Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, a excepción de los creados por las presuntas escritoras. Este fan fiction es sólo una obra de entretenimiento sin fines de lucro.

L.O.U. & Pao-chan Fanfictions

CAPÍTULO 2

"PRESA"

La lluvia comenzó a arreciar, alrededor de las siete y media de la mañana, y al parecer seguiría así hasta el mediodía.

--¡Rayos!—gruñó Ranma, echando un vistazo desde el pórtico de la entrada de la casa de los Tendo, mirando hacia el nublado y lluvioso cielo. Una fría gota de lluvia cayó sobre su rostro. Se dio la vuelta, de regreso al interior—otro día lluvioso. . y frío—dijo quejándose mientras tomaba uno de los paraguas que estaban en la esquina.

--Que mas te da quejarte, aun así tendremos que ir a clases –murmuró Akane, a sus espaldas—Además tenemos examen.

--ni me lo recuerdes. –Ranma asintió con una mueca de fastidio.

Ambos caminaban lentamente, bajo la abundante lluvia. Ranma bostezó.

--¿y se puede saber que hacías anoche, fuera de la casa y hablando sola? –preguntó, dando pie a conversación.

--no estaba hablando sola. –respondió Akane, sabía que no le entendería si lo decía de ese modo, anoche no había mencionado palabra alguna de lo que había pasado, así que comenzó a explicarlo— Tú olvidaste cerrar la puerta de la entrada, cuando fui a cerrarla escuché algo allá afuera, salí para averiguar de que se trataba . entonces encontré a esa chica, traía un cuchillo en la mano y. .

--¡eh, yo no olvidé cerrar la puerta!. . –Interrumpió Ranma—. .un momento. . ¿una chica, ¿era de por aqui?

--no estoy segura, nunca la había visto. –mencionó ella, pensativa, remontándose hacia los sucesos de la noche anterior, un leve recuerdo le estaba dando vueltas en la mente. Había estado pensando en eso toda la noche—. . tenía algo en la mano. .un cuchillo, navaja o algo asi. . trataba de quitarse la vida. . quería suicidarse –su voz se turbó ante este último comentario, no sólo por eso, sino que éste vino acompañado de una imagen. .pudo recordar fugazmente la última expresión de esa muchacha. . ese extraño brillo en sus ojos.

--Vaya loca –Ranma cambió el paraguas de la mano izquierda a la derecha, topando torpemente contra una pared—Que raro, cuando salí sólo te escuché a ti. Por lo menos debieron de haberse oído sus pasos, si es que corrió en otra dirección.

Akane se encogió de hombros.

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--Llegas tarde, Hirume –dijo un hombre de baja estatura, por detrás del mostrador, mirando severamente a una chica, apoyada en el marco de la puerta corrediza de la entrada. Una chica de cabello castaño oscuro, delgada, y las facciones de su rostro eran suaves, pero revelaban cierta frialdad. Llevaba puesto un impermeable color gris, sobre un suéter negro y unos desgastados jeans color azul.

--Perdón por el retraso, señor –la chica entró, quitándose el impermeable y caminando por un lado del mostrador.

El tipo que le había dirigido la palabra se levantó, dirigiéndose hacia la puerta de la entrada principal, abriéndola totalmente y cambiando el letrero que estaba adherido a esta, de "Cerrado" a "Abierto".

La joven estaba a sus espaldas, pasando distraídamente un trapo húmedo sobre una de las mesas del restaurante.

No era un negocio muy lujoso; sino uno de tantos restaurantes en los que se podía consumir lo típico de la región, un plato de arroz, guisado de carne con verduras y comida así por el estilo. Un diminuto restaurante localizado sobre las abarrotadas y pequeñas calles del centro de Nerima.

--Parece que hoy no habrá mucha clientela –dijo una voz. A espaldas de Hirume, se encontraba un muchacho, probablemente de unos diecisiete o dieciocho años, ambas manos las tenía ocupadas, levantando una de las sillas de las mesas y acomodándola.

--. . Tal vez. .—murmuró Hirume.

El chico paso por detrás de ella, sacando de detrás del mostrador un diminuto radio. Lo encendió, la voz del noticiero de las 12 sonaba difusamente, entre ondas de interferencia.

". . .según la deducciones de los oficiales de la policía local, descartan que los sucesos acontecidos la noche anterior hayan sido realizados por algún ser humano. Estos hechos concuerdan con las huellas del supuesto atacante, el cual había despedazado cruelmente a varias. . "

El ruido de la interferencia cesó, junto con la transmisión. Hirume movió la perilla del volumen, bajándolo y cambiando la sintonía de la estación.

--oye, estaba escuchando eso –refunfuñó el muchacho.

La chica sólo le devolvió una mirada inmutable y seria.

--No acostumbro oír noticias.

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Cerca de las dos de la tarde, la lluvia disminuyó, convirtiéndose en una brisa húmeda, dejando tras de si las calles tapizadas de uno que otro charco, y el cielo, aún cubierto de grises y espesas nubes.

Ranma bostezó, en medio de la clase de literatura. No era el único, sino que el resto del salón estaba en silencio, mientras que la señorita Hinako leía en tono abrumador. Ranma entrecerró los ojos. Tenia sueño, a pesar de que la noche anterior había conseguido dormir relativamente bien, y esos extraños sueños comenzaban a hacerse menos frecuentes.

Cruzó los brazos sobre el pupitre y recargó su cabeza sobre éstos. Sólo penaba descansar un rato, pero al poco tiempo se quedó profundamente dormido.

Una mano empezaba a empujarle el hombro derecho.

--Ranma. . Ranma despierta. . –Akane empezaba a sacudirle, evitando que la maestra Hinako se diera cuenta, pero fue inútil, Ranma estaba profundamente dormido, e inclusive roncaba levemente. La chica suspiró –Bien, no digas que te lo advertí.

Algo voló desde el escritorio de la maestra y aterrizó fuertemente en la cabeza de Ranma.

--¡¡Señor Saotome no se duerma en clases! –gritó Hinako, era ella quien le había arrojado uno de los borradores para el pizarrón.

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--No fue a propósito. . –Trató de explicar Ranma—. Me dio sueño y me quedé dormido. ¡tu siempre me despiertas, ¿Por qué no me despertaste esta vez!

--¿Crees que no lo intente?. . además, te veías tan tranquilo que no quise interrumpir tu "dulce sueño" ja ja –Akane esbozó una tímida sonrisa.

--¡Genial, ahora tendré que hacer tarea extra! –Ranma le dio una patada a una lata vacía, esta rodó calle abajo, emitiendo un sonido hueco.

Ambos caminaban tranquilamente por entre una de las calles cerca del dojo. No estaba lloviendo, pero aun permanecía la helada brisa invernal. Ya eran casi alrededor de las seis y media de la tarde, y la llegada del atardecer se interrumpía por el cielo teñido de gris, a causa de la ininterrumpida lluvia de la mañana.

--Ya olvídalo –empezó a decir Akane, mientras entraban a la casa. Ranma caminaba detrás de ella—Sólo es un insignificante reporte de lectura.

--. . de un libro escrito en inglés. ¡Que fastidio! –bueno, una de las cosas que a Ranma mas se le dificultaba, no radicaba en el hecho de batirse en duelo con cuanto enemigo desconocido se le atravesase en el camino, sino en aquellas cosas llenas de hojas y palabras; libros, tareas, cualquier cosa parecida.—. . mm. . oye. .

Ranma puso su mano sobre el hombro de Akane, y ésta se detuvo, mirándolo confundida.

--Estaba pensando que, j eje, bueno tu podrías ayudarme con eso –el chico sonrió descaradamente.

--Es tu tarea, ¿Por qué tendría que ayudarte yo?

--Pues porque tu eres mi. . ehm. . yo . . –la garganta de Ranma se paralizó, y comenzó a ruborizarse. Una vez mas había dicho algo que no pretendía decir. . o al menos eso aparentaba. Y Akane le miraba fijamente, lo que provocó que su rostro se pusiera rojo como un tomate.

--¿Qué dijiste?

--¡¡nada, no es lo que tu piensas. .! –respondió Ranma, tratando de mirar hacia otro lado. Y entró, subiendo las escaleras corriendo.

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Ranma bajó después de las siete y media, casi a la hora de la cena, y se sentó cerca del televisor. Genma y Soun disputaban otro de sus tan acostumbrados partidos de shogui, sentados cerca del pórtico que daba hacia el jardín. Kasumi salió de la cocina, con la jarra de te caliente. Dejó éste sobre la mesa, cerca de un libro que estaba ahí.

--oh, me olvidé de esto –Kasumi tomo el libro cuidadosamente—Se lo pedí prestado al doctor Tofú la semana pasada y olvidé devolvérselo—miró a Akane, bajando las escaleras.—¿Akane-chan podrías llevarle este libro al doctor Tofú?

--Si, no hay problema. –Respondió la chica—iré por mi abrigo.

--No creo que debas salir, ya es algo tarde –dijo Soun.

--Papá, todavía no oscurece. No tardaré –Akane se sentó en el escalón de la entrada, para amarrarse las agujetas de sus zapatos. Una vez que terminó se levantó y tomó el libro.

--No es conveniente que salgas sola, después de todo lo que ha estado pasando. .—comenzó a decir Genma. Pasó su mirada en Ranma—. Ranma, acompáñala. Cómo próximo sucesor del dojo es tu deber no dejar sola a tu futura esposa.

--¡Tiene razón, Saotome! –asintió Soun.

Ranma se puso de pie de repente.

--¡¡¿yo! ¡¿Porqué habría de acompañar a esa marimacho!

--¡Cómo si yo quisiera! ¡No te necesito, sé cuidarme sola!

--. . .otra vez con lo mismo. . –suspiró Nabiki, apoyada junto al barandal de la escalera.

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Salió silenciosamente, cerrando la puerta corrediza del restaurante. Ésta azotó en el marco con un rechinido oxidado.

La chica empezó a caminar a paso lento. La mirada fija en el piso, notando como su sombra comenzaba a perderse entre las oscuras calles que se movían a su paso. Hirume se dio la vuelta, mirando distraídamente a sus espaldas. Nadie le seguía, afortunadamente.

Fue la llegada del atardecer, las azules sombras anunciadoras de la noche, lo que le advirtió que se había quedado demasiado tiempo. . .

Esas sombras y la luna que acababa de aparecer en el horizonte, en medio de dos inmensos nubarrones. Por primera vez la luna aparecía trayendo consigo algo de luz a las sombrías y solitarias calles de Nerima, una luna fría y blanca, pero Hirume no se dio cuenta de ello. Sólo sabía que se le había hecho tarde. . tarde. . ¡y el cielo se estaba poniendo oscuro!

La caminata entonces se convirtió en pasos largos, rápidos.

Al otro extremo de la calle, una figura le observaba. La débil y difusa silueta de un hombre le contemplaba silenciosamente.

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--Te dije que se haría tarde, ¿Por qué Kasumi no esperó hasta mañana para entregárselo, después de todo, un día más ¿que mas daba? –renegó Ranma, caminando sobre un barandal.

--Si tanto te molesta, ¿Por qué tenías que venir? –Akane se dirigió a él, con un tono de voz desafiante.

Ranma no contestó, dejando que el silencio hablase por él. Caminaba despreocupadamente, con las manos hacia atrás de la nuca, evadiendo la mirada de la chica.

--¡¿Ranma vas a responder!

-¡¿responder que! –Ranma bajó de un salto del enrejado, estando cara a cara con ella.—¡La única razón por la que estoy aquí es porque no tenía nada mas que hacer! ¡¡Deja de imaginar cosas!

--Si, claro. . –Akane se cruzó de brazos.

Ambos se quedaron en silencio. La brisa comenzaba a soplar de nuevo, más fría que la noche anterior. En algún lugar, un par de luces se apagaron, oscureciendo más la solitaria calle.

Akane se apartó de la mirada de Ranma, siguiendo el camino.

--vámonos ya, antes de que se nos haga más tarde para la cena.

Ranma echó a andar por detrás de ella. Sus pasos eran más ligeros que casi ni se oían. Sonrió maliciosamente.

El tenue resplandor de la luna comenzó a hacerse más brillante, mostrando un brillo casi fantasmal en las oscurecidas casas. No había nadie mas, salvo ellos dos. Y el silencio era tan profundo e inmenso que podía escucharse el caer de un alfiler.

--Hace algo de frío. –Dijo Akane. No obtuvo respuesta de Ranma. Ella se detuvo en seco, tratando de escuchar algo. Nada, nada más que su propia voz—Ranma. . ¿Ranma?

Nadie ni nada respondió. Se dio la vuelta, sin encontrar rastro alguno del chico.

--¿Ranma?. . ¡¡¿Donde demonios estas! –su voz casi sonó con eco.

Algo se movió cerca de ella. Un ruido metálico, seco. Ella dio un paso hacia atrás, escuchando el sonido de su zapato izquierdo al topar con un charco.

Una respiración, pudo escuchar que algo respiraba. . muy cerca de ella.

En la escuela se había reído de los comentarios de Yuka y Sayuri acerca del lunático al que en los noticieros apodaban "la bestia de Nerima". Pero en estos momentos no tenía ganas de reír. Cuando la luna trasformó la oscuridad vespertina de esa noche de finales de enero en un resplandor amarillento y lúgubre, todas aquellas historias le parecieron reales, demasiado reales.

Se detuvo cerca de un estrecho callejón.

Alguien le tomó por ambos brazos y la jaló hacia él.

--¡¡AAAHHHHHHHH!

--¡¡jajajaja! –Ranma se soltó a reír a carcajada abierta, quitándole las manos de encima a Akane. La chica tenía una expresión de ira en su rostro. Sacó de quien sabe donde su mazo gigante y se lo estrelló a Ranma en la cabeza.

--¡¡¡IDIOTA, ESO NO FUE GRACIOSO!

--jaja. . ¡¡Debiste haber visto tu cara!. Jaja. . —Ranma aún se seguía riendo, a pesar de tener el rostro marcado por el golpe—¡¡y dices que puedes cuidarte sola! Ja ja ja

--¡¡Cállate!

Ranma se puso delante de ella, haciendo una mueca de burla.

--¡¡buuuu soy la bestia de Nerima y te voy a comer!. . jajaja. . ¡¡Pero que asustadiza eres!

--¡¡¡YA! –gritó la chica le empujó, haciéndolo a un lado. Comenzó a caminar, pero su pie tropezó torpemente con algo.

No era un charco, ni lodo, ni un cubo de basura. Ella bajó la vista, sin evitar dar un grito.

--¿Y ahora que? –Ranma se adelantó hasta donde estaba Akane—. . Si quieres desquitarte por eso, te advierto que yo no caigo tan fácil. . ¡¡¿Quee. . .!

Un bulto amorfo se hallaba a pocos centímetros de los pies de Akane. Una cosa suave, inmóvil.

--¡¿Q. que. . que es . . eso! –inquirió ella a media voz.

--. . O era. . –el chico se inclinó para lograr distinguir mejor.

Allí, bajo la tenue luz de la luna, yacía sobre el barro el cuerpo decapitado y devorado parcialmente de lo que parecía haber sido antes el cuerpo de un pequeño perro, ahora descuartizado casi completamente, con los ojos desorbitados fijos en el frío cielo invernal. Había inmensas marcas a lo largo de su cuerpo (de lo poco que quedaba de éste), enormes surcos atravesaban parte de la yugular del animal, una de sus patas estaba casi desprendida del cuerpo.

--. . Aun esta tibio. . .—Ranma alargó un brazo, tocando parte de la cabeza de aquella cosa. Estaba pegajosa, todo el cuerpo estaba impregnado de sangre. El chico se levantó, limpiándose la mano en el bolsillo de su pantalón.

La brisa comenzaba a hacerse mas intensa, casi respiraba. No, no era el viento, algo respiraba hondo. Jadeaba.

Ranma tomó a Akane, sujetándola fuertemente de la muñeca.

--Vámonos –dijo. Oyó un sonido bajo, una mezcla de estornudo y rugido. Comenzaron a andar, casi a correr.

Pasos. Algo les seguía. Algo que jadeaba. Algo que exhalaba, corriendo a pocos metros de ellos.

Ranma no soltaba a la chica, sino que la empujaba, obligándola a correr más rápido.

Algo se enredó entre los zapatos de Akane, y ésta cayó de rodillas al piso. Trató de incorporarse, pero las agujetas de su zapato izquierdo se habían desatado por completo y provocado que cayese de nuevo. Ranma se adelantó, para ayudarle a ponerse de pie. Un escalofrío recorrió su espalda. Algo le hizo detenerse.

Un rugido llenó la noche de repente, y Akane gritó. Ahora creía. Sí, ahora creía con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde y su grito quedó ahogado entre el ronco rugido que de repente ascendió hasta convertirse en un aullido helado y aterrador. La chica volteó por sobre su hombro, sintiendo cómo el corazón se le paralizaba.

Se encontró ante el semblante de la bestia.

Un hocico contraído por un gruñido de rabia y sus amarillos ojos resplandecientes. . .¡el mayor lobo que Akane jamás viera con anterioridad!

Sus rugidos resonaban terriblemente siniestros, como si fuesen palabras pronunciadas por una garganta humana.

Gruñó de nuevo, su grueso labio superior, del color del hígado, se contrajo para mostrar sus dientes enormes, semejantes a los de un animal de presa.

Su piel parecía teñida de color negro brillante, casi plateado bajo la luz e la luna.

La chica lanzó un grito, entrecortado, asfixiado cuando la bestia se lanzó sobre ella. Los dientes trazaron surcos el hombro de Akane al derribarle al suelo, perdiendo el aliento y todos sus sentidos. Los dientes del lobo se cerraron sobre el hombro, prestos a rasgar la carne y romper los huesos.

Casi sin darse cuenta de lo que iba a hacer, Ranma se arrojó sobre aquella cosa, tomándolo por el cuello. El animal soltó el hombro de Akane.

Pero la bestia tenía una fuerza demasiado superior a la de él, y sacudió la espalda rudamente, tratando de deshacerse del chico, éste tenía ambos brazos doblados alrededor del grueso cuello de la bestia, quien rugía furiosamente.

--¡¡RANMAAAA!—Akane gemía débilmente, luchando por no perder el conocimiento, con todos los sentidos entorpecidos.

La mano izquierda de Ranma logró alcanzar algo, frío, hueco. Logró sujetar el cuello de una botella rota.

Con un ágil y certero movimiento clavó los filosos vértices de ésta cerca del ojo izquierdo del animal. La bestia dejó escapar un terrible rugido de dolor y rabia frustrada, arañándose la cara donde el filo roto de la botella se había estancado. Ranma cayó violentamente al suelo. Algo sonó, un tronido. No tenía tiempo para averiguarlo.

Se levantó, corriendo hacia Akane, la levantó, cargándola cuidadosamente, echando a correr lo más rápido que le respondían las piernas.

Nubes negras pasaron por los ojos de Akane, que se apretó el hombro con la mano. El tejido muscular tenía un rojo brillante en las heridas. Una de las manos de Ranma empezó a sentir una textura líquida, tibia. Tenía la vista fija en el camino, y la deslizó hacia el herido cuerpo de la chica, sus dedos sintieron el calor de la sangre de ella.

--. . resiste, Akane. .

Desde lejos llegó un aullido que duró tal vez quince segundos. Luego fue menguando hasta extinguirse.

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La puerta de la entrada del dojo se abrió violentamente, al filo de las nueve y media de la noche. Ranma empujó la puerta corrediza valiéndose del hombro derecho. Había logrado entrar a la casa sin que nadie se diera cuenta. Lo primero que pensó era que de haber llegado escandalosamente a la casa, inquietaría a todos, sobretodo al señor Tendo, quien probablemente se hubiese desmayado. No, no habría sido conveniente, además, que iba a decir al respecto. . ¿Qué era lo que los había atacado?

El interior del dojo estaba a oscuras. Entró, encendiendo la luz de éste torpemente con el codo. Bajó despacio a Akane, quien apretaba los dientes para ni gritar. El dolor era casi incontenible, quemaba, quemaba como tener la carne viva sobre calientes brasas.

--¡¡Me duele! ¡¡ahhh- -h! –una lágrima de dolo rodó sobre la mejilla de Akane.

--Déjame verlo –Ranma posó sus manos lentamente sobre el lastimado hombro de la chica. Ella llevaba puesto un suéter amarillo, el cual ahora estaba completamente destrozado del lado izquierdo e impregnado del oscuro color rojo de la sangre.

--¡¡No!. . ¡¡RANMA ME DUELE MUCHO!

--¡Tengo que verlo! –la mano izquierda de Ranma tomó lentamente uno de los desgarrados pliegues del suéter, deslizándolo hacia abajo. Estaba pegado por la casi coagulada sangre, así que tiró de él, desprendiéndolo lentamente, como quien despega un trozo de cinta adhesiva. La chica no opuso resistencia. Pudo sentir cómo el dolor empezaba a desvanecer, bajo un leve hormigueo.

--¡¡¿Qué demonios era eso!

--. . no lo sé. . –la voz de Ranma parecía casi un susurro.—. . no tengo idea. . tal vez un perro enorme. . no lo sé.

--¡¡¿Por qué a mi! ¡¡¿Qué hice! –la respiración de Akane comenzaba a volverse más agitada, por el dolor, el miedo. Vió de reojo una enorme mancha rojo escarlata sobre su hombro izquierdo. Ranma pasó la mano que tenía desocupada, cerca de la mejilla de Akane, limpiándole las lágrimas. Tratando de tranquilizarla.

--. . Mira. . una vez, cuando acampaba en China con mi padre, él me contó. .acerca de que muchos animales atacana las personas sin motivo alguno, sobretodo los osos. .

--¡¡Eso no era un oso! ¡¡no hay osos por aquí!

--cálmate. . –Ranma pudo despejar parte de la herida. Tomó el trozo que había arrancado, para limpiar parte del hombro. Bajo la luz artificial de la lámpara, sólo aparecieron dos pares de líneas medianamente gruesas, profundas y brillantes. El chico pasó el dedo índice—¿Aun te duele?

--. . No. . ya. . no. . –Akane contestó, con un suspiro. Su respiración se agitaba más, como si se tratase de un ataque de asma. . no se sentía mal. . no.

Ranma dejó el dedo sobre uno de los profundos surcos, de repente sintió algo caliente, verdaderamente caliente y apartó el dedo, era como si hubiese tocado fuego. Sus ojos contemplaban algo a lo que no daban crédito. Las rojizas y sanguinolentas líneas comenzaban a cerrarse. . por si solas.

--No es posible. . .ya están cicatrizando. . –en menos de cinco segundos, lo que parecía ser una herida profunda y que probablemente requiriese de varas puntadas para sanar, ahora eran cuatro leves y delgadas líneas que cruzaban de extremo a extremo del hombro izquierdo de Akane—. No. . esto no es normal ¡Te llevaré inmediatamente con el doctor Tofú!

--¡NO! –en cuanto Ranma puso sus manos sobre la espalda de Akane, dispuesto a levantarla, ésta le apartó. Su mano derecha pasó por sobre el hombro lastimado, tocando únicamente la piel, sana y restaurada. Su respiración volvía lentamente a la normalidad.—. . Yo. . ya estoy bien. . .solo que no quiero que ni papá ni nadie lo sepa. . ya sabes lo histéricos que se pondrían. –trató de simular una sonrisa, pero estaba inquietada.

--. . Akane. . –Ranma le contemplaba, con una expresión de preocupación reflejada en sus azules ojos. Tomó a la chica suavemente entre sus brazos. Ella le abrazó por el cuello, temblando. Comenzó a sollozar silenciosamente.

--gracias. . –murmuró.

Akane perdió el conocimiento y se hizo de noche para ella.