Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, a excepción de los creados por las presuntas escritoras. Este fan fiction es sólo una obra de entretenimiento sin fines de lucro.
L.O.U. & Pao-chan Fanfictions
CAPÍTULO 6
"El Cambio"
La puerta del restaurante se abrió. Shampoo salió casi trastabillando del interior del restaurante, aquella fría mañana de febrero.
Una voz proveniente desde adentro le desconcentró.
--¿Bisabuela, porqué encender la televisión tan temprano? –preguntó.
Cologne no le contestó.
. . . Así parece, . . . –empezó a hablar la voz de un tipo, con el eco típico de una señal de interferencia—. . .hoy por la mañana se encontraron huellas amorfas impregnadas de liquido, identificado como sangre, al igual que diversos restos pertenecientes a alguna especie de animal. Las autoridades concluyen de que se trata del mismo criminal que atacaba en las noches de luna llena. Por seguridad de la comunidad y sus alrededores, se tomará la opción de proceder a un toque de queda. Y continuación el reporte del clima. . . .
El volumen del televisor bajó momentáneamente.
--Tengo un mal presentimiento de esto –dijo Cologne, a media voz.
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Una persona tarda siete minutos en dormirse, si, pero también tarda entre quince y veinte minutos en despertarse. Al parecer, el sueño es un lago del que cuesta más trabajo salir que entrar.
Akane oía un ruido sordo, y seco. Un golpe. Una voz. De nuevo aquel sonido. . .¿algo que se movía?
Claro –pensó su aletargado cerebro—estaba corriendo.
Entonces oyó de nuevo aquella voz. Era Ranma.
--¡¡Papá, ese es mi plato! ¡¡Que me lo devuelvas!
Siguió una risa producida por el señor Saotome, y entonces Akane abrió los ojos y vio el techo de su habitación.
Se quedó muy quieta, dejándose inundar por la realidad, la estupenda realidad, la bendita realidad.
Todo un sueño espantoso y vívido, pero al fin y al cabo un sueño.
Sólo un fósil del subconsciente.
Volvió a oír ese sonido. Era Ranma, corriendo por la duela de la sala.
--¡¡Viejo ingrato, ése es mi desayuno!
--¡¡Jaja, si realmente te crees tan bueno, ven y quítamelo entonces, niño!
--¡¡Papá me las vas a pagar!
Akane miró a su derecha, sintiendo que las sábanas estaban enredadas en la parte de los pies. El sol brillaba ya muy alto.
Vio el reloj, ya casi eran las ocho. Kasumi le había dejado dormir. . .probablemente a propósito.
Normalmente ello le hubiera irritado, pero no esta mañana. Respiró profundamente, satisfecha por el momento de estar ahí, con aquel sol que entraba por la ventana, palpando la inconfundible textura del mundo real.
El sueño empezaba a diluirse, a perder coherencia.
Magnífico.
--¿Estás despierta, Akane? –gritó Kasumi, al parecer, desde las escaleras
--Si –dijo Akane, sentándose en la cama.
--¡¡Ya te lo he dicho, deja de quitarme mi comida! –gritó Ranma a su padre. Un portazo de indignación subrayaron estas palabras.
--¿Un huevo o dos? –preguntó Kasumi.
Akane apartó la ropa de cama y puso los pies en el suelo y ya iba a responder que nada de huevos, sólo un tazón con cereal antes de salir corriendo a la escuela. . .cuando las palabras se le ahogaron en la garganta.
Tenía los pies sucios de tierra, barro. . .y había algo rojizo y pegajoso en ellos. También en sus manos.
Su corazón dio un vuelco. Con un movimiento brusco, los ojos desorbitados y los dientes clavados en una lengua insensible, Akane arrancó la sábana de encima de un puntapié. La parte baja de la cama estaba también llena de tierra, y las sábanas manchadas de barro.
--¿Akane?
Entonces, un amargo sabor llegó hasta su lengua. También había algo pegajoso en sus labios, seco. Desagradable.
Sangre. Si, estaba segura de ello. . .era sangre.
Voy a gritar. . .
El grito retumbaba en su interior, como la detonación del frío proyectil del miedo. Su realidad se tambaleaba: la verdadera realidad era la tierra sobre el piso de su habitación, el barro bajo sus pies y la sangre en sus labios.
Voy a gritar, y luego enloqueceré y no tendré que preocuparme más
--¿Akane? –Kasumi empezaba a subir la escalera, directo a su habitación.—¿Akane-chan, te has vuelto a dormir?
Durante dos o tres segundos trató de sobreponerse haciendo un esfuerzo. Igual que sucedió aquella noche en que esa cosa la había atacado.
Lo consiguió. Le ayudó el afán de impedir que Kasumi la viera en aquel estado, con los pies cubiertos de barro, la ropa de la cama amontonada en el suelo y aquella sábana enlodada.
--Estoy despierta –gritó jovialmente. Tenía un remolino de ideas en la cabeza, y en el fondo de su mente, se preguntaba si siempre había estado tan próxima a esa irracionalidad desaforada. Si, lo estábamos todos.
--¿Un huevo o dos? –Kasumi se había detenido en el cuarto o quinto peldaño. Gracias a Dios.
--Dos –respondió Akane, casi sin darse cuenta—. Revueltos.
--Bien, baja ya. Le diré a Ranma que te espere. –dijo ella, volviendo a la cocina.
Akane cerró un momento los ojos y respiró aliviada. Empezó a moverse con rapidez, desenterrando todo pensamiento. Quitó las sábanas. Las mantas estaban bien. Hizo un ovillo con las sábanas, salió al pasillo –afortunadamente no había nadie, ni siquiera la entrometida de Nabiki-y las arrojó al canasto de ropa sucia.
Tomó su uniforme escolar y entró casi corriendo al baño, se quitó rápidamente la ropa, conectó la ducha manual, mojándose enteramente el cuerpo con un agua que casi le escaldó la piel, pero ella ni se preocupó en graduar la temperatura. Tomó un poco de agua entre sus manos, lavándose la cara. Despojándose de aquella incómoda y desagradable mancha roja que estaba alrededor de sus labios.
Empezaba a sentirse mejor, más tranquila. Mientras se secaba le asaltó la idea de aquella misma sensación que debían sentir los criminales cuando creían haberse librado de todas las pruebas comprometedoras. Algo salió de su mente, como una de esas ideas fugaces, un deja vu, tal vez. No, era algo más
Sin que ella se diera cuenta, comenzó a sollozar, silenciosamente.
Siguió secándose, y un par de lágrimas de incomprensible dolor resbalaron por sus mejillas. Parecía no poder parar.
--Akane, te recuerdo que se te hará tarde –Kasumi volvió a llamarla, esta vez su voz se oía preocupada.
--V. . voy. . .—respondió ella, sin dejar de tartamudear. Estaba asustada, y el miedo sólo ayudaba a acentuar más su llanto.
Sacudió la cabeza violentamente, como quien se despoja de esa fría sensación húmeda, al salir de una piscina.
Mientras se vestía, las lágrimas fueron apagándose, hasta extinguirse casi por completo.
Exhaló, como si tratase de recuperarse de un gran esfuerzo físico. Si, eso había sido un gran esfuerzo físico.
Akane se sintió un poco mejor. No comprendía porqué, pero así era.
Ahora la habitación volvía a estar normalmente, aunque sin las sábanas.
Si, se había librado del veneno.
Tal vez la palabra adecuada era "pruebas" pero para ella era un veneno.
Una idea fugaz y aparentemente sin importancia comenzó a rondar por su mente.
Bien, ahora bajaré y aquí no ha pasado nada. . . la sábana estaría en el canasto de la ropa sucia . . .sólo hasta que Kasumi la lavase hoy al mediodía. . .
¿Acaso eso importaba?
No, tal vez le parecería algo extraño a Kasumi encontrar las sábanas de su hermana menor llenas de lodo y. . .¿algo más?
No, no importaba, pero si Kasumi le preguntase. . .¿Qué es lo que iba a responder?
¿Qué es lo que iba a responder?
--¡Akane!
--¡AHHHHHH! –gritó sin darse cuenta, al voltear a su derecha, vio a Nabiki de pie y con una expresión de extrañeza.—Nabiki. . .¡me asustaste!—suspiró Akane.
--¿Se puede saber que te pasa? Kasumi te ha estado llamando desde hace media hora –Nabiki hizo una mueca de enfado, cruzándose de brazos. No esperó respuesta alguna de Akane.
--Ya voy –respondió, pasando por un lado de su hermana y sin siquiera mirarle, pero el tono de su voz era la respuesta más exacta ante esa entrometida pregunta.
Nabiki le siguió con la mirada, y bajó, minutos después.
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--Akane. . .¡¡Akane! –Ranma gritó lo más fuerte que pudo, corriendo a cuatro metros detrás de su prometida. Akane se detuvo, dándole oportunidad de que Ranma la alcanzase.
--Di que llegaré tarde –dijo a Ranma, mientras escuchaba cómo éste se aproximaba a ella dando pasos largos.
--¿Qué?
--Llegaré al consultorio del Doctor Tofú, diles en la escuela que llegaré un poco tarde.
Ranma le miró aun sin comprender. Akane se dio la vuelta, dirigiéndose dos calles abajo. Él no insistió ni siquiera en preguntar, no era conveniente hacerlo.
No, por lo menos aun no.
. . .se que algo me oculta. . ., pensó él.
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--. . .pues. . mm. No parece que tengas un golpe o algo así. . .—dijo pensativamente el doctor Tofú, examinando minuciosamente uno de los costados del cráneo de la joven.—No entiendo, ¿dices que caminaste dormida?
--N. . no lo se. No recuerdo nada –tartamudeó Akane—esta mañana desperté en mi habitación, pero las sábanas estaban manchadas de lodo y. . .(claro, había algo más). . .y . . .(sabes perfectamente de que, adelante, dilo). . .de sangre.
(Exacto)
La expresión del rostro de Tofú no se inmutó en lo mas mínimo, pero si se notaba cierto rasgo de confusión.
-- Pues te conozco desde muy pequeña y nunca habías tenido un problema parecido. –dijo él, sonriendo levemente—Tal vez te golpeaste contra algo mientras dormías, probablemente contra el respaldo de la cama, y créeme, ninguna parte del cuerpo sangra tanto como la cabeza. Aunque no noto rasguño alguno.
Akane se encogió de hombros. No, esa no era la explicación que ella esperaba. Tenía sus propias expectativas. . .era algo más y sabía perfectamente a qué se refería. Esas fugaces imágenes, el lodo y la sangre. Sabía a qué se debían.
No pudo haber sido un golpe, no lo era porque esta mañana había despertado sintiéndose bien. . .perfectamente bien. Y alguien que se lastima en la cabeza no puede sentirse perfectamente bien.
--Tal vez sea demasiada presión. –comentó Tofú –¿Algún problema o algo?
Ella negó con la cabeza, distraídamente. Miró por la ventana. Nada en particular. Gente iba y venía.
Algo atrajo su atención. Una sombra difusa, casi inadvertida entre el inmenso mar de gente. Una figura alta, ataviada en una gabardina oscura. Le miraba fijamente. Sus ojos, resplandecientes de un extraño fulgor ambarino estaban fijos en ella.
No le conocía, nunca en su vida le había visto.
Parecía no poderle quitar la vista de encima. Esos ojos, resultaban bastante familiares. . .pero, ¿porqué?
Una mano le tocó el hombro, haciéndola volver a la realidad.
--¿Segura que estas bien, podría darte un analgésico si sientes alguna molestia. . .
--No es necesario, gracias estoy bien –Akane se puso de pie, percatándose de que el reloj junto a la puerta marcaba las ocho cuarenta y cinco. Tomó su mochila y se dirigió hacia la puerta. Echó un último vistazo, hacia una de las esquinas. El hombre, quien la había estado observando hace algunos minutos ya había desaparecido.
--¿Esperas a alguien? –preguntó el doctor Tofú.
--eh. . no. Solo que creí ver algo. . . –no, en realidad lo viste—. Gracias por todo doctor Tofú.
--Vuelve cuando quieras
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Había sido una suerte el que haya encontrado el portón de la entrada de la escuela semi abierto, y también lo había sido el entrar sin que nadie se diera cuenta de ello. Gran parte de la escuela estaba casi en completo silencio, la mayoría absorta en sus clases. Pasó por el corredor, notando que la mayoría de los salones tenían la puerta cerrada, a excepción de uno.
Entró a su salón, sin tener la molestia de empujar la puerta porque esta ya estaba abierta.
Volteó distraía hacia el escritorio del maestro, notando que este estaba vacío, algo un tanto irregular ya que aun faltaban algunos minutos para las nueve y no era costumbre de la maestra de la clase de las ocho retirarse temprano, en este caso, se trataba de la señorita Hinako.
--¡Akane! –le llamó Yuka desde su butaca. Y ella fue a sentarse en una de las butacas desocupadas entre Yuka y Sayuri.
--Hola chicas. –dijo, miró de reojo el desolado escritorio—¿Qué ha pasado con miss Hinako? No es su costumbre faltar.
--Ni idea –respondió Sayuri con una expresión aliviada—ni siquiera vino a recoger la tarea que dejó pendiente desde la semana pasada, me alegro por eso.
--Por cierto—dijo Yuka—, Ranma me dijo que llegaste tarde porque irías a ver al doctor hoy por la mañana, ¿Te encuentras bien?
--Si, no es nada, solo que últimamente no he podido dormir bien, es todo –suspiró Akane, tratando de verse lo más tranquila posible, cosa relativamente complicada de lograr después del incidente de esta mañana. Aun lo tenía demasiado presente.
--mm. . .—asintió Yuka, notando que Akane miraba distraídamente en derredor del salón—. . .si preguntas por Ranma, hace quince o veinte minutos lo vi salir del salón, no sé a donde.
--En realidad eso no me interesa.
Alguien entreabrió la puerta y entró casi arrastrando los pies. La señorita Hinako entró, con una expresión de tragedia en su infantil rostro. Entró acompañada por uno de los maestros de algún otro grupo.
El resto del grupo guardó un silencio casi sepulcral.
--D. . Disculpen que. . .haya llegado tarde. . .pero. . snif snif. .pero. . .es que. . .¡¡Es que esaaa cosaa asesinoo a mi pequeño Shiro-chann!—empezó a sollozar lo más fuerte que pudo.
--No sabía que la señorita Hinako tuviese una mascota –murmuró uno de los chicos desde uno de los extremos del salón.
--¿Crees que haya sido otra victima de la bestia de Nerima? –dijo una chica de los asientos de adelante.
--¿Qué, pero si esa cosa atacaba solamente en luna llena. . .aun faltan tres días.—susurró otro joven.
En menos de un minuto el salón se llenó de comentarios y murmullos
--¡Muchachos silencio! –el maestro que acompañaba a la profesora trató de controlar el barullo, y una vez que la mayoría del grupo se calló, volteó a ver a Hinako, quien estaba hecha un mar de lágrimas—Señorita Hinako, tranquilícese por favor. Jóvenes, debido al lamentable accidente de la profesora, se ausentará durante tres días, así que todos los proyectos que tendrían que entregar para su clase se postergarán hasta su regreso –anunció.
--¡¡¡Noo fuée cualquier accidentee! –rompió a llorar nuevamente la profesora—. . .mi pobre Shiro-Chan!
--Cálmese por favor.
El timbre de las ocho sonó puntual. El profesor se llevo a la señorita Hinako, quien aun sollozaba a todo pulmón por el pasillo, haciendo que más de uno de los alumnos de los salones contiguos saliera a ver que sucedía.
Y ese fue el fin del dramático aviso.
--Pobre miss Hinako –comentó Sayuri.
--Nunca antes había sucedido algo como esto en la ciudad. . .Dios, ¿que pasará después? --argumentó un chico desde el marco de la puerta.
--¿Qué tan difícil les sería a la policía atrapar a esa cosa, con tan escasos callejones? –dijo otro.
Pero Akane no les escuchaba.
No.
Su mente se quedó fija en una sola idea.
Varias voces pasaron por su mente. Repitiéndose una y otra vez.
No, yo no lo hice. . . .
Luna Llena. . .esa cosa solo ataca en luna llena. . .
Ya estas cambiando. . .y lo sabes. . .
. . . Tres días. . .
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--¡¡Nihaoo airen! –exclamó Shampoo, saltando una de las rejas del patio de la escuela y sujetando efusivamente a Ranma por el cuello.
--Sh. . .Shampoo. . .¡¡suéltame! –jadeó él, casi asfixiado.
--¡¡Quee romántico! ¡¡por fin airen y Shampoo estar solos! –gritó la amazona, dando saltos de alegría.
--No. . no es por eso. . .—empezó a decir él, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano por no ruborizarse al ver cara a cara a la amazona, y fingió un tono de voz serio—necesito tu ayuda. . .
--¿Pasar algo malo, airen?
Ranma inhaló profundo.
Táctica. Claro, como en muchas otras ocasiones, esa era una de sus infalibles estrategias. . .si sabía manipularlas correctamente. Solo que la diferencia era que esta vez., no era por él, sino por Akane.
Lo presentía desde esta misma mañana, al ir junto a ella rumbo a la escuela esta mañana. En su silencio, ese silencio estremecedor que no era normal en ella. . .y lo que ocurrió la noche anterior, en el dojo.
Por Kami. . .¿Qué demonios pensaba hacerme? ¿Qué era lo que le estaba pasando?
Su mente indagó aquellas preguntas a lo largo de toda la noche y su única respuesta había sido el vago y estremecedor recuerdo de esa casi fatal noche. . .cuando estuvo a punto de perderla.
Sabia que no podía explicarle el argumento original a Shampoo, conociendo la eterna e inflaqueable rivalidad entré ésta y Akane, así que hacía dos días (incluyendo la noche anterior) en la que se había llevado planeando todo un repertorio de posibles razones y más que nada que se escuchasen lo bastante creíbles.
¿Acaso pensaba engañar a la amazona?
Si, ¿y qué con eso?
Estaba dispuesto a todo. Solo por ella. . .por esa chica que en un principio no significaba nada para él, hasta ahora.
. . .Akane. . .
Casi la perdí una vez. . .no pienso volver a perderla.
--Shampoo. . .es acerca de todo lo que ha estado ocurriendo en la ciudad. . . yo. . .
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Eran las siete y media de la noche para cuando la puerta de la entrada de la casa de los Tendo se abrió, y un pensativo y ensimismado Ranma entró. El resto de la mañana había pasado, para él, con la rapidez e insignificancia de uno de esos cortos y extraños sueños que se tienen cuando te despiertas en mitad de la noche e intentas dormirte de nuevo.
Normal. Demasiado normal.
En esos cortos momentos de tiempo libre había vigilado de reojo a Akane.
No. No había pasado nada.
Todo el día, e inclusive el resto de la tarde, todo era tan normal que le hacía sentir que todo aquello que pasaba por su mente hacía un par de semanas, solo fuese un recuerdo.
Su mente aún divagaba en torno a la casi incompleta conversación de esa mañana con Shampoo.
Todo como un leve flashback.
--Imposible. . .—suspiró Shampoo, pero su expresión cambió al ver el pálido y serio rostro de Ranma—Hablar en serio, ¿verdad?
No recordaba con facilidad si tartamudeó o no, pero según él había resultado lo bastante convincente.
--no recuerdo nada mas de esa noche. . .solo que esa cosa. . .me mordió. . .y. . .
Vio que la amazona le miraba preocupada, sin decir palabra alguna. A lo lejos el timbre del receso irrumpió en medio del silencio del patio escolar. Ranma comentó solamente que tenía que regresar a clases, y la chica sólo asintió y así como había llegado se había ido.
Ranma Saotome, eres un genio. . .pero aun así, no podrás hacer nada. . .demasiado tarde, tres días. . .sólo tres días.
No importaba. Haría todo lo que fuera posible. Todo.
Miró en derredor, las luces del dojo estaban apagadas y éste estaba cerrado. Por un momento sintió una fugaz sensación de alivio.
Es como si nada de esto estuviese pasando.
Una voz le distrajo, Kasumi le llamó para cenar. Él entró, sin mucho entusiasmo, presentía algo, pero ¿qué?
No tenía intención de averiguarlo ahora, pero lo sentía, al igual que sentía que el viento comenzaba a volverse más frío y húmedo.
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-- ¡¡Mi mano! – gritó Akane aterrorizada, incorporándose sobre su cama, a la media noche, y sin que nadie le escuchase- ¡¿Qué le pasa a mi mano!
En la casi penumbra de su habitación, sentía que la mano derecha le palpitaba y ardía, como si en vez de sangre circulase fuego líquido por sus venas. No era un sueño, ni una alucinación. Las pulsaciones eran demasiado reales como para pensar eso.
Eran reales.
El dolor que le había despertado fue extendiéndose por el brazo hasta el hombro. Los dedos se contraían y retorcían, y la joven apretó los dientes para no gritar. Se agarró la muñeca con unos dedos espasmódicos que se abrían y cerraban; oía débiles chasquidos, cada uno de los cuales le producía una nueva y terrible punzada de angustia. Su rostro comenzó a sudar. No se atrevía a gritar, lo que menos quería que pasara era que Kasumi, o su padre le vieran en ese momento.
Después de unos segundos de tortura, la mano se hizo nudosa y deforme, una cosa oscura y monstruosa en el extremo de su brazo blanco y pulsátil. Tenía unas ganas furiosas de llorar, pero de su garganta sólo salían gemidos. Tiras de pelo negro-azul surgían de la carne y se entrelazaban alrededor de la muñeca y el brazo de Akane como cintas lizas y brillantes. Sus dedos se contraían, volviéndose amorfos y gruesos, crujiendo al cambiar de forma los nudillos. Un dolor agudo le recorrió la punta de los dedos cuando las uñas de éstos comenzaban a alargarse y oscurecerse de manera descomunal.
Jadeó, a punto de desmayarse; su mano estaba cubierta de pelos negro-azules, y en lugar de dedos tenía unas uñas curvas gruesas y afiladas sobre unos bultos enormes y callosos.
La oleada de pelambre negro subió por el antebrazo, saltó por encima del codo, y Akane supo que dentro de un instante tendría que levantarse y salir corriendo en busca de Ranma.
Pero pasó el instante, y ella no se movió. El pelo negro empezó a ondear y a introducirse de nuevo en la carne con un ardor fuerte y punzante, y los dedos crujieron de nuevo y se alargaron. Las garras curvas se introdujeron en la piel, dejando los restos de uñas humanas. La mano volvió a surgir, pálida como la luna, y los dedos pendieron como extraños trozos de carne. El dolor fue disminuyendo hasta desaparecer.
Todo ello había durado tal vez quince segundos.
Akane suspiró, a punto de sollozar.
Un viento frío le atizó por la espalda.
--El Cambio –dijo Hirume, oculta entre las sombras de la habitación de Akane, a unos dos metros de la muchacha—Empiezas a tenerlo.
Akane le miró desconcertada, respirando con dificultad, y el semblante completamente cubierto de sudor.
--¿Qué. . .que carajos . . .haces aquí? –trató de ponerse en pie, pero su cuerpo y sus piernas temblaban demasiado como para permitírselo.
--Te lo advertí. ¿Ahora comprendes porqué? –las facciones de Hirume eran inexpresivas, a pesar de haber visto lo ocurrido.
Akane pudo levantarse y reunir la fuerza suficiente para hablar. Sabía perfectamente la razón por la que esa extraña estaba aquí. Si, pero, muy en el fondo de ella, tal vez el último arraigo de su discernimiento humano preguntaba ¿Vas a creerle esas mentiras?
Si, ahora, hasta ahora las creía. . . ¿cierto?
--Vete de aquí –un simple e infantil recurso de negación pasó por la mente de Akane.
--Tienes que salir de aquí –Hirume parecía no escucharle—Dentro de tres días habrá luna llena. . .y tú no seguirás igual. Enciérrate y encadénate antes de que dañes a alguien más.
Akane abrió la boca para decir algo, pero sus palabras se ahogaron al observar un grisáceo bulto que Hirume traía en una de sus manos. Lo dejó caer al suelo, y éste cayó con un sonido sordo. Akane se inclinó para observarlo de cerca.
Las sábanas que ella misma había arrojado al cesto de la sopa sucia ahora yacían sobre la duela de su habitación, hechas un ovillo. . .y había algo en medio de ellas. Akane lo tocó, era una diminuta tira de cuero. . .uno de esos collares que probablemente la gente usaba para un gato o un perro pequeño. Tenía una mancha carmesí en todo el borde.
Un olor agrio se impregnó en su nariz.
Sangre.
Lo arrojó repentinamente como si éste le hubiese quemado. Se llevó una de sus manos a la boca tratando de ahogar un grito.
--Una de tus primeras victimas a causa de tus carnívoras actividades. . .—comentó Hirume—¿Sigues pensando que esto es una broma?
--. . no. . .esto no esta pasando
--¡¡¿Porqué te empeñas en negarlo!. . .Ayer sólo se trataba de una simple mascota, pero ¿y después? ¿Y dentro de dos noches?
--No
--¡¡Entiende!—Hirume tomó a Akane por los hombros.—¡¡Estas poniendo a todos los que amas en peligro! ¡¡Por culpa de tu obstinación!. . .incluyendo a ese chico. . .
--¿Qué?—en medio de todo ese escándalo, solo pudo reconocer una palabra. "ese chico"
Ranma.
--¡Yo vi lo que pasó la noche anterior! –miró a Akane fijamente con una mirada severa y fulminante—. . .Akane, ¿Qué pensabas hacerle a ese muchacho? ¿Seducirlo. . .para luego devorarlo vivo?
Ese olor. . .Dios, ese olor era tan delicioso. . . Hambre. . .Tenía hambre. . .
--NO
--¡¡Akane, responde!
--¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO! –su voz llenó toda la habitación. E irónicamente, como un último refuerzo, unas lágrimas pasaron por su pálido y asustado rostro.
Unos pasos se oían a lo largo del corredor. La puerta de la habitación de Akane se abrió con un ruido seco. Ranma entró y encendió la luz inmediatamente, encontrándose solamente a Akane, arrinconada en un extremo de su habitación, sollozando en voz baja.
--¿Akane?. . .¡¡¿Akane que te pasa! –se sentó junto a ella. Pasó una mano por su hombro y notó que estaba temblando. Ella se dejó caer sobre el pecho de él, como un niño asustado e indefenso. Ranma vio las sábanas en el piso, junto al roído collar. Ambos cubiertos de tierra y sangre.—¡¡¿AKANE QUE . . .QUE ES ESTO! ¡¡¿QUÉ HA PASADO AQUI!
--. . .lo maté. . .—su voz parecía un susurro frágil, y su voz temblaba bajo el llanto que le oprimía—yo. . .yo mate. . .a . . .shiro-chan. . .¡¡yoo maté a la mascota de miss Hinako! –y se entregó por completo al pánico.
Ranma la abrazó lo más fuerte que pudo, sintiendo que su llanto se perdía en medio de leves suspiros de miedo.
. . .Ya ha empezado. . .ahora lo sabes, no podrás hacer nada para evitarlo. . .Y tú serás el siguiente. . .
--No. No . . .Akane. . .—empezó a decir suavemente, para calmarla—No voy a dejar que esto ocurra. Lo prometo. . .
Ella se acurrucó, recargando su cabeza sobre el hombro de Ranma, mientras su respiración se normalizaba.
--No te dejaré sola.
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