MSLN Y SUS PERSONAJES NO ME PERTENECEN

KANNAZUKI NO MIKO Y SUS PERSONAJES NO ME PERTENECEN


Prólogo

- ¿Cuándo volveré a verte?

- No lo sé. Ya te dije que no quería ningún compromiso. –se abotonó su blusa.

- Lo sé… Pero nos divertimos mucho cuando estamos juntos… –besó sus labios antes de darle un mordisco en el cuello.

- Es sólo sexo, Tiida-kun.

- Sí, pero ambos lo disfrutamos… –lo interrumpió el sonido del celular de su acompañante.

- Takamachi. –respondió– Está bien. Enseguida voy. –colgó– Debo irme. Ha llegado un caso de urgencia. –se puso su chaqueta– Ya te llamaré… –le dio un beso que el otro profundizó y se marchó.

Se subió a su auto y condujo hasta la clínica. Al entrar, saludó a su empleada de confianza y ésta la siguió hasta su oficina para comentarle sobre el caso mientras se cambiaba de ropa.

- Siento que hayas tenido que cambiar tus planes en tu día libre, Nanoha-chan…

- No te preocupes, Hayate-chan. No estaba haciendo nada importante, en realidad. –la castaña se cruzó de brazos y alzó una ceja– ¿Qué?

- Siento decirte que apestas a sexo y no hablemos del aspecto que traes… –la cobriza se avergonzó.

- ¡Hayate-chan! –exclamó roja de la vergüenza.

- ¿Qué? Es la verdad. –la cobriza frunció el ceño– Está bien, está bien. –alzó las manos– Hubo un atropello múltiple. Shamal está atendiendo a Shibou, que llegó en estado crítico. No sabíamos cuánto tardarías en llegar. –la oji lavanda asintió– Arf, quien también está en estado grave, está siendo llevada a quirófano en estos momentos.

- Vamos allá. –dijo tras ponerse su ropa de cirugía.

Entró en la sala donde se encontraba Arf. Sonrió con ternura. Era una perrita preciosa. Acarició su cabeza mientras sus auxiliares la ponían al día del caso. Atropello múltiple donde no sólo los cachorros habían sufrido las consecuencias. La perrita tenía varias fracturas y no sabían si algún órgano interno había sido dañado. Estudió las radiografías a fondo y observó las imágenes del escáner. Los órganos no parecían dañados, pero no lo sabría con seguridad hasta que la operaran.

- Arf, vas a ser una buena chica y vas a resistir, ¿de acuerdo? –le habló a la cachorrita con dulzura– Vamos a dormirte. Te veremos en un ratito. No vayas a irte al cielo de los perros, ¿me entendiste? –la acarició nuevamente y antes de retirar su mano, la perrita movió su cabeza y le dio un lametón, haciéndola sonreír– Buena chica. –miró a uno de sus auxiliares– Es la hora.

Tras anestesiar a la perrita, Nanoha se encargó de llevar la operación a cabo. Debía hacerlo rápido y de manera eficaz. Todos los animales eran muy sensibles con respecto a la anestesia. Tenerlos más tiempo del necesario anestesiados, era demasiado peligroso. Pasaron varias horas antes de que entrara Shamal en esa sala.

- Nanoha-san, ¿cómo lo llevas? –le preguntó desde la distancia.

- Ya casi estoy terminando, Shamal. ¿Cómo te fue? –no respondió– ¿Shamal?

- No he podido hacer nada para salvar su vida. Shibou no ha resistido la operación. Venía a preguntarte si debo darle la noticia a la familia o si debería esperar a que tú termines…

- Maldita sea… –farfulló– Espera a que yo termine, Shamal. Al menos, que les quede el consuelo de que su otra mascota está bien. –estaba a punto de terminar cuando la perrita entró en paro cardíaco– ¿Qué? ¡Oh, no! Nada de irse al cielo de los perros, Arf. –murmuró– Tu familia te está esperando ahí afuera. No puedes dejarlos. –trató de reanimarla– Vamos… Vamos… Vamos… ¡Vamos! –gritó y la perrita recuperó el pulso– Gracias al cielo… Buena chica… Buena chica…

Terminó la operación y la llevaron a la sala de cuidados, donde la observarían las veinticuatro horas. Shamal y ella salieron a la sala de espera, donde se encontraron con la familia de los perros. Al verlas, se pusieron en pie rápidamente a pesar de que una de ellas estaba bastante herida. Quedó en shock al verla. A pesar de que tenía sangre en la cabeza, en sus brazos y piernas y estaba magullada, esa chica era preciosa. Tenía una mirada borgoña que atravesaba el alma. La otra chica, de pelo azul y mirada zafiro, también era muy hermosa. Carraspeó un poco.

- ¿Cómo están? –preguntó ansiosa la peliazul.

- Sentimos informarles que… –la rubia veterinaria tragó pesado.

- Shibou no resistió la operación. –habló la cobriza en su lugar.

- No… –negó la de ojos zafiro– No puede ser… –lágrimas cayeron por su rostro.

- Chikane… lo siento mucho… –trató de abrazarla, gruñendo al mover su brazo– Debí haber corrido más… –la interrumpió.

- Idiota, ¡casi mueres tú también! ¡Te han atropellado, por todos los cielos!

- No me habría importado si hubiese salvado a Shibou. –las veterinarias se estremecieron ante sus palabras– ¿Y Arf? ¿Cómo está ella? –preguntó esperanzada.

- Arf está en la sala de cuidados. La operación ha ido bien. No tenía ningún órgano dañado, sólo algunas fracturas que hemos tenido que soldar. No podrán verla hasta mañana. –la oji borgoña comenzó a llorar de alivio.

- Gracias… gracias… –le decía una y otra vez y las veterinarias asintieron.

- Si vienen conmigo, podremos hablar en otra sala sobre Shibou… –les dijo la rubia y caminaron tras ella.

- Gracias de nuevo por salvar a Arf. No sabe lo que significa para mí... –extendió su mano y la cobriza la estrechó, sintiendo una corriente eléctrica que atravesó todo su cuerpo.

- Arf ha sido una buena chica… Estará feliz de verte de nuevo…

- Fate. Me llamo Fate.

- Fate-chan… –la nombrada abrió los ojos como platos y la cobriza se ruborizó– Perdón… –se disculpó por sus modales.

- No se disculpe. Me gusta. –sonrió y esa sonrisa hizo que el corazón de la cobriza diera un vuelco– Gracias por todo, Takamachi-san. Es una de las mejores médicas veterinarias que hay en nuestra ciudad. –la oji lavanda se ruborizó.

- Nanoha. Llámame Nanoha, por favor.

- Nanoha… –susurró y la nombrada se estremeció– Debo irme… –asintió– …pero necesito que sueltes mi mano… –la cobriza abrió los ojos como platos y soltó la mano de inmediato, totalmente avergonzada, provocando la risa de la rubia– Hasta mañana, Nanoha…


Nueva historia con nueva trama. Espero sorprenderos y que os guste. Disfruten y si no les gusta, díganmelo.

¡Saludos!