3. Un primer día de clases lleno de sorpresas.
Al día siguiente...
Lily se despertó, se aseó, y todavía no se creía que estaba en un lugar tan hermoso. Era un lugar, que instantáneamente le invitaba a formar parte de él, un lugar lleno de algo que lo hacía ver maravilloso y enigmático, un universo extenso del que probablemente jamás saldría.
Después, bajó a la sala común, ahí encontró a Claire y a Ashley y las tres bajaron a desayunar. Ya en el Gran Comedor, contemplaron a las volátiles lechuzas que iban dejando correspondencia a sus dueños, y las tres recibieron algo. A Lily le llegó una felicitación por parte de sus padres por haber quedado en una casa de gente valiente, a Clara igual y a Ashley que, aunque no hubiera quedado en la casa de sus antepasados, la apoyarían igual que siempre.
Los jefes de las casa les llevaron los horarios a sus alumnos, y vieron que tenían Encantamientos primero, después Pociones, después...ya se enterarán en su debido tiempo.
Lily y sus amigas no cabían en sí de felicidad, todo estaba resultando tan divino, tan perfecto, hasta que...
-¡Fíjense por dónde van, taradas!-les espetó Severus Snape cuando tropezaron con él cuando tomaban rumbo al aula de Encantamientos.
-¡Estúpido!-le gritó Claire cuando él se iba con una sonrisa burlona, dibujada en su demacrado rostro.
-¡Eh, tú, niña!- Hablaba un prefecto alto a Claire. Ella se volteó hacia él, y éste observó el escudo que portaba su túnica al lado izquierdo de la misma. -Gryffindor¿verdad? Tu casa pierde 10 puntos por gritar palabras altisonantes.
-Mira, y es de Slytherin-les indicó Ashley señalándolo, cuando el joven se había retirado.
-Pero ese Snape me las va a pagar, ya lo verán...
-Ya, mejor vamos a clase. – Lily tomó del hombro a Claire, quien parecía que iba a estallar de coraje, y entre las dos la llevaron al aula de Encantamientos, que para su buena suerte se hallaba cerca.
Cuando arribaron al lugar, las tres tomaron sus lugares en el aula. Después de que el profesor Flitwick, un profesor diminuto ya entrado en años, les diera la bienvenida y tomara lista, empezó a decir:
-Principios básicos de encantamientos. Apunten todos, por favor. Encantamientos es muy diferente a Transformaciones. La primera consiste en realizar un hechizo, y la segunda en convertir algo en otra cosa. Los encantamientos son hechizos de los cuales la mayoría son sencillos y otros muy difíciles. Una de las reglas más importantes para realizar encantamientos es agitar muy bien la varita - hizo énfasis en la palabra muy, a la vez que la agarraba con más firmeza -, y pronunciar bien las palabras, ya que, si no es así, unos pueden terminar por debajo de animales, heridos, o, incluso muerto.
Siguieron con sus apuntes, hasta que tocó la hora de la siguiente clase, y Flitwick no encargó deberes.
Y los de Gryffindor se encaminaron hacia el aula de Pociones.
Cuando los chicos de Gryffindor llegaron al aula (bueno, mazmorra), las chicas casi entran en shock: un hombre guapérrimo, con el cabello rubio y lacio, con ojos muy bonitos de verde profundo y buen cuerpo los esperaba sonrientes.
-¡Pero qué guapo es! - dijo Clara.
-Esperemos a que lleguen sus compañeros de Slytherin. – les dijo sonriendo el hombre. James y Sirius lo miraron con asco, como si su profesor fuera un bicho raro dispuesto a análisis.
Y, como si hubiera sido una invocación, llegaron, y entre ellos iba el siempre apático Severus Snape.
-Bienvenidos y bienvenidas a su clase de Pociones. Permítanme presentarme¿me deja, señor?- le indicó a James, quien hablaba animadamente con Sirius.- Gracias. Soy el profesor John Roman y les enseñaré los distintos tipos de pociones que existen. Los hay muy sencillos, como los que se usan para la cocina y los menesteres, y otros complicadísimos, como los medicamentos y los conocidos para dormir, somníferos.
En mi clase no permitiré que la gente haga lo que se le dé la gana. No crean que soy malvado, pero tendremos ratos libres para platicar y bromear.
Bien, voy a Bien, voy a pasar lista de los alumnos que deben estar aquí.
Tomó lista y ya. La clase se basó en los principios básicos de las pociones, y les enseñó cómo hacer una poción para el olvido, no sin antes hacer él una demostración, y enseñarles MUY bien cómo se hacía. (Mejor profesor que Snape; éste sólo les deja los ingredientes en la pizarra y ya).
Al término de la clase, los chicos estaban hablando (más bien criticando) del profesor.
Después de hacer su análisis interior, Sirius concluyó que el profesor Roman definitivamente no le caía bien.
-Es un barbero. - señaló James.
-Es galán de lon...chería - dijo Sirius.
Los tres rieron, y Remus, intentando contener un poco la risa, les indicó:
-Es un profesor, lo deben de respetar- les dijo el licántropo.
-Ay, aliviánate- le dijo James. Y sintiéndose el sabio agregó: – Además¿se enteraría de lo que nosotros le decimos?
Subieron al Gran Comedor, y ahí pudieron visualizar a un niño chaparrito y chatito que lloraba en un rincón de la gran sala. James lo vio y se acercó.
-Hola. ¿Te podemos ayudar?- tendiéndole una mano en su hombro, de forma amistosa.
-No.-dijo llorando.-Me acaba de llegar una lechuza diciéndome que mi mamá falleció.
El niño sintió cómo se formaba un pequeño nudo en su garganta. Tan sólo la mención de una mamá fallecida le dolía aun no formando parte de la familia de la persona afectada.
-Oh, debe sentirse horrible perder a un ser querido. Gryffindor- señaló el castaño al ver el escudo. - Debes de ser de primer año. Te vi ayer en la Ceremonia de Selección. ¿Cómo te llamas?
-Peter Pettigrew - respondió hipando.
-Ah, mucho gusto, pero, anda, vamos, ya van a servir la comida.
Y Peter se fue con él a la mesa de Gryffindor.
-¿Cómo te llamas?-le preguntó Sirius. Él es Remus Lupin y yo Sirius Black.
-Yo Peter Pettigrew.
Después de ver cómo rodaban lágrimas del extraño Peter Pettigrew, el licántropo el preguntó el por qué, y James les explicó todo.
-Oh, lo siento mucho – exclamaron Remus y Sirius, de verdad apenados.
En eso llegan Lily y sus amigas, y preguntan lo mismo que los demás al ver a Pettigrew llorar. Y James les explicó todo, haciendo verse medio tonto. Sus amigos rieron un poco, y la actitud de sus compañeros levantó un poco el ánimo de la criatura.
Después de tomar la comida, todos arribaron a su clase de Transformaciones. Mientras ésta transcurre, después de las advertencias de la profesora McGonagall (Que no aceptará ruido ni desorden en su clase, o de lo contrario, los sacará y no los dejará volver a entrar), Sirius le dice a James:
-¿No crees que ya va siendo hora de conocer a ese Severus Snape? Me muero de ganas de saber cómo es, para que sea la próxima víctima de mis bromas - le dice Sirius con una sonrisa malévola.
Remus vuelve a interferir con los planes malvados maquiavélicos de sus dos amigos, y les advirtió:
-No les conviene, o perderemos puntos.
-Sí, Remus tiene razón - dice Peter con miedo.
-Ne. - exclamó James con sorna, viéndolos.
Entonces suena la campana de cambio de clase, y los cuatro se dirigen hacia donde se encuentra Severus Snape.
Sirius le toma el hombro y le dice:
-Hola.
-¿Cómo se te ocurre? (jajajajaja, me reí al escribir esa parte). Oh, eres Black. No puedo creer que estés cerca de un Potter – al decir el apellido se voltea hacia James, quien lo miraba como si le hubiera cacheteado- después de ver cómo es su familia, de andarse juntando con sangres sucia y squibs, debe ser horrible¿o no, Potter?- terminó de comentar Severus Snape con una cara agria, propias de él.
-A mi familia no la critiques por el hecho de tomar amistad con gente que tú consideres basura¿de acuerdo? -dice James comenzando a enfadarse.
-No las vas a pagar - aseguró Sirius agarrando la varita.
Y Snape, estúpidamente grita:
-¡Profesor Figuas! (qué apellidito se me vino a ocurrir) ¡Profesor Figuas!-
-Mándeme Snape- Un hombre se acercaba a ellos. Era un profesor de expresión malvada, gordo, piel apiñolada y ojos pequeños que escondía en unos lentes oscuros. Además, hablaba en un pequeño susurro.
-¡Ellos me están molestando! - Y los señala con uno de sus largos dedos amarillos.
-Son de Gryffindor. Hablaré con la profesora McGonagall acerca de ustedes y su situación.
Snape, después de esto, se va con paso triunfante hacia un punto desconocido del pasillo.
-¡Qué chismoso! - exclamó Sirius con el cejo fruncido y viéndolo irse.
-Me las va a pagar - aseguró James con sus puños cerrados.
Total, tocó el timbre para ir a su siguiente clase (Herbología).
Y de ahí, ubicamos a Snape, quien estaba sentado en el pasillo más solo de Hogwarts, y que probablemente él había sido el único de saber de su existencia.
Snape pertenecía a una medianamente respetable familia de magos, y lo trataban muy mal: nunca le dieron un abrazo ni un beso (pues a alguien semejante quién le daría un beso?), y jamás le dijeron un "te quiero". Sus padres, Tobías y Eileen, pasaban el tiempo discutiendo y gritando, mientras su pequeño hijo lloraba en un rincón sin hacer nada. Un día de aquellos (me cuesta decirlo pero es parte de la vida de Snape), el señor Snape golpeó a su esposa, y al pequeño Severus (le queda horrible el adjetivo pero bueno, ahí está) eso lo llenó de coraje, y se propuso no volver a llorar por esas situaciones, y llenarse de valor y coraje, y luchar por hacer acabar esas situaciones, pero, como le daba pena demostrar su nueva personalidad, tendría qué luchar en silencio por acabar con las injusticias. Sabía que lograría poco pero "algo es algo". Por eso y otras cosas entró a Slytherin.
Y después le tocó clase con los Gryffindor de Herbología con el profesor McRinn. Era un profesor alto y bonachón que les explicó algo de teoría de las mandrágoras y el mimblemus mimbletonia.
Y, después de eso, pasaron a su clase de vuelo, que les tocó otra vez con los molestos Slytherin. Los recibió una muchacha de pelo largo castaño y rizado y de ojos brillantes y llenos de alegría, de un color café intenso, y se ubicaba en medio de una pila de escobas que se encontraban en el suelo, una para cada alumno.
-Buenas tardes, muchachos - les saludó la profesora.
-¡Buenas tardes, señorita Hooch!-saludaron todos.
-Bienvenidos a todos. Hoy inician sus clases de vuelo. Se tienen qué colocar a la
izquierda de su escoba, y gritar ¡Arriba! Cuando les dé la señal. ¡YA!
-¡Arriba!-Se oyeron gritos de alrededor de 40 niños que hacían levitar su escoba.
A James y a Sirius les llegó de inmediato; Lily tenía un pequeño problemilla (la escoba se quedaba ahí), hasta que por fin la pudo dominar; Claire la agarró del suelo e intentaba no parecer demasiado culpable; Ashley la dominó completamente; Remus hasta que lo intentó se dejó de enojar; Peter nomás no podía y a Snape le pasó volando por su alborotado cabello, haciéndolo ver más desordenado que nunca.
-¡Eso a ver si aprendes!-le gritó Sirius satisfecho.
Snape les dirigió miradas de odio a los dos.
Pero Hooch no se dio cuenta de eso, y siguió con sus instrucciones.
-Ahora súbanse a sus escobas, y cuando les dé la señal, volarán. Tres, dos, uno... - Y un pitido molesto y sonoro se hizo presente en el campo.
Todos ascendieron rápidamente, sintiendo cómo un aire suave y agradable los rozaba.
James pasó cerca de Snape, y, sin que nadie se diera cuenta, sacó su varita, y mandó un hechizo que hizo que se cayera de su escoba.
-¡AAAAAAAAAHHHHHHHHH!-gritó Snape cayéndose velozmente de su escoba.
¡Hola¿Cómo están todas?
¡Por fin terminé de arreglar todo el fic! Un día lo estuve leyendo, y me di cuenta de bastantes errores (garrafales) que tenía, y dediqué cerca de dos horas de ayer y dos de ahora (total cuatro horas) para corregirlo y agregar algunos detallitos por ahí, más descripción, títulos a capítulos... en fin.
Espero que el tiempo que decidí invertir para la correción de esta historia valga la pena, y les guste mucho. Espero sus reviews con sus observaciones y más.
Bueno, pues los dejo y, vuelvo a repetir, me dejen sus mensajitos apretando el botoncito de Go.
Saludos!
