Capítulo 2
Himeko bajó a la sala de estar tras haber dejado a su prima Fate descansando en la cama. La muy idiota la había hecho sonrojar tras sus palabras. ¿Cómo iba a mirar a Chikane ahora a la cara? Necesitaba tranquilizarse o su acelerado corazón sufriría un colapso. Bajó la escalera refunfuñando por lo bajo. No podía creerlo. Se calló y se detuvo al ver a la peliazul observar detenidamente unas fotografías que había colgadas en la pared, junto a las escaleras. Aprovechó ese momento para mirarla detalladamente. Tenía un aura angelical. Tenía largas piernas y tenía unas curvas de infarto. ¡Vaya que tenía curvas! Y su pecho era voluptuoso y podría jurar que sería muy blando. ¡Cómo le gustaría dormir apoyada en ellos! Tenían que ser extremadamente cómodos. Siguió subiendo hasta encontrarse con su azul y penetrante mirada que la estaba mirando de arriba abajo con descaro, al igual que ella estaba haciendo. Se sonrojó furiosamente y quedó estática. Era incapaz de mover un solo músculo. Su corazón latía desenfrenado y le aterraba que Chikane fuera capaz de escucharlo. Tragó pesado y trató de terminar de bajar el resto de escaleras, pero sus piernas parecían ser gelatinas y acabó cayendo de lleno sobre la oji azul, quien se dio un golpe en la cabeza.
- ¡Himeko! ¡Ouch! –se quejó.
- ¡Chikane-chan! ¡Lo siento mucho! –dijo con el rostro enterrado en el pecho ajeno.
- ¿Estás bien? –preguntaron ambas a la vez– Sí, gracias. –respondieron también al unísono y se echaron a reír.
- ¿Seguro que estás bien? –preguntó con suavidad la peliazul mientras abrazaba estrechamente a la rubia– ¿No te hiciste daño?
- Sí, estoy bien… –se acomodó mejor entre sus brazos– Chikane-chan… –la llamó en un susurro– Eres muy cómoda. –dejó salir unas risillas.
- Y tú muy cálida, Himeko. Eres tan cálida como el sol… –suspiró.
- Chikane-chan… –se miraron y se sonrojaron como quinceañeras.
- Himeko… –la nombrada se quiso poner en pie, pero se apoyó, para tomar impulso, sin querer (o no) en los pechos de la peliazul, haciendo que ésta soltara un gemido antes de cubrir su boca con sus manos.
- Chikane-chan… –la llamó totalmente avergonzada– Yo… lo… lo… si… siento… –trató de incorporarse y esta vez tocó su entrepierna, haciendo que la oji azul gimiera de nuevo.
Himeko no pudo resistirlo más. No supo de donde sacó el valor ni tampoco las fuerzas para hacerlo, pero frotó su cuerpo de nuevo contra el que tenía atrapado y ambas gimieron. Chikane perdió toda voluntad de autocontrol y se incorporó con Himeko en brazos. La miró con intensidad antes de acorralarla contra la pared. La rubia soltó un jadeo. Ambas se habían sumergido en una burbuja de lujuria y no querían escapar de ahí. Sin saber quién fue de las dos la que acortó la distancia primero, se besaron con hambre. Volvieron a gemir al sentir el roce caliente de sus lenguas. Jamás habían sentido lo que en ese momento sentían. Sus manos comenzaron a viajar por el cuerpo ajeno. Himeko enterró sus manos en el cabello azul de Chikane mientras que esta última acariciaba sus piernas y caderas. Dejó su boca y comenzó a hacer un camino de besos y suaves mordiscos por su cuello, haciendo que la excitación de ambas fuera en aumento. Se detuvieron abruptamente al escuchar la puerta del baño, pero no se separaron ni un solo centímetro. Cuando escucharon el agua de la ducha, Himeko sonrió traviesamente y empujó a la peliazul hasta el sofá y se tumbó sobre ella. Jadeos y gemidos era lo que se escuchaba en esa sala. Debían aprovechar mientras que Fate salía de la ducha. Siguieron besándose apasionadamente. Las manos de Chikane viajaron bajo su falda y acariciaron su trasero mientras llegaba al borde de su ropa interior para tratar de quitársela. Ambas estaban cegadas por la pasión y ardían, ardían en deseos de llegar hasta el final. Tenían que terminar con lo que habían empezado.
- Chikane-chan… –jadeó su nombre antes de dejar salir un sonoro gemido al sentir la mano ajena acariciando su zona más íntima– Por favor… –le pidió mirándola fija y ardientemente antes de besarla con fervor.
Chikane perdió toda cordura y comenzó a bajar la ropa interior de la rubia lenta y tortuosamente. Himeko la besó con hambre para hacerle saber que no podría esperar mucho más. Chikane entendió el mensaje y, cuando estaba a punto de retirarlas, llamaron al timbre. Himeko gritó en frustración. No podía creerlo. Se puso en pie y gruñó. Chikane quiso incorporarse también, pero la detuvo.
- Enseguida vuelvo. No te muevas de ahí. –le dijo.
- Yo… debo irme, Himeko. –miró su reloj– Tengo una reunión… –se puso en pie– Te veré en otra ocasión. Despídete de Fate de mi parte. –la oji lavanda asintió– Hasta pronto. –se marchó por la puerta de atrás, que quedaba más cerca de su auto.
¿Qué diablos acababa de pasar? ¿Qué demonios había hecho? Ella no era así. Ella no se lanzaba a los brazos ni labios de nadie de esa manera. Mucho menos se entregaba así de fácil. ¿Qué tenía esa peliazul mujer que la hacía perder todo juicio? Ahora seguramente la habría asustado y no volvería a verla nunca más. Exhaló y se acomodó la ropa. El timbre volvió a sonar. Caminó rápido hacia la puerta y abrió, quedando en shock al ver a la persona que estaba frente a ella.
- Na… Na… Nano…ha…chan… –tartamudeó.
- Lo… lo siento… Yo no… no quería…. molestar… –murmuró avergonzada al ver la ropa arrugada de su amiga.
- No, tú no… tú no molestas… –vio cómo la cobriza la miraba de arriba abajo y se sonrojó recordando lo que había estado a punto de hacer– ¿Qué… qué ha…ces aquí? –logró preguntar.
- Yo… –carraspeó– Desde que Arf te vio esta mañana no ha dejado de aullar de tristeza… –le mostró un transportín que llevaba– He pensado que sería bueno que esté contigo…
- ¿Has traído a Arf? –cuestionó en un murmullo y se escuchó un ladrido– ¡Arf! –exclamó con notoria felicidad– Pequeñita, eres tú. –dio un chillido al ver a la cachorra.
- ¡Himeko! –se escuchó un grito y unos pasos apresurados– ¿Qué…? ¡Ah! –una torpe rubia envuelta en una pequeña toalla cayó tras resbalarse.
- ¡Fate-chan! –la llamó preocupada y corriendo hacia ella– ¿Estás bien? –trató de incorporarla y la cubrió de nuevo con la toalla que había salido disparada, al igual que ella.
- Sí, estoy bien. ¿Y tú?
- ¡No, idiota! ¡Vas a matarme un día de estos! –la regañó y la oji borgoña se encogió de hombros– ¿Segura que estás bien y no debo llevarte de nuevo al hospital? –negó frenéticamente.
- No, por favor. Me portaré bien y haré todo lo que quieras, pero al hospital no. –la rubia rió– Yo… escuché tu grito y me asusté. Pensé que te había pasado algo malo. –habló preocupada.
- Gracias, Fate-chan. –le dio un beso en la mejilla– Sólo fue un grito de felicidad… –se volteó a ver a la persona que se encontraba completamente en shock en la puerta– Nanoha-chan nos ha traído a Arf.
- Na… Nano… ha… –tartamudeó la rubia muy avergonzada.
- Ho…la… –saludó tímidamente– Yo… de verdad que no quería… –alternó la vista entre ambas– Lo siento…
- ¿Te gustaría quedarte a almorzar? –le preguntó una recuperada oji lavanda.
- No… Yo… debo regresar… –entregó la perrita a sus dueñas y, tras darle las indicaciones para sus cuidados básicos, se marchó, dejándolas allí.
…
Lo que su retina había visto, fue demasiado para su mente y corazón. Sabía que su amiga estaba con esa chica después de lo que le dijo en la mañana, pero no se imaginó que al ir a su casa para entregarle a Arf, las interrumpiera en un momento tan íntimo como el que estaban teniendo. Debió haberla llamado antes de ir. Subió a su auto y condujo sin pensar en nada. Al llegar a su destino, subió al apartamento y llamó al timbre. Fue recibida por un castaño de mirada azul cielo que lucía muy sorprendido. No le dio opción a que hablara, de un empujón entraron en el apartamento y Nanoha lo besó fervientemente mientras sus manos se enredaban en su cabello. El chico, tras salir de su asombro, presionó con dureza a la cobriza contra la puerta para devolverle el beso con la misma intensidad mientras sus hábiles manos acariciaban allí por donde podía. Se separaron unos segundos para tomar algo de aire y volvieron a besarse. El chico la cargó y ella envolvió sus piernas en su cintura para tener un mayor agarre. Entre besos y caricias, llegaron a la cama, donde Tiida lanzó juguetonamente a Nanoha antes de sacarse su ropa y hacer lo mismo con ella. La oji lavanda cerró los ojos y se dejó llevar por su imaginación. Su mente la llevó lejos de allí, muy lejos. Se engañó a sí misma, pensando que estaba en otro lugar, en otra cama y con otra persona diferente. Fantaseó que la poseían como una vez hicieron. Soñó con esa rubia que la había vuelto loca de muchas maneras. Sin darse cuenta y, olvidándose por completo de la persona que estaba sobre ella, su cuerpo comenzó a reaccionar a las imágenes que veía en su mente y pequeños jadeos empezaron a salir, haciendo sonreír al castaño. Nanoha gimió y gritó con fuerza cuando el orgasmo la alcanzó. Abrió los ojos lentamente y se aterró al ver al oji azul mirarla con lascivia y una sonrisa traviesa. No podía creerlo, había tenido un fuerte orgasmo mientras pensaba en ella. Se incorporó rápidamente y se vistió.
- ¿A dónde vas con tanta prisa? –preguntó el chico, azorado.
- Tengo que volver al trabajo.
- ¿Ahora? Quiero hacer el amor de nuevo. –trató de tomar su mano, pero ésta se alejó.
- Yo nunca he hecho el amor contigo, Tiida-kun. Te dije que esto es solo sexo. Yo sólo hice el amor una vez y no fue contigo.
- Pero si… –lo interrumpió.
- Esto es sólo sexo para mí. Sólo algo físico. No hay sentimientos de ninguna clase. Lo puedes tomar o dejar. –le dijo– Sólo vine porque necesitaba distraerme un poco antes de seguir con mi trabajo. –el chico quiso decir algo, pero ella volvió a hablar– Avísame cuando decidas si quieres esto o no. Adiós. –se despidió y marchó.
…
Fate, aún envuelta en la toalla, se tiró al suelo para saludar a su preciada perrita. No podía creer que estuviera allí, frente a ella, y que estuviera bien. Lágrimas bajaron por su rostro mientras la acariciaba con extrema ternura y delicadeza. Miró a su prima y ésta se encontraba tan emocionada como ella. La cargaron con mucho cuidado y la llevaron a la sala de estar. Acomodaron sus cosas y la tumbaron en su camita. La perrita, obediente, se quedó ahí quieta mientras miraba a su dueña. Ladró de felicidad antes de dormirse. Fate aprovechó ese momento para ir a la habitación y vestirse de una vez. Cuando lo hizo, se aseguró que Arf se encontraba aún durmiendo en el salón y fue a la cocina junto a su prima. La abrazó por sorpresa, provocando que se sobresaltara.
- ¡Fate-chan! –exclamó– ¡No me des esos sustos!
- Lo siento, Himeko. –la soltó– Soy muy feliz. –sonrió ampliamente– Arf está viva. Está bien y está aquí. Soy muy feliz. –volvió a abrazarla– Muy feliz…
- Yo también… –le devolvió el abrazo– ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele mucho?
- No. Los analgésicos están haciendo bien su trabajo. Me siento mucho mejor, y ahora que os tengo a ti y a Arf a mi lado, me siento casi recuperada. –habló con una sonrisa.
- Me alegro. –sonrió con ternura antes de darle un beso en la mejilla.
- Por cierto, ¿dónde está Chikane? Pensé que se quedaría a comer. ¿Fue a comprar algo? –preguntó confusa y su prima le dio la espalda para que no viera su sonrojo.
- Ella… tuvo que marcharse…
- ¿Qué? ¿Por qué? –cuestionó como una niña.
- Dijo que tenía una reunión… –habló con un dejo de tristeza– Me pidió que me despidiera de ti en su nombre.
- Está bien… –exhaló– La llamaré luego para que venga otro día. –la oji lavanda se tensó– ¿Te parece bien? –preguntó ilusionada.
- Sí… –susurró– Claro que sí. –trató de sonar normal y evitó mostrar sus nervios.
- ¡Genial! –le dio un beso en la cabeza– ¿Cómo puedo ayudarte, prima?
- No vas a ayudarme. Vas a irte al salón y vas a descansar junto a Arf. No seas como una niña pequeña. Por favor. –le pidió.
- Está bien… –suspiró rendida– Haré lo que me dices, pero a cambio quiero un trozo de pastel del Midori. –puso su mirada de cachorrito y la oji lavanda rió antes de detenerse abruptamente.
- ¡Tengo que llamar a Nanoha-chan! –exclamó de repente y la oji borgoña abrió los ojos en sorpresa– Olvidé pagarle el tiempo extra que estuvo Arf allí. –se dio un golpe en la frente– No puedo permitirle que lo pague ella… –murmuró mientras tomaba el teléfono entre sus manos.
- ¿Nanoha-chan? ¿Desde cuándo la mejor veterinaria de la ciudad y tú sois tan amigas? –su prima volvió a tensarse– ¿Himeko?
- Ella… Yo… –se puso nerviosa– Nos conocimos mientras estudiaba en la universidad. Ella también estudió en el extranjero…
- Oh… Ya veo… Así que sois ami… –la interrumpió.
- Nos acostamos juntas. –confesó en un murmuro.
Saizoh: Sí, la muerte de Shibou fue muy triste... Realmente no sé por qué lo envié al cielo de los perritos... Pero como bien dices, allí será otro angelito y cuidará de su ama. Sí, a raíz del accidente, ambas conocieron a su persona predestinada... Y sí, Ginga y Cinque son pareja en esta novela, así que lanza tu "Kyah" xD En cuanto a que Himeko aquí es más lanzada, sí. Quería hacer algo diferente... Himeko irá a por Chikane. La vio y sintió esa conexión. No puede desperdiciar la más mínima... Ya lo has podido comprobar en este ardiente capítulo xD
Ruilex: Sí, Nanoha tiene pánico gay xD Ya veremos si Fate es capaz de quitárselo y demostrarle que es fatesexual, como tú bien dices xD Y sí, creo que Himeko trató de consolar a Chikane por la puerta grande, lástima que apareció en ese instante Nanoha xD Y sí, habrá escenas compartidas de Himeko y Nanoha, y Fate y Chikane :)
Guest: Yes, Fate should have taken care of herself, thinking about it before crossing the street... And yes, I also understand. I have 4 pets, too. A rabbit, two birds, and recently, I adopted a kitten. I would do whatever for saving them... They're my family...
Nanoha says she is good at pretending, so it could be for two reasons: 1. Tiida is not the man she is looking for... or 2. She is not heterosexual... We'll see which wins...
