Una petición cortita y divertida. Aunque no es mi momento de humor, espero haberlo logrado. Gracias por interesarte en mí para este miniproyecto, Laud.
Advertencias: Seguramente habrá una escandalosa cantidad de OOC, mil perdones.
A tener en cuenta: Está basado en un mundo no Canon, con lo cual, las parejas finales de Draco y Hermione nunca se dieron. Las edades no son palpables ni el lugar. Queda completamente a imaginación.
¡Realmente eres…!
—¿Acaso no has tenido suficiente, Malfoy?
Hermione levantó la mirada del grueso libro que apoyaba sobre sus piernas. El frío de otoño ponía su nariz roja. Su castaña mirada se posó sobre él. Con gesto arrogante, sujetando entre sus dedos la varita. No parecía tener intenciones de usarla, sólo de mantener sus manos ocupadas.
Una sonrisa sesgada marcaba su afilado rostro.
—¿De provocarte, Granger? Nunca.
—¡Qué divertido! —ironizó.
Draco Malfoy, por supuesto, ignoró el sarcasmo. Se sentó a su lado, no sin antes golpear su cadera contra la de ella para hacerla a un lado. Cerca de perder el equilibrio, ella gruñó.
—Deberías de buscarte un Hobby. Ocupar tu mente en otra cosa. No sé. ¿Perderte por alguna montaña llena de gigantes que te aplasten?
—¡Madre mía, Granger! —exclamó Malfoy fingidamente sorprendido—. ¡Qué boca tan sucia la tuya! Desear cosas malas a las otras personas es algo muy malo.
—Ni que tú tuvieras activada la sensibilidad —replicó mordaz—. Ya nos conocemos.
—No del todo —negó él atrapando uno de sus rebeldes mechones entre sus dedos—. Hay cosas que desconoces de mí.
Eso provocó que ella alzara una ceja, inquisitiva.
—Además —continuó, frotándose las manos en la pernera del pantalón. No era asco por su contacto, comprendió, sino vergüenza por sus palabras—, siempre puedes enseñarme.
Esa vez, entrecerró los ojos.
—¿Estás proponiéndome algo, Draco Malfoy?
Fue el turno de él en elevar las cejas.
—Vaya. Pensaba que eras más inteligente, Granger. Te ha costado darte cuenta.
—¿De qué hablas? —cuestionó. Se dio por vencida y cerró el libro para posarlo sobre sus rodillas y mirarle fijamente—. Tienes toda mi atención.
—¿No la tenía ya?
—No, sólo un leve porcentaje. Generalmente, tus tonterías no me resultan… atractivas.
Eso, posiblemente, fue un golpe directo al orgullo masculino de Draco, quien se levantó como un resorte y clavó la mirada sobre ella. Hermione ya conocía esa manera de mirar. El odio y el dolor mezclándose. Draco podía tener unos ojos preciosos y eso, Hermione, siempre lo había alabado. Lástima que su personalidad no fuera tan así.
—¡Realmente eres…! —Draco acalló sus palabras mordiéndose la punta de la lengua. Se notaba que hacía inverosímiles esfuerzos por controlar su lengua viperina—. Eres una digna conquista. Difícil, como una serpiente, caliente como el fuego del caldero y frustrante como una escoba de los Weasley.
La sorpresa se mostró en el rostro femenino.
—¿¡Eso estabas intentando!? —exclamó poniéndose tan rápido de pie, que el libro resbaló de sus rodillas al suelo—. ¡Y cómo se te ocurre pronunciar tal blasfemia hacia los Weasley!
Draco la asió de la bufanda y tiró de ella hasta que sus narices estuvieron tan pegadas que podía sentir su aliento contra sus labios.
—Estaba intentando ser romántico, maldita sea.
—¡Y de qué forma! —protestó ella elevando sus manos hasta su pecho en un vano intento de separarse—. Eres un torpe completo en esto, Malfoy. Crees que puedes tomar todo cuanto soy un pisotear cuanto amo. ¿Y me enamoraré de ti?
Él dudó.
—¿Sí?
Hermione exhaló una carcajada.
—¡No! —negó rotunda—. ¡No vas a conseguirlo de ese modo!
Draco la soltó. Malhumorado, apretó la varita entre sus dedos y miró al cielo.
—No digas que voy a tener que hacer esas cosas cursis. ¿Quieres que te traiga flores? ¿Un viaje? ¿Qué soborne a alguien? ¿Unas entradas en el mejor asiento?
—¡Por supuesto que no! —aseveró ella llevándose las manos a las caderas—. Si haces algo de eso no dudaré en golpearte. Y sabes que lo hago bien.
Malfoy torció la boca en una seca sonrisa. Se llevó lentamente los dedos a los labios con la mirada ausente. Ella tembló ante ese gesto y suspiró, aferrando con suavidad la mano con la que se tocaba entre sus dedos.
—No necesito un loco y malvado hombre que pisotea a todo el mundo para demostrar que me ama —corrigió—. Sé que en realidad no eres tan malo como haces ver. Sí, tienes esa bravura natural tuya, pero… eres un buen chico, Draco.
Bien. Si le hubiera abofeteado no sería tan efectivo. Notar que sus mejillas se cubrían de rubor era adorable. Claro que no iba a decirlo. Draco no aceptaría que le recalcaran algo que ya sabía que estaba pasando.
—¡Maldita mujer…! —protestó volviendo a aferrarla de la bufanda—. Voy a besarte. Quieras o no.
—Y yo voy a dejarte.
Draco detuvo su camino a su boca emitiendo un gruñido de frustración.
—¡Eres realmente…!
Esa vez, fue ella quien tomó las riendas. Se puso de puntillas y tiró de la bufanda verde y gris para encajar sus labios contra los masculinos. Al fin y al cabo, no iba a menguar su valor. Era algo escandaloso. Dos rivales besándose. Dos casas atrayéndose. ¡Iba a ser la noticia del siglo!
—Granger, realmente tú…
—No vas a querer fastidiarla ahora.
Draco agachó la cabeza para besarla de nuevo. Una negativa cosquilleando contra sus labios.
Amor y odio. Sonrisas y lágrimas. Errores y perdón. El destino nunca tenía un sendero fácil para nadie.
Y ellos; no serían la excepción.
—¿Y ahora? ¿Qué porcentaje tengo?
Ella lo sopesó.
—Un ochenta por ciento. Más o menos.
Draco frunció el ceño.
—¿Segura que no eres una Slytherin?
Hermione se rio.
Sí, había amores que no eran para nada aburridos. Y Draco Malfoy prometía ser de todo menos aburrido.
¡FIN!
Gracias por leer.
2022 Enero.
