Disclaimer: Efectivamente, soy dueña de Hellsing, y vivo en mi isla privada del Caribe con Jack Sparrow y mi elefante rosa Pinky. ¿Qué más se puede desear?
Capítulo Seis,
Lo que significa que los milagros si que existen XD
Habiendo finalmente bajado del escenario (pensándolo bien, Seras se preguntó si el escenario no habría tenido unos setenta escalones de alto), Seras caminó nerviosamente hacia la mesa Hellsing. Desde su punto de vista, parecía como si todos ellos quisieran tirarle tomates… Subconscientemente estuvo alerta ante cualquier indicio de lanzamientos.
Sin embargo, el destino parecía estar en su contra, o le estaba leyendo la mente. El propietario del restaurante apareció de ninguna parte. Parecía bastante frenético.
"¡Seras! Te hemos estado buscando todos."
"Pero si estaba en el escenario, ¿por qué necesitabais buscarme?" El silencio respondió a su obvia pregunta.
"…de todas formas… necesito que cierres el restaurante por mí, ¿entiendes?" Seras puso la cara más confusa vista jamás por nadie, en cualquier lugar, en toda la historia. ¿Por qué demonios tendría ella que cerrar? Desde luego no tenía mucho sentido…
"Señor, no quiero parecer maleducada… ¿pero no debería uno de sus empleados hacer eso? Quiero decir, ni siquiera me está pagando, es que simplemente no entiendo…"
"Te pagaré quinientos dólares por limpiar y cerrar esta noche sin robar nada. ¿Está claro? Todos mis empleados se han ido a casa, menos los chefs… pero están locos y nunca, bajo ninguna circunstancia, se les debe dejar cerrar a ellos. A las diez, asegúrate de que TODOS se han ido, entonces cierra sobre las once o así, aquí están las llaves. Ten, cógelas, bien."
Antes de que Seras pudiera incluso empezar a discutir esto, el dueño se había ido. No sabiendo qué hacer, miró alrededor por un momento hasta que se dio cuenta de que la gente de las mesas cercanas se le habían quedado mirando.
Bueno, no podía ir a limpiar llevando el bonito vestido que llevaba en ese momento. Antes de girarse hacia el vestuario, gesticuló impotentemente hacia la mesa Hellsing. Ni siquiera intentó explicar lo que pasaba, porque no tenía ni idea de qué decir.
"Alucard, ¿por qué se va?" El tono normalmente duro de Integra había cambiado a uno de incredulidad cuando Seras se encogió de hombros con una expresión de tristeza en los ojos y giró para irse.
"Tiene que cerrar el restaurante."
"Oh…" Eso fue todo lo que Integra pudo decir. Oh.
Pip estaba ruborizado y parecía increíblemente satisfecho consigo mismo. Solo Dios sabe lo que estaba pensando, o planeando, ya puestos. Walter aún miraba el escenario, que estaba ahora ocupado por un gran camionero con varios tatuajes y un olor francamente extraño que parecía alcanzar incluso su mesa.
Toda conversación pareció cesar en la mesa Hellsing mientras todos ellos se perdían en sus propios pensamientos.
La cena llegó, y se fue junto con el postre. Aún Seras no había llegado y varias personas iban abandonando el restaurante, parecía claro que ella no se uniría a ellos por un buen rato.
"Vamos Alucard, es hora de irse." La cabeza de Alucard se giró para mirarla como movida por un resorte. Sus ojos parecían brillar, fuera de furia o no, brillaban con algo. Un minuto pasó. Y otro. Y otro.
"Espero que vosotros dos os unáis a nosotros después."
"¡Yo me quedo también, Integra!"
"No. Date prisa… estás más bebido que un alcohólico en el día de San Patricio…" Tambaleándose ligeramente, Pip se puso de pie e inmediatamente se apoyó en Sir Integra. Mientras salían, Pip dijo:
"Sa-Sabes, estás muy sexy cuando estás borracha…" Sin decir una palabra, Integra le dio un puñetazo en el brazo con suficiente fuerza como para que cayera sobre Walter, quién lo metió en el coche.
"Es muy salvaje, ¿eh Walter?"
"Deberías estarte quieto, Pip… Sir Integra no es quién está borracha…" El resto de la conversación se perdió cuando se metieron en el coche, Pip aún tan borracho como podía.
Alucard entrecerró los ojos antes de deslizarse para esperar el momento oportuno…
Bostezando, Seras finalmente se dejó caer en la silla más próxima, descansando la cabeza en el travesaño, sintiendo alivió con la fría madera.
"Nunca…nunca… NUNCA voy a dirigir un restaurante…" Breves imágenes de lo que ella hubiera querido que sucediese esa noche pasaron por su cabeza. Alucard aplaudiendo, Alucard abrazándola, Alucard acercándose y de repente…
"Es suficiente Seras… pensando estas cosas es como conseguirás que te maten… o te golpeen… o algo." Afortunadamente para ella, había terminado de hacer todo. Los platos habían sido lavados, el suelo barrido, las mesas limpiadas y las sillas habían sido colocadas sobre éstas. Sorprendentemente, había encontrado una lista con cosas que hacer.
Sonrió ligeramente y sacudió la cabeza. Se preguntó si ese extraño propietario no lo habría planeado todo.
Obligándose a moverse, levantó la cabeza y se dio cuenta de dónde la había estado apoyando. Estaba sentada en una banqueta de piano, mientras que su cabeza estaba sobre el piano, cuya tapa cubría las teclas. Por alguna razón, le cosquillearon los dedos, pidiendo que tocara una última canción antes de dejar su vida de cantante. Sin embargo, solo conocía una canción.
Sonriendo ampliamente ahora, levantó la tapa y alcanzó el cuaderno que llevaba en la mochila. El cuaderno, un simple montón de papel con líneas, contenía las canciones que había cantado recientemente, y algunas otras cosas como entradas de un diario. Pasando varias páginas encontró la que estaba buscando.
"Sonata Luz de Luna…" Colocando sus dedos en las teclas y mirando las notas una vez más, permitió que sus dedos se deslizaran sobre el piano, inundándola de recuerdos.
Suavemente la música empezó a sonar, las bajas y tristes notas parecieron cubrir todo en el silencioso restaurante. Durante los siguientes cuatro minutos, no hubo nada más que Seras Victoria, y el piano. De vez en cuando tatareaba suavemente, solo eso. Una vez que las últimas notas murieron abrió lentamente los ojos y suspiró profundamente, respirando el aire quieto y bebiendo del silencio.
Cuando puso de Nuevo el cuaderno en la mochila y cerró la tapa del piano, oyó a alguien aplaudir tras ella. Lenta y fuertemente. Seras se giró más rápido de lo que hubiera creído posible.
"¡Amo! Oh Dios, me has dado un susto de muerte… erm, de vida… lo que sea…" Bostezó y empezó a estirarse igual que el pequeño gatito Alison en su cuarto.
"Así que, Seras. Castas. Bailas. Estoy empezando a preguntarme si hay algo que no sabes hacer." Ella se ruborizó ligeramente antes de sonreírle, orgullosa de haber recibido un buen comentario de él.
"Bueno, Señor, para ser sinceros, aún no sabe mucho sobre mí… Mi padre me enseñó esa canción hace mucho tiempo… aparentemente era la canción favorita de mi madre…" Los brillantes ojos de Alucard parecieron oscurecer por un momento, asustando a Seras, que se calló. La verdad era que no sabía porque la estaba mirando con esa malicia. Aún así, vampiro o no, estaba cansada.
Asegurándose de que la tapa del piano estaba bien puesta, se puso de pie, y echó una mirada a todo. Sin embargo, a mitad de camino en su comprobación, sus ojos se toparon con Alucard, quien estaba en frente de ella. Y además, estaba increíblemente cerca. Desde donde estaba, Seras podía oler sus ropas, algún tipo de suave colonia que jugueteaba con su nariz.
Sin avisar, y más rápido de lo que creyera posible, su cara estaba a menos de un centímetro de la suya. Podía sentir su aliento en las mejillas y oler el ligero toque de menta de su aliento. El rojo oscuro de sus ojos se encontraron con sus propios ojos azules y ella tuvo la sensación de que buscaba algo.
Haciendo todo lo que podía para no temblar, permaneció en frente suya, sin pestañear, sin moverse, hasta que él le puso la mano en los hombros. Miles de mariposas empezaron a anidarle en el estómago, haciendo que sus piernas y sus manos temblaran incontroladamente.
"Lo has hecho bien, Chica Policía… Seras…" Había algo en su voz. Brevemente Seras se preguntó si, quizás, se estaba volviendo loca. Sus palabras eran suaves, y había otra emoción allí, que la calmaba. Sin que se diera cuenta, el rojo había encontrado el camino hasta su cara mientras ella seguía mirándolo a los ojos.
Sin embargo, ella no quería hacer alguna otra cosa vergonzosa delante de él. Sus pensamientos volvieron a su propio pelo, aún liso, ondulado y de nuevo recogido en una coleta, y a su maquillaje, un poco manchado pero aún ahí.
Miró hacía otro lado, intentando como pudo no mirar a su Amo. Mirando a izquierda y derecha, vio que desde luego había hecho un buen trabajo limpiando. Llegó un momento en el que, por supuesto, tuvo que volver a mirar a Alucard. Si no lo conociera mejor, habría dicho que estaba mucho más cerca que antes.
De repente, se dio cuenta de que llevaba un smoking, y uno muy favorecedor, con su pelo lardo peinado hacia atrás y sus ojos, por una vez, sin sus gafas. Habiéndose dado cuenta de su apariencia, se acordó, por supuesto, de que ella no llevaba nada más que una vieja camiseta y unos vaqueros.
Sin previo aviso, Alucard se acercó aún más hasta el punto en que Seras podía oler sus ropas; su peinado cabello parecía tener su propia esencia. Además, había otro leve olor presente, algún tipo de colonia que la animaba a hundir la nariz en su chaqueta y respirar profundamente. Otro sonrojó le subió a las orejas ante este pensamiento.
"Así que, joven Seras…" Seras salió inmediatamente de su ensueño, sus ojos una vez más enfocados en los de él.
"Así que, quieres romance, ¿verdad?"
"Yo…" Antes de que pudiera responder a eso sinceramente, Alucard dio un paso atrás y desplegó su brazo en torno a la habitación. Instantáneamente el cuarto se sumió en la oscuridad, y Seras sufrió un momento de pánico. Ser vampiro o no no te libra tan fácilmente de cosas como el miedo a l a oscuridad. Un momento después de que el miedo comenzara a entrar en su mente, la habitación volvía a estar iluminada mucho más suavemente. Había velas colocadas alrededor estratégicamente, llenando la habitación de una pálida luz. Se preguntó brevemente cómo es que no las había visto mientras limpiaba…
Seras podía ver la cara de su Amo, apareciendo y despareciendo en la luz, dándole un aspecto más misterioso aún del que ya tenía. En vez de invadir su espacio personal como era propenso a hacer, hizo otro movimiento que Seras reconoció como una reverencia hacia ella.
"No seas maleducada, mi querida Seras." Ella le sonrió antes de hacer una reverencia lo mejor que pudo, ya que aún estaba en vaqueros. Moviéndose tan fluidamente como un arroyo, pues sabía bailar bien, él dio un paso hacia Seras. Puso una mano en su cintura y con la otra cogió su mano. Cuando vio que ella no se movía, dio un suspiro antes de poner la mano de ella en su hombro. Seras encontró injusto que el fuera tan alto y ella tan bajita.
"Nunca has bailado antes, ¿verdad? No importa. Sígueme." Ella seguía sin palabras. No sabiendo otra cosa major que hacer, hizo precisamente eso, seguirle. Empezó con movimientos simples, a izquierda y derecha. Una vez que ella se había acostumbrado a eso, empezó con pasos más complicados hasta que Seras estaba bailando realmente bien.
A mitad de su 'sesión de entrenamiento', él paró antes de tatarear una lenta y triste melodía, muy parecida a Sonata Luz de Luna. La melodía invadió sus sentidos, calmándola mucho más que antes, y pronto las mariposas habían desaparecido. Después de unos minutos, Seras estaba suficientemente cómoda como para apoyar la cabeza en su pecho. Con los ojos cerrados, Seras podía casi escuchar el sonido de su corazón. Su tatareo era todo lo que escuchaba mientras bailaban en el vacío restaurante, y sintió una inmensa necesidad de reír. Ahí estaba ella, en un restaurante vacío, bailando con su Amo de una forma bastante romántica. La verdad, Seras creyó que era mentira. Quizás estaba soñando.
Intentó sacar esos pensamientos de su cabeza, pero el cansancio no la abandonaba. Estuviera él leyéndole o no la mente, o simplemente había intuido su cansancio, se paró en medio de un paso y la alejó suavemente de su pecho. Puso un dedo bajo su barbilla y levantó su cabeza hasta que sus ojos se volvieron a encontrar.
"Estás ridícula con esas lentillas. Tus ojos parecen casi violetas…"
"Bueno, no podía ir por ahí con los ojos rojos… Creo que eso habría sido un poco raro." Alucard gruñó suavemente antes de alcanzar con un dedo sus ojos.
"¡Amo! ¡Deja que me las quite yo!" Contrariamente a lo que la gente cree, la mayoria de las personas NO disfrutan teniendo las manos de los demás toqueteándole los ojos. Él la soltó, dando un paso atrás para dejarle espacio. Entonces ella se quitó una de las lentillas, y después la otra antes de dejar que ambas cayeran al suelo. Ya no tenían utilidad, así que no tenía por qué guardarlas. (N/Trad.: Contaminación!)
Una vez que estuvieron fuera y sus ojos habían recuperado su color natural (según se mire), alzó los ojos una vez más hacia los de él.
"¿Mejor, Amo?" En lugar de responder, él se acercó y alzó la cara de ella otra vez, acercándose más que antes. Un mechón de pelo negro cayó en la mejilla de Seras, incluso desde allí podía decir que era suave, más incluso que la seda. Una mano enguantada llegó hasta su otra mejilla, acariciando suavemente su pómulo. Un leve temblor le sacudió el estómago. El temblor creció hasta convertirse en un tifón de mariposas cuando él acercó aún más su rostro para decir,
"Mucho mejor."
Seras no sabía qué hacer. Sabía bien lo que quería hacer, eso seguro. Pero conociendo a su Amo, había un cincuenta por ciento de posibilidades de que acabara descuartizada en pequeños cachitos.
Pero, oh, como quería intentarlo.
Antes de que Seras pudiera incluso reunir el coraje para intentarlo, su Amo la forzó a ello. Él la puso más cerca que cuando habían estado bailando, poniendo una mano tras su cabeza, justo debajo de su coleta, y finalmente permitió que su boca reclamara la suya.
Durante la primera mitad de segundo, Seras no estaba menos que impactada. De todas las cosas que había esperado que sucedieran esa noche, esa no había sido una de ellas. Sin embargo, también era verdad, cerrar el restaurante de otra persona cuando ella ni siquiera trabajaba allí tampoco era una. Empezó a preguntarse si quizás estaba perdiendo su toque en cuanto a esperar cosas.
Una vez que se le pasó la sorpresa, se adaptó bastante bien. Sus manos subieron hacia su pelo, los dedos enredándose en cada mechón mientras apreciaba simplemente lo suave que era, casi como si no estuviera allí.
Unos minutos (si, minutos) más tarde, el beso terminó. Él se alejó y la miró con una leve expresión de autosatisfacción. Seras casi no se dio cuenta, aún estaba saboreando el momento y se sentía bastante mareada.
"Así que, Seras, ¿suficiente romance para ti?" Seras asintió vagamente y le sonrió, intentando no sonrojarse. De algún lugar de su smoking, él extrajo una rosa rojo sangre, con algunos cortes en el tallo. Haciendo una leve reverencia, Alucard se la tendió, con una sonrisa jugando en sus labios.
Llevándose la rosa a la nariz, ella inhaló profundamente, y apenas se dio cuenta del hormigueo en su nariz. Antes de que pudiera decir o preguntar nada, una extraña e inusual sensación de modorra la invadió. Cada ojo parecía estar cargado con al menos quince libras de peso, cerrándose uno después del otro. No solo sus ojos estaban afectados, sino que los movimientos de su cuerpo y sus pensamientos se ralentizaron como si acabara de despertar después de haber estado congelada mil años.
"Aaammmmoo…qué…" Seras encontró difícil el formar palabras, y mucho más el completar pensamientos y frases. Antes de mucho tiempo, no podía mantenerse en pie, sus piernas parecían estar convirtiéndose en gelatina.
Como su visión empezó a emborronarse, apenas se dio cuenta de que su Amo se acercaba, amenazante ahora.
"Bueno, Chica Policía, no deberíamos esperar, el amanecer se acerca con rapidez…" Todo lo demás se perdió entonces en la oscuridad.
"Seras…Seras…Seras, si no te levantas, no te quedarán ghouls para masacrar." Bruscamente, Seras se despertó, sintiéndose bastante confusa. Lentamente empezó a recordar, un poco borrosas, y lo que más nítido quedó para ella, fue el beso.
"¿Walter? ¿Qué está pasando?"
"Pero, Srta. Victoria, llegaste esta mañana temprano. Técnicamente es mucho más tarde, son las nueve pm. Es hora de luchar. Tu Harkonnen está listo." Ella sonrió, aún muy confundida. ¿Había sucedido todo aquello de verdad? ¿Había conseguido por fin la atención de su Amo, que había esperado por mucho tiempo?
Walter abandonó su habitación, y mientras Seras se quitaba el pijama (¿cómo demonios se había puesto el pijama?) y se ponía el uniforme, sus ojos se posaron en la pequeña mesa de madera. Allí, en un pequeño vaso de cristal, estaba la rosa que Alucard le había dado la noche anterior.
Seras se quedó congelada donde estaba. Su corazón prácticamente se paró al pensar que quizás, las cosas habían cambiado.
Lentamente cogió su Harkonnen antes de pararse en el dintel de la puerta. El pensar luchar la invadió. Quisiera o no admitirlo, echaba de menos la violencia que uno experimentaba cuando desgarraba a un ghoul o a un vampiro. Miró una vez más la rosa mientras una sonrisa se perfilaba en sus labios.
Quizás…
Fin
N/A: Si. Es una mierda. Lo sé. Parece que no tengo la suficiente imaginación como para acabar historias. La verdad es que no sé por qué. Es casi imposible para mí acabar una historia con un buen final. Por ahora repasaré y reeditaré este capítulo, espero que solo sea malo para tener un 7 en una escala de 1 a 10. ¡Por favor no me critiquéis demasiado! ¡Os lo suplico! Si os sirve de ayuda, acabaré el capitulo final de Tennis Anyone muy rápido, y ese no será malo. Aún os quiero, incluso si me habéis perdido el respeto… u.u…
N/Trad: Por fin! Ya era hora! Este capítulo si que se me ha rebelado! Querría haber actualizado ayer, pero el archivo ENTERO se me borró Dios sabe como y esta mañana tuve que levantarme temprano para poder terminarlo hoy.
Muchísimas gracias a todos los que habéis leído y dejado reviews, por vuestro apoyo y sobretodo por vuestra paciencia, me conozco lo suficientemente bien como para saber que es difícil aguantar a alguien tan vaga como yo. Muchas gracias a todos. He leído todos vuestros reviews aquí van algunas respuestas, antes de que suba el capítulo ya de una puñetera vez…
Corneille: Integra es MUJER. Si señor. No es hombre. Ni hermafrodita. Aunque a veces parezca las dos cosas XD. Y si, tiene 'eso que tienen las mujeres'. Claro que como normalmente lleva traje de chaqueta no se le nota.
Maho No Neko: Ni idea. No se si tienen la regla, pero en cuanto consiga que Alucard me convierta, te lo diré ;)
Gracias una vez más, Dios os lo pague, porque aquí una servidora está bastante tiesa.
Xausss!
West
