Disclaimer: Los personajes pertenecen a sus respectivos autores, con excepción de aquellos que he tenido que añadir para darle forma a esta historia.
El lugar estaba tranquilo, un simple puerto rodeado de pastizales, una pequeña bodega y más vegetación. A lo alto de una colina se podía visualizar una casa, ellas notaron que todos los hombres miraban hacia allá.
-Es hora muchachas- dijo Garfio a sus espaldas.
-Quiero verla ya- contestó ansiosa Zarina quien se adelantó a descender del barco bajo la mirada divertida del hombre.
-Te agradará- le dijo él a la castaña al quedarse solos.
-Espero que no tenga tu carácter- contestó Annie
-Dios, no. Me moriría si así fuese- respondió alarmado el pirata a lo que ambos comenzaron a reír -Tenemos tiempo para descansar, y aclarar las posibles decisiones que tomarás una vez que leas ese diario, no olvides que tenemos un trato.
-No lo olvido, yo obtengo venganza y tú la mano izquierda de Peter.
-Quiero la mano de Pan en mi poder y después dársela a comer al cocodrilo, entonces tendrá a alguien más que perseguir. Después de ello dejaré que se lo coma entero. Pero antes, quiero descubrir…que si no eres capaz de matarlo, de qué manera lo harás pagar.
-¿Nos escuchaste?
-No era mi intención, cuando llegue ya estaban enfrascadas en la conversación.
Entonces el capitán cambio su semblante, parecía como si el hombre quisiera añadir algo más, se acercó a la muchacha y tomo su barbilla levantándola.
-No sé si debiera, de cualquier manera ya estamos aquí, y tú y Zarina de alguna forma lo merecen.
Ella no comprendió las palabras del hombre. Él se acercó a su rostro en un gesto que aseguraba que la besaría tan solo alcanzara sus labios, sin embargo se detuvo al estar muy cerca de su cometido y la miro fijo a los ojos.
-¿Cuánto tiempo más resistiremos?, estamos a punto de arder Annie, ¿No lo ves?
Haciendo acopio de todas sus fuerzas Annie desvió la mirada y avanzó para alcanzar a Zarina. Le aterraba quedarse un momento más a solas con él.
James se quedó quieto en su lugar mirando hacia la costa, de no haber hecho la castaña ese movimiento la habría besado, pero ahora notaba que ella comenzaba a mostrar más carácter y no solo dejarse llevar por la situación.
Sonrió complacido, después de todo no había decidido mal, ni por un arrebato de locura.
Annie noto que casi toda la tripulación se dispersaba a distintos lugares. Unos permanecían en el navío, otros habían bajado a la bodega cerca del mar y otros se alejaban del puerto.
-Irán al pueblo en busca de provisiones para todos- explicó James a las mujeres una vez estuvieron todos juntos en tierra.
Sin embargo Salvo, Truman, Junior y Leandro les acompañaban camino colina arriba. Se dirigían a aquella casa.
Era una casa de tamaño considerable, pintada de blanco, con un hermoso jardín perfectamente cuidado donde rosas y claveles crecían.
James se adelantó al grupo para tocar la puerta, miro a las mujeres con una sonrisa mientras ellas le devolvían miradas de curiosidad. Se escuchaban pasos desde dentro que se acercaban a la puerta.
Al abrirse, el olor a vainilla inundó el olfato del grupo, y una mujer de gesto amable se encontraba frente a ellos.
Ojos verdes y cabello rubio clarísimo caía como cascada hasta la espalda, piel blanca como perla. Iba vestida con un vestido holgado y llevaba un chal por encima, estaba descalza. Tardó un poco en hablar debido a la impresión de encontrarse al grupo frente a ella.
-¿Primo?- dijo con una voz tan dulce que Annie quedó enganchada enseguida.
La mujer tomo a James por las mejillas para mirarle fijamente.
-Soy yo Florence- respondió el hombre con voz cargada de emoción.
La mujer no dejaba de mirarlo como si de un sueño se tratase, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.
-Eres tú- dijo antes de abrazarlo fuertemente. Dentro del abrazo la mujer se percató de la presencia de los demás.
-Muchachos...
James soltó el abrazo para que ella pudiera verlos mejor.
Salvo se adelantó a las castañas acercándose a la mujer.
-Sabías que volveríamos por ti- dijo a la vez que tomaba su mano y la besaba con educación, después de eso recibió un abrazo de la rubia. Truman y Junior la abrazaron después. Aquellos hombres que podían pasar por rudos y sin corazón habían cambiado su semblante por completo.
Hasta que la rubia miro al resto del grupo James hablo.
-Ellas son Zarina y Annie- presento el capitán quitándose el sombrero y señalándolas respectivamente.
-¿Es ella? ¿De verdad?- dijo con emoción la rubia acercándose a Zarina.
-Hola- dijo el hada con una sonrisa mientras la mujer tomaba sus manos entre las suyas
-He escuchado tanto de ti, no sabes cuánto he deseado conocerte.
-¿De verdad?, yo...yo apenas he sabido de ti. Y también deseaba verte...Florence- contestó Zarina con tranquilidad, a pesar de estar tan emocionada como la rubia. Florence beso la mejilla del hada y después la abrazo.
-Gracias por cuidarlo tanto, es tan tontito que se habría perdido en sí mismo. Gracias por hacerlo tu niño perdido.
-Creo que era el destino- contestó Zarina sonriendo encantada de la amabilidad de la rubia.
-Y sobre la traición…- dijo más seria la mujer de ojos verdes mirándola- es algo que no consiento en absoluto y algo que tendrá que pagar en definitiva. Zarina se quedó en silencio, parecía que era la primer disculpa que recibía sobre el suceso.
-Haremos que esto se resuelva, porque al parecer es un caos- dijo Florence volteando a ver a James quien le sostuvo la mirada con melancolía y después miro al hada.
Annie por primera vez miro en la mirada del pirata arrepentimiento.
-Por supuesto qué hay que hablar Zarina- habló el capitán, mientras que el hada le devolvía una mirada de recelo. Por supuesto que el hada no creía en las palabras del hombre.
-Tranquila, yo cuidaré de ti- dijo la rubia al hada. Zarina sonrió en agradecimiento.
Florence entonces miro hacia Annie y Leandro.
-Annie ¿cierto?- dijo Florence acercándose a ella.
-Es un placer Florence- contestó la castaña antes de ser abrazada por la mujer.
Florence extendió la mano sin soltar el abrazo con la castaña para alcanzar la mejilla de Leandro a manera de saludo y este tomo su mano entre las suyas sonriente.
-Él es Leandro, mi mano derecha- dijo James
-Pensaba que ese puesto era tuyo, Salvo.
-Creo que merezco un descanso de tanto arduo trabajo, y el muchacho cumple bien sus labores- contestó el hombre mayor con una sonrisa
-Es un placer conocerla Lady- hablo el muchacho
-El placer es mío Leandro, si James ha puesto su confianza en ti, es porque eres digno, un hombre leal.
-Daría mi vida por este hombre.
-Tonterías- contesto James mirando hacia el interior de la casa
-Mi vida le pertenece después de lo que ha hecho por mí.
-Como si hubiera valido la pena- contestó el capitán aun mirando al interior.
-Lo hizo, cada acción valió la pena- se defendió el muchacho mirándolo.
-De haber sido así yo habría podido salvar a tu madre- reprochó el ojiazul mirando por fin al joven.
-¿Tu madre?- dijo sin comprender Lady Florence mirando con preocupación al joven frente a ella.
-Tu nos diste libertad, más allá de lo que haya…
-Murió por mi culpa Leandro, soy yo quién te debe más de lo que crees. No merezco tu lealtad.
-Eso es mentira- mencionó Leandro levantando la voz. La situación se había puesto más tensa.
-Calmémonos un momento- Hablo Truman desde su posición logrando que los hombres dejaran de discutir. Florence regresó su atención a Annie quién al igual que el hada se mantenía callada y asombrada de lo que acababa de presenciar.
-Ella es Annie, y es un caso particular- terminó James con sus presentaciones con un poco de molestia por las palabras entre él y Leandro. Florence volteó a ver a su primo con ojos bien abiertos y una gran sonrisa.
James al percatarse de su actitud negó con la cabeza previniendo lo que iba a pasar.
-Ya era hora de que trajeras una mujer contigo James- dijo la rubia.
Los hombres rieron ante eso, Zarina se asombró y la situación provoco que Annie se sonrojara.
-Oh no, yo no...-intentó explicarse Annie pero Florence la interrumpió
-Se el tipo de hombre problemático que es mi primo Annie, y lo difícil que es relacionarse con alguien como él. ¿Porque razón le acompañas?
-Creo que es una historia un poco complicada- explicó James.
-Entonces pasen y pónganse cómodos por favor, estaba por tomar el té, prepararé más para todos ustedes.
Más que agradecidos, todos entraron a la casa. Florence retuvo a Annie en la puerta para estar a solas con ella.
-Antes de que cualquier circunstancia manipule tus respuestas, dímelo. ¿Estás interesada en James?
-¿Cómo?-Pregunto alarmada la castaña.
-Le conozco perfectamente para saber que la manera en la que te mira en comparación a su hada es diferente. Cariño, si tú logras llegar a su corazón como mujer yo seré la más feliz del mundo- dijo Florence tomándola de las manos.
-Alguien como él jamás se fijaría en mí de manera seria- contestó con sinceridad la castaña, fallando en su intento de ocultar sus sentimientos. Los momentos a solas con el capitán y su anterior discusión sobre el amor aún giraban en su mente.
-Yo no estaría tan segura cariño. Creo que justo ahora, acabas de dar un paso muy grande. El jamás, a excepción de Zarina por ser su hada, habría traído aquí a una mujer. Él me dijo alguna vez, que mi hogar no sería pisado por ninguna mujer que no fuera digna de conocerme. Y si tú no eres su hada como es el caso de Zarina, entonces eres la mujer que está robando su corazón. Y lo mejor de todo… es que ni siquiera él se ha percatado de eso.
Annie se quedó mirando a la rubia sin creer lo que decía.
-Ni siquiera Lily o Támara han tenido ese privilegio.
-¿Quiénes?- preguntó Annie.
-Lily es la princesa de los pieles rojas en Nunca Jamás, si vienes de ahí creí que lo sabrías.
-Oh vaya, yo solo la conozco como Princesa Tigrilla.
-Bueno, así es como su pueblo se refiere a ella, pero su nombre es Lily. Y Támara es la encargada del Salón turquesa.
-No he visto a ninguna de las dos en mi vida. ¿Qué representan ellas?
-Dos de las más importantes conquistas que James ha tenido en su vida, dos mujeres lo bastante importantes para él que yo creería las traería con él alguna vez. Pero jamás lo hizo. Eso quiere decir que no fueron tan importantes como lo eres tú.
Annie estaba más que impresionada por conocer esos detalles. Así que Lily había sido la mujer que lo cautivo en Nunca Jamás, y Támara en tierra firme.
-La razón por la que yo estoy aquí, es porque es la ruta que nos llevará hasta mi hogar donde conseguiré un objeto que me será de utilidad en un futuro para derrotar a Peter Pan. Hace nada que conozco a su primo, y a diferencia de ellas no somos tan cercanos como para tener una relación.
-Creo que no te percatas de lo esencial que es el hecho que te haya traído. Aún si hoy mismo lo hubieras conocido. Créeme, pudo haberte llevado a tu hogar antes de venir aquí, cualquiera de su tripulación pensaría eso al saber que recién se habían conocido. Pero no lo hizo Annie.
Y la castaña cayó en cuenta que los hombres de la tripulación le habían sugerido llevarla a su casa mientras ellos visitaban a Lady Florence, pero James había rechazado la idea diciendo que irían juntos a casa de la mujer.
-Eso ocurrió, su tripulación sugirió dejarme en casa para poder venir aquí.
-¿Y que hizo él?
-Rechazó la idea, quiso que todos viniéramos a verte.
-¿Lo ves? - saltó de emoción la Rubia- ¿Ahora comprendes lo que te digo? No eres ninguna coincidencia Annie. Eres el destino.
La castaña miro los ojos verdes de la mujer y sonrío ¿De verdad James estaría interesado en ella como mujer y no solo para derrotar a Peter?, le costaba un poco creérselo en verdad.
-Ahora que tú y yo hemos aclarado las cosas creo que podemos entrar, y lejos de lo que tú y él nieguen allá dentro, tú y yo tendremos constantes pláticas, quiero conocerte, saber a cerca de lo que James percibe en ti. Eres hermosa eso me queda claro, y pareces tener un alma noble.
Esas palabras provocaron el sonrojo de la castaña.
Florence la llevó de la mano hacia el interior de su hogar donde los demás ya se encontraban descansando en la sala y comedor de esta. Annie sintió la calidez de un hogar tranquilo y el trato amable de una mujer que la tomaba en consideración.
Vainilla...la rubia también olía a vainilla.
Dentro se pusieron al día sobre la vida de Florence, ella desde que la habían dejado en Tierra Firme había cambiado bastante. Ya no era aquella jovencita menor que James a quién habían dejado en la isla por última vez. Ahora era una mujer madura, tan hermosa como jamás la habían recordado, pero mayor.
-Ahora soy más grande que tu primo, ignoren las marcas que la edad deja en mi rostro.
-Tonterías- contestó el ojiazul sentado a su lado tomando una de sus manos con su mano izquierda y depositando un casto beso en ella– jamás haz estado tan hermosa.
Zarina, Annie y Leandro miraban con admiración el como todos ellos elogiaban a la mujer, era más que evidente que le querían demasiado. No tardaron en acordar que ella se les uniría, tal y como James había dicho, no permitirían que envejeciera y eventualmente muriera. Ella no se resistió, era gracias a James que su vida había tenido un verdadero significado, era gracias a él que su estancia en aquella Isla, regalo de la Reina de Inglaterra no había perecido ante tantos bárbaros que continuamente visitaban los salones que le pertenecían. Piratas, mercenarios, marinos. Había conocido todo tipo de hombres quienes visitaban su isla en busca de provisiones, buena comida y descanso…pero jamás compañía sexual de ningún tipo. En ese puerto no existían los prostíbulos, era únicamente un lugar de descanso y pasatiempo, para resolver sus más íntimas urgencias los marinos tenían puertos que frecuentaban en otros mares, tierras tan llenas de bajos valores como de prostitutas. Nadie en todo el tiempo que ella había estado como dueña de esas tierras, se había atrevido a faltarle el respeto o ponerle una mano encima. Todo hombre y mujer sabía que a la dueña de esas tierras la protegían los piratas más temidos y respetados de los mares. Jamás nadie quiso problemas con "El descalzo" y su tripulación de 50 hombres capaces de hacer arder a quien intentara acercarse a la mujer. Era no solo una mujer respetada, también a ella acudían para conseguir su consejo. Habían rumores que aseguraban que practicaba brujería, porque de otra forma, ¿De qué manera una simple mujer podría ser dueña de toda una isla y ser la mujer más influente en los mares de occidente?
-No son más que rumores estúpidos- dijo Salvo a un lado de la chimenea, recostado en el suelo sobre una buena cantidad de cojines.
-Tan falsos como los rumores que aseguran que "El descalzo" es el mismísimo hijo del gran James Brooke –Añadió Truman al otro lado del salón sentado en la mesa comiendo uvas junto a Leandro, sus palabras provocaron que Florence riera divertida.
-¿Quién es el?- Pregunto Zarina quien se encontraba sentada en un sillón junto a Salvo.
-Un hombre al que le debo mucho, falleció hace bastante tiempo- contesto el capitán.
-¿Por qué dirían que es tu padre?- dijo Annie
-Por la misma razón por la que algunos tachan a Florence de bruja, por estúpidos, solo eso- Menciono Junior recargado en la puerta con los brazos cruzados.
La noche había caído y Florence como siempre, ofreció a los piratas camas con sabanas limpias después de una abundante cena, en la que platicaron a cerca de lo que harían después de pasar un tiempo ahí, dándole tiempo a Florence de empacar lo necesario y gestionar a cargo de quienes se quedaría la administración de todo en la isla en su ausencia.
-Será mejor que una de las habitaciones sea para las muchachas- Dijo Junior- Yo puedo dormir en la sala Florence.
-Igual yo- se unió Salvo.
-No me digan que estos mares han despertado en ustedes gran caballerosidad- dijo la rubia con una cálida sonrisa.
-No estarás insinuando que Leandro y yo somos unos mal educados- Dijo Truman desde la puerta de su habitación mientras el resto se dirigía a sus sitios de descanso.
Florence rio antes de defenderse
-Solo insinué que Junior y Salvo son caballerosos únicamente cuando están ebrios, tanto que invitan a un faro de luz un par de copas como si de una dama se tratara.
Todos rieron con ganas al recordar la anécdota que Florence describía. Zarina y Annie contagiadas rieron ante tal comentario.
Truman y Leandro dormirían en una habitación con dos camas, al igual que Zarina y Annie. James tenía su propia habitación en aquella casa, una con una cama matrimonial al igual que Florence. Aquellas dos habitaciones eran intocables para los demás, no porque ellos no quisieran compartirlas, nadie se sentía cómodo invadiendo sitios de dos personas importantes como ellos. Annie se sentía fascinada por la familiaridad que había entre todos ellos, a diferencia del resto de la tripulación quienes dormirían o en el barco o en algún asilo de la isla, todos ellos y ahora sumando a Leandro a la lista tenían el privilegio de residir con Florence. Eran como una familia.
Familia.
No pudo evitar pensar en su padre, quien estaría preocupado por ella. Dentro de la habitación que compartiría con Zarina, la muchacha comenzó a pensar en el tiempo que había estado lejos de su hogar.
-Zarina, ¿Recuerdas la hora en la que llegue contigo a Nunca Jamás?-
Zarina se quedó pensando un instante antes de responder.
-A pesar de ser un hada, estoy familiarizada con la forma en la que los humanos miden el tiempo. Yo misma tengo un reloj Annie, pero me temo que no reparé en ese detalle, lo siento.
-No importa…yo…- dijo Annie distraída mientras caminaba hacia fuera de la habitación dejando a Zarina sola. Si ella no lo recordaba, tal vez James sí.
Caminó por el pasillo en camino a la habitación donde vio que James entraba al despedirse todos para dormir. Se acercó a la puerta y sin pensarlo toco tres veces.
Después de un momento la puerta se abrió dejando ver al capitán.
-Annie.
-James, necesito…
-Por supuesto, pasa- dijo este tomándola del brazo y jalándola hacia dentro de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
La habitación era sencilla, sin mucha decoración. Un espejo de cuerpo completo, la cama matrimonial, un ropero y una mesa con lámpara. Nada lujoso. Annie miro hacia el hombre y se percató que no llevaba la camisa, únicamente vestía unos pantalones holgados color gris. Llevaba el cabello suelto y movía los seguros de la prótesis que terminaba en el dorado garfio que siempre mostraba.
La muchacha sonrojada miro hacia otra dirección.
-¿Qué ocurre?
-Sólo quiero preguntarte, si recuerdas cuanto tiempo pasé en Nunca Jamás.
-¿Qué cuánto tiempo?
-Sí, ¿Recuerdas lo que me contaste sobre el tiempo que pasa en Tierra Firme estando en Nunca Jamás?
El hombre la miraba con atención aun luchando contra los seguros sobre su hombro.
-Debió ser un día completo en dado caso. Solo pasaste una noche ahí. Y hoy es Septiembre 13 aquí, lo he comprobado a la hora de la cena.
-Dios, que alivio- dijo ella mirándolo, olvidando que el hombre tenía el pecho desnudo.
-¿Qué día saliste?
-Septiembre 11, pasamos dos días fuera…bueno, yo pase dos días fuera de casa.
-Sin embargo nosotros pasamos varios años desde la última vez que pisamos esta casa. Ahora mi querida prima es incluso mayor que yo, cuando yo soy en realidad mayor que ella.
-¿Qué dices?- se sorprendió la joven
-Cuando Florence nació, yo ya navegaba los mares más hostiles Annie, cuando nos vimos por vez primera era una jovencita…
James soltó una pequeña risa recordando aquellos tiempos en los que una joven Florence se había presentado ante él y su tripulación de desalmados piratas de los que tanto hablaban las leyendas. Annie le miro con atención y noto que no dejaba de luchar contra los cierres. Se acercó a él.
-¿Me permites?-dijo ella
-No quiero que creas que soy un manco inútil.
-No seas tonto.
Ella le ayudo a desabrochar, no sin trabajo, los seguros de la prótesis y él no le quitaba la mirada.
-Debió ser muy difícil acostumbrarse a no tener tu mano.
-En principio sí, pero me las arreglé para adiestrar la izquierda.
-Eres un hombre fuerte.
-Y tu una mujer hermosa.
Annie sonrojada desvió la mirada caminando hacia la ventana. Desde la habitación podía observarse una espléndida vista hacia el mar.
-Ahora veo porque Florence te dio esta habitación, la vista es maravillosa.
-Cualquier vista se queda corta a tu lado- dijo el acercándose a su espalda y abrazándola desde atrás. Annie sintió un exquisito escalofrío al sentir la nariz del hombre en su cuello aspirando su aroma. Ella recorrió sus brazos con sus manos entregada en la sensación hasta llegar al extremo de ellos. Con una mano entrelazo los dedos de él con los suyos y con la otra envolvió el final de su brazo y donde empezaría su mano si aún la tuviera.
-¿No te es repulsivo tocarme?, es decir…no tengo la mano.
-No eres repulsivo, y en dado caso tú deberías asquearte de mi inseguridad y falta de coraje.
-Ahora la tonta eres tú. No puedo estar más a favor de tu venganza. Solo quiero saber más. Dices que no es mucha tu información, pero aún no me dices por qué darle tanta importancia a tu madre muerta y a un pelirrojo que ni siquiera sabe que existes.
Annie volteo a mirarlo y él sin resistirse más la besó. Fue un beso calmo, delicado. James la tomo de los glúteos y la cargo para sentarla en el borde de la ventana sin dejar de besarla. Aún sin tener una mano era bastante capaz de realizar acciones con gran facilidad.
-¿Me dirás la verdad?- dijo el con sus labios pegados a los de ella. Annie asintió.
Ella le explicó que Rachel sólo había vivido con ella y su padre hasta que cumplió doce años. Justo en su doceavo cumpleaños Rachel los había abandonado dejando una carta atrás. Había saqueado la bóveda del banco de su padre y la de otros dos compañeros del trabajo de este que habían confiado sus bienes a Benton. Estos habían demandado al hombre por fraude y había caído preso dejándola al cuidado de otros familiares. Al no poder pagar por la libertad de su padre, este tuvo que pasar varios años en prisión mientras ella seguía con sus estudios y comenzaba a trabajar. Cuando Benton recibió libertad ella tenía 17 años y regresaron a su hogar con ayuda de los familiares de Benton quienes lograron recuperar la casa que les embargarían. Debido al historial criminal de Benton el banco le negó su anterior puesto de trabajo, y en muchos otros lugares le negaban trabajar por la misma razón. Ella y su padre vivieron muchas carencias, pero juntos sobrevivieron el día al día.
-No sabes lo que es ver a tu padre tan roto, tan desilusionado de la vida. La amaba, era la mujer de su vida James. Y nos traicionó. ¿Para qué? ¿Para largarse con algún amante?
-¿Y cómo llegaste a saber sobre Nunca Jamás?
-Dos meses después de que ella se fuera y mi padre entrara a prisión, un par de hadas llegaron a la casa. Yo estaba ahí de casualidad porque aún empacaba cosas mías y de mi padre para desalojar la casa debido el embargue. Ellas estaban en la habitación que mi padre compartía con ella y yo estaba afuera en el pasillo. Hablaban sobre a dónde podría haber ido si ella no estaba en Nunca Jamás y tampoco en la casa. Se preguntaban si las habría traicionado y que tenía que volver a Nunca Jamás. Hablaban sobre Peter, decían que Peter estaba esperándola para cumplir la profecía y que tenía que reunirse con él. Ahí lo entendí todo, se había largado para encontrarse con Pan, nos había dejado a mi padre y a mí en la miseria para compartirla con él.
Para ese momento Annie lloraba, James la abrazo con fuerza. No podía creer que Pan hubiera estado involucrado así con la desgracia de alguien. Ahora sí que tenía una razón más para odiarlo.
-Al inició creí que Peter era su amante, eso pensé durante mucho tiempo. Pero después al crecer y comenzar a trabajar como educadora personal para los Darling…
-Descubriste todas las historias sobre el bastardo y Nunca Jamás
-Wendoline fue la primera en confesarme que ese lugar era completamente real, y no solo fantasías de cuentos para sus nietos. Mi interés se hacía cada vez más y más grande. Nunca había creído en hadas hasta que las vi en la habitación de mi padre, y fue gracias a Wendoline que descubrí que Peter era un niño y no un adulto como yo había pensado por mucho tiempo. Ella se había largado con un niño y en sus manos llevaba el dinero de mi padre y de sus amigos. Llegue a pensar que ella habría descubierto ese lugar por alguna casualidad y ahí había conocido a Peter, Wendoline me afirmo que el llevaba mucho tiempo viviendo en ese lugar…es decir; ella de niña cuando lo conoció era tan joven como él…y hoy en día que es una dama y ha hecho su vida…el sigue tan joven como aquellos tiempos. Y si ese lugar representaba una eterna juventud para quienes la habitan, no me costó mucho entender la razón por la que ella huyó a ese sitio, la eterna juventud es un mito muy codiciado por el humano desde tiempos inmemorables James. Y ella se largaría con su nuevo amiguito a compartir una eternidad con las riquezas que a mi padre tantos años le costó obtener.
-Haremos que pague por eso.
-Si no podemos hacerle pagar ahora que está muerta, haré que Pan pague por ello. Aunque creo algo frustrante la idea de llevarlo preso sin pruebas.
-¿Preso?
-No sé con exactitud si todo lo que robó Rachel en realidad Pan disfruto junto a ella. Es por eso que necesito saber más. Necesito saber la verdadera razón por la que nos hiso eso. Quiero saber porque Peter la conocía, y que ocurrió con ella después de irse.
-Si no supiste nada sobre ella, ¿Cómo estas segura que murió?
-Tiempo después a la casa de mis tíos llego un certificado de su defunción, venía firmado por un tal Albert Becher, recuerdo que mis familiares se habían alarmado de que tal persona mandara el acta.
James se había extrañado por escuchar aquel nombre.
-¿Y por qué?
- Decían que sus bares estaban mal vistos, que su fama como "El tuerto Albert" y las mujeres con las que se juntaba no eran de un hombre respetable.
Annie miro como James desviaba la mirada nervioso, y pasaba la mano por su frente suspirando dándole la espalda.
-¿Qué pasa?
-Annie, ocurre que yo conozco a Albert…al tuerto Albert.
-¿Qué?- dijo sorprendida dando un salto para ponerse de pie a espaldas de James.
-Albert fue el anterior dueño del Salón Turquesa.
- ¿Es el salón al que tus hombres insistían en ir? ¿Ese salón se encuentra en Londres?
-El mismo.
-Dios mío James, tenemos que ir ahí…tengo…ese hombre puede saber lo que ocurrió con Rachel.
-Sin duda sabe algo, si les mando el documento debe saber más que tú y yo al menos.
James la miró por fin con gesto severo.
-Annie…ese hombre…quiero decir…ese sitio…
- ¿Qué pasa?
- ¿Tienes alguna idea de lo que es el salón Turquesa?
- Algún bar supongo
James suspiró antes de hablar.
-Es un prostíbulo.
La joven se quedó en silencio sin saber que decir. ¿Qué rayos tenía que ver Rachel con el dueño de un prostíbulo?
-James… y si ella hubiera robado el dinero para ese hombre?, ¿Y si fue por él que robo todo aquello?...o peor aún… ¿Crees que ella…crees que ella haya sido una…
-No hagas conclusiones precipitadas, cálmate un momento Annie- dijo James avanzando hacia ella y tomándola de la mano para llevarla a la cama y sentarla evitando que formara la frase que estaba a punto de decir.
La castaña mantenía la mirada perdida ideando mil razones por las que ese hombre conociera a Rachel. James tomo su mentón y le dio un beso.
-Tenemos que ir al salón antes que a mi casa, James así podré llevarle información segura a mi padre.
-Estoy de acuerdo pequeña, creo que por hoy han sido muchas mociones, ¿Te apetece quedarte conmigo esta noche?
-¿No piensas abusar de mi cierto?- contestó ella intentando sonar mejor, aunque su mente aún seguía llena de incógnitas.
-Prometo no tocarte. Recuerda, diversión sin romance.
-¿A qué te refieres?
-A nuestra pequeña discusión en mis habitaciones.
Annie desvió la mirada, no se sentía de humor para filosofar sobre el amor o si el sexo consensuado sin sentimientos era correcto o no.
-Será mejor que me vaya- dijo ella intentando levantarse
-Quédate, prometo no decir ni hacer más estupideces, siento haberte recordado la discusión, no volverá a pasar- dijo el sin dejar que se levantara.
-Tengo miedo, James tengo miedo de que una prostituta haya sido la razón de la des…. Oh por Dios…Oh por Dios….- dijo Annie levantándose de la cama y caminando de un lado a otro de la habitación.
-¿Qué? ¿Qué pasa?- dijo alarmado el hombre de largos cabellos levantándose con ella.
Annie se quedó quieta un momento para mirarlo y enseguida desvió la mirada hacia la ventana.
-N...nada. Necesito definitivamente ir a ese salón James, necesito ir antes que a casa.
-Dime que es lo que te alteró- dijo el acercándose a ella
-No me compete decirlo, sobre todo cuando no me consta…aunque sea tan probable…-dijo ella comenzando a llorar.
James no entendía nada.
-¿No me dirás?- dijo mirándola llorar.
-Es algo que yo no puedo decir, es algo que le compete a mi padre James. Por favor no me hagas seguir- la muchacha estaba de verdad afligida.
-Vale, vale pero deja de llorar, ¿Quieres?, detesto verte llorar- esa noche había descubierto la gran angustia que sentía al ver llorar a la muchacha, detestaba verla tan afligida y no saber el porqué. Era como cuando algo le pasaba a Florence pero tampoco quería hablarle de ello para no preocuparlo, eso solo hacía que él se sintiera impotente y era una sensación horrenda para él. El no saber cómo ayudarlas.
Annie comenzó a limpiarse las mejillas.
-Tranquila- se decía a si misma –Tranquila Annie no sabes si es esa la razón…Dios mío es tan evidente. ¡Tuvo que ser ella!
-Creo que fue suficiente por hoy, deja de pensar en lo que sea que estás pensando si no me dejas saber que ocurre y ven a la cama por favor.
Ella respiro hondo calmando por fin su llanto y mirándolo accedió a su petición. Si ella se mostraba más tranquila el dejaría de interrogarla de algo que no quería hablar. Era mejor estar en paz. Ambos se recostaron en la cama sin cobijarse, el capitán la abrazo hundiendo su rostro en su cabello trenzado y aspiró su aroma. Annie había callado algo más en el momento de hablar sobre el salón turquesa. Florence había mencionado que Tamara era la encargada del lugar.
Tamara…una de las mujeres que más había importado a James…encargada de un prostíbulo.
Annie intento contenerse en cuestionarlo al respecto o romper a llorar por las mil historias que su cruel mente le mostraba. Por esa noche se dedicaría a disfrutar de las caricias que ese hombre le hacía en la espalda y brazos, hasta caer dormida. Con suerte esa noche no tendría pesadillas, aunque con todo lo que había vivido en veinticuatro horas no apostaba por ello.
Fuera de la habitación, Florence se encontraba impactada por lo que había escuchado. Había caminado hasta la habitación de James para entregarle toallas limpias por si el necesitaba tomar una ducha, al igual que les había dado toallas a los demás momentos antes. No se había imaginado que se encontraría escuchando a escondidas la plática entre ellos, Annie le intrigaba demasiado, y saber que era la primera mujer que acompañaba a su primo en años solo avivaba más su curiosidad por saber más sobre lo que pasaba entre ellos. Pero fue imposible que no escuchara la conversación y que al igual que James se sintiera afligida por la historia de la chica, estaba más que dispuesta a darle su ayuda y consuelo si Annie se lo permitía.
Sintiéndose mal por haberse entrometido en cosas muy personales para la castaña camino a su habitación pensando en cómo tomaría la joven el hecho de que estaba por conocer a Tamara, y lo que fuera que ese tal Albert tuviera que contarle.
Hola de nuevo.
Aquí está un nuevo capítulo, un nuevo personaje, nuevos secretos revelados y muchas nuevas incógnitas. Ahora James tendrá que ayudar a la pequeña Annie a resolver las pistas de su pasado y ese viaje a Londres estará lleno de nuevas sorpresas. Esa tal Rachel si que trajo problemas a la joven Annie, pero sobretodo a su padre Benton.
Sé que soy la menos constante en eso de actualizar, pero espero que al menos en cada actualización el tiempo de espera haya valido la pena, ya que es un gustazo escribir esta historia. Yo misma me quedo con las ganas después de publicar un nuevo capitulo, de saber que sigue en la historia, pero para saberlo me tengo que poner manos a la obra y ustedes esperar un poco más. Un abrazo, hasta el otro lado del ordenador donde se que siguen la historia.
¡Muchas gracias por leer!
