¡Esto tenía que ser una broma! Justo en el instante en el que había empezado a vislumbrar una posible salida a tan estresante enfrentamiento, aparecen de la nada Polly Paín y Risas para acabar con mi preciada calma; y volver a dejarme como en un principio.
Tan pronto las chicas se percatan de su inusual presencia, y sin dejar de lanzarles un par de miradas llenas de desprecio; no tardan en decirles:
—¡Vaya, vaya! ¡Pero miren quien llegó! —exclamó Tabby con ironía—. Me pregunto quien invitó a estas perdedoras a nuestra fiesta privada.
—¡Largo de acá! ¡Este no es lugar para puritanas! —afirmó Haiku con repulsión.
Las ofensivas palabras de Tabby y Haiku causaron una automática desazón en las recién llegadas, generándoles mucha más molestia de la que ya tenían.
El profundo odio que se profesaban estas chicas, no era algo para tomarse a la ligera.
Luego de escuchar los pronunciados ataques en su contra, y con una actitud bastante desafiante en su molesto rostro; Polly no demora en responderles:
—A quien llaman puritanas, par de brujas. —exclamó con brusquedad.
—¡A ustedes! —señaló Haiku sin el menor recato—. Y en especial a ti que tienes cara de que no encontrarías un pene ni en un libro de anatomía.
—¡Así es! —sollozó Tabby con firmeza—. Ambas tienen la palabra "perdedora" escrita en la frente; así que salgan ya del cuarto y déjennos tranquilas.
Mientras las chicas habían comenzado a lanzarse fuertes ataques y palabras subidas de tono, me llamó fuertemente la atención el ver como Risas permanecía de lo más callada en un extremo, y con la mirada un poco perdida.
Fue así que mientras las ofensas iban y venían, Polly Paín no aguantó más sus palabras insultantes, y con el rostro bastante colorado, les dice con firmeza:
—Ya verán ustedes dos, ¡Les voy a demostrar quién es la puritana!
Diciendo eso, Polly empezó a deshacerse de su ropa como si esta tuviese fuego encima, por lo que en cuestión de segundos quedó tan solo cubierta por unos pantys color violeta bastante ajustados; así como por un sostén deportivo del mismo tono y estilo. ¡Santo cielo!
Ver a Polly Paín con tan poca ropa encima me dejó verdaderamente sin palabras, ya que podía divisar con absoluta facilidad, la enorme separación que se le dibujaba en medio de su abultado sexo.
Polly tenían un cuerpo de lo más atlético y cautivante, que de seguro había adquirido de tanto practicar Roller Derby.
Una vez que estuvo más ligera de ropa, y ante la atenta mirada del resto de las chicas, Polly Paín extiende sus manos hacia su angostada cinturita; y tras mirarme con gran detenimiento, me dice con bastante seguridad:
–¡Espero que estés listo para sacudir las sábanas durante un buen rato!
De ese modo Polly se desprende del firme sujetador que llevaba puesto encima, dejando sus reducidas tetas totalmente expuestas.
Luego de presenciar tan deslumbrante escena, y antes de poder asimilar lo que estaba sucediendo, Polly se comienza a retirar muy suavemente su ajustada ropa interior de lycra; permitiéndome apreciar con lujo de detalles, la majestuosa forma en la que su apretado panty se iba separando de muy mala gana, del pronunciado interior de sus acolchados labios vaginales. ¡Pero que fabulosa visión!
Cuando finalmente comenzó a desprender su panty de todo el centro de su aclarado sexo, conseguí contemplar con innegable sorpresa, el modo en el que un delgado hilo de sus más espesados flujos, mantenía en contacto a su pequeña prenda con su abultada intimidad. ¡Wow! el coño de Polly Paín estaba muy empapado.
Al quedar completamente desnuda, mi respiración se aceleró con gran perturbación; y una extraña mezcla entre miedo y excitación, se comenzó a apoderar de mis afligidos pensamientos. ¡¿Pero que rayos?!
Al voltear la mirada conseguí apreciar con gran detalle, la manera en la que el resto de las chicas se mantenían observando con total asombro el deslumbrante cuerpo desnudo de su singular compañera; prácticamente como si les costase trabajo asimilar su fabulosa figura.
Una vez que estuvo completamente "al natural", Polly Paín se acerca con extrema lentitud con rumbo hacia la cama; y con un tono de voz bastante cortante, esboza sin vacilar:
—Ustedes no son las únicas que pueden sonsacar al pequeño flacucho con sus cuerpos. Háganse a un lado, que llegó mi turno de entrar en calor.
Al terminar de pronunciar su arenga, Polly se lanza con extrema furia sobre la pequeña cama, apartando con violencia a sus asombradas contrincantes hacia un costado.
Una vez que estuvo sobre la cama, y sin dejar de sonreír con deliberada malicia, me sujeta con rudeza por el cuello y me arroja con soltura hacia el colchón; hasta dejarme totalmente tendido boca arriba.
De ese modo y sin perder el impulso que traía, se sube hábilmente sobre mi temblorosa figura; hasta quedar situada a escasas pulgadas de mi bamboleante polla.
Fue así como mirándome a los ojos, y esbozando una leve mueca de inconfundible perversidad, me susurra con gran complacencia:
—¡Ahora si flacucho! Llegó la hora de que disfrutes de una verdadera mujer.
En esa posición podía sentir toda la firmeza y calidez de su acalorado trasero, así como el contundente peso de su exuberante silueta. El salvaje cuerpo de Polly era realmente extraordinario, y al igual que pasaba con la figura de Lynn, todo en ella lucía bastante marcado y fortalecido; siendo su aplanado abdomen, la parte más marcada de su extraordinaria silueta.
Al tenerla tan cerca, podía divisar toda la belleza y gracia presente en su vigorosa cintura, así como sus abullonaditos labios vaginales; los cuales lucían ampliamente relucientes, por culpa de la gran cantidad de prolongados fluidos cristalinos que escapaban con afán de su acalorado interior.
Aunque el pecho de Polly no destacaba mucho por su tamaño, lo que sí lo hacía eran sus alargados pezones; los cuales lucían tan erguidos y desafiantes, que te daban ganas de llevártelos a la boca sin protestar.
En ese punto me sentía realmente estresado, ya que tenía sobre mí el musculoso cuerpo desnudo de Polly; y no tenía mayores fuerzas para continuar.
Al ver que mi hombría continuaba replegada, Polly comenzó a deslizar sus suaves manos por mi delgado pecho; casi al tiempo en que empezó a restregarme su tibia lengua por todo el rostro, para tratar de calentarme.
Luego, y sin mediar palabra alguna, comenzó a descender con mucha lentitud por todo mi abdomen, jugando por momentos con mis pequeñas tetillas, y con el único vello largo que tenía sobre mi pecho, hasta llegar a mi electrizado pene; en donde no tardó en aprisionar mi afligida herramienta con sus suaves labios, mientras me masajeaba las bolas con sus determinadas manos.
—¡Mmm, Mmmh... Nnghh! —jadeaba sutilmente la peligrosa colega de Lynn, a medida que desaparecía mi consternado pene entre sus labios.
Polly parecía tener mucha experiencia en lo que estaba haciendo, ya que tan solo bastaron un par de segundos más, para que mi adormilada polla comenzase a recobrar la vitalidad perdida.
Mi cuerpo estaba adolorido y mi polla estaba claramente maltratada. Pero sentir la suave lengua de Polly serpenteando una y otra vez sobre mi sensitivo glande, no demoró en generarme una fuerte punzada en lo más profundo de las bolas, que reavivó con rapidez toda la lujuria que yacía dormida en mi interior.
Una vez que logró aprisionar mi duro falo entre sus manos, volvió a acomodar su llamativa cintura sobre la mía; y mirándome con deseo, me dice poco a poco:
—¡Llegó el momento, pequeñín! Tan solo espero que puedas seguirme el paso.
Fue así como acomodando la enrojecida punta de mi polla en todo el centro de sus inflamados labios, se dejó caer con firmeza; hasta lograr devorar toda mi hombría en un veloz y preciso movimiento. ¡Ooghh!
El interior de Polly era cálido y sumamente reconfortante, y a medida que comenzaba a subir y bajar su agitado cuerpo sobre el mío, podía sentir la forma en la que su fogosa vagina, se engullía mi miembro con auténtica soltura.
De un momento al otro Polly comenzó a sacudir sus caderas con una contundencia tan ampliamente inigualable, que me hizo sentir un brutal cosquilleo en gran parte de mi extenuado ser.
Aunque me resultase difícil de creer, Polly Paín me tenía con el cuerpo cada vez más receptivo. Y entre más pasaban los minutos, mayor era la velocidad que ejercía con sus impetuosas caderas; hasta hacerme respirar con la boca abierta.
—¡Vamos blanquito! Demuéstrame de lo que eres capaz.
Diciendo eso, Polly volvió a acelerar los movimientos de cintura sobre mi maltratado pene; causándome de manera inmediata, un inmenso ardor en todo el cuerpo.
De repente, Polly detuvo los feroces bamboleos de cintura que realizaba sobre mi abatido sexo, permitiéndome respirar aliviado durante unos breves instantes. Y cuando pensé que lo peor ya había pasado, me guiña un ojo con rapidez, y empieza a apretar sus labios vaginales sobre el tronco de mi polla, comprimiéndola violentamente; causándome un fuerte malestar en todo el miembro.
Totalmente frenético ante tanto dolor, no tardé en protestarle con enorme intensidad.
—¡Aaghh, Aaaghh! Pe-Pero que es lo que pretendes grandísima loca... ¡¿Arrancármela de un solo tirón?!
–¡Mmm! Creo que debí advertirte que me gusta el sexo duro. —respondió con tranquilidad.
Las palabras de Polly me dejaron espantado, y lleno de un abrumador nerviosismo en todo mi ser; ya que si continuaba exprimiéndome de esa manera, de seguro acabarían en un hospital.
La inesperada actitud de Polly explicaba fácilmente por qué aun teniendo tan grandiosa figura, no era capaz de encontrar pareja para ir al baile; y todo era por una simple y clara razón... ¡Estaba re loca!
Sus violentos movimientos no solo me tenían de lo más aterrado, sino que habían llamado la atención del resto de las chicas; quienes lucían asombradas y con un extraño brillo en sus expectantes ojos.
—¡Vaya! ¡Quién lo diría! —sollozó Haiku con desencanto—. Al parecer no eres tan puritana después de todo.
—¡Cierto! —replicó inmediatamente Tabby—. Y yo que pensé que con lo ruda que era, nadie sería capaz de meterle mano.
Tabby y Haiku continuaban dándole con todo a su brutal amiga, pero al parecer sus palabras la tenían completamente sin cuidado, ya que poco a poco había comenzado a aumentar el continuo ritmo de su contorneo de caderas; haciéndome ver estrellitas con cada uno de sus briosos movimientos.
Ver el inusual dominio de su cuerpo y la singular destreza que tenía Polly Paín sobre mi polla, hizo que el resto de las chicas transformasen la expresión agresiva que había en sus sudados rostros, por una llena de curiosidad y pronunciadas dudas; que las hizo comenzar a lanzarle toda una serie de comentarios picantes, para tratar de indagar más sobre su vida privada.
—¡Cielos Haiku, mira cuanta destreza! —señaló Tabby con entusiasmo.
—¡Es verdad! —respondió Haiku—. Mira lo bien que mueve ese trasero.
Ambas chicas estaban haciendo su rivalidad a un lado para tratar de congraciarse con la enojada Polly, y de ese modo, poder tener la oportunidad de conocer un poco más a fondo sobre sus hazañas sexuales.
Al verlas de reojo, tenía más que claro que lo último que les interesaba era ser su amiga, ya que lo único que andaban buscando en realidad, era el lograr satisfacer su pronunciada curiosidad femenina; para quizás criticarla más adelante a sus espaldas. ¡Estas chicas no se cansaban de sorprenderme!
—Por la forma en la que se mueve, de seguro tuvo que haber estado con muchos chicos. —afirmó Haiku con admiración.
—¡Cierto! —replicó Tabby suavemente—. Y a lo mejor los atendía a todos al mismo tiempo.
—Siiií... ¡Se ve que es insaciable! —dijo Haiku con enorme picardía.
En ese punto Polly continuaba batiendo sus apretadas caderas sobre mi alterado falo, sin prestarle demasiada atención a los comentarios mordaces de sus inquietas compañeras. Y en vista de que no decía ni una sola palabra, las chicas continuaron presionándola un segundo tras otro, para ver qué información le podían sacar.
—¡Habla ya coletas! —esbozó Haiku con evidente enojo.
—¡Haiku tiene razón! —mencionó Tabby—. Deja ya de hacerte la interesante, y al menos dinos como se llamaba el primer tipo con el que estuviste.
De un momento al otro, Polly salió de su pronunciado letargo, y sin dejar de exprimir mi magullado miembro con soltura, les responde con frialdad:
—Si con eso es suficiente para que se callen, ¡Su nombre es Sven!
Al escuchar como finamente Polly se había decidido a hablar, los rostros de las chicas se iluminaron completamente; por lo que no tardaron en expresar su inmensa alegría al respecto:
—¡Uuhh! ¡Pero que afortunada! Te tiraste a un europeo. —apuntó Tabby con entusiasmo.
—¡Vaya! No eres tan aburrida como pareces. —Expresó Haiku—. Pero dinos... ¿En dónde conociste?
Llena de frialdad, y sin dejar de ordeñar mi endurecido miembro de manera despiadada, Polly Paín las mira de mala gana, y les dice con suavidad:
—¡Lo conocí en una de las gavetas que tiene mamá en su closet!
¡¿Pero que rayos?! La impensada respuesta de emitida por Polly dejo a las chicas totalmente paralizadas, y sin ganas de seguir indagando sobre su vida privada; por lo que al darse cuenta de la impensada reacción que les había causado, volvió a enfocar todas sus energías en tratar de acabar con mi enrojecida erección.
Luego de un par de fuertes sacudidas y vistosos contorneos de caderas, Polly Paín acerca su rostro al mío; y de manera mucho más que aireada, me dice con determinación:
—¡Ahora si Lincoln! Ha llegado el momento de que sientas la furia del "Helicóptero".
—Espera... ¡¿Qué?! —pregunté con preocupación.
Sus palabras me dejaron delirante y mucho más asustado de lo que ya me encontraba, ya que la última vez que nos habíamos visto empleó una técnica similar mientras bailábamos; dejándome completamente mareado, debido a la gran cantidad de vueltas que me había dado en un instante. ¡Esa técnica sí que era peligrosa!
Polly Paín estaba más que empeñada en hacerme sufrír. Por lo que acomodándose mi polla en el interior de su encharcada vagina, empieza a batir sus caderas a una gran velocidad; mientras realizaba veloces movimientos circulares, que imitaban a las hélices de un helicóptero. Oohh, cielos... ¡Esto no pintaban nada bien!
De un momento al otro Polly estira sus manos hasta mi pecho, y clavándome las uñas en los hombros, comienza a contornear decididamente su apretada cintura; realizando feroces movimientos circulares sobre mi polla, hasta hacerme bufar por tanta ferocidad.
Polly había comenzado a intensificar el furioso ritmo de sus salvajes movimientos, hasta parecer una auténtica licuadora descontrolada. ¡Rayos!
Entre más se movía, mayor eran la velocidad que le infundía a sus comprimidas caderas, apaleando insistentemente mi adolorido miembro; y en lugar de darme placer, pareciera como si su única intención era desprender mi asustado pene de un solo jalonazo.
Pero, entre más pasaban los segundos, sus vivaces sacudidas comenzaron a jugarle una mala pasada; ya que no tardaron en generarle diversos gemidos de placer, que les resultaron imposibles de ocultar.
—¡Mmm, Mmhh! ¡Ahh... Aaghh! ¡Nghh!
Visiblemente alterada, y con gran parte de su cuerpo bañado en sudor, Polly continuó arremetiendo contra mí maltratada hombría; en su afán por hacerme correr.
Luego de un par de sacudidas sin sentido, y al sentir como mi polla se mantenía punzante dentro de su chapoteante vagina; no tardó en decirme:
—M-Me... ¡Mmm! ¡Me tienes muy sorprendida! Has aguantado todas mis sacudidas como todo un campeón. ¡Creo que hice bien en posar mis ojos sobre ti!
El rostro de sorpresa de Polly estaba bastante justificado, ya que ella había empleado sus firmes cadera con tanta brutalidad, que de no haber estado tan cansado por las corridas previas, de seguro habría sucumbido rápidamente a sus violentos embates.
Polly Paín no solo tenía muy buen cuerpo, sino que sabía perfectamente como aprovecharlo. ¡Era una completa lástima que le faltase un tornillo!
Al ver mi rostro de satisfacción tras haber aguantado sus intensos movimientos de cintura, Polly me lanza una fuerte cachetada para llamar mi atención; y tan pronto la consigue, no demora en esbozar:
—Debo reconocer que has aguantado todas mis sacudidas bastante bien, pero debo decirte que este baile… Aún está lejos de terminar. ¡Hmm! Creo que ha llegado el momento de emplear mi técnica secreta.
—Espera... ¡¿Qué?! ¿Cuál técnica secreta? —repliqué de manera automática.
—Espero que te sientas orgulloso, ya que eres el primero que me ha obligado a utilizarla.
Después de decir esas desconcertantes palabras, Polly frena intempestivamente sus salvajes movimientos de cintura, y sin dar mayores explicaciones, empieza a batir sus lubricadas caderas realizando enérgicos círculos en sentido contrario; y tan pronto vuelve a retomar el desmedido ritmo de sus feroces sacudidas, grita con intensidad:
—¡HELICÓPTERO EN PICADA!
De esa manera, y ante la atenta mirada de todos los presentes, Polly sujeta una de mis almohadas con sus fuertes manos, y me la pone rápidamente en el rostro; impidiéndome respirar.
¡No podía entender lo que estaba pasando! La muy maldita me estaba asfixiando con mi propia almohada, casi al tiempo en que continuaba revoloteando sus ardientes caderas sobre mi polla.
En ese momento me sentía bastante desesperado, ya que la falta de aire me estaba haciendo convulsionar con gran demencia, y no podía hacer nada para evitarlo; ya que Polly tenía limitados cada uno de mis movimientos, con el peso de su cuerpo. ¡¿Acaso este era mi castigo por ser tan lujurioso?!
Miles de interrogantes se paseaban por mi mente, y lo único que tenía claro era que entre más trataba de luchar, más desesperado me sentía.
En ese instante podía escuchar los reiterados gritos y reclamos, que el resto de las chicas le realizaban a Polly. Aunque al parecer, ninguno era lo suficientemente convincente como para detener su demencial comportamiento.
—¡¿Pero qué haces, desquiciada?! Suéltalo ya que aún lo necesitamos. —protestó Tabby con indignación.
—¡Aléjate de él! —atinó a decir Haiku—. ¡Si lo matas no me podrá llevar al baile!
A pesar de haber escuchado los insistentes reclamos de las chicas, Polly continuaba batiendo sus ceñidas caderas sobre mi pene, sin dejarme respirar.
En ese instante mi mundo estaba sumergido en una completa agonía, de la cual me era imposible lograr escapar. Y a medida que luchaba, podía sentir la manera en la que las pocas fuerzas que aún persistían en mi cuerpo, me habían empezado a abandonar.
Estaba cerca de llegar a mi fin, y no había mucho que pudiera hacer para evitarlo.
Sin fuerzas para pelear, y con el cuerpo totalmente tensionado, comencé a experimentar una extraña sensación de calma que abarcaba todo mi ser; hasta dejarme a punto de colapsar.
¡Había llegado el momento de decir adiós!... O al menos eso fue lo que pensé, hasta que de manera casi repentina, algo cambió súbitamente.
Y es que de un momento al otro, y entre más se sacudía Polly sobre mi inflexible polla, empecé a experimentar una sofocante sensación de ahogo, que me tenía con el cuerpo completamente efervescente; y las bolas mucho más que electrizadas.
Era algo extraño, pero entre más se batía Polly sobre mi pene, más caliente me sentía.
No podía comprender con exactitud qué era lo que estaba pasando, ya que de un momento al otro había empezado a disfrutar del glorioso coño de mi vivaz agresora, al punto en que era capaz de sentir todos y cada uno de los roces que me daba sobre mi palpitante falo; haciéndome vibrar de infinita satisfacción.
Al parecer la falta de aire había agudizado mis sentidos, permitiéndome experimentar un nuevo universo de contradictorias sensaciones; las cuales, me hacían sacudir violentamente ante el más mínimo roce producido sobre mi piel.
La intensa mezcla entre agonía y satisfacción que me estaba brindando el empapado coño de Polly, me tenía delirante y en un estado de parálisis casi temporal; que me tenía con el cuerpo cada vez más impaciente.
Sin fuerzas para moverme, y con el cuerpo cada vez más extasiado por tantas ráfagas de energía bombardeando insistentemente en mis entrañas, no pude seguir soportando las brutales embestidas que Polly realizaba sobre mi alterado miembro; por lo que agotado y sin aire en los pulmones, comencé a correrme dentro de su dilatada abertura, hasta casi quedar a punto de perder el sentido.
Al palpar una inmensa ráfaga de semen adentrándose cada vez más dentro de su acalorado conducto, Polly Paín retiró la almohada de mi cabeza. Y tras apretar mis pezones con fortaleza, comenzó a retorcer gran parte de su transpirado cuerpo; prácticamente como si estuviese teniendo una especie de ataque epiléptico.
—¡Ohh, Oohh! Sii, Siiií... ¡Así! Y-Ya... ¡Mmm! Ya era hora. ¡Oohh, Ooghh! ¡Nghh!
Con los ojos perdidos, y mi cuerpo acalambrado, no atinaba ni a respirar con normalidad. Polly Paín me había dejado moribundo… ¡Pero inexplicablemente satisfecho!
Mientras trataba de volver a retomar el ritmo normal de mi respiración, logré ver como Polly tenía el cuerpo colorado y bastante receptivo. Pero a pesar de lo agotada que estaba, no dejaba de bambolear sus caderas sobre mi polla, como tratando de drenar hasta la última gota de mi espesada leche.
Fue así que, con el rostro sudado, y visiblemente descompuesto, Polly no pudo seguir batiendo sus caderas sobre mi abatida intimidad, y cayó rendida sobre mi pecho; mientras resoplaba sin césar.
Una vez que estuvo más calmada, acercó sus impulsivos labios a los míos, y nos unimos en un sonoro beso de lo más surrealista, que nos provocó a ambas formidables arcadas de cuantiosa alegría; que nos mantenían extasiados, y con nuestros cuerpos cada vez más acelerados.
Polly Paín estaba besándome con todas sus fuerzas, y mientras lo hacía, extendí mis temblorosas manos como pude, hasta apoderarme de su redondeado trasero; sobándoselo y apretujándoselo con completa fascinación.
Después de un largo rato en el que permanecimos intercambiando besos y caricias prolongadas, Polly colocó su cabeza en mi hombro, y con mi agotada polla aun emergiendo de su fogoso interior; no pudo continuar manteniendo los ojos abiertos, y se desplomó sobre mi lado.
Polly Paín había llevado al límite toda mi resistencia, y me había dejado con el cuerpo adolorido, la piel enrojecida, y las bolas completamente acalambradas; dándome como premio, toda esa desbordante pasión que mantenía escondida en su interior.
Luego de tan brutal amalgama de sensaciones, no pude continuar manteniendo el semblante, y caí dormido bajo el cálido abrazo de Polly; y ante la atenta mirada de las demás.
Mi mente se encontraba sumergida bajo una incesante ráfaga de abundante relajación, y en ese punto todo era perfecto. Hasta que de repente, comencé a experimentar un voraz cosquilleo en la punta misma de mi replegada polla, que me hizo sacudir todas mis extremidades de manera inmediata; hasta hacerme regresar a la cruda realidad.
Consternado, no demoré en entreabrir los ojos con evidente afán, y al hacerlo, logré identificar la razón de todo ese extraño cosquilleo que en ese instante me mantenía sintiendo; consiguiendo ver con absoluta claridad, la manera en la que Haiku y Polly estaban trabajando en equipo, para volver a erguir mi estresada herramienta. ¡Esas dos eran más parecidas de lo que pensaban!
Poder contemplar sus rostros, mientras una besaba la punta de mi polla, y la otra succionaba mis delicadas bolas; me dejó absolutamente impactado, y con el cuerpo mucho más que deseoso... ¡Aunque sin fuerzas para atenderlas!
Las chicas estaban haciendo un gran trabajo en conjunto, pero a pesar de ello, mi pene continuaba bastante indispuesto.
Mientras Polly Paín y Haiku se entretenían chupándome mis partes, pude ver como a su lado permanecían paradas la frenética Tabby, y la ruborizada Risas; quien tan solo se limitaba a observar con atención, mientras esbozaba una evidente sonrisa nerviosa en su intranquilo rostro.
Al cabo de un corto rato sus constantes esfuerzos empezaron a dar sus frutos, permitiéndome sentir la manera en la que mi fulminado garrote, comenzó a despertarse lentamente. ¡Hmm! Aunque aún estaba lejos de lucir como en un principio.
En ese instante, y sin dejar de estimular mis bolas con sensualidad, pude ver como de a poco se iba formando un extraño brillo en los ojos de Polly; el cual me desconcertó de manera inmediata.
Visiblemente emocionada, y con la respiración bastante entrecortada, Polly Paín suelta poco a poco mis entumidas bolas; y tras tocar a Haiku por uno de sus hombros, le dice con bastante efusividad:
—¡Lo tengo! Se cómo hacer para que nuestro pequeño amiguito se reincorpore a la fiesta.
Diciendo esto, y con la completa atención del resto de las chicas puesta sobre ella, Polly empieza a levantarme las piernas, y comienza a flexionarlas como si estuviese tratando de pegarlas a mi pecho; y lo continuó haciendo hasta dejar toda mi intimidad visiblemente expuesta.
No sé qué era lo que estaría tramando Polly, pero tan pronto me tuvo con las bolas al aire, no tardó en exclamarle a Haiku:
—¡Vamos! ¡Que estás esperando! Sostenle rápido las piernas para que no las baje.
Después de mantenerme quieto en tan reveladora posición, y con toda la tranquilidad del caso, Polly empieza a succionar mis bolas de manera destacada; como tratando de estimular mi alterada humanidad. Y una vez que lo consigue, lleva uno de sus delgados dedos a su boca, y tan pronto estuvo completamente lleno de saliva, lo dirige sin la menor duda hacia mi expuesto trasero, en donde me lo empieza a meter sin ningún tipo de contemplaciones.
—¡Ahh, Aahh! ¿Pero qué crees que estás haciendo? Deja mi trasero quieto.
—Ay, por favor... ¡No seas tan dramático! —sollozó muy suavemente Polly, con una enorme sonrisa en su reluciente rostro—. Solo estoy tratando de estimular tu preciado punto G, para que tu arrugado amiguito se vuelva a despertar.
No entendía de que rayos me estaba hablando Polly, pero a decir verdad bastaron un par de vergonzosas caricias en mi trasero, para que mi cuerpo se sacudiera enérgicamente, y mi polla retomase toda la vitalidad que había perdido minutos antes. Aun así... ¡Maldita Polly!
Al divisar mi pene completamente erecto, las chicas no tardaron en comenzar a pelearse las unas con las otras; para ver cuál de ellas, sería la encargada de disfrutar de mi naciente hombría.
Fue así como sacando su dedo de mi trasero, y colocando nuevamente mis pies sobre el colchón, Polly sujeta mi dinámico pene con entusiasmo; y les dice a todas con prontitud:
—¡Háganse a un lado que esta polla es mía!
—¡Ni siquiera lo pienses coletas! —intervino Haiku con enojo—. Tu acabas de estar con él. Y además, casi lo matas; por lo que no podemos arriesgarnos a que eso ocurra.
Al escuchar el claro gesto de oposición lanzado por su feroz compañera, Polly Paín arruga su contrariado rostro, y no demora en responderle con evidente desencanto:
—Si no quieres que te arranque esas extensiones baratas que tienes por cabello. ¡Apártate de una buena vez!
—¡Vamos princesa! ¡Quiero ver que lo intentes! —replicó Haiku con perturbación.
Poco a poco la tensión comenzó a subir en la habitación, caldeando los ánimos de la mayoría de las chicas; hasta que Tabby entró decididamente en la discusión, dispuesta a ponerle fin a tan enardecido enfrentamiento.
—Chicas, chicas. ¡Guarden calma! A mí también me gustaría volver a rockear a su lado, pero... Hay que ser justas. ¡Es el turno de Risas!
Luego de escuchar tan inesperado comentario, el rostro de Risas se transformó de una manera mucho más que estrepitosa; perdiendo la sutil sonrisa que llevaba hasta ese instante.
En ese punto resultaba mucho más que evidente, que a diferencia de sus obstinadas amigas, Risas no se sentía para nada cómoda, con el impensado rumbo que había adquirido su prolongado enfrentamiento.
Una vez que Tabby termina con su intervención, el rostro de Polly se empieza a llenar de gran incertidumbre; y tras posar su mirada levemente hacia un costado, no demora en afirmar con claridad:
—¡Es verdad! —señaló Polly Paín con prontitud—. Desde que llegamos Risas ha estado parada en un rincón, sin pronunciar palabra alguna. ¡Pero no te preocupes pequeña! —exclamó posando sus intranquilos ojos sobre los de la comediante—. Esta hermosa polla es toda tuya.
—¡Esta vez estoy de acuerdo con la salvaje! —replicó Haiku con resignación—. Tú también habías venido a convencer a Lincoln para que te llevase al baile, por lo que es justo de que tengas la oportunidad de poder hacerlo.
Después de oír las aterradoras palabras de las demás, Risas empezó a temblar de manera descontrolada; y con la mirada gacha, y un tono de su voz bastante inaudible, les dice a todas suavemente:
—¡Gra-Gracias por el ofrecimiento! Pero después de verlas a todas ustedes en acción, me doy cuenta de que no hay manera de que pueda ganarles. Así que... ¡Yo me marcho! Lincoln es todo suyo.
Luego de captar las melancólicas palabras de su rival, y al darse cuenta de que estaba hablando en serio, las chicas se miraron rápidamente a los ojos; y como si todas tuviesen algún tipo de conexión mental preestablecida, se abalanzaron sobre ella para impedir que saliera del recinto.
No entendía que era lo que estaba pasando, y mucho menos lo que las chicas tenían en mente; pero al verlas con una sonrisa en sus labios, y una mirada resplandeciente en sus eufóricos rostros, estaba más que seguro de que no sería nada bueno.
Fue así como Polly Paín y Haiku se abalanzaron con decisión sobre el frágil cuerpo de Risas, y la sujetaron por sus recortados brazos; mientras que Tabby, —quien lucía más inquieta que de costumbre—, aseguró la puerta con seguro, y procedió a taparle la boca a su asustada amiga. ¡¿Pero que rayos?!
Todo estaba pasando demasiado rápido. Tanto, que de un instante al otro las chicas lanzaron a la pequeña comediante de manera deliberada sobre el reducido colchón; hasta dejarla tendida a mi lado.
De ese modo, y sin darle las menores chances de escapar, las chicas comenzaron a desnudarla frenéticamente, despojándola sin mayores inconvenientes de sus enormes zapatos; y de los anchos pantalones de payaso que traía puestos. Y lo continuaron haciendo, hasta dejarla en ropa interior.
Jamás pensé que la pequeña Risas pudiese llegar a ser tan tímida. Y es que, a pesar de ser aspirante a payaso, y de no sentir vergüenza por prácticamente nada, pude notar la manera tan agitada con que batía su diminuto cuerpecito; al quedar con sus gruesas piernas ante la vista de todos.
Una vez que estuvo más ligera de ropa, las chicas terminaron de acomodar a su angustiada amiga sobre el colchón; y comenzaron a acariciar sus regordetas piernas con destacada soltura, como tratando de tranquilizarla de una buena vez.
Risas lucia bastante alterada, y no tardó en comenzar a mirar para todos lados, como tratando de encontrar la manera de poder zafarse de sus tenaces captoras.
En el instante en que la vi tendida sobre la cama, tan solo cubierta por el delgado camisón de payaso que la tapaba de su cintura para arriba, y por su ajustada pataleta de color rosa claro; me acerqué muy lentamente a ella, y les dije a todas poco a poco:
—Chi-Chicas, ¡Esto no está bien! ¡¿E-Están seguras de lo que están haciendo?!
—¡Claro que sí! —afirmó Haiku con seguridad—. Todas estamos metidas en esto, y no vamos a parar hasta que surja una vencedora.
Diciendo esas palabras, Haiku dirige su fría mirada hacia los ojos llorosos de Risas, y sobándole la cabeza con delicadeza, le dice con lentitud:
—¡Lo lamento cariño! Pero haces parte de nuestra pequeña competencia privada. Y en este punto, no hay manera de que logres evitarlo.
Mientras las chicas continuaban sujetando el cuerpo de Risas, podía ver la manera en la que esta lucía con los cachetes sonrojados, los vellos de su piel completamente erizados; y con sus diminutos ojos cargados de innumerables lágrimas.
Estaba a un solo paso de poder disfrutar de su voluminosa figura, y lo único que tenía que hacer para lograrlo, era quedarme en silencio. Pero al ver la tristeza presente en los enrojecidos ojos de la comediante, y la alucinante manera en la que esta se sacudía; no era capaz de mover ni un solo dedo para hacerlo. ¡Rayos!
Al ver mi naciente negativa de tocar a Risas, las chicas no tardaron en recriminarme por mi actitud; mencionando todo tipo de insultos y palabras amenazantes:
—¡¿Pero qué es lo que te pasa, eh?! —preguntó Polly Paín con evidente rabia—. ¡Es que acaso eres idiota! Empieza a tirártela de una buena vez... ¡O ya verás!
—¡Estoy de acuerdo con Polly! —replicó Tabby con velocidad—. Ya hemos llegado demasiado lejos, y hemos sacrificado muchas cosas como para dar marcha atrás.
Al ver su marcada negativa a retirarse, les dije a todas con bastante seriedad:
—¡No lo voy a hacer! Risas no quiere esto, y no pueden obligarla a que lo haga.
Al escuchar mis eufóricas palabras, Haiku emerge de entre sus compañeras, y con un tono de voz bastante perturbador, me dice con firmeza:
—¡¿Pero de que rayos estás hablando?! Aquí nadie la está obligando a hacer algo que no quiera, ¿Cierto Risas?
Luego de decir esas palabras, Haiku acerca su boca al oído de Risas, y pronunciado una seria de palabras que lo atiné a escuchar, procedió a apartar la mano que la mantenía en silencio, para que esta pudiese hablar.
Fue así como Risas con los ojos aún llorosos, y sin ser capaz de mirarme al rostro, me dice con la voz bastante entrecortada:
—¡Ha-Haiku tiene razón! Nadie me está obligando a estar aquí. E-Es que todo fue tan repentino, que no pude evitar sentir algo de miedo. Pero la verdad es que no me quiero quedar atrás de ellas.
¡¿Pero que rayos?! Risas estaba dando un vuelco total a lo que inicialmente había expresado, dándome vía libre para que tuviese sexo con ella. Y aunque no sonaba para nada convencida de lo que se mantenía diciendo, empezó a relajar su cuerpo para no parecer tan asustada.
No tenía idea de lo que Haiku le habrá dicho al oído para hacerle cambiar de opinión, pero el caso era que la había dejado tan ampliamente impactada, que haría cualquier clase de cosa para no hacerla enfadar.
Después de escuchar el visto bueno de Risas, y sintiendo un renovado cosquilleo en la base misma de mis alarmadas bolas, no tardé en llevar mis manos hasta la cara interna de una de sus esponjosas piernas; experimentando así, toda la tersura que mantenía en su entibiecido interior.
Al sentir el suave contacto de mi mano sobre una de sus extremidades, Risas sacudió su cuerpo de manera involuntaria; empezando a reír con gran temerosidad. Y a medida que mi mano iba subiendo por sus aclarados muslos, sus carcajadas se hacían cada vez más sonoras y descontroladas.
—¡Jajajaja! ¡Jajajaja!
Aunque parezca extraño, en ese punto Risas no hacía más que reír; cosa que nos causó gracia a todos los presentes, ya que estaba evocando a la perfección su dulce y risueño apodo.
Escuchar sus tímidas carcajadas me tenía cada vez más alterado, por lo que rápidamente metí mi mano entre sus dos piernas, y comencé a ascender con ella de manera acelerada; sintiendo la enorme suavidad presente sobre cada uno de sus tonificados muslos.
A medida que iba ascendiendo, comencé a arrastrar el colorido camisón de payaso que cubría su voluminoso cuerpo, y lo continúe haciendo con gran seguridad; hasta que empecé a palpar el vistoso encaje rosado de su ropa interior.
Cuando finalmente desplacé su camisón hasta su cintura, conseguí apreciar con fino detalle, la sencilla pantaleta que cubría sus atractivas partes. Y es que Risas lucía unos delicados pantys de color rosa claro, que estaban adornados en su parte superior con un pequeño lasito un poco más oscurecido; que le daba un toque de ternura a su voluptuosa intimidad. ¡Quién lo diría! La asustada compañera de Luan sí que escondía buenas curvas.
Envalentonado por tan proverbial figura, continué el ascenso de mis vivarachos dedos; hasta lograr pasarlos con evidente descaro, sobre el centro mismo de su acolchada rajita.
Al momento de tocar su entrepierna, una leve descarga eléctrica se apoderó de todo mi cuerpo; haciéndome vibrar ante el más ligero roce, que realizaba sobre su inexplorada intimidad.
Estaba claro que la sorprendente figura de Risas me había comenzado a afectar, por lo que no podía perder más tiempo, si lo que quería era llegar a disfrutar de toda su sorpresiva majestuosidad.
Al estirar mis dedos, finalmente pude sentir todo el calor que había comenzado a emanar del inquieto coño de la asustada payasita, generando en mi todo un nuevo mundo de pronunciadas sensaciones; que me tenían con el cuerpo cada vez más trastornado.
En ese punto la mayoría de los movimientos que realizaba con mis manos eran extremadamente pausados, ya que no quería que mi angustiada acompañante, se sintiese incómoda con las cosas que le hacía.
Poco a poco fui deslizando mi dedo índice por un costado de su delgada ropa interior, y lo continúe haciendo con inusitada ligereza; hasta lograr palpar de manera directa, la impactante calidez de su inflamada abertura.
Fue así como empecé a deslizar mi pequeño dedo por todo lo largo de sus abultados labios vaginales, hasta conseguir arrancarle diversos suspiros en el proceso. Pero al tratar de introducirlo justo en medio de sus sensitivos labios, Risas cerró sus robustas piernas de manera automática, impidiéndome el acceso a su preciada intimidad. ¡Rayos!
Al percatarse de mis notorias intenciones, Risas comenzó a contraer su cuerpo, y a respirar de manera cada vez más intranquila; por lo que me contuve durante unos leves segundos, para darle chances de que se controlara.
Luego de apreciar el inesperado temor en su cuerpo, y al darse cuenta de la reiterada manera en la que de a poco me había comenzado a separar de su lado, Polly Paín interviene con coraje; y tras colocar una de sus enérgicas manos en mi hombro, me dice con gran perturbación:
—Oye, tu... ¡¿Para donde crees que vas?!
—¡Eh! Este... Yo... ¡Uhm! Voy a...
—¡No vas para ningún lado! —afirmó Polly Paín repleta de una colosal furia—. Así como Risas quería llevarte al baile para restregárnoslo a la cara, también debe continuar con nuestra inesperada competencia... ¡Aunque no le guste!
—¡Así es! —replicó deliberadamente Haiku—. Estamos todas juntas en esto, y lo vamos a estar hasta que te decidas por una de nosotras.
En ese instante Risas estaba muy nerviosa, y no parecía tener mayores intensiones de querer continuar; por lo que al ver la creciente expresión de pánico que mantenía en su agitado rostro, Haiku se pone nuevamente en frente de ella, y le dice con un tono bastante perturbador:
—¡Lo siento pequeña! Pero de acá no sales sin haber hecho lo mismo que hicimos nosotras. Estamos todas en esto, y ya no existen chances de echarse para atrás.
Al ver su creciente negativa a dejarla el libertad, le dije a las chicas con bastante valentía:
—¡Pe-Pero que les pasa a todas! Risas está muy nerviosa, y así no hay manera de hacerla entrar en razón. ¡Lo mejor es dejarla ir!
Luego de escuchar mis emotivas palabras, y con una clara sonrisa en su violento rostro, Polly me mira fijamente a los ojos; y me dice poco a poco:
—¡No te preocupes! Nosotras nos encargaremos de esto.
—Espera... ¡¿Qué?! —resollé con agitación.
Al terminar de decir tan inquietante oración, Polly junto al resto de las chicas empezaron a desvestir a Risas en contra de su voluntad; hasta dejarla completamente desnuda. Fue ahí cuando finalmente pude contemplar su voluminoso cuerpo al natural. ¡Wow!
Pese a ser la más joven del grupo, Risas no tenía nada que envidiarle al resto de las chicas, ya que era dueña de unas caderas sumamente encantadoras; que enmarcaban una regordeta vagina de lo más lampiña y cerradita.
Risas era muy hermosa, y a pesar de no ser muy grande, ni de tener el más sobresaliente de los cuerpos; me tenía con la polla bastante temblorosa.
Ese día había sido todo un sin fin de sorpresas de lo más estimulantes, y al parecer aún faltaban muchas más por llegar. Ya que luego de un ligero parpadeo, conseguí apreciar la manera en la que Polly Paín se lanzaba con decisión sobre su contrariada rival, para comenzar a abrirle sus acortadas piernas a la fuerza.
Y mientras Polly hacía lo suyo, Tabby cubrió la boca de la payasita con una mano, y con la otra le sujetó sus brazos para que no intentase resistirse. ¡Estas chicas no se andaban con rodeos!
Al quedar Risas con su vagina completamente expuesta, tenía la vía libre para deleitarme con el sabor de su sexo. Pero fue ahí cuando Haiku me aparta de un firme manotazo, y se lanza de cabeza justo en medio de las oscilantes piernas de la pequeña comediante; dejándome con la boca abierta, y la polla mucho más que tambaleante.
Justo en el instante en el que le iba a recriminar a Haiku por haber ocupado mi lugar, aparece Polly Paín de la nada; quien señalando mi rostro enérgicamente con uno de sus dedos, me dice con bastante apuro:
—Hazte a un lado... ¡Y no te entrometas! Nosotras nos ocuparemos del resto.
Fue ahí cuando pude ver como Haiku comienza a deslizar suavemente su serpenteante lengua por todo lo largo de la apretada rajita de su trastornada adversaria; haciéndola sacudirse de manera inmediata.
—¡Mmmm, Mmmh! ¡Mmmh! —sollozaba muy fervientemente la espantada compañera de Luan, sin ser capaz de controlar su erizada figura.
No salía de mi completo asombro luego de presenciar, como entre todas estaban haciendo retorcer a la inocente payasita; dejándola cada vez más colorada, y con la respiración mucho más que descompuesta.
Al tenerla tan cerca podía apreciar con lujo de detalles, la manera en la que Haiku entreabría el resguardado sexo de su extasiada amiga; hasta lograr dejar expuesto el reluciente tono rosa, que se escondía en su inocente interior.
Una vez que logró conseguirlo, no tardó en succionar con deleite el inigualable sabor de sus aceitados pliegues vaginales; hasta hacerla resoplar con sorpresiva perturbación.
Aprovechando cada vez más su evidente entrega, Haiku comienza a deslizar sus pequeños dedos sobre el inflamado clítoris de la alterada chica; haciéndole arquear toda su reluciente espalda, al compás de los desenfrenados movimientos que ejercía en medio de su lubricada hendidura.
Con el pasar de los minutos, Risas temblaba cada vez con mayor ofuscación, por lo que resultaba mucho más que evidente, el inclemente ardor que sentía en su cuerpo. Y es que mientras Haiku la hacía estremecer con casa una de sus destacadas caricias, el resto de las chicas también realizaban lo suyo.
Fue así como llevaba por la tensionante calentura, Polly Paín se dispuso a besarle el cuello con innegable decisión, casi al tiempo en que la sonriente Tabby se apoderaba de cada uno de sus aclarados pezones; retorciéndoselos con el suave borde de sus finos labios, hasta hacerla enloquecer con aguda desesperación.
¡Me estaba volviendo loco! En ese momento no era capaz de divisar tan extasiante escena, sin ser capaz de participar.
De ese modo, y tras estar cegado por tan envolvente deseo que se apoderaba de mi ser, me acomodé velozmente detrás del cuerpo de Haiku, y al ver lo entretenida que se encontraba, apunté mi pene en medio de sus encharcados labios vaginales, y se la enterré de una sola estocada; hasta hacerla desaparecer en todo el centro de su grisácea abertura ¡Ohh, pero cuanta delicia!
Al sentirse plenamente empalmada por mi firme garrote, Haiku comenzó a batir ansiosamente sus marcadas caderas a una gran velocidad; sin dejar de lamer la hinchada gruta de su entregada presa.
Estaba que no cabía de la felicidad. Y es que Haiku tenía unas caderas tan perturbadoramente adictivas, que eran capaces de drenar toda mi energía.
En ese instante me sentía muy a gusto penetrando el lubricado interior de Haiku, mientras daba rienda suelta a toda la impaciencia que se batía por mis fulgurantes venas.
Pero la cosa no duró demasiado, ya que tan pronto Polly se percató de lo que estaba haciendo, me pegó otro fuerte manotazo en todo el pecho, que me mandó a volar de manera directa hacia la pared; dejándome con el cuerpo sumamente adolorido, y con la polla cada vez más tensionada. ¡Rayos!
—¡Oye tú! Te lo advierto. —protestó Polly con evidente desencanto—. Quédate ahí, ¡y no molestes!
Después del violento golpe que me suministró esa infeliz, no me quedó más remedio que permanecer apartado; mientras las chicas trataban de domar el alterado cuerpo desnudo de su sumisa pareja.
Luego de un rato plagado de cuantiosos gemidos, y prolongados contorneos de cintura, finalmente Risas comenzó a sucumbir ante los portentosos estímulos que batían su cuerpecito. Por lo que sumamente cansada, y sin mayores fuerzas en su ser, cayó agotada sobre la cama; babeando una buena parte de la sabana, con cada uno de sus exaltados resoplidos.
Al parecer los fuertes estímulos a los que se había visto sometida, habían sido mucho para ella.
Al verla desplomarse sobre el colchón, Haiku giró su siniestro rostro hacia mí lado; y sonriendo de manera maliciosa, no demora en susurrar:
—¡Ya no creo que siga resistiéndose más! Anda tigre... ¡Es toda tuya!
Risas permanecía tendida sobre la cama, con los ojos desorbitados, y jadeando con desesperación; mientras cada tramo de su voluminoso cuerpecito, se mantenía reluciente por tanto sudor.
Estaba como embobado admirando su impactante silueta desnuda. Y al hacerlo, no pude evitar contemplar su abultada rajita lampiña; ya que lucía tan increíblemente mojada, por culpa de los prolongados hilillos de flujo que escapaban de su sexo.
Al verla tan de cerca, y poder disfrutar de sus inigualables curvas al natural, mi polla no demoró en tomar nuevamente el control de mis acciones; por lo que en un rápido movimiento, me acomodé justo en medio de sus fabulosas piernas, dispuesto a satisfacer todos mis más oscuros deseos de una vez por todas. ¡El cuerpo de Risas era todo mío!
Tan pronto estuve sobre ella, comencé a deslizar mis dedos por todo lo largo de su exuberante rajita, causándole un par de leves sacudidas en el proceso; las cuales, en lugar de alarmarme, me empezaron a generar un enorme vacío en el pecho, que solo se llenaría, adueñándome de su inexplorado interior.
Mientras continuaba estimulando los gruesos labios vaginales de Risas, pude notar como de a poco, un naciente destello se iba adueñando de la mirada perdida de la payasita; ocasionándole una intensa descarga de placer por todo su cuerpo, que la hizo reaccionar de manera inmediata.
—De-De, ¡Deja de tocarme ahí abajo! —protestó Risas con preocupación—. ¡Mmm, Nghh! E-Estás haciendo que me pique mi cosita.
Los puntuales estímulos que ejercía sobre la abultada intimidad de Risas, habían comenzado a provocarle violentas arcadas por toda su silueta. En ese momento la pequeña comediante estaba tan visiblemente fuera de sí, que solo era cuestión de tiempo para que llegase a sucumbir ante mis reiteradas caricias.
Llevado por tan inclemente calentura, comencé a deslizar muy suavemente las yemas de mis dedos por los sonrosados pliegues vaginales de sus hinchados labios, hasta rozar sutilmente el pequeño botoncito que adornaba su trastornado interior; provocándole casi de manera inmediata, un par de estimulantes gemidos del más puro placer, acompañados de intensos movimientos de cintura, que la hicieron suspirar no sólo a ella... Sino también al resto de las chicas.
Al momento de tantear el suave interior de su punzante gruta, conseguí notar el excelente trabajo que había hecho Haiku con su inigualable lengua; ya que toda su rajita estaba rebosante de una espesa mezcla entre saliva y fluidos vaginales, que le tenían los labios completamente lubricados, y listos para ser atendidos.
Fue así como acomodando mi cuerpo sobre el de la payasita, no tardé en empezar a restregarle la punta de mi engarrotada polla por todo lo largo de su dilatada hendidura; hasta hacerla desvariar con elevada intermitencia.
Tan pronto tuve mi inflamado glande en posición, comencé a ejercerle presión decididamente hacia adentro, para tratar de adueñarme cuanto antes de su preciada virginidad.
En el instante en que Risas se percató de lo que estaba haciendo, trató de apartarme de su lado, pero sus intentos no prosperaron, ya que Tabby y Haiku la volvieron a sujetar por sus acortados brazos; dejándola completamente a mi merced.
En ese momento me sentía de lo más excitado, y mi respiración comenzó a hacerse mucho más pesada de lo que ya se encontraba. La estrecha abertura de Risas estaba provocándome todo un sinfín de agudas sensaciones en mi cuerpo, que me tenían con la polla palpitante; y mucho más que deseosa por adentrarse en tan resguardado conducto.
¡Ya no podía más! La voluptuosa figura de Risas me tenía cada vez más acelerado, y con los pelos de punta. Por lo que lanzándoles una rápida mirada de complicidad al resto de las chicas, me dispuse a puntear la ajustada vagina de la pequeña comediante, para tratar de abrirme paso en su turbado interior... ¡lo antes posible!
Fue así que mientras daba inicio a un incesante contorneo de caderas sobre la ceñida intimidad de Risas, las chicas se dispusieron a sujetarla firmemente de sus reducidas extremidades, para que no tuviese oportunidad alguna de escapar.
Podía sentir la manera en la que la sonrojada rajita de Risas, había comenzado a vibrar ante cada una de mis portentosas embestidas, causándole un gran dolor en sus pequeñas partes; que no tardó en reflejarse en su maquillado rostro.
—¡Aay, Ayy, Aaayyy... ¡Mi rajita! Sácamela… Sácamela, que me duele.
Ver la manera en la que Risas suplicaba y se retorcía por tanto dolor, en lugar de conmoverme, me comenzó a generar un agudo ardor en lo más profundo de mi estomago; que me hizo olvidar del resto de la humanidad.
En ese momento no me importaba Risas, ni si estaba de acuerdo o no con lo que le estaba haciendo, ya que el único pensamiento que tenía en mi cabeza, y que se repetía una y otra vez en mi enturbiecida mente, era el de acribillar su delicado coño con todas las fuerzas de mi ser; hasta lograr adueñarme de sus inaccesibles entrañas.
Cargado de una inusual impaciencia, continué tratando de introducirle mi afiebrada polla en todo el centro de su estrechada almejita; pero Risas no se iba a rendir tan fácilmente. Ya que de un momento al otro apretó sus tersos labios con todas las fuerzas que mantenía aun en ella, para impedir que mi animado pene se abriera paso en su interior.
Risas tenía su rajita bastante ceñida, y no parecía tener intensión alguna de dejarme ingresar. De esa manera, me mantuve viendo su resguardada abertura con gran agitación, mientras se me ocurría algún método para abrirme paso entre sus piernas.
Después de varios minutos cargados de impotencia y reiterado afán, en los que Risas se mantenía aferrada a la idea de no permitirme el paso; me resultaba cada vez más imposible el conseguir penetrarla, sin llegar a herir nuestros exaltados sexos.
Al ver el creciente temor que se mantenía presente en su inocente rostro, bajé mi cabeza hasta sus pequeños pezones, y me dispuse a chupárselos con una gran tenacidad; para ver sí su cuerpo se calmaba un poco.
Fue así como empecé a notar, el modo en el que Risas entrecerraba sus diminutos ojos de manera desbocada, en señal de lo ampliamente desconcertada que de seguro se encontraría.
En ese instante se le veía tan alterada y llena de una apoteósica contradicción, que no tardó en liberar un par de extasiantes gemidos entremezclados:
—¡Oohhh, Ooohhhh... Mmmmhh!
Escuchar sus suaves jadeos volvió a generar en mi cuerpo todo un agudo corrientazo, que me tenía bastante animado, y con la polla cada vez más inflamada. ¡Rayos!
Estaba por buen camino, pero aún faltaba mucho para verla sucumbir ante mis intermitentes caricias. Es por ello que, al ver su creciente voluntad, aproveché para sujetar sus blancas piernas y acomodarlas con rapidez sobre mis esbeltos hombros; hasta dejar totalmente expuesta su brillante vagina ante mi vista.
En esa posición continúe succionándole las tetas durante varios segundos más, hasta verla temblar con deslumbrante perturbación.
—¡Ohh, Oghh! De-Detente... ¡Mmgh! ¡M-Mi cuerpo se siente raro! —protestó con sobresalto.
Podía ver con gran detalle la manera en la que su agitada silueta había comenzado a transpirar con evidente desenfreno; y la forma en la que su pálida piel, se fue tornando cada vez más enrojecida.
Fue así como en un certero movimiento, extendí una de mis manos hasta su brillante coño. Y aprovechando que Risas continuaba con los ojos aun cerrados por culpa de los contundentes estímulos que sacudían sus tetas, abrí sus labios con mis traviesos dedos; hasta conseguir alojar la punta de mi vibrante polla, en todo el centro de su caliente sexo.
Tan pronto se percató de que había bajado la guardia, Risas trató de apartar su consternada abertura de mi lado... ¡Pero ya era demasiado tarde!
Había alojado con éxito la cabeza de mi polla justo en medio de sus robustos labios vaginales, por lo que tan solo cuestión de tiempo para que lograse vulnerar su última defensa.
Con sus piernas bien abiertas y mi polla en posición, comencé a hacer presión sobre su aterrada entrepierna; hasta que de a poco comencé sentir como me topaba con su barrera final.
—De-Detente... ¡Mmm, Ngmh! M-Me, me haces daño. —sollozó Risas con nerviosismo.
En ese instante mi cuerpo y mi mente estaba tan cegados por culpa de la calentura, que me importaba muy poco si llegaba a lastimarla.
Una vez que estuve acomodado, sujeté a Risas por sus ensanchadas caderas, y comencé a ejercerle presión sobre su ceñida abertura; hasta que de a poco pude sentir como la inflamada puntita de mi zarandeada polla, se iba desvaneciendo dentro de sus calurosos pliegues vaginales.
Al contemplar como la última barrera de su coño estaba siendo vulnerada, Risas emitió un soberbio grito lleno de dolor, que rápidamente sofoqué con un rápido beso apasionado.
Había sido una formidable lucha, pero después de mucho esfuerzo... ¡Risas era toda mía!
Fue así como lentamente continúe ejerciéndole presión con mis animadas caderas, hasta que de a poco comencé a sentir la forma en la que mi punzante miembro, se iba adentrando cada vez más dentro del afligido sexo de la entristecida payasita.
Una vez que estuve completamente en su interior, pude palpar toda la humedad, e inigualable estrechez, que se mantenían presentes en su temblorosa abertura; permitiéndome contemplar con indudable exaltación, la forma en la que un pequeño hilillo de su enrojecida sangre, envolvía mi polla con lentitud.
Mientras me mantenía quieto en el fondo de su gruta, podía palpar las feroces contracciones ejercidas por sus vivaces paredes vaginales; las cuales luchaban por rechazar a ese extraño invasor, que revoloteaba alegremente en todo su interior.
Aunque en un principio intenté penetrarla bajo un ritmo suave y pausado, el poder sentir mi tibia estaca en medio de sus ajustados labios vaginales, me hizo perder la compostura; incitándome a taladrar su raja con mayor velocidad.
Fue así como de un momento al otro comencé a acelerar mis fulgurantes roces de cintura, como si estuviese tratando de prenderle fuego a su entrepierna.
—¡Ohh! ¡Oohh! Riiissaaas. ¡Si, Siiiií! —murmuré entre dientes.
Entre más la penetraba, más rápidos eran los movimientos que realizaba con mi pelvis; y en un punto en particular, la estaba acribillando con tanta ferocidad, que podía escuchar mis bolas revoloteando contra su encharcado sexo.
–¡Ahh, Aahh! ¡Mmmh! ¡Nghh! —resolló muy suavemente la atontada comediante, mientras giraba su rostro hacia un costado.
A medida que la iba sometiendo al salvaje ritmo de mi vibrante verga, podía sentir como de a poco la respiración turbada de la compañera de Luan se iba tornando cada vez más entrecortada; permitiéndome contemplar de manera inigualable, la forma en la que había comenzado a batir las caderas por su propia cuenta.
En ese punto se me hacía muy fácil el poder notar, como de a poco había comenzado a sacudir su vientre como en cámara lenta; y la manera en la que había empezado a empujar sus ensanchadas caderas de forma instintiva, poco a poco hacia arriba.
Todo parecía indicar que la exaltada payasita, finalmente estaba lista para empezar a disfrutar.
Ver la forma en la que suavemente había comenzado a batir sus caderas, bajo el brutal ritmo de mis ansiosas embestidas, no tardó en hacerme enloquecer. Fue así como cargado de una desbordante ansiedad, empecé a besuquear su rostro, —y gran parte de su cuello—, con total ofuscación; como tratando de sofocar el vivaz deseo que me carcomía por dentro.
El robusto coño de Risas lucía bastante enrojecido, y estaba ardiendo con mucho más vigor que en un principio; dando la sensación de que tuviese un radiador en su interior.
—¡Aahh, Aaghh! De-Detente. —sollozó de manera repentina Risas, con un gran dolor en su enrojecido rostro—. ¡Tu cosa gruesa está revolviendo mis entrañas!
Al contemplar sus delicadas facciones con algo de recelo, conseguí notar con gran satisfacción, la manera en la que Risas mantenía sus mejillas completamente ruborizadas; producto de las intensas sensaciones que estaría experimentando.
Estaba fuera de mí, por lo que rápidamente comencé a lamer los pequeños pómulos de sus diminutas orejas, sin dejar de taladrar de manera entusiasta sobre su humedecido interior; dando inicio a un sistemático vaivén de mete y saca, que nos puso a suspirar como un auténtico par de enajenados.
—¡Ohh! ¡Oohh! ¡Nghh! —gemí con fortaleza.
—¡Aahh! ¡Aaghh! Basta ya, Lincoln. M-Me... ¡Me estás raspando con tu polla!
A medida que iba acelerando mis implacables arremetidas, podía sentir la manera en la que mi inquieta acompañante se iba entregando cada vez más a mis violentas estocadas; permitiéndome llegarle mucho más profundo, hasta prácticamente rozar su útero con mi falo.
Entre más me adentraba en su lubricada vagina, mayores eran los movimientos que realizaba con su joven cuerpo, dejando de retorcerse de manera momentánea; hasta comenzar a normalizar poco a poco, su vapuleada respiración.
Fue así como al cabo de unas cuantas sacudidas más, el único sonido que salía de su dulce boca, era el producido por sus fragmentados jadeos de placer.
—¡Ayy, Ayyy, Aay... Aayyy! ¡Mmm! ¡Aahh, Ahhh! ¡Umghh!
Cada vez que sentía la manera en la que mi intrépida polla arañaba su apretada matriz, podía palpar como esta era bañada por un sinfín de cálidos ríos de sus más viscosos fluidos; hasta hacerme vibrar con gran perturbación.
Entre más pasaban los minutos, tanto el cuerpo como la mirada de Risas, comenzaron a cambiar drásticamente; luciendo mucho más inquieta y perturbada que al principio. Y al darse cuenta de tan notable cambio, las chicas decidieron soltarle los brazos, ya que entendieron que lo último que haría en ese momento, sería escapar.
A medida que mis pronunciados movimientos iban aumentando en intensidad, el resollante cuerpo de la payasita no pudo seguir soportando mis tenaces embestidas; y comenzó a gemir de manera sumamente aireada, cada vez que sentía la manera en la que mi erguida polla revoloteaba en su interior.
Risas se mordía sus labios conforme le iba entrando mi verga entre las piernas, y en ese punto podía sentir como mi pene era aprisionado por su dilatada rajita; y la manera en la que sus pronunciados jugos, habían comenzado a generarme unas interminables cosquillas sobre todas las bolas.
—¡Aahh! ¡Aghh! ¡Nghh! —protestó Risas con perturbación—. Si-Siento como tu pene se hace más grande en mi interior.
Risas lucia cada vez más caliente y visiblemente desencajada. Tanto, que de un instante al otro, y ante la sorpresa de todos, comenzó a arañarme la espalda con sus reducidos dedos.
En ese punto sentía como su cuerpo sudaba a más no poder, y como de a poco sus ensanchadas caderas aumentaban considerablemente el ritmo de sus sacudidas; hasta hacerme sufrir violentas arcadas pronunciadas, cada vez que mi oscilante polla chocaba en su interior.
Risas estaba muy excitada y visiblemente sofocada. Por lo que al ver la sensual manera en la que se mordía los labios con gran soltura, no pude aguantar más mis fogosos instintos; y comencé a acribillar sus espaciosas entrañas, como si fuese un auténtico desquiciado.
Luego de comprobar la brutal manera en la que sacudía mi polla en medio de sus gruesas piernas, Risas empieza a respirar mucho más profundo; y tras oprimir con mayor presión sus afiladas uñas sobre mi espalda, me dice con gran ofuscación:
—E-Esto está mal... ¡Mmmh! ¡Nghh! Mi cuerpo se siente extraño.
Mi violento movimiento de caderas en lugar de apaciguar sus ganas, la hizo retorcer su cuerpo con mayor velocidad; hasta hacerla contraer sus piernas con innegable demencia.
—¡Aaahh, Aaghh! ¡Nghhm!
Fue así como luciendo visiblemente alterada, y tras comenzar a resoplar con mayor perturbación, la enloquecida comediante no tardó en expresar:
—¡M-Me estoy empezando a sentir muy rara! —esbozó la confundida chica con evidente malestar—. S-Si, siento como si mi cuerpo se entumeciera por dentro. ¡Ohh, Ooghh! ¡Mghh!
La piel de Risas estaba toda colorada, su respiración turbada, y los ojos cada vez más llorosos. En ese instante, y sin siquiera proponérselo, había llegado a su impensado límite. Por lo que no pudo seguir conteniendo las profundas emociones que batían su tierno cuerpo, comenzando a resoplar con total angustia mientras gritaba:
—Va a salir... ¡Aahh, Aaahh! ¡Siento como algo va a salir!
Fue así como Risas explotó en una tormenta de delirantes contracciones resollantes, que le revolvieron las entrañas, y la impulsaron a alcanzar un primer e inigualable orgasmo de lo más portentoso; que estuvo a punto de hacerla desvanecerse frente a mis consternados ojos.
Me sentía sumamente extasiado, y con la polla cada vez más endurecida; pero por extraño que pareciera... Aún estaba lejos de lograr correrme.
Creo que el inmenso esfuerzo que había realizado en mi último encuentro con Polly Paín, no solo había saciado toda la sensibilidad que había en mi cuerpo; sino que me había dejado con la polla lo suficientemente endurecida, como para lograr disfrutar al máximo de tan gloriosa chica.
Fue así como de un instante al otro sujeté a Risas por sus voluminosas caderas, y comencé a penetrarla con todas las fuerzas que aún me acompañaban; mientras le comía sus pequeñas tetas como un auténtico desquiciado. ¡Que feliz me sentía!
Tan pronto Risas sintió mi naciente fogosidad, no tardó en estremecer su diminuta cabecita para todos los lados; casi al tiempo en que comenzaba a decir en voz baja:
—N-No puedo. ¡No puedo contenerlo más! Me hago... ¡Mmm! ¡Me hago pipiiiií!
Mientras Risas sollozaba y sacudía su coño con total agonía, pude ver como de repente comenzó a dejar salir de su dilatada intimidad, un par de enérgicos chorros de un espesado fluido amarillento; que no tenía claro si eran orina, o el resultado de su feroz corrida.
En cualquier caso, fue muy excitante el poder contemplar, la manera en la que salían disparadas ese par de tenaces ráfagas almizcladas de su lubricada almejita.
De ese modo, seguí taladrando el ajustado interior de la impaciente gordita, hasta que finalmente no pudo continuar soportando su colosal corrida; y cayó desplomada sobre el reducido colchón.
Su primera vez había sido de lo más frenética y apoteósica, dejándola totalmente fundida… ¡Y sin fuerzas ni para respirar!
Luego de estallar en un delirante mar de colosales gemidos, Risas no pudo continuar manteniendo su machacado semblante a flote, y permaneció tendida sobre la cama; mientras jadeaba con dificultad.
La extenuada payasita había experimentado un fenomenal primer orgasmo, y eso era algo que me hacía sentir bastante complacido, aunque para nada satisfecho; ya que me había dejado con la polla tiesa, y a punto de reventar.
Luego de contemplar mi dolorosa erección, en lo primero que pensé fue en volver a arremeter contra el fascinante cuerpo transpirado de la jadeante compañera de Luan; pero al voltear la mirada, noté con tristeza la forma en la que Risas continuaba retorcida sobre el colchón, mientras temblaba sin césar.
En ese momento no sabía qué hacer con la portentosa erección que se mantenía presente en mi extasiado cuerpo. Y es que jamás me hubiese podido imaginar, que el disfrutar del tierno conducto de la adormilada Risas, me iba a dejar con la respiración tan acelerada, la piel erizada y las bolas sumamente palpitantes. Por suerte aún tenía varias opciones de donde escoger.
Fue así como al ver mi polla completamente erguida y resplandeciente por la gran cantidad de jugos que brotaban del coño de Risas, el resto de las chicas no tardaron en volver a discutir, para tratar de determinar cuál de ellas tendría la oportunidad de acabar con mi erección.
El poder apreciar como ese trío de cautivadoras chicas desnudas se peleaban entre sí, para ver quien sería la siguiente en ordeñar mi enrojecido falo, me hacía sentir el tipo más suertudo de todo el mundo.
Animado por tan singular visión, no tardé en expresarles una posible solución que no solo acabaría con su acalorada discusión; sino que nos podría dejar a todos igual de felices y satisfechos:
—¡Chicas, chicas! ¡Préstenme atención! —artículé con impaciencia—. Creo que sé cómo hacer para que dejen de discutir, y queden todas satisfechas.
Mis palabras automáticamente captaron la atención de la mayoría de las chicas, haciéndolas girar sus embelesadas cabezas, hacia el lugar en donde me encontraba.
De esta manera, y aprovechando su repentino interés, tomé rápidamente a Tabby de su pequeña mano, y le pedí que se sentase en el borde de la cama; y tan pronto lo hizo, la empujé hasta dejarla con la espada pegada sobre el colchón.
Luego, le dije a Haiku que se subiese encima de su compañera, hasta que ambas quedasen en frente de la otra; y con sus sexos en total contacto.
Era una idea sencilla que alguna vez había presenciado en alguna película para adultos. La cual, si se hacía bien, nos podría llenar placer al mismo tiempo.
Al captar lo que tenía en mente, las chicas rápidamente hicieron lo que les había indicado; sin dejar de sonreír con emoción. Y una vez que estuvieron acomodadas, le pedí a Polly que acomodase el cuerpo de Risas junto al de las chicas, e hiciera lo mismo que habían hecho ellas. —Cosa que realizó sin protestar.
Por suerte las chicas continuaban tan increíblemente exaltadas, que harían cualquier clase de cosa con tal de sofocar la fulgurante calentura que recorría por sus entrañas.
Una vez que estuvieron en posición, permanecí quieto durante unos breves segundos más, deleitándome con la maravillosa vista que tenía frente a mis ojos. Y es que poder contemplar a Haiku y Polly Paín montadas respectivamente sobre los cuerpos desnudos de Tabby y Risas, me tenía con la polla mucho más que electrificada... ¡Y con mi sangre a punto de evaporarse!
Luego de admirar a tan exuberante grupo de chicas desnudas, —quienes habían comenzado a rozar sus encharcados sexos de manera fogosa—, no tardé en dirigir mi polla justo en medio de los brillantes labios robustos de Tabby y Haiku; hasta hacer desaparecer mi pene en todo el centro de sus sexos.
¡Oohh! La inigualable mezcla de sensaciones que sacudían mi cansado cuerpo en ese momento, me tenía cada vez más cerca de lograr colapsar.
Poder palpar los lubricados labios desnudos tanto de Tabby como de Haiku, me tenía con las bolas ardiendo; y con el cuerpo mucho más que tambaleante.
En esa maravillosa posición, podía sentir toda la inigualable calidez presente en los firmes coños de ambas chicas; así como la manera en la que estos envolvían a mi turbada verga, cada vez que esta se deslizaba con desesperación en medio de sus consistentes labios.
Los intensos roces que nos manteníamos experimentando en nuestros sensitivos sexos, no tardaron en provocarnos violentas arcadas del más puro regocijo; las cuales, nos tenían más conmovidos que nunca.
—¡E-Esto se siente muy bieeeen! —esbozó muy entrecortadamente Tabby, con evidente emoción.
—Li-Li... Lincoln. ¡Mmm! ¡No te detengas! —sollozó muy suavemente Haiku.
Sin siquiera proponérmelo, tenía a ambas chicas con el cuerpo tembloroso, y totalmente fuera de sí. ¡Y eso que aún no había tenido la oportunidad de penetrarlas!
El cuerpo me picaba, las bolas me ardían, y mi polla permanecía mucho más que desafiante.
Esta nueva posición me tenía con los pelos de punta, y más ansioso que de costumbre. Por tal razón, comencé a acelerar el vertiginoso ritmo de mis enérgicas embestidas, arrancándole diversos gemidos cargados de lujuria, a tan inigualable par de chicas.
—¡Oohh, Ooohh! Que rico... ¡Que ricooo! —atinó a decir Tabby.
—Así, así, Lincoln. ¡Los dulces roces de tu inocente polla me están haciendo enloquecer! —renegó fervientemente Haiku—. No me hagas sufrir más, y métemela de una buena vez.
Me sentía absolutamente extasiado, cada vez que frotaba ese par de abultados sexos con cuidado; sobre todo al darme cuenta, de la manera tan perdida con la que ambas chicas se retorcían.
—¡E-Esto es sencillamente fabuloso! —dijo Haiku con soltura—. Puedo sentir todo el calor proveniente del firme coño de Tabby.
Ambas chicas estaban cada vez más exaltadas, por lo que de continuar de esa manera, acabaría por correrme sin disfrutar de todos sus encantos.
Fue así como en un rápido movimiento de caderas, saqué mi polla de entre sus extasiados labios vaginales; hasta hacerla desaparecer dentro del tibio conducto de Tabby.
En el instante en el que la acalorada rockera sintió mi polla en su interior, comenzó a revolotearse con auténtico frenesí; como tratando de que mi pene, devorase cada centímetro de su jugosa abertura.
Mientras penetraba el fabuloso interior de Tabby, comencé a acariciar la grisácea espalda de Haiku; logrando con esto que mi siniestra acompañante, comenzase a contornear su cuerpo con gran perturbación.
Estaba dichoso perforando el humedecido interior de Tabby, sin dejar de toquetear la espalda de Haiku; cuando de repente siento una mano subiendo por mi pierna.
Al voltear la mirada, noto como Polly Paín y Risas me miraban fijamente, mientras atendía con fervor a sus lujuriosas amigas; y al captar mi atención, Polly Paín me dice:
—Oye, infeliz. —¡Nosotras también estamos aquí! Y ni se te ocurra hacernos esperar... ¿No es así Risas?
La pregunta de su compañera claramente la tomó por sorpresa, por lo que bastante agitada, y con el rostro totalmente enrojecido, tan solo atinó a decir:
—¡Ci-Cierto!
Luego de contemplar la forma tan agitada como revoloteaban sus alegres cinturas, dejé de acariciar la sexy espalda de Haiku, y comencé a penetrar con mis delgados dedos los encharcados coños de Polly Paín y Risas; alternando mis embates entre uno y otro coño, hasta arrancarles un par de apasionantes aullidos de satisfacción.
Sentir los ajustados sexos de Polly Paín y Risas oprimiendo brutalmente cada uno de mis dedos, me hizo aumentar los movimientos de cintura que le estaba propinado a la raja de Tabby; lo cual, la hizo chillar de la emoción.
—¡Oohh, Ooghh! ¡Pero que rico! Me estás haciendo adicta a tu polla.
Tabby estaba como loca, gimiendo y sacudiendo sus caderas con auténtico entusiasmo. Y aunque estaba encantado de la manera en la que su sexo oprimía mi firme miembro, le di un último par de contundentes estocadas; y se la enterré a Haiku en medio de sus lascivas piernas.
Mi fugaz maniobra no solo tomó a Tabby por sorpresa, quien automáticamente hizo un gesto de rabia al constatar como mi pene había abandonado su acalorado orificio, sino también a la propia Haiku; la cual no esperaba tener mi polla tan adentro de sus entrañas, soltando casi de forma inmediata, un par de tenues alaridos llenos de deleite.
—¡Ayy, Aayyy! ¡Aaaghh! ¡Mmghh!
Fue así como di inicio a una veloz ráfaga de vibrantes pollazos, que tenían a Haiku retorciéndose con increíble fortaleza; a medida que resoplaba con gran vistosidad.
—¡Aahh, Aaghh! ¡Pero qué bien lo haces! Nunca antes había estado tan mojada.
En ese momento estaba como fuera de mí, disfrutando al máximo del aterciopelado interior de tan escalofriante criatura; mientras esta comenzaba a comprimir sus sulfuradas caderas, como tratando de dominar mi endurecido garrote.
Haiku quería retomar el control que previamente había tenido sobre mi cuerpo, pero no estaba dispuesto a permitírselo. Por lo que sacando mis dedos con total soltura de la vagina de Polly, tomé a Haiku por su cintura; y la comencé a penetrar con mucha más velocidad, hasta hacerla rechistar con agonía.
—Eso, eso... ¡Así, así! Dame... ¡Dame duro! Destroza todo mi interior.
Haiku estaba como loca, pero en lugar de quejarse por la brusquedad de mis movimientos, había comenzado a serpentear muy ligeramente todo su cuerpo; mientras jadeaba con infinito afán. ¡Esa chica sí que era inigualable!
Extasiado, decidí subir la apuesta, por lo que comencé a entreabrir las grisáceas nalgas de mi eufórica amante; dejando su oscurecido ojete ante mi vista. De ese modo, y sin perder más segundos valiosos, lubriqué uno de mis dedos con los abundantes flujos de Polly; y se lo enterré lentamente a Haiku, en todo el centro de su hermético trasero.
Luego de eso... ¡El resultado no se hizo esperar!
—¡Ahh, Aaghh! Infeliz... ¡Me tomaste por sorpresa!
Después de todos los jadeos y brutales embestidas emitidos por Haiku desde el primer instante en el que estuvimos juntos, finalmente podía sentir que era toda mía.
Completamente animado, comencé a acribillar el lubricado coño de Haiku; casi al tipo en que le enterraba más y más mi inquieto dedo en su trasero.
A medida que la penetraba, se me hacían cada vez más fácil el poder sentir, como salían disparadas diversas gotas de flujos de su encharcado interior; produciendo un sensual sonido de chapoteo, cada vez que mi pene se adentraba entre sus piernas.
De esta manera, no tardé en hacerla convulsionar, lanzando fuertes sollozo de la más entera dicha; los cuales Tabby aplacó con un efectivo beso en los labios, justo como le había hecho a ella minutos antes.
¡Estaba como en un sueño! Haiku me estaba haciendo gozar como pocas veces lo había hecho. Pero no podía dejarme llevar por mis intensas emociones, si quería disfrutar al máximo del resto de las chicas.
En consecuencia, saqué mi dedo del estimulante orto de Haiku; y dándole unas enérgicas estocadas en su coño, comencé a sacárselo muy lentamente; hasta dejarla con la piel enrojecida y el cuerpo cada vez más tembloroso.
En ese punto comencé a sentir un par de inusuales punzadas en las bolas, que me indicaban que mi cuerpo estaba acercándose lentamente a su máximo clímax. Por tal razón, dirigí mi feroz estaca hacia el vibrante coño de Risas, ya que estaba seguro de que en el estado en el que me encontraba, no habría podido soportar las sofocantes entrañas de Polly.
Fue así como volví a arremeter contra la ya no tan inocente vagina de la sensual comediante, quien esta vez no puso demasiados reparos por tenerla adentro; y por el contrario, no tardó en batir sus caderas al ritmo de mis mordaces embestidas.
Risas aún continuaba bastante sensitiva luego de nuestro último encuentro, por lo que tan sólo bastaron un par de firmes sacudidas en su sexo, para que su cuerpo estuviese al límite.
—¡Uhm, Uughhm! Si-Siento un hormigueo en mis entrañas.
La suave rajita de Risas continuaba siendo de las más apretaditas de mis cuatro musas; haciéndome sentir toda la majestuosidad de su suave interior, en cada una de mis profundas sacudidas.
En ese momento Risas estaba resoplando con gran desesperación, debido a la elevada calentura que se batía en su cuerpo.
No podía salir de mi asombro al notar lo rápido que Risas se había entregado al frenesí del momento. Y aunque por instantes parecía retomar el disminuido control que tenía sobre su cuerpo, bastaban un par de suaves inserciones de mi verga en todo el centro de sus sudadas piernas; para que perdiese el poco control que había ganado. Risas estaba más allá de su límite... ¡Y a punto de colapsar!
Al ver la acelerada manera, en la que la agitada comediante sacudía sus voluminosas caderas, Polly Paín arremetió contra sus escasos senitos, chupándoselos con rapidez; hasta hacerla convulsionar.
—No, no, Polly... ¡Nooo! ¡De-Detenteee!
Las continuas mezclas de sensaciones que se mantenía recibiendo Risas en diversas partes de su silueta, la hicieron explotar en un mar de vertiginosas convulsiones distorsionadas; que por poco la hacen perder el sentido.
Al ver como Risas había sucumbido ante los esfuerzos continuos entre Polly Paín y mi polla, y aprovechando la guardia baja que estas tenían; posé mis manos sobre el firme trasero de la amiga de Lynn, para comenzar a estimularlo.
Tan pronto Polly se percató de la forma en la que entreabría sus cachetes sin un solo ápice de vacilación, me mira de manera desafiante, y comienza a sonreír con gran autoridad; quizás pensando en que no iba a poder dominarla como había hecho con Haiku.
Una vez que tuve el trasero de Polly a mi entera disposición, comencé a ejercer presión hasta lograr introducirle la falange de mi dedo índice en todo el centro de su rugoso asterisco.
De esta manera, y sin dejar de penetrar el sensible coño de Risas, me dispuse a jugar con el compacto trasero de Polly, penetrándola sistemáticamente con mi escuálido dedito; hasta lograr dilatar su oscurecido orificio.
Polly estaba sonriente y bastante segura de que no correría el mismo destino que su sombría compañera. Así que luego de dilatarle su agujero lo suficiente, retiro mi lubricada polla del interior de Risas, y la dirijo rápidamente hacia el sorprendido ojete de su compañera. Y tras sujetarla con tenacidad por sus sensuales caderas, procedo a ejercerle presión en su indómito conducto; hasta hacerle desaparecer la puntita de mi pene en su indefenso interior.
—¡Aaghh, Aahhh! ¡Pero qué crees que haces, infeliz! Me estás reventando todo el trasero.
Con un poco más de la cabeza de mi polla adentrándose en su ajustado asterisco, empecé a ejercer un gran esfuerzo; hasta lograr enterrársela por completo. ¡Uff! Que gran sensación.
—¡Ayy, Aayy! Me duele... ¡Me duele! Sácamela... ¡Sácamela ya! ¡Aaghh!
Estaba más que claro que a Polly Paín nunca le había logrado estrenar su apetecible retaguardia, luciendo totalmente adolorida y llena de desesperanza.
—¡Me las vas a pagar, albino infeliz! —sollozó velozmente Polly, con evidente enojo.
Al ver su reacción, y constatar lo realmente enfurecida que en ese instante se encontraba, le enterré la polla con todas mis ganas; y tras acercar mi rostro a su oído, le digo con suavidad:
—¡No sé porque te quejas tanto! Si fuiste tu quien empezó a jugar con el trasero de los demás. Así que... Te aguantas.
Luego de eso, Polly Paín permaneció tendida en un claro silencio; aunque no se si lo hizo al darse cuenta de que tenía razón, o por el innegable dolor que se mantenía experimentando. En cualquiera caso, tenía vía libre para someterla a mi entera voluntad.
Palpar la elevada fogosidad que se mantenía presente en el enérgico culo de la furiosa Polly, no tardó en revolver enteramente mis entrañas, hasta comenzar a generarme unas muy fuertes contracciones; que me indicaban con recelo, la cercanía de mi próxima corrida.
Por tal motivo, decidí sacar mi agitado miembro del culo de Polly, y lo hice desaparecer en todo el medio de sus conmovidos labios vaginales.
Al sentir mi polla una vez más revoloteando alegremente dentro de su distendida rajita, Polly Paín hizo un claro gesto de alivio, y comenzó a menear sus caderas para disfrutar de la firmeza de su anhelado invasor.
Me sentía con el cuerpo cada vez más encendido, por lo que comencé a aporrear su aterciopelado trasero fuertemente con mis manos, para aumentar la elevada excitación que me mantenía experimentando.
Cada vez que golpeaba el sublime derrier de Polly, sentía como su vagina se distendía y me apretaba con mayor intensidad; haciéndome jadear con gran soltura.
Polly Paín estaba tan visiblemente concentrada batiendo sus caderas sobre mi debilitado garrote, que por momentos los únicos sonidos que salían de su lasciva boca, eran un par de suaves jadeos cargados de satisfacción.
Escuchar los sensuales sonidos provenientes de la boca de Polly fue el estímulo que necesitaba, para sentir como de a poco, se iba condensando todo el semen que tenía acumulado en mis tensionadas bolas.
Luego de sentir la inevitable manera en la que de a poco me corría, empecé a sacar mi polla de su encharcado interior. Pero al intuir lo que en ese instante pretendía, Polly apretó su coño con todas sus fuerzas, impidiéndome que sacase mi sensible herramienta de su acalorada hendidura.
Estaba a punto de reventar, y no quería hacerlo una vez más, dentro del coño de Polly; por lo que rápidamente estiré mi dedo y se lo clavé de manera salvaje en su apretado ojete, haciéndola balbucear con gran ferocidad.
Aprovechando su leve descuido, retiré mi polla de su estrechada abertura, y se lo volví a enterrar a Risas en todo el centro de sus inflamados labios; tomándola claramente desprevenida.
—Ayy, Aayyy, Aayyy... ¡Mi rajita! —protestó fervientemente la asustada payasita, con el rostro cargado de dolor.
Fue así como no pude continuar soportando los despiadados corrientazos que sacudían mi abrumado interior, y comencé a correrme dentro del delicado coño de la dulce gordita.
De esta manera, no tardé en liberar una concisa serie de briosos chorros de mi más espesa leche, dentro del fabuloso interior de Risas; hasta hacerla temblar de la emoción.
Como no quería que el resto de las chicas se pusieran celosas, liberé mi polla con velocidad, y empecé a frotármela con auténtica firmeza; lanzando los últimos restos de mi viscosa semilla, sobre los agotados cuerpos de Polly Paín, Tabby y Haiku.
Con los últimos restos de mi energía, aproveché para sentarme sobre la silla de mi escritorio, y cerré los ojos para tratar de recuperar el semblante lo antes posible. No sin antes volver a contemplar, el modo en el que las chicas continuaban retorciéndose ferozmente sobre mi revuelta cama.
Mientras trataba de recuperar las fuerzas que había perdido, el cansancio pudo más que mi voluntad; y me quedé dormido durante un par de minutos acalorados.
Al recobrar la consciencia, comencé a escuchar una serie de llamativos jadeos consumados, que me hicieron despertar con velocidad. Al abrir los ojos, pude ver con sorpresa como las chicas continuaban unas encima de las otras, pero esta vez en sentido contrario, mientras realizaban un frenético 69. ¡¿En serio?!
A pesar de todo el esfuerzo que había empleado en dejarlas satisfechas, daba la sensación de que lo único que había logrado, era avivar la increíble calentura que se batía copiosamente en su fogoso interior.
Fue así como vi a Tabby succionando la tierna almejita de Risas, mientras que Polly Paín hacia lo mismo con la dilatada intimidad de Haiku. ¡Quién lo diría!
Permanecí contemplando esa maravillosa escena durante un par de minutos más, hasta que de a poco, comencé a sentir un enorme escalofrío en todo el cuerpo; que dio como resultado, que mi polla volviese a recobrar su entusiasta vitalidad. ¡Oh, bendita juventud!
Con el cuerpo descansado, y mi polla visiblemente animada, empecé a masturbarme suavemente; mientras veía tan cautivante acto.
Luego de un rato, y ya con el pene mucho más que a tope, decidí entrar en el juego. Fue así como rápidamente me dirigí hasta el lugar en donde se encontraban las chicas, para tratar de disfrutar una vez más de sus incomparables cuerpos.
Estaba animado y más tembloroso que en un principio. Fue así como apunté mi polla hacia el brillante coño de la jadeante Tabby, para volver a deleitarme con su placentera estrechez. Pero justo en el instante en que la iba a penetrar, escucho la voz de Polly Paín que me dice:
—¡No Interfaz! Este es nuestro momento, y no queremos que te entrometas.
¡¿Pero que rayos?! No tenía claro a que se estaba refiriendo Polly, ni mucho menos el porqué estaba tan molesta; pero tan pronto volví a retomar mis intenciones de penetrar a Tabby, esta voltea la cabeza y me dice con enojo:
—¡Polly tiene razón! ¡Déjanos tranquilas! Estamos tratando de resolver todas nuestras diferencias de manera pacífica, y creo que vamos por muy buen camino.
Luego de escuchar las tajantes palabras de Tabby, veo la manera como Polly se pone rápidamente de pie; hasta quedar a mi lado.
Al tenerla frente a mí, podía visualizar lo realmente lo molesta que de seguro se encontraba, por haberlas interrumpido; por lo que colocando una de sus fornidas manos en mi cuello, y la otra sobre mi brazo, procedió a empujarme hasta la puerta.
Una vez ahí, quita el cerrojo con cuidado, y tras sonreírme con deslumbrante malicia; me lanza hacia afuera.
¡No podía creer lo que estaba pasando! Polly Paín me había sacado de mi propio cuarto, dejándome en el pasillo completamente desnudo; y con la polla palpitando. ¡Rayos!
Al darme cuenta de lo expuesto que me había dejado, traté de volver a entrar a mi habitación, pero no logré conseguirlo, ya que la muy maldita le había puesto seguro a la puerta.
En ese momento me sentía enojado y mucho más que frustrado, pero por sobre todas las cosas, estaba aterrado de que mi madre o alguna de mis hermanas, me llegase a encontrar en esa situación tan difícil de explicar.
Fue ahí cuando recordé que en el baño estaba la canasta con la ropa sucia que nos habíamos quitado durante el transcurso la semana, por lo que comencé a desplazarme con mucho sigilo hacia ese lugar, mientras me fijaba de reojo en cada una de las habitaciones; para evitar ser descubierto por alguna de mis hermanas.
Por suerte todos los cuartos estaban vacíos, y al ver el reloj en uno de ellos, noté que eran poco más de las 7 pm; así que lo más probable era que mis hermanas estuviesen reunidas en el primer piso de la casa, a punto de cenar.
De seguro estarían todas juntas en la mesa del comedor, con una enorme sonrisa de satisfacción en sus alegres rostros; mientras se divertían pensando en la inmensa batalla campal, que de seguro me habrían formado, dentro de mi reducida habitación. Aunque por esta ocasión, estaba más que contento de que no me hubiesen esperado para cenar.
Con el horizonte completamente despejado, continúe mi marcha sin mayores inconvenientes hasta llegar al baño. Y tan pronto extiendo mi mano para girar la cerradura, veo como la puerta se abre con extrema rapidez, dejando frente a mis ojos a la dulce e inocente Darcy, quien me miraba fijamente; con el rostro cargado de evidente consternación. ¡Rayos!
En el instante en el que la pequeña Darcy se percata de la forma en la que mi erecta polla se batía con soltura justo en frente de sus inocentes ojos, esta se queda completamente paralizada; mientras contemplaba con asombro, la firme estaca que yacía en medio de mis piernas.
Fue así como permanecimos totalmente inmóviles durante un par de interminables segundos, sin saber que hacer, y sin dejar de mirarnos el uno al otro; hasta que de repente se escucha la aguda voz de Lisa, mientras llamaba con gran insistencia a su consternada amiga.
—¡Darcy, Darcy! Baja antesh de que se te enfríe la cena.
Las enérgicas palabras de Lisa sirvieron para sacar a Darcy del inmenso trance en el cual se encontraba sumergida, devolviéndola rápidamente a la pasmosa realidad.
De esta manera, y sin siquiera atreverse a mirarme a los ojos, Darcy salió disparada con rumbo al comedor; con los cachetes colorados, y sin pronunciar palabra alguna.
Sentía mucha vergüenza de que la diminuta amiga de Lisa me hubiese visto completamente desnudo, y con la polla a tope; pero tenía que continuar. Fue así como rápidamente entré al baño, y me dirigí al cesto de ropa sucia que se encontraba en un rincón, dispuesto a encontrar algo que ponerme; antes de que a alguien más se le diera por entrar.
Por suerte no tardé en encontrar una de mis clásicas camisas naranja, seguida de mis pantalones de la suerte; quedando casi listo para vestirme.
Al no divisar con prontitud mi modesta ropa interior, agarré una de las ajustadas pantaletas de Luan. Y luego de olerla con mucho deleite, me dispuse a colocármela con absoluta tranquilidad, dispuesto a palpar la sorpresiva calidez; que aún mantenía presente en ella.
Luego de vestirme con extrema velocidad, salí corriendo hacia mi habitación; totalmente dispuesto a saldar cuentas. Pero justo en el instante en el que iba a comenzar a golpear a la puerta, noto como esta se abre; y empiezan a salir una a una Polly Paín, Tabby, Haiku y Risas. ¡¿Pero que rayos?!
No sabía por qué estaban todas vestidas, y con claras intensiones de querer marcharse, pero tan pronto como empezaron a salir, frené a una de ellas por el hombro; y con gran apuro les dije:
—Chicas, chicas... ¿Porque están todas arregladas? ¿Se van tan pronto?
Fue entonces cuando Tabby me mira directamente a los ojos, y me dice sin inmutarse:
—¡Es sencillo, Linc! Después de debatirlo entre nosotras, y al ver lo mucho que nos hemos entendido en estas últimas horas; decidimos que ya no te necesitamos.
—¡¿Pe-Pero de que están hablando?! ¿Y el baile?
Al escuchar mis nacientes interrogantes, y sin dejar de mirarme de manera ampliamente retadora, Polly Paín se para en frente mío, y me dice poco a poco:
—¡No finjas interés! Tu nunca quisiste acompañarnos al baile... Así que, ¡Vete al carajo!
—¡Polly tiene razón! No te necesitamos. —replicó Haiku con enojo.
No entendía a que se debía su rotundo cambio de planes, por lo que lleno de dudas, no tardé en preguntarles:
—¡¿E-Eso quiere decir que no piensan ir al baile?!
—Claro que iremos —afirmó fervientemente Polly—. ¡Pero no contigo!
—Ya que es la noche del empoderamiento femenino, no veo porque no podamos ir juntas... ¡Entre mujeres! —replicó Tabby.
¡Así es! —dijo Haiku—. Y es por eso que yo iré con Tabby.
—Y yo iré con la pequeña payasita. —susurró Polly Paín, con una inigualable sonrisa en su malvado rostro.
—Espera... ¡¿Qué?!
Luego de explicarme su repentino cambio de planes, las chicas empezaron a descender una a una las escaleras, dejándome en la entrada de mi alcoba con la boca abierta; y con una notable mirada de desconcierto, que difícilmente se me iba a quitar.
Cabizbajo, estaba a punto de lograr entrar al cuarto, cuando de repente veo como regresa Haiku con rapidez; y tras mirarme de manera despreocupada, no demora en decirme:
—¡Ehm! ¡Una cosa más! —esbozó Haiku con suavidad—. Deberías cambiar las sábanas de tu cama y voltear el colchón. ¡Hmm! Creo que nos emocionamos demasiado mientras resolvamos nuestras diferencias.
Después de decirme esas extrañas palabras, Haiku me da un rápido beso en la mejilla; y sale corriendo hasta desaparecer de mi vista.
Aún sin entender a cabalidad que era lo que había sucedido, y con mis piernas completamente tambaleantes, entré a mi habitación, y me quedé sentado sobre la silla del escritorio una vez más; mientras trataba de organizar las aparatosas ideas que tenía en mi mente. ¿Pero que rayos había acabado de suceder?
Fue así como culminó uno de los momentos más agitados, demenciales y realmente excitantes de toda mi vida; el cual perdurará en mi perturbada memoria... ¡Por el resto de mis días!
