Hola a todos.
Antes de que continúen leyendo debo advertirles algo:

Personajes, lugares y eventos ocurridos en algunas películas sobre Peter Pan y el libro de P.D. Baccalario serán mi inspiración para continuar la historia. Encontrarán personajes y situaciones que no coinciden ni en las películas ni en el libro . Así que sobre advertencia no hay engaño...¿o cómo era?.
Soy una loca que hará un revoltijo de todas estas versiones ( como el revoltijo mental del que padezco en ocasiones) tan distintas de este personaje que me encanta para construir esta historia que me carcome la mente. :) Me declaro enamorada de James Garfio, es por eso que escribo esta loca historia.
Si no tienes ningún inconveniente en seguir leyendo, espero de corazón que esta historia te guste, tanto como me está gustando a mi.

Ningún personaje excepto Annie Wayne, su señor padre , un joven llamado Leandro y una mujer llamada Rachel . El resto es propiedad de sus respectivos autores, dependiendo de la fuente a la que provienen.


-Más te veo y menos creo que existen las coincidencias- soltó Garfio -y que hayan mujeres más apetecibles- estaba recargado en el marco de la gran ventana de su habitación que miraba hacia el cielo estrellado de nunca jamás, la luz de la luna se colaba por ella iluminando sus facciones, su nariz respingada y sus azulados ojos tenían un misterioso toque bajo esa luz. Se había quitado el saco rojo y arremangado las blancas mangas de su elegante camisa, dejando al descubierto sus bronceados y fuertes brazos que mantenía cruzados.
Pasaba de la media noche, se habían enfrascado en una extensa conversación que duró mucho más que su cena.
-Si y no- dijo la castaña que estaba sentada en un cómodo sillón junto a la cama del capitán, tenía las piernas cruzadas y su brazo descansaba confiadamente en el respaldo, era una posición bastante segura al parecer del capitán, y seductora también, aunque ella no lo sabía.
-¿Qué dices?- dijo él sin entender
- Si creo al igual que tú qué las coincidencias no existen, por algo he llegado a esta tierra justo ahora cuando replanteabas tu venganza, es por mi propio deseo de justicia que tú sed de sangre se avivó por lo que te he entendido, así que el hecho de que yo necesite información sobre él y que justamente la haya conseguido de ti, la primera persona a la que trato en Núnca Jamás no es para nada coincidencia. Estoy segura de que no lo es- dijo ella con tal seguridad que provocó que el hombre de largos cabellos sonriera.

Tenía razón, el también pensaba de esa manera, esa situación no era una maldita coincidencia, era un hecho que ellos dos tenían que conocerse en su momento...y con un objetivo en común.

- ¿Y tu no por respuesta?- insitó él
Después de una breve pausa, ella habló.
- No hay manera de que yo sea la mujer más...- se detuvo ella al sonrojarse por el significado de la palabra que se avergonzaba a decir
-¿Apetecible?- completo la idea el hombre con una sonrisa socarrona.
Ella le miró con algo de recelo. La estaba provocando para caer en sus redes, podía ser inocente en bastantes aspectos, pero no una idiota. ¿Un pirata que recién conocía le hacía cumplidos? Un hombre que la asechaba a la menor oportunidad desde que le conoció y encima le robaba semejante beso...eso, eso no era amor. Debería ser una estúpida para creer siquiera que él se enamoraría de ella. Un hombre que sólo actuaba bajo la sombra del beneficio le trataría de esa forma, le hablaría de ese modo solo para llevársela a la cama.
-Con la basta experiencia en mujeres de la que presumen los piratas, estoy segura que ni tú mismo tomas enserio tus palabras, no puedo siquiera imaginar la cantidad de mujeres que habrás conocido a lo largo de tu vida- se defendió ella escaneando su fornida figura, vaya pirata estaba hecho.
Sonrojada por sus pensamientos desvío la mirada hacia la ventana

-La primera mitad de mi vida gocé de compañía en ocasiones, de todo tipo debo añadir, no está por demás decirte que solemos probar los exquisitos manjares que cada puerto ofrece, en cuanto a la otra mitad se refiere...es decir "esta mitad" de mi vida, me temo que no puedo decirte lo mismo, eres tú el segundo manjar que he llegado a probar siquiera, y aún tengo ganas de devorarte entera- dijo esto último el ojiazul con una voz grave sin quitarle la mirada, era como si la acechara desde su posición. Su rostro sin embargo reflejaba tranquilidad.

Annie se revolvió en su lugar algo incomoda por la sugerencia, pero su curiosidad era más grande.
-¿Y quién es la mujer que te llego a cautivar en nunca jamás antes de mi llegada?- se aventuró a preguntar
-No me apetece hablar de ello- dijo él haciendo una ligera mueca
-¿Porqué no? ¿Dónde se encuentra ella?
- Porque no, además no sé y ni me interesa saber en dónde está - dijo él dejando su posición y acercándose a ella, a lo que la muchacha enderezó su postura presintiendo el peligro
-Tranquila solo voy a tomar asiento, ya te puedes acostar en la cama- dijo él sentándose a su lado, aunque ella enseguida se levantó del sillón
-¿En tu cama?- dijo ella mirándolo a los ojos, el corazón se le comenzaba a acelerar
-¿A caso prefieres dormir aquí en el sillón conmigo?-
El alma de la castaña regreso a su cuerpo al entender que él le estaba ofreciendo la cama para ella sola.
-Comprendo, entonces quieres que duerma contigo en la cama- dijo él con una sonrisa provocando un sonrojo de ella.
-N-no, en tu sillón estás bien- dijo ella con rapidez. A lo que el pirata ensanchó su sonrisa al notar su nerviosismo.
- De acuerdo, si llegas a sentirte muy sola solo tienes que decírmelo...y encantado iré a hacerte compañía-
-No será necesario- dijo ella dirigiéndose hasta el extremo más alejado del pirata de la cama y destendiendo las sabanas.
Ambos en silencio se acomodaron en sus respectivos sitios para dormir.
Aunque ninguno pego el ojo en un buen rato.
Para ser un pirata ese hombre tenía demasiada consideración con ella, era muy educado de su parte el dejarle la cama para ella, demasiado inesperado. Tal vez ese hombre no fuera tan bestia en el fondo, a pesar de lo rudo y despiadado que pudiera aparentar. La mente de Annie estaba a mil por hora. Le pareció un hombre muy tranquilo, con una mirada que la mayoría del tiempo marcaba indiferencia. Sus rasgos algo endurecidos no borraban de él una imagen de hombre joven.
Mientras ella se perdía en sus pensamientos observaba el gran librero de la pared, aunque no estaba del todo lleno, contenía bastantes libros. Ahora se preguntaba si él le permitiría leer alguno, ¿Qué tipo de títulos poseería?. Un hombre no solo apuesto a su parecer, sino culto también. Otro detalle que los Darling habían pasado por alto. Sin duda alguna tenía mucho que contarle a su padre en cuanto volviese.
Su padre.
Cuanto lo extrañaba.
Cerro los ojos con fuerza concentrándose en dormir, por primera vez compartía la misma habitación que un hombre, estaba en un lugar prácticamente desconocido para ella. Ni todos los relatos del mundo le habrían preparado para lo que estaba por vivir, de eso estaba segura. Por más que lo intentaba no lograba conciliar el sueño.
Al igual que Garfio.
Por primera vez compartía su habitación con una mujer, y precisamente no compartían el mismo lecho, se preguntaba si en verdad esa muchacha le ayudaría con su venganza contra Pan y se preguntaba qué habría hecho ese inútil para ganarse su desprecio...y el de su familia. Aunque solo le había escuchado hablar un poco sobre su padre en realidad, estaba tan perdida que a pesar de conocer la isla gracias a los Darling, en realidad no sabía nada.
El la llevaría al primer punto de búsqueda al amanecer, y si el día daba para más, irían al segundo punto el cual era más complicado que el primero.
James Garfio no era un hombre que se impresionara tan fácil con la belleza femenina, no porque no supiera reconocerla, había conocido mujeres hermosas a lo largo de su vida, simplemente se había convertido en un hombre de carácter tranquilo, alguien que difícilmente compartía sus sentimientos, solo sus hombres más cercanos, sus hermanos como le gustaba llamarles sabían su historia y sabían perfectamente que su capitán no era un Don Juan que gustara de la primera mujer que se le pusiera enfrente. Su único compromiso lo tenía con el mar, el mar desde un inicio fue su mas grande amor, la razón del tipo de hombre en que se había convertido.
Sin embargo, como poquísimas veces en su vida, su mente y corazón fueron asaltados de nueva cuenta por un ser del sexo opuesto. Una mujer, que sin buscarlo, como en las contadas experiencias anteriores, había llegado a su vida para marcarle. Odiaba ese sentimiento de suma curiosidad que se instalaba en él al mirarla. Quería saber más de ella, necesitaba saber más. Por eso le ayudaría, le llevaría a los sitios y con aquellos que sabía, podrían contestar las preguntas de la mujer. Había mentido al hacerle creer a la muchacha que al igual que sus hombres, él frecuentaba a muchas mujeres. Tenía que poner una barrera de cualquier manera entre ellos, por protección propia. Para evitar que nuevamente como en esas pocas ocasiones, el fuera el único herido. Se mantendría a salvo.
Y de nueva cuenta como en aquellas ocasiones, su corazón traicionaría a su mente.

Al amanecer Annie fue despertada por el pirata.
-Arriba flojita- decía este mientras le daba pequeñas palmaditas en la mejilla- ya nos ponemos en marcha.
Annie no demoró en levantarse, sentía que le faltaban horas de sueño, solo quería volver a dormir.
-¿ Qué hora es?- dijo ella sentada en la cama pero con los ojos cerrados por el sueño que aún la inundaba.
El hombre saco un tourbillon de oro de su bolsillo para consultar la hora.
-Cinco en punto- dijo él sonriendo por la cara de sueño de la joven y su cabello alborotado, la imagen de la joven recién levantada le estremecía el corazón-¿ Qué pasa preciosa, quieres seguir durmiendo? Dijo acercando su rostro al de ella arrodillándose frente a la cama.
Annie enseguida abrió los ojos con sorpresa haciéndose un poco hacia atrás.
-Ya estoy despierta - dijo ella intentando inútilmente alejarse de él.
Garfio se enderezó y subió las rodillas en la cama posicionándose sobre ella.
-Tal vez te haga falta un estimulante para despertar- dijo antes de besarle nuevamente, aprovechando su peso la recostó en la cama atrapándola por completo debajo suyo sin dejar de besarla, ella al inicio se resistió pero pronto dejo de hacerlo, él era más grande y pesado que ella.
"Estúpida" se dijo a sí misma mentalmente al saber perfectamente que no se oponía al beso, al contrario, no quería que parara.
Él nuevamente fue quien termino el beso mirándola fijamente.
Esos ojos.
Esos ojos tan azules.
-¿Porque?- dijo ella sin poder dejar de mirarlo
-Porque sé que tú también lo deseas- dijo él muy serio, mirándola también-no tienes compromisos, eres una mujer adulta, estas lejos de casa. ¿Porqué no?
-Si estuviéramos en Londres, y me dejara llevar por este momento...sería mal visto. Lo sabes- dijo ella.
-Bueno, es una suerte que no estemos en Londres.
-¿Qué le diré a mi padre cuando regrese? Que me he liado con un pirata, que ni siquiera está enamorado de mí y por supuesto no me hará su esposa. Una dama respetable.
Garfio le miro con el ceño un poco fruncido.
-Creo que tienes suficiente edad para no preocuparte por lo que dirá tu padre. También creo que tienes el concepto de amor muy sobre valorado- dijo mientras se alejaba de ella- ¿Crees que para tener sexo con alguien necesitas estar comprometida, casada o peor aún...enamorada?
"Peor aún" había dicho, el corazón de Annie se partió un poco por esas palabras. Ya sabía que no podía esperar esas cosas de él, pero aun así esa confesión dolió.
-Pues déjame decirte que estás bastante equivocada, la gente no se casa por amor. Las parejas no tienen hijos por deseo. Lo hacen por conveniencia, por posición, por dinero o bien por idiotas.
Ahí estaba el James tirano, intentando esconder sus sentimientos detrás de palabras hirientes.
Annie sentada nuevamente frunció el ceño como el.
- El amor aún existe para algunos, es verdad que el mundo se rige por reglas tan injustas que muchas familias están juntas por conveniencia como tú dices. Pero no todos son así, no todo debe tener un beneficio.
-¿Entonces tú crees en el amor?- dijo el hombre
-Yo sí.
El pirata le miro con el ceño fruncido, retrocediendo para alejarse de ella lentamente. No quitaría la barrera entre ellos. Ni siquiera le constaba que lo que ella decía lo sintiera de verdad.
-Extraño escuchar eso de alguien que asegura que el matrimonio es una perdida de tiempo, que gran contradicción.
-Tu no tienes idea de quién soy, de lo que creo o pienso- dijo ella levantándose de la cama mirándolo con tristeza, como deseaba que él supiera lo tanto que lo admiraba, lo tanto que había soñado con conocerle, lo que ese sentimiento hacia con su estomago cada que estaba tan cerca de él.
-Correcto querida, al igual que tú me desconoces en absoluto- dijo él con seriedad, mientras se escuchaban pasos acercándose a la habitación.
Annie apartó la vista de él con enojo, esa discusión no iría a ningún lado.
Un pirata de cabello castaño se asomó a la habitación, era joven, tanto como el capitán.
-James, estamos listos- le dijo a Garfio y Annie se sorprendió de la confianza con la que se dirigía a su capitán, notó que Smee no le trataba con la misma familiaridad.
-Bien, que bajen los botes- dijo el portador del garfio mirándolo de reojo.
El muchacho cerró la puerta dejándolos solos de nuevo no sin antes mirar a la muchacha y a su capitán, sus ojos cafés se encontraron con los cafés de la muchacha, solo por un instante antes de dejarles solos de nuevo.
-No quisiera que te enfadaras más conmigo, si tenemos perspectivas distintas es por algo. Y más nos vale respetar la opinión del otro.
-Como quieras, es hora de bajar- dijo él abriendo la puerta.
-¿No piensas ponerte zapatos?- pregunto ella al verlo descalzo y dirigiéndose hacia el exterior
El volteo a mirarla y con media sonrisa negó con la cabeza.
"Que hombre tan extraño" se dijo mientras se ponía sus propias botas.
Ella lo siguió para llegar hasta los botes que les llevarían a la línea de Costa.

Una ves en la playa y habiendo descendido del bote Garfio saco nuevamente el reloj dorado y una llavecita dorada con la cual le dio cuerda.
-Tenemos poco tiempo para esto, más nos vale apresurarnos- dijo mientras comenzaba a caminar con paso seguro.
-Ese reloj es muy hermoso, de oro...- dijo Annie admirada de la belleza del ejemplar
-Una vieja reliquia familiar- dijo él sin importancia, sacando un pañuelo manchado de un rojo muy opaco y envolviendo el reloj con él para volverlo a guardar bajo su abrigo. Annie se preguntó si serían manchas de sangre. Pero prefirió no comenzar a interrogarlo para evitar una nueva discusión, lo necesitaba de su lado, no en su contra.

El sol aún no se visualizaba en el horizonte, pero los primeros destellos de luz ya anunciaban un nuevo día. El cielo era una contradicción de pequeñas luces que pronto iluminarían del todo y una oscuridad que a la joven no le agradó en absoluto.
El ambiente se percibía extraño, no sabía porque pero a medida que avanzaban sobre la playa sin adentrarse en la selva un extraño sentimiento de desesperación se instalaba en su pecho. Cada paso solo lograba que la castaña se pusiera más nerviosa y que constantemente volteara a su alrededor como si algo o alguien se fuera abalanzar sobre ella en cualquier momento.
Junto con ella y Garfio se encontraban el joven de cabello castaño que había visto momentos antes, Smee y otros tres hombres que no conocía desde luego, uno de ellos con piel oscura, bastante alto y con largos pendientes en las orejas. Todos, absolutamente todos los hombres que le acompañaban iban armados con largas espadas, algunas de ellas más anchas que otras y con pistolas tan atemorizantes que Annie prefirió no mirarlas, ya que solo lograría ponerse más de nervios.
Sin embargo, que ellos se mantuvieran armados significaba que de alguna manera podrían defenderse si algo llegara a ocurrir, esa idea tranquilizo solo una pizca a la castaña.
El capitán de Jolly Roger percibió que algo no iba bien con la joven.
-¿Qué pasa, te inquieta la oscuridad?- intento deducir el ojiazul alentando su paso para que ella le alcanzase y caminar a su lado.
-No es eso, pareciera que el ambiente se vuelve pesado conforme avanzamos, siento una extraña opresión en el pecho, es como si el lugar nos dijera que nos vayamos de aquí cuanto antes- dijo ella intentando lo mejor posible explicar la extraña sensación que ese lugar le daba.
-¿A qué te refieres?, yo jamás he sentido nada similar cuando pasó por aquí - habló el joven que Annie había visto asomarse a la habitación del capitán antes de bajar- y he de decirte que he tenido que pasar en varias ocasiones por aquí, ninguno de nosotros a sentido lo que tú describes.
Él joven castaño los había alcanzado ya que iba unos cuantos pasos detrás de ellos, al llegar a su altura le ofreció a la muchacha una radiante sonrisa que reconfortó sobremanera a la castaña. Annie intentó simpatizar, después de todo era la tercer persona del barco que le dirigía la palabra.
-No lo sé, es extraño. ¿A qué has tenido que pasar por aquí?, aún no hemos llegado y ya quisiera regresar al barco- dijo con una pequeña sonrisa que contagió al castaño quien ensanchó su sonrisa
-¿No será que te estás acobardando?- inquirió Garfio quien no había perdido detalle de su corta conversación y de lo simpáticos que estaban siendo entre ellos.
-No lo hago, entre ustedes me siento segura. Pero me gustaría saber exactamente hacia dónde nos dirigimos- contestó ella volteando a ver al pelinegro quien redirigió su mirada hacia el camino.
-Nuestro destino es la laguna de las sirenas, es ahí donde el capitán ha dado la orden de dirigirnos- respondió el joven castaño capturando de nueva cuenta su atención
-¿Sirenas? - dijo ella frunciendo el ceño sin entender porque se dirigían hacia ese lugar.
-Tienes preguntas, y ellas pueden darnos algunas respuestas. Aunque he de avisarte desde ahora que yo no podré acercarme, así que iras sin mi.
Annie se sintió incómoda con la explicación, la señora Darling le había dejado bien claro que las sirenas eran seres peligrosos y que por experiencia propia le aconsejaba evitar a toda costa cualquier encuentro.
-Se que las sirenas son peligrosas...- comenzó ella
-Oh, claro que lo son, si logran que estés lo suficientemente cerca no dudarán matarte. Deberás mantenerte al margen- advirtió Garfio a la mujer
-¿Pero porque no me acompañarás?- le preguntó con algo de tristeza y un poco de desesperación
¿A caso esperaba que ella sola se enfrentará a las sirenas?
-Existen algunas diferencias entre nosotros, si me ven cerca ni siquiera se acercaran y saldrán huyendo de la laguna. Créeme, es vital que no me vean- dijo él sin quitar la vista del camino
-Si te sientes más segura, puedo ir contigo- se ofreció el muchacho de pelo castaño.
Annie se sintió tan feliz que casi salta de la alegría. Ya no estaría sola
-No sabes lo agradecida que estaré contigo si lo haces- dijo ella mirando al joven quien asintió a lo que ella decía.
-Mi nombre es Leandro- dijo el joven extendiendo su mano a forma de saludo. Ella encantada la tomó.
-Annie- respondió ella
-Bueno Annie, te presento a parte de la tripulación, ya que los estarás viendo muy seguido- dijo Leandro volteando a mirar a los hombres que caminaban detrás de ellos
-Annie ya me conoce- dijo Smee amablemente, a lo que Leandro asintió.
-Ellos son Junior...- un hombre mayor que el muchacho y el capitán levanto la mirada para hacer un saludo a la muchacha con la cabeza - Truman...- y fue turno del hombre alto y de piel oscura de voltear a mirarla, levanto la mano a manera de saludo donde llevaba lo que le pareció a la castaña una daga demasiado grande y ancha, algo intimidante- ...y Salvo- el último hombre que miraba hacia el mar apenas y volteo a mirarla antes de mirar la espalda del capitán y hablarle.
-James, estamos llegando- dijo Salvo acercándose al capitán.
-Y por supuesto que ya tuviste el honor de conocer a James, nuestro capitán- dijo Leandro con una sonrisa.
Todos se detuvieron.
-Si, todo un placer- dijo ella mirando al capitán quien le regreso la mirada.
Los ojos azules se encontraron con los cafés de ella.
-Puedes llamarme por mi nombre si te complace- contestó el hombre de largos cabellos
-James...-dijo ella con voz queda sin dejar de mirarlo
James asintió lentamente.
-O el descalzo como a muchos les gusta llamarle- soltó de repente Salvo detrás de James a lo que los hombres echaron a reír un poco.
James puso lo ojos en blanco riendo igual, y Annie contagiada por el humor del momento sonrió.
-No logro imaginar porque te llaman así- dijo ella con sarcasmo mirando evidentemente sus descalzos pies sobre la arena, provocando que las risas de todos aumentaran.
-Jamás le ha gustado el calzado, evita lo más posible utilizarlo- Dijo Truman con voz potente.

-Una verdadera rareza- coincidió Junior con el hombre de piel oscura.
-¿Quieren concentrarse en las malditas sirenas y dejar mis pies en paz?- dijo James con falso enojo, pero nadie le hizo caso.
-Lady Florence estaba descalza cuando llegó a ti- comenzó Salvo mirando hacia Annie y sus pies.
-No se si con tus lindas botitas logres captar la atención del capitán- añadió Smee
Todos volvieron a reír.
-Déjenla en paz- dijo Junior sin poder parar de reír de cualquier manera en su fallido intento de defenderla.

-Debe ser de familia eso de andar descalzo- dijo Truman
-Si Lady Florence lo estaba, eso quiere decir que lo es- coincidió James con Truman
-Entonces ya te puedes ir quitando las botas Annie, dámelas pronto, yo te las guardo- dijo con finjida preocupación Junior antes de que todos volvieran a explotar en risas

Si, ella y el capitán eran los hazme reír de todos ahí, pero ni eso impidió que los siete rieran como hacia bastante no lo hacían. Annie por un momento había olvidado las preocupaciones que la envolvían al pisar la playa.
Hasta que el sonido agudo de algún ser que se encontraba cerca, sonó tan potente que todos callaron enseguida.
Se miraron unos a otros, y Annie comenzó a temblar un poco mirando hacia el lugar de donde provenía el sonido. Sintió una mano en su hombro y volteó, Leandro la miraba con seguridad y asintió una vez indicándole que era momento. Ella volteó a ver al capitán quien hablo con voz ronca y queda.
-Estaremos muy cerca de ustedes, vigilaremos cada movimiento y si las cosas se complican...bueno...- dijo él abriendo su abrigo, y extrayendo de el su pistola quitando el seguro de ella y enseguida se escucharon el ruido de las armas del resto del grupo ser cargadas y liberadas de sus seguros como respuesta a lo que el hombre le decía a ella. Todos menos Salvo quien miraba atento hacia más adelante donde se encontraba la laguna, le miraron dejándole claro que no se preocupara, que estaban preparados.
Annie junto con Leandro caminaron hacia la laguna que se encontraba un poco adentrada en la selva y se conectaba directamente con el mar, varias rocas en la laguna y en la parte que la conectaba con el mar eran una barrera natural contra el oleaje que en ese momento era gentil y sin mucha fuerza.
-¿Qué se supone que les diré?- dijo ella en voz baja
-¿Cómo?- dijo Leandro mirando hacia el frente con cautela -Creí que sabías a lo que venías.
-Se a que vengo, lo que no se es cómo lo haré- dijo ella y enseguida ese chillido agudo inundo nuevamente el lugar, y después de ese uno más, y otro un poco más grave. Annie salto del susto, esos chillidos eran desagradables.
-Maldita sea, son varias.
-No podía ser facíl, ¿Verdad que no?- dijo ella con miedo, si una sirena ya representaba un problema, más de una no hacían más que complicar el panorama.
Leandro sonrió ante el comentario, la muchacha estaba muerta de miedo.
-Si bueno, no es fácil nunca nada en este lugar. Pero si me dices el porque estamos buscando sirenas tal vez pueda serte de ayuda.
Otro chillido se escucho, Annie volteo hacia atrás y en la espesura de la selva alcanzó a visualizar a los hombres armados, deseaba de corazón que no fueran necesarias las armas en ningún momento.
-Bueno, necesito conseguir información sobre Peter Pan.

-¿Qué quieres preguntarles en específico?
-Hay dios, no lo sé. No tengo ni la menor idea de que preguntarles. Necesito saber si saben cómo llego aquí, y porqué.
-¿Qué más necesitas preguntarles?
-El porqué el no regresó jamás a tierra firme y cuál es la relación que tiene con una mujer llamada Rachel.
-Esa mujer humana, cuyo nombre no es verdadero es la razón por la que Peter está entre dos mundos- dijo una voz femenina a la derecha de ellos.
Annie gritó del susto y se refugió detrás de Leandro sin siquiera haber mirado al ser que se dirigía hacia ella. Leandro se quedo inmóvil mirando al mitológico ser. Cuando ella se asomó detrás de la espalda del joven miro que sobre una de las rocas, la más cercana a la orilla del lago se encontraba lo que a primera vista podría llamarse una mujer.
Una muy hermosa mujer.
Su cabello rubio y empapado caía sobre uno de sus hombros cubriendo uno de sus senos, el otro estaba completamente descubierto dejando ver su rozado pezón. Annie no perdió detalle de sus esbeltos hombros y brazos, su abdomen plano se perdía ahí donde finas escamas entre azuladas y verdosas comenzaban a aparecer dando forma a la gran cola cuya punta estaba sumergida en el agua. Annie nunca había visto una mujer tan hermosa, si es que pudiera catalogarla como tal, fijó su mirada en los ojos del ser quien la miraba a ella sin perder detalle.

La sirena escrutaba con sumo interés a la muchacha, la miraba de arriba a abajo.
-¿Quién eres mujer humana?- dijo la sirena mientras otra sirena, esta vez pelinegra se asomaba desde la profundidad de la laguna un par de rocas más al fondo. Esa sirena solo mostraba la cabeza mientras estudiaba a la joven quién por fin se atrevió a salir detrás del castaño.
-Mi nombre es Annie, y necesito saber sobre el pasado de Peter Pan- dijo ella dando dos pasos hacia la sirena, Leandro tomo la mano de Annie.
-No te le acerques- dijo él
-Annie, las humanas no son bienvenidas aquí. La mujer de la profecía no lo fue nunca y tu tampoco lo serás- respondió la rubia.
-¿Mujer de la profecía?
La rubia frunció el ceño con enojo.
-Aquella por la que preguntas, la traidora de su raza y traidora amiga de las hadas. Culpable de la perdición de Barbanegra, guerrera que buscó su propia perdición y regresó al otro mundo para jamás volver.
-Rachel Wayne no era guerrera, se equivocan de mujer- aseguró Annie.
-Si no preguntas por ella, desconocemos a quien te refieres. Pues fue una guerrera quién comenzó el conflicto, por el cual nuestro hogar se vio en peligro. Ahora humana, largo de aquí.

En ese momento un disparo se escuchó en todo el lugar y Annie sintió un fuerte jalón en su pie. La sirena de cabello oscuro la tenía sujeta fuertemente y la jalaba hacia la laguna. Leandro saco enseguida una navaja con la cual alcanzo a cortar la mano de la sirena quien mostró sus dientes a la defensiva. Mas disparos se escucharon y Annie levanto la vista. La laguna estaba llena de seres que lanzaban objetos hacia ellos.

-Larguémonos de aquí- dijo Leandro tomándola de la mano esquivando los objetos que eran lanzados contra ellos. Corrieron en dirección del grupo detrás de ellos quienes disparaban hacia las sirenas.
-¿Qué fue eso?- grito Annie cuando se habían adentrado en la selva bastante lejos de la laguna.
-Esas fueron sirenas furiosas- contestó James acercándose a ella - ¿Eres idiota o que te ocurre? te dije que no te les acercaras.
-No me dí cuenta, cuando sentí ella me tenía sujeta del pie- se disculpo la muchacha jadeando por el esfuerzo de correr.
-Fue mi culpa James, no la vi, estaba demasiado atento vigilando a un par de sirenas que se nos acercaban a la izquierda.
-Bueno, ahora sabemos porque sentías esa sensación. A las sirenas les desagradan la mujeres- dijo Junior guardando su pistola
-Y eso es porque la mujer de la profecía solo trajo destrucción a sus tierras- añadió Truman
-Interesante- dijo Salvo
- En cambio con los hombres no hay ningún problema, ¿cierto?- habló Smee
-No mientras no te vean armado- dijo Leandro
- O junto a James- añadió Salvo
Annie se sentó en el suelo recargada en un árbol intentando controlar su respiración, al igual que ella el resto del grupo jadeaba.
-Bueno, Rachel no era guerrera. Era más bien, una ebria que no sabía cuidarse a si misma- dijo Annie mirando al suelo. James se acerco a ella y se arrodillo.
- Tampoco pienso que estuvieran hablando de la misma mujer- dijo él serio -La mujer de la profecía, aquella culpable de que el mocoso esté aquí es su madre. Quién por supuesto no se llamaba Rachel como la tuya.
Annie lo miró con interés.
-¿Cuál es su nombre?
-Azalea, la guerrera - dijo Truman recargado en un árbol frente a ellos -la guerrera que según la profecía traería al mundo al salvador de estas tierras.
Annie abrió los ojos de par en par
-¿A...Azalea?- dijo ella sin dar crédito, James y Leandro notaron el tono de desesperación en ella.
- Si pero Azalea desapareció de este mundo hace mucho. Murió dejando solo a su hijo quién tubo que enfrentarse a Barba Negra.
-¿Barba Negra?- dijo Annie mirando con los ojos bien abiertos al pirata de largos cabellos frente a ella.
-Con mi ayuda- dijo garfio sin dejarla de mirar - La historia la sabes ya, anoche hablamos de ello.
-Si, si...- dijo Annie cerrando los ojos, era mucha información.
-Esas sirenas no saben como defenderse, arrojan piedras como simios a lo idiota- dijo Junior mirando en dirección a la laguna.
-No dirías lo mismo si te encontraras en el agua con ellas, ni siquiera podrías decir nada pues estarías muerto- aseguro Salvo -¿Ahora qué James?
El pelinegro se levanto mirando a Salvo.
-No lo sé, creí que conseguiríamos mejor información que esta. Estaba seguro de que nos dirían algo que no supiéramos ya- dijo el hombre de ojos azules.
-Bueno, en tal caso quién debe decidir es Annie- dijo Truman mirando con sus negros ojos a la castaña - después de todo es por ella que estamos aquí.
Annie miro al hombre de piel oscura.
-¿Quién dio la profecía?- pregunto la muchacha
-¿Qué?- dijeron Leandro y Junior al unisono.
-Un profecía es dada por un profeta. ¿Cierto?- pregunto a todos
-En teoría así es- contesto Smee quitándose las gafas para limpiarlas con su camisa.
-Si puedo saber más sobre la profecía, sería de la misma persona que la dió- dijo ella
-Entiendo tu punto y no es tan sencillo- le dijo James
-¿Porqué? ¿Está lejos?- pregunto Annie
-Porque son los salvajes quienes tienen a la persona de la profecía- dijo Leandro mirando a James quien le regreso la mirada asintiendo lentamente.
-¿Podemos ir?- dijo la castaña
James la miro y arrojó un suspiro mirando al cielo que se encontraba ya iluminado del todo, en el horizonte el sol comenzaba a asomarse.
-Me vas a deber una muy grande después de esto- dijo el capitán hacia la mujer quién se levantó rápidamente con una sonrisa.
-Estoy segura de que ellos nos darán más respuestas-
-¿Cómo tu madre puede estar relacionada en todo esto? ¿En qué nos beneficia para vengarnos del mocoso?
Annie le miro con seriedad.
-Porque Rachel tenía un diario en el que hablaba sobre una tal Azalea, pero como muchas otras veces creí que era alguna de sus borrachas amigas, o algo similar.
-¿Y qué decía ese diario?- dijo enseguida James, todos le miraban con interés.
- No lo sé, no le preste mucha atención a su diario-
-Pues deberás leerlo entonces, puede que haya información en él que hayas pasado por alto.
- Ya pero, no tengo conmigo ese diario- dijo ella
-¿En dónde está?- preguntó Leandro
- En mi casa, con mi padre.
Hubo un momento de silencio antes de que James hablara.
-Pensaba que podríamos ir a la tierra de las hadas después de hablar con las sirenas, ellas conocieron a la guerrera Azalea y si ella conoció a tu madre estoy seguro de que las hadas saben sobre eso. Además de que estoy completamente convencido de que podrán contarte más historia sobre el niño volador.
- Ya, pero no crees que sería más sencillo ir a Tierra Firme por el diario de la madre de Annie- dijo Junior
-Por favor, les ruego que no se refieran a esa mujer como mi madre- dijo Annie con algo de disgusto intentando no sonar grosera
-¿Pasa algo?- pregunto Leandro
-Si que pasa, esa mujer es todo para mi menos mi madre, es solo una ebria abandonadora de hogares.
-Vaya, si que tenemos una historia complicada aquí ¿Cierto?- dijo Junior mirándola con una sonrisa.
-Porque no ponemos nuestras mentes en orden en el Jolly Roger, comemos algo y decidimos si regresar a Tierra Firme- sugirió Truman y para su fortuna todos estuvieron de acuerdo en ello.
-Aunque para ser honestos, voto porque sea Tierra Firme el siguiente lugar que visitar, necesitamos de nuevas provisiones y no estaría mal ir a visitar el Salón Turquesa- dijo Smee y los demás opinaron que sería una buena idea.
-¿Salón Turquesa?- dijo Annie mientras se dirigían a la playa en dirección al barco saliendo de la selva.
- Si, bueno. No creo que a tí en particular te agrade ese lugar preciosa- Dijo Truman con una sonrisa.

Después del susto vivido Annie sólo quería llegar al barco lo mas pronto posible. Había sido bastante peligroso lo ocurrido momentos antes, y eso que el día recién comenzaba.


¡Vaya!

Nuevos personajes y algunos inconvenientes. Pequeñas pistas sobre la historia de nuestro querido capitán.
Una escritora que es un desastre para escribir y publicar con rapidez pero que espera que la historia les esté agradando.
Soy terriblemente lenta, no se si es muy largo pero simplemente no podía parar de escribir.
¿Alguien más esta enamorada ( o enamorado ¿Porqué no? ) de este hombre? Yo si, completamente. ¡Lo digo con orgullo!

Muchas gracias por sus Reviews, no saben lo mucho que me ayudan a armarme de ganas para continuar.

Gracias por leer!