Capítulo 7

Himeko quedó absolutamente aturdida tras la declaración de Nanoha. No se movió. La miró fijamente y pensó que había escuchado mal. Sí, eso debió ser. Su amiga no podía haberle confesado que le gustaban las mujeres. No. ¿O sí? Si se detenía a pensar, tenía sentido lo que decía. Su instinto le dijo aquel maravilloso día que aquello fue más que una simple prueba para aclarar dudas. Nanoha había sido no sólo gentil, sino también muy pasional. Sus caricias no sólo fueron amables, también estaban cargadas de amor y sus besos fueron realmente abrasadores y lujuriosos. La dejaron prácticamente sin aliento. ¿Qué chica heterosexual haría eso? Nanoha no parecía estar asustada por lo que estaba haciendo, al contrario, estaba disfrutando de esa ardiente experiencia. Su cuerpo reaccionó a todo lo que la cobriza le hizo, pero Nanoha también reaccionó a sus caricias y besos. Pensó haberlo soñado tras haber llegado al clímax, pero ahora todo tenía sentido. Los gemidos que pensó haber creído fueron en su imaginación, habían sido reales. A Nanoha le gustó hacer el amor con ella. Volvió a mirar a la cobriza y ésta estaba atemorizada. No pudo evitar reír internamente por la cara que tenía su amiga.

- ¿Y ya no te da miedo? –le preguntó calmadamente.

- Sí. Siempre tendré miedo… –confesó cabizbaja– Por eso salía con Tiida-kun. No lo amo, pero sé que nunca seré capaz de afrontar todo a lo que tú te enfrentaste.

- Eso es porque no has encontrado a la persona correcta, Nanoha-chan. –trató de alentarla– Cuando la encuentres, nada de lo que digan, te importará.

- Pero tú te enfrentaste a todo después de que hiciéramos el amor… –la rubia la interrumpió.

- Tú me diste el valor suficiente. –sonrió cálidamente– Gracias por todo lo que hiciste por mí y por estar a mi lado. –le dio un pequeño abrazo– Yo también estaré siempre para ti, Nanoha-chan. No estarás sola. –la animó.

- Gracias, Himeko-chan. –sonrió más alegre.

- Entonces, ¿ya no estás con Tiida-kun? –la cobriza negó.

- No. –suspiró– He tocado fondo. –hizo una mueca.

- Nanoha-chan…

- ¿Sabes? –la rubia se sentó a su lado– Es curioso, pero antes de que me contaras que te interrumpí con la chica peli azul… –la oji lavanda se ruborizó– …yo ya lo sabía, aunque no pensé que era con esa atractiva doctora y directora del hospital. –rió un poco– Yo fui realmente consciente de que estabas teniendo sexo, o, al menos, ibas a tenerlo por lo agitada que te encontrabas. –la rubia se avergonzó– Cuando Fate-chan salió envuelta en una toalla, pensé que estabais a punto de hacerlo en la ducha. –se rascó la mejilla, nerviosa, y tomó aire antes de dejar salir las siguientes palabras– Me puse celosa y fui a buscar a Tiida-kun… No estaba pensando en él cuando… bueno… ya sabes…

- ¿En quién pensaste? –preguntó en un susurro y la cobriza se sonrojó ferozmente.

- En Fate-chan… –murmuró.

- Oh, ya veo… –asintió, entendiendo– Espera, ¿¡qué!? –exclamó muy sorprendida.

- Me gusta tu prima, Himeko-chan… –confesó en un arrullo y muy avergonzada.

- Oh…

- Sí… Oh… –le dio una triste sonrisa.

Himeko quería confortar a su amiga, pero no sabía cómo hacerlo. No quería animarla cuando Nanoha le había confesado que nunca sería capaz de enfrentarse al rechazo u otro tipo de situaciones que podría encontrarse. Fate ya había sufrido lo suficiente cuando ocurrió todo el asunto de Olivie. Y sin contar con los nuevos acontecimientos de su vida. Lo que menos necesitaba ahora era una persona indecisa a su lado. Nanoha era una mujer maravillosa, pero hasta que no se decidiera, no la animaría a conquistar a Fate, cosa que tenía muy fácil porque su prima también había caído rendida a los pies de la cobriza. ¿Y si animaba a Nanoha a lanzarse a la piscina y Fate conseguía que la oji lavanda por fin se aceptara tal y como era? Quizás su prima era la persona adecuada para su amiga. Suspiró disimuladamente. No podía hacer eso. No podía arriesgarse a que dañara a Fate por culpa de su miedo al qué dirán y al rechazo. La oji borgoña no se merecía pasar por eso. Ahora tenía otras prioridades. Miró a su amiga, quien se encontraba mirando hacia el suelo. Puso su mano en su brazo y la cobriza la vio como una niña pequeña que está asustada, provocando un sentimiento de ternura en la rubia. Decidió entonces que debía ser sincera con ella.

- Nanoha-chan… –la llamó con dulzura– Te quiero mucho y lo sabes. –le dio una tranquilizadora sonrisa y la cobriza se la devolvió levemente– Siempre te apoyaré en todo, pero… –se mordió el labio inferior por un breve momento– …pero no puedo apoyarte esta vez. –la oji lavanda la volvió a mirar asustada– Eres una persona maravillosa, gentil, cariñosa, altruista, bastante obstinada… –rió, tratando de aligerar el ambiente– Eres muy dulce e increíblemente apasionada. –le guiñó un ojo y la cobriza enrojeció– Eres muy atractiva y tus ojos te dejan hipnotizada… –sonrió– Por todo el amor que te tengo, quiero ser sincera contigo. –la oji lavanda asintió– Fate-chan ha sufrido muchísimo y ya viste, por encima, lo que ha sufrido en los últimos meses. –volvió a asentir– No puedo alentarte a que la conquistes cuando me has confesado que siempre tendrás miedo…

- Entiendo…

- No lo entiendes del todo, Nanoha-chan… –tomó su barbilla para que la mirara a los ojos– Nada me gustaría más que Fate-chan y tú estuvieseis juntas porque os quiero muchísimo a las dos. Sois muy especiales e importantes para mí. Merecéis ser felices. Contarás con mi apoyo cuando te decidas a enfrentarte a tu nueva situación.

- Gracias, Himeko-chan.

Fate y Vivio habían estado jugando en el parque con Arf hasta caer rendidas bajo la sombra de un árbol. Vivio se subió al regazo de su nueva mamá y se dejó abrazar mientras que Arf se acurrucó en sus pies. Fate sonrió cálidamente y acarició los cabellos de su hija hasta que consiguió que se durmiera. Miró hacia el cielo y suspiró. Habían pasado un par de meses muy complicados emocionalmente, pero contar con la ayuda de su familia y amigos, lo había hecho más llevadero. Vivio le había cogido especial cariño a Himeko y Nanoha. Adoraba pasar tiempo con ambas, aunque prefería a la segunda porque decía que su regazo era muy cálido. Sonrió. Sí, Nanoha era muy cálida. Miró a su hija y le dio un beso en la frente antes de ponerse en pie. Aprovecharía que Vivio se había dormido para ir a visitar a su prima y hablar con ella. Después de que Chikane le confesara que tenía trabajo extra porque varios doctores habían renunciado a sus puestos para irse a otros hospitales, una idea cruzó su mente. Tenía que intentarlo. ¿Y si funcionaba? Quería ser egoísta y conseguir que su prima se quedara en Uminari para siempre. Himeko le daba seguridad y estabilidad. Le daba confianza. Sabía que estando a su lado, todo iría bien. Su prima le daba esa calidez tan única. Su prima la llenaba de vida con su sonrisa. Comenzó a caminar con su hija en brazos y con Arf a su lado. Llamó a Chikane por el camino para preguntarle si le parecía una buena idea también, pero ésta no contestó la llamada. Realmente debía estar ocupada. Exhaló. Al llegar a casa de su prima, escuchó unas risas que rápidamente identificó, provocando que sonriera ampliamente.

Después de haberlo dejado todo claro con respecto a la sexualidad de la cobriza, Himeko y Nanoha se dedicaron a preparar el almuerzo juntas. Era el día libre de la oji lavanda y no tenía planes, así que ambas habían decidido pasar el día juntas y divertirse como solían hacer cuando estaban en la universidad. Nanoha se dedicó a hacer un rápido postre de chocolate mientras que Himeko se encargó del almuerzo. Estaban tan enfrascadas en sus tareas y charla que casi no oyeron el timbre. La rubia se disculpó y fue a atender a la persona que había llamado.

- ¿Fate-chan? –se sorprendió de verla.

- Hola, Himeko. He aprovechado que estábamos en el parque jugando para venir a verte. ¿Interrumpo?

- ¡No! ¡Claro que no! Pasa. –le dio un beso en la mejilla– Hola Arf. –acarició la cabeza de la perrita loba– Estaba preparando el almuerzo. ¿Queréis quedaros?

- ¡Sí! –exclamó la recién despierta– Huele a pastel de chocolate. –las dos mayores se miraron y rieron– ¡Tía Himeko, tengo hambre! –estiró sus bracitos para que la cargara.

- Fate-mama, ¿cómo traes a Vivio-chan hambrienta? –se burló la rubia y la otra se sonrojó– Vayamos a la cocina, ¿de acuerdo? –la niña asintió enérgicamente y todas fueron hasta allí.

- ¡Nanoha! –gritó la niña extasiada al ver a la cobriza.

- ¡Vivio! –sonrió al ver a la pequeña– ¿Cómo estás? –revolvió sus cabellos y la niña rió.

- Tengo hambre. –volvió a decir.

- ¿Fate-chan? –la cobriza la miró inquisitivamente.

- Juro que la alimento correctamente, pero tiene un apetito voraz. –explicó abochornada.

- ¿Segura? –inquirió la oji lavanda.

- Yo jamás te mentiría, Nanoha. –la miró fijamente y la cobriza se ruborizó– ¿Puedo ayudaros?

- No. –dijo firme su prima dándole un golpecito en la mano con una cuchara de madera– Te quiero fuera de la cocina. Te conozco, Fate-chan. Cuando dices ayudar, quieres decir comer.

- Nyahaha. –rieron al unísono la cobriza y la pequeña.

- Oh… –la oji lavanda miró a su amiga– Vaya, vaya… –sonrió de lado antes de guiñarle el ojo.

Al final Fate se quedó a almorzar con Himeko y Nanoha. No quería reconocerlo, pero le gustaba mucho pasar tiempo con la cobriza. Jamás pensó que se harían amigas. Y Vivio disfrutaba jugando con ella. Definitivamente, Nanoha sería una gran madre cuando tuviera hijos. Tras almorzar, se ofreció a recoger y fregar los platos ya que las otras dos se habían encargado de prepararlo todo. Mientras se encargaba de recoger, escuchó las risas provenientes del salón y sonrió. Cuando terminó, se unió a ellas, pero se dio cuenta de que la pequeña ya estaba en el regazo de la cobriza quedándose dormida. La miró y sintió envidia. El regazo de la oji lavanda se veía muy cómodo y cálido, como ella. Esperó a que la niña se durmiera completamente y aprovechó ese momento para hablar.

- Himeko… –llamó a su prima– Lo cierto es que no vine hasta aquí sólo para comer. –las tres rieron– Quiero hablarte de una cosa. –miró a la cobriza– Y sé que Nanoha me apoyará en lo que quiero decirte. –las dos oji lavandas se miraron confusas– No quiero que te vayas de nuevo.

- Fate-chan…

- Por favor, Himeko. Escúchame. –la rubia suspiró– Me gusta tenerte cerca. –sonrió– Sé que tu trabajo está allá, pero ya que has pedido una excedencia, ¿por qué no pruebas a trabajar en el hospital de Chikane? –la cobriza tosió y la oji borgoña la miró con una ceja alzada.

- Apoyo la idea de Fate-chan completamente. –le sonrió la cobriza a su mejor amiga– Yo tampoco quiero que te vayas, Himeko-chan. –dijo con su tono de voz más dulce, provocando un pequeño sonrojo en la nombrada.

- Etto… ¿Me he perdido algo? –miró a ambas chicas– ¿Vosotras…? –no supo cómo continuar.

- ¡Claro que no, idiota! –exclamó sonrojada– Nanoha-chan y yo sólo somos amigas. Además, a ella le gusta otra… –dijo con picardía.

- ¡Himeko-chan! –la llamó en forma de reproche y la otra rió.

- Oh… No sabía que tú… –señaló a la cobriza y ésta bajó la cabeza.

- Estaba bromeando, Fate-chan. –habló la rubia– Me gusta mucho picar a Nanoha-chan porque es muy fácil y me encantan sus reacciones. –la cobriza le sonrió en agradecimiento por salvarla de la incómoda situación– Ella no…

- Oh. Entiendo… –un rastro de tristeza cruzó por su mirada borgoña.

- Yo no estoy segura de lo que siento. –admitió finalmente y las dos rubias la miraron con sorpresa. Suspiró– Yo… debo irme ya. –le dio la niña a la rubia– Gracias por el almuerzo y por todo, Himeko-chan.

- Gracias a ti, Nanoha-chan. –se acercó a ella y la abrazó estrechamente– Te quiero, me importas y no estás sola. No lo olvides nunca. –le dio un beso en la mejilla antes de separarse.

- Gracias. Os veré pronto. –se dirigió a la puerta y la rubia de mirada lavanda le dio un codazo a su prima, haciéndole un gesto de que la siguiera.

- ¡Nanoha! ¿Te importa que te acompañe un poco? –la cobriza la miró sorprendida, pero acabó aceptando y eso provocó una enorme sonrisa en la oji borgoña– ¡Gracias! Himeko, por favor, ve a ver a Chikane y haz una entrevista. Están faltos de personal y tú eres una de las mejores doctoras que conozco. Por favor.

- Está bien, Fate-chan. iré en cuanto me duche, ¿te parece bien? –la rubia asintió enérgicamente– Te quiero, idiota. –le dio un beso en la mejilla.

- Y yo a ti, prima. Llámame más tarde. –se despidió y se marchó junto a la cobriza.

Himeko fue a darse una rápida ducha para hacer lo que le había prometido a su prima. Suspiró antes de entristecer. No debió haber hecho esa broma a Nanoha. La había obligado a confesar algo de lo que no estaba segura. Si al final Fate y Nanoha se arriesgaban y a la segunda le entraba el pánico, su prima sufriría mucho ese rechazo. Ojalá que Fate consiguiera eliminar todos los miedos de su amiga y acabaran juntas. Sabía que su prima había quedado hechizada de la cobriza, pero fue toda una sorpresa descubrir que Nanoha también. La química nunca fallaba. Sonrió. Terminó de ducharse y se vistió con un vestido un poco provocativo, pero sin ser muy descarado. Se subió a su auto y puso rumbo al hospital. Al llegar, preguntó por Chikane en recepción y, tras decirle que ésta se encontraba en quirófano, se sentó a esperarla.

Vivio despertó y volvió a correr por el parque siendo perseguida y vigilada en todo momento por Arf. Nanoha sonrió al ver la energía de la pequeña. Fate suspiró y la cobriza rió. Estaban teniendo un paseo agradable, algo silencioso, pero reconfortante.

- Pero, ¿qué ven mis ojos? Menudo bombón paseando por este parque. –ambas chicas ignoraron al chico que interrumpió su paseo– Oye, préstame atención. –tomó el brazo de la cobriza y la volteó– Eres increíblemente sexy. ¿Te gustaría tener una cita conmigo? Te garantizo mucha diversión.

- ¿Por qué no te largas idiota? –habló la rubia muy enfadada.

- Oye, tranquila, tú también tienes tu punto, pero no me van las rubias. –volvió a mirar a la oji lavanda– ¿Qué me dices? Por cierto, me llamo Voltz. ¿Vienes conmigo? Te lo pasarás mejor que con ella. –ofreció su mano.

- Lárgate. –repitió la oji borgoña.

- ¿A ti qué te pasa? No me digas que la quieres para ti. –rió– Una mujer como ella no es para ti.

- Lo siento, pero dudo que me lo pase mejor contigo. –interrumpió al chico y éste frunció el ceño– ¿La has visto bien? –señaló de arriba abajo a la rubia de mirada carmesí– Es muy ardiente. ¿Cómo podrías superar eso? Es imposible. –la rubia se sonrojó furiosamente– Lo siento, pero me quedo con ella.

- No puedes estar hablando en serio…

- Ya lo creo que sí. –miró a la rubia– Ella me vuelve loca de todas las maneras posibles. La quiero para mí… –tomó su rostro entre sus manos y la besó.

Ese beso de improviso, sorprendió tanto a Voltz como a Fate, quien no pudo reaccionar hasta varios segundos después, tomando con firmeza la cadera de Nanoha y la pegó a su cuerpo todo lo que pudo. La cobriza pasó sus manos por detrás de su cuello y se le erizó la piel al sentir sus lenguas danzar al compás. El chico se marchó, irritado, mientras las chicas seguían ajenas a todo. No fueron conscientes de que el castaño se había ido hasta que, sin aliento, se separaron en busca de aire.

- Na… Nanoha… –tartamudeó la rubia.