Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, a excepción de los creados por las presuntas escritoras. Este fan fiction es sólo una obra de entretenimiento sin fines de lucro.

L.O.U. & Pao-chan Fanfictions

CAPÍTULO 12

"AMAR ES COMO MORIR LENTAMENTE. . ."

". . La venganza es un plato que se debe de tomar frío. . "

Al principio Ranma no supo si había llegado o no a un callejón sin salida. Caminaba dificultosamente, esquivando las llameantes briznas de los escombros, tomando del brazo a una pálida Akane.

Asomó la cabeza para buscar otra salida, y se encontró cara a cara con una aparición de aspecto vengativo y cubierta de la cabeza a los pies de polvo y sangre.

. . .Velkaham

Akane se quedó estupefacta.

El descomunal hombre tenía un aspecto de los mil demonios y su gruesa gabardina estaba literalmente cubierta de sangre.

Los ojos inmisericordes de Velkaham escudriñaban el restante interior de la sala.

Dio un paso hacia Ranma, con un letal brillo ambarino en la mirada. El chico no se movió. Una de sus manos sostenía una pistola calibre 44 que había encontrado cerca de la entrada, y que probablemente las últimas manos en las que estuvo fueron las de Hirume, sintiéndola extraña entre sus dedos, simplemente porque él no era de esos tipos que acostumbran pelear armados. No. Sus armas siempre habían sido sus manos y piernas, pero esta vez, ésas serían sus últimas opciones.

Inmóvil y con el corazón latiendo a un ritmo endiablado, el inquebrantable guerrero Saotome levantó el brazo derecho, con el dedo índice rozando el gatillo y el pulgar apretando el cartucho con tal fuerza que éste comenzaba a ponerse morado.

El cañón quedó apuntando hacia el lado izquierdo de Velkaham.

Avanzó lentamente, y los azules ojos de Ranma sólo pudieron ver una sombra proyectándose sobre él. Su mano instintivamente accionó el gatillo, produciendo dos centellas plateadas que emergieron del interior de la pistola.

Dos grandes gotas de sangre cayeron sobre el entablillado, junto con la pistola que Ranma sostenía.

--¡¡NOOOO!

Akane se interpuso de un salto entre los dos, pero Velkaham la apartó de sí con un golpe colosal que la lanzó contra la pared opuesta. Se golpeó la cabeza contra los ladrillos y un hilo de sangre corrió por su sien. Se desplomó aturdida.

El berserker había tomado a Ranma por la garganta, levantándolo con una sola mano. En un vago intento por sobrevivir, el puño del chico estuvo a punto de impactarse en la quijada de Velkaham, pero la nudosa mano de éste lo detuvo, como si se hubiese adelantado a sus movimientos.

Ranma creyó tener una oportunidad; la energía del oponente. Y él sabía perfectamente cómo utilizarla a su favor. Logró mover el otro brazo, a pesar de sentir una agonizante falta de aire, y empujó el brazo extendido del berserker hacia él, y haciéndolo retroceder casi medio metro. Sus dedos dejaron de aprisionarle y el chico cayó de rodillas, esforzándose por no quedar inconsciente.

Con los colmillos al descubierto, Velkaham golpeó a Ranma contra una de las paredes. Se oyó un crujido de huesos y ladrillos destrozados, mientras de un solo movimiento, el cuerpo del chico era arrojado hacia uno montón de escombros y tablas astilladas.

Una mancha oscura osciló cerca de uno de sus brazos. Una de sus manos detuvo el ataque de Velkaham, y su otro brazo se lanzó hacia las costillas de éste. . .sin lograrlo.

Un trago de su propia sangre se atoró en la garganta de Ranma, en el momento en el que sintió el golpe de una zarpa al atravesar su costado. Algo cálido de color carmesí oscuro escurría a borbotones de su lado izquierdo y un dolor paralizante acudía a cada latido de su corazón. Incapaz de mantenerse en pie, cayó contra una pila de ladrillos.

Su cuerpo estaba tan rígido como un bloque de hielo y erizado por el dolor. Una de sus manos se aferró a uno de los andamios que sobrevivían en la estructura de la casa.

Tarde. Demasiado tarde.

Como una aterradora visión, una garra extendida aterrizó con la fuerza de un martillo sobre el inmenso agujero que había en el pecho de Ranma, justo en la zona del corazón.

Y otra vez.

Y otra vez.

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El libro estaba abierto en la amarillenta página donde se encontraba la borrosa imagen de una planta de acónito.

La había estado observando una y otra vez como si ésta quisiese decirle algo. La preocupación y una estremecedora angustia la invadieron desde el instante en que su amado "airen" partió corriendo a milla por hora, hacia lo que según su criterio personal era una misión suicida.

Ahora temía, realmente temía, y esta vez no era por su acostumbrada obsesión hacia él. No. Ahora el temor le sobrecogía de la misma manera de la que cualquiera temería tras haberse embarcado en una mortal guerra.

--. . .No puede ser. . .—sus ojos seguían paseándose por las letras del libro con aire ausente.

Divagaba una y otra vez en varias escenas que su mente hacía tiempo que había olvidado y que con el asunto en derredor a Ranma habían salido a flote.

Una aldea desolada. Muertes. Varias muertes.

Ella aún era muy pequeña cuando lo escuchó, viniendo por parte de Cologne. Dos aldeas cercanas habían sido masacradas. ¿El atacante?. . .desconocido. ¿Los cuerpos? Mutilados, descuartizados, desmembrados.

Una cruel matanza a la luz de la luna llena.

--. . .no puede ser. . . –repitió.

La aterrada mirada de la amazona quedó plasmada en la escasa luz de la luna, oculta tras una negra nube de lluvia, filtrándose por la ventana del restaurante.

¡Estaba claro! Demasiado claro como para ignorarlo.

Luna llena.

Ranma.

Ella se levantó, dejando caer el libro al piso. Alguien gritó algo, pero sus oídos y su mente estaban cegados, girando en torno a una sola idea.

--¡¡Airen!

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Aunque estaba casi en coma, Akane sintió el tremendo impacto en su caída. Sus exhaustos músculos se vieron recorridos por una sacudida casi eléctrica.

Lanzó una mirada semi inconsciente a su alrededor, mientras una nueva oleada de temblores cataclísmicos sacudía su cuerpo.

Horrorizada, vio como Ranma caía junto con una avalancha de madera quemada y polvo, brutalmente hacia el suelo.

Oyó un golpe sordo, acompañado de un crujido de huesos.

Velkaham sonrió y se limpió las manos, como si hubiera terminado con una tarea sumamente desagradable. Se volvió hacia Akane. El rostro cenizo del berserker mostró una expresión nítida de convalecencia hacia ella. Los mechones de su hirsuto cabello se balanceaban al ritmo del cálido viento, dejando en descubierto sus ojos y su frente.

--No tiene caso que luches –la voz mezquina de Velkaham chirriaba infernalmente en sus oídos—Ambos somos parte de esto. . .

--. . .n. . .no. . .—Akane lo miró con odio. Su mente aturdida y mareada trajo consigo los últimos vestigios del ataque de Ranma contra aquel hombre. Sintió que su corazón pulsaba dolorosamente y unas agrias lágrimas surcaron por su mejilla izquierda—. . .Ranma. . .¡¿Qué. . .qué le has hecho!

Quiso levantarse, pero sus piernas se lo impidieron. Un ardor insoportable atenazaba parte de sus costillas.

Unos ojos bizarros e inmutables se detuvieron en la temblorosa figura de la chica.

--Sólo me necesitas a mi. . .

Akane apartó la mirada, con el rostro abrasado por unas inconsolables lágrimas de dolor. Una mano le tocó el hombro.

--Lo único que quiero es vida, Akane. . .—un aliento cálido y repugnante flotó cerca de ella.

Akane levantó la vista y se encontró con el semblante de Velkaham.

--. . .La continuación de mi especie. . . de nuestra especie. . .—resolló él. Ante la paralizada mueca de la chica, Velkaham apartó un mechón de su cabello, descubriéndose la parte izquierda de su rostro. Tres profundos surcos deformes cruzaban el ojo y párpados de Velkaham en dirección paralela.—Es lo único que pido. . .y tal vez, que pagues por lo que tu novio me hizo. . .

Ranma. . .

Esa noche, durante el ataque. Akane no lo recordaba con seguridad. Ella se debatía entre la vida y la muerte en el instante en el que él trató de defenderla. Esas tres líneas. Tres, igual que las astilladas puntas de la botella rota que Ranma le clavó a ese monstruo en el ojo. Ese monstruo que ella creyó que se trataba de. . .

--. . .Hirume. . .-debajo del tumulto y escándalo de sus propios huesos, pudo escucharse a sí misma gritando—¡¡Ella no fue! ¡¡Fuiste Tú!

Dos manos pálidas y temblorosas apresaron el cuello de Velkaham. Éste emuló una torcida mueca, al tiempo en que su mano derecha, en un fuerte y nudoso puño asestó un golpe atronador en el costado de Akane. La chica cayó entre las cenizas consumadas de una mesa. Su instinto de supervivencia le proclamaba a levantarse, pero su cuerpo, más absorto en el Cambio, tenía otros planes. Su sangre burbujeaba y fermentaba en sus venas y arterias. Los huesos rotos se retorcían y sacudían como si estuviesen poseídos por demonios. Una sensación pulsante de enorme intensidad discurría desde su dolorida cabeza hasta las profundidades de su cuerpo roto.

--Ahora sabes lo que soy. Y lo que eres. –Velkaham se acercó hacia ella, alargó una mano. Sus dedos, enrojecidos por la sangre derramada de su primer víctima, tocó la mejilla de Akane—Tu sitio está a mi lado. . .

Akane levantó una mirada llena de odio hacia el repulsivo berserker.

--. . .preferiría morir. . .

--Que así sea –dijo Velkaham, abandonando sus obscenas ilusiones. Su expresión desdeñosa no vaciló ni un instante.

Velkaham, como una escalofriante versión de un verdugo dispuesto a cumplir el suplicio de muerte de la agonizante humana, se detuvo, quedándose con la boca entreabierta. La cerró de golpe.

Akane logró ponerse en pie.

--Maldito. . .

Inmóvil, engulló la palabra siguiente, empujada por el aire que acababa de inhalar. Igual que hacía pocos minutos, el cuerpo de Akane se retorció, haciéndole arquear la espalda de manera agónica. Una estruendosa maraña de ideas sonaban más fuerte que las intensas llamaradas a su alrededor.

Mátalo. . .

. . .aun aquel que es puro de corazón. . .puede transformarse en lobo cuando la luna llena está en su cenit y el acónito florece. . .

Un blanco resplandor se filtró entre los innumerables huecos del techo. Una luz clara, en medio de un inmenso mar de penumbras. La luna llena comenzaba a reaparecer detrás de un nubarrón.

. . .cuando la luna está en su cenit. . .

Algo crujió en el techo, y una viga cayó entre ella y Velkaham.

. . .es por tu vida. . .ahora o nunca. . .

Akane esbozó la primera sonrisa auténtica en muchos meses, radiante y siniestra. Su rostro había empezado a resplandecer al otro lado de las llamas. Abrió la boca, y una dentadura de caninos e incisivos se mostró a la luz.

Mátalo.

Un gruñido atávico escapó de sus labios.

Velkaham respondió con unos ojos tan fríos e impenetrables como los de un tiburón. . .o un lobo.

El parpadeo de las llamas creaba un efecto hipnótico que se sumaba a la insólita escena de pesadilla que se estaba desarrollando dentro de las ruinas de la incendiada casa. Depredador contra depredador, empezaron a dar vueltas, una alrededor del otro, mostrando las garras y los colmillos demoníacos.

Bajo la luz pulsátil de las erráticas flamas, ambos empezaron a cambiar. La grotesca transformación resultaba sólo visible en rápidos y fragmentados atisbos.

Los músculos de Akane se estremecieron, expandiéndose junto con la piel, a una velocidad sobrehumana y reduciendo sus ropas a jirones. Un lustroso pelaje negro azul brotó en la piel pulsante mientras que un hocico de lobo sobresalía de su plano semblante.

Pelos castaños y oscuros, gruesos como escarpias cubrieron la cara, cabeza y manos de Velkaham. Saliva resbalando por unas mandíbulas inmensas y voraces, llenas de resplandecientes colmillos amarillos. Su cuerpo ganaba más altura y sus poderosos hombros se ensanchaban a la misma medida.

Con un gruñido horripilante, el gigantesco berserker se lanzó sobre Akane, como un voraz monstruo prehistórico. Sus inmensas zarpas le rozaron cerca del cuello. La loba de pelo negro-azul le esquivó ágilmente y respondió a contraataque clavando los colmillos en una de las orejas de él. Velkaham giró enloquecido y gruñendo furiosamente, tratando de arrojar a la joven hembra hacia aun lado. Pero Akane no le soltó.

Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las garras.

Velkaham le atrapó por el cuello, arrastrándola hacia atrás. Las uñas de Akane le desgarraron el hombro, en un desesperado intento por no ceder. Velkaham arqueó el cuerpo y clavó las garras en el lomo de la hembra. Ésta sintió como si le hubieran dado con un martillo, cayó de bruces y oyó que Velkaham resollaba a pocos metros de distancia.

Akane se dio la vuelta, llenando de aire los pulmones y se enfrentó a la bestia antes de que ésta pudiese saltar sobre su espalda.

Velkaham saltó hacia delante y Akane cayó bajo aquel cuerpo enorme, sin aliento y aturdida por el golpe. En la confusión que le producía el dolor, vio las fauces del berserker encima de ella, y los colmillos que se abrían para hacer presa en su semblante y arrancarle el pellejo y el músculo como un trapo.

Podía olerlo; sangre derramada de Hirume y de Ranma en su pelaje, sudor, odio, locura. . .

Akane abrió las mandíbulas en un movimiento instintivo y las cerró sobre el hocico del berserker; al tiempo en que levantaba la pata delantera izquierda, en un furioso arco y clavaba las uñas en uno de los iracundos ojos de Velkaham.

Este aulló cegado y sacudiendo la cabeza. Se levantó sobre las patas de atrás, tomó impulso y se dejó caer nuevamente sobre Akane, con toda la fuerza con la que su cuerpo era capaz. Las garras de Velkaham, largas como cuchillos de carnicero se clavaron en su nuca.

El berserker se preparó para asestar el golpe final.

Entonces, como si el tiempo se hubiese detenido y valiéndose de la única ventaja que tenía, clavó las uñas en el cuerpo del monstruo. Cinco líneas gruesas aparecieron en el pecho de Velkaham, y su sangre hirviendo manchó el pelaje del brazo de Akane. Las llamas se estaban avivando cada vez más y ella aún sentía un calor salvaje saliendo de la bestia que se retorcía y tiraba sobre ella, y supuso que parte del pelaje de éste debería de estarse quemando.

No sintió compasión alguna.

. . .es ahora o nunca. . .

Un zarpazo certero y definitivo arrojó al berserker hacia el borde de una pared.

. . .mátalo. . .

Velkaham estaba volviendo a levantarse. . .arrastrándose sobre las patas. La sangre estaba fluyendo por su vientre y su pecho. Y a ella le seguía dando la impresión de que estaba sonriendo.

Le gruñó, con un jadeo desafiante y lleno de rabia. Por última vez, la moribunda ruina que había sido el descomunal cuerpo del berserker se abalanzó contra la hembra que había sido la causa de todas sus heridas. Akane se adelantó y volvió a hacer presa del cuello de Velkaham. Hundiendo los colmillos en la pelambre y en la carne, hasta los cartílagos y los huesos. La piel se desgarró con la facilidad de quien desprende un papel de envoltura. Se oyó un leve ruido sin importancia. . .el ruido que hubiera podido hacer un grano de uva al ser apretado suavemente con los dedos.

El impulso hacia delante de Velkaham la derribó, y un pegajoso riachuelo de sangre le estaba resbalando por el rostro. . .sangre suya y sangre de él.

Velkaham hizo el ademán de morderle el cuello. Akane notó el contacto de sus dientes y, con un entrecortado gemido final, extendió con fuerza las patas delanteras y le apartó a un lado. Velkaham cayó pesadamente al suelo.

Sus patas traseras estaban rascando la carcomida duela. Cada vez se movían menos. . .menos. . .hasta quedar inmóviles. El único ojo que le quedaba contempló enfurecido el ardiente cielo estival. Aspiró una bocanada de aire y la exhaló. Aspiró otra. Emitió un denso ronquido y, de repente, se le escapó de la boca un riachuelo de sangre.

Y después murió.

Akane se apartó renqueando, con los ojos nublados por la impresión y el dolor de la costilla rota le dejaba casi sin aliento.

El estómago le daba vueltas, con el olor dulce y nauseabundo de la sangre y la carne quemada.

Pero era libre. . .

Brotó un aullido estridente y sus últimas notas oscilaron en una deprimente mezcla de ira animal y llanto humano.

El cuerpo de Akane se estremeció y sus nervios vibraron como cuerdas de arpa. El Cambio se invirtió. El pelaje negro-azul comenzó a entrar en la piel con un ardor insoportable y el de su cabeza adquirió la textura de cabello humano. Los músculos se tensaron y se redujeron. Hubo un momento de agudo dolor que hizo que se le doblasen la s rodillas; la costilla rota se encogió, convirtiéndose de nuevo en una en la de una muchacha humana, pero seguía estando rota y por un momento se rozaron los bordes astillados contra la piel. Se sujetó el costado blanco y lampiño con dedos humanos, y cuando el dolor se hubo mitigado un poco, trató de erguirse. Akane se mantuvo sobre sus rodillas en medio de una niebla de vapor.

Sus manos temblaban mientras una mezcla de horror se impregnaba en su mente, rebobinando todo lo que había ocurrido.

Los latidos de su corazón le retumbaban en la cabeza monstruosamente. Su mirada quedó fija en el vacío, escuchando el eco de varias voces en medio de la nada.

Velkaham. . .

Un bulto amorfo y oscuro yacía a tres metros de distancia de donde estaba, consumiéndose lentamente por las innumerables brazas.

¿Qué es lo que ha pasado. . .?. . .Hirume. . .ella está. . .

Tragó en seco, con un sabor cálido y amargo. Una de sus manos buscó inconscientemente a tientas algún apoyo sobre el cual hacer fuerza para levantarse.

. . .Ranma. . .

La cabeza empezó a pulsarle con violencia. Un dolor le embistió y se apoderó de ella, un dolor mucho más agrio y cruel que el que producía el Cambio; era el amargo dolor de un corazón destrozado.

Entonces lo vio. Lo vio realmente y Akane Tendo se puso a gritar. Su voz resonaba en las paredes de aquella casa en la que ahora sólo la muerte vivía y andaba. Con los ojos desorbitados, la cara lívida y cubierta de lágrimas, Akane ahogó sus últimos gritos en un sollozo inarticulado.

Una sensación fría recorrió el dorso de su mano, y unos dedos temblorosos le sujetaron la muñeca.

Escondió la cara entre las manos y lloró, balanceando el cuerpo y pensando que haría cualquier cosa con tal de una segunda oportunidad.

Cualquier cosa.

--. . .Ak. . .Akane. . .

Cualquier cosa.

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Shampoo dobló la curva que quedaba antes de llegar a los límites de Nerima y enseguida vio el humo. Pero no salía de una de las fábricas o edificios foráneos, sino de unas ruinas oscuras, que en algún tiempo llegaron a ser los cimientos de una casa.

Corría porque estaba más que preocupada por Ranma. Y ella era la única –aunque quizás Cologne sospechase algo- que sabía el porqué.

Había visto el semblante de la muerte en la desesperada mirada de él y ahora sentía que su mundo se tambaleaba. El aprecio que sentía ahora hacia Ranma era más que sus típicas y efusivas muestras de cariño. Necesitaba asegurarse de que él se encontrara bien, después de presenciar que la vida de éste se había tornado un infierno.

--¡¡¡Niña, detente! –gritó una voz cascada a lo lejos.

-¡¡NO!

Varias personas corrían hacia la casa, viendo a la amazona cruzar el jardín y acercarse hacia los restos de la puerta principal. Un bastón encallado se interpuso en su camino. Cologne se había adelantado y le increpó en un brazo con el bastón, haciéndola retroceder inmediatamente. Y justo a tiempo, ya que al momento el cristal central de una de las ventanas de la entrada estalló y las llamas salieron violentamente por el hueco.

--¡¿Qué demonios era lo que pensabas hacer! –la anciana detuvo su magullado rostro lleno de arrugas en la devastada expresión de su bisnieta.

Los ojos de la amazona se llenaron de las lágrimas de una tristeza infinita, tan profunda como el calor que impregnaba el ambiente.

En menos de un minuto, habían acudido media docena de personas, manteniéndose a una distancia prudencial. Ahora estallaron las ventanas, haciendo volar astillas de cristal por los aires. Entre el crepitar del fuego, se escuchó gritar a alguien, con una especie de optimismo chillón y absurdo:

--¡Arderá hasta los cimientos! ¡Seguro arderá hasta los cimientos! ¡si hay alguien dentro es demasiado tarde!. . .

Cologne abrió la boca para gritarles si habían llamado a los bomberos, pero en aquel momento empezó a oir el sonido lejano de las sirenas. Muchas sirenas. Habían llamado a los bomberos, pero el tipo desconocido tenía razón: la casa iba a arder hasta los cimientos. Las llamas salían ya por media docena de huecos, y la fachada frontal tenía una membrana de fuego casi transparente sobre la pintura blanca.

Estuvo a punto de obligar a Shampoo a irse de allí, entonces captó algo de reojo. Allí, donde el verde pálido de la hierba lindaba con la oscura franja del horizonte, Cologne divisó algo que se movía. Fue una sombra que se arrastraba dificultosamente, a simple vista estaba erguida.

Bajo el resplandor rojizo de las llamas, la figura de un muchacho caminaba cojeando y sujetándose el abdomen con una mano. Su camisa estaba revestida de sangre y llevaba una bandana amarilla en la cabeza. La sombra cayó al suelo, y la anciana reconoció al joven, teniendo cierta incredulidad con lo que sus ojos veían.

--¡Ryoga! –Cologne llegó hasta donde el muchacho yacía inconsciente, en medio de un charco de sangre derramada. La anciana volteó hacia su bisnieta—¡éste chico necesita ayuda! ¡¡Shampoo!

El techo de la casa se desplomaba a pedazos, haciendo crujir todo lo que restaba en el interior. Las avivadas flamas se reflejaron serpenteando en los ojos de la amazona.

--Ranma. . .

Su voz se apagó con un suspiro.

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--. . .no puedo. . . –dijo para sus adentros y para él.

Diminutas gotas de sangre entremezclada con sudor y cenizas, resbalaban por una espalda abrazada protectoramente por unos brazos fuertes e incondicionales. Una cálida lágrima cayó en la mejilla derecha de Ranma, resbalando por su mentón. Unos ojos ámbar, salvajes y humanos al mismo tiempo, estaban prendados a los suyos. Levantó una mano dirigiéndola hacia el rostro de una joven de cabello corto, acurrucada temerosamente entre su cuello, acariciándole los hirsutos cabellos negro azules. Su vista se nublaba por instantes, mientras el aliento iba y venía a través de sus pulmones destrozados.

Akane se había dejado caer a su lado. Sus propias y graves heridas quedaron olvidadas mientras sus brazos se aferraban al destrozado cuerpo de Ranma.

--. . .es. . .la única manera. . . –el chico jadeó, tratando de mantener el aliento como si fuese el último.

--. . .Ranma. . .no puedo hacerlo. . .

Ranma exhaló, olvidándose de lo mucho que necesitaba controlar la respiración. Las imágenes se tornaron borrosas, sintiendo el frío aliento de la muerte en la nuca.

--. . .necia. . .—sonrió él, con unos labios pálidos—. . .no quiero perderte. . .

Amar, es el suplicio, crimen y castigo que enfrentan dos almas que nacieron para estar juntas.

--Ranma. . .yo. . .—su mente estaba nublada por el envolvente calor.

--. . .por. . .favor. . .

El rostro de la chica se contrajo de incertidumbre. La mano de él atrajo su rostro hacia el cuello.

--. . .Te amo. . .

Akane se quedó unos instantes mirando a los azules ojos de un rostro al que ella había aprendido a amar a su manera. Un rostro que le era indiferente hacía un millón de años atrás, cuando su vida solía ser una simple y ordinaria existencia humana. Ese baka, orgulloso, insensible y arrogante que había conocido, y que no fue capaz de evitar el infierno en el que se convirtió su vida, sin hacer nada.

Nada, excepto. . .dar su vida por ella.

Amar, es tener la maldición más pura de la especie humana.

El fulgor del fuego se incrementó. Diversos trozos de madera y tierra cayeron alrededor de ellos. Los músculos del chico no cedieron, aferrándose dentro de un mar de agonía, al cuerpo de la única mujer a la que realmente amaba.

Durante un instante conmovedor, Ranma logró mirar los apesadumbrados ojos de ella, y entonces los suyos, ensangrentados, giraron en sus cavidades y quedaron en blanco.

Rendida ante un profundo anhelo que no se había atrevido a reconocer antes, ni siquiera a sí misma, Akane abrió la boca y hundió los dientes en la garganta de Ranma. Los últimos escombros se derrumbaron, y las llamas ascendieron. En medio del fuego de dos corazones empeñados en vivir, ante toda adversidad.

Amar. . .es como morir lentamente. . .

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. . .ésto aun no es todo, estimados lectores otakus. . .¡¡LEAN EL EPÍLOGO Y SABRÁN A QUE NOS REFERIMOS EXACTAMENTE!

ATTE. LOU & PAO CHAN