones volvía a moverse para ocupar un lugar todavía más apropiado.

Se concentró en la mano blanca que apretaba firme y a la vez ligera la varita negra. Era un contraste exquisito.

—Deja de vagar y tráeme un jugo —le ordenó el rubio, que pensaba en qué tarea darle, y luego de darse cuenta que su intervención sólo arruinaría su obra de arte, optó resignado porque Harry le sirviera al menos de elfo doméstico.

— ¿Tienes calor? —preguntó recordando cierto hechizo que había deseado mostrarle antes de la pelea.

— ¿Me ves cara de salamandra? —le lanzó una de esas miradas que parecían grabar en la frente del otro "idiota"

Harry sonrió, ni siquiera pronunció el hechizo, sólo con pensarlo, finas y frescas gotitas rodearon al rubio. Draco abrió la boca sorprendido y Harry rió cuando el chico ni siquiera se molestó en cerrarla, disfrutando de la sensación del agua chocando con su lengua.

— ¿Podrías llenar de esto el gran comedor? —preguntó imaginando que una fiesta con agua sería grandiosa.

—No sé, supongo que sí.

—Esa será tu parte de la decoración —le dijo tocándole la nariz con la punta de la varita —ahora tráeme un jugo.

Pero el moreno no se movió, en vez de eso tocó la negra varita. Era muy delgada y más larga que la de él. Era lustrosamente negra y se veía tan orgullosa y elegante como su dueño.

— ¿De qué está hecha? —preguntó. Imaginó a Draco de once años, sujetando varitas que echaban chispas descontroladas tal como él lo había hecho... pero con la nariz enfurruñada — ¿La compraste con Ollivander?

—Sí —alejó la varita de Harry y la acarició con cariño. —Es de ébano. Treinta y un centímetros y rígida. Tiene fibra de dragón —dijo sonriendo con orgullo —cuando me la dio dijo que la combinación era muy exótica, y la hacía muy fuerte y noble. Tal como yo.

—La mía es de acebo, veintiocho centímetros, pluma de fénix —la sacó de su bolsillo trasero, donde la guardaba a pesar de las sabias advertencias de Ojoloco. Rememoró entonces aquel momento, cuando apenas creía lo que estaba pasándole, como el cosquilleo de la magia le daba la bienvenida a su nueva realidad —Me dijo que era hermana de una muy poderosa —entrecerró los ojos para evocar la imagen del viejo. Harry entró en sombras. Tan pequeño, no había entendido el significado real de esas palabras. Ni siquiera sospechaba cuánto más compartía con Voldemort, mucho menos la magnitud del peso que llevaba ahora por su culpa. Recuerdos dolorosos desfilaron por su memoria, entre ellos la muerte de Cedric y la aparición de sus padres desde la varita de Voldemort.

— ¿De la mía? —la voz engreída de Draco disipó los recuerdos oscuros., aparentemente ajeno a ellos.

— ¿Ah? —preguntó ido.

— ¿Es hermana de la mía? —volvió a preguntar.

—De la de Voldemort —Ok, ya estaba hablando de más.

Draco se la quitó, no tanto para estudiarla, como para distraer a Harry.

—Tráeme mi jugo —le ordenó apuntándolo con las dos varitas. Harry volvió a sonreír.

—Ni así podrías vencerme, Tonto.

—Ese comentario te hace digno de llevar mi apellido. Cuando nos casemos... —Harry dio media vuelta y huyó a buscar el jugo —... y tengamos hijos les diré que, lo que más me gustó de ti... —alzó la voz porque Harry estaba muy lejos ahora —fue esa arrogancia disfrazada de heroísmo. Harry chasqueó los dedos y la llovizna sobre Draco cesó.

— ¡Oye, eso no es justo!

— ¡Ven tú a buscar tu jugo!

Escuchó como los pasos de Draco se acercaban hasta estar justo detrás de él. Un segundo después, su espalda se erizó al sentir algo deslizarse por su trasero... pronto se dio cuenta que ese algo era su varita y no se deslizaba por su trasero, entraba en su bolsillo trasero.

—Toma tu varita —dijo tardíamente Draco.

Harry bebió un largo trago de jugo reponiéndose de la impresión inicial y de lo que su malpensada cabeza le había hecho creer.

En menos de una hora, Draco partió a su sala común. Harry se quedó en el rellano de la puerta viendo embobado como el chico bajaba la escalera.

Harry suspiró, Draco era liiiiindo...muy lindo...

Volvió al comedor para escoger donde dejaría caer el agua. No tenía la intención de mojar todo...¿qué fue todo eso?...además podrían haber puntos en donde las gotitas fueran más gruesas...¿por qué lo estaba mirando?... ¿se veía atractivo?... y las luces harían efectos increíbles al proyectarse en el agua...quiero tocarlo de nuevo...

—SPASHSHSHSH

Una gota gigante de agua cayó en el centro del comedor. Harry se quedó helado, mirando el líquido cristalino esparcirse por todo el piso incapaz de prestarle atención... ¿por qué seguía coqueteando con Draco si ya no necesitaba hacerlo? ¿Ya estaban reconciliados... ¡¿Bill lo había visto casi encima de Draco acariciándolo... ¡LE HABÍA GUSTADO TOCARLO!

Evocó en su dedo la suave piel del chico, y en sus labios, el calor y suavidad de su rostro... y sintió otra vez el olor mas exquisito de la tierra... y del mar...

No quería reconocerlo... pero estaba asustado. Y confundido otra vez.

Sin haber tomado aún las decisiones acerca de la húmeda decoración, limpió todo y salió del comedor a su sala común, huyendo de sus pensamientos. Deseaba rodearse con gente...

Pero no funcionó. Draco se enredaba en cada pensamiento que tenía, en cada ocupación en la que se concentraba... Y una y otra vez recordaba ese estúpido beso... y el primero que le había dado... y la sensación de Draco en su cuello... y de su pecho... y...

—Muéstrame como quedará el comedor —exigió el rubio cuando se encontraron al doblar una esquina.

Harry dio un respingo, lo había estado evitando, ni siquiera había llegado a la hora del té y esperaba saltarse la cena... pero, el barco era muy pequeño.

—Todavía no termino —dijo poniendo todo su esfuerzo en no pensar nada estúpido mientras estaba junto a él.

— ¿Y qué has hecho toda la tarde? —reprochó. Lo miraba con la quijada en alto, ladeando un poco la cabeza. El cabello lacio, recién mojado, cedía con facilidad a la gravedad. Era toda una novedad ya que en el día, Draco lo peinaba siempre hacia atrás... pero el calor lo obligaba a refrescarse. Últimamente siempre tenía la cabeza mojada y gotitas juguetonas recorrían su cuello... lentamente... caían hasta perderse en su espalda o torso...

— ¿Harry? —Draco sacó una de las manos que descansaban en su bolsillo y chicoteó el aire cerca de los ojos verdes.

—Estuve en Gryffindor —respondió tratando de verse normal. Detrás de Draco un grupo de alumnas miraban descaradamente su trasero.

—Ese no era tu trabajo... —Ahora reían como tontas, risitas nerviosas y descaradas.

—Tengo que ayudar... —y notó que muchos otros estudiantes que disfrutaban del atardecer en cubierta, también lanzaban miradas a Draco. Una que otra bastante enamorada.

—Ayudarás más si haces lo que te dije, nada nos hará más feliz que bailar sin ahogarnos en todo este aire caliente —hizo un gesto con los brazos para mostrar todo el aire — ¿qué miras?

—Nada —No era que jamás hubiera notado como miraban a Draco, sobre todo estos días de calor, el chico rubio mostraba más piel y usaba ropa ajustada... pero nunca se había sentido parte del club de admiradores...

— ¿Qué te pasa Harry? ¿Me estás escuchando?

—Lo haré en la noche, después de la cena —comenzó a caminar.

—Me dijeron que cenaríamos pollo arverjado... espero que hoy no vigiles que coma —Draco lo siguió y Harry deseó empujarlo otra vez... no era posible lo que le estaba pasando...

—No lo haré —Apuró el paso, ¿en qué momento se le había ocurrido salir de la sala común?

—Pensaba pedirle a Bill que nos muestre el menú para la cena de navidad —Harry asintió sin escucharlo realmente —no quiero encontrarme con algo asqueroso en el plato... —Entraron a la pieza — ¿Vas a apoyarme?

—Sí.

—Bien —el rubio sonrió satisfecho, quitándose con un suave movimiento los mechones que tapaban su visión.

...Draco es lindo...Una risueña vocecita le cantó desde las profundidades ...y le gustan los chicos...

—Voy al baño —se excusó Harry, más pálido de lo normal, y arrancó veloz para encerrarse.

...le podrías gustar tú...

Tragó saliva, mucha saliva. Y respiró profundo y volvió a tragar saliva.

¡Draco era un golfo! ¡Era hombre... ¡ERA DRACO!

...es probable que juegue contigo como con Blaise... ¡MALDICIÓN EN QUÉ MOMENTO HABÍA APARECIDO ESTA VOZ IMBÉCIL!

...no puedo estar pensando en esto...

Media hora en el baño y sintió que ya se había calmado. Salió, se lavó la cara y sacudió su cabeza. Se miró al espejo. Su rostro lo miraba preocupado desde el otro lado. Goteaba agua. Gotitas perfilando sus facciones trigueñas... él no era feo. De hecho, se consideraba guapo.

Trató de ordenar su cabello, como siempre sin ningún resultado. Respiró resignado

...pero aún así soy atractivo...

Metió la cabeza bajo el chorro de agua para ahogar la vocecita que se alistaba a cantar, pero aún así supo que la letra sería "inténtalo, le puedes gustar"

— ¿Para qué te mojas la cabeza? —preguntó la profunda voz de Malfoy —Tú puedes refrescarte de mejor forma —sacudió el cabello negro para quitar el exceso de agua.

Y Harry se sorprendió a sí mismo otra vez, cuando sonrió, la típica risa que presentaba cuando quería conquistar a una chica.

—Si todos se enteran de lo que puedo hacer, pronto tendré hileras de chicos pidiéndome que les haga el hechizo...

—Diles que NO —La mano, ahora mojada de Draco, salió del cabello negro y abriendo los dedos bruscamente salpicó el agua sobre el rostro de Harry.

—Eso tendrá que incluirte —respondió todavía sonriendo, metió la mano en el chorro de agua y salpicó la cara de Draco.

—No, yo soy especial —con ambas manos arrojó agua a Harry.

— ¿Si? —Y Harry invocó una gran gota de agua que, apenas hubo aparecido, estalló sobre la cabeza del rubio empapándolo por completo. Draco quedó con los ojos y la boca abierta reponiéndose del chapuzón, Y Harry salió corriendo en dirección al comedor, donde ya todos estarían sentados para comer. Ahí, Draco no podría vengarse.

Tenía que parar.

Aunque estaba seguro de que Draco también coqueteaba,

Pero también había llegado a la conclusión de que él era coqueto por naturaleza, no obstante ahora... tal vez no con todos, sólo con los que le interesaban... él si podía gustarle... Hermione tenía razón, un mordisco en el cuello difícilmente era sólo por juego... pero... Draco era hombre, cómo podría...

Draco volvía del baño, traía su cabello seco, liso y brillante como la seda. Era maravilloso ese aire natural libre del gel tan recto y tan Malfoy. Este chico era simplemente Draco, Mucho más que sólo un Malfoy.

Harry se quitó la camisa y dudó en ponerse la parte de arriba del pijama o dormir sólo con el pantalón. Lo había hecho así estos días, pero no había dormido con Draco... a excepción de ayer... pero ayer había estado dopado.

Esperaba de pie, no se sentiría realmente reconciliado hasta que durmieran juntos... pero de sólo pensar en dormir juntos...

—Hoy hace mucho calor —Draco se limaba las uñas apoyado en uno de los muebles y miraba la cama de arriba.

—Acuéstate luego, quiero dormir —Harry hizo un gesto con la cabeza para mostrar la cama de abajo, no aceptaría dormir solo.

—No me vengas con que estás cansado, ni siquiera hiciste lo que te correspondía...

—Deja eso —le quitó la lima y lo tomó de la cintura —ya es tarde —y lo guió a la cama. Draco reía para sí

—Hace calor...

—Métete a la cama —le dio un pequeño empujoncito y esperó de pie, negándole el paso a cualquier lugar que no fuera su rincón.

—Ya está —dijo terminando de acomodarse, luego de haber arrojado todo el tapado hacia atrás, incluyendo las sábanas.

Harry se acomodó también, esperando que el joven rubio se arrimara a él como siempre, pero eso no ocurría...

— ¿No vas a abrazarme?

— ¿No tienes calor? —Se acomodó sobre un costado para mirar a Harry, pero no se apegó a él —buenas noches —y la luz se apagó. Sonrió abiertamente, aprovechando el no poder ser visto. Le encantaba sentir a Harry tan cercano, pero no podía hacer mucho más. Tenía que controlarse y después de lo que había pasado en el día, tenerlo semidesnudo era una mayor tentación... verse envuelto en el torso sudado otra vez... Tenía que ir con calma. Todavía no entendía a Harry, no podía arriesgarse a saltar sobre él si corría el peligro de ser expulsado con un fuerte golpe... no podía.

Eran cerca de las tres, el aire caliente era una tortura. Apenas había conseguido pegar ojo, cada media hora se despertaba, veía el reloj, y maldecía su suerte.

Y cada vez que despertaba, Draco estaba más cerca.

Ahora Harry casi colgaba de la cama buscando la frialdad necesaria para poder dormir. Pero no duró más de diez minutos porque una de las piernas de Draco le golpeó fuerte en un muslo.

— ¡Au! —Se acomodó para quedar de espaldas. El brazo de Draco, normalmente frío, dejó su lugar en la cintura de Harry y empezó su acostumbrado camino hacia los abdominales —Ah...—Harry aguantó la respiración expectante. Esto pasaba todas las noches. No siempre estaba despierto para notar el momento justo cuando las manos de Draco se metían en lugares que Hermione hubiera considerado escandalosos. Bueno, Hermione y muchas gente más, pero él se había acostumbrado. La mayoría de las veces no lo sentía, sólo despertaba y ahí estaban. Las impertinentes y demandantes manos que él quitaba antes de que amaneciera, para que Draco no se diera cuenta de lo que había hecho.

La mano bajó otro poco y chocó contra el pantalón de Harry. Tuvo que morderse la boca. Hoy, más que ningún otro día hubiera deseado estar durmiendo cuando esto pasara...

La pierna fundada en tela suave y muy cara se reacomodó también, subió torpe hasta pasar por sobre las de Harry y se quedó ahí, encaramada en el muslo del Gryffindor.

Suspiró, no valía la pena quitárselo de encima porque siempre volvía al mismo lugar, y para colmo, lo patearía antes de hacerlo.

Un horrible calor empezó a envolverlo. No sólo el del ambiente, y el emanado por Draco... era uno propio, salido de la boca de su estómago y de su pecho... le calentaba las orejas... y la entrepierna.

Diez minutos más y todavía no podía dormir. La vocecita había vuelto, parecía ser que en el silencio de la noche se escuchaba más fuerte.

Maldición cállate... pensó hablando consigo mismo.

La mano de Draco reanudó su recorrido, bajó por sus caderas y por uno de sus muslos y entró entre ellos. Harry alarmado, tomó la mano y la subió hasta su pecho. Cuantos alumnillos desearían ser él ¿no? ....y tú estúpido lo alejas en vez de aprovechar...

El corazón bombeó como si hubiera estallado. Una idea poco santa se formaba nebulosa. Tenía curiosidad...

Con cuidado volvió a girarse hasta quedar frente al rubio. Draco estaba como siempre a la altura de su pecho y la cabeza prácticamente cayó sobre Harry, como si encajara perfectamente con ese lugar.

La pierna, incómoda sobre el volumen de las de Harry, buscó escapatoria entre ellas, y la mano suave continuaba cautiva en el pecho moreno, cerca de su propio rostro.

Sin detenerse a pensar, Harry se inclinó por sobre la cabeza rubia y, soltando la mano de Draco, llevó la suya hasta el pantalón de seda negra. Se mordió el labio inferior y casi saca sangre cuando metió su mano dentro de los boxers del rubio.

El trasero que alguna vez había visto en forma fugaz se sentía... glorioso... suave y duro, y bien, muy bien formado. Levantó la cabeza con cuidado, bajó un poco la ropa interior e invocó un lumus. Sus dedos brillantes iluminaron la piel suave. Ahora no sólo sentía las nalgas en su poder, también podía deleitarse con su vista...qué demonios estoy haciendo...

Sacó la mano tan brusco que al cerrarse el boxer, sonó en un pequeño azote a la piel del rubio.

Harry esperó a que despertara, imaginó mil excusas para defenderse, pero el chico sólo se movió un poco, como huyendo de los golpes y se apegó todavía más a él. Enterrando más su cabeza en Harry, como si estando ahí nada pudiera amenazarlo...

...Soy un maldito... ¿cómo he podido hacerle esto?... respiraba agitado, incapaz de creer a lo que había llegado. ...es su culpa, ¡tiene su pierna entre las tuyas!...

...Draco...

Bueno, al menos había averiguado algo: le gustaba el trasero de Draco... y el olor...

¿Esto sería un típico sentimiento de exploración sexual o... le interesaba en serio su compañero de cuarto?

El día llegó. Había conseguido desenrollarse a Draco de encima, pero no volvió a dormir. Cuando Draco despertó vio la espalda de Harry, que se ponía los pantuflas para ir al baño.

— ¿Adónde vas tan apurado? —preguntó estirándose.

—Ire a Gryffindor...

—Tienes que preparar lo del Gran comedor

—Lo haré más tarde...

Draco se sentó y lo abrazó justo para evitar que no se pusiera de pie —ya tengo tu regalo de navidad...

— ¿Si? —Harry intentaba mantener sus nervios bajo control, pero estaba a punto de patearlo si no lo soltaba. Todavía le remordía la conciencia...

— ¿Tú tienes un regalo para mí? —le tomó la cara para mirarlo a los ojos, pero Harry se soltó.

—En serio, Draco. Quedé con Ron y estoy atrasado —Dijo de mal humor, poniéndose de pie y casi llevándose al rubio con él.

Su refugio en Gryffindor no fue lo que él esperaba. Ron estaba de muy mal humor y Hermione lo miraba extraño... Harry hubiera jurado que ambos sabían lo que había hecho con Draco en la noche. Pero era imposible. Luego de conversar con sus ex compañeros de pieza, arrancó a su despacho. Evitó que alguien lo viera y procuró no hacer ruido alguno para evitar que alguien, especialmente Draco, lo fuera a buscar.

Se quedó repasando su vida, su infancia, sus días en el colegio muggle y luego Hogwarts... nunca, ¡jamás le había gustado un hombre!. Bueno... algo había sentido por Sirius, pero finalmente había llegado a la conclusión que era admiración, y mucho cariño porque era su padrino, el único familiar que le quedaba.

Por más que pensara... Jamás se le habría ocurrido mirar siquiera a Ron, o a Seamus... y, por otro lado, siempre le habían gustado las chicas. Le atraían las curvas tornadas, las piernas delicadas... y las pechugas! No podía concebir la vida sin pechugas... Si hasta a Ginny se las había mirado alguna vez, cuando saliendo de la ducha llevaba una pobre toalla tapándola...

Sí, sólo Hermione se había salvado de su mirada lasciva. Excepto cuando visitaban Hogsmeade y se ponía pantalones apretados...

...Mierda, soy un caliente de mierda...

¡Pero jamás le había mirado el trasero a ninguno de sus compañeros! Nunca.

Ni siquiera ahora en el barco. Todavía se le iban los ojos cuando aparecía una chica con escote o con un lindo pantalón... nunca hacia un chico...

...Excepto hacia Draco...

Si... Draco era otra cosa. No tenía pechugas pero le fascinaba el pecho musculoso, y el abdomen firme, el cuerpo delgado, delicado y aún así varonil... Y las piernas largas y toda esa piel... como leche blanca y pura y tan, tan suave...

Y todo él tan sexy...

Y el aroma... ese olor que había llegado incluso a excitarlo. De sólo olerlo.

Se tumbó de guatita y cerró los ojos. Fácilmente evocó la sonrisa arrogante y la mirada metálica. Nunca había conocido a nadie igual a Draco. Sus amoríos desfilaron como si recorriera las hojas de un libro. Cho... había sido un flechazo fuerte, casi dos años sintiendo cosquillitas al verla pasar para que al final todo fuera un fracaso.

Luego estaba Dana. Chica ruda, valiente y coqueta... un romance más largo que el fracaso con Cho, pero sólo carnal. No había llegado a acostarse con ella, a pesar de que sus hormonas habían llevado toda la relación. Era simpática, sensual y nada de tierna. Al final habían terminado, por nada en especial. Simplemente ya no le gustaba. Ella ni siquiera pareció extrañarlo. Tal vez se había involucrado con él solamente porque era Harry Potter. Y besaba tan bien que Harry no podría haberse negado.

...Draco besa mejor...

Su reflexión fue interrumpida por la evocación del beso con sabor a alcohol que Draco le había dado para que "probara con un hombre". Tanto tiempo y todavía podía sentirlo real cuando cerraba los ojos... y entonces recordó que ése no había sido el primero con el rubio. Una vez, antes, había tenido un fugaz contacto con sus labios en los pasillos del castillo, un ligero toque le calentó la sangre por rabia y pasión.

Se tocó los labios. Eran muchos besos de parte de Draco... incluso antes de ser amigos.

Finalmente recordó a su gran amor: Mary. Con ella había sido un flechazo a primera vista... o algo así. Nunca se había fijado en ella, hasta que un día, al doblar en un pasillo chocaron tontamente. Los lentes de ambos cayeron al suelo y el apuro de las clases impidió que pudieran ponerse los adecuados. Harry agradeció haberse equivocado y aguantó todas las pesadeces que dijo e hizo Snape ese día, porque no pensaba en él, sino en que tendría necesariamente que volver a verla.

Tres meses. Su relación amorosa más larga. Nunca supo qué lo había apartado de ella. Tal vez su carácter, o la depresión que lo absorbía en ese tiempo... el incidente con los mortífagos, su fijación con expulsar a la casa de slytherin... Ella ya no se divertía, no se sentía querida tampoco, y se alejó paulatinamente de él.

Suspiró al recordarla, la piel de ella era tan blanca como la de Draco. Sólo que Mary tenía cara de ángel. Y Draco, a pesar de ser hermoso, reflejaba por cada poro su carácter malvado.

No había una verdadera relación ente ellas y el rubio. Solamente que los cuatro eran personas guapas.

¿Qué haría? No podía seguir fingiendo que las cosquillitas en su estómago eran estrés, ni que las continuas erecciones y sueños húmedos eran producto de los toques expertos de Draco... Draco ni siquiera tenía que tocarlo. Sólo debía aparecer en boxers en su imaginación y ya estaba. Se le calentaba todo el cuerpo.

Justo ahora tenía enormes ganas de tocarlo...

Para cuando salió de su despacho ya había pasado el almuerzo. Escuchó la puerta sonar dos veces en todo el día, pero fingió no estar ahí. Si alguien preguntaba diría que se había quedado dormido... suponía que las dos veces había sido Draco.

El sol entraba fuerte por las ventanas del aula de defensa. Caminó distraído, todavía pensando en el chico rubio... se fregó los ojos al mirar hacia fuera y encontrar en el desierto de la cubierta a dos figuras en movimiento. Se quedó quieto prestando atención. No podría haber imaginado un peor cuadro para recibirlo al salir de su encierro.

Draco besaba a Blaise con toda la pasión que podía permitirse estando a solas.

Le hirvió la sangre. Blaise echaba el cuello hacia un lado concediendo que la delicada boca de Draco le mordiera y lamiera a sus anchas.

Harry olvidó a Blaise, sólo podía mirar al rubio en acción. El cuerpo buscando el contacto con otro, los ojos apenas abiertos, negándose a perder de vista las reacciones de su pareja. La lengua libidinosa danzando sobre otra piel, buscando placer... era tan sensual...

El rubio se alejó de súbito y pareció quejarse. Se tapaba la cara con la mano de Blaise. Obviamente estaba alegando en contra del sol despiadado. Blaise lo tomó de la cintura y ambos desaparecieron en la escalera rumbo a Slytherin.

Harry corrió, sabía lo que pasaría allá abajo y no iba a permitirlo.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

—Vamos a la tina —propuso Draco mordiéndole el labio.

—Mmmm...no, hay cosas que quiero hacer...te y en la tina no-hay tanto espacio... —se negó Blaise, sin mucha convicción.

Estaban celebrando una nueva reconciliación, la mejor parte de una pelea.

— ¡AHH! —gimió el rubio —extrañaba...esto... —le arrancó los botones de la camisa y saltó sobre Blaise para rodear con sus piernas la fuerte cintura— ¡A la tina! —exigió luego de plantarle un potente beso.

TOC-TOC.

Se quedaron quietos esperando que el ruido no fuera real.

TOC-TOC

—Vamos al baño, no nos escucharán —susurró Draco.

TOC-TOC-TOC

—Puede ser importante —Blaise lo sabía por experiencia, siempre que se negaba a abrir la puerta por cachondear, alguien se rompía una mano o terminaba con la cabeza convertida en planta. Y luego Pomfrey le gritaba y...

TOC-TOC-TOC...TOC-TOC

—Maldición —Draco se rindió y volvió a pisar tierra —lanzaré un cruciatus sobre el crío que esté al otro lado...

— ¡Potter! —Saludó Blaise con irónico entusiasmo cuando abrió la puerta.

Harry lo miró evaluadoramente, había que ver como no tenía vergüenza, ni siquiera se había molestado en cerrar su camisa. Tenía la boca rojo chillón de tanto besuquearse con ...

Draco estaba algunos pasos detrás de Blaise. El cabello todo desordenado, los labios tan rojos como el otro y expresión confundida.

— ¿No le lanzarás un cruciatus? —Preguntó Zabini cerrando la puerta, ya que el chico dorado se había invitado a pasar.

— ¿Qué pasa Harry? Estoy...

—Quiero que me ayudes con el comedor...

—Sólo tienes que...

—La fiesta es hoy, Draco... —Blaise se acercó al rubio y le ordenó un poco el pelo. A Harry le empelotó como el tipo le enrostraba la confianza que tenía con Draco. Avanzó hacia el rubio buscando ganar terreno —... y realmente necesito que me ayudes.

— ¡Ja! —Rió Blaise abrazando al rubio, recibió la más enrabiada mirada de Harry.

—Draco... —Harry se acercó más y le tomó la mano —vamos... —le sonrió, no fue muy difícil cuando eliminó de su mente a Blaise y se concentró en la mirada gris —no dejarás que yo arruine la decoración... —sonrió más ancho, otra vez estaba coqueteando, pero no le importaba, aunque estuviera delante de Blaise... tenía que llevárselo.

—Harry... —hubiera cedido, no hablaban desde la mañana y entonces había sido tan frío... quería seguir a Harry, dejarse llevar de la mano, hasta aguantaría el sol. Pero acababa de reconciliarse con Blaise.

—Vamos —lo tomó ahora de la cintura y lo atrajo hacia él con cuidado. Blaise lo apretó más fuerte en su abrazo.

...No es tuyo, imbécil... contó hasta cinco, luego de calmarse volvió a jalarlo y Otra vez Zabini evitó que Draco se moviera.

—Él tiene que acompañarme —le espetó autoritario —el comedor es responsabilidad de los dos. Bill nos dio esa tarea, Zabini. Deja de interferir en el trabajo de Draco, luego nos retarán por tú culpa.

Blaise recibió un pequeño empujón proveniente de una fuerza invisible. Soltó a Draco debido a eso y se quedó a dos pasos lejos de él mirando a Potter. Aguantó la risa, el Gryffindor no sabía mentir, se notaba en la cara que había sido obra suya.

—Está bien —Accedió Draco al sentirse libre de las manos de Blaise. Si lo había soltado, entonces no le molestaba —Vuelvo más tarde —estiró la cabeza para despedirse con un beso de su amigo, pero Harry había vuelto a empujarlo con magia.

—No creo que terminemos muy pronto —fingió pena, muy, muy mal fingida —y después Bill nos querrá para darnos instrucciones de la fiesta...

—Te veo ahí entonces —se despidió Blaise.

En cuanto salieron de la pieza, Zabini se partió a carcajadas. Harry era tan obvio...

Se sentía bien, muy bien. No podía borrar de su rostro la sonrisa de satisfacción. Blaise no tenía a Draco.

¡Por fin!

—Sabía que sin mí no podías hacer nada... —la agradable voz de Draco lo sacó de su regocijo.

—No molestes... —Harry aún no soltaba la cintura del rubio, y lo guiaba a través de los pasillos. El perfume del rubio llegaba hasta su nariz, era exquisito. Y el movimiento que hacía al caminar...Que agradable era tenerlo así de cerca...

Llegaron al comedor y entraron, y finalmente Harry tuvo que soltar al chico.

Una lástima.

Draco se giró y le sonrió —Bien, a trabajar.

La varita del slytherin se movía de un lado a otro con total seguridad, mientras que miles de gotitas de agua eran desplazadas de un lugar a otro. A Harry le causaba risa ver lo perfeccionista que era su amigo, ubicando hasta la más mínima partícula de agua, buscándole el mejor lugar. Él no había ayudado en nada, a excepción de darle jugos al decorador y hacer caer el fino rocío; y no se quejaba.

Al tener al chico de espaldas, tenía la posibilidad de mirarlo cuanto quisiera.

Draco...

Ummm...era un deleite a los sentidos...

Se miró las manos, se moría por tocar esa espalda, deslizar sus manos por la piel blanca, y besarlo, besarlo hasta cansarse.

De pronto, la imagen de Draco tirado con Blaise se apoderó de su cabeza.

Y le pateó el hígado. No soportaba pensar en que el idiota de Zabini pudiera acercársele Apretó los puños inconsciente.

Cómo odiaba que ése respirara cerca de Draquito.

La imagen de Blaise fue reemplazada por la suya, ahora él besaba con pasión al chico.

Te gustaría...

Otra vez la vocecilla desagradable aparecía. Se sacudió la cabeza tratando de alejar esos pensamientos... no podía tener ese tipo de sueños con su amigo.

Miró nuevamente a Draco, levantaba la mano y seguía guiando la llovizna, absorto en su trabajo. Se dio el lujo de mirarlo de pies a cabeza, la polera se le ajustaba justo en los lugares correctos, marcando y realzando algunas partes de su perfecta anatomía.

Inconscientemente lo comparó con los chicos que él consideraba más guapos de barco:

Thomas... No, sólo es guapo, nada más.

Rewlery... No, es muy bajo.

Sterlin... No, no tiene realmente gracia.

En cambio Draco...

— ¿Qué estas esperando? — el chico estaba a escasos centímetro de él —Te recuerdo que hago TU trabajo, así es que como mínimo deberías traerme lo que te exijo.

— Eh.. —¿le había pedido algo? — sí, te lo paso. ¿Qué era?

Draco le miró con cara de pocos amigos y le chicoteó la nariz — Te dije que apagaras la luz. Quiero ver como quedó.

Aún medio atontado, Harry hizo lo que amablemente el rubio le pedía. Y quedó con la boca abierta.

El salón se veía increíble, la idea del roció era muy buena. El agua caía y brillaba como estrellas en la noche gracias a unas pequeñas luces que Draco había puesto a levitar por todo el salón. Los tonos azules, verdes, magentas y violetas se mezclaban exquisitamente entre ellas, formando junto con la llovizna, una cortina mágica; y la decoración de las paredes le daba un toque de elegancia al lugar. Muy de Draco por cierto.

Harry miraba embobado hacia todos lados, hasta que sus ojos recayeron, como siempre, en el rubio.

Cómo podía pensar en esas cosas si eran tan buenos amigos, él lo quería, pero como compañero.

Mentira...

No podía negar que era atractivo, pero no era para él.

Agárratelo, es tu oportunidad.

Le dijo la voz en su cabeza.

¡Tienes tiempo suficiente para hacerlo antes de la fiesta!

¡ ¿Cómo era posible que pensara en eso justo ahora! No, Draco era AMIGO y nada más.

...Y están solos... a oscuras...

—No —susurró sin que Draco le oyera.

...en un ambiente romántico...sólo debes besarlo y listo.

Él nunca se hubiera tirado a Ron, que también era su amigo.

...O vamos, sé que quieres.

No debía y no quería, estaba mal pensar eso, Draco era su amigo, era hombre, era...

Precioso,

Draco miraba el lugar con ojo crítico, en ocasiones movía su varita para modificar alguno que otro detalle, y examinaba el resultado.

— ¿Crees que hacen falta un par de luces verdes por allá? —le preguntó girándose hacia él —Me parece que hay mucho magenta ahí.

Pero Harry no se encontraba en casa, físicamente sí, pero su mente divagaba por otras partes, y sus ojos también.

Observaba al chico. La ropa de Draco, mojada por el agua, se le apegaba al cuerpo sugerentemente, dejando poco a la imaginación, y de la mano que sostenía su varita, se deslizaban más gotitas, atravesando su brazo.

Quién fuera agua...

—Harry —chasqueó los dedos delante de él —te estoy hablando.

— ¿Ah? —finalmente se había deshecho del hechizo del rubio — ¿qué? —pero no sabía que pasaba a su alrededor.

—Definitivamente no sirves para nada —puso la luz que faltaba y se fue, dejando a un desorientado Harry tras de sí.

ºººººººººººººººººººººººº

Y la tan ansiada hora para la fiesta había llegado. Todos los estudiantes se encontraban en sus salas comunes arreglándose para la "gran noche", algunos tenían más éxito en esta tarea que otros, pero todos lo intentaban.

La vez anterior, Harry que se había quejado hasta el cansancio: que no le gustaban las fiestas, que no le gustaba bailar... pero ahora, ahora era diferente. No se apareció por Gryffindor ni por si acaso, se fue directamente a su pieza para arreglarse, no sabía exactamente por qué, pero quería verse muy bien esa noche.

Cuando entró en su habitación, vio al rubio con un montón de ropa tirada por el piso, tal parecía que el chico no podía arreglarse sin dejar un chiquero a su alrededor.

—Ya era hora de que llegaras —le espetó tirando una camisa al piso.

—No molestes —se dirigió sin mirarle hasta su ropero y sacó los afamados pantalones de cuero.

—Nunca te van a quedar tan bien como a mi

í —dijo acercándose —están hechos para gente bella como yo.

—Si claro —y se fue al baño, con una sonrisa, para probárselos.

Ya ahí, se los puso y se miró al espejo. ¡Rayos! Draco tenía razón, se le veían mejor al rubio que a él, aunque...

—Levántate esa polera —se volteó, Malfoy le miraba desde la puerta, y se acercaba.

— ¿Qué?

—Que te levantes la polera —le tomó la prenda y la levantó un poco, un escalofrío recorrió la espina de Harry —Para ver como te queda, tienes que poder verte por completo.

Le tomó la cintura con una mano y lo giró hasta dejarlo frente al espejo.

—Uhm.. no está tan mal —le dijo cerca del oído, el perfume del shampoo de Draco le llegó desde atrás.

— ¿Tú crees? —le sonrió coquetamente a través del espejo.

—No increíble como a mí pero... —le soltó la polera y le tomó la cara para que lo viera a los ojos —te quedan bien.

¡Bésalo!

La maldita voz de nuevo, siempre tan oportuna.

AMIGO, Draco es un AMIGO se dijo y apartó la cara para mirarse al espejo otra vez.

Era inquietante como se veía su reflejo. Draco semi abrazándolo, con una mano en su cintura y la otra en sus hombros.

¡AMIGO! Se repitió suprimiendo cualquier pensamiento.

—Sólo algo me molesta... —el rubio también miraba el reflejo — ¿no pensarás ir con éso? —dijo con cara de asco y apuntando la camiseta de Harry—es horrenda.

—Pues, aún no me decido por... —Draco lo soltó y le empezó a sacar al polera — ¡Hey! —exclamó y lo detuvo

—Harry, es espantosa, yo tengo algo mejor —y le terminó de sacar la prenda. Sus dedos rozaron la piel del moreno suavemente en el proceso.

Delicioso...

Draco se sacó también su polera y la deslizó por el cuerpo de Harry; se la arregló y le miró nuevamente.

Si Ron lo viera... Encerrado en el baño, con Draco, y probándose ropa. Rió.

— ¿Qué pasa? —le preguntó — ¿qué es tan gracioso?

—Es que, nunca antes un amigo me había prestado ropa.

—Claro, para qué, todos tienen el mismo mal gusto crónico.

—No seas pesado.

—Hay algo que me sigue molestando... —cambió el tema Draco, metiendo los dedos entre los rebeldes cabellos.

—No pierdas el tiempo —le dijo un poco resignado —no se arregla con nada.

— ¡Es verdad! —le dijo al cabo de unos segundos — no tiene forma...

—Te lo dije.

—No importa —se le acercó al oído, el pecho suave y níveo se le apegó al cuerpo, y fue muy conciente del calor que manaba del rubio, y que no tenía nada puesto... —te ves bien —le susurró muy cerca.

¡TÍRATELO!

Draco es ¡AMIGO! Y HOMBRE. Se dijo mentalmente.

—Bueno, tengo que arreglarme —lo soltó —nos vemos después —y salió del baño.

Para cuando Harry entró a al pieza, el chico ya no se encontraba ahí.

Pasó una media hora tirado en su cama, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Estaba aburrido y nervioso por la fiesta. Extraño, nunca antes le había sucedido algo así. Agradeció el momento cuando las manecillas del reloj le mostraron que eran las 22:00, hora en que oficialmente comenzaba la fiesta. Se paró y bajó al salón.

ºººººººººººººººººº

El salón no estaba rebosante de alumnos como esperaban. Aunque la mayoría había optado por ir a descargar tensiones, distraerse y pasar un buen rato, habían quienes no se encontraban en condiciones de asistir. Aún habían estudiantes convalecientes del súper resfriado, y otros no habían ido a causa del luto que tenían luego de saber lo de sus familiares, otros tantos se habían quedado acompañándolos en su dolor.

La noticia del exitoso ataque había tocado a todos, hubo un momento en el que el barco en pleno había estado pendiente de eso, pero la vida debía continuar; es por eso que los jefes no habían desistido de hacer la fiesta, sabían que era un momento delicado, y por lo mismo no era bueno dejar que los alumnos se deprimieran por no poder pasar las festividades con sus familias. Lo mejor que podían hacer era distraerlos, y el método más adecuado era una fiesta.

— ¡Harry! —le llamó Hermione apenas lo vio entrar

—Hola Harry —le saludaron Ginny y Ron. Estaban todos juntos en una mesa, y comían algunas fritangas.

— ¿Qué te hiciste? —le preguntó la colorina —Te ves muy bien.

Los recuerdos de Draco vistiéndolo le llegaron de golpe. Sonrió.

—Me arreglé un poco —decidió no decirles nada de eso.

—El salón está increíble —comentó Ron.

—Y el agua que cae...

—Y las luces...

—¿Les gusta? Lo decoramos Draco y yo — el silencio se apoderó de la mesa. El innombrable había sido sacado a colación —el agua es idea mía —se apresuró a decir, muy tarde por cierto. Las sonrisas, otrora sinceras de sus amigos, ahora eran de piedra.

—Qué tal, Harry —Dean y Seamus llegaron junto a sus novias — Hacía tiempo que no te veíamos.

—Eh, si, he estado muy ocupado.

En ese momento entró Draco, junto a Lisa y Blaise. El atuendo del rubio era muy diferente a lo que Harry había visto antes. Era un perfecto estilo de calle, original y algo rebelde; quebraba por completo la forma de vestir a la cual todos estaban acostumbrados, eso produjo que hasta Ron le dedicara un tiempo de observación. Y a pesar de que llevaba lo que antes fuera ropa casi para la basura, era totalmente glamoroso. Incluso la oveja en medio de su pecho parecía puesta por audacia, pero el detalle que más fascinaba a Harry, era el cabello que traía al natural para marcar más el carácter libre de su tenida.

Los tres recién llegados se fueron al otro lado del salón bajo la atenta mirada de los estudiantes, y de Harry.

ººººººººººººººº

Estaba incómodo, sus amigos hablaban y se veían animados. Ron y Hermione habían ido a bailar, Ginny también. Ahora se encontraba solo con Dean, Seamus y sus novias, era el mal ¿quinto?. ¿Cómo había llegado a ése nivel de patetismo? Empinó lo poco que le quedaba de su jugo y miró al rededor: chicos y chicas disfrutando del momento, con sus amigos, parejas, o tan sólo comiendo; todos divertidos, a excepción de él.

Vio a Draco con Blaise, se veía feliz.

Aburrido, se levantó y fue hacia él.

— ¿Me pasas otro? —escuchó a Draco —No quiero estirarme.

—Flojo —el chico le pasó un bollito.

El rubio estaba sentado sobre una mesa comiendo pasteles de la forma más provocadora que Harry había visto. Sacaba pequeños bocados, y se los dejaba invitadoramente en los labios, para retirarlos con su lengua, lamiendo cada resto de crema que pudiera quedar, o sacándola directamente del bollo con la punta de sus dedos para saborearla.

De vez en cuando, le daba algún trocito al moreno, que lo cogía con sumo cuidado de los delgados dedos; y si quedaba crema en su piel, la lamía lentamente, degustando cada porción como si fuera la última. Para molestia de Harry, también le daba directamente de sus labios el preciado manjar al prefecto, quien se ocupaba de no desperdiciar nada.

—Hola Draco —se puso junto a ellos, empujando imperceptiblemente a Blaise.

—Ha... — un poco de crema cayó de sus labios hasta el cuello de su camisa —..rry. Rayos —la sacó y se la echó a la boca — ¿y cómo lo estas pasando?

—Bien —respondió no muy convencido — ¿y tú?

—Delicioso —los ojos le brillaron pícaramente — ¿Quieres? —le ofreció del dulce —esta rico.

—No gracias, ya comí harto.

—Es una pena... ¿y donde están tus "amiguitos"?

—Por ahí —se acercó un poco a Draco —bailando.

— ¿Y tú no bailarás... —lamió un poco de crema y la saboreó mirándolo directamente —... otra vez? —añadió.

—Tú sabes que no me gusta bailar —sonriendo, se acercó otro poco al rubio, desplazando a Blaise.

— ¿No bailarías... —le dio una mordidita al pastel -...ni siquiera conmigo?

—Tú sabes que... —pero no pudo terminar la frase, ya que un trocito de bollo le tapó la boca.

Mientras, Blaise les miraba atentamente desde el lado. ¿Cómo Potter podía ser tan obvio? Iba a molestarlo, pera Draco se veía demasiado contento como para destruir su momento. Además, cierta pelirroja andaba sola por la pista, y él era un caballero, no podía dejarla sola, triste y desamparada. Sin decir nada, se fue a otro lado. Harry notó que se iba, y trató de distraer lo más posible a Draco para que no lo siguiera

— ¿Está bueno, verdad? —le preguntó el rubio sonriendo inocentemente. A estas alturas, Harry se encontraba frente al chico, a escasos decímetros, cabe aclarar.—Si, tenías razón —se sacó lo que quedaba de crema con un dedo y lo chupó —delicioso.

— ¿Y cómo va tu noche, Draco? —Lisa se materializó junto a ellos —¿bien?

—Por supuesto.

—Buenas, Harry.

—Hola, Lisa.

¡Genial! Ahora Lisa la lista aparece... se turnan para molestarme

—Les quedó precioso —comentó la chica mirando la decoración —y el agua cayendo... ¿De quién fue la idea.

—Mía —respondieron al unísono. Lisa rió.

—Vamos, a uno de los dos se le debe haber ocurrido.

—A mí, por supuesto —dijo Draco levantando orgullosamente la cara.

Harry le tomó el mentón y lo obligó a mirarlo —pero yo hice el hechizo —le sonrió nuevamente.

Quedaron enfrascados en un duelo de miradas, en el que no participaba la chica. Otra vez excluían a todo el mundo de su vida, como cuando estaba el moreno slytherin

— ¿Y Blaise? —preguntó Lisa —creí que estaría con ustedes.

Draco miró a todos lados y no lo vio por ninguna parte —pero si estaba aquí hace un momento.

—Debe tener "otras" cosas que hacer — carboneó el moreno —de lo contrario, no te hubiera dejado...

Qué inoportuna. Cómo la puedo sacar...

—Draco —se acercó otro poco más, obligándole a mirarlo sólo a él — ¿me acompañas a buscar...bebida?

—Pero... —el chico aún buscaba con la mirada a su amigo.

Harry lo tomó de la cintura y lo bajó de la mesa, dejándolo apegado a él, claro — ¿me acompañas? —lo miró a los ojos y le sonrió lo más encantadoramente que pudo.

—Bueno —y se lo llevó lejos de la profesora.

—Aquí estas, Harry —Hermione le tomó del hombro — y con Malfoy —dijo no muy contenta cuando vio al slytherin.

— Y éste, ¿qué esta haciendo aquí?

— ¡Ron¡ —lo reprendió la chica —se educado con Malfoy —le dijo en voz baja para que sólo su novio le escuchara.

— ¿Y cómo lo están pasando? —preguntó un incómodo Harry. Era muy raro mezclar a sus amigos; en especial cuando se odiaban

—Bien... —contestó la chica por los dos — ¿y tú?

—Bien... —se produjo un incómodo silencio.

— ¿Y probaron los pasteles? — inquirió a la desesperada el moreno —están muy buenos...

—O, si, deliciosos —la chica hacía grandes esfuerzos para sonreír, no le gustaba nada que Harry estuviera con Malfoy en la fiesta — muy buenos, verdad Ron. Ron, ¡Ron!

Pero el chico no le escuchaba, estaba más interesado en fulminar con la mirada a Malfoy, quien hacía lo mismo con él.

—Ron, cariño, Harry nos está hablando.

— ¿Qué? ¡Ah! Sí, fantásticos —respondió sin dejar de mirar con rencor al slytherin.

Y otra vez el silencio envolvió a los chicos. Hermione y Harry procuraban sonreír, Ron apretaba los puños y miraba con los ojos entornados al rubio, y éste, le devolvía las miradas con altivez.

— ¿Se te perdió algo, Weasley?

— ¿Qué dijiste? —casi no se le escuchó ya que la música en el lugar estaba muy alto, además, lo dijo con los dientes apretados. Parecía que estaba batallando consigo mismo para no pegarle.

—Ya me escuchaste.

— ¡Draco! — el profesor lo miró con una mezcla de severidad y advertencia; mientras que la chica tomaba del brazo a su novio y le susurraba algo al oído.

Lo que menos querían en ese instante era que se pusieran a pelear.

—Harry —Draco le pasó una mano por el cuello y le habló sólo para que él le escuchara—no me siento bien...

Los dos amigos gryffindor se les quedaron mirando; con espanto el chico, y preocupación la chica

— ¿Qué dices?— el rubio se apoyó en él.

—Es verdad, estoy mareado —le miró directamente a los ojos. Harry no pudo dejar de notar cómo el cabello platinado brillaba a la luz de la decoración, y caía gentilmente sobre sus delicadas facciones; cómo los labios levemente entreabiertos le invitaban a olvidarse de todos, y como el gris de sus ojos se convertía en plata líquida, arrastrándolo a otro mundo.

Perfecto. Es perfecto

Se olvidó que sus amigos se encontraban ahí, sólo tenía ojos para el chico perfecto que ahora le pedía amablemente que lo ayudara. ¿Cómo negarse?

Sintió que Draco se tambaleaba hacia el suelo y lo atrapó, si estaba enfermo.

—Voy a llevarlo a tomar aire —dijo, y lo llevó a la cubierta dejando atrás a sus pasmados amigos.

ºººººªªªªªªªªªªªªªªªªª

— ¿Te sientes mejor? —se encontraba en la escalera, sentado, preocupado y con Draco apoyado en él — ¿Te traigo algo?

—Vale, quiero uno de esos bollitos de chocolate, estaban muy buenos... —Harry se alejó para mirarlo —y uno de esos jugos verdes, realmente no sé de que son, pero me gustan...

—Draco, tú no estas enfermo, ¿verdad?

—Claro que no —Harry se paró casi botándolo.

— ¿Entonces qué fue todo eso allá adentro? —medio gritó.

—Ya no quería estar ahí.

— ¡¿Me tuviste todo este rato preocupado porque no querías estar ahí!

—¿Viste a Weasley? Estoy seguro de que me quería matar.

—No lo puedo creer —se alejó un par de pasos —Me dijiste que era verdad.

—No deberías enojarte, sé que tú tampoco estabas muy feliz allá. Fue un favor para todos.

—Te creí, Draco.

—Y te lo agradezco —se le acercó "tímidamente", puso su mejor cara de "no mato ni una mosca" y le sonrió inocentemente —no te enojes...

Hay personas que tienen la facultad de cambiar tu estado de ánimo con una sola mirada, hacerte perdonarlos aunque hayan arrollado a tu perro, roto tu CD favorito o leído tu diario; personas que con una sola caricia, logran que olvides todo e inclusive pienses que fue para mejor; Draco era una de esas personas.

Y sabía aprovechar muy bien ese don.

— ¿Estabas preocupado por mí? — sonreía angelicalmente —¿de verdad?

—Si.. —farfulló mirando al piso.

—No creí que te importara —ahora él miraba al piso.

—Pues, somos amigos... —la palabra amigos le pegó como una patada en el estómago al rubio.

—Sí... —dijo un poco triste. Rápidamente volvió a verse feliz —En todo caso, prefiero estar aquí.

—Uhm... —recordó lo mal que lo había pasado hasta encontrar a Draco, era mejor estar afuera y a solas con el rubiecito lindo—sí, es más agradable estar acá.

Draco volvió a sentarse en la escalera — ¿y si traes algo para comer?

Harry lo miró, le sonreía esperanzado. Pensó en decirle que no, pero ¿para qué? Ya no se sentía enojado, de hecho, había sido una muy buena idea para escapar de ahí. Asintió e hizo aparecer una bandeja con dulces, y unos vasos con jugo verde.

ªªªªªªªªªªª

Eran cerca de las dos de la madrugada, la fiesta no parecía querer acabar, ni adentro, ni afuera.

—O vamos Harry, baila conmigo.

El sonido de la música llegaba amortiguado hasta la cubierta superior, lugar al que habían escapado en busca de soledad.

—No me gusta bailar...

—Estamos en el BAILE DE NAVIDAD, Harry. La música que se escucha no es precisamente de ambiente —le tomó del brazo y lo obligó a ponerse de pie.

—Comer en las fiestas funciona muy bien para mí —continuó defendiéndose deseando que sus palabras no fueran tomadas en serio. Odiaba bailar, pero bailar con Draco... apretó los dientes, ver a Draco bailar lo perturbaba, ¿cómo se sentiría estando con él?

—He sido muy condescendiente contigo. He debido estar al centro de la pista de baile, siendo adorado por todos y en vez de eso, me he quedado acompañándote en la cubierta peor decorada de todas —lo tomó sorpresivamente de las caderas —tendrás que hacer el esfuerzo. Si no sabes bailar, al menos deja que me ría de ti —movió los brazos con fuerza haciendo que Harry meneara las caderas.

—No voy a ser tu payaso... —intentó soltarse, pero Draco lo acercó más.

—Escucha la música.

Estos últimos días habían estado tantas veces a esta distancia, pero Harry todavía no podía acostumbrarse, todavía el corazón disparaba sangre completamente atolondrado.

La tonada ligera llegaba cargada de gritos juveniles, palabras tiernas que invitaban al oyente a besar a su pareja, jurar amor verdadero y amarla por siempre.

—Me gusta esta canción —susurró Draco.

Harry pensó que lo hacía con la única intención de emanar aire caliente para torturarlo. Entonces las manos de Draco lo hicieron moverse otra vez, y el cuerpo pálido se alejó dos pasos —Muévete tonto. Solo siente el ritmo —Draco danzaba con naturalidad, movimientos masculinos pero sensuales, caderas enloquecidasacercándose y alejándose de las de Harry... —muévete —y cada vez que se acercaban, Harry sentía que debía correr por un vaso de agua fría. Muy fría. Pero en vez de eso, empezó a contonearse —Eso es —Harry sintió como lo giraba, tan rápido que apenas alcanzó a darse cuenta y entonces lo obligó a desplazarse a la derecha, otro giro y ahora a la izquierda. Las manos ya no estaban fijas en sus caderas, se movían envolviéndolo sin tocarlo, sólo en pequeños roces aparentemente ocasionales. El movimiento de Harry era torpe, tan torpe, que aumentaba los aparentemente ocasionales e inocentes roces. Giró con libertad, uno de sus muslos rozó el de Draco y sonrió, LE sonrió. No estaba seguro de lo que hacía, no había estado seguro de nada en toda la noche, sólo había actuado, y a cada momento se sorprendía más a si mismo. Tal como en el resto de la fiesta se dejó guiar por sus deseos. Esto, el baile se sentía impresionante y simplemente no podía pensar. Cada contacto con Draco era una descarga —suéltate un poco más —Draco disminuyó el ritmo y apoyó la cabeza en su hombro, los suaves labios muy cerca de su oído... —Simplemente has lo que te pide el cuerpo —movió su pecho y lo frotó imperceptiblemente con el de Harry, y volvió a alejarse.

Cinco canciones, cada una más movida que la otra. El ejercicio los había hecho entrar en calor y ya las gotitas de sudor se dejaban ver. Harry tenía la vista fija en Draco. Todo él lo provocaba, la mirada, los continuos acercamientos, las manos juguetonas, las caderas sueltas, el trasero firme que ya en dos ocasiones había rozado. Se sentía fuerte, poderoso. La noche era suya. Draco era suyo. Todo el cuerpo le pedía más baile, más contacto con el otro. Y Draco nunca se negaba. Estaban jugando, Harry lo sabía. Nada en la danza era simple baile, y nada era obviamente seducción. Estaba envuelto por la serpiente, pero no podía culparla de nada. Ni siquiera era tan atrevida como lo había sido con Blaise en la fiesta anterior. Aún así lo tenía loco.

— ¿Estás cansado? —preguntó el rubio barriéndole hacia el cuello una gota de sudor que había caído hasta el pecho.

—No —Aunque jadeó, más por la euforia que por cansancio.

— ¿Ves que es divertido? —se acercó nuevamente, la mirada fija en Harry y el pecho apegándose poco a poco, deslizándose hacia arriba hasta alcanzar la altura del moreno.

—Ajá —Y Harry escapó hacia un lado, apretó su mejilla a la de Draco, golpeando de lado su cadera y el muslo para que girara.

Respiró profundo el aroma, se sentía adicto a él. Enredó sus dedos en la mojada cabeza rubia y volvió a aspirar el olor. Estaba nervioso, algo en él estaba naciendo y no estaba seguro de querer que fuera así. Sabía que estaba probando algo; sabía que estaba descubriendo, más bien corroborando algo que ya no podía negar.

Se alejó otra vez, y dio una vuelta para quedar frente al rubio. Sonrió una vez más, coqueteando, mirando fijo a los ojos grises, negándose a ser seducido y mitigado por ellos.

¿Se estaba comportando realmente como uno de los amigos del famoso grupo Slytherin?

La música se detuvo, inmediatamente la voz de los adolescentes llenos de hormonas no satisfechas gritaron, abucheando al culpable. Y la voz del culpable anunció.

—Estamos en la hora de término y ya se les había informado de ella — Más abucheos fueron lanzados hacia Bill —No quiero problemas.

—Si no quería problemas debió hacerme caso —se quejó Draco mirando al suelo, como si pudiera ver a Bill a través del piso —2:30 de la madrugada es una hora indigna para cualquier fiesta.

—Vamos a la pieza antes de que nos vean y nos obliguen a ordenar el Gran Comedor —dijo Harry, tomándolo del brazo.

ªªªªªªªªªª

En la sala común de Gryffindor no volaba ni una mosca; los estudiantes aún permanecían en el baile, a excepción de dos, quienes no hacían nada por romper el silencio sepulcral que reinaba en la habitación.

Se habían ido pronto de la fiesta, su amigo se las había aguado al irse con el otro, tan juntitos...

Los dos sabían lo que pasaba, también los dos lo sospechaban de antes, pero nunca se quisieron decir nada, era como aceptar lo que sucedía.

—Ron —la chica se acercó a él —Ron —le volvió a llamar.

— ¿Desde cuándo estará pasando? —preguntó sin despegar los ojos de la alfombra.

—No lo sé realmente.

— ¿Por qué dejamos que pasara? Digo, pudimos hacer algo, alejarlo de él.

—Eso no es verdad, era imposible prever que él y Malfoy...

—No lo digas —no quería escuchar que ella le dijera "eso". Ya bastaba con todos los comentarios que los alumnos habían hecho en la fiesta acerca de su amigo y esa lacra como para que también Herm hablara de él.

—Con negarlo no cambiamos nada, Ron.

— ¿Qué le hizo Malfoy? —una imagen fugaz de Malfoy besando a su amigo le asaltó. Que asco... la serpiente era la culpable... — ¿Tú crees que lo puede estar embrujando? —ese perro era el que manipulaba la situación —Sabe mucho de artes oscuras, debe estar embrujándolo —era el que manipulaba al inocente gryffindor, quizás qué cosas le hacía. Otra imagen apareció en su imaginación, Malfoy sobre el moreno, moviéndose con frenesí sobre el gryffindor, pasando sus manos por... —Voy a matarlo —se paró de golpe.

— ¡No¡ —la chica lo detuvo — ¡No puedes hacer eso!

— ¡Tenemos que alejarlo del estúpido de Malfoy, no lo podemos dejar con él!

— ¡Pero tampoco puedes ir a pegarle!—la chica lo obligó a mirarla a al cara — Ron, tranquilízate, esto es muy complicado, no podemos actuar impulsivamente.

— ¿Y qué quieres que haga?

—Que no vayas a pegarle, por ejemplo —lo obligó a sentarse —Tienes que calmarte para pensar las cosas —ella sabía perfectamente por lo que estaba pasando su novio, cuando ella se enteró también se había alterado, aunque no tanto —No le digamos nada por ahora.

— ¡¿Qué! — ¿sus oídos le engañaban? ¿Su novia le había dicho lo que creía que había dicho? —¿Quieres que me calle? —dijo lentamente; las orejas se le pusieron rojas de rabia — ¡¿Qué haga como si nada pasara! —gritó con fuerza —¡NO PIENSO HACER ESO! —se paró nuevamente y caminó con paso firme hacia la puerta — ¡NO DEJARÉ QUE ESE... ESE...ESE MARACO LE HAGA ALGO!

— ¡RON! ¡VEN ACÁ!

— ¡NO! —unos alumnos entraron y se tropezaron con el prefecto, las voces y risas de los demás alumnos se escuchaban acercarse.

—Ron —la chica lo miró seriamente, no podían seguir montando espectáculos —ven por favor.

El chico, ya un poco menos iracundo, se acercó a Hermione —No lo puedo dejar con él, Herm —le dijo casi susurrando, no quería que nadie se enterara de la situación.

—No le digamos nada, no por ahora

Ron trató de alejar las imágenes de un Harry acostándose con Malfoy de su cabeza y se concentró en la joven — ¿Cómo quieres que me calle?...

—Ron... —le pasó dulcemente la mano por el rostro —amor... lo mejor es que, hablemos tranquilamente con él después.

— ¿Cuándo?

—En un par de días, cuando todos estemos más calmados —le sonrió — ¿si?

—Esta bien.

ªªªªªªªªªª

Los ojitos grises brillaban de felicidad admirando la madera recién pulida.

¡Hacía tanto que no montaba en escoba!

— ¿Ya estás listo?

—Siempre lo estoy —y la sonrisa que tanto le gustaba a Harry, se formó en los labios de Draco.

Cuando se fueron a su pieza huyendo de la limpieza del salón, a Harry se le ocurrió darle al rubio, como regalo de navidad, una salida en escoba. Hacía tiempo que no salían a volar, lo habían dejado un poco de lado en el último tiempo, y ahora era una buena oportunidad de retomar su hobby.

— ¿Y no vas a subir? —la feliz serpiente ya estaba montada en la escoba — ¿No vendrás conmigo?

Harry vaciló, la única vez que se habían subido juntos, fue cuando le mostró que podían volar por sobre el mar. Desde ese día, cuando salían, era por separado.

—Esta bien —y se sentó tras el chico. Pasó las manos hacia delante, rodeando a Draco, para agarrar el mango de la escoba, pero resultaba un tanto incómoda la posición, además...

—Potter, pero que atrevido —fingió indignarse Draco, al momento de sentir las manos de Harry muy cerca de su entrepierna afirmando el palo de madera —deberías pedir permiso antes...

—¡Ya déjame! —soltó la escoba, con la cara roja, y trató de bajarse.

—No te enojes —Draco alcanzó a tomarle una mano —afírmate de mí, no me molesta —y puso la mano del moreno en su cintura. A regañadientes, el chico aceptó y se afirmó de su compañero.

Sonriendo, Draco dio una patada en el piso para elevarse.

—Genial — la escoba comenzó a ascender velozmente — ¡Genial! —la voz del chico sonaba un tanto eufórica.

A pesar de que era de madrugada, una ligera brisa cálida mecía el cabello dócil del rubio, mientras que el de Harry se mantenía inalterable. Los dos chicos se quedaron viendo el espectáculo que la noche les brindaba: las estrellas brillaban intensamente, el cielo estaba despejado y límpido, y a lo lejos se podían ver unos peces plateados que se divertían rompiendo la quietud del agua, saltando y chapoteando a la luz de la luna... Sin previó aviso, Draco se echó hacia delante, y salió disparado hacia el horizonte, casi botando a Potter que apenas si alcanzó a afirmarse.

La euforia inicial que se había apoderado del rubio dio paso a la calma y tranquilidad. Ya no volaba frenético por todos lados, ya no descendía ni hacía espirales a máxima velocidad, sólo viajaba lentamente por los aires, disfrutando de la sensación del viento en su rostro, el sonido del aire en sus oídos, la calidez del cuerpo de Harry apoyado en su espalda...

Y un beso en su cuello.

Giró un poco la cabeza sin saber bien que hacía el moreno. Y otro besito en su cuello fue depositado.

— ¿Qué haces? —le preguntó medio riendo.

—Tu siempre me haces cosas así, ahora es mi turno — y le dio un beso más. Era exquisito sentir la piel tibia bajo sus labios, el perfume tan cercano y el cabello haciéndole cosquillitas en la nariz.

Draco es maravilloso.

—Ya basta... —dijo el rubio moviendo el hombro, tratando sin muchas ganas de esconder su cuello del ataque besucón de su amigo —nos caeremos si sigues.

—Mentira, sé que... —otro roce de labios —puedes manejar la escoba muy bien.

— ¿Entonces, aceptas que soy extraordinario volando?

—Más o menos, naturalmente yo soy mejor que tú.

—Eso quisier... ¡Auch! —los dientes del gryffindor se enterraron en la inmaculada piel — ¿qué me estas haciendo?

—M-me-lo-debes —succionó con fuerza y se separó ligeramente—tengo que hacerte el mismo moretón —y volvió a su ardua tarea.

—Déjame —se removió, pero el chico detrás de él lo afirmó con fuerza.

—No te escaparás —le dijo separando sus labios y soplando sutilmente la incipiente marca.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Draco y se sacudió un poco —suéltame, Potter —fingió enojarse, pero el tono juguetón lo delataba.

—No hasta que termine —le cantó cerca del oído y agarrándolo con innecesaria fuerza. Era divertido hacerle eso, hacerlo pasar por lo mismo que a él, y sentir la delicada piel del rubio a su merced, su cintura entre sus manos...

...Uhmmm... una delicia.

Draco echó inconscientemente el cuello hacia el lado, dejándole el camino libre a Harry para continuar, quien aprovechó gustoso. El pulso del chico se aceleró un poco, y eso a Harry le agradó más de lo que hubiera pensado. Se desplazó de la zona amoratada dando pequeños besos, y pasando las manos por debajo del polerón del chico, haciendo que éste se estremeciera ligeramente.

Sonrió con maldad.

La piel caliente y suave se sentía fabulosa

—Ya está —dijo luego de un tiempo, un largo e innecesario tiempo —te lo merecías.

—Me vengaré. Ya verás...

— ¿Y qué me vas a hacer? —le susurró cerca del oído. Le empezaba a encantar hacer eso.

—Ni te lo puedes imaginar... —Harry echó a volar sus fantasías, y enrojeció hasta las orejas. Por suerte Draco no lo podía ver.

ºººº

Los pasos firmes del señor Malfoy hacían eco en su solitaria mansión. Ni un alma a la vista más que la suya, maltratada, cansada y herida. Subía la escalera principal, la frente en alto, el cuerpo erguido y el característico andar elegante que le era tan propio y natural. Nada en el mundo afectaría la rectitud y gracia en él. Ni la guerra, ni la responsabilidad que el señor tenebroso le había dado al ponerlo frente a las tropas mortífagas... ni siquiera las torturas por las que había tenido que pasar antes de eso. Lucius Malfoy era difícil de doblegar.

El cabello rubio caía como una magnífica cascada sobre su espalda, bañando la túnica negra en un contraste dramático...

Narcisa había amado ese efecto desde la primera vez que lo vio. Y cuando Draco había nacido la sonrisa en su rostro era radiante, al ver llena de felicidad que Draco era idéntico a su marido...

Llegó hasta el pasillo que conectaba las habitaciones principales.

Vio con pesar la oscuridad en él, el abandono en su hogar tan falto de vida. Limpio, impecable... pero muerto.

La nostalgia acariciaba su rostro, personificada por el frío aire invernal. Inapropiado para las festividades.

La chimenea, las luces navideñas, los perfectos adornos, todo; era dispuesto por su esposa.

Pero ella ya no estaba.

Continuó caminando, apenas escuchaba sus propios pasos, perdido en sus pensamientos... Caminar por la casa era cosa automática. Y tenía tantas cosas en qué pensar...

Hacía días que no visitaba su mansión, las ocupaciones del cargo que Lord Voldemort le había otorgado eran demasiadas. Ya casi no dormía, mucho menos comía. Pero eso estaba bien. Era el mortífago más poderoso. Tenía libertad plena para decidir, casi como si él mismo fuera el Señor Oscuro.

Nadie lo podía entender, nadie creía que estuviera tan capacitado...

Pero él sabía cuan capaz era para su cargo. Todas las habladurías a su espalda eran envidia. Y él las disfrutaba, se deleitaba con esa envidia. Se deleitaba todavía más provocando a sus subordinados para retarlo, para decirle a la cara lo que pensaban, porque luego eran torturados y degradados.

Todo era perfecto.

Voldemort lo apreciaba, y luego del poder que le había dado con su hechizo, y la protección que le brindaba con él, se había ganado la carta de vida eterna junto a su amo.

Todo era, perfecto...

Ni siquiera las fallas de la última semana lo habían quitado de su cargo. Voldemort no lo había culpado. Su ira fue descargada sobre mortífagos de rangos menores (aunque muy importantes) y el dolor físico que correspondía al castigo, sobre sus hijos.

Presenció las torturas, participó activamente en la mayoría. Por supuesto no se le retorcía el estómago al verlas, no sentía piedad, ni lástima. Más bien, una vaga satisfacción al escuchar los gritos de quienes trataban constantemente de hacerlo caer. Y la duda de porqué no recibía él un castigo. No era su culpa directa, pero conocía a Voldemort y hubiera apostado que no se salvaría de su sadismo.

Uno de los chicos murió ese día. El dolor lo había matado manchando de vergüenza el nombre de su familia. La debilidad siempre era una vergüenza.

"Draco hubiera aguantado"

Se sorprendió pensando en su propia vergüenza.

Draco...

No podía dejar de pensar en él.

Dobló el pasillo completamente ausente hasta que al levantar la vista, encontró con sus ojerosos ojos la puerta de quien había sido la alegría más grande de su vida.

Trataba de pensar en él sólo como en alguien de quien vengarse. Como alguien a quien debía eliminar, seguro de que ya habría entregado el poder del hechizo familiar a Dumbledore.

Pero aún así...

Abrió la puerta lentamente.

...No podía dejar de recordarlo...

El olor a químicos continuaba impregnando la habitación como siempre. Había ordenado a los elfos mantener la habitación aseada, pero intacta.

La puerta de donde había sacado la saeta de fuego para escapar, todavía estaba abierta.

Las arrugas de su cama tal cual como las había dejado.

¿Qué estaría haciendo el traidor ahora?

Si Draco hubiera estado con él, los aurores jamás hubieran podido entrar en la prisión...

No podía entender qué había hecho mal. Cómo Draco había cambiado tanto.. en qué momento había caído al nivel sucio en que estaba ahora, lleno de ideas torcidas, estropeándose todavía más acompañado de esa gente de Hogwarts...

¿Todavía estaría con los estudiantes del colegio o habría buscado su propio camino?

Se apoyó en el dosel de la cama, recibiendo una punzada nueva en su alma, como siempre que entraba a esa pieza.

Si volviera ahora... si tan sólo volviera arrepentido.

Draco...

Lo odiaba a tal punto que una fina lágrima se asomó en sus ojos fríos y crueles. El gris de hielo brilló con magnífica fuerza presenciando un hecho casi imposible.

Clavó los dedos en el dosel esperando a que el dolor de la traición se alejara.

Estaba cansado...

Caminó hacia la salida.

...Lo único que debía hacer era dormir, luego de eso las cosas volverían a lo normal, nada lo afectaría, la debilidad era sólo sueño...

Salió de la habitación.

...Ya llegaría el momento de volver a verlo. Y entonces desplegaría toda la humillación, rencor, ira y decepción en un solo hechizo y acabaría con su traición.

Apenas consiguió desvestirse, demasiado somnoliento, se arropó y se metió en su nueva cama. En una pieza alejada de la matrimonial, donde los muebles no le recordaban a su esposa, donde dormir era fácil si se tenía una poción "sin sueños".

ªªªªªª

Medio despertó en la enfermería, desorientado y con la cabeza dándole vueltas dolorosamente.

—Qué... —trató de hablar, pero su propia voz le hacía retumbar los tímpanos.

Tenía nauseas.

Trató de recordar por qué se encontraba ahí.

Draco...

Veía un montón de agua por todos lados, algas, gente con colas... frío y sal.

Nos caímos...

Un brillo rápido y escamoso pasó por su mente.

Chocamos...

Recordó un golpe húmedo y doloroso.

Chocamos contra un pez... volador.

Risas y más risas que ya en otra ocasión había escuchado.

Ellas lo tienen...

Abrió los ojos un poco y se miró la mano derecha, una venda le cubría la palma

El hechizo, rebotó.

Y el pánico se apoderó de él. ¡Ellas tenían a Draco!

Se levantó tambaleándose y buscó a la enfermera.

—Madame Ponfrey —dijo con voz débil, le dolían los pulmones al respirar — ¡Madame –cof cof-Ponfrey!

Se la topó cuando salía del salón de recuperaciones —Draco...

—Esta aquí —le dijo antes de que el joven hablara –y esta muy mal. Vete a tu cama.

—Pero...

—Vete a tu cama —y no tuvo más remedio que hacer caso, ya que estaba a punto de caerse.

Acostado, se acordó de todo.

Estaban sobre la escoba cuando un pez enorme y distraído les chocó de costado, botando a Draco y rompiendo la escoba por la mitad. Él se quedó unos segundos más en el aire gracias a que mantenía el pedazo sobrante de la escoba, aunque no sirvió de mucho ya que también cayó en las impensablemente heladas aguas.

Abrió los ojos buscando al rubio, y horrorosa fue su sorpresa al ver a las sirenas, que en otra ocasión habían intentado botarle, tomando a Draco entre risas y llevándoselo a las profundidades del mar. Nadó con todas sus fuerzas y trató de pronunciar un hechizo, no podía dejar que se lo llevaran, no quería dejar que se lo llevaran.

Un rayo de color rojo salió en dirección a las jovencitas, rebotando en algo y dándole en la mano derecha. La desesperación le oprimía los pulmones, y la presión del agua también hacía lo suyo con su cuerpo.

Nadó lo que creyó una eternidad, su entorno se iba oscureciendo, y las cabelleras sedosas de las chicas desaparecían en las profundidades del agua. Intentó gritar, la desesperación de no poder respirar y no saber si Draco estaba bien le sofocaba.

Unos metros más abajo las chicas se detuvieron, y la líder, de cabello platinado, tomó delicadamente el cuerpo inerte de Draco y articuló con claridad: Es mío y le besó.

Eso, y un montón de burbujas y algas oscurísimas eran lo último que recordaba.

—Tómate esto —la enojadísima enfermera le llevaba un frasco que humeaba —Bill quiere hablar contigo, pero le dije que aún no, todavía estás convaleciente.

— ¿Cómo está Draco? —le dio un sorbo al medicamento y casi vomitó, era amargo como él solo.

—Que te puedo decir —lo empujó para recostarlo y arreglarle las mantas —está bastante mal. No sé que estaban haciendo, pero tú tuviste suerte, para la tarde estarás listo y te podrás ir.

— ¿Y Draco? —tenía miedo de la respuesta, el corazón le latía a mil por hora.

—No sé con exactitud, aparte de los golpes y fracturas —al escuchar eso, Harry se atragantó —está enfermo de otra cosa, no creo que salga para antes de año nuevo. Y ahora déjate de preguntar y termínate eso.

— ¿Puedo ir a verlo? –se empinó el último sorbo.

—Ni se te ocurra —le quitó el frasco vacío y se fue cerrando la puerta, sin dejarle tiempo a reclamar.

Rápidamente cogió sus lentes, se paró y caminó hasta la puerta, la abrió un poco y revisó si la enfermera se veía por algún lado; no, no estaba.

Sacó una bata que estaba por ahí y salió del cuarto a buscar al rubio.

— ¿Y no se puede pasar? —reconoció la voz de Blaise que llegaba amortiguada desde la puerta de salida. Deseo tener su capa de invisibilidad.

Sigilosamente se escurrió hasta la pieza siguiente, en donde no se encontraba el chico. Recordó que junto al despacho de la enfermera, se hallaba la pieza en donde se dejaba reposar a los más enfermos, seguramente Draco estaba ahí. Se ajustó la bata y reptó hasta la habitación evadiendo todos los obstáculos.

Apenas entró, cerró suavemente la puerta, para que no le vieran, y se acercó a la única cama ocupada en ese momento. Ahí descansaba el rubio, maltratado, todo vendado y con los ojos tapados por un paño.

Se acercó a la cama y se sintió miserable. ¿Por qué no le había pasado nada a él mientras que Draco se encontraba enfermo y fracturado?

Le pasó la mano por la cara, más bien la venda que cubría su rostro. Los labios eran lo único que podía ver de la piel del chico; estaban amoratados y presentaban un feo corte. El pecho se elevaba lentamente, y parecía que le dolía respirar ya que un quejido acompañaba cada inhalación.

Sintió un nudo en la garganta.

—Draco —se le quebró la voz. En su corta vida había visto mucha gente herida, muerta o petrificada, cercana y no tanto, pero ésta era la primera vez que le dolía tanto ver a alguien en una cama de hospital —Draco... —Se agachó y le dio un beso en la frente.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —una furibunda enfermera lo miraba desde la puerta —Te dije que..

— ¿Por qué lo tiene así? —ahora él era el enojado.

— ¿Qué?

—Draco está sufriendo —apretó los puños inconscientemente —Usted puede darle algo para el dolor, ¿no? ¿Por qué no se lo da? —una leve brisa meció las cortinas y colchas de las camas.

La enfermera alzó una ceja y lo corrió de la cama del enfermo —Fuera.

—No —la encaró con rabia —sé que le puede dar...

—No se puede. Ahora vete —lo empujó hacia la salida, pero Harry se resistió y le miró exigiéndole una explicación.

— No le puedo dar nada porque tiene una enfermedad marina. Sería muy peligroso darle alguna poción ya que interferirían con los medicamentos para la peste oceánica —lo arreó hasta la puerta —ahora, ¡vete a tu pieza!

Ya en su cama, Harry seguía pensando en el rubio. No podía ir a verlo porque Madame Ponfrey había puesto una alarma en la puerta que, al menor toque, chillaba como chancho en matadero. Se acurrucó en su lecho y trató de dormir.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

—Ya estoy bien —Lupin permanecía acostado desde hacía... ya ni se acordaba. Estaba cansado de que lo trataran como a un enfermo —no es necesario que siga en cama.

—No, Remus, es mejor que estemos seguros de que te has recuperado, no nos arriesgaremos a que te de neumonía otra vez — dijo Michael pasándole una taza con chocolate caliente.

Por mientras, Sirius miraba desde la puerta al enfermo. Era un alivio verlo vivo y en su cama.

Ahora, en la tranquilidad de la casa Black, parecía un sueño todo por lo que habían pasado, un muy mal sueño dicho sea de paso.

La huída había sido agotadora.

Les tocó sortear todo tipo de obstáculos en el campo de batalla, un hechizo le había dado en la pata trasera a Sirius y otro en la cabeza, el cual de sólo recordarlo le dolía. A su amigo nada le había pasado, por suerte. Pero cuando creyó que estaban a salvo, unos mortífagos les encontraron. Aunque no fue un gran problema ya que el lobo les libró de ellos en un abrir y cerrar de hocico. No fue para nada agradable escuchar los huesos romperse entre las mandíbulas, y luego ver el charco de vísceras...era mejor no pensar en ello.

Estuvieron escondidos en una parcela, entre los árboles, durante un par de horas. Recordó como poco a poco el rocío se iba calando en los huesos de ambos, el frío picaba como mil agujas en la piel.

Recordó la desesperación y la impotencia que sintió en esos momentos.

Como no se atrevía a transformarse en humano, ya que era peligroso hacerlo con el lobo durmiendo a su lado, encogido y temblando.

Falta poco.

Se decía a si mismo para animarse.

Ya amanece.

¡Nunca antes en su vida había estado tan feliz de que el sol saliera!

Bebió un trago del café que tan amablemente Molly le había preparado e hizo una mueca de asco, no porque estuviera malo, sino porque todavía no se podía quitar el sabor metálico de su propia sangre, ese sabor que le había quedado luego de lamer su pata herida, estando con cuerpo de perro.

Miró a Lupin, aún estaba delgado, no tanto como cuando lo encontró, pero definitivamente no había recuperado su peso normal.

La imagen del lobo de esa madrugada fría pasó fugazmente por sus ojos. Aquella vez se había impresionado tanto al verlo así de delgado, y haciendo un extraño ruido al respirar...

Los minutos habían sido eternos, la espera, horrible. Fue un alivio ver que amanecía y que el cuerpo de lobo pasaba a ser el de Lupin.

—Moony —susurró hacia la taza sin beber de ella.

Luego de transformarse en persona, Sirius había envuelto a Lupin en su abrigo y aparecido en la casa, Molly los estaba esperando y ambos lo atendieron hasta que el medimago llegó, el mismo que ahora batallaba contra el auror para que se tomara el chocolate caliente.

—No es necesario —Lupin se levantaba de la cama y caminaba hacía la puerta —me siento bien, sólo debo tomarme las medicinas.

La voz de Lupin junto a él lo trajo de vuelta.

—Moony —el aludido lo miró —todavía tienes que descansar — Remus desvió la vista rápidamente. Michael aprovechó el momento y le dejó el tazón en las manos, arriándolo a la cama.

Ya nuevamente acostado el enfermo, los demás salieron de la habitación cerrando la puerta.

Sirius, suspirando, se fue a la cocina.

Desde que Lupin había mostrado mejoría, casi no habían hablado. Cruzaban algunas palabras, pero el licántropo pasaba de él la mayor parte del tiempo. Y eso lo desesperaba.

Cuando entraba a la pieza, Lupin fingía dormir, o leía su estúpido librito, ese pedazo de mierda que leía cada día desde que eran chicos.

¿Qué había pasado?

¿Por qué le evitaba?

Se sentó en una silla y picoteó unas galletas que Molly había preparado para el enfermo. Ella y Michael habían salido de la casa a hacer algo para la orden, por lo que a él le tocaba cuidar del convaleciente. Sacó otra galleta.

Chocolate...

La observó atentamente.

A Remus le encantaba el chocolate.

Se la echó a la boca y la mascó sin muchos ánimos.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Dejó la taza de chocolate en la mesita de noche pensando en su amigo.

En Sirius.

Él era lo único que ocupaba su cabeza desde hacía meses.

En la prisión, estando con los dementores, sus peores recuerdos eran revividos; los mismos que extrañamente, también eran parte de los mejores.

Y casualmente siempre aparecía Black en ellos.

En uno en especial.

Uno en que sólo estaban ellos dos, a solas, en Hogwarts.

Sirius...

Esa extraña mañana soleada en que su sueño más preciado se hizo realidad, y se deshizo también.

Cuando Sirius le besó.

Se acurrucó en la cama y trató de dormir, pero le fue imposible. Se sentó y miró a la nada.

Si tan sólo hubiera sido un poquito más valiente...

Si hubiese aprovechado la oportunidad cuando la tuvo...

¿Sirius lo habría querido?

¿Sirius alguna vez lo quiso como algo más que un amigo?

Esa vez, la única vez que se besaron, o mejor dicho, que Sirius le besó ¿habrá sido sólo un juego para Black?

Tal vez... Sirius lo hizo de verdad...

Sacó la foto, que guardaba con tanto celo, del libro y la miró. Ahí estaban los cuatro, jóvenes, felices... Sirius le miraba sonriendo y quitándose un mechón de cabello rebelde de su cara.

Ya no soportaba la situación, era exasperante vivir con él, estar siempre con él, todo el día, toda la noche... Y cuando finalmente se encontraba solo, cosa difícil ya que Sirius se había convertido en su enfermero, su imagen aparecía en sueños, pegada a su retina.

Qué voy a hacer...

No aguantaba tenerlo cerca y no decirle lo que sentía, no poder tenerlo, no poder estar junto a él. Nunca antes había tenido tanta necesidad de confesarle sus sentimientos, y tantas ganas de olvidarlo, que se fuera, que lo dejara en paz.

Ahora el Sirius de la foto le guiñaba un ojo y pasaba un brazo por encima del joven Remus que se encontraba junto a él.

El mismo cobarde Remus que le había rechazado por idiota y que ahora se encontraba miserable y acabado añorando esos lindos momentos.

Sintió unos golpes en la puerta, rápidamente escondió la foto en el libro e hizo como que leía.

—Estás despierto —más que una pregunta, era una afirmación.

—Estoy leyendo —Se acomodó más entre las almohadas y enterró la cabeza en las páginas. No se atrevía a verlo, estaba seguro de que en su frente se podía leer con absoluta claridad "Amo a Sirius" y lo que menos quería era que se enterase.

¿O tal vez si?

— ¿No necesitas nada? —Se acercó para verlo, y si la suerte le favorecía, robarle alguna mirada. Que miserable soy. Mendigándole un poco de atención. He caído bajo.

—No, gracias, estoy bien —levantó un poco los ojos, le echó una fugaz mirada al hombre y nuevamente se sumergió en las hojas.

—Bueno... —comenzó a decir al ver que Lupin volvía a ignorarle.

Mientras, el enfermo rogaba para que saliera pronto.

— ...si necesitas algo...

¡¡Vete Sirius! Rogando porque se fuera pronto.

—...me avisas.. —y se acostó en su propia cama, truncando cualquier esperanza de soledad de Lupin.

Transcurrieron un par de horas, y la tarde dio paso a la noche. Sirius se había quedado dormido, mientras que Lupin rumiaba un plan para terminar con todo de una vez por todas.

Sería sencillo, se pararía, despertaría al moreno y le diría la verdad: que desde Hogwarts estaba enamorado de él. Y si todo salía bien, hasta podría besarle.

Sip, era un buen plan, preciso y rápido.

Se paró de la cama y se acercó a Sirius, quien roncaba ligeramente. Acercó la mano para tocarle el hombro y despertarle, pero se arrepintió en el último segundo y saltó a su cama.

¡Pero que difícil era!

El corazón le palpitaba a mil por hora, y sentía que tenía algo vivo en su estómago.

¡Vamos que se puede!

Se bajó de la cama, otra vez, y con decisión se acercó al durmiente, que abrió los ojos en ese preciso momento.

— ¿Qué pasa? —preguntó medio dormido justo cuando Lupin volvía a saltar como conejo a su cama.

—Eh... nada, duérmete —y se arropó sin despegar los ojos de las frazadas. Sirius se giró y siguió roncando.

¡Rayos!

Esto era más complicado de lo que pensaba.

Se paró nuevamente, pero esta vez Sirius le pilló.

— ¿Adónde vas?

—Al baño —se apresuró a mentir. Se puso su bata y las pantuflas y salió raudo y veloz de la habitación.

Ya en la escalera, y muy lejos de la mirada azul de Sirius, se apoyó en la pared.

Definitivamente estaba muy viejo para esas cosas.

Bajó las escaleras, sin saber qué hacer, y llegó a la cocina. Las galletas de chocolate estaban en la mesa.

Tomó una y la mascó, era rico sentir el dulzor después de todo ese ajetreo. Comió algunas más tratando de olvidar el fiasco vivido, algo imposible, y se sentó en una silla.

Vaya que era patético, parecía un crío comportándose así.

Tengo que hacerlo hoy... debo hacerlo ahora.

Se paró a buscar un poco de leche para pasar las galletitas, y se encontró con la solución a su problema de cobardía.

Sirius estaba preocupado. Remus hacía mucho que se había ido al baño y aún no volvía. Y eso que el baño se encontraba junto a su cuarto. Ya estaba pensando en ir a buscarlo cuando escuchó que alguien subía escandalosamente las escaleras y caminaba por el corredor. Aguzó el oído y sintió que alguien reía y paraba justo frente a su pieza.

—TOC, TOC—gritaron desde el otro lado de la puerta.

Se levantó y sacó su varita, apuntó con ella hacia la puerta para abrirla.

—Buenos días, dormilón —un sonriente Remus abrió ahogando una carcajada.

—Moony, que te pasa —se le acercó preocupado.

— ¿A mi? —intentó entrar, pero se tropezó con el moreno, quien alcanzó a sujetarlo —y-yo estoy muuuyy bien. ¿Y tú?

Black lo olió —Estas... ebrio —dijo sin creérselo. El aludido no respondió — ¡Moony! —le exigió.

Pero Lupin seguía sin contestarle. Sólo se le quedó mirando para finalmente pasarle un par de dedos por los labios.

—Moo-ny... —susurró el lobo—me encanta como lo dices —una risa coqueta se escapó de su boca.

Sirius lo alejó para observarlo detenidamente. Tenía la bata suelta y mal puesta, apenas si se podía mantener en pie. Había sido una suerte que llegara hasta ahí sin caerse.

— ¿Me quieres? —la pregunta lo sacó de su análisis y le revolvió las tripas.

—Tienes que acostarte —lo arrastró hasta la cama, evadiéndole.

— ¿Me quieres? —interrogó nuevamente. Los ojos dorados brillaban, y un leve rubor le cubría las mejillas. Un par de migas en la ropa delataban su ataque a las golosinas.

— Vamos, estas muy...

— Si o no —lo sujetó con fuerza.

—Si, ahora acuést...

—Cuánto.

—Moony, basta —intentó recostarlo, pero Remus le tomó la cara y le besó. Un beso rápido y superficial, pero de igual forma dejó pasmado al moreno.

—Cuánto —inquirió con determinación pasando una mano por el cabello negro.

—No lo sé —se estaba poniendo muy nervioso. El repentino beso le había desencajado totalmente, y no lo podía olvidar, no lo quería olvidar.

Sin saber realmente que hacía, lo abrazó con fuerza.

— ¿Cuánto me quieres? —no sabía como, pero los labios de Lupin habían llegado hasta su oído, y le exigían la verdad lenta y dulcemente. Una mano le acariciaba el pecho, mientras que la otra seguía jugando con su cabello.

—Yo... yo —Remus bajaba por su cuello dándole pequeños besos en la piel, y arrastrándole a su cama.

—Moony, no... —estaba mal. Sabía que estaba mal. No se podía aprovechar así de un pobre enfermo, aunque llevara siglos deseando que algo así pasara. Que su hermoso y delicioso Moony finalmente le correspondiera, que le amara...

Cuando la mano blanca del lobo entró en su camisa, perdió el escaso autocontrol con el que contaba y comenzó a desvestir a su deseado amigo.

Despertó con un dolor de cabeza horroroso, la garganta seca y un malestar general que le hacía desear la muerte.

No quería abrir los ojos, era inconcebible en el estado en que se encontraba.

Se acomodó en el cálido pecho de su compañero, y se aprestó a seguir durmiendo. Se sentía bien estar ahí.

¿Compañero?

¿Eh?

Abrió un ojo y se encontró con la conocida figura de su mejor amigo.

Y recordó parte de la noche anterior. Sólo lo necesario para saber lo que había hecho.

Y se asustó.

—Si-Sirius... —¿cómo había terminado así?

Trató de hacer memoria...

Estaba nervioso...

Bajé a la cocina.

Comí una galleta.

Luego recordaba una botella con un líquido dorado que encontró en la alacena y la siguiente imagen era Sirius sobre él, las manos de Sirius sobre él, su boca, su cuerpo, todo su... Un cosquilleo le recorrió de pies a cabeza.

Se sentó y miró debajo de las frazadas, como se imaginó, ambos sufrían un grave caso de escasez de ropa.

El dolor de cabeza se acrecentó.

Cerró los ojos tratando de pensar que hacer ahora, no es que tuviera muchas opciones tampoco.

—Moo-ny... —lo llamó el moreno, se había despertado —¿Estás bien?

—Me duele la cabeza —trató de ocultar su rostro entre las sábanas.

—Ah... ¿Te traigo algo? Digo, la resaca es horrible.

—Si quieres... — ¡¿cómo lo iba a mirar ahora a los ojos!

—Bien —Sirius se puso los pantalones del pijama, la bata, y salió del cuarto.

Apenas hubo cerrado la puerta, Lupin se tiró de espaldas en la cama.

¿Cómo había llegado a eso?

Bien, sabía perfectamente como pero...no sabía que pensar, que hacer, que decirle cuando volviera...

Su cabeza era un lío espantoso, su corazón también.

Enterró la cabeza en la almohada y apretó las sábanas con fuerza; el perfume de Sirius le envolvió.

—Qué hice...

—No debí —Black bajaba lentamente las escaleras —me aproveché... —se sentía una basura. Un pervertido que a la primera oportunidad, se tiraba a su mejor amigo —la cagué.

Cuando en la noche se habían quedado juntos, creyó que todo estaba bien, que definitivamente le quería, pero al ver la expresión de Lupin por la mañana, todo su mundo ideal se quebró. Todo había sido una ilusión.

Llegó a la cocina y tomó un vaso del aparador.

Todavía no podía creer lo que había hecho, lo bien que se había sentido, lo feliz que había sido al pensar que Remus, su querido Remus, le correspondía... Pero claramente se había acostado con él debido al exceso de alcohol en la sangre. Y lo peor es que él, Sirius, si se había dado cuenta de que el lobito no actuaba lúcido, y aún así se lo había llevado a la cama.

Sacó de la alacena un par de frasquitos y vertió parte del contenido en el vaso, revolvió todo.

¿Y si ahora Lupin lo odiaba?

¿Y si Lupin ya no lo quería ver más?

De cualquier forma tenía razón, claramente no debió actuar así, debió controlarse, él era quien, estando conciente de la situación, había seguido, lo había besado, lo había... mejor no recordar, de sólo hacerlo, de pensar en Lupin ahí tan dispuesto, tan lindo, tan caliente le excitaba.

Miró a otro lado intentando borrar de su mente las sugerentes imágenes de su cabeza, y vio dos botellas de wisky sobre la mesa, una a medio tomar y la otra vacía.

Alcohol...

Pensándolo mejor... No todo era su culpa. De hecho, Remus había empezado todo. Él se le tiró encima, y él lo arrastró a la cama, y él lo desvistió...

Comenzó a subir los escalones con el vaso en la mano.

...y definitivamente Moony no se había negado, lo había incitado a acostarse, y podía jurar que lo había gozado tanto o más que él.

Caminó hasta la puerta y se detuvo.

— ¡Él si quería! — ¡Se sentía ultrajado! Se había sentido un perro por acostarse con Lupin y el lupino era el culpable de todo. No podía hacerse la víctima ahora, no después de casi violárselo Él me obligó. Yo no quería.

Entró enfadado a la habitación y se sentó en el borde de la cama. Remus no se volteó a verlo.

—Toma —le dijo estirando el vaso con la mezcla extraña.

—Déjalo en la mesa, por favor —y eso hizo. Se quedó esperando a que el hombre se dignara a hablarle, pero eso nunca ocurrió; resignado, pensó en irse, pero se detuvo.

— ¿Por qué lo hiciste? —la pregunta se escabulló de sus labios.

—...

—Respóndeme, ¿por qué lo hiciste?

—es que... yo...

—Dímelo —le tomó de los hombros y lo obligó a verlo a la cara —dímelo ahora.

— Crees que es muy fácil —la voz de Remus sonaba extraña, cortada — ¡¿crees que es muy simple todo!

— ¡Por supuesto que no! —trataba de controlarse, debía controlarse, pero estaba demasiado nervioso —No entiendo que fue lo que pasó.

—Olvidémoslo —se soltó y cerró los ojos fuertemente. No quería que lo viera llorar — hagamos como que nunca pasó.

— ¿Qué? —no podía ser, cómo le decía eso... —¡¿QUÉ! —sentía su cuerpo temblar de impotencia, de rabia, de pena —N-no te entiendo. ¡NO TE ENTIENDO!

Se paró rápidamente y comenzó a caminar por la habitación.

Remus, no, por favor no otra vez.

Quería gritar, quería llorar, quería pegarle a aquel que tan tranquilo le decía que olvidaran todo, que siguieran como si nada, como si esa noche no hubiese existido.

No otra vez...

— ¿Por qué? —preguntó con voz débil.

—Porque no vale la pena... —era increíble que otra vez huyera, pero no soportaba la situación, la presión, el miedo a ser rechazado...

Me siento mal... Sirius

— ¡No me digas eso! —casi gritó —No te atrevas a decirlo.

Sentía que algo le oprimía el pecho, ¿era rabia, o tal vez angustia?

Angustia.

Si, eso era, angustia. No quería escuchar que todo había sido producto de la borrachera, que realmente no lo quería.

—No te entiendo —se acercó a la cabecera —No te entiendo... Primero me ignoras desde que volviste y luego... —paró para evitar que una lágrima cayera —... luego vienes aquí y me dices que me quieres y ahora que olvide todo. ¡QUE OLVIDE TODO!

— ¡¿Y QUÉ QUIERES QUE HAGA! —gritó mirándole a los ojos —YA NO SOPORTO ESTO, ¡ODIO TODO ESTO!

—Remus...

— ¡ODIO TENERTE CERCA, ODIO TENERTE TODO EL MALDITO DÍA CERCA! ¡QUE ESTÉS A MI LADO PERO NO CONMIGO! ¡DETESTO SER TU AMIGO! ¡TU COBARDE AMIGO! ¡ODIO QUERERTE Y NO PODER DECÍRTELO Y NUNCA SABER SI TE IMPORTÉ ALGUNA VEZ!

Y se quedó callado. La última palabra resonó, solitaria, en toda la casa.

Los dos sólo atinaban a mirarse, sin saber que decir ni que hacer. Confundidos.

Luego de unos segundos de tensa espera, Lupin rompió el incómodo silencio — s-siquiera sé si todavía soy tu amigo... —y agachó la cabeza. Estaba cansado y el dolor en la sien, luego de gritar, era insoportable.

—Remus... —le tomó la cara y la levantó para verle. Los ojos dorados refulgían con fuerza, y el labio inferior le temblaba imperceptiblemente —Mi Remus... — le pasó una mano por el rostro, despacio, mientras que Remus cerraba los ojos.

—Te amo —alcanzó a susurrar antes de que Sirius rozara suavemente con sus labios la boca del lobo.

Era extraño como ese simple toque, tan ligero y sutil, podía despejar todas las dudas y miedos de ambos. Como lograba hacer que años de represión pasaran al olvido, e hiciera pensar a ambos que los últimos veinte años sólo eran un mal sueño; que ellos siempre habían estado juntos, y que jamás se separarían.

No se dieron cuenta cuando se encontraban recostados en la cama, desnudos, besándose sin prisa, disfrutando de cada toque, cada caricia, y del calor que emanaba el otro, hasta que...

—Remuuss... —la voz de Molly los interrumpió —He venido a dejarte la medicina.

Ambos se miraron. Sirius saltó de la cama y comenzó a vestirse mientras que Lupin se ponía el pijama.

—Molly, ehm...¿no estabas fuera de casa? —le preguntó el moreno en cuanto abrió la puerta.

—Si, acabo de llegar —entró en el cuarto y se sentó en la cama de Remus — ¿Y cómo te sientes?.

—Ah, mejor —reprimió una sonrisa. ¡Cómo era posible que justo cuando empezaba lo bueno, llegaran a interrumpirlos!

—Pues no lo pareces —le puso la mano en la frente para tomarle la temperatura —Creo que tienes un poco de fiebre, estás muy caliente —Sirius soltó una carcajada, que se apresuró a cubrir con una tosesilla — Ya te traeré un poco de medicina. Michael te mandó esto —le pasó una botellita con un líquido azul —dice que te debes tomar cinco gotas diarias. Sirius — se volteó a verlo — ¿le diste desayuno? Sabes que no debe saltarse ninguna comida.

—Ehm...no Ahora iba a traérselo.

—Está bien —se paró y caminó hacia la puerta —Remus, debes taparte, estás muy desabrigado.

—No te preocupes, Molly, yo lo abrigaré —le cubrió con las frazadas y le guiñó un ojo sin que la mujer lo viera —ya vuelvo con tu comida —le dijo y se pasó la lengua por los labios —te aseguro que te gustará —y levantando las cejas, se fueron los dos, dejando al enfermo feliz en su cama.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Sentía que un tren le había pasado por encima, el día anterior no había estado tan adolorido, ¿por qué ahora si?

Ya sé... recordó que no había tomado ninguna medicina porque encontraba injusto que Draco estuviera tan mal y sin poder medicarse, y él, intacto, bebiera las pociones que Ponfrey le daba.

Se sentó como pudo en la cama y sacó los lentes del velador de junto.

—Ya estás despierto... —siseó una voz desde el otro lado del cuarto.

Bill... un retortijón en la panza le refrescó la memoria. Aún no le explicaba al capitán lo que había pasado. Deseó seguir durmiendo.

—Madame Ponfrey me dijo que ya estás bien —caminó lentamente hacia él, estaba serio —que desde ayer que estas bien...

No tenía escapatoria, no había donde huir.

— ¿Qué pasó? ¿Qué los hizo desobedecer cualquier prohibición? —se sentó junto a él en la cama — ¿Qué era tan grave que los hizo salir del barco ignorando todas mis advertencias?

Estaba perdido. No le podía decir que había salido a volar porque estaban aburridos... eso era suicidio. Se quedó callado mirándolo con arrepentimiento.

—Aún no me explico como salieron vivos de esto... —el pobre Weasley intentaba mantenerse sereno. Se había propuesto mantener su tranquilidad, pero al ver a Potter ahí, callado, y con cara de perro arrepentido, le hirvió la sangre. ¿Cómo podían ser tan idiotas los dos? Ya sabía que Harry era el rey de los insubordinados, pero creyó que tendría un poquito de sentido común para no lanzarse a las aguas infestadas de seres hambrientos sólo por el hecho de estar prohibidas.

Respiró profundo y volvió a preguntar — ¿Qué estaban haciendo afuera?

—Volábamos —respondió bajito.

— ¿Perdón? — ¿había escuchado bien? ¡¿Los nenes volaban!

—Estábamos volando —habló un poco más fuerte, aunque no mucho. Bill se paró incrédulo.

—Volando... —repitió para si mismo. No terminaba de digerir la declaración — ¿ Y por qué?

—... —no contestó.

— ¿Había alguien ahogándose? —Harry negó con la cabeza — ¿Vieron algo sospechoso?

—No. No volábamos por nada en particular.

— Nada en particular — apretó los dientes —¿Volaban por sobre el mar a pesar de lo que les dije?

—Pero no pasa nada —trató de defenderse —las otras veces...

— ¡OTRAS VECES! —Harry supo que había metido la pata, y muy a fondo — ¡¿CUÁNTAS VECES LO HAN HECHO!

—Un par... —mintió —Pero no pasa nada, no nos atacaron antes. Esta vez chocamos contra un pez, por eso caímos.

—Hablé con los gobernadores del mar —el colorín volvió a calmarse —me recordaron que no tenemos permiso para entrar en sus dominios, NADIE puede —levantó un dedo muy cerca de la cara del moreno —saltar al mar —levantó otro dedo —nadar —otro dedo se alzó —navegar —y un dedo más se elevó —ni mucho menos sobrevolar sus territorios. La próxima vez, no se harán responsables de lo que suceda.

—No volveremos...

— POR SUPUESTO QUE NO —bramó, las orejas se le pusieron coloradas, tal y como al resto de su familia — ¿Sabes que casi nos expulsan por su estúpido jueguito? No sólo expusieron su vida, sino que expusieron a todos los que estamos en este barco.

Harry no tenía cara para mirarlo, no había pensado en esa posibilidad; de hecho, nunca creyó en todo lo que le había dicho.

—Harry, sabes que en estos momentos no nos podemos ocupar de tus niñerías, ¡ya crece de una vez! Hay gente arriesgándose, Dumbledore hizo lo imposible por lograr que nos dejaran estar aquí y por su culpa ahora casi no nos quieren ver.

El chico se sentía la basura más repulsiva de la tierra.

—Ya mandé una carta a Dumbledore... —se fue hasta la puerta —ya hablaremos de sus castigos —y salió cerrando suavemente la puerta.

Harry se recostó lentamente en su cama y miró al techo. Jamás creyó que era tan grave el asunto.

—Ya estas bien —Ponfrey estaba parada junto a él con una dotación de píldoras, no la escuchó entrar —Puedes irte —le pasó los medicamentos. Parecía no estar tan enojada con él.

Está vez, Harry recibió las pastillas y se paró. No quería seguir ahí.

— ¡Harry! —Hermione, que estaba parada en la puerta, le saltó encima — ¡Ya estás bien! —le dio un golpecito en el hombro — ¿Qué rayos estabas haciendo?

—Nada —respondió cabizbajo —ya me retaron lo suficiente —y siguió caminado hacia su pieza.

Llegó hasta su puerta empezando a sentirse culpable por la forma en que había tratado a su amiga. Debió ser muy grosero si la chica no había insistido en hablar con él. Pero no quería ver a nadie.

Al entrar a la pieza se encontró con dos cajitas envueltas en papel navideño. Imaginó que eran de Dumbledore, Bill les había comentado de un posible regalo estándar para cada alumno. Imaginó que nada de esto había pasado, que no habían volado en la escoba y que Draco abría su regalo luego de dormir plácidamente a su lado. Imaginó que por muy buen obsequio que fuera no le agradaría y se quejaría del mal gusto de Dumbledore.

Suspiró sintiendo como la pena deseaba convertirse en llanto... Draco no abriría su regalo, tal vez hasta mucho tiempo por culpa de él. En vez de disfrutar de las vacaciones estaba herido, apenas respirando, abandonado en la cama del hospital... y casi había muerto. La sola idea despertó los recuerdos de variadas pesadillas, Draco muriendo en diferentes escenarios, cada uno mas humillante y doloroso que otro...

La presión del llanto mutó a miedo, atorándole la garganta, comiéndose sus esperanzas.

Respiró profundo esforzándose por olvidar sus sueños y se sentó en el piso frente a los dos regalos...

El miedo aumentó con vida propia, fuertes palpitaciones parecían sacarle el corazón del pecho, iba a temblar... tenía que pensar en otra cosa...

Los regalos... no iba a abrir el suyo hasta que Draco se recuperara, iba a esperar a que saliera y juntos los abrirían, como si fuera la mañana de navidad. Y escucharía la voz arrastrada quejándose por el obsequio, y probablemente lo obligaría a robar comida de la cocina para compensar su molestia.

EL miedo empezó a disiparse.

Sonrió imaginando al rubio con la cabeza metida en la caja, arrugando la nariz. Lo imaginaba a su lado, justo ahora... sentado, apoyado en la cama como aquella vez en que se emborracharon... como cuando había dejado la copa a un lado y sin previo aviso, le había besado...

El miedo fue amputado y ahora otra sensación trastornó su sistema nervioso.

Sonrió abiertamente, ahora su imaginación evocó la sensación de ese beso, y la del siguiente... y retrocedió para sentir los dientes de Draco en su oreja, en una escena con Blaise en la casa de Sirius, que entonces había sido humillante, pero ahora...

—Draco es un golfo —dijo al aire sonriendo. ¿Cómo ese rubio podía ser tan descarado? ¡Lo había besuqueado y toqueteado hasta hartarse!

Recordó el baile, la sensación del cuerpo de Draco moviéndose cerca, el sudor del rubio rozando su piel, el cuello blanco preso en sus labios al volar en la escoba...

Draco me gusta.

¿Tenía sentido seguir toreando la verdad?

—Draco me gusta —susurró como si al decirlo las dudas se acabaran.

Inmediatamente su cuerpo gritó por la presencia de Draco. Deseó tenerlo al frente para abrazarlo y besarlo y hundirse en el cuello liso, y aspirar en la suavidad de su pelo y apretarlo y clavarle los dedos en la cremosa piel...

Extrañó los ocasionales besitos en el cuello que le daba antes de dormir, y la pierna imprudente que lo atrapaba en las noches. Los dedos finos y elegantes yendo de excursión por su cuerpo cuando dormía.

...Draco...

¿Realmente le molestaba terminar integrando el grupo exclusivo de Draco?

¿Ser un amigo con esas ventajas no era todo lo que estaba deseando ahora?

Apoyó la cabeza en la cama. ¡Cómo podía estar pensando en esto mientras Draco estaba inconsciente!

Tenía que ir a verlo, tenía que saber como estaba, estar a su lado, tenía que acompañarlo. A Draco no le gustaba estar solo, ¡tenía que acompañarlo!

Eran las 16:30 hrs. debía estar lleno de estudiantes por todas partes, no podía salir todavía. Esperaría a que comieran, entonces se pondría la capa, bajaría sin correr riesgos de que chocaran con él, y visitaría a Draco y se quedaría ahí hasta que despertara.

Se quedó dormido sentado en el suelo, hasta que una nueva pesadilla lo devolvió al mundo, cerca de las ocho. Trató de calmar sus nervios, lo último que había visto en sus sueños era a Draco convulsionándose en el hospital, Pomfrey trataba de curarlo pero no podía...

Se puso de pie ignorando el dolor causado por el accidente, al que se sumaba la mala postura adoptada para dormir. Buscó su capa tratando de calmarse, si realmente le hubiera pasado algo malo ya lo hubieran notificado.

Pero cuando llegó hasta la enfermería se encontró con la blanca puerta bien cerrada. Pensó en quedarse a un lado esperando hasta que alguien abriera, aún no era tarde, todavía podía haber gente que se accidentara, o que visitara a algún alumno enfermo... ¡Cómo justamente ahora no iba a haber ni un niño accidentado!

Sólo cinco minutos aguantó antes de que la angustia lo obligara a quitarse la capa y golpear la puerta. Tenía que saber como seguía el rubio, tenía que saber.

—Señor Potter —Saludó Pomfrey, su expresión no dejaba dudas: no lo quería ahí.

—Hola... —cerró los puños, entre enojado por el recibimiento y nervioso por la posibilidad de ser echado de la enfermería —sólo quería saber como seguía Draco.

—No ha despertado si es lo que quiere saber...

— ¿Pero está mejor?

—No —la expresión severa de la enfermera se suavizó —no, todavía está grave —ante la mirada angustiada del chico agregó —pero se repondrá. Ha contraído una enfermedad marina que dificultará su recuperación, pero el tratamiento es rápido, cuando se haya recuperado de ella será más fácil curar sus heridas.

— ¿Puedo verlo?

—No —contestó secamente —todavía no se recuperaba de la enfermedad anterior, y el frío del mar agravó su estado... Ahora está otra vez enfermo y no me arriesgaré a una nueva epidemia.

—Pero, si usted me da la poción para no contagiarme...

—No, Potter. Está enfermo de dos infecciones contagiosas y no está consciente. Tal vez cuando abra los ojos, te deje pasar.

Harry no insistió. La voz de la enfermera estaba adquiriendo un tono de exasperación y si deseaba verlo en algún momento era mejor no enojarla.

Caminó de vuelta a su habitación molesto. Detestaba no poder hacer nada por Draco, odiaba estar sujeto a normas tontas ¿qué importaba si se contagiaba? Podría estar en la misma habitación del rubio, aislado del resto del barco, no contagiaría a nadie y podría hacerle compañía. Draco sufriría mucho al abrir los ojos y encontrarse solo, tal vez tendría pesadillas mientras dormía, ¿quién lo despertaría? Estaba seguro que Pomfrey no dormiría sentada a su lado, no estaría ahí para acariciarle el cabello y abrazarlo si lo necesitaba.

Llegó a la cubierta superior. Bajo él, escuchó a los primeros estudiantes salir de la cena. Apresuró el paso para asegurarse de no encontrar a nadie, no tenía ánimos de nada, y mucho menos de ver alguien. ¿Los estudiantes sabrían lo de su accidente?

—Harry —Ron estaba apoyado cerca de los botes salvavidas. Oculto en ese rincón, Harry no había podido verlo.

—Hola —saludó sorprendido, no esperaba encontrarlo.

— ¿Cómo te sientes? —el tono de Ron no parecía ser de preocupación, estaba serio, probablemente venía a retarlo tal como Hermione había intentado hacerlo en la tarde

—Bien —contestó Harry, cortés y distante.

—¿Por qué no fuiste a cenar?

—Fui a ver a Draco.

La mirada de Ron cambió, Harry imaginó que Ron debía estar culpando del accidente a Draco, debía imaginar que él lo había obligado a subir a la escoba. O tal vez estaba celoso de que su compañero de viaje fuera el rubio y no él.

— ¿Para qué? —preguntó el colorín, un ligero tono rosa empezó a esparcirse por su rostro —todos sabemos que está inconsciente. Pomfrey no ha dejado a nadie entrar a verlo.

—Quería saber como seguía. —Harry se estaba hartando, ¿desde cuando tenía que darle cuentas a Ron de todo lo que hacía?

— ¿En qué estabas pensando cuando decidiste salir a volar...

—Bill ya me interrogó, no necesito...

— ¿Te atrajo la idea de poder estar pegado a él? —Ron parecía a punto de estallar y su rabia aumentó más al ver el rubor encendido en la cara del moreno — ¿querías abrazarte a Malfoy, a solas?

Harry, sorprendido por la insinuación, se ruborizó al máximo. Rabia y pudor mezclados y confusión en su mirada. ¿Era posible que Hermione le hubiera comunicado sus sospechas a Ron?

Al no escuchar réplicas, Ron continuó — ¿Qué más hicieron a parte de volar, Harry?

—Déjame en paz, Ron —retomó el camino a su pieza, no quería verlo, no quería hablar de eso...

— ¡Y ahora estás huyendo! ¡¿Qué te pasa!

— ¡No tengo ganas de darte explicaciones!

— ¿Te gusta Malfoy? —Ron se había plantado frente a él, no iba a dejar esto así.

Harry dudó, los ojos de su amigo lo miraban iracundos desde el fondo azul. ¿Por qué era tan vergonzoso aceptarlo? ¿Qué le importaba a él lo que pensara Ron? No se atrevió a pronunciar palabra, pero bajar la vista fue suficiente respuesta para Weasley.

—Y además de maricón ahora eres cobarde.

Harry levantó la mirada rabioso por la ofensa, él no era cobarde... él...

—Y qué —continuó con burla Ron — supongo que compartiendo la habitación ya dejaste que te lo metie...

—Mejor cállate —Harry se aproximó amenazante —sí me gusta Draco —reconoció, ahora mucho más seguro, ya no le importaba lo que pensara Ron, no le importaba nadie —si te molesta es tu problema, por mí está bien si no vuelves a hablarme —por dentro temblaba, decepcionado de su amigo, sintiendo que ahora sí se quedaba solo, imaginando que pensaría Sirius, Hermione, Remus, la señora Weasley y Dumbledore..., pero no iba a retroceder. Ya no importaba.

— ¡Eres asqueroso, estás loco... —Harry siguió caminando, empezaba a marearse, las palabras de Ron hacían más daño de lo que imaginó que alguien le pudiera hacer, y entonces, un fuerte empujón lo pegó a la pared — ¡Reacciona Harry! —un golpe fuerte lo sacudió nuevamente — ¡NO PUEDES HABERTE CONVERTIDO EN ESTO!

Y Ron fue expulsado hasta casi caer por las escaleras, Harry lo apuntó con el dedo, como una última amenaza y vio en el rostro pecoso y sorprendido, ira y dolor. Dio la vuelta y caminó hasta su pieza para cerrar la puerta y desmoronarse completamente. Enterró la cara en las manos y se mordió el labio a punto de llorar. ¿Por qué justo Ron tenía que haber reaccionado así? Su mejor amigo, la primera persona que lo quiso... habían pasado tantas cosas juntos. Hubiera jurado que su amistad era eterna, inquebrantable, incluso ahora que estaban alejados, en el fondo, sabía que siempre podría contar con él. Pero no era así.

Pateó la cama buscando expulsar parte de su frustración. ¿Era tan terrible que le gustara un hombre? Nunca había escuchado a Ron hablar en contra de un gay, ¿por qué le importaba tanto, ¿Realmente le daba asco, ¿Hermione tendría la misma reacción?

Volvió a patear la cama varias veces hasta que sintió que ya no tenía energía y, luego de mirar la negra habitación, se tiró en la cama, deseando más que nunca a Draco. Con el rubio a su lado todo sería más fácil.

Ron bajó la escalera tembloroso. Todavía escuchaba a Hermione advirtiéndole que no hablara con él, que esperaran a que Draco estuviera bien, que habría tiempo de aclarar las cosas, que debía estar calmado para enfrentarse a Harry. Pero no había podido esperar, no después del espectáculo en la fiesta y la posterior noticia del accidente. Conocía a Harry, sabía que las reglas nunca habían sido una atadura, ni siquiera para él mismo lo eran. Pero de ahí a salir a volar después de todas las advertencias... Sin la influencia de Draco no se lo explicaba. Harry había cambiado mucho, hasta miraba diferente... y todo era culpa de Malfoy.

¡¿Cómo se atrevía Harry a reconocer aquello! ¿Cómo se atrevía a ocupar magia en su contra para defender al otro?

No le importaba lo que dijeran, Draco Malfoy seguía siendo una serpiente inmunda, venenoso, un desgraciado maldito hijo de puta. Había conseguido finalmente separarlos, desde hacía tiempo que sabía sus intenciones. Draco quería separarlo de Harry, y a Hermione también...

Tenía tanta rabia, se sentía tan lastimado. Harry no sabía lo que estaba haciendo...

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

Harry miraba el catre de la cama de Draco. Bill lo había visitado durante la tarde luego de haberlo esperado para el desayuno y el almuerzo. Lo amonestó por su actitud, porque no tenía derecho a enojarse si el error lo había cometido él. Exigió que se presentara a la siguiente comida y lo dejó solo nuevamente. Harry continuó acostado, sintiéndose cada vez más ahogado en ese ínfimo espacio que era el barco, ahogado en el cargo de jefe de casa, de profesor, ahogado con toda esa gente que no deseaba volver a ver... estaba cansado de su vida, por esa razón estaba escapando encerrándose en su pieza. Había salido una única vez: a la enfermería.

Draco todavía no despertaba.

Cerró los ojos buscando desconectarse del mundo y apareció la imagen del rubio para reconfortarlo. Si no fuera por Draco, se volvería loco. Deseaba que despertara, lo abrazaría y lo besaría hasta cansarse. Tenía que decirle cuanto le gustaba, tenía que sacarse eso de adentro.

No fue a la hora del té, y tampoco bajó a la cena. Si Bill quería castigarlo le daba igual.

El tiempo pasaba lentamente, como si hubiera sido pegoteado al piso y no pudiera avanzar; y años después sonó el reloj para la guardia. Se levantó y salió a cubrir su turno.

Bill estaba solo en la cubierta y Harry avanzó hacia él ...Demonios, a ver que me dice ahora...

—Draco despertó —le anunció tendiéndole el testimonio.

— ¿Qué? —la expresión cabreada de Harry cambió completamente — ¿cuándo?

— Hace una hora. No te avisé, ya que no querías salir de tu habitación —un dejo de ironía cargó la voz de Bill

Harry se molestó por ello, pero su atención estaba puesta en la posibilidad de verlo— ¿Puedo ir...

—No. Es tu turno...

—Bill, por favor...

—No estás en posición de pedir favores —estiró aún más el testimonio para que Harry lo cogiera y así lo hizo el moreno, mirándolo contrariado —no te atrevas a dejar tu guardia, Harry, ya colmaste mi paciencia —Y sin más, se alejó hasta su pieza.

El chico quedó solo en la cubierta. El rostro de Bill había sido tan frío, tan diferente al que conocía, que no se atrevió a desobedecerlo. Y mucho menos ahora... no podía creer que no le avisara antes que Draco había despertado. Estaba seguro que lo había hecho para castigarlo.

Se apoyó en la baranda, ¿cómo se sentiría ahora Draco? ¿Le dolería mucho? ¿Lo extrañaría?

Estuvo mirando el mar largo rato. Bajo esa negrura había toda una civilización... lentamente evocó lo que había visto en el accidente. Enormes rocas que desaparecían en el fondo negro. El fondo misterioso en el cual peces nadaban a toda velocidad desde direcciones diferentes. Todos se acercaban a él. Todos lo miraban como si fuera un espectáculo... o un apetitoso trozo de carne. El agua fría le clavaba y lo presionaba desde todos lados, empezaba a ahogarse...

Débiles luces marcaban un camino en el agua, eran peces pequeños con escamas brillantes que iluminaban el paisaje marino tenuemente. Las sirenas tenían a Draco, hermosas sirenas con cabellos etéreos que el agua, grácilmente, hacia bailar. Intentó atacarlas, pero el hechizo rebotó en su contra. Mientras, una sirena se acercó a la boca del rubio.

—Es mío —moduló burlona mientras las demás se reían. Y le besó.

Harry se desesperó, intentó salir en su búsqueda, pero fue atrapado desde la cintura, el brazo lastimado por el hechizo que había intentado hacer, ardió ante el agarre firme de dos sirenas que rieron en su oído. Una tercera lo enfrentó a la cara.

La reconoció al instante.

Era la colorina que lo había atraído al mar la primera vez. El hermoso ser, miró a Draco que flotaba atrapado entre las otras chicas, lo tocaban con curiosidad y parecían divertirse con su cuerpo.

—Sus profecías son la única razón por la que no los hemos matado —le dijo volviendo a dirigirse a él. La voz suave y poderosa le heló la sangre —pero ya han tentado su suerte muchas veces —continuó, ahora el sonido suave se hacía más profundo y terrible, la colorina se hizo a un lado para que Draco fuera perfectamente visible para Harry. La sirena de cabello plata volvió a besar al rubio, esta vez, el cuerpo aparentemente inerte se convulsionó y la blanca piel de Draco se tiñó de oscuridad, lentamente, como si el beso absorbiera el color...

Harry gritó, una burbuja muda salió de su boca acabando con todo el aire que había intentado aguantar, mientras intentaba soltarse de sus fuertes captoras. La sirena colorina le tomó la cara, clavándole ligeramente las uñas —No vuelvan —le ordenó mientras Harry sentía como el agua se metía por su boca y nariz, e invadía dolorosamente su vía respiratoria...

Abrió los ojos con el corazón acelerado. Estaba sujeto a la baranda todavía mirando hacia el negro mar. Y frente a él, una sirena lo miraba sonriendo. La blanca piel brillaba bajo rojas hebras de seda, era esa sirena otra vez. Le estaba sonriendo.

"Sus profecías son la única razón por la que no los hemos matado" ...

¿Sus profecías? Harry apretó la baranda, ¿eso quería decir que en su profecía Draco participaría? ¿O que Draco también tenía una? Sin pensarlo, su cuerpo tomo impulso para subir la barrera y saltar al mar, para hablar con ella y buscar respuestas, pero apenas hubo puesto un pie en el fierro, la sirena se irguió en el agua hasta la cintura y le mostró las uñas en una posición fiera y amenazante.

Harry se congeló en el aire, todavía dudando si retroceder o saltar al mar. Entonces ella movió un dedo en señal negativa y con un coletazo desapareció bajo el agua.

Volvió a pisar la cubierta con su mente trabajando rápidamente sin encontrar respuestas... Tal vez Draco entendería a qué se refería... Ahora tenía otra razón para desear verlo, iba a enloquecer si la hora pasaba tan lento como lo había hecho en la tarde.

Una hora después, entró a la sala de reuniones para chequear si el correo había llegado. Hubiera deseado ver a Fawkes, las plumas doradas, brillantes como el sol, tenían un efecto muy placentero en él y de seguro lo hubieran animado. Pero no fue así. Al entrar al cuarto encontró sobre la mesa una carta de Dumbledore para Bill, una para Draco y una para él mismo. El Fénix ya se había marchado.

Miró su carta. Era muy delgada. La impecable caligrafía de Dumbledore probablemente expresaba sólo palabras dolidas y desilusionadas. Suspiró. Sabía que no se había portado nada bien y ahora le estaban pasando la cuenta. Primero Bill y a hora Dumbledore...

Se obligó a leer la carta.

El sol ya había parecido desde el horizonte, iluminaba la mañana con tinte perfecto. Ni una sola nube impedía el paso directo de su luz. No eran las ocho de la mañana y ya hacía calor, un calor húmedo y espeso.

Dejó la carta a un lado. Dumbledore, como siempre, había escrito las palabras precisas para hacerlo sentir muy mal.

Apoyó la cabeza en la mesa de madera, un golpe seco resonó en la tranquila y silenciosa mañana, recordándole una vez más que estaba solo. Estuvo así mucho tiempo, hasta que escuchó las voces de Lisa y Bill.

Casi saltó en el aire para mirar su reloj, diez minutos y terminaría el turno de guardia. Entonces nada le impediría ver a Draco.

— ¿Llegó el correo? —preguntó Bill, confirmando en realidad lo que veía sobre la mesa.

—Sí —contestó Harry en tono frío. No podría olvidar fácilmente lo que le había hecho para desquitarse.

Bill miró de reojo la carta que Harry tenía entre sus manos. Luego de meditar un segundo, prefirió no hacer comentarios. Tomó la suya y salió del aula.

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Ahora caminaba nervioso a la enfermería. A cada paso su amargura quedaba atrás. La ansiedad de ver a Draco lo alejaba de todo lo vivido... menos del impulso de abrazarlo, de arrullarlo y besarlo... al fin había llegado la hora.

Llevaba la carta que Dumbledore le había enviado. Era más bien un pretexto.. no sabía para qué necesitaba uno pero ahora se le hacía difícil pensar en Draco como su compañero de cuarto completamente accesible... ya no, ahora era...

Draco...

El corazón brincó en saltitos acelerados al encontrarse con la puerta blanca abierta. Pomfrey lo saludó con una ligera sonrisa y luego de darle un par de pociones de muy mal sabor lo dejó pasar.

—No puedes acercarte a él —le advirtió la enfermera.

La noticia lo desilusionó, pero pronto le restó importancia. Al menos lo vería...

—Pronto lo haré dormir, así que no tienes mucho tiempo —le dijo con un tono estricto para que no quedara lugar a dudas.

Otro ladrillo le quitó el ánimo, pero nuevamente lo recuperó. Iba a verlo...

—Ponte esto —le entregó una mascarilla. A Harry le pareció todo muy exagerado, pero para Pomfrey era una medida mínima y evitaría cualquier riesgo de epidemia. El barco era muy pequeño como para arriesgarse.

—Está bien —aceptó el chico evidentemente ansioso.

Draco estaba acostado boca arriba. Tenía los párpados ligeramente caídos y amoratados. Sus ojos brillantes asomaban enrojecidos y dolidos, quejándose sin necesidad de fruncir su cara.

Lisa le daba piquitos tiernamente mientras Blaise, apoyado a un lado de la cama acariciaba el cabello maltratado.

—Sigues siendo lindo Draco —le consolaba la chica mientras el rubio se dejaba querer con un pucherito que pedía más besos.

Les había costado mucho conseguir que Draco dejara de esconderse bajo las sábanas y ambos le besaban para convencerlo de que las extrañas y venosas manchas grises de su piel no lo convertían en un "monstruo asqueroso" como se había llamado antes de descubrirse.

Llevaban diez minutos con él. Pomfrey los había dejado pasar cinco minutos en la madrugada, cuando el chico recién había abierto los ojos y ante las quejas por el poco tiempo de visita, les había prometido más tiempo por la mañana, antes del desayuno.

Y habían llegado con anticipación, esperando poder verlo al menos un par de minutos más. Ninguno había podido avisarle a Harry, Bill les había prohibido informarle de la recuperación del chico, y Blaise tuvo que explicárselo así, a un desilusionado Malfoy.

Draco cerró los ojos para recibir nuevamente las tiernas caricias de los labios suaves de Lisa. Y entonces escucharon el sonido de la puerta al abrirse.

Blaise saltó de la cama y subió la mascarilla que tenía en el cuello hasta su boca. Lisa se despegó de Draco se puso la mascarilla y se alejó un metro de él en un solo salto. Miraron con cara culpable hacia la puerta, pero, para su suerte, no era Pomfrey quien los había pillado con las manos en la masa... era Harry.

—Cierra la puerta —le ordenó Blaise gesticulando exageradamente para ser entendido sin ser escuchado.

Lisa rió y se acercó nuevamente al rubio.

Draco desde su posición no podía ver a la persona que había entrado en la habitación, pero por la reacción de sus compañeros y el sonido de los pasos, imaginó que era Harry.

El corazón le dio un vuelco al sentir los labios tibios de lisa deslizarse por su mejilla. Harry... Harry no debía presenciar esto.

—No se puede mover —le informó Lisa al profesor de defensa cuando emprendió el camino hacia Draco. La mirada del chico estaba cargada de algo que ella interpretó como preocupación, necesidad de saber cual era el estado de Draco, tal vez.

— ¿No? —Contestó el gryffindor, incapaz de articular otra cosa. Había esperado tanto este momento... había traído las palabras más dulces atoradas en su garganta, detenidas hasta poder ver a su Draco, hasta encontrarse con él y confesarle tantas cosas... deseaba volver a tenerlo como la noche de navidad, junto a él... de él...

Pero no era así... ¡QUÉ DIABLOS HACÍA LISA SOBRE DRACO!

Sintió un cosquilleo de magia recorrerle todo el cuerpo. Quería estallar, sacar volando a la chica de la habitación, y a Blaise. ..

¿Había pensado en algún momento ser del grupo de Draco?

¡NO, JAMÁS!

Draco esperó casi sin respirar ver aparecer desde su horizonte el negro y desordenado cabello. ¿Qué habría pasado en el tiempo que estuvo dormido? ¿Harry ya habría cambiado la actitud coqueta y cariñosa adoptada los últimos días? ¿La cambiaría ahora que Lisa lo estaba besando? ¿Volvería a tocarlo después de esto?

—Harry... —logró articular con mucha dificultad, venciendo el miedo que le provocaba la falta de reacción de su compañero de cuarto.

Escuchó los pasos acercarse a su cama y hubiera dado todo por poder estirar el cuello, pero estaba demasiado maltratado.

La cabeza de Harry finalmente fue visible para él.

— ¡Draco...! —La voz de Harry sonó afectada, retrocedió un paso impactado por la piel oscura que parecía apaleada en las partes moradas. El elegante cuello, y la mitad del rostro se veían afectados por este color y suponía que el resto del cuerpo también... recordó a la sirena infectando a Draco y el miedo que sintió en ese momento.

— ¡No me veas! —medio gimió el rubio y juntando todas sus fuerzas se tapó con la sábana, un grito de dolor se le escapó al hacerlo.

— ¡Draco, no! —Blaise intentó quitarle la sábana y Lisa se tomó la cabeza mirando con reprobación a Harry.

— ¿Sabes cuánto nos costó que saliera de ahí? —le reprochó en un susurro para luego inclinarse nuevamente sobre Draco —Sal de ahí, No es tan terrible.

—No seas tonto mi niño —Harry se erizó por la frase pronunciada por Blaise — si hubiésemos querido mirar una cama, nos quedábamos en nuestras piezas ¿quieres que te dejemos solo?

Sí váyanse. Pensó enrabiado Harry, el cosquilleo de la magia descontrolada agolpándose en sus dedos.

—No saldré de aquí hasta que me recupere —No saldría, no dejaría que Harry lo viera así nuevamente.

—Dile algo —articuló la chica a Harry.

Pero en ese momento, atraída por el bochinche, Pomfrey apareció en el umbral de la puerta —¡¿QUÉ ESTÁN HACIENDO! —preguntó iracunda — ¡LES DIJE QUE NO PODÍAN ACERCARSE! —volvió a gritar al tiempo que los arriaba lejos del rubio —váyanse ahora, se acabó la hora de visita.

—Yo acabo de llegar —se quejó Harry. Él, a diferencia de los otros, tenía la mascarilla puesta y estaba a una distancia respetable de la cama.

—No, se van los tres, Draco tiene que dormir —y dirigiéndose a Draco —te dije que no podías moverte.

—Pero, yo... —Harry continuó quejándose —ni siquiera alcancé a hablar con él!

—Harry, estás acabando con mi paciencia... —le advirtió la enfermera con la cara roja —¡váyanse los tres a la sala vecina. Voy a revisar si se han contagiado!

— ¿Y cuándo lo volveremos a ver? —preguntó Blaise antes de salir por puerta, mostrándose muy arrepentido.

—Más tarde veremos. No se si pueda volver a confiar en ustedes.

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— ¡Harry! —Hermione lo encontró cuando se escabullía hasta su pieza.

— Hola, Hermione —seguramente Ron ya le había contado, y ahora venía a retarlo. Deseó haber sido invisible.

—Harry yo...

—Ron ya te lo dijo, ¿verdad? — le interrumpió. ¿Para qué alargar el sermón? —si, me gusta ¿y?

—No seas así, Harry. No vengo a reprenderte —el chico la miró un poco avergonzado, estaba descargando su rabia con ella —Harry, tú sabes que puedes contar conmigo —le tomó del brazo —para lo que quieras. Sabes que te apoyaré, pero te pido que tengas cuidado.

— ¿Cuidado? ¿Por qué tendría que tener cuidado?

—Harry, tu sabes que Malfoy no es... —el chico se soltó.

—Si viniste a decirme que Draco es malo...

— ¡No, Harry sé que lo quieres, pero no dejes que ese sentimiento te ciegue. Yo te apoyaré siempre, pero ten cuidado. Aún no lo conoces del todo.

—Si lo conozco y sé que no es tan malo como todo el mundo cree —dio medio vuelta y caminó hasta su pieza.

ººººººººº

Harry se encontraba recostado en su cama pensando en el chico rubio, y en lo que Herm le había dicho. Ella no lo conocía, por eso desconfiaba de él.

Draco era especial, nadie se podía comparar con él, por eso ella no le podía entender, nunca podría.

Se giró para olvidarse de la chica y se concentró en lo que ahora le quitaba el sueño: Draco Malfoy.

Había pasado todo un día desde que Ponfrey los había sacado de la enfermería, y él se había mantenido ocupado recordando cada facción, cada parte del rubio que ahora deseaba tanto.

Si bien en algún momento había estado de acuerdo en ser parte de los "amigos" de Draco, esa idea había sido desechada hacía largo rato.

Draco debía ser suyo, de nadie más.

Miró el catre sobre su cabeza. ¿Hacía cuánto que el slytherin no dormía ahí?

Una boba sonrisa apareció en su rostro.

La sonrisa se ensanchó al pensar que cuando se mejorara, volverían a compartir la cama

Una imagen lo asaltó: Lisa sobre su chico.

Nuevamente la rabia se apoderó de él.

"Es mío " Recordó a las sirenas y otra cosa ocupó su mente

"Sus profecías son la única razón por la que no los hemos matado" ...

Debía hablar con Draco, habían demasiadas cosas que aclarar, demasiadas cosas que decirse.

Se paró de golpe y salió de la pieza hecho un bólido; no iba a aceptar que ninguno se acercara a esa enfermería.

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—No puedes pasar —Ponfrey ni siquiera levantó la cabeza para mirarlo. Llevaba un buen rato intentando convencer a la señora de dejarlo pasar.

—Pero... —no le podía dejar afuera —le prometo que no estaré cerca...

—Harry —finalmente le encaró —eso mismo me prometieron ayer.

—...— iba a alegar que él no se le había tirado encima a Draco, pero se contuvo. No le convenía pelear —Hoy no me acercaré —le puso su mejor cara de perrito y esperó unos segundos.

La enfermera se levantó y buscó en una gaveta algo.

—Ponte esto —la enfermera le pasó una mascarilla y un frasco— y tómate esto antes de entrar.

— ¡Madame Ponfrey! —apareció Blaise — ¿Ya podemos entrar a verlo? —el moreno traía una encantadora sonrisa, Harry la odió.

—Tú no —el gryffindor no quiso reprimir una sonrisa.

—No puede ser tan mala... —el manipulador chico siguió sonriéndole — sé que usted no es mala.

—Ya estoy listo —dijo Harry después de beber la poción —¿puedo entrar?

—esta bien.

Cuando Harry pasó por el lado de Blaise, susurró —no te dejará.

— ¿Seguro?

ªªªªªªª

—Me alegro de que ya estés mejor, Draco —Blaise acariciaba el poco cabello platino que asomaba por entre las frazadas, mientras Harry lo miraba desde lejos enojado. ¿Cómo había logrado convencer a la enfermera tan fácil? No había alcanzado ni siquiera a estar un minuto con el rubio cuando el pesado ya había entrado con su sonrisita triunfadora.

—No estoy mejor —farfulló desde debajo de las sábanas —sigo igual de feo.

—Eres bello —Se bajó la mascarilla y le trató de destapar, pero no pudo —Vamos Draco... —se sentó junto a él y le acarició por sobre las mantas.

Y eso hizo hervir la sangre de Harry. Él debía estar haciendo eso, no ese idiota.

—Draco —se acercó finalmente y se sentó mirando al moreno con odio, y luego con ternura al bulto que era Malfoy. Se bajó la mascarilla —sal de ahí —le pidió suavemente.

El cabello rubio se asomó, junto con los ojos grises. Harry sonrió y le acarició el pelo — ¿desde cuándo eres tan tímido?

No contestó, pero los ojos grises no dejaron de mirarlo. El gryffindor deslizó un dedo por la nariz del chico y le bajó un poco las frazadas, pasando por sus labios suaves y muy apetecibles, sólo hasta poder ver la cara completa del rubio. Aún estaba pálido, con los ojos un poco hinchados y con ojeras, pero las manchas que cubrían su piel, otrora grises, ahora casi no se veían.

—Te ves bien —le dijo.

—Mentiroso —trató de volver a taparse, pero el profesor no le dejó.

—No, no te esconderás de nuevo —le atrapó una mano, y la sacó para darle un fugaz besito. Luego se acomodó junto a él y le pasó un brazo por encima. Le hubiese gustado besarlo, tocarlo, decirle todo, pero estaba "Blaisy". Debía sacarlo de algún modo. Pero, cómo...

— ¿Y galletas? —la voz, la desagradable voz del moreno lo trajo a la realidad. Estaba parado junto al velador llenando un vaso con jugo. Harry chasqueó los dedos y las galletas aparecieron en su mano, otro chasquido y el jugo también estuvo en su poder.

—Gracias —les dijo a ambos el rubio sin saber muy bien que hacer. Los dos morenos se miraban enojados. Fue a tomar una galleta, pero Harry le dejó una en la boca. Blaise se sentó nuevamente en la cama y le corrió el pelo de los ojos.

— ¿ Y qué haremos con la fiesta? —le preguntó Blaise —No quiero hacer todo yo.

— ¿Qué fiesta?

—Slytherin está organizando una fiesta para el año nuevo, Harry —le aclaró Draco —Una sólo para gente... interesante.

Harry recordó lo que tantas veces había escuchado, las famosas "fiestas" de Slytherin, sólo iba gente que alguno de la casa invitaba, gente "privilegiada". No sabía exactamente qué pasaba ahí, pero no podía ser nada muy santo.

—Bill no lo sabe, ¿verdad? Porque hay otra fiesta ese día y...

Blaise lo quedó mirando y movió la cabeza de un lado a otro — ¿Tú qué crees?

Antes de que se pusieran a pelear, Draco deslizó unos dedos por la cara de Harry y le miró atentamente —Tú estas invitado, claro —sonrió.

El gryffindor se sintió halagado.

—En todo caso, Blaise —dejó de mirar a Harry —Estaré completamente bien para ese día, yo haré las "cosas" —carraspeó, tenía la garganta un poco seca — No me cuesta en lo absoluto —recibió el vaso que Harry le tendía y bebió.

— ¿Estás seguro? —le tocó un lugar en la panza, y el rubio hizo un gesto de dolor —te necesitamos bien para la noche, te necesito bien para esa noche —y otra vez la sonrisa casanova apareció en el semblante de Blaise. Harry le apartó la mano con magia, muy enojado, y Draco tosió nuevamente.

—Toma —le dio más jugo el prefecto. Miró los celos del moreno y decidió jugar un ratito. Le encantaba sacarle los choros del canasto a Harry. Se acercó al enfermo hasta quedar junto a él — ¿Necesitas algo más? —le dijo seductoramente tomándolo del mentón y tocando con suavidad los labios semi abiertos —lo que quieras... —se acercó a la boca del enfermo; casi rozaba con sus labios los del otro chico —puedes pedírmelo.

—Aléjate —la voz dura de Harry lo hizo voltearse y mirarlo burlonamente.

— ¿Por? —seguía sobre el rubio. Miró de nuevo a Draco y acarició la boca del rubio con la suya — lo que tú quieras —le susurró, pero algo lo apartó repentinamente.

—Ponfrey nos dijo que debíamos estar lejos de él —Harry estaba sobre el rubio, con una mano tapándole la boca, y con la otra manteniendo a Blaise lejos de Draco.

—Relájate —contestó medio riendo el slytherin —No está aquí.

—Eso no importa —lo empujó un poco más lejos y le tiró la sábana encima al rubio —TÚ no debes hacer eso.

— ¿Te molesta? —se quitó la mano que lo empujaba de un manotón y se arregló la ropa —Te molesta —aseguró socarronamente.

—Ándate —si Harry no hubiera estado tan pendiente de echarle la foca a Blaise, se hubiera dado cuenta de que Draco se ahogaba bajo su mano. El pobre, como no tenía mucha fuerza aún, intentaba infructuosamente sacarse la mano de Harry, que aprisionaba tanto la sábana que no le dejaba respirar —Le diré a Ponfrey.

— ¿De verdad? Le dirás que te quieres quedar solo con Draco para...

— ¡ÁNDATE! —empujó a Blaise con un poco de magia, haciéndole caer de la cama.

— ¡QUÉ TE PASA ESTÚPIDO? —lo tomó rápidamente de la ropa y lo empujó con fuerza; lo que provocó que Harry soltara al rubio, quien comenzó a toser escandalosamente —NO TE ATREVAS A HACER ESO DE NUEVO!

— ¡¿QUÉ ÉSTA PASANDO AQUÍ! —Ponfrey corrió a ver al enfermo que seguía tosiendo y quejándose — ¡FUERA LOS DOS!

—Él empezó —lo acusó Harry desde el piso.

—No me importa, ¡vayan a la sala de al lado! Ya iré a revisarlos.

Empujándose al pasar, los dos chicos salieron antes de que la señora los rebanara.

ªªªªªªªªªªªª

Ponfrey no volvió a dejar entrar a nadie a la enfermería. Por más que Harry intentó persuadirla, lo único que consiguió fue enfurecer más a la enfermera. Trató de entrar con la capa de invisibilidad, pero la sala en donde se encontraba Draco tenía puesto, otra vez, el hechizo que sonaba como una alarma cada vez que alguien no autorizado entraba. Ya al día siguiente, se rindió y decidió esperar a que dieran de alta a Draco.

ªªªªªªªªªªªªªªªªªªªª

— ¡Fiesta, en América! ; ¡Fiesta, en América! —un chico de cuarto bailaba al son de una tonada pegajosa en la cubierta del barco. Aquel día, el 31 de diciembre, celebrarían el fin de año con otra fiesta, como a la anterior muchos alumnos no habían podido asistir por estar enfermos, Bill y los demás jefes de casa (los que estaban en condiciones) habían accedido a realizar otra jornada de baile y diversión para todos.

Se encontraba en la cubierta principalYa eran las tres de la tarde y el corazón le danzaba a mil por hora, estaba muy nervioso. Ese día, Harry había despertado de mejor ánimo, esperaba que tal y como Draco le había asegurado la última vez que se había visto, aquel día sería dado de alta. Tenían muchas cosas de que hablar.

Esperaba pacientemente a que el cuerpo ágil y esbelto de Draco apareciera, que sus brillantes ojos grises le saludaran y que, si tenía suerte, los suaves y dulces labios le besaran en una respuesta afirmativa a sus pretensiones.

Demonios...por qué tarda tanto...

Hacía tres horas que estaba en la cubierta, achicharrándose al sol, y aún no pasaba nada. De pronto, un grupo de alumnos pasó corriendo hacia la enfermería, todos alumnos de Slytherin, todos admiradores de Draco.

Deseó ir con ellos, pero la enfermera no le quería ver ni en pintura. Resignado, siguió esperando pacientemente.

—Ahí estas —la conocida voz arrastra-palabras le removió el estómago. Se giró y vio frente a él a Draco Malfoy, luciendo una sonrisa perfecta —no sé como aguantas este sol... —dijo tapándose con la mano los ojos —Es horrible, me quema.

—Veo que definitivamente te mejoraste, estas igual de quejón que siempre.

El rubio se apoyó en la baranda y tiró el cuello hacia atrás, dejándolo completamente expuesto —No creo que tú me hayas escuchado quejar de verdad — cerrando los ojos, soltó un jadeo.

Toda clase de imágenes cachondas pasaron por la mente de Harry, que sintió como la sangre subía a su cara, y bajaba a otras partes también.

—No molestes, Malfoy.

— ¿Molestar? —lo miró inocentemente — yo no te estoy molestando.

Harry sólo rió y cambió de tema — ¿Ya tienen todo listo?

—No, acabo de salir —aproximó una mano a la camisa que tenía puesta Harry y jugó con uno de los botones —Sólo te he visto a ti.

El moreno se acercó un poco al cuerpo del rubio sonriendo. Comenzaba a coquetear como siempre, sólo que esta vez lo hacía con toda la intención y ganas del mundo — ¿Y los estudiantes que te fueron a buscar? ¿Acaso no los viste?

—No... —respondió mirando angelicalmente la camisa, aún jugando con el botón —cuando salí no había nadie esperándome —hizo un pequeño puchero, un adorable puchero.

Harry pasó una mano por el brazo descubierto del rubio, acariciándolo. Hacía mucho que quería hacer algo así. Dio un paso para quedar más próximo al chico. Casi lo rozaba.

— ¿Por qué no me fuiste a buscar? —le preguntó pasándole una mano por sobre los hombros y tocando el rebelde cabello negro —Tampoco me fuiste a ver.

—Ponfrey no me deja si quiera estar en el pasillo de la enfermería —dijo medio riendo —mucho menos podía ir a verte.

— ¡Ah! —exclamó y le soltó —una lástima —se corrió para irse, pero Harry lo tomó por la cintura ¡Cómo había deseado hacer eso durante días! Ladeó la cabeza para poder sentir el perfume del cuello de Draco, acariciando la piel con la punta de la nariz al hacerlo.

— ¿Para dónde vas? —inquirió apretando más al chico y enderezando la cabeza para mirarlo de frente. Estaba a un suspiro de distancia de los labios de Draco, pero no quería besarlo, no todavía, quería disfrutar de la sensación que le provocaba tener al rubio tan cerca de él. Era delicioso.

— ¿Adónde crees? —le tomó la cara con una mano y le deslizó el pulgar por la boca —Debo preparar las cosas para la fiesta —los ojos grises chispeaban de anticipación. Esa noche, en la fiesta, finalmente se agarraría al moreno. Sólo debía darle un poquito de alcohol para que se desinhibiera y ¡Listo! Estaba seguro de que Harry estaba dispuesto, desde navidad que estaba dispuesto, sólo le faltaba un último empujón para actuar.

— ¿Te puedo acompañar?

—No —le sonrió pícaramente —es una sorpresa — le dio un lento beso en la comisura de los labios y se soltó del agarre del moreno —Te veo después —y se fue rumbo a su despacho.

Debía prepararse, si todo salía bien, esa sería una velada maravillosa.

FIN DEL CAPÍTULO

REVIEWSSSSS!

QUEREMOS REVIEWS!

Para saber si les gustó, si el intento de seudo-lemon estaba muy chanta (es nuestra primera vez), si nos quieren asesinar por lentejas, porque estos chicos no avanzan, por cortarlo en esta parte, porque no les gustó lo que hizo Ron...ETC.

Lo hicimos con mucho cariño, y ojalá lo hayan disfrutado. Cuídense y sigan leyendo.

Se despiden:

catzeruf y DIOX