El fin de semana pasó rápidamente para muchos de los usuarios alices en la academia; varios de ellos pudieron disfrutar de su día familiar y descansar un poco el domingo haciendo compras o viendo películas, pero lastimosamente para algunos su fin de semana se basó en terminar sus tareas y proyectos para el día siguiente. Pronto la semana comenzó y la rutina volvió a establecerse para todos.

Los estudiantes iban y venían de una clase a otra, tomando apuntes y desarrollando los deberes que les dejaban. Luego cada uno se dirigía por la tarde a sus clases de habilidades para practicar y entrenar su alice. Todos excepto Mikan.

Ella aún podía saltarse aquellas horas debido al tiempo de "adaptación" que la academia le dio. Algo por lo que estaba agradecida, sin embargo, su tiempo comenzaba a acabarse y pronto debería asistir como todos los demás.

Agotada Mikan entró al salón de clases el miércoles sintiéndose drenada, e irritable. No importa cuánto lo deseara el tiempo no se detenía. A medida que el sábado se acercaba comenzaba a ponerse cada vez más nerviosa e inquieta.

Suspirando se acomodó en su asiento y volteó a ver el cielo nublado. Unos minutos más tarde alguien se sentó junto a ella.

—¿No deberías estar en tu clase? —le preguntó Mikan a su hermano sin mirarlo.

Esa semana Youichi había ido siempre a hacerle compañía antes de que las clases comenzaran y volvía a su salón justo cuando la campana sonaba. Sin embargo, la campana acababa de sonar y él estaba allí.

Apoyándose en el hombro de su hermana Youichi respondió con una sonrisa.

—Es mi hora de estudio.

Mikan asintió, pero no lo miró. Enderezándose Youichi frunció el ceño.

¿Qué te pasa? Algo te preocupa.

Mikan cerró los ojos. A veces detestaba que su hermano pudiera leerla tan bien. Se giró para verlo sabiendo que no podía decirle su mayor preocupación, por lo que optó por una de las menores.

—Detesto estar aquí. Ni siquiera sé porque vengo, no tiene sentido asistir cuando no entiendo la mitad de lo que dicen.

Youichi apretó los labios y miró con suavidad a su hermana.

—¿Y si vas a la biblioteca? Puedes pedir prestado un par de libros y estudiar por tu cuenta.

Mikan negó con la cabeza.

—No sabría por dónde empezar. Ni siquiera recuerdo con claridad que fue lo último que vi.

Youichi sonrió con tristeza y le besó la frente.

—Ya encontraremos la solución. No te preocupes por eso.

Mikan suspiró suavemente y volvió su atención a la ventana.

La clase comenzó y Youichi se acostó en la banca colocando su cabeza en el regazo de su hermana. Negando con la cabeza Mikan acarició distraídamente su cabello con una mano mientras comenzaba a tomar apuntes. Media hora después el profesor fue interrumpido como siempre y la clase se desordenó.

Suspirando Mikan guardó sus cosas con cuidado de no incomodar a su hermanito y volvió a mirar por la ventana mientras jugaba con el cabello de Youichi.

Un momento después cuatro de sus compañeros se acercaron a ellos y Mikan se tensó levemente, pero siguió acariciando a su hermano. Youichi por otro lado permaneció con los ojos cerrados prestando atención a lo que sucedía.

Una de las chicas del grupo se colocó frente a Mikan quedando separadas solo por el escritorio.

—Oye, Mikan, estábamos hablando sobre los alices más comunes de la academia y nos preguntábamos cual es el tuyo —dijo la chica en voz baja pensando que Youichi dormía—. Debe ser muy especial para que hayas sido aceptada en la academia a esta edad.

Mikan apartó la mirada de la ventana y observó en silencio al grupo que sonreía maliciosamente. Cuando no respondió uno de los chicos se hizo al lado de ella y frunció el ceño fingiendo preocupación.

—Porque tienes uno ¿no?

La mirada de Mikan inmediatamente se centró en el chico. Youichi apretó los puños al sentir que la mano de su hermana comenzaba a temblar, pero decidió esperar sabiendo que a su hermana no le gustaría si intervenía. Sin embargo, si ellos no se alejaban pronto no iba a quedarse acostado por mucho tiempo.

—Es que no pudimos evitar darnos cuenta que nunca vas a las clases de habilidades —continuó el chico sin notar que el cuerpo de Youichi estaba cada vez más tenso—. Así que ¿cuál es tu alice?

Mikan permaneció en silencio no solo porque sentía su garganta apretada como siempre, ni porque la cercanía de ellos la ponían nerviosa sino también porque no quería hablar de sus alices. No es que los odiara, ya que de cierta forma era algo que la conectaba con sus padres, pero no podía evitar desear no tenerlos, o al menos tener unos diferentes.

—Te dije que ella no tenía ninguno —dijo la chica frente a Mikan luego de un momento de silencio.

—Todos aquí tienen un alice, Ayumi —dijo su amiga detrás de ella—. Quizás el de ella es demasiado tonto y la academia solo la trajo por compasión.

Ayumi soltó una risilla, pero negó con la cabeza descartando la idea de su amiga.

Youichi había tenido suficiente. Sin importarle que a su hermana no le gustara su intervención se sentó de repente sobresaltando levemente al grupo y los miró con molestia.

—Déjenla en paz y lárguense.

El grupo volvió su atención hacia él.

—Sólo queremos saber cuál es su alice, no hay nada malo en ello —respondió Ayumi—. No tienes por qué ser agresivo.

Youichi abrió la boca para hablar, pero Mikan colocó una mano en su pierna deteniéndolo. Viendo su acción el chico frente a Youichi hizo una mueca de disgusto.

—Así fue como entraste, ¿no? ¿Coqueteando con los profesores? ¿Seduciéndolos? Por eso tienes más privilegios ¿no?

Mikan apartó la mano de la pierna de su hermano y la ocultó en el bolsillo de su chaqueta mientras bajaba la mirada al escritorio.

—Más les vale que desaparezcan —gruñó Youichi entrecerrando sus ojos en el grupo. Estaba seguro que si no se iban pronto él perdería el poco control que le quedaba. No le había pasado por alto la reacción de su hermana.

—Dime, ¿a cuántos sedujiste? —dijo el chico ignorando a Youichi y acercándose a la mesa —, o ¿fuiste más allá de un coqueteo y un par de insinuaciones?...

—Cállate —murmuró Youichi entre dientes.

—… ¿quizás un par de toqueteos? Dime, ante ¿cuántos abriste las piernas?...

Youichi se colocó de pie y con un rápido movimiento golpeó a Linaris en la mandíbula. La mirada sorprendida de Mikan inmediatamente se dirigió a su hermano. Mientras que Linaris se tambaleó varias veces y terminó golpeando la banca detrás de él.

Apoyando una mano sobre la mesa Youichi saltó el escritorio y se dirigió hacia Linaris.

—¡Discúlpate!

Linaris se enderezó y avanzó un poco.

—¿Por qué? ¿Por mostrar lo zorra que es?

Esta vez Youichi no se contuvo y la patada que le dio hizo que la espalda de Linaris golpeara fuertemente la banca antes de que él cayera. La actividad de la clase cesó de inmediato y la atención de todos se volvió hacia la fuente de ruido justo a tiempo para ver como Youichi se tiraba sobre Linaris y le daba un fuerte puñetazo en la cara.

Un murmullo recorrió el salón y el profesor intentó detener la pelea, pero Youichi no prestó atención, ni se detuvo; ni siquiera cuando Nonoko gritó su nombre cerca de él. Sus golpes eran rápidos y fuertes, no le importaba donde pegaba.

Linaris intentaba defenderse como podía, pero le estaba costando bloquearlo, así que en un movimiento desesperado agarró como pudo el cabello de Youichi y lo jaló fuertemente con una mano mientras que la otra lo golpeaba repetidamente en las costillas. Sin embargo, Youichi no detuvo sus golpes. Un puñetazo aterrizó en el brazo de Linaris obligándolo a soltar su agarre, luego otro aterrizó en su ojo derecho, y uno más en su estómago.

Alguien intentó agarrar a Youichi por detrás pero no tenía la suficiente fuerza y él simplemente se retorció fuera del agarre. No había manera que dejara a Linaris salirse con esto, no cuando se trataba de su hermana. Un par de golpes fortuitos aterrizaron en su cabeza y oído causándole un gran dolor y deteniéndolo por unos momentos, pero no tardó en recuperarse; después de todo no solo el entrenamiento sino también la experiencia de varias palizas le permitía saber cómo ignorar el dolor.

Linaris se retorcía continuamente bajo Youichi y en un movimiento fortuito logró liberar una de sus piernas y darle una patada en el estómago logrando así quitárselo de encima. Fue entonces cuando Mikan reaccionó y se colocó de pie. Caminando hacia la pelea Mikan observó cómo su hermano volvía a abalanzarse sobre Linaris antes de que alguien pudiera detenerlo o ayudar a su compañero caído.

Justo cuando Youichi estaba a punto de darle otro golpe a Linaris, Mikan se abalanzó sobre su hermano y lo abrazó por detrás, apoyando su cabeza en su espalda.

—Detente, You.

Youichi se petrificó y la clase quedó nuevamente en silencio, siendo roto por la respiración acelerada del quinceañero y los gemidos de dolor de Linaris.

—Suéltame, Mikan —ordenó Youichi entre dientes. Pero ella solo negó con la cabeza y apretó su agarre.

Youichi maldijo e intentó soltar con cuidado las manos de Mikan. Sin embargo, tan pronto la tocó cambió de parecer. Su hermana estaba helada y sus manos temblaban a pesar de la fuerza con que lo agarraba. Cerrando los ojos maldijo nuevamente descargando toda la rabia que le quedaba en la palabra. Suspirando los volvió a abrir y puso su mano sobre las de ella.

—Suéltame, Mikan —dijo esta vez con suavidad. Ella no se movió—. No puedo pararme si no me sueltas.

Mikan aflojó su agarre, pero aún no lo soltó. Youichi volvió a suspirar.

—No lo voy a volver a golpear. Lo prometo.

Satisfecha Mikan lo soltó y se colocó de pie, ocultando inmediatamente sus temblorosas manos en los bolsillos de su chaqueta. Youichi también se levantó, pero fijó su mirada en Linaris.

—Si te veo a ti o a uno de los tuyos cerca de mi hermana terminaré lo que empecé. Y por tu bien, espero que ningún rumor sobre ella circule en el campus.

Dando media vuelta Youichi se dirigió al asiento de Mikan y agarró el morral de su hermana, luego se volvió a mirarla.

—Vámonos, Mikan.

Mikan miró el destrozado rostro de Linaris antes de caminar hacia su hermano. Tan pronto estuvo junto a él, Youichi pasó un brazo alrededor de ella pegándola a su cuerpo protectoramente y la guío fuera del salón.


Natsume observó como Linaris era levantado con ayuda de su amigo y otro compañero y sacado del salón. Youichi había hecho un gran número en él, sus dos ojos estaban inflamados y comenzaban a amoratarse, su nariz y mandíbula estaban rotas y a juzgar por su mala respiración era probable que le hubiera causado algún daño interno. De no haber sido por la intervención de Mikan, Youichi pudo haberlo matado.

—No es normal que él pierda el control en un lugar como este —dijo Yuu llamando la atención de sus amigos.

—Quizás era uno de sus malos días y Linaris hizo que estallara —dijo Anna con incertidumbre.

Koko negó con la cabeza.

—No lo creo.

—¡Oye, Ayumi! —llamó Sumire al ver a la chica cerca de ellos—. ¿Qué fue lo que sucedió?

Ayumi se giró enojada hacia ellos.

—¿Tu qué crees? Estábamos hablando con la nueva cuando él perdió el control y golpeó a Linaris sin razón.

Ruka frunció el ceño.

—Youichi nunca ataca así a nadie sin razón.

—¡Pues esta vez lo hizo! —exclamó Ayumi levantando las manos hacia el techo —. Ni siquiera estábamos hablando con él.

—Pero sí con su hermana, ¿qué le dijeron? —preguntó Natsume entrecerrando los ojos en la chica.

Ayumi cruzó los brazos sobre su pecho.

—Nada. Además ¿cómo íbamos a saber que era su hermana? Solo queríamos molestarla un poco.

—Bueno eso casi le cuesta la vida a tu amigo, quizás a la próxima piensen mejor lo que hacen —dijo Sumire molesta.

Ayumi apretó los labios y se marchó de allí.

—Al menos ahora sabemos que enojó a Youichi de esa forma —dijo Anna suspirando.

Natsume miró el asiento vacío de Mikan, preguntándose que había molestado tanto a los hermanos. Porque mientras que sus amigos solo estaban preocupados por Youichi a él le preocupaba más la extraña reacción que había visto en Mikan cuando la miró al iniciar la pelea. De no haberla visto intervenir habría jurado que estaba teniendo un ataque de pánico.


Youichi acariciaba suavemente el brazo de su hermana tratando de transmitirle algo de calor y tranquilidad mientras se dirigían a su dormitorio. Una vez estuvieron a mitad de camino habló.

—No debiste haberte metido.

Mikan suspiró temblorosamente.

—No me gustan las peleas, en especial las que te involucran.

Youichi le besó la cabeza.

—Lo sé.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Mikan mirándolo.

Youichi suspiró y le devolvió la mirada.

—No podía dejar que te hablara así.

Mikan se encogió de hombros.

—Estaba bien, estoy acostumbra a ello, You. Además, es normal que los hombres hablan así.

Youichi se detuvo en seco y la miró a los ojos.

—No, Mikan, no está bien. Lo que él dijo no es correcto.

Mikan apartó la mirada y frunció el ceño. ¿En verdad no lo era? Nunca se había sentido cómoda cuando alguien le hablaba sucio, pero aquello era normal, ¿no? Todos los hombres hablaban así. ¿Verdad?

Youichi maldijo entre dientes y tomó con suavidad la cara de su hermana obligándolo a verlo.

—Mikan, ningún hombre tiene porque hablarte de esa forma. No solo te está faltando al respeto sino que te está degradando y eso jamás está bien —Youichi respiró profundo e ignorando el nudo que tenía en el estómago se obligó a continuar—. Lo que te pasó en casa no está bien ni es normal. Lo que Reiji hizo… lo que ellos hicieron nunca estuvo bien.

Los labios de Mikan temblaron y la mirada perdida y confundida de su hermana le rompió el corazón a Youichi.

—¿No?

Youichi la abrazó fuertemente ignorando la habitual tensión de su hermana ante su cercanía. Si alguna vez volvía a ver a su padre se encargaría de que el hombre nunca más pudiera lastimar a alguien.