Holaaaaa, sé que ha pasado muuucho tiempo y sí, tengo que admitirlo, no soy constante con mis escritos, pero por fin supe como manejar este capítulo así que aquí se los dejo.

Los personajes de GA no son míos, le perteneces a Higuchi Tachibana.

Esta historia hace alusión a temas sensibles que pueden tener desencadenantes para algunas personas, si no te sientes cómodo leyendo por favor no lo hagas. Además no intento pretender con esta historia que sé lo que se siente vivir algo como eso, porque no lo sé. Simplemente quiero dar a conocer algo que es una realidad para muchas personas, y decirles que no están solas, que nunca lo han estado ni lo estarán, que son valiosas e importantes, y que no importa si crees o no, no importa lo que otros te digan, siempre va a haber una persona que te ama, sin importar que, Dios.

Espero disfruten este capítulo.


El silencio de la habitación pesaba sobre los dos jóvenes que permanecían allí sumidos en sus pensamientos. Natsume se había rehusado a irse cuando Youichi había echado desesperadamente a los demás para poder cuidar a su hermana en paz. Sin importar la insistencia del quinceañero, el pelinegro simplemente permaneció sentado en la sala, ignorando a su amigo hasta que este se dio por vencido y se dirigió a su habitación con Mikan en brazos. Ahora una hora mas tarde, luego de haber despertado brevemente a Mikan, de haberse asegurado que estuviera bien, haberle dado un cambio de ropa, té caliente y haberla mandado a la cama a dormir con la promesa de que mañana solucionarían eso, Youichi se encontraba sentado frente a Natsume, con una cerveza en la mano, contemplando que decir.

No había estado pensando claramente cuando decidió sacar a la luz aquella conversación con Mikan, de haberlo estado habría esperado para hacerlo cuando estuvieran los dos solos, y ciertamente lo habría hecho con más suavidad. Pero ahora ya era muy tarde, y no solo sus amigos sabían que algo serio sucedía con ellos sino que Mikan debía pensar lo peor. Conocía a su hermana y sabía que su primera reacción al descubrir que él sabia su secreto sería culparse, pensar que él estaba enojado con ella por permitir que eso sucediera. Lo que Mikan no entendía era que no estaba enojado con ella sino consigo mismo por no haberlo notado antes, enojado con ellos por haberla arrastrado a eso, con el mundo por la injusticia de todo aquello. No Youchi no la culpaba, jamás podría hacerlo.

Por otro lado, Natsume intentaba comprender que era lo que había pasado, comprender que era aquello tan importante que había descontrolado a ambos hermanos. Estaba intentando, no por primera vez en esa semana, resolver aquel acertijo y realmente estaba comenzando a cansarse de no tener todas las piezas para resolverlo.

Natsume era alguien a quien le gustaba conocer los detalles de la situación antes de decidir que curso de acción tomar, quizás fuera por tantas misiones y años en la academia, pero necesitaba saber a lo que se enfrentaba antes de actuar.

—Escucha, Youichi —dijo Natsume finalmente—, no sé que es lo que tanto escondes o porqué. Entiendo que es difícil para ti confiar en alguien, pero no puedes hacer todo tu solo. Nos conocemos desde hace casi dos años, hemos ido a misiones juntos, estas saliendo con mi hermana, ¿realmente no confías en mí con esto?

Youichi lo miró fijamente por un momento, luego suspiró y se pasó una mano por su cabello.

—No es que no confíe en ti, es solo que… es mi hermana, ¿sabes? Durante tanto tiempo solo hemos sido ella y yo contra el mundo y ahora que está aquí… Ahora que ustedes están aquí… bueno… simplemente no se siente… correcto divulgar nuestros… sus secretos. Rayos, Natsume, solo la conociste hace dos semanas, apenas y has hablado con ella…

—No se necesita conocer a una persona para querer ayudar, Youichi. Además, no lo hago solo por ella, también es por ti. Aoi mencionó que tus ataques de pánico estaban empeorando, llevas saliendo con ella por un tiempo y lo único que le has dicho sobre todo esto, es lo que nos dijiste a todos cuando preguntamos sobre tu familia. ¿En verdad crees que es justo con ella?

Youchi dejó caer los hombros, y fijó su mirada en la lata que tenia entre sus manos.

—Sé que no lo es, es solo que Aoi es… tan inocente. Siempre piensa lo mejor de las personas, ve el mundo con optimismo y luz —Los dedos de Youichi jugaron con la lengüeta de la lata—. Y mi pasado es tan oscuro…No quiero que algo de lo que le diga mate aquella luz. Sé que es egoísta pero no quiero que me vea de manera diferente.

Natsume miró por unos momentos la derrotada figura de Youichi, antes de dirigir su mirada hacia la ventana, observando la lluvia caer. Entendía a lo que Youichi se refería, él mismo lo había pensado varias veces, pero…

—Tarde o temprano tendrá que enterarse, You. Aun si no me dices nada, aun si se lo ocultas a todos, Aoi tendrá que saberlo. No eres solo su amigo, sino su novio. Tendrás que decírselo.

—Lo sé.

Nuevamente el silencio cayó sobre ellos, y el único ruido que se escuchaba en la habitación era el de la lluvia al caer. Youchi apretó sus labios y observó a Natsume que aun miraba por la ventana. Sabía que el pelinegro tenía razón en todo, pero eso no hacía las cosas más fáciles. Natsume le había dado su palabra, por lo que sabía que nada de lo que le dijera esa noche saldría de allí, el problema es que no sabía si estaba listo para abrir aquella caja de pandora. Cerró los ojos y por un momento se imaginó el rostro de su hermana, asustada e insegura, pensó en lo que hubiera pasado si esa noche él hubiera tenido una misión, si Mikan hubiera ido a buscarlo solo para descubrir que no regresaría en varios días. Pensó en aquellas veces que había visto los ojos de Mikan aguarse en clase, en las incontables veces que había visto a su hermana encerrarse en sí misma y no había podido hacer nada. Pensó en la confusión y dolor de su mirada cuando le dijo que no todos los hombres eran iguales, pensó en todas aquellas veces que de niño había intentado decirle a Mikan lo valiosa que era, y en lo mucho que ella aún lo dudaba. Natsume tenía razón, no podía hacer esto solo. Había pasado años intentando ayudar a su hermana, pero ella aún no se veía a si misma como él lo hacía. No, Mikan necesitaba a alguien más, no solo a él. Y si esa persona podía ser Natsume, entonces valdría la pena destapar aquella caja de pesadillas. Ya era hora de que ambos siguieran adelante.

Respiró hondo reuniendo el valor y coraje que necesitaba, y finalmente pronunció las primeras palabras que liberarían todos sus monstruos.

—Cuando era bebe mi madre me abandonó con mi padre. Ella era una alice, y supongo que no sabía nada sobre él, lo de ellos fue un encuentro casual, ninguno se conocía. El nombre de mi padre es Reiji Hijiri y es miembro de la organización anti-alice.

Tan pronto aquellas palabras dejaron su boca, la atención de Natsume estuvo sobre él, y entonces no hubo marcha atrás. Las palabras fluían de su boca como el agua de una represa que se había roto, imparables, arrolladoras, y devastadoras; y con ellas todas sus inseguridades, dudas, miedos y rencores salieron a flote. No había nada que pudiera hacer, sin importar cuanto quiso suavizar las cosas, todo quedó a la luz, le dijo a Natsume hasta el más mínimo, aterrador, repulsivo y perturbador detalle. Y durante todo ese tiempo, su hermana, la coprotagonista de esa historia de horror, permaneció dormida en su habitación, ajena al hecho de que a partir de ese momento alguien más iba a saber todos sus secretos.


No muy lejos de aquella habitación donde los dos jóvenes hablaban, Aoi miraba distraídamente el techo de su dormitorio, ensimismada en sus recuerdos y pensamientos. No podía evitar sentirse herida ante el rechazo de You, ante su insistencia de dejarla fuera de sus problemas. Sabía que su relación era relativamente nueva, después de todo solo habían comenzado a salir hace tres meses, pero por alguna razón sentía que no estaban más cerca que cuando eran solo amigos. Desde el principio You parecía decidido a mantenerse alejado de todo y de todos, aun recordaba la primera vez que lo vio en clase, el día que llegó a la academia; tenía aquella mirada de fastidio y enojo que hacia que todos lo evitaran, aun cuando sentían curiosidad de él. Por supuesto aquello no bastó para que ella no intentara conocerlo, estaba acostumbrada a expresiones como esa, gracias a su hermano; es decir, Natsume siempre parecía aterrador, pero ella sabía que en realidad era muy gentil y amable, por lo que ese chico nuevo no debía ser muy diferente, o al menos eso es lo que pensó en aquel momento. Sin embargo, tardó dos meses de pura persistencia para lograr que él dejara de rechazarla bruscamente, y accediera a trabajar con ella en clases, como se supone debían hacer las parejas de clase, e incluso luego de que Youichi le permitiera trabajar con él o sentarse en las clases cerca de él, seguía sin hablarle mucho. Oh, él ciertamente la escuchaba, o al menos creía que la mayoría del tiempo lo hacía, pero casi nunca comentaba, o sí lo hacía no eran frases muy largas. En aquel momento Youichi le recordó más que nunca a su hermano, por lo que no se rindió. Un mes más tarde lo presentó a su hermano y amigos, y aunque You pasaba de vez en cuando tiempo con ellos, aun no parecía acceder a acercarse a ellos.

Fue al cuarto mes de conocerlo que presenció su primer ataque de pánico, y fue al quinto mes cuando Youichi finalmente comenzó a interactuar y socializar más con ellos. Por supuesto, esto se debió al trabajo conjunto que todos hicieron por acogerlo y Aoi estaba segura que su padre había jugado una parte crucial en ello, aunque aún no sabía cómo. Poco a poco Youichi les mostró su verdadero ser, y entonces se dio cuenta de que había estado equivocada, él era tan diferente a Natsume. Youichi era impulsivo y la mayoría del tiempo estaba enojado, siempre estaba metiéndose en peleas, desafiando a los profesores, y más de una vez intentó escapar de la academia. Pero al mismo tiempo que ella se dio cuenta de ello, también notó lo leal y fieramente protector que era, Youichi no daba explicaciones, solo actuaba, no le importaba lo que los demás pensaran de él, también era bastante observador y perceptivo. Recordó aquella vez cuando se enteró de que sus supuestas amigas de clase solo la habían usado para acercarse a su hermano, como no había querido preocupar a los demás ni dejarles ver lo mucho que aquello le dolía, intentó actuar normal; sin embargo, solo habían pasado unos minutos cuando Youichi la apartó del grupo y le preguntó que sucedía. Había estado tan sorprendida de que lo hubiera notado que sin querer le contó lo sucedido. Él no intentó decirle que todo estaría bien, o que quizás podía ser un malentendido, ni siquiera le habló, solo la abrazó. Al día siguiente las chicas que la habían usado se habían cambiado de puesto, haciéndose lo más lejos posible de ella y de Youichi, y nunca más volvieron a acercarse a ella o a Natsume. Aun no sabía que fue lo que les dijo, pero sabía que Youichi fue la razón de aquel extraño comportamiento.

Luego de eso su relación mejoró, Youichi mantenía conversaciones completas con ella, y compartía su opinión cuando ella se la pedía. Cuando finalmente dejó de saltarse las clases y de intentar escapar de la academia, comenzaron a pasar todo el tiempo de clases juntos, y el su tiempo libre con los demás. Solo fue cuestión de tiempo antes de que sus sentimientos por él comenzaran a ser más que amistad. Sin embargo, hubo algo que nunca cambió, sin importar cuanto tiempo pasara o lo mucho que su relación hubiera mejorado, él nunca hablaba de su familia ni de su pasado, tampoco sobre sus ataques de pánico, o del porque había pasado tantos meses intentando escapar de la academia. Youichi la había dejado acercarse, quizás algo más que a los demás, pero aun así la mantenía a un brazo de distancia, y aquello le dolía. Quería conocerlo más, quería saber de donde venía, porque era como era, quería comprender aquella relación tan especial que parecía tener con Mikan, pero él no la dejaba. Y no sabía qué hacer.

Natsume parecía ser el más cercano a él de todos los de su grupo, por lo que quizás él pudiera aconsejarla. Sí, eso es lo que haría. Le preguntaría a su hermano sobre ello, después de todo él también era un chico y, a su manera, también era reservado. Y aunque la única experiencia de Natsume con chicas eran solo encuentros casuales —su hermano tenía algo de fama por ser mujeriego—, estaba segura de que él podría ayudarla con su relación. Lo único que tenía que hacer era pedirle hablar y él la escucharía.

Con eso en mente, se dio media vuelta en la cama y se dispuso a dormir, sintiéndose un poco más tranquila gracias a la decisión que tomó.