A MOMENT
CAPÍTULO 21: EL HOWLER
Harry continuó su camino de regreso a través de los pasillos donde estaba localizada la sala de los Fundadores. Se sintió satisfecho al notar que las telarañas y las múltiples capas de suciedad y mugre que habían cubierto este camino anteriormente habían sido eliminadas. Llegando hasta los guardianes, una vez más colocó sus manos sobre la estatua. Sin embargo, esta vez no se mostró ninguna luz, los animales simplemente bostezaron y comenzaron a moverse. Después de que el león se parara revelando la entrada, Harry le hizo una pregunta que lo había estado incomodando desde que dejó sus aposentos esa mañana temprano.
-Excúsame, pero me estaba preguntando cómo hará mi familia para conseguir entrar al apartamento si no estoy con ellos.
-Heredero tonto, los reconoceremos como su familia. Ayer por la noche pudimos tener acceso a sus pensamientos y a su corazón, así que sabemos a quién se debe permitir entrar y quién no debe.
Viendo la lógica, Harry asintió.
-Bien, será mejor que me ponga en marcha antes de que Draco se preocupe de que estoy desaparecido.
La serpiente se rió entre dientes y este vez silbó en lengua parsel.
-demasssiadooo tarde para eso joooven heeerederooo, tu compañero comeeenzooo a gritar pooco dessspuésss de que lo deejaraaas eeestaa mañana. Noos despertó a toodos nosotrosss, sí que lo hizo.
Harry rió y contestó de una manera similar:
-lllo sssiento por esooo.
Esta vez en inglés, Harry agregó.
- Gracias por permitir que utilicemos el Salón de los Fundadores. Es fabuloso.
-No estamos permitiendo que utilice la Cámara, joven heredero- Harry escuchó una suave voz femenina y vio que el águila se dirigía hacia él por primera vez. El Salón de los Fundadores pertenece a usted y a sus descendientes. Todas las otras líneas se extinguieron, mientras que lRiddle es una criatura que no puede producir ningún heredero adicional. Es el último en su línea.
Ante la mirada confusa en el rostro de Harry, el águila continuó:
-Usted se está preguntando porqué el Salón no tiene cuartos para mi y los otros Fundadores, ¿correcto?
-Sí. Pensé que todos ustedes tendrían los suyos propios.
El águila rió nerviosamente.
-Debo convenir con los otros, usted es un niño tonto- antes de que Harry pudiera sentirse insultado, ella continuó en la misma suave y agradable voz-. El Salón ahora refleja las necesidades de usted y de su familia; no se ve como cuando nosotros vivíamos allí. A medida que sus necesidades cambien, el Salón se adaptará para proveerle con todo lo que usted requiera.
Oyendo una ruidosa maldición que provenía del interior del recinto, Harry hizo una mueca de dolor.
-Mire, voy a irme, estoy seguro que podremos hablar más adelante.
-¿Dónde demonios has estado?
Harry ni siquiera vio el proyectil hasta que fue demasiado tarde para esquivarlo. Harry gruñó cuando algo suave y borroso se estrelló en su pecho tan pronto como llegó a la entrada.
-Hey, ¿de qué se trata? -gritó, mientras bajaba la mirada al objeto que había sido lanzado contra él. Era uno de los juguetes afelpados de los muchachos: un gran dragón rojo.
Harry entró en la sala común, donde Evan inmediatamente lo asedió.
-Mi dragón, papá- el niño tenía ambos brazos levantados en el aire intentando alcanzar el animal de peluche que Harry todavía sostenía.
Arrodillándose al lado de su hijo, Harry jaló al renuente niño en un abrazo.
-Por supuesto que lo es. Buenos días amor-. susurrando un comentario adicional en el oído del pequeño, Harry le dio de nuevo el juguete.
Harry rió entre dientes cuando Evan dio la vuelta hacia el lugar donde Draco se encontraba parado y le lanzó a su padre una dura mirada, antes de correr hacia donde su hermano y él habían estado jugando antes de que fueran interrumpidos bruscamente cuando su padre había robado su juguete.
Harry caminó hacia donde estaba un furioso Draco. Presionando un suave beso en los labios de su amante, Harry no pudo evitar burlarse.
-Y ahora sabes lo que se siente al estar en el otro lado de las famosas miradas Malfoy.
Más preocupado que enfadado, Draco no pudo evitar ver el humor en la situación.
-Qué puedo decir, está en los genes.
Derribando a Draco con él en el sofá, cerca de donde los gemelos jugaban, Harry empezó a contarle todo lo que había sucedido esa mañana, incluyendo su riña con Ron.
Moderadamente pacífico, Draco se cercioró de que la próxima vez que Harry se largara sin decirle a alguien, entendería completamente cuáles serían las complejidades de tal acción. Harry palideció cuando Draco describió detalladamente la tortura que tendría que experimentar si se presentaba tal ocasión. Contento de que su pareja hubiera estado tan obviamente preocupado de él, Harry prometió que dejaría una nota, o mejor aún, despertaría a Draco, antes de irse sin él otra vez.
-León, ¿hiciste alguna exploración esta mañana antes de que fueras a ver a Sirius?- preguntó Draco casualmente, intentando no dejar traslucir su excitación.
-Sí, miré alrededor, ¿por qué?- Harry realmente no prestaba atención al rubio pues estaba mirando discutir a sus hijos, simulando una batalla con varios juguetes rellenos, preguntándose cuando necesitaría interceder antes de que explotara una lucha por todas partes.
-¿Viste algo especial?- presionó Draco, levemente enojado de que Harry no le prestaba atención.
Oyendo el tono molesto en la voz de Draco, Harry tornó su atención a su compañero, dejando a Nicole el asunto de que explotara una lucha potencial entre los gemelos. De todos modos, ella era mucho mejor impartiendo disciplina, pues Harry siempre cedía a los ojos llorosos de sus hijos y sus tristes expresiones de perrito.
-Bien hay una biblioteca en el segundo piso que necesita ser examinada más y las instalaciones de entrenamiento en el tercer piso son estupendas.
Justo como había pensado. Esa mañana, Harry no había tomado el tiempo para bajar las escaleras. 'Típico Gryffindor', siempre yendo arriba hacia cuando algunos de los grandes descubrimientos se podían encontrar mucho más bajo, como en las mazmorras.
-¿Temo que no fuiste al nivel inferior entonces?
-No. Me imaginé que curiosearía allí abajo esta tarde- Harry sabía que Draco estaba reventando por para decirle algo-. ¿Y? ¿Vas a decirme que hay allí abajo o no?
-¿Por qué decírtelo cuándo puedo demostrártelo?- preguntó el rubio, haciendo un guiño al hombre de pelo oscuro.
Harry rió ante el entusiasmo de su compañero.
-De acuerdo, Dray, demuéstramelo.
-Luciusss.
-Sí, Mi Señor- el patriarca de la familia de Malfoy llego a arrodillarse delante de su amo.
Después de besar sumisamente los dobladillos del traje del Señor Oscuro, Malfoy se levantó para pararse delante del demonio al que había servido la mayor parte de su vida. En el exterior, Lucius estaba tan frío como siempre, sabiendo por experiencia que no debía cuestionarse al Señor Oscuro; no a menos que desearas ser castigado seriamente por él. Sin embargo, lo qué Malfoy estaba sintiendo en el interior era un asunto diferente. Rogaba a Slytherin que esta improvisada reunión no tuviera nada que ver con su único hijo y heredero. Draco había desaparecido hacía un mes y Lucius no había tenido ningún contacto con él desde entonces. Hasta ahora, el Señor Oscuro no había parecido preocupado por lo concerniente a la desaparición de Draco, pero todo podría cambiar en el momento que Lord Voldemort tuviera necesidad de él.
-El muchacho ha vuelto- La serpentina voz era baja y suave, casi como si las palabras no desearan ser pronunciadas.
-¿Mi Señor?- Lucius sabía que pisaba terreno peligroso, literalmente, no tenía ninguna idea de a que se refería Voldemort.
-Por muchos años, Luciusss, no he sentido su presencia. Había creído que estaba demasiado lejos para ser una amenaza o, mejor aún, había muerto. Entonces, ayer por la noche, la incómoda intrusión estaba de regreso. No tengo visiones de él, como se rumoreaba que él tenía de mí, pero aún estoy enterado de su fastidiosa existencia. Parece que ese viejo tonto ha conseguido encontrarlo y le ha convencido de alguna manera para que vuelva. No me había dado cuenta de que Dumbledore estaba tan de desesperado.
La mente de Lucius dio vueltas tranquilamente a las pistas que su amo le había dado. Todas ellas apuntaban a una sola persona.
-Potter.
-SSSi, Potter- Los ojos rojos de Voldemort a su sirviente.
-Démosssle un cálido regalo en casa. Pronto deseará nunca haber salido a gatas de cualquier roca bajo la cual se encontrara.
Escuchando atento las instrucciones de su amo, Malfoy no podía evitar preguntarse si la repentina aparición de Potter tenía algo que ver con la oportuna desaparición de su hijo. Por Draco, esperaba que no lo hiciera.
Harry se dio cuenta inmediatamente porqué había estado Draco así de excitado, Severus no era el único maestro de pociones en esta escuela. Draco siempre había sobresalido en pociones y poco después de la graduación había aprobado sus exámenes de profesor. La única cosa que evitaba que usara el título de 'Profesor de Pociones' era el hecho de que todavía tenía que servir dos años bajo la tutela de un Profesor de Pociones certificado para que consiguiera su certificación.
En ese momento, Harry estaba parado en el centro de un avanzado laboratorio de pociones. Algunos de los artículos que se encontraban casualmente alrededor eran tan raros, que Harry había leído solamente sobre ellos en libros. Había calderas de todo tipo, tamaño y elaboradas de diversos metales, apiladas en estantes junto con otro gran surtido de parafernalias, pociones y varios viejos textos que parecían ser de pociones. Decir que Draco estaba en cielo era una subestimación.
El rubio estaba tan excitado que uno podía pensar que eran las seis y era la mañana de Navidad. Harry miro como su pareja estaba parado delante de un enorme mueble que contenía alrededor de doscientos cajones pequeños, reconociéndolo como el armario de ingredientes de pociones. Harry amaba la mirada de inocente maravilla en la cara de Dray mientras comenzaba a examinar cuidadosamente el contenido de cada cajón.
Bajando uno de los libros del estante, Harry se encontro que había sido escrito, nada más y nada menos, que por el mismísimo Salazar Slytherin. Inspeccionando con más cuidado los títulos y los autores, se dio cuenta de que la extensa mayoría de los libros había sido escritos por Slytherin o precedían a los Fundadores.
Un chillido excitado rompió el hilo de sus pensamientos.
-León, ¿tienes idea de cuán raros son algunos de estos ingredientes? Se pensaba que algunas de estas plantas estaban extintas, y la mantícora y la sangre de griffin, bien, ni siquiera se pueden comprar ya. Sin importar con quien estés tratando en el mercado negro.
-Luego revisa estos libros de pociones, Dray. Nunca he oído hablar de la mayoría de ellos-. ¿Quién sabía que incluso existían?
Cuidadosamente, Draco cerró el último cajón que estaba mirando, el cuál contenía varios frascos pequeños de lágrimas de unicornio, y se encaminó hacia Harry. La vista de su amado, completamente cautivado por los diversos libros de pociones, hizo que Harry sonriera.
-Sabes, Dray; no vas a poder pasar todo tu tiempo aquí abajo. Matthew y Evan querrán verte eventualmente, y sé que yo te extrañaría- bromeó Harry.
Draco acarició cariñosamente el lomo de uno de los libros escritos por el Fundador de su antigua casa.
-Dame hasta la hora de la comida, cariño. Sólo quiero pasar un rato curioseando todo lo que hay aquí.
-Cualquier cosa por ti, amor, pero quiero comer con Nicole y los gemelos y después llevarlos a un recorrido por el castillo de modo que puedan comenzar a familiarizarse con el lugar- dijo Harry, mientras besaba la sien de Draco-. Estaré arriba, si necesitas algo.
Draco sólo agitó su mano al Gryffindor mientras continuaba imaginando todas las increíbles cosas que podría hacer en el laboratorio.
Cerrando la puerta del laboratorio de pociones detrás de él cuando partió, Harry echó un vistazo en la única otra puerta en este nivel inferior. Cuando Draco lo había traído a la planta baja, le había explicado que había intentado abrir esa puerta, pero estaba trabada. Un simple hechizo de 'Alohomora' tampoco había sido eficaz.
Harry estudió la puerta, curioso del por qué los guardas pondrían esta habitación aquí y después les negarían el acceso a ella. La puerta en sí misma era de madera, pero a diferencia de las otras puertas en la Cámara, mostraba el sello de la escuela adornando la madera oscura. Imaginándose que no tenía nada que perder, Harry alcanzó la puerta.
Tan pronto como la tocó, ésta se abrió con un suave click. En silencio, la puerta permaneció abierta. Harry jadeó, recordando la primera vez que había visto el contenido de su cámara personal acorazada en Gringotts. Dentro, había tres enormes montones de las monedas de oro y de otros artefactos hechos de oro, y una pila más pequeña de brillantes piedras preciosas. Harry caminó dentro del gran cuarto tentativamente. Examinando rápidamente el contenido de la habitación, vio en una esquina muchas armas viejas almacenadas en las estanterías de madera, muchas de las cuales parecían estar hechas de metales preciosos y adornados con piedras preciosas y complejos tallados. En el otro lado del cuarto parecían estar varios baúles y cajas. "¿Quién sabe qué secretos guardarán?" pensó Harry mientras entraba en el cuarto para lograr darle un mejor vistazo.
Momentos antes que alcanzara el primer conjunto de baúles, la puerta se cerró de golpe detrás de él.
Cautelosamente, Harry tomó un antiguo pergamino. Como con el Libro de Almas, las palabras en el pergamino comenzaron a aparecer mientras él lo sostenía.
Saludos Verdadero Heredero,
Solamente alguien con la sangre de los Fundadores puede entrar a
esta Cámara. Lo qué vio antes representa la riqueza de Hogwarts.
Utilícelo sabiamente y protéjalo bien.
Godric Gryffindor, Salazar Slytherin, Rowena Ravenclaw y Helga
Hufflepuff.
Harry apenas había terminado de leer el corto mensaje, cuando su frente estalló de dolor. Jadeó y cogió su cabeza con ambas manos, cayendo el mensaje al suelo de piedra. Se había olvidado de cuán dolorosa podía ser esa conexión con Voldemort. Afortunadamente, el dolor duró solamente un corto tiempo y después de un minuto o de dos, se había consumido totalmente. Tranquilizándose, lanzó una última mirada alrededor del cuarto del tesoro. Haciendo voto para si de proteger Hogwarts y hacer que nuevamente fuera la escuela que sus antepasados pensaron que fuera, cerró la puerta con seguridad detrás de sí y lentamente hizo su camino de regreso a las escaleras.
Según lo esperado, no vieron a Draco en todo el día. El rubio finalmente pudo despegarse de las maravillas del cuarto de las pociones el suficiente tiempo como para buscar a su familia para ir a cenar. Sería la primera vez que estarían haciendo una aparición en el Gran Comedor para una comida desde su inesperada llegada y era importante para Draco que mostraran un frente unificado.
Siguiendo los inequívocos sonidos de niños poco cooperativos, Draco se dirigió hacia la sala común. No viendo a nadie pero definitivamente oyéndolos; Draco divisó una puerta donde el vitral del centro había sido manchado previamente. Examinándolo, Draco vio que la ventana manchada bosquejando el escudo de la Escuela de Hogwarts, era, de hecho, un par de puertaventanas que conducían afuera, a una terraza de piedra. El gran patio tenía una pared de piedra alta que corría alrededor del perímetro completo y estaba elevado a no menos de tres pies de alto. "Por lo menos no tenemos que preocuparnos de si uno de los gemelos cae inadvertidamente", pensó Draco, aunque sabía que ambos muchachos parecían ser muy coordinados y elegantes.
El patio era absolutamente extenso y tenía una vista agradable del lago y del bosque. Muchas macetas adornaban la terraza, la mayoría de las cuales estaban cargadas con flores fragantes. Caminando para examinar varios matorrales de rosas, Draco notó colocada en la parte posterior en la esquina del patio, casi oculta de la visión, la estatua de un dragón. La escultura de pie medía cerca de siete pies de alto y estaba hecha del mismo mármol negro del que muchos del apartamento había sido adornado. El dragón en sí mismo era hermoso, la mayoría de las estatuas de dragón demostraban el vuelo o parados orgullosos y rugiendo. Este no; este dragón estaba durmiendo. Sus alas fueron dobladas a lo largo de su majestuosa espalda y el dragón tenía una expresión pacífica en su cara durmiente. El detalle de la estatua era impresionante; cada escala fue tallada maravillosamente. Total, era en verdad una pieza de arte. Alejando los ojos lejos del dragón, Draco se dio cuenta de que su familia no lo había notado todavía. Harry y Nicole parecían estar ocupados en otra cosa.
-¿Alguien hambriento?- preguntó Draco mientras caminaba anunciando su presencia; miró con diversión mientras que Harry y Nicole luchaban para cambiar a Matthew y Evan de su ropa de juego dentro de un par de pantalones limpios y una camisa de manga larga.
-Que bueno que finalmente aparezcas, Dray. Estábamos arreglándonos para irnos sin ti- dijo Harry sin aliento, mientras que una vez más intentaba sujetar el minúsculo cuerpo de Matthew que se retorcía, de modo que pudiera quitar la camiseta manchada que todavía tenía los restos de la comida del niño y algunas otras manchas no identificadas.
-No papá, no. Quiero usar esta camiseta. No- gritó Matthew mientras procuraba evitar las manos de Harry.
-Matty, esa camiseta está sucia. Sabes que necesitamos limpiarte de modo que podamos ir al Gran Comedor que te mostré anteriormente para cenar. Por favor déjame cambiar tu camiseta- abogó Harry con su hijo. Después de que comieran en el comedor de su apartamento con Nicole y los muchachos, Harry los había llevado a recorrer el castillo. Harry se había disfrazado como Emrys para el recorrido pues no quería atraer ninguna atención para si, aunque bastantes personas reconocieron a los gemelos de su breve presentación la noche anterior. Nicole, Matthew y Evan habían estado temerosos en el gigantesco castillo. Pero aunque ellos estaban iluminados con sorpresa y placer, Harry estaba triste y preocupado de los cambios que vio.
Las aulas de clase donde aprendió tanto sobre la vida como sobre la magia ya no estaban; substituidas por cuartos del entrenamiento, salas de conferencias, o apartamentos personales. El ala de enfermería, donde Harry había pasado tanto tiempo durante sus años en Hogwarts que la señora Pomfrey finalmente reservó una cama privada para él hacia mediados de su sexto año, era por lo menos cuatro veces el tamaño que había sido una vez. El campo de Quidditch ahora era un campo de entrenamiento. Harry sabía que las modificaciones eran necesarias para ayudar a prepararlos para luchar en esta eterna guerra, pero eso no lo hacía más fácil al estómago.
Los gemelos se enamoraron del castillo, de la misma manera que Harry lo había hecho cuando vio por primera vez su hermoso reflejo en el gran lago, durante su primer paseo de bienvenida al hogar que había anhelado su vida entera. Sin embargo, ahora que pensaba en ello, Nicole parecía un poco demasiado interesada en que le mostrara la ruta más rápida entre el Salón de los Fundadores y los aposentos de Sirius. Harry sonrió para si; no sabía por que lado lo sentiría más si ellos dos consiguieran involucrarse. Sirius se sentía atraído por la joven niñera de Harry, no había ninguna duda. Había sido divertido mirar al hombre más viejo ligar con la mujer mientras los había visitado en California. Pero lo qué había sorprendido a Harry fue la mirada de coquetería regresada por Nicole. Después de que Harry hubiera rechazado firmemente cualquier relación potencial con ella, Nicole había salido de vez en cuando, pero nunca la había visto deleitarse con las atenciones de otro hombre de la manera que lo hacía con Sirius. "Bien, apenas tendré que observar de cerca de esos dos, y ver qué sucede"
En su paseo, Harry comenzó a sentir melancolía mientras los recuerdos de los seis años y medio pasados dentro de las paredes de piedra se hizo imposible de ignorar. Al pasar por la lechucería, no pudo evitar preguntarse qué había sucedido a su fiel animal doméstico, y amigo, Hedwig. No sólo no sabía lo sucedido a su lechuza, sino que también quería que sus otras pertenencias, que habían sido dejadas en el cuarto de los muchacho después de su detención, también regresaran.
Los gemelos amaron la Torre de Astronomía, y, para gran desconcierto de Harry, las mazmorras de pociones. Snape había logrado mantener las mazmorras sin muchos cambios; algunas plataformas adicionales de duelo habían sido levantadas en algunas viejas salas de clase y el laboratorio de pociones había sido ampliado algo, pero eso era todo. El comportamiento de Severus era el habitual, pero Harry pensó que no estaba demasiado molesto por su visita, pues no dijo nada demasiado repugnante e incluso, furtivamente, dio a Matthew y Evan unas ranas de chocolate al tiempo que se iban. La evidencia de lo cual estaba todavía manchada sobre las camisetas de los gemelos. Recordando lo que intentaba hacer, Harry se estiró una vez más para intentar quitar la camiseta manchada a Matthew.
La sorpresa más grande del día fue encontrar a Remus Lupin ayudando a Snape en las mazmorras. Por lo menos eso fue lo que asumió Harry que había estado haciendo. Sin estar aún enteramente cómodo alrededor de Harry y su familia, Remus se presentó a Nicole y a los muchachos y después se retiró discretamente, a Dios sabe donde.
Draco puso los ojos en blanco ante el intento de Harry de utilizar la lógica en niños de dos años. Había estado solamente alrededor de sus muchachos por poco más de un mes, pero igualmente sabía que no podías utilizar la lógica con pequeños de dos años, y ciertamente no cuando esos niños poseían genes Malfoy. Determinando rápidamente cuál era la raíz del problema, Draco le quitó a su compañero a su hijo que seguía luchando.
-Hey el amor, ¿qué pasa?- Draco rozó la cara de su desamparado Matthew mientras que el niño se calmaba.
-Papá me quiere quitar mi camiseta. Ésta es mi camiseta. Él no puede tenerla- Matthew mostró un ceño exagerado.
Draco vio que Matthew usaba una camiseta verde oscuro que tenía una serpiente de plata en el frente, el largo cuerpo de la serpiente se hacía un ovillo en la camiseta, sobre el hombro y terminaba con la cola torcida en el centro de la espalda. Había sido un gran hallazgo, y Draco no pudo resistir el comprar una para cada uno de los muchachos en uno de sus paseos de compras mientras estaban preparándose para mudarse. Las camisetas habían llegado a ser rápidamente las favoritas de los gemelos, y aiempre que los dejaban elegir se las ponían, ante la gran desilusión de Harry.
Cabeceando a Nicole para que liberase a un igualmente desarreglado Evan, Draco se arrodilló y tomó a ambos muchachos en sus brazos. Dando a Harry un guiño, susurró en cada uno de los oídos de los niños.
Harry miró con aprehensión como los muchachos e calmaban y comenzaban a sonreír. Sea lo que sea que Draco les estuviera diciendo, parecía que servía, pero no podía evitar preguntarse que demonios les estaba susurrando el rubio.
Draco no tuvo ningún problema al privar a los pequeños de sus camisetas favoritas y cambiar el resto de su ropa. Dado que cenarían en el Gran Comedor, insistió que los pequeños usaran su ropa azul marino que hacían juego con su ropa muggle. Finalmente listos, la familia salió; lista para hacer frente a su primer paseo público como una familia.
Draco estaba deseando tomar su varita y maldecir a todos esos idiotas que los miraban fijamente. Como esperaban, toda conversación cesó cuando Draco, Harry, Nicole y los muchachos abrieron las puertas y entraron en el Comedor. La mayoría de la gente todavía no creían que Harry Potter hubiera regresado. Muchas de las mesas ya estaban ocupadas, pero al verlos entrar, Sirius dirigió a la familia directamente a un espacio libre en el extremo más alejado del comedor. Mientras cruzaban el largo salón, Harry no pudo evitar encogerse ante los muchos ojos que caían sobre él, particularmente las miradas fijas de un grupo de pelirrojos y una castaña que se sentaban en el frente de la que anteriormente había sido la vieja mesa de Gryffindor.
Tan pronto como se sentaron, el nivel de ruido comenzó a aumentar una vez más. Aunque aquellos que ocupaban las mesas cercanas fueron cuidadosos en susurrar sus asunciones y especulaciones, los demás no.
Deslizándose en el asiento al lado de su ahijado, Sirius inadvertidamente chocó contra él.
-Hey- exclamó Harry enojado cuando el brazo que en ese momento estaba llenando la copa de Matthew con jugo de calabaza fue empujado.
-Lo siento, Harry- el tono de Sirius negaba su disculpa-. ¿Y como están mis chicos favoritos esta noche?
-Genial, tío Siri- piaron dos voces agudas. Sirius les habían pedido previamente que lo llamaran tío Siri, pues ser denominado por el formal Señor Black no le gustaba, al menos no de sus pequeños ahijados.
-Entonces, mi querida dama, ¿cómo le fue esta tarde en su recorrido por el castillo? Si mi querido ahijado fue en algún modo descuidado con sus deberes, por favor, siéntase en libertad para acudir a mí. Estaré más que feliz en ayudarla en todo lo que necesite- Sirius, quien tomó una mano de Nicole a través de la mesa, la subió lentamente a sus labios. Presionando un suave beso en el dorso de su suave mano, le guiñó un ojo a la ruborizada joven antes de concluir-. O desee.
Harry puso los ojos en blanco ante las travesuras de su padrino.
-Sirius, ¡déjalo ya!. Al menos detén tus planes de seducción en frente de mis niños, ¿vale?
Elevando una ceja, Sirius se giró hacia su ahijado.
-Como si ellos nunca hubieran visto dos personas flirteando antes, o me atrevería a decir, ¿incluso besándose?- se echó a reír cuando vio como los rostros de Harry y Draco empezaban a adquirir una encantadora sombra rosa-. Es lo que pensaba.
El resto de la cena trascurrió sin incidentes, excepto cuando Evan escupió su puré de papas sobre su hermano. Rápidamente, ambos niños fueron tranquilizados y separados por sus padres antes que pudiera empezar una lucha de comida, y el desastre fue evitado una vez más.
Después de terminar de comer, Harry se encaminó lentamente hasta la mesa principal donde Dumbledore estaba sentado, en su lugar habitual. No estaba seguro si era por su buena disposición a cooperar o sólo por hábito, Harry quería informar a su antiguo Director sobre su anterior dolor en la cicatriz. Todavía no había logrado digerir la comprensión de que su conexión con Voldemort continuaba activa, pero imaginaba que valía la pena mencionárselo al Fénix. Después de todo, mientras más pronto Voldemort fuera derrotado, más pronto él y su familia podrían continuar con sus vidas.
Durante toda la noche, Albus había estado observando cuidadosamente a la familia Potter, contento de que Harry hubiera decidido comenzar su integración a la comunidad. Consciente de que la transición iba a ser difícil, durante el desayuno había pedido a todos que actuasen con Harry y su familia con tanta normalidad como les fuese posible, y que debían intentar refrenar cualquier clase de pregunta.
Los mellizos eran todavía un acertijo. Dumbledore podía sentir niveles de poder excepcionalmente altos en ellos, lo cual no era inesperado en vista de quien era su padre. Pero había algo más sobre su magia. Era difícil de explicar, pues aunque tenían el potencial para ser muy poderosos, era difícil que fueran más poderosos de lo que Harry era. La firma mágica que los rodeaba era fácilmente identificable con Harry, pero también mostraban trazas de otra magia. El hecho condujo a Dumbledore a la conclusión que su madre debía haber sido más que una muggle. Sin embargo, era extraño que la pasada noche Harry pareciera evadir la pregunta directa sobre la identidad de la madre de sus hijos. Sintiendo que esa noche no iba a encontrar la respuesta al misterio, regresó su atención a las conversaciones que flotaban alrededor de él.
Sin embargo, al parecer los pensamientos de Dumbledore se semejaban a las conversaciones que corrían por todo el comedor. Las teorías proliferaban en relación a la identidad y el paradero del otro padre de los adorables niños de Harry. No sólo eso, también hubo una razonable cantidad de susurros especulando sobre la aparente cercanía entre Harry y su antiguo rival en la escuela, Draco Malfoy.
Dado que la Orden no había emitido información acerca de que Draco había elegido quedarse con Harry al término de su última misión, su ausencia del castillo fue difícil de ocultar. Además, nadie podía evitar comentar sobre el inquebrantable apoyo que Draco había dado a Harry en el tiempo que siguió a su arresto, e incluso después de su condena. Esa relación requeriría un escrutinio mas cercano, decidió Dumbledore.
Aliviado más allá de toda medida ante el hecho de que Harry los ayudara en la lucha, esa mañana, Dumbledore se había tomado la libertad de hablar al señor Ollivander sobre hacer otra varita al joven. Él, por supuesto, había estado presente cuando el Ministro Fudge había roto su primera varita; la hermosa pluma rojo y oro del fénix había caído suavemente al piso antes de prenderse en llamas. Lo que más había molestado al anciano fue el dolor que había visto en los ojos del propietario de la varita cuando el crujido al ser rota hizo eco a través del pequeño recinto. Que día tan terrible había sido. Si sólo hubiera escuchado a su corazón, cuánto dolor se hubiera evitado.
Los Ollivander, al igual que muchos otros residentes del Callejón Diagon, se habían mudado a Hogwarts dos años antes, cuando un violento ataque al callejón había destruido casi todos los negocios. Todo había caído con excepción de Gringotts. El banco ni siquiera había sido perturbado, aunque ciertamente era demasiado peligroso intentar acercarse al lugar para cualquiera que no fuera Mortífago. La falta de fondos había afectado a muchas familias mágicas, quienes habían sido obligadas a recurrir al trueque para obtener lo que necesitaban. Todo eso cambió cuando Hogwarts abrió sus puertas para la comunidad.
Alguien aclarando su garganta detrás de él llamó su atención. Girándose, descubrió que Harry había sido capaz de acercarse a él sin que nadie lo notara.
-Harry, ¿qué puedo hacer por ti?- preguntó Dumbledore. Sin estar seguro de por qué Harry se había acercado a él luego de sus comentarios de la noche anterior. Las acusaciones de Harry, que ciertamente no eran infundadas, lo habían herido. Sin embargo, Dumbledore era lo bastante viejo como para entender que de algún modo, merecía la ira de Harry, y saber que para que las cosas funcionaran, necesitaba tragarse un poco de su orgullo e intentar hacer las paces con la persona que sabía, podía poner fin a ese horrible conflicto.
La seriedad de los ojos esmeraldas que se unían con los suyos, dio al anciano un momento antes que el hombre de pelo oscuro contestara.
-Entiendo que incluso después de todo lo que pasó, la Orden decidió que continuara como el Fénix- comenzó Harry tranquilamente-. Dado el hecho, apoyo la decisión- Harry se molestó al notar un relámpago de felicidad cruzando el rostro de su antiguo mentor al escuchar sus palabras. Antes que Dumbledore tuviera oportunidad de contestar, Harry continuó-: Antes que diga nada, quiero que sepa que hablaba en serio cuando dije que no regresaría a la Orden. Lucharé, pero bajo mis términos. ¿Entendido?
Dumbledore escuchó el eco de las palabras que Harry pronunció la noche anterior. Esa vez, el Fénix había tenido la esperanza de que simplemente fueran las emociones del joven las que hablaban, pero ahora, entendía que, de hecho, Harry lo decía en serio.
-Entiendo, Harry.
Ignorando la decepción en la voz de Dumbledore, Harry dijo lo que necesitaba decir.
-Bien. Como le dije a Lupin más temprano, nunca lo perdonaré a usted ni lo que me hizo, pero estoy consciente de la necesidad de que trabajemos juntos civilizadamente. Por eso, quiero hacerle saber que mi cicatriz me dolió hoy.
Preocupado, Dumbledore le preguntó la extensión y frecuencia del dolor. Harry le explicó que era la primera vez que le había dolido desde que retornara de América, y aunque había sido bastante doloroso, no había durado más que un momento. Satisfecho con su explicación y después de sacarle al joven la promesa de que le informaría de cualquier otro acontecimiento, Harry se giró para partir.
Mientras se alejaba de la mesa principal, un ave entró volando en el comedor. Sabiendo que era tarde para cualquier tipo de correo normal, Harry esperó para ver hacia donde se dirigía el pájaro. A medida que se acercaba, Harry pudo distinguir que se trataba de un halcón. Era hermoso, mayormente negro, sólo con unos destellos rojos en las alas y la coronilla. Sin embargo, el rojo del ave parecía hacer juego con el color del sobre que trasportaba en su pico.
Familiarizado con la forma en que el mundo mágico masticaba a alguien a la distancia, observó mientras el halcón se acercaba aún más, preguntándose quien sería el blanco de tan particular howler.
"No sería demasiado malo si fuera para la comadreja" cruzó por la mente de Harry un momento antes que se diera cuenta que, de hecho, el halcón se dirigía directamente hacia él.
-¿Quien demonios puede estar ya tan cabreado?- murmuró en voz baja, cuando el ave colocaba tentativamente el sobre lleno de vapor en las manos extendidas de Harry.
Antes que Harry tuviera oportunidad de seguir preguntándose por qué era el receptor final de un howler, el sobre se encendió, abriéndose. Los gritos pronto llenaron el comedor. Altos, aterradores gritos de dos personas que estaban siendo sometidas a cosas a las que ningún humano debería ser sometido. Harry no estaba seguro si los gritos habían sido amplificados o no, pero podía decir que cualquier cosa que les estuvieran haciendo, los hacía sufrir insoportablemente.
De inmediato miró hacia donde estaba sentada su familia, y vio como una temblorosa Nicole sostenía a Evan mientras Sirius agarraba a Matthew, tratando de cubrir sus oídos, mientras las lágrimas corrían por las pálidas caritas de los pequeños. Al no ver a Draco, Harry no se sorprendió cuando un par de fuertes brazos lo rodearon desde atrás, empujándolo contra un fuerte pecho. Se sentía agradecido del apoyo de Draco, cuando los gritos finalmente pararon y comenzaron las súplicas. Claramente, dos personas estaban siendo torturadas y suplicando por sus vidas. Se puso rígido al reconocer las voces.
La súplica duró solamente un momento más y luego una voz masculina pronunció 'Avada Kedavra' y todo quedó en silencio. La última cosa que hizo eco a través del comedor fue una risa apagada y las burlonas palabras:
-Bienvenido a casa, Harry
Pálido y sintiéndose enfermo del estómago, Harry se volvió una vez más hacia el Fénix.
-Ahora puede agregar a los Dursley a la lista de muertes innecesarias de la que es responsable.
Sin otra palabra, Harry giró sobre sus talones, tomó a su aturdida familia y salió del comedor.
La tensión del día finalmente lo atrapó, y Harry se sentó en el piso, frente a uno de los sofás. Quitándose sus zapatos y sus medias e inclinando la espalda en el sillón, cerro los ojos y descansó la cabeza contra uno de los suaves cojines tapizado de cuero. De algún modo, había tomado el hábito de quitarse los zapatos y las medias cuando estaba en casa. En California, rara vez calzaba otra cosa que sandalias, que eran fáciles de sacar, pues amaba la sensación de la arena o la baldosa debajo de sus pies desnudos. Desafortunadamente, los fríos suelos de piedra de Hogwarts no habían sido diseñados para este estilo de vida
Sintiendo que su amado necesitaba un momento para asimilar los eventos ocurridos durante la cena, Draco ayudó a Nicole a calmar a los niños y luego a bañarlos y dejarlos listos para dormir. Cediendo a las demandas de los gemelos sobre 'jugar un poco más' en la salita de juegos, Draco dejó a Nicole vigilándolos y bajó las escaleras.
No le sorprendió encontrar a Harry en la misma posición que tenía cuando lo dejó. Inseguro ante el hecho de molestar, el rubio se sentó en un sillón cerca de la caída de agua y esperó a que Harry dijera algo. No tuvo que esperar mucho para escuchar la profunda voz de su pareja, llamándolo.
-¡Hey, Dray!
Levantando la vista, Draco miró a Harry tomar uno de sus calcetines sucios, que estaba enrollados en una sudada bola en el piso y se lo lanzó; la media hizo un alto arco en el aire. Sin estar muy seguro de por qué lo hacía, excepto por la costumbre , Draco observó el objeto volador y estirando el brazo, lo atrapó.
Olía mal. Draco sacudió la cabeza con repugnancia. Su atención había estado tan enfocada en atrapar lo que Harry le había lanzado, que no se había fijado que era la media de su pareja. El otro calcetín, sucio y oloroso, le dio directo en la cara.
-¿Qué diablos?
Ni corto ni perezoso, tomó las ofensivas piezas de ropa y las lanzó de vuelta, ante la risa del Gryffindor. Sin embargo, a diferencia de Harry, Draco no contaba con el elemento sorpresa de su lado y Harry fue capaz de eludir con éxito los proyectiles.
Recuperando finalmente el control, aunque todavía riendo, Harry habló:
-Fue sólo un pequeño pago por lo de esta mañana.
-Sí, pero mi amor, yo te golpeé con un peluche limpio, y tu me regresaste el favor con un pestilente calcetín sudoroso que habías llevado todo el día. Creo que estás en deuda conmigo- replicó Draco medio serio, feliz de que Harry fuera capaz de dejar algo de su presión.
Levantándose con un fluido y grácil movimiento, Harry jaló a Draco hacia él.
-Entonces, quizás deba dejar que tomes ventaja de mí después?- dijo suavemente un momento antes que sus labios descendieran y empezaran a mordisquear el labio inferior de Draco.
Con un suspiro, Draco corrió sus manos arriba y debajo de la espalda de su pareja, acariciando suavemente los tensos músculos, mientras abría la boca y dejaba que Harry profundizara el beso.
Harry emitió un pequeño sonido de aflicción cuando Draco eventualmente terminó el beso, el rubio lo calló
-¿No quieres hablar sobre lo que pasó en la cena, Leo?
-No, no en realidad- replicó Harry suavemente, sus labios todavía tocando los del rubio.
Presionando un casto beso en la boca de Harry, Draco se inclino para ver si el Gryffindor estaba, de hecho, siendo sincero con él o no.
-¿Estás seguro?
Con un suspiro, Harry se dejó caer en el sofá y corrió una mano por su ya desordenado pelo.
-Mira, no es como si tuviera sentimientos reales hacia ellos, al menos no más. Sí, estoy triste por la forma en que sufrieron, nadie merece morir así. Pero no pienso asumir la culpa de sus muertes. Quizás una vez lo hubiera hecho, pero ya no. No, si alguien además de Voldemort es culpable, ese es Dumbledore. Él es el que preparó el elaborado subterfugio para ocultarme con ellos todos estos años. Sabía el riesgo cuando me colocó con ellos, sin explicarles el peligro, puedo asegurártelo- tomó una bocanada de aire y continuó-: Es triste, Dray, pero paras ser honestos, no siento otra cosa por ellos que lo que sentiría por cualquier otro.
Estirándose brazo, Draco tomó el rostro de Harry con ambas manos, acariciándolo ligeramente antes de besarlo una vez más.
-Por lo que pueda valer, lo siento, Leo.
-Sí, yo también.
-Vamos, cariño, vayamos a la cama. Déjame hacerte olvidar lo que pasó, al menos por un rato
Necesitando dejar su día atrás, y sabiendo que el mejor modo de hacerlo era en los brazos de cierto hombre de ojos plateados, Harry se levantó y siguió a Draco por las escaleras de caracol que los conducían a su habitación
Continuará...
Hola chics, les dejamos un nuevo capítulo y les recordamos que en nuestro grupo estamos subiendo una traducción NC-17 de la pareja HP.
Muchas gracias por sus reviews: Luzy Snape, mickaelle, snivelly, Paola, Marla y Txiri. Besos a todas
CAPÍTULO 21: EL HOWLER
Harry continuó su camino de regreso a través de los pasillos donde estaba localizada la sala de los Fundadores. Se sintió satisfecho al notar que las telarañas y las múltiples capas de suciedad y mugre que habían cubierto este camino anteriormente habían sido eliminadas. Llegando hasta los guardianes, una vez más colocó sus manos sobre la estatua. Sin embargo, esta vez no se mostró ninguna luz, los animales simplemente bostezaron y comenzaron a moverse. Después de que el león se parara revelando la entrada, Harry le hizo una pregunta que lo había estado incomodando desde que dejó sus aposentos esa mañana temprano.
-Excúsame, pero me estaba preguntando cómo hará mi familia para conseguir entrar al apartamento si no estoy con ellos.
-Heredero tonto, los reconoceremos como su familia. Ayer por la noche pudimos tener acceso a sus pensamientos y a su corazón, así que sabemos a quién se debe permitir entrar y quién no debe.
Viendo la lógica, Harry asintió.
-Bien, será mejor que me ponga en marcha antes de que Draco se preocupe de que estoy desaparecido.
La serpiente se rió entre dientes y este vez silbó en lengua parsel.
-demasssiadooo tarde para eso joooven heeerederooo, tu compañero comeeenzooo a gritar pooco dessspuésss de que lo deejaraaas eeestaa mañana. Noos despertó a toodos nosotrosss, sí que lo hizo.
Harry rió y contestó de una manera similar:
-lllo sssiento por esooo.
Esta vez en inglés, Harry agregó.
- Gracias por permitir que utilicemos el Salón de los Fundadores. Es fabuloso.
-No estamos permitiendo que utilice la Cámara, joven heredero- Harry escuchó una suave voz femenina y vio que el águila se dirigía hacia él por primera vez. El Salón de los Fundadores pertenece a usted y a sus descendientes. Todas las otras líneas se extinguieron, mientras que lRiddle es una criatura que no puede producir ningún heredero adicional. Es el último en su línea.
Ante la mirada confusa en el rostro de Harry, el águila continuó:
-Usted se está preguntando porqué el Salón no tiene cuartos para mi y los otros Fundadores, ¿correcto?
-Sí. Pensé que todos ustedes tendrían los suyos propios.
El águila rió nerviosamente.
-Debo convenir con los otros, usted es un niño tonto- antes de que Harry pudiera sentirse insultado, ella continuó en la misma suave y agradable voz-. El Salón ahora refleja las necesidades de usted y de su familia; no se ve como cuando nosotros vivíamos allí. A medida que sus necesidades cambien, el Salón se adaptará para proveerle con todo lo que usted requiera.
Oyendo una ruidosa maldición que provenía del interior del recinto, Harry hizo una mueca de dolor.
-Mire, voy a irme, estoy seguro que podremos hablar más adelante.
-¿Dónde demonios has estado?
Harry ni siquiera vio el proyectil hasta que fue demasiado tarde para esquivarlo. Harry gruñó cuando algo suave y borroso se estrelló en su pecho tan pronto como llegó a la entrada.
-Hey, ¿de qué se trata? -gritó, mientras bajaba la mirada al objeto que había sido lanzado contra él. Era uno de los juguetes afelpados de los muchachos: un gran dragón rojo.
Harry entró en la sala común, donde Evan inmediatamente lo asedió.
-Mi dragón, papá- el niño tenía ambos brazos levantados en el aire intentando alcanzar el animal de peluche que Harry todavía sostenía.
Arrodillándose al lado de su hijo, Harry jaló al renuente niño en un abrazo.
-Por supuesto que lo es. Buenos días amor-. susurrando un comentario adicional en el oído del pequeño, Harry le dio de nuevo el juguete.
Harry rió entre dientes cuando Evan dio la vuelta hacia el lugar donde Draco se encontraba parado y le lanzó a su padre una dura mirada, antes de correr hacia donde su hermano y él habían estado jugando antes de que fueran interrumpidos bruscamente cuando su padre había robado su juguete.
Harry caminó hacia donde estaba un furioso Draco. Presionando un suave beso en los labios de su amante, Harry no pudo evitar burlarse.
-Y ahora sabes lo que se siente al estar en el otro lado de las famosas miradas Malfoy.
Más preocupado que enfadado, Draco no pudo evitar ver el humor en la situación.
-Qué puedo decir, está en los genes.
Derribando a Draco con él en el sofá, cerca de donde los gemelos jugaban, Harry empezó a contarle todo lo que había sucedido esa mañana, incluyendo su riña con Ron.
Moderadamente pacífico, Draco se cercioró de que la próxima vez que Harry se largara sin decirle a alguien, entendería completamente cuáles serían las complejidades de tal acción. Harry palideció cuando Draco describió detalladamente la tortura que tendría que experimentar si se presentaba tal ocasión. Contento de que su pareja hubiera estado tan obviamente preocupado de él, Harry prometió que dejaría una nota, o mejor aún, despertaría a Draco, antes de irse sin él otra vez.
-León, ¿hiciste alguna exploración esta mañana antes de que fueras a ver a Sirius?- preguntó Draco casualmente, intentando no dejar traslucir su excitación.
-Sí, miré alrededor, ¿por qué?- Harry realmente no prestaba atención al rubio pues estaba mirando discutir a sus hijos, simulando una batalla con varios juguetes rellenos, preguntándose cuando necesitaría interceder antes de que explotara una lucha por todas partes.
-¿Viste algo especial?- presionó Draco, levemente enojado de que Harry no le prestaba atención.
Oyendo el tono molesto en la voz de Draco, Harry tornó su atención a su compañero, dejando a Nicole el asunto de que explotara una lucha potencial entre los gemelos. De todos modos, ella era mucho mejor impartiendo disciplina, pues Harry siempre cedía a los ojos llorosos de sus hijos y sus tristes expresiones de perrito.
-Bien hay una biblioteca en el segundo piso que necesita ser examinada más y las instalaciones de entrenamiento en el tercer piso son estupendas.
Justo como había pensado. Esa mañana, Harry no había tomado el tiempo para bajar las escaleras. 'Típico Gryffindor', siempre yendo arriba hacia cuando algunos de los grandes descubrimientos se podían encontrar mucho más bajo, como en las mazmorras.
-¿Temo que no fuiste al nivel inferior entonces?
-No. Me imaginé que curiosearía allí abajo esta tarde- Harry sabía que Draco estaba reventando por para decirle algo-. ¿Y? ¿Vas a decirme que hay allí abajo o no?
-¿Por qué decírtelo cuándo puedo demostrártelo?- preguntó el rubio, haciendo un guiño al hombre de pelo oscuro.
Harry rió ante el entusiasmo de su compañero.
-De acuerdo, Dray, demuéstramelo.
-Luciusss.
-Sí, Mi Señor- el patriarca de la familia de Malfoy llego a arrodillarse delante de su amo.
Después de besar sumisamente los dobladillos del traje del Señor Oscuro, Malfoy se levantó para pararse delante del demonio al que había servido la mayor parte de su vida. En el exterior, Lucius estaba tan frío como siempre, sabiendo por experiencia que no debía cuestionarse al Señor Oscuro; no a menos que desearas ser castigado seriamente por él. Sin embargo, lo qué Malfoy estaba sintiendo en el interior era un asunto diferente. Rogaba a Slytherin que esta improvisada reunión no tuviera nada que ver con su único hijo y heredero. Draco había desaparecido hacía un mes y Lucius no había tenido ningún contacto con él desde entonces. Hasta ahora, el Señor Oscuro no había parecido preocupado por lo concerniente a la desaparición de Draco, pero todo podría cambiar en el momento que Lord Voldemort tuviera necesidad de él.
-El muchacho ha vuelto- La serpentina voz era baja y suave, casi como si las palabras no desearan ser pronunciadas.
-¿Mi Señor?- Lucius sabía que pisaba terreno peligroso, literalmente, no tenía ninguna idea de a que se refería Voldemort.
-Por muchos años, Luciusss, no he sentido su presencia. Había creído que estaba demasiado lejos para ser una amenaza o, mejor aún, había muerto. Entonces, ayer por la noche, la incómoda intrusión estaba de regreso. No tengo visiones de él, como se rumoreaba que él tenía de mí, pero aún estoy enterado de su fastidiosa existencia. Parece que ese viejo tonto ha conseguido encontrarlo y le ha convencido de alguna manera para que vuelva. No me había dado cuenta de que Dumbledore estaba tan de desesperado.
La mente de Lucius dio vueltas tranquilamente a las pistas que su amo le había dado. Todas ellas apuntaban a una sola persona.
-Potter.
-SSSi, Potter- Los ojos rojos de Voldemort a su sirviente.
-Démosssle un cálido regalo en casa. Pronto deseará nunca haber salido a gatas de cualquier roca bajo la cual se encontrara.
Escuchando atento las instrucciones de su amo, Malfoy no podía evitar preguntarse si la repentina aparición de Potter tenía algo que ver con la oportuna desaparición de su hijo. Por Draco, esperaba que no lo hiciera.
Harry se dio cuenta inmediatamente porqué había estado Draco así de excitado, Severus no era el único maestro de pociones en esta escuela. Draco siempre había sobresalido en pociones y poco después de la graduación había aprobado sus exámenes de profesor. La única cosa que evitaba que usara el título de 'Profesor de Pociones' era el hecho de que todavía tenía que servir dos años bajo la tutela de un Profesor de Pociones certificado para que consiguiera su certificación.
En ese momento, Harry estaba parado en el centro de un avanzado laboratorio de pociones. Algunos de los artículos que se encontraban casualmente alrededor eran tan raros, que Harry había leído solamente sobre ellos en libros. Había calderas de todo tipo, tamaño y elaboradas de diversos metales, apiladas en estantes junto con otro gran surtido de parafernalias, pociones y varios viejos textos que parecían ser de pociones. Decir que Draco estaba en cielo era una subestimación.
El rubio estaba tan excitado que uno podía pensar que eran las seis y era la mañana de Navidad. Harry miro como su pareja estaba parado delante de un enorme mueble que contenía alrededor de doscientos cajones pequeños, reconociéndolo como el armario de ingredientes de pociones. Harry amaba la mirada de inocente maravilla en la cara de Dray mientras comenzaba a examinar cuidadosamente el contenido de cada cajón.
Bajando uno de los libros del estante, Harry se encontro que había sido escrito, nada más y nada menos, que por el mismísimo Salazar Slytherin. Inspeccionando con más cuidado los títulos y los autores, se dio cuenta de que la extensa mayoría de los libros había sido escritos por Slytherin o precedían a los Fundadores.
Un chillido excitado rompió el hilo de sus pensamientos.
-León, ¿tienes idea de cuán raros son algunos de estos ingredientes? Se pensaba que algunas de estas plantas estaban extintas, y la mantícora y la sangre de griffin, bien, ni siquiera se pueden comprar ya. Sin importar con quien estés tratando en el mercado negro.
-Luego revisa estos libros de pociones, Dray. Nunca he oído hablar de la mayoría de ellos-. ¿Quién sabía que incluso existían?
Cuidadosamente, Draco cerró el último cajón que estaba mirando, el cuál contenía varios frascos pequeños de lágrimas de unicornio, y se encaminó hacia Harry. La vista de su amado, completamente cautivado por los diversos libros de pociones, hizo que Harry sonriera.
-Sabes, Dray; no vas a poder pasar todo tu tiempo aquí abajo. Matthew y Evan querrán verte eventualmente, y sé que yo te extrañaría- bromeó Harry.
Draco acarició cariñosamente el lomo de uno de los libros escritos por el Fundador de su antigua casa.
-Dame hasta la hora de la comida, cariño. Sólo quiero pasar un rato curioseando todo lo que hay aquí.
-Cualquier cosa por ti, amor, pero quiero comer con Nicole y los gemelos y después llevarlos a un recorrido por el castillo de modo que puedan comenzar a familiarizarse con el lugar- dijo Harry, mientras besaba la sien de Draco-. Estaré arriba, si necesitas algo.
Draco sólo agitó su mano al Gryffindor mientras continuaba imaginando todas las increíbles cosas que podría hacer en el laboratorio.
Cerrando la puerta del laboratorio de pociones detrás de él cuando partió, Harry echó un vistazo en la única otra puerta en este nivel inferior. Cuando Draco lo había traído a la planta baja, le había explicado que había intentado abrir esa puerta, pero estaba trabada. Un simple hechizo de 'Alohomora' tampoco había sido eficaz.
Harry estudió la puerta, curioso del por qué los guardas pondrían esta habitación aquí y después les negarían el acceso a ella. La puerta en sí misma era de madera, pero a diferencia de las otras puertas en la Cámara, mostraba el sello de la escuela adornando la madera oscura. Imaginándose que no tenía nada que perder, Harry alcanzó la puerta.
Tan pronto como la tocó, ésta se abrió con un suave click. En silencio, la puerta permaneció abierta. Harry jadeó, recordando la primera vez que había visto el contenido de su cámara personal acorazada en Gringotts. Dentro, había tres enormes montones de las monedas de oro y de otros artefactos hechos de oro, y una pila más pequeña de brillantes piedras preciosas. Harry caminó dentro del gran cuarto tentativamente. Examinando rápidamente el contenido de la habitación, vio en una esquina muchas armas viejas almacenadas en las estanterías de madera, muchas de las cuales parecían estar hechas de metales preciosos y adornados con piedras preciosas y complejos tallados. En el otro lado del cuarto parecían estar varios baúles y cajas. "¿Quién sabe qué secretos guardarán?" pensó Harry mientras entraba en el cuarto para lograr darle un mejor vistazo.
Momentos antes que alcanzara el primer conjunto de baúles, la puerta se cerró de golpe detrás de él.
Cautelosamente, Harry tomó un antiguo pergamino. Como con el Libro de Almas, las palabras en el pergamino comenzaron a aparecer mientras él lo sostenía.
Saludos Verdadero Heredero,
Solamente alguien con la sangre de los Fundadores puede entrar a
esta Cámara. Lo qué vio antes representa la riqueza de Hogwarts.
Utilícelo sabiamente y protéjalo bien.
Godric Gryffindor, Salazar Slytherin, Rowena Ravenclaw y Helga
Hufflepuff.
Harry apenas había terminado de leer el corto mensaje, cuando su frente estalló de dolor. Jadeó y cogió su cabeza con ambas manos, cayendo el mensaje al suelo de piedra. Se había olvidado de cuán dolorosa podía ser esa conexión con Voldemort. Afortunadamente, el dolor duró solamente un corto tiempo y después de un minuto o de dos, se había consumido totalmente. Tranquilizándose, lanzó una última mirada alrededor del cuarto del tesoro. Haciendo voto para si de proteger Hogwarts y hacer que nuevamente fuera la escuela que sus antepasados pensaron que fuera, cerró la puerta con seguridad detrás de sí y lentamente hizo su camino de regreso a las escaleras.
Según lo esperado, no vieron a Draco en todo el día. El rubio finalmente pudo despegarse de las maravillas del cuarto de las pociones el suficiente tiempo como para buscar a su familia para ir a cenar. Sería la primera vez que estarían haciendo una aparición en el Gran Comedor para una comida desde su inesperada llegada y era importante para Draco que mostraran un frente unificado.
Siguiendo los inequívocos sonidos de niños poco cooperativos, Draco se dirigió hacia la sala común. No viendo a nadie pero definitivamente oyéndolos; Draco divisó una puerta donde el vitral del centro había sido manchado previamente. Examinándolo, Draco vio que la ventana manchada bosquejando el escudo de la Escuela de Hogwarts, era, de hecho, un par de puertaventanas que conducían afuera, a una terraza de piedra. El gran patio tenía una pared de piedra alta que corría alrededor del perímetro completo y estaba elevado a no menos de tres pies de alto. "Por lo menos no tenemos que preocuparnos de si uno de los gemelos cae inadvertidamente", pensó Draco, aunque sabía que ambos muchachos parecían ser muy coordinados y elegantes.
El patio era absolutamente extenso y tenía una vista agradable del lago y del bosque. Muchas macetas adornaban la terraza, la mayoría de las cuales estaban cargadas con flores fragantes. Caminando para examinar varios matorrales de rosas, Draco notó colocada en la parte posterior en la esquina del patio, casi oculta de la visión, la estatua de un dragón. La escultura de pie medía cerca de siete pies de alto y estaba hecha del mismo mármol negro del que muchos del apartamento había sido adornado. El dragón en sí mismo era hermoso, la mayoría de las estatuas de dragón demostraban el vuelo o parados orgullosos y rugiendo. Este no; este dragón estaba durmiendo. Sus alas fueron dobladas a lo largo de su majestuosa espalda y el dragón tenía una expresión pacífica en su cara durmiente. El detalle de la estatua era impresionante; cada escala fue tallada maravillosamente. Total, era en verdad una pieza de arte. Alejando los ojos lejos del dragón, Draco se dio cuenta de que su familia no lo había notado todavía. Harry y Nicole parecían estar ocupados en otra cosa.
-¿Alguien hambriento?- preguntó Draco mientras caminaba anunciando su presencia; miró con diversión mientras que Harry y Nicole luchaban para cambiar a Matthew y Evan de su ropa de juego dentro de un par de pantalones limpios y una camisa de manga larga.
-Que bueno que finalmente aparezcas, Dray. Estábamos arreglándonos para irnos sin ti- dijo Harry sin aliento, mientras que una vez más intentaba sujetar el minúsculo cuerpo de Matthew que se retorcía, de modo que pudiera quitar la camiseta manchada que todavía tenía los restos de la comida del niño y algunas otras manchas no identificadas.
-No papá, no. Quiero usar esta camiseta. No- gritó Matthew mientras procuraba evitar las manos de Harry.
-Matty, esa camiseta está sucia. Sabes que necesitamos limpiarte de modo que podamos ir al Gran Comedor que te mostré anteriormente para cenar. Por favor déjame cambiar tu camiseta- abogó Harry con su hijo. Después de que comieran en el comedor de su apartamento con Nicole y los muchachos, Harry los había llevado a recorrer el castillo. Harry se había disfrazado como Emrys para el recorrido pues no quería atraer ninguna atención para si, aunque bastantes personas reconocieron a los gemelos de su breve presentación la noche anterior. Nicole, Matthew y Evan habían estado temerosos en el gigantesco castillo. Pero aunque ellos estaban iluminados con sorpresa y placer, Harry estaba triste y preocupado de los cambios que vio.
Las aulas de clase donde aprendió tanto sobre la vida como sobre la magia ya no estaban; substituidas por cuartos del entrenamiento, salas de conferencias, o apartamentos personales. El ala de enfermería, donde Harry había pasado tanto tiempo durante sus años en Hogwarts que la señora Pomfrey finalmente reservó una cama privada para él hacia mediados de su sexto año, era por lo menos cuatro veces el tamaño que había sido una vez. El campo de Quidditch ahora era un campo de entrenamiento. Harry sabía que las modificaciones eran necesarias para ayudar a prepararlos para luchar en esta eterna guerra, pero eso no lo hacía más fácil al estómago.
Los gemelos se enamoraron del castillo, de la misma manera que Harry lo había hecho cuando vio por primera vez su hermoso reflejo en el gran lago, durante su primer paseo de bienvenida al hogar que había anhelado su vida entera. Sin embargo, ahora que pensaba en ello, Nicole parecía un poco demasiado interesada en que le mostrara la ruta más rápida entre el Salón de los Fundadores y los aposentos de Sirius. Harry sonrió para si; no sabía por que lado lo sentiría más si ellos dos consiguieran involucrarse. Sirius se sentía atraído por la joven niñera de Harry, no había ninguna duda. Había sido divertido mirar al hombre más viejo ligar con la mujer mientras los había visitado en California. Pero lo qué había sorprendido a Harry fue la mirada de coquetería regresada por Nicole. Después de que Harry hubiera rechazado firmemente cualquier relación potencial con ella, Nicole había salido de vez en cuando, pero nunca la había visto deleitarse con las atenciones de otro hombre de la manera que lo hacía con Sirius. "Bien, apenas tendré que observar de cerca de esos dos, y ver qué sucede"
En su paseo, Harry comenzó a sentir melancolía mientras los recuerdos de los seis años y medio pasados dentro de las paredes de piedra se hizo imposible de ignorar. Al pasar por la lechucería, no pudo evitar preguntarse qué había sucedido a su fiel animal doméstico, y amigo, Hedwig. No sólo no sabía lo sucedido a su lechuza, sino que también quería que sus otras pertenencias, que habían sido dejadas en el cuarto de los muchacho después de su detención, también regresaran.
Los gemelos amaron la Torre de Astronomía, y, para gran desconcierto de Harry, las mazmorras de pociones. Snape había logrado mantener las mazmorras sin muchos cambios; algunas plataformas adicionales de duelo habían sido levantadas en algunas viejas salas de clase y el laboratorio de pociones había sido ampliado algo, pero eso era todo. El comportamiento de Severus era el habitual, pero Harry pensó que no estaba demasiado molesto por su visita, pues no dijo nada demasiado repugnante e incluso, furtivamente, dio a Matthew y Evan unas ranas de chocolate al tiempo que se iban. La evidencia de lo cual estaba todavía manchada sobre las camisetas de los gemelos. Recordando lo que intentaba hacer, Harry se estiró una vez más para intentar quitar la camiseta manchada a Matthew.
La sorpresa más grande del día fue encontrar a Remus Lupin ayudando a Snape en las mazmorras. Por lo menos eso fue lo que asumió Harry que había estado haciendo. Sin estar aún enteramente cómodo alrededor de Harry y su familia, Remus se presentó a Nicole y a los muchachos y después se retiró discretamente, a Dios sabe donde.
Draco puso los ojos en blanco ante el intento de Harry de utilizar la lógica en niños de dos años. Había estado solamente alrededor de sus muchachos por poco más de un mes, pero igualmente sabía que no podías utilizar la lógica con pequeños de dos años, y ciertamente no cuando esos niños poseían genes Malfoy. Determinando rápidamente cuál era la raíz del problema, Draco le quitó a su compañero a su hijo que seguía luchando.
-Hey el amor, ¿qué pasa?- Draco rozó la cara de su desamparado Matthew mientras que el niño se calmaba.
-Papá me quiere quitar mi camiseta. Ésta es mi camiseta. Él no puede tenerla- Matthew mostró un ceño exagerado.
Draco vio que Matthew usaba una camiseta verde oscuro que tenía una serpiente de plata en el frente, el largo cuerpo de la serpiente se hacía un ovillo en la camiseta, sobre el hombro y terminaba con la cola torcida en el centro de la espalda. Había sido un gran hallazgo, y Draco no pudo resistir el comprar una para cada uno de los muchachos en uno de sus paseos de compras mientras estaban preparándose para mudarse. Las camisetas habían llegado a ser rápidamente las favoritas de los gemelos, y aiempre que los dejaban elegir se las ponían, ante la gran desilusión de Harry.
Cabeceando a Nicole para que liberase a un igualmente desarreglado Evan, Draco se arrodilló y tomó a ambos muchachos en sus brazos. Dando a Harry un guiño, susurró en cada uno de los oídos de los niños.
Harry miró con aprehensión como los muchachos e calmaban y comenzaban a sonreír. Sea lo que sea que Draco les estuviera diciendo, parecía que servía, pero no podía evitar preguntarse que demonios les estaba susurrando el rubio.
Draco no tuvo ningún problema al privar a los pequeños de sus camisetas favoritas y cambiar el resto de su ropa. Dado que cenarían en el Gran Comedor, insistió que los pequeños usaran su ropa azul marino que hacían juego con su ropa muggle. Finalmente listos, la familia salió; lista para hacer frente a su primer paseo público como una familia.
Draco estaba deseando tomar su varita y maldecir a todos esos idiotas que los miraban fijamente. Como esperaban, toda conversación cesó cuando Draco, Harry, Nicole y los muchachos abrieron las puertas y entraron en el Comedor. La mayoría de la gente todavía no creían que Harry Potter hubiera regresado. Muchas de las mesas ya estaban ocupadas, pero al verlos entrar, Sirius dirigió a la familia directamente a un espacio libre en el extremo más alejado del comedor. Mientras cruzaban el largo salón, Harry no pudo evitar encogerse ante los muchos ojos que caían sobre él, particularmente las miradas fijas de un grupo de pelirrojos y una castaña que se sentaban en el frente de la que anteriormente había sido la vieja mesa de Gryffindor.
Tan pronto como se sentaron, el nivel de ruido comenzó a aumentar una vez más. Aunque aquellos que ocupaban las mesas cercanas fueron cuidadosos en susurrar sus asunciones y especulaciones, los demás no.
Deslizándose en el asiento al lado de su ahijado, Sirius inadvertidamente chocó contra él.
-Hey- exclamó Harry enojado cuando el brazo que en ese momento estaba llenando la copa de Matthew con jugo de calabaza fue empujado.
-Lo siento, Harry- el tono de Sirius negaba su disculpa-. ¿Y como están mis chicos favoritos esta noche?
-Genial, tío Siri- piaron dos voces agudas. Sirius les habían pedido previamente que lo llamaran tío Siri, pues ser denominado por el formal Señor Black no le gustaba, al menos no de sus pequeños ahijados.
-Entonces, mi querida dama, ¿cómo le fue esta tarde en su recorrido por el castillo? Si mi querido ahijado fue en algún modo descuidado con sus deberes, por favor, siéntase en libertad para acudir a mí. Estaré más que feliz en ayudarla en todo lo que necesite- Sirius, quien tomó una mano de Nicole a través de la mesa, la subió lentamente a sus labios. Presionando un suave beso en el dorso de su suave mano, le guiñó un ojo a la ruborizada joven antes de concluir-. O desee.
Harry puso los ojos en blanco ante las travesuras de su padrino.
-Sirius, ¡déjalo ya!. Al menos detén tus planes de seducción en frente de mis niños, ¿vale?
Elevando una ceja, Sirius se giró hacia su ahijado.
-Como si ellos nunca hubieran visto dos personas flirteando antes, o me atrevería a decir, ¿incluso besándose?- se echó a reír cuando vio como los rostros de Harry y Draco empezaban a adquirir una encantadora sombra rosa-. Es lo que pensaba.
El resto de la cena trascurrió sin incidentes, excepto cuando Evan escupió su puré de papas sobre su hermano. Rápidamente, ambos niños fueron tranquilizados y separados por sus padres antes que pudiera empezar una lucha de comida, y el desastre fue evitado una vez más.
Después de terminar de comer, Harry se encaminó lentamente hasta la mesa principal donde Dumbledore estaba sentado, en su lugar habitual. No estaba seguro si era por su buena disposición a cooperar o sólo por hábito, Harry quería informar a su antiguo Director sobre su anterior dolor en la cicatriz. Todavía no había logrado digerir la comprensión de que su conexión con Voldemort continuaba activa, pero imaginaba que valía la pena mencionárselo al Fénix. Después de todo, mientras más pronto Voldemort fuera derrotado, más pronto él y su familia podrían continuar con sus vidas.
Durante toda la noche, Albus había estado observando cuidadosamente a la familia Potter, contento de que Harry hubiera decidido comenzar su integración a la comunidad. Consciente de que la transición iba a ser difícil, durante el desayuno había pedido a todos que actuasen con Harry y su familia con tanta normalidad como les fuese posible, y que debían intentar refrenar cualquier clase de pregunta.
Los mellizos eran todavía un acertijo. Dumbledore podía sentir niveles de poder excepcionalmente altos en ellos, lo cual no era inesperado en vista de quien era su padre. Pero había algo más sobre su magia. Era difícil de explicar, pues aunque tenían el potencial para ser muy poderosos, era difícil que fueran más poderosos de lo que Harry era. La firma mágica que los rodeaba era fácilmente identificable con Harry, pero también mostraban trazas de otra magia. El hecho condujo a Dumbledore a la conclusión que su madre debía haber sido más que una muggle. Sin embargo, era extraño que la pasada noche Harry pareciera evadir la pregunta directa sobre la identidad de la madre de sus hijos. Sintiendo que esa noche no iba a encontrar la respuesta al misterio, regresó su atención a las conversaciones que flotaban alrededor de él.
Sin embargo, al parecer los pensamientos de Dumbledore se semejaban a las conversaciones que corrían por todo el comedor. Las teorías proliferaban en relación a la identidad y el paradero del otro padre de los adorables niños de Harry. No sólo eso, también hubo una razonable cantidad de susurros especulando sobre la aparente cercanía entre Harry y su antiguo rival en la escuela, Draco Malfoy.
Dado que la Orden no había emitido información acerca de que Draco había elegido quedarse con Harry al término de su última misión, su ausencia del castillo fue difícil de ocultar. Además, nadie podía evitar comentar sobre el inquebrantable apoyo que Draco había dado a Harry en el tiempo que siguió a su arresto, e incluso después de su condena. Esa relación requeriría un escrutinio mas cercano, decidió Dumbledore.
Aliviado más allá de toda medida ante el hecho de que Harry los ayudara en la lucha, esa mañana, Dumbledore se había tomado la libertad de hablar al señor Ollivander sobre hacer otra varita al joven. Él, por supuesto, había estado presente cuando el Ministro Fudge había roto su primera varita; la hermosa pluma rojo y oro del fénix había caído suavemente al piso antes de prenderse en llamas. Lo que más había molestado al anciano fue el dolor que había visto en los ojos del propietario de la varita cuando el crujido al ser rota hizo eco a través del pequeño recinto. Que día tan terrible había sido. Si sólo hubiera escuchado a su corazón, cuánto dolor se hubiera evitado.
Los Ollivander, al igual que muchos otros residentes del Callejón Diagon, se habían mudado a Hogwarts dos años antes, cuando un violento ataque al callejón había destruido casi todos los negocios. Todo había caído con excepción de Gringotts. El banco ni siquiera había sido perturbado, aunque ciertamente era demasiado peligroso intentar acercarse al lugar para cualquiera que no fuera Mortífago. La falta de fondos había afectado a muchas familias mágicas, quienes habían sido obligadas a recurrir al trueque para obtener lo que necesitaban. Todo eso cambió cuando Hogwarts abrió sus puertas para la comunidad.
Alguien aclarando su garganta detrás de él llamó su atención. Girándose, descubrió que Harry había sido capaz de acercarse a él sin que nadie lo notara.
-Harry, ¿qué puedo hacer por ti?- preguntó Dumbledore. Sin estar seguro de por qué Harry se había acercado a él luego de sus comentarios de la noche anterior. Las acusaciones de Harry, que ciertamente no eran infundadas, lo habían herido. Sin embargo, Dumbledore era lo bastante viejo como para entender que de algún modo, merecía la ira de Harry, y saber que para que las cosas funcionaran, necesitaba tragarse un poco de su orgullo e intentar hacer las paces con la persona que sabía, podía poner fin a ese horrible conflicto.
La seriedad de los ojos esmeraldas que se unían con los suyos, dio al anciano un momento antes que el hombre de pelo oscuro contestara.
-Entiendo que incluso después de todo lo que pasó, la Orden decidió que continuara como el Fénix- comenzó Harry tranquilamente-. Dado el hecho, apoyo la decisión- Harry se molestó al notar un relámpago de felicidad cruzando el rostro de su antiguo mentor al escuchar sus palabras. Antes que Dumbledore tuviera oportunidad de contestar, Harry continuó-: Antes que diga nada, quiero que sepa que hablaba en serio cuando dije que no regresaría a la Orden. Lucharé, pero bajo mis términos. ¿Entendido?
Dumbledore escuchó el eco de las palabras que Harry pronunció la noche anterior. Esa vez, el Fénix había tenido la esperanza de que simplemente fueran las emociones del joven las que hablaban, pero ahora, entendía que, de hecho, Harry lo decía en serio.
-Entiendo, Harry.
Ignorando la decepción en la voz de Dumbledore, Harry dijo lo que necesitaba decir.
-Bien. Como le dije a Lupin más temprano, nunca lo perdonaré a usted ni lo que me hizo, pero estoy consciente de la necesidad de que trabajemos juntos civilizadamente. Por eso, quiero hacerle saber que mi cicatriz me dolió hoy.
Preocupado, Dumbledore le preguntó la extensión y frecuencia del dolor. Harry le explicó que era la primera vez que le había dolido desde que retornara de América, y aunque había sido bastante doloroso, no había durado más que un momento. Satisfecho con su explicación y después de sacarle al joven la promesa de que le informaría de cualquier otro acontecimiento, Harry se giró para partir.
Mientras se alejaba de la mesa principal, un ave entró volando en el comedor. Sabiendo que era tarde para cualquier tipo de correo normal, Harry esperó para ver hacia donde se dirigía el pájaro. A medida que se acercaba, Harry pudo distinguir que se trataba de un halcón. Era hermoso, mayormente negro, sólo con unos destellos rojos en las alas y la coronilla. Sin embargo, el rojo del ave parecía hacer juego con el color del sobre que trasportaba en su pico.
Familiarizado con la forma en que el mundo mágico masticaba a alguien a la distancia, observó mientras el halcón se acercaba aún más, preguntándose quien sería el blanco de tan particular howler.
"No sería demasiado malo si fuera para la comadreja" cruzó por la mente de Harry un momento antes que se diera cuenta que, de hecho, el halcón se dirigía directamente hacia él.
-¿Quien demonios puede estar ya tan cabreado?- murmuró en voz baja, cuando el ave colocaba tentativamente el sobre lleno de vapor en las manos extendidas de Harry.
Antes que Harry tuviera oportunidad de seguir preguntándose por qué era el receptor final de un howler, el sobre se encendió, abriéndose. Los gritos pronto llenaron el comedor. Altos, aterradores gritos de dos personas que estaban siendo sometidas a cosas a las que ningún humano debería ser sometido. Harry no estaba seguro si los gritos habían sido amplificados o no, pero podía decir que cualquier cosa que les estuvieran haciendo, los hacía sufrir insoportablemente.
De inmediato miró hacia donde estaba sentada su familia, y vio como una temblorosa Nicole sostenía a Evan mientras Sirius agarraba a Matthew, tratando de cubrir sus oídos, mientras las lágrimas corrían por las pálidas caritas de los pequeños. Al no ver a Draco, Harry no se sorprendió cuando un par de fuertes brazos lo rodearon desde atrás, empujándolo contra un fuerte pecho. Se sentía agradecido del apoyo de Draco, cuando los gritos finalmente pararon y comenzaron las súplicas. Claramente, dos personas estaban siendo torturadas y suplicando por sus vidas. Se puso rígido al reconocer las voces.
La súplica duró solamente un momento más y luego una voz masculina pronunció 'Avada Kedavra' y todo quedó en silencio. La última cosa que hizo eco a través del comedor fue una risa apagada y las burlonas palabras:
-Bienvenido a casa, Harry
Pálido y sintiéndose enfermo del estómago, Harry se volvió una vez más hacia el Fénix.
-Ahora puede agregar a los Dursley a la lista de muertes innecesarias de la que es responsable.
Sin otra palabra, Harry giró sobre sus talones, tomó a su aturdida familia y salió del comedor.
La tensión del día finalmente lo atrapó, y Harry se sentó en el piso, frente a uno de los sofás. Quitándose sus zapatos y sus medias e inclinando la espalda en el sillón, cerro los ojos y descansó la cabeza contra uno de los suaves cojines tapizado de cuero. De algún modo, había tomado el hábito de quitarse los zapatos y las medias cuando estaba en casa. En California, rara vez calzaba otra cosa que sandalias, que eran fáciles de sacar, pues amaba la sensación de la arena o la baldosa debajo de sus pies desnudos. Desafortunadamente, los fríos suelos de piedra de Hogwarts no habían sido diseñados para este estilo de vida
Sintiendo que su amado necesitaba un momento para asimilar los eventos ocurridos durante la cena, Draco ayudó a Nicole a calmar a los niños y luego a bañarlos y dejarlos listos para dormir. Cediendo a las demandas de los gemelos sobre 'jugar un poco más' en la salita de juegos, Draco dejó a Nicole vigilándolos y bajó las escaleras.
No le sorprendió encontrar a Harry en la misma posición que tenía cuando lo dejó. Inseguro ante el hecho de molestar, el rubio se sentó en un sillón cerca de la caída de agua y esperó a que Harry dijera algo. No tuvo que esperar mucho para escuchar la profunda voz de su pareja, llamándolo.
-¡Hey, Dray!
Levantando la vista, Draco miró a Harry tomar uno de sus calcetines sucios, que estaba enrollados en una sudada bola en el piso y se lo lanzó; la media hizo un alto arco en el aire. Sin estar muy seguro de por qué lo hacía, excepto por la costumbre , Draco observó el objeto volador y estirando el brazo, lo atrapó.
Olía mal. Draco sacudió la cabeza con repugnancia. Su atención había estado tan enfocada en atrapar lo que Harry le había lanzado, que no se había fijado que era la media de su pareja. El otro calcetín, sucio y oloroso, le dio directo en la cara.
-¿Qué diablos?
Ni corto ni perezoso, tomó las ofensivas piezas de ropa y las lanzó de vuelta, ante la risa del Gryffindor. Sin embargo, a diferencia de Harry, Draco no contaba con el elemento sorpresa de su lado y Harry fue capaz de eludir con éxito los proyectiles.
Recuperando finalmente el control, aunque todavía riendo, Harry habló:
-Fue sólo un pequeño pago por lo de esta mañana.
-Sí, pero mi amor, yo te golpeé con un peluche limpio, y tu me regresaste el favor con un pestilente calcetín sudoroso que habías llevado todo el día. Creo que estás en deuda conmigo- replicó Draco medio serio, feliz de que Harry fuera capaz de dejar algo de su presión.
Levantándose con un fluido y grácil movimiento, Harry jaló a Draco hacia él.
-Entonces, quizás deba dejar que tomes ventaja de mí después?- dijo suavemente un momento antes que sus labios descendieran y empezaran a mordisquear el labio inferior de Draco.
Con un suspiro, Draco corrió sus manos arriba y debajo de la espalda de su pareja, acariciando suavemente los tensos músculos, mientras abría la boca y dejaba que Harry profundizara el beso.
Harry emitió un pequeño sonido de aflicción cuando Draco eventualmente terminó el beso, el rubio lo calló
-¿No quieres hablar sobre lo que pasó en la cena, Leo?
-No, no en realidad- replicó Harry suavemente, sus labios todavía tocando los del rubio.
Presionando un casto beso en la boca de Harry, Draco se inclino para ver si el Gryffindor estaba, de hecho, siendo sincero con él o no.
-¿Estás seguro?
Con un suspiro, Harry se dejó caer en el sofá y corrió una mano por su ya desordenado pelo.
-Mira, no es como si tuviera sentimientos reales hacia ellos, al menos no más. Sí, estoy triste por la forma en que sufrieron, nadie merece morir así. Pero no pienso asumir la culpa de sus muertes. Quizás una vez lo hubiera hecho, pero ya no. No, si alguien además de Voldemort es culpable, ese es Dumbledore. Él es el que preparó el elaborado subterfugio para ocultarme con ellos todos estos años. Sabía el riesgo cuando me colocó con ellos, sin explicarles el peligro, puedo asegurártelo- tomó una bocanada de aire y continuó-: Es triste, Dray, pero paras ser honestos, no siento otra cosa por ellos que lo que sentiría por cualquier otro.
Estirándose brazo, Draco tomó el rostro de Harry con ambas manos, acariciándolo ligeramente antes de besarlo una vez más.
-Por lo que pueda valer, lo siento, Leo.
-Sí, yo también.
-Vamos, cariño, vayamos a la cama. Déjame hacerte olvidar lo que pasó, al menos por un rato
Necesitando dejar su día atrás, y sabiendo que el mejor modo de hacerlo era en los brazos de cierto hombre de ojos plateados, Harry se levantó y siguió a Draco por las escaleras de caracol que los conducían a su habitación
Continuará...
Hola chics, les dejamos un nuevo capítulo y les recordamos que en nuestro grupo estamos subiendo una traducción NC-17 de la pareja HP.
Muchas gracias por sus reviews: Luzy Snape, mickaelle, snivelly, Paola, Marla y Txiri. Besos a todas
