Rei bostezó rascándose los ojos y apartó ligeramente la cortina para ver que los periodistas todavía no habían abandonado su posición. Sabía que solo hacían su trabajo, pero no eran capaces de ponerse límites a la hora de invadir vidas ajenas y tampoco parecía que tuviesen intención de darles un respiro. Estaban creando todo un espectáculo de la investigación que todos ellos querían acabar discretamente.

Todavía era pronto, el cielo se veía rosado, y las responsabilidades, ya lo llamaban en forma de mensajes de texto que ya veía acumulados en su teléfono. Resopló y se metió en la ducha antes de salir y buscar la cafetera aun somnoliento. La dosis de cafeína, era más que necesaria esa mañana. Todo ese ajetreo no le dejaba descansar lo suficiente, por no hablar de lo pendiente que debía estar de cierta científica. No iba a olvidar la cara que puso Akai cuando se enteró que no podía llevársela con él.

El ruido del otro baño llamó su atención y acabó sacando una taza de más cuando vio aparecer a la pelirroja. "¿Te encuentras bien?" Preguntó ofreciéndole una de las tazas a la vez que observaba sus ojeras.

"Sí, gracias." Contestó con su tono neutro, sin llegar a mirarle a la cara.

El rubio bebió de su café sin dejar de mirarla, fijándose en lo delgadas y pálidas que se veían sus mejillas esos días. No iba a insistir, pero podía intentar imaginar el caos y presión que debía sentir. "Tómate el café tranquila, no tenemos que estar en la central hasta dentro de una hora."

"¿Hoy también?" Protestó masajeándose las sienes. Todo este show parecía interminable y ella seguía igual de desubicada. Era agotador pasarse los días respondiendo preguntas sin cesar, abriendo a la fuerza capítulos de su vida que no quería recordar.

"El FBI ha insistido, pero les he hecho prometer que será algo breve." Explicó comprobando la hora.

"Entonces, ¿Es cosa de Akai?" Preguntó acercando la taza a sus labios.

"Creo que el detective entrometido esta vez ha tenido algo más de culpa." Respondió comprobando el nudo de su corbata en el reflejo de la ventana. "Yo voy a salir un momento, pasaré a recogerte en un rato."

Ella rodó los ojos antes de beber. "¿Me vas a dejar bajo la supervisión de las pirañas que me esperan ahí abajo?" Preguntó aburrida mientras miraba por la ventana.

"Lo siento, mi vida privada me reclama, pero Kazami vendrá a cubrirme."

"Claro, así me quedo mucho más tranquila…" Mintió rodando los ojos.

Rei abrió la puerta cuando el timbre sonó y se despidió de ella sin recibir respuesta una vez su compañero llegó.

Shiho no interactuó con Kazami durante todo el tiempo que estuvieron en la habitación, aprovechó para darse una ducha rápida y vestirse. Se peinó y dejó el pelo suelto y combinó unos tacones negros que había logrado comprarse con un jersey verde que Rei le había traído días atrás. El invierno estaba apunto de llegar y no iba a volver a pasar el mismo frío que en el último interrogatorio.

Entró a su habitación y recogió el encendedor dorado de gasolina para guardarlo en el bolsillo de su pantalón. No había llegado a tener la oportunidad de regalárselo al rubio y ahora se aferraba a él como si fuese lo único que pudiese recordarle a él, ya que en cierta manera, todo lo demás había desaparecido. Había quedado todo completamente arrasado, no había cuerpos ni pertenencias. Incluso el collar que Gin le había regalado, se había perdido en esa azotea… no quedaba absolutamente nada.

Apretó el puño dentro de su bolsillo notando el frío del metal y dio media vuelta para salir.

"Furuya debe estar por llegar, podemos dirigirnos al coche si quieres."

"Claro." Contestó apartándose el flequillo sin mirarle directamente. Cualquier excusa era buena para respirar algo de aire fresco, aunque ese aire estuviese contaminado por la prensa.

Esta vez salieron por la parte trasera, donde vieron el Mazda perfectamente aparcado y libre de cualquier cámara de fotos.

"El coche está aquí, ahora solo falta que aparezca Furuya." Dijo Kazami ante la ausencia del piloto.

Shiho resopló y se apoyó en el coche aprovechando la tranquilidad que les ofrecía el callejón. "¿Tienes un cigarrillo?" Preguntó girando la cabeza hacia el moreno.

"No, no fumo." Contestó sonrojándose ante la mirada tan penetrante que recibía. Kazami, a diferencia de Rei, no era particularmente bueno con las mujeres. En la adolescencia había adquirido el superpoder de bloquearse o quedarse sin habla frente a ellas.

Shiho volvió a resoplar y contó el puñado de monedas que tenía en el bolsillo antes de caminar hacia el konbini más cercano.

"Espera, ¿Adónde vas?" Preguntó acelerando el paso para seguirla.

"Solo voy a comprar tabaco. Ni siquiera perderemos de vista el coche." Contestó señalando lo cerca que estaban de la tienda.

"Se supone que no podemos movernos." Dijo algo preocupado. "El señor Furuya debe estar por llegar, no deberíamos desviarnos."

"Solo serán un par de minutos." Contestó ella rodando los ojos justo antes de reconocer a una cabellera rubia al final de la calle. "Además, parece que Furuya tampoco tiene mucha prisa." Dijo justo antes de girarse y entrar a la tienda.

Se dirigió a la máquina de tabaco mientras pensaba en la escena que acababa de ver.

No le sorprendía haber visto a Rei con Azusa, habían sido compañeros de trabajo y era más que obvio que Azusa estaba colada por él. Pero ver que Azusa era también parte de su vida privada, le había hecho darse cuenta de lo importante que parecía ser para el rubio. Frunció el ceño al sentir que seguía siendo una carga para todos. Ella no podía avanzar, pero los demás tampoco podían hacerlo estando ella por el medio. Y parecía que Azusa había esperado con ansias ese encuentro.

Sacudió la cabeza e introdujo las monedas una a una sin recordar cuando fue la última vez que compró una cajetilla.

A la mierda. No pretendía preocuparse cuando habían sido ellos quien habían interrumpido la normalidad que había creado, que se jodan si sus vidas también se tambalean por culpa de ello.

Cogió el paquete de tabaco antes de salir de la tienda y se topó de frente con el rubio, quien sonrió como hacía de costumbre.

"¿Ya estás lista?"

Ella se encendió un cigarro y caminó hacia el coche sin contestarle.

"Es por protocolo." Le recordó Rei antes de acercar las esposas a sus muñecas.

Ella acercó las manos y lo ignoró mientras se preparaban para salir del coche.

El edificio donde habían quedado con el FBI, estaba igual de concurrido que el hotel del que habían escapado. Siguió los flashes con la mirada hasta encontrar a Kudo, acaparando toda la atención de la gente que se amontonaba.

La escena le hizo rodar los ojos, pero esta vez no parecía que el detective estuviese disfrutando como lo había hecho anteriormente. Pudo percatarse como sus labios formaron una línea recta en cuanto hizo contacto visual con ella.

"Deberíamos apresurarnos." Comentó Rei agarrando su brazo para guiarla por una de las puertas secundarias antes de que todos esos flashes se girasen hacia ella.

"¡Furuya!" Le saludó Yumi sonriente. "Creo que te están esperando arriba."

"¿Sabes donde están reunidos?" Preguntó buscando la pequeña llave de su bolsillo para quitar las esposas tan rápido como se las había puesto.

"El el segundo piso, sala cuatro." Contestó con el ceño fruncido al ver la escena.

"Viene conmigo."Comentó Rei para tranquilizarla. "Gracias, Yumi." Agradeció antes de dirigirse hacia las escaleras.

Las conversaciones y susurros callaron en el momento en el que ambos cruzaron la puerta. James, Jodie, Camel,… estaban todos ahí. Bueno, casi todos.

La mirada penetrante de Akai fue lo primero que le hizo alzar la cabeza. Esa sala no estaba separada por un gran cristal, ni mesas metálicas, ni sillas. No había más que una mesa circular y unas cuantas sillas alrededor, tenía pinta de reunión, sin embargo habían más personas de las que le gustaría.

Akai se levantó para servir un café en un vaso de cartón. "Me alegra verte, parece que ahora eres la persona más solicitada del país."

Shiho alzó una ceja esperando que no quisiera bromear y se acercó a la mesa para sentarse en una de las sillas vacías. Rei copió sus pasos.

"Supongo que no has venido a escuchar como recito la misma historia que conoces una y otra vez." Dijo envolviendo el vaso con sus manos, calentándose las palmas de las manos.

"Desgraciadamente, la conozco de memoria." Contestó dándole un largo sorbo a su café negro. "Por suerte las cosas empiezan a salir rodadas."

"¿Y bien?" Preguntó ella alzando una ceja. "¿Entonces qué quieres, Akai?"

"Teníamos un trato." Dijo directo al grano.

"¿Un trato?" Preguntó después de darle un pequeño sorbo al café. "Hacía casi dos años que no conversaba con ninguno de vosotros." Rodó los ojos antes de levantarse.

"Miyano, espera." Intervino Jodie al ver que se apresuraba a salir.

"¿Espera qué?" Preguntó con un tono molesto. "Primero se suponía que teníais que ayudar a mi hermana, pero fracasasteis. Y ahora, la volvéis a fastidiar conmigo. ¿Como pretendéis que siga confiando en vosotros?"

"Llevamos años trabajando duro." Comentó Camel recordando el esfuerzo que habían hecho cada uno de sus compañeros.

"¡Es vuestro trabajo!" Elevó el tono apuñalando a Camel con la mirada. "Sin embargo, se trataba de mi vida."

Shiho no quería seguir con la conversación. No dejaban de obligarle a decir y hacer cosas de las que todavía no estaba preparada, así que decidió acabar ahí por ese día y marcharse de la sala.

Se dirigió al primer baño de mujeres que vio, el mejor lugar donde ir y que Furuya no pudiese hacer de su sombra. Puso el pestillo tras cruzar la primera puerta abierta que vio y levantó la tapa del inodoro al notar como su estómago se revolvía. No sabía como podía devolver sin haber comido nada en todo el día.

Escuchó el ruido de los zapatos de Furuya acercarse a ella y tiró de la cadena antes de limpiarse la boca y abrir la puerta con molestia. "¿Me tienes que seguir hasta aquí dentro?"

"Estaba preocupado."

"Kudo." Dijo su nombre con sorpresa.

Miró a un lado y a otro dándose cuenta que no había nadie más. Se acercó a la pica para alejarse de él con la excusa de lavarse las manos y la boca. ¿Hacía cuanto tiempo que no se encontraban solos en una habitación?

"No sabía que te gustaba entrar en el baño de mujeres." Dijo intentando sonar lo más natural posible.

"¿Estás bien?" Preguntó sin apartar la preocupación de su rostro, ignorando por completo la broma de la pelirroja.

Shiho suspiró y tiró el papel después de secarse las manos. "Esto está siendo estresante para todos."

Él asintió. "Tienes razón, sin embargo, también hay mucha gente que lo celebra o disfruta."

Ella resopló cruzando los brazos y apoyando la espalda en la pared mientras ambos se quedaban en silencio los siguientes minutos. Shiho no sabía si lo habían enviado para tratar de persuadirla, pero por mucho aprecio que le tuviese, habían cosas que ya rozaban su límite.

"No voy a aceptar ni un solo interrogatorio más." Dijo con los ojos cerrados. "Ya me da igual si finalmente deciden llevarme a juicio, tampoco pretendo escabullirme de nada ni voy a negar lo que he hecho."

Kudo rió levemente. "Nadie pretende mandarte a juicio, al menos no nosotros." Le sonrió. "Le pedí a Akai que organizara esta reunión para tener la oportunidad de verte y poder hablar de todo lo que ha pasado este último año."

Ella abrió los ojos a la vez que alzaba una ceja. "¿Eres idiota?"

Él volvió a reír. "Soy tu amigo." Alzó la cabeza. "Y solo quiero que sigamos luchando juntos, mano a mano en el mismo bando."

Shiho rodó los ojos. "¿Quieres decir que estás celoso de que pase tanto tiempo con Furuya?" Preguntó como si fuese algo que ella pudiese decidir. "Tu mujer se enfadará si se entera."

"Eres mi mejor amiga y Ran todavía no es mi mujer." Contestó sin poder evitar sonrojarse.

"Enhorabuena por eso…te seguía viendo por las noticias a cada lugar en el que estaba."

Kudo sonrió, pero no se veía muy contento. Su año había sido muy bueno, pero no tenía la más mínima idea de como había sido el suyo, solo imaginar la compañía con la que había estado sus puños se apretaban.

"Yo también he estado bien." Dijo Shiho cogiendo uno de sus puños entre sus manos, acariciando sus nudillos con el pulgar para apaciguar la molestia.

"Todo se descontroló cuando Gin mató a Rum…¿Cómo acabaste en Corea? Debiste intentar contactar conmigo."

"Fui yo quien lo mató, Kudo." Dijo apartando sus manos después de la declaración. "…Y fui yo quien decidió irse con Gin."

"¿Pero porque?" Preguntó sin entenderlo.

Ella quería chillarle, pero había enmudecido sintiendo como se emocionaba. No podía cargar todas esas emociones y actuar como si no las sintiera, y menos delante de él.

"Da igual todo lo que haya pasado." Dijo acercándose a ella para poder abrazarla. "me tienes a mí, al profesor, Ran y todos los demás…No estás sola, no vas a estar sola nunca más."

Sus palabras hicieron que rompiese a llorar sin poder contenerse. Sus manos le devolvieron el abrazo y toda esa pesadez se pausó por unos minutos.