Capítulo 8

Chikane salió de quirófano y fue a su oficina. Estaba exhausta. Necesitaba descansar un poco, pero aún tenía trabajo que hacer. Suspiró. Descolgó su teléfono y llamó a recepción para darle las nuevas órdenes. La chica la avisó de que tenía visita. Farfulló y colgó. No tenía suficiente con los pacientes que había operado ya y lo que les quedaban, que ahora también tenía que atender una visita. Bajó a recepción.

- Shari, ¿quién me está buscando? –exhaló.

- Esa chica rubia de allí. –señaló un asiento– Lleva varias horas esperando. –la peli azul se sorprendió– ¿Quiere que le diga que se marche y vuelva en otro momento? Se ve agotada, señorita Himemiya.

- Gracias, Shari. Yo me encargo. –se acercó a la rubia que estaba sentada– Hola, Himeko. –la chica se sobresaltó y la ojiazul rió.

- ¡Chikane-chan, me has asustado! –guardó el teléfono en su bolso.

- Lo siento. –sonrió– ¿Qué ocurre?

- Fate-chan me envía. –suspiró.

- Ven, vayamos a mi despacho. –la rubia asintió y la siguió– ¿Fate está bien?

- Sí, sí. Estuvo con Nanoha-chan y conmigo almorzando. –la peli azul aguardó por sus siguientes palabras– Me ha pedido que venga a hablar contigo porque estáis faltos de personal. Soy médica, ya lo sabes. No sé si estás interesada en mis servicios. –la ojiazul alzó la ceja y un atisbo de sonrisa burlona apareció– Mis servicios en medicina, quiero decir. –se sonrojó y la otra rió– ¡Chikane-chan! –infló sus mejillas.

- Lo siento, lo siento. –se disculpó– ¿Estás desempleada?

- Sí y no. Pedí una excedencia. Aún no sé si volveré o no. –su teléfono sonó– Discúlpame. –lo tomó entre sus manos y exhaló al ver el nombre en la pantalla– Lo siento. –rechazó la llamada– Fate-chan no quiere que me vuelva a ir. –sonrió con ternura– Lo cierto es que yo tampoco quiero irme, pero tarde o temprano necesitaré un empleo…

- … –la peli azul no decía nada.

- Quizás fue una mala idea. –se dio media vuelta– Es obvio que no te sientes cómoda con mi presencia.

- Eso no… –la rubia no la dejó continuar.

- Chikane-chan, por favor… Sé que la fastidié completamente aquel día en mi casa. –habló con una triste sonrisa– Será mejor que me vaya. Adiós.

Himeko se dirigió a la puerta, pero no pudo abrirla porque repentinamente fue volteada y su espalda chocó con dureza contra ésta. Soltó un jadeo que murió cuando su boca fue atrapada por otra muy cálida. Abrió los ojos como platos por el impulsivo movimiento que hizo Chikane, provocando que no pudiera reaccionar por varios segundos. Cuando fue consciente, enterró sus manos en el pelo ajeno y devolvió el beso con la misma pasión. Gimió al sentir la lengua ajena. ¿Cómo podía alguien besar así? Debería ser delito besar de esa manera. La volvía loca en todos los sentidos. Se separaron cuando la falta de aire se hizo necesaria, pero tan pronto como sus pulmones volvieron a llenarse de oxígeno, volvieron a besarse de nuevo.

- Chikane-chan… –la llamó al separarse.

- Estoy muy cansada y no puedo pensar con claridad, Himeko. –murmuró y la rubia desvió la mirada– Es obvio que tú también me atraes, pero… –se calló, alejándose de ella– Bienvenida a mi hospital… –un golpeteo en la puerta las interrumpió.

- Chikane. –habló una peli morada– ¡Himeko! –se lanzó a sus brazos.

- ¡Hola, Ginga! –la abrazó fuerte.

- ¿Cuándo pensabas venir a verme o llamarme?

- Lo siento. Fate-chan me prohibió hacerlo porque dice que uso mis dotes… –rodó los ojos– …para seducirte y obtener información. –ambas rieron.

- Siempre será una idiota. Lo que ella no sabe es que no necesitas hacer nada para que te lo cuente. –le guiñó un ojo y volvieron a reír– Chikane, te necesitan en quirófano. –asintió.

- Lo siento, Kurusugawa. Debo irme. –la oji lavanda hizo una mueca– Adiós. –salió de la oficina seguida de las otras dos.

- ¡Himeko! –gritó la peli morada– Llámame, ¿vale? Tenemos que ponernos al día y me tienes que contar qué paso con Mako. –la ojiazul se volteó a ver a las chicas– Esa chica siempre fue una idiota. No te merecía.

- Gracias, Ginga. Te llamaré. –se despidieron.

Chikane por fin volvió a su hogar y se dio una ducha. La necesitaba con urgencia, al igual que irse a la cama. Ojalá estuviera compartiendo la cama con cierta rubia de mirada lavanda. Ya había tenido la oportunidad de comprobar cuán suave y cálido era. Sin mencionar lo ardiente que era. Gimió al recordar lo que estuvieron a punto de hacer aquel día en el sofá de su casa. ¡Ojalá no hubieran llamado a la puerta! Gruñó en frustración. Himeko era realmente atractiva y no podía negar la conexión que sintió al conocerla. Desgraciadamente, que fuera prima de Fate no era bueno. Chikane tenía muchos sentimientos enterrados. Lo que menos quería era lastimar a Himeko y perder a Fate por ello. No podía arriesgarse, ¿o sí? ¿Y si ella era la persona adecuada? Negó. Tenía que sacársela de la cabeza, pero era imposible olvidar esa mirada, esa calidez como rayos de sol, ese escultural cuerpo y esos labios.

- Nanoha… –la voz de un chico se escuchó a sus espaldas.

- Tiida-kun… –lo miró horrorizada.

- ¿Desde cuándo…? –no pudo terminar la pregunta.

- Yo… –bajó la cabeza.

- Gracias por ayudarme a deshacerme de ese chico, Nanoha. –habló la rubia– Has sido muy amable. –le dio una sonrisa, aunque su mirada no reflejaba lo mismo– No te molestes con ella, tan sólo me ayudó con un chico que me estaba molestando. –le dijo al chico peli naranja.

- Fate-chan…

- Debo irme. Vivio tiene que tomar su baño. Adiós. –se despidió y se fue en busca de su hija y perrita loba.

- ¡Menudo susto! –rió el ojiazul– Menos mal que fui yo quien te vio y no tu padre. –la cobriza se tensó– No puedes ayudar a todo el mundo, Nanoha, menos cuando tienes que hacer algo así. ¿Sabes todo lo que te dirían? Te insultarían e incluso habría gente que te golpearía. –se acercó– Tienes que tener cuidado con lo que haces y dónde. –la chica asintió.

- Debo irme, Tiida-kun. Adiós.

- ¡Nanoha! –se volteó a verlo– Puedes estar tranquila, no le diré a nadie lo que vi. –la chica le dio una triste sonrisa y se marchó.

A eso se refería exactamente Himeko. Ella la conocía demasiado bien. Sabía perfectamente que no sería capaz de enfrentarse a las consecuencias de sus actos y aceptar sus sentimientos. ¿Por qué? ¿Por qué no podía? Amar a alguien de tu mismo sexo no podía ser malo, no cuando había experimentado tantas emociones en tan sólo un beso. Degustar los suaves y cálidos labios de Fate la habían llevado a tocar el cielo sin despegar los pies del suelo. Los besos que tuvo con Himeko habían sido maravillosos, pero este beso no tenía comparación alguna. Era como si una corriente hubiera atravesado todo su ser, haciendo que su piel se erizara. Si la había hecho sentirse tan bien, ¿por qué la gente lo veía mal? Suspiró y sonrió con tristeza. La había fastidiado con Fate. Al principio pensó que la rubia se lo tomaría como una forma de deshacerse del chico, pero por cómo la tomó con tanta firmeza y a la vez suavidad, ese pensamiento se fue por completo. Quería volver a besar sus labios.

Fate volvió a su casa con Vivio. Estaba desanimada. No era como si Nanoha le hubiera confesado que la amaba, pero pensó que había sentido una conexión desde la primera vez que se vieron y estrecharon sus manos. Sonrió con tristeza. Era obvio que no. Nanoha era una buena chica, pero no quería que la usara como experimento hasta que se aclarara. No estaba dispuesta a pasar por lo mismo que pasó con Olivie. Aunque la rubia le hubiera explicado lo que ocurrió, no quitaba todo lo que había sufrido. No quería sentirse así nunca más.

- ¿Fate-mama? –la llamó su hija.

- ¿Sí, Vivio?

- ¿Por qué Fate-mama está triste? –ladeó la cabeza, observándola– ¿Es porque Nanoha no vino con nosotras? ¿Fate-mama quiere a Nanoha?

- ¿Por qué dices eso, Vivio?

- Vivio ve cómo Fate-mama mira a Nanoha. Nanoha también la mira cuando no se da cuenta. –la rubia abrió los ojos como platos– ¿Podré llamarla Nanoha-mama? –la oji borgoña sonrió.

- No, Vivio. No puedes llamarla así. Tú y yo estamos bien así, ¿no crees? Formamos un buen equipo. –la cargó en brazos.

- ¡Sí! –la perrita ladró– Y Arf también.

- Por supuesto, Arf también. Y ahora, a dormir. –la llevó a su habitación y arropó– Buenas noches, Vivio. –le dio un beso en la frente– Buenas noches, Arf. –acarició su cabeza.

Himeko se incorporó a trabajar al hospital de Chikane. No habían vuelto a hablar desde aquel día en el despacho de la peli azul. La oji lavanda se sonrojaba furiosamente cada vez que recordaba cómo la había besado, sobre todo, cuando la tenía enfrente hablándole sobre algún caso. Sin embargo, Chikane parecía estar muy calmada, lo que desesperaba a la rubia. ¿La ojiazul realmente habló en serio cuando dijo que estaba muy cansada y no pensaba con claridad? ¿Recordaba si quiera lo que hizo? Farfulló una maldición.

- ¿Cómo dices, Kurusugawa?

- Nada, Himemiya-sama. –si la peli azul quería indiferencia, la tendría– Me pondré con mi paciente de inmediato. –se levantó de su asiento.

- No, espera. Tenemos que ver otro caso. –asintió y se volvió a sentar– Bien. Eso es todo. Pueden retirarse.

- Te veo más tarde, Himeko-chan. –su tía se despidió.

- ¿Qué caso tenemos que revisar? –preguntó.

- Himeko. –la llamó con dulzura y la rubia la miró con el ceño fruncido. ¿A qué estaba jugando?

- ¿De verdad, Himemiya-sama? –le habló con desdén– ¿Cuándo no haya nadie vas a llamarme por mi nombre? ¿Qué demonios te…? –la interrumpió un lento y suave beso– ¿Qué diablos estás haciendo? –la separó bruscamente y se levantó– ¡No soy tu juguete! No puedes besarme cada vez que te plazca y después tratarme como una desconocida. –exclamó con rabia y los ojos llorosos– Que te confesara mis sentimientos no te da derecho a jugar con ellos. –habló con dolor.

- Himeko… –tomó su mano con suavidad– Lo siento, pero todo tiene una explicación. ¿Me permitirías contártela? –pidió amablemente y la rubia asintió, volviéndose a sentar– Me gustas. Me gustas muchísimo. –confesó y la oji lavanda la miró incrédula– No he dejado de pensar en ti desde que te conocí.

- Cualquiera lo diría… –murmuró la rubia, provocando una leve risa a la peli azul.

- Himeko… Lo siento. Estaba huyendo de ti. –la rubia se sintió dolida– Cargo mucho peso a mis espaldas. No podía permitir arrastrarte conmigo porque eso significaría herirte y perder la valiosa amistad de Fate. No quería que eso ocurriera, pero estás aquí y no puedo pensar en nada más. –confesó– Te llamo por tu apellido porque no quiero que nadie, absolutamente nadie, insinúe que estás aquí trabajando porque tenemos algún tipo de… –se sonrojó– …relación… –susurró avergonzada y la oji lavanda se ruborizó– Estás aquí por tu valía. No quiero que nadie tenga la menor oportunidad de menospreciarte.

- Chikane-chan… –la detuvo, poniendo dos dedos sobre sus labios– La gente puede decir lo que quiera. Hace mucho tiempo que dejó de importarme lo que opinen de mí. Las únicas opiniones que me importan son las de las personas a las que quiero. No quiero fingir que eres una desconocida para mí, Chikane-chan. Quiero amarte libremente y quiero que compartas el peso de tus hombros conmigo. –acarició su mejilla– Estoy aquí para ti, pero no me pidas que haga algo que va en contra de mis principios. –la ojiazul le dio un corto beso antes de acariciar su rostro y retirar unos mechones de su cara.

- Himeko… ¿Por qué? –la oji lavanda la miró con confusión– ¿Por qué me quieres a mí? Eres preciosa, cálida, inteligente y millones de calificativos más. Podrías tener a cualquier persona a tus pies. ¿Por qué yo? –la miró con ternura.

- Porque yo no quiero tener a nadie a mis pies, si no a mi lado. Te quiero a ti porque me gusta tu forma de ser. Eres reservada, pero muy… –recalcó– …apasionada. –sonrió ladina y la otra se sonrojó– Me gusta tu sonrisa, Chikane-chan. Quiero verte siempre sonriendo. No soy una facilona, pero créeme que me haces perder la cabeza. –se puso en pie– Avísame cuando decidas lo que quieres de mí. Aceptaré cualquier decisión, Chikane-chan. Sea cual sea.

Chikane tomó su rostro entre sus manos y la volvió a besar como si su vida dependiera de ello. Himeko sonrió en el beso y se lo devolvió. Amaba los besos de la peli azul. Eran suaves, pero apasionados. Jamás nadie la había hecho sentir como si se derritiera por dentro con tan solo un roce. Ni siquiera Nanoha le provocó eso cuando hicieron el amor. Himeko pasó sus brazos por detrás del cuello de Chikane y profundizó el beso. Estaban tan sumergidas en su burbuja de pasión, que no se dieron cuenta de que la puerta se abrió repentinamente.

- Pero, ¿qué demonios? –exclamó, tapando los ojos de la pequeña.

- ¡Fate! ¡Fate-chan! –exclamaron al unísono tras separarse abruptamente.

- Puedo explicarlo, Fate. –habló asustada la peli azul.

- ¿Explicar el qué, que te gusta mi prima? ¡Ya lo sabía! ¿Por qué te crees que la envié aquí a que buscara trabajo? –rió levemente y las otras dos parpadearon repetidamente– Yo sólo quiero que las dos personas a las que les confiaría mi vida, y no porque seáis médicos, seáis felices.

- ¡Fate-chan! –su prima corrió hacia ella y la abrazó estrechamente– Y yo que pensaba que eras una idiota. –ambas rieron– Gracias.

- Gracias, Fate. Significa mucho para mí. –habló la ojiazul.

- ¿Fate-mama? –habló la pequeña.

- Oh sí. Chikane. Necesito una pediatra. Vivio no se siente muy bien. Ha tenido algo de fiebre.

- Bien, vamos. –se puso a su lado– Hola Vivio. Voy a presentarte a una doctora muy guapa que te dará una piruleta si te portas bien. ¿Te gustaría eso?

- ¿No puede ser chocolate? –preguntó inocentemente.

- Fate-chan… definitivamente es hija tuya… –le susurró su prima en su oído y la oji borgoña se sonrojó.

- El chocolate lo comeremos cuando lleguemos a casa, Vivio. Tengo una sorpresa para ti para cuando lleguemos a casa.

- ¡Bien! ¡Yupi! Ya me siento mejor, Fate-mama. ¿Volvemos a casa ya? –las tres mayores rieron.

- No, cariño. Primero vamos a por la piruleta. –le guiñó el ojo y la niña asintió.

Después de que fuera revisada por Shamal, la agradable pediatra del hospital, ambas volvieron a casa. Era el cumpleaños de la pequeña y, aunque no iba a tener una fiesta por todo lo alto porque había pillado un resfriado, había invitado a sus familiares más cercanos y había encargado un enorme pastel de chocolate. Al llegar a casa, le dio la medicación y la acostó en su cama para que descansara. Ella se encargó de decorar su casa un poco y llenar globos. Quería que todo estuviera listo para cuando despertara. Llamaron al timbre y, antes de abrir, sonrió.

- ¿Nanoha? –preguntó confusa– ¿Qué haces aquí y cómo sabes mi dirección?

- Vengo a hacer una entrega del Midoriya. Es un enorme pastel de chocolate. Es el especial de la casa. –la rubia seguía aturdida– Mis padres son los dueños de la pastelería y yo les ayudo a veces. Era mi día libre y me hice cargo de los pedidos a domicilio. Gracias al cielo, esta es la última entrega del día. –rió.

- Oh… Gracias. Pasa, por favor. Ponlo en esa mesa, por favor. –la cobriza obedeció y miró toda la decoración– Es el cumpleaños de Vivio. –la oji lavanda asintió– Está enferma, así que quería animarla con ese pastel.

- ¿Qué le pasa? –se preocupó.

- Se constipó. –susurró– Está algo baja de defensas aún, pero la pediatra me ha dicho que pronto estará perfecta.

- Ya veo…

- ¿Te gustaría quedarte? Ella te extraña. Se pondrá feliz de verte. –le dio una débil sonrisa.

- Me gustaría, pero… –el timbre volvió a sonar, interrumpiéndolas.

- ¡Himeko! –gritó, agitada, una peli azul– ¡Himeko! –volvió a llamarla.

- ¿Chikane-chan? –murmuró indecisa.

- ¡Rápido, debemos irnos de inmediato! –avisó.

- ¿A dónde? ¿Qué ocurre?

- A casa de Fate. ¡Rápido! –la apuró, jalando de ella– Leti, encárgate de todo. –pidió a la subdirectora.

- Chikane-chan, me estás asustando. ¿Qué ocurre? ¿Fate-chan está bien?

- Su hermano Chrono me ha llamado. Se ha escapado. Creen que irá a buscar a Fate. –la rubia se detuvo.

- ¿Qué? –dijo sin aliento– ¡Rápido, tenemos que llegar antes! –ambas salieron del hospital a prisa, subieron al auto y pusieron rumbo a casa de la rubia.

- ¡Ya voy! –exclamó ante el insistente sonido del timbre– ¿Quién será? Aún es pronto para que los invitados lleguen… –susurró antes de abrir la puerta y quedar en shock.

- Hola, Fate-chan…

- O… O… Olivie…


ReaMir: Fate tiene un innegable magnetismo sexual xD Pero ya ves que Nanoha la regó y se echó atrás... Mujeres... ¿quién nos entiende? xD

Guest: Well, as Nanoha said "she drives me crazy", so it's normal she did that, isn't it? I mean, Nanoha is in love with her, although she is afraid of the future consequences... And yes, Fate thought Nanoha did that for the reason you mentioned... It's a pity... We'll see what she does now that Olivie is alive! Oh my gosh, that's crazy even for me xD

Saizoh: Pues creo que aquí está el gran secreto que ocultaban... Olivie está viva... oh my gosh, oh my gosh xD Y tienes razón, nadie debería dar explicaciones sobre su orientación sexual. Amor es amor y debemos respetar a todos por igual.

Oh, ya extrañaba tu "ya besénse" jajajajajajaj Lo cierto es que sí, ya se estaban tardando estas dos... A ver cómo reacciona ahora Nanoha cuando vea a Olivie... En cuanto a Einhart, la tengo en mente para que aparezca. Rio y Corona, si aparecen, será muy leve. Lo siento, mi mente no da para más xD