Las clases del viernes terminaron y los alumnos de primaria y de la sección media salieron a disfrutar de su tiempo libre. Sin embargo, para extrañeza de todos los de preparatoria, ellos fueron conducidos hacia el coliseo sin explicación alguna. Las murmuraciones comenzaron y pronto hubo varias teorías circulando entre ellos.
Mikan por otro lado caminaba sola detrás de Persona y Narumi, ignorando el tenso ambiente entre los dos profesores. Su mente se encontraba dispersa recordando fragmentos de su reunión con Persona y pensando en el día de mañana.
Su encuentro con el profesor de habilidades peligrosas habría resultado atemorizante si ella no estuviera anestesiada emocionalmente. No era la primera vez que estaba frente al hombre, por lo que sabía cómo podía ser cuando quería algo.
Fijando su mirada en la hierba a sus pies, jaló de las mangas negras de su nueva camiseta por costumbre. No le gustaba que aquel uniforme de entrenamiento fuera tan ajustado.
Los dos profesores frente a ella entraron en silencio al coliseo y Mikan levantó la mirada observando el edificio de cristal por unos segundos antes de seguirlos. El ruido de las voces cesó casi de inmediato cuando los estudiantes repararon en Persona.
Narumi tomó la iniciativa y dio un pequeño paso al frente para hacer la introducción. Mikan permaneció oculta detrás de ellos mirando el arenoso suelo.
—Sé que todos se preguntarán porque están aquí y estoy seguro de que muchos de ustedes tienen interesantes teorías al respecto —comenzó Narumi con una gran sonrisa. Su voz resonó por todo el coliseo gracias a los micrófonos incorporados en el suelo del lugar mediante alices—. Sin embargo, la razón no es tan loca como piensan. El día de hoy la academia quiere presentarles la nueva integrante de la clase de habilidades peligrosas.
Narumi se hizo a un lado y Mikan levantó la mirada mientras se colocaba en medio de los dos profesores. Susurros estallaron por todo el lugar siendo acallados cuando Persona tomó la palabra.
—El ingreso de Mikan a la academia ha sido bajo circunstancias únicas y especiales. Por tal motivo la academia decidió esperar hasta hoy para introducirla a la clase de habilidades —Persona esperó unos minutos a que la nueva oleada de susurros cesara para continuar—. Mikan es un usuario multialice y su presentación constará de dos batallas distintas. Al final del evento podrán dirigirse a donde deseen.
Narumi miró a Mikan con suavidad y le susurró:
—Prepárate.
Mikan se dirigió al centro de la arena mientras se recogía su largo cabello castaño en una coleta alta. Luego recorrió con la mirada todo el coliseo. Narumi había ido a sentarse en una de las bancas frente a sus compañeros. Los alumnos estaban ubicados por salones a excepción de todos los que pertenecían a las habilidades peligrosas quienes estaban sentados en las primeras bancas. Su mirada se detuvo unos minutos en Youichi.
Su hermano estaba sentado junto a Natsume y otra chica de habilidades peligrosas. Su rostro estaba pálido y movía con nerviosismo su pierna derecha. Apartando la mirada sacó un par de guantes negros del bolsillo de su pantalón y se los colocó mientras observaba a las dos personas que entraban en la arena por orden de Persona.
La chica era un poco más baja que su compañero, tenía el cabello azul claro y los ojos azul hielo, mientras que el chico era rubio de ojos verdes y parecía unos años mayor. Lo más probable es que fuera un universitario.
Varios susurros llenaron el tenso ambiente del coliseo cuando los dos estudiantes se ubicaron a distancia de Mikan. La joven le sonrió tímidamente, pero ella solo se limitó a mirarla sin emoción. Persona dio la orden para empezar la batalla y nuevamente todo quedó en silencio.
Respirando profundo Mikan cerró los ojos negándose a pensar en lo que estaba pasando y dejó que sus alices fluyeran por su cuerpo. Un fuerte cosquilleo recorrió toda su piel y Mikan se tensó ante la extraña sensación, pero luego de unos segundos no pudo sentirlo más. Abriendo los ojos vio varios picos de hielo dirigirse hacia ella.
Nobara esperaba que la joven esquivara su ataque, pero Mikan solo fijó su mirada en ella. Sus picos de hielo desaparecieron justo antes de tocar su cuerpo. Confundida parpadeó varias veces y observó cómo los fuertes vientos de Hayate corrían el mismo destino.
Hayate miró a Nobara sorprendido.
—¿El alice de barrera? —preguntó.
Nobara negó con la cabeza.
—Los ataques rebotarían de ser así, estos desaparecieron.
Mikan no dijo nada ni se movió, esperando a que ellos hicieran su movimiento.
Queriendo probar algo Nobara creó varios picos de hielo sobre la cabeza de Mikan y los dejó caer sobre ella. Nuevamente desaparecieron centímetros antes de poder rozarla. Lo mismo pasó con el pequeño tornado que Hayate creó detrás de ella.
Los estudiantes comenzaron a murmurar con confusión.
Ataque tras ataque desaparecían sin rozar a Mikan que solo observaba a sus rivales intentar diversas maniobras. Finalmente, molesto y exasperado Hayate decidió acercarse a ella y combatir cuerpo a cuerpo. Al verlo acercarse Mikan supo que era tiempo de actuar.
Fijando su mirada en el nuevo ataque de Nobara, se agachó y tocó el suelo congelado frente a ella absorbiendo la esencia del alice en su mano. Luego cerrando los ojos buscó aquella esencia en su interior hasta encontrarla y la canalizó de la misma forma que hacía con sus alices. Cuando estuvo segura de poderla manejar colocó su mano nuevamente en el suelo, esta vez en dirección a Hayate y usó el nuevo alice. El suelo y los pies de Hayate se congelaron.
—¡Nobara! —gritó enojado Hayate al verse inmovilizado.
Nobara volvió su atención a él abriendo los ojos con sorpresa al ver el hielo. Mikan aprovechó la distracción y se teletransportó detrás del chico. Nobara gritó una advertencia y Hayate se giró sorprendido, pero ella fue más rápida y lo tocó en el hombro antes de volver a teletransportarse lejos de ellos.
Mirando a sus dos rivales Mikan extendió su mano frente a ella creando un diminuto tornado sobre su palma, luego sopló en él y retiró su mano, lanzando el tornado al suelo. Inmediatamente el remolino aumentó de tamaño frente a ella y congeló el lugar donde se encontraba. Mikan movió su mano hacia Nobara y el tornado comenzó a avanzar hacia ella.
Nobara se movió intentando esquivarlo, pero el remolino cambiaba de dirección siguiéndola. Hayate fue en su ayuda y se colocó frente a ella tratando de controlar el viento, pero el tornado continuaba acercándose pese a sus intentos. Maldiciendo agarró de la mano a Nobara y comenzó a correr intentando ganar algo de tiempo mientras usaba su alice generando vientos en dirección opuesta para evitar ser arrastrados por la fuerte corriente.
Mikan los observaba en silencio queriendo encerrarse pronto en su habitación. La mirada de Hayate se encontró con la suya y el chico frunció el ceño sin dejar de verla. Suspirando Mikan cerró su mano extendida y el tornado se dividió en dos. Uno perseguía a Nobara y Hayate mientras el otro cambiaba de rumbo interceptando a los jóvenes que frenaron en seco quedando atrapados en medio de los dos remolinos que se acercaban a ellos.
Nobara cerró los ojos sin saber que esperar, mientras que Hayate entrecerró su mirada en la nueva. Los remolinos desaparecieron antes de que el fuerte viento los arrastrara, sin embargó algo salió disparado al desvanecerse. Hayate intentó retroceder, pero no podía moverse, sorprendido miró sus pies congelados y contuvo el aliento esperando que al menos uno de los proyectiles impactara su cuerpo. Cuando nada sucedió levantó la vista para ver que los picos de hielo se habían detenido a milímetros de ellos.
—Es suficiente, Mikan —resonó la voz de Persona en medio del tenso silencio—. Hayate, Nobara vuelvan a sus asientos.
Mikan bajó su mano y los picos junto con el hielo de los pies de Nobara y Hayate desaparecieron.
Youichi observó a su hermana avanzar hacia el centro de la arena, apretando los labios ante su inmutable expresión sin vida.
La estaban presionando demasiado. Mikan odiaba usar sus alices, sobre todo frente a una multitud. Estaba seguro de que esa era la razón de que se hubiese cerrado de esa forma en el salón de clases. Ella no podía lidiar con la carga emocional que aquello le traía.
Hayate y Nobara regresaron a sus asientos y en su lugar entraron Ryuji y Leori. Youichi frunció el ceño y movió su pierna más rápido.
Suspirando Natsume miró al joven.
—Relájate, es solo una muestra de habilidades. Estará bien.
Youichi lo miró de reojo sin dejar de fruncir el ceño conteniendo la réplica que se formó en su mente. Su hermana no había estado bien en mucho tiempo, en esos momentos no estaba bien y DEFINITIVAMENTE NO estaría bien luego de eso.
La pelea comenzó y el nudo en su estómago se apretó aún más. Su hermana volvió a esperar que sus contrincantes hicieran el primer movimiento.
Leori fue el primero en actuar. Habiendo visto la pelea anterior y su resultado, el chico quiso intentar un acercamiento distinto, así que sacó el juego de kunais que siempre llevaba oculto y le arrojó tres a Mikan. Youichi se tensó.
Mikan miró fijamente a sus dos rivales y moviendo la mano frente a ella comenzó a crear una pared de hielo. Por otro lado, habiendo conseguido la respuesta que buscaba, Leori se teletransportó unos metros detrás de ella y usando su alice, creó una mano de arena con la intención de inmovilizarla con su poder. Sin embargo, la arena se desvaneció sin tocarla a centímetros de su cuerpo al mismo tiempo que los kunais se clavaban en el hielo.
Youichi se relajó levemente sin dejar de mirar el enfrentamiento. Su hermana bajó la barrera de hielo y se giró levemente para no darle la espalda a ninguno de sus dos rivales. Sin perder el tiempo Leori usó nuevamente su alice, haciendo que la arena del suelo comenzara a moverse por todo el lugar.
—¡Leori!, ¿Qué carajos se supone que haces? —gritó Ryuji intentando mantener el equilibrio.
Leori sonrió apenado y pasó su mano por el aire estabilizando la arena bajo su compañero. Enojado Ryuji dirigió su mirada hacia el joven dispuesto a gritarle algo más, pero sus palabras desaparecieron tan pronto vio que el movimiento no había afectado a la nueva. De hecho, las olas del suelo se estabilizaban a centímetros de ella por todo su alrededor. Dándose cuenta de lo mismo Leori se teletrasportó al lado de su compañero.
—¿Algún plan? —preguntó mirando a Mikan.
Ryuji lo pensó por un momento, considerando la batalla anterior.
—¿Aún te quedan kunais?
Leori asintió.
—Bien. Lánzaselos luego de que la ataque. Haz que se mueva.
Frunciendo el ceño Leori miró a su compañero.
—Cada vez que ella ha usado esa barrera no se ha movido. Debe ser algún alice estático —explicó Ryuji.
Leori regresó su mirada a la chica.
—Cuando quieras.
Ryuji respiró profundo y cerró los ojos canalizando su alice mientras le daba forma en su mente; cuándo los abrió los kunais que había imaginado se materializaron frente a él. Exhalando centró su mirada en Mikan y con un susurro mandó las armas hacia ella. Unos segundos después Leori lanzó también sus kunais.
Mikan observó a los dos chicos confiando en que su barrera detendría el ataque, sin embargo, cuando el primer kunai pasó su barrera obligándola a inclinar su cabeza para esquivarlo, su atención se centró en las armas. Varios de los cuchillos japoneses desaparecieron al chocar con su barrera, pero otros siguieron de largo dejándole poco tiempo y espacio para reaccionar. Gruñendo se giró de medio lado esquivando las dos armas dirigidas hacia su hombro izquierdo, antes de volver a girar otra media vuelta para esquivar los siguientes dos kunais.
Youichi abrió los ojos al ver a su hermana esquivar las armas con agilidad y elegancia. Cada giro, paso y salto que daba parecía un complicado movimiento de baile realizado a la perfección. ¿Desde cuándo su hermana sabía moverse así? Mejor aún, ¿desde cuándo Mikan tenía esa clase de reflejos?
Gruñendo con frustración Ryuji observó como las olas de arena se estabilizaban siempre que ella pisaba un nuevo lugar y comenzaban a moverse donde antes había estado la joven. ¿Cómo se supone que ganaran ese combate con sus alices si ninguno podía rozarla? Exasperado Leori se pasó una mano por la cabeza dándose cuenta de lo mismo.
Mikan giró por última vez esquivando los tres kunais, sin percatarse del corte que uno de ellos alcanzó a hacerle en el brazo. No fue sino momentos después cuando sintió que algo se deslizaba por su mano que volvió su mirada hacia ella notando el líquido rojo que goteaba de sus dedos y para terror de Youichi, ella simplemente lo miró por unos segundos antes de volver su atención a los dos chicos en la arena.
Si quería que eso terminara pronto era su turno de atacar. Suspirando Mikan extendió su brazo sano y creó en la palma de su mano un pequeño copo de nieve antes de dejar que cayera al suelo. Inmediatamente toda la arena se congeló a excepción del lugar en que estaba parada. Sorprendidos Ryuji y Leori intentaron evitar que sus pies fueran congelados retrocediendo varios pasos, pero perdieron el equilibrio debido al hielo. Viendo su oportunidad Mikan creó cuatro copos más en la palma de su mano y los sopló suavemente. Los azulados copos volaron por el lugar y se posaron en los brazos y piernas de los dos jóvenes formando costras de hielo alrededor de cada extremidad, impidiéndoles el movimiento. Satisfecha Mikan se teletransportó detrás de la cabeza de sus dos rivales y usando su otro alice cambió rápidamente de forma a un leopardo de las nieves. El hielo se derritió y ella se ubicó en medio de ellos colocando una pata delantera sobre ambos mientras gruñía amenazadoramente. Ambos palidecieron al ver el felino rostro sobre ellos.
—Suficiente —resonó la voz de Persona.
Retrocediendo Mikan cambió nuevamente de forma sin apartar la mirada de los dos hombres.
Narumi y Persona volvieron a entrar en la arena y se ubicaron a cada lado de ella. Por su parte Leori y Ryuji regresaron a sus asientos y cada alumno esperó en silencio a que alguno de los profesores hablara.
Pasados algunos momentos Narumi tomó el liderazgo.
—Como muchos supondrán a Mikan le ha sido asignado el rango de estrella especial. Pero la naturaleza de sus alices no se les revelará por lo que siguiendo las órdenes del director Kounji se les pide que eviten crear inconvenientes debido a esto.
Murmullos extrañados y molestos surgieron por todo el coliseo, pero Persona los calló rápidamente diciendo:
—Son conscientes de que todo lo que sucede en el campus es conocido por los directores y algunos profesores. Eviten meterse en problemas por buscar algo que no es suyo, pues Mikan cuenta con el favor especial de los líderes de la academia. Sin más que añadir, pueden retirarse.
Dando una última mirada a la joven en medio de los dos profesores, los estudiantes comenzaron a salir del coliseo. Satisfecho Persona se giró hacia Mikan.
—El lunes luego de clases, en el edificio central —dijo el profesor antes de marcharse junto a Narumi.
Mikan levantó la mirada hacia el techo de cristal, ignorando las voces a su alrededor. Preocupado Youichi se abría paso entre la multitud sin apartar la mirada de su hermana, mientras que Natsume lo seguía de cerca asegurándose que el quinceañero estuviera bien.
—¡Mikan! —gritó Youichi cuando por fin pudo llegar a la arena.
La inexpresiva mirada de Mikan se volvió hacia él, deteniéndolo por unos momentos en el lugar. Respirando profundo Youichi intentó controlar su miedo y se acercó a su hermana sin darse cuenta que Aoi y los demás también habían entrado en la arena y los miraban fijamente atentos a lo que sucedía.
—Estás sangrando.
Mikan parpadeó y miró su brazo notando la sangre que aun goteaba de sus dedos. Era extraño verla y no sentir nada. Usando su otra mano restregó fuertemente su herida con la manga intentando limpiarla. Youichi se estremeció y le apartó rápidamente la mano.
—Vas a lastimarte más.
Mikan volvió su mirada a él y se encogió de hombros.
—No me duele.
Suspirando el quinceañero la miró a los ojos por unos segundos antes de volver su atención al corte. No podía decir la profundidad debido a la sangre, pero estaba seguro que iba a necesitar al menos dos puntos. Respirando profundo agarró la mano sana de su hermana y la guío hacia el lugar donde había estado sentado.
Mikan lo siguió sin decir nada, ignorando la presencia de los demás. Preocupados el grupo de amigos los siguió.
—Tal vez sea mejor si un doctor revisa la herida —dijo Nonoko al ver que Youichi y Mikan se sentaban en las bancas—. Es posible que necesite coserse.
Ignorando el consejo de su amiga Youichi cogió su morral que estaba en el suelo y comenzó a buscar la bolsa que siempre cargaba. Cuando la encontró, la abrió y sacó la pequeña botella de alcohol, unas gasas y las tijeras de su kit de costura. Volviendo su atención a su hermana se dio cuenta que Mikan estaba jugando con la sangre de su mano. Cerrando los ojos respiró temblorosamente varias veces antes de abrirlos.
—Mikan, eso es escalofriante.
Su hermana lo miró por unos segundos y luego suspiró.
—Perdona.
Negando con la cabeza Youichi sonrió tristemente.
—Dame tu brazo. Hay que tratar ese corte.
Asintiendo Mikan estiró su brazo y observó cómo su hermanito cortaba más la tela de la manga antes de apretar una gasa contra la herida para detener el sangrado. Las manos de Youichi temblaban levemente.
—¿Quieres que lo haga? —preguntó Mikan sin apartar la mirada de la herida.
Youichi negó con la cabeza.
—En el estado en que estás solo lo empeorarás.
Mikan suspiró.
—Perdona —dijo nuevamente.
Youichi la miró suavemente a los ojos.
—No es tu culpa.
Mikan guardó silencio sin creer las palabras de su hermano y observó con mirada ausente como Youichi cambiaba la gasa nuevamente. La sangre tiñó de rojo la blanca superficie.
Incomodos el grupo de amigos se miraba entre sí, sin saber que decir ante el extraño comportamiento de Mikan. A excepción de Natsume y Aoi, ninguno la había escuchado hablar hasta ese momento y aunque su voz no era más que un susurro todos podían escucharla claramente debido al silencio del lugar. Sin embargo, lo que los perturbaba era su actitud indiferente ante la herida.
Youichi retiró nuevamente la gasa suspirando de alivio al ver que la hemorragia se había detenido. Luego humedeció con alcohol una nueva gaza y limpió los bordes del corte mientras miraba la profundidad.
Anna apartó la mirada incapaz de ver la herida abierta.
—Eso debe doler —dijo Ruka con simpatía.
Mikan lo miró de reojo y centró su atención en el grupo sin gustarle su compañía. Por otro lado, Natsume frunció el ceño al ver el corte.
—Hay que ir al hospital, necesita sutura.
Youichi asintió, pero en vez de pararse sacó su kit de costura eligiendo una aguja e hilo. Luego se volvió hacia el pelinegro.
—¿Te importaría desinfectarla? —le preguntó a Natsume mostrándole la aguja—. El fuego es la mejor opción.
Natsume frunció el ceño y miró con extrañeza al joven por unos segundos antes de crear una pequeña llama en la punta de su dedo y acercarla a la aguja. Cuando la punta se tornó roja apagó su alice. Agradeciéndole Youichi volvió su atención nuevamente a la tarea que tenía por delante ignorando las miradas de sus amigos.
—¡Espera! ¡Tú no puedes coserla! —dijo Aoi incapaz de guardar silencio por más tiempo—. Es tú hermana.
Youichi la miró levantando una ceja.
—¿Y?
—Pues que puede ser difícil para ti —intervino Anna sonriéndole tímidamente.
—Además sin anestesia o analgésico, la aguja sólo empeorará el dolor —añadió Koko.
La expresión de Youichi se volvió sombría. Pero no les contestó, ya se darían cuenta en unos momentos. Hilando la aguja respiró profundo para calmar sus nervios y miedo. Odiaba tener que hacerlo, porque eso significaba lastimar a su hermana y aunque Mikan no pudiera sentir nada en esos momentos no significaba que el dolor no existiera, solo era que su mente había decidido ignorarlo.
Suspirando temblorosamente miró a su hermana con suavidad.
—Lo siento, Mikan.
La atención de ella se volvió hacia a él, y Mikan le sonrió como siempre lo hacía en esas ocasiones, aunque Youichi podía ver que era una sonrisa vacía.
—No te disculpes. Tú no creaste el corte.
Asintiendo Youichi respiró profundo y con una mano cerró los bordes antes de atravesarle la piel con la aguja. Mikan se mantuvo en silencio viendo como los demás se estremecían y luego fruncían el ceño ante su falta de reacción. Justo cuando Youichi cosía el último punto, Mikan bostezó.
—¿No te duele? —preguntó Yuu asombrado—. ¿Cómo es posible?
Mikan se encogió de hombros al mismo tiempo que Youichi cortaba el hilo y guardaba las cosas. Un momento después le tendió una botella de agua y dos pastillas a su hermana. Mikan frunció el ceño al verlas.
—El hecho de que no sientas dolor ahora no quiere decir que no exista —le reprendió Youichi—. Además, no quiero que se infecte.
Suspirando Mikan tomó las pastillas y se las tragó con un sorbo de agua, mientras miraba a su hermano terminar de guardar todo en el morral y cerrarlo.
—Algún día serás un gran doctor.
Youichi bufó divertido.
—Sabes que la medicina no me interesa. En cambio, la psicología… —Youichi miró por unos segundos a su hermana con tristeza antes de negar con la cabeza y levantarse—. Vamos te acompaño a tu habitación. Tengo ganas de comer algo casero.
Mikan lo miró por unos segundos antes de pararse. Luego colocó su mano sobre la cabeza de su hermano y le revolvió el cabello cariñosamente.
—Deja de preocuparte tanto por mí, You.
—Eso jamás —dijo Youichi sonriendo y agarrando la mano de Mikan, para luego jalarla fuera del coliseo.
