Capítulo 1
- ¡Fate-chan! ¿Qué te ha pasado? –se alarmó su madre al verla en ese estado.
- Hola mamá… –sonrió– Nada, sólo un pequeño golpe… –rió nerviosa.
- ¿Un pequeño golpe? –preguntó una pelimorada, alzando su ceja– Ven conmigo, rubio bombón. Te haremos algunas pruebas. –suspiró– En cuanto estén, se lo haré saber, Lindy-san.
- Gracias, Ginga-san. –se llevó a la rubia con ella.
- ¿Me puedes explicar qué pasó esta vez? Fate, debes dejar de meterte en problemas…
- No, Ginga… No me metí en problemas esta vez. Estaba en el parque con Arf. Me encontré a Chikane y hablamos mientras nuestros perros jugaban. Nos distrajimos un momento y… cuando quisimos darnos cuenta, Shibou y Arf estaban corriendo hacia la carretera… –la pelimorada la miró con terror.
- ¿Te lanzaste a la carretera? –gritó horrorizada y la otra se encogió como un niño pequeño que ha sido regañado.
- No podía permitirlo… Ya sabes que Arf es lo más valioso que tengo… Haría cualquier cosa por ella… Me lancé a la carretera, pero no me dio tiempo de recoger a los dos, el coche impactó conmigo antes…
- ¡Jesús, Fate! ¡Podrías haber muerto! Sé lo importante que es Arf para ti, pero ¡por todos los cielos! Vamos a hacerte un escáner para ver que todo esté bien, ¿de acuerdo? –la rubia asintió.
- Ginga… –la miró– No le digas nada a mi madre… –le pidió en un murmuro y la otra rió.
- Sigues siendo como una niña… Veamos esas pruebas y ya decidiremos qué decir, ¿vale? –la oji borgoña asintió y entraron a la sala de rayos– Hola cariño, aquí te traigo a tu paciente favorita…
- ¿Otra vez Fate-san? –alzó una ceja– Fate-san, me agrada su compañía, pero debe dejar de venir de esta forma… –suspiró.
- Lo siento, Cinque… –se tambaleó y apoyó en la pelimorada.
- Fate, ¿qué te ocurre?
- Lo… siento… –volvió a tambalearse y casi cae al suelo– Me mareé…
- ¡Rápido, Cinque! Puede ser un traumatismo craneoencefálico…
- ¡Vamos!
Tras haberle hecho diferentes pruebas y comprobar que, gracias al cielo, sólo tenía un brazo roto y algunos hematomas que ya comenzaban a ser visibles, le atendieron el brazo y dieron unos medicamentos para el dolor. Le colocaron el hueso en su lugar y lo enyesaron para inmovilizarlo. La pasaron a una habitación, pues a pesar de que el escáner había salido limpio, querían asegurarse de que no tenía ningún daño en la cabeza.
…
Chikane se encontraba totalmente desolada tras haber perdido a su preciada mascota. Fue un regalo que le hicieron sus padres. Fue el último regalo que recibió de ellos antes de su muerte. Era el último recuerdo que tenía de ellos. Si Fate hubiese sido más rápida, no habría pasado nada de eso. Pero ¿qué estaba diciendo? Su amiga había arriesgado su vida por salvar a las dos mascotas. No había sido culpa de Fate. En todo caso, había sido culpa suya por no prestar atención. Por su culpa, Shibou había sufrido ese accidente. Se dejó caer en la cama, enterró su rostro en la almohada y lloró, como una niña pequeña, hasta caer dormida.
…
Nanoha volvió a su casa alrededor de las 10 de la noche, totalmente agotada después de haber estado toda la madrugada ocupada con el pelinaranja en la cama y después en el hospital veterinario atendiendo esa urgencia. No quiso marcharse hasta asegurarse de que Arf estuviera fuera de peligro. Sonrió sin darse cuenta al recordar el suave tacto de aquella mano. Aquella rubia chica de mirada rubí la había dejado completamente noqueada con su belleza. Y aunque la otra chica con esa mirada azul que parecía tener el océano más profundo en sus ojos, también era hermosa, no se comparaba a Fate. Fue al baño, se desnudó y se dio un largo, relajante y placentero baño. Volvió a sonreír. Mañana vería de nuevo a Fate.
…
Soltó un gruñido y abrió los ojos lentamente. La luz que entraba en la habitación, la molestaba enormemente. Volteó el rostro y se encontró con una cara muy familiar y que hacía tiempo que no veía. Sonrió mientras la miraba con detenimiento. Seguía siendo tan preciosa como siempre y ese aura angelical e inocente, aún la rodeaba. Se removió un poco y provocó que la chica se despertara.
- ¡Fate-chan! –exclamó poniéndose en pie– ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? –preguntó preocupada.
- Estoy bien. –susurró.
- ¿Seguro? –asintió y la chica suspiró– Me alegro, pero ¡eres una completa idiota! ¿Era necesario que te lanzaras delante de un auto? –exclamó de graciosa manera, inflando sus mejillas.
- Lo siento, Himeko… –sonrió– Y tú… ¿cómo sabes cómo ocurrió?
- ¿Crees que no conseguiría que Ginga-san me lo contara? –la oji borgoña alzó una ceja– ¿Por qué me miras así?
- Deja de coquetear con Ginga, tiene pareja…
- ¡Serás…! Definitivamente el golpe te ha dejado más idiota de lo que ya eras. –habló molesta y la rubia rió lo que el dolor le permitió.
- Lo siento, Himeko. –tendió su mano y sujetó la de la chica– Realmente te extrañé, prima… –la miró con cariño.
- Y yo a ti, tonta. –la abrazó con cuidado y extrema ternura– ¿Seguro que estás bien?
- Sí. Te lo prometo. ¿Hasta cuándo te quedas?
- Acabo de llegar y ya me estás echando… –fingió decepción antes de reír– Me quedaré una buena temporada. Pedí una excedencia en mi trabajo. Te voy a llevar a casa conmigo para cuidarte. –le sonrió– Voy a avisar a tía Lindy. Enseguida vuelvo. –le dio un beso en la cabeza.
…
Después de una larga regañina por parte de Lindy Harlaown y Precia Testarossa, Himeko se llevó a Fate a su apartamento. A pesar de que la rubia más alta quiso ir al hospital veterinario para informarse y ver a su preciada Arf, su prima la llevó directamente a su hogar. Una vez que acomodó a Fate, se marchó al apartamento de su prima para recoger algo de ropa y después fue al veterinario.
- Buenas tardes. –la saludó amablemente una castaña con ojos azul cielo.
- Buenas tardes. Venía a informarme y ver a Arf. Vengo de parte de Fate Testarossa.
- Un momento, por favor. –se levantó de su asiento y se perdió por un pasillo.
…
Llamó a la puerta de la oficina de su mejor amiga y jefa, y entró sin esperar el permiso. Su amiga se volteó en su asiento mientras estaba atendiendo el teléfono.
- No, Tiida-kun. Ya te dije que te llamaría. Estoy muy ocupada. Tengo mucho trabajo. De hecho, tengo que dejarte. Adiós. –colgó y suspiró.
- Es persistente, ¿eh? –la cobriza asintió– Debes ser muy buena en la cama para que insista tanto, Nanoha-chan. –se burló.
- Muy buena fingiendo, querrás decir… –murmuró demasiado alto y su amiga la miró con una ceja alzada– ¡Hayate-chan! –se avergonzó– ¿Qué… qué quieres?
- Vienen a informarse y ver a Arf. ¿Sales tú o…? –la interrumpió.
- ¡Salgo yo!
Se levantó de un salto y a paso rápido se dirigió a la puerta. Su corazón comenzó a latir salvajemente. ¿Por qué tan nerviosa? Era solo un familiar más que venía a preguntar por su mascota. ¿Entonces? ¿Por qué esa ansia por ver a esa chica de mirada borgoña? Llegó a la sala de espera y buscó a aquella rubia, pero grata fue su sorpresa al encontrarte con otra rubia chica.
- ¿Himeko-chan? –preguntó aún sorprendida.
- ¡Hola, Nanoha-chan! –se acercó a ella– ¡Me alegro tanto de volver a verte!
- ¡Yo también! –la abrazó con alegría– ¿Cuándo has llegado? ¿Y qué haces aquí?
- He llegado esta madrugada y aún no pude descansar. –suspiró– Fate-chan siempre me agota…. –rió y la cobriza se tensó al escuchar ese nombre– Vengo a informarme y ver a Arf en su nombre, si es posible. Es una perrita muy especial para nosotras.
- Hm… Sí, ven conmigo, por favor. –la guio por un pasillo– Arf ha sido una buena chica. Se está tomando la medicación y ha comido bien. –entraron en una habitación y se acercaron a una jaula– Hola, Arf. Ha venido alguien a visitarte. –abrió la jaula.
- Arf, preciosa. ¿Cómo estás, corazón? –acarició con cuidado su cabecita y la perrita movió la colita demostrando inmensa felicidad– Yo también te extrañé. –le dijo cuando la lamió– ¿Cuándo podré llevármela, Nanoha-chan?
- Me gustaría asegurarme de que la fractura esté sanando correctamente. ¿Te importaría que se quede unos días más? Además, no te voy a cobrar ese tiempo extra. Eres mi amiga y es tu perrita. –sonrió.
- Oh no, Nanoha-chan. No tienes que hacer eso. Además, legalmente, Arf es de Fate-chan, pero ella no puede moverse tampoco, así que yo me haré cargo de recogerla cuando tú me lo permitas. –volvió a acariciar su cabecita– Fate-chan tiene muchas ganas de verte y de estar contigo. Muy pronto nos iremos a casa. Sé una buena chica. –se despidió– La dejo en tus manos, Nanoha-chan. Sé que la cuidarás muy bien.
- Cuenta con ello. Te avisaré en cuanto puedas llevártela, ¿te parece bien? –la rubia asintió– ¿Hasta cuándo te quedas? Quizás podamos quedar y tomarnos algo mientras nos ponemos al día.
- Me encantaría eso. –sonrió ampliamente– ¿Recuerdas dónde vivo? –la cobriza asintió– Vente este viernes a cenar. –le pidió con ilusión– Me quedaré de manera permanente, al menos, de momento. Pedí una excedencia en mi trabajo, así que estaré aquí por un tiempo indefinido.
- ¡Eso es fantástico! Que te quedes aquí, quiero decir. –añadió rápidamente y nerviosa, haciendo reír a su amiga– Nos vemos entonces el viernes. ¿Sobre las ocho? –la rubia asintió– Bien. Cuídate, Himeko-chan. Hasta luego. –se despidió.
- Hasta luego. –se marchó.
…
Chikane despertó con un profundo dolor de cabeza. Después de haberse desahogado como nunca, durmió durante más de doce horas. Había soñado con su mascota. Era como si Shibou hubiera querido consolar a su ama por última vez y despedirse de ella. En el sueño, el perro movía la cola en señal de felicidad por ver a Chikane. Corrió hacia ella y le dio montones de lametones, arrancándole sonrisas y risas. Cuando llegó el momento de partir, Shibou lo hizo moviendo la cola y dando pequeños saltos, feliz, mientras se acercaba a dos personas. Quería hacerle saber a su ama que estaba bien y en compañía. Estaba con sus padres. Se levantó de la cama y fue al baño. Necesitaba espabilarse. Se vistió y fue a la cocina a prepararse el desayuno. Miró el cuenco de la comida de su preciada mascota y lágrimas volvieron a resbalar por sus mejillas, aunque después del sueño, se sentía algo más liviana. Desayunó y salió de casa. Había estado tan centrada en su dolor que se olvidó por completo de su amiga. Ni siquiera la acompañó al hospital y no la había llamado para preguntar cómo se encontraba. Suspiró. Condujo hasta el apartamento de Fate. Cuando llamó a su puerta y no abrió, se preocupó. ¿Y si el golpe había sido más grave de lo que pensó? Se tensó y se sintió horrible. Rápidamente sacó su teléfono móvil de su bolso y la llamó.
- ¡Chikane! ¿Cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte con tu…? –la interrumpió.
- Fate, gracias al cielo. –exhaló– ¿Dónde y cómo estás? Estoy en la puerta de tu apartamento y no estás aquí. –habló con preocupación.
- Estoy bien, tranquila. Sólo tengo un brazo roto y algunos hematomas. –dijo, restándole importancia– ¿Qué haces en mi apartamento?
- Quería verte y saber cómo te encontrabas…
- Oh… –se escuchó una risilla– Te mando mi ubicación ahora mismo. Me estoy quedando en casa de alguien mientras me recupero. Te estaré esperando, Chikane. Ven a verme a esa dirección, ¿está bien?
- Bien. Envíame la dirección e iré a verte ahora. –colgó y de inmediato recibió la ubicación de la rubia.
Volvió a subirse a su auto y condujo a la dirección que Fate le había facilitado. Al llegar, aparcó frente a la puerta. Se sorprendió al ver ese hogar. Era una casa bastante grande y, por la zona en la que se encontraba, diría que también cara. Llamó al timbre y aguardó. Se escucharon unas voces en el interior y reconoció a su amiga, mas no fue ella quien abrió. Quedó completamente en shock al ver a la rubia chica de mirada violácea que había abierto la puerta.
- Hola. Debes ser Chikane-chan. –sonrió amablemente y la peliazul sintió que su corazón se detenía.
- … –abría y cerraba la boca, pero nada salía.
- ¿Estás bien? –preguntó tímidamente.
- Lo… lo siento… Fate me dio esta dirección.
- Pasa, por favor. –la oji azul entró y siguió a la anfitriona.
- ¡Chikane! –gritó una rubia de mirada borgoña desde el sofá– ¿Cómo estás? Lo siento… Ha sido por mi culpa… –bajó la cabeza.
- No, Fate. No fue tu culpa. –se tragó el nudo de la garganta– Fue culpa mía…
- No fue culpa de ninguna de las dos. –habló la oji violeta, sorprendiendo a ambas– No podríais haber hecho nada diferente. No fue vuestra culpa.
- Himeko… –la llamó con cariño la rubia– Chikane… –llamó su atención– Ella es Kurusugawa Himeko, mi prima. –sonrió y la peliazul abrió los ojos como platos.
- ¿Pri…ma?
- Así es… –contestó la más baja– Aunque parezca increíble, esta rubia idiota y yo somos primas… –suspiró en rendición y la peliazul no pudo reprimir unas risillas que rápidamente se convirtieron en carcajadas.
Fate y Himeko se quedaron mirándola, totalmente impresionadas, aunque por razones diferentes. La primera, porque era la primera vez en muchísimo tiempo que la veía reír de esa manera tan sincera y abierta. La segunda, porque la melodía de esa risa hacía que algo cálido despertara y se extendiera por todo su interior. Era la risa más bonita que había escuchado alguna vez y, por un breve segundo, deseó poder escucharla más a menudo. Fate miró a su prima con ilusión y, con un leve gesto de cabeza, le agradeció que hiciera reír a su amiga.
- Chikane-chan… –la llamó cuando se calmó– ¿Te gustaría quedarte a almorzar? –preguntó tímidamente y con un pequeño sonrojo.
- ¿Eh?
- Estando tú aquí, seguro que esta idiota no hace tonterías… o igual sí. –añadió rápidamente entre risas y la otra no pudo evitar reír de nuevo.
- No quiero molestar, Kurusugawa-san…
- Himeko. Llámame Himeko. –le sonrió con candidez– Y tú nunca molestarás, Chikane-chan. Siempre serás bienvenida.
- Himeko… –se sonrojó y la oji borgoña alzó una ceja.
- Bueno, creo que esta idiota mejor se va a la cama a descansar un poco para no hacer tonterías. –se puso en pie con dificultad– Quédate, Chikane, por favor.
- ¡Fate-chan! –exclamó su prima– Deja que te ayude. Enseguida vuelvo, Chikane-chan.
Himeko ayudó a Fate a llegar a la habitación y la recostó en la cama. A pesar del horripilante accidente, la oji borgoña había tenido la inmensa suerte de solo romperse un brazo. Aun así, necesitaba reposo para los hematomas que habían empezado a formarse en su costado y abdomen. Himeko se disponía a salir a marcharse, pero la mano de su prima la detuvo.
- ¿Qué ocurre? –preguntó ladeando la cabeza.
- Gracias. –dijo simplemente.
- No es nada. –se sentó en el borde de la cama– Eres mi familia. Siempre cuidaré de ti. –acarició su mejilla.
- No me refiero a eso. –la oji violeta la miró con confusión– Gracias por hacer reír a Chikane, aunque fuera a costa mía… Perder a Shibou ha sido muy duro para ella. Era la única familia que le quedaba. –habló con tristeza– Gracias, prima, por invitarla a comer también.
- De nada. –le dio un beso en su cabeza y se puso en pie– Descansa, Fate-chan. –se dirigió a la puerta.
- Himeko… –se detuvo y volteó a verla– Está soltera. –le sonrió pícaramente y su prima se sonrojó.
- ¡Idiota! –salió de la habitación dando un fuerte portazo y refunfuñando.
Saizoh: Ya ves que Chikane y Fate son sólo amigas y que Himeko ya apareció, ¡y de qué manera! Consiguió hacer reír a Chikane después de haber perdido a su preciado perrito. ¿Será que conseguirá enamorarla también después de que su prima le dijera que está soltera? XD Por cierto, el chico con el que Nanoha tiene sexo es el hermano de Teana Lanster xD
Guest: Glad to know that I get you laughed. It makes me happy. I'll do my best to do it again... Thanks for enjoying all my stories :)
