Capítulo 1 - Remake

Una risa frente a él.

Un grito de protesta, en algún lugar a su derecha.

Alguien pidiendo las respuestas de la tarea de ciencias numéricas a tan solo unas mesas de distancia.

Natsume respiró profundo y cerró los ojos con más fuerza, intentando ignorar los sonidos. Puntos de colores aparecieron en medio de la oscuridad, pero aun así se rehusó a dejar de tratar.

Un segundo después algo se quebró en el suelo junto a él, y un suspiro exasperado siguió el sonido.

—Mira lo que hiciste, Kitsu. Acabas de romper mi frasco de pinta-uñas favorito —El quejido de Sumire se unió a la insoportable sinfonía de ruidos a su alrededor.

En ese punto, Natsume sintió el músculo de su ceja derecha saltar sin parar.

¿Acaso era mucho pedir que lo dejaran dormir? A diferencia de la mayoría de ellos, algunos tenían que trabajar durante la noche.

—Lo siento, Sumire —No había forma de no escuchar la suave disculpa de su amigo. No importaba cuan fuerte cerrara los ojos o cuantas cosas se pusiera encima de la cabeza, el joven literalmente estaba sentado a menos de dos metros de distancia de él—, es solo que la noticia me sorprendió.

—Hay una diferencia entre noticia y chisme —añadió con frialdad la familiar voz de Hotaru—. Una noticia requiere hechos reales.

—¡Esto es real! —exclamó Anna alzando tanto la voz, que Natsume sintió unos irracionales deseos de golpearse la cabeza repetidamente contra el asiento. Tal vez si tenía suerte lo haría con la suficiente fuerza para noquearse y finalmente poder descansar—. Kirito dijo que vio a alguien nuevo rondando por los dormitorios el día de ayer.

—¿Kirito? —Quizás en otro momento y lugar, Natsume hubiera apreciado que Nonoko intentara mantener un tono de voz bajo en consideración a él, pero en ese punto su murmullo solo hizo que la velocidad de su tic aumentara.

—Oh, es un chico de los cursos inferiores, creo que en su primer año de preparatoria —respondió Anna. Y por enésima vez escuchó aquel crujido de un envoltorio—. Pero ese no es el punto. Lo importante es que hay alguien nuevo.

Natsume apretó la mandíbula y suspiró con fuerza. No tenía caso, ninguno de ellos planeaba callarse y al parecer Narumi iba a llegar tarde a clase.

De todos los días que Ruka tenía que escoger para hacerlo ir a clases...

—Eso no es posible, Anna. No hay forma que sea un nuevo estudiante. Estamos justo a mitad de año de nuestro último año de preparatoria. Nunca antes han encontrado de repente a un nuevo usuario alice con esta edad, y aun si lo hubieran encontrado... —El tono escéptico de Sumire se interrumpió cuando Natsume de repente bajó los pies del escritorio y se enderezó. De hecho, el molesto ruido que todos sus amigos parecían incapaz de dejar de hacer segundos antes se detuvo de inmediato.

Una vez más rechinó los dientes y abrió de golpe los ojos, al mismo tiempo que jalaba una de las esquinas de su chaqueta para quitársela de la cabeza. La historieta que segundos antes había tenido sobre su rostro, cayó sobre su regazo.

Ocho pares de ojos, devolvieron su fulminante mirada con lo que parecía ser miradas avergonzadas y algunas sonrisas de disculpa.

—Perdona, Natsume, intenté decirles que bajaran la voz, pero... —Nonoko se encogió de hombros sin saber que más decir, y cogió una galleta del paquete que estaba sobre la mesa.

El envoltorio volvió a crujir.

La furiosa mirada carmesí de Natsume voló hacia el empaque, y se entrecerró en él. Dos segundos después, el papel y su contenido estallaron en llamas. El desagradable olor a galletas y papel quemado llenó de inmediato el lugar.

—¡Ey! Me levanté temprano para hacerlas —le reprochó Anna, mirando con tristeza la pila de cenizas.

Antes de que Natsume pudiera siquiera pensar si debía o no contestarle Ruka intervino.

—¿Sabes algo sobre una estudiante nueva? Anna está convencida de que hoy vamos a tener a alguien nuevo en nuestra clase debido a los rumores.

Natsume miró de reojo a su amigo sentado junto a él, antes de suspirar con pesadez y frotarse las sienes.

—No, Ruka, no sé. La misión de anoche no tiene nada que ver con eso, si es lo que insinúas.

—Seguro es la hija de algún millonario o senador cuya familia está quedándose en el campus, y quiso dar un tour. No sería raro que algo así pasara —dijo Kitsu hurgando en su mochila por unos segundos antes de sacar otro paquete de comida con una exclamación triunfal.

Natsume puso los ojos en blanco y negó con la cabeza cuando este le ofreció la comida.

A decir verdad, se preguntaba por cuanto más estarían hablando sobre eso. ¿Qué sentido tenía darle tantas vueltas a algo que obviamente eran mentiras?

—¿Por qué la academia dejaría entrar a alguien de nuestra edad? Está prohibido que alguien menor de veinticinco años pase más allá del conjunto de recepción —dijo Anna, expresando justamente su punto.

Por mutuo acuerdo entre los rectores de las cuatro ramas de la academia, Nadie que no fuera un estudiante, podía visitar los terrenos de la academia si era menor de veinticinco años. Y aun entonces aquellos con edad suficiente para ingresar solo tenían permitido recorrer ciertas áreas del campus con un guía.

Después de todo no era bueno para los negocios si alguien veía cosas que no debía. Aunque si le preguntaban a su hermana, Natsume estaba seguro que ella estaría de acuerdo que dicha regla era para la protección de todos.

—Bueno... dicen que las personas ricas son excéntricas, ¿no es verdad, Hotaru? —dijo Koko sonriendo de oreja a oreja—. Aunque... luego de tantos años aun no sé decir si es solo tu personalidad o lo exitoso de tu negocio. Dime, ¿tu gusto por el chantaje se desarrolló antes o después de que comenzaras a ganar dinero?

Natsume sonrió de medio lado y se volvió a ver a la extraña novia de su mejor amigo, que estaba sentada dos asientos a su derecha junto a Ruka.

—Cuidado, Koko. Tal vez decida vender esa foto tuya, en la que estas usando el vestido rojo de Sumire. Estoy segura que hay varias personas por ahí en el campus que querrán comprarla —A pesar de la amenaza, una pequeña sonrisa curvaba los labios de Hotaru. Aunque si ésta se debía a que era solo una broma, debido a la idea de cuánto podría ganar con esa foto o a la expresión horrorizada de Koko, era difícil decirlo.

Si había algo que a la reina del chantaje le gustaba más que tener posible información a su favor era la idea de usarla para hacer dinero.

—Cómo sea —exclamó Anna—, en unos minutos sabremos si tenía razón o no. Pero les aseguro que cuando Narumi entre por esa puerta anunciará que tenemos un nuevo estudiante.

—De ser así probaré todas tus nuevas recetas por una semana. No hay forma de que eso pase —dijo Sumire con convicción.


Galáctico...

Camino galáctico...

Mikan se detuvo una vez más y miró a su alrededor en busca de algo que pudiera asemejarse a un camino galáctico. Aún con mapa en mano no estaba segura de estar yendo en la dirección correcta.

¿Tal vez las flores a cada lado del camino contaban como los colores de la galaxia?, Ciertamente eran lo bastante diversos cómo para ser asemejados con una... durante la noche... quizás si las flores brillaran...

Suspiró.

Aparte de las bancas y farolas ubicadas por aquí y por allá, solo había botes de basura. Y ninguno de ellos tenía forma de estrella o siquiera el adorno de una. ¿Cómo se supone llegara al edificio de clases si ni siquiera sabía dónde estaba?

Comenzaba a pensar que debió haber aceptado ese tour. El profesor que la había recibido se veía lo bastante amable, como para dárselo. De seguro no le hubiera molestado si se lo hubiera pedido, luego de que Reiji se marchara.

Una vez más giró en el lugar, tratando de ver si había pasado algo por alto.

Lo peor es que ni siquiera había alguien allí a quien pudiera seguir. No estaba familiarizada con el funcionamiento de las escuelas, pero según lo que su hermano siempre le contaba cuando eran niños y las historias que leía, ¿qué no debía haber alguien que siempre estuviera llegando tarde, o saltándose las clases cerca del lugar?

Volvió a mirar el mapa.

Asumiendo que ese no era el camino galáctico, la única otra opción era que estuviera en el camino de las sendas, y según eso esa ruta debía conducirla a una especie de lugar llamado, mercado alice. Y si algo de la información que el profesor le había dado dos días atrás se había guardado correctamente en su cerebro, esa debía ser la zona comercial a la que tenían acceso todos los estudiantes sin importar sus privilegios... lo que sea que eso signifique.

Por lo tanto, si seguía caminando por esa ruta debía salir de aquel bosque en unos minutos. Iba a llegar tarde, pero al menos sabría dónde estaba.

Sin más opciones, reanudó su camino prestando especial cuidado a cualquier cosa que pudiera indicarle donde estaba.

—No, en serio, ¿dónde estoy? —masculló cuando luego de cinco minutos seguía sin poder ver el final del bosque.

A ese ritmo no solo iba a llegar tarde, simplemente no iba a llegar.

Su cabeza comenzó a latir levemente. ¿Qué se supone que hiciera ahora?

Tal vez había algo en el mapa que había pasado por alto.

Bufó.

Seguro. Y quizás si lo miraba lo suficiente terminaría con él grabado en las pupilas de sus ojos y de ahora en adelante lo único que necesitaría hacer para verlo era verse en un espejo. O mejor aún, su nuevo tatuaje quizás la guiaría mágicamente hacia su destino. Después de todo quien necesitaba ver algo más, cuando lo más seguro es que su vida estuviera en juego.

Tal vez... algo así... Solo si Reiji se enteraba.

Suspiró y se encogió de hombros antes de revisar el mapa una vez más. No tenía nada que perder.

Su mirada pasó tan rápido por los mismos edificios, árboles y letras que había estado mirando durante los últimos quince minutos que en un principio casi no lo vio, pero entonces algo finalmente se procesó en su cerebro y sus ojos se posaron una vez más la diminuta estrella naranja de seis puntas que estaba sobre uno de los caminos.

Específicamente sobre un camino sin nombre.

—Eso no estaba ahí antes, ¿o sí? —murmuró.

La estrella titiló en respuesta.

Mikan parpadeó, una, dos, tres veces. ¿Qué alices era eso?

Entonces lo entendió. Alices.

Desde luego. No podía creer que no hubiera pensado en eso antes. Estaba en la Academia Alice dónde solo alices vivían, respiraban, estudiaban y trabajaban día y noche. No era de extrañar si todo allí —incluyendo la basura— tenía magia.

Quiso golpearse la frente ante lo tonta que era. De haber pensado en eso antes, ya estaría allí.

—Muéstrame el camino más corto al edificio de preparatoria —le dijo al mapa.

De inmediato la estrella se movió hacia un costado del camino, adentrándose en el bosque.

Mikan levantó la mirada hacia los árboles y apretó los labios. No había opción, ¿no? Tenía que llegar antes de que terminara el primer periodo.

Suspirando, se reacomodó su mochila sobre su hombro bueno y se abrió paso entre las flores, intentando no pisarlas demasiado. Una vez sus zapatos negros pisaron la tierra sin flores comenzó a trotar. El sonido de hojas secas crujió bajo sus pies

Una sensación similar a una corriente eléctrica atravesó su pierna izquierda hasta llegar a su cadera, y los músculos de su espalda se contrajeron de forma dolorosa. No había nada que hacer respecto a eso. Cuando terminara la jornada escolar tomaría una ducha caliente y se aseguraría de masajear muy bien los músculos de su pantorrilla para acelerar el proceso de sanación. Hasta entonces su cuerpo simplemente tendría que esperar.

Mikan respiró profundó y rodeó una gran raíz que sobresalía del suelo. Antes de volver su atención al mapa.

Solo un poco más y llegaría.

Por otro lado, aquel aroma a cedro, roble y kiri, realmente calmaba el persistente latido de su cabeza. Tal vez, ahora que iba a vivir allí, podría disfrutar más tiempo del aire libre. Incluso encontrar un lugar perfecto para ver las estrellas, durante esas noches en las que no podía dormir. Ciertamente sería mejor que estar encerrada en su habitación caminando de un lado a otro.

Unos metros más...

Y desde luego, porque no sería su vida si el mundo decidía no ayudarle un poco, su pie derecho se enredó con una rama partida.

No tuvo tiempo suficiente a reaccionar. Un segundo estaba trotando por el bosque, chasqueando hojas y ramas bajo sus pies, y al segundo siguiente estaba con la nariz enterrada en los petalos suaves y de dulce aroma de una flor blanca.

El latido de su cabeza aumentó con fuerza por varios segundos, obligándola a cerrar los ojos. Respiró profundo y contó hasta diez antes de apoyar las manos en el suelo y girarse de golpe.

Su espalda protestó, pero nada en su cuerpo la hizo ver puntos de colores tras sus parpados por el movimiento.

Despacio, abrió los ojos y se sentó. Luego hizo un recuento rápido de su cuerpo.

El latido de su cabeza había regresado con venganza, expandiéndose detrás de su ojo derecho y parte de su hombro. Su espalda se quejaba igual que los niños de su aldea al ver la tienda de dulces cerrada, pero no parecía haberse jalado algún musculo seriamente, y su pierna izquierda parecía moverse correctamente, aunque si bien con una cantidad de dolor mucho más significativa que antes. Su pie derecho por otro lado, parecía haber sufrido un leve esguince a juzgar por el nuevo dolor en el área del tobillo, aunque no tenía problemas para moverlo.

Viviría.

Sin perder más tiempo, buscó con la mirada el mapa y su mochila. Respiró profundo, se puso de pie y cojeó hasta donde estaban tirados a varios metros de distancia.

Un gemido traicionero escapó de sus labios al inclinarse a recogerlos, pero no le preocupaba que alguien allí lo oyera. Dada la remota posibilidad de que hubiera alguien cerca, el trino de los pájaros ahogaba el sonido.

Ahora, dónde había guardado ese espejo...

—¡Aja!

El pequeño objeto rectangular, no era más que una pieza de vidrio cubierto por un marco plástico azul oscuro que Luna le había dado años atrás, pero servía su propósito.

No le tomó más de cinco minutos limpiarse las manchas de tierra que tenía en el rostro con la manga de su blazer negro, volverse a coger el cabello en una cola de caballo y alisar las arrugas de su uniforme.

Una vez estuvo lista volvió a guardar el espejo, se colgó el morral al hombro y reanudó su camino.

Las apariencias eran igual de importantes a la puntualidad, y si no podía cumplir con una al menos lo haría con la otra.

O eso esperaba...

Realmente no quería recibir una visita de Reiji.