El sol aún brillaba en lo alto del cielo iluminando los campos y bosques de la academia, proporcionándoles a los estudiantes un buen clima para las últimas horas con sus familiares y amigos. Pocos residentes permanecían en sus habitaciones realizando los deberes y proyectos pendientes; incluso algunos estaban preparándose para los exámenes alices universitarios. Sin embargo, este no era el caso de Mikan, que en esos momentos estaba sentada en su sala con una taza de chocolate caliente en sus manos y la mirada fija en el pelinegro frente a ella.
Sus ambarinos ojos seguían cada uno de los movimientos de Natsume con desconfianza y recelo, sin comprender la razón de su presencia allí. Claro, su hermano le había dicho que él estaba allí para ayudarla con sus estudios, pero aquello tenía que ser un enorme error, lo más seguro es que hubiera escuchado mal a Youichi. Pues no había forma de que aquello fuera real.
La puerta del apartamento se abrió y Youichi entró cargando un morral en su hombro y varios papeles en las manos. Notando lo encartado que estaba, Natsume se dirigió a la puerta y con algo de fuerza hizo que encajara y cerrara a presión mientras su hermano dejaba las cosas sobre la mesita de café frente a ella. Unos segundos después su compañero volvió al mismo lugar donde estaba antes junto a las puertas del balcón.
Ignorando el pesado ambiente del lugar Youichi comenzó a desocupar el morral mientras le decía:
—Acábate el chocolate antes de que se enfríe, Mikan. Te ayudara a entrar en calor y a subir tu energía.
Mikan apretó los labios y miró por unos segundos a su hermano antes de volver a fijar su mirada en Natsume. No obstante, varios segundos después comenzó a beberse el espeso líquido sabiendo que su hermano tenía razón. Una vez estuvo vacío el pocillo, Mikan lo apoyó en el suelo y miró de reojo el contenido sobre la mesa, su corazón dio un vuelco al ver los libros de estudio y hojas esparcidas. ¡Su hermano no podía estar hablando en serio!
Levantándose de un salto pasó junto a Youichi y se dirigió a su habitación cerrando la puerta tras ella. Entonces comenzó a caminar de un lado a otro con ansiedad, mientras tomaba respiraciones profundas. Solo habían pasado un par de horas desde que Reiji se marchó del lugar y ella perdió el control en el baño, sus nervios estaban a flor de piel y sabía que los de su hermano también, pese a que ambos hubieran estado actuando como si nada hubiera sucedido. Aduras penas lograba estar en la misma habitación que ellos sin saltar ante cualquier ruido o retroceder si alguno pasaba junto a ella, se sentía drenada, no podía hablar y solo quería que la dejaran sola. No podía hacer lo que él quería, no en esos momentos. A decir verdad, dudaba que en cualquier otro día pudiera hacerlo.
Dándose cuenta que había comenzado a hiperventilar, Mikan detuvo sus pasos y reanudó sus ejercicios de respiración. Un golpe suave sonó en la puerta sobresaltándola y su mirada voló directamente hacia el lugar. Youichi entró sin esperar que ella le abriera y al ver el estado de su hermana suspiró y cerró la puerta tras él.
—Dale una oportunidad, Mikan. Natsume es el mejor de tu clase y un gran maestro, además es tu pareja.
Mikan entrecerró los ojos y negó con la cabeza, a lo que Youichi volvió a suspirar. Sabía que estaba forzando las cosas, pero conocía a su hermana y en ninguna situación ella dejaría que alguien se acercara a ella. Si quería que la ayuda de Natsume funcionara, debía crear las oportunidades para que su hermana le perdiera el miedo y comenzara a confiar, aunque fuera un poco en él. Y aunque aquella situación fue espontanea, tenía que reconocer que era una oportunidad tan buena como cualquier otra. Él iba a estar presente controlando todo y si Natsume sabía manejar las cosas en esos momentos cuando su hermana está más esquiva y cerrada, podría confiar en él en otros momentos. Además, Mikan necesitaba un tutor.
—Él puede enseñarte mejor que yo, Mikan —intentó razonar Youichi—. Fue él quien me ayudó con mis estudios cuando ingresé en la academia. Puede ayudarte.
Mikan volvió a negar con la cabeza y miró a los ojos a su hermano tratando de que entendiera. El miedo que Youichi vio en ellos le hizo cerrar los ojos con dolor por unos segundos antes de volver a abrirlos.
—Mikan, confías en mí ¿no? —Mikan asintió lo que hizo sonreír a Youichi—. Y yo confío en él.
Mikan frunció el ceño viendo a donde quería llegar su hermano y se señaló a sí misma luego a la puerta y negó con la cabeza.
—No tienes por qué hacerlo —le dijo Youichi entendiéndola—, solo confía en mi juicio. Siempre dijiste que sabía juzgar a las personas.
Mikan se mordió el labio inferior con nerviosismo, mientras pensaba en la situación. Si lograba ponerse al día con sus estudios eso significaría que los profesores dejarían de llamar a Reiji debido a sus notas, pero necesitaba más de dos días para lograrlo. Era tonta para los estudios, por lo que tardaría demasiado y para entonces Reiji ya la habría visitado múltiples veces. Quizás pudiera encontrar una manera de convencer a Narumi sobre las llamadas mientras ella comenzaba a estudiar…
Insegura miró a su hermano, lo señaló, luego al piso y giró la cabeza como pregunta.
—Sí, Mikan. Yo estaré allí.
Suspirando temblorosamente Mikan asintió y levantó un dedo. Youichi sonrió.
—Eso es todo lo que te pido.
Exhalando pesadamente Mikan miró con inseguridad a su hermano una vez más, antes de caminar junto a él y salir de la habitación evitando tocarlo.
Natsume estaba en el balcón mirando el campus mientras pensaba como es que acabó en esa situación. Él jamás pudo responder la pregunta de Youichi porque Mikan se despertó sobresaltada interrumpiendo su conversación. El alivio que vio en su rostro cuando su ambarina mirada vio a Youichi le hizo preguntarse quién pensaba que estaba allí, entonces lo vio a él y todo su cuerpo se tensó. Fue en ese momento que Youichi intervino diciendo que él iba a ayudarla en sus estudios. La idea lo tomó por sorpresa, pero logró recuperarse rápidamente y seguirle el juego a su amigo. Ahora estaba allí preguntándose si aquello era una buena idea.
Alguien se aclaró la garganta detrás de él. Sorprendido de no haberlo escuchado acercarse se giró esperando ver a su amigo, pero encontró a los dos hermanos parados en la sala. La inexpresiva mirada de Mikan lo clavó en el lugar por unos segundos. Aún no se acostumbraba a que ella siguiera cada uno de sus movimientos como si fuera alguna clase de gata. Youichi le sonrió levemente.
—¿Empezamos?
Respirando profundo Natsume asintió y se acomodó en el suelo a uno de los lados de la mesa. Sin dejar de mirarlo Mikan se acomodó frente a él, y Youichi en medio de ambos. Natsume frunció el ceño, la ubicación no era la mejor para enseñarle; sin embargo, sus intenciones de moverse desaparecieron cuando vio que Mikan se tensaba aún más, si eso era posible, al ver su expresión. Suspirando volvió su atención a Youichi.
—¿Qué tienes en mente?
Youichi agarró una de las hojas de la mesa y se la pasó a Natsume. Era un plan de estudios con temas de escuela elemental. Reprimiendo la sorpresa que aquello le causó evaluó rápidamente la hoja antes de colocarla nuevamente en la mesa.
—Pensaba que sería buena idea repasar los últimos temas que Mikan aprendió, así podríamos ver si necesitan reforzarse o podemos pasar a los siguientes.
Natsume miró a Mikan y por primera vez ella agachó la mirada sonrojándose por la vergüenza. Aquello no le gustó, pero lo dejó pasar.
—Suena bien.
—Elaboré un plan de estudios para cada materia recopilando los temas que creo ya viste —le dijo Youichi con suavidad a su hermana mientras colocaba frente a ella varias hojas—. Pero conozco a Reiji y no puedo estar seguro del todo sobre ellos. Así que dime si no recuerdas alguno o nunca lo viste.
Mikan apretó los labios y miró a su hermano intentando sacar fuerzas de él. Luego dirigió su mirada a la primera hoja leyendo los temas allí escritos. Con cada palabra que leía apretaba más fuerte sus manos sobre su regazo, sintiéndose estúpida por no poder recordar nada de ello, finalmente antes de llegar a la mitad de la hoja cerró los ojos fuertemente conteniendo las lágrimas y negó con la cabeza.
Natsume frunció el ceño. Esto era una mala idea.
—Respira profundo e inténtalo de nuevo, Mikan —dijo dulcemente Youichi sin apartar la mirada de su hermana—. Esta vez intenta olvidar que nosotros estamos aquí.
Mikan sabía que aquello sería imposible de lograr, pero aun así hizo lo que le dijo su hermano y lo intentó. Solo pudo recordar un tema. Frustrada nuevamente cerró los ojos y una traicionera lágrima se deslizó por su mejilla.
—Piensa que es uno de tus libros, lo que lees —dijo Natsume calmadamente. Su ambarina mirada se centró en él esperando encontrar alguna señal física de molestia, pero para su sorpresa todo su lenguaje corporal era relajado—. Si dejas de centrarte en el hecho de que son temas de estudio y en cambio los ves como algo más para leer no te presionarás tanto y tu mente podrá recordar sin problemas.
Mikan lo miró por unos segundos más antes de respirar profundamente y hacer lo que dijo. Le costó un tiempo lograr verlos como una lectura más pero cuando lo hizo pudo recordar con mayor facilidad, aunque creía que se debía más al hecho de que ninguno de los dos la afanó. Suspirando aliviada, giró la hoja hacia su hermano y le señaló rápidamente los tres temas que no reconocía antes de volver a colocar su temblorosa mano sobre su regazo.
Sonriendo Youichi le acarició la cabeza.
—Ahora tomate tu tiempo e intenta con los otros —dijo ignorando el respingo que su hermana dio cuando su mano se acercó a ella.
Respirando profundo Mikan leyó la siguiente hoja y luego de un tiempo le señalo a su hermano dos temas. Odiaba el tiempo que se estaba tomando en algo tan sencillo porque le recordaba lo tonta que era para eso, sin embargo, le había dicho a su hermano que lo iba a intentar por lo que continuó con las demás materias. Para su sorpresa Natsume jamás se impacientó ni cambió su lenguaje corporal.
Finalmente, luego de cuarenta minutos Mikan acabó de leer los ocho planes de estudio que le había preparado su hermano y él se los pasó a Natsume con los temas que ella le había mostrado resaltados a un lado de la hoja. Sin saber que esperar del pelinegro Mikan fijó su mirada en la mesa.
Viendo su reacción Natsume apretó la mandíbula y se concentró en las hojas obligándose a permanecer relajado. Luego volvió su atención a Youichi.
—Creo que lo mejor será empezar por materias, de esa forma la presión en ella disminuye y se puede ahondar bien en los temas.
Youichi asintió estando de acuerdo.
—Podríamos comenzar con biología. Son algo extensos, pero no tienen mayor complique. Además…
Mikan miró a los dos chicos frente a ella sorprendida y agradecida de que no la incluyeran en la conversación. Era extraño, pero mientras los escuchaba discutir sobre cómo abordar cada tema y materia como si ella no estuviera allí la tensión que tenía disminuyó ligeramente al ver que no era el centro de atención y que ninguno de los dos parecía molesto por la situación. Por supuesto ella sabía que su hermano no se impacientaría con ella, pero no podía decir lo mismo de Natsume; especialmente desde que vio aquella pelea la semana pasada y estaba casi segura de que su hermano lo forzó a ser su tutor.
Respirando profundo Mikan se levantó y miró a los jóvenes como si esperara algo. Cuando Natsume no volteó a verla, suspiró aliviada y se dirigió a la cocina para beber agua. Necesitaba alejarse de ellos por un tiempo.
La noche pronto llegó y la academia quedó envuelta en tinieblas. Varias luces permanecían encendidas en los dormitorios a pesar de la avanzada hora mientras algunos estudiantes adelantaban sus deberes o hablaban entre sí sobre los sucesos de ese día.
En el apartamento de Mikan, Youichi dormía cómodamente en la cama de su hermana mientras ella disfrutaba de la fría brisa nocturna desde el balcón. Los acontecimientos de ese día seguían repitiéndose una y otra vez en su mente impidiéndole dormir. El recuerdo de aquella mañana aún la hacía temblar y Mikan sabía que le tomaría algo más de tiempo y esfuerzo lograr que aquella memoria quedara enterrada con las demás. Sin embargo, estaba segura que para mañana habría logrado sacarla de su mente.
Un par de pisos más arriba Natsume permanecía acostado en su cama con la mirada fija en el techo sin poder descansar. Estaba inquieto y alerta, y eso le molestaba; cada vez que cerraba los ojos la mirada ausente de Mikan regresaba a su mente con gran nitidez. Aquello era suficiente para perturbarlo, pero la conversación con Youichi y las horas siguientes que pasó con los hermanos lo inquietaban aún más; había tantas cosas que no entendía pero que podía notar. Las señales estaban allí entre ellos, pero no podía entenderlas, era como si las piezas de un gran rompecabezas estuvieran frente a él, pero no la imagen que debía armar.
Suspirando Natsume se levantó y se acercó a la ventana observando el oscuro cielo lleno de estrellas.
Si tan solo las cosas fueran más fáciles de leer…
