N/A: ¡Hola a todos, aquí JkAlex con un nuevo capítulo!
Lamento la tardanza en la actualización, pero no tengo tanto tiempo libre como me gustaría en sentarme a escribir esta historia debido a que estoy épocas de exámenes finales en mi universidad. Aun así, intento actualizar lo más rápido posible. Espero que me tengan paciencia en esta historia, la cual solo acaba de comenzar, ya que tengo muchísimas cosas en mente que les hará volar la cabeza. Es a partir de aquí donde planeo arrojar el libro por la ventana.
Sé que han estado esperando la continuación y desenlace del crossover con Las Crónicas de Kane, junto con información acerca de la amnesia de Percy. Este capítulo pondrá algunos puntos sobre las ¨i¨.
En fin, y sin más preámbulos... ¡Let's go!
Capítulo 2
Griegos y Egipcios
¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Días?
¿Semanas?
¿Meses?
¿Años...?
No lo sabía. Ni siquiera sabía si el tiempo mismo existía en este extraño lugar.
Cada segundo, cada minuto, cada hora, era igual al anterior. El silencio y la oscuridad era tan absoluto que era sofocante y desesperante.
¿Por qué estoy en este lugar? Me he hecho esa pregunta tantas veces y no he podido llegar a una respuesta.
¿Es algún tipo de castigo? Mi castigo después de la muerte es… ¿Estar en este lugar para siempre?
No... ¡No quiero eso!
¡Por favor...! ¡Alguien ayúdeme! ¡Quien sea!
Por favor...
Ayuda...
Pero no importaba que tanto gritara, incluso si no tenía voz, el silencio fue mi única respuesta.
La primera vez que Percy conoció a un dios (o al menos, la primera vez que lo recuerda) acabó en un brutal y sangriento combate con la hija de dicho dios, donde ambos acabaron en la enfermería con algunos huesos rotos.
A partir de allí, él aprendió tres cosas importantes.
La primera fue que su cuerpo sabía de una manera instintiva, como si de respirar se tratase, cómo pelear con alguien. Y, por sobre todo, lo hábil que era en el combate con cuchillos. Su destreza era algo que ponía en apuros incluso a Luke, quien era considerado el mejor espadachín en los últimos 300 años. Pero, lo más sorprendente de todo, fue la increíble puntería que tenía al arrojar un cuchillo. Su puntería era tal que incluso ponía en ridículo a de los hijos de Apolo. Aunque esa puntería no se reflejaba en el tiro con arco.
Él aún recordaba aquella ocasión donde utilizó un arco y flecha por primera vez. La flecha dio un sorprendente giro de 180° grados y terminó incrustándose en los cuartos traseros de Quirón. Percy juró no volver a tocar nunca un arco.
El segundo fue lo enorme y peligroso que eran sus poderes como hijo de Poseidón. Él aún no había encontrado un límite para sus poderes, pero supo que tal poder era realmente difícil de controlar. Era como tratar de hacer malabares con palos en llamas con los ojos vendados mientras montaba un monociclo. No era imposible, pero requería de mucha práctica. Razón por la cual había entrenado estos últimos meses para controlar sus poderes.
Y el tercero fue que, durante su pelea con Clarisse, pudo darse cuenta de lo mucho que le gustaba pelear.
Era un sentimiento extraño, intenso y algo embriagador. La adrenalina fluyendo por tus venas, causando que todos tus sentidos se agudizaran para no perder el más mínimo detalle mientras te enfrentabas a un enemigo que, en el peor de los casos, quería matarte.
Y ahora, encontrándose frente a la diosa egipcia de los escorpiones y su ejército de ellos, Percy comenzó a sentir esa misma adrenalina comenzar a bombear en su cuerpo. Sostuvo su cuchillo con firmeza y preparó su cuerpo para la inminente batalla.
Aunque Bast, la otra diosa presente, no parecía tener los mismos pensamientos.
—Esto es malo... Esto es muy malo—musitó ella por lo bajo—. Tenemos que escapar.
— ¿Acaso no puedes con ella? —cuestionó Thalia, alzando una ceja en dirección a la diosa de los gatos.
—El poder que tengo dentro esta anfitriona es muy limitado. Pero mi prioridad ahora no es pelear, es poner a Sadie y Carter a salvo.
Ella lanzó una mirada preocupada a Sadie y Carter, quienes aún observaban a Serket con miedo en sus ojos mientras ella se acercaba junto con su ejército de escorpiones.
—Dijiste que tenías que ir a Central Park para poner a esos niños a salvo, ¿no es así? —preguntó Percy, sin apartar la mirada de Serket—. Los ayudaremos a llegar allí.
—Sí, pero necesitamos un transporte.
—Lo tengo cubierto—aseguró Thalia—. Solo síganme.
—Bien—asintió la diosa para después volverse hacia Sadie y Carter—. ¡Niños, tenemos que irnos!
Ambos no discutieron y se voltearon para correr, siguiendo a Thalia.
Serket tenía otros planes, ya que envió a su ejército de escorpiones a perseguirlos. Los pequeños arácnidos avanzaron con una rapidez aterradora. El sonido de sus pinzas chasquear, junto con el de sus diminutas patas, eran cada vez más audibles.
— ¡Nos están alcanzando! —exclamó Sadie, quien volteó a mirar sobre su hombro al enjambre que los perseguían.
— ¡Thalia! —llamó Percy mientras corrían—. ¡¿No puedes usar tu poder el rayo para llevarnos a todos?!
— ¡Si fuera una o dos personas podría hacerlo! —respondió ella, corriendo a su lado.
— ¡Necesitamos ganar tiempo! —dijo Carter—. ¡Nos alcanzarán en cualquier momento!
Cuando corrieron en dirección al arco de Washington Square y pasaron la fuente, Percy tuvo una idea. Se detuvo y miró al ejército de escorpiones que se acercaban con rapidez.
— ¡¿Percy?! ¡¿Qué demonios estás haciendo?! —cuestionó Thalia, con ligera preocupación.
— ¡Ganándonos algo de tiempo!
Percy cerró los ojos y se concentró. Podía sentirlo. Podía sentir las toneladas de agua que corría bajo tierra, esperando, ansiando ser liberado.
Recuerda, Percy, al mar no le gusta que lo contengan...
Él había escuchado eso antes. Estaba seguro. Fue un recuerdo borroso, fugaz.
No solo puedes guiar el agua como el canal de un río. Si lo deseas, puedes controlarlo, someterlo a tu voluntad.
Era un hombre con una capucha. No podía verle el rostro, pero recordaba su sonrisa triste y nostálgica. Recordaba dándole algo. Un cuchillo…
Recuerda, la voluntad es la clave...
Percy abrió los ojos cuando sintió el familiar tirón en su estómago. Observó como Serket se acercaba a él. Los escorpiones actuaron como una plataforma donde ella se erguía. El ejército de arácnidos comenzó a acumularse y levantar a la diosa en lo que parecía una ola gigante de 4 metros hecha de escorpiones. En la parte superior, la diosa observó con superioridad a Percy. Ella abrió la boca y unas segundas mandíbulas de insecto se cerraron a los lados con un chasquido de manera amenazadora.
Pero Percy se mantuvo firme.
—No pasarás—gruñó él.
— ¡Percy! —gritó Thalia.
La preocupación en su rostro era evidente al ver como su querido amigo se ponía frente a la diosa de manera desafiante.
Percy estiró los brazos con dirección a la fuente y el agua estalló como la erupción de un géiser que alcanzó los diez metros de altura, enviando galones de agua al cielo, arrastrando a decenas de escorpiones.
Los demás observaron con conmoción como Percy movió los brazos y el agua siguió sus movimientos y se elevó incluso por sobre la enorme ola de escorpiones, alcanzando una altura de seis metros.
Percy no pudo evitarlo y sonrió de manera desafiante a la diosa, quien observó con creciente pánico la enorme ola de agua que se cernía sobre ella.
—Vuelve a las sombras... —dijo él—. ¡Tú... no pasarás!
Percy movió sus brazos y envió la inmensa cantidad de agua hacia adelante, causando que barriera a todos los escorpios hacia Serket, quien abrió los ojos con sorpresa cuando fue bruscamente arrasada con la cantidad de agua suficiente para llenar una piscina olímpica, enviándola a estrellarse contra un árbol.
Percy apretó los dientes con esfuerzo mientras el tirón en su estómago se hacía más fuerte hasta el punto de ser doloroso cuando se concentró en congelar el agua. A un ritmo lento, pero constante, el agua comenzó a solidificarse, atrapando a los cientos de escorpiones en su interior y a la misma diosa en él, quien tuvo una mirada de total conmoción y terror en su rostro antes de que el hielo cubriera todo su cuerpo.
Percy se derrumbó sobre una rodilla mientras respiraba de manera agitada. Había una leve capa de sudor en su frente debido al esfuerzo de controlar tanta agua y luego convertirla en hielo. Sabía que sus poderes eran enormes, pero aún necesitaba entrenamiento correcto para no cansarse cada vez que lo usaba a este nivel.
¨Eso fue... ¿Un recuerdo? ¨pensó él, sintiendo un cálido sentimiento en su corazón al pensar en aquellas palabras que vinieron a su mente, junto con la imagen de un hombre dándole aquel cuchillo de diente de perro del infierno ¨Sí, lo fue. Fue un recuerdo mío. Uno propio¨
Sintió una mano en su hombro y volteó para observar a Thalia dándole una mirada asombrada y apreciativa, aunque Percy pudo ver algo más en el fondo que no pudo identificar.
—Percy... —dijo ella—. Eso fue...
— ¡Jodidamente asombroso! —exclamó Sadie, acercándose a ellos.
—Nah, la imitación a Gandalf pudo haber sido mejor.
—Amigo, ¿cómo demonios hiciste eso? —preguntó Carter, aún incapaz de creer lo que había visto.
—Hijo de Poseidón, supongo... —respondió Percy entre jadeos mientras se erguía—. Yo... simplemente seguí mis instintos. Al igual que la noche en la que desperté del árbol.
Sadie se vio confundida ante sus palabras, mientras que Thalia simplemente asintió en señal de reconocimiento.
—Por más de que resulte asombroso lo que el chico acaba de hacer, tenemos que irnos—apresuró Bast, enviando una mirada de soslayo a la diosa que se encontraba congelada—. No creo que eso sea suficiente para detener a Serket.
Percy asintió. Él ya podía sentir a la diosa de los escorpiones pelear para intentar liberarse del hielo.
—El hielo se derretirá pronto—informó él—. No podrá contener a la diosa por mucho tiempo.
—Entonces, ¿cómo iremos hasta Central Park? —preguntó Carter—. ¿Tendremos que robar otro auto? Porque no me siento muy cómodo con la idea.
—No será necesario—dijo Thalia, sacando un juego de llaves del interior de su abrigo—. Tengo mi propio auto.
El auto de Thalia era un Mercedes Benz color negro. Un auto elegante y práctico con el suficiente espacio para que cupieran cinco personas y un perro, aunque la Sra. O´Leary tuvo que viajar sobre el regazo de Percy, quien iba en el asiento trasero en medio de Carter y Sadie. Detrás del volante iba Thalia y en el asiento del copiloto iba Bast, guiando a la hija de Zeus hacia el museo Metropolitano de arte.
—Entonces... —habló Sadie, mirando a Percy con interés—. ¿A qué te referiste antes con eso de ¨despertar del árbol¨?
Thalia le lanzó una mirada molesta a Sadie por el espejo retrovisor. Aunque ella no se percató de ello mientras seguía mirando a Percy.
Él miró a Thalia por el espejo retrovisor. Ella se veía dudosa sobre si sería correcto decirles a aquellas personas acerca de él.
Al final, Percy terminó encogiéndose de hombros.
—Hace más o menos cuatro meses, salí del interior de un árbol en medio de una batalla entre semidioses y monstruos—dijo él.
Las mandíbulas de Sadie y Carter colgaron al escucharlo, incluso Bast se veía algo desconcertada e intrigada cuando volteó para observarlo.
—Un minuto... ¿Eras un árbol? —preguntó Carter, viéndose confundido—. ¿Acaso no dijiste que eras un hijo de Poseidón?
—Bueno, lo soy… supongo—respondió Percy—. Por lo que me han dicho, hace seis años, morí en una batalla contra un pequeño ejército de monstruos. Al morir, mi padre convirtió mi cuerpo en un árbol de pino.
— ¿¨Por lo que te han dicho¨? —inquirió Sadie, arqueando una ceja—. Hablas como si tú no supieras lo que pasó.
—Yo... no lo sé. No tengo recuerdos de mi vida antes de ser convertido en un árbol—reveló, para mayor sorpresa de ellos—. No sé quién soy, de donde provengo, las cosas que hice, ni las personas que conocí. Todo es un misterio para mí. Incluso Thalia, quien ha dicho que viajó conmigo unos meses antes de que ¨muriera¨ aquella noche, no sabe mucho sobre mí. Ni siquiera mi apellido.
El ambiente se volvió ligeramente sombrío ante sus palabras. Recibió miradas apenadas de los hermanos Kane, aunque Bast lo miraba con más intriga.
—Dime, Percy—dijo ella, mirándolo directamente—. ¿Hay algo que recuerdes antes de despertar de aquel árbol?
Percy la miró confundido, pero ante la seria mirada que recibió de la diosa, decidió responder.
—Yo... solo recuerdo oscuridad—dijo él, para luego mirar a Thalia—. Y la voz de Thalia hablándome... Era lo único que me ayudaba a no volverme loco en medio de toda esa oscuridad.
Thalia se enfocó en seguir conduciendo sin apartar la mirada del camino, no queriendo cruzar su mirada con la de Percy, causando que él arqueara una ceja en señal de confusión.
—Ya veo. Entonces recuerdas algo—asintió Bast con comprensión—. De ser así, lo más probable es que no hayas perdido tus recuerdos, sino que los hayas suprimido.
Percy miró a la diosa con intriga.
— ¿Por qué crees eso?
—Porque los recuerdos forman parte del alma de uno mismo. De su esencia misma. Es imposible deshacerse de ellos. Lo más probable es que, debido a los años que pasaste dentro de ese árbol, hayas suprimido inconscientemente tus recuerdos para no volverte loco.
Percy miró asombrado a la diosa. Quirón le había dicho que debía de tener paciencia. Que sus recuerdos volverían de manera natural, tarde o temprano y, aunque Percy llegó a aceptarlo, aún quería saber una explicación del porqué no tenía recuerdos.
Se inclinó sobre su asiento para mirar a Bast.
— ¿Hay alguna manera de que se pueda tenerlos de vuelta? —preguntó él, viéndose ansioso—. Si mis recuerdos son parte de mi alma, entonces tiene que haber una forma de sacarlos a flote.
—Puedo ayudarte a que eso suceda—propuso ella—. Tus recuerdos solo están suprimidos. Escondidos en alguna parte dentro de tu mente. El poder que tengo dentro de esta anfitriona es débil y limitado, pero debería de poder hacer esto. Aunque puede ser un poco abrumador para ti que tu mente se llene de dieciséis años de recuerdos de una manera tan abrupta, además de aquellos años que pasaste dentro de árbol. Puede ser abrumador para ti.
—Percy... no es necesario que te fuerces a ti mismo—dijo Thalia, mirándolo con preocupación—. Podemos buscar otra manera.
—Es la única oportunidad que he tenido desde que Silena se ofreció a ayudarme, Thalia—dijo Percy, mirándola con seriedad—. Y ella ni siquiera ha querido volver a intentarlo otra vez. Está demasiado asustada para hacerlo.
La mirada de Thalia se suavizó al escuchar el tono casi desesperado que había en su voz.
— ¿Estás seguro de esto?
—No—admitió él—. Pero yo... ya no quiero estar confundido— miró con seriedad a Bast y asintió—. Por favor, hazlo.
Bast colocó una mano sobre la cabeza de Percy y cerró los ojos en señal de concentración. Por unos segundos, no ocurrió nada hasta que Bast frunció el ceño, como si algo la estuviera molestando.
Finalmente, ella apartó la mano y miró a Percy de una manera extraña. Era como si estuviera viendo algo en él que antes no hubiera visto.
—Percy... ¿Recuerdas algo? —preguntó Thalia, mirándolo de manera expectante.
—Yo... Sigo sin recordar nada—dijo él con decepción antes de mirar a Bast—. ¿Qué ocurrió?
—Tenía razón. Tus recuerdos están suprimidos—dijo ella, frunciendo el ceño de manera sombría—. Pero no fuiste tú quien los suprimió, sino algo más. Es como una especie de... muro. Uno de naturaleza mágica y muy poderosa. No puedo romperlo. Incluso si estuviera en una anfitriona poderosa, no creo que pueda hacerlo.
Percy parpadeó confundido.
— ¿Qué quieres decir?
Bast lo miró directamente.
—Significa que alguien puso un muro en tu mente para mantener a raya tus recuerdos.
Percy sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Pero... ¿Por qué...? ¿Por qué alguien haría eso?
—No lo sé—admitió Bast, frunciendo el ceño—. Pero considerando lo poderoso que es, no está allí por casualidad. Alguien no quiere que recuperes tus recuerdos.
Percy frunció el ceño y volvió a sentarse en su lugar de manera afligida.
Durante el resto del viaje, nadie dijo nada.
Cuando llegaron al museo Metropolitano de arte, Thalia tardó casi diez minutos en encontrar un lugar donde estacionar. La Quinta Avenida estaba lleno de tráfico, así que ella tuvo que dar varias vueltas a las manzanas buscando un lugar para dejar su auto. Finalmente, encontró un lugar libre a dos manzanas de distancia del museo.
Al bajar del auto, no perdieron el tiempo para correr hacia el museo y, una vez que estuvieron allí, todos se quedaron observando el enorme edificio que se extendía por tres manzanas enteras.
—Está justo detrás del museo—señaló Bast, antes de volverse hacia Percy y Thalia—. Agradezco que nos... Espera, ¿dónde está Percy?
Todos voltearon a buscar al hijo de Poseidón y lo encontraron frente a uno de los puestos de hot dogs con la Srta. O´Leary a su lado, agitando la cola impacientemente mientras miraba los hot dogs exhibidos.
—Dos, por favor—dijo Percy, mostrando dos dedos.
—Claro, hijo, solo espera un minuto—dijo el vendedor con una sonrisa amable mientras preparaba su pedido.
— ¿Él está...? —musitó Carter, incrédulo.
—Sí, Percy siempre le da prioridad a su estómago—dijo Thalia con un suspiro—. Con amnesia o sin el.
Percy se acercó a ellos mientras masticaba su hot dog con cubierta de patatas fritas y kétchup, mientras que la Srta. O´Leary ya había devorado su hot dog un solo bocado y se lamía los labios para limpiar los restos de kétchup.
— ¿En serio, Percy? —cuestionó Thalia, arqueando una ceja—. ¿Te pones a comer en este momento?
Percy tragó antes de mirarla, ligeramente ofendido.
— ¿Qué? Una diosa insecto que perseguía a unos niños interrumpió mi almuerzo e intentó ahogarme en un mar de escorpiones—dijo él para luego dar otro bocado de su hot dog—. Si voy a enfrentarme esa diosa pedófila de nuevo, no lo haré con el estómago vacío.
—En realidad, eso ya no será necesario porque aquí es el momento donde nos separamos—intervino Bast.
— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Thalia—. Eres la primera diosa que conozco que me cae bien. Y créeme, conozco a muchos dioses.
Bast negó tristemente con la cabeza.
—Es mejor si el Campamento Mestizo y la Casa de la Vida se mantienen alejados el uno del otro. Nunca sale nada bueno cuando los panteones se relacionan entre ellos.
Percy y Thalia abrieron los ojos con sorpresa cuando miraron a la diosa.
—Espera, ¿conoces al Campamento Mestizo? —preguntó Percy.
—Por supuesto. Nunca lo he visto personalmente, pero conozco a quien lo dirige.
— ¿El Sr. D?
— ¿Quién?
—Dionisio—aclaró Thalia.
— ¿Ese viejo borracho? —Bast resopló—. No. Hablo de Quirón.
Thalia la miró con asombro.
— ¿Conoces a Quirón?
—Claro que sí. Es un viejo amigo. Aunque ha pasado unos siglos desde la última vez que hablé con él. Intentamos no relacionarnos mucho debido a que, como dije, cuando nuestras culturas se encuentran nunca sale nada bueno.
—Entonces, ya ha ocurrido en el pasado—supuso Carter.
Las facciones de Bast se oscurecieron.
—Sí... varias veces. Como dije, nunca es bueno. Es por eso por lo que intentamos no involucrarnos con otros panteones.
— ¿Hay otros panteones además de los griegos y los egipcios? —preguntó Percy, sintiéndose extrañamente interesado.
—Muchos más. Y cada uno de ellos con sus propios problemas, aunque normalmente lo mantienen en su propio territorio. Manhattan es territorio griego, mientras que Brooklyn es territorio egipcio—ella miró a ambos semidioses con agradecimiento—. Apreciamos la ayuda que nos han dado, pero es mejor que nos separemos. Especialmente ahora que nuestro panteón está pasando por un momento de crisis.
—Sí, sé exactamente a qué te refieres—dijo Thalia con un tono exasperado—. Desde que fui al campamento hace seis años, no he tenido más que problemas relacionados con los dioses. Juro que algún día tendré una úlcera por su culpa.
— ¿No será por la cantidad insana de cigarrillos que fumas o las cervezas que bebes? —señaló Percy, arqueando una ceja.
—Cierra la boca, Percy. No te metas con mis cigarrillos y cerveza. Especialmente mi cerveza.
Bast vio con ligera diversión la interacción entre ambos.
—De todos modos, agradecemos su ayuda—dijo la diosa—. Dudo que hubiéramos llegado hasta aquí sin ustedes.
—Fue interesante—dijo Sadie, cruzándose de brazos y sonriendo de manera amistosa—. Nunca pensé en conocer a dos hijos de dioses. Aunque, siendo franca, nunca pensé en encontrarme en la situación de mierda en la que estoy ahora.
—Si hay algo en nuestras vidas que puedan llegar a coincidir, es que siempre estamos en una situación de mierda si los dioses están de por medio—dijo Thalia, antes de voltearse a mirar a Bast—. Sin ofender.
—Descuida—rechazó Bast con un movimiento de su mano—. Sé lo... difícil que puede llegar a ser la vida de un semidiós.
—Dímelo a mí...
—Oye, Percy, quería agradecerte por curarme—dijo Sadie, dando un paso adelante hacia Percy—. De no ser por ti, no creo que hubiéramos podido escapar de esa diosa.
—Sí, sin mencionar que me salvaste de ser pinchado por aquel escorpión. Realmente odio a esos bichos—añadió Carter, con un ligero escalofrío al recordar a aquel escorpión.
—No seas una niñita.
—Tú cállate.
Carter extendió su mano hacia el semidiós con una sonrisa amistosa
—Fue un gusto conocerte, Percy.
—Que me condenen, pero estoy de acuerdo con Carter—dijo Sadie, dándole a Percy una palmada amistosa en el hombro—. ¿Sabes? Me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias. Eres bastante genial para alguien que una vez fue un árbol.
Percy miró a Sadie y luego a Carter, quien aún tenía su mano extendida, sin saber cómo reaccionar o qué decir. Era la primera vez desde que despertó del árbol que alguien era amable por quien era ahora, no por quien fue en el pasado. Un pasado que él no recordaba. Los hermanos Kane solamente lo conocieron hoy, pero ya eran agradables y amistosos con él.
Con una sonrisa, él estrechó la mano de Carter con firmeza.
—Igual para mí. Fue un gusto conocerlos a ambos. Oye, Thalia, préstame tu bolígrafo.
Thalia arqueó una ceja, pero le dio el bolígrafo que siempre llevaba con ella. Percy lo tomó y buscó en dónde podía escribir. Al no encontrar ninguno vio a ambos hermanos. En Carter no funcionaría debido a la tez oscura de su piel. En cambio, Sadie tenía una piel mucho más blanca.
Percy agarró la mano de Sadie y procedió a escribir en ella, bajo la atenta mirada de Thalia.
—Este es número de teléfono del apartamento de Thalia—explicó Percy—. Si están por Manhattan y necesitan ayuda, no duden en llamarnos.
— ¿De Thalia? —inquirió Sadie con confusión, viendo su mano antes de mirar a Percy y Thalia—. ¿Acaso ustedes dos...?
—Sí, así es, Percy y yo vivimos juntos—dijo Thalia, pasando un brazo sobre el hombro de Percy con una sonrisa jactanciosa.
Tal vez fue por la sonrisa de Thalia o por la manera algo posesiva y protectora que ella envolvió a Percy con su brazo, pero Carter y Sadie abrieron los ojos con sorpresa y malinterpretaron su declaración y su relación.
—Muy bien, andando, niños. Tenemos que irnos—dijo Bast, llamando la atención antes de mirar a Thalia y Percy con una sonrisa—. Aquí es donde nos separamos. Agradezco la ayuda que nos han ofrecido. Fue un placer conocerlos, Thalia, Percy.
—Igualmente—dijo Thalia, con su brazo aún alrededor de los hombros de Percy—. Fue genial conocer a una diosa que no intente matarnos o...
—Maldecirnos al convertirnos en algún animal exótico—agregó Percy.
—Para luego matarnos.
Bast se rio entre dientes al escucharlos.
¨Es algo tierno como terminan las oraciones del otro¨ pensó ella.
—Adiós a ambos. Ojalá nuestros caminos vuelvan a encontrarse en mejores circunstancias—se despidió la diosa, alejándose junto a los hermanos Kane y volteando sobre su hombro para mirar a Percy con simpatía—. Y Percy, espero que algún día recuperes tus recuerdos. Nadie debe vivir condenado sin saber quién es.
Luego de un último gesto de despedida, los semidioses griegos y la diosa y magos egipcios se despidieron. Percy y Thalia los observaron ir detrás del museo Metropolitano de arte y desaparecer de la vista. Ambos tenían la sensación de que no sería la última vez que los verían.
Thalia, quien aún tenía un brazo envuelto alrededor del hombro de Percy, volteó para observar la expresión melancólica en su rostro.
— ¿Percy? —llamó ella, suavemente.
Él permaneció unos segundos en silencio, apretando ligeramente los labios.
—Thalia... ¿Recuerdas... lo que me preguntaste antes? —inquirió él—. Sobre si quería saber quién soy. Sobre si quería recuperar mis recuerdos.
Thalia asintió con lentitud.
—La verdad es que... desde que desperté aquella noche, es lo único en lo que puedo pensar—reveló Percy—. Y hoy, por primera vez, pude recordar algo.
— ¡¿En serio?! —exclamó Thalia, sonando esperanzada—. ¿Qué recordaste?
—Antes, cuando estaba peleando contra esa diosa de los escorpiones, recordé a alguien diciéndome; «Recuerda, Percy, al mar no le gusta que lo contengan» Es... Es la primera vez que recuerdo algo sobre mí. Y es sobre mi nombre... —él sonrió, sintiéndose inmensamente aliviado—. Mi nombre es realmente ¨Percy¨.
—Nosotros te lo dijimos. No te mentimos acerca de quién eres.
—Lo sé. Pero necesitaba estar seguro. Ahora lo estoy.
Percy se sintió verdaderamente aliviado al descubrir ese hecho. Significaba que su nombre era auténtico y no solamente algo que le dieron por lástima. Era algo que le pertenecía solo a él.
—Y al parecer, esta persona me conocía—continuó él—. Sabía quién soy y lo que puedo hacer, porque también me dijo; «No solo puedes guiar el agua como el canal de un río. Si lo deseas, puedes controlarlo, someterlo a tu voluntad. Recuerda, la voluntad es la clave...» También recordé que fue él quién me dio este cuchillo.
Percy sacó su cuchillo y lo observó. Desde la primera veo que lo vio, sabía que significaba algo para él. Y ahora, estaba seguro de ello.
—Creo que esta persona, quien quiera que fuera, fue como...
—Como un maestro para ti—terminó Thalia, ganándose una mirada sorprendida de Percy—. En aquellos tiempos, cuando viajábamos juntos, tú me contabas acerca de cómo tuviste a alguien que te enseñó todo lo que sabías. A cómo pelear contra todo tipo de monstruos usando solo un cuchillo, tu impecable puntería con él, a cómo usar tus poderes, incluso si te negabas a usarlos... Me dijiste que fue él quién te enseñó a sobrevivir.
—Recuerdas... ¿Recuerdas su nombre? ¿Quién era?
Thalia negó tristemente con la cabeza.
—Tú nunca me lo dijiste, porque ni siquiera tú lo sabías.
—Ya veo... —Percy bajó la cabeza y miró su cuchillo para luego apretar con fuerza su empuñadura—. Yo... Quiero saber quién soy, desesperadamente. Las cosas que hice, las personas que conocí, la vida que tuve. Quiero saber todo eso. No saber quién soy... es como sentir un vacío que no puedo llenar.
Thalia lo miró con pena.
—Percy, yo... no puedo imaginar cómo te sientes…
—Ese es el punto, Thalia, casi no siento nada—él volteó a mirarla y debido a su cercanía, ella pudo ver la angustia que había en sus ojos—. No tengo buenos ni malos recuerdos. No tengo recuerdos en absoluto, a excepción de estos últimos cuatro meses. Es por eso por lo que no me siento ni feliz ni triste casi todo el tiempo. Lo único que siento es esta... sensación de vacío. Un vacío que se atenúa un poco cuando... cuando estoy contigo. ¿Será porque tu voz es lo único que recuerdo?
Thalia quedó conmocionada por las palabras de Percy. Sabía que él estaba afectado por su falta de recuerdos, pero no sabía que fuera tan duro para él.
Y, sobre todo, ella no sabía que Percy se sentía de esa manera acerca de ella.
Sin pensarlo mucho, Thalia lo acercó más y lo envolvió en un medio abrazo. Debido a su diferencia de altura, la cabeza de ella estaba apoyaba sobre la de él.
—Encontraremos una manera, Percy. Te lo prometo—dijo ella con convicción—. Juntos.
—Juntos...
Percy se vio reflexivo al repetir aquella palabra, como si la hubiera escuchado antes.
¨Debemos mantenernos juntos si queremos superar esto¨
¨Entonces, hagamos esto. Juntos¨
Las palabras vinieron a su mente como una cálida brisa veraniega, junto con la imagen de una Thalia y Luke mucho más jóvenes, quienes extendieron su puño hacia él.
¨Juntos¨
Una sonrisa estiró de sus labios. Tal vez fue por las palabras de Thalia, tal vez por su abrazo, o tal vez por el breve recuerdo que destelló en su mente, pero sintió una extraña sensación de calidez y consuelo.
Percy y Thalia tuvieron que separarse. Thalia aún tenía clases durante la tarde, sin mencionar que tenía que ir a hablar con su editor sobre el avance de su nuevo libro, lo que dejó a Percy sin nada que hacer durante la tarde. Thalia le ofreció llevarlo devuelta a su apartamento, ya que se encontraba de camino, pero Percy decidió rechazarlo y en su lugar dijo que simplemente tomaría un autobús cuando quisiera volver. Además, necesitaba retirar algo que había encomendado y no podía hacerlo con Thalia presente.
Así que mientras el día avanzaba, Percy acompañado de la Sra. O´Leary decidió dar un paseo por Central Park, aprovechando que se encontraba por allí. Le gustaba pasar tiempo con Thalia y, de vez en cuando, Luke también era una buena compañía. Pero últimamente había encontrado relajante salir a caminar por las calles de Nueva York. Era, extrañamente, familiar. En todas aquellas ocasiones había salido con la esperanza de que tal vez podría recordar algo. En todas aquellas ocasiones había quedado decepcionado, pero llegó a encontrarle el gusto de pasear.
Era gracias a eso que pudo llegar a disfrutar la vista que le ofrecía el corazón de Central Park, la Bethesda Fountain ubicada en la Bethesda Terrace, al norte de la calle 72.
—Si Annabeth estuviera aquí, no tengo dudas de que estaría farfullando sobre la historia de la estatua y sus medidas—comentó Percy con una leve sonrisa divertida—. ¿No lo crees, chica?
La Sra. O´Leary ladró en señal de acuerdo mientras ambos veían el paisaje que se extendía delante de ellos desde la terraza.
Desde que había despertado hace cuatro meses de aquel árbol, Percy conoció a muchas personas, algunos quienes lo conocían de su tiempo antes de convertirse en árbol. Annabeth fue una de ellas. Una hija de Atenea que fue bastante obstinada e insistente en que Percy recuperara sus recuerdos, llegando a buscar varias maneras en las que pudiera lograrlo.
Ahora que se ponía a pensar en ello, Percy se sentía un poco mal por la manera grosera en la que la trató mientras estaba en el Campamento Mestizo. Annabeth había sido muy insistente con él en que los recordara, estando contantemente sobre él relatándole eventos de su pasado. Llegó un punto en el que Percy incluso llegó a apartar con brusquedad las patatas fritas que ella le había ofrecido, diciéndole que eran sus bocadillos favoritos.
—Tendré que disculparme con ella la próxima vez—le dijo a la Srta. O´Leary mientras acariciaba su cabeza, rememorando la mirada dolida de Annabeth—. Sé que ella tenía buenas intenciones. Yo solo... estaba realmente abrumado por todo. A decir verdad, aún lo estoy. Dioses.. Titanes... Monstruos... Una inminente guerra que se avecina y yo estando en medio de todo por ser el hijo de un dios. ¿Qué se supone que debo hacer cuando ni siquiera sé quién soy?
La Sra. O´Leary gimió lastimeramente y acarició su cabeza por la pierna de Percy en un intento de consolarlo. Él le sonrió mientras le acariciaba la cabeza y volteaba para observar cómo las palomas se sentaban en las alas a la estatua del Ángel de las Aguas.
La Sra. O´Leary luego comenzó a olfatear la bolsa de comprar que Percy sostenía y metió su cabeza dentro de ella, buscando lo que había dentro.
—Oh, no, chica. Allí no hay comida—dijo él, alejando la bolsa de ella y colocando una mano en su cabeza—. Es un regalo para Thalia. Después de todo, su cumpleaños está cerca. Espero que le guste.
Fue entonces que Percy sintió a la Sra. O´Leary tensarse debajo de su toque, sus orejas se erizaron y retrajo los labios para enseñar los colmillos. Percy miró con sorpresa como su mascota se asomó sobre la terraza y comenzó a gruñir de manera amenazadora.
— ¿Qué pasa, chica? —preguntó él, mirando hacia donde la Sra. O´Leary gruñía.
Percy miró sobre la barandilla de piedra, pero no podía ver nada. No había ninguna persona, ya que el lugar estaba vacío, pero la Sra. O´Leary no parecía pensar lo mismo, puesto que seguía gruñendo.
Confundido, Percy fue al final de la terraza y comenzó a bajar por las escaleras de dos niveles que había a los lados. Mantuvo un ojo fijo sobre la parte inferior de la terraza cuando llegó a la mitad y se escondió detrás de alta barandilla y se asomó por encima de ella. La Sra. O´Leary lo imitó y ambos pudieron ver a dos personas emergiendo de un pasadizo que había en la parte inferior de la terraza. Aunque Percy se sorprendió cuando las piedras que conformaban las paredes se unieron entre sí y el pasadizo desapareció como si nunca hubiera existido.
— ¡Te dije que no deberíamos de haber ido por la izquierda antes!
Quien habló fue una chica de cabello rubio y ojos azules que parecía vestir un uniforme de animadora color blanco y morado. La otra persona, quien también vestía el mismo uniforme, era una chica afroamericana de cabello oscuro y rizado.
— ¿Y tú qué sabrías? —replicó la chica afroamericana, cruzándose de brazos con expresión amarga—. Hemos estado vagando en ese oscuro, húmedo y repugnante lugar por quien sabe cuánto tiempo. Tanta humedad no es buena para mi piel. Necesito tomar el sol a menos de 15 minutos al día.
¨Me recuerda a las hijas de Afrodita del campamento¨ pensó Percy.
—Además, ni siquiera sabemos si estamos yendo a la dirección correcta—agregó con un resoplido y una mueca de disgusto—. Ese estúpido y arrogante diosecillo simplemente nos envió a buscar algo imposible de encontrar. Está lleno de sí mismo solo porque pudo liberar a Prometeo. ¡Ni siquiera fue su idea!
—Aunque a mí me parece algo guapo... —reflexionó la chica rubia, para luego sonreír con malicia—. Me pregunto a qué sabe su sangre...
Escuchar eso encendió las señales de alerta en el cerebro de Percy, junto con el gruñido de la Sra. O´Leary que se volvió más intenso y él supo que aquellas chicas no eran humanas.
¨Monstruos... ¨ dedujo él, llevando la mano a su cuchillo enfundado en la parte trasera de sus jeans.
La chica afroamericana volvió a hablar:
—Ya podremos saber eso cuando ese diosecillo ya no nos sea de ayuda. Por ahora... Espera... —ella olfateó el aire por unos segundos—. Este olor... ¡Un semidiós!
Percy se tensó al oírla y se escondió detrás de la barandilla. Pudo escuchar como las chicas se acercaban a donde él estaba. Aunque el sonido de sus pasos era extraño, ya que se escuchaba como el andar de un caballo y el repiqueteo de algo metálico golpear el suelo.
—Sabemos que estás allí, semidiós. Muéstrate.
Extrañamente, Percy sintió que su voz no era amenazadora como esperaba, sino suave y atractiva. Incluso diría que seductora. Tal vez fue debido a eso que él dejó de esconderse y se levantó, revelándose ante ellas dos.
—Oh, tenías razón, Kelli—habló la chica rubia, con una sonrisa deslumbrante—. Realmente había un semidiós... y uno muy atractivo. Acércate, guapo.
Percy se sintió confundido por la sonrisa que le daba la chica, era como una mezcla entre coqueta y amenazadora. Tampoco ayudó en nada que la otra chica, Kelli, se relamiera los labios con una mirada hambrienta.
Aun así, él bajó por las escaleras para acercarse a las dos chicas. Su cuchillo parcialmente olvidado en la parte trasera de sus jeans mientras dejaba la bolsa de compras cuidadosamente a los pies de la escalera.
La Sra. O´Leary lo siguió de cerca, mirando con cautela a las dos chicas.
—Mi nombre es Tammi—se presentó la chica rubia con una sonrisa radiante, el cual distraída un poco a Percy—. Dime, guapo, ¿cómo te llamas?
Percy sintió la cabeza un poco nublada, como la vez en la que peleó contra aquella hija de Ares, Clarisse, y ella le propinó un fuerte golpe en la cabeza.
Antes de que pudiera pensar más sobre ello, se encontró a sí mismo respondiendo:
—Percy... Mi nombre es Percy.
La sonrisa de Tammi flaqueó ligeramente y su expresión se volvió incrédula, pero Kelli entrecerró sus ojos con cautela y algo más. De no ser porque la sonrisa de Tammi lo distraída, Percy podía jurar que vio miedo en sus ojos y su cuerpo tensarse a la vez que daba un paso atrás.
—Mmm... Así que tú eres Percy, ¿eh? —reflexionó Tammi, recomponiéndose—. Dime, Percy, ¿qué está haciendo alguien como tú aquí?
Tammi comenzó a acercarse de una manera sugestiva al balancear levemente sus caderas, cosa que llamó la atención de Percy, pero él arqueó una ceja al observar al andar ligeramente cojo de Tammi. Por un segundo, sus esbeltas piernas se vieron borrosas y Percy vio que su pierna izquierda era peluda y tenía pezuñas como las de un burro, mientras que la derecha parecía estar hecho de una prótesis de bronce.
Percy se tensó al verlo y disimuladamente llevó su mano a la parte trasera de sus jeans, recordándose a mí mismo de que estaban en presencia de dos monstruos.
La Sra. O´Leary mostró los dientes y comenzó a gruñir amenazadoramente.
—Tammi—dijo Kelli en un tono de reproche y de advertencia—. Deja de jugar.
—Oh, ¿por qué? —se quejó Tammi—. No todos los días conocer a alguien tan infame como él. He oído como los monstruos susurran su nombre con miedo. Que alguien tan peligroso esté justo frente a mí es... fascinante.
—Porque él es de quién nuestra señora nos advirtió.
Tammi volteó a observar a Percy con nuevo interés brillando en sus ojos azules.
—Así que es él, ¿eh?...
El agarre que Percy tenía sobre el mango de su cuchillo se aflojó.
— ¿Cómo es que ustedes saben de mí? —cuestionó Percy, intrigado.
—Oh, cariño. Eres mucho más famoso de lo que crees—Tammi se acercó y comenzó a rondar alrededor de él, pasando su mano por sus hombros y causando que Percy se tensara debajo de su toque—. La cantidad de monstruos que asesinaste en el pasado fueron cientos. Asesinaste a Equidna, a la Quimera, un Drakon, e incluso al mismísimo Minotauro... ¡Dos veces! Ni siquiera la Princesa del Rayo, la semidiosa más poderosa con vida, tiene un recuento de muertes tan alto como el tuyo. Nuestra señora ha tenido un especial interés en ti desde que volviste de entre los muertos hace cuatro meses.
Percy parpadeó, confundido.
— ¿Su señora? ¿Quiénes demonios son ustedes? ¿Acaso no trabajan para Cronos?
Las facciones de Tammi y Kelli se arrugaron con desagrado y fue en ese momento que comenzaron a transformarse. El color que había en sus rostros y brazos desapareció, dejando su piel blanca como la cera. Sus ojos se volvieron completamente rojos como la sangre y sus dientes se convirtieron en colmillos. Sus piernas debajo de su falta adquirieron la forma que él había visto anteriormente, dándoles una imagen algo desconcertante en su uniforme de animadoras.
—No trabajamos para él—gruñó Tammi, enseñando sus colmillos—. Somos empusas. La magia negra nos creó como una mezcla de bronce, animal y fantasma. Somos servidoras de Hécate. Y ella es una aliada del Señor de los Titanes. No trabaja para él.
— ¿Y qué es lo que ella quiere de mí? —cuestionó Percy, afianzando el agarre sobre su cuchillo al ver la verdadera apariencia de Tammi y Kelli.
—Ven con nosotras y lo averiguarás—ofreció Kelli, tendiéndole la mano—. Nuestra señora nos dio la orden de ofrecerte un puesto junto a ella si es que nos encontráramos contigo. Un semidiós tan poderoso como tú será un gran aliado.
Percy observó el brazo con desconfianza. No tenía razones para confiar en estos monstruos, y mucho menos en su señora.
—Sabemos acerca de tu amnesia—agregó, causando que Percy la mirara con sorpresa—. Cuando emergiste del árbol hace cuatro meses, lo hiciste sin tener recuerdos, ¿no es así? Ven con nosotras y recuperarás tus recuerdos. Quieres saber quién eres, ¿no es así?
— ¿Por qué debería confiar en ustedes? —cuestionó Percy, aun mirándolas con desconfianza.
La sonrisa de Kelli se volvió más maliciosa.
—Ellos no te han dicho tu verdadero nombre, ¿no es así?
Percy sintió su sangre helarse.
— ¿Mi verdadero nombre? ¿De... qué estás hablando? ¡Mi nombre es Percy!
—Sí, lo es, pero... ¿Qué hay de tu apellido? ¿Acaso los que están en el Campamento Mestizo te lo han dicho? ¿Te lo han dicho los dioses? ¿Acaso te lo han dicho aquellas personas quienes afirman ser tus ¨amigos¨?
El agarre que Percy tenía sobre su cuchillo comenzó a temblar debido a la fuerza, sus nudillos se volvieron blancos debido a la tensión y su respiración se volvió un poco más errática.
—Cuál... ¿Cuál es mi apellido? —finalmente preguntó él.
Kelli sonrió triunfalmente antes de responder:
—Percy... Jackson.
—Jackson...
Percy frunció el ceño. Él había escuchado ese apellido antes en alguna parte.
Fue entonces que la imagen de una niña con cabello negro y ojos verde mar destelló en su mente.
¨Andy... ¡Andy Jackson! ¨ pensó Percy, abrieron los ojos con comprensión ¨Ella tiene el mismo apellido. Entonces, ¿estamos familiarizados? Ambos somos hijos de Poseidón, pero... ¿También estamos relacionados por nuestro lado mortal? ¿Ellos lo saben? De ser así, ¿por qué no me lo dijeron? ¿Por qué... Thalia no me lo dijo? ¨
Las preguntas plagaban la mente de Percy, causando que su rostro se arrugara con confusión y frustración.
La Sra. O´Leary, al ver el estado conflictivo en que se encontraba su amo, gimió lastimeramente y acarició su cabeza contra su pierna para llamar su atención. Eso funcionó, ya que Percy la miró y le sonrió con tristeza a la vez que le acariciaba su cabeza.
—No te preocupes, chica. Estoy bien—le dijo él antes de voltearse a mirar a Kelli y Tammi—. ¿Cómo es que ustedes saben eso? ¿Y cómo sé que están diciendo la verdad?
—Si deseas saberlo, entonces ven con nosotras—ofreció Kelli una vez más—. Nuestra señora tiene las respuestas que buscas. No te mentiremos, ni te ocultaremos nada como lo han hecho los dioses y el Campamento Mestizo. Ellos no merecen ese tipo de consideración de tu parte. No han hecho nada por ti.
Percy reflexionó acerca de la propuesta. No iba a mentir y diría que no era tentador. Desde que había emergido de aquel árbol hace cuatro meses, había estado deseando fervientemente saber quién es. Obtener respuestas completas y no solo parciales y vagas como le habían estado dando. Ahora, tenía la oportunidad de quizás saber quién era realmente.
—Tienes razón—admitió Percy—. Tanto los dioses como el Campamento Mestizo no han hecho nada por mí. No les debo nada a ellos...
—Excelente—sonrió Kelli triunfalmente—. Entonces...
—Pero no le daré la espalda a Thalia y Luke—dijo él con firmeza—. Ellos han sido los únicos que han estado allí para mí desde que salí del árbol. Y sé que para ellos el Campamento Mestizo significa mucho. Si averiguar quién soy significa darles la espalda a ellos y unirme a aquellos que buscan la destrucción del campamento, no lo haré.
Tammi y Kelli se vieron sorprendidas por su respuesta.
— ¿Dices eso incluso después de que ellos te ocultaron tu verdadero nombre? —preguntó Tammi con incredulidad—. ¿Sobre quién eres realmente?
Percy reflexionó en sus palabras por unos segundos y fue entonces que recordó las palabras de Thalia.
¨Encontraremos una manera, Percy. Te lo prometo. Juntos¨
—No los traicionaré—dijo él con convicción—. Prefiero seguir sin saber quién soy en lugar de traicionarlos... en lugar de traicionarla...
—Eres un iluso y un insensato—espetó Kelli, dando un paso atrás con cautela—. Rechazas la oportunidad de saber quien eres solo porque te niegas a darle a espaldas a aquellos quienes te han mentido y engañado.
—Tal vez tengas razón... —admitió Percy, preparando su cuchillo y colocándose en guardia—. Pero prefiero ser un iluso y un insensato que ser un traidor. Así que pueden decirle a su señora que agarre su oferta y se la meta por el culo.
La Sra. O´Leary enseñó los colmillos a la vez que se preparaba para abalanzarse sobre aquellos monstruos de ser necesario.
Las facciones de Kelli y Tammi se arrugaron con furia y desprecio por el insulto a su señora.
— ¡Mestizo descarado! —gruñó Tammi, mostrando los colmillos amenazadoramente —. ¿Cómo te atreves a escupir en la bondadosa oferta de nuestra señora? ¡Te llevaré ante ella en pedazos!
Ella se abalanzó sobre Percy con la intención de clavar sus colmillos en su cuello, pero él se apartó a tiempo. La Sra. O´Leary soltó un fuerte ladrido y saltó sobre Tammi, pero ella la apartó de un manotazo, aunque el perro del infierno llegó a cortarla en el antebrazo con sus garras.
— ¡Asqueroso animal! —chilló Tammi con dolor, viendo como la sangre escurría por su brazo—. ¡¿Cómo te atreves a atacar a un compañero monstruo para defender a un semidiós?!
La Sra. O´Leary solo le gruñó de manera desafiante mientras se ponía al lado de Percy.
—Suficiente—dijo él dando un paso adelante—. Vete a la secundaria de donde has salido. Aunque si van a audicionar para porristas, les recomiendo que se rasuren la pierna si van a usar falda. Y recuerda aceitar la otra pierna.
Tanto Tammi como Kelli jadearon de manera ofendida.
— ¡Muchacho insolente! —espetó Tammi—. ¡¿Cómo te atreves...?!
Percy les apuntó con su cuchillo, silenciándola.
—Solo lo diré una vez—dijo él—. Váyanse.
Un gruñido emergió de la garganta de Tammi.
— ¿Crees que puedes decirme qué hacer?
La mirada de Percy se posó en ella.
—No hablaba contigo, Elsa. Normalmente, no mato monstruos, incluso si me encuentro con ellos... a menos que ellos me ataquen.
Tammi se rio a carcajadas.
— ¿Crees que puedes matarme? —se burló ella—. Tal vez hayas sido como el Boogyeman para los monstruos en el pasado. Pero ahora, sin tus recuerdos, no eres más que una sombra de lo que una vez fuiste. Ya no influyes terror.
Percy arqueó una ceja y extendió una mano con dirección a Tammi. Inmediatamente, ella se tensó en su lugar y sus ojos se abrieron con alarma.
—Q-qué... ¿Qué está pasando? —dijo ella con creciente pánico—. No puedo... mover mi cuerpo...
—Dijiste que solo soy una sombra de lo que una vez fui, ¿no es así? —dijo Percy, comenzando a apretar lentamente su puño—. Bueno, supongo que es hora de que vuelva a mis viejos hábitos e influya temor en ustedes, monstruos.
El cuerpo de Tammi comenzó a tener fuertes espasmos. La herida en su antebrazo comenzó a sangrar aún más. De igual manera, la sangre comenzó a escurrirse por su nariz, boca, oídos y también por sus ojos.
—Si yo soy... un monstruo... —musitó Tammi con voz ahogada, mirando a Percy mientras que de sus ojos y boca escurrían sangre—. Entonces... ¿Qué eres tú...?
Percy entrecerró los ojos de manera asesina, sus ojos verdes como el mar brillaron con ferocidad.
—Algo peor.
Cuando apretó su puño, la empusa dejó de moverse y su rostro quedó plasmado en una expresión de terror. Su inerte cuerpo se desplomó en el piso y se convirtió en una pila de polvo dorado.
—Ta... Tammi... —musitó Kelli, dando un paso atrás con miedo cuando la mirada de Percy se posó sobre ella.
—Lárgate—gruñó Percy, apuntándole con su cuchillo—. O haré que la sangre de tu cuerpo hierva. No querrás saber lo que se siente ser quemada desde dentro.
Era una mentira. Percy sabía que no podía hacer eso. El alcance de sus poderes aún no era tan amplio. Había aprendido que no podía controlar la sangre del cuerpo de alguien a menos que haya una herida en su cuerpo que le haga sangrar. E incluso si lo hacía, solo podía hacerlo uno a la vez. De igual manera, tampoco podía controlar la temperatura de la sangre de alguien como lo hacía con el agua. No podía congelarla o hacerla hervir.
Al menos, no aún.
Pero Kelli no tenía que saber eso. Era solo un farol. Y a juzgar por la expresión de muerta de miedo en su rostro, había funcionado.
—Mi... Mi señora se enterará de esto.
Esas fueron sus últimas palabras antes de estallar en una llamarada de fuego que luego se esparció por todas partes. Percy lo observó con interés, ya que era la primera vez que un monstruo desaparecería de esa manera, pero al ver que las llamas comenzaban a extenderse por todo el lugar entró en pánico.
Buscó por los alrededores una manera de apagarlas y sus ojos se posaron en la fuente de Bethesda. Con un movimiento de su mano, el agua salió de la fuente y ahogó rápidamente las llamas, dejando solamente una mancha chamuscada en el lugar. Percy se alegró por ello, no quería arruinar este lindo lugar.
—Es hora de ir a casa, chica—le dijo a la Sra. O´Leary—. Enfrentarse a diosas pedófilas y monstruos con vestidos de porristas es interesante, pero tengo que preparar la cena.
Ella ladró en señal de acuerdo y ambos se acercaron hacia la bolsa de compras que Percy había dejado a un lado de la escalera y lo recogió, verificando que el regalo que estaba dentro no había sufrido ningún daño por las llamas.
¨Rechazas la oportunidad de saber quién eres solo porque te niegas a darle la espalda a aquellos quienes te han mentido y engañado¨
La bolsa se arrugó bajo el agarre de Percy cuando él recordó las palabras de Kelli. No sabía si ella estaba diciendo la verdad o era solo un truco para hacer que desconfiara de Thalia y Luke. Él había decido confiar en ellos y no darle la espalda, pero sin duda alguna tendrían que darle algunas explicaciones.
¨Jackson...¨
Nuevamente, Percy recordó a Andy y la similitud que ambos compartían, no solo en ascendencia divina, sino también en apariencia. Tendría que hablar con ella la próxima vez que se encontraran.
Él volteó para observar el lugar donde Kelli había desaparecido en un estallido de llamas y sus ojos se posaron en algo que llamó su atención.
Se acercó con curiosidad a la parte inferior de la terraza y, en una de las paredes, pudo ver un extraño símbolo brillar en él. Casi parecía confundirse con la fachada de la pared, y Percy lo habría dejado pasar de largo de no ser porque arrojaba un leve brillo. Al acercarse y examinarlo con más cuidado, Percy pudo ver que tenía la forma de un triángulo y gracias a que su cerebro estaba programado para leer griego antiguo, lo reconoció como una letra griega ¨Δ¨, una Delta.
De manera algo dubitativa, Percy presionó el símbolo y este arrojó un leve resplandor azul por un instante antes de que la pared de piedra se abriera como unas puertas corredizas automatizadas y diera paso a un oscuro pasadizo donde no se veía el fondo. Percy podía sentir la brisa caliente soplar desde el interior, arrastrando el olor a tierra húmeda, huevos podridos y un olor más metálico. Por alguna razón, Percy pudo identificar ese olor con la sangre.
La Sra. O´Leary gimió lastimeramente y se escondió detrás de la pierna de Percy, como si estuviera asustada de lo que se encontrara dentro.
Percy miró de manera cautelosa el pasillo. Sus instintos le decían que era peligroso. Y si había algo que sabía con certeza, era que sus instintos siempre tenían razón.
Dio varios pasos hacia atrás sin apartar la mirada del oscuro pasadizo, expectante de que algo saliera de su oscuridad y lo atacara. Pero lo único que sucedió fue que la pared volvió a deslizarse como antes, cerrando el pasadizo, aunque la letra Delta aún se encontraba allí, brillando tenuemente como si le estuviera incitando a oprimirlo.
Dándole una última mirada sobre su hombro, Percy se alejó de aquel lugar, aunque el símbolo aún destellaba en su mente, junto con la sensación que le produjo aquel oscuro pasadizo.
—Vaya día... —suspiró Thalia cuando las puertas del ascensor se abrieron y ella salió al pasillo del séptimo piso.
Luego de que ella volviera a la universidad y terminara sus clases de la tarde, tuvo que ir a la editorial que la ayudó a publicar su primer libro para discutir los términos de la futura secuela. Fue un verdadero tormento. Entre recibir la oferta de que su libro sea adaptado a una película y la discusión sobre el rumbo que tomaría la secuela, le tomó toda la tarde participar de esa reunión. Para cuando habían terminado, el sol ya se había ocultado. Lo que significaba que tendría que volver a su apartamento en medio del tráfico y debido a eso llegaría más tarde de lo normal.
El sonido del segundo ascensor deteniéndose en el mismo piso llamó su atención y volteó para observar como las puertas se abrían y revelaban a un Luke igual de cansado. Su ropa tenía ligeras manchas de tierra, cemento seco y barro.
—Vaya día... —suspiró también él.
Fue entonces cuando él se percató de la presencia de Thalia. Ambos se quedaron mirando por un segundo hasta que Luke levantó la mano.
—Hey—saludó él la mano con cansancio.
— ¿Qué onda?
—Nada. Solo otro día sirviendo como un maldito esclavo en la empresa constructora—dijo Luke, caminando junto a ella.
—Oh, dímelo a mí—resopló Thalia—. A veces me siento como una esclava de mi propia obra.
—Déjame adivinar. Otra vez tus editores.
—Esos malditos buitres—se quejó ella—. Solo les importa la cantidad de dinero que pueden sacar de mi obra. Quieren censurar mi película y no les gusta el rumbo que quiero tomar en la secuela de mi libro. Jodidos imbéciles.
—Vamos, Thalia, tranquila—Luke intentó calmarla—. No ignorarán tus opiniones debido a que serían ellos quienes saldrían perdiendo. Tú no tienes nada que perder.
Eso pareció menguar un poco la ira de Thalia, quien terminó resoplando.
—Sí, tienes razón—dijo ella para luego suspirar con cansancio—. Perdón, Luke. No es mi intención traer los problemas del trabajo a casa.
—Descuida—rechazó él con un movimiento de mano—. Tanto Percy como yo estamos aquí para apoyarte cuando te sientas frustrada. Solo intenta que tu trabajo no te consuma. Recuerda, lo haces porque te gusta hacerlo, no porque estás obligada a hacerlo.
Thalia sonrió y le propino un golpe amistoso en el brazo.
—Tienes toda la maldita razón. Andando, necesito una cerveza.
—Thalia, aún es jueves—le recordó Luke, sobándose el lugar donde lo golpeó.
Ella lo miró de reojo y arqueó una ceja.
— ¿Y?
—Estamos entre semana.
—Ajá.
—Mañana tienes clases.
—Sigo sin entender tu punto.
Luke suspiró y se rindió.
Thalia sonrió de manera triunfal y abrió la puerta de su apartamento. Al hacerlo, de manera casi inmediata fue asaltada por el olor.
—Este olor... —musitó Luke, olfateando el aire.
Thalia sonrió con anticipación y entró. Su nariz la llevó directamente a la cocina, siendo el lugar de donde provenía aquel olor tan agradable y apetecible.
—Hey, Percy, volvimos—saludó ella.
Percy volteó y les sonrió a ambos. Sus ojos verdes como el mar parecieron iluminarse al verlos.
—Hey, bienvenidos—dijo él, sosteniendo una sartén con una mano y una espátula con la otra mientras vestía un delantal de cocina—. La cena estará lista pronto. ¿Pueden preparar la mesa?
Thalia no lo entendía del todo, pero ver aquello le provocó una calidez en el corazón.
—Seguro. Luke, échame una mano.
Después de despojarse de sus abrigos, Thalia y Luke prepararon la mesa del comedor, llevando los platos y los utensilios.
Mientras Luke colocaba los platos, Thalia pudo ver que él estaba sonriendo.
—Oye, ¿por qué sonríes como un idiota? —inquirió ella, alzando una ceja.
—No es nada—negó él con la cabeza, aunque aún seguía sonriendo—. Pensarás que es algo estúpido.
—Ten por seguro que lo haré. Ahora escúpelo.
—Es solo... Siempre pensé que sería bueno volver a tener un hogar a la cual volver. Un hogar a la cual decir ¨Ya volví¨ cuando regresara. Y desde que comencé a vivir con ustedes dos, cada vez que vuelvo, siempre hay alguien diciéndome ¨Bienvenido¨. Es... es realmente agradable.
Thalia dejó de colocar los platos y miró con Luke con asombro.
Era eso.
Desde que Luke y Percy habían comenzado a vivir con ella, las cosas dieron un giro de 180° en su vida. Sí, había momentos no tan agradables, como cuando ella quería golpear a Luke por beber toda su cerveza, o cuando se sentía exasperada de que Percy era insistente en que ella debía de comer mejor y casi la obligaba a comer la comida más saludable que él preparaba. Incluso la Sra. O´Leary había sido un dolor en su trasero cuando en más de una ocasión destrozó las cortinas o los sofás con sus garras y dientes, sin mencionar que dejaba pelos por toda la alfombra.
Pero incluso con todo eso, no había un mejor sentimiento en el mundo para ella que regresar a su apartamento luego de un día cansador para ser recibida por Percy o Luke. Volver, y que Percy le ofreciera una deliciosa comida casera y Luke un oído para escuchar todos sus problemas. Era un enorme contraste en comparación cuando vivía sola, donde al volver solo había una habitación fría y vacía.
Ahora, cuando volvía, siempre había alguien para recibirla. Alguien que esperaba por ella.
—Sí, tenías razón, es algo estúpido—dijo ella, para luego sonreír—. Pero eso no significa que lo que dices no es verdad. Yo... también pienso que es agradable.
Luego de terminar de preparar la mesa, Luke fue a darse una ducha rápida. Thalia fue a la cocina y abrió el refrigerador, donde sacó una lata de cerveza y la abrió mientras esperaba a que Percy terminara de cocinar.
— ¿Día duro? —preguntó él, volteando la carne que estaba en el sartén con la espátula.
—Estresante, diría yo—dijo ella, dándole un sorbo a su cerveza—. Mis editores quieren que la película de mi libro sea de una clasificación PG solo porque quieren censurar en gran manera algunos temas que toco profundamente y que tanto tiempo me llevó investigar. Tales como la desigualdad social, la discriminación, el abuso de poder, la corrupción, la xenofobia, el suicidio, junto con la cruda y horrible verdad sobre la guerra y sus nefastas consecuencias. ¡Todo bajo el pretexto de que el costo de producción sería demasiado alto y que sería una apuesta demasiado arriesgada hacerla de clasificación R! Bastardos de culo gordo...
—Parece ser que a tus editores solo les importa el dinero—comentó Percy.
— ¡Eso es lo que yo digo! —exclamó Thalia con exasperación—. No tienen el verdadero amor al arte.
Percy alzó una ceja y sonrió con diversión.
— ¨¿Amor al arte¨? ¿Y tú lo tienes?
Thalia resopló.
—Tengo mucho amor hacia lo que hago.
Percy se rio entre dientes con diversión.
—Sí... lo tienes. Yo más que nadie sé lo mucho que amas escribir.
—En parte es gracias a ti, ¿sabes? —dijo ella, volteando para mirarlo directamente—. Tú fuiste quien me motivó a ser una escritora.
— ¿Fue así?
Thalia asintió.
—El día que recuperes tus recuerdos, lo sabrás—con suavidad, Thalia colocó su mano sobre la de Percy, causando que él la mirara—. Y cuando eso suceda, Percy, yo...
—Ejem—carraspeó una voz.
Thalia frunció el ceño y volteó con ligera molestia para observar a quien la había interrumpido. En un principio, pensó era que Luke, pero se sorprendió cuando vio una imagen ligeramente traslúcida flotar sobre la encimera de la cocina.
—Annabeth—reconoció Thalia.
La joven adolescente arqueó una ceja cuando vio la mano de Thalia separarse de la de Percy.
— ¿Interrumpo algo? —inquirió Annabeth.
¨Sí, lo haces¨ quería decir Thalia de manera contundente, pero se abstuvo de hacerlo.
Si Annabeth se ponía en contacto con ella a través de un mensaje Iris, significaba que era algo importante o urgente.
— ¿Qué quieres, Annabeth? —preguntó Thalia, yendo directo al grano.
—Es Grover—dijo ella, con una mirada seria en su rostro. Sus ojos grises como la tormenta se oscurecieron—. Se ha puesto en contacto con Quirón. Ha dicho que ha encontrado dos. Y que necesita toda la ayuda posible.
Thalia arqueó una ceja con curiosidad mientras le daba un sorbo a su lata de cerveza.
— ¿Semidioses?
Annabeth asintió.
—Sí. Y por sus olores, dijo que eran muy fuertes, incluso sin conocer su ascendencia.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —habló Percy por primera vez, apagando el fuego de la cocina y dándole a Annabeth una mirada acusadora—. ¿Por qué no los llevan al campamento como sus nuevos reclutas? Después de todo, necesitan guerreros para pelear en la guerra que se acerca, ¿no es así?
Thalia frunció los labios al escuchar a Percy. Sabía por qué tenía Percy esa imagen del Campamento Mestizo. Desde que había despertado del árbol hace cuatro meses y vivido en el campamento durante dos semanas, la imagen que tenía de él no era la mejor. En el mejor de los casos, él lo veía como una escuela militar que adiestraba soldados para una futura guerra. Una guerra en la que, sin que él lo quisiera, formaba parte. Y, en el peor de los casos, como simples peones desechables de los dioses.
Annabeth apartó la mirada de manera conflictiva. Si fue por sus palabras o por el hecho de ver a Percy dándole una mirada acusatoria, Thalia no lo sabía.
—No es tan simple—dijo ella finalmente—. Grover no puede sacarlos del internado donde se encuentran.
—Déjame adivinar—Thalia rodó los ojos—. Monstruos.
Annabeth asintió de manera sombría.
—Y por lo que me ha dicho, es un batallón completo de ellos.
Thalia se sintió sorprendida y confusa al escuchar eso.
—Espera, si hay un batallón completo de monstruos, ¿cómo es que esos semidioses siguen allí? Demonios, ¿cómo es que siquiera siguen vivos?
—Eso es lo extraño—Annabeth frunció el ceño de manera confundida—. Por lo que Grover le ha dicho a Quirón, simplemente parecen merodear por los alrededores sin rumbo. Como si algo los mantuviera confundidos y a la vez los alejara. Grover no ha podido averiguar la razón. De todos modos, necesita ayuda para sacar de manera segura a esos dos semidioses. Es por eso por lo que te pido ayuda, Thalia. Andy y yo no podremos manejarlo solas si hay un ejército de monstruos al asecho.
Al oír el nombre de Andy, Percy se tensó en su lugar, lo que ocasionó que Thalia arqueara una ceja con intriga.
Ella bebió un profundo trago de su cerveza antes de reponder:
—Está bien, me convenciste con el ejército de monstruos. Estoy dentro—dijo ella, antes de voltearse a mirar a Percy—. Oye, Percy, ¿qué dices? ¿Quieres unirte a una misión de rescate y enfrentarte a un ejército de monstruos?
Por el rabillo del ojo, Thalia pudo ver a Annabeth con una expresión expectante, lo que causó que una sonrisa divertida estirara de sus labios.
Era bastante obvio para ella que Annabeth también quería que Percy fuera para pasar más tiempo junto a él. Después de todo, Percy solo había estado en el campamento durante dos semanas antes de ir a vivir con Luke y ella en Nueva York. Y en ese corto tiempo, la interacción entre Percy y Annabeth fue bastante... intensa.
—Claro—él se encogió de hombros con una sonrisa que le recordó a Thalia al viejo Percy—. Suena bien para una salida de fin de semana.
Thalia sonrió de manera complacida mientras el rostro de Annabeth parecía iluminarse.
—Genial—dijo Thalia antes de mirar a Annabeth—. ¿Dónde nos encontramos?
—En realidad, Andy y yo estábamos planeando pasar por tu apartamento y luego ir junto a Grover en tu auto—respondió ella.
— ¿Y dónde está él?
—Bar Harbor, Maine. En un internado llamado Westover Hall.
...
..
.
¡Esto aún no ha terminado, damas y caballeros!
¡Los especiales han vuelto!
Disfrútenlo.
Especial #1
Percristo
—Hace más o menos cuatro meses, emergí de un árbol en medio de una batalla entre semidioses y monstruos—explicó Percy.
Las mandíbulas de Sadie y Carter colgaron al escucharlo, incluso Bast se veía algo desconcertada cuando lo observó por el espejo retrovisor.
—Un minuto... ¿Eras un árbol? —preguntó Carter, viéndose confundido—. ¿Acaso no dijiste que eras un hijo de Poseidón?
—Bueno, lo soy... supongo—respondió Percy—. Por lo que me han dicho, hace seis años, morí en una batalla contra un pequeño ejército de monstruos. Al morir, mi padre convirtió mi cuerpo en un árbol de pino. Técnicamente, no estuve muerto, ya que mi alma estaba vinculada al árbol. Entonces, hace cuatro meses, yo ¨resucité¨.
—Sí, Percy es el Jesús de los semidioses—comentó Thalia, mirándolo por el espejo retrovisor con una sonrisa burlona—. El hijo de un dios, resucitando de entre los muertos. Una lástima que no pueda convertir el agua en vino.
Los demás se rieron entre dientes a costa de Percy, quien frunció levemente el ceño con molestia.
Thalia no cesó con sus burlas.
—Oye, por las dudas, ¿también puedes hacer eso de la multiplicación de los peces?
Bast se vio interesada, ya que levantó la cabeza y sus orejas se sacudieron levemente como lo haría un gato.
—Oh, espera—continuó Thalia—. ¿Qué me dices de caminar sobre el agua? Eres un hijo de Poseidón. Seguramente puedes hacer eso.
—Thalia...
—Espera, espera—dijo ella entre risas—. Ya que antes fuiste un árbol, ¿significa que ahora puedes convertirte en uno como una ninfa?
Thalia estalló en carcajadas. Incluso Bast se reía entre dientes.
—Sí, jaja, muy graciosa, Thalia—dijo Percy antes entrecerró los ojos en su dirección—. Esta noche no hay cena para ti.
— ¡¿Qué?!
Thalia pisó el freno con fuerza y el auto se detuvo abruptamente. Sadie y Carter estrellaron sus rostros con la parte trasera de los asientos delanteros debido al retroceso.
Ella se volteó a mirar a Percy y se inclinó sobre él de una manera amenazadora.
—No te atreverías...
Percy igualó su mirada, solo que sonrió de manera amenazadora mientras también se inclinaba.
—Pruébame.
La actitud de Thalia dio un giro de 180° grados y su expresión se convirtió en una de indignación y súplica.
—¡¿Por qué no?! ¡Esta noche íbamos a comer bistec con puré de patatas! ¡Puré de patatas!
—Pues qué lástima. Tendré que comerlo todo yo. Pero no te preocupes, le daré el bistec a la Srta. O´Leary. Estoy seguro de que ella lo apreciará.
La Srta. O´Leary ladró animadamente al escucharlo.
—No, Percy... No me hagas esto.
Thalia parecía estar al borde de las lágrimas.
— ¿Percy? Según tú, no soy Percy. Soy ¨Jesús¨. Y ten por seguro que tú no entrarás al Reino de los Cielos, donde las patatas fritas son gratis, crujientes, perfectamente freídas, con la cantidad de sal adecuada y no producen colesterol.
— ¡Esas patatas no existen!
— ¡Existen en mi reino! ¡Y si tú no lo crees, no eres digno de estar en él! ¡No tienes amor a patatas fritas!
— ¡¿Cómo te atreves a cuestionar mi amor a las patatas fritas?!
Mientras Percy y Thalia seguían discutiendo, Sadie se inclinó para hablarle a su hermano.
—Los semidioses si que son raros—dijo ella—. Discutiendo por simples patatas fritas.
—Son hijos de dioses, ¿qué esperabas? —Carter arqueó una ceja—. No recuerdas cuando Bast atacó a esa bola de demolición porque, según ella, podía ser ¨hostil¨.
—Ah, sí—recordó, mientras ambos seguían viendo a Thalia y Percy discutir—. Eso lo explica todo...
...
..
.
¡Y eso es todo por ahora, mis queridos lectores!
Con este capítulo, nos ponemos rumbo al tercer libro ¨La Maldición del Titán¨
Maldita sea, me emociono de solo pensar en todas las cosas que sucederán de ahora en adelante. Lo único que puedo decir es que, a partir de ahora, todo se volverá más oscuro.
Sé que Percy Jackson es literatura juvenil, pero siempre supe que tenía potencial para ser más oscuro, lo cual trataré de explotar en el futuro.
Con este capítulo, he aclarado un par de cosas importantes, las cuales mencionaré:
Tuvimos el desenlace del encuentro de Percy y Thalia con los hermanos Kane. Griegos y Egipcios saben de la existencia del otro. Lo más probable es que más adelante en la historia explote esa interacción como capítulos especiales. Pero, la pregunta es, si aparecieron los hermanos Kane, ¿significa también que aparecerá Magnus?
Vimos el alcance de los poderes de Percy al enfrentarse a Serket. Nunca me cansaré de escribir lo genial que puede llegar a ser Percy.
También hubo aclaraciones con respecto a la amnesia de Percy y sobre sus propios sentimientos y pensamientos sobre ello. En mi opinión, estoy conforme por como resultó.
Todos sabemos lo que Percy encontró cuando se enfrentó a Kelli y Tammi. Eso jugará un papel muy importante en este libro, así que ténganlo presente.
En el próximo capítulo, veremos a Percy y compañía ir a Westover Hall. Y todos sabemos lo que les espera en ese lugar. O más específicamente, quienes…
En fin, espero les haya gustado. Díganme su opinión en los comentarios.
Si tienen alguna idea sobre cómo podría desarrollarse la historia en el futuro, no duden en escribirme un mensaje, sin importar que tan largo sea. Podemos debatir sobre tus ideas y ver si puedo agregarlas en el futuro. Realmente es emocionante leer las ideas y teorías que envían o sobre el posible futuro de la historia.
Para los interesados, les invito a formar parte del servidor ¨Emerald Library¨, una comunidad para los amantes de la escritura, ya sea de fanfics o historias originales, donde podrás compartir tus historias, encontrar autores y charlar con ellos. Pueden ingresar a través de este código:
/ / discord. gg / PD693JJWck
Debo de decirles, que ese servidor es un servidor inglés. Así que no sabes hablar inglés, te será un poco difícil interactuar con los miembros.
También pueden buscarme en Discord con el nombre de JkAlex#5083. Envíame un mensaje y hablemos, siempre tengo un poco de tiempo en el día para responder mensajes.
Eso es todo por ahora, espero que les haya agradado este primer capítulo y sin nada más que decir… ¡Hasta la próxima, guapos y guapas!
