Hola, sé que hace mucho no escribía ni actualizaba la historia y lo lamento mucho. Este no es un nuevo capítulo, es solo que le hice pequeñas modificaciones antes de seguir con los nuevos por lo que estaré re-subiendo la historia. Espero la disfruten


Era un día como cualquier otro en la academia Alice y las clases transcurrían sin contratiempos por todo el campus. Los estudiantes de la clase 3-B hablaban animadamente sin importarles que el ruido que hacían pudiera ser escuchado desde el corredor.

Era la hora de estudio para ellos y, como sucedía desde que estaban en los cursos elementales, los estudiantes de aquella clase hacían lo que querían. A pesar de que estaban en el último año y llevaban tanto tiempo enseñándoles, pocos maestros podían dictar una clase sin interrupciones, ni hablar de mantener el orden durante las horas libres.

El profesor Nayuri hace muchos años había optado por hacerles caso omiso y vigilarlos desde su escritorio mientras leía algo que lo relajara. El día de hoy era un libro de acción.

Los diecinueve estudiantes estaban distribuidos en sus grupos de amigos. El más notorio era el de Natsume Hyuuga. No solo porque era el más grande sino también por sus integrantes. Se podría decir que si la clase respetaba a alguien era a Natsume.

Sin embargo, al usuario del fuego aquello no le importaba, de hecho, lo único en lo que podía pensar en ese momento era en que carajos estaba haciendo ahí. Estaba cansado y con sueño debido a la misión de la noche anterior lo que hacía que su mal humor empeorara. Honestamente las clases eran la menor de sus preocupaciones, y dado su estado de ánimo actual preferiría estar solo en su habitación o en alguna parte del bosque donde nadie lo molestara.

Pero quizás ese era el punto. Su mejor amigo Ruka no quería que estuviera solo. Estaba seguro que él se había dado cuenta que la oscuridad en la que vivía se había hecho más densa en los últimos meses y comenzaba a agobiarlo.

Suspirando apartó la mirada de su manga y la fijó en la ventana observando el suave movimiento de los árboles.

—… de los cursos inferiores vio a alguien nuevo rondando por el campus el día de ayer.

Las palabras de Anna capturaron la atención de Natsume que sin dejar de ver los árboles comenzó a escuchar la conversación de sus tres amigas.

—Eso no es nada especial, Anna. Muchas personas vienen para hacer negocios con los directores —dijo Sumire mientras se arreglaba las uñas de las manos.

—Sí, pero esto es diferente.

—¿Oh? —dijo Sumire levantando una ceja.

—El chico dijo que ella era joven, más o menos de nuestra edad y que iba acompañada por Narumi y alguien extraño.

Natsume frunció el ceño. ¿Porque los de la academia dejarían entrar a alguien de la edad de ellos? Normalmente le prohibirían la entrada a cualquiera que fuera menor de veinticinco años.

—Debe ser la hija de algún millonario o senador —dijo Nonoko encogiéndose de hombros—. No hay forma que sea una nueva estudiante. Estamos a mitad de año, además no es posible que los directores hayan encontrado a un usuario Alice con esta edad.

Anna frunció el ceño.

—Que no haya pasado antes no significa que no pueda pasar.

—Nonoko tiene razón —dijo Sumire sin mirarlas—. La única forma de ocultar un alice durante tanto tiempo es si lo sabes manejar, y para eso debiste haberlo entrenado. Los directores lo habrían notado entonces.

Nonoko asintió.

—Además, aunque hubiera la remota posibilidad de que tenga un alice este debe ser muy débil para haber pasado la detección de los altos mandos hasta ahora. No hay forma en que la academia se tome las molestias de traerla cuando solo nos queda este año de preparatoria.

—No lo sé, chicas, pero yo creo que será una estudiante nueva —dijo Anna sonriendo.

—De ser así probaré todas tus invenciones por una semana. No hay forma de que eso pase —dijo Sumire mirando los azules ojos de su amiga.

Natsume volvió a sumirse en sus pensamientos. La única forma de que una nueva estudiante llegara ahora era si estaba involucrada con Z. Y por lo que sabía la clase de habilidades peligrosa no había encontrado a algún niño o joven relacionado con ellos en meses.


En uno de los apartamentos del edificio de preparatoria una joven de cabello castaño desempacaba lentamente sus escasas pertenencias, teniendo gran cuidado al moverse.

Su nueva vivienda constaba de una pequeña cocina, una sala de descanso con balcón, el dormitorio y el baño. La mayoría de las paredes estaban pintadas de blanco a excepción de la pared principal del dormitorio que era de color crema. El ambiente le recordaba mucho a los hospitales que había visto a lo largo de su vida, lo cual ahora que lo pensaba era irónico dada su condición actual.

Si no fuera porque el profesor Narumi le había dicho que era la decoración estándar habría creído que era otra obra de Reiji.

Suspirando con cansancio terminó de guardar en el cajón de su escritorio el pequeño cofre donde ocultaba sus posesiones más preciadas para luego asegurarlo con un candado. Era algo temporal mientras le encontraba un lugar más seguro. El bloqueo no detendría a cualquier alice que quisiera espiar, pero al menos le permitiría notar si alguien husmeaba allí.

Agotada y dolorida se dirigió al baño y se desvistió sin mirarse al espejo. No tenía sentido ver sus moretones cuando con cada movimiento le recordaban que allí estaban.

Un siseó escapó de sus labios cuando el chorro de agua golpeó con fuerza el corte de su hombro. Cerrando los ojos apoyó la frente en la fría baldosa y dejó que el calor del agua relajara sus músculos. Quería llorar, pero sus lágrimas parecían haberse secado semanas atrás siendo remplazadas por un frío entumecimiento que consumía su alma.

Abriendo los ojos terminó de bañarse en un estado robótico y se alistó para dormir. No era más de mediodía, pero mañana era su primer día de clases y quería recuperar toda la fuerza posible.

Solo esperaba que esta vez las pesadillas se alejaran de sus sueños y que nadie intentara entrar en su habitación.


El amanecer pronto llegó y los estudiantes de la academia alice comenzaron su rutina diaria, preparándose para clase.

Lentamente los salones fueron llenándose de estudiantes, y nuevamente el salón 3—B bullía de actividad, aunque esta vez era porque las clases aun no comenzaban.

Fuera del edificio un hombre rubio con camiseta rosada esperaba paciente a que llegara su nueva estudiante mientras saludaba sonriendo a los rezagados alumnos que corrían para llegar al salón antes de que sonara la campana de inicio. Un par de minutos antes del primer timbre divisó a la morena que se acercaba a él.

—Buenos días, Mikan —saludó sonriente tan pronto la joven se detuvo a unos pasos de él—. ¿Descansaste bien?

Mikan lo miró en silencio.

La sonrisa de Narumi disminuyó un poco al obtener la acostumbrada respuesta de la joven. Estaba seguro que podía contar con sus dedos la cantidad de palabras que ella había dicho desde que la conoció una semana atrás.

—Ven te mostrare tu salón de clases —dijo Narumi comenzando a caminar—. Como pronto descubrirás tus compañeros son algo… ruidosos, pero estoy seguro que te acogerán muy bien. Si llegas a tener algún problema de cualquier tipo siempre puedes venir a mí o a uno de los profesores. Estaremos encantados de ayudarte.

Mikan bufó. Aún tenía que conocer a la primera persona que en verdad quisiera ayudarla.

—También puedes acudir a tu pareja para pedirle ayuda —continuó Narumi ajeno a la reacción de la morena—. La academia asigna a todos los estudiantes un compañero de su mismo salón con el cual realizarán la mayoría de proyectos y trabajos en grupo, y con la que deberán estar en todos los simulacros o emergencias que pueda haber.

Suspirando Mikan fijó su mirada en los ventanales a medida que caminaban por los pasillos. Con o sin pareja no habría diferencia en las cosas. Su vida aun seguiría llena de problemas y malos tratos, lo único diferente era como y de quien lo escondía.

—Es aquí —dijo Narumi disculpándose con la mirada por el ruido—. Entra cuando te llame.

Asintiendo Mikan observó al profesor entrar en el salón, y apoyó la cabeza en la pared observando las nubes pasar mientras escuchaba el animado saludo del profesor. El bullicio cesó casi de inmediato, aunque no sin antes de que un par de estudiantes hicieran rudos comentarios sobre la vestimenta de Narumi.

A medida que Narumi hablaba con la clase Mikan no pudo evitar preguntarse cómo había llegado allí; como había pasado de una mala situación a una peor. Hubo un tiempo en que pensó que sus problemas no podían ser más graves, pero evidentemente se había equivocado.

La alegre voz del profesor la llamó. Suspirando se alejó de la pared y entró en el salón.


La atención de todos estaba puesta en la recién llegada. Incluso Natsume había dejado su lectura al escuchar que una nueva integrante se uniría a su clase desde ese día.

Narumi sonrió cálidamente ante el evidente interés de la clase y esperó a que la joven se colocara junto a él antes de presentarla.

—Clase, ella es Mikan Sakura Yukihara. Por condiciones especiales ha sido aceptada a estas alturas del año escolar y de la preparatoria. Espero le den una calurosa bienvenida —Volviéndose hacia Mikan añadió—. ¿Quieres decir algo?

La ambarina mirada de Mikan se posó en él segundos antes de que ella negara levemente con la cabeza.

Era obvio, pensó Narumi. Suspirando volvió su atención a la clase.

—La pareja de Mikan será Natsume. Y antes de que alguno replique —añadió apresuradamente Narumi al ver que varios estudiantes comenzaban a quejarse—, por ninguna razón habrá cambios, tendrán que adaptarse a ello les guste o no. Y eso te incluye a ti Hyuuga.

Natsume entrecerró los ojos enojado por la situación, pero Narumi ignoró su fulminante mirada y en cambio susurró algo en el oído de Mikan, a lo que ella asintió con la cabeza. Cuando terminó volvió a sonreír y dijo en voz alta:

—El día de hoy les daré esta hora libre para que conozcan a Mikan, pero no quiero ningún inconveniente. Si escucho que alguno de ustedes está armando alboroto volveremos a la clase y tendrán trabajo extra.

La mayoría de la clase gimió en protesta, pero no dijeron nada. Satisfecho Narumi mandó a Mikan a sentarse antes de dirigirse a su escritorio y sacar de su maletín varios papeles en los cuales comenzó a trabajar. Inmediatamente las animadas voces de los alumnos llenaron el salón.

Ignorando las miradas de sus compañeros Mikan se dirigió a la parte de atrás del salón pasando junto a Natsume y sus amigos y se acomodó en la última banca escogiendo la esquina junto a la ventana. Le costó un poco encontrar una posición que no la lastimara, pero cuando lo logró sacó un libro de su maleta y comenzó a leer.

Acababa de terminar el primer párrafo cuando alguien se paró frente a su puesto. Apretando con fuerza el libro, fingió no darse cuenta esperando que su compañero captara la indirecta y se marchara. Por supuesto, eso nunca paso.

—Hola, soy Anna, y ellos son mis amigos —dijo la chica frente a ella mientras señalaba a las ocho personas ubicadas dos filas más abajo de Mikan—, Sumire, Nonoko, Hotaru, Koko, Yuu, Kitsu, Ruka y el gruñón junto a la ventana es Natsume, tu pareja.

Resignada Mikan levantó la vista y observó calladamente a Anna esperando que volviera a hablar.

—Nos preguntábamos si querrías sentarte junto a nosotros, hay un puesto libre junto a Natsume, o si prefieres puedes hacerte detrás. Nadie ocupa esas dos bancas —dijo Anna alegremente señalando las dos bancas vacías tras ella.

Mikan la miró por unos segundos más antes de volver su mirada a la ventana junto a ella. Dándose cuenta del rechazo Anna frunció el ceño y suspiró.

—Si cambias de opinión siempre eres bienvenida —dijo antes de marcharse.

Mikan observó a la joven de cabellos rosados volver con sus amigos antes de dirigir su mirada a Narumi al darse cuenta de que él la miraba fijamente. Luego de unos segundos volvió a leer su libro.


Natsume miró no por primera vez a la joven sentada en la última fila. El día estaba por terminar y hasta ahora ella no había hablado con nadie. Pensaba que era imposible estar rodeado de personas y no decir al menos una palabra en todo el día, pero de alguna manera la recién llegada lo había conseguido.

Por supuesto eso era algo que no debería importarle. Lo que ella hiciera o dejara de hacer no era su problema siempre y cuando no pusiera en peligro a su hermana y amigos. Pero por una razón que no conocía le molestaba. No, eso era mentira, sabía la razón de su interés.

A diferencia de sus compañeros de clase que tenían curiosidad en ella porque era nueva, o del interés de sus amigos debido a su especial ingreso, su razón se debía a los ojos de la recién llegada, más específicamente a lo que había en ellos.

No le había costado mucho notar la oscura nube que se escondía en su ambarina mirada porque no era la primera vez que lo veía. El novio de su hermana, Youichi, había tenido una expresión similar cuando llegó a la academia dos años atrás; pero sobre todo llevaba viendo esa expresión de soledad desde hacía años cada vez que se miraba al espejo.

Se dice que los secretos de todos son diferentes y el impacto que tienen en cada persona es tan diverso que no puedes saber que tanto le afecta hasta que la conozcas bien. Y quizás tienen razón, pero también se dice que los ojos son la ventana del alma, y a veces solo se necesita a alguien capaz de leerlos, alguien que haya sentido algo similar para conocer la oscuridad de la persona.

Y él podía ver la de ella.