Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, a excepción de los creados por las presuntas escritoras. Este fan fiction es sólo una obra de entretenimiento sin fines de lucro.

L.O.U. & Pao-chan Fanfictions

CAPÍTULO 5

" INSTINTOS"

--¡¡Akane! –Kasumi la llamó, sin obtener respuesta.

La había visto entrar corriendo a la casa, abriendo violentamente la puerta de la entrada, arrojando su mochila al piso, junto al escalón y subir a su habitación sin siquiera decir palabra alguna. Notó que se cubría el hombro izquierdo con la mano derecha.

¿Le ocurriría algo? pensó Kasumi. Se dirigió hacia la escalera, quedándose de pie sobre el primer escalón.

--¡¿Akane! –volvió a llamarla, obteniendo una vez más como respuesta el mismo silencio.

Nabiki se levantó de la mesa, mirando confundida a su hermana mayor.

--Creo que han vuelto a pelear o algo así –dijo—. Además, ya es tarde y Ranma aun no regresa. ¿Akane no dijo nada en cuanto llegó?

--. . . No , pero me preocupa –respondió Kasumi, encogiéndose de hombros. Miró de reojo a Nabiki—¿ Te diste cuenta de algo en la escuela?

Nabiki arqueó las cejas en señal de supuesto interés, asintiendo con la cabeza.

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--¡Ranma, exijo que me expliques claramente que pasó! –le gritó una enfurecida y asustada Ukio a Ranma. El chico solo mostraba una expresión seria y seca, mientras abría la puerta de la entrada del restaurante.

Ukio entró primero, encendiendo la luz de la entrada. Ranma se quedó recargado en el marco de la puerta. Su vista estaba perdida, en el oscuro y negro cielo de Nerima.

--¡¡Ranma!

El chico volteó repentinamente hacia el rostro de Ukio, pero sus ojos aun revelaban ese pensativo y sutil gesto de ensimismamiento. Abrió lentamente los labios, como si quisiera decir algo, pero solo dejo escapar un suspiro.

Metió las manos en los bolsillos, aun recargado junto a la puerta.

--Ya es algo tarde. . . –Ranma empezó a decir, con una voz tan baja que casi parecía un murmullo.

Ukio aun le contemplaba con una mueca tanto enojada como confundida, aun a la espera de una respuesta concisa. Ranma supuso que sería totalmente inútil cambiar de tema, pero su mente le traía una y otra vez el leve recuerdo de esta tarde. Bajó la vista hacia el piso.

--Yo. . no se exactamente que paso pero. . –su voz se cortó, desvaneciéndose como un bostezo. Estaba tan confundido como Ukio, pero con la gran diferencia de que él sabia el porque.

Calló repentinamente cuando sintió que una mano le tocaba el hombro. Levanto la vista, posando sus ojos en el aun palidecido semblante de Ukio, quien tenía la mano derecha en el hombro de Ranma.

--Tal vez, sea mejor que hablásemos después. –comentó Ukio, pero su expresión aun seguía siendo seria.

Ranma asintió en silencio. Se dio la vuelta, echando a andar hacia el dojo mientras escuchaba la puerta corrediza del restaurante de Ukio cerrándose detrás de él.

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Murmullos. Voces. Algo hacia ruido en la planta baja. Podía escucharlos perfectamente. La voz de su padre y sus hermanas. De algo hablaban. No, no era de ella. Los escuchaba tan claramente como si estuviese ahí mismo.

Sentada, al borde de su cama y con las cortinas corridas y la luz apagada, se encontraba Akane, mientras que apoyaba su cabeza sobre su mano derecha y la vista fija en la silla de su escritorio, en la cual estaba desdoblado su uniforme escolar, aun roto de la parte del hombro.

La mente le daba vueltas. Ideas que iban y venían, todo lo sucedido aquella tarde. Una voz se cernía dentro de ella, fuerte y clara, haciéndole revivir cada instante de esas fragmentadas e inconclusas imágenes.

. . .Yo se que fue lo que paso esa noche. . . Fue un licántropo. . .un hombre lobo. . .ya estas cambiando y todo empeorará conforme se acerque la primer luna llena. . .

La voz de Hirume, sonaba con un eco vacío, tan distante pero a la vez demasiado real como para tratarse de un sueño. No, no fue un sueño, no lo que pasó esa tarde.

Trató de levantarse, haciendo un esfuerzo por despejar la mente, pero algo le hacia sentir tan aturdida, mareada e incapaz de concentrarse en otra cosa.

El cuarto estaba completamente oscuro, pero sentía esa oscuridad tan acogedora, tan. . . tan apropiada.

Una escena se detuvo en medio de ese vaivén de ideas fugaces. Pudo ver claramente a Ukio, frente a ella, tendida en el piso, con el brazo derecho sobre su hombro herido. . .el hombro que ella misma le había dislocado.

Ella.

Pudo verse a ella misma en ese preciso momento. Ese sentimiento, esa extraña sensación que se había apoderado de su ser y le había obligado. . .¿a actuar así?

Estaba perfectamente conciente de la discusión que había tenido con Ranma antes de todo eso, de la forma en que Ukio la había retado. . .pero, ¿y después?

--¿Akane? –llamó una voz, lejana y cercana al mismo tiempo. Una mano entreabrió lentamente la puerta, trayendo consigo un tenue resplandor de luz hacia la oscurecida habitación—¿Akane?

Ella levantó la vista, mirando directamente hacia la puerta. Una silueta alta, de pie, inmóvil junto al marco de la puerta.

La mano que sujetaba la perilla de la puerta, se deslizó por la pared, hasta el interruptor de luz, encendiéndolo y despojando de toda oscuridad la habitación de Akane.

--¿Ranma? –la voz de Akane se entrecortó, al principio como una reacción de sorpresa—¿Qué haces aquí?

Ella se puso de pie, fingiendo una mueca u tanto despreocupada, tratando de ocultar esa sensación de miedo que había sentido horas antes.

--Solo que. . .—Ranma empezó a decir, se detuvo, en una pausa, mirando por detrás de él, asegurándose de que su voz apenas fuera lo suficientemente audible para ambos—. . .Es por lo de esta tarde. . . y. . .

Akane sabía perfectamente de que se trataba. No, no quería hablar de eso, no ahora.

--Eso no es asunto tuyo

--Sólo quiero saber que es lo que pasó –Ranma insistió, pero Akane aun mostraba esa actitud hostil.

--¡Déjame en paz!

--¡¡No lo digo por mi! –Ranma elevó la voz, sin importarle quien llegase a escucharle—Es Kasumi quien esta preocupada. . .—calló repentinamente, recordó algo. . no debía haber dicho eso. . .

--¿Que? –Akane se le quedó viendo con extrañeza a Ranma, y reaccionó a la manera en que sabe hacerlo—¿Tú. . .? ¡¿tú dijiste algo!

Ranma se quedó helado. Algo era cierto, él no fue quien mencionó palabra alguna de la pelea entre su prometida y Ukio. No, sino que había sido la propia Nabiki quien había contado con lujo de detalle todo lo ocurrido, y el problema era que se lo había dicho a Kasumi. Obvio que en cuanto Ranma regresó a la casa, se encontró a la entrada a una muy preocupada Kasumi, un casi histérico Soun y una Nabiki con expresión de "te lo dije". Y por demás había tenido que enfrentarse a uno de los interminables interrogatorios del señor Tendo. Exactamente no recordaba fotográficamente las preguntas, excepto que respondió no. . . si. . . no. . .y no.

No, no había incriminado ni dicho nada que pudiese ser perjudicial para Akane. . . o para ambos. ¿O lo había dicho?

--¡Yo no dije nada! Fue Nabiki quien lo había contado todo. ¡Yo ni siquiera sabía que ella estuviese ahí en ese preciso momento!

--claro. . . sé perfectamente que lo harías para fastidiarme

Ranma abrió la puerta en toda su totalidad y entró a la habitación.

--Solo. . .—él bajó el tono de su voz, volviéndose esta más seria—quiero que estés bien.

--¡Lo estoy! –ella dio un paso hacia donde estaba Ranma, cruzándose de brazos—No ha pasado absolutamente nada raro en mi. Me he vuelto más fuerte, eso es todo. ¿Por que? Sólo por que he estado entrenando más ¡y eso es todo! –Ranma iba a decir algo, pero akane se le anticipó y se quedó de nuevo en silencio—Tengo vellos raros ¿Y qué? También tengo hormonas y me hacen ver rara pero no me hacen un monstruo

--Entonces lo que te mordió fue una enorme hormona –dijo él en tono sarcástico.

--¡¿Aun crees que lo que nos atacó esa noche fue un monstruo! ¡Esas cosas no existen!

--. . . siempre ignoras lo que no entiendes.

--¡Si, cuando son tonterías!

La chica se adelantó, dándole un empujón a Ranma, dispuesta a sacarlo de su habitación. Por un momento, le pareció sentir una cálida energía, aumentando lentamente. . . .al igual que hace unas horas, antes de batirse en duelo contra Ukio. Sola. Quería estar sola, y en este momento, la incómoda compañía de Ranma y sus estúpidas preguntas era lo que menos necesitaba.

Ranma dio un par de pasos hacia atrás, con una mano detenida en el marco de la puerta.

--¡Ahora vez a lo que me refiero! Después de lo que pasó esta tarde, y se perfectamente que tu no serias capaz de eso. Akane, algo anda muy mal contigo.

--No ¡como si yo fuese la responsable de todo! Fue ella quien me provocó. . . ¡Yo no podía quedarme ahí como idiota! ¡Ahora lárgate! –tenia una mano sujetando la perilla, dispuesta a cerrarla delante del rostro del chico.

--¡No dejes que sea yo quien te detenga! –amenazó Ranma.

--Descuida, ¡No lo haré!

La puerta se cerró emitiendo un estruendo seco producido por la gastada madera. Ranma casi dio un salto para evitar que ésta azotara contra su nariz. Se quedó ahí, frente a la puerta durante un momento. Esperando.

Pero la puerta no se abrió.

--¡Akane! –le llamó inútilmente, obteniendo nuevamente como respuesta la nada.

Se dio la vuelta, con las manos detrás de la nuca.

Al otro lado de la puerta, la habitación volvió a cubrirse de oscuridad, solo se escuchaba un leve jadeo, un suspiro casi tan bajo que parecía una respiración entrecortada.

Akane estaba apoyada junto a la puerta, con la vista fija al pequeño vértice de la ventana. El cielo era de un color negro profundo, sin nubes ni estrellas, el único resplandor provenía del tenue y casi extinto resplandor de la luna en cuarto creciente.

--. . . baka. . . –dijo.

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Pasó un día desde entonces. Dos. Tres. Una semana.

Y lo ocurrido tanto entre Akane y Ukio había pasado a ser sólo una noticia del pasado. Ukio se había presentado a clases un par de días después del incidente, pero mantenía una distancia casi kilométrica hacia Ranma, con quien sólo cruzaba palabra de vez en cuando. Nadie en el grupo dijo o comentó rumor alguno. Y era una suerte de que así fuera

Estos últimos días habían sido demasiado tranquilos, o así le parecía a Ranma. Fuera de lo que pasó hace un par de días, en el que durante una de las clases, por la mañana, notó que Akane se había quedado dormida, 20 minutos antes de que terminara la clase de álgebra II. Lo único que le respondió a Ranma –y eso porque él había sido realmente insistente en su pregunta- era que últimamente sentía que no dormía lo suficiente. Pero fuera de eso, según ella, todo marchaba perfectamente.

Ranma no le creía. No, no después de todo lo que había estado pasando, después de esa casi fatal noche. Eso aún era un secreto para los Tendo, a pesar de que Nabiki seguía mostrándose incrédula ante lo que Ranma había relatado.

Eso no importaba. No ahora que casi toda la responsabilidad de lo que pudiera ocurrirle a Akane ahora recaía sobre él. Y con ello toda una serie de especulaciones y ideas raras que comenzaba a imaginar. Nunca en su vida se había vuelto tan supersticioso, ni siquiera después de su mala experiencia en Jusenkyo. Su mente sólo se dedicaba a preocuparle mas y mas aun, maquilando una probabilidad que él se negaba a rechazar, pero que era tan cierto como que el cielo es azul. . .era cierto, ella ya no era la misma Akane

Lo sabía, en la forma en que lo miraba, el brillo de sus ojos, su voz, su carácter, violento por naturaleza, pero ahora le parecía haberse tornado más incontrolable. . .¡Rayos!¿era eso cierto?

Lo sé. . .no es la misma. . . pensó él mientras caminaba calle abajo, bajo el rojizo atardecer del cielo de Nerima, casi al filo de las seis y media de la tarde. Se había quedado tiempo extra en la escuela después de clases, para ayudarle a Daisuke y a otros dos compañeros a hacer la limpieza del salón, cosa de la que había logrado huir diplomáticamente la semana pasada, pero hoy por mas motivos, o excusas que inventase, lograron atraparle.

Alguien pasó por su lado izquierdo. Ranma ni cuenta se dio, a pesar de que le llamaron por su nombre. Hasta que ese alguien le tomó del brazo, haciendo que se desconcentrase por completo.

--¡¡Nihao, airen! –Shampoo gritó al tiempo en que se aferraba al brazo izquierdo de Ranma—¡¡Shampoo encontrarte justo a tiempo para cenar!

--¡Shampoo, suéltame!

La chica no le escuchó, como era de esperarse. Le miró a los ojos.

--¿Porqué airen tener cara de preocupación? –dijo lo mas melosamente, y sin despegarse del brazo de Ranma.—Shampoo poder preparar cena para Ranma y si quiere poder contarme que pasa.

--No. . Shampoo suéltame! –el trató de forcejear, pero casi siempre -o la mayoría de las veces- resultaba inútil. Entonces, una idea fugaz pasó por su mente.

Un plato de tallarines como aperitivo antes de la cena no me vendría mal. . ¡no no es eso, idiota!. . ¿Entonces, ah, claro, podrías llegar y de repente, como si nada, contarle a la amazona acerca del pequeño incidente de hace casi dos semanas, claro, puedes omitir los detalles sangrientos si lo prefieres.

No, ni loco accedería a hacer eso. . .bueno, lo de la cena tal vez. . .

--. . .solo iré por un plato de tallarines ¡y nada mas! –asintió Ranma, de mala gana.

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Akane abrió la puerta del dojo, sin mucho entusiasmo.

Eran las siete y media de la noche, pero tenía aun bastante tiempo libre antes de que Kasumi tuviera lista la cena.

Apiló un par de anchos y pesados tabiques de piedra, levantándolos con tal facilidad como éstos fueran simples cajas de cartón. Los colocó uno sobre otro.

Se quedó observándolos, por un breve instante.

--¡YAAAAAAAAAAA!—su voz sonó con eco dentro del dojo.

Levantó el puño derecho.

Lo dejó caer en vertical, sintiendo como los nudillos rozaban contra la áspera superficie. Ambos tabiques se rompieron, con un ruido sordo y seco.

Nada mal, dijo para si, mientras contemplaba su mano, con los nudillos impregnados de diminutos restos de piedra. Se limpió el dorso de la mano en uno de los costados de su gi. Si. . he cambiado, pero no como cree ese baka.

Miró distraídamente hacia su lado izquierdo. Debajo de su gi, unas delgadas líneas oscuras sobresalían ligeramente. Pasó la mano por debajo del cuello de la camisa que llevaba debajo. Las cicatrices estaban aun ahí, igual que hace una semana, y aun cubiertas de ese áspero y grueso pelambre. Desde hacía ya tres días en los que había insistido nuevamente en quitárselos y estos volvieron a aparecer al día siguiente, optó por dejarlos así. Después de todo, era totalmente inútil que tratara de deshacerse de eso. Ya no importaba. Y nadie se había percatado de ello, por fortuna.

Se dio la vuelta, dispuesta a continuar con su rutina de entrenamiento.

Dio un paso, y se detuvo en seco.

Algo andaba mal

Levantó un poco la mano izquierda. Temblaba, se sacudía con bajos y lentos y pesados movimientos. La mano derecha procedía el mismo ritmo.

--¿Qué. . .que demonios. . . pasa? –su voz se entrecortó, mientras que su respiración comenzaba a tornarse más agitada, al igual que los latidos de su corazón. Una extraña pulsación latía en el lado izquierdo de la cien. No, no era un simple dolor de cabeza. Punzaba, y punzaba dolorosamente, tanto que trató de seguir en pie, pero dio un paso en falso, haciéndole caer sentada.

Ya estas cambiando. . . y todo esto empeorará conforme se aproxime la primer luna llena. . .

--. . . no. . . ¡¡no es. . . cierto. . .!—exhaló, pero su voz sonaba apagada, débil. En medio de ese extraño e inusual torbellino de dolor, su vista sólo pudo distinguir una cosa. Una tenue y blanquecina figura, asomándose por entre una de las esquinas de una de las ventanas del dojo. Lejos, la forma casi semi redonda de la luna se perdía en medio de las inmensas sombras de los edificios de la ciudad.

. . . Cuidado con la luna, Akane. . .

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--Hace mucho tiempo que no te vemos por aquí, yerno. . jajajaja –la voz de Cologne sonó cascada, estaba detrás del mostrador del restaurante de Neko.

--Sabia que Ranma no poder rechazar comida de Shampoo –rió la chica, mientras salía de la cocina con un gran tazón de tallarines. Lo dejó en la mesa donde estaba Ranma y se sentó junto a él-

--mm. . . –murmuró el chico, mirando el plato. Ahora le parecía que ya no tenía tanta hambre. Echó un vistazo distraídamente al interior del restaurante. Estaba solo, a no ser por él y un par de clientes más. –¿Y que ha pasado con Mousse?. . no se oye chocar contra la losa de la cocina como siempre.

--De regreso en su aldea –contestó Cologne—Hace ya un mes.

--Ser suerte, con lo torpe y ciego que Mousse es, de seguro la bestia de Nerima podría habérselo tragado como si se tratase de dulce de menta. . jaja

Ranma se atragantó con el enorme bocado que casi había engullido. Tosió tan fuerte que los dos clientes del fondo voltearon a verlo.

--¿Pasar algo malo, airen?

--¡No!. . jeje . . no nada. . –empezó a decir, aun con la boca medio llena. Se puso nervioso, nunca en su vida había estado tan tenso, y eso era visible a través de sus propios ojos. Por un momento, temió que todo se descubriese. . .¿o no era ese el plan? No, había jurado y perjurado que nadie se enteraría de lo sucedido hace ya un par de semanas. Se levantó, de súbito. –¡Cielos, pero que tarde es, debo irme!

Se puso en pie y salió a pasos largos y rápidos. Escuchó a Cologne decir algo. Él no respondió.

--¿Ranma a donde ir?

Shampoo fue detrás del chico.

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--¿Ranma? ¡¡Ranma, esperar!

Ranma se detuvo, exhalando un suspiro. Dejándose alcanzar. Mientras que su mente se debatía en medio de ideas que iban y venían. Una de ellas se aferraba a su conciencia, y no le había abandonado desde que estaba en el Neko Hanten. Una opción. Una solución desesperada. O una esperanza. . .

La anciana. . ¡Claro, Cologne tal vez sepa algo. . ¿De que? ¿De maldiciones? ¿Monstruos?. . . pensó él, una voz se oyó lejos, como perdida en el tiempo. . .baka, esas cosas no existen.

Si no existen, ¿Qué demonios era todo esto que estaba pasando?. Lo sabía. Lo creía. Lo notaba, en ese pequeño lapso, desde el ataque, ese cambio gradual y lento –porque lo había- en Akane. Él solo se aferraba a una idea fugaz y realista: la estaba perdiendo. Lentamente.

No podía dejarla. No quería dejarla perderse en ese abismo. . .sin retorno. Tenía que hacer algo, y hacerlo ahora, sin importar lo que esto implicase.

--¿Ranma estar bien? –preguntó Shampoo, tomando del brazo al chico. Éste tenía una fría expresión en el rostro.

--No. . digo ¡¡Si! –dijo confusamente—Tengo demasiadas cosas que hacer aun, es todo.

--Shampoo no creer, airen verse preocupado. ¡Shampoo no irse hasta que Ranma explicar que le pasa!

--No es nada de importancia. . .¡Adiós! –logró quitarse a la amazona y se fue corriendo por los tejados, perdiéndose de vista.

Shampoo no le siguió.

Bien, ahora tengo tu atención, se dijo él mismo. Ahora sólo se daría tiempo para preparar una estrategia adecuada.

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La puerta del dojo se abrió.

Escuchó claramente como la puerta corrediza de deslizaba casi con sigilo. El sonido era demasiado estruendoso para ella.

Dolor. El dolor se hacía aun mas intenso. No paraba.

Un aroma, tenue, sutil, impregnaba lentamente el aire.

--¿Akane? –preguntó una voz conocida, temblorosa e insegura.

El dolor seguía.

--¡¡Akane! –la voz se intensificó, andando, casi corriendo hasta donde estaba ella.

El olor se volvía más fuerte. Era suave, dulce.

Las pulsaciones comenzaban a ceder. Poco a poco

Una mano le tocó el hombro.

--¡Akane! –Ranma trató de hablarle, pero sin obtener respuesta—¡Akane ¿Estás bien! ¡¡Contéstame!

Ella se giró, lentamente hacia él. No seguía el sonido de su voz, sino el de ese enigmático pero familiar aroma.

Ese aroma. Se volvía más y más fuerte. Era delicioso. . .ella se dio la vuelta concentrada en saber de dónde provenía.

Se encontró frente a frente con el pálido semblante de Ranma.

--A. . . Akane. . ¿Qué. . pasa?

--. . . no. . .no lo sé. . .—respondió en un suspiro. Su voz sonaba diferente.

Se acercó más hacia Ranma. Un calor casi abrasador le invadía el cuerpo. La sofocaba.

Ese olor. . .oh. . huele tan bien. . .

Ranma trató de moverse hacia atrás, al sentir el cálido rostro de Akane, rozando lentamente su cuello.

Algo le apresó uno de sus brazos, impidiendo que él pudiese levantarse. Una de las manos de Akane le sujetaba el brazo derecho, y la otra se había deslizado hacia su espalda. Literalmente le tenía inmóvil.

La respiración de la chica era profunda. Inhalaba cada fragmento del aroma de Ranma con avidez y placer. . .casi animal.

Ranma se puso incómodo, sintiendo como su rostro se ruborizaba como un tomate.

Akane acercó más su cuerpo hacia él, inconscientemente

El aroma, aun más fuerte, y embelesador, le hicieron perder la conciencia de lo que hacía.

--. . .Akane. . esto. . .no. . .no es correcto –el casi tembló al sentir como Akane comenzaba a lamerle el cuello. Su aliento era cálido y casi le escocía la piel.

No le escuchó.

El olor. . .el sabor de ese olor era increíblemente bueno.

El dolor había cedido por completo.

Ranma insistió, pero ella no se detenía.

Por un momento, le pareció que Akane gruñía.

--. . .quiero. . .hacerlo. . .—jadeó ella.

Ranma abrió los ojos como un plato.

A ella no le importó. Él trató de despertarle de ese trance, pero la fuerza con que lo tenía inmovilizado era aun más que imposible.

Akane apretó aun más las caderas contra él, comenzando un movimiento circular, rítmico. Lento.

A Ranma se le hizo la piel de gallina.

--. . .espera. . .—la respiración de él se entrecortaba—. . .detente

Ella seguía. Acentuando el ritmo, mientras que su lengua recorría lentamente el dorso del cuello del chico, peligrosamente cerca de la yugular. Una de sus manos recorría la espalda a lo largo y ancho de ésta, la otra la deslizó sobre los botones chinos de la camisa de Ranma, haciendo un vago intento por desabrocharla..

Ranma comenzó a sentir una lívida sensación de placer.

¡No idiota! No puedes hacerlo con ella así. . .no es responsable de sus actos. . .¿o si?

La piel de Akane se sentía a una elevadísima temperatura. Estaba ardiendo.

Sus movimientos comenzaron a tornarse más acelerados y frenéticos, con desesperada lujuria animal.

Ranma sintió cómo algo comenzaba a rasgarle la camisa, por el lado de la espalda. Las uñas de Akane lentamente empezaron a alargarse, causándole de nuevo aquel incontrolable dolor. Pero eso no la detuvo.

Para Ranma, esa fugaz sensación de placer se volvió casi inmediatamente una molestia más que punzante. El calor del cuerpo de su prometida casi le quemaba los poros, y el ritmo de sus caderas le oprimían dolorosamente.

--Akane. . . ya, detente –logró mover una de las manos de ella. La puso sobre su hombro, tratando de separarla de él.—¡Akane!

Le gritó, pero no funcionó.

--¡¡AKANE! ¡¡DETENTE! --sin pensarlo mucho, tomó la determinación, antes de que ella enloqueciera. . .aun más. La tomó por los hombros, y le empujó, no muy fuerte, pero si lo suficiente como para separarla.

Ella cayó sentada, sobre sus rodillas. Su aliento lentamente volvía a ser el mismo. Poco a poco recuperó la conciencia.

La mente le daba vueltas y un agudo zumbido le atormentaba los oídos.

Se pasó una mano por la frente, sintiendo como ésta bajaba de temperatura. Levantó la vista, encontrándose con la mueca de sorpresa –y miedo- más grande que había visto dibujarse en el rostro de Ranma.

Estaba frente a ella, con los ojos casi desorbitados de susto, haciendo cuanto esfuerzo posible por no gritar.

Akane se preguntó porque la miraba de ese modo, y al levantar una de sus manos vio algo a lo que sus ojos no daban crédito.

Su mano derecha –y la izquierda también- mostraba sus uñas, de una tonalidad grisácea y afiladas. No sólo era eso, sino que estas se acortaban lentamente. . .ante sus ojos.

Ahogó un grito de horror.

--¿Qué. . ? ¡¿Qué rayos es esto!

Ranma se acercó a ella, tratando de tranquilizarla.

Una voz irrumpió en medio de ese incómodo silencio.

--Así que aquí estaban ustedes dos. Ya es hora de la cena. –dijo Nabiki, con mueca de desenfado. Akane escondió inmediatamente las manos detrás de la espalda, y Ranma trató de aparentar que no pasaba nada.

Nabiki ni cuenta se dio de ello.

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Daba vueltas en la cama, mientras los recuerdos le venían una y otra vez, confusos y vagos.

Ranma no le había dicho nada desde la cena –de hecho, él casi ni cenó-, pero su mirada y esa seriedad que no era típica de él, fue el comentario más elocuente.

¿Qué había pasado, ¿Acaso había hecho algo malo?. . . no, o al menos no algo de lo cual ella recordase.

Ya lo recordaría.

O al menos haría el esfuerzo. Por ahora todo lo que le importaba era dormir un poco.

Entró a su habitación, se enfundó en su pijama amarillo, recién lavado. Apagó las luces y se metió en la cama.

Todo quedó casi a oscuras, y no le importó siquiera correr las cortinas.

Akane pensaba que le costaría trabajo dormirse, como le ocurría en las ocasiones en las que había tenido días agitados.

Pero se sumió suavemente en el sueño, como si resbalara por un tobogán de poca pendiente. No recordaba dónde había leído que una persona normal tarda siete minutos en desconectarse del día. Siete minutos durante los cuales consciente y subconsciente van girando como las paredes trucadas de la casa encantada de un parque de atracciones.

Resultaba un poco inquietante.

Finalmente se quedó dormida, profundamente, como si hubiera caído por un agujero.

Y sin soñar.

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Algo le despertó mucho después, pero era lo suficientemente fuerte como para haberle hecho incorporarse en la cama de un salto.

No fue un ruido del exterior. No fue un sueño.

Algo le estrujaba la cabeza. Ese dolor.

Claro, lo había sentido esa misma tarde.

Pero era más intenso, clavándosele en todo el cuerpo.

Su estomago crujía, con fuerza indescriptible.

Sus manos comenzaron a temblar de nuevo, ante un ansia que se apoderaba poco a poco de ella

Hambre. . .tengo hambre. . .

Era la causa del dolor.

Hambre. . .

Tenia que calmarle.

Miró por la diminuta luz que entraba por entre las cortinas de su ventana.

Tenía que salir.

Entonces, todo recuerdo de su conciencia humana, desapareció, como la luz de una vela desaparece en medio de la oscuridad.

Hambre. . .tengo. . .hambre. . .

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La ciudad estaba completamente desierta. Como debía de esperarse tratándose de ser las tres de la mañana.

Caminaba a paso regular. Escudriñando cuidadosamente cada insignificante rincón.

Podía verlo todo bien. Perfectamente bien. Y el viento soplaba, trayendo consigo el aroma de una infinidad de cosas.

El dolor aun seguía ahí. Aminoraba y luego volvía. Pronto lo calmaría.

En cuanto tuviese la oportunidad.

Muy pronto.

Algo rechinó, muy cerca de ella. Una diminuta sombra negra se deslizó por entre dos oscuros y solitarios callejones.

Akane agudizó el oído, y oyó un débil sonido. Como de algo que arañase. Era algo pequeño. Lejos de ahí.

Podía percibir su aroma en el aire.

Sentía como si su mente se hubiese desdoblado por la mitad. Un lado, aun tratada de controlar el intenso ardor de su estómago, y el otro lado oía a esa diminuta sombra corriendo en la oscuridad.

El hambre sonaba en sus tripas como una campana hueca.

Miró a su alrededor con los sentidos agudizados y oyó de nuevo aquel ruido.

Hambre. . .

Akane trató de escuchar, pero los latidos de su propio corazón eran demasiado ruidosos y le distraían.

Miró despacio, de derecha a izquierda en la oscuridad con la cabeza inclinada para captar el sonido.

La sombra seguía rascando algo con lo que se podía distinguir eran sus uñas. Era difícil localizarla exactamente.

Su cuerpo se decidió.

Hambre. . .tenía que controlarla. Tenía que comer.

Akane se puso en cuclillas, después se tumbó boca abajo.

Si, ahora el sonido venía de su derecha.

En la pared, al fondo del callejón. Tal vez en un rincón, pensó.

Empezó a arrastrarse en aquella dirección. Su cuerpo se movía sigilosamente, y con una flexibilidad a la que nunca hubiera imaginado, andando agazapada, casi pegada al suelo.

El sonido cesó.

Akane siguió arrastrándose, hacia el interior de un callejón, oscuro, frío y húmedo.

Su hombro tropezó con algo; un cubo de basura. Este cayó al suelo y oyó repicar las uñas de ese "algo" a lo largo de la pared del fondo.

Va de derecha a izquierda, pensó. Esperó a que así fuese. Sus tripas roncaban con fuerza alarmante.

Silencio total. Akane yacía de bruces, con la cabeza inclinada.

Un olor acre llegó hacia ella. Un animal. Ahora sabía que se trataba de un animal. Pequeño. Canino, tal vez.

El olor marcaba un camino tan claro como la luz de un farol. Akane observó las calles de alrededor. Todas ellas de un color gris débilmente luminoso. Todavía no ubicaba a su presa, pero podía distinguir cada detalle del oscuro callejón. Captó el olor

Se arrastró hacia delante, despacio. . .muy despacio.

Podía oír un ruido sordo, rítmico. Se dio cuenta de que se trataba de los propios latidos de su corazón. Sus pulsaciones eran casi ensordecedoras, y esperó un rato a que se tranquilizasen. Volvía la cabeza de un lado hacia otro, escuchando.

Allí. Un rápido tic. . .tic. . .tic. . . como el de un pequeño reloj. A su derecha. Tal vez a unos diez metros delante de ella. En el rincón, naturalmente.

Se arrastró hacia aquel rincón, en silencio y con movimientos sinuosos.

Oyó como aumentaban los latidos del corazón de su diminuta e inofensiva presa. Sabía exactamente donde estaba. Permanecía inmóvil, pero los latidos indicaban que estaba a punto de salir de su refugio y correr a lo largo del callejón. Akane oyó el ruido de las uñas del animal, y entonces, éste saltó hacia delante con una confusa luminiscencia, al tratar de cruzar el callejón hacia el rincón más lejano.

Akane sólo sabía que tenía hambre y necesitaba controlarla, pero su mente trabajaba instintivamente calculando la dirección y la velocidad con fría lógica animal. Akane se lanzó hacia la izquierda. Su presa lanzó un ladrido de defensa y esquivó su mano. Pero al dar media vuelta y pasar por su lado, Akane se volvió al instante hacia la derecha y agarró al animal por detrás de la cabeza. Éste se revolvió, defendiéndose.

Akane comprendió que su presa se liberaría en pocos segundos, y tomó una decisión.

Abrió la boca y mordió el pequeño y duro cuello.

Sus dientes trabajaron bien; no había rabia, no cólera en ellos, sólo hambre.

Oyó un crujido de huesos y su boca se llenó de sangre caliente. El cuerpo forcejeó unas cuantas veces, pero cada vez con menos fuerza.

Y ese fue el final del desigual combate.

Alargó una mano y tocó la carne. Akane miró las débiles manchas rojas en la punta de sus dedos. Las olió. Olor a metal. Entonces se lamió los dedos y probó el sabor de la sangre. No era ni malo, ni particularmente bueno. Sabía un poco a humo y era algo amargo. Pero aún así, hizo que su estómago crujiese más fuerte y se le humedeciese más la boca. Era resbaladizo y ligeramente pegajoso entre sus dedos. Tal vez había incluso un poco de pelo, pero no se esforzó en saberlo. Cerró sus ojos y abrió la boca.

Empujó la carne dentro de la boca y la masticó.

Fluyeron jugos sobre su lengua; eran dulces y picantes, con un sabor a tierra salvaje. Akane sentía palpitaciones en la cabeza y dolores en la espalda, pero sus dientes seguían masticando como si fuesen los dueños y todo lo demás estuviese a su servicio. Arrancaba pedazos de carne y los trituraba con dificultad.

Sangre y jugos goteaban bajo los labios de Akane Tendo –a una semana y seis días y un mundo de distancia de la que solía ser-, que desgarraba la carne con los dientes y la engullía con famélica satisfacción. Cuando llegó a los huesos los mordió y trató de abrirlos para extraer el tuétano. Uno de los huesos más pequeños se partió y apareció el tuétano. Akane introdujo la lengua en el hueso y sorbió la sangre coagulada. Comió como si fuese el bocado más sabroso que se hubiese servido en un plato de oro.

Un poco más tarde, los huesos vaciados cayeron de sus ensangrentados dedos, y Akane se sentó en cuclillas sobre el pequeño montón y se lamió los labios.

Algo se impuso en ella con fuerza irrebatible: le gustaba la carne sangrante. Le gustaba muchísimo. Y esto no era todo. Quería más.

Entonces despertó.

No despertó de un sueño, sino de la realidad.

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Siguió con la mirada la trayectoria rojiza, hacia el cuerpo, desmembrado y sin vida, y lanzó un gemido. Sus ojos se dilataron y se apretó los labios con los nudillos. Sintió algo frío en la cara y se dio cuenta de que estaba llorando de terror.

Los restos yacían frente a ella, huesos, cartílagos, piel cubierta de sangre, sombríos a la luz de la luna, en tonalidades azuladas, como el negativo de una película fotográfica.

Y el último vestigio de pensamiento coherente de Akane acabó de diluirse en una idea repetitiva:

Tienes que gritar para despertarte, aunque despiertes a Ranma, a Kasumi, a papá, a todo el vecindario, tienes que gritar para despertarte. . .gritargritargritargritargritargritardespeetartedespertartedespertartedespertarte. . .

Pero no le salía mas que un tenue soplo de aire, cómo el sonido que hace un niño que trata de aprender a silbar.

Trató de gritar, y el mundo se borró de su vista, dando vueltas.