...:Una Noche de fiesta

La noche se aproxima, los preparativos para la fiesta estaban listos y ella solo esperaba estar a tiempo para impedir su partida. El día anterior había permanecido vigilante a su llegada; la desesperación ya embargaba su corazón, perderlo otra vez seria fulminante. La advertencia que le dio aquella extraña mujer hacía dos noches la tenia preparada para enfrentarse con la más lucubre aura que había podido existir en un hada y aunque las dos hadas eran tan iguales a dos gotas de agua; una se alegraba y alimentaba de todas aquellas almas desdichadas, mientras que la otra procuraba guardar y cuidar de todas aquellas que se brindarán amor eterno.

Un cielo cubierto de estrellas cobijaba a los invitados que llegaban a admirar el trabajo realizado en la casa; la fiesta empezaba y él había pasado desapercibido entre la muchedumbre. Sigilosamente se dirigió al jardín y aunque la hora de partir no había llegado decidió permanecer lejos de la mirada de Alexandra. Alumbrada por faroles y de imponente majestuosidad la pileta del jardín distrajo su mirada ocultándolo ante ella.

-¡Señorita Alexandra, señorita Alexandra! -la llamo una de sus sirvientas insistentemente

-Perdón, no te escuche

-Señorita, la solicitan en el salón. Su padre acaba de llegar

-¡Mi padre! Gracias Marie –corriendo hacia los brazos de su padre- ¡Papá! te extrañe tanto, necesitaba tanto de tus palabras de apoyo; padre. –echándose a llorar en sus brazos.

-¡Mi pequeña! –Abrazando fuertemente a su hija- los invitados esperan por nosotros –añadió sonriente

Cada vez el reloj estaba más cerca de la media noche. En la estancia principal de la casa, la fiesta parecía estar en su apogeo; el bullicio de alegría podía escucharse hasta en la más lejana de las habitaciones, pero sobre el jardín se cernía una nube de desolación. Repentinamente una delgada niebla cubrió el lugar, y Alexandra corrió con una imagen premonitoria en busca de Ikari dejando la fiesta de improviso. Cerró la puerta y frente a ella la aparición más oscura que jamás había visto; de este encuentro solo saldría viva si confiaba plenamente en el amor de Ikari.

-¡Pobre niña¿Tú pretendes quitarme a Ikari? –giraba en torno de ella el maligno espectro

-¡Sí, yo no lo permitiré! –Su voz demostraba todo su valor, aunque titubeo un poco- nuestro amor es más grande que toda tu maldad- replico Alexandra

-¡Niña ilusa! Fíjate bien en Ikari¿crees que él te escucha?

-¿Qué le has hecho? –corrió hacia él, pero una misteriosa fuerza la lanzó contra la pared.

Mientras Alexandra yacía en el piso, el hada se acercaba lentamente para desaparecerla de su camino. Estaba dispuesta a emplear todas sus fuerzas mágicas con tal de que el más hermoso de sus objetos se quedase con ella.

-¡Te destruiré, él es mío! –cada paso estaba más cerca de Alexandra, pero ella no reaccionaba

-Yo,…no lo permitiré –de entre la niebla surgió una figura celestial, mística; de belleza tan igual al hada.

-¡Dashidre! –Llamó por su nombre a la celestial figura- Hermana, si tienes pensado intervenir; te destruiré de igual forma que a esta mortal –añadió irónicamente

-¡Amora! Sabes muy bien que no puedes tomar la vida de esta pareja mortal -acercándose con suma delicadeza al cuerpo de Alexandra.

-Claro que puedo, esta mortal no ha encontrado la llave –cada minuto que pasaba Amora se desquiciaba y perdía el control de sus fuerzas. Realmente estaba furiosa por la presencia de su hermana.

-¡Sphere dark! -lanzó su magia en contra de Dashidre y Alexandra- ¡Estas obstruyendo el paso, hermana!

-Ya te dije¡qué no lo permitiré! -defendiéndose de los ataques de Amora

-La, la… -reaccionando pausadamente-… extraña mujer –dijo Alexandra aún yaciente en el suelo.

-¡Ya deberías de estar muerta! -gritó Amora- ¡Acabare tu existencia! –un halo de fuego negro envolvió el cuerpo del hada.

Al lanzarles un nuevo ataque más feroz que los anteriores; el objeto que colgaba del cuello de Alexandra; el mismo que había encontrado días antes empezó a latir tan fuerte que se podía escuchar como emanaba su poder de luz hacia Amora.

-¡No es posible¡¡Tú no puedes tenerlo! –Grito desesperadamente Amora- ¡Te lo quitare! –sus ojos no demostraron tener miedo sino perversidad

-Nuestro amor, no es una simple promesa –aun sorprendida por el enorme poder que estaba entre sus manos. Débilmente apoyo su cuerpo en Dashidre- El amor verdadero es eterno

-¡Tonterías¿Con eso piensas acabarme¿Con eso piensas quitarme a Ikari? Me das risa, que débil eres.

Entre el furor de la ofensiva Ikari trataba de zafarse inútilmente del hechizo que lo tenia prisionero, paralizado de todo movimiento, terrible tortura era estar conciente y no poder hacer nada; quería gritar pero su boca no respondía a sus impulsos; todo en él era incapaz de hacer movimiento alguno. No deseaba permanecer como espectador impotente; ¿pero que podía hacer ante tal poderosa fuerza¿Existiría algo tan poderoso que pudiera romperlo?

A lo lejos el bullicio de la fiesta enmascaraba los gritos de la cruenta batalla, pareciera que un encanto envolvía a todo aquel que permanecía en tal majestuoso salón digno de comparación con el Palacio de Versalles; de pilares de mármol y ventanas de cristal que reflejaban un jardín imperturbable.

Un agudo grito de dolor estremeció el jardín seguido de unos instantes de silencio; Dashidre y Amora habían tenido un enfrentamiento dejando herida a una. Alexandra que por su parte trataba vanamente de romper aquella barrera que no la dejada avanzar hacia Ikari vio por un instante como caía el hada que la salvo de la muerte.

-¡Noooo! –los segundos parecían eternos, una fuerza extraña se apodero de ella transformando su aura en la más poderosa, capaz de derrotar a mil ejércitos. A cada paso que avanzaba una pequeña esfera de luz surgía de su frágil cuerpo para dirigirse en contra de Amora. Cada luminiscencia poseía un poder individual que disminuía las fuerzas etéreas del hada, sin que pueda recuperarlas; finiquitando su oscura esencia.

-¡Pequeña mortal ilusa¡¡Te maldeciré… maldita tu…¡¡Maldito tu eterno amor!

-¿Qué te hemos hecho!-contesto Alexandra- Naciste para consolar los corazones afligidos, pero… ¿qué pasó para que tú fueses así¿Quién osó robarte el brillo de tu virtud?

-Basta de palabrerías! Hoy será tu último día de vida…

El hada estaba lista para lanzarle su más potente y ultimo ataque cuando inesperadamente Ikari logra romper el hechizo para interponerse entre ellas. Él sabia que esto le traería la muerte; pero prefirió darle a Alexandra otra oportunidad de vivir aunque él ya no estuviese más a su lado.

-¡No¡Ikari! –Corrió a sus brazos- ¿Por qué lo hiciste?... –le pregunto Alexandra

-¡Noooo esto no me puede pasar a mí, soy la más poderosa! –Dando un grito, rompió las ventanas de cristal, para luego desvanecerse entre la bruma del jardín

Una lágrima rodó por la mejilla de Alexandra cayendo sobre el cuerpo inerte de Ikari. En su ultimo aliento de vida le dijo cuanto había esperado ese momento, de volver a estar en sus brazos y tocar su suave rostro.

-Por ti, mi amor… -débilmente respondió y añadió- no podía dejarte morir esta vez

-Por mi… -con voz entrecortada le respondió Alexandra

-Yo siempre estaré aquí; en este jardín.

-¡No te vallas, por favor¡Quédate conmigo¡Quédate! –Lo abrazo fuertemente contra su cuerpo, pero fue inútil él no volvería- ¡Yo también te amo! –le grito fuertemente

Levantando su rostro al cielo le suplico que volviese, mas pronto sintió en sus hombros la mano de su padre que la levanto; la tomo en sus brazos y la abrazo fuertemente. La muchedumbre de invitados se aglomero a su alrededor contemplado atónitos la escena porque no podían comprender que es lo que ocurría.

Algún tiempo después, una mañana de frió invierno un joven desconocido que llamo a la puerta de la gran casa; ofreciendo sus servicios de jardinería. Se quedo para nunca más volver a alejarse de Alexandra.

Fin


Espero les haya gustado este esta historia :D

y ya saben dejen suscomentarios... hasta la proxima!

Quilla Samma