…–Mayor Stewart, gracias por molestarse en reunirse conmigo en el hangar. La capacitación tanto del General Sterling como la mía en los protocolos de funcionamiento del SDF-2 nos quita mucho tiempo a ambos. Es invaluable para mí su colaboración en el puente del SDF-3 –dijo el Vicealmirante Hunter.
–No hay problema, señor. Sabe que puede contar conmigo para lo que necesite. No tengo inconveniente en acomodar mis turnos hasta que todos los inconvenientes se resuelvan.
–Acompáñeme a mi oficina, así me pone al tanto de las novedades del día de hoy.
–Sí señor –dijo Stewart mientras avanzaba lado a lado siguiendo el ritmo a su oficial superior–. Desde el puente lo estuve observando en su práctica de vuelo del día de hoy en el Alfa Uno, Almirante. Nunca antes lo había visto hacer esas maniobras de vuelo. Incluso técnicamente creo que son mejores a las que realiza el General Sterling, señor.
–Gracias por el cumplido, Mayor. Que no lo oiga el General porque se va a poner celoso –dijo sagazmente levantando una de sus cejas. Confiaba mucho en su tripulación, y el Mayor Stewart era uno de sus colaboradores más cercanos y de mayor confianza –. Creo que los temas que eligieron para musicalizar el día de hoy me ayudó a inspirarme un poco y recordad lo que tenía oxidado por poco uso –bromeó de sí mismo.
En el puente del SDF-3, cuando los patrullajes o vuelos de práctica se desarrollaban en momentos de calma, sin potenciales amenazas, habían decidido pasar musica por el TacNet para evitar la monotonía que daba largas horas sentados en un avión piloteando por el espacio, sin ninguna referencia visual, excepto la proximidad o lejanía de la nave principal.
–No sabía que le gustaba Sinatra, señor. Es la primera vez que elegimos ese artista. Si le gusta tanto podemos ponerlo más seguido.
–No –contestó de manera cortante Rick Hunter. Cada vez que escuchaba Frank Sinatra se le venía un nudo en el estómago. Recordaba esa maravillosa noche que había pasado junto a Lisa en la fiesta de Global a bordo del SDF-1, y la nostalgia lo invadía. Siempre se reprochaba el no haber besado a Hayes en aquella oportunidad. Muchas cosas habrían sido diferentes si se hubiera animado a comenzar una relación con Lisa a pesar de las trabas que él mismo se impuso porque ella era su oficial superior–. Le agradezco –agregó más calmado –. Recién recibí una notificación del SDF-2 que mañana tendré que estar allí nuevamente. Le pido que vuelva a reemplazarme en el puente. El General tampoco va a estar disponible.
–Descuide Almirante, yo me ocupo –dijo el joven oficial. Era más alto que su jefe, y aún conservaba reflejos pelirrojos en su cabello más oscurecido. Cuando dudaba en decirle algo a su oficial superior, el joven siempre agachaba un poco su roja cabellera y volvía a extenderse para arriba. Rick se dio cuenta que algo le inquietaba a Stewart por el lenguaje no verbal de su subalterno.
–¿Ocurre algún problema en el puente, Patrick?
–No precisamente, señor. Es que mientras usted estaba en su práctica de vuelo, vino la Comandante Graham del SDF-2. En un principio pensé que venía a buscarlo para seguir con algún recorrido que había quedado fuera de agenda. Usted no suele posponer sus prácticas de vuelo, por eso asumí que se podría tratar de un mal entendido de horarios. Pero en realidad ella me comentó que se había acercado hasta aquí para consultarle algo personalmente. Cuando se dio cuenta que usted no estaba a bordo, en lugar de retirarse se quedó para intercambiar algunas palabras con las tenientes del sector de comunicaciones.
–¿Le consultó a las Tenientes Dubois y a la Teniente Álvarez su inquietud?
Rick le había encomendado el departamento de inteligencia a Stewart por su gran intuición en detectar tempranamente potenciales riesgos conflictivos. Nunca tomaría a la ligera una corazonada del joven oficial.
–Si. Me aseguraron que no conversaron nada fuera de lo normal. Pero usted sabe que las tenientes tienen tendencia a conversar de más, y eso fue lo que me inquietó un poco. En el puente siempre se maneja información sensible, y de lejos la observaba bastante incisiva a la Comandante mientras les hacía preguntas a Dubois y Álvarez.
–Estaré atento a sus observaciones. Gracias por mantenerme al tanto.
–No hay de qué, señor.
Jack Archer llegaba a los simuladores con su traje de vuelo puesto. Era casi una rutina para él colaborar con el departamento científico cada martes probando las nuevas mejoras que el Dr. Lang constantemente agregaba a los VT de la flota del SDF-2. Una mujer de largo cabello verde y traje de vuelo se le acerca.
–¿Jack Archer?
Jack observó a la mujer con una mirada sospechosa. No la había visto nunca. Muy probablemente sería una piloto del SDF-3. Era bastante alta, y aunque estaba un poco excedida de peso, el traje de piloto insinuaba sus curvas y lo atractiva que era.
–Soy yo. ¿Usted es?
–Tu nueva compañera de pruebas. Lang quiere verificar mis habilidades en sus nuevos juguetes –ante esta apreciación tan abiertamente descarada sobre Lang, Jack no pudo evitar reírse por lo bajo. Ya le estaba cayendo bien esa mujer–. Mi nombre es Miriya Parino, y soy una meltran micronizada.
–Ah. ¿Eres la madre de Dana? –dijo en tono de reconocimiento.
–Parece que mi hija es más famosa que yo. Si, soy su madre –asintió con una gran sonrisa.
–Mis hijas están muy entusiasmadas en conocerla. Cuando Lisa les contó que había una nueva gran nave acercándose a la nuestra y que en ella viajaba Dana Sterling ya quería ser las primeras en abordar el SDF-3.
De repente algo comenzó a vibrar en el pequeño bolsillo del traje de piloto de Jack. Era su teléfono. Cuando lo saco para ver la llamada entrante, suspiro con un dejo de fastidio.
–¿Vas a contestar? Si necesitas privacidad para hablar puedo esperar dentro del simulador.
Jack le nego con la cabeza indicandole que no era necesario que ella se fuera. En el mismo instante que atendía la llamada, Max Sterling tambien vestido con traje de vuelo se acercaba a los dos pilotos.
–Buenos dias Almirante. ¿En qué puedo ayudarla?...Si estoy aquí…Si ya llegaron –dijo mirando de reojo al matrimonio Sterling–…¿Qué? Más despacio que no te estoy siguiendo…¿Que le diga qué?...Espera un momento –levantando su cabeza dirigiéndose a Miriya, Jack le pregunta– ¿Estás embarazada? –Miriya asiente con una sonrisa–. Si es cierto, está embarazada. Está bien. Lo prometo… No te preocupes, no voy a dejar que Lang la obligue a realizar maniobras que no sean adecuadas para su estado… ¿Cómo sabías que estaba embarazada?...el expediente… está bien Almirante, voy a cuidar de ella. Nada va a pasarle por culpa de estas pruebas. ¿Algo más? –dice un poco molesto por recibir la perorata de la Almirante Hayes tan temprano en la mañana–...Lisa, ayer te dije que no tenía problema en cuidarla aunque no sea mi día…¡Ni pienso llevarla a su práctica de fútbol! Cualquier cosa menos eso…¿Aritmética? No puede ser tan difícil, ¿o sí? Tiene solo 9 años. No es física cuántica…Prometo hacerla estudia…Si…si…de acuerdo…no te preocupes… ¿No está tan dolorida? ¿Pudo dormir mejor anoche? –Jack esbozó una leve sonrisa –. Dale un beso de mi parte. Y un abrazo también. Adiós.
–¿Esa era Lisa, nuestra querida y perfeccionista Almirante? –preguntó Miriya con seriedad.
–Si. Nuestra querida y molesta Almirante Hayes. Me pido que no permita que Lang abuse de tu buena voluntad y que cuides el embarazo. ¿Y tu eres…?
–Max Sterling. Es un gusto conocer al famoso Archer –le dijo el piloto de cabello azul extendiendo su mano.
–La leyenda viviente. Sammy y Vanessa me han contado hasta el cansancio con lujo de detalles lo buen piloto que eres, Sterling. Ahora voy a verificarlo en el simulacro –dijo con burla –vamos a ver quien es el mejor. Si el escuadrón Wolf o el Skull.
–Ni uno ni otro. Las Meltran son insuperables y voy a derribarlos a ambos –dijo Miriya muy segura de sí misma–. Nada ni nadie puede contra una ex-meltran embarazada.
–Eso es cierto. Ni yo me atrevo a desafiar a mi propia esposa en este estado.
–Claro que no te atreves, Sterling. Eres el marido. Yo tampoco me atrevo ir contra Lisa y eso que ya soy su ex-marido. Prácticamente me obligó a estudiar con mi hija para la prueba de aritmética que tiene mañana, aunque sabe que odio esa materia. De todos modos supongo que debe ser algo sencillo.
–No deberías subestimar una prueba de aritmética, Archer. Te lo digo por experiencia –agregó Max, bastante escéptico–. Cuando nuestra hija Dana estudia conmigo, terminamos los dos pelados. Si no fuera por el tío Rick, nuestra hija siempre reprobaría la materia.
–¿Alguien me llamo?
Los tres pilotos se dieron la vuelta para enfrentar a Hunter. El también llevaba puesto un traje de piloto. Era evidente que se uniría a ellos en la prueba.
–Vaya Almirante, usted también está listo para ser derribado por una una meltrán.
–Eso está por verse –dijo con una media sonrisa en su rostro. Luego extendió su brazo hacia el piloto del Wolf Uno para saludarlo–. Archer, tanto tiempo sin verte. Debo admitir que estas igual que la última vez que te vi.
–Lo mismo digo, Hunter– dijo tomando su mano para devolverle el saludo. El apretón fue un poco más largo y más rudo de lo usual. Se estaban midiendo la fuerza mientras sus miradas se profundizaban, estudiándose mutuamente–. Aunque veo que tienes algunas canas rebeldes –esta pequeña broma distendió el clima tenso que se había gestado hace segundos– ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?
–Creo que fue esa vez que te quedaste en casa por un mes visitando a Roy. Yo estaba en un campeonato de vuelo y nos cruzamos el último día. Incluso si mal no recuerdo, dormiste en mi cama – «y con mi novia» pensó Rick– esas cuatro semanas. Cuando yo regrese, te estabas yendo. Nos cruzamos solo un día. Creo que estabas por unirte al mejor postor por tus "servicios".
–Si, es cierto. Ahora lo recuerdo. Pops intentó persuadirme para que no vaya. Tendría que haberle hecho caso a tu padre. Convertirme en Mercenario fue una pésima decisión. Aunque la paga fue buena, a la larga me trajo demasiados inconvenientes. Además, Roy estaba furioso conmigo por pasarme al bando contrario.
–Papá se lamentaba no haber sido lo suficientemente insistente.
–En realidad sí lo fue. Estaba a punto de no ir, pero ese grupo pseudo pacifista que estaba en contra de los militares me presentaron a alguien que me hizo una oferta muy difícil de rechazar.
Rick sabía perfectamente a qué grupo se refería Archer. Eran amigos de su ex-novia, Jessica Fisher. Ellos también habían puesto ideas antimilitaristas en la cabeza de un joven Hunter.
–Eran la manzana podrida de la ciudad.
–Eran amigos de la zorra de tu novia, Hunter. Por su culpa, Roy dejó de hablarme por tres meses.
–Mejor dejemos eso en el pasado, Archer.
–Sabes muy bien que yo no sabía que ella era tu chica. Además como iba a adivinar que te gustaban las mujeres más maduras, Hunter. Ella nunca me aclaró que estaba en una relación con alguien –replicó en tono serio el líder del escuadrón Wolf.
Jack estaba dispuesto a aclarar cuanto antes ese viejo malentendido con Rick en lugar de esconderlo bajo la alfombra. No quería comenzar su relación con el pie izquierdo con el que fuera hermano de su íntimo amigo, y ahora su oficial superior. A pesar de su tendencia a la rebeldía, Jack Archer respetaba ante todo la cadena de mando. El curtido piloto sabía que eso era uno de los requisitos indispensables en una batalla, y no pondría en riesgo la vida de sus hombres por trivialidades de alcoba.
Rick sabía que Archer decía la verdad. Luego de romper con Jessica a causa de la infidelidad que ella tuvo con Jack, Rick se enteró que ella lo había engañado con otros tantos. Para un joven Hunter fue un golpe muy duro. Si su hermano Roy no hubiera descubierto infraganti a su amigo teniendo sexo con la novia de su hermano en la parte posterior de un auto, Rick seguiría eternamente engañado por la rubia. A partir de ese momento, cualquier mujer era merecedora de su desconfianza. Tardo mucho en volver a respetar al sexo opuesto. En gran parte logrado por la testaruda Lisa Hayes, que le demostró lo diferente que ella era respecto al preconcepto al que Rick se había aferrado luego de su decepción amorosa.
–¿Dónde estabas, Rick? Recorriendo el SDF-2 con tu niñera –dijo burlonamente Miriya para distender un poco el ambiente.
–No esta vez –resoplo Hunter–. Llegué demasiado temprano y fui a reunirme con Lang para conversar con él sobre algunos de sus proyectos.
–¿Niñera? –preguntó Jack intrigado.
–Vanessa nos asignó al Almirante y a mí, una joven comandante para enseñarnos todo el trasfondo de la operatividad del SDF-2.
–¿Quién? ¿Cuál comandante? –siguió cuestionando Archer.
–La Comandante Sue Graham –responde en tono neutral, Rick Hunter.
–Es bastante obsesiva con su trabajo. Supongo que por eso Vanessa la eligió dentro de su equipo. Lo que sí debo advertirles a ambos, es que ella tiene una obsesión con los hombres casados –aclaró Jack, mientras observaba las alianzas que brillaban en la mano izquierda de ambos hombres.
–¿Qué? –preguntó espantada Miriya Parino –. No te permito que te quedes a solas con ella, Maximilian. ¿Está claro?
–¿Qué hablaron con el Dr. Lang? –preguntó Max, intentando desviar la atención a otro tema.
–Quiere que rotemos entre nosotros para evaluar situaciones disímiles dentro de la simulación.
–Tiene sentido.
–Primero los Sterling contra el equipo Archer-Hunter, luego Miriya haciendo equipo con Archer y por último Miriya haciendo equipo conmigo.
De repente irrumpe un científico del grupo del Dr. Lang avisando que ya estaba todo dispuesto y que podían comenzar. Mientras entraban al simulador, Max Sterling se acerca para susurrarle algo a su amigo al oído.
–No sabía que tu tendencia a compartir mujeres con Archer se remontaba tantos años atrás.
Rick se da vuelta y lo mira con ojos de fuego. Sterling lucía una media sonrisa en su rostro y una mirada burlona a través de sus anteojos. Disfrutaba de poner a su viejo amigo en situaciones embarazosas.
–No estoy de humor para tus pésimos chistes matutinos, Sterling. Entra ya que Archer y yo vamos a romperte el trasero.
–Ja, ja, ja. A la orden, Almirante.
Luego de más de cuatro horas de pruebas, los cuatro pilotos salen del simulador con sus cascos bajo el hombro.
–Les dije que les rompería el trasero a los tres –sonrió triunfal la meltran.
–No se desafía a una zentraedi embarazada –volvió a recalcar Max conociendo a su esposa a la perfección–. El embarazo les agudiza todos los sentidos.
–De todos modos te rompi el trasero cuando hice equipo con tu esposa, Sterling –sonríe Jack Archer.
Mientras los pilotos le devolvían los cascos a los asistentes de Lang para que los científicos puedan cotejar con los microchips que estaban insertados en los mismos todas las maniobras mejoradas del nuevo equipo con respecto a los existentes, Jack Archer hace un mal movimiento y de la manera más tonta se tuerce el tobillo.
–Ah –grita de dolor el Coronel.
–¿Que paso, Archer?
–Creo que me rompi el tobillo. ¡Diablos! Como duele. Ni siquiera puedo apoyar el pie.
–Te alcanzamos hasta el Hospital Militar de la nave– dijo Sterling.
–¡NO!
Fue tan fuerte el grito que sobresaltó a los tres pilotos.
–¿Cual es el problema, Jack? –preguntó Miriya preocupada.
–No quiero ir al Hospital del SDF-2. No quiero que el idiota ese me mire la pierna o toque cualquier parte de mi cuerpo.
–Explícate –dijo Rick Hunter en su característico tono de almirante.
–No quiero caer en manos del Dr. Erikson. Antes muerto que depender del novio, amigovio o lo que sea ese tipo de Lisa. Por favor Hunter, no me obliguen. Llévenme al Hospital del SDF-3 –pide con dolor en su rostro. Se notaba que la fisura en su pie era seria.
Rick y Max se miran entre sí con sorpresa. El rudo piloto estaba casi de rodillas implorando que lo trasladen hacia la otra nave. Rick tenía sus dudas. No habían tenido cruce de pacientes aun entre naves. Era muy probable que Lisa se molestara con él por permitirle este capricho a Archer, pero no podía negarse. Los ojos de Jack estaban teñidos de desesperación. Estaba claro que prefería humillarse ante Rick suplicando que lo atiendan en otro hospital, a humillarse como paciente ante el "novio" de Lisa.
–De acuerdo –suspira Rick resignado. Si Lisa se enoja, enfrentaría el problema más tarde, tal cual lo hacía en los viejos tiempos –. Vamos. Le pediré una silla de ruedas al Dr. Lang para trasladarte.
–¡Esperen! Lisa me pidió que retirara a mi hija Sarah de la escuela. Hoy le corresponde a ella hacerlo, pero no puede ir porque está junto a mi otra hija en el hospital. Y Vanessa tiene turno con el obstetra, así que debo ir yo si o si a retirarla.
–Descuida Archer –dice Miriya intentando tranquilizarlo –. Max y yo regresaremos contigo al SDF-3. Yo también tengo que retirar a mi hija de cuatro años de la escuela. Max tiene ahora su patrullaje con el escuadrón Skull, pero puede acompañarte primero al hospital. Hunter puede ir a retirar a tu hija y cuidarla hasta que termine Vanessa con el obstetra. Y si se complica mucho tu lesión una vez que tenga a mis dos hijas en casa, te puedo asistir en el hospital –le sonríe para tranquilizarlo. Luego mira expectante tanto a su esposo como al Almirante Hunter–. ¿Están de acuerdo?
Ambos asienten con la cabeza. Ya habían perdido en el simulador contra ella. No tenían mucho margen de maniobra para contradecir a una meltrán embarazada.
Jack Archer mira con preocupación a Rick Hunter. No le gustaba deberle un favor a nadie, y mucho menos dos favores al hilo a un Almirante. Pero eso era el mal menor. Ni muerto le daba la satisfacción a John Erickson de ponerse en un lugar de vulnerabilidad dependiendo de que el traumatólogo le arregle su talón.
–De acuerdo.
–No te preocupes Archer. Hunter cuida de nuestras hijas una vez por semana. Incluso puede ayudarla con la prueba de aritmética. Seguro que se va a sacar muy buena nota con la explicación del tío Rick.
El Almirante Hunter mira incrédulo a su amigo Max Sterling. Él se desvivía por sus sobrinas, y cuando aún estaba en la Tierra, también adoraba cuidar a los hijos de Kim. ¿Pero explicarle aritmética a una Mini-Lisa? No era algo que tuviera en mente.
